La Ilíada
La Ilíada
La Ilíada
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f.c . Cebrian
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EX LIBRIS
752
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1
HOMERO ,
LA ILÍADA .
BIBLIOTECA CLASICA .
TRES PESETAS CADA TOMO.- CUATRO ENCUADERNADO .
HOMERO
LA ILÍADA
TRADUCIDA DEL GRIEGO AL CASTELLANO
POR
TOMOTII
::: .
MADRID
LUIS NAVARRO , EDITOR
CALLE DE LA COLEGIATA , 6
1883
J. C.Cebrian ,
1801, Octwa St
CA.
1
{
PA4030
S8A34
1882
3
MAIN
HERMOSILLA Y SU ILÍADA . ( 1)
238008
6
ro Romanzado. Es obra rara y curiosa. El ejemplar
por mi examinado tiene la siguiente portada:
« El presente libro se nombra la yliada de homero
en romace, traduzida por Juan de Mena. »
En la hoja siguiente se lee:
« El presente libro se nombra la yliada de homero
historia lor muy antiguo, padre y principio (sic) de
los poetas. Traduzida del griego y latin en lengua
pulgar castellana por el famoso poeta castellano
Juan de mena : embióla el licenciado Alonso: rodri
guez de Tudela al ilustre e muy magnifico señor el
señor D. Hernando enrriquez con la presente carta.»
Precedido todo de un grabado en madera, que re
presenta una ciudad torreada, y al pié de sus muros
gente llorando .
Encabezado con un largo y pedantesco Prohemia
al rey ), Juan Segundo, sigue el Omero, que se di
vide en '36 capítulos. Llega hasta la signatura d
VI , y así termina :
«Aquí se acaba la Yliada de Homero hystoriadora
muy excellente: traduzida del Griego y Latin en len
gua oulgar castellana por el Poeta Castellano Juan
de Mena. Embiola el licdo. Alonso Rodriguez de
Tudela al illustre y muy magnifico señor el señor
don Hernando Henrriquez, para que lean sus hijos
los que han de ejercitar la disciplina y acto militar .
Fué imprimida en la villa de Valladolid por Arnao
Guillén de Brocár á 23 dias del mes de Abril. Aña
de mil y quinientos y diez nueve años .
Son 30 fs. en letra de tórtis. Van inseparablemen
te unidas á las Contienda que odieron Ayáx de The
lamon y Ulisses, traduccion libre del episodio ovi
diano del libro xir de los Metamorfóseos, hecha en
estancias de arte mayor por Alonso Rodriguez de
Tudela .
7
MANUSCRITAS .
IMPRESAS .
de estima y de loa .
· Principios de gramálica general, por D. José Go
mez Hermosilla , segunda edicion , Madrid . En la im
9
TRADUCCIONES .
. ¡Aquiles!
Mira que soy el que de tí he cuidado
Desde la infancia hasta la edad madura
Amándote cual padre; y cariñoso
Tú pagabas mi amor. Jamás quisiste
39
( 1) Verso malo .
43
pág. 157.
«Vere novo ... )
pág. 157.
«Hen , magnum alterius... »
M. M. P.
Sevilla 4 de Marzo de 1878 .
LIBRO PRIMERO .
LIBRO SEGUNDO .
LIBRO TERCERO .
LIBRO CUARTO .
LIBRO QUINTO.
LIBRO SEXTO .
LIBRO SÉPTIMO.
LIBRO OCTAVO .
LIBRO NONO .
LIBRO DÉCIMO .
LIBRO UNDÉCIMO,
el leñador el alimento
en el bosque prepara silencioso , etc. ,
demuestra que los buenos poetas, sin decir vacieda
des, saben extender y amplificar un pensamiento
reuniendo las diversas circunstancias que pueden
coincidir en un objeto, ó enumerando é individuali
zando, si conviniere, las ideas parciales contenidas
en la total.
4. ° La muerte de los dos hijos de Príamo, Iso y
Antifo, el no indiferente recuerdo de que en otro
tiempo Aquiles los hiciera prisioneros, y la circuns
tancia de que ngun Troyano osó defenderlos,
porque à la fuga
cobardes ellos mismos se entregaran ;
circunstancia tan oportunamente ilustrada en el
símil de los cervatillos devorados por el leon , á los
cuales tampoco defiende su madre, aunque esté cer
ca , porque
toda temblando, y en sudor copioso
bañado el cuerpo, en rápida carrera
huye hacia los espesos encinares
y las selvas sombrias,
nos muestra cómo deben y pueden variarse, para
evitar la monotonía, las escenas que en el fondo se
parecen .
