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MÓDULO 1

Comenzando el desarrollo de este primer módulo seguro los inquietan


muchas preguntas, y los interpelan las constantes preocupaciones sobre
una materia que parece abarcar mucho. Tranquilo, que el diseño está
pensado para acompañarlos en el entendimiento de los contenidos
presentes.

Todos sabemos algo sobre Europa, como una de las regiones más
importantes para las relaciones internacionales. Entendemos que este
conjunto de países ha resonado en nuestro estudio e interés por las
dinámicas transfronterizas.

La idea de este primer módulo es poder empezar analizando lo más antiguo,


la Madre Tierra. Y como sabemos, es imposible entender las dinámicas
actuales de un fenómeno, en este caso una región, sin antes poder
comprender los hechos históricos que la formaron como tal.

A su disposición encontraran un mapa conceptual correspondiente a este


módulo con el motivo de atender a la complejidad de temas que vamos a
problematizar en esta ocasión.

Como bien sabemos, la historia es el componente que construye a la


sociedad por excelencia y Europa en ese sentido es precursora. Pero ¿por
dónde empezar?

Antes de comenzar con los contenidos del módulo, los invito a ver el video de
presentación del mismo.

UNIDAD 1: Antecedentes históricos

Antigua Grecia

Podríamos comenzar entendiendo como el Imperio ateniense fue el primer


imperio en la historia en ser gobernado por la democracia. En Atenas, tenían
un sistema llamado "ostracismo" en el que los ciudadanos podían votar para
exiliar a alguien de Atenas durante 10 años si era demasiado poderoso o
demasiado influyente. Esto ayudó a mantener el equilibrio de poder en tanto
al entendimiento de una igualdad entre ciudadanos, con excepción de los
esclavos y las mujeres.
Uno de los términos que nos remiten a la construcción de política en la
Antigua Grecia es polis, la misma refiere a los Estados que, organizados
como una ciudad, disponían de un territorio limitado y eran gobernados con
autonomía respecto a otras dinámicas de poder.

Grecia fue una de las primeras regiones en adoptar la democracia. La idea


de ser gobernado por el pueblo contribuye a un objetivo colectivo y se
remonta a los primeros filósofos griegos Aristóteles y Heródoto.

Para otros políticos de la época, como Tucídides, que sostenían que


el arché, otra forma de decirle al imperio, “constituye una forma más flexible
de alianza” (Olivera, 2020) y es diferente a la hegemonía que “da cuenta de
una situación determinada por el instante posterior a la conquista o victoria
militar.” (Halicarnaso en Olivera, 2020).

Durante la época, diferentes nociones iban surgiendo para dar respuesta al


debate más grande e importante del momento: ¿qué es la política? Por
ejemplo, el historiador de la guerra Peloponeso utilizaba el verbo krateîn para
referirse al vínculo que una a la ciudad con sus aliados. “En su
variante krateîn llega a significar ‘gobernar’ o ‘tener la autoridad’” (Olivera,
2020)

Para los griegos, la noción de hegemonía estaba relacionada con una


superioridad que se ejerce sobre iguales, de la misma talla que la idea de
“jefatura” militar. “El hegemón era aquel que guiaba o dirigía, el ‘general’ o
‘caudillo’. Dicha palabra está asociada al concepto de justicia (díke), tanto
porque el ejercicio de la hegemonía sea justo por haberlo ganado, como
porque no presupone un derecho de injerencia en los asuntos internos de las
demás ciudades.” (Olivera, 2020)

La importancia en poder separar estas definiciones está en que nos ayuda a


poder comprender las diferentes abstracciones que existían sobre lo que
consideramos como política, aquí se ve el gran esfuerzo que se motorizó
desde la antigüedad como herramienta de organización entre la sociedad.
Estructuras que luego van a persistir y mutar hasta convertirse en el sistema
político que hoy conocemos.

Según Olivera (2020, p. 21) es difícil poder conceptualizar una sola noción
de Imperio en el pensamiento político griego, pero se pueden destacar dos
primarias:

—Imperio es autoridad legítima instituida y regulada por instancias jurídicas


y una vocación panhelénica, en la cual se articulan la pretensión autonomista
de las póleis y la realidad de un marco interestatal inestable en que más de
una vez la fuerza actúa como eje ordenador.

—Imperio es una dominación despótica en la que una pólis ejerce una


superioridad militar y política sobre otras. Esto es, la capacidad de anular la
autonomía de los aliados y de explotarlos económicamente en favor de la
ciudad imperial.

Estas dos estructuras que definen al Imperio, a modo de un breve resumen


de la abstracción filosófica en Atenas, ahora es una lista de definiciones que
sobreviven para entender a las relaciones internacionales: legitimidad, marco
jurídico, autonomía, interestatalidad, ejes, aliados, explotación, etc.
Nuevamente se observan las bases de la Europa que conocemos y los
sistemas políticos que se exportaran gracias a ella.

Lectura básica
Le sugiero incorporar al estudio del presente módulo, el texto de Diego
Alexander Olivera (2020) llamado “El concepto de ‘imperio’ en el
pensamiento político griego clásico.”

Caída del Imperio Romano

En este salto de acontecimientos históricos que estamos haciendo la próxima


parada toma la forma de una de las rupturas más grandes de la historia del
occidente. Hito histórico que se enlaza con el punto anterior ya que Roma
para Grecia fue un aliado cultural y un enemigo a nivel político. Los romanos
sostenían que los griegos ni eran ni fueron una fuerza comparable a ellos, por
mucho que hubieran realizado gestas militares de gran valor y gallardía. Pero
en el ámbito de lo cultural ocurría todo lo contrario: Roma miraba y aprendía
gracias a Grecia.

Si tenemos que detenernos en algún punto crucial de su historia sería poder


entender su caída, porque para muchos sociólogos y por muchos años se
estudiaba la caída como la proyección anticipada del destino que aguardaba
su propia civilización. Aunque autores sostienen que la decadencia romana
no se produjo de un modo repentino y no desembocó, ni mucho menos, en la
realidad bicéfala que supondría la ruptura con la situación existente y la
entrada en otra caótica o al menos estructuralmente distinta. (Sayas, 1980)

Podríamos señalar algunas claves para entender la caída del imperio romano:

