Elemento Tierra
Elemento Tierra
Elemento Tierra
Veamos el perfil del elemento tierra para entender que tantas ventajas y desventajas
nos presenta para no perder el control. Sólo conociendo al enemigo y sus debilidades, así
como tus habilidades y tus dones será más fácil predominar en la guerra.
La tierra es un elemento pesado, estable, estático, siempre presente que nos da una
base, y es el que al definir nuestro territorio, nos provee seguridad. La tierra en sus
diferentes presentaciones como piedra, roca, arena, etc., nos sirve como material de
construcción, característica que ni otro elemento posee.
No es como el fuego, que se dirige siempre hacia a ni como el agua, que va siempre
hacia abajo, y menos como el viento, que se mueve de un lado a otro. Este elemento es fijo,
estático y tranquilo.
El hombre que posee altas dosis de este elemento, en su lado negativo será una
persona inactiva, floja, perezosa, y a pesar de que vea muchos dones y minerales valiosos
escondidos en su interior, no tendrá la motivación para buscarlos y extraerlos, y menos aún
de desarrollarlos. Por ser así, es normal que los demás la pisoteen y se quede metida en la
cama por flojera, sintiendo el desprecio y la soledad; luego la tristeza la invade hasta poder
llegar a provocarle un "terremoto" emocional depresivo.
El Midrash (Bamidbar Rabá 19:3) nos cuenta que después de la creación, Dios
exhibió los animales ante el ser humano y para demostrar su sabiduría a los ángeles, le
pidió que pusiera nombre a todos los animales. El hombre con una inteligencia superior, dio
a cada animal un nombre que, en hebreo, encierra toda la característica del animal en las
letras que componen esa palabra. Al final, Dios le preguntó: "Y tú, ¿cómo te llamarás?", a lo
que el hombre respondió: "Adam, porque provengo de la Adamá, tierra".
Si el humano ya se había dado cuenta de que poseía dones con los que no
contaban los demás seres: inteligencia, alma, habla, etc., ¿por qué no se puso un nombre
basado en estas características para destacar esos dones y eligió el elemento tierra como
origen de su propio nombre?
La respuesta nos abre el camino para conocer uno de los más graves problemas
que podemos enfrentar en la vida: la f-l-o-j-e-r-a, que nos hace perder tiempo de vida y los
múltiples dones que podemos llegar a poseer y no desarrollamos. Por eso el primer
humano, el padre de todos nosotros nos trasmite: "Sé que tengo el don de la palabra
proveniente del elemento viento y puedo hacer mucho con él. Sé que tengo el don de la
energía espiritual en mi alma proveniente del elemento fuego. Sé que para disfrutar de la
vida cuento con sabiduría proveniente del elemento agua. Pero todo eso se desaprovecha
por culpa del elemento tierra, el que nos deja estáticos, cómodos, estancados y pegados a
la tierra. Y no sólo vinimos de la tierra y regresaremos a ella, sino que lamentablemente, en
el ínterin también vivimos con tierra-flojera. Por eso me llamé Adam, para recordarme
siempre el defecto de la flojera que me impide desarrollar mi grandeza”.
El Rey Salomón escribió muchos versículos sobre la pereza, lo que demuestra que
la consideraba uno de los principales problemas que puede llegar a sufrir el hombre y lo
lleva a desaprovechar las maravillosas oportunidades que le presenta la vida. Como dijo en
Mishlé (26:14): "Al igual que la puerta gira sobre su eje, así el flojo gira en su cama". Cabe
preguntar: ¿no encontró el Rey Salomón otra cosa que gire para comparar al flojo con la
puerta? La respuesta es que él versículo nos insinúa lo dicho anteriormente: muchas
puertas en la vida pueden abrirse, pero el flojo prefiere quedarse dormido y desaprovechar
la oportunidad. Y por eso en el versículo siguiente dice: "Aunque la mesa esté servida, le da
pereza hasta alzar la cuchara a su boca". De nuevo, el mensaje: la mesa de la vida está
servida con todos los manjares, pero él flojo ni siquiera hace el esfuerzo de tomarlos.
