Antonio Cruz - ADAN Y EVA FRENTE A DARWIN
Antonio Cruz - ADAN Y EVA FRENTE A DARWIN
Antonio Cruz - ADAN Y EVA FRENTE A DARWIN
Adán y Eva
frente a Darwin
INDICE
Introducción
7. Conclusiones trascendentes
-¿Un Dios ateo?
-La singular cosmovisión de Génesis
-El Nuevo Testamento cree en el Génesis
-Adán y Eva bajo la lupa
-La Creación y el huerto del Edén
-Génesis 1 y 2: ¿dos relatos contradictorios?
-Relevancia bíblica de Adán y Eva
Epílogo
Bibliografía
INTRODUCCIÓN
Hasta el siglo XIX prevaleció la creencia en la generación espontánea de la vida. Se pensaba que las
moscas y otros insectos se originaban directamente a partir de la materia en descomposición. Sin
embargo, los experimentos de Louis Pasteur y otros naturalistas anteriores a él demostraron
definitivamente que esto no era así. En la imagen, ejemplar de mosca, Hemipenthes morio,
alimentándose sobre una flor de Cistus.
Diorama del American Museum of Natural History de Nueva York que representa una pareja de
supuestos prehomínidos. Esta concepción transformista del ser humano la sostenía ya el filósofo
romano Lucrecio, miles de años antes de Darwin.
Gregorio de Nisa creía que Dios había creado el mundo en dos etapas
fundamentales. La primera, por fiat (del latín, “hágase” o “sea hecho”),
instantáneamente a partir de la nada; mientras que la segunda habría sido
gradual a lo largo del tiempo. En esta última etapa, el universo se habría ido
transformando lentamente hasta convertirse en lo que conocemos
actualmente. Agustín de Hipona, por su parte, escribió: “Ningún ser vivo hay
que no venga de Dios, porque Él es, de cierto, la suma vida, la fuente misma
de la vida.”[13] Y también: “todo lo formado, en cuanto está formado, y todo
lo que no está formado, en cuanto es formable, halla su fundamento en
Dios.”[14] En relación a la creación, Agustín mantiene un diálogo figurado con
el Creador y le dice: “sólo creas por la palabra; y, sin embargo, las cosas que
creas con tu palabra no reciben el ser todas a la vez, ni desde toda la
eternidad.”[15]
La ocurrencia de Benoît de Maillet (1656-1738) de que algunos peces se habrían transformado en aves,
podía sustentarse aparentemente en el comportamiento de ciertas aves acuáticas como los cormoranes
que eran capaces de bucear, nadar y volar.
Con el fin de aportar ejemplos concretos que confirmen sus dos leyes
teóricas, se refiere a la degeneración o pérdida de los dientes en las ballenas y
en los osos hormigueros; la disminución o desaparición de los ojos en topos y
otros animales cavernícolas (troglobios) como el proteo (Proteus anguinus);
la pérdida de extremidades en las serpientes; el desarrollo de membranas
interdigitales en las patas de las aves acuáticas como los patos o, en fin, el
alargamiento del cuello y las patas en las aves de ribera como las garzas.[26]
Lamarck creía que el esfuerzo continuado de las jirafas por alargar el cuello para alcanzar las hojas de
los árboles era la causa de dicho estiramiento singular que se habría ido transmitiendo de generación en
generación. Sin embargo, según la genética, sólo se puede heredar aquello que ya está inscrito en los
genes del ADN.
Darwin observó y capturó ñandús de la especie Rhea pennata en Sudamérica. De ahí que los nombre
vulgares que se le dan hoy a dicha especie sean: ñandú de Darwin, suri, choique, ñandú petiso, ñandú
andino o ñandú cordillerano. El ejemplar de la imagen corresponde a la especie Rhea americana propia
de las regiones centrales y orientales de América del Sur.
El Glyptodon es un género extinto de grandes mamíferos fósiles parecidos a los armadillos que se han
venido encontrando en estratos del Pleistoceno de Sudamérica y que llamaron la atención de Darwin en
su viaje alrededor del mundo.
Unas de las personas que mejor conocen estas aves, ya que las han
estudiado durante cuarenta años, son sin duda el matrimonio de ornitólogos
formado por Peter y Rosemary Grant, profesores en Princeton (New Jersey).
En mayo del 2009, estuvieron en España invitados por la Cátedra de
Divulgación de la Ciencia de la Universitat de Valencia y el Institut d’Estudis
Catalans. Con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y
del 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies,
impartieron conferencias que versaron acerca de sus trabajos con los
pinzones de Galápagos. El diario EL PAÍS llegó a afirmar categóricamente
que los Grant “en ese tiempo han tenido la oportunidad no sólo de reafirmar
con solidez la teoría de la evolución, que Darwin desarrolló, en gran parte,
gracias a lo que observó en ese archipiélago, sino de ver cómo la teoría
funciona en directo”.[45] Sin embargo, independientemente de las
interpretaciones, ¿qué es lo que los Grant han observado en realidad?
Las islas Galápagos sufrieron una sequía importante en 1977 que redujo
notablemente la población de pinzones debido a la escasez de alimento. En la
pequeña isla Daphne Mayor de este archipiélago, donde centraron su estudio,
se pudo comprobar que el número de estas aves disminuyó alrededor del
15%. Los que sobrevivieron mostraban un grosor del pico ligeramente
superior al de aquellos que no lo lograron. Se estimó que dicho aumento era
del 5% aproximadamente -medio milímetro en el grosor total del pico- y esto
se interpretó como una ventaja adaptativa que la selección natural había
favorecido, ya que un pico más grande facilitaba el consumo de aquellas
semillas más duras y grandes que quedaban en el suelo, después de que las
blandas y pequeñas hubieran desaparecido. La conclusión parecía obvia. Si
en tan poco tiempo, y como consecuencia de una sequía ocasional, aquellos
pinzones habían logrado aumentar lo suficiente el tamaño de sus picos para
sobrevivir a la escasez de recursos, resultaba razonable deducir también que
cualquier especie de pinzón se podría transformar en otra distinta, en tan sólo
unos pocos cientos de años. Esto sugería una demostración de la evolución en
acción, no ya a lo largo de millones de años sino en períodos breves que
cualquier científico podía comprobar durante su propia vida. Sin embargo,
los picos de los pinzones tenían otra sorpresa que ofrecer.
Al fondo, la pequeña isla Daphne de las Galápagos. En primer término, una ave marina común, el
piquero de patas azules (Sula nebouxii) propia del Pacífico americano.
El fenómeno del Niño, acaecido entre los años 1982 y 1983, trajo
intensas lluvias sobre las islas que repercutieron en una gran abundancia de
alimento. Las semillas que constituían la dieta de la mayoría de los pinzones
proliferaron por todas partes, volviendo a ser de todos los tamaños y texturas.
¿Cómo afectó tal abundancia al pico de las aves? El tamaño medio del pico
de los pinzones terrestres, estudiados por los Grant, regresó a las mismas
proporciones que tenía antes de la sequía.[46] Todos los ornitólogos se dieron
cuenta de que la selección natural puede oscilar entre los años secos y los
húmedos, produciendo picos grandes un año y picos menores al año
siguiente. A pesar de ello, Peter Grant escribió en la revista Scientific
American, refiriéndose al pico de los pinzones: “Si las sequías ocurren una
vez cada década, la selección natural a este ritmo podría transformar una
especie en otra en sólo 200 años”.[47]
Hay asimismo otro hecho que dificulta todavía más la creencia de que
en Galápagos están apareciendo especies nuevas de pinzones o que existan
realmente catorce especies distintas. Se trata del hibridismo entre especies.
Como es sabido, una especie biológica viene definida por una población de
individuos parecidos entre sí, con una morfología y características
funcionales similares, que son capaces de aparearse y tener descendencia
fértil entre ellos, pero no con miembros de otras especies diferentes. Pues
bien, algunos ornitólogos dudan de las famosas catorce especies de pinzones,
precisamente porque una significativa proporción de estas aves ha sido
observada cruzándose entre ellas. El propio profesor Grant admitió que el
número de especies de pinzones del archipiélago ecuatoriano podría ser
inferior a seis.[49] Los análisis genéticos indican también que no existen
diferencias significativas entre estos pájaros y que no hay evidencia de una
barrera genética absoluta entre las supuestas especies de pinzones.[50] Hoy se
sabe que resulta posible cruzar varias especies de estos pájaros por medio de
la hibridación, justo lo contrario de lo que cabría esperar de la evolución
darwiniana. Según ésta, se esperaría que de una especie surgieran dos
distintas, pero no que dos supuestas especies diferentes se hibridaran y
quedara sólo una.
Entre 1842 y 1846, una vez que terminó con todo el trabajo anterior,
al que estaba obligado como naturalista de la expedición, escribió y publicó
otros tres libros importantes: Arrecifes de coral, Islas volcánicas y
Observaciones geológicas sobre Sudamérica. Sus investigaciones geológicas
tuvieron un mal principio. En 1839 publicó un estudio acerca de unas
extrañas “sendas paralelas” que podían observarse en la ladera de una
montaña de Glen Roy, en Escocia. Llegó a la conclusión de que eran antiguas
playas marinas formadas a consecuencia del hundimiento de la tierra.
Las iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus) son reptiles endémicos de las islas Galápagos que se
alimentan de algas tanto dentro como fuera del agua. Son los únicos lagartos marinos del mundo.
Darwin atrapó algún ejemplar y lo arrojó al mar para ver cómo reaccionaba y pudo comprobar que
invariablemente regresaba a la costa. Él lo achacó a la presencia de tiburones en las aguas, pero lo
cierto es que estas iguanas sólo bucean por necesidad cuando tienen hambre. Suelen pasar más tiempo
en tierra que en el mar.[53]
Hubo una época, en la que se decía que el registro fósil era pobre
porque todavía no se había buscado bastante, pero que cuando se rastrearan
mejor los estratos de rocas sedimentarias, se encontrarían muchos eslabones
perdidos. Sin embargo, actualmente puede afirmarse que se ha encontrado
más bien todo lo contrario. Por ejemplo, ahí tenemos la famosa explosión del
Cámbrico. En un breve período de tiempo aparecieron de golpe todos los
tipos básicos de organización que conocemos hoy y algunos más que se
extinguieron después. Este hecho comprobable le da por completo la vuelta al
famoso árbol de la evolución darwinista. El propio Carlos Darwin decía que
el árbol de la evolución quizás debió origninarse a partir de una sola célula
que apareció en el mar primitivo y, a partir de ahí, se fue diversificando
dando lugar a todos los serse vivos actuales. Sin embargo, lo que tantos
fósiles demuestran es que en el pasado existieron muchos más tipos básicos
de organismos que en la actualidad y que, a pesar de eso, no se ha encontrado
ninguna forma que sea significativamente intermedia entre los distintos tipos
fundamentales.