 Antagonismo entre el Senador y el Emperador. La constante sucesión


de emperadores denotaba una tensión política constante.
 Pérdida de la moral: sobre todo en la clase alta, la nobleza y los
Emperadores lo cual se tradujo en el pueblo. Figuras como los burdeles
y la prostitución forzada comenzaron a aparecer para atender a otros
deseos.
 Corrupción de la Guardia Pretoriana: la élite de soldados que
componían la escolta personal del Emperador perdió poder en un
abismo de corrupción política, a tal punto, que su potestad les permitía
decidir cuándo un Emperador debía ser depuesto y cuándo debían
nombrar uno nuevo.
 Rápida expansión del Imperio: crecimiento de las tierras conquistadas
por los romanos que terminó conduciendo a una necesidad de defensa
de fronteras.
 Crisis de guerra y gasto militar: las series de batallas que llevaba
adelante el Imperio requerían de un presupuesto muy grande que se
quitaba de otras prioridades.
 Economía con alta inflación: devaluación de la moneda por baja
competitividad que genera una suba de precios por la inestabilidad
política. Por ejemplo, la cantidad de oro enviada al oriente en pago por
bienes de lujo llevó a una escasez de este mineral para producir las
monedas romanas.
 Desempleo de la clase trabajadora: mano de obra esclava barata que
no permitía a los plebeyos competir en el mercado.
 Alto número de esclavos en las dos primeras centurias del Imperio
Romano.
 Aparición del cristianismo como creencia que promovía la vida después
de la muerte en contra de la desesperanza y miedo del pueblo romano.
 El golpe final que llevó a la caída del Imperio Romano fue infligido por
tribus bárbaras, es decir extranjeras del momento. La ciudad de Roma
fue saqueada por los germanos, en particular los visigodos en el 410
d. C., y por los vándalos en el 455 d. C., evidenciando la desintegración
de la autoridad romana y su inevitable declive.
Recursos
Recomiendo ver la película de 1960 llamada Espartaco y dirigida por Stanley
Kubrick, la misma permite entender las bases de la caída del imperio romano
desde el punto de vista de un esclavo y a través de la mirada de una
producción estadounidense.

Énfasis
La importancia de la caída del Imperio Romano está relacionada con la
transición a una etapa de formación política a través de la religión como
paradigma principal de entendimiento del ser humano, específicamente
gracias al cristianismo. Un período de tiempo que muchos autores podrían
argumentar que nos acompaña al día del hoy desde otra variación.

El entendimiento de la conceptualización de Imperio gracias a los esfuerzos


de los filósofos y políticos griegos, y la caída de uno de los sistemas de
gobierno más grandes de la civilización humana, atraviesa a la historia
europea de manera en que no podemos entender su evolución posterior sin
nombrarlas.

Gran Cisma del Occidente

En este salto histórico nos situamos en plena Edad Media, período histórico
de la civilización occidental que comprendió entre el siglo XV y el siglo XVI.
Nos paramos particularmente en el año 1004: históricamente aquí se define
el fin de la Alta Edad Media, época que tradicionalmente se conoce como la
más oscura, cerrada y menos innovadora, de castillos, campos, centro de
economía rural, monasterios, y control de la Iglesia. Con el fin del primer
milenio, razones económicas, sociales y culturales, empujan a la población
europea a regresar a las ciudades que habían abandonado durante las
invasiones de los bárbaros. Se comenzó a dar una mejor calidad de vida, una
mayor conciencia del mundo y de sus mecanismos a fin de una estabilidad a
una sociedad últimamente golpeada.

En este contexto se da una de las rupturas más grandes de la institución


eclesiástica: entre la Iglesia católica en Occidente y la Iglesia ortodoxa en el
Oriente. Aunque 1054 se indica normalmente como el año del cisma, fue en
realidad el resultado de un extenso período de distanciamiento progresivo
teológico y político entre las dos ramas eclesiales que subsiste hasta la
actualidad.

Entre las causas identificables, Molero (2007, p. 11) señala las siguientes:

En tres grupos pueden clasificarse las principales causas que motivaron el


Cisma:

 De tipo étnico: La natural antipatía y aversión entre asiáticos y


europeos, unidas al desprecio que en esta época sintieron los
cristianos orientales hacia los latinos, a quienes consideraban
contagiados de barbarie a causa de las invasiones germánicas.
 De tipo religioso: Las variaciones que, con el paso del tiempo, fueron
imponiéndose en las prácticas litúrgicas, dando lugar al uso de
calendarios y santorales distintos; etc.
 De tipo político: El apoyo que buscaron los papas en los reyes francos
y la restauración en Carlomagno del Imperio de Occidente (Siglo IX)
mermaron prestigio a los emperadores de Oriente, que tenían
pretensiones a la reunificación del antiguo Imperio romano.

Este es otro momento importante para la construcción de la religión en


Europa, dinámicas que se sostienen hasta hoy. “Desde aquel instante hasta
la actualidad, ambas se denominan a sí mismas Iglesia Católica Romana e
Iglesia Católica Ortodoxa y reivindican también la exclusividad de la fórmula
“Una, Santa, Católica y Apostólica”, al tiempo que cada una se considera
como la única heredera legítima de la Iglesia primitiva fundada por Cristo y
atribuye a la otra el “haber abandonado a la Iglesia verdadera”. (Molero, 2007)

Lectura básica
Le sugiero incorporar al estudio del presente módulo, el texto de José Antonio
Molero de 2007 llamado: “El Cisma de Oriente y Occidente”, y que es parte
de la bibliografía.

La peste negra

Hacemos el salto en el tiempo más largo hasta ahora para movernos hacia el
Siglo XIV, mientras Europa Occidental se estaba situando a la cabeza de la
civilización mundial, más de la mitad del planeta seguía en lo que conocemos
como paleolítico. Así era en toda Norteamérica y buena parte de Sudamérica,
habitada aún por cazadores recolectores. Las excepciones era
Centroamérica y la América andina. A principios de siglos en Europa
occidental ya se empezaban a evidenciar las características más
consolidadas de la alta edad media: universidades como la de Bolonia, París
y Oxford estaban apareciendo en muchas ciudades, se desarrolla la filosofía
escolástica que fomentó el interés en las obras de los antiguos griegos, entre
otros.

En 1347 comienza a despertarse uno de los fenómenos más significativos


para Eurasia: la peste negra. Esta misma fue una pandemia de peste que
estima que llegó a llevarse la vida de 80 a 200 millones de personas en
Europa, Asia y el norte de África.

Aunque al día de hoy no existen consensos en toda la comunidad científica


sobre el origen, la teoría aceptada define que fue un brote causado por una
peste bubónica encontrada en una bacteria. Fue uno de los acontecimientos
que define el sistema de salud de los próximos mil años ya que en el momento
la medicina no estaba preparada ni para tratarla ni para investigarla pese a
los esfuerzos de algunos médicos de la época, como Porcel.

