Las Descentradas Ultima
Las Descentradas Ultima
Las Descentradas Ultima
Temporada 2013 1
LAS DESCENTRADAS
Comedia en tres actos, original de
SALVADORA MEDINA ONRUBIA
1929
Argentina
LA VERSION
Personajes:
Elvira
Gracia
Gloria
Juan Carlos
Un actor para varios personajes: Lopez/Baudrix/Amigo/Mucamo
Una actriz para más de un personaje: Sra de Meruer/Mucama/Adelina
Dispositivo:
Escenas en dos planos, con el elenco siempre a la vista del espectador.
Tres épocas: 1930- 1950- 1970
Prólogo.
1930
Todos los actores están a la vista del público cuando entran los espectadores.
Gloria en especial saluda al público, y atiende a que todos tengan su lugar en
la sala, mira amablemente a sus espectadores. Los dos hombres conversan en
un sector y se preparan para la representación y no se relacionan con los
espectadores.
Las actrices miran a las espectadoras y establecen vínculo con la mirada pero
son de un status inferior a Gloria en la intensidad de la comunicación. Cada
una busca a las de su edad y su tipo. Sonríe cada una desde su estilo de mujer.
Están vestidos todos de 1930. Terminan de ultimar detalles de su arreglo.
ELVIRA.- (Ha tomado las hojas de Gloria y las mira.) Qué cosa rara es una prueba
de imprenta, ¿verdad?... Cuántas cosas sugiere… Esto… Esto será tu novela…
“Las cerebrales”…
GLORIA- Le cambié el título. Ahora se llamará “Las descentradas”…
ELVIRA- “Las descentradas”. Novela por Gloria Brena. Gloria… Tenés un nombre
simbólico. ¿Te esperará tu tocaya por algún recodo?
GLORIA- Quizá… O no. Tengo demasiado talento para que la gloria venga a mí…
ELVIRA- No creo que sea el talento precisamente lo que estorbe.
GLORIA- Estorbar, no estorba, pero sobra. Todo lo que hay aquí de talento está
demás. Mi tocaya es el premio del genio; pero para llegar a ella, el genio no basta.
Hay que trabajar. Ella ama los obreros rudos que se le sacrifican… que sangran
por ella. Es una vampiresa. Por eso, siempre, el que triunfa es el más trabajador,
no el más inteligente… Es sueño vago, inerte, ¡qué hermoso es!... ¡Si yo pudiera
de un modo rápido y magnífico fijar lo que vive en mí muchas veces! Al escribirlo,
entre las líneas negras, rectas, iguales, se va el calor del alma, queda la forma
fría… Y huye el sueño. Y no puede asirse el sueño para atarlo al papel… Esto…
(Por las pruebas.) tal vez sea tonto, mediocre, pero aquí… (La frente.) era bello…
¡oh, bello!... Era sangre de mi alma…
ELVIRA- ¿Por qué no creés nunca en lo que hacés? Estás enferma de no tener
confianza en ti misma…
GLORIA- Como todos los audaces…
ELVIRA- Dejame leerla… Si me dejaras…
GLORIA- Ya la leerás. Cuando sea libro… cuando no sea ya mía… Y te
encontrarás un poco en ella.
ELVIRA- Supongo que no te habrás metido conmigo…
GLORIA- Un poco contigo, un poco conmigo. Mi heroína es hermana nuestra…
En ella estamos nosotras, todas nosotras… Las que no pensamos, las que no
sentimos, las que no vivimos como las demás. Las que entre la gente burguesa
somos ovejas negras y entre las ovejas negras somos inmaculadas…
ELVIRA- Será original… En la novela, en el teatro, no vemos más que tipos
vulgares, palabras vulgares, conflictos vulgares… Cómo he buscado en toda
nuestra literatura un tipo nuevo, un ser vivo, una mujer… ¡Y qué infructuosa
búsqueda! ¡Muñecos, muñecos, muñecos!...
GLORIA- ¡Tonta! Hay que hacer eso… Miranos a nosotras… si nos “literatizaran”,
por ejemplo, mi caso, el tuyo… todos los críticos en coro unánime se burlarían del
autor, lo insultarían. Dirían que no había lógica en el asunto, que eran arbitrarios
los personajes, inverosímil su psicología, folletinescos los recursos. Sabe Dios lo
que dirían. Ya verás lo que me dicen a mí de mi libro. Y me tendrá sin cuidado. Yo
escribo para mí misma, no para los demás…
ELVIRA- Todos empiezan escribiendo para sí mismos y terminan escribiendo
para los demás. ¡Está tan lleno de sueños el principio de todos los caminos!
Sueña una con dominar a la vida, con ser algo, con tantas cosas… Hasta sueña
con vivir espléndidamente para la humanidad y termina viviendo ferozmente
para sí misma. Se van dejando atrás los sueños, se va uno enfangando…
GLORIA- Es que los sueños también estorban. Todo estorba si lo que buscamos
es ser felices… (Pausa. Hosca.) Hay que arrancarse una a una todas esas cosas
estúpidas con las que no se debería nacer… Sueños brillantes, talento, ambición,
generosidad, ansia de vida… todo, todo lo que puede hacernos nobles y
redimirnos… todo. Cortarlo de raíz, arrancarlo, volverse una bestia pintada y
adornada. Nada más…
ELVIRA- No tanto, Gloria…
GLORIA- Sí, tanto. Así, crudamente. ¿Por qué tenerle miedo a las palabras? Yo lo
que digo lo he sentido en carne propia…
Se prende la luz en la zona de representación. Espacio teatral que será salón,
cuarto de hotel y luego casa de Gloria. Le señala la zona de representación en
la que ya está Juan Carlos fumando.
