Habitos Alimentarios y Estado Nutriciona
Habitos Alimentarios y Estado Nutriciona
Habitos Alimentarios y Estado Nutriciona
INVESTIGADORA PRINCIPAL
Dra. Aída Gálvez
COINVESTIGADORES
Dr. Javier Rosique
Mg. María Teresa Restrepo
Especialista Luz Mariela Manjarrés
Johanna Santa, coinvestigadora en formación
Antropólogo Germán Ariel Marín
ESTUDIANTES
Erika María Valencia
Laidy Diana Arias
Juan Camilo Higuita
AUXILIARES INDÍGENAS
Luz Amparo Domicó
Nelson Majoré
Lino Domicó
Euclides Carupia
Silvia Domicó
2
3.2.2 Macronutrientes ........................................................................................... 116
3.2.2.1 Proteínas ............................................................................................. 116
3.2.2.2 Carbohidratos ...................................................................................... 116
3.2.2.3 Grasa total ........................................................................................... 117
3.2.3 Vitaminas .................................................................................................... 117
3.2.3.1 Folatos................................................................................................. 117
3.2.3.2 Vitamina C .......................................................................................... 118
3.2.3.3 Vitamina A ........................................................................................... 119
3.2.4 Minerales ..................................................................................................... 119
3.2.4.1 Calcio .................................................................................................. 119
3.2.4.2 Hierro .................................................................................................. 119
3.2.4.3 Cinc ..................................................................................................... 119
3.3 Ingesta de alimentos ................................................................................. 120
3.3.1 Ingesta de complementos y suplementos ...................................................... 121
3.4 Discusión ................................................................................................... 121
3.4.1 Energía ........................................................................................................ 121
3.4.2 Macronutrientes ........................................................................................... 122
3.4.2.1 Proteínas ............................................................................................. 122
3.4.2.2 Lípidos ................................................................................................. 124
3.4.2.3 Carbohidratos ...................................................................................... 125
3.4.3 Vitaminas y minerales .................................................................................. 126
3.4.3.1 Folato dietario...................................................................................... 126
3.4.3.2 Vitamina C .......................................................................................... 127
3.4.3.3 Vitamina A ........................................................................................... 128
3.4.3.4 Calcio .................................................................................................. 128
3.4.3.5 Hierro .................................................................................................. 129
3.4.3.6 Cinc ..................................................................................................... 130
4. EVALUACIÓN ANTROPOMÉTRICA DEL ESTADO NUTRICIONAL ................. 132
4.1 INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 132
4.2 METODOLOGÍA ......................................................................................... 133
4.3 RESULTADOS............................................................................................ 136
4.4 DISCUSIÓN................................................................................................ 139
CONCLUSIONES ........................................................................................... 143
RECOMENDACIONES ................................................................................... 146
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 148
ANEXOS ...................................................................................................... 157
3
INTRODUCCIÓN
4
La gran dispersión espacial de los embera ha favorecido además de estas
especificidades en la adaptación ecocultural, la dialectización del idioma
embera, adscrito a la familia linguística Chocó.
Frontino, cuya población indígena asciende a casi 10% del total del
municipio, alberga en su jurisdicción a indígenas embera que se
corresponden claramente con los tipos de adaptación ecocultural ya
mencionados así: Nusidó como parte de los embera eyabida y Atausí como
parte de los embera oibida.
El resguardo de Nusidó dista una hora por vía terrestre desde la cabecera
municipal de Frontino. Dicho resguardo incluye dos comunidades más: El
Llano y Loma de los Indios, no evaluadas por el proyecto. En 1990, dos
parentelas procedentes principalmente de los asentamientos de El Llano y
Piedras Blancas, recibieron la hacienda panelera de Sincerín como
alternativa a la gran estrechez territorial en que se hallaban1.
1
La Organización Indígena de Antioquia OIA, una asociación de cabildos de carácter
supraétnico, con más de 25 años de existencia en el departamento de Antioquia. lideró el
proyecto de adquisición de tierras en conjunto con Swissaid, una ONG que ha ofrecido
soporte a los grupos étnicos en el marco del movimiento indígena formalizado en
Colombia y en América Latina en la segunda mitad del siglo XX
5
partir de la Blanquita, se toma un camino de herradura que oscila entre 3-
6 horas, para llegar a la Pradera, primer asentamiento de Atausí en
proceso de nucleación relativa.
6
“1. Caracterizar los hábitos alimentarios a través de la selección,
preparación y consumo de alimentos disponibles y su adecuación en
términos de energía y nutrientes según las recomendaciones nutricionales.
2. Identificar las pautas de consumo a través del ciclo vital como requisito
de un modelo de consumo ajustado a los criterios de edad, género y
estatus fisiológico
3. Determinar la prevalencia de problemas nutricionales por exceso o
déficit, a partir de indicadores antropométricos.
4. Identificar los patrones de distribución de grasa corporal.
5. Caracterizar algunos aspectos de la salud comunitaria como
condicionantes del aprovechamiento biológico de los nutrientes”.
Los hallazgos del estudio y las referencias teóricas y metodológicas que los
encuadran, se presentan en el cuerpo de este informe, estructurado en los
siguientes capítulos: Aspectos etnográficos, Seguridad Alimentaria,
Ingesta, Antropometría, Conclusiones y Anexos.
7
1. ASPECTOS ETNOGRÁFICOS
8
(Mead y Guthe, citados en De Garine, 1995:130). Esta definición enfrenta
el problema de ¿qué entender entonces por “presiones sociales y
culturales”?. Esto se coteja aquí mediante la identificación de las presiones
reconocidas en este estudio sobre las comunidades, las cuales van desde
los ingresos y gastos por hogar, pasando por restricciones ecológicas en la
oferta de alimentos vernáculos, hasta la imposición gradual de nuevos
artículos alimentarios, gustos y modos de comensalidad, vehiculados por
la proximidad de los Embera a la cultura alimentaria de la sociedad
antioqueña y por los programas asistenciales. Este último componente de
las “presiones culturales” es un asunto que la mirada cualitativa logra
evidenciar per se a partir de la indagación etnográfica, sin que haya una
elaboración plenamente consciente de los embera, involucrados en el día a
día del contacto intercultural.
9
expedición de pesca resulta en abundantes piezas. El alimento no se
guarda por varias razones. El clima y la clase de productos cultivados solo
permite la conservación del maíz; los plátanos “su gran recurso en las
necesidades extremas” maduran rápidamente y no pueden conservarse
porque se pudren; las yucas, los ñames y otros productos agrícolas se
descomponen con facilidad y sólo pueden consumirse cuando están
frescos; los chontaduros, cuya cosecha se presenta sólo en ciertos meses
del año, deben ser cogidos cuando ya hayan madurado en la palma y
consumidos casi inmediatamente, pues de lo contrario también se dañan;
y la carne de los animales cazados o pescados, ahumada o secada al sol,
dura pocos días en buen estado. Por eso, el indio consume la mayor
cantidad posible cuando está fresca y sólo ahuma o seca lo que no es
capaz de ingerir en el momento mismo de conseguirlo.
El indígena vive, pues, al día, y no puede planear su dieta para largo
tiempo, excepto en el caso del maíz” (Pineda y Gutiérrez de Pineda, 1999:
96-7) (Subrayado nuestro).
Más allá de esta advertencia, este proyecto obtuvo con el concurso del
método dietético, el consumo de alimentos mediante la doble encuesta del
recordatorio del consumo durante las 24 horas del día anterior. A través
del método etnográfico y su soporte en la observación participante, se
registraron directamente por parte del equipo de investigación con
formación antropológica, los temas del estudio en las viviendas que
brindaron hospitalidad a los investigadores durante las temporadas de
trabajo de campo3. La recolección de información fue constante durante
del año 2007; salvo el mes de julio, el equipo de investigación estuvo
presente en el área, a la espera de acotar los eventos alimentarios del ciclo
anual.
10
La etnografía vertida en diarios de campo y sistematizada en el programa
Atlas-Ti, se realizó en las viviendas indígenas, en expendios comerciales de
La Blanquita, Bocas de Atausí y Nusidó, y en escenarios propios de la
ayuda alimentaria: hogares comunitarios, restaurantes escolares, centro
de salud de La Blanquita así como en el Centro de Recuperación
Nutricional de Frontino; en menor medida, se observó el componente
alimentario en eventos auspiciados por el cabildo mayor de Frontino y la
OIA. Así mismo, se llevó un registro de las actividades de recolección y
consumo itinerante acostumbradas por los embera con propósitos de
ingesta individual, durante los largos recorridos que el equipo desarrolló
en pro del diligenciamiento de las encuestas domiciliarias. Esto reveló un
aspecto de las prácticas alimentarias, usualmente oculto en el recordatorio
24 horas, focalizado en comidas más o menos estructuradas.
11
también no-indígenas, cuya práctica social tenía alguna relación con los
objetivos del estudio. Las mismas se procesaron en Atlas-Ti.
12
Se aborda pues la cocina indígena en primer lugar, para pasar a las
situaciones sociales alrededor de la alimentación, y a un bosquejo de los
hábitos alimentarios durante el ciclo vital, cuando se producen
transiciones de un estatus social a otro. Este apartado finaliza con una
interpretación del cambio de hábitos alimentarios, análisis que se
complementa con el ítem sobre la ayuda alimentaria tal como funge
actualmente en el área de estudio.
13
consumo de frutos y partes carnosas directamente en estado crudo,
durante la movilidad por zonas boscosas y áreas de manejo del barbecho
(Gómez et al., 2006). Las inmediaciones de cursos de agua albergan
pequeñas fuentes de proteína como cangrejos y caracoles capturados por
los niños y consumidos como tentempiés. La caña de azúcar chanso es un
socorrido energético, al punto de un certero golpe de machete; la
hidratación durante los desplazamientos es posible con el selvático bejuco
agrasia, más exigente por las manipulaciones requeridas para aprovechar
el líquido refrescante que contiene5.
14
enmarcaría en el caso de poblaciones rurales cuya alimentación se basó
durante largo tiempo en un gran número de micro-recursos
correspondientes a distintos estadios del ciclo estacional; al transitar hacia
una alimentación de importación, se arriesgó el frágil equilibrio que la unía
al medio ambiente, acarreando graves problemas nutricionales (Douglas,
1995).
15
Plátano Colocar plátano verde Asado Nusidó y
asado o maduro sobre las Atausí
brasas o parrilla con o
sin cáscara.
Chukula Pelar plátanos Cocido Atausí
maduros y colocar al
fuego en una olla con
agua, cocer durante
una hora, remover el
contenido hasta
espesar. Consumir
como tentempié.
Bilingui o Pelar los plátanos Cocido Atausí
Birinbi maduros y colocar al
fuego en un sartén,
sin agregar agua,
remover hasta
espesar. Consumir
como tentempié.
MAÍZ Mazamorra Remojar los granos de Cocido Nusidó y
maíz preferiblemente Atausí
un día antes, pasar
por el molino dos o
tres veces o en piedra
de moler yu, cocer los
granos triturados en
agua. Al ablandar los
granos y espesar el
líquido, dejar enfriar y
servir.
Mazamorra Remojar los granos de Cocido- Atausí
jamma maíz preferiblemente fermentado
un día antes,
pasarlos por el molino
o piedra de moler yu
dos o tres veces y
cocinar los granos
resultantes en agua.
Añadir leche de palma
de milpesos y tapar
durante algunos días
para fermentar. Para
ablandar los granos y
mejorar el sabor, la
mujer que prepara
mastica algunos
granos y los devuelve
a la olla durante la
cocción.
16
Arepa Pilar el maíz hasta Asado Nusidó y
fraccionarlo, cocer en Atausí
agua hasta ablandar,
retirar, escurrir y
moler varias veces
hasta obtener una
masa suave. Formar
las arepas y asar
junto a las brasas
sobre una parrilla.
Pokurá Moler maíz Cocido Atausí
previamente tostado
hasta pulverizarlo,
revolverlo con agua
hervida y sal.
Provisión para viajes
Bollos Preparar con maiz Cocido Atausí
tierno chócolo, moler
la mazorca y
envolver la pasta,
amarrar y echar en
agua hirviendo hasta
que se solidifique
Chicha Pilar el maíz y se dejar Fermentado Atausí
los granos en agua
durante varios días
hasta fermentar
hasta alcanzar.
Almacenar en timbos
PESCADO Pescado frito Tomar el pez, hacerle Frito Nusidó y
incisiones con cuchillo Atausí
y agregar sal para
freír.
Pescado Salar el pez, colocar Asado Nusidó y
asado sobre las brasa Atausí
(tronera) o sobre
parrilla.
ANIMALES DEL Caldo de Hervir pone la carne Cocido Atausí
MONTE sokorró del sokorró,
especialmente la
pechuga, con sal y
aliños y cocinar.
Acompañar con
“revuelto” (plátano y
yuca)
Armadillo Retirar las vísceras Asado Atausí
del animal y asar
sobre las brasas
(tronera).
17
Albóndigas Moler conjuntamente Cocido Atausí
plátano con carne de
pájaro o presa de
caza. Utilizar la
piedra de moler yu o
la máquina metálica.
Añadir aliños , formar
la albóndiga y cocer.
Guagua Preparar cocida o Cocido, Atausí
frita. Condimentar frito
sólo con sal.
Albóndigas Moler en conjunto con Cocido Nusidó
carne de pájaro (o de
animal de monte.
Puede suplir con
carne de res o cerdo) y
el plátano (utilizar la
piedra de moler yu o
la máquina metálica).
Añadir aliños y cocer.
CARNE DE RES- Carne asada Poner la carne en Asada Nusidó y
CERDO pedazos, aliñada o Atausí
salada sobre las
brasas o parrilla.
Carne frita Freír la carne salada o Frito Nusidó
aliñada en un poquito
de aceite.
HUEVO Huevos fritos Depositar el huevo Frito Nusidó
sobre aceite caliente
para freír. Acompañar
con sal.
Huevo batido Batir el huevo, Frito Nusidó y
depositar en una olla Atausí
con aceite y revolver
para aumentar el
volumen de huevo).
Huevo Cocido Poner el huevo entero Cocido Nusidó
en agua con sal hasta
que hierva y retirar la
cáscara.
PAPA Papas fritas Partir en tajadas y Frito Nusidó
freír en aceite.
ARROZ Arroz seco Verter aceite en la olla Cocido Nusidó
hasta que esté
caliente, aliñar y
añadir cebolla.
Agregar una taza de
agua y depositar el
arroz. Revolver y
luego tapar.
18
Arroz en sopa Hervir agua, añadir Nusidó,
arroz seco y sal, hasta Atausí
obtener la
consistencia de sopa.
Puede agregársele
plátano cocido.
FRIJOL Sopa de fríjol Llevar al fuego los Cocido Nusidó
frijoles remojados o
lavados. Cocinarlos
durante horas, añadir
revuelto (plátanos,
yuca, zanahoria,
según disponibilidad).
Agregar sal y aceite y
cocinar hasta que
estén blandos.
Acompañar con arroz.
CAÑA DE AZÚCAR Guarapo Machacar la caña de Cocido Atausí
caliente azúcar con un molino
de madera para sacar
su jugo; llevarlo al
fogón para calentarlo.
Su punto debe ser
intermedio sin
permitir que el jugo se
espese y se convierta
en “miel de caña”.
Agua panela Hervir agua con Cocido Nusidó y
panela o miel de caña. Atausí
Acompañar con limón
o leche.
19
PALMA DE MIL Leche de mil Recoger las semillas Cocido Atausí
PESOS pesos de la palma en un
punto de maduración
específico (la corteza
exterior debe ser de
color morado oscuro y
la pulpa interior debe
estar un poco
morada). Sumergir las
semillas en agua y
poner a cocinar sin
dejar hervir. Tapar la
olla de un día para
otro sin destaparla o
ser observada por
otras personas para
que pueda producir
más aceite. Batir la
leche con molinillo,
fabricado con una
rama de madera dura.
Finalmente la leche
debe ser un líquido de
color crema, como
chocolate con leche,
de sabor simple con
un leve parecido al
agua de coco, un poco
manchoso al paladar.
Aceite de mil Hervir la leche para Cocido Atausí
pesos separar el aceite.
Extraer y botar el
líquido restante. De
una olla grande de
leche –20 litros- se
produce en promedio
dos puchas de aceite.
20
esto se haya constatado una distribución preferencial de alimentos
exceptuando la primacía del servicio al jefe cabeza del hogar, quien
habitualmente comparte su plato con los hijos pequeños. Las expectativas
de género hacen de la mujer un ser siempre disponible para los demás y
para las tareas hogareñas, supeditando muchas veces sus horarios de
sueño a la realización y vigilancia de algún procedimiento culinario. Deben
“despachar” al marido temprano en las mañanas y enviarle en lo posible la
comida del mediodía a su sitio de trabajo con el apoyo de sus ayudantes6.
Así mismo, velan por la alimentación de los cerdos y aves de corral. Estas
se consideran una comida para agasajar, para sobrellevar las
prescripciones alimentarias en los momentos ritualizados del ciclo vital y
funcionan como fondo de ahorro para emergencias. En todos los casos
pertenecen a la mujer, y a ella competen las decisiones7.
6 Kerr y Charles (1986) indican el importante papel atribuído a las mujeres como “[…]
elemento de servicio: las mujeres servidoras frente a los hombres servidos” (En Contreras
y Gracia, Op. cit: 269). Tal como se observó en Dabeiba en los 80´s: “En el español local
se nombra como “cocineritas” o “sirvientas” a las niñas, términos que se usan también
para referirse coloquialmente a las mujeres” (Alcaraz et al.., 1988: 525)
7Algunos líderes de la OIA y de las comunidades señalaron que en ocasiones las mujeres
son presionadas por sus esposos a vender los animales con el fin de quedarse con el
dinero y gastarlo en licor en el pueblo.
21
Tabla 1 Tiempos de la alimentación embera eyabida y oibida
Comunidad Nusidó embera eyabida Comunidad Atausí embera
oibida
7:00 a.m. – 9:00 a.m. Desayuno No existen horarios ni momentos
12:00 m – 3:00 pm (5:00 Almuerzo totalmente definidos, predomina el
p.m.) consumo intermitente, iniciado
6:00 p.m. – 8:00 p.m. Comida desde tempranas horas (6:00 a.m.)
hasta la hora de dormir (7:00 p.m.
o 8:00 p.m.).
22
elaboración de un menú financiado con fondos de la OIA y de sus
proyectos. Además de la proteína, en la compra se hallan fríjol, papa,
arroz, chocolate, galletas, aceite, sal y panela. La proteína animal se
obtiene generalmente por el sacrificio de un cerdo y cuando es menor la
asistencia, por el sacrificio de gallinas, ambas especies obtenidas en la
comunidad. La preparación de los alimentos está a cargo de mujeres
delegadas por el cabildo; el reparto de estos con el acompañamiento de los
asesores y líderes indígenas, busca priorizar a los niños, que acuden en
masa junto con sus padres. Cada adulto porta su plato, a la hora de comer
los niños comparten el recipiente de sus padres, replicando el patrón
practicado en el hogar, con escaso uso de cubiertos.