5.° La relacion de la muerte de los hijos de Anfi
maco está amenizada con el discurso de éstos al
Atrida y la dura respuesta que reciben . La derrola
general de la infantería troyana está soberbiamente
ilustrada con el símil del fuego que, avivado por el
viento , derriba los ramos
156
y troncos de los árboles, y en tierra
caen vencidos de la ardiente llama.
6.° La precaucion de sacar á Héctor del comba
te, miéntras Agamenon está haciendo estragos en
los Teucros, es sumamente ingeniosa y necesaria.
Porque de otro modo debian encontrarse los dos
héroes, y el poeta se hubiera metido en uno de
aquellos atolladeros « unde pedem referre vetat operis
lex .» En efecto, ni Agamenon podia matar al Troya.
no, ni éste al Generalisimo de los Griegos, sin que
en uno y otro caso se alterarse la tradicion histórica
y se trastornase el plan de todo el poema, segun el
cual, Héctor debe morir á manos de Aquiles, Уy Aga
menon conquistar á Troya; y hacerlos combatir para
que al fin quede indecisa la batalla, no ofreceria in
teres alguno , habiéndose terminado así la de Héctor
con Ayax Telamonio. No quedaba, pues, otro partido
que el de hacer imposible el encuentro de ambos
Generales; y Homero no dejó de tomarle, haciendo
intervenir la máquina para cortar este nudo, ya que
no era posible desatarle.
7.° La muerte de Ifidamante y la de su herma
no Coon: la herida y retirada de Agamenon; la vuelta
de Héctor, que penetra por entre las hileras enemigas
cual de repente de las altas nubes
la ráfaga del viento embravecido
baja y conmueve el azulado ponto,
el horrible estrago que hace, tan soberbiamente pin
tado en aquel otro simil:
Como suele
el zéfiro barrer las densas nubes , etc.;
los esfuerzos que Ulises y Diomedes hacen para ani.
mar á su gente y restablecer el orden de batalla; la
prontitud con que Héctor acude á donde ve que sus
escuadras flaquean; la contusion que recibe; el des
137
LIBRO DUODÉCIMO .
LIBRO DÉCIMOTERCIO .
Este y los dos siguientes prueban , no sólo la in
agotable fecundidad de Homero para inventar nue
vas situaciones y nuevos incidentes con que alargar
y diversificar el poema , sino cuán á fondo poseia el
arte que los dramáticos modernos han llamado de
las sorpresas. Este arte consiste en que, cuando el
lector ú oyente cree que la accion de una tragedia 6
comedia llega ya á su término o desenlace , el poeta
haga nacer con naturalidad y verosimilitud algun
incidente que la complique de nuevo y relarde su
conclusion ; y este arte ninguno hasta ahora le ha
poseido en más alto grado que Homero. Y por esto
se ha dicho con verdad que sus obras fueron la es
cuela en que aprendieron las reglas de la tragedia
Esquilo, Sófocles, Euripides y demas trágicos grie
gos, y en que todavia pueden estudiarlas los mo
dernos.
167
Ya hemos visto como estando, al parecer, con
cluida la guerra con el desafio de Paris y Menelao,
supo encenderla de nuevo con la flecha de Pándaro,
y cómo, estando tambien terminada la enemistad de
Aquiles y Agamenon en la satisfaccion que éste da
al primero, los magnificos dones que le ofrece y la
solemne embajada que le envia , supo Homero pro
longarla con la negativa de Aquiles ; negativa muy
natural y verosímil, porque aún no estaba suficien
temente vengado y tenia demasiado reciente la he
rida para que pudiese ceder á la primera insinua
cion . Pero donde mejor se ye y conoce el artificio
con que el poeta procura a'argar sin violencia una
accion que parecia concluida , es desde el libro déci
motercio. Héctor no sólo ha derrotado en campo
raso á los Griegos y los ha encerrado dentro de su
empalizada , sino que ha escalado este muro, última
esperanza de los vencidos, ha roto las puertas y ha
penetrado con toda su gente hasta las tiendas y las
nayes. En esta situacion , estando los Griegos tan
acobardados y heridos sus primeros campeones, el
lector cree que Héctor va inmediatamente á incen
diar los bajeles; que viéndolo Aquiles, enviará á Pa
troclo , como ya está anunciado; que Héctor le ma
tará, y que saliendo á campaña el hijo de Peleo,
vengará la muerte de su amigo y se acabará el poe
ma. Y en efecto, conducida. la accion al punto en
que la deja el libro duodécimo, otro poeta de imagi
nacion ménos rica con dificultad hubiera hallado
materiales para continvarla por otros doce, más lar
7
LIBRO DÉCIMOCUARTO .