Pero ahora andá, que te están esperando.
1. La Desgracia
La escena se instala en otro nivel de actuación varios grados por encima de la
charla anterior. En los momentos en que corresponda una melodía subraya
en forma redundante los climas de misterio o tragedia, como en el final de la
escena.
Elvira suspira, se mueve, ondula con un gesto íntimo de fatiga, reacciona, se pasa la
mano por la frente con el gesto de tirar una idea, y se adelanta silbando y marcando
un paso de tango. Juan Carlos, cuando ya está cerca, se hace notar; ella recién lo ve.
2. Mujeres solas
ELVIRA y GRACIA se quedan solas Están en otra zona. Una zona de
intimidad. Luego entrará la actriz como la Madre de Gracia.
GRACIA- No, che… Yo estoy libre. Nunca fui novelera… Además, como dijo tu
marido, esas cosas no están en el código… Y ella se fue de su casa.
ELVIRA- Dame un beso y hablemos de otra cosa. Hay dobleces en tu corazoncito
que no quiero ver.
GRACIA- ¿Es malo que no quiera a Gloria?
ELVIRA- Malo, no. Mezquinito… Hablemos de tu novio. ¿Cómo es? ¿Buen mozo?
Contame.
GRACIA- A mí me gusta… Es muy simpático…
ELVIRA- Y muy inteligente… Y eso que es periodista, ¿eh?... Es amigo de Gloria,
¿eh? Te doy el dato… Trabajan en el mismo diario… Las cosas que le ha dicho a
mi marido… (Ríe) Hizo temblar dos ministerios con un chiste…
GRACIA- Olvídate de eso. Ya no volverá a suceder. Cuando mi hermano lo trajo a
casa, él ni se sospechaba que éramos tan amigos…
En cuanto se hicieron amigos, Juan Carlos empezó a festejarme. Yo no te lo
escribí porque como tu marido…
ELVIRA- ¿Y qué le importa a mi marido?
GRACIA- Nada… Pero…
ELVIRA- Ya ves; lo que pensó, se lo calló.
GRACIA- Pero no viene esta tarde.
ELVIRA- Vendrá a buscarme. Le presentaremos a tu novio.
GRACIA- Ya verás; y los diarios de la oposición no se meterán más con él.
ELVIRA- Gracia, tenés alma de político. Ahora me explico por qué mi marido…
GRACIA- Dice mi novio que esas cosas de política no influyen para nada en la
futura amistad de los hombres.
ELVIRA- Los hombres y la política son una cosa tan particular…
GRACIA- Yo sabía que iban a hacerse amigos. Por eso no quise que me diera el
anillo hasta que ustedes vinieran… En el día de mi compromiso quería tener cerca
toda mi gente querida… Te acordás de cuando vos te comprometiste… Qué
fiesta dio tu mamá…
ELVIRA- Pobre mamá… Fue su último día feliz… Ya estaba tan enferma…
GRACIA- Bueno. No te entristezcas.
Entra la actriz que hace de madre de Gracia. Deja el mate con todo para servir
en una mesita.
ELVIRA- Ay, mate… traé, … Qué delicia es el mate… Hace tres meses que no
tomo más que té… ¡puah!... nuestro mate. (Hablando al mate.) Negrito querido.
Criollito de mi tierra… Sos lo que más me gusta en el mundo… Será porque mi
marido te odia…
SEÑORA- Déjalo en paz a tu marido… Hasta con el mate lo criticas… Pobre López
Torres… Las ganas que tengo de verlo… Mirá que no encontrarlo anoche…
GRACIA- Y el apurón que se dio… (Ríe)
ELVIRA- Hay que disculparlo. “Alguien” lo esperaba impaciente. Salió de Mar del
Plata una semana antes que nosotros…
SEÑORA- Cállate, ¿querés? Qué ganas de hablar de vicio…
ELVIRA- Sí, de vicio hablo…
SEÑORA- Claro que de vicio… No digo que sea un santo… Tendrá sus cosas. Para
eso es hombre. Las mujeres inteligentes no miran nunca lo que hacen los
hombres. No lo saben.
ELVIRA- (Riendo) Ellos tienen sus derechos…
SEÑORA- Aunque yo no creo nada, hija, ¿sabés? Un hombre tan serio, tan de
respeto…
ELVIRA- ¿Serio? No sé cómo se ríe… Y si no es de respeto, con su edad.
SEÑORA- Muy buena edad que tiene. También querrás decir que es viejo.
ELVIRA- No me lleva más que veintiséis años. Casi nada.
SEÑORA- Preferirías un mocoso como el novio de ésta.
GRACIA- Mamá, un mocoso, no es un mocoso, tiene la edad de Elvira…
SEÑORA- Veinte me llevaba tu padre, y bien feliz que fui. Una mujer debe poder
respetar a su marido… Y decime… Qué lo vas a respetar vos a tu novio… Diariero.