23
Por último, la comprensión de la realidad alimentaria obtenida por este
estudio, señala cómo los embera en el curso del contacto con la sociedad
kapunía, han venido apropiando artículos que ahora resultan
imprescindibles en su dieta, los cuales acarrean gustos y modos de
comensalidad que interrogan y desplazan a los tradicionales.
De Garine (en Contreras y Gracia Op. cit: 266) analizó entre grupos
étnicos del Africa central el abandono de alimentos de alto valor
nutricional, en pro del consumo de productos organolépticamente
mediocres y de bajo valor nutricional, pero que comunicaban prosperidad
económica y ofrecían prestigio acorde con otros sistemas de valores. Los
dilemas locales de identidad provocados por el contacto intercultural se
esclarecen con la lectura de apartes de una de las entrevistas en
profundidad acopiadas durante el trabajo de campo en Nusidó:
24
“P: Pero para la mayoría es muy importante el arroz?
R: Si, la mayoria si.
P: Por qué?
R: Porque ya como vive, como dicen entre kapunia, entonces se enseñó
así a comer arroz.
P: En qué momento, o sea fue cuando se vinieron a Nusidó que
empezaron a comer arroz o en Piedras Blancas ya?
R: Sí, como ya… Nosotros vivíamos en el Llano, Río Verde, aprendí a
trabajar en donde kapunia, entonces salí mercando como kapunia.
Entonces yo trabajaba con kapunia, allá trabajaban 20, 40… entonces a
uno le da pena, sacar platanitos, entonces daba pena así entre kapunia
comer, entonces yo aprendí más bien a mercar.
P: Ah! ¿Porque usted llevaba comida desde su casa?
R: Si
P: O sea mientras jornaleaba, llevaba y todo la coquita?
R: Si. Entonces yo en esa época llevaba si nó agua caliente, yo no sabia
tomar ni aguapanela. Entonces me miraban, usted por qué come así?,
entonces yo con pena, yo también ganaba mi platica, entonces merqué
también como kapunia, entonces todos los que trabajaban de kapunia,
hacían un mercado. Y ya los niños saben comer arroz.
P: Y les hace falta el arroz?
R: Si, les hace falta arroz, si.
P: qué comias antes y ahora no?
R: Ese cogollito se comía con plátanos, con arepa, es de sabor como
pescao, comí de eso…. y otro que está perdido, es parecido como
palmicho, pero entonces el coco si llega como cuatro, hace como cuatro así
largo, pues… entonces cogía también y lo metía en el fogón como…
P: Esos son como vegetales, como matas?
R: Si, del monte,
J: De los que se busca en la selva?
P: Si, aquí también hay palmillo, aquí hay… y ese palmita también!
R: Pero la gente de aquí ya no…..?
R: Si, ya no come….
P: Qué dicen? Que sabe maluco?
R: Si, que sabe maluco. Digamos si yo trajera, ellos no comen, si cocina
cogollos de palmicho ese no come.
P: Quién come?
R: Digamos yo, yo sé comer.
P: Quién más sabe comer?
R: Mi mujer también sabe comer. En cambio estos [se refiere a hijos y
nietos], no saben (Entrevista J.S. a hombre, 55 a., Nusidó.)
25
participación positiva en la cultura alimentaria kapunía, coherente con su
emplazamiento en un modelo económico distante del tradicional como se
amplía más adelante. Se percibe un contraste con respecto a los embera
oibida, según diálogo sostenido entre alguien no indígena y un oibida:
Para cerrar este apartado, puede decirse que la confrontación entre “el
mercar y el comer [de la selva]” , no logra tampoco a la luz de los
resultados de la evaluación de ingesta y antropométrica, resolverse a favor
de los embera oibida de Atausí, cuyo estado concuerda con lo afirmado
para los embera de territorios selváticos de Dabeiba, donde los
investigadores detectaron “la incorporación de patrones alimentarios
externos, presentándose la subvaloración de ciertos alimentos y técnicas
agrícolas que los obliga a acceder a otros alimentos” Gómez et al. (2006:
62) A continuación se aborda la ayuda alimentaria que se ofrece en el área
de estudio, definitiva para la comprensión acabada de los objetivos de este
estudio.
26
embera eyabida y oibida al igual que las comunidades de Nusidó y Atausí
estudiadas en esta investigación.
27
nacer muerto o con defectos físicos” (Pineda y Gutiérrez de Pineda;
1999:127).
28
la vigencia de bebidas coadyuvantes del parto, esta vez se refiere a una
planta llamada escoa la cual se consume durante el creciente lunar y en
forma de zumo (hombre, 45ª, Atausí).
La indagación por las prohibiciones alimentarias arrojó lo siguiente: “No
puede comer ahuyama porque crece la cabeza muy grande, es muy difícil
de parir, ikadé es como una yuca, no puede comer, tampoco chontaduro:
si come le da granos al niño en la cabeza” (Mujer, 64 a., Atausí). Otra
mujer reporta los mismos alimentos aduciendo razones similares: “Hay
mujeres que dicen que no se puede comer ikadé, que es parecido a la
yuca, tampoco ñame, ni yuca, porque hace dar granos en la cabeza… yo
no comí ni yuca ni ñame. Tampoco comí ahuyama porque hace crecer la
cabeza” (Mujer, 37a., Atausí).
Esta misma creencia se describe en los 80´s: “[…] frutos voluminosos como
guanábana, papaya o ahuyama se evitan, en vista a que puedan inducir
un rasgo análogo en el bebé, esto es, el crecimiento exagerado de la
cabeza” (Alcaraz et al.., Op. cit: 520).
Se puede afirmar que las mujeres prefieren los alimentos gelatinosos,
ligeros, de consistencia blanda, que de alguna manera comuniquen o
establezcan la analogía de facilitar el parto.
Algunas prácticas también se consideran indeseables: “No puede tomar
agua en el calambuco (galón o tarro) porque cuando le da seno al niño se
ahoga” (Mujer, 64 a., Atausí), además: “no puede tapar olla porque el bebé
no se acomoda con la cabeza para abajo” (mujer, 27, Nusidó).
Ahora bien, mientras las gestantes muestran cautela ante la ingesta de
alimentos siguiendo la lógica de las prescripciones y prohibiciones, no
parecen recelar en demasía por el riesgo que implica caminar en la selva
durante horas y realizar toda clase de tareas entre las que se cuentan
lavar ropa, cocinar, cuidar los niños, asear la vivienda, hasta recolectar
provisiones que demandan un esfuerzo físico considerable, aunque cabe
resaltar que se cuidan de mantener el equilibrio para no caerse.
29
Lo anterior indica que la exigencia física para la mujer embera gestante es
alta y si se suma a ello la práctica de comer en pocas cantidades, estamos
frente a una situación inquietante ya que sin duda alguna la alimentación
y el cuidado en general de la madre está en relación directa con el
bienestar del bebé.
Tras el nacimiento, tanto la madre como el bebé, deben someterse a una
dieta particular. Para el caso del recién nacido se registran prácticas del
orden simbólico, reportadas tanto en Nusidó como en Atausí, las cuales
consisten en darle determinados alimentos con el fin de protegerlo,
fortificarlo: “La primera comida debe ser huevo cocido, esto es costumbre
se da para que sea amable, también puede dar sokorró o tórtola” (Mujer,
32a, Atausí); otra expresa: “Al bebé pequeño se le da comida más o menos
a los 4 meses. Se le da pescado, se le da eso porque es la comida embera”
(Hombre, 47a, Atausí).
Se nota cómo los alimentos dados al recién nacido o de pocos meses tienen
la función de depararle en su adultez, características culturalmente
ponderadas, por ejemplo fuerza para trabajar, agilidad, buena suerte y el
gusto por la comida tradicional.
Durante el puerperio la madre debe permanecer un período de tiempo en
reposo, el cual varía de unos cuantos días a varias semanas y depende en
gran medida de la disponibilidad de personas atentas a su cuidado, del
cubrimiento de sus obligaciones y de la provisión de plátano para la
familia: “Si la mujer tiene quien le cuide, la dieta dura más tiempo, sino
tiene que pararse a trabajar, a cocinar y a lavar” (Mujer, 52a, Nusidó). Con
respecto al abastecimiento de la musácea, tarea básica de las mujeres, se
recogieron recomendaciones para eludir el alto gasto de energía asociado a
esta tarea: “Cocina en casa pero no va por plátanos o al monte: el marido
va por plátanos” (Mujer, 32a, Atausí).
La puérpera debe guardar una dieta en la que se destacan: “Gallina
durante un mes y pescado, también marrano. Un mes tiene que cuidar
así” (Mujer, 32a, Atausí). Otro testimonio indica que la dieta debe ser por
30
unos cuantos días y es diferencial en cuanto al género del bebé:
“Mazamorra, plátano, pescado y gallina, durante 4 días se come sólo esto,
luego se come de todo. Si es una mujer apenas 3 días y si es un hombre,
entonces cuatro días” (Mujer, 59a, Atausí).
Durante la primera semana del posparto el ideal dietario incluye
preparaciones a base de gallina, pescado, caldos, y arepas, entre otros,
enfatizando en que sean calientes y cocidos, por ningún motivo asados10.
Los alimentos tabuizados se evidencian como sigue: “fríjol no puede
porque no sana ombligo… ahuyama, repollo y fríjol dan dolor de estómago
y atajan la sangre”. (Mujer, 27, Nusidó). Estas restricciones alimentarias
obedecen a la prevención de dolores, enfermedades y posibles efectos
indeseables a largo plazo que puedan afectar los próximos embarazos.
Otra particularidad en relación con la dieta del puerperio es que las
madres primerizas deben seguir fielmente en sus siguientes dietas la que
siguieron con el primer hijo, pues de consumir alimentos distintos les
haría daño a ambos, motivo por el cual las primíparas buscan consumir
alimentos variados con el fin de ampliar el espectro de posibilidades en sus
siguientes dietas, costumbre que se evidencia en este testimonio: “la
mazamorra, hace daño al bebé, porque en la primera dieta a mi no me
dieron eso” (Mujer, 37ª., Atausí).
Independientemente de la duración de la dieta, los alimentos seleccionados
tienen el propósito que la mujer se restablezca tras las labores del parto,
se considera además que se encuentra en un estado de vulnerabilidad, tal
como se reporta en un estudio anterior:
“La dieta que sigue al alumbramiento es semejante a la que tiene lugar en
la primera menstruación. La mujer entra en un período de “debilitamiento”
de su organismo, que trasciende al niño, y es por esto, básicamente, por lo
que debe seguir las prescripciones, para que ella misma se recobre y el
31
pequeño no muera prematuramente” (Pineda y Gutiérrez de Pineda; Op.
cit:139).
La importancia del reposo durante el puerperio busca pues, la prevención
de enfermedades: “la mujer tuvo bebé, está en dieta. No puede ir al monte
porque ella misma puede enfermar y enfermar al bebé. La enfermedad de
la mamá la pasa por la leche, se llama “eberkaba burasia” (hombre, 20a,
Atausí).
Ahora bien, durante el período de lactancia no se registran prohibiciones
alimentarias para la madre, como se asegura en varias entrevistas: “Se
puede comer lo que sea, no hay cosas que hagan daño” (Mujer, 42a,
Atausí).
El bebé, por su parte, es amamantado por su madre con frecuencia y de
manera exclusiva hasta aproximadamente los 4 ó 6 meses. Esta práctica
de alimentación exclusiva aún está vigente en ambas comunidades,
mostrando su continuidad respecto a los estudios anteriores en
comunidades embera.
El proceso de amamantamiento reviste características que merecen ser
subrayadas. Durante el trabajo de campo en las comunidades de Nusidó y
Atausí, se observó por ejemplo, cómo cada vez que los bebés lloran, son
tomados en brazos por sus madres quienes les dan pecho, asumiendo
siempre que lo hacen porque tienen hambre; este comportamiento es
también reportado en los 80´s: “Una madre de Dabeiba nos decía que ella,
como las demás madres catías, cuando lloraba su hijo le daba el seno
porque era señal de que tenía hambre” (Pineda y Gutiérrez de Pineda, Op.
cit:145). Además, no existen horarios fijos, momentos, situaciones o
lugares para hacerlo, tal y como se afirma aquí: “La lactancia del bebé bajo
el patrón de autodemanda, […] se halla ampliamente generalizado”
(Alcaraz et. al., Op. cit: 551).
Por otra parte, mientras los amamantan, las madres se muestran
cariñosas con sus bebés, costumbre igualmente reportada en Dabeiba
durante los 80´s (Ibíd.).
32
Habitualmente la alimentación complementaria se introduce en la dieta del
niño entre los 4 y 6 meses de edad, momento en el cual los alimentos
complementarios a la leche materna, continúa siendo una práctica
habitual en ambas comunidades; allí, registramos cómo las madres se
sientan a darle la comida a los niños más pequeños, que por lo general son
coladas o sopas; procuran que el alimento esté a una temperatura
ambiente soplándolos antes de ponerlos directamente en la boca del niño,
mastican los alimentos antes de dárselos, quitan las espinas a los
pescados o comparten ambos el mismo plato de comida. En definitiva se
observa un cuidado especial en la alimentación de los niños más
pequeños.
Los antecedentes indican costumbres similares en este respecto: “En los
primeros tiempos su pequeño no comió nada distinto, hasta los cuatro
meses, cuando empezó a darle pequeños sorbos de la misma sopa que ella
tomaba a la comida” (Pineda y Gutiérrez de Pineda, 1999:145). Por otra
parte: “ella [la madre] suele masticar previamente un poco de plátano, fríjol
o arepa, y ofrecerlo luego al bebé para facilitar su deglución” (Alcaraz, et.
al., Op. cit:556).
Los primeros alimentos que se prescriben para los niños de esta edad, se
relacionan a continuación: “[…] se ofrece por primera vez al niño pequeñas
porciones de pescado sancochado, caldo de pechuga, de gallina, carne
molida, de cerdo o puré de plátano…” (Ídem: 555).
En resumen, la dieta consiste en plátano, sopas, coladas, pollo cocinado y
otros alimentos de consistencia blanda; si no son de esta naturaleza la
madre los mastica previamente. Ésta práctica es al parecer bastante usual
y es reportada en estudios anteriores: “Cuando aparecieron los primeros
dientes, le suministraba porciones de cuanto comía, masticándolas
primero ella para que el niño no se fuera a ahogar” (Pineda y Gutiérrez de
Pineda, Op. cit: 145).
En cuanto a las prohibiciones alimentarias se registra en la literatura
embera, que: “el consumo de frutas en el primer año es culturalmente
33
inadecuado” (Alcaraz, et. al, Op. cit: 556). En el material etnográfico
disponible no se tiene información que refuerce o contradiga esta
costumbre en las comunidades estudiadas, aunque es necesario anotar
que en Nusidó ante la pregunta por la posibilidad de alimentar los niños
con guayaba, fruto relativamente común en las huertas, notamos gran
reticencia ya que aducían que estas frutas tenían muchos gusanos, según
ellos por acción de un jai, por lo cual dejar que los niños las comieran
implicaba enfermarlos. Pese a nuestras insistencias de la no nocividad de
los gusanos, no parecieron convencerse.
34
atención para la mujer y se le reconoce por su papel esencial en la
reproducción biológica, cultural y en la persistencia del grupo.
La menarca en estas comunidades, oscila en un período de aparición que
va desde los 9 hasta los 14 años aproximadamente. Una vez la niña
comunica a su madre la llegada de la menstruación, es de inmediato
encerrada en la vivienda, lejos de la vista de sus familiares y sometida a
unos cuidados y dieta especiales que tienen cierta similitud con los de las
puérperas.
Se considera que la niña se encuentra en un estado vulnerable a la vez
que peligroso, es decir, debe permanecer alejada de las plantas, el suelo y
ciertos alimentos que pueden afectarla y cuyas consecuencias indeseables
pueden ser a largo plazo: “tiene que estar calladita y quietecita, hacer todo
lo que la mamá le diga, por que si no, oiga, se queda enferma cuando esté
grande, como débil el cuerpo, no puede trabajar y se vuelve chismosa”
(mujer, 20 años, Nusidó), la debilidad del cuerpo es también una
característica que se asocia a las niñas en este estado: “No puede hablar
mucho y no puede rascarse, por ejemplo si uno le da rasquiña aquí uno no
puede hacer eso, porque dice que cuando uno ya llegó eso que uno es
como un banano, o sea ya cuerpo ya débiles” (mujer, 28 a, Nusidó).
Por otro lado, la niña debe permanecer alejada ya que puede contagiar a
los miembros de su familia en especial a los niños pequeños: “de llagas y
granos en todo el cuerpo, pasarles la enfermedad” (Mujer, 34a, Nusidó).
Ahora bien, la niña es confinada en un lugar de la vivienda y rodeada de
hojas de plátano o piezas de tela llamadas pampanillas, para alejarla de la
vista de familiares y visitantes, también se construye un “dumé” alterno
que sólo es de uso de ella para salir al río a bañarse o a hacer sus
necesidades fisiológicas, para esos mismos propósitos se hace un camino
con las hojas que envuelven los tallos del plátano para que la niña transite
por ellos evitando así, el contacto de la planta de sus pies con el suelo.
Debe con la ayuda de su madre, realizar tres baños durante el día con
agua en que hayan estado en inmersión herramientas de metal los cuales
35
se cree, trasmiten sus cualidades de dureza y frío a la joven quien
fortalecerá su cuerpo, dientes y en especial la piel. La vulnerabilidad de
ésta durante la menarca implica que se toman otras medidas para
fortalecerla, como uso de baños de jagua y la exposición a una fogata
hecha de palos de naranjo y guayaba considerados como materiales finos.
La dieta especial, el encierro y los cuidados a los que debe someterse la
joven son: “para que no tenga llagas, para que no caiga granos bastantes,
y no caiga enfermedad, para que no caiga cualquier cosa comiendo y pa´
que no se pele en la orilla de la roca y no caiga enfermedad…” (Mujer, 50a,
Nusidó). Por esa misma vía se justifica: “la comida es esa para que sea
fuerte, no coja llagas en las manos cuando trabaje” (mujer, 37 a, Atausí).
La alimentación como ya se mencionó, muy similar a la dieta del posparto
y tiene como meta restituir el estado de indefensión en el que se
encuentran las jóvenes, a la vez que restituir la fortaleza mediante el
cuidado y el seguimiento de las prescripciones alimentarias. Los alimentos
recomendados en la fase del encierro son gallina, pescado, carne -
preferiblemente de monte-, plátanos y maíz cocidos o en caldos. Las
técnicas culinarias deben garantizar que: “todo debe ser blandito, como si
fuera una dieta, también todo debe ser migado, cosas así blandas” (mujer,
34a, Nusidó).