Este problema del registro fósil llegó a ser tan grave que algunos
científicos evolucionistas, como el famoso paleontólogo, Stephen Jay Gould,
llegaron a perder la fe en la selección natural darwinista. Las evidente
lagunas que mostraban los fósiles y el hecho de que la mayoría de las
especies aparecieran ya perfectamente formadas en los estratos, le hicieron
dudar de que el gradualismo y la selección natural de Darwin fuera la causa
de la evolución. De ahí que Gould propusiera su nueva “teoría de los
equilibrios puntuados” en la que supuestamente la evolución no avanzaría
gradualmente, como sugirió Darwin, sino mediante saltos mutacionales
bruscos seguidos por largos períodos de estasis en los que no habría cambio
biológico o evolución.
August Weismann cortó sistemáticamente las colas de 68 ratones blancos, durante cinco generaciones,
y posteriormente informó que de los 901 ratones obtenidos en total, a partir de padres mutilados
artificialmente, ninguno nació sin cola o con una más corta. En su opinión, esto demostraba que el
lamarckismo no era verdadero ya que los caracteres adquiridos o perdidos en una generación no se
transmiten a la descendencia.
Primer árbol filogenético generado con computador y basado en las diferencias en la secuencia de
aminoácidos del citocromo c de una veintena de organismos distintos. Fue elaborado en 1967 por
Walter M. Fitch de la Universidad de Wisconsin y Emanuel Margoliash de la Northwestern University.
[74]
Cuando se pasa de las comparaciones morfológicas (aspecto físico de
los animales) a los parecidos entre secuencias moleculares (sean éstas de
genes, pseudogenes, nucleótidos o aminoácidos de las proteínas) surgen
también muchas dificultades. Lógicamente el darwinismo se fija en aquellas
que parecen corroborar la idea del ancestro común y descarta todas las que
contradicen tal supuesto, pero éstas últimas son tan abundantes que han
colocado en entredicho todo el árbol de la vida propuesto por Darwin. En vez
de un solo tronco con muchas ramas, la genómica ha dibujado un zarzal de
múltiples raíces y ramas conectadas entre sí a varios niveles.
Todos los seres vivos, desde las bacterias al hombre, poseemos ADN
constituido por las famosas cuatro bases nitrogenadas (A, T, C y G) y el
orden de éstas determina la secuencia de los aminoácidos en las proteínas.
Cuando las células se reproducen, o dividen, se copian perfectamente estas
secuencias de bases nitrogenadas. Sin embargo, a veces ocurren accidentes o
mutaciones que generan copias ligeramente diferentes a las de las células
progenitoras. Esto significa que los organismos podemos tener moléculas de
ADN e incluso proteínas que pueden diferir algo de las de nuestros padres,
abuelos o tatarabuelos. En 1965 se sugirió desde el evolucionismo que tales
diferencias genéticas podrían ser útiles para determinar las relaciones
evolutivas entre especies diferentes.[75] Aquellas cuyas proteínas o ADN
difirieran poco estarían supuestamente más estrechamente relacionadas, en
términos evolutivos, que quienes lo hicieran en un mayor número de
subunidades.
En otro trabajo del 2011, firmado por los biólogos Ziheng Yang y Aris-
Brosou, se decía que los relojes moleculares eran poco fiables ya que,
dependiendo los genes estudiados o de los métodos de investigación
empleados, el último antecesor común de los protostomados y de los
deuterostomados (dos tipos de animales del Cámbrico que se diferencian por
el origen embrionario de la boca) podría haber existido en cualquier fecha
entre hace 452 millones de años y hace 2.000 millones de años.[86] Semejante
incertidumbre significa que, a pesar de la euforia de algunos neodarwinistas,
de la manipulación de cifras, las diversas estrategias y los análisis
matemáticos, lo cierto es que los relojes moleculares no han aportado la
exactitud cronológica que se pensaba ya que son imprecisos, inciertos y se
basan en un auténtico círculo vicioso. Primero se supone que la evolución de
las especies se ha producido por mutaciones a un ritmo constante y después
se afirma que el reloj molecular demuestra la evolución de las especies en el
tiempo.
Dibujos realizados por Antonio Snider-Pellegrini, en 1858, con el fin de ilustrar su hipótesis de la
deriva de los continentes.
La distribución geográfica de algunos fósiles presentes en cinco continentes distintos fue una de las
pruebas de la deriva continental aportadas por Alfred Wegener.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Deriva_continental#/media/Archivo:Snider-
Pellegrini_Wegener_fossil_mapa_es.svg).
Dibujo que representa las corrientes de convección como causa de la deriva continental.
(https://geografiaplena.wordpress.com/2013/07/02/placas-tectonicas-celdas-de-
conveccion/celula_conveccion/).
Araña trampera (Moggridgea rainbow) presente en la isla Canguro (Kangaroo Island), situada junto a la
costa sur de Australia, pero que pertenece a un género de arañas que sólo se encuentra en Sudáfrica, a
casi diez mil kilómetros de distancia. Se supone que atravesó el Océano Índico en alguna isla flotante
de vegetación (Foto: Nick Birks, University of Adelaida) (https://www.earthtouchnews.com/natural-
world/how-it-works/fair-winds-and-following-seas-yes-a-spider-could-migrate-across-an-ocean/).
Otro tanto ocurre con las iguanas y las boas que se encuentran sobre
todo en América, pero curiosamente también en la isla de Madagascar, a más
de diez mil kilómetros de distancia hacia el este, y en las islas Fiji y Tonga en
el Pacífico, también a más de diez mil kilómetros hacia el oeste de América
del Sur. ¿Pudieron llegar haciendo balsismo? Es evidente que no. Igualmente
pasa con los monos del Nuevo Mundo, llamados platirrinos por tener tabique
nasal cartilaginoso, que se supone arribaron de África atravesando el Océano
Atlántico; también reptiles como geckos, eslizones o tortugas; aves curiosas
como los hoatzines y asimismo roedores caviomorfos. Es curioso que apenas
ningún viaje transoceánico similar de ningún animal pueda ser observado o
registrado en la actualidad. Sin embargo, el darwinismo asume que a lo largo
de millones de años cualquier cosa puede suceder. Lo que está claro es que la
biogeografía no respalda, tanto como suele decirse, la tesis del antepasado
común universal porque las supuestas vías migratorias no siempre coinciden
con la historia evolutiva.
La primera dificultad tiene que ver sobre todo con lo que se entiende
por “evolución”. Tal como señalaba el profesor Phillip E. Johnson, graduado
de Harvard, “evolución puede significar cualquier cosa desde la declaración
no polémica de que las bacterias ‘evolucionan’ una resistencia a los
antibióticos hasta la magna declaración metafísica de que el universo y la
humanidad ‘evolucionaron’ por medio únicamente de unas fuerzas mecánicas
carentes de propósito. Una palabra tan elástica como ésta puede inducir a
error.”[103] En efecto, la teoría darwinista explica la complejidad y diversidad
de la vida por medio de pequeñas mutaciones genéticas y la supervivencia de
los más aptos. Sin embargo, esto sólo es válido para dar cuenta de las
variaciones que ocurren dentro de las especies biológicas, no para
transformar un pez en un anfibio o éste en un reptil y finalmente en un ser
humano.
De la mariposa macaón (Papilio machaon) se conocen más de quince subespecies repartidas por casi
todo el hemisferio norte. La microevolución produce ligeras variaciones a partir de la información
genética ya existente en las especies y esto es algo detectable en la naturaleza, sin embargo la
macroevolución requiere grandes cantidades de nueva información para poder hacer nuevos planes
corporales y numerosas innovaciones complejas. Actualmente no se conoce ningún mecanismo que
esté actuando así en la naturaleza.
Sin embargo, con las cuestiones etnológicas las cosas no resultaron tan
sencillas. ¿Cómo se habían originado las primeras sociedades humanas? ¿qué
habría motivado la aparición de la cultura? ¿cuándo surgió la solidaridad
territorial? ¿cuál fue el origen de la familia? ¿se debería creer que al principio
fue el patriarcado, el matriarcado o la promiscuidad sexual? Todas estas
cuestiones alimentaron la polémica entre antropólogos y sociólogos durante
la mayor parte del XIX. Finalmente, a últimos de este siglo se empezaron a
matizar todas las interpretaciones y a reconocer la existencia de una gran
variedad de culturas que eran originales y diferentes entre sí. Por tanto, no
resultaba posible establecer unas leyes comunes o una única explicación que
diera cuenta de todos los hechos. Quienes realizaban trabajos de campo y
estudiaban los documentos de primera mano, se dieron cuenta de que el
evolucionismo no era capaz de interpretarlo todo.
Este curioso sistema permite pensar que las hembras de tales insectos
sirven mejor a sus propios intereses biológicos criando a sus hermanas
fértiles, en vez de criar a sus propias hijas fértiles, ya que con las hermanas
comparten un 75% de relación genética, mientras que madre e hijas sólo
comparten un 50%. Por tanto, esta “selección familiar” favorece la cría de
hermanas fértiles en lugar de hijas fértiles. En cambio, los machos no poseen
esa relación especial y no forman castas de obreros estériles. Es decir que,
desde el punto de vista sociobiológico, el altruismo de tantos insectos
sociales se debería, en el fondo, al egoísmo de los individuos por transmitir
sus propios genes.