Sin juicio, derrochador… una monada el mozo. (A Elvira) Lo conocerás. Verás qué
alhaja que se consiguió…
ELVIRA- Ya lo enderezará usted cuando sea su yerno.
SEÑORA- Claro… Verás vos…
ELVIRA- (Riendo) No lo vaya a asustar todavía. Qué suegra va a ser usted. Así.
(Un gesto grosero. Ríen las dos. La señora no oyó lo que decían.)
SEÑORA- ¿Qué? ¿De qué se ríen?
GRACIA- Nada, una pavada de ésta.
SEÑORA- Como siempre… Se conoce que no tienen mucho en qué pensar que
eternamente se están riendo.
ELVIRA- Y para qué pensar…
GRACIA- Claro, che. Se vive igual.
SEÑORA- Esperen ustedes que yo les falte, que no tengan quien piense por
ustedes… Vos (A Gracia) con el marido que has elegido, vas a tener que aprender
a usar los sesos, mi hijita, hasta para comprarte unas chinelas.
ELVIRA- (Muy mimosa) No… Usted hará con ella como conmigo… Verdad que me
la va prestar a Juana. Me la deja, ¿quiere?
SEÑORA- Agarrala… Pero decime si no te da vergüenza. Ya es la tercera cocinera
perfecta que te doy. Y en cuanto la tienen dos meses… Yo quisiera saber qué
haces vos con los sirvientes, que se enloquecen en tu casa.
ELVIRA- Y, nada… Yo que sé…
SEÑORA- Es la última que te doy…
SEÑORA- ¿Y qué te crees? ¿Que voy a dejar que se lleve por ahí la niña? Mi hijita,
mi hija es mía, y no voy a dejar que me la lleve ningún atorrante. Tendré
paciencia, ya que a la niña se le ha ocurrido eso también, y le aguantaré el
marido. ¿Qué le voy a hacer? ¿No le tengo a esas dos fieras que ladran toda la
noche y muerden al que se arrima? Espero que tu marido no morderá a nadie ni
ladrará de noche. Cuando me canse ellos me iré a la estancia, o me iré con vos,
que bastante falta te hago a vos también… ¿Pero vos te crees que me lo van a
agradecer?... Vivirán hablando mal de la suegra: ya el joven me hace chistes.
ELVIRA- (Besándola de golpe) ¡Qué buena es usted! ¡Cómo la quiero! Viva
mamita…
SEÑORA- Mirá, dejame tranquila hoy que no tengo ganas de fiestas. Y vos,
gansa, reíte. Mirá, andá a vestirte, que las horas se pasan y todavía tu novio te va
a abandonar si no te encuentra elegante. Vieras las toilettes que se hace: por
detrás, por delante, cremitas, pinturitas, uñas pintadas, un vestido diario,
perfumes de odalisca… Y lo vas a ver al novio: lo vas a ver, Elvirita, lo vas a ver.
Parece un boxeador, ¿sabes? Con unas manos así, y unos pies así… y diarero; y
que, como todos los diareros, será mujeriego. Ya lo veo campaneándose a las
bataclanas … Y a ésta soltando lágrimas…
GRACIA- Mamita… como sos, mamita…
SEÑORA- Llorá ahora un poquito por adelantado… Andá… marchá a vestirte, que
va a llegar tu alhaja y todavía estarás en veremos…
GRACIA- (Saliendo) Vení, mamita…
SEÑORA- (La sigue.) Ya voy, sí…
A Elvira desde fuera del espacio de representación.
Mirá, Elvirita, date una vuelta por el comedor. Fijate en el mozo que me han
mandado de la confitería. Parece medio azonzado…
GRACIA- (Desde fuera) Mamá, lo has azonzado vos con tus recomendaciones,
como a mí…
SEÑORA- (Desde fuera) Callate, atrevida…
3. Fuera de Campo
Gloria habla al público. Comenta la ficción, se pasea entre los actores y se
toma libertades con todos los espacios.
GLORIA-¿Por qué tenerle miedo a las palabras? Yo lo que digo, lo que escribo lo
he sentido en carne propia… (Transición.)
Bueno, hablemos… Yo divido a la mujer en tres categorías: las sufragistas,de las
que se ríen… sí, se ríen de ellas ¿no?
Luego la mujer femenina, la del crochet simbólico… Claro, bajo el punto de vista
social y entre las mujeres honradas. Honrada es una palabra que puede estirarse
mucho, lo sé… Como todo en la vida…
Sólo dejo fuera a las pobres caídas, a las pobres hermanitas, a las que puso su
destino a un margen de la vida. Esas no pesan. Esas son muertas.
Bueno, la gente no ve más que dos categorías de mujeres: la que se llama mujer
de hogar; porque no cabe en otra definición, aunque las otras manejan su hogar
mejor que ellas, y esas feas marimachos… Bueno, en todo hay infinitas
gradaciones…
Pero no se han fijado, ni nadie se ha fijado en la tercera categoría, de la que
nosotras somos dignas representantes… Aquí no hay gradaciones, no… Somos
muy pocas las descentradas. Y lo ocultamos como un pecado… Y somos tan
descentradas, que caemos en cualquiera de las otras categorías.