182
y alli la fácil persuasion estaba
que á los más cuerdos la prudencia roba.
¿Hay algo que se parezca á esto en los Bardos de la
Escandinavia?
Dejemos el diálogo entre Juno y el Sueño, porque
en él hay oscuras niitologias, que á nosotros no nos
interesan ya ; y vengamos al famoso pasaje en que el
poeta refiere el efecto que produjo el ceñidor de las
Gracias. No puede negarse que el objeto, aunque
está presentado con la posible decencia , es lúbrico
en sí mismo; pero á un poeta idólatra se le puede
perdonar esta gallardia en favor de la feliz invencion
y de la delicadeza de pincel con que está tocado
el cuadro. Lo que á mi juicio no se le puede disi
mular es que Júpiter, para enamorar á Juno , la re
cuerde y enumere tan prolijamente todas las trai.
ciones que él habia hecho al amor conyugal y de
que ella estaba tan ofendida y celosa . No es verosi
mil que un casado, queriendo acariciar á su esposa
y exagerarla su amor despues de haberla sido no
pocas veces infiel, la diga : « Te quiero tanto como
quise á Fulana, y á Citana , y á Mengana ,» y menos
que la dé en ojos, como suele decirse, con los hijos
que de ellas hubiese tenido. Este no es el modo de
inspirar amor á una celosa : es otra cabezada del
buen Homero , y ya se ve que yo no le disimulo
ninguna .
¿Pero qué importan estos imperceptibles lunares?
Son como las manchas en el sol ; que sólo con el te
lescopio se descubren . Tres ó cuatro manchitas lle .
vamos notadas hasta ahora , y todavia hallaremos
otras cuantas , que en todas no pasan de diez ó doce
y son muy pequeñas . Pero, aun cuando fuesen veinte
y un poco mayores, ¿no quedarian borradas con el
solo pasaje que sigue poco despues, en el cual, para
183
LIBRO DÉCIMOQUINTO.
LIBRO DÉCIMOSEXTO.
LIBRO DECIMOSÉPTIMO.
LIBRO DÉCIMOCTAVO .
LIBRO DÉCIMONONO.
LIBRO VIGÉSIMOPRIMERO.
LIBRO VIGÉSIMOSEGUNDO .
doncellas y mancebos.
El símil del gavilan , para hacer visible el modo con
que Aquiles sigue á su rival cuando éste se ha en
tregado á la fuga , está bien escogido y presentado.
La descripcion de las fuentes y los lavaderos cerca
de los cuales pasan corriendo tres veces los dos
competidores, y el símil de los carros que corren en
torno de la metà, sirven para amenizar todo el pasaje.
El discurso de Júpiter á los Dioses, y la respuesta
de Pálas, son necesarios para dar importancia á este
253
combate singular y á la muerte del Troyano, sobre
la cual deliberan nada ménos que los Dioses del
Olimpo .
El símil del perro que sigue al cervatillo es exacto ,
y el del hombre que en sueños va persiguiendo á
otro tiene además cierta originalidad que le hace su
mamente gracioso.
La circunstancia de que al pasar Aquiles cerca de
los Griegos les hacia seña con la cabeza para que no
se moviesen , ni tirasen á Héctor armas arrojadizas,
es interesante.
Nada diré de la balanza de oro en que Jove pesa
las suertes de los dos campeones, porque la idea, las
expresiones, y hasta los versos están copiados del
libro octavo. Es otra de las inocentadas que de tiem
po en tiempo se permitia nuestro poeta.
