Photo Secession Otra Vez
Photo Secession Otra Vez
Photo Secession Otra Vez
Hay que decir que la fotografía empezó siendo el talón de Aquiles de la pintura. Afirmación
que más adelante trataré de condimentar con algunos conceptos fundadores de tres hitos
artísticos que, en mi opinión, deberían ser desempolvados y reconsiderados (y, por qué no,
también criticados en su actualidad): la Secesión Fotográfica de Estados Unidos, la
Fotografía Directa de Paul Strand y la Fotografía Subjetiva de Steiner (Alemania). Pero,
antes, me gustaría analizar algunas cuestiones que caracterizan a la fotografía artística en
particular.
Todavía hay algo original en lo que presentan las, a estas alturas, escasas corrientes de la
fotografía artística, una disciplina que ha sido aplastada o más bien enterrada por otras
vertientes mucho más canónicas que la primera.
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Si los pictorialistas del siglo XIX vieran las obras de arte fotográficas de hoy en día, se
quedarían (estoy seguro) impactados por la belleza técnica y la profundidad de los colores,
así como por el impresionante realismo que casi parece “vivir”. El claroscuro y las
expresiones de dolor o los planos de seguimiento de la fotografía periodística y documental; o
la destreza técnica, la PERFECCIÓN de los detalles y la resolución de la fotografía
comercial. Todo ello sería para Alfred Stieglitz, Edward Steichen y compañía, tras quedarse
sin palabras, un golpe directo al corazón y otro a la nuca.
Está bien, sé que no puedo saberlo, pero me gustaría que fuera de esta manera. Todavía
tengo una visión romántica de aquellos tiempos en los que todo era todavía tan “virgen” y
joven, donde la gente experimentaba y, quizás, era más aceptada que hoy. No obstante, a lo
mejor, y estoy convencido de ello, ha llegado el momento de rechazar todo lo que se define
como fotografía artística y lanzar por la borda el resto de lo que pasa por concursos, revistas,
exposiciones, galerías, ferias y museos.
Necesitamos una nueva Secesión Fotográfica porque la fotografía artística pende de un hilo.
No sé si has asistido alguna vez a una exposición o has participado en un concurso de arte
fotográfico. Se nota, a simple vista, que se respetan los cánones comerciales y periodísticos,
la imagen es la reina y el rey; en el centro de la preocupación del crítico, que nos deja un fino
texto curatorial, está la fusión de técnicas, la imagen que transmite una sensación, es decir, el
enamoramiento de la perfección, la resolución y quién la tiene más “grande”.
Como señalaba Sontag (Sobre la Fotografía) en el capítulo titulado “El mundo de la imagen”,
es que «la fotografía, que tiene muchos usos narcisistas, es también una poderosa herramienta
para despersonalizar nuestra relación con el mundo». En el análisis de Sontag, formidable en
su visión de nuestro presente hecho de banalidades y negaciones del pensamiento crítico y
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reflexivo, la imagen como centro de la atención fotográfica es cincelada repetidamente hasta
quedar sin forma ni consistencia.
Abrí Instagram o cualquier otra red social, entrá en una página web o acudís a una exposición
(virtual o presencial) y no verás la diferencia. El aplanamiento general de las ideas y
conceptos incluyen también, por desgracia y con razón, a la fotografía artística, que se
advierte desplazada cada vez más por aquella periodística o comercial. Hace veinte años, o al
menos antes del certificado de defunción definitivo de lo que en su día fue la originalidad de
la inspiración, el uso limitado de Internet a los blogs nos salvaba del constante
abarrotamiento de imágenes. Hoy, la imagen nos ha noqueado y cualquier intuición
inspiradora nos viene de fuera; el INTERIOR ha sido casi aniquilado. Me refiero a la
gangrena de la capacidad natural de un fotógrafo-artista “que ya no contempla y ni oye con
los ojos cerrados”.
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intuitivo en favor de un reflejo superficial de una idea marchita y de-constructiva del propio
concepto que, a priori, debería existir en el interior del fotógrafo. Sontag hace bien en
recordarnos, de nuevo en su libro Sobre la Fotografía, las palabras de Ludwig Feuerbach (La
esencia del cristianismo) cuando decía que nuestra época «prefiere la imagen a las cosas, la
copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser». Si Feuerbach lo expresó
refiriéndose a su propio siglo, la Sontag lo hizo escribiendo sobre ello en 1977 con una
mirada puesta en el futuro que es nuestro AHORA definiendo la situación con estas palabras
«(…) esta denuncia premonitoria se ha convertido en un diagnóstico con el que muchos están
de acuerdo: que una sociedad llega a tocar la modernidad cuando una de sus principales
actividades es producir y consumir imágenes (…)».
La fotografía.
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documental sobre una guerra o una catástrofe, un nuevo perfume de una marca famosa,
una/un influencer promocionando un producto o posando en bikini. Contemplamos lo que
ocurre en el mundo real, lo conocemos a través de la fotografía, lo vivimos como individuos
curiosos y fisgones, equipados con cámaras de todo tipo que nos permiten mantenernos a una
distancia segura para no arriesgar nada, o casi nada.
Y esto es lo que la fotografía artística actual busca igualar y superar: hacer del artista un
curioso espectador de lo que sucede, acrítico y más preocupado por la estética fotográfica que
por su interioridad esencial. En consecuencia, el público observador buscará cada vez más en
la obra lo que está acostumbrado a encontrar en la fotografía comercial o periodística, en las
redes sociales y en las redes digitales o analógicas. La fotografía artística se parece cada vez
más a una compleja medicina para anestesiar heridas, cosas que causan dolor, pensamientos
incómodos. La causa es el aplanamiento de nuestra interioridad, mientras que el efecto es
binario: por un lado el espectáculo para entretener y distraer a las masas, y por otro la función
de «objeto de vigilancia» (Sontag) útil a las oligarquías y los totalitarismos para llevar a cabo
su función de control y mando sobre los individuos pasivos y ávidos de dogmas.