Somos las que sufrimos, las rebeldes a nuestra condición estúpida de muñecas de
bazar… Entiéndanme bien. No de mujer. No queremos ser hombres… Saber ser
mujer es admirable. Y nosotras sólo queremos ser mujeres en toda nuestra
espléndida feminidad. Los derechos que queremos son sólo los que nos dé
nuestro talento…
Elvira sale de la zona de representación y entra el Actor que toma el rol de un
amigo de la casa, Ramírez.
4. Muchachos
JUAN CARLOS Y ACTOR
ACTOR- Esa mujer te cortó con su risa. Es muy guaranga, la mujer de López
Torres, che, ya lo verás. (Pausa.)
JUAN- ¿Es la esposa de López Torres? Yo creía que era más vieja.
ACTOR- No. Es joven. Y lo parece más.
(Pausa)
¿En qué pensas?
(Pausa.)
Es linda, ¿verdad? Pero antipática… Se las da de extraordinaria. No habla más
que locuras… Dice cada cosa… A mí me revienta la tal Elvirita.
JUAN- (Después de una pausa más larga.) ¿Se lleva bien con el marido?
ACTOR- No sé… Pero sí, él es muy serio y ella es muy loca…
Lopez Torres la domina con la mirada. Como los domadores a las fieras.
En fin, viven…
(Pausa.)
Qué callado estás… Hablá algo che...
¿Viste lo que Elvira le dijo a Adelina cuando la saludó? Ya van dos calores que me
hace pasar esta tarde. Ella cree que es muy original eso… Te aseguro que tiemblo
cuando viene sola.
Lo que me asombra es como la quiere la madre de Gracia, tan seria, tan
intransigente, se encanta de verla fumar, le festeja las gracias y las palabritas. A
ella Elvira se le hace la nena chica… ¿Te das cuenta de las palabritas? Si fuera
otra…
Sale el actor. Juan Carlos queda pensativo hasta que comienza a mirar a
Elvira. Elvira habla al público, es un “hablar al público” distinto que el de
Gloria. Elvira lo hace como en un “aparte” y en determinado momento
entrará con Juan Carlos a la zona de representación.
educada, siento impulsos de decir malas palabras, de tirar sillas por el aire, de
escandalizarlas…
6. Melodrama.
LÓPEZ TORRES
LÓPEZ- Y no soy un chico ni un hombre vulgar. Soy un hombre de talento. No
sólo soy un político, soy un gran psicólogo… Y la estudio… la analizo… Estos
últimos tiempos… En fin, yo no creo en las herméticas. La tengo envuelta en una
red. Ese detective no encuentra nada. Pero ya va a caer. Elvira es sagaz, pero yo
soy más inteligente que ella… La voy a desenmascarar. He visto mucho… gestos,
miradas, graves motivos íntimos. Pero necesito más, más… pruebas. Con mi
posición, mi nombre… Me comprenden, verdad…
Yo soy un hombre de acción y cuando decido una cosa, debe ser. Tengo un plan
práctico, a la moderna, nada de contemplaciones… Se la sigue… Se la
sorprende… Método eminentemente francés, eminentemente francés…
Eminentemente francés será el escándalo que daremos…Pero debo defender mi
posición… Ya sabré hacer que nada afecte mi posición.
Desde otra zona, también “afuera”, Gloria comenta al público.
GLORIA.- Ahora comienza el drama… Pero ellos hablan del tiempo… (señala a
Elvira, Juan Carlos y Gracias que retoman su charla social)
7. Solterona.
Charla social en la zona de representación. Escena en la fiesta de
compromiso.
ELVIRA- ¿Yo? No. Los anarquistas son desmelenados que miran con odio; yo me
peino y no odio. Me río.
JUAN- Burlarse ya es destruir.
GRACIA- Y vos te divertirás muy pronto, tapándote las arrugas y las canas como
Adelina.
ELVIRA- Sí. Pronto tendré con qué entretenerme… En la lucha, la más intensa de
todas las luchas humanas.
JUAN- La lucha de la mujer contra la vejez.
ELVIRA- Que, como todas las luchas, tiene sus encantos. (Empieza vagamente y
se exalta a media que habla.) Ser joven, ser bella, ser amada… Es nuestra única
misión… Lo único hermoso que nos da la vida. Y la vida misma nos lo va quitando.
ACTOR (Desde afuera de la escena) - Mirá que sos desequilibrada… Ves las
cosas como en las novelas, declamás, literatizás…
GLORIA.- (Le habla al Actor desde afuera de la escena) Descentrada, es
descentrada, no desequilibrada…
(Ni Juan, ni Gracia registran a Gloria. El Actor la ignora y entra en la escena y
se suma como Ramírez, el amigo de la casa)
JUAN- Pobre Elvira. Es usted demasiado cerebral. La compadezco. Eso es un
pecado.
ELVIRA- ¿Y usted compadece a los pecadores?
JUAN- A veces…
ACTOR- Las mujeres se acostumbran a la vejez como a todo. Si envejecieran en
un día, me explico… Preguntale a Adelina si piensa esas cosas. Como siempre…
¡Tenes una manía divagatoria!
ELVIRA- Me esgunfias. Dicen que cada día nace un gil. Cuando vos naciste, hacía
un mes que no nacía ninguno…
ACTOR ¿Qué decís?
JUAN- (A Elvira) Baja usted de las más altas cumbres al llano, con una facilidad
que asombra.