Tampoco hablaré del discurso que Minerva dirige
á Aquiles, ni del engaño con que atrae al infeliz Tro
yano adonde su rival, descansado y ya seguro de la
victoria, le está esperando para matarle. La accion
es vil, é indigna de la Diosa de la Sabiduría ; y yo
quisiera que el animoso Aquiles, si al fin Héctor de
bia morir á sus manos, hubiese peleado con él de
igual á igual , y sin otra ventaja que la de su natural
valor. Porque, en verdad , para matarle como él le
mata hubiera bastado Tersites . Yo sé que se puede
justificar al poeta diciendo que en su tiempo no se
tenía del heroismo la misma idea que ahora , y que
para sus contemporáneos el mayor héroe era aquel
á quien más favorecian las Deidades. Concedido, y
no culpemos á Homero sino al siglo en que vivia;
pero siempre resultará que en este pasaje Minerva
es un personaje odioso, Aquiles hace un papel desai
rado y todo el interes recae sobre el vencido.
Sea de esto lo que fuere, los discursos de los dos
25+
competidores, ántes y despues de la batalla, son dig
nos de atencion .
El de Héctor proponiendo condiciones para ambos
casos, el de ser vencedor ó vencido, está en el tono
humilde que conviene á quien reconoce la superio
ridad de su enemigo.
La respuesta del Griego es arrogante y fiera, y
debe serlo, porque, además de exigirlo su carácter,
habla seguro del triunfo . Nótese aquel argumento
fundado en la semejanza :
Si entre hombres y leones
no puede haber contratos , ni concordia
entre lobo y cordero, y enemigos
eternos son los unos de los otros;
es imposible ya que amigo tuyo
pueda yo ser , etc.;
y recuerdese lo que se dice en las retóricas, á saber,
que estos argumentos, lógicamente débiles, tienen
cierta eficacia en boca de un orador.
En la réplica de Réctor son valientes aquellas ex •
presiones:
Pues no, cobarde huyendo , en las espaldas
me clavaras pica; por el medio
pásame el corazon.
Su soliloquio cuando reconoce el engaño de Miner
va, respira al principio el abatimiento, la tristeza y
la turbacion en que ha debido caer viendo que ya
los Dioses le llaman á la muerte; pero concluye con
un rasgo de valor que le honra y le hace más y más
interesante .
Mi fatal destino
ya se cumplió; pero morir conviene
con gloria y con valor, antes haciendu
heróica hazaña que por siempre dure
en la memoria de los hombres todos.
253
Los dos símiles con que está exornada la narracion
que sigue, y señaladamente el último, por el cual el
brillo que arrojaba la punta de la pica de Aquiles es
comparado al resplandor de la estrella matutina, son
de aquellos que nada dejan que desear al gusto más
delicado. La pintura de la actitud en que el Griego
esperaba á su enemigo,
observando cuidadoso
por qué parte del cuerpo fácilmente
podia herirle ,
y aquel clavarle la pica en un lado del cuello, pero
sin tocar en la garganta ,
para que hablase
unas breves palabras todavía ,
son pinceladas del pincel que se perdió .
Lo que el vencedor Aquiles dice á Héctor, cuando
ya le ve mortalmente herido y derribado en tierra,
es tan propio de su carácter y tan poéticamente ver.
dadero, que si toda la guerra de Troya no es una
fábula, y si en efecto un Griego llamado Aquiles mató
á un Troyano llamado Héctor, y éste habia quitado
la vida a un amigo del primero llamado Patroclo, el
tal Aquiles dijo al moribundo Héctor lo mismo idén
ticamente que Homero pone en su boca. Vuélvase á
leer, y se verá que no se puede añadir ó quitar una
sola idea , ni sustituir otras a las que contiene.
La súplica de Héctor, para que permita rescatar sa
cadáver, es la que exigian las costumbres de aquel
siglo .
La dura respuesta de Aquiles á tan tierna y justa
demanda respira toda la violencia de su carácter, y
muestra la ferocidad con que las guerras se hacian
en los tiempos heróicos. Nótese aquel bárbaro deseo:
Ojalá, de furor arrebatado,
á cortar en pedazos me atreviese
256
LIBRO VIGÉSIMOTERCERO.
El breve discurso que dirige Aquiles á sus tropas,
mandándolas que colocados los carros y caballos en
torno de Patroclo le lloren y despues se reunan alli
mismo para tomar la cena , está respirando la tristeza
propia de semejante ceremonia . La descripcion de
esta es patética, y aquel dulce deseo de llorar, que
Tétis excitaba en todos, una observacion sumamente
fina y delicada . En efecto, parece imposible que uno
sienta placer y dolor al mismo tiempo y por una
misma causa; y sin embargo, es muy cierto que
cuando el hombre está afligido, y el dolor le arranca
2
LIBRO VIGÉSIMOCUARTO.
y muy ceñido
con túnica de luto que cubria
şu venerable faz y su cabeza,
y del lodo manchada, etc...
