Tema 2 Psicologia
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1. Conceptos básicos
La identidad es la de definición que uno hace de sí mismo, e incluye atributos
personales que nos diferencian de los demás, y atributos que compartimos con los
demás pero que también nos definen. Puede tener aspectos personales y aspectos en
referencia al grupo.
Cuando nos estamos definiendo, estamos utilizando algunos mecanismos. Estos mecanismos
son pequeñas distorsiones que usamos para dar una imagen de nosotros a alguien que no
conocemos.
Cuando nos presentamos a alguien que no conocemos utilizamos mucho estas distorsiones.
Cuando estamos presentando a los otros, parece que necesitamos cierta aprobación de lo que
estamos diciendo porque no queremos quedar mal con el otro.
Para evitar estas distorsiones hemos planteado preguntas a los demás. Las preguntas que
hacemos también nos definen.
La identidad social: hace referencia a las definiciones que hacen las personas de sí
mismas desde la pertenencia a un determinado grupo, a una determinada categoría
social. Normalmente esta identidad tiene un significado evaluativo y emocional para
las personas.
La identidad personal: es la más conocida. Son las descripciones que hacen las
personas de sí mismas en torno a atributos personales, que son idiosincráticos.
Normalmente esta identidad personal va a construir un autorretrato en torno a
diferentes dimensiones y pueden ser referidas a lo vocacional-laboral, a la política, al
entorno familiar, a la religión…
Ejemplo: soy una mujer de 45 años, médica, casada y con dos hijos.
2. ¿Cuándo surge definir el yo?
En la Edad Media la construcción de identidad personal no existía como tal, se construía en
torno a la clase social de pertenencia. Esto empieza a cambiar a partir del siglo XVI, donde se
produce un proceso de secularización. Hasta ahora pensábamos que la realización personal
ocurría en la otra vida (detrás de la muerte), pero nos hemos dado cuenta de que puede
ocurrir en esta vida (la presente).
El proceso de industrialización también influyó en que las personas nos empezáramos a ver
como unidades de producción donde no se dependía de la clase social. A la persona se la
empieza a ver como una herramienta para la producción.
Otro proceso es la Ilustración, donde la gente comenzó a sentir que podía construir una
identidad propia y que su identidad no tenía por qué ser impuesta por fuerzas de opresión.
Por último, la aparición del psicoanálisis en Europa, que nos va a decir que el comportamiento
de la persona depende de procesos conscientes y subconscientes de la misma, y que esto en sí
mismo define su propia identidad.
Posteriormente cobra importancia el yo colectivo, que quiere decir que el yo también puede
ser un yo compartido con los demás, de hecho, el yo puede ser un nosotros. Allport va a decir
que no hay psicología de los grupos que no sea esencial y enteramente una psicología de los
individuos.
Por último, el yo interaccionista simbólico, que es el que predomina actualmente y dice que el
yo surge de la interacción humana, por lo tanto, nuestro autoconcepto sigue este último yo. Se
va a modificar según las interacciones que establezcamos con la gente.
El autoconcepto depende de nosotros mismos y de cómo nos ven los demás. Normalmente
establecemos hipótesis sobre cómo nos ven los demás y esto influye en nuestro autoconcepto,
pero en realidad no sabemos cómo nos están viendo.
A partir de ahora nos vamos a basar en diferentes niveles a la hora de hablar de identidad.
Estos niveles los fija Turner con la teoría de la categorización del yo. Esta teoría dice que el yo
puede existir en distintos niveles de abstracción: interpersonal (identidad personal),
intergrupal (identidad social) e interespecies (especie humana).
4. Identidad personal
4.1. Identidad personal – El yo como conciencia reflexiva
Hace referencia al conjunto de propiedades y procesos psicológicos que dependen de la
existencia de la propia toma de conciencia como ser reflexivo, por lo tanto, este ser reflexivo
va a implicar una serie de procesos que son complejos y, además, va a operar dentro de un
mundo social en constante interacción.
Dentro de esta conciencia reflexiva del yo personal, debemos tener en cuenta la teoría de la
conciencia de sí mismo, desarrollada por dos neuropsicólogos donde nos van a hablar de que
existe un yo público y un yo privado, y que somos conscientes de ambos. Es importante que
exista un cierto equilibrio entre ellos. El yo privado hace referencia a la definición de identidad
personal, y el yo público a esas definiciones en torno al grupo que hacemos de nosotros
mismos.