Según la autora Días Ángelo de Souza (2018, p. 243), “Las hambrunas y la


peste que diezmaron la populación del siglo XIV afectaron profundamente la
mentalidad, y el resultado más claro se observa en el arte, con el surgimiento
y el desarrollo de los temas macabros. El cuerpo del muerto ganó destaque,
no solamente en la escultura funeraria, sino también en las pinturas y
miniaturas de los manuscritos.” Además, sostiene que la iconografía que
representó la muerte en esta época comenzó a tomar relevancia en varios
aspectos de la sociedad, alejándola de ese espacio de santidad y salvación
que representaba la iglesia en su momento, aunque corrupta por sus
conflictos internos.
Pieter Brueghel el Viejo,El triunfo de la muerte, óleo sobre tabla, 1562,
Museo del Prado, Madrid

“La muerte triunfó, además, a través de su representación, o sea, en el


sentido figurativo, al tornarse un ser antropomorfo, una entidad somatizada,
respondiendo a la necesidad latente de dar forma a la sombra que perseguía
el imaginario y la vida de los hombres medievales. En ese contexto,
adaptándose a las ansiedades de la época, el género y la iconografía de lo
macabro se desarrollaron y se tornaron populares.” (Dias Angelo de Souza,
2018)

El sentimiento de desesperanza empezó a transformarse en un recurso de


expresión de la época. En el afán de encontrar una identidad europea, que
venía golpeada por los sucesivos conflictos de la época, la peste negra se
transforma en herramienta para poder hacer otras abstracciones sobre el
futuro del continente.

Lectura complementaria
Te recomiendo la lectura del texto “Muerte y representación en la Edad Media:
consideraciones sobre la imagen, la iconografía de la muerte y la influencia
de la Peste Negra en el surgimiento de los temas macabros” de Jouan Dias
Angelo de Souza, del 2018, para profundizar en este tema.

Recursos
Recomiendo para profundizar el abordaje de esta temática ver la serie La
Peste. La serie de televisión española y de colaboración argentina del 2018
original de Movistar+, narra la pandemia de Sevilla de 1597. Esta serie tiene
algunos elementos reales para poder entender el contexto de la época.

Europa y la consolidación de la religión en el siglo XV y XVI

Seguimos avanzando en la historia, no muy lejos de los acontecimientos


anteriormente contados se sitúa la Europa y su característica impronta
religiosa en Plena Edad Media. Periodo que va desde la coronación de
Carlomagno en el año 800, hasta la caída de Constantinopla (1453), final de
la Guerra de los Cien Años (1453), y el “descubrimiento” del Nuevo Mundo
(1492), y posteriormente, la Reforma Protestante (1517) .

Para contextualizara aún más, utilizamos palabras de Ganuza (2011) que


explica que el período medieval preparó el terreno para la instauración del
sacramento de la manumisión, que hace referencia a la liberación de una
sujeción o servidumbre, como la de los esclavos en la antigua Roma. En este
período “la iglesia no buscaba la popularización de la misma sino su
cristianización, por lo cual, el siervo sólo es un cristiano a medias, ya que la
economía rural francesa se caracterizaba por el contraste entre la actividad
ociosa y el trabajo, conceptos disímiles donde el último poseía un rol clave
como el gestor de la producción y nutrición del resto de la sociedad, función
que obviamente concernía a los “esclavos” o siervos.”

La unión entre la realiza-papado, como nueva etapa en Occidente, definió la


importancia de los asuntos de la iglesia para el poder político europeo.
Lectura complementaria
Le sugiero incorporar al estudio del presente módulo, el texto de Carina
Ganuza de 2010 llamado: “Teorías para la construcción del poder temporal:
el papado y la iglesia en el occidente europeo (siglos X-XIII)”.

Reforma Protestante

Otro hito histórico importante para el entendimiento es el “Siglo de las


Reformas”, que es el periodo donde se genera un giro cultural y religioso de
amplio tamaño, y cuyo punto de partida reside en la corrupción y
secularización que ocurría en el alto y bajo clero. La historia de este siglo
quedó atravesada por la gran Reforma Protestante iniciada con Lutero en
1517, gran cambio sustancial en la concepción del cristianismo.

El autor Plans en su texto “Reforma católica y Reforma protestante. Su


incidencia cultural.” (2018) Explica que existen tres ejes para entender la
reforma católica:

 La reforma de la espiritualidad: donde la crisis eclesiástica afectaba a


las Órdenes religiosas que siempre habían sido un apoyo fundamental
de la Iglesia, y fueron la que manifestaron un deseo de reforma más
profundo y temprano poniendo como prioridad a la “observancia”.
 La reforma intelectual y teológica: renovación de la teología existente a
partir de la necesidad de una innovación y vuelta al espíritu científico
de la Escolástica medieval, adecuándolo a nuevas exigencias e
incorporando a la teología los valores culturales modernos que
aportaba el humanismo.
 La reforma disciplinar y doctrinal.

Este movimiento significó uno de los primeros en busca de una reivindicación


de las estructuras eclesiásticas que organizaban el poder en Europa. Fue un
movimiento religioso con inicios en Alemania y que buscaba protestar en
contra de lo que eran las malas prácticas y abusos de las iglesias católicas.

Gracias a Lutero, Calvino, y pensadores consecuentes como Rousseau y


Kant, se aporta la noción de universalizar la educación sin distinguir por sexo,
religión, estrato social, etc. Principio que luego se extendería a la dinámica
que adopta Europa en su expansión internacional, como por ejemplo en la
llegada de Cristóbal Colón a América en 1492, que se alinea en sus siglos
posteriores con el afán de expandir la educación religiosa en pueblos
originarios.

Recursos
Para profundizar en este tema, te invito a visitar y ver los videos de Historia
101, disponible en National Geographic: https://bit.ly/3Qeuo8c

Revolución Francesa

En nuestra última parada en este viaje por los acontecimientos históricos que
nos van a ayudar a entender la Europa contemporánea nos trasladamos al
siglo XVIII.

En este contexto se está comenzando a dar otro proceso revolucionario que


se extenderá al entendimiento de nuestro sistema de producción actual: la
revolución industrial. Consistida por un conjunto de cambios profundos que
transformaron una economía exclusivamente agrícola y comercial en una
industrializada, con el avance tecnológico de nuevas máquinas en la industria
que permitieron producir más en menos tiempo y costo. Este proceso inició
en Gran Bretaña en 1760 pero no tardó en trasladarse a otros países
europeos como Alemania y Bélgica que comenzaron a recorrer el mismo
camino en 1870.

A finales del siglo XVII, Francia atravesaba un momento de mucha crisis con
una sociedad muy dividida por clases y mucha exclusión, lo cual dio lugar a
que la revolución se dé entre 1789 y 1799, dirigidos por figuras como
Robespierre y Marat, que defendían la instauración de la república y el
sufragio universal frente al sufragio censitario vigente.