Los hijos derramaban tambien
lágrimas de dolor que humedecian
sus vestiduras ;
y dentro del palacio
sus hijas y sus nueras lamentaban
la pérdida de muchos y valientes
campeones, que á manos de los Griegos
habian perecido y en el valle
insepultos yacian .
No puede darse un cuadro más acabado.
Íris repite literalmente lo que Júpiter la ha man
dado decir, y siendo su mensajera no debió hacer
lo en otros términos. Recuérdese lo dicho en otro
lugar .
Lo que Priamo dice á su esposa, al darla nolicia
269
del mensaje celestial que ha recibido, es breve y sen
cillo, porque es un simple anuncio.
La respuesta de Hécuba es más larga y fogosa,
porque al hablar de su hijo es natural que se renue
ve y exaspere la llaga de su dolor. Examinese con
cuidado, y se verá cuán oportunos son los pensa
mientos que contiene y qué bien ordenados están .
La dice Príamo que se siente muy inclinado á pene
trar en el campo de los Griegos y pedir á Aquiles el
cadáver de Héctor, ofreciéndole un rescate de gran
valor, y al oirle exclama la infeliz :
¿Adonde es ida
la prudencia, etc ...
¿Cómo en las naves de los Griegos quieres
tú, solo, penetrar, y á la presencia
llegar del hombre que quitó la vida
á tantos hijos tuyos ?
Ignoras que si llega
á verte ese cruel, ese perjuro , etc.
Méstor murió .
Troilo murió.
y Héctor murió tambien .
A todos estos
mató Mavorte y sólo ya me quedan
271
los cobardes y viles ..... etc.
Este es el verdadero lenguaje de un padre que llora
la pérdida de un hijo
que entre los hombres
era como Deidad , y parecia
nacido de algun Dios y no engendrado
por un padre mortal .
No habláré de la descripcion que hace el poeta del
modo con que los hijos del Rey prepararon el carro
y la carreta; baste decir que es tan fiel y puntual
como todas las suyas .
Tampoco me detendré en el consejo que le da Hé
cuba sobre que implore la proteccion de Jove ántes
de emprender taū peligroso viaje, ni en la religiosi
dad con que el anciano le ejecuta. Basta decir tam
bien que el pasaje es bellísimo en su línea. Nótense,
sin embargo, aquellos epitetos dados á Jove con tanta
oportunidad, y que por eso no he querido omitir,
aunque para traducirlos al castellano ha sido nece
sario acudir á las perífrasis, porque no tenemos pa
labras que literalmente correspondan á las del ori
ginal y expresen su fuerza:
el que á su voz en negros pabellones
las nubes amontona , y que, sentado
en las cumbres del Ida, la llanura
vasta registra y la ciudad de Troya.
La comparacion hiperbólica empleada para dar á
conocer cuán grande era el águila que Júpiter envió
al Rey para anunciarle que podia emprender el viajo
con seguridad, es muy propia:
cuanta es la anchura
de la puerta, etc.
Vuélvase á leer.
La observacion de que los hijos y deudos de Pría
mo le acompañaron hasta fuera de la puerta,
272
derramando muchas
lágrimas de dolor, como si entonces
>
y la vida
á casi todos el furioso Marte
275
habiendo ya quitado, me quedaba
uno sólo que á Troya defendiese,
y tú , no ha mucho , le mataste .
Que me entregues
su cadáver te pido .
Respeta, Aquiles,
á los elernos Dioses , y te duele
de este infeliz anciano, á la memoria
recordando la imágen de tu padre.
Yo soy más infeliz; pries obligado
á sellar con mis labios ya me veo
la mano del varon que dió la muerte
á tantos hijos mios, etc.
Repito lo que ya dejo dicho varias veces y debe de
cirse respecto de todas las arengas de la Ilíada .
Puesto Priamo á los piés de Aquiles, ¿debió hablar
de otra manera? Y quitada , añadida, ó variada algu
na cláusula de su discurso, ó formado otro distinto ,
¿será el nuevo tan sencillamente sublime, tan tier
no, tan patético, tan hermoso, y tan propio del per
sonaje ?