Por ello en el capítulo 24:30 dice: "A un lado del campo de un flojo pasé y vi que
estaba lleno de espinos, árido, abandonado y el muro de piedra destruido. Me detuve, lo
observé, tome la moraleja y la guardé en mi corazón, concluyendo vida se necesita soñar
menos y adormecerse menos los brazos, ya que esto te causará pobreza en todos los
ámbitos de tu vida". Al respecto hay un dicho: “La pereza viaja tan despacio que la pobreza
no tarda en alcanzarla".
Por eso el Rey Salomón nos aconseja: "Observa a la hormiga, flojo, observa su vida
y sé inteligente. Mira cómo aunque no tiene policía ni capataz, trabaja con diligencia en el
verano para almacenar y tener comida en el invierno” (Mishlé 6:6).
Esta fábula nos da la moraleja de la vida: el verano hace alusión a la vida en la que
el cuerpo está caliente; y el invierno no alude a la muerte, ya que en ésta el cuerpo ya se
enfrió. La enseñanza es que debemos trabajar incansablemente en “los días de verano" en
este mundo e ir almacenando y preparando nuestra casa en el Mundo Venidero, para no
sufrir el “invierno”.
Acudieron a rabinos y legisladores de la ley para ver de que " forma se podía hacer
una excepción y cumplir el único y extraño deseo de su padre. Sin embargo, la legislación
era muy clara: "No hay excepciones con ninguno. Lamentablemente no entendemos qué
quería su señor padre, pero tampoco podemos cumplir su petición".
Decepcionados y confusos, enterraron a su padre sin ese calcetín, y con ansiedad
esperaron que pasaran los siete días para abrir la segunda carta. Cuando terminó el plazo y
abrieron el documento, el mensaje que aparecía allí aclaró todo:
"Hijos, les dejé como herencia miles de millones de dólares, pero no olviden nunca
que ni un calcetín me pude llevar”.
La vida es corta y pasa rápido. Debemos dominar el elemento tierra y no dejar que
su característica de la flojera nos controle.
La Tristeza
Cuando la serpiente-el ángel S'M llegó y les ofreció un fruto que tendría un efecto
secundario: "Serán como Dios” frase muy tentadora para los flojos— no dudaron en
tomarlo.
Por eso Dios dijo a Adam y Javá: "Ya que el ocio y el aburrimiento te llevaron a
pecar, ahora saldrás a la tierra y la trabajarás incansablemente para conseguir el alimento
con tu sudor. Y tú, mujer, estarás ocupada trabajando por tu hogar y tu descendencia. Eso
los ayudará a no caer en el aburrimiento que lleva a la tristeza, sino que les dará ocupación
y agilidad que les traerán satisfacción y alegría".
En la dimensión del Rémez esto significa lo siguiente: el elemento tierra, así como
fuimos desarrollándolo, hace alusión a la tristeza y cuando el hombre cae en ella, lo hace
vulnerable al yétzer hará, el instinto del mal, que prácticamente aprovecha su desánimo
para hacerlo pecar.
El talón insinúa tener el ánimo por los suelos y la cabeza al ánimo elevado. Por ello
Dios dijo al ángel S'M, para que el ser humano sepa que cuando se sienta con el ánimo en
el piso, pisoteado como la tierra, ahí aprovechará la serpiente para comerse al hombre-
tierra. Pero cuando éste, a pesar de todo, se anime y levante cabeza, vencerá a la
serpiente. Es decir, el modo de trabajar del yétzer hará, el instinto del mal, es rebajándonos,
dándonos a entender que de nada servirá lo que hagamos, que nuestra falla, nuestro
pecado o nuestra adicción son tan grandes que, aun cuando trabajemos, no lograremos
superar el desánimo. Es como si nos dijera: "Ya que están en el hoyo, ¡sigan ahí!".
Este mensaje Dios lo repitió a Caín, al hijo de Adam y Javá. Después de asesinar a
su hermano Hébel, le dijo: "¡Por qué estás triste y cabizbajo?". La pregunta no se entiende.