Tanto como en la dieta del posparto, se hace alusión a la inconveniencia
de los alimentos calientes: “no le da caliente bien caliente no se puede dar,
hay que darle como medio enfriadito y medio tibiecito” (mujer, 50a,
Nusidó), por eso mismo se evitan los alimentos duros que resultan de la
exposición al fuego: “no puede comer arepa, es muy dura entonces se
acaban los dientes y quedan como flojos” (Mujer, 44 a, Nusidó).
En el listado de las prohibiciones se registra: “no puede comer fríjoles,
arroz, huesos” (mujer, 34a, Nusidó); otro testimonio reporta la prohibición
de consumir frutas. Sumado a esto, se registrar con frecuencia la
restricción por la sal, pues se cree que este condimento lastima la boca o
retiene la salida de la sangre menstrual. Esta observancia se recuerda de
36
inmediato cuando se indaga por las restricciones: “mamá enseña eso, no
puede rascar y no puede comer bastante sal…le da pollo o pescado pero le
da sin sal” (mujer, 28a, Nusidó).
La duración del encierro y por tanto de la dieta es de aproximadamente 8
días, registrándose así una disminución en el tiempo de duración respecto
a la generación anterior; esto se debe a varias razones, por ejemplo, el
tedio que produce para la joven permanecer encerrada, inmóvil y callada:
“Uno aburrido, no aguanta” (Mujer, 28 a, Nusidó), la constante
reformulación de las usanzas: “pero ahora ya se está perdiendo la
costumbre” (mujer, 59 a, Atausí) y por último, la imposibilidad para la
familia de asumir los gastos de este régimen que incluye proteína de alto
valor biológico o falta de variedad de alimentos durante varios días, hecho
que de alguna manera se refleja en este testimonio: “dan esa comida
porque por aquí no hay más alimentos” (mujer, 59 a, Atausí).
Una vez finalizado el ritual de encierro sigue el “jemené”, la fiesta
tradicional para las jóvenes tras su primera menstruación y ritual de
encierro, que marca su reintegro al grupo en su nueva condición de
mujeres adultas. Este ritual tradicional es sustituido por la celebración de
la fiesta de 15 años en la comunidad de Nusidó.
Las razones de la sustitución de un ritual culturalmente arraigado y la
adopción de un ritual no establecido, se asocian a las transformaciones
que ha experimentado su cultura dado el contacto con la sociedad mestiza,
y al factor económico, pues la puesta en escena del “jemené” implica
muchísimos gastos los cuales debido a las precarias condiciones
económicas resultan imposibles de cumplir. Ya desde hace varias décadas
se anotó que la celebración de las etapas del ciclo vital en la cultura
embera, son rituales que debido al contacto con la sociedad mestiza han
caído en desuso, transformación e incluso hibridación con prácticas ajenas
su cultura y propias de la nuestra” (Pinto, 1978).
Es preciso subrayar, que existe un sinsabor casi generalizado ante la
imposibilidad de realizar el “jemené”; aunque el hecho de que se sustituya
37
por la celebración de los 15 años indica que el cambio de estatus de la
niña no deja de ser un acontecimiento significativo entre los embera.
Pasamos ahora, a la presentación de algunas consideraciones acerca de
los hábitos alimentarios durante el último rito de transición: la muerte.
Durante el velorio de un hombre en Nusidó quien pertenecía a Pegadó, una
comunidad de Murrí y el cual coincidió con una de las fases de trabajo de
campo se pudieron observar algunas costumbres alimentarias, por
ejemplo, el consumo de agua panela, café y galletas de soda para los
asistentes, alimentos que si bien fueron donados por el Cabildo Mayor de
Frontino, se ajustan a los hábitos y agrado de los indígenas.
Tres jóvenes alguaciles de la comunidad fueron los encargados de preparar
las bebidas, repartirlas y procurar que todos los asistentes al velorio
recibieran los alimentos disponibles. La presencia de bebidas alcohólicas
como tapetusa y aguardiente, fue otro componente presente, aunque de
uso exclusivo masculino y para un pequeño grupo.
La viuda por su parte, permaneció en una vivienda descansando, llorando
en el velorio y sin cruzar palabra con nadie; a pesar del ofrecimiento de
bebidas y alimentos los rechazó; alguien que la acompañaba la excusó
aduciendo que: “la gente de Murrí sólo toman chicha y platanito” (mujer,
48 a, Choromandó - Dabeiba).
Las prescripciones y prohibiciones alimentarias durante la muerte están
descritas en un estudio anterior, las cuales están discriminadas según el
género del cónyuge y los parientes próximos al difunto. Para las viudas se
prescriben caldos de aves y plátanos cocidos, estos últimos también
aplican para los viudos además de agua hervida, para los parientes
próximos alimentos cocidos.
Las prohibiciones aplican para las viudas y los parientes próximos, las
cuales hacen énfasis en no consumir sal y bebidas fermentadas. (Gálvez,
1993).
En definitiva, se puede señalar que durante el velorio a excepción del
consumo de las bebidas fermentadas por parte de algunos acompañantes,
38
sobre los que se aclara, no tienen ninguna relación de parentesco con el
difunto, se siguieron a grandes rasgos las prescripciones para esta fase del
ciclo vital embera.
12
Norman Borlaug, padre de la “Revolución Verde” recibió el Premio Nóbel de la Paz en
1970 “por su labor vitalicia ayudando a alimentar a la gente con hambre a nivel global”.
Es vocero de este enfoque, también llamado “optimista” según el cual la biotecnología en
la producción de alimentos permite duplicar o triplicar la producción en contraste con la
intervención de los hábitos alimenticios, que considera “muy difíciles de cambiar”.
ActionBioscience.org (11/2002)
39
La aproximación liberal ha activado “el ingreso del hambre a la política del
conocimiento científico” Escobar (1998), por la cual el conocimiento
experto estudia la carencia alimentaria en sus distintos componentes y
propone alternativas basadas en la lógica cuantitativa de transferencia de
bienes y conocimientos (ayuda alimentaria, implantación de nuevas
técnicas, contenidos de educación nutricional, etc.) a grupos humanos en
estado de carencia.
40
En Colombia, la ayuda alimentaria está a cargo del Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar13. Dentro de su misión, esta entidad ha intentado
ajustar sus políticas a las especificidades de los grupos étnicos,
especialmente en los años 8014. En consonancia con el proyecto de
consolidación de los pueblos indígenas como actor político en el contexto
regional, auspiciado por la Organización Indígena de Antioquia OIA, el
ICBF ha jugado un rol en el suministro de la ayuda alimentaria, en
estrecha articulación con la red de escuelas y de maestros indígenas. A su
turno, la OIA ha procurado en los últimos años enmarcar la acción de los
hogares comunitarios patrocinados por el ICBF en su política de “Género,
generación y bienestar”15.
41
El proceso de organización de la comunidad entablado desde hace un
cuarto de siglo, que desembocó en la entrega a un grupo de indígenas
embera eyabida de la hacienda Sincerín, base territorial del resguardo, se
articula en la memoria de las mujeres de Nusidó a la mediación de
alimentos preparados y consumidos colectivamente:
“En Tablaito yo tenía una señora que daba consejo, y dijo que ya era hora
de que montaran un hogar, yo le respondí: “pero yo no tengo el principio”,
entonces la señora me dio vajilla y ollas. Yo fuí a la alcaldía de Frontino, el
hogar primero se llamaba “Gabriela White”, pero yo no lo manejé… el
primer hogar se montó hace 14 años, nombramos a una compañera,
empezó con 15 niños, pero había problemas porque no era justo dejar a
tantos otros niños por fuera. Por ejemplo, los otros niños no participantes
se paraban por fuera a mirar a los niños que estaban comiendo, entonces
puse la queja a ICBF…” (mujer, 57 a. Nusidó).
42
un segundo hogar comunitario, el cual se provisionaba desde el hospital,
inicialmente en Frontino y luego en Nutibara17.
Los cuatro hogares vigentes en el resguardo: “Los Peluchines”, “Los
Ositos”, “Los Brinconcitos” y “Los Caciquitos” se asimilan al Jardín
Comunitario18, dado el grupo etáreo beneficiario. Los jardines funcionan
en “modalidad familiar”, ya que la sede coincide en todos los casos con la
vivienda de las madres comunitarias. Más allá del compromiso con el
programa adoptado por cada madre, se observa cómo los integrantes de
sus respectivos núcleos familiares canalizan parte de su actividad
cotidiana hacia el apoyo de las tareas asignadas a los hogares. Esto
implica desde tempranas horas, la transformación en pocos minutos del
escenario doméstico en escenario de acogida de los niños, pasando por la
activa vinculación en las labores de recreación de los niños, sin descontar
la inversión de tiempo y de energía en la preparación y servicio de las tres
17El contenido y cantidades para los 13 cupos de los hogares era así, según recuerda una
de las primeras madres comunitarias:
“12 lbs de arroz, 2 lts de aceite de comer, 4 bolsas de mazamorra (lo mismo que la bolsa
de arroz), 2 bolsas de lenteja, 2 bolsas de alverja, 1 k. de fríjol, 2 bolsas de fideo, 2 bolsas
de soya, 4 lbs carne de res pulpa, 30 huevos /semana 1 k. de sal/quincenal, 3 bolsas de
cacao, parva redondita, tostada, mantequilla 2/libras quincenales, 6 tarros de atún, 1 k.
maiz/quincenal, leche en polvo 8 bolsas/quincenales. No daban en ese dia bienestarina.
Legumbre se entregaba semanalmente: tomate, repollo, zanahoria, cebolla de huevo,
habichuela… en la legumbre mandaban plátano hartón (4) y guineo (6) para echar a la
sopa, también venía 8-10 lbs/quincenales de panela. Dieron máquina de moler, 3 ollas,
una pitadora, una licuadora, pipeta, trastos, platos para niños, pocillos, parrillas para
asar carne. En ese día mandaban buena comida, ahora como que está acabando” (Mujer,
57 a., Nusidó).
Sobre los recuerdos de una beneficiaria, hoy adulta: “yo tenía 6 o 7 años cuando iba al
hogar, había niños entre 1 y 6 años. En ese tiempo no daban galleta, no daban jugo,
daban huevo, carne molida, arroz, lenteja, fríjol, ensalada, no había atún, no daban
arepa, daban pan o saltín, arroz con leche, pero sí jugo de lulo. Ofrecían tres comidas. En
esa época, los niños dejaban [sobras] lentejas, arroz y fríjol. Ahora no dejan nada, ellos
ahora están comiendo todo” (Mujer, 19 a., Nusidó)
18 Es una modalidad de atención que atiende niños de ambos géneros entre los 2 y 5 años
de edad, de los sectores más vulnerables de la población, a través de actividades
pedagógicas y nutricionales realizadas directamente por los padres o acudientes,
vinculados al proceso de formación para que cumplan mejor su deber de velar por el
desarrollo integral de sus hijos. Ofrece atención en medias jornadas cinco días a la
semana. Realiza actividades de formación, cuidado y atención del niño, integrando
aspectos de nutrición, salud, saneamiento ambiental, socialización y desarrollo
psicosocial y fortalecimiento de sus relaciones. (ICBF, 2007)
43
comidas y en los viajes fuera de la comunidad para recoger la provisiones
del ICBF. En uno de los hogares incluso, la madre comunitaria
acostumbraba a recoger algunos niños inscritos en el programa cuyas
viviendas se localizan a 20 minutos de marcha de la sede del hogar, y a
depositarlos nuevamente en su casa, al final de la jornada19.
El ICBF estipula tres ámbitos de actividad para los Hogares, de los cuales
según la observación etnográfica, tanto el desarrollo de acciones de
“Nutrición y Salud” como de “Desarrollo Psicosocial”, se subordinan en la
práctica a la actividad de “Alimentación”. Se espera que a través de ésta se
suministre un complemento alimentario que cubre 73% de las
recomendaciones diarias de calorías y nutrientes de los niños
participantes (p/ref a pág ICBF). En efecto, los niños indígenas -13 como
cupo máximo por madre comunitaria- arriban al hogar poco después de
las 8 a.m. y salen hacia las 4 p.m., lapso en el cual consumen “la
mediamañana, el almuerzo y el algo” durante cinco días a la semana,
exceptuando el último viernes de cada mes20. Comentarios obtenidos
durante el trabajo de campo, sugieren cómo en muchos casos, los niños
beneficiarios del hogar “pasan” hasta el día siguiente con los alimentos
consumidos en el hogar, sin que haya condiciones para que sus padres
cubran la última ración de la jornada. La certeza brindada por los hogares
comunitarios en el acceso a la alimentación se trasluce en esta cita sobre
el comportamiento de los niños beneficiarios del programa:
19 ”Yo aquí pues… las otras tres no recogen…, desde el primer día fui a recoger los niños,
ya va para 4 años, pero a mí me da pesar si no hay guardería, qué van a comer… Hay
madres que no se preocupan por los hijos, uno se siente como si fueran los hijos de uno,
a veces llegan a las 8 el lunes y pregunta, y dicen que no desayunó”. Los niños que llegan,
llegan 10, pero si están sin enfermar, llegan los 13 completos” (mujer, 38 a., Nusidó)
20 Este día se reserva para el “Grupo de Estudio”, ocasión que reúne en la cabecera
municipal a las madres comunitarias con objeto de adelantar procesos de formación-
capacitación permanente, tendientes a cualificar sus acciones.
44
“[…] el día lunes llegan hasta sin ser la hora… en festivo no hay hogar, el
viernes sólo hay hasta el almuerzo. El lunes llegan hambreados,
descontrolados, no se dejan mandar…, llegan con mucha hambre” (Mujer,
55 a. Nusidó).
abastos de agua potable para la población, aunado al hecho de que el agua se consume
cruda. La queja formulada por uno de los padres de familia es pues inespecífica, dada la
parasitosis de la población tanto humana como animal del resguardo. Si bien el estudio
no incluyó estudios al respecto, se reportó para población embera eyabida entre 0-15
años de ambos sexos y de mujeres entre 15-49 años, una parasitosis de 92.04% de las
muestras y una multiparasitosis de 65.05% (Alcaraz et al., 1988)
22Las madres comunitarias reciben una bonificación mensual, el cierre de los hogares
implicaría la supresión de dicha bonificación, reduciendo aún más el acceso a circulante
en el resguardo.
23 Se encontró en Nusidó la práctica de ofrecer agua cruda con azúcar a los niños que
45
promueve la aceptabilidad de los zumos de frutas24 y de la leche25 y un
incipiente reconocimiento de las ensaladas en el menú indígena pero ante
todo, ha contribuído a la sustitución del plátano y del maíz por el arroz
como alimento axial, a expensas también de la baja disponibilidad de
ambos cultígenos en las tierras del resguardo.
25 El complemento de leche y galletas de Maná suele ofrecerse a los niños poco antes de
las 4 p.m., cuando están a punto de regresar a sus casas.
46
previstos. Dentro de la corresponsabilidad que busca generar el programa
de restaurantes con la comunidad y sus organizaciones, se ha intentado la
siembra de la huerta escolar, con el concurso del PIBP, la cual podría
aportar algunas hortalizas. No obstante, los resultados han sido inferiores
a las expectativas, agravado por el hecho de que a los escolares “no les
gusta comer repollo, cebolla, cilantro, ni zanahoria” (hombre, 40 a.,
Nusidó)27.
27 Similar aversión se registra entre los escolares embera dobida del Atrato medio: “Yo he
dicho muchas veces al encargado de entregar estos mercados en Vigía del Fuerte que los
niños no consumen casi las papas, ni repollo, ni remolacha, ni alverjas, que más bien
para que eso no se siga perdiendo las cambie por otras cosas, antes me las cambiaba,
últimamente en tono brusco me dice, enséñeles a comer verduras y hortalizas, no
podemos estar cambiando a cada rato, porque les guste o no, esto viene así desde Quibdó
y Apartadó sin privilegios ni distinciones de nada”. Continua diciendo con respecto a las
minutas: “Las preparaciones están dadas por gramos, de lo que se debe de dárle (sic) por
ración a cada niño, no es fácil entender esto y estar midiendo a cada rato, uno trata de
defenderse como pueda y experimentando con las mujeres que más sepan de cocinar se
va adiestrando la mano” (Guillermo Dumaza profesor de Jarapetó en Arango, Op. cit:
206-7).
47
que por lo general, éste comienza avanzado el año escolar, según
testimonios entre abril – junio de cada año, esta situación está afectando
directamente a los niños de la comunidad que durante el principio de año
no cuentan con los alimentos necesarios para cumplir su jornada escolar,
y aunque algunos tienen facilidad para consumir alimentos en sus casas,
otros deberán esperar a terminar la jornada para ir al hogar y comer algo,
lo que significa estar la mayor parte del día con hambre.
“Por ejemplo yo llevo de aquí una sardina, pero allí tengo plátano, entonces
puede rallar plátano y hacer como sango, neká: sopa de plátano. El
almuerzo del lunes puede ser arroz con sardina y el martes, sango de
plátano con sardina. Leche, panela y arroz en estilo de preparación
mazamorra de nosotros” (hombre, 45 a., Atausí).
Pegadó, Aguasclaras, Chontaduro, Atausí, San Miguel, Quiparadó Alto, Quiparadó bajo y
Juliogrande.
48
“Nosotros aunque aprendemos a comer comida de acá [se refiere al mundo
kapunía], va mejor y comemos mejor cuando estamos en oi [la selva]. En
cuanto al restaurante escolar, es en parte bien para nosotros cercanos del
pueblo, Atausí es cercano a La Blanquita, a comparación de Nevatá,
Amparradó alto… para los niños sirve mucho” (Hombre, 45 a., Atausí).
“Leche-verduras-repollo-cebolla de huevo-sardina-arroz-mazamorra-caldo
knorr-jamoneta-salchichón-papas-lentejas-frijol-arveja-panela-azúcar-
aceite-bocadillo-galleta saltina-harina de trigo-carve”.
49
Por último, se identificó el apoyo del ICBF al programa de bachillerato
semipresencial trabajado en coordinación de las misioneras de la Madre
Laura de Nutibara y de La Blanquita y la OIA. ICBF dona los alimentos
requeridos por los 25 jóvenes indígenas de ambos sexos procedentes de
varias comunidades del Murrí mientras permanecen durante dos semanas
en este corregimiento adelantando sus estudios29.
29 El menú del año 2007 es así: “Desayuno: huevo, a veces con tomate y cebolla,
chocolate o aguapanela, pan tajado, salchichón, atún o sardina. Mediamañana: arroz con
leche, fresco con galletas, jugo de frutas o frutiño, galletas gloria o saltines. Almuerzo:
ensalada, arroz, espagueti, salchichón o carne molida. La cena es del mismo estilo del
desayuno. Los estudiantes indígenas aportan en contraprestación leña para combustible
y plátano.
30 Se reporta el pago de $55.000-60.000 (30 dólares) por 6 costales, cada costal puede
estar a $12.000 (6 dólares) y cada caja a $5.000 (2.5 dólares). La pipeta de gas (30 lbs)
cuesta $45.000 (22.5 dólares) (Mujer, 30 a,, La Blanquita).