La fotografía comercial es aún más destructiva. Como estamos inmersos durante largas horas
en aplicaciones sociales que comparten imágenes, la fotografía es como el pac-man que se
come todo lo que tiene delante, sin distinción. A diferencia del paku (nombre japonés de la
famosa cabeza comecocos), la fotografía no es perseguida por ningún fantasma, sino que es
acechada por espectadores hambrientos de vivir unos segundos de la vida de otras personas.
Y este hambre psicológico, más que metabólico, se encuentra en el goce del arte fotográfico.
La fotografía nació en el seno de la pintura y muchos artistas del siglo XIX la vieron como
una técnica pictórica más para representar el interior conceptual. Y eso es lo que deberíamos
reconsiderar de la fotografía artística: esa capacidad de observar y sentir a través de nuestra
propia lente que sirve para expandir lo que tenemos dentro en lugar de intentar satisfacer lo
que desde afuera se pretende de nuestro “comecocos” fotográfico.
A lo largo de casi doscientos años hemos tenido espléndidos ejemplos de cómo la fotografía
artística ha sido capaz de reaccionar e innovar. Me gustaría dar tres ejemplos puntuales de
movimientos artístico-fotográficos que reunieron una variedad de disciplinas, que luego se
fusionaron en una forma siempre innovadora de hacer fotografías, donde los artistas fueron
capaces de mirar hacia adentro, cuidando la imagen de una manera equilibrada.
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El alemán Otto Steiner y otros miembros reconocidos de la escena fotográfica organizaron
varias exposiciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial y una de ellas,
llamada Subjektive Fotografie (1953), se mostró en Estados Unidos en la George Eastman
House de Rochester (New York). El alemán fue autodidacta y resumió así el manifiesto del
movimiento que más tarde se conocería como “Fotografía Subjetiva”:
Esta exposición está dedicada (…) fundamentalmente a una fotografía en la cual el artista ha sometido
los datos exteriores de la realidad a las transformaciones que le sugiere su visión personal del mundo.
(…) solo una fotografía experimental permitirá descubrir todas las posibilidades técnicas y creadores
que hacen posible traducir por medio de la imagen los experimentos ópticos de nuestra época 1.
1
Gunthert, André; Poivert, Michel. El Arte de la Fotografía. De los Orígenes a la Actualidad. Barcelona:
Lunwerg, 2009. Pág. 481
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Más que explorar la realidad externa, los fotógrafos subjetivos indagaron en la complejidad
del estado interior del artista».
La Neue Vison de Albert Renger-Patzsch, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial,
fue un movimiento que surgió en la entonces República de Weimar (Alemania) antes de que
el nacionalsocialismo llegara al poder. Entre los valores positivistas y absolutos de Patzsch,
que diferían mucho de los de Stainer, había tres consideraciones metodológicas y teóricas que
nos devuelven al pictorialismo fotográfico por asociación negativa (el pictorialismo):
Si la Nueva Visión de Patzsch no aceptaba los valores de la fotografía pictórica y del arte
fotográfico, era por una razón obvia: situar la fotografía por encima de la pintura y, más en
general, de las artes visuales clásicas, con el fin de otorgar a la cámara un estatus de
instrumento más capaz que cualquier artista de representar la realidad mediante imágenes
técnicamente perfectas y objetivas. En definitiva, las bases de la fotografía comercial y
periodística se crearon precisamente en ese período de gran popularidad del neoempirismo.
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componente estético en el enfoque del pictorialismo, la verdadera magia consistía en romper
con instituciones como las galerías, las escuelas de arte o los museos.
Hay que decir que la secesión promulgada por Stieglitz y sus compañeros fue un puente entre
el pictorialismo y el modernismo, ya que gran parte del movimiento se decantó entonces por
las teorías del fotógrafo Paul Strand, que se separó de la secesión fotográfica para dar a luz a
la Fotografía Directa, basada en tres claras directrices:
1. Nuevos encuadres.
2. Sin manipulaciones.
3. Nitidez de la imagen.
La visión fotográfica de Strand y su toma “directa” sin intrusiones objetivas y a favor del
mecanicismo fotográfico influyeron en lo que sería la fotografía documental y periodística en
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las décadas siguientes. Resumiendo el punto de vista de Strand, propongo estas palabras de su
“Carta a los estudiantes de fotografía” (1923):
Si lo que realmente perseguís es pintar o algo más, entonces no fotografiéis, salvo que se trate de pura
diversión. La fotografía no es un atajo para llegar a la pintura, para llegar a ser artista o para
cualquier otra cosa. Por otro lado si la cámara y sus materiales os fascinan y motivan vuestra energía
y vuestro respeto, aprended a fotografiar.
1. La toma no existe, solo existe el instante fotográfico. El artista crea la imagen a partir de
un instante fotográfico, utiliza todas las herramientas digitales o analógicas para intervenirla
con el fin de crear una obra discordante.
4. Hay que intervenir en la resolución y en los detalles de las imágenes, así como en los
colores, la nitidez y la saturación para lograr el fin conceptual de la obra.
7. La imagen tiene valor por sí misma sin necesidad de representar ninguna filosofía o
movimiento artístico anterior. La imagen es un puente de conexión entre el espectador y el
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INTERIOR del fotógrafo, no debe anular las ideas y los conceptos transmitidos por este
último.
Firmado
Andrea Alamanni
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