Desde los primeros años del cristianismo, los creyentes se han venido
manifestando en contra del aborto y del infanticidio. Ante un mundo pagano
que aceptaba y practicaba habitualmente la interrupción del embarazo y el
asesinato de recién nacidos, los primeros cristianos se declararon
abiertamente partidarios de la vida y asumieron una actitud de respeto hacia
los seres no nacidos y los bebés. Desde los documentos extra-
neotestamentarios más antiguos, como la Didaché, a los llamados padres de
la Iglesia de los siglos posteriores, la prohibición de matar y la idea de que
todos los humanos son creados a imagen de Dios alcanzaban tanto a los
recién nacidos como a los nonatos. Sin embargo, Dawkins escribe lo
siguiente en relación a este tema: “Probablemente el utilitarismo puede servir
para enfocar la cuestión del aborto de una forma muy distinta, intentando
ponderar el sufrimiento. ¿Sufre el embrión? (Probablemente, no, si se aborta
antes de tener un sistema nervioso; e incluso si es lo bastante maduro como
para tener un sistema nervioso, seguramente sufrirá menos que, digamos, una
vaca adulta en un matadero). ¿Sufre una mujer embarazada, o su familia, si
elige no abortar? Probablemente, sí; y, en cualquier caso, dado que el
embrión carece de sistema nervioso, ¿no debería recaer la elección en el bien
desarrollado sistema nervioso de la madre?”[120]
Según el biólogo Richard Dawkins, los embriones humanos al ser abortados supuestamente sufren
menos que una vaca o cualquier otro rumiante en el matadero porque su sistema nervioso aún no está
plenamente desarrollado. Es evidente que con semejante afirmación pretende quitarle importancia
moral al aborto. En la imagen, vacas de la raza watusi (Bos taurus) caracterizadas por sus enormes
cuernos, de más de 1,5 metros de longitud y que pueden sobrepasar los 50 Kg de peso.
Por mucho que Dawkins quiera hacer creer que no hay razón para
temer las propuestas morales evolucionistas de su zeitgeist, -el espíritu moral
de nuestra época- lo cierto es que su secularismo propone una ambigua
oscuridad moral que choca frontalmente contra los principios de la moral
cristiana.
El código genético. A cada triplete de bases nitrogenadas le corresponde un aminoácido. Puede haber
diferentes tripletes que codifiquen el mismo aminoácido. Algunos tripletes sirven para iniciar la cadena
polipeptídica (como el AUG), mientras que otros la finalizan (UAA, UAG y UGA). Los tripletes o
codones siempre se escriben en la dirección 5’ a 3’. Salvo pocas excepciones, este código es casi
universal y está diseñado para minimizar los posibles errores en el proceso de la traducción.
Hemos señalado que el orden particular que presentan las bases
nitrogenadas en la molécula de ADN determina también el orden que siguen
los aminoácidos en las proteínas. Sin embargo, tal afirmación no es
completamente exacta. En efecto, se sabe, desde mediados de los 90 del
pasado siglo, que existen enzimas especiales dedicadas a modificar las
cadenas de aminoácidos después de la traducción con el fin de lograr que
éstas permitan un mejor plegamiento de la proteína funcional. La estructura
primaria de las proteínas puede sufrir ligeras modificaciones en el retículo
endoplasmático del citoplasma de la célula. Incluso después, estas cadenas
que han sido correctamente modificadas, pueden necesitar a otras proteínas,
las llamadas “chaperonas”, para que les ayuden a adoptar la forma
tridimensional adecuada a su función. Se trata de proteínas presentes en todas
las células (tanto procariotas como eucariotas) que tienen por misión ayudar
al correcto plegamiento de otras proteínas recién formadas. No forman parte
de la estructura primaria de las proteínas funcionales sino que únicamente se
unen a ellas para colaborar en su ensamblaje, evitar plegamientos aberrantes
y trasportarlas al lugar de la célula donde llevan a cabo su función. Esto
significa que aunque la información necesaria para que las proteínas
adquieran su forma funcional correcta reside básicamente en la estructura
primaria de las propias proteínas, la forma final de éstas dependerá de la
acción de otras proteínas, las chaperonas.
El año en que empecé a escribir este trabajo (2017) fue terrible para la
idea evolucionista de los orígenes humanos. Cada nuevo descubrimiento fósil
realizado durante el mismo, resquebrajó los anteriores árboles filogenéticos
elaborados por los paleoantropólogos y les obligó a dibujar otros nuevos, con
las consiguientes disputas y descalificaciones mutuas entre ellos. Pareciera
como si a medida que se obtienen más fósiles, aumentara también el
desconcierto general sobre la teoría de la evolución del hombre.
4. Por si esto fuera poco, otra pretendida historia evolutiva que hasta
entonces se había venido enseñando como cierta en las escuelas
norteamericanas se venía también abajo. Un artículo de la revista Nature
afirmaba que los seres humanos no llegaron a los Estados Unidos hace sólo
14.000 años -como se creía- sino que ya vagaban por el sur de California
hace unos 130.000 años. Semejante descubrimiento está generando todo un
alud de controversias e indica que habrá que reescribir toda la historia de la
humanidad en el continente americano.[138]
Aparte de las críticas que esta teoría generó en su época, debido sobre
todo a cuestiones filosóficas y morales, también tuvo que enfrentarse a otros
inconvenientes científicos. No existía evidencia fósil para sustentarla.
Tampoco se tenían pruebas directas de que realmente se diera en la naturaleza
la selección natural. No se conocía la causa de las variaciones o cambios en
las especies. Sin embargo, a pesar de toda esta falta de evidencia sobre los
orígenes humanos, pronto se pusieron de moda los famosos dibujos que
mostraban a un simio, con los nudillos de las manos apoyados en el suelo,
que se erguía para caminar detrás de otro más alto que, a su vez, seguía a un
humano bajito con un leño en la mano y así hasta alcanzar al primero de la
fila, un hombre moderno. Estos dibujos se multiplicaron en exposiciones de
museos, libros de texto, revistas divulgativas e incluso anuncios publicitarios
y caricaturas humorísticas, convirtiéndose en el emblema por excelencia que
mejor representaba las implicaciones de la teoría darwinista para el sentido
último de la existencia humana.
Pero, si esto es así, ¿por qué el famoso icono de la marcha del progreso
humano sigue figurando en los libros de texto? ¿Cómo es que se les enseña a
los alumnos que hubo una continuidad progresiva desde Ardipithecus hasta el
Homo sapiens, pasando por Australopithecus anamensis, A. afarensis, A.
africanus, Homo rudolfensis, H. ergaster, H. antecesor y H. heidelbergensis?
[146]
Si la mayor parte de los investigadores evolucionistas han dejado ya de
creer en la marcha del progreso, ¿por qué el gran público todavía no se ha
enterado? Esto pone de manifiesto la disparidad de criterios y falta de
comunicación que existe entre los investigadores neodarwinistas y la
información al respecto que le llega al gran público.
Las modas cambian con los tiempos y tuvieron que pasar cuatro
décadas para que las dudas sobre la antigüedad y el origen de estos fósiles se
fueran acumulando hasta que, finalmente, un dentista llamado, A. T.
Marston, fue el primero en darse cuenta de que aquella mandíbula fósil
perteneció en realidad a un orangután, mientras que el diente suelto era de un
chimpancé y el cráneo de un ser humano. En el año 1953, los antropólogos y
paleontólogos, Joseph Weiner, Kenneth Oakley y Wilfrid Le Gros Clark,
demostraron oficialmente que el cráneo de Piltdown, no tenía más de
quinientos años y era por tanto de un hombre moderno, mientras que la
mandíbula del orangután era más reciente y había sido químicamente tratada
para que pareciera fósil. Asimismo los dientes caninos fueron limados para
hacerlos similares a los de los humanos. Estos autores concluyeron que el
famoso hombre de Piltdown fue una falsificación intencionada realizada por
algún experto.
Fig. 1 Obra del artista John Cooke (1915), hecha tres años después de que apareciera el falso hombre de
Piltdown y precisamente para conmemorar dicho hallazgo. Los personajes que aparecen son (en la
segunda fila y de izquierda a derecha): F. O. Barlow, G. Elliot Smith, Charles Dawson, Arthur Smith
Woodward; (y en la primera fila): A. S. Underwood, Keith Arthur, Pycraft W. P., y Sir Ray Lankester.
Sea quien fuere el autor del fraude, lo cierto es que hoy, en la mayoría
de los libros de texto de biología, no suele mencionarse dicho acontecimiento
y cuando los críticos del darwinismo se refieren a él, inmediatamente se les
responde que la ciencia funciona de esta manera, autocorrigiéndose
continuamente. Y, en efecto, así fue en el caso del falso hombre de Piltdown.
Lo que pasa es que tal corrección tardó más cuarenta años en llegar. Quizás,
una conclusión que se podría sacar de tal historia es que los científicos, como
cualquier otro grupo humano, pueden ser también engañados para ver lo que
desean ver. De hecho, las incongruencias anatómicas que delataban el engaño
habían estado siempre allí. ¿Cómo es que nadie se dio cuenta durante cuatro
décadas? Algunos paleontólogos recelosos intentaron examinar las piezas
pero sus descubridores no se lo permitieron, alegando la extrema fragilidad
de las mismas. Por tanto, únicamente podían ser estudiadas mediante copias o
moldes de escayola. Esto, con el tiempo, contribuyó a aumentar las
sospechas.
Otros muchos fósiles similares a los humanos han sido descubiertos
desde aquellas tempranas fechas de 1912 y, a diferencia del hombre de
Piltdown, se trata de ejemplares auténticos. Unos pueden compararse con los
simios actuales y otros se parecen más a los seres humanos. Sin embargo, la
mayor parte de los fósiles genuinos, que supuestamente tienen que ver con
los orígenes del hombre, han generado controversia entre los especialistas.
Cada nuevo hallazgo suele complicar aún más el problema de la filogenia
humana, en vez de simplificarla. La idea de que al descubrir más fósiles se
solucionará la cuestión parece chocar contra la evidencia que apunta más bien
a todo lo contrario. Los nuevos descubrimientos de fósiles humanos tienden a
agravar el problema porque obligan a replantear y cambiar los antiguos
esquemas. ¿Por qué es esto así?