50
Antioquia –MANA-, una política gubernamental motivada por las altas
tasas de desnutrición en menores de 5 años vigentes en ese momento
(www.colanta.com.co). Actualmente, el programa contempla siete líneas
estratégicas desarrolladas en todos los municipios, una de éstas se refiere
al suministro de alimentación complementaria (compuesto por leche,
galletas y bienestarina del ICBF), que incluye a comunidades embera de
Frontino y a muchos otros beneficiarios de la población civil de este
municipio.
31Los Centros de Recuperación Nutricional son una estrategia para disminuir las muertes
en menores de seis años, específicamente las muertes evitables por desnutrición. Ofrecen
atención e intervención integral en la que confluyen lo psicosocial, lo nutricional y lo
clínico, convirtiéndola en un asunto de interés municipal materializada en la
conformación y el funcionamiento de las Redes de Apoyo Local contra la desnutrición
(Maná, 2007).
51
que todos, sin excepción, perciban como agradable el dulce y hasta hay
familias en cuyos gastos semanales entra ya una libra de panela. Las
Hermanas suelen llevar a los bohíos panela para hacerles a los niños lo
que llamamos tira tira: al principio lo recibían como cosa bonita, sin
atreverse a comerlo; hoy lo comen con placer y lo llaman cangarejo”
(Montoya, 1963: 220-30, en Gálvez, 1993: 71) (itálicas de la autora)32
(Subrayado nuestro)
32 Para las comunidades embera del Atrato medio antioqueño (municipios de Murindó y
Vigía del Fuerte), se reporta en relación con la leche Maná: “[…] esta al comienzo les
estaba dando daño de estómago a los niños, uno de los indígenas comenta “aun algunos
presentan ese tipo de problema, puede ser por lo que el organismo requiere tiempo para
adaptarse o por lo que nosotros tenemos forma de preparación muy diferente, no sabemos
bien como preparar ese tipo de alimentos, la asesoría y el seguimiento es poco, o no lo
hacemos con el cuidado necesario, lo que los kapunia (gente no indígena) llaman con
asepsia, por ejemplo nosotros no acostumbramos a hervir el agua” (Citado en Arango, 2006:
201).
52
Es de resaltar cómo la intolerancia a la leche es más común con la leche
Mana que con otro tipo de leche en polvo. También se debe tener en
cuenta que este producto es fuente de proteína de alto valor biológico y de
calcio (además de otros nutrientes) y con un consumo permanente pero
paulatino, podría estimularse la producción de la lactasa (Nutricionista
Luz Mariela Manjarrés, com. pers.).
“Jenga tiene como carne, eso llena. Maíz hace la arepa, con eso llena,
plátano también, la carne no llena, tiene que comer con plátano; el
chontaduro llena, si hace caldo puede acompañar y llena […] Otras
comidas que llenan son sango de ahuyama con arepa, sango de ahuyama
con pescado, pero sin arepa, sin plátanos no llenan. El pescado solo no
llena, puede ser con plátano o arepa” (Hombre, 21 a., Atausí).
(Scheper-Hughes, 1997).
53
Y es justamente por la sensación de “quedar faltando”, que se registra el
consumo compulsivo del complemento entre la población infantil, como
bien lo dice un interlocutor: “galleta Maná, si deja comer, se come, come y
come” (hombre, 45 a., Atausí). En cuanto a la leche […] no lo usan como
recetó Maná, más bien a los 4 días ya se comieron la ración de 30 días.
Pasa mucho que mientras la mamá está trabajando, los niños cogen las
bolsitas, se las comen y se entamboran” (hombre, 45 a., Atausí)34. Estos
testimonios revelan que no se está practicando la reconstitución de la
leche Maná y que aún si esta se diluyera, se haría en agua cruda, con las
consecuencias previsibles por el hecho de ser aguas contaminadas.
Mientras tanto, entre los embera eyabida de Nusidó, cuyos hábitos
alimentarios están en proceso de cambio más intensivo que en Atausí, se
observó la práctica de reconstitución de la leche con agua, con la variante
de dilución en aguapanela para los niños, como bebida del desayuno.
35 “[…] es una mezcla vegetal en forma de harina, adicionada con leche en polvo
36 “Cuando yo era pequeño, recuerdo los alimentos regalados como bienestarina, leche,
54
familia se abstiene de consumirla, la bienestarina se ofrece a las gallinas
con granos de maíz molidos conjuntamente, hasta obtener una especie de
torta que se coloca en el comedero para las aves. Así se consigue que las
gallinas produzcan huevos, muy apetecidos por los indígenas (Mujer, 56 a.
Nusidó).
cumplen ni con la mínima parte de las características culturales, esto nos ha llevado a
entender que si el gobierno o instituciones sí nos quiere seguir aportando, uniéndose a
este proceso de desarrollo propio, debería de diseñar alimentos que cumplan con
mínimas características culturales en donde la persona no se sienta mal. Cuando tomé
por primera vez la bienestarina, tuve afecciones gastrointestinales, diarrea, náusea,
porque es un producto desconocido y preparado a base de productos no indígenas.
Estuve casi un mes con malestares, decidí por mi propia voluntad no seguir tomándolos,
mi organismo no toleraba. Mis compañeritos también tenían esos síntomas, pero a veces
nuestras necesidades nos lleva a aceptar, permitir algo no agradable para uno pero
acostumbrarnos…” (Dobazhy-Zhykune, citado en Santa y Gálvez, 2006: p.13).
55
(dos mil pesos), equivalente a un dólar, por cada caja, tanto por costos de
trasporte como de bodegaje, en consideración a los muy bajos ingresos
mensuales calculados por familia en Atausí.
37 La diligencia de obtención del registro civil implica una serie de gastos en trasporte y
56
En uno de los espacios de participación del proyecto durante este año38, se
debatió ampliamente la novedad que implica para la cultura embera el
hecho de acceder a los servicios de salud mediante la afiliación y la
carnetización. Las exigencias de la lógica institucional pueden tornarse
aún más incomprensibles a la hora de la carnetización de los niños, cuyo
estatuto de persona en el mundo embera se construye paulatinamente
durante la primera infancia39.
“Oibida dice: “los abuelos no vivían con esos documentos”, yo […] les digo
que ahora el tiempo y la ley van cambiando la política, es importante sacar
los papeles […]. Una vez a un embera le entregaron el carné, vino al
hospital por consulta externa, luego le pidieron para facturación que
mostrara el carné y luego le pidieron la cédula, y como no tenía el número
le dijeron que no servía, entonces el indígena se molestó y botó los
papeles” (citado en Memoria “Conversatorio sobre la prestación de servicios
de salud a las comunidades indígenas del municipio de Frontino”. OIA-
Cabildo mayor de Frontino. Agosto 31-septiembre 1 de 2007: 8).
39 Para acceder a los beneficios del complemento, los padres deben presentarse con el
niño para pesarlo y medirlo y adjuntar el registro civil, esto puede hacerse en el Centro de
salud o en la sede de las hermanas Lauritas, los datos se remiten a Frontino; a los seis
meses se les da la inscripción, los niños indígenas tienen cubrimiento hasta los 6 años,
11 meses, y los no indígenas hasta los 5 años, 11 meses (mujer, 31 a. la Blanquita).
57
Para el caso de Atausí, puede afirmarse cómo la visión del mundo que
profesan los indígenas y la inaccesibilidad geográfica, condicionan
negativamente el usufructo del complemento infantil, convirtiéndose a
veces su entrega en un verdadero rompecabezas para el funcionario a
cargo. Desde la lógica de los usuarios, esto intenta solventarse con la
rotación y préstamo del carné, como expediente para responder a las
demandas de presentación del mismo. Es ya del terreno de la conjetura
saber si el beneficiario de la ayuda se corresponde con el titular del carné o
no; en vista de la experiencia etnográfica con los embera eyabida y oibida,
puede aventurarse el hecho de que el complemento termina siendo
compartido en familia40.
Los horarios de entrega del complemento también resultan ajenos para los
embera oibida del Murrí, quienes a expensas de las grandes distancias que
median entre La Blanquita y sus asentamientos, implicando hasta cuatro
jornadas de camino (ida y regreso), prefieren encomendar a quienes
“salgan al pueblo” la reclamación del complemento, como diligencia
sumada a la compra de mercancías básicas en los expendios de la
localidad. Se sabe que comunidades como Genaturadó y Lano, han
delegado este año en los gobernadores locales la reclamación de las
provisiones, para entregarlas a la vuelta a los padres de los niños
beneficiarios (mujer, 31a., La Blanquita)41.
40 Uno de los diarios de campo del proyecto genera esta observación: “[…] en una casa en
58
Todo lo anterior, en opinión de un líder que ha seguido de cerca las
dinámicas de atención en salud en el valle del Murrí, genera una
valoración del impacto del complemento alimentario:
“Es muy costoso cuando llegó Maná, mandó caja, los líderes debían pagar
$2.000 por cada caja. Nos criticaron, aquí ustedes estaban entregando en
la boca y critican […] el programa sirve en 15%, sobre todo por el pago del
flete del complemento. Un adulto viene de viaje una jornada, reclama
Maná, ya viene con hambre, tiene que sacar leche y galletica para comer,
se emborracha y pierde el camino.
¿Qué es pues lo que sirve para la región? El fríjol es mejor que nada […].
Para que no pierda el tiempo para la región de Murrí, fríjol chengue, es de
enredadera, es parecido al uribe, rojito o rojito pintado, pero es más
chiquito que uribe. Fríjol uribe y otras clases sólo es una cosecha y se
acabó. Necesitaríamos también ahuyama y yuca. En vez de Maná, tengan
mallas para encerrar gallinas y sus huevos. Estos gustan mucho a todos”
(hombre, 45 a. Atausí) (énfasis añadido del interlocutor).
Los indios son especiales acá, un ejemplo, primero los atienden a ellos que
a nosotros, ellos son más vulnerables, los atienden más rápido, todo el
mundo en Frontino sabe eso. En la alcaldía también los atienden muy
bien, a ellos y a los ancianos (Mujer, 20 a., Frontino)
59
El ingreso de niños indígenas es continuo en el CRN, en concordancia con
los indicadores de desnutrición reportados por este estudio42. La OIA y los
cabildos locales, a través de sus autoridades y de las reuniones cumplidas
en la agenda de la organización, han contribuido a visibilizar el estado de
desnutrición de los menores indígenas.
42 Entre noviembre 2006 y mayo de 2007, se reportó 74% de población infantil de origen
embera con ingreso al CRN, mientras que los pacientes afrocolombianos representaron
7% y los mestizos 19% (SISVAN, 2007, nutricionista Mireya Castro, com. pers.)
43 Alcaraz et al., 1988, Gálvez 1990, Duque et al., 1996, Arias, 2001…)
60
Ahora bien, mientras la desnutrición y sus consecuencias en el bienestar
del grupo han cobrado un lugar en las preocupaciones de los líderes y de
la organización en general, los saberes locales de eyabida y oibida de los
resguardos estudiados se representan la desnutrición, dentro de los
llamados “síndromes de filiación cultural”44. Estas son enfermedades que
un determinado grupo dice sufrir y para las cuales define culturalmente
una etiología, un diagnóstico, medidas preventivas y protocolos de
tratamiento (Rubel, 1977 en Delgado et al., 2006: 250).
45 En idioma indígena, la palabra jaibaná se compone de dos morfemas: jai bbaná. Jai
significa espíritu y también enfermedad, habitualmente se entiende como espíritu
susceptible de causar o curar la enfermedad, bbaná es un morfema de posesión, con lo
cual literalmente jaibaná es “el que tiene los espíritus” (Pardo, 1987: 13).
61
“J. mantenía enfermito, se desnutrió, no caminaba, del todo acabadito, era
chiquitico y flaquito. Tenía seis meses, antes era alentado y gordito, a
partir de ahí se enfermó. En ese día dialogamos con las mujeres, hubo un
problema, yo tenía el bebé cargado, la reunión era en la escuela, de allí
para amanecer el otro día empezó enfermedad a las 12 de la noche, ese
niño era como loquiaba, voltiaba la cabecita de un lado para el otro,
echaba la cabeza como de p´atrás, de ahí el niño empezó por la noche, de
ahí a las 10 de la mañana del otro dia era todo cambiao, p´a morir. Fui a
las 10:30 de la mañana para Frontino los médicos dijeron que iba bien,
pulsos, respiración, era gordito, pesado, era como empezar más y más, no
calmaba fiebre […]. Llevé a raicera, costó $10.0000 y compré remedio que
ella dice, costó $30.000 y un suero parecido que viene en tarro. Yo empezó
a dar eso, se alivió poquito con eso, en el dia vine en el bus a las 5 de la
tarde y de ahí otra vez empezó. Siguió enfermo, casi dos años quedó
enfermito […]
Otro día, llevé 3 veces donde jaibaná, dijeron que tenía “ojo con secreto”
dabu secreto eda. De ahí fui a donde A., ella amaneció con ese niño,
bregando, ella no fue capaz. Ella dice que no sabe curar “ojo con secreto”,
ella sabe jai, no sabe trabajar con libro de magia negra, no curó […].
Nos fuimos buscando raicero, mientras tanto el niño secaba del todo, no
recibía comida, no recibía seno, yo por la fuerza daba seno. De ahí fuimos
a donde el raicero H., lo llevó varias veces y de ahí mejoró poquito, mandó
remedio, rosa amarilla, hacer baño con 3 florecitas por 3 días, empezando
a las 6 en ayunas, luego repite por 2 días seguidos…[…] ya el raicero
mandó preparado. Se mejoró pero otra vez donde raicero, y otra vez para
allá, a veces enfermaba con la gripa. Ya de ahí el médico dijo que iban a
hacer centro de recuperación, ellos vinieron a Nusidó, de ahí venía el
médico acá a visitar, pesaba a los niños, también vino H.O., trabaja
desnutrición. Ellos dijeron que llevara, de ahí yo no llevaba, quedé como
un mes […]
De hospital vinieron la gente en carrito, y como tenían apartado llevaron al
niño, yo lo acompañé y el papá también. El niño quedó en el centro de
recuperación un mes, fuí cada 8 días a visitar, al mes sí le dieron mercado,
de ahí fui cada mes por el mercado, el programa colabora un año con
mercado” (Mujer, 27 a., Nusidó)
62
y mantiene programas radiales escuchados con gran interés por la
audiencia indígena y campesina, en los cuales se leen cartas y se divulgan
tratamientos.
En Atausí también está presente la idea que vincula los síntomas de “no
crecer y estar flaquito” con la acción de un jai dañino: “algunos niños
tenían jai y por eso no crecían ni engordaban, sino que se secaban, se
ponían flacos. Pero también hay niños así porque las mamás no los
alimentan ni los bañan” (Hombre, 20 a., Atausí). La voz de este joven
sintetiza la concepción tradicional que explica el estado de desnutrición al
tiempo que admite el descuido materno como desencadenante de la
misma.
63
El tema del descuido de la infancia recibe paralelamente un tratamiento
colectivo dentro de las asambleas del pueblo embera. La memoria de una
de las reuniones en las que participó el proyecto en este año consigna esta
escena:
el sistema de salud. Llama la atención el aparente aumento de niños afectados por esta
patología, en contraste con su ausencia en décadas anteriores.
64
municipio como afiliada y con el apoyo del Sistema General de
Participación (SGP). Este destina una partida anual para atender los
requerimientos de salud48, especialmente en medicamentos y tratamientos
no cubiertos por el Plan Obligatorio de Salud POS, en tiquetes de trasporte
terrestre dentro del municipio y de éste hacia Santa Fé de Antioquia y
Medellín, cuando se precisa la remisión a instituciones de segundo y tercer
nivel, y por último, en manutención del paciente y de su acompañante
familiar.
48Para el 2007 fue de $20.000.000 (veinte millones de pesos, registrándose al término del
año un déficit de $7.000.000 (siete millones de pesos). Para el 2008 el cabildo mayor
aprobó un fondo de $50.000.000 (cincuenta millones de pesos), en vista de la
generalizada situación de morbimortalidad de la población (Dora Castro, asesora cabildo
mayor de Frontino, com. pers.).
65
dispuesto esterillas y colchonetas en el piso, como modalidad de reposo
apropiada para los usuarios indígenas.
66
2. SEGURIDAD ALIMENTARIA: DIMENSIONES SOCIODEMOGRÁFICAS,
ECONÓMICAS Y CONDICIONES DE LA VIVIENDA
67
mujeres, la globalización acelerada, la degradación de las tierras agrícolas
y otros muchos factores están influyendo en esto.
68
Quibdó, como se aprecia en la Figura 1. Las localidades de El Llano y
Piedras Blancas, en Frontino, fueron en su conjunto el lugar de
nacimiento del 61,3% de los jefes de hogar (35,5% de El Llano y 25,8% de
Piedras Blancas) como se aprecia en la Tabla 2. Ningún jefe de hogar había
nacido en Nusidó debido a que los jóvenes nacidos en Nusidó con
capacidad de formar sus propias familias, todavía no se encargan de la
jefatura de los hogares donde residen con sus familias extensas.
NUSIDÓ
LUGAR DE NACIMIENTO DEL JEFE DE HOGAR
Uramita Quibdó
3,2 %
Dabeiba 6,5 %
6,5 %
Mutatá
6,5 %
Frontino
77,4 %
Tabla 2 Lugar de nacimiento del jefe de hogar. La mayoría de los jefes provenían de El
Llano y Piedras Blancas.
Municipio Localidad N %
El Llano 11 35,5
Piedras Blancas 8 25,8
Grano de oro 1 3,2
Frontino Comunidad Guaguas Cuevas 1 3,2
Chontaduro 1 3,2
Murrí- Cuevas 1 3,2
Murrí-Peñita 1 3,2
Mutatá 1 3,2
Mutatá
Cumiadó 1 3,2
Dabeiba 1 3,2
Dabeiba
Amparradó Grande 1 3,2
Uramita Charcón 2 6,5
Quibdó Napipí 1 3,2
Total 31 100
69
En Atausí el 92,6% de los hogares tenían jefes nacidos en el municipio de
Frontino y solo el 7,4% habían nacido en Dabeiba (Figura 2). La Tabla 3
muestra las localidades de donde procedían los jefes de hogar. La
movilidad de los jefes de hogar era a menores distancias que en Nusidó.
ATAUSÍ
LUGAR DE NACIMIENTO DEL JEFE DEL HOGAR
7,41%
Frontino
Dabeiba
92,59%
Municipio Localidad N %
Atausí 6 22,2
Bocas de Atausí 2 7,4
Carauta 2 7,4
Chimurrró 2 7,4
Bocas Mojarra 1 3,7
La Blanquita 1 3,7
Quiparadó 1 3,7
San Mateo 1 3,7
Frontino El Llano 1 3,7
Peñita- Murrí 1 3,7
Pegadó-Murrí 1 3,7
Pororondó 1 3,7
La Pradera 1 3,7
Verrugosa 1 3,7
Amparradó
Grande 1 3,7
Pantano 1 3,7
Venado 1 3,7
Dabeiba 1 3,7
Dabeiba
Cañaveral 1 3,7
Total 27 100
70
2.1.1.2 Lugar de nacimiento de los padres
El estudio del lugar de nacimiento de los padres del jefe de hogar en
Nusidó (Tablas 4 y 5) mostró que la mayoría procedían de El Llano (37,9%
padres y 35,5% madres) y de Piedras Blancas (34,5% padres y 12,9%
madres). Las madres poseían un origen algo más heterogéneo que los
padres y, además algunos lugares más distantes de Nusidó como Charcón,
Mutatá y Murrí contribuyeron proporcionando más efectivos parentales
maternos que paternos.