Si acaba de matar a su hermano, obviamente que estará triste y decaído. Pero Dios sabe lo
que dice y reclama: "No importa que tan bajo caíste en tu vida. Lo más importante ahora es
poner un límite para que no se convierta en una caída libre. Mejor reflexiona, arrepiéntete,
arregla el error, pide perdón, lugar de dejarte caer en la depresión, porque esto será peor,
pues te llevará a darte por vencido y a cometer más y pecados", como lo dice el versículo
siguiente: "Si te animas, mejorarás; y si no, a la vuelta, en la puerta, te espera el siguiente
pecado" (Bereshit 4:7).
Con esto Dios nos enseñó: "Incluso si acabas de cometer un asesinato, más te vale
animarte para no caer en tristeza depresiva y lo que ésta acarrea. Tanto más ante cual
pecado, error o falla que puedas cometer en tu vida: no debes permitir que tu ánimo caiga
hasta los talones". Como dijo el Rey Salomón: "Siete veces caerá el justo y se levantará"
(Mishlé 24:16); es decir, la grandeza del sabio consiste en que a pesar de las caídas logre
levantarse de nuevo.
Reparando la Tierra
Como ya vimos en los elementos anteriores, para poder combatir su efecto negativo
debemos irnos al extremo contrario. En el caso de la flojera, es la agilidad.
La ganancia de la persona ágil es que vive más que demás. Lo explicaré: la hora
tiene 60 minutos; no más. El día tiene sólo 24 horas, y cada semana está compuesta de
siete días. Es decir, no puedes agregar más minutos a la hora o días de la semana. Pero sí
puedes convertir los 60 min en 80 o 100, dependiendo de cómo los aproveches y que tan
ágil, rápido y bien hagas las cosas.
Un ejemplo simple: el día del flojo comienza levantándose tarde, se arrastra con los
ojos entreabiertos y se viste con lentitud; su desayuno es lento y pesado; se le pasa la
mañana y entra la tarde fantaseando y ensimismado; quizá trabaje un poco y despacio;
espera a que llegue la noche para sentarse frente a su computadora o televisión para pasar
el tiempo y aguardar que llegue la hora de dormir con los ojos cerrados, después de haber
vivido un día adormilado con los ojos abiertos.
Sin embargo, el ágil, para quien también pasaron las 24 horas, se levantó temprano
con agilidad, se arregló sonriente y caminando alegremente se fue a rezar; desayuno
empezó un día fructífero, lleno de reuniones, trabajo, deporte, comunicación, estudio,
amigos, familia, compromisos, etc., etc, y tuvo tiempo para todo eso y más. Para los dos
transcurrió un día, pero el ágil vivió dos en uno.
Esto nos enseña que, después de 120 años, sobre la lápida se indicará la cantidad
de años vividos, pero no la calidad de ese tiempo.
El ágil valora el tiempo y entiende que un tercio de su vida lo usa en dormir, y esto,
aunque sea muy agradable, no le da ganancia. Quitemos los años de la niñez, hasta que
maduramos y empezamos a entender la vida. Sumemos los años de la vejez, cuando ya
cualquier tarea representa una dificultad ¿Qué nos quedó de vida?
Y para conectar esto con los elementos que hemos mencionado, es interesante
notar que comenzamos nuestra vida con el elemento tierra, ya que como bebés estamos
normalmente dormidos, estáticos y llorando.
Al crecer un poco, inicia su función el elemento viento que de niños nos hace correr
de un lado a otro, montar bicicleta, saltar; hasta parece que somos incansables como el
viento.
Crecemos un poco más y llega el turno del elemento agua, cuando corremos a
satisfacer nuestros deseos a través de placeres y goces.