Sin embargo, al otro lado del Atlántico, en Inglaterra, Sir Grafton Elliot
Smith, un profesor de anatomía en Manchester, apoyó plenamente la opinión
de Osborn y en la revista popular inglesa, Illustrated London News
(24.06.1922, pp. 942-943), apareció un artículo con una reconstrucción
gráfica de cómo se suponía que había sido esta nueva especie de homínido
(fig. 2). El dibujo lo realizó Amedee Forestier, basándose en las ideas del
propio Grafton Elliot Smith. Es significativo el hecho de que tal ilustración
no se publicara en ninguna revista científica, lo cual podría evidenciar las
dudas fundadas de algunos especialistas que, como ocurre a menudo en esta
disciplina, discrepan de las conclusiones de sus colegas. Pero, a pesar de
todo, la imaginación del artista lo representó con su pareja, empleando toscas
herramientas, en un ambiente típico del Plioceno norteamericano, en el que
figuraban también plantas y animales de la época. Esta imagen fue asumida
como cierta por el gran público y el nuevo fósil paso a formar parte de la saga
humana. Aunque la vida del Hesperopithecus fuese breve ya que duró
solamente cinco años.
Fig. 2 Representación del hombre de Nebraska (Hesperopithecus haroldcookii) aparecida en la revista
popular Illustrated London News (24.06.1922, pp. 942-943). Todo esto se dedujo a partir de un diente
fósil que resultó finalmente pertenecer a un cerdo extinto, una especie parecida a los actuales pecarís.
1. Hipótesis multirregional
Poco después de todo esto, se nos dice que los seres humanos modernos
habrían evolucionado supuestamente del Homo erectus en África, justo antes
o durante el hipotético cuello de botella que les condujo casi a la extinción. A
tal evento le habría seguido una gran explosión de la población en el noreste
africano y una segunda salida del Homo sapiens de África que le permitiría
poblar el mundo. Por el camino de esta segunda migración, el hombre
moderno se hibridó tanto con los neandertales, con quienes supuestamente no
tenía nada que ver, (¿cómo pudieron hibridarse dos especies distintas?) como
con los denisovanos (ídem de lo mismo) y, además, después de reemplazar
para siempre a su ancestro, al Homo erectus, dio origen a todas las actuales
etnias humanas.
Esquema 3: Diagrama que refleja los márgenes de los distintos volúmenes cerebrales de simios y
humanos. Puede apreciarse la notable amplitud que manifiesta el Homo sapiens, así como su clara
separación de los simios. El rango de los australopitecinos, sin embargo, entra dentro de éstos últimos,
mientras que el de Homo erectus pertenece al humano.
La Biblia afirma que el mundo fue creado en seis días (Ex. 20:11) pero,
según la cronología que aceptan las ciencias experimentales actualmente, el
universo tendría alrededor de 14.700 millones de años de antigüedad. Los
creacionistas de la Tierra joven argumentan que las dataciones de la geología
y la astronomía están equivocadas e insisten en que el cosmos sólo posee
unos miles de años de antigüedad y que todo fue creado en seis días literales
de 24 horas (es decir, en 144 horas en total). Sus principales razonamientos
fundamentados en la Escritura son los siguientes: los días del relato del
Génesis se caracterizan por tener “tarde y mañana” (Gn. 1:5, 8, 13, 19, 23 y
31); se trata de días consecutivos numerados desde el primero al sexto, lo que
coincide bien con los días de 24 horas según se tratan en la Biblia; son días
que ejemplifican la semana laboral literal de seis días más uno de descanso y,
en fin, la vida no podría haber prosperado durante millones de años (desde el
tercer al cuarto día, según Gn. 1:11-14) sin la luz solar. Además, del texto
paulino de Romanos 5:12 se deduce que la muerte entró en el mundo a causa
del pecado de Adán y Eva, por lo que no pudo haber muerte animal antes de
dicha transgresión.
Así mismo, durante el sexto día fue creado el primer hombre Adán. Es
imposible que hubiera podido realizar la inmensa tarea de poner nombre a
todos los animales en el breve período de 24 horas. Quizás las palabras de
Éxodo 20:11: Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y
todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto,
Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó, pudieran interpretarse como
una comparación entre los siete períodos creacionales y los siete días
semanales. No necesariamente como una comparación minuto a minuto de
las 144 horas semanales. Y, en fin, la Biblia usa también el término “día”
para referirse a extensos períodos de tiempo, al decir que para con el Señor
“un día es como mil años y mil años como un día” (2 P. 3:8; Sal. 90:4).
Algunos opinan que estos dos modelos no tienen por qué ser
mutuamente excluyentes. Dios pudo también formar a la especie humana
mediante un proceso evolutivo y en algún momento infundirle sus
capacidades espirituales distintivas. Sin embargo, a efectos prácticos y
naturales, esta explicación intermedia apenas se distinguiría de la primera. De
manera que, en definitiva, se trataría sólo de dos perspectivas distintas
(evolución o creación) que habitualmente suelen caracterizarse como el
núcleo del supuesto conflicto entre la ciencia y la fe. Pero, ¿existe realmente
disputa entre ciencia y creencia? ¿Qué es ciencia y qué creencia? ¿Está
siempre la fe del lado de la revelación bíblica o, acaso, hay también creencia
e interpretación de parte de la ciencia?
A pesar de que las diferencias entre los genomas puedan ser muy
pequeñas, lo cierto es que no sucede lo mismo con las proteínas resultantes
de dichos genomas. ¿Qué significa esto? Como es sabido, el ADN contiene la
información necesaria para fabricar todas las proteínas del organismo y éstas
son las encargadas de realizar las funciones que nos mantienen vivos. En
principio, cabría suponer que si hombres y chimpancés poseemos un ADN
casi idéntico, deberíamos tener también unos conjuntos de proteínas
(proteomas) casi idénticos. Sin embargo, esto no es así.
Desde hace más de una década, se sabe que las diferencias entre los
proteomas de chimpancés y personas rondan la increíble cantidad del 80%.
[173]
El cálculo realizado por Galina Glazko y su equipo colaborador (2005),
comparando las proteínas que formaban los cromosomas 21 y 22 de
chimpancés y humanos, evidenció esta espectacular divergencia. Tales
resultados explican, como es lógico, la enorme disparidad existente entre
estos simios y los seres humanos. No sólo a nivel bioquímico y fisiológico
sino sobre todo desde el punto de vista anatómico. Algo que ya se intuía
desde el sentido común pero a lo que no suele hacerse referencia
habitualmente porque no encaja con los planteamientos evolucionistas
imperantes.
Es indiscutible que las diferencias entre los simios y las personas son
tremendamente grandes. Esto lo reconocen hoy muchos partidarios de la
evolución: “hablar de la diferencia del 1% en términos que implican una
práctica identidad entre chimpancés y humanos supone dejar por completo en
el olvido la inmensa importancia de los procesos de desarrollo. Al fin y al
cabo, alrededor del 50% del material genético lo compartimos con las
Drosophila, las moscas del vinagre, sin que quepa sacar de eso grandes
consecuencias respecto de nuestras respectivas semejanzas. Y en términos
fenotípicos, el organismo adulto de un chimpancé y el de un humano difieren,
como ya hemos dicho de manera notable.”[174] De ahí que, cuando se intenta
compararnos con los chimpancés, aparezcan resultados paradójicamente
contradictorios. Según cuál sea el carácter estudiado, la conclusión podrá ser
que somos muy parecidos o bien todo lo contrario, muy diferentes. Nos
parecemos en los genomas, pero nos diferencian notablemente los proteomas,
el aspecto físico, el comportamiento y muchas cosas más como la conciencia,
el sentido moral, la espiritualidad, etc. Tanto la anatomía como la conducta
de ambas especies son muy diferentes.
El diseñador pudo usar unas mismas frases de ADN para expresar cosas
bien diferentes. Por ejemplo, comparemos estas dos oraciones: “El
evolucionismo es la única cosmovisión a que puede acogerse un ateo” y “el
evolucionismo no es la única cosmovisión a que puede acogerse un ateo”.
Las dos frases son similares en un 96%. Sin embargo, significan lo contrario.
De la misma manera, las distintas secuencias génicas del ADN pueden ser
encendidas o apagadas por medio de pequeñas secuencias de control,
originando proteínas y mensajes diferentes.
Otros autores han señalado que esta cifra del 98% es engañosamente
inexacta y no tiene ninguna base real. Cuando se compara la secuencia
tomada inicialmente del genoma del chimpancé con toda la secuencia
completa del mismo, analizada posteriormente, se observa que la identidad
genética general entre los humanos y estos simios es solamente del 70%.[200]
Si esto fuera así, tales datos significan que entre nuestro genoma y el de los
chimpancés habría una diferencia de 900 millones de letras o bases
nitrogenadas de ADN, ya que dichos genomas poseen alrededor de tres mil
millones de pares de bases nitrogenadas cada uno. Esto plantea un grave
problema para la teoría darwinista, que afirma que humanos y simios han
evolucionado a partir de un antepasado común que supuestamente habría
vivido hace alrededor de seis millones de años. Aunque dicho período
parezca muy extenso, en realidad es insuficiente para explicar la elevada tasa
de las mutaciones requeridas que hubieran generado semejante diferencia
entre los genomas.
Pero, sobre todo, los mapas de los distintos genomas aportan sorpresas
destacables como, por ejemplo, que los halcones de cetrería están más
estrechamente emparentados con los jilgueros y demás pájaros cantores que
con otras especies de halcones y águilas. Pequeñas aves acuáticas que se
zambullen, como los somormujos, están relacionados genéticamente con los
enormes flamencos. Y, en fin, los minúsculos y vistosos colibrís, según este
estudio, son sencillamente primos especializados de los rechonchos y
corpulentos chotacabras. El nuevo árbol evolutivo reagrupa casi la tercera
parte de todos los órdenes anteriores de aves. ¡Quién lo hubiera podido
imaginar! Los ornitólogos creen que los textos de biología, así como las guías
de campo para la observación de aves, tendrán que reescribirse. El artículo
sugiere también que diversos estilos de vida, como los hábitos nocturnos de
mochuelos y búhos, la vertiginosa caza de águilas y halcones o la adaptación
a la vida marina de gaviotas y alcatraces, debieron evolucionar varias veces
en las distintas especies. Algo que dificulta notablemente las pretensiones
darwinistas. Los resultados del estudio son tan amplios que se tendrán que
cambiar incluso los nombres científicos de docenas de aves. ¿Qué significa
todo esto?
Todos los seres vivos, desde las bacterias al hombre, poseemos ADN
constituido por las famosas cuatro bases nitrogenadas (A, T, C y G) y el
orden de éstas determina la secuencia de los aminoácidos en las proteínas.
