Cap 48

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Capítulo 48

La Actualización de la Justicia

Los Dos Decretos sobre la Justicia Divina


154C-Ahora bien, el decreto divino que determina la naturaleza del atributo de amos
es el mismo que constituye la condición de posibilidad de este atributo de justicia.
[La voluntad divina creó el atributo de amor para dirigir el mundo; al hacerlo, también
implantó en su esencia misma que de ella emanara el atributo de justicia, como
aspecto necesario de ese amor. Esto es lo que determina que el amor divino
necesariamente implique el ejercicio de la justicia.]
Su naturaleza misma encierra la capacidad potencial de la justicia, como ya
explicamos.
[Es decir, no es sólo que el atributo de amor constituye la fuente directa del atributo de
justicia, sino también de todos los mecanismos gracias a los cuales ese atributo se
expresa en la realidad. El amor determina la justicia y los modos de aplicarla.]
Pero si no hubiera también un decreto expreso por parte de Dios que determinara la
actualización concreta del atributo de justicia, no hubiera habido factor alguno que lo
obligara a existir, ya que el Creador no está obligado a nada; todo procede de Su
voluntad pura. Pero una vez que Él decreta que la justicia pase del estado potencial al
actual, entonces ese proceso se realiza (Hay pues dos “decretos”. El primero
determina que el amor genere a la justicia en estado potencial; el segundo determina
que esta justicia pueda ser actualizado en la práctica.).
Debes saber también que cada entidad posee órdenes y condiciones específicas y
particulares a ella que lo completan. En este caso, el atributo de amor posee órdenes
que completan su esencia, y el atributo de justicia también posee órdenes que
complementan su esencia.
[El Intelecto alude aquí a lo dicho al final del cap. 47, cuando explicó que el amor
divino posee dos aspectos: de una parte, el deseo de beneficiar a los seres creados,
que es “su rasgo esencial”, el cual sirve tanto para atenuar el rigor de la justicia divina
como, cuando ello sea necesario, pasarla por alto completamente; y de otra parte,
constituirse como fuente de esa misma justicia. Esos dos aspectos son los “órdenes”
que completan su esencia. Y en cuanto a los órdenes que completan la esencia de la
justicia, se refiere al proceso de irradiación y ocultamiento de la justicia divina a lo
largo de cinco periodos históricos.]
Asimismo, el hecho de que la justicia pase del estado potencial al actual también
implicará órdenes que completen este proceso de actualización.
[Los “órdenes” que permiten actualizar la justicia divina se refieren específicamente al
proceso de actualización en el mundo concreto de los atributos de bondad (Jesed),
rigor (Din) y clemencia (Rajamim), que anteriormente el Intelecto había definido como
los fundamentos de la justicia. Estos son los que determinan cómo se actualizará la
justicia en la práctica.]
Es propio de la sabiduría hacer distinciones cada vez más específicas y sutiles, y esta
labor es altamente encomiable. Pues aunque es imposible describir todos los detalles
de estos fenómenos -ya que son múltiples-, es posible y deseable conocer los
principios generales.