Entra la actriz como la solterona ADELINA, es como la describieron antes.
ADELINA- (Entrando) Muy bien, chicos. Qué bien están aquí, ¿eh? ¿Por qué no me
llamaron? (A Juan Carlos.) ¿Cómo está, Juan Carlos?
JUAN- Adelina. (Se estrechan la mano.)
ELVIRA- Estamos de lechuceo.
ADELINA- ¿De qué?
ELVIRA- De lechuceo. Es una moda nueva de Mar del Plata…
ADELINA- Dice la señora que vayan. Gracita. Vamos…
ELVIRA- Quédese con nosotros un ratito, Adelinita. Le enseño en verbo. Venga.
Mire. Yo lechuceo. Tú lechuceas. Él lechucea. Venga a ver qué lindo.
ADELINA- No, hija. Vení vos. Hace más de una hora que ha llegado tu esposo.
¿Dónde estabas? (Es visible el hielo que cae sobre Elvira)
GRACIA- (Levantándose)- Vamos, Juan Carlos.
JUAN- Iré después.
ELVIRA.- No lo esperábamos tan temprano.
ADELINA- Está en el comedor. ¿Venís, Elvira?
ELVIRA- Ya va. (Se queda sentada. Tira el cigarrillo.)
ELVIRA-Siéntese, Adelina…
ADELINA- No, hija, vamos… Elvirita, vení a recibir a tu marido. Hacele los
honores. Servile el té… Qué muchacha. Cómo sos de desatenta. Y con la monada
de esposo que tenés. Capaz que se resiente con vos. (A los otros.) Yo estoy
encantada con tu espo....
ELVIRA- Se lo regalo. ¿Lo acepta?
ADELINA- (Sonriente.) Qué loca sos… Pero no es por decir, ¿eh? Conversar con un
hombre así, instruye, eleva el espíritu. Un hombre tan recto, tan culto…
ELVIRA- (Con ironía angustiosa.) Basta, Adelinita, por favor… Le agradezco de
todo corazón ese elogio conyugal, pero basta…
JUAN- Ofende usted la encantadora modestia de la señora.
ADELINA- ¿Modestia? Usted no la conoce. De consentida, de feliz.
ELVIRA- Adelinita. Sea buena y vaya usted a atenderme a mi maridito, ¿eh? Le
sirve el té, le da pastitas… Le dice que ya voy… ¿Quiere?
ADELINA- Con muchísimo gusto, querida. Cómo no… ¿Qué caballero me
acompaña?
GRACIA. Yo voy contigo Adelina. ¿Vamos Ramírez? (Salen los tres)
sería que llorara, ¿verdad? (Pone los brazos rígidos, con un gesto histérico.) Hoy
tengo los nervios como las cuerdas de una guitarra. (Se estremece con una especie
de gemido, levantándose.)
JUAN- (Mirándola) Es usted desconcertante. Desconcertante y pálida. Dos
cualidades maravillosas en la mujer…
ELVIRA- No, Juan Carlos. Soy una pobre mujer absurda que vive de una manera
absurda. Vamos. (Van saliendo.) En este día de la fiesta a la juventud, a la
esperanza y el amor… a su juventud, a su esperanza y a su amor, voy a
presentarle a mi señor y dueño. (Ríe con una risa tajante y falsa. Él la mira en los
ojos intensamente un minuto y corta su risa… Ella rompe el encanto de la mirada y
con voz de angustia, le dice:) Pase usted primero.
ACTO SEGUNDO
1. Amantes. La Película.
El espacio de representación se ha transformado en cuarto de h0tel.
Amantes : la escena
Habitación de Juan Carlos en un hotel cualquiera. Sin lujo. Cama . JUAN CARLOS,
en saco fumoir, sin cuello, “déshabille”, está tumbado en la cama con un libro.
JUAN- Y que sufro de veras al pensar en que estos días de dicha se han
terminado… Que la estoy mirando y que el alma se me sube a la boca, que tengo
que decírselo… Que no duermo, que no vivo, pensando en usted. Que esta es
otra enfermedad.
ELVIRA- (Con una risa violenta y fingida) Esos son romanticismos de la fiebre y el
encierro. Se le disiparán con el aire.
JUAN- No se ría. No es cosa de risa. Hemos jugado con algo demasiado grave.
¿Por qué vino?
ELVIRA- Está usted haciendo un soberbio papelón indigno de usted.
JUAN- Yo no soy una salamandra, soy un hombre… y usted es una mujer…
ELVIRA se ríe
JUAN- No se haga la graciosa. Escúcheme.
ELVIRA- No quiero escuchar tonterías…
JUAN- Elvira, por favor…
ELVIRA- Qué feo, qué feo… qué cursi…
JUAN- Sos tan divina, sos única… ¿Por qué escondes tu alma?... (Ella queda
mirándolo silenciosa.) Siento en la frente el contacto de tus manos frescas que
templaban mi fiebre. Veo tus ojos. Oigo tu risa. Y a la vez sos como un amigo …
Eres la mujer completa, única, que puede serlo todo…
Elvira lo mira sonriendo
No se ría, que es fingido. Escúcheme. Usted no es una chica tonta. Usted sabía
que esto tenía que llegar.
ELVIRA- Lo sabía. ¿Y qué?