Cuando las células se reproducen, o dividen, se copian perfectamente estas
secuencias de bases nitrogenadas. Sin embargo, a veces ocurren accidentes o
mutaciones que generan copias ligeramente diferentes a las de las células
progenitoras. Esto significa que los organismos podemos tener moléculas de
ADN e incluso proteínas que pueden diferir algo de las de nuestros padres,
abuelos o tatarabuelos. Aquí es menester realizar la siguiente matización. No
es exactamente lo mismo comparar secuencias de ADN en el interior de la
misma especie -dentro de las etnias humanas, por ejemplo- que hacerlo entre
especies diferentes, como pudiera ser simios y hombres. La relevancia de los
resultados no es equivalente ya que, en el primer caso, la afinidad genética es
evidente, mientras que en el segundo ésta se basa en suposiciones de la teoría
darwinista.
Pero, ¿qué pasa entonces con los otros muchos ejemplos documentados
de estas secuencias teloméricas intersticiales (ITSs) repetitivas existentes por
todo el genoma humano y también en el de los chimpancés? ¿Acaso
demuestran antiguas fusiones cromosómicas? Es evidente que no. Luego,
¿por qué tomar el único dato que parece apoyar la hipótesis de la fusión y
despreciar la mayoría de los ejemplos que la contradicen? La secuencia
telomérica intersticial 2q13 es la única que se podría asociar con un punto de
fusión evolutivo. Sin embargo, todos los demás datos de estas secuencias que
se poseen no concuerdan en absoluto con puntos de rotura cromosómica en
los primates. Como reconocen los autores evolucionistas del artículo
publicado en Cytogenetic and Genome Research: “La disponibilidad de
secuencias genómicas completas (Hubbard et al., 2007) ofrece la oportunidad
de caracterizar las regiones que flanquean los puntos de rotura de
reorganizaciones cromosómicas a nivel molecular. Sin embargo, por lo que
sabemos, sólo la ITS cabeza a cabeza situada en la región humana 2q13,
que es una reliquia de una antigua fusión telómero-telómero, es
precisamente asociada con un punto de rotura evolutivo.”[214]
Hay otros trabajos que corroboran también esta idea de que los
pseudogenes no son reliquias sin función. Se sabe, por ejemplo, que los
llamados PTENP1 y KRAS1P actúan como supresores de tumores.[221] Un
estudio publicado en Annual Review of Genetics señalaba roles funcionales
para determinados pseudogenes, tales como expresión y regulación génica,
generación de diversidad genética (anticuerpos, antígenos y otros),
recombinación genética y otras actividades que serían propias de genes
normales.[222] Otro artículo de Nature News indica que los péptidos del arroz
brillante podrían tener implicaciones sobre posibles funciones de los
pseudogenes.[223] En fin, la bibliografía especializada no para de aumentar en
este sentido.
Aunque, tal como hemos visto en esta serie sobre el genoma humano,
semejante designación no es precisamente la más acertada, dado el
importante papel regulador descubierto recientemente en muchas de tales
secuencias. Además, el elevado grado de conservación de algunas de ellas,
entre diferentes especies, indica que probablemente poseen otras funciones
esenciales aún por descubrir. De manera que, hoy por hoy, sería mejor hablar
de “ADN no codificante” o de “ADN repetitivo” en lugar de ADN basura.
Para complicar las cosas, cada vez resulta más difícil definir una región del
genoma como “génica” o “intergénica”, ya que los genes y las secuencias
relacionadas con ellos se extienden también a las regiones habitualmente
consideradas como intergénicas. En los tiempos de Darwin, los naturalistas
pensaban que las células apenas tenían misterios. Hoy sabemos cuán
equivocados estaban, ya que con cada nuevo descubrimiento biológico se
abre todo un abanico de nuevas complejidades y enigmas.
Como acabamos de ver, los retrovirus son virus con ARN capaces de
transcribirse a la inversa a ADN, gracias a una enzima llamada transcriptasa
inversa. Dicho ADN se incorpora a continuación al genoma del organismo
huésped mediante la acción de otra enzima, la integrasa. El darwinismo
supone que un retrovirus endógeno (ERVs) es una clase especial de retrovirus
que carece de función (por tratarse de ADN basura) y puede invadir la línea
germinal humana, o de cualquier otra especie biológica, y pasar así a la
descendencia. Si tales estructuras parásitas que no servirían para nada,
derivadas de un hipotético virus que nos infectó en el pasado, se detectan en
los genomas de humanos y otros simios actuales, esto sería un claro indicio
de que ambos descendemos de un antepasado común. En este sentido, se
citan algunos ejemplos de estos ERVs que parecen corresponderse con la
filogenia estándar de los primates superiores, lo que parecería favorecer las
tesis evolucionistas. ¿Hasta qué punto es esto así?
Sin embargo, Darwin le dio la vuelta a esta idea y dijo que semejante
patrón era consistente con su teoría e inconsistente con el diseño. A pesar de
que resulta difícil encajar las pretendidas sucesiones graduales e
ininterrumpidas de organismos -que proponía Darwin- con una clasificación
discontinua por grupos -como la descubierta por Linneo-, el darwinismo le
dio la vuelta a la tortilla y logró imponerse. Pues bien, actualmente, el
evolucionismo continúa con esta misma idea y la lleva hasta la genómica para
decir que ésta refleja también el árbol de la evolución de Darwin.
Quizás una prueba más científica que los patrones genéticos para
evaluar el dilema “evolución versus diseño” sería el análisis de las funciones
del ADN. En efecto, la evolución predice que buena parte del genoma
humano será no funcional ya que se supone originado mediante el proceso
ciego de la selección natural. Por tanto, se debería encontrar gran cantidad de
ADN inútil junto al genoma funcional. Por el contrario, el diseño, al suponer
que somos el producto de una planificación inteligente, no espera hallar
demasiado ADN basura en el interior de nuestras células. Esto es algo que sí
puede ponerse a prueba y que, de hecho, la ciencia ya lo ha realizado. ¿Cuál
ha sido el resultado?
Nos queda por tratar asuntos como el tanto por ciento de ADN que
realmente compartimos con los simios, nuestro pretendido origen africano y
si podemos a no descender de una sola pareja humana. Pero esto será, D. M.,
la próxima semana.
La especie única
Pero, ¿por qué es tan importante este cambio del 98% al 70% en el
parecido de nuestros genomas? En primer lugar, porque demuestra que no
somos tan similares como se pretende. Una diferencia genómica de casi el
30% entre estos simios y nosotros representa aproximadamente unos mil
millones de bases nitrogenadas o letras de ADN distintas. Esto es muchísima
información nueva, necesaria y suficiente para sustentar nuestra singularidad
humana.
¿Progresamos o degeneramos?
No hace falta discurrir mucho para darse cuenta de que este declive
genético que se detecta hoy en la humanidad, contradice el modelo
evolucionista y supone un espaldarazo al relato bíblico de los orígenes del ser
humano. Según la Escritura, el hombre fue creado con unas condiciones
óptimas y, desde entonces, habría estado degenerando continuamente. La
hipótesis del simio a la persona resulta inviable porque el cambio en nuestro
genoma ha sido siempre descendente, nunca ascendente. Pero la
degeneración genética es notablemente consistente con la perspectiva bíblica
de una pareja creada perfecta, una Caída literal, una población humana en
decadencia y un mundo que envejece “como una vestidura” (He. 1:11).
Fe en la selección natural
Durante cuarenta años, esta teoría del ADN basura ha sido considerada
como un dogma académico que todos los estudiantes de biología y genética
debíamos conocer y aceptar. Sin embargo, cuando se completó la segunda
fase del Proyecto Genoma Humano (el denominado Proyecto ENCODE
encargado de determinar qué proporción de ADN estaba activa), más de 400
científicos se dieron cuenta de algo inesperado. Casi todo el genoma humano,
incluso el llamado ADN basura que no se traduce en proteínas, se transcribía
activamente a ARN.[265]
Se vio que una sola letra típica de ADN perteneciente a cualquier gen
se utilizaba para codificar un promedio de seis o más transcripciones
diferentes en el ARN. Esto significa que cualquier cambio al azar en una sola
letra del “ADN basura” puede afectar a múltiples procesos celulares
independientes. Se descubrió que, aunque solamente poseemos alrededor de
22.000 genes, tales genes sintetizaban varios cientos de miles de proteínas
diferentes. De manera que diversas partes de un mismo gen pueden actuar
como bloques de construcción para elaborar muchas proteínas distintas. Algo
parecido a lo que ocurre con las piezas del Lego. Todo esto implica la
existencia de un complejo código de empalme de estas distintas partes de los
genes. Y, además, que tal maquinaria de unión funciona a la perfección y está
formada precisamente por lo que antes se creía que era basura del ADN.
Por ejemplo, tanto los seres humanos como los chimpancés y otros
simios presentan el pseudogén de la beta-globulina, que supuestamente sería
una versión defectuosa de un gen funcional del pasado. Desde el
evolucionismo se dice que este error compartido prueba que simios y
hombres descienden del mismo antepasado, en el que ocurrió dicho error.
Esto parecía un buen argumento hasta que se descubrió que dicho pseudogén
no es un error genético sino que posee un función concreta. Su ARNm regula
a toda una familia de genes, actuando como un interruptor capaz de
desactivar el gen de la globina en los embriones y activarlo en los adultos. Si
está presente en humanos y simios es porque en todas estas especies realiza la
misma función.[267]
Además, desde este otro punto de vista, jamás hubiera sido posible
hablar de genotipos superiores o inferiores, como por desgracia ocurrió en
base a las ideas darwinistas. Todos los humanos tenemos conjuntos únicos de
dones y talentos que reflejan adecuadamente un buen diseño original, por el
que debemos estar agradecidos y darle siempre gracias a Dios. La genética no
es enemiga de Adán y Eva. Tal como dijo Pablo: “El Dios que hizo el mundo
y todas las cosas que en él hay (…) de una sangre ha hecho todo el linaje de
los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado
el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a
Dios” (Hch. 17: 24-27).
En el tercer capítulo del libro de Génesis, se dice que Adán llamó Eva a
su mujer, por cuanto ella sería la madre de todos los vivientes. Miles de años
después de que se escribieran estas palabras, y a pesar de tantas hipótesis
como se han sugerido en tiempos recientes, estamos asistiendo hoy a la
reafirmación de esta enseñanza bíblica fundamental. A saber, que Eva fue la
madre de todos los seres humanos.