“[…] la Revolución Francesa no fue un acto singular y colectivo, sino una serie
bastante heterogénea de acontecimientos y reacciones que habrían de ser
inscritos como parte de la Revolución. De hecho, la función del concepto de
«Revolución Francesa» fue precisamente la de reunir esos acontecimientos
y acciones en un solo agregado conceptual. La Revolución no fue un acto
colectivo de toda una nación. Fue una redefinición radical de las reglas del
juego político, iniciada por un grupo relativamente pequeño de personas en
Versalles, apoyada por la insurrección de París y luego aceptada de diversas
maneras por algunas partes de la nación o impuesta sobre otras.” (Baker,
2006, p. 99-100)

Énfasis
Acá se comienza a modelar la estructura que posteriormente conoceremos
como democracia en sus diferentes variaciones y que es instantáneamente
replicada por diferentes movimientos del mundo en orden de despojarse de
las viejas lógicas de gobierno.

Lectura complementaria
En esta instancia te invito a revisar el artículo de Keith Michael Baker del 2006
titulado “El concepto de cultura política en la reciente historiografía sobre la
Revolución Francesa”, y que te va a ayudar a profundizar sobre este tema.

Recursos
Dos películas te pueden ayudar a contextualizar mejor este acontecimiento:
por un lado “María Antonieta” (2006) de Sofía Coppola, que narra la historia
de la princesa archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia y de
Navarra; y por el otro lado, “Los Miserables” (2012) el musical dirigido por
Tom Hooper.
Actividad
En este momento estás en condiciones de realizar la actividad 1.

UNIDAD 2: El eurocentrismo como bandera

En el desarrollo de esta asignatura hemos visto, hasta el momento,


acontecimientos históricos europeos que nutren nuestra visión sobre su
entendimiento de política, regionalismo, crisis, religión y representación.
Aunque puedan parecer pocas categorías, son suficientes para disparar los
conceptos de esta segunda unidad, donde haremos un recorrido sobre la
sociedad europea a través de nociones claves: como la derecha y la
izquierda, el eurocentrismo, el europeísmo y el fascismo.

Sin entrar en detalles históricos, cabe mencionar que el rol de Europa luego
de la Segunda Guerra Mundial (1945) debía ser de salvataje: con un saldo de
55 millones de personas muertas, el 3% de la población mundial, un proceso
de éxodo y migración, pobreza, hambre, persecución y miedo. Sin dudas, la
cooperación económica debía ser el primer puntapié para iniciar la
recuperación de aquellas naciones desfavorecidas por los conflictos de los
últimos años. Además de que la figura de Estados Unidos ya comenzaba a
ganar potencia en los rincones de negociación internacional, como un fuerte
aliado (si no el más fuerte) occidental.

El caso antecedente por excelencia es el de la CECA, o Comunidad Europea


del Carbón y del Acero, promovida en 1950 por el ministro de Relaciones
Exteriores de Francia, Robert Schuman.

Esta época de posguerra, también conocida como la época de la paz,


evidencia los esfuerzos internacionales en lograr un bien común a partir de
diferentes voluntades. Sobre todo, luego de las inmensas perdidas que se
provocaron en las últimas guerras, no sólo a nivel personas sino también, y
lamentablemente a veces más importante, a nivel económico.

El proceso de reconstrucción de Alemania y Francia fue lo que terminó dando


origen a la CECA, con ánimos de que el acercamiento entre las enemistadas
naciones sea a través de la matriz industrial. Se podría decir que este
antecedente fue la “semilla” de lo que conocemos como la Unión Europea.

Desde la base de esta serie de cooperaciones cabe destacar la falta de


participación de actores internacionales fundamentales como España, Reino
Unido y Suiza: la primera sumida en una autarquía, donde el sistema
económico nacional se autoabastecía con sus propios recursos, producto de
la Guerra Civil Española que provocó el aislamiento forzado y a la falta de
ayudas externas por la oposición al régimen franquista. Los últimos dos
países siempre fueron reticentes a la cooperación con los miembros
fundadores en un afán de conservar una idea de independencia y no-
subordinación.

Cuando el periodo de vigencia de la CECA terminó en 2002, las competencias


y funciones de la misma fueron integradas a la de la Comunidad Europea,
paso inicial de la actual Unión Europea, que fue constituida por el Tratado de
Maastricht en 1993.

En 1957, el Tratado de Roma le da entidad a lo que un año siguiente pasaría


a llamarse Comunidad Económica Europea (CEE), cuyo objetivo era lograr
una integración económica que en-visionaba un mercado común y una unión
aduanera entre sus seis miembros fundadores: Alemania, Bélgica, Francia,
Italia, Luxemburgo y los Países Bajos.

Esta cooperación no era accidental, sino que se fundamentaba en la


búsqueda de una salida de la crisis que por primera vez contemple a una
cooperación regional, una visión de una entidad supranacional que regule lo
que cada país por separado no pudo.

Para la suerte de muchos europeos, el concepto de la CEE fue cobrando éxito


a partir del año 1960, en lo que se llamó “los vibrantes 60”, definida como una
etapa de crecimiento económico donde se logró una integración europea y
se comenzó a pensar en la potencialidad de alcance global de la misma. En
este período, y mientras el gobierno comunista de Alemania del Este
construye un muro que cruza Berlín para separar Occidente y Oriente
posteriormente en la guerra fría, las primeras políticas agrícolas comunes se
empezaron a dar, además de colaborar a nivel internacional con la
cooperación y comercio de regiones de África, Caribe y el Pacífico. Así como
el comienzo de la Unión Aduanera en 1968, permitiendo el libre intercambio
transfronterizo por primera vez.

Todos estos elementos mencionados son de suma importancia a la hora de


entender a la sociedad europea: históricamente el viejo continente luchó para
posicionarse de manera desfragmentada y en la CEE encuentra esa
posibilidad de unión que les sirve para ser una potencia no sólo económica,
que fue la idea original, sino también de cooperación.
Aunque siempre dio vueltas por la cabeza de aquellos que integraban los
altos cargos de la CEE, si se podía pensar una Identidad de Defensa Europea
o una Comunidad Europea de Defensa. Porque si bien la gran guerra había
terminado, no se podía predecir el futuro, y el conflicto armado seguía
persistente como herramienta de estrategia.

El expresidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Lluís


María de Puig, sostenía:

“Y llega 1989. Lo que ha pasado a partir de este momento es que en nuestro


mundo se ha producido una mutación histórica de un calibre tan enorme que
ha cambiado bastante lo que era una cierta lógica progresiva de la evolución.
Lo que ha pasado es la caída del Muro, es el fin de la Guerra Fría y es el
replanteamiento total de la geoestrategia y de las doctrinas, de los sistemas
y de las instituciones de defensa. Esto es lo que ha pasado. Y el escenario
en el que nos encontramos hoy, en materia de defensa de Europa, difícil de
prever hace muy pocos años, es pues el escenario de la preeminencia de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).” (de Puig, 1997, p. 101)

La OTAN había nacido en 1949 gracias al Tratado de Washington como una


alianza militar intergubernamental intentado adelantarse a la política
expansionista que estaba siguiendo la Unión Soviética. Mientras que era
evidente que la ONU ya no podía sostener la estabilidad por si sola, la OTAN
se fundó gracias a la organización de Estados Unidos, Canadá, Francia,
Bélgica, Italia, Dinamarca, Luxemburgo, Islandia, Noruega, Países Bajos,
Portugal y Reino Unido.