Tabla 4 Distribución de frecuencias del lugar de nacimiento del padre del jefe de hogar.
Lugar de nacimiento del padre N %
El Llano 11 37,9
Piedras Blancas 10 34,5
Pegadó-Murrí 1 3,4
Urada 1 3,4
Amparradó Grande 1 3,4
El Pital 1 3,4
Urabá 1 3,4
Pavarandó 1 3,4
Curadiente 1 3,4
Loma de los indios- Nusidó 1 3,4
Total 29 100
Tabla 5 Distribución de frecuencias del lugar de nacimiento de la madre del jefe de hogar.
Lugar de nacimiento de la madre N %
El Llano 11 35,5
Piedras Blancas 4 12,9
Charcón 3 9,7
Mutatá 2 6,5
Murrí - Cuevas 2 6,5
Murrí - Peñita 1 3,2
Chontaduro 1 3,2
Comunidad Guaguas Cuevas 1 3,2
71
Cumiadó 1 3,2
Quebrada Hoda 1 3,2
Napipí 1 3,2
Dabeiba 1 3,2
Yolombó 1 3,2
Loma de los indios - Nusidó 1 3,2
Total 31 100
Tabla 6 Distribución de frecuencias del lugar de nacimiento del padre del jefe de hogar,
en Atausí
Lugar de nacimiento del padre N %
Atausí 3 15
Carauta 2 10
El Llano 2 10
Apartadó 2 10
Dabeiba 2 10
Murrí 1 5
El Venado-Murrí 1 5
Peñita-Murrí 1 5
Pegadó-Murrí 1 5
La Pradera 1 5
San Mateo 1 5
Nevatá 1 5
Amparradó Grande 1 5
Pantano 1 5
Total 20 100
Tabla 7 Distribución de frecuencias del lugar de nacimiento de la madre del jefe de hogar,
en Atausí
Lugar de nacimiento de la madre N %
Atausí 8 33,3
Chimurró 3 12,5
Begui 2 8,3
Carauta 1 4,2
Comunidad de lano 1 4,2
Quiparadó 1 4,2
La Blanquita 1 4,2
Pegadó-Murrí 1 4,2
Cuevas-Murrí 1 4,2
Verrugosa 1 4,2
La Pradera 1 4,2
Amparradó Grande 1 4,2
72
Dabeiba 1 4,2
Cañaveral 1 4,2
Total 24 100
NUSIDÓ
ADSCRIPCIÓN DEL PADRE
Kapunía
3,3 %
Oibida
16,7 %
Eyabida
80 %
73
NUSIDÓ
ADSCRIPCIÓN DE LA MADRE
Kapunia
6,5 %
Oibida
19,4 %
Eyabida
74,2 %
74
ATAUSÍ
ADSCRIPCIÓN DEL PADRE
Eyabida
30,4%
Oibidá
69,6%
ATAUSÍ
ADSCRIPCIÓN DE LA MADRE
Eyabida
11,5%
Oibida
88, 5%
75
10 y 15 años el 18,8%. Aunque el número de años promedio transcurrido
en el resguardo era de 12,81 (s= 4,93), la mediana, 16,00 años,
caracteriza, mejor que la media, la tendencia que presentaron los jefes de
hogar a permanecer en Nusidó (Figura 7).
Tabla 10 Numero de años de residencia del feje de hogar en Nusidó, distribuidos según
su frecuencia.
Número de años N %
Oct-16 25 78,2
06-Jul 3 9,4
03-May 2 6,2
01-Feb 2 6,2
Total 32 100
1 - 2 AÑOS 3 - 5 AÑOS
6,2 % 6,2 %
6 - 7 AÑOS
9,4 %
16 AÑOS
59,4 %
10 - 15 AÑOS
18,8 %
76
Tabla 11 Numero de años de residencia del feje de hogar en Atausí, distribuidos según su
frecuencia.
Número de años N %
30 o más 11 42,3
17 - 28 8 30,8
Ago-15 4 15,4
01-Feb 3 11,5
Total 26 100
Tabla 12 Distribución de los lugares de residencia del jefe de hogar antes de llegar a
Nusidó.
Lugar N %
El Llano 14 45,2
Piedras Blancas 6 19,4
Murrí - Cuevas 3 9,7
Comunidad Guaguas Cuevas 1 3,2
Cumiadó 1 3,2
Uradá 1 3,2
Tuguridó Grande 1 3,2
El Pital 1 3,2
Ituango 1 3,2
Pozo 1 3,2
Nusidó - Loma de los indios 1 3,2
Total 31 100
77
La mayor parte se trasladaron desde El Llano y Piedras Blancas.
Tabla 13 Distribución de los lugares de residencia del jefe de hogar antes de llegar a
Atausí.
Lugar N %
Amparradó Grande 2 11,8
Carauta 2 11,8
Bocas de Atausí 1 5,9
Bocas de Achote 1 5,9
Comunidad de lano 1 5,9
La Blanquita 1 5,9
Quiparadó 1 5,9
Peñita-Murrí 1 5,9
Pororondó 1 5,9
Verrugosa 1 5,9
San Mateo 1 5,9
Venado 1 5,9
Nutibara 1 5,9
Cañaveral 1 5,9
Urabá 1 5,9
Total 17 100
78
Tabla 14 Distribución de frecuencias de previsión en el cambio de residencia.
NUSIDÓ ATAUSÍ
Respuesta
N % N %
Sí 5 16,1 4 14,8
No 26 83,9 23 85,2
Total 31 100 27 100
79
alfabetización entre las dos comunidades no se debe al azar sino que hay
causas intrínsecas en Atausí que han producido una extensión menor de
la alfabetización. Las diferencias de alfabetización entre hogares inciden en
la formación, habilidades e información de que dispone cada persona y
determina, como se muestra en otros estudios, las condiciones de
seguridad alimentaria y el estado nutricional de los integrantes de los
hogares de vida tradicional, o de escasos recursos, más que las
diferencias socioeconómicas entre hogares. Es por este motivo que Atausí
posee determinantes educativos desventajosos respecto a Nusidó para
manejar su seguridad alimentaria y nutricional.
Alfabetizados
Comunidad Total
sí no
Nusidó 111 116 227
48,90% 51,10% 100,00%
Atausí 45 102 147
30,60% 69,40% 100,00%
156 218 374
Total
41,70% 58,30% 100,00%
80
2.2 Características socioeconómicas de los hogares
Tabla 17 Distribución de los hogares en función del número de personas que aportan
dinero y el tipo de parentesco de los aportantes en Nusidó.
Padre
Número de Padre y Madre y Padre e
Padre Madre y Total
aportantes madre compañero hijos
yerno
12 1 13
1
92,30% 7,70% 100,00%
5 1 1 4 11
2
45,50% 9,10% 9,10% 36,40% 100,00%
6 6
3
100,00% 100,00%
1 1
5
100,00% 100,00%
12 1 5 1 1 11 31
Total
38,70% 3,20% 16,10% 3,20% 3,20% 35,50% 100,00%
81
PERSONAS QUE APORTAN DINERO AL HOGAR
padre o madre
padre e hijos 43,8 %
padre e hijos 3,1 %
18,8 %
5 personas
3 personas
1 persona
padre y madre,
padre y yerno,
madre y 2 personas
compañero
34,4 %
Tabla 18 Distribución de los hogares en función del número de personas que aportan
dinero y el tipo de parentesco de los aportantes en Atausí..
Número Padre
Otros Madre Padres
de Padre Madre Abuelo y Total
(1) e hijo e hijos
aportantes yerno
12 3 1 2 18
1
66,70% 16,70% 5,60% 11,20% 100,00%
1 2 1 4
2
25,00% 50,00% 25,00% 100,00%
2 2
3
50,00% 100,00%
12 3 1 2 1 2 3 24
Total
50,00% 12,50% 4,20% 8,30% 4,20% 8,30% 12,50% 100,00%
(1) = yerno o hermano
82
2.2.1.2 Temporalidad de aporte de dinero al hogar
Se entiende por temporalidad la frecuencia con que se aporta dinero al
hogar. Dicha frecuencia resultó ser semanal para la mayor parte de los
hogares (81,5%) de Nusidó y con tendencia mensual (70,6%) en Atausí,
como se observa en la Tabla 19.
83
La mayor parte de los hogares de Nusidó 57,7 % presentaban un ingreso
bajo entre 40 y 70 mil pesos semanales y un 19,2% se encontraban en
ingreso muy bajo (< $30.000), mientras que en Atausí el ingreso bajo y
muy bajo se presentaba en la totalidad de la población.
84
2.3 Producción agrícola
85
viviendas dedicaban tierras a la caña. El resto de los cultivos son de
autoconsumo y pocos hogares dedican una parte a la venta.
86
obedece ya a las prácticas tradicionales como la caza, la pesca o la
recolección de alimentos de la flora local. Corresponde eso sí, a la
búsqueda del equilibrio entre el ingreso monetario y las demandas
familiares. La dinámica social del indígena de Nusidó, está permeada
irremediablemente por la adquisición de dinero desde varios frentes,
siendo el más recurrente para ellos el jornaleo diario, la siembra de caña
azúcar y la producción de panela desde el trapiche comunitario. En Atausí,
el espacio peridomiciliario udabema varia según la zona y la familia que la
habita.
Se conoce como huerto mixto al área con especies vegetales de diferentes
hábitos de crecimiento y de desarrollo fenológico alrededor de la casa. La
composición florística de estos huertos es mixta, y su estructura
multiestratificada, encontrándose especies de diferente hábito de
crecimiento, entre los que sobresalen: frutales, palmas, plantas
medicinales, dentroenergéticas, maderables y hortalizas. Esta
composición depende de la posibilidad de permanencia de la familia en el
territorio, del arraigo cultural y de sus relaciones sociales. El tamaño de
estos huertos es indeterminado, traslapándose a veces con el área de otros
cultivos cercanos (García y Velásquez 1992, citado en Arango, 2006:77).
Situándonos dentro de la vivienda estos huertos que antes fueron selva,
son la primera instancia encontrada en el proceso de domesticación del
bosque. Los animales que también hacen parte del hogar, sólo en estos
lugares pueden protegerse de los rastrojos altos, evitando convertirse en
presa de depredadores o del robo por parte de otros indígenas.
Los huertos mixtos ubicados en el área peridomiciliaria son
ecológicamente comparables con el sistema natural, pues reproducen en
parte la estructura diversa y poliestratificada de la selva (Gálvez,
1990:233). “Los huertos mixtos además presentan un manejo
determinado del ecosistema, reconocido actualmente como el más
adecuado para mantener el equilibrio en la regeneración del bosque,
también contiene la dimensión del conocimiento acumulado a través del
87
tiempo sobre los recursos, el manejo de los cultivos y su historia”
(Gómez, et al. 2006:52).
Acorde con la observación etnográfica, no en todos los hogares existen las
condiciones necesarias de espacio y de productividad de la tierra para
tener este tipo de huertos. Ejemplo de esto es el asentamiento de La
Pradera, perteneciente a Atausí, donde por su proceso de nucleación es
muy escaso el espacio para huerto mixto. Las mujeres indígenas de esta
área tienen que desplazarse por varias horas, algunos incluso lejos de sus
localidades, para encontrar alimentos en el bosque y abastecerse del
plátano. En el camino se observa cómo los ellos soportan sus largas
caminatas gracias a la recolección de los frutos para el consumo durante
el recorrido. Tienen ubicados con precisión los lugares donde están los
árboles frutales (guayabas (Psidium guajaba.), copidijo (Lacmellea sp),
pintaja, tagua, mil pesos (Oenocarpus Batava), entre otros, demostrando su
profundo conocimiento del entorno. La forma como se recolectan los frutos
procura el menor daño ambiental posible y nunca se recolecta con la
intención de sobreexplotar.
88
fijo. Los insectos caen directamente al agua y los peces acuden a la
superficie para su consumo. Pasados unos días, los niños sacuden los
nidos con la intención de desprender los insectos restantes y dar de
comer nuevamente a los peces.
89
Tabla 24 Cantidad de plátano según área sembrada en Atausí (la unidad de medida es el
“tajo” o “almud” equivale a 1 hectárea).
Tabla 26 Cantidad de plátano según área sembrada en Atausí (la unidad de medida es el
“tajo” o “almud” equivale a 1 hectárea).
90
En Atausí, la subsistencia se obtiene mediante la articulación del cultivo
de algunas especies vegetales, la recolección de los frutos de la flora y
fauna local, la pesca, la cría de animales domésticos, la cacería y la
minería.
La agricultura se concentra en el plátano base de la alimentación, de los
cuales se aprovechan varias especies, entre las que sobresale la variedad
pirimí (Musa spp), se encuentran también otras especies de plátano
cultivadas (tabla 27).
50 En la región se cultivan las siguientes clases: Bé paimá (negro), torró (más pálido),
purrú (amarillo oro) menbé (colores mixtos).
91
Con la siembra del plátano el terreno no se abona con ningún producto
puesto que la tierra le aporta los nutrientes necesarios a la planta para
que crezca, la elección del terreno es especialmente en monte, considerado
un mejor lugar porque no se inunda. Deben pasar doce meses hasta que
produzca, desde entonces este alimento produce todo el año y funciona
como abasto permanente. Cuando la platanera está vieja se abandona
parcialmente el terreno de labranza, lo cual permite que el bosque, por el
proceso natural de regeneración, lo invada y restituya así la capacidad
productiva del suelo, fundamentada en la descomposición vegetal por
acción de los microorganismos. Algunos espacios se dejan para sembrar el
maíz, después de una nueva socola. El maíz se riega en abril, mayo y
junio.
El cultivo del plátano es realizado por ambos sexos pero en mayor medida
por la mujer, ella es quien lo planta, lo corta y lo transporta desde la
platanera o terreno cultivado hasta el tambo, en ocasiones este
desplazamiento es hasta de dos horas. El transporte del plátano se realiza
en un canasto grande llevado a la espalda y sostenido con una cincha
sobre la frente, fabricado en pocos días por la misma mujer con joró. Lleno
puede albergar hasta dos racimos desgajados de plátano pirimí, que pesan
alrededor de 26 kilos e incluso puede ser más pesado dependiendo del
tamaño del canasto. Este transporte es realizado por ambos sexos, pero
generalmente es tarea de las mujeres hasta edad avanzada.
92
Tabla 28 Cantidad de maíz según área sembrada en Atausí (la unidad de medida es el
“tajo” o “almud” equivale a 1 hectárea).
93
terreno cultivado. Y como se dijo anteriormente, luego de sembrado no se
realizan labores de limpieza, pero sí se cuida de la depredación por parte
de animales del monte y de cría. El tiempo de espera es aproximadamente
de cinco meses, antes de estos se puede recoger el maíz biche (denominado
chocolo por los campesinos), en esta fase los indígenas dicen que se recoge
monte, con este se preparan bollos y colada de maíz. Una vez colectado se
almacena recubierto con todo el capacho, esto puede considerarse una
estrategia para protegerlo de las plagas como el gorgojo. Entre muchos de
los animales que gustan consumir el maíz, están la ardilla (Sciuru sp), la
guagua (Agouti paca), y la tatabra (Tayasu tajacu). Esta situación crea a la
vez posibilidades de caza para la familia aunque de manera infrecuente.
Dicha actividad se ha reducido considerablemente, según los indígenas,
ahora ya no se obtienen presas grandes y para lograr capturar alguna
pieza significativa, se deben caminar varias horas dentro del bosque. En
los alrededores de la vivienda sólo se obtienen pájaros pequeños y
roedores.
94
2.3.2.5 Otros cultivos
Para Nusidó la producción de caña de azúcar (Saccharum officinarum L), el
uso de la tierra y de los animales de carga es en cierto modo una actividad
comunal. En esta participan la mayoría de los hombres jóvenes hasta
edad avanzada, recibiendo sueldo por día trabajado que para el año 2007
fue de 10.000 pesos (US$5) (localmente llamado jornal). El proceso de
producción de caña da inicio con la socola del terreno dispuesto para la
siembra. En cuanto a la semilla, ésta es recolectada de lotes viejos
utilizando los cogollos o colinos de una longitud aproximada de 50 cm
eliminando las hojas a machete, colocándose de manera perpendicular al
suelo a distancias de siembra que oscilan entre 1,5 a 3 m con densidades
2
de 0,4 cepas/m (García y Velásquez 1992, citado en Arango, 2006:74).
Se raya o “surquea” la superficie. Se siembran los cogollos o colinos de
caña panelera. Continúan “el rayado y la tapada”. Se fumiga y se abonan
las matas. Como producto final de la siembra se escogen las cañas
maduras, se cortan a machete, se deshoja, se pelan y se cortan. Las matas
se transportan en mulas para molerse en el trapiche y producir la panela.
El cortar y cargar la caña es un proceso repetitivo que requiere del trabajo
mancomunado. La división del trabajo es necesaria para este proceso y
cada uno de los integrantes del equipo trabaja de seguido las horas
dispuestas para la actividad con un descanso sólo para almorzar e
hidratarse. La persona que se encarga del transporte de la caña desde la
zona de cultivo hasta el trapiche, debe hacer los recorridos en el menor
tiempo posible y sus funciones consisten en montar la carga en el animal y
descargar los montones envueltos en el trapiche. El recorrido depende de
la zona donde estén los cañaduzales, pero en promedio el conjunto de
actividades se demora 2 horas. Es decir que en un día, el indígena
encargado del transporte puede hacer 4 viajes con ida y regreso. Otros
indígenas son los encargados del corte de la caña, que con su rula o
machete, cortan las matas maduras, las pelan y las ubican
95
amontonándolas para su carga. Esta actividad les demanda un gasto de
energía desmesurado y la producción de sudor es excesiva. La hidratación
consiste en una preparación de aguapanela con limón, algunas veces sólo
se toma agua de las acequias. El día normal de trabajo dura 8 horas, más
el tiempo en que se demoran los indígenas para llegar al área de trabajo,
porque el recorrido lo realizan caminando. Es decir, que un día de trabajo
en la explotación de caña de azúcar, la jornada se extiende
aproximadamente 9 horas.
96
2.4 Cría de animales
Nusidó: los pequeños animales preferidos para la cría por los hogares de
Nusidó fueron las gallinas y los pollos en más de la mitad de ellos (62,5% y
53,1% respectivamente) como se aprecia en la Tabla 30. La cría de gallinas
frecuentemente se hacía en la casa, donde libremente conviven con las
personas, y en otros casos debajo del tambo cuando la vivienda lo permitía
o también fuera de la casa.