Hay que tener en cuenta que todos estos cálculos suponen una tasa de
mutación humana típica. Pero, ¿cómo justificar que la tasa de mutación en el
cromosoma “Y” haya sido enormemente superior a la que se da en el resto de
los cromosomas humanos? Se mire como se mire, el cromosoma “Y”
masculino constituye un grave problema para la teoría de la evolución. Lo
que observamos en él, encaja perfectamente con el modelo bíblico y no es en
absoluto compatible con la perspectiva evolucionista.
Se creía que este hipotético ancestro común debió haber vivido justo
antes de la explosión cámbrica, un período en el registro fósil que continúa
desafiando cualquier explicación evolucionista. Pues bien, la conclusión a
que llegaba este trabajo dependía de hacer correr el reloj molecular a
diferentes ritmos según las distintas ramas del árbol de la evolución de
Darwin. Unas veces debió ir muy rápido, mientras en otras ocasiones se
habría retrasado notablemente. ¿Cómo se podía calcular entonces la
antigüedad de las especies biológicas, si no se disponía de un ritmo de
mutación estable?
Según los datos paleontológicos, los fósiles con simetría bilateral más
antiguos tenían aproximadamente unos 555 millones de años. Pero los
análisis mediante el reloj molecular indicaban que estos vertebrados
divergieron de los invertebrados, como las moscas, hace unos 900 millones
de años. ¿Qué había pasado durante esos 345 millones de años de diferencia?
La respuesta que se ofreció, con el fin de preservar las tesis evolucionistas,
fue que, o bien los invertebrados aceleraron su ritmo de evolución molecular,
o bien los vertebrados lo ralentizaron. Los autores del artículo se decantaron
por lo segundo, aunque reconocieron la magnitud del problema que plantea la
explosión cámbrica para la teoría de la evolución y manifestaron: “Debido a
que los relojes moleculares tienen varios problemas inherentes, incluyendo
cómo se calibra el reloj, cómo se estiman los ritmos de sustitución molecular,
y cómo se detecta y corrige la heterogeneidad en estos ritmos, así como un
prejuicio estadístico inherente para la sobreestimación de las fechas, no puede
refutarse aún una fecha mucho más reciente para el último antecesor común
de los bilaterales (LCB).”[296] En vez de “homogeneidad de ritmos” (un reloj
constante, tal como antes se pensaba), habría “heterogeneidad de ritmos”
(varios relojes relativos en los diferentes grupos que funcionarían a diferentes
velocidades).
Este colapso de los relojes moleculares echa por tierra otro paradigma
clave fundamentado en ellos. A saber, que el Adán cromosómico y la Eva
mitocondrial vivieron en un pasado muy lejano y que no se conocieron entre
sí puesto que habrían estado separados por más de 100.000 años. Es habitual
que desde el evolucionismo se le conceda una gran credibilidad a las fechas
que proporcionan los métodos radiométricos. Sin embargo, por extraño que
parezca, éstas son cambiadas constantemente cada vez que entran en
conflicto con algún dato importante para la teoría evolutiva. Lo mismo ocurre
con las dataciones de los relojes moleculares que suelen modificarse cada vez
que se analizan nuevas secuencias de ADN. La antigüedad propuesta para el
Adán cromosómico ha venido variando desde los 50.000 años iniciales hasta
los 581.000 años atrás.[297] Semejante grado de variabilidad indica lo poco
precisos que resultan tales cálculos y, a la vez, ponen de manifiesto la
reducida certeza científica que aportan.
Las principales cuestiones que se suscitan en el libro son: ¿se ha logrado por
fin reconciliar la Biblia con la ciencia? ¿Debe entenderse Gn. 1-11
literalmente o estamos ante otro mito fundacional similar al de los pueblos
antiguos que rodeaban a Israel? ¿Existieron realmente el Adán y la Eva
tradicionales -tal como afirma la Escritura y han venido creyendo millones de
personas desde hace milenios- o, por el contrario, se trata sólo de una leyenda
que pretende explicar los orígenes de la humanidad, como creen muchos
otros? Veamos la historia reciente de tal cuestión, así como los principales
temas teológicos y científicos tratados en esta obra, antes de aportar nuestra
propia opinión que, desde hace años, viene siendo esbozada ya en este mismo
medio.[301]
¿Qué es un mito?
Dos terceras partes del libro de Craig -que tiene 358 páginas en su
versión en español- están dedicadas a analizar la naturaleza del mito en las
narraciones primigenias de los pueblos periféricos a Israel. Se aporta y
comenta una abundante bibliografía de los principales expertos en el tema y
se concluye que los mitos son narrativas tradicionales, orales o escritas, que
se transmiten de generación en generación. Tienen carácter sagrado para la
sociedad que los acoge y, por tanto, constituyen objeto de creencia. Suelen
estar ambientados en una época primigenia en la que los dioses intervienen
con el fin de anclar las realidades del presente en dicho tiempo pretérito.
Presentan elementos fantásticos y no tienen problemas con la contradicción
lógica o las incoherencias racionales.
Después de ver los grandes temas comunes entre el relato de Génesis y los
mitos babilónicos, asirios y egipcios, tales como la creación del mundo, el
origen de la humanidad y su semidestrucción en el diluvio, Craig comenta
que, a pesar de la semejanzas, “ninguno de estos mitos tiene nada parecido a
la historia de Adán y Eva, su tentación y caída, tan fundamental en Gn. 1-11,
antes del diluvio, ni leemos nada parecido a la historia posterior de la torre de
Babel”.[306] Por tanto, se plantea la cuestión sobre si el relato bíblico debe
considerarse o no como una recopilación de los mitos extrabíblicos. Algunos
autores, como Hermann Gunkel y la escuela panbabilónica que le siguió,
creyeron que sí, que los relatos de Gn. 1-11 se derivaban de los mitos del
Antiguo Oriente Próximo. Sin embargo, en la actualidad, pocos académicos
defienden esta tesis de la dependencia. Uno de los primeros en rechazarla fue
Samuel Sandmel, quien habló del error de la “paralelomanía” que cometían
algunos eruditos bíblicos al exagerar primero las supuestas similitudes de
ciertos pasajes bíblicos con los mitos y proceder luego a describir la fuente y
la conexión literaria.[307] Craig cita numerosos ejemplos de tales
exageraciones para mostrar lo difícil que es establecer la dependencia entre
narraciones paralelas. En su opinión, es cierto que las narrativas de Gn. 1-11
comparten suficientes parecidos de familia con los mitos pero eso no sería
concluyente ya que los relatos bíblicos muestran además un gran interés por
la historia. Y esto es algo que no suele darse en los mitos.
Definición de “mito-historia”
Reconstrucción artística del Homo heidelbergensis (también llamado Homo rhodesiensis), a partir de
los huesos fósiles encontrados, según aparece en El Adán histórico (p. 338).
(https://twitter.com/Qafzeh/status/653993493581295616/photo/1).
Contra la opinión de diversos autores modernos de que Adán y Eva no
fueron personajes históricos sino puramente literarios o simbólicos, William
L. Craig, afirma en su libro El Adán histórico, que “Adán es considerado por
Pablo como una persona histórica cuyas acciones afectaron al curso de la
historia”[314] ya que, en el pensamiento del apóstol de los gentiles, el pecado
de Adán es en cierto sentido la fuente del pecado y de la muerte espiritual de
toda la humanidad. Y esto sería suficiente para creer en la existencia de un
Adán histórico o real (1 Cor. 15:21-22; Rom. 5:12-21). De otro modo, si
Adán y Eva hubieran sido personajes ficticios, habría que admitir que Pablo
estaba malinterpretando el Génesis. Algo incompatible con la inspiración
divina de sus escritos.
Conviene tener en cuenta que las relaciones entre los homínidos fósiles,
desde la óptica evolutiva, son muy difíciles de interpretar y suele haber casi
tantas opiniones como especialistas. El hecho de que varios autores no
consideren válido al Homo heidelbergensis no significa necesariamente que
Craig esté equivocado, ya que otros autores sí creen que se trata de una
especie válida. Lo que ocurre con todas estas especies fósiles, supuestamente
descendientes del hombre de Heidelberg (H. sapiens, H. neanderthalensis, H.
denisova, etc.) es que se parecen mucho entre sí, hasta el extremo que podían
cruzarse entre ellas y producir descendencia fértil. Lo cual plantea dudas
acerca de si deberían considerarse como pertenecientes a la misma y única
especie Homo sapiens.
Otra cosa que pone de manifiesto esta cuestión es que el tamaño del cerebro
no siempre es directamente indicativo del nivel de inteligencia,[324] sino que
ésta dependería más bien de otras variables como la complejidad y
organización interna de dicho órgano. Por ejemplo, es bien sabido que en la
población humana moderna hay personas que poseen un gran tamaño
cerebral, como el novelista ruso Iván Turguénev (1818-1883), cuyo cerebro
pesaba 2.021 gramos. Pero, a la vez, existen otras con un cerebro pequeño,
como el novelista francés Anatole France (1844-1924), premio Nobel de
literatura, cuyo peso cerebral era de tan solo 1.017 gramos.[325] Prácticamente
como el Homo erectus y, sin embargo, ambos eran escritores famosos.
William Lane Craig descarta, en su libro El Adán histórico, al Homo erectus
como especie a la que hubieran podido pertenecer Adán y Eva, debido sobre
todo al reducido tamaño cerebral de dicha especie fósil. Sin embargo, no
parece que el peso del cerebro sea un buen indicativo de la inteligencia.
Algunos ejemplares de Homo erectus tenían una altura de hasta 1,85 metros,
lo que supera la media de la población humana actual. Aunque el promedio
de la especie es de 1,70 metros y su capacidad craneal estaba comprendida
entre los 700 y los 1.250 cm3,[326] lo que la sitúa dentro del rango típicamente
humano. (El volumen craneal medio del ser humano adulto actual es de unos
1.200 cm3). Los múltiples huesos fósiles hallados de esta especie, distribuida
por África, Arabia, Turquía, Europa, India, China y Tailandia, indican un
elevado parecido con el Homo sapiens, hasta el extremo que algunos autores
propusieron en su día que se la incluyera dentro de nuestra misma especie.[327]
Aunque otros siguen creyendo que se trata de una especie diferente, lo cierto
es que sus características humanas abren la puerta a la posibilidad de que
nuestros primeros padres hubieran podido pertenecer a ella.