Finalizamos de nuevo nuestro ciclo con el elemento tierra, donde la vejez representa
la tranquilidad, la estabilidad, la seriedad, incluso un poco de tristeza y quejas. Ahora
entendemos, en otra dimensión, el versículo que dice: "De la tierra vienes y a la tierra
volverás", que hace alusión a la niñez y a la vejez, ambos periodos dominados por el
elemento tierra. Así, lo que nos queda por vivir de una manera fructífera, ágil y bien
aprovechada, son los años que están en medio, ya que si vienes de la tierra y viviste
dominado por el elemento tierra (flojo, triste, etc.) y acabaste como tierra, ¿para qué viniste
a la Tierra? El ágil valora el tiempo. Y como dicen:
Si quieres conocer el valor de un mes, pregunta a una mamá cuyo bebé nació a los
seis meses.
Por ello la reparación de la flojera es justamente descubrir los tesoros escondidos detrás
de cada cosa, como lo manifiesta la tierra. Si crees que tu campo es un terreno simple no te
esforzarás en trabajarlo. Pero si descubres que en su interior hay una mina de diamantes,
excavarás con agilidad y sin descanso.
Como vimos en los elementos anteriores, se necesita de los elementos opuestos para
equilibrarse. Normalmente el elemento tierra es el que equilibra a los tres primeros: el fuego
del orgullo se balancea con el contrapeso de la tierra humilde; la volatilidad del viento se
controla con la estabilidad de la tierra, y las barreras y fronteras que ésta representan
ayudan a controlar la marea de adicciones provenientes del elemento agua. Así sucede en
la realidad: con la tierra se apaga la fogata, con construcciones de tierra y piedras limitamos
las tormentas del viento, y con diques hechos de arena limitamos y controlamos la corriente
del agua.
Esta vez las características negativas del elemento tierra necesitan de los otros tres
elementos para equilibrarse. Es por ello que el flojo debe incrementar la llama del fuego que
está en él, aspirar a lo alto, motivarse, soñar en grande. Y posteriormente, agregar a la
receta un toque del elemento aire que le dará la agilidad para correr a realizar esas metas,
agregando el toque importante del elemento agua que le ayuda a gozar de lo que hace,
llenándolo de sonrisas y vida. Y por supuesto, conservando la estabilidad del elemento
tierra, con las fronteras y las barreras que éste representa, podrá el flojo convertirse en una
persona más equilibrada.
No en vano el gran legislador de las leyes judías, el Tur, decidió iniciar su obra con las
siguientes palabras: "Sé atrevido como el tigre, rápido como la gacela; vuela ágil como el
águila y sé fuerte como el león" para servir a Dios. Y solo después empezó con las listas de
leyes y obligaciones que tiene la persona para con Dios y para con ella misma como
diciéndonos: "Sólo si eres ágil cumplirás todo esto bien en cantidad y calidad, ya que no
esperarás que las mitzvot, los preceptos, te lleguen, sino que correrás hacia ellos.
Obviamente esto lo lograrás únicamente cuando des a cada precepto el valor tan grande
que en realidad tiene, sabiendo que proviene de la fuente divina, y comprobaras que cada
halajá es una alhaja, con la cual adornarás tu Mundo Venidero".
Este patrón te servirá para cualquier objetivo en la vida, donde entender la importancia
del objetivo y tener la ambición para alcanzarlo te hará más ágil. Sueña con una causa
lujosa; aspira a cambiar tu coche viejo; mentaliza que debes proporcionar el día de mañana
a tu esposa e hijos una buena vida económica. Estas metas no son malas; son necesarias
para que madrugues, trabajes, te muevas y corras a tener calidad de vida.
Con esta forma de pensar terminarás viviendo bien en este mundo y en el Venidero, y
no siguiendo el camino del grillo, de no hacer nada en el verano y sufrir en el invierno.
¡Se alegre!
La tristeza es una ramificación negativa del elemento tierra; es muy negativa y hasta
puede llegar a ser peligrosa al provocarnos ser personas encerradas y amargadas hasta
caer en la depresión, e incluso en su mayor extremo puede llevarnos a decidir quitarnos la
vida. Por eso esta ramificación requiere de mayor atención, dada su importancia y
gravedad.
Ni hablar de ilusionarlos con los celulares, los aviones, las computadoras con internet y
mucho más. Seguro nos dirían: "Si eso sucediera algún día, debería llamarse la era
mesiánica. Y seguro la gente que viva en esa época dorada tendrá una sonrisa constante y
estará alegre, ya que tendrá todo”.