Que Aquiles al acordarse de su padre rompa en
doloroso llanto, que Príamo le acompañe, y que am
bos se deshagan en lágrimas, llorando el segundo á
Héctor, y el primero
por su padre , y á veces á Patroclo ;
es tan natural, que si el poeta nos dijese lo contrario
no le creeríamos por más esfuerzos que hiciese.
La respuesta de Aquiles, algo más larga que la
súplica de Príamo, es, sin embargo, la que debió dar
en aquellas circunstancias . Se propone hablar al afli
gido Rey en términos cariñosos, disipar sus temores
é inspirarle confianza; y para conseguirlo no hubiera
bastado la respuesta breve y seca de «yo te concedo
276
lo que me pides. » Convenia reconocer que su dolor
era justo, tomar parte en sus penas, consolarle, y
para esto recurrir á moralidades filosóficas. Veamos,
pues, si este plan está bien desempeñado. Empieza
Aquiles mostrándose compadecido del suplicante que
tiene á sus piés, y diciéndole:
¡ Ah , Monarca infeliz, que tantos males
has padecido ya!
Manifiesta luego la admiracion que le causa ver que
haya tenido valor para venir al campamento de los
Aquivos y presentarse á un hombre que ha quitado
la vida á tantos hijos suyos, le convida á que se alce
del suelo y se siente , y procura consolarle y con
solarse á sí mismo, que tambien se hallaba afligido
por la memoria de su padre y la muerte de Patroclo ,
añadiendo:
y las amargas penas ,
áun estando los dos tan afligidos,
dentro del alma reposar dejemos.
Ninguna utilidad del triste llanto
el hombre saca ; los eternos Dioses
le condenaron á pasar la vida
en tristeza y dolor, y solos ellos
exentos siempre de pesares viven .
Ningun filósofo ha expresado mejor estas verdades; y
hoy mismo, sustituyendo el singular Dios al plural
Dioses, pudiera un orador cristiano repetir en el pú!
pitu las palabras de Aquiles.
Sigue el apólogo de los dos toneles que están á la
entrada del palacio de Jove ,
uno de males y de bienes otro ;
apólogo bellísimo, filosófico, y oportuno para el ob
jeto que se propone; y de aqui pasa naturalmente á
otro género de consuelo, reducido á manifestar á
Príamo que no es él sólo el desgraciado y que tam
277
aquella mano !
La razon que da Mercurio á Príamo para hacerle
ver que conviene salir del campo griego ántes que
amanezca, es convincente ; y la pintura del modo con
que el Rey y el heraldo volvian á Troya , luego que
empezó á clarear el dia y se aleió de ellos Mercurio,
280
una de las más hermosas del poema. La repetiré :
Caminaban
los dos ancianos en silencio triste;
y en medio de suspiros y sollozos
los caballos á Troya dirigian ,
y las mulas.detras con el cadáver
la carreta arastraban lentamente.
La expresion griega imita, cuanto es posible , el mo
vimiento pausado de la carreta.
La circunstancia de ser Casandra la primera que
los ve desde lejos; el aviso que publica por toda la
ciudad , y la afluencia del pueblo á ver el cadáver de
su antiguo defensor, sin que dentro de los muros
quedase ni un hombre ni una mujer; todo contri
buye a hacer al héroe tan interesante en la muerte
como lo fuera en la vida . Nótese en el discursito de
Casandra aquello de que cuando Héctor volvia vic
torioso salian todos á recibirle,
porque él era
de Troya la alegría.
¡Qué expresion tan hermosa !
Dejemos lo que sigue, aunque todo es precioso, y
vengamos al lamento de Andrómaca, último es
fuerzo del poeta para despedazar el corazon de sus
lectores. Es preciso copiarle casi todo.
En juvenil edad , esposo mio,
saliste de la vida , y me has dejado
en el alcázar viuda , y en su infancia
al hijo que nosotros ; infelices!
del amor conyugal única prenda,
habíamos tenido. Ni ya á jóven
es posible que llegue . No: primero
arruinada será por los Aquivos
esta ciudad habiendo tú faltado,
su antemural, y defensor y padre
281
NOTAS .
ADVERTENCIA ,
LIBRO PRIMERO.
aá
para empezar enojarse. No es eso. Lo que el poeta
dice es que oidos los denuestos con que Aquiles
acaba de insultarle; y viendo que ya volvia á su
asiento, Agamenon desde el suyo , Štépw ev, hacía
ademanes de querer vengarse, iba ya á tomar ven .
ganza, cuando Néstor se levantó pára impedirlo .