Cráneo de Homo erectus (Foto: Antonio Cruz).
El ser humano se degrada y pasa a ser de nuevo casi como una parte
indistinguible de la naturaleza. Una especie más del hipotético árbol de la
evolución cuyo valor, en ocasiones, puede considerarse inferior al de una
ballena, un gorila o un oso polar. El trato que reciben los fetos humanos, en
comparación con el que se les otorga a otras especies, así lo pone de
manifiesto. Y todo esto se relaciona con unas normas éticas subjetivas y
personales. En fin, a nosotros nos parece que la cosmogonía contemporánea
debería volver a la singularidad de aquella que reveló Dios en las páginas de
la Biblia.
Por otro lado, algunos han manifestado que los dos primeros capítulos
de Génesis no son más que una copia calcada de la epopeya de Gilgamesh,
porque en este poema sumerio, que narra las peripecias de dicho rey, se
menciona también el origen del hombre así como un diluvio muy similar al
bíblico. No obstante, cuando se leen ambos relatos, el sumerio y el bíblico,
pronto se descubren las notables divergencias que les separan. El primero
supone que el ser humano vivió primitivamente una etapa animalesca en la
estepa con el ganado pero que, poco a poco, fue progresando hacia la vida
urbana o sedentaria. Curiosamente algo muy parecido a lo que afirma hoy el
evolucionismo pero con cuatro milenios y medio de antelación. Sin embargo,
el autor bíblico lo concibe al revés. Dios crea a Adán y Eva como seres
completamente humanos y los coloca en un ambiente privilegiado que
posteriormente tendrán que abandonar por no haber reconocido las
limitaciones y el consejo divino.
Las frases bíblicas “estos son los orígenes” y “el día en que creó Dios”
de Gn. 2:4 son utilizadas también por Adán posteriormente (Gn. 5:1) para
referirse a personas relevantes de la historia de Israel, que vendrían después,
como Ismael (Gn. 25:12), Isaac (Gn. 25:19), Esaú (Gn. 36:1) y Jacob (Gn.
37:2). El apóstol Pablo, ya en el Nuevo Testamento, se refiere a Eva en varias
ocasiones diciendo que fue formada después de Adán, y considerándola como
una persona real que fue tentada por el maligno (1 Ti. 2:13-14; 2 Co. 11:3).
El autor de Hebreos incluye a Caín y Abel, así como a Enoc y Noé, en la lista
de personajes del Antiguo Testamento que alcanzaron buen testimonio por la
fe que profesaban en Dios (Heb. 11:4-7).
El propio Señor Jesús dijo “el que los hizo al principio, varón y hembra
los hizo” (Mt. 19:4-5) para enseñar que la unión conyugal de la primera
pareja literal humana, creada por Dios, constituye la base del matrimonio. De
la misma manera el apóstol Pablo declaró que la realidad de la muerte entró
en el mundo por el pecado de un hombre literal llamado Adán (Ro. 5:12-14).
Es más, incluso llega a comparar la persona real de Cristo con la persona
literal de Adán (1 Cor. 15:22). ¿Cómo se pueden entender todos estos
versículos bíblicos si decimos que Adán y Eva nunca existieron? ¿Estaban
equivocados los autores inspirados? ¿Acaso los engañó el Espíritu Santo?
Por último, es menester señalar que los parecidos entre el relato bíblico
de la creación y otros relatos mitológicos antiguos no demuestran que el libro
de Génesis sea mítico. Decir que los dos primeros capítulos de la Biblia son
un mito porque existen algunas similitudes, por ejemplo, con el mito
mesopotámico de Adapa, del segundo milenio antes de Cristo, es obviar otras
posibles explicaciones. En primer lugar, los parecidos pueden deberse a que
dicho mito de Adapa fue copiado del relato del Génesis. Y, en segundo lugar,
también cabe la posibilidad de que tales semejanzas pudieran resultar de dos
relatos diferentes, escritos por culturas distintas, pero que se referían a los
mismos acontecimientos primitivos.
Que esto hubiera sido así, no significa sin embargo que el Génesis no
haya sido inspirado por Dios. La auténtica inspiración, en la que el Espíritu
Santo toma posesión del ser humano y le estimula, o provoca, para que
exprese fielmente la voluntad divina, no implica necesariamente que el
redactor deba transformarse en una especie de computadora impersonal y
transcriba automáticamente relatos que no comprende. Es verdad que, en
ocasiones, el poder del Espíritu inspira incluso en contra de la voluntad
humana del profeta o no expresa los propios pensamientos de éste, sino que
sigue sólo la mente de Dios. Pero, por lo general, la inspiración respeta los
conocimientos del autor y le sitúa en una atmósfera propicia a la recepción de
lo divino. El escritor del texto bíblico conserva toda su capacidad intelectual
y moral, así como sus características personales, a la hora de escribir la
revelación que viene de lo alto. Dicho esto, volvamos a la cuestión planteada.
¿Es incongruente el primer capítulo de Génesis con el segundo? ¿Fueron
ambos capítulos escritos por la misma persona o no? Para responder tales
preguntas, es menester tratar primero las siguientes cinco cuestiones.
Por otro lado, la declaración de que Dios hizo nacer de la tierra todo
árbol delicioso a la vista y bueno para comer (Gn. 2:9) debe entenderse
también dentro de su propio contexto. Si en el versículo anterior se dice que
el Creador plantó un huerto en Edén -una declaración general seguida de otra
particular- no hay que entender que creó nuevas especies vegetales sino que
hizo que creciesen buenos árboles de las especies que ya había creado
anteriormente en el tercer día.
En primer lugar, está la cuestión de por qué en los cinco primeros libros
de la Biblia se usan diferentes nombres para Dios. Unas veces aparece Jehová
o Yahvé, otras Adonai o Señor, y también Elohim o Dios en general, a parte
de El o de Sadday. Por ejemplo, en el primer capítulo de Génesis el nombre
que se utiliza para nombrar a Dios es Elohim. Sin embargo, a partir del
versículo cuatro del segundo capítulo se habla ya de Jehová Dios. ¿Indican
tales nombres necesariamente que Génesis es una combinación de
documentos procedentes de fuentes diferentes o existe otra mejor
explicación?
Los hebreos usaban Elohim como el nombre común de Dios, tanto para
referirse al Dios de Israel como a los dioses de los demás pueblos paganos.
Sin embargo, el nombre de YHWH (Jehová o Yahvé) era un nombre propio y
exclusivo del Dios de Israel. No sólo era Yahvé el creador del universo sino
también quien los había escogido como su propio pueblo. Ningún judío
ignoraba esto. De manera que cuando la Biblia dice: En el principio Elohim
creó los cielos y la tierra” se refiere al Dios creador en general que podía ser
adorado también por otros pueblos, no sólo por los hebreos. Pero cuando se
emplea YHWH, como ocurre en el capítulo dos de Génesis, está expresando
la concepción personal de la Deidad exclusiva de Israel. Y lo mismo suele
ocurrir en los escritos proféticos, legales, poéticos y en la literatura
sapiencial.
Toda la estructura del libro de Génesis está conectada por diez frases
como las siguientes: estos son los orígenes de los cielos y la tierra (Gn. 2:4);
este es el libro de las generaciones de Adán (Gn. 5:1); estas son las
generaciones de Noé (Gn. 6:9; 10:1); Sem (11:10); Taré (11:27); Ismael
(25:12); Isaac (25:19); Esaú (36:1) y Jacob (37:2). Tales frases son como
bisagras que pretenden señalar que todos estos acontecimientos y personajes
mencionados fueron realmente históricos. Ya que seis de estas frases se
encuentran en los once primeros capítulos de Génesis y cuatro de ellas en los
restantes, debe entenderse que ambas secciones del libro son consideradas
históricas. Además, estas dos partes están conectadas entre sí por el texto de
Gn. 11:27-32, que narra la historia de Abram, Lot y Sara. Una historia que se
inicia al final de la primera sección pero finaliza en la segunda sección del
libro.
5. La doctrina del matrimonio: ¿No habéis leído que el que los hizo al
principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (Mt. 19:4-5).
De la misma manera, la unión conyugal del hombre y la mujer descansa en la
creación original. Y, por último:
Epílogo
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African Americans”, Nature, 476, nº 7359 (August 11, 2011): 170-177.
[282]
“Francis Collins Speaking at the Christian Scholars”, Conferencia en la
Universidad de Pepperdine, Malibu Times, (June 29, 2011), accessed
Nevember 25, 2014, www.malibutimes.com/news/article_3c135e3d-7695-
5e22-b21c-9ceb8f752a7a.html
[283]
Barbara Bradley Hagarty, entrevista a Dennis Venema, “Evangelicals
Question the Existence of Adam and Eve”, August 9, 2011, acessed
November 25, 2014, www.npr.org/2011/08/09/138957812/evangelicals-
question-the-existence-of-adam-and-eve.
[284]
Frazer, et al., 2007, “A Second Generation Human Haplotype Map of
over 3.1 Million SNPs.” Nature, 449: 851-861.
[285]
J. A. Tennessen, et al., 2012, “Evolution and Functional Impact of Rare
Coding Variation from Deep Sequencing of Human Exomes”, Science, 337,
nº 6090 (July 6, 2012): 64-69.
[286]
Cann, R., Stoneking, M., y Wilson, A., 1987, “Mitochondrial DNA and
human evolution”, Nature, 325, 31-36.
[287]
“New ‘molecular clock’ aids dating of human migration history”, 2009,
https://www.leeds.ac.uk/news/article/245/new_molecular_clock_aids_dating_of_human_m
[288]
Robert W. Carter, 2007, “Mitochondrial Diversity within Modern Human
Populations,” Nucleic Acids Research, 35, nº 9: (May 2007): 3039-3045.
[289]
Lorena Madrigal, et al., 2012, “High Mitochondrial Mutation Rates
Estimated from Deep-rooting Costa Rican Pedigrees,” American Journal of
Physical Anthropology, 148, nº 3 (July, 2012): 327-333.