Y aquí estamos nosotros, viviendo esa época. Sin embargo, me atrevo a dudar de
quiénes estaban más alegres, ellos o nosotros. Tenemos todo y no apreciamos nada, pues
en lugar de alegrarnos con lo mucho que tenernos, nos amargamos por lo poco que nos
hace falta.
No importa lo que el mundo, la vida o la tecnología nos den, siempre nos sentimos
inconformes porque vemos el punto negativo de la vida y nos ocupamos en ver qué más
“necesitamos", en lugar de apreciar lo que ya tenemos.
La regla del vaso medio lleno o medio vacío es la siguiente: en nosotros mismos vemos
la mitad vacía, lo que nos falta, y en el prójimo vemos la mitad del vaso lleno que él tiene.
Vivimos con la sensación de que el jardín del vecino es más verde. Pero olvidamos que si
ese jardín es más verde es porque tiene debajo mucho abono (imagino que saben de qué
está hecho: excremento y basura). Así es la vida de muchos que envidiamos por tener
muchos "verdes". Olvidamos que debajo de esos "verdes" hay problemas, carencias y
tristezas que no quisiéramos tener.
Dejemos de amargarnos la vida. Veamos el mundo en su lado positivo. Usemos frases
motivadoras: "La vida es bella", "Gracias a Dios todo está bien", "Dios sabe bien todo lo que
hace", "No hay mal que por bien no venga".
Relatan que hubo una vez un hombre qué trabajaba muy duro como aguatero.
Temprano por la mañana iba al rio y llenaba sus dos cubetas con agua, para después subir
por un campo árido hasta la ciudad, donde la vendía y con dinero mantenía a su familia. La
cubeta que llevaba en su mano izquierda ya estaba vieja y desgastada, e incluso tenía una
pequeña grieta que causaba que de camino a la ciudad el agua goteara por esa fisura. Un
día la cubeta dijo al aguatero: la verdad, creo que ya tienes que tirarme. Ya no sirvo. La
cubeta de la derecha es fuerte, está nueva y sellada. Pero yo, en cambio, mira cuánta agua
tiro camino a la ciudad. Mejor deséchame. Ya cumplí mi ciclo". El aguatero volteó a decirle:
“Cubeta, cubeta... En la vida las cosas nunca son perfectas y siempre hay que ver el lado
positivo. Sí, es verdad que pierdo algunas gotas de agua mientras camino. Pero observa:
con esas gotitas, el lado izquierdo de mi camino se ha llenado de flores que tú riegas sin
querer cada día. Además de darme un agradable paisaje mientras cargo el agua, y un
delicioso aroma que me anima, me llevo cada día dos flores para mi querida esposa. Y la
sonrisa que ella me regala vale mucho más que las gotas de agua que se pierden".
El rabino Yejiel Yaacobson, uno de los grandes educadores de Israel, relata que en
cierta ocasión hizo un pequeño experimento, con el objetivo de ofrecer a sus alumnos una
gran lección para la vida. En un colegio dijo a los estudiantes: “Por portarse mal, mañana
caminarán tres kilómetros en el campo que está fuera de la ciudad". Y a otro grupo en otra
escuela dijo: "Por portarse bien, mañana saldremos a pasear y caminaremos como tres
kilómetros fuera de la ciudad”. Al día siguiente, en la misma senda, caminaban los dos
grupos. Los que estaban molestos y se quejaban de que no merecían ese castigo, decían:
"Es un severo castigo esta aburrida caminata bajo el sol". Los del otro grupo caminaban
alegres y sonrientes por el premio que se les había dado. Gozaban del aroma de las flores,
el canto de las aves y de los rayos calurosos del sol.