JUAN- Y ha jugado conmigo, o…
ELVIRA- Con quien he jugado ha sido conmigo misma… Pero esto, esto es
estúpido, ridículo…
JUAN- No. Es bueno. Es lo único bueno de todo.
ELVIRA- Y yo no he sabido evitarlo. Y ahora se ha roto nuestra franca amistad
que me hacía tan feliz… (Se le llenan los ojos de lágrimas.)
JUAN- No quiero ver en tus ojos lágrimas. No, Elvira, no. Nuestra amistad era
sólo una comedia
ELVIRA- No. Nunca podrá saber usted lo que era su amistad.
JUAN- ¿Y nuestro amor? ¿No es nada para ti?
ELVIRA- (Hostil) Nada.
JUAN- Sos una coqueta como las demás. Peor que las otras. Coqueteás más
refinadamente… con la mente. Pero te gusta pasearte por el borde del abismo.
Sos una titiritera sentimental. Nada más.
ELVIRA- (En la misma actitud dolorida) Tal vez tenga razón. Soy peor que las
otras. Soy también más desgraciada que las otras.
JUAN- Perdoname, Elvira. No te pongas así. No sé lo que digo. No sé lo que
tengo…
ELVIRA- ¿Por qué me tutea?
JUAN- Elvira, piensa que antes de todo soy tu amigo.
ELVIRA- Ya no.
JUAN- Sí. Ante todo amigo… Y te quiero. He llegado a quererte brutalmente.
ELVIRA- Y yo tengo la culpa.
JUAN- Inconscientemente, pero la tenes.
Quedan solos.
GLORIA: “Las tragedias yo no las creo buenas más que para ser leídas,
representadas se ridiculizan”
ACTO TERCERO
1970
La casa de Gloria- El espacio de Gloria. Es la casa de una escritora que vive sola y es
una mujer independiente. Elvira es una mujer separada, etc
1. Amigas.
GLORIA y ELVIRA (con una carta en la mano, abierta)
GLORIA- ¿Qué mirás, Elvira?
ELVIRA- Llover. Llueve de una manera magnífica… (Suspira.) Cuando llueve, me
siento otra mujer.
GLORIA- Y te ponés tonta.
GLORIA – Ay, las mujeres. Cambian de opinión con la misma facilidad que los
hombres. La diferencia es que creen apasionadamente en la opinión del
momento.
ELVIRA – Pero soy tan feliz…
GLORIA - ¿Y si la felicidad fuera sólo una palabra?
ELVIRA – Existe, existe.
GLORIA- ¿Y tu mamá?
GRACIA- Mamá… no sé. Su mayor ofensa fue tu desaparición. Ahora no te
nombra. En casa nadie te nombra. Es como una conjura. Ni Juan Carlos te
nombra. Nunca.. Hasta él me pidió que nunca pronunciara tu nombre delante de
él.
ADELINA- Ya ves lo que son los hombres, hija; él, tan amigo tuyo, por Dios que
no parecía ver más que por tus ojos.
ELVIRA- (Recibe el golpe, reacciona. Habla con voz helada como toda ella)
¿Siempre seguis con Juan Carlos?
GRACIA- Siempre. (Vuelve a besarla.) Elvira mía, querida; ¡cuánta falta me hacías!
Tú no te imaginas cómo hemos sufrido todos por ti… Mamá hasta se enfermó.
Ella al principio decía… y yo también: “No es posible, si Elvira hubiera tenido algo
lo habríamos visto. Estamos con ella todos los momentos, no tenemos un amigo
que no sea en común… y ella es incapaz de ocultar nada.”
ELVIRA- Yo soy un monstruo de hipocresía, Gracia.
GRACIA- ¿Por qué decís eso?
GLORIA (Hace un gesto vago.) ¿Queres ser buena y contarme qué y cómo lo
supieron ustedes?
ADELINA- Mirá. Llegó aquella noche llegó tu marido, pobre. Estaba mal.
GRACIA – Y se encerró con mamá. Mamá salió llorando y nos dijo… no sé cómo
decirlo…
GLORIA – Con palabras claras.
GRACIA- Que a vos te habían encontrado por ahí… con un hombre…
ADELINA- Con un hombre soltero que era tu…
GLORIA- Amante.
GRACIA- Eso. Que habías firmado un acta. Que no te veríamos más, pues te ibas
a Montevideo a divorciarte…
ADELINA - López Torres no nos dijo quién era… tu amante
GRACIA- No. Tal vez a mamá.
GLORIA- ¿Y Juan Carlos qué opinaba?
GRACIA- Oh, todo se me juntó en ese tiempo. Juan Carlos estaba enfermo yo no
lo podía ver y después se fue al campo más de tres meses… Ahora casi siempre
está en el campo…
ELVIRA- Gracia. Vas a decirle a tu mamá que yo no quiero justificarme. Te
agradezco tanto que hayas venido a verme… Y que Elvira, no ésta, sino la chica
aquella que ella tanto quiso… que le juro por mi madre muerta que yo era
inocente. Que eso fue una infamia de López Torres… y que el hombre con quien
me encontraron era sólo un amigo, sólo un amigo… Recordalo, Gracia.