La Supervisión Trascendental de la Justicia


154D- Ahora bien, una vez que también es emitido un decreto para actualizar en
concreto la justicia, es preciso implementar un proceso de “supervisión” de todos los
seres creados tal como son en sí mismos, para determinar qué necesitan según sus
condiciones y qué clase de justicia será establecida para ellas. En este caso también,
primero se establecen de un modo general los principios básicos que rigen los
procesos de esta justicia. Y luego se establecen todos sus modos de acción en forma
individual, derivando uno del otro y supervisando todos los detalles que los
constituyen, a fin de establecerlos correctamente.
[El Intelecto haba aquí de dos procesos distintos de supervisión: el primero establece
las normas que regulan la justicia; el segundo estructura la diversidad de elementos
específicos de cada modalidad de justicia con el fin de adecuarla a la capacidad y
situación de los seres creados. Esta supervisión es parte de lo que el Intelecto había
mencionado antes como los órdenes que completan a la justicia. En términos
cabalísticos, el primer proceso de supervisión es realizado por la Sefirá llamada Jojma
(Sabiduría) y segundo proceso por la Sefirá llamada Bina (Discernimiento), cuyas
funciones son, respectivamente, de naturaleza general y particular.]
Esto es obvio, ya que no existe ningún detalle particular que no sea precedido por un
esquema general.
Después de todo este proceso de supervisión, las leyes son estructuradas en el orden
que les corresponde. Pues las leyes ciertamente no pueden carecer de razón
suficiente para todos los detalles que las constituyen. De todos modos, todas las leyes
son una cosa y sus razones son otra, y no hay que confundirlas entre sí. Pero
debemos saber que todas las leyes que el Creador estableció para la totalidad de
entes del Cielo y la Tierra, así como la Dirección Cósmica con la que Él los dirige,
están ordenadas conforme a la supervisión que Su sabiduría y Su discernimiento (es
decir, conforme a la tarea que las Sefirot de Jojma y Bina desempeñan) ejercen sobre
todos los seres creados, con el propósito de determinar qué es lo que necesitan y fijar
eso como norma de Su Dirección Cósmica.
Este proceso de supervisión abarca todas las razones de esas leyes. Pues la persona
que conociera qué es lo que Él supervisó y sobre qué meditó al establecer Sus leyes,
podría conocer las razones de esas leyes.
[La función de “supervisión” de la justicia divina, realizada por Jojma y Bina (que son
las configuraciones de Aba e Ima) implica dos aspectos: general y particular, como se
aclarará a continuación. Es por eso que el Intelecto habla aquí de dos procesos,
“supervisar” y “meditar”. Este segundo término designa un proceso de análisis
particular.]
Cuando Él reveló Sus misterios a los profetas y les dio a conocer Sus leyes (es decir,
las leyes y normas que regulan la Dirección Cósmica de Justicia), desde el principio
les informó sobre qué dirigió Su supervisión y en qué meditó con el fin de establecer
todos estos órdenes de leyes.
[R.Friedlander explica que además de revelar a los profetas la naturaleza interna de
los fenómenos que ocurren en el mundo, Dios también les reveló las razones de ellos.
Estas razones son idénticas a las normas que determinan la Dirección Divina. Por
ello, al conocer esas razones, el profeta podía comprender los fenómenos que serían
efecto y consecuencia emanada de aquellas. El Intelecto introduce aquí el tema de la
profecía para enfatizar que como el conocimiento racional se fundamenta en la
profecía, de igual modo que la profecía implica la percepción de dos aspectos -el
fenómeno y su razón-, la sabiduría también abarca ambos aspectos.]
Resulta entonces que este proceso de supervisión, tanto en su aspecto general como
particular, engendra la justicia divina en todos sus órdenes y en todo lo que depende
de él. De ella depende las variaciones de la justicia divina y sus diversos órdenes, en
función de lo que se requiere para las fases de ascenso y descenso espirituales
necesarias para el mundo, así como para cualquier rectificación nueva que se precise,
cada cosa en su momento.
Esta supervisión nunca faltará al mundo, pues su función es determinar la situación
del mundo en todas las épocas y en todos los momentos, cada cosa en su tiempo
apropiado. Además, también genera los procesos de elevación e incrementos de
energía espiritual necesarios para el perfeccionamiento del mundo.
[Los incrementos (o reducciones) de energía espiritual en el mundo se deben a las
múltiples combinaciones e influencias recíprocas de las Sefirot (especialmente Jesed
y Din). Estas combinaciones son determinadas en función de los actos de los seres
humanos, quienes influyen en las variaciones tanto de justicia que los regulan como
de la energía espiritual que reciben. Pero no determinan ni la existencia misma de la
justicia ni la continuidad del mundo. Éstas son determinadas por el propósito general
de la Creación.]