La cooperación internacional pone en tela de juicio la autonomía e


independencia de un país frente a otro, o en este caso de un país frente a un
grupo de países. No es casualidad que el “Convenio de Yaundé” haya sido
firmado entre la CEE con dieciocho antiguas colonias en África. Se
comenzaba a dejar de lado la noción de conquistar a través de la batalla para
poner a la estrategia política de cooperación como núcleo de la política
exterior de todos los países europeos.

Ahora, ¿qué es el eurocentrismo? ¿Y por qué es un concepto que es útil de


problematizar en este punto?

Wallerstein (2001) sostenía que “Las ciencias sociales han sido eurocéntricas
a lo largo de su historia institucional [...] Las ciencias sociales son un producto
del sistema-mundo moderno y el eurocentrismo es constitutivo de la
geocultura del mundo moderno. Además, como estructura institucional, las
ciencias sociales se originaron básicamente con Europa” (p. 97)
Las ciencias sociales han surgido como una respuesta a los problemas
europeos, sobre todo considerando que ese nacimiento coincide con la idea
de una Europa que dominaba todo el sistema-mundo. Wallerstein lo
caracteriza de inevitable.

Aunque posterior a la Segunda Guerra Mundial, y los procesos de


descolonización de Asia y África, se comienza a construir una noción de
conciencia política más allá de los fenómenos europeos. Un entendimiento
de que Europa ya no podía explicar más los procesos que le eran ajenos, es
por eso que las ciencias sociales se reviste de tanta crítica hacia sus autores
en la época.

El eurocentrismo ha sido considerado un prejuicio cognitivo y cultural, que


supone la existencia de experiencias históricas lineales movidas por
esquemas culturales fijos, correspondientes a los provistos por la historia
europea, considerando a las trayectorias no europeas como formaciones
incompletas o deformadas. (Amin, 1989)

Ahora, si tuviéramos que definir al Eurocentrismo podríamos sostener que es


una cosmovisión, es decir una imagen del mundo que se construye y se
comparte, y que coloca a Europa como centro de diversas narrativas. Difícil
es encontrar su origen, pero podríamos volver por un instante a la Unidad
anterior para recordar como las élites de la era del Renacimiento (Siglo XVI
en adelante), compuesta por la minoría adinerada y alfabetizada, defendía un
conjunto de principios y teorías que sostenían a Europa como líder y
horizonte.

El autor Jaime Pastor Verdú sostiene que: “El eurocentrismo es también un


vicio cognitivo que supone la existencia de experiencias históricas lineales
movidas por esquemas culturales fijos, correspondientes a los provistos por
la historia europea, considerando a las trayectorias no europeas como
formaciones incompletas o deformadas” (Verdú, 2012)

Lectura complementaria
Para profundizar te invito a hacer lectura del texto de Jaime Pastor Verdú del
2012, titulado: “Eurocentrismo, europeísmo y eurofobia” que es parte de la
bilbiografía complementaria, al igual que “El eurocentrismo: crítica de una
ideología” de Amin Samin del 1989.
Entre eurocentrismo y europeísmo

A fines del siglo XVIII, en Europa se empieza a construir una “otredad” con
respecto a “Oriente”, en términos de reconocerlos como la otra cara de su
territorialidad. Además, empieza a desconocer a los “indios” de América, en
su eterno proceso de colonización, o los “negros” de África, que simplemente
eran “primitivos”. De acá se puede deducir que esa diferenciación está
habitada por el racismo, por la necesidad de una clasificación de colores de
piel que era consecuente a ciertos comportamientos o costumbres.

No es casual que el racismo explique al eurocentrismo y viceversa, porque


son lógicas que se plantean desde una necesidad de diferenciación de un
otro que no habita mi territorio o celebra mis costumbres.

Verdú (2012) sostiene que diversos debates que se desataron al inicio de la


guerra contra Irak en 2003 se llegaron a hacer la diferencia de una vieja
Europa, o sea las grandes potencias eurooccidentales, y la “nueva” Europa,
es decir, los países de Europa Central y Oriental. La diferencia recae
nuevamente en una diferenciación necesaria del otro para poder definir a mi
“yo”. Esa definición del yo está ligada al concepto de europeísmo, que es
esa pregunta sobre la identidad europea que suscita frente a cada conflicto
en el cual el continente se ve atado internacionalmente.

“Un momento clave en el intento de consensuar un europeísmo


semindependiente respecto a Estados Unidos fue la Declaración sobre la
“identidad europea” que adoptaron los Jefes de Estado y de Gobierno de la
Comunidad Económica Europea en Copenhague en 1973, justamente
después del ingreso en ella de Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca y de la
crisis del petróleo que estalló ese mismo año: en ella se afirmaba la voluntad
de “salvaguardar los principios de la democracia representativa, del imperio
de la ley, de la justicia social –finalidad del progreso económico- y del respeto
a los derechos del hombre, los cuales constituyen elementos fundamentales
de la identidad europea”.” (Verdú, 2012)

Entonces, el europeísmo sirve para identificarse como europeos al frente de


un concepto que los problematiza por su tendencia a la centralidad, es decir,
eurocentrismo. Pero ¿qué sucede cuando la necesidad de una identidad
europea se vuelve excluyente, totalitaria y violenta?

¿Y el fascismo?
Acá introducimos otra noción importante que nos permite analizar la sociedad
europea: el fascismo. Sin necesidad de entrar en detalles históricos, todos
conocemos a este concepto que atravesó a muchísimas naciones del mundo
en diferentes formas, y de las cuales esta materia problematizara alguna de
ellas.

A priori, podríamos entender al fascismo como una ideología, un movimiento


político más, como el europeísmo, pero con la característica de
contraponerse a la democracia, con una matriz de extrema derecha y
ultranacionalista. Considerado por Saz (2004, p. 91) como el mayor desafío
que jamás haya existido a la democracia liberal y al sistema de valores que
alumbrara la Ilustración.

¿Por qué nos sirve entender el fascismo para poder comprender a la sociedad
europea? Podríamos argumentar que el núcleo de ideologías de ultraderecha
como esta se ha construido en Europa desde un principio, y se ha exportado
como una posibilidad de “gobierno” (o anti-gobierno) para el resto del mundo.
Más adelante, en la asignatura, veremos cómo esta exportación ha sido
definitoria en procesos como los latinoamericanos durante la época de las
dictaduras.