97
cría de vacas no se dedicaban muchos hogares (18,8%), no obstante en
general lo hacían en potreros comunitarios. Los encuestados indicaron que
las vacas se destinaban al autoconsumo y en pocos casos dijeron que eran
para la venta.
98
que al juntarse dan la forma de cilindro, luego se recubre con tiras de
iraca. Se utilizan dardos de macana finamente labrados con una mota de
fibra de nemana en el extremo sin punta permitiendo su disparo.
Conocedores de la relación planta-animal, los indígenas pueden identificar
el animal que ha estado consumiendo un fruto en la selva, siendo capaces
de atraer animales presa por la imitación de sus cantos o sonidos, con lo
cual estas actividades generan gran creatividad.
Los Embera realizan la actividad de la cacería ligada a los ciclos vitales de
las plantas y de los animales, los cuales se encuentran regulados por
condiciones climáticas y ciclos hidrológicos, además de la oferta ambiental
que está estrechamente relacionada con la fertilidad de los suelos, la
diversidad biológica y la cantidad de biomasa acumulada por las especies
vegetales (Dourojeanni y Pierre 1980, citado en
Arango 2006: 83).
Los animales que pueden cazarse en el monte son: guagua (Agouti paca),
tatabro (Tayassu tajacu), ñeque (Dasyprocta punctata), armadillo (Dasypus
novemcinctus) y venado (Mazama americana). Otros animales como las
ardillas (Sciuru sp) y el perico ligero o perezoso y gran variedad de aves
también hacen parte del listado de animales de caza.
99
2.6 Minería
La minería es un trabajo mancomunado de hombres y mujeres, se practica
en la comunidad de Atausí y en otras comunidades del resguardo de Murri
Pantanos. En la comunidad de Nusidó no están familiarizados con esta
actividad económica, puesto que no se hallan minas de oro en su
cercanía.
52
El real es la medida para negociar el oro sean en Bocas de Atausí o en La Blanquita. Un real corresponde en
peso a una cerilla de fósforo y se paga a $10.000 pesos. Los indígenas calculan la cantidad “a ojo”.
100
También se constató que en otras familias, algunos integrantes se
ausentan durante semanas e incluso meses para ir a trabajar en minas,
especialmente las ubicadas en la cuenca del río Carauta, allí hombres y
mujeres se dedican a la minería, y según los testimonios duermen en el
lugar de la mina en “cambuches”53 improvisados por ellos mismos. La
culinaria es precaria, dado lo transitorio del asentamiento y la exigencia de
concentrar gran cantidad de tiempo y de energía en la explotación.
53
Albergue temporal construido con materiales reciclables: plástico, palos, madera, latas, etc.
101
sus muros exteriores deteriorados por el tiempo y la falta de
mantenimiento. El sistema de obtención de agua es a través de mangueras
que la transportan desde la montaña. No todos los hogares la reciben por
este medio y deben recogerla desde acequias adjuntas a los espacios
domiciliarios. Se usa para la alimentación, riego de huertos, limpieza
domiciliaria, aseo de la familia, entre otros.
En Atausí el tambo regularmente es un armazón de madera sostenida por
troncos enclavados en la tierra que la levantan aproximadamente 1,60
metros o 2,00 metros desde la superficie. La distribución del espacio en la
vivienda es semejante en toda la comunidad: un dormitorio de aprox. 5x4
metros, àrea plana para disfrutar del descanso, una plataforma de aprox.
4x4metros diagonal a la cocina que se utiliza como àrea para varias
actividades.
La cocina es una plataforma de madera añadida al tambo que triangula la
figura con las plataformas de descanso y el dormitorio. Contiguo está uno
más bajo de aprox. 9x7 metros y una pieza aledaña. Este lugar no es un
dormitorio como tal, pero se utiliza como lugar de esparcimiento cuando el
número total de integrantes desborda la capacidad espacial de la vivienda.
Tiene un mezzanine que sirve de pieza para dormir y contenedor de
equipaje, ropa, alimentos recolectados y demás enseres que ameriten un
espacio mayor al que propicia el tambo principal. En la cocina está el
fogón, donde tres troncos grandes cumplen una doble función: sostener la
olla y procurar la combustión de la madera para la cocción de los
alimentos. La superficie del fogón se eleva un poco más en relación con las
demás plataformas, con 4 troncos alineados en forma de cuadrado que se
apilan en el centro.
En algunos casos la vivienda tradicional consiste en dos tambos unidos
entre ellos por un puente de 2 metros, hecho en madera. Sus plataformas
son amplias y delimitadas con barreras en los costados. En las áreas de
descanso no hay muchos enseres, sólo algunas canastas con ropa,
hamacas y/o esteras para conciliar el sueño.
102
En el espacio domiciliario se encuentra el área de almacenaje de
diferentes alimentos. En la mayor parte del año, los indígenas ubican
grandes cantidades de maíz en estos espacios, gracias a la recolección de
cosechas en las rocerías familiares. En un costal aparte tienen almacenada
la cáscara de las mazorcas y las utilizan como combustible para encender
el fuego.
La cocina es un espacio fundamental para la dinámica familiar. Su
distribución espacial demuestra una lógica funcional que evita el gasto
innecesario de tiempo y energía. El menaje culinario está compuesto de
metates, manos de moler maíz, pilones de madera y ollas metálicas para la
preparación y el almacenamiento de alimentos preparados. En pequeñas
plataformas o canastos colgantes se acomodan los platos, provisiones
alimentarias (arepas de maíz, plátanos pirimi y sal), utensilios para servir y
consumir las preparaciones, la pepena (especie de abanico que sirve para
encender y avivar el fuego), molinillos para batir coladas o chocolate,
fósforos, velas, kirosín (kerosene), entre otros. Las ollas penden de
alambres o cadenas que se gradúan durante la cocción, en caso de no
estar sostenidas por los troncos del fogón. Se encuentran también algunas
láminas de corteza natural julón de anchuras variables, unidas en sus
extremos por cuerdas, de forma tal que puedan cumplir diversas funciones
por separado, ya sea de perrera (cachorros) o de contenedor para los
plátanos desgajados y sin desgajar.
Particularmente este espacio no tiene paredes ni divisiones internas,
circunstancia que propicia no sólo la rápida combustión de la madera y la
salida de humo producto de la misma54, sino la aparición de nubes de
mosquitos diminutos a consecuencia de pailas metálicas de gran tamaño,
repletas con desperdicios de comida destinados a la alimentación de los
54 Aunque el sitio de comida está a algunos pasos del centro de la vivienda, el humo,
producto de la combustión de la madera en el fogón se esparce por toda la vivienda. Se
observó cómo los niños padecen una tos constante, producida cuando son alcanzados por
el humo.
103
cerdos. Estas pailas se encuentran en una zona muy transitada de la
vivienda y es allí donde se almacena el agua utilizada en el lavado de la
vajilla y demás utensilios de cocina antes mencionados. Las provisiones de
agua permanecen sin ninguna clase de cubierta, contaminándose con los
mosquitos.
Cerca de la vivienda está la fuente de agua utilizada en el lavado de la
ropa, en la obtención del líquido para cocinar y lavar los platos, los
cuencos y cubiertas utilizadas como recipientes para los alimentos;
también es utilizada en el baño para el aseo personal y deposición de
excretas.
En Nusidó: más de la mitad de los encuestados indicaron la necesidad de
hacer reformas en las viviendas o ampliarlas (cambiar el techo de la
vivienda: 20%, reparar paredes o la cocina: 20%, llevar agua a la vivienda:
3,3%, hacerla más grande: 13,3%), el resto (43,4%) mostraron la necesidad
de un cambio más radical pero entre dos posibilidades opuestas, unos
preferían trasladarse a un tambo y otros a una casa de material tipo
kapunía.
En Atausí: cuando los encuestados indicaron qué necesidades tenía la
vivienda algunos indicaron la necesidad de reparar el techo o paredes
(36,5%). Más de un tercio también indicó la necesidad de hacer más
grande el tambo pero sólo uno de los hogares estaba construyendo otra
vivienda en ese período. Sólo uno de los hogares indicó que necesitaba
llevar el agua hasta la propia vivienda.
104
gatos (48%). A los perros y gatos se les atribuye la función de cuidar la
casa y cazar ratones respectivamente. No obstante otras especies
domésticas con menor frecuencia de aparición en los tambos son las
gallinas y pollos, cerdos, palomas y se encontró una vivienda con una
nutria como mascota.
105
3. EVALUACIÓN DE LA INGESTA DIETÉTICA
3.1 INTRODUCCIÓN
El organismo precisa de un suministro permanente de energía y de
nutrientes cuyas cantidades dependen de la etapa de desarrollo en la cual
se encuentre el ser humano. Para cumplir con los requerimientos
nutricionales es necesario disponer de una dieta adecuada, balanceada y
variada, condiciones que son difíciles de alcanzar en las comunidades
indígenas debido a su limitada disponibilidad y acceso a los alimentos.
Una adecuada nutrición durante toda la vida es imprescindible para llevar
a cabo los procesos fisiológicos propios de cada etapa del desarrollo del ser
humano; cuando se presentan un déficit en el aporte de energía y de
nutrientes sus consecuencias dependen de la edad y del momento, por
ejemplo si la carencia ocurre durante la gestación se puede retrasar en el
crecimiento y desarrollo fetal, bajo peso al nacer, parto prematuro y
defectos congénitos; si esta situación se presenta durante los periodos de
rápido crecimiento se puede reducir su velocidad o detenerse; si los
afectados son los escolares y adultos puede repercutir en su aprendizaje,
interacción con el medio y productividad. En otras palabras una
alimentación óptima está asociada a un mejor estado de salud y a una
mayor productividad en cualquier etapa de la vida y por el contrario, una
dieta inadecuada afecta el desarrollo y productividad del capital humano.
3.2 METODOLOGÍA
La evaluación de la ingesta dietética se llevó a cabo en 353 indígenas
embera, de los cuales 198 pertenecían a la comunidad de Nusidó y 155 a
Atausí.
La información se presenta en tablas que contiene la proporción de
individuos a riesgo por déficit y/o por exceso, el error estándar para un
intervalo del 95% de confianza, la distribución percentilar, la media y el
error estándar de la media. La información corresponde a toda la
106
comunidad indígena y se desagregó por sexo, grupos de edad, y para las
comunidades de Nusidó y Atausí.
A continuación se detalla la metodología de evaluación de la ingesta
dietética.
3.2.1.1 Energía:
Para establecer la proporción de individuos con ingesta usual de energía
inadecuada se aplicó el siguiente método:
Se determinó la cantidad de energía metabolizable la cual se obtuvo a
partir de los factores de Atwater, es decir, los gramos totales de
proteína y carbohidratos se multiplicaron por 4 Kcal, los de grasa por 9
Kcal y los de alcohol por 7 Kcal.
Para cada uno de los individuos se determinó la Recomendación
Energética Deseable (RED) la cual se entiende como la cantidad de
energía necesaria para alcanzar el crecimiento en los niños y
adolescentes y para mantener el peso en los adultos dentro del rango
adecuado del índice de masa corporal (IMC), éste varía entre 18.5 y
25.0 kg/m2,, los valores recomendados se obtuvieron de la siguiente
manera: los niños y las niñas menores de 12 años se clasificaron como
activos y la energía asignada corresponde a su edad en años cumplidos,
los individuos entre 13 y 18 años fueron clasificados de acuerdo con la
descripción de las actividades que rutinariamente realizaban, en muy
activos, activos, poco activos y sedentarios y se le asignó el valor total
de energía para su edad. Tablas 31 y 32. A partir de los 19 años se tuvo
en cuenta la misma clasificación de la actividad física pero se aplicaron
107
las formulas y parámetros establecidos en la DRI (Institute of Medicine,
2003)
Se obtuvo un cociente de la división entre la cantidad de energía
ingerida y la estimación del requerimiento individual.
Los datos se normalizaron el en PC_SIDE y se estableció la proporción
de individuos con ingesta inferior al 90% y la proporción de los que
ingirieron más de 110% de la energía total requerida. Los anteriores
fueron los puntos de corte respectivos para establecer riesgo de
deficiencia y de exceso.
Tabla 31 Recomendación de energía para los niños de 2 a 18 años según actividad física.
Edad/años Sedentario Poco activo Activo Muy activo
2 - - 1050 -
3 1.162 1.324 1.485 1.683
4 1.215 1.390 1.566 1.783
5 1.275 1.466 1.658 1.894
6 1.328 1.535 1.742 1.997
7 1.393 1.617 1.840 2.115
8 1.453 1.692 1.931 2.225
9 1.530 1.787 2.043 2.359
10 1.601 1.875 2.149 2.486
11 1.691 1.985 2.279 2.640
12 1.798 2.113 2.428 2.817
13 1.935 2.276 2.618 3.038
14 2.090 2.459 2.829 3.283
15 2.223 2.618 3.013 3.499
16 2.320 2.736 3.152 3.663
17 2.366 2.796 3.226 3.754
18 2.383 2.823 3.263 3.804
Tabla 32 Recomendación de energía para los niñas de 3 a 18 años según actividad física
108
7 1.298 1.515 1.719 2.058
8 1.360 1.593 1.810 2.173
9 1.415 1.660 1.890 2.273
10 1.470 1.729 1.972 2.376
11 1.538 1.813 2.071 2.500
12 1.617 1.909 2.183 2.640
13 1.684 1.992 2.281 2.762
14 1.718 2.036 2.334 2.831
15 1.731 2.057 2.362 2.870
16 1.729 2.059 2.368 2.883
17 1.710 2.042 2.353 2.871
18 1.690 2.024 2.336 2.858
3.2.1.2 Macronutrientes
3.1.1.1.1 Proteínas
109
Tabla 33 Requerimiento promedio de proteínas estimado (EAR) de la población
colombiana.
Ambos sexos Hombres Mujeres
Edad/años EAR* Edad/años EAR* Edad/años
g/Kg/día g/Kg/día
1a3 1,22 14 a 18 1 14 a 18
4a8 1,1 19 a 64 0,91 19 a 70
3.1.1.1.3 Carbohidratos
110
Tabla 34 Valores de referencia para la fibra dietaria para la población colombiana
3.1.1.2 Vitaminas
Se analizaron la vitamina A, la vitamina C y el ácido fólico. Para definir la
proporción de individuos a riesgo en las dos primeras, se consideraron los
siguientes puntos de corte: para la vitamina C y para el folato el valor de
la EAR de Estados Unidos y Canadá (Institute of medicine, 2002) y para la
vitamina A el EAR de las recomendaciones de Australia y Nueva Zelanda.
(Ministry of Health, New Zealand, 2004) (Tabla 35). Es importante aclarara
que debido a que en la población indígena no ingirió suplementos de ácido
fólico ni alimentos enriquecidos con este nutriente se puedo establecer la
población a riesgo de deficiencia ya que un microgramo de ácido fólico
proveniente de los alimentos es igual a un microgramo de equivalente de
folato dietario (EFD) unidad de medición de las actuales recomendaciones
nutricionales.
111
3.1.1.3 Minerales
Se analizaron el calcio, hierro y cinc. A continuación se explican los
conceptos básicos que se tuvieron en cuenta para determinar la
proporción de individuos a riesgo de deficiencia en cada uno de ellos.
3.1.1.3.1 Calcio
3.1.1.3.2 Cinc
112
Tabla 37 Valores de referencia del cinc por grupos de edad y sexo.
3.1.1.3.3 Hierro
3.1.1.4 Alimentos
Se elaboró una lista en orden descendente de los 15 alimentos que con
mayor frecuencia reportaron los indígenas en el primer recordatorio de 24
horas. La metodología fue la siguiente: a cada sujeto se le asignó máximo
una vez por alimento ingerido, con ello se obtiene la frecuencia de
personas que lo consumieron la cual se ordena en forma descendiente. Es
importante aclarar que esto no hace referencia a la cantidad.
113
alimentos, se emplearon modelos y figuras geométricas ajustados a los
alimentos propios de la comunidad cuyos pesos están definidos, los
productos autóctonos se pesaron en una báscula electrónica con
capacidad de 2000 g y sensibilidad de 1 g. Dada la diversidad de utensilios
para tomar los alimentos líquidos se empleó un vaso medidor de 500 cc
para determinar la cantidad ingerida.
114
Para conocer si existió diferencia entre la cantidad media de nutrientes
ingerida en las dos comunidades se llevo a cabo una comparación de
medias, se consideraron significativas las pruebas donde se obtuvo una p
< 0,05. Este análisis se hizo en el programa SPSS VERSION 14.
3.2 RESULTADOS
3.2.1 Energía
Se observó un alto porcentaje de población con deficiencia en la ingesta
usual de energía, las mujeres y la población de Atausí presentaron la
mayor prevalencia de deficiencia. Con respecto al riesgo de exceso en la
ingesta de energía fue mayor en los hombres, en el grupo de población de
31 a 50 años y en los indígenas de Nusidó (Figura 9).
Además se encontró que a medida que avanzó la edad se incrementó la
prevalencia del riesgo de deficiencia hasta los 18 años, edad a partir de la
cual disminuyó la población a riesgo. En general los indígenas tuvieron un
promedio de consumo de energía bajo, la población más afectada fue la de
Atausí la cual presentó diferencias estadísticamente significativas en la
media de energía (p< 0,001) (ver anexo 4 tabla 38).
115
3.2.2 Macronutrientes
3.2.2.1 Proteínas
La prevalencia del riesgo de deficiencia afectó a un tercio de la población
indígena y fue similar en los hombres y en las mujeres. Se presentó un
aumento drástico del riesgo en los grupos de edad de 4 a 8 años y de 9 a
13 años y la comunidad más afectada fue Atausí, en la cual la ingesta
media de proteína fue significativamente inferior a la de Nusidó (p <
0,001). (ver anexo 5. Tabla 39). Figura 10.
3.2.2.2 Carbohidratos
El nutriente que más aportó a la energía total fueron los carbohidratos, la
mayoría de la población indígena tuvo un consumo superior al punto de
corte establecido. (ver anexo 6. Tabla 40). Posiblemente se debió a que en
su dieta predominaron los alimentos fuentes de este nutriente como
panela o miel de caña, plátano, arroz y maíz. (ver anexo 17. Tabla 51) Vale
116
la pena aclarar que en la comunidad de Nusidó la ingesta de carbohidratos
concentrados fue mayor debido a que disponen de un trapiche comunitario
y son productores y altos consumidores de panela.
No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la
cantidad media de carbohidratos totales ingeridos en las dos
comunidades. (p = 0,15).
En cuanto al consumo de fibra, se observó las mujeres tuvieron el mayor
porcentaje de bajo riesgo. La ingesta fue similar en ambas comunidades
(ver anexo 7. Tabla 41).
