Semana 1-I
Semana 1-I
Semana 1-I
CON DIOS
Herramientas de psicología y espiritualidad
para diseñar una vida con propósito de la mano de Dios.
SEMANA 1
LA CARA OSCURA
DE LA EMPATÍA
Que usamos la palabra empatía de forma impropia, que como concepto se puede
inflacionar, que termina por ser una palabra polisémica, que construimos un bosque
conceptual de confusión... es ya una realidad. Que tiene su cara oscura, es también
obvio, porque en todo caso, tiene un precio o forma de fatiga. Mal manejada, genera
síndrome de agotamiento en las relaciones de ayuda (burn-out). No falta quien la critica
por impedir el razonamiento ético y quien dice que sirve también para hacer el mal.
Parece que esta actitud, con su elemento cognitivo, afectivo y conductual, que
Rogers definió como “la capacidad de percibir ese mundo interior, integrado por
significados personales y privados, como si fuera el propio pero sin perder nunca
este como si”, es uno de los requisitos fundamentales para las buenas relaciones de
ayuda. Nadie lo pondría en duda.
Hoy se invoca también como habilidad social para cualificar las buenas relaciones
interpersonales en general, o como característica positiva de las personas buenas
que desarrollan comprensión y compasión hacia sus semejantes.
De hecho, para algunos, la falta de empatía alberga todas las claves que
necesitamos para entender la crueldad. Una persona carente de empatía no sería
una persona neurotípica, aunque esta conservase intactas el resto de sus facultades
mentales. El psicópata no es capaz de experimentar empatía.
Pero un entendimiento superficial de la empatía, puede llevarnos a tomar
decisiones desproporcionadas e injustas, como reaccionar ante desastres
naturales de manera solidaria, pero permanecer indiferentes ante asuntos de
mayor trascendencia a largo plazo como la pobreza y las enfermedades
evitables; ignorar cálculos elementales a la hora de asignar recursos,
identificarse en exceso con quien sufre y desea morir y por ello abogar por la
eliminación de la vida a demanda.
La empatía es, como todos los mecanismos efectivos de conexión con el mundo
que nos rodea, una calle de doble sentido, y un arma de doble filo. Todo su potencial
para generar bondad, puede fácilmente revertirse para desencadenar lo indeseable.
En 2007, antes de ser elegido presidente de los Estados Unidos, el senador Barack
Obama, declaró que “el mayor déficit que aflige a nuestra sociedad y al mundo es la
falta de empatía”. Seguramente con esta afirmación no se resuelve el desafío ético de
la humanidad.
Empatía para hacer el mal.
Si la empatía genera una comprensión y una vibración emocional ante el dolor del
otro haciéndolo, de alguna manera “como si” fuera propio, no es extraño que se acti-
ven nuestras emociones y se pueda acallar la razón. Como resultado, en ocasiones,
algunas personas actúan de manera más impulsiva, sin pensar demasiado en las
consecuencias de sus actos. Esa falta de reflexión nos puede llevar a adoptar
comportamientos agresivos y violentos.
Pero también la empatía tiene una especie de super-poder. Nos puede ayudar a
saber cómo se sienten otros, incluso sin mediar muchas palabras. Hay quien dice que
algunas personas que son tildadas de sensitivas, incluso con capacidades telepáticas
o precognitivas, en realidad lo que tienen más desarrollada es su capacidad para
detectar e interpretar gestos, tonos de voz, volumen, etc., gracias a su capacidad
empática. Un mal uso de estas capacidades, puede ser utilizado para hacer el mal al
prójimo, apoyándose en este conocimiento de su debilidad o de su parte emocional
que, mal usada, nos puede empoderar para el mal.
6. Anota momentos en tu vida en que sentiste que ibas por la ruta correcta.
¿Qué estaba sucediendo?
7. Anota momentos en tu vida en que te
sorprendiste contigo mismo.
¿Qué estaba sucediendo?