La moraleja es muy obvia: muchas veces nos toca vivir el mismo camino; algunos lo
disfrutan y otros echan chispas. Un ejemplo típico podría ser un vuelo trasatlántico donde
algunos se la pasan quejándose por el incómodo, el reloj que parece no avanzar, el vaso de
agua que se derramó por una pequeña turbulencia, etc., y otros se la pasan maravillados
ante lo afortunados que son de llegar de un extremo al otro del mundo en unas cuantas
horas, cuando hasta hace relativamente poco las travesías eran de meses y estaban llenas
de peligros, y no había pequeñas turbulencias sino grandes tempestades que provocaban
mareos y vomito; y los asientos no eran de cuero ni cómodos, sino bancas de madera o
metal que llenaban el cuerpo de ampollas.
De nuevo, dos personas en el mismo vuelo, una con cara larga y la otra con una
sonrisa. Así es la vida. En la misma senda, unos deciden sufrir y otros pasarla bien.
En el libro Beayn Yehudit leí cómo el pensamiento ayuda a hacer agradable cualquier
labor. Trae el ejemplo de dos cocineras que trabajaban en el ejército de la nación. Una
pensaba sólo en el sueldo y que llegara el fin de mes para cobrar, y la otra pensaba
constantemente en dar comida, fuerza y animo a los soldados que defienden al país. Las
dos están pelando papas, pero una con cara seria, y la otra, alegre.
Decidamos actuar con inteligencia: de cualquier manera tenemos que vivir el día como
se presente; entonces, ¡pasémosla bien! Cuando mi hijo después de unas vacaciones
pronunció una frase que quizá cada uno de nosotros expresó alguna vez de niño: "Qué
flojera regresar al colegio", yo le dije “Hijo, no tienes opción de ir o no ir. Debes ir. La única
opción que tienes es decidir si lo disfrutas o te amargas. Mi consejo es: si igual vas a ir,
gózalo. Disfruta de tus amigos, aprecia la información y la formación que te dan. Además de
esto hará que el tiempo se te pase rápido, al final también habrás gozado y habrás obtenido
buenas calificaciones herramientas para la vida".
Dice el Gaón de Vilna: "Cualquier problema que sobrevenga a la persona, sólo con
alegría podrá combatirlo". Profundizando en este dicho de una de las personas más sabias
que ha conocido la humanidad en general, y el pueblo judío en particular, vemos cuán cierto
es, ya que la persona triste camina con los ojos apagados, la boca cerrada, sin hablar
mucho; a través de la nariz realiza respiraciones cortas y camina encogida en sí misma.
Este cierre físico provoca que también la mente se cierre, se encoja, se opaque y se
bloquee. E incluso si a esta persona se le presentan oportunidades de pareja, de negocios,
etc., no las podrá ver ni analizar; no se abrirá al cambio.
Sin embargo, el alegre va por la vida con los ojos abiertos y llenos de luz, la boca
abierta y llena de risas; su respiración es profunda y llena así de oxígeno a su cerebro, lo
abre, amplía su visión y agiliza las conexiones neuronales, proveyéndole ideas, sabiduría y
alegría.
También en el ámbito del trabajo y la manutención, la alegría provoca que uno trabaje
mejor, y sabemos que un vendedor sonriente vende mejor. Este concepto se encuentra una
famosa historia. Relatan que había una vez un pobre cuya situación económica era tan
mala que iba a trabajar con mente cerrada, cara larga y corazón amargado. Por trabajar así
trabajaba mal; por trabajar mal, le pagaban menos; por pagarle menos, se sentía más triste;
por estar más triste, trabajaba peor; por trabajar peor, le pagaban menos, y así
sucesivamente. Se hundió en un círculo vicioso e iba de mal en peor.
Un día se encontró con él un hombre que al verlo le dijo: “Quiero ayudarte a salir de tu
pobreza. Te regalo este lingote oro. Sólo te pido que cumplas una condición: guárdalo y no
lo uses, excepto en caso de extrema urgencia". El hombre llegó a su casa con una sonrisa;
excavó y guardó bien profundo en la tierra su lingote de oro. Después salió a trabajar con
gran alegría y emoción. Trabajó así y trabajó bien; trabajó bien, le pagaron más; le pagaron
más, se alegró más y trabajó mejor. Así, mejoró en un círculo progresivo y logró salir de la
pobreza llegando a ser millonario, con muchos lingotes de oro en el banco.