3.2.3 Vitaminas
3.2.3.1 Folatos
Es conveniente aclarar que las unidades de medición de las
recomendaciones nutricionales actuales no coinciden con las unidades de
las tablas de composición de alimentos disponibles en Colombia, pero
dado que los indígenas no consumieron suplementos, ni alimentos
enriquecidos con cantidades importante de este nutriente, se decidió
establecer la prevalencia del riesgo debido a que un µg de folato dietario
117
proveniente de los alimentos es igual a 1 µg de EFD y por tanto se puede
hacer la conversión sin que se subestime de manera importante la
cantidad ingerida.
3.2.3.2 Vitamina C
Cerca de la mitad de la población presentó deficiencia de vitamina C, no
hubo diferencia entre los hombres y las mujeres. A partir de los 9 años se
presentó un incremento en el riesgo y este fue mayor en la región de
Nusidó (ver anexo 10. Tabla 44). La ingesta media de vitamina C fue
significativamente mayor en Atausí que en Nusidó (p < 0,001), comunidad
en la cual el 89% de los participantes ingirieron plátano cuya mediana fue
de 466,3 g. En Nusidó una población similar incluyó el plátano en su
alimentación diaria pero la mediana fue de 137,9 g. Aunque este alimento
no se considera una excelente fuente de vitamina C, cuando se consume
en grandes cantidades se incrementa el aporte de este nutriente en la
dieta.
118
3.2.3.3 Vitamina A
Aproximadamente la mitad de la población presentó deficiencia de
vitamina A, no hubo diferencia entre los hombres y las mujeres, a partir de
los 9 años se presentó un incremento en el riesgo que fue mayor en
Nusidó. Ver anexo 11. Tabla 45. La ingesta media de vitamina A fue
significativamente mayor en Atausí que en Nusidó (p < 0,001),
posiblemente por las mismas razones ya explicadas relacionadas con la
alta ingesta de plátano.
3.2.4 Minerales
3.2.4.1 Calcio
Se presentó una alta prevalencia de deficiencia en la ingesta usual de este
nutriente en toda la población embera, tanto eyabida como oibida, la
cantidad promedio alcanzó sólo un tercio de la recomendación establecida
(ver anexo 12. Tabla 46).
3.2.4.2 Hierro
Los resultados reportaron que la ingesta media del total de la población
estuvo alrededor de 11 mg, pero se destaca que el consumo fue inferior en
Atausí, lo cual coincide con el menor consumo de alimentos fuentes de los
nutrientes como leguminosas y productos cárnicos (ver anexo 13. Tabla
47).
3.2.4.3 Cinc
Los resultados permitieron concluir que el total de la población presentó un
gran riesgo de deficiencia. El riesgo fue alto en las dos comunidades siendo
más marcado en Atausí. A partir de los 9 años se presentó un aumento
drástico en la prevalencia de riesgo. Si bien la cantidad media ingerida en las
119
dos poblaciones fue baja, esta fue significativamente inferior en Atausi (p <
0,001). (ver anexo 14. Tabla 48)
120
información no hace referencia a la cantidad ingerida sino al número de
veces que se incluyeron en la alimentación diaria.
3.4 DISCUSIÓN
3.4.1 Energía
Los seres humanos emplean la energía para realizar todas las actividades
físicas diarias, mantener la temperatura corporal, transportar, sintetizar y
degradar células u otros compuestos. La energía de la dieta proviene de las
grasas, los carbohidratos, las proteínas y el alcohol ingeridos. Para
mantener un estado nutricional adecuado se requiere que exista balance
entre los tres primeros macronutrientes y que la cantidad total de energía
ingerida sea igual a la requerida. Cuando se presenta un desequilibrio, se
produce malnutrición la que se refleja, según sea el caso, en un exceso o
déficit de peso. La deficiencia energética crónica durante la niñez y la
adolescencia disminuye la velocidad de crecimiento y, en el peor de los
casos puede detenerlo. Sin embargo, se debe considerar que en este
proceso además de la ingesta dietética intervienen factores ambientales y
genéticos.
La población embera tuvo una alta prevalencia de deficiencia de energía,
cuyos efectos se manifiestan dependiendo de la edad en que se encuentre,
es decir en los niños y adolescentes indígenas pueden disminuir o
121
detener el crecimiento, limitar su capacidad de concentración y por ende
de aprendizaje y en los adultos el rendimiento laboral es menor.
La deficiencia en las mujeres gestantes tiene graves consecuencias, pues a
pesar de que su cuerpo realiza adaptaciones fisiológicas para responder a
la premisa vital de la reproducción, se producen alteraciones permanentes
de las estructuras celulares y del metabolismo que no siempre se
manifiestan en los parámetros antropométricos del niño al nacer,
(Levitsky, 1995) pero que lo predisponen al desarrollo de enfermedades
crónicas en la edad adulta, como por ejemplo la diabetes y los trastornos
cardiovasculares, condición que los científicos denominan “fenotipo
económico” ( Godfrey, 2000) porque no dependen de la herencia, si no que
se producen por la carencia de energía.
En los Embera de Frontino se combina la precaria nutrición desde la
gestación, y el exceso energético abonado a carencia de vitaminas y
minerales presente principalmente en el grupo de adultos, condiciones
que los hacen más susceptible para desarrollar obesidad y otras
enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes.
3.4.2 Macronutrientes
3.4.2.1 Proteínas
En general se dice que el ser humano requiere de dos tipos de
aminoácidos: los esenciales que se obtienen con el consumo de ciertos
alimentos y los no esenciales que corresponden a los aminoácidos que
puede sintetizar el organismo, pero que de igual manera depende de los
nutrientes ingeridos y se necesitan para realizar las funciones fisiológicas.
Los alimentos fuentes de proteínas que proveen todos los aminoácidos
esenciales o indispensables son: la carne, el pollo, el pescado, los huevos,
la leche, el queso, el yogur. Si bien las leguminosas, los cereales y las
nueces son fuentes de proteínas, su calidad biológica es inferior debido a
122
que son deficientes en uno o más aminoácidos indispensables y para
mejorarla es necesario mezclarlos entre ellos.
123
En los Embera el consumo de proteína se caracterizó por ser insuficiente, de
bajo valor biológico y sin el respaldo calórico ni proteico, condiciones que
impiden el cumplimiento de la totalidad de las funciones descritas. Sin
embargo, es importante destacar el hábito de consumo de leguminosas con
cereales, pues en alguna medida esta mezcla mejora la calidad biológica de
proteína.
3.4.2.2 Lípidos
Los lípidos son moléculas heterogéneas lo cual les confiere una amplia gama
de funciones en los seres humanos, dentro de éstos se destaca su aporte de
energía, de ácidos grasos esenciales, ser un componente estructural de las
membranas celulares, formar hormonas como corticoesteroides (estrógenos
y progesterona), y sintetizar bilis, además su presencia en el intestino es
necesaria para el transporte y la absorción de las vitaminas liposolubles
A, D, E y K y de los carotenos (Gropper SS, 2005), es decir las grasas son
esenciales para la vida, sin embargo su consumo excesivo se asocian con
incremento en el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad, enfermedad
cardiovascular y diabetes entre otros.
Las grasas de mejor calidad se encuentran en aceites de maíz, girasol,
soya, ajonjolí y oliva, en los pescados de aguas profundas y en el maní,
alimentos que están presentes en los hábitos alimentarios del grupo
estudiado, pues aunque el aceite ocupó el primer lugar en la frecuencia
de alimentos, se utilizó en pocas cantidades y su calidad fue deficiente.
Posiblemente la causa del bajo consumo de grasa total en los Embera se
deba al acceso limitado a los alimentos de origen animal y a que dentro las
preparaciones no se incluyeron productos fuentes de grasa. El bajo aporte
de grasa puede traer algunas consecuencias negativas tales como la
disminución del aporte de energía de la dieta, limitación de la absorción de
las vitaminas liposolubles y restricción en el aporte de ácidos grasos
esenciales, los síntomas clínicos de deficiencia de grasa son: piel rugosa y
escamosa, alteración del crecimiento, deficiente formación de las
124
estructuras cerebrales en los fetos y niños recién nacidos (Honstra, 2000).
Un aspecto positivo de la dieta de los Embera es el reducido consumo de
ácidos grasos trans de origen comercial ya que no ingieren margarinas ni
otros productos comerciales que los contengan; el consumo de este
compuesto se ha asociado con mayor riego de ateroesclerosis y enfermedad
cardiovascular.
3.4.2.3 Carbohidratos
Los carbohidratos se hallan en numerosos alimentos que a su vez aportan
a la dieta otros nutrientes importantes. Las principales fuentes de
carbohidratos son las frutas, las verduras, los cereales, las leguminosas,
los plátanos, los tubérculos, la leche y los azúcares, estos últimos carentes
de vitaminas y minerales.
125
Embera tuvieron un consumo muy similar al de la población colombiana
reportada en la ENSIN. (ICBF, 2005).
126
Déficit de folato se presentó en un tercio de la población, el grupo más
afectado fueron las mujeres y los jóvenes a partir de los nueve años, lo cual
incrementa el riesgo de efectos adversos ocasionados por la deficiencia de
este nutriente. Es de destacar que en Nusidó la media ingerida de folato fue
mayor (343 µg/día) que la media ingerida por la población colombiana, (281
µg/día), mientras que en Atausí pasó todo lo contrario.
La fuente principal de ácido fólico de los Emberá fue el frijol que aunque es
una buena fuente del nutriente, posiblemente su biodisponibilidad sea
limitada, pues son sometidos a largos periodos de cocción y en permanente
contacto con el aire (ollas sin tapas).
3.4.3.2 Vitamina C
Este nutriente es uno de los principales antioxidantes hidrosolubles y por
ello tiene la capacidad de eliminar los radicales reactivos del plasma, del
citoplasma y las mitocondrias celulares, además desempeña un papel
fundamental en la síntesis de colágeno necesario para la formación de los
huesos, la piel y los tendones. Cuando se consumen entre 25 a 75 mg de
vitamina C con los alimentos, la absorción de hierro no hemínico de una
comida se duplica o triplica, debido a la reducción inducida por el ácido
ascórbico del hierro ferrico a ferroso que tiende menos a formar complejos
insolubles con los fitatos (Johnston, 2003).
Las principales fuentes de vitamina C son la guayaba, la naranja, las
fresas, el mango y la papaya.
La deficiencia de vitamina C fue el doble de la que presentó la población
colombiana. Es de destacar que la ingesta media de vitamina C fue
significativamente mayor en Atausí que en Nusidó pero la fuente principal
fue el plátano, el cual es sometido a largos periodos de cocción lo cual
disminuye la calidad y biodisponibilidad de este nutriente. El consumo de
frutas fue bajo y aunque en la población embera se dispone de guayabos
127
silvestres, no se ingiere casi debido a las creencias culturales que
desaprueban su consumo por parte de la población infantil.
3.4.3.3 Vitamina A
La vitamina A (retinol) se requiere para el funcionamiento normal del
sistema visual, el crecimiento, el desarrollo, la integridad del epitelio
celular, la función inmune y la reproducción. (Food and Agriculture
Organization of the United Nations, World Health Organization, 2001).
3.4.3.4 Calcio
El calcio es responsable de funciones estructurales del esqueleto y los tejidos
blandos, y además participa en la transmisión neuromuscular de estímulos
químicos y eléctricos, la secreción celular y la coagulación de la sangre.
(Weaber, 2003). Las principales fuentes de calcio dietético son la leche, los
lácteos acidificados y los quesos, pero, este nutriente, también se
128
encuentra en algunos tipos de peces, en vegetales y en leguminosas,
aunque los dos últimos alimentos tienen una biodisponibilidad muy
limitada.
3.4.3.5 Hierro
El hierro (Fe) es el metal de transición más abundante en el cuerpo
humano y uno de los más importantes para la vida; en el organismo se
129
encuentra dividido en dos categorías: en la primera se hallan los
compuestos que tienen funciones metabólicas y enzimáticas y los que
forman parte de la hemoglobina, la mioglobina, los citocromos, las
catalasas y las peroxidasas. En la segunda categoría están los compuestos
asociados con el almacenamiento de hierro como la ferritina y la
hemosiderina.
3.4.3.6 Cinc
El cinc es un componente de todas las células y en ellas cumple funciones
reguladoras, estructurales y funcionales, entre las que sobresalen la
participación en muchas metaloenzimas, la estabilización de
macromoléculas, y la interacción con las proteínas nucleares que se unen
para establecer secuencias de genes específicos y regular así la
transcripción. (Cousing, 1997)
El cinc disponible para la absorción proviene de fuentes dietarias y de
secreciones producidas en el páncreas y en la bilis. La biodisponibilidad del
130
cinc de los alimentos depende del origen y puede variar entre 12% y 59%;
por ejemplo el cinc que se encuentra en las carnes tiene mejor absorción que
el que proviene de alimentos de origen vegetal como el maíz, el trigo y las
leguminosas.
En el grupo estudiado se observó que el cinc fue de baja biodisponibilidad
porque provino principalmente de alimentos de origen vegetal, además la
cantidad media ingerida estuvo muy por debajo de la recomendación y la
prevalencia de riesgo de deficiencia en la población embera superó la que se
reportó para la población colombiana. Se destaca que en Nusidó el riesgo
alcanzó al 50% de los individuos y en Atausí al 97%, esta deficiencia puede
alterar el funcionamiento adecuado de todas las células de organismo, lo
cual usualmente pasa desapercibido.
131
4. EVALUACIÓN ANTROPOMÉTRICA DEL ESTADO NUTRICIONAL
4.1 INTRODUCCIÓN
El estado nutricional expresa el grado al cual el organismo aprovecha los
nutrientes ingeridos y puede satisfacer las necesidades de estos para el
crecimiento, la actividad física, el mantenimiento orgánico y un adecuado
cumplimiento de sus funciones. Está condicionado por la disponibilidad
de alimentos, el ingreso, los factores socioculturales y educativos, el
crecimiento, el sexo, el ambiente emocional y el estado de salud; estos
factores pueden dar lugar a una ingestión insuficiente o excesiva de
nutrientes, o impedir la utilización optima de los alimentos ingeridos
(Restrepo, 2000; Figueroa, 2004).
132
alimentaria y nutricional (Ibíd.). Por lo anterior, la del estado nutricional
de los indígenas de Atausí y Nusidó en el municipio de Frontino se realizó
a partir de indicadores antropométricos, resultados que se presentan en
este capítulo.
4.2 METODOLOGÍA
Se usó un diseño descriptivo y de cohorte transversal para una muestra
exhaustiva y sistemática de la población. El estado nutricional de los
indígenas de 0 a 64 años se evaluó por antropometría. Las medidas fueron
tomadas en los tambos, por estudiantes de Antropología entrenados,
según los procedimientos establecidos para garantizar la calidad de los
datos (Restrepo, 2000). Para el peso de niños menores de cuatro años se
utilizó una báscula de colgar, marca Salter con capacidad de 30
kilogramos y precisión de 50 gramos; para mayores de cuatro años y
adultos el peso se obtuvo mediante una báscula portátil digital (TANYTA)
con precisión de 50 g. La longitud de menores de dos años se midió con
infantómetro portátil, y la talla de mayores de dos años se midió con
antropómetro, GPM marca Siber Hegner, ambas medidas con
aproximación al milímetro más cercano. Para garantizar la confiabilidad de
los datos, los investigadores realizaron visitas para controlar la calidad de
las mediciones y los formularios fueron validados diariamente y al final del
trabajo de campo.
133
el superior a 2Z como obesidad. Los valores de peso para la edad,
superiores a 1Z, se clasificaron como exceso.
134
En adultos se considera rango óptimo de IMC a los valores que son
compatibles con la buena salud; por ejemplo, el estudio realizado por la
Sociedad Norteamericana de lucha contra el Cáncer, para hombres y
mujeres, demostró que el rango de 20 - 25 Kg/m2 se asocia con los índices
más bajos de morbilidad y mortalidad, a medida que éste supera los 30
Kg/m2 se incrementa el riesgo de enfermar o morir por problemas
cardiovasculares, de la vesícula biliar, diabetes mellitus e hipertensión.
Cuando el IMC es inferior a 20 Kg por m2 se incrementa el riesgo de
enfermedades respiratorias, pulmonares, gastrointestinales y cáncer de
pulmón. Con base en este tipo de observaciones se ha propuesto el uso
simplificado del IMC en la clasificación del déficit y exceso de peso o en la
predicción del riesgo de enfermar o morir por problemas asociados con la
obesidad y la delgadez en adultos (OMS, 1995; Shetty, P. & Jammes, W,
1994; Klesges, L. et al., 1995; Witinen, E. et al., 1991; Jackson, M., 1993;
Waterlow, J. et al., 1977; De Onis, M. et al.,2006; American Health
Foundation Expert Panel of Healthy Weight, 1994; Canada, Health and
Welfare, 1988). En el presente estudio se utilizó el IMC para clasificar el
estado nutricional de adultos hombres y mujeres de 20 años y más, y se
definieron las categorías de delgadez < 18,5, peso adecuado 18,5 – 24,99,
sobrepeso 25,00 – 29,99 y obesidad > 30 (WHO, 2000).
Se presentan a continuación algunas glosas etnográficas acerca de la
aplicación de la técnica antropométrica en un grupo étnico.
La evaluación antropométrica ha permitido iniciar la reflexión sobre
perspectivas de género y formular inquietudes sobre tabúes embera en
relación con la cultura corporal. No toda la comunidad aceptó en los
mejores términos la medición de sus puntos somatométricos con la técnica
dispuesta para ello pues podrían ver vulnerado su pudor corporal. Un
pequeño grupo de ambas comunidades presentó renuencias frente a la
toma de las medidas antropométricas.
Cabe anotar que un grupo de adultos mayores se rehusó ante la toma de
las medidas antropométricas, ya que consideran que al ser medidos con la
135
cinta métrica se les está presagiando la muerte, pues este procedimiento
simula las medidas hechas por aquellos que seleccionan el tamaño del
traje y el ataúd con que serían sepultados.
Pocos niños fueron renuentes debido a que los pequeños gestos aplicados
por los investigadores como el ofrecimiento de dulces, demostraciones de
afecto y familiarización con el equipo antropométrico no surtieron efecto.
Para la fase de campo en Nusidó, se estandarizó una estudiante de
Antropología para realizar la antropometría de toda la comunidad. En la
fase de campo siguiente, llevada a cabo en Atausí, se estandarizó otro
estudiante, el cual se encargó de tomar las medidas a los hombres
mayores de 10 años, debido a inconvenientes presentados en la fase
anterior entre los hombres embera y la antropómetra.
4.3 RESULTADOS
En total se evaluaron 326 hombres y mujeres indígenas distribuidos en
132 menores de 10 años, 83 de 10-19 años y 111 de 20 años y más. Para
el grupo de menores de 10 años, la prevalencia de desnutrición global fue
de 16% (Tabla 52), la de desnutrición crónica de 68,9% y no se presentó
desnutrición aguda. La mayor prevalencia de desnutrición crónica se
observó en el grupo de 2-5 años con 76,8%, seguido por el de 5-10 con
74,1% (Tabla 53), mientras que la de desnutrición global fue más alta en el
de 0-5 años con 25,8%, seguido por el de 2-5 con 17%. La prevalencia de
desnutrición crónica fue significativamente mayor en Atausí que en Nusidó
(chi2= 7,681 y p= 0,006) y en los niños que en las niñas (chi2= 5,562 y p=
0,018). En la desnutrición global no se observaron diferencias
significativas por sexo ni por localidad.