Existen varios problemas cuando abunda el yo público ya que se puede producir un proceso
de desindividualización y, por tanto, me comporto como las masas. Los aspectos más
pequeños del yo se crean a través de autoesquemas, que son estructuras cognitivas que
representan diferentes informaciones (almacenamos información que tenemos de nosotros
mismos a través de esquemas, que pueden ser características de pertenencia a grupo,
relacionadas, propias… Los autoesquemas no solo definen como somos, también van a
describir cómo queremos ser.
El autoconcepto o autoconocimiento: son las creencias acerca de las características que posee
la persona sobre sí misma. Los autoesquemas forman parte de este autoconcepto. Durante la
adolescencia va a ir cambiando, así como en las diversas etapas del ciclo vital, de tal forma,
que durante la adolescencia va a ser más amplio. Los cambios evolutivos del autoconcepto
(cuanta menos edad tenemos, las descripciones son más aisladas y a medida que crecemos,
estas descripciones son más abstractas) son los siguientes:
4.1.2. ¿Cómo se estructura la información sobre nosotros mismos?
La información sobre nosotros mismos se estructura mediante autoesquemas. Estos
autoesquemas pueden ser más esquemáticos (cuando tenemos conceptos muy claros sobre lo
que nos define) o menos esquemáticos (cuando no tenemos un concepto tan claro, es más
abstracto). El problema es que, si tenemos un autoconcepto de nosotros mismos demasiado
esquemático, va a ser difícil que entren nuevos esquemas.
Dentro de las personas esquemáticas y no esquemáticas hay que tener en cuenta que no solo
influye que permeen nuevos esquemas, sino que los esquemas que son muy esquemáticos
pueden activar estados de ánimo más radicales.
Dentro de esta concepción de los autoesquemas tenemos que tener en cuenta la teoría de la
autodiscrepancia de Higgins, que nos viene a decir que hay tres tipos de autoesquemas y que
van a ser referidos al yo real (cómo soy yo en el presente), al yo ideal (lo que tu querrías ser o
eres) y al yo que debería ser (lo que la gente quiere que seas). Los dos últimos van a ser
autoesquemas que guían o que nos marcan el camino y la discrepancia entre el yo real y el yo
ideal, o entre el yo ideal y el yo que debería ser. El yo ideal y el yo que debería ser van a
generar que cambiemos.
Ejemplo: el yo real es ser estudiante del grado de primaria, el yo ideal es ser maestro de
Educación Primaria. La discrepancia entre ambos va a generar que me mueva. Si no hubiese
discrepancia, un malestar, no me movería.
Dentro del autoconocimiento o autoconcepto encontramos una serie de motivaciones que nos
invitan a alcanzar el conocimiento de nosotros mismos. Estas motivaciones son:
Las consecuencias de estas estrategias son: que protege la autoestima a corto plazo, pero su
uso crónico puede ser perjudicial porque puede implicar menos esfuerzo y porque puede
haber cierta censura social. Se puede reducir este desempeño cuando el profesorado
transmite la idea de que da igual lo que digamos, que los resultados van en relación a los
esfuerzos que realizamos, y también dando mensajes de autoconfianza.
4.1.4. La autoestima
La autoestima se define como el aspecto evaluativo de nuestra conciencia. La gente en general
suele tener un sentido optimista del yo, es decir, que la mayoría de la gente presenta un
egotismo automático (una imagen muy favorable de sí mismos). Cuando esta imagen es muy
muy excesiva también es indicador de que puede existir algún tipo de trastorno, por ejemplo,
el narcisista.
El egotismo automático hace que la persona use estrategias de automejora, que se pueden
resumir en que sobreestima las buenas cualidades, sobreestima el control de los eventos y
tiene un optimismo poco realista. Hay diferencias individuales, pero en general de la
autoestima podemos decir que es el principal predictor del estado personal.
Hay ciertas diferencias entre la autoestima de los narcisistas con el resto de la sociedad.
Hay pequeñas variaciones de la autoestima en la adolescencia, luego hay otras más tardías, y
hay diferencias de género. Los chicos suelen tener una autoestima más alta. La autoestima de
las chicas se ve más influida. Hay que tener en cuenta también el contexto familiar, el estilo
educativo y las relaciones entre iguales. Cuando no se presenta este sesgo de egotismo
automático, tenemos que tener en cuenta que es un buen indicador de tendencias a la
depresión, ya que este sesgo utiliza las estrategias de automejora y es un sesgo adaptativo.
¿Qué peligro tiene construir historias que no son inclusivas? En los estudios de minorías
étnicas vamos a ver la diferencia que se da en niños que prefieren parecerse a los de las
mayorías. La autoestima es el aspecto evaluativo de la conciencia reflexiva.