Controlar la Humildad
Como vimos en cada elemento, también la ramificación positiva debe ser controlada
y administrada, como la Torah en el elemento fuego, el rezo en el elemento aire y la bondad
en el elemento agua. De la misma manera en el caso del elemento tierra, la ramificación
positiva de la humildad que éste posee debe ser limitada.
Aunque en muchos escritos, desde el Pirké Abot hasta Maimónides, aclaran que en
el caso de la humildad la persona puede hacer más de lo normal y tratar de ser muy
humilde, hay que tener cuidado con el exceso y no caer en el desprecio por parte de los
demás, la baja autoestima y la humildad negativa.
Pese a que ya tocamos un poco de esto en el capítulo del elemento fuego,
ampliaremos este punto para establecer los límites de la humildad.
En la Toráh se relata que Dios fue con Moshé para ofrecerle el liderazgo y ser el
salvador que sacaría al pueblo de Egipto. En ese encuentro en la zarza, Moshé se niega y
se considera no apto ni digno para hacerlo, y ofrece como una alternativa a su hermano
Aharón para que él sea el salvador. Esta discusión tarda siete días, hasta que Dios se
molesta con Moshé y le quita el sacerdocio, diciéndole: "Pensé en darte a ti y a tu
descendencia el honor de ser los sumos sacerdotes. Pero debido a tu exceso de humildad,
te lo quito y se lo doy a tu hermano Aharón".
Él versículo (Shemot 4:14) se expresa con dureza y dice: “Y se enojó contra Moshé".
Cabe preguntar: ¿por qué enojarse y castigar, si al fin y al cabo se trata de una cualidad tan
deseada como la humildad? La respuesta es que a Dios le gusta la humildad, pero no
cuando ésta impide a la persona crecer, triunfar, asumir grandes tareas, y que en lugar de
convertirse en un gran líder continúe como un simple pastor.
Hay que notar que Dios no le reclama: "No pienses", sino 'No digas", lo que hace
una diferencia muy grande, ya que cuando la persona saca por su boca frases, éstas
terminan por convencerla de que así es. Por eso quien dice: "No valgo”, “No puedo", "No lo
lograré", "No es para mí", etc., está causando que estas palabras lo bloqueen y sin importar
que dones posea, son neutralizados con estas sentencias.
También el rey Shaúl perdió su reinado porque reconoció que, aun cuando Dios le
había ordenado que no tomaran ningún botín en la guerra contra Amalek, el pueblo no
obedeció debido a su extrema humildad, no impuso su autoridad y cedió.
De nuevo vemos cómo todo en la vida necesita un límite incluso la valiosa cualidad
de la humildad. La Toráh, cuando habló de Moshé, escribió anav ("humilde") sin la letra no
por error ortográfico, sino para insinuarnos que hay una humildad negativa, ya que sin la
letra yud las letras restantes conforman la palabra avón ("pecado"), para enseñarnos que
hay una humildad prohibida.
El Equilibrio
Como ya sabemos, lo ideal no está en los extremos. No debe ser uno flojo ni
hiperactivo, ni triste ni burlón, sino tratar de encontrar el equilibrio en todas las cualidades y
usarlas en las áreas correctas. La flojera puede tener ventajas y la agilidad desventajas.
Hay que ser flojo para hacer el mal y tener cuidado de no ser ágil para la maldad.
En este ritual se pedía perdón a Dios por haber sido ágiles para el mal y flojos para
el bien, y haber usado incorrectamente la sangre y la grasa, prometiendo que a partir de ese
dia utilizaríamos las dos fuerzas con equilibrio, dominio y canalización hacia las áreas
correctas.
Además, el equilibrio del ser humano consiste en combinar el cielo y la tierra, entre
el elemento fuego-cielo-ambiciones-espiritualidad y el elemento tierra-materialismo-acción-
cuerpo.
