Capitulo III Sacramentos
Capitulo III Sacramentos
Capitulo III Sacramentos
CAPITULO III
Mientras los sacramentos son de institución divina, pues los ha instituido el mismo Jesucristo,
los sacramentales son de institución eclesiástica, es decir, los ha creado la Iglesia.
Además, en cuanto a los efectos también hay diferencias. Los sacramentos producen la gracia
“ex opere operato”, o sea, todo sacramento obra, tiene eficacia por el hecho de ser un acto del
mismo Jesucristo; no obtiene su eficacia o valor esencial ni del fervor ni de los merecimientos
ni de la actividad del ministro o del sujeto que recibe el sacramento. En cambio, los
sacramentales obran “ex opere operantis Ecclesiae”, es decir, que reciben su eficacia de la
misión mediadora que posee la Iglesia, por la fuerza de intercesión que tiene la Iglesia ante
Cristo que es su Cabeza. Los sacramentales producen sus efectos por la fuerza impetratoria de
la Santa Iglesia.
Está ante todo la finalidad. Tanto los sacramentos cuanto los sacramentales tienden al mismo
término: la santidad. Los sacramentos producen esa santidad de modo inmediato y directo; los
sacramentales la conceden de modo dispositivo. “Disponen”, dice el número que antes
citamos del Concilio Vaticano II; o sea, preparan, abren camino para recibir la santidad.
También, sacramentos y sacramentales son semejantes en cuanto que unos y otros tienen
valor de signo: significan, simbolizan los efectos que mediante ellos se producen. Sacramentos
y sacramentales buscan santificar las diversas circunstancias de la vida humana, haciendo de
cada una de ellas ocasión para un encuentro del hombre con Dios. Encuentro en que el
hombre le tribute culto y reciba la salvación.
Son, pues, los sacramentales una manera por la cual la Santa Iglesia hace llegar los beneficios
de la Redención a todos los ámbitos de la vida cotidiana, aún a los más modestos, y contribuye
así a realizar la consagración del mundo. Constituyen el lazo entre la vida cotidiana y el ámbito
de la Redención. Extienden a la creación entera la irradiación de los sacramentos como un
testimonio de la dimensión cósmica del misterio pascual. Cubren un amplísimo campo de la
vida litúrgica de la Iglesia.
En pocas palabras, así como los sacramentos se ubican en esos momentos resaltantes de la
vida humana, los sacramentales invaden los momentos cotidianos, humildes, múltiples de esa
misma vida del hombre.
Los sacramentos son de institución divina, los sacramentales son de institución eclesiástica.
Los sacramentos actúan “ex opere operato” (por sí mismos), los sacramentales “ex
impetratione Ecclesiae” (por impetración de la Iglesia).
Los sacramentos son signos de la gracia, los sacramentales son signos de la oración de la
Iglesia.
Los sacramentos tienen como fin producir la gracia que significan, los sacramentales sólo
disponen para recibir la gracia (consiguen gracias actuales) y obtienen otros efectos
espirituales.
Los sacramentos son necesarios para la salvación; los sacramentales, no.
Son las múltiples ceremonias de bendiciones y consagraciones que figuran en el Ritual y en el
Pontifical Romano. Citemos algunas: bendición de las personas, de cosas (medallas, casas,
automóviles, alimentos, etc.), el agua bendita, los exorcismos, la consagración de vírgenes,
dedicación del altar, del templo, de las campanas, etc.
Los sacramentales ocupan un gran lugar en la actividad religiosa de la santa Iglesia y la gente
acude con frecuencia a solicitarlos. Por ejemplo, las bendiciones para determinados momentos
de la vida: mujer que va a dar a luz, viajes prolongados, procesiones, una bendición para un
enfermo, etc.
Así algunos sacramentos, ritos y sacramentales que encontramos en este documento fueron:
Por tanto, la Liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles bien
dispuestos, casi todos los actos de la vida sean santificados por la gracia divina que emana del
misterio pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, del cual todos los sacramentos
y sacramentales reciben su poder, y hace también que el uso honesto de las cosas materiales
pueda ordenarse a la santificación del hombre y alabanza de Dios.
Introducido en los ritos de los sacramentos y sacramentales, con el correr del tiempo, ciertas
cosas que actualmente oscurecen de alguna manera su naturaleza y su fin, y siendo necesarios
acomodar otras a las necesidades presentes, el sacrosanto Concilio determina los siguiente
para su revisión:
Catecumenado
La costumbre de bautizar a los niños desde pequeños se remonta a los primeros siglos de la
Iglesia católica, ya que el hombre nace manchado por el pecado original y necesita un nuevo
nacimiento con el bautismo para recibir la Gracia de Dios.
En lugar del rito llamado "Ordo supplendi omissa super infantem baptizatum", prepárese otro
nuevo en el cual se ponga de manifiesto con mayor claridad y precisión que el niño bautizado
con el rito breve ya ha sido recibido en la Iglesia. Además, para los que, bautizados ya
válidamente se convierten a la religión católica, prepárese un rito nuevo en el que se
manifieste que son admitidos en la comunión de la Iglesia.
Conviene que la renovación de las promesas del bautismo preceda a la celebración del
sacramento. La confirmación puede ser administrada, según las circunstancias, dentro de la
Misa. Para el rito fuera de la Misa, prepárese una fórmula que será usada a manera de
introducción.
La primera es la contrición del corazón, a la que toca dolerse del pecado cometido con
propósito de no pecar en adelante. La segunda es la confesión oral, a la que pertenece que el
pecador confiese a su sacerdote íntegramente todos los pecados de que tuviere memoria.
Revísense los ritos de las ordenaciones, tanto en lo referente a las ceremonias como a los
textos. Las alocuciones del Obispo, al comienzo de cada ordenación o consagración, pueden
hacerse en lengua vernácula. En la consagración episcopal, todos los Obispos presentes
pueden imponer las manos.
Si en alguna parte están en uso otras laudables costumbres y ceremonias en la celebración del
Sacramento del Matrimonio, el Santo Sínodo desea ardientemente que se conserven.
El propósito del matrimonio sirve no solo al cuidado de los hijos, sino también a la comunión y
el bien de la pareja
Sean muy pocas las bendiciones reservadas y sólo en favor de los Obispos u ordinarios.
Provéase para que ciertos sacramentales, al menos en circunstancias particulares, y a juicio del
ordinario, puedan ser administrados por laicos que tengan las cualidades convenientes.
La profesión religiosa
El rito de la consagración de Vírgenes que forma parte del Pontifical romano. Redáctese,
además, un rito de profesión religiosa y de renovación de votos que contribuya a una mayor
unidad, sobriedad y dignidad, con obligación de ser adoptado por aquellos que realizan la
profesión o renovación de votos dentro de la Misa, salvo derecho particular. Es laudable que
se haga la profesión religiosa dentro de la Misa.
El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido pascual de la muerte cristiana
y responder mejor a las circunstancias y tradiciones de cada país, aun en lo referente al color
litúrgico.