[290]
http://protestantedigital.com/magacin/42463/La_Eva_biblica_y_la_mitocondrial
[291]
Jennifer F. Hughes, et al., 2010, “Chimpanzee and Human Y
Chromosomes are Remarkably Divergent in Structure and Gene Content”,
Nature 463, nº 7280 (January 28, 2010): 536-539.
[292]
Brian Switek, 2014, “Chisel-toothed Beasts Push Origin of Mammals”,
National Geographic, September 10, accesed November 27, 2014,
www.news.nationalgeographic.com/news/2014/09/140910-fossil-mammal-
china-triassic-origin.
[293]
Véase al respecto el siguiente artículo publicado en este mismo medio:
http://protestantedigital.com/cultural/42427/Restos_fosiles_de_Homo_sapiens_en_Marrue
[294]
Francisco Rodríguez-Trelles, Rosa Tarrío y Francisco J. Ayala, 2001,
“Erratic overdispersion of three molecular clocks: GPDH, SOD, and XDH”,
PNAS, vol. 98, nº 20: 11.405-11.410.
[295]
Peterson, K. J., et al., 2004, “Estimating metazoan divergence times with
a molecular clock”, PNAS, vol. 101, nº 17: 6536-6541.
[296]
Ibid.
[297]
Mendez, F. L., 2013, et al., “An African American Paternal Lineage Adds
an Extremely Ancient Root to the Human Y Chromosome Phylogenetic
Tree”, American Journal of Human Genetics, 92, nº 3: 454-459.
[298]
http://www.nature.com/news/genetic-adam-and-eve-did-not-live-too-far-
apart-in-time-1.13478.
[299]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos.
[300]
Craig, W. L. 2021, In Quest of the Historical Adam: A Biblical and
Scientific Exploration, William B. Eerdmans Publishing Company, Grand
Rapids, Michigan, USA.
[301]
https://protestantedigital.com/magacin/41505/Relevancia_biblica_de_Adan_y_Eva
https://www.protestantedigital.com/conciencia/41675/adan-y-eva-bajo-la-
lupa;
https://www.protestantedigital.com/conciencia/41772/el-nuevo-testamento-
cree-en-adan-y-eva.
[302]
Collins, F. S. 2007, ¿Cómo habla Dios?, 3ª Edición, Planeta, México, p.
222.
[303]
Ostling, R. 2011, “The Search for the Historical Adam,” Christianity
Today (June 3,
2011), https://www.christianitytoday.com/ct/2011/june/historicaladam.html.
[304]
Collins, C. J. 2011, Did Adam and Eve Really Exist? Who They Were and
Why You Should Care, Crossway, Wheaton; Enns, P. 2012, The Evolution of
Adam: What the Bible Does and Doesn’t Say about Human Origins, Baker,
Grand Rapids; Barrett, M., Caneday, A. B, y Gundry, S. N, 2013, Four Views
on the Historical Adam, Zondervan Academic, Grand Rapids, Michigan;
Halton, C. H. y otros, 2015, Genesis: History, Fiction, or Neither? Three
Views on the Bible’s Earliest Chapters, Zondervan, Grand Rapids, Michigan;
etc.
[305]
Véase también el documentado artículo de Alfonso Ropero “El Adán
histórico y la inerrancia bíblica” en Lupa protestante;
https://www.lupaprotestante.com/el-adan-historico-y-la-inerrancia-biblica-
alfonso-ropero/
[306]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 40.
[307]
Ibid, p. 77.
[308]
Ibid, p. 106.
[309]
Gunkel, H. 1901, The Legends of Genesis: The Biblical Saga and
History, GlobalGrey, 2019, pp. 10-11. Hay que tener en cuenta que el biblista
protestante Hermann Gunkel, autor del método de la historia de las formas,
estuvo muy influido por el naturalismo de la teología alemana del siglo XIX
y esto le llevó a rechazar los milagros.
[310]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 111.
[311]
Ibid, p. 168.
[312]
Ibid, p. 174.
[313]
Ibid, p. 150.
[314]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 224.
[315]
Ibid., p. 338.
[316]
Ibid., pp. 312-313.
[317]
Ibid., pp. 315-330.
[318]
Ibid., p. 348.
[319]
Kovalenko, T. F. & Patrushev, L. I. 2018, Pseudogenes as Functionally
Significant Elements of the Genome, Biochemistry (Moscow), volume 83, pp.
1332-1349.
[320]
Yan-Zi Wen et al., “Pseudogenes are not pseudo any more” RNA
Biology 9 (January, 2012): 27-32;
S. Hirotsune et al. “An expressed pseudogene regulates the messenger-RNA
stability of its homologous coding gene,” Nature 423 (May 1, 2003): 91-96;
Oliver H. Tam et al., “Pseudogene-derived small interfering RNAs regulate
gene expression in mouse oocytes,” Nature 453 (2008): 534-538; D. Zheng
and M. B. Gerstein, “The ambiguous boundary between genes and
pseudogenes: the dead rise up, or do they?,” Trends in Genetics 23 (May,
2007): 219-224; D. Pain et al., “Multiple Retropseudogenes from Pluripotent
Cell-specific Gene Expression Indicates a Potential Signature for Novel Gene
Identification,” The Journal of Biological Chemistry 280 (February 25,
2005): 6265-6268; J. Zhang et al., “NANOGP8 is a retrogene expressed in
cancers,” FEBS Journal 273 (2006): 1723-1730; Habib et al., “Microdeletion
in a FAAH pseudogene identified in a patient with high anandamide
concentrations and pain insensitivity,” British Journal of Anaesthesia,
Volume 123, Issue 2, August 2019, pp. e249-e253; Lucia L. Prieto-Godino,
“Olfactory receptor pseudo-pseudogenes,” Nature, Vol. 539, pp. 93-97
(November 3, 2016); Poliseno et al. “A coding-independent function of gene
and pseudogene mRNAs regulates tumour biology.” Nature 465 (2010):
1033-1038; Zhe Ji, Ruisheng Song, Aviv Regev, Kevin Struhl, “Many
lncRNAs, 5’UTRs, and pseudogenes are translated and some are likely to
express functional proteins,” eLife, 2015, 4:e08890 DOI:
10.7554/eLife.08890; Enrique M. Muro, Nancy Mah, Miguel A. Andrade-
Navarro, “Functional evidence of post-transcriptional regulation by
pseudogenes,” Biochimie, 93 (2011): 1916-1921; Armin P Piehler, Marit
Hellum, Jürgen J Wenzel, Ellen Kaminski, Kari Bente Foss Haug, Peter
Kierulf, and Wolfgang E Kaminski, “The human ABC transporter
pseudogene family: Evidence for transcription and gene-pseudogene
interference,” BMC Genomics, 2008, 9:165; Nicole A Rapicavoli, Kun Qu,
Jiajing Zhang, Megan Mikhail, Remi-Martin Laberge, Howard Y Chang, “A
mammalian pseudogene lncRNA at the interface of inflammation and anti-
inflammatory therapeutics,” eLife, 2013, 2:e00762; Suzuki et al., “Human-
Specific NOTCH2NL Genes Expand Cortical Neurogenesis through
Delta/Notch Regulation,” Cell, 173: 1370-1384; Fiddes et al, “Human-
Specific NOTCH2NL Genes Affect Notch Signaling and Cortical
Neurogenesis,” Cell, 173: 1356-1369; Hayashi et al.,
“The OCT4 pseudogene POU5F1B is amplified and promotes an aggressive
phenotype in gastric cancer,” Oncogene, 34: 199-208.
[321]
Cela Conde, C. J. y Ayala, F. J. 2013, Evolución humana, Alianza
Editorial, Madrid, p. 534.
[322]
Ibid., p. 519.
[323]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 351.
[324]
Bernard Wood and Mark Collard, “The Human Genus,” Science, 284
(April 2, 1999): 65-71.
[325]
Christoph Koch, “Does Brain Size Matter?” Scientific American
Mind (January/February, 2016), 22-25.
[326]
Cela Conde, C. J. y Ayala, F. J. 2013, Evolución humana: El camino
hacia nuestra especie, Alianza Editorial, Madrid, p. 423.
[327]
Ibid., p. 418.
[328]
Craig, W, L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 267.
[329]
Lewin, R. & Foley, R. A. 2004, Principles of Human Evolution, 2nd ed.,
Oxford: Blackwell, p. 319.
[330]
Collins, F. S., 2007, ¿Cómo habla Dios?, Planeta, Madrid, p. 278.
[331]
Hamer, D., 2006, El gen de Dios, La Esfera de los Libros, Madrid, p. 27.
[332]
Collins, F. S., op. cit,. p. 281.
[333]
Haag, H. et al., 1987, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona, p. 17.
[334]
von Rad, G., 1988, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, p. 68.
[335]
Ibid., p. 56.
[336]
García Cordero, M., 1977, La Biblia y el legado del Antiguo Oriente,
Biblioteca de Autores Cristianos, p. 21.
[337]
https://www.penn.museum/documents/publications/expedition/PDFs/45-
3/One%20of%20Iraq.pdf
[338]
A. Giménez González, “Pentateuco” en Ropero, A., 2013, Gran
Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Clie, Viladecavalls, Barcelona, p.
1941.
[339]
Umberto Cassutto, 1989, A Commentary on the Book of Genesis: Adam
to Noah, Magnus Press, Jerusalem, p. 129.
[340]
de Chardin, T., 1967, El grupo zoológico humano, Taurus, p. 71.
[341]
Collins, F. S., 2009, ¿Cómo habla Dios?, Planeta, Madrid, p. 222.
[342]
Ibid., p. 223.
[343]
Lewis, C. S., 2016, El problema del dolor, Rialp, Madrid, p. 91.
[344]
von Rad, G., 1988, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca, p. 56.
[345]
Venema, D. R. & McKnight, S., 2017, Adam and the Genome: Reading
Scripture after Genetic Science, cap. 3, Brazos Press, Grand Rapids,
Michigan.
[346]
Swamidass, S. J., 2017, “Heliocentric Certainty against a Bottleneck of
Two?”, Peaceful Science (blog), 31 Diciembre, 2017.
https://discourse.peacefulscience.org/t/heliocentric-certainty-against-a-
bottleneck-of-two/61
[347]
Craig, W. L. 2021, El Adán histórico: Una exploración bíblica y
científica, Kerigma, Salem, Oregón, Estados Unidos, p. 327.