2.° Aquiles en el mayor acceso de su cólera invoca
el favor de su madre, ésta se le aparece, la cuenta
él lo que le acaba de pasar, la pide que la vengue,
y Tétis le ofrece hablar á Júpiter; y añadiendo que
éste no volverá al Olimpo hasta pasados once dias,
le dice : « entre tanto ocioso tú en las naves , unvi
’Ayalõigev», y traducen « irascere Aquivis.» Pero, si
él estába echando chispas, ¿cómo le ha de aconsejar
Télis que se enoje con los Griegos? Demasiado eno
jado estaba. Traduzcase, pues, el pasaje:
ahora , retirado á tùs bajeles,
cesa de combatir, y de los Griegos
así te venga ;
y resultará un sentido racional , coherente , y aco
modado á la situacion . 3. ° Vuelve de Crisa la nave
que llevó á Criseida , se entran los remeros por las
tiendas y las naves , y añade el poeta que desde en
tónces Aquiles , retirado á las suyas y sin asistir á
las juntas ni á las batallas , u tivee: y conociendo el
traductor latino que el irascebatur seria ya más que
ridiculo , elude la dificultad traduciendo iram fodit;
pero ni aun asi lo acierta . Lo que Homero dice
es que ya entonces daba principio Aquiles á su
venganza , esto es, á cumplir el juramento que ha
bia hecho de no combatir más en defensa de los
Griegos .
4.° Para convencerse de que vives jamás signi
fica la ira en sí misma, sino los conatos, los esfuer
zos que uno hace para vengarse de otro, notese
287
1
, 303
al par che di grandezza , famoso Atride . » Pero todos
se han equivocado, y en un punto capital, como luego
7
LIBRO SEGUNDO.
LIBRO TERCERO .
historiafiel enrdlaoo
ascho,şpLaidddrieae
en sus pasadas galanterias, pues trata de so
comocuareto,
donboar
do
desafio y con gran temor de perder en
y P
De todo lo cual resulta que este epitev
d e steos
eðous yka
está aqui añadido para completar el
aellone ed
E
Nigha
le he omitido, y lo mismo han hecta.
eaqej
pecdhae.o timo,
niñ úl el
quleo
tores.
hermasnuqsuermiáesl,
naoctirhudonaeose,
Verso 257. la penetrante
thiqiejsasi, deo
6o d
propiamente significa la pala
guiente
Este adjetivo , aplicado a la v
s' aoysaang
xanib
delgada, aguda, chillona ,
U
los aturde; y no dulce , criadyoass hingaa
W
Pero.
o ealr a,
como algunos han cres
bret dele
* 19 o
er
va su señora.
la
er
n
ve el nominativo de
P
10. ero por elipsis, y no el rela
Je refiere á la vieja ; pero no
ba
LIBRO CUARTO .
7
LIBRO QUINTO .
paschi ei vola
ove amor d'erbe, o di puledre, il tira.
Esto es muy lindo ; pero no lo dice Homero , ni pen
samientos tan ingeniosos son del gusto de su siglo.
Verso 860. por la vez postrera.- Esta circunstan
cia no está expresa ; pero siendo tan interesante, y
resultando del contexto, he creido necesario in
dicarla. En efecto, toda la antigüedad estaba tan per
suadida de que Hector no volvió más á su casa, que
por esta razon se llamó, y se llama todavía , este co
loquio , la despedida de Andromaca y Héctor.