Se puede remarcar como antecedente al fascismo italiano. A fines del siglo


XIX, en Italia existían organizaciones llamadas fascio, que se traduce a fuerza
de la unión, y caracterizaba a un grupo de personas organizadas con una
matriz nacionalista y revolucionaria. A lo largo de los años fue mutando a una
estructura de poder militar burocratizada que devino en un período de
formación del Estado fascista en Italia comenzando en 1922 y concluyendo
al fin de la Segunda Guerra Mundial.

El fascismo italiano refería a un sistema de gobierno que, aunque se centraba


en el Estado no llegaba a proponer una estatización de todo lo privado, de
hecho, Mussolini, dictador italiano, explicaba:

El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la


doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el
Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado. (Discursos de 1934)

En cuanto a sus características principales se encontraban:

 La prohibición de todos los partidos, excepto el Partido Nacional


Fascista.
 La publicación y divulgación de una serie de normas llamadas “leyes
fascistísimas” donde se eliminaba la libertad de prensa, reunión, y de
expresión, los sindicatos, se reestablecía la pena de muerte y la
posibilidad de exilio.
 Una política económica virada al respeto por el libre mercado.
 Una expansión al exterior impulsada por la Gran Depresión que generó
la invasión de Etiopía y la intervención en la Guerra Civil Española,
conflicto que se desencadenó por los fracasos parciales del golpe de
Estado de 1936.

Esta imagen retrata a la Europa en 1941-1942, con la mayor expansión de


los regímenes fascistas. Por un lado, y en azul, aparecen las potencias del
Eje -Alemania e Italia- y los estados satélites, ocupados o aliados. Los
únicos de éstos que tuvieron regímenes democráticos fueron Finlandia y
Dinamarca. Por otro lado, y en blanco, aparecen los países neutrales, que
en la península ibérica eran regímenes fascistas.

Volviendo rápidamente a la exportación de estos sistemas de poder, se puede


evidenciar que fue propulsado por el poder que comenzó a ganar Adolf Hitler
luego de asumir su cargo de canciller en Alemania en 1933.

Eric Hobsbawn, en “La caída del liberalismo” (1995, p. 119) sostenía que: “no
todas las fuerzas que derrocaron regímenes liberales eran fascistas. […] El
fascismo, primero en su forma italiana original y luego en la versión alemana
del nacionalsocialismo, inspiró a otras fuerzas antiliberales, las apoyó y dio a
la derecha internacional una confianza histórica. En los años treinta parecía
la fuerza del futuro.”

Para el pueblo europeo, el fascismo es canon, es decir, es una doctrina


factible que deviene del mismo imperialismo que se pretendió sostener como
bandera al frente de naciones ajenas al viejo continente. El imperialismo, en
ese sentido, puede ser una política exterior expansiva y agresiva identificando
a un “ajeno” como enemigo que puede perturbar nuestros deseos (como
nación) de estabilidad política. Este es el concepto base del nazismo, o
nacionalsocialismo, ideología del régimen que gobernó a Alemania de 1933
a 1945 con la dirección de Adolf Hitler, que desde su matriz ideológica se
sostenía la necesidad de un control reproductivo de la sociedad alemana, una
primacía de “arios” por sobre cualquier otra disidencia de cualquier tipo.
Basada en la teoría de selección natural de Darwin, se apoyaban en la ciencia
para justificar las atrocidades y construir una paranoia racial que alimente a
una identidad europea mayor. El antisemitismo devenido en el Holocausto fue
una de las facetas de este imperialismo que se quería evidenciar.

Recursos
Una película que te va a ayudar a comprender estos conceptos es “La Ola”
de 2008, dirigida por Dennis Gansel, y que narra la historia de un alumnado
alemán intentando estudiar ideologías políticas.

Actividad
En este momento estás en condiciones de realizar la actividad 2.

UNIDAD 3: La economía madre


Revisionismo histórico del rol de Europa a nivel económico.

Entender las dinámicas económicas de un territorio nos hace posible estudiar


los comportamientos políticos de una sociedad. Europa fue el escenario de
múltiples conflictos que requirieron, por momentos, poner sobre la mesa
planes que se tiñeran de un salvataje que sea funcional a las diferentes
formas de hacer economía de cada uno de sus países, así como poder
subsanar la diferencia (devenida en conflicto bélico) del este y el oeste.

Para poder entender los problemas más recientes debemos hacer un


pequeño revisionismo de los siglos más recientes en Europa. La economía
europea se caracterizó por un desarrollo desigual durante el siglo XIX: el
liderazgo de los Estados industriales de occidente como Alemania, Gran
Bretaña o Francia se contraponía al nivel bajo de productividad y renta en
países de Europa meridional y oriental como Grecia, Bulgaria o Rumania, con
economías centradas en explotación de recursos primaros. Esto pueden ser
leídas como consecuencias directas del impacto que tuvo la Revolución
Industrial un siglo antes.

Las deudas contraídas durante la Primera Guerra Mundial entre 1918 y 1939
eran resultado directo de las sanciones internacionales de aquellos países
derrotados, una escasez de capital, cambios de fronteras, altos costes de
recuperación interior.

El “crack” de Estados Unidos en 1929, también conocida como La Gran


Depresión, afectó profundamente a la economía europea a través del freno
de la inversión y financiación extranjera, así como la reducción de las
importaciones. Afectando principalmente a Europa oriental y meridional por
su característica de economía basada en sector primario: los precios de los
alimentos y las materias primas cayeron en mayor medida que productos
industriales. Es aquí donde se comienza a dibujar la idea de una Comunidad
Económica Europea que facilite medidas proteccionistas con aranceles y
cuotas de importación.

Mientras que la Unión Soviética aumentaba su producción económica con


sus famosos planes quinquenales, estados de Europa oriental sufrían un
estancamiento durante la década de los 30 que desencadenó desequilibrios
en el resto del continente. Más de la mitad de la población europea dependía
de la agricultura de países como Bulgaria, Rumania, Polonia y Hungría, y su
escaza productividad provocaron caída de las exportaciones,
consecuentemente una reducción de ingresos que derivó en la incapacidad
de compra de productos industriales. Un círculo vicioso de crisis económica.
En él mientras tanto, Alemania aumentaba su influencia política y económica
en la región a través de intercambios de productos primarios por bienes de
equipo con Estados de Europa oriental.

Al fin de la Primera Guerra Mundial, la actividad comercial disminuyó un 50%,


los países europeos volvieron a una etapa de endeudamiento y la actividad
productiva estaba en niveles mínimos. En contraste con el fin de la Segunda
Guerra Mundial, la nueva fuerza de Estados Unidos se posicionó a favor de
la reconstrucción de Europa, aun así, imponiendo sanciones a los derrotados
(como Alemania) mientras que los tratados de paz se concentraban en
repartir el poder. En paralelo, la Unión Soviética extendía una economía
planificada al resto de Europa oriental logrando su posicionamiento
internacional y construyéndose como la clara “antítesis” socialista del
emergente capitalismo de Estados Unidos y Europa occidental.