Ambos extremos no son uns forma de vida. No podemos llorar todos los días por
nuestros pecados y andar encogidos envueltos en el talít dia y noche, ni tampoco salir a
bailar y a chocar vasos diciendo Lejáim en todo momento. Estos son dos polos al principio
dl año para marcar los limites. Y ahora te toca vivir el equilibrio entre los dos.
Hablamos antes del invierno que nos encoge y nos encierra en nuestros abrigos de
vida. Nos tapa el maravilloso cielo con nubes grises y oscuras. Hace caer las bellas hojas
de los árboles que nos adornan el paisaje. Y sus tormentas, lluvia y nieve nos encierran en
la casa y en nosotros mismos. Sin embargo, en el otro extremo, están los días calurosos del
verano, que nos desvisten y nos hacen correr en las playas, tomar el sol y reírnos de la
vida, tomando en cuenta todos los riesgos espirituales y morales que esto acarrea.
Podemos decir que el invierno es el símbolo de Lilith y el verano el de Majalat, y ambas
deben estar bajo nuestro control.
Cada extremo es necesario, pero no hay nada mejor que vivir una primavera
equilibrada.
Epilogo Elemental
Cuando Dios creo el mundo puso en el diferentes criaturas; sin embargo, la corona
de la Creación es el ser humano. Es un malabarista que debe saber jugar con los cuatros
elementos y tener cuidado de que ninguno de éstos lo controle, a diferencia de los ángeles,
que están hechos, como dijeran nuestros Sabios, de fuego y aire, basados en el versículo
de Tehilim (104:4): "Hace a sus ángeles de aire y a sus emisarios celestiales de fuego", y no
tienen ninguna necesidad ni obligación de combinarlos ni de adquirir los elementos
opuestos, como la tierra y el agua.
Por otro lado, la fauna está hecha especialmente de los elementos bajos, la tierra y
el agua, y no tiene ninguna obligación de complementarse con los elementos altos, como la
energía espiritual del fuego, ni con el don de la palabra ni con las ideas provenientes del
elemento aire. Sin embargo el ser humano une a todos éstos y tiene que saber combinarlos
correctamente.
Esto se refleja en la letra más importante del abecedario hebreo, la vav, que equivale
en español a la letra “y”, de conjunción, la letra que vincula y une las cosas. Dios creo el
Cielo y la tierra e hizo al ser humano para que los una. Por eso la forma física del ser
humano se parece a la letra vav.
Y por otra parte, recalcamos que a pesar de las fantasías del fuego y la volatilidad
del viento, nos dominamos y construimos nuestro castillo de arena, sólido y permanente.
Por esta razón los cuatro elementos están representados el cuerpo humano de la
siguiente forma: el corazón es caliente como el fuego, los pulmones están llenos de aire, la
sangre fluye como un río de agua, los huesos son "rocosos" y la piel arenosa como la tierra.
Pero por encima de todo se halla el rey-cerebro, insinuándonos así cómo debemos controlar
y reinar sobre nuestros cuatro elementos.
Por eso, en la sagrada Toráh se nos relatan los acontecimientos previos a la entrega
de la Toráh en el Monte Sinaí, cuando parte de la humanidad recibió cuatro castigos,
justamente basados en los cuatro elementos: el diluvio fue aplicado por medio del elemento
agua; la torre de Babel, cuando fue dispersada la humanidad por todos los continentes y se
les cambió el idioma, fue por medio del elemento aire; Sodoma y Gomorra, que fueron
arrasadas con fuego el territorio de Egipto, que hace alusión al elemento tierra, sufrió las
diez devastadoras plagas.
La persona fue comparada con un árbol, que para crecer, sabe combinar los
diferentes elementos: echa raíces a fin de aferrarse a la tierra firme y extraer de ella el
valioso elemento agua. En su parte superior, el árbol hace crecer ramas para captar la
energía del fuego solar y abrir sus hojas para respirar el aire. Pero la parte fundamental en
el árbol, al igual que en el hombre, es el tronco, con forma de la letra vav, que une las raíces
con las ramas y cada uno de ellos con sus respectivos elementos para justamente producir
sus frutos de vida dulces y jugosos.