136
Tabla 52 Estado nutricional según el indicador peso para la edad, niños y niñas de 0-10
años
Exceso de Peso Desnutrición
Edad años peso adecuado global Total
N % N % N %
0–2 2 6,5 21 67,7 8 25,8 31
2–5 0 0 39 82,9 8 17,0 47
5 – 10 1 1,9 48 88,9 5 9,3 54
Total 3 2,3 108 81,8 21 16,0 132
Tabla 53 Estado nutricional según el indicador talla para la edad, niños y niñas de 0-10
años
Talla Desnutrición
Edad años adecuada crónica Total
N % N %
0–2 16 51,6 15 48,4 31
2–5 11 23,4 36 76,6 47
5 – 10 14 25,9 40 74,1 54
Total 41 31,1 91 68,9 132
Tabla 54 Estado nutricional según el indicador peso para la talla, por edad por edad,
niños y niñas de 0-10 años
Edad años Obesidad Sobrepeso Peso
adecuado Total
N % N % N %
0–2 2 6,5 5 16,1 24 77,4 31
2–5 0 0 3 6,4 44 93,7 47
5– 10 0 0 18 33,3 36 66,7 54
Total 2 1,5 26 19,7 104 78,7 132
137
varones de baja estatura con respecto a las mujeres, no hay diferencias
significativas por sexos (p > 0,05), la diferencia es espuria y sólo se
presenta a nivel de una tendencia poco relevante (Tabla 55). La prevalencia
de talla baja fue mayor en Atausí que en Nusidó sin diferencias
significativas (p > 0,05), debido a que la talla baja no se asocia de modo
preferente con una de las dos localidades.
Tabla 55 Estado nutricional según talla para la edad, por sexo, jóvenes de 10-19 años
Talla adecuada Talla baja Total
Sexo N % N %
Masculino 8 17,0 39 83,0. 47
Femenino 11 30,6 25 69,4 36
Total 19 22,9 64 77,1 83
Tabla 56 Estado nutricional según Índice de masa corporal (IMC) para la edad, por sexo,
jóvenes de 10-19 años
IMC Delgadez
Obesidad Sobrepeso adecuado Leve Moderada Severa Total
Sexo para la edad
N % N % N % N % N % N %
Masculino 2 4,3 7 14,9 37 78,7 1 2,1 0 0 0 0 47
Femenino 2 5,6 15 41,7 19 52,8 0 0 0 0 0 0 36
Total 4 4,8 22 26,5 56 67,5 1 1,2 0 0 0 0 83
138
El 54.1% de los indígenas adultos tenía el peso adecuado, y el 45%
sobrepeso leve, sólo se presentó un caso de obesidad. Se encontraron
diferencias muy significativas entre varones y mujeres adultos (χ 2 1gl =
10,66 p =0,001) debido a que el sexo femenino se asocia a mayores casos
de sobrepeso y obesidad que el masculino, mientras que por localidad las
diferencias no fueron significativas (p >0,05). La mayor proporción de
sujetos adultos con sobrepeso y obesidad en Nusidó no es una diferencia
estadísticamente importante entre las dos localidades estudiadas.
Tabla 57 Índice de masa corporal de adultos (20 años y más) por sexo
Sexo Obesidad Sobrepeso Peso
leve adecuado Total
N % N % N %
Masculino 0 0 14 28,6 35 71,4 49
Femenino 1 1,6 36 58,1% 25 40,3 62
Total 1 9,0 50 45,0 60 54,1 111
4.4 DISCUSIÓN
En general la prevalencia de desnutrición crónica de los indígenas
menores de 10 años de las 2 comunidades estudiadas, fue de 68,9%, cifra
5.7 veces superior a 12% reportado para niños de 0-4 años en la encuesta
nacional de nutrición (ICBF, 2005). La desnutrición se presentó en menor
porcentaje en los niños de 0-2 años 48,4%, y pasó a 76,6% en el de 2-5
años y a 74.5% en el de 5-10 años. Se podría hablar de un efecto protector
de la lactancia materna en el grupo de 0-2 años porque que la tendencia
de las madres embera es alimentar exclusivamente los niños al seno hasta
los 6 meses y prolongar la lactancia hasta los dos años. Según Monárrez,
la elevada prevalencia de desnutrición crónica es un predictor de riesgo
que refleja el nivel general de desarrollo de la población. La baja talla
adquirida en los cinco primeros años limita la talla alcanzada en la edad
adulta (Monárrez, 2000), la prevalencia de baja talla en los jóvenes de 10-
19 años fue de 77,1% y los adultos son de muy baja estatura.
139
El comportamiento de la desnutrición crónica muestra un déficit
acumulado de talla para la edad, a medida que el niño se separa de los
cuidados maternos y se le sustituye la lactancia por alimentos de baja
calidad nutricional y entra más en contacto con un ambiente adverso
retrasa el crecimiento, adecua el peso para la talla baja y puede presentar
sobrepeso u obesidad. No se observó prevalencia de desnutrición aguda
(déficit de peso para la talla) en los niños de 0 a 10 años, pero el sobrepeso
fue de 19,7% con mayor prevalencia, 33,3%, en el grupo de 5-10, seguido
por el de 0-2, con 16,1%. El sobrepeso en los jóvenes de 10 a 19 años fue
de 26,5% y en los adultos de de 45%.
La aparente paradoja de prevalencia alta de desnutrición crónica, con
adecuación del peso para la estatura y con sobrepeso, observada en esta
población, es frecuente en comunidades que viven en condiciones de
pobreza, como resultado del proceso de adaptación a las condiciones
ambientales adversas y a una alimentación deficiente en proteínas
(Restrepo, 2006). Según Guimarey y colaboradores, estas curvas de
crecimiento indican que el tipo de alimentación, pobre en proteínas, sobre
todo en los primeros años de vida, provoca incremento de la grasa
subcutánea, deficiencia de la masa muscular y modificación en las
proporciones longitudinales del esqueleto, con acortamiento de los
miembros inferiores (Guimarey, 2006). El consumo de alimentos de los
indígenas estudiados mostró una deficiencia en la ingesta usual de energía
en todos los grupos de edad pero principalmente en las personas que están
en crecimiento; el consumo de proteína se caracterizó por ser insuficiente,
de bajo valor biológico y sin el respaldo calórico no proteico, condiciones que
impiden el cumplimiento de la totalidad de sus funciones.
La prevalencia de desnutrición crónica fue significativamente mayor en
Atausí que en Nusidó (chi2= 7,681 y p= 0,006). Estas diferencias se pueden
explicar porque los factores económicos ambientales son más deficientes
en Atausí. Nusidó tiene mayor alfabetización que Atausí, con diferencias
significativas, el nivel educativo también es mayor en Nusidó. Por tanto
140
Atausí posee determinantes educativos desventajosos respecto a Nusidó
para manejar su seguridad alimentaria y nutricional. La mayor parte de
los hogares de Nusidó presentaban un ingreso bajo que oscilaba en el
rango de $40.000 a $70.000 (57,7%) por hogar y semana, mientras en
Atausí debido a la menor dependencia de una economía monetaria, toda la
muestra estudiada poseía ingresos bajos y muy bajos. Aunque las dos
comunidades presentaron un alto porcentaje de población con deficiencia
en la ingesta usual de energía y proteínas, la población de Atausí presentó
la mayor prevalencia de deficiencia.
En cuanto a la diferencia encontrada por sexo, los niños presentaron más
desnutrición crónica que las niñas (chi2= 5,562 y p= 0,018); otros estudios
han reportado resultados similares (Monárrez, 2000; ICBF, 2005;
Restrepo, 2006). Las razones podrían ser culturales, aunque existen
diferencias biológicas ligadas al sexo como la velocidad media de
crecimiento y la masa muscular que son mayores en los niñas que en los
niños, situación que conlleva a que la tasa metabólica sea superior en los
varones y por ende la ingesta de energía también debe ser más alta en
éstos. Es posible que las madres presten menor atención a la alimentación
de los niños por suponerlos más resistentes y que den preferencia a las
niñas por considerarlas más vulnerables; también podría estar
influenciada esta situación por aspectos relacionados con las actividades o
tareas que desarrollan niños y niñas en la comunidad, que puedan
demandar mayor gasto de energía en los niños. Es importante que en los
estudios se indaguen las causas de las diferencias que se presentan en la
desnutrición crónica por sexo.
El sobrepeso en niños y niñas de 0-10 años lo presentaron las mujeres en
mayor proporción que los hombres y fue más alto en Nusidó que en
Atausí, pero sin diferencias significativas. La mayor proporción de mujeres
adolescentes en sobrepeso y obesidad ocurre por causas no ligadas al azar
y por ello deben buscarse los determinantes biológicos, sociales y de
comportamiento que conducen a esta diferencia nutricional entre varones
141
y mujeres adolescentes. Las causas biológicas deben buscarse en la menor
estatura de la mujer, su composición corporal por mayor porcentaje de
grasa corporal y su metabolismo basal más reducido respecto al varón. Se
debería estudiar si la tendencia al sobrepeso puede encontrarse asociada a
una mayor esperanza de vida al nacimiento y en el primer año, en los hijos
de las jóvenes indígenas con sobrepeso respecto a los hijos de las que
tienen peso adecuado. Se debe demostrar que el sobrepeso no ofrece
ventajas reproductoras en las condiciones de la comunidad o no aumenta
la eficiencia en el trabajo femenino antes de aconsejar que se evite debido
a que no es un nivel de sobrepeso elevado y los casos de obesidad casi no
existen.
142
CONCLUSIONES
143
de los ingresos semanales a la compra de alimentos, aunque resulta ser
insuficiente.
En general la prevalencia de desnutrición crónica de los indígenas
menores de 10 años de las 2 comunidades estudiadas, fue de 68,9%,
cifra 5.7 veces superior a 12% reportado para niños de 0-4 años en la
encuesta nacional de nutrición. La prevalencia de baja estatura en
jóvenes de 10-19 años fue de 77,1% y los adultos son de muy baja
estatura.
La prevalencia de desnutrición crónica fue significativamente mayor en
Atausí que en Nusidó (chi2= 7,681 y p= 0,006). Estas diferencias se
pueden explicar porque los factores económicos y ambientales son más
deficientes en Atausí.
Los niños presentaron más desnutrición crónica que las niñas; las
razones podrían ser sociales, culturales o biológicas. Es importante que
en los estudios se indaguen las causas de las diferencias que se
presentan en la desnutrición crónica por sexo.
El sobrepeso en niños y niñas de 0-10 años lo presentaron las mujeres
en mayor proporción que los hombres y fue más alto en Nusidó que en
Atausí, pero sin diferencias significativas. La mayor proporción de
mujeres adolescentes en sobrepeso y obesidad ocurre por causas no
ligadas al azar y por ello deben buscarse los determinantes biológicos,
sociales y de comportamiento que conducen a esta diferencia
nutricional entre varones y mujeres adolescentes.
En términos generales la dieta de esta población se caracterizó por ser
monótona, baja en frutas, verduras, lácteos, carnes y grasas.
La población indígena presentó un alto riesgo de deficiencia de energía
y de nutrientes que pueden limitar su desarrollo físico e intelectual y su
capacidad de producción.
Los alimentos que prefieren los indígenas son leguminosas, plátano,
maíz, arroz y panela, estos son alimentos importantes en la dieta del
ser humano por su aporte de energía y de nutrientes.
144
Llamó la atención la baja aceptación que tienen de los productos leche
Maná y galleta Maná, mientras que la bienestarina se ha instaurado
más en los hábitos alimentarios, lo cual hace que el gran esfuerzo que
realizan los programas gubernamentales en la distribución de estos
productos tenga un alto costo y un bajo impacto en esta población, sin
embargo ello no significa que los indígenas no requieran los nutrientes
entregados.
Nusidó tiene mayor alfabetización y nivel educativo que Atausí, pero en
general ambas comunidades presentan un bajo nivel en éstos aspectos.
Lo anterior, aunado al saneamiento ambiental deficiente, la dieta baja
en proteínas y energía alimentaria inadecuada, la parasitosis y las
infecciones, que son en última instancia consecuencia de la pobreza,
condicionan la inseguridad alimentaria y nutricional de las
comunidades indígenas en cuestión.
145
RECOMENDACIONES
146
adquisición de alimentos que les permita obtener una dieta adecuada
en cantidad y calidad.
La implementación y/o continuidad de proyectos productivos deben
tomar como unidad básica de aplicación la unidad familiar parentela
para garantizar mejores resultados y mayor efectividad y sostenibilidad
de los proyectos.
En las mujeres gestantes no se deben realizar programas de
complementación que promuevan crecimiento de los fetos por encima
de su capacidad pélvica, ya que esto podría ocasionar mortalidad
materna con graves consecuencias en el entorno familiar. Pero sí es
necesario reforzar los programas de complementación y suplementación
durante la lactancia, para que la madre pueda cumplir con esta
importante función biológica, de esta manera poco a poco se irá
rompiendo el círculo de la desnutrición intrauterina.
Es de carácter necesario y urgente la implementación de programas de
intervención nutricional, en salud y educación para el grupo de mujeres
en edad reproductiva y de niños y niñas entre 0-15 años, pues sin lugar
a dudas representan una mayoría vulnerable que de ser atendida
mejoraría drásticamente el panorama desalentador que muestran las
comunidades de Nusidó y Atausí, considerando además que los efectos
de lo que ocurre durante el período prenatal y los primeros años de vida
pueden durar toda la vida.
147
BIBLIOGRAFÍA
Becerra, G., 2006 “Notas para un posible análisis del rito”, Hojas
Universitarias. No.58, abril 2006. Bogotá.
148
Colanta. Programa de La Gobernación de Antioquia apoyado por Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar. [en línea]. Dic 2007, [citado el 3
diciembre 2007]. <Disponible en Internet: www.colanta.com.co>.
Cooper, G., 2002. “La célula”. Marban SL, 2002; 2da. Ed: p. 97. España.
Eide (1992). Food Security and the right to food in international law and
development. Norwegian Human Rights Institute. University of Oslo.
Norway, pp. 1-45.
149
salud pública. [online]. 2004, Vol. 6, No. 2 [citado 20 Diciembre 2007], p.
140-155. Disponible en la World Wide Web:
<http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0124-
00642004000200002&lng=es&nrm=iso>.
Fleming, A., 2001. “The role of folate in prevention of neural tube defects:
human and animal studies”. Nutr. Reviews, Vol. 59, No.8, p. S13 – S23.
Food and Nutrition Board., 2004. USDA. Hand Book 8. [en línea]
[consultado en febrero de 2004] Disponible en URL:
http://www.hoptechno.com/nightcrew/sante4me/usda19datashape.cfm
150
________ et al., 2002. El mañana que ya entró. La fecundidad en los pueblos
indígenas de Antioquia. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín.
Godfrey, K.; Barker, D., 2000. “Fetal nutrition and addult diseaase”. The
Am. Journ. Of. Clin. Nut., 2000; 71 (suplemento), p. 1344Ss – 1352S.
151
Honstra, G., 2000. “Essential fatty acids in moghers and their neonates”.
The Am. Jour. Of. Clin. Nut., 2000; 71: (suplemento), p. 1262 S- 1269 S.
152
Jackson, M., 1993. “Height, weight, and body mass index of American
Indian schoolchildren, 1990-1991”. J Am Diet Assoc 1993; Vol. 93, p.
1136-40.
153
Mora, S.; Gilsanz, V., 2003. “Stablishment of peak bone mass”. Endocrinol
Metab Cli North Am. 2003; Vol. 32, p. 39 – 63.
Must, A. et al., 1991. “Reference data for obesity: 85th. And 95tb
percentiles of body mass index (wt/ht2) and triceps skinfold thickness”.
Am. J. Clin. Nutri 1991; Vol. 53, p. 839-46.
Pinto, C., 1978. Los indios katios. Su cultura, su lengua. La cultura Katia.
Vol. I. Pastoral de comunicaciones. Medellín.
154
Restrepo, B. et al., 2006. “Estado nutricional de niños y niñas indígenas
de seis y menos años del resguardo Embera-Katío, Tierralta, Córdoba.
Colombia”. Biomédica 2006; Vol. 26, No. 4, p. 517-27.
Shetty, P. & Jammes, W., 1994. Body Mass index. A measure of chronic
energy deficiency in adults. FAO. Roma.
Valencia, E., 2007 Algunas consideraciones del ciclo vital embera eyabida
a través de la experiencia ritual. Trabajo de curso inédito. Medellín.
Vélez, L., 2005. Sólo de maíz vive el hombre. Maíz, causa de la vida.
Colegiatura Colombiana Institución Universitaria. Medellín.
Waterlow, J. et al., 1977. “The presentation and use of height and weight
data for comparing the nutritional status of groups of children under ten
years”. Bull. WHO 1977, Vol. 55, No. 4, p. 489-498.
155
Yip, R., 2003. “Hierro”. En: Bowman B, Russell, Conocimientos actuales
sobre nutrición. Octava edición. Organización Panamericana de la Salud.
ILSI, Organización Mundial de la Salud. Publicación científica y técnica No.
592. 2003; p. 340 -359. Washington D.C.
156
ANEXOS
Anexo 1
157
Anexo 2
RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN
PROYECTO “HÁBITOS ALIMENTARIOS Y ESTADO NUTRICIONAL DE
LA POBLACIÓN EMBERA EYABIDA DEL MUNICIPIO FRONTINO-
ANTIOQUIA”
158
Mayo 31 - Comunidad embera Recolección de información A. Gálvez, L. M.
junio 27 de oibida de Atausí Manjarrés, J.
2007 (Resguardo Murrí- Santa, E.
Pantano). Valencia, J.C.
Higuita, G.
Marín.
Septiembre Comunidad embera Recolección de información A. Gálvez, M.T.
29 – Octubre oibida de Atausí Restrepo y J.
6 de 2007 (Resguardo Murrí- Santa.
Pantano).
Noviembre Comunidad embera Recolección de información J. Santa y E.
19-23 de eyabida de Nusidó y Valencia
2007 cabecera municipal
Noviembre Medellín Organización de los datos A. Gálvez, J.
23 y para la socialización de los Santa y L. A.
Diciembre 1 resultados obtenidos en el Domicó.
de 2007 proyecto con las
comunidades embera.
159
Anexo 3
SOCIALIZACIÓN DE RESULTADOS
PROYECTO “HÁBITOS ALIMENTARIOS Y ESTADO NUTRICIONAL DE
LA POBLACIÓN EMBERA EYABIDA DEL MUNICIPIO FRONTINO-
ANTIOQUIA”
160