Haciendo un salto en el charco podemos observar que con el surgimiento de


Estados Unidos como economía de potencia luego de la Segunda Guerra
Mundial, con un rápido crecimiento industrial y mucha acumulación de capital,
este país se encontraba en posición de negociar las dinámicas económicas
que, al menos, iban a interpelar su movimiento en el mundo. ¿Por qué? Fue
de los países menos golpeados en términos de destrucción material por los
daños de la guerra, y como se pudieron concentrar en una industria
manufacturera con poder para vender armas a combatientes, su crecimiento
fue tal que durante 1945 Estados Unidos concentraba cerca del 50% mundial
con menos del 7% de población. (Palazuelos Manso y Granda Alva, 1986)

Los acuerdos de Bretton Woods (llamado así por el lugar donde tomó efecto
el encuentro en Estados Unidos) fueron aquellas resoluciones de la
conferencia monetaria y financiera organizada por las Naciones Unidas,
celebradas en 1944 que impuso una estructura de políticas económicas
mundiales vigentes hasta principios del 1970.

El librecambismo era el eje rector de los acuerdos queriendo poner un fin al


proteccionismo de la Primera Guerra Mundial. Contó con la presencia de 44
naciones, la mayoría del “Tercer Mundo”, es decir colonias europeas sin
representación propia, pero también con la participación de actores como
China que luego se retiró por el triunfo de la revolución comunista en 1949.
Estos acuerdos también dieron lugar a la creación del Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, dos entes que establecieron el dólar
estadounidense como moneda de referencia internacional a partir de 1946.
Esto nos sirve para contextualizar lo que entendemos como la posterior
estructura económica internacional que sigue Europa hasta la ruptura de los
acuerdos en 1970.
En las décadas comprendidas entre 1950 y 1970, Europa logra experimentar
una expansión económica que relata un aumento del PBI del 5,5% anual, y
un incremento de la renta per cápita del 4,4% anual, que duplicaba la tasa de
crecimiento de Estados Unidos. Mientras que Europa occidental crecía un
4,5%, Europa meridional un 6%. Países como Alemania, Francia, Italia,
Austria y Países Bajos lideraron una expansión económica caracterizada por
pérdida del sector agrícola (en cuanto empleo como en ingreso), un aumento
de la industria y el sector de servicios, y una atracción consecuente de
inversiones de capital.

La participación y cooperación de la Comunidad Europea del Carbón y el


Acero, y la Comisión Económica Europea, impulsada por los países de
Europa occidental, formó parte fundamental del proceso de reactivación
económica. La eliminación de barreras arancelarias hizo crecer al comercio
interno, mientras que la negociación de los Estados de la CEE permitió
establecer acuerdos comerciales ventajosos en países extranjeros.

La crisis del petróleo de 1973 estancó el periodo de desarrollo recién


explicado cuando triplicó su precio en pocos meses y agravó una tensión
inflacionista que Europa occidental experimentaba desde finales de los 60,
esto generó un déficit presupuestario, una desindustrialización, y aumento del
desempleo. A la par, los países de Europa oriental basaron su avance
económico en un control de los medios de producción por parte del estado,
centralizando la economía, expropiando las tierras del sector agrícola para
posteriormente repartirse a la población, nacionalizando la industria,
priorizando los bienes duraderos como los metales y la construcción, y
organizando la producción en unidades cooperativas. Acá se evidencia el
posterior conflicto Oriente-Occidente en lo que conocimos como la Guerra
Fría, el liberalismo y el socialismo como modelos económicos enfrentados.

En los años posteriores, un proceso de burocratización de la planificación


económica hizo que Europa oriental pierda poder de a poco: los gobiernos
optaban por el uso extensivo de recursos naturales, capital y trabajo, dejando
de lado la productividad o la eficiencia. Este despilfarro de recursos se
mantuvo por las décadas posteriores pese a las reformas y planes
económicos para revertir ese decrecimiento, lo que generó un enfriamiento
de las economías socialistas.

Una búsqueda de estabilidad macroeconómica caracterizó a Europa


occidental en las últimas décadas del siglo XX. Entre 1975 y 2000, la tasa de
crecimiento anual de la economía se ralentizó en relación al período 1950 –
1970, pero existía un mayor grado de coordinación y convergencia entre los
países que integraban lo que ahora conocemos como la Unión Europea.
Estas políticas macroeconómicas se centraron en la liberalización de los
mercados para aumentar la competitividad y luchar contra la inflación, la
reducción de los impuestos para aumentar el consumo y el descenso de los
tipos de interés para mejorar las inversiones.

La crisis del euro

Se podría comenzar argumentando que, en el período de integración europea


que se comienza a pronunciar en la posguerra, la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero y la Comunidad Económica Europea nacen con el fin de
favorecer la gestión común de las materias primas y el intercambio comercial
entre los Estados miembros.

En el contexto de Bretton Woods, la integración europea recibe una


aceleración y una modificación de sus presupuestos ya que la política
orientada a la construcción de la democracia y soberanía quedaba sometida
a la integración económica y monetaria, sobre todo la política fiscal. Acá es
donde el euro comienza a jugar un papel importante.

“Una vez establecidas las condiciones para su introducción entre las cuales
se subrayan las reglas fiscales (relación déficit/PIB del 3%, relación deuda
pública/PIB del 60%), a través del Tratado de Maastricht (1992), la moneda
única implica la renuncia definitiva a la soberanía monetaria y la
irreversibilidad del vínculo externo para los países de la Unión Monetaria
Europea (UME)” (Bagliacino y Guarascio, 2017, p. 259)

Así como establecen Bagliacino y Guarascio, los primeros países en adoptar


el euro en 1999 son: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia,
Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal. Grecia adoptó la
moneda única en el 2001 y le siguieron Chipre, la República Eslovaca,
Eslovenia, Malta, Estonia, Letonia y Lituania.

La introducción del euro significó que iban a regir nuevas reglas como la
liberalización de circulación de ciudadanos de los Estados miembros al igual
que con sus mercancías.

Para poder comprender la crisis del euro, que no necesariamente es una


crisis de moneda sino más bien en una crisis de deuda pública, debemos
primero entender las bases de algo que en el próximo módulo estudiaremos:
la crisis subprime, también conocida como la burbuja inmobiliaria de los
Estados Unidos. Esta misma hace alusión al aumento exacerbado de los
precios de las viviendas que comenzó en 2006 y tuvo su punto de estallido
en 2008 con la quiebra de bancos como Lehman Brothers. Este aumento de
los precios está caracterizado por una alta demanda y una oferta baja,
especulación de inversores y gastos exuberantes detonadas por factores
como ofertas de productos hipotecarios (hipotecas subprime), crédito de fácil
acceso o tasas bajas de interés.