El autoconcepto se forma dentro de las relaciones sociales tratando de ver cómo nos
reflejamos (cómo nos ven los demás). Por tanto, las comparaciones que hacemos con los
demás, pueden afectar a la valoración que hacemos de nosotros mismos. Tenemos que tener
en cuenta que hay tres fuentes de amenaza para el autoconcepto y que influyen en esa
valoración:
Muchos estudios como el de Takac de 2006 dice que los homosexuales tienen un porcentaje
de suicidio más alto, por lo tanto, las fuentes de amenaza afectan mucho a la población. Ante
estas amenazas, existen formas de sobreponerse:
En torno a esto surge la teoría del manejo del terror, que nos dice que una autoestima
positiva hace que las personas se sientan bien sobre sí mismas. Por lo tanto, si nos sentimos
así, nos sentimos positivos y capaces de realizar lo que nos proponemos.
4.2. Identidad personal – yo como ser interpersonal
El yo se construye en interacción social. Intentamos que los demás nos miren con buenos ojos,
por lo tanto, el yo que proyecto tiene consecuencias, por lo que vamos a buscar estrategias
para que los demás nos vean con esa luz propia. El uso de esas estrategias se llama manejo de
la impresión. Las personas se comportan diferente dependiendo de si están con personas o
no. Hay dos clases generales de motivos de autopresentación:
- Sistema de prevención: se ocupa de las obligaciones que uno tiene y va a usar medios
de evitación estratégicos, como, por ejemplo, concentrarse en evitar el fracaso en un
examen en lugar de obtener la máxima calificación, por lo tanto, me fijo en figuras que
evitaron ese fracaso.
Ambos sistemas usan un modelo de evaluación llamado Tote que consiste en evaluar la
situación, operar, volver a evaluar y acabar. Tenemos que tener en cuenta que el rendimiento
académico tiene una base fundamental en la autorregulación, y esto ha sido muy estudiado
desde la inteligencia emocional. Si un niño recibe afectos cuando hace una acción correcta va a
desarrollar conductas de promoción, y cuando se utiliza el castigo, utiliza sistemas de
prevención. Por lo tanto, el afecto está ligado a sistemas de autorregulación.
4.3.1. Autopercepción
Una de las maneras más obvias de aprender quiénes somos es examinando los sentimientos y
pensamientos que tenemos. Cuando estas señas nos hacen estar en duda, podemos hacer
inferencias observando nuestras propias conductas. Esto es lo que nos dice la teoría de la
autopercepción de Bem, que nos conocemos cuando hacemos atribuciones de nosotros
mismos y que esas atribuciones son facilitadas por la conducta, lo que nos permite ver cómo
somos.
Ejemplo: si tenemos un alumno que se comporta mal en clase, para que disminuyese su
conducta habría que cambiar esa motivación interna del niño. La teoría de la autopercepción
dice que cuando el alumno se comporta mal, se le da una recompensa, y cuando se acabe esa
recompensa, él cambiará su conducta.
Tenemos que tener en cuenta que a veces hacemos comparaciones dentro de un grupo con
respecto a otro grupo de manera que evalúo peor al grupo en el que yo no estoy. Esto es una
comparación descendente que hace que yo me sienta ascendente, y esto es lo que nos dice la
teoría de la autocategorización y comparaciones descendentes. También se tiende a
reflejarnos en la gloria ajena.
Ejemplo: cuando me dañan la autoestima e intento ver en la gloria ajena algo con lo que yo me
siento identificado.
4.4. Identidad personal – yo como agente: la crisis
El logro de la identidad es una tarea fundamental que debe resolver el adolescente en la
adolescencia. Ese desarrollo de la identidad engloba el autoconcepto, la autoestima, el
desarrollo cognitivo… La adolescencia es un momento clave para la definición de la identidad,
ya que hay una crisis del adolescente basada en dos efectos importantes: el de sentirme
singular, y el de sentirme parte de un grupo.
Marcia nos va a decir que existen cuatro estatus de la identidad que surgen de la combinación
de dos dimensiones:
Por lo tanto, las crisis son momentos de oportunidad para el desarrollo de la identidad. El
compromiso es la parte de la identidad en la que el adolescente muestra un interés en lo que
va a hacer. De estas dos dimensiones aparecen cuatro identidades:
Identidad moratoria: busca, explora, prueba diferentes opciones sin llegar a tomar
decisiones sobre cuál es la correcta (no compromiso, si crisis).
Identidad de logro: se compromete con las alternativas que considera mejores (si
compromiso, si crisis).
Por lo tanto, si combinamos compromiso y crisis podemos sacar los cuatro tipos de
identidades.
