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44 CARTAS DESDE EL MUNDO LÍQUIDO - BAUMAN

¿Un mundo inhabitable para la educación? [Parte 1]


La “crisis de la educación” (…) los rasgos constitutivos de la educación que han soportado todos los
desafíos anteriores y han salido indemnes de las crisis pasadas, (…) ni mucho menos se habían considerado
obsoletas.
En el mundo moderno líquido, la solidez de las cosas, y de los vínculos humanos, tiende a percibirse como
una amenaza: al fin y al cabo, cualquier promesa de lealtad augura un futuro cargado de obligaciones que
limitan la libertad de movimiento y reducen la capacidad de aprovechar otras oportunidades. La
perspectiva de soportar una cosa o un vinculo indisoluble durante el resto de la vida resulta repulsiva y
aterradora. Y no es de extrañar, dado que hasta las cosas más deseadas envejecen y pierden su lustre
enseguida. Los redactores de revistas perciben bien el pulso del tiempo: junto a la información sobre lo
nuevo “lo que debes hacer” y lo nuevo “que debes tener”, suelen aportar “lo que ha pasado de moda”. La
alegría de “liberarse de”, “acabar con”, desechar y tirar es la verdadera pasión de nuestro mundo moderno
líquido.
Señalar la capacidad de duración eterna de las cosas o los vínculos ya no es un elogio. Se espera que las
cosas y los vínculos sirvan solo para un periodo limitado, y que se descompongan, destruyan o desechen en
cuanto hayan cumplido su vida útil. Y por lo tanto se rehúyen las posesiones, particularmente duraderas de
las que no es fácil desprenderse. El consumismo actual consiste en su disfrute instantáneo “de usar y tirar”
¿Por qué va a estar exento de esta norma universal el “paquete de conocimientos” adquirido durante la
estancia en el colegio o en la universidad?
La idea de que la educación puede ser un “producto” concebido para ser adecuado y perdurar
eternamente no habla a favor de la educación institucionalizada en los centros escolares.
EL segundo desafío para las premisas básicas de la educación proviene de la naturaleza voluble y del
cambio contemporáneo. El conocimiento se ha valorado por su fidedigna representación del mundo, pero
¿Qué sucede si el mundo cambia de un modo que continuamente pone en entredicho la verdad del
conocimiento existente, sorprendiendo hasta a las personas “mejor formadas”? (…) En el mundo volátil de
la modernidad liquida, donde casi ninguna forma se mantiene inmutable el tiempo suficiente como para
cuajar y garantizar una fiabilidad a largo plazo. (…) Todo esto contraviene los principios del aprendizaje y la
educación, tal como se concibieron durante gran parte de la historia. Se diseñaron a la medida de un
mundo que era duradero: se esperaba que fuera duradero y que llegase a ser más duradero que en el
pasado, la memoria era muy valiosa. En la actualidad, una memoria tan solida resulta potencialmente
incapacitante en muchos casos, engañosa en muchos más, inútil en la mayoría.
[Parte 2]
Como observa Dany-Robert Dufour, el capitalismo sueña no sólo con ampliar hasta los limites del planeta
el territorio en cuya superficie todo objeto es producto de consumo (derecho del agua, las especies vivas,
etc.) sino también con expandirse hacia abajo, extrayendo para su uso comercial (lucrativo) lo que
previamente eran asuntos privados, a cargo del individuo (la subjetividad, la sexualidad), reciclándolos
como objetos de mercancía.
En este nuevo mundo se espera que los humanos busquen soluciones particulares para los problemas
generados socialmente, en lugar de buscar soluciones generadas socialmente para problemas particulares.
Durante la fase “solida” de la historia moderna, el marco de las acciones humanas se construía o imponía
con el fin de emular, en la medida de lo posible, el esquema del laberinto conductista, donde la distinción
entre los itinerarios correctos y erróneos era nítida y permanente, de tal forma que aquellos sujetos que se