GRACIA- Y entonces por qué…
ELVIRA- Tal vez algún día sepas quién era ese hombre y te explicarás muchas
cosas. (Antes de terminar esa frase, Adelina, que ha estado haciendo pucheros y
dando suspiros desde que llegó, estalla en un llanto con ahogos.)
GLORIA- (Atendiéndola.) ¿Qué le pasa? ¿Qué tiene?
ELVIRA- ¿Qué hay?
GLORIA- Nada. Adelina, ha perdido una ilusión novelesca.
ADELINA- No… no puedo más. Esto me da mucha pena… ay, ay…
ELVIRA- (Con un gesto a Gloria.) Llevátela…
GLORIA- Venga, Adelina, le voy a dar agua con azahar y verá de paso qué lindo
comedorcito tenemos… venga. (Salen despacio las dos: Adelina y Gloria.)
3. La edad de la inocencia
GRACIA y ELVIRA
ELVIRA- Esta Adelinita, siempre tan sensible…
GRACIA- Pobre, es buena… No te imaginas cómo te ha defendido. Cómo hemos
hablado las dos de vos. Antes no te quería mucho, pero después…
ELVIRA- Es que tiene como todas las solteronas la fascinación por el pecado.
Como el pecado no las quiere a ellas, ellas viven del pecado de las otras.
GRACIA- Pero Adelina es una santa, querida, ella no te ha condenado jamás.
ELVIRA- Ya lo sé. Es la misma cosa. Las que lo condenan es porque quieren vivirlo
también. Es cuestión de temperamentos. Sin embargo, se lo agradezco, se lo
agradezco mucho…
GRACIA- Qué cambiada te noto…
ELVIRA- ¿Más vieja?
GRACIA- No. Más grave, más seria… Otra…
ELVIRA- No lo sabes bien. Aquella loca fue una cosa ficticia que murió. Y yo era
muy desgraciada, hijita mía.
GRACIA- Yo te comprendo, Elvira. ¿Te acordás que siempre me decías que
cuando hubiese sufrido sería más comprensiva? Ahora que he sufrido tanto…
ELVIRA- (Sonriendo.) Tus penas… dulces penas de niña…
GRACIA- No. Ya, penas de mujer… ¡Y cómo me has hecho falta!... Yo sola,
teniendo que sufrir sola, sin vos, sin tu consuelo…
ELVIRA- ¿Juan Carlos?
GRACIA- Va a dejarme, Elvira, va a dejarme… Ya me ha dejado dos o tres veces…
Se va, vuelve… Se va, vuelve… Y yo sufro, me humillo, suplico… Ahora, hace tres
meses que no sé nada de él. Busca darme pretextos para que yo lo deje… Y yo lo
quiero, lo quiero desesperadamente… (Llora.)
ELVIRA- Qué horror…
GRACIA- Cuando tu asunto, yo ya estaba pronta… nos faltaban dos semanas para
casarnos, ¿recuerdas? Pero no es eso… Lo que la gente diga, ya ni me importa…
Es que lo quiero…
ELVIRA- ¿Se lo dijiste, se lo decís…?
GRACIA- Oh, sí…
ELVIRA- ¿Y él…?
GRACIA- ¿Él? Yo que sé… Cuando se fue me decía… jurame que pase lo que pase
creerás siempre que fuiste mi único amor… Lo más bueno y puro que pude tener
en la vida… Me deja y me quiere. Me tiene que querer…
ELVIRA- Te tiene que querer…
ELVIRA sola.
ELVIRA - SILENCIO
GLORIA- Pero pensá en lo que hacés. Digas lo que digas, esa criatura no vale tu
sacrificio.Y ella no lo haría por ti.
ELVIRA- Nadie da más de lo que es capaz de dar...¿Vas o no?
GLORIA- No sos vos sola; ¿y él? Disponés de las vidas y de las almas como si
estuvieras jugando al ajedrez.
ELVIRA- Es un caso… y bien vulgar por cierto. Nos quiere a las dos. Hoy a mí más.
GLORIA- ¿Ves?
ELVIRA- Y siempre tendrá el recuerdo de la otra, la novia, la pura. Juan Carlos no
dejó de ver a Gracia y me lo ocultó como un pecado… Poné en tu novela que
cuando hay dos mujeres en la vida de un hombre, triunfa siempre la vencida, la
lejana, la ya imposible… ¿Ves? Al dárselo, lo conservo…
GLORIA- Callate. Pareces un viejo filósofo cínico y sucio. Te emborrachás de
palabras.
5. Histeria
JUAN CARLOS y ELVIRA.
Cruzándose con Gloria, entra Juan Carlos. Gloria no lo saluda. Gloria seguirá
atentamente la escena. El resto de los actores también. Hay tensión tanto en
la extraescena como en la escena.
JUAN- (Bullanguero, feliz, la abraza, la besuquea.) Elvira, podemos irnos mañana,
por fin… (Ella está helada y hostil.) ¿No estás contenta? Ya no seré más tu novio…
ELVIRA- (Rechazándolo sin brusquedad, lo besa en la frente y lo acaricia como a un
perrito…) Qué niño eres…
JUAN- (Casi arrodillado en los almohadones, delante de ella, le toma las manos y
con ellas se acaricia la cara y habla mimosamente…) Por fin, después de esperar
tanto…
ELVIRA- ¿Pero seguís creyendo seriamente en que voy a casarme contigo? (Él la
mira extraviado por sus palabras.) Ya encontré la solución para mi vida. Mi marido
me dará tres mil pesos mensuales. Me voy a París. ¡Estoy tan contenta! Era un
remordimiento demasiado grande para mí el sacrificarte.