5. Identidad social
Las características de la identidad social son: constituye el vínculo entre la persona y su grupo;
se construye sobre la pertenencia al “grupo psicológico” de la persona (la persona debe
percibir que pertenece a ese grupo; la persona tiene conciencia de que la pertenencia a ese
grupo recibe cierta evaluación social, ya sea positiva o negativa; hay cierto tono afectivo para
la persona, asociado a la conciencia de pertenencia grupal); tenemos múltiples identidades; y
está directamente vinculada con la autoestima.
La teoría de la identidad social es la teoría de pertenencia a los grupos que explica las
relaciones que se forman entre estos, relaciones basadas en la autocategorización, en la
comparación social y en la construcción de una autodefinición compartida por todos los
miembros del grupo.
Por lo tanto, se van a producir procesos de prominencia de la identidad social. Estos procesos
tratan de dar respuesta reduciendo la incertidumbre que tenemos nosotros mismos, porque se
basan en saber qué autoconcepto predomina más sobre la identidad social de ese grupo. Hay
autoconceptos que van a predominar más, ya que no todas las categorizaciones predominan
por igual, por lo tanto, hay prominencia de unos determinados autoconceptos.
Los prototipos identifican en general, no los promedios de una categoría, sino los ideales, y
podemos tener diferentes prototipos dentro de una categoría. Es decir, cuantos más ejemplos
conocemos de una categoría más posibilidades tenemos de tener más prototipos de esa
categoría.
Ejemplo: dentro de un equipo de fútbol, los fans pueden ser ultras o ser seguidores normales.
En general, usamos los prototipos para categorizar nuestros autoconceptos de manera que
nuestra categorización se forma psicológicamente prominente porque explica mis similitudes
y diferencias.
Atracción hacia el endogrupo: explica los afectos que se producen dentro del
grupo.
Normalmente, tanto en los procesos grupales como en los macrosociales, se produce una
comparación con otros grupos, pero cuando no se pretende un cambio, sino que se pretende
permanecer, se produce una distintividad social positiva, que consiste en vernos mejor a
nosotros mismos.
5.4. Conexiones de la identidad social con otros procesos
La conexión entre las creencias de las personas y el contexto permite explicarnos, en general,
por qué las personas se aferran a determinados grupos y también por qué se aferran a su
identidad social, aunque en ocasiones ese aferramiento a esa identidad social pueda costarle
incluso la vida. Esa conexión entre las creencias y el contexto se da porque las personas
intentan modificar la identidad social, y si esto no funciona, se cambian de grupo.
Las creencias de las personas sobre el grado en que las posiciones de su propio grupo
y de los demás grupos son estables y legítimas, dependen también del contexto.
La escuela también está diseñada desde una propuesta ideológica (no quiere decir
adoctrinadora) particular y caracterizada por la obligatoriedad y la extensión. Por lo tanto, la
identidad colectiva se construye en esta experiencia escolar, los alumnos participan en
experiencias que les ayuda a construirse en sí mismos. También se da una influencia sobre la
identidad étnica y cultural, por lo tanto, el contexto educativo se debe entender como una
experiencia intercultural, en el que el alumno se sienta escuchado y forme parte de esa
comunidad escolar.
Dentro de la escuela hay unas normas que imperan, y estas normas pueden fomentar que la
gente se sienta incluida o no. Por tanto, estas normas tienen que tener cuidado con lo que
definen como normal o anormal. El currículo influye en todo esto, por lo que las normas se
deben construir dando voz a todas las personas del centro.
En la escuela se organiza a los alumnos por cursos, basándose en el año, lo que implica que el
progreso se mida a través de ciertas adquisiciones. Desde esta perspectiva, quienes se salen de
esos aprendizajes, tienen un problema: seguir el ritmo de la clase, ya que se les clasifica como
retrasados o fracasados. Por lo que hay que tener cuidado a la hora de valorar en cuanto al
rendimiento de lograr ciertas competencias, ya que habrá que ver si esas competencias están
adaptadas a las competencias de la escuela.
La escolarización va a influir en la identidad del Aprendiz (‘Learner identity’). La identidad del
Aprendiz tiene su fundamento en que las experiencias de participación en actividades dentro
de ese contexto escolar producen un aprendizaje. La escolarización tiene una importancia
clave en el desarrollo de la autoestima y del autoconcepto. Si la escuela juzga el rendimiento
en los rendimientos y no en el aprendizaje hay un problema y, además, tiene especial
importancia dentro del centro escolar porque ahí se va a desarrollar una identidad vocacional,
es decir, llegar a nuestro yo ideal.