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salían del camino correcto eran invariablemente castigados en el acto. La dominación consistía en el
derecho de establecer normas inquebrantables, supervisar su comportamiento, someter a quienes debían
cumplirlas a una continua vigilancia y meter en vereda a los que se desviaban del camino recto. El modelo
de dominación requería una co-presencia mutua constante y un compromiso mutuo de los
administradores y los administrados. Como los arquitectos y supervisores del panóptico garantizaban la
durabilidad del modelo y la repetividad de las situaciones y decisiones, valía la pena aprender de memoria
normas y asimilarlas como costumbres firmemente arraigadas que se seguían de forma invariable. La
modernidad “solida” se acercaban a modelos duraderos que todo lo abarcaban, modelos con una rígida
gestión y una estricta supervisión.
En nuestra fase “liquida” se esta agotando la demanda de tales funciones administrativa tan ortodoxas. Se
puede obtener y garantizar la dominación con un gasto mucho menor de tiempo, esfuerzo y dinero,
mediante la amenaza, por parte de los administradores, de eximirse de su responsabilidad, o de negarse a
asumirla, en lugar de ejercer un control y vigilancia permanente.
Ahora depende de los subordinados comportarse de una manera que probablemente cuente con el
beneplácito de los jefes y les induzca a “comprar” sus servicios y sus “productos” individualmente
diseñados.
Quien desee triunfar en el modelo que ha sustituido al antiguo marco laboral debe mostrar cordialidad y
dotes comunicativos, franqueza y curiosidad, poniendo a la venta su propia persona, toda su persona,
como valor único e irreemplazable que mejorará la calidad del equipo.
El culto actual a la “educación durante toda la vida” obedece a la necesidad de actualizar la información
profesional a la vanguardia del momento
[Parte 3]
La marcha triunfal del conocimiento a través del mundo moderno se desarrolló en dos frentes, el primero
lo invadieron, capturaron, inspeccionaron y cartografiaron las partes o los aspectos todavía inexplorados
del mundo. Se suponía que, en el momento de la representación, la parte representada del mundo se
“hacia inteligible”, de modo que quedaba conquistada y reivindicada para los seres humanos.
El segundo frente de la educación, avanzaba expandiendo el canon educativo y ensanchando las
capacidades perceptivas y retentivas de los educados.
En ambos frentes, la “meta” del avance: todos los puntos negros acabarían constituyendo las líneas del
mapa mundi completo que contendría toda la información necesaria y suficiente para moverse libremente
por el mundo, un mundo al alcance de los miembros de la especie humana a través de la previsión de los
necesarios canales de transmisión educativa. El problema era que la guerra avanzaba y, cuanto mas larga
era la lista de batallas victoriosas, mas se alejaba la “meta”.
La representación de cada territorio recién conquistado parece incrementar, en lugar de reducir, el
número y el tamaño de los puntos negros, para trazar este mapamundi. En segundo lugar, el mundo que se
esperaba encarcelar e inmovilizar en un acto de representación, ahora parece escabullirse, con gran
agilidad y rapidez. El mundo de hoy ya no tiene ningún tipo de estabilidad; cambia, se escurre y se
escabulle todo el tiempo.
Del segundo frente, el de la educación, la distribución del conocimiento, llegan noticias aun mas cruciales.
Lo exploradores dispuestos a explorar lo desconocido son muy pocos, y menos aún los que tienen la
capacidad necesaria para acometer tamaña tarea. Científicos, artistas y filósofos han conformado una
especie de nueva alianza para la exploración de esa galaxia, un tipo de alianza que no esta al alcance de la
gente corriente.

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La información ya no nos habla del mundo, sino que se ha convertido en el núcleo principal de lo
“desconocido”. Es la información la que parece demasiado vasta, misteriosa y salvaje, como si su estatus
de camino real para conocer el mundo se reciclase en un obstáculo fundamental para acceder a ese
conocimiento.
Los concursos televisivos son un fiel reflejo de esa nueva condición del conocimiento humano: toda
respuesta correcta otorga al concursante el mismo número de puntos, independientemente del tema de la
pregunta y de su “peso específico”. La única regla general que puede servir de orientación es la relevancia
de la temática momentánea; pero, al cabo de un instante, los cambios de relevancia y los bits asimilados
pierden su significación en cuanto han sido dominados. Como otros productos del mercado, son para un
consumo instantáneo, en el acto, “de usar y tirar”.
Aun no hemos aprendido el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Ni tampoco de
preparar a los seres humanos para esa vida.

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