JUAN- ¿Por qué hacés bromas en este momento?
ELVIRA- Pero si no es broma, tontito, te lo juro… (Pausa. Él se levanta y la mira
asustado. Ella sigue.) No es tan malo el pobre López Torres; ya ves cómo piensa
aún en mí. Ha sido tan delicado…
JUAN- ¿Has vuelto a verlo?
ELVIRA- ¿Tendría nada de raro que lo viera?
JUAN- Callate. No sigas hablando… (Pausa. Él la mira y ella esquiva.) ¿queres
ponerme así a prueba?... Mi Elvira, mi amor, mi novia…
ELVIRA- (Sin mirarlo.) Tontito… ¿Qué harías tú con una novia como yo?
JUAN- Pero mirame. (La toma de los brazos y la obliga a mirarlo. Ella sostiene la
mirada. Él la rechaza bruscamente y la deja sentada en el sofá, mientras se pasea.)
Estás como antes… Pero, ¿qué es lo que ha pasado?
ELVIRA- ¿Qué tenía antes?
JUAN- No sé. Mirabas como ahora… (Ella ríe) No te rías así.
ELVIRA- De qué manera trágica toma las cosas, hijo… Como una solución, me
ofreciste casarte conmigo en la ofuscación de un momento trágico. Yo casi
acepté.
JUAN- Aceptaste.
ELVIRA- No tenía otro remedio. Hoy en el ofrecimiento de mi marido…
JUAN- Y si él no…
JUAN- Sí. Llevas la mentira en tus ojos y en los labios. Te amé… y te esperé como
a la que llegaría ungida de azahares… Soñé para ti un rinconcito cálido de hogar;
Bajo nuestra vieja lámpara de pantalla rosa, cosiendo los pañales de los hijos que
me darían tus entrañas… Envejecer juntos en mi vieja casa, bajo el parral
soleado… Hasta que moriríamos en la misma almohada… Y no sé qué sueño era
más intenso, si éste o el otro… el de tus ojos y el de tus labios… El de que fueras
mía, mi amante de fuego… Y mientras tú planeabas traicionarme. Te vendiste.
amarte… (Su voz se quiebra casi en sollozos. Se sienta y esconde la cara entre las
manos. Pausa larga. Elvira se domina con un esfuerzo sobrehumano.)
ELVIRA- Ahora es demasiado tarde…
JUAN- (Mirándola con horror.) Tarde… Te idealicé, y jamás mujer alguna fue más
amada.
Elvira -No sigas. Que me sacrificaste a Gracia, a la que amabas…
JUAN- Torturé sin piedad su pobre corazoncito confiado. A ella, que te quiere, te
defiende, que llora por ti, que cree en ti… Eres una infame, una histérica vulgar…
Quería un hogar contigo…
ELVIRA- Formalo con Gracia… Ya no me haces falta. Te devuelvo a ella… Ella
coserá pañales, zurcirá calcetines, te obsequiará con valses sentimentales en la
luna de miel; más tarde con berridos de niños… Casate con Gracia.
JUAN- (Como sugestionado.) Cumpliría con mi deber…
ELVIRA- ¿Ves? Y con la consciencia tranquila serías más feliz aún… Serían los dos
inefablemente felices… Gracia…
JUAN- (Reaccionando) Callate. No la nombres que la manchás, que la profanás.
(Pausa. Se miran largamente. Elvira se aprieta la cabeza con las dos manos y habla
como fastidiada.)
ELVIRA- Haceme un favor, ahora andate. Esta escena supera todo lo ridículo…
Mañana, pasado, cuando reflexiones podés volver a darme las gracias.
JUAN- (La mira largamente con ojos de odio.) Mañana sólo serás para mí un mal
recuerdo. No quiero volver a verte jamás. (Medio mutis. Ella queda en la misma
postura, escuchándolo con toda el alma. Al sentirlo que vuelve, disimula con un
esfuerzo enorme. Toma un libro y se pone a leer indiferente. Él la mira ansioso y
luego sale con un gesto de odio. Pausa.)
ELVIRA- (Ella escucha. Cuando siente que se ha ido del todo, se levanta, tiene los
brazos hacia la puerta y anda unos pasos gimiendo: ) ¡Ciego! ¡Ciego!... (Y cae de
rodillas llorando. Oscurece y ella sigue en la misma postura. Entra GLORIA.)
6. Final
ELVIRA y GLORIA
GLORIA- Elvira (La levanta; ella va a hablar.) No me digas nada… Lo vi. Y nos
vamos. Podemos salir esta noche…
ELVIRA- Era lo único que tuve en la vida…
GLORIA- Ya olvidarás… Nos iremos lejos…
Se abrazan. Gloria besa a Elvira y le acaricia la cabeza como lo hizo Elvira a
Gracia en el comienzo de la obra. Es un abrazo intenso, íntimo, que es
registrado por los otros cuatro actores.
Telón.
No hay cambio. No viene el apagón, Elvira queda congelada abrazada a
Gloria, que vuelve a repetir:
Telón
Se pueden ir todos… ¿Qué más quieren ver…?