Anexo al Capítulo 48
Exposición de Cabalá: Arij Anpín y Bina
[Klalim Rishonim 24]
En este cap. Ramjal explica que la “supervisión” directa de la justicia divina en el
mundo posee dos aspectos: el primero establece las normas que la regulan, mientras
que el segundo estructura los elementos que la forman con el fin de adecuarla a los
seres creados.
En el lenguaje de la Cabalá, el primer aspecto se origina en la Sefirá llamada Jojma
(Sabiduría), que es la que establece los primeros principios de las cosas. El segundo
se origina en la Sefirá llamada Bina (Discernimiento), cuya función es estructurar y
derivar todos los detalles que conforman un fenómeno dado. En términos de
configuraciones sefiróticas de Partsufim, la primera función la realiza el Partsuf
llamado Aba (Padre); el segundo Partsuf llamado Ima (Madre). Resulta así que la
función de Aba es general, mientras que la de Ima es particular; la primera establece
los principios básicos y la segunda organiza los detalles.
Esta “supervisión” es justamente la tarea que realizan las Sefirot Jojma y Bina (Aba e
Ima). Como la justicia divina está constituida por la configuración Zeir Anpín (formada
por las seis Sefirot siguientes), que desemboca en el mundo concreto (relacionado
con la décima Sefirá, Maljut), para que esta configuración de justicia pueda regir a los
seres creados de acuerdo con la naturaleza de éstos es necesario que siga ciertos
principios básicos que regulen su curso de acción. De lo contrario, puesto que en sí
misma esa justicia no es más que imposición de normas, se correría el riesgo de que
no fuera adecuada a los seres creados. Esos principios básicos son proporcionados
por Jojma y Bina. A esto se refiere Ramjal cuando habla de “supervisión”: un proceso
que regula el modo en que la justicia es aplicada conforme a la naturaleza de los
seres creados.
Esa supervisión recibe el nombre de Dikná d´Arij Anpín, que literalmente significa
“Barba del Rostro Magnánimo”. En un sentido simbólico, la barba de un anciano
representa su sabiduría, es decir, a su capacidad para encauzar y dirigir
correctamente los asuntos de la vida. Por lo mismo, Dikná d´Arij Anpín es la expresión
simbólica que alude al proceso por medio del cual Dios actualiza Su justicia,
adecuándola a las necesidades y capacidades del mundo. Y ya que Arij Anpín
representa el amor divino, esto significa que el proceso de adecuación de la justicia
del Creador para el mundo es producto de Su amor y benevolencia.
Ahora bien, el proceso de actualización de la justicia esencialmente consiste en el
mejor modo de manifestar los atributos divinos de bondad, rigor y clemencia,
compuestos por las Sefirót de Jesed, Din y Tiferet, respectivamente. Esos son los
“órdenes” que “completan” la actualización concreta de justicia divina en el mundo.
Dicho de otro modo, la emanación en el mundo de las Sefirót de Jesed, Din y Tiferet
necesariamente surge de las Sefirót de Jojma y Bina, cuando éstas actúan como
configuraciones sefiróticas (Partsufim). Esto es lo que determina que cualquier acto de
justicia divina en el mundo obedezca a un plan ordenado y sabio, congruente con el
nivel existencial de los seres creados, tanto a nivel general como particular.
Por otro lado, las cuatro funciones que realiza Dikná d´Arij Anpín (la supervisión divina
mencionada) -que son 1) engendrar la justicia divina en el mundo; 2) regular las
variaciones de esa justicia; 3) proporcionar existencia continua al mundo; 4) generar
procesos de incremento de fuerza espiritual en el mundo -esencialmente consisten en
las diversas etapas que atraviesa la configuración sefirótica de Zeir Anpín, que
representa la justicia.
La primera función recibe el nombre de “nacimiento de Zeir Anpín”. La segunda es
descrita con el nombre genérico de “variaciones de Zeir Anpín”. La tercera es “unión
(zivug) permanente de Zeir Anpín (con la Sefirá de Maljut)”. Esta unión permanente es
discreta y subyacente, y es lo que permite la subsistencia continua de la Creación (en
otras palabras, es la acción de la justicia divina lo que permite la existencia continua
del mundo). La cuarta función es referida como “unión periódica de Zeir Anpín (con
Maljut)”. Esta unión no es continua ni discreta, sino que irrumpe en ciertas ocasiones
con el fin de generar un nivel mayor de irradiación divina en el mundo. Esta irradiación
recibe el nombre genérico de Mojín, el “Núcleo” o “Médula” que sirve de enlace y
transmisor de la perfección divina con el mundo. Esto quiere decir que la aplicación
del sistema de justicia divina y su adecuación al nivel existencial de los seres creados
es lo que genera en el mundo un incremento de conciencia espiritual en ellos, el cual
disminuye en ausencia de esa justicia.

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