Verso 868. gallardo Páris . - Ya dije en la nota al
verso 681 que la voz dziu ovos varia de significacion
segun las circunstancias en que se emplea. Así , alli
quiere decir in feliz, porque habla Andrómaca , asus
tada al contemplar la triste suerte de que está ame
nazado su esposo, y aquí es gallardo, valiente, etc. ,
porque habla Héctor, no para reprender a su herma
no como en el verso 326 del original, donde por esta
razon he dicho «en mal hora nacido», sino al contra
rio , para desagraviarle en cierto modo, y templar el
sentimiento que debió causarle la dureza con que
poco ántes le tratara. Vuelvo á inculcar esta obser
vacion , porque es importante; y al mismo tiempo
para dar una de las mil pruebas que á cada paso
ofrecen las traducciones del gran peligro que se
corre cuando por hermosear á Homera se sustituyen
á sus sencillas expresiones refinamientos y sutile
zas. Será tomada de la italiana de Monti . Ya hemos
visto que cuando Páris se encuentra con Héctor,
procura desarmar su enojo pidiéndole perdon , digá
moslo así, de haberle hecho esperar demasiado; y
que en todo su discurso , discurso escrito con un de
licado artificio que no se puede encarecer bastante
344
mente , no hay ni una sola palabra que signifique
temor . Y bien ; el Sr. Monti , porque al traducir el
último verso añadió para llenarle un « tem'io» que no
bay en el original, tomó ocasion de aquí para
comenzar la respuesta de Héctor con esta exclama
cion : «Generoso timor!», refiriendo asi el daudvee,
que en el original recae sobre Páris, á una entidad
abstracta de que Homero no se acordó siquiera , y á
la cual no puede convenir el epiteto griego.
Versos 878 y 79. que su sangre, etc.—El griego
dice literalmente: « que por ti pasan, sufren , to
leran , etc. , muchos trabajos.» Pero siendo demasia
do humilde esta expresion castellana , he presentado
bajo otro aspecto la idea , sin omitir la circunstancia
de lo penosa que era para los Troyanos la guerra que
sostenian por culpa de Paris.
LIBRO SÉTIMO.
LIBRO OCTAVO.
LIBRO NONO.
LIBRO DÉCIMO.
LIBRO UNDÉCIMO .
LIBRO DUODECIMO.
LIBRO DÉCIMOTERCIO.
LIBRO DÉCIMOCUARTO.
LIBRO DÉCIMOQUINTO .
LIBRO DÉCIMOSEXTO .
LIBRO DECIMOSÉTIMO.
LIBRO DÉCIMOCTAVO .
LIBRO DÉCIMONONO.
LIBRO VIGÉSIMO .
LIBRO VIGESIMOPRIMERO .
LIBRO VIGESIMOSEGUNDO .
LIBRO VIGESIMOTERCERO .
LIBRO VIGÉSIMOCUARTO.
1
petidos del libro oct: ..
el objeto á que se ap
del texto , ha sido ne
el όυ νυ τι θυμώ πρός
mo resuelto, se apli:
cito, y aqui recae
muerte á que el ha :
Verso 592 . SON
está expresa en el o
la única pincelada
me he tomado la i
lo reprueba , sustit ..
casi ridículo , epit .
Aquiles. Para mí u
su lanza en el cue
tar con una amar
392
imitar la del vuelo 6 caida de la Diosa. Sin embargo,
si alguno echa ménos aquella circunstancia , intercale
entre los dos versos este otro: «y con tubo de cuerno
preservado» , y verá qué mal efecto hace.
Versos 237 y 38. el consuelo de sus penas, etc.
La expresion griega es algo más precisa y clara,
pero ya dejo advertido que las de esta clase no deben
traducirse con demasiada fidelidad .
Verso 300. muy ceñido. - El original dice en la
sola palabra ÉVTUTTås que el anciano tenia tan ajustada
al cuerpo la túnica con que estaba cubierto, que se
distinguian todos los contornos; pero ¿qué lengua
vulgar puede expresar con una voz sola tantas ideas
á un tiempo ? No pudiendo, pues, hacerlo con una
frase castellana , me he limitado á decir que estaba
tan ceñido con la túnica cuanto le era posible.
Verso 474. de mujeres ajenas. - El texto dico
solo seductores; pero como en este rasgo zabiere
Priamo á Páris, he indicado la especie de seduccion
de que se trata.
Versos 477 y 78. que criara desvalido plebeyo..
Toda esta fuerza tiene aqui la voz griega επιδήμιοι.
Esta da á entender que los hijos de Priamo robaban .
para sus francachelas corderos y cabritos en el pue
blo, es decir, á la gente del pueblo, de la plebe, a
los pobres que no podian oponerles resistencia. ¿Y
cómo sentirán toda esta fuerza los que lean en la
interlineal publici raptores ? ¿No entenderán que el
públicos se opone á secretos, .clandestinos, ocultos !
Así, en efecto , lo entendió Bitaubé, pues tradujo des
ravisseurs publics. Sin embargo, la Dacier habia ya
traducido bien, diciendo: ils ne font que ravager les
troupeaux de mon peuple.» Dugas ha expresado la
misma idea .
6
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Homerus