“La crisis económica estadounidense se extendió hacia Europa, lo que causó


la recesión en la Eurozona en 2009. Sin embargo, nadie pensó que la crisis
subprime resultaría en la crisis más severa de la Europa posguerra. En 2009,
la crisis económica en Europa se transformó en una crisis en sí misma, la
llamada euro crisis.” (Weber, 2015, p. 151)

Según Weber, los países que deseaban pertenecer a la zona monetaria, que
comienza a consolidarse gracias a los antecedentes que plantea “la serpiente
monetaria” (1972) y el Sistema Monetario Europeo (1979), debían cumplir con
los criterios del Tratado de Maastricht (1991):

1. Índice de inflación menor a 1.5 puntos porcentuales del promedio de


los tres primeros países.
2. Tasas cambiarias dentro de las bandas del Sistema Monetario Europeo
(creado en 1979 para introducir la Unidad Monetaria Europea, una
moneda artificial) al menos por dos años.
3. Tasas nominales de interés a largo plazo promedio no deben superar
el de los tres países con mejores resultados en más de dos puntos
porcentuales.
4. Los déficits presupuestarios no deben ser superiores al 3% con
respecto al PBI, y la relación deuda-PBI no debe superar el 60%. Aquí
donde se comienza a producir el problema.

“En 2002 y 2003, Francia y Alemania registraron déficits demasiado altos,


pero forzaron a sus socios de la Eurozona a olvidar el castigo. Esto debilitó
fatalmente el marco legal del tratado de Maastricht, convirtiéndolo
simplemente una serie de recomendaciones, no requisitos.” (Weber, 2015, p.
152)

Las causas principales de la actual crisis en Europa no fueron errores


cometidos durante la creación de la Eurozona sino más bien de una relación
directa con la crisis subprime que comenzó en 2006 en Estados Unidos
debido a que muchos bancos europeos invirtieron en valores respaldados por
activos (ABS en sus siglas en inglés). Esta tendencia venía construyéndose
desde 2001 donde la política monetaria era lo suficientemente expansiva
como para llevar a los bancos e inversores a centrarse en inversiones
alternativos porque los bonos tradicionales no eran tan lucrativos por su bajo
rendimiento.

Otra razón que explica la participación de Europa en el sector suprime a


través de los ABS fue el financiamiento del gran déficit en cuenta corriente de
Estados Unidos, donde los principales afectados fueron Alemania y Países
Bajos por haber comprado los ABS ya que contaban con un superávit de
cuenta corriente.

“Sin embargo, la causa principal de la actual crisis de deuda pública es la


excesiva deuda privada, no la pública misma. Tanto bancos como individuos
aumentaron los préstamos, pero el problema fue que estos créditos no sólo
se utilizaron en inversiones para aumentar la productividad sino también para
el consumo y la inversión en el sector inmobiliario.” (Weber, 2015, p.158)

Puesto en simples palabras, la crisis que generó la burbuja inmobiliaria en


Estados Unidos obligó a los países a rescatar a los bancos y a las empresas,
y a implementar una política fiscal expansiva para combatir la recesión. La
excesiva deuda privada es la causa principal de la crisis de deuda pública,
ahí la paradoja. Los bancos e individuos aumentaron préstamos respaldados
por créditos puestos en el aumento de la productividad, consumo y la
inversión en el sector inmobiliario.

¿Qué repercusiones específicas tiene la Euro Crisis?

 Crisis de crecimiento: la recesión que provocó la crisis en 2009


generó un problema de crecimiento explicada por: las medidas de
austeridad tomadas por algunos países que provocaron un gasto
público menor, pero aumentando los impuestos; una política monetaria
no-efectiva con bancos que no estaban dispuestos a extender el crédito
a las empresas e inversores tambaleantes; una crisis de balanza de
pago; y problemas estructurales como de producción. Esta crisis se
puede observar en el siguiente cuadro.
Tasas de crecimiento del PBI real. Fuente: Eurostat.

 Crisis del mercado laboral: la recesión desembocó en un aumento


del desempleo, tendencia que es típica de las crisis bancarias.

Tasas de desempleo. Fuente: Eurostat.

 Crisis de deuda pública: considerada como principal en Europa,


sinónimo de euro crisis, en este caso, Weber argumenta que: “En
algunos casos, la deuda pública ya era alta antes de que los países
introdujeran el euro, mientras que en otros se incrementó como
resultado de la crisis financiera. Por un lado, los grandes déficits
públicos posteriores a la crisis pueden ser explicados por las medidas
de rescate para los bancos y las empresas. Por otra parte, el gasto
público aumentó a medida que los gobiernos luchaban contra la
recesión (por ejemplo, con la política fiscal expansiva) y el gasto social
obligatorio (por ejemplo, prestaciones de desempleo) se
incrementaba.” (2015, p. 164)
 Crisis de la balanza de pagos: caracterizado por la comercialización
entre los países de la Eurozona, es decir, por dependencias mutuas, y
devenidos en desequilibrios en cuenta corriente de los mismos.

Lectura básica
Le sugiero incorporar al estudio del presente módulo, el texto de Cristopher
Weber del 2015 llamado: “La Euro Crisis. Causas y síntomas”. Es el marco
económico perfecto para adentrarse en los detalles de este acontecimiento.

Énfasis
Una vez más las crisis, en este caso económicas, nos demuestran el efecto
dominó de las relaciones internacionales que no son accidentales sino más
bien estructuradas a los beneficios de una forma de hacer política económica,
como es el libre mercado. Sus consecuencias evidencian lo intrincada que es
la influencia adrede.

Lectura complementaria
Otro texto que te puede servir para profundizar sobre la crisis del euro es el
de Bogliacino y Guarascio del 2017 que se titula “La crisis del euro en
perspectiva”
Actividad
En este momento estás en condiciones de realizar la actividad 3.

UNIDAD 4: El imperialismo cultural

Llegando a la última unidad del módulo, y habiendo leído el contexto


histórico, los procesos sociales más importantes y la estructura económica
de Europa, nos toca deteneros en los componentes culturales del
continente.

No podemos negar que entender la cultura nos permite inherentemente


comprender los comportamientos de una sociedad, es por eso que el camino
que vamos a recorrer en esta unidad es más conceptual. Primero haciendo
una revisión sobre el renacimiento, y qué significo a nivel cultural para la
historia europea.

Esta época, que comprende el siglo XV y XVI, se destaca por un nuevo


movimiento cultural que viene a funcionar como transición de lo que
conocíamos como Edad Media y lo que posteriormente fue la Edad Moderna.
Aunque fue un movimiento impulsado principalmente por el arte, también le
dio lugar a la ciencias sociales y naturales para instalar nuevos paradigmas
de pensamiento que previo a esto eran imposibles de ser analizadas porque
ponían en jaque ciertas lógicas que beneficiaban a un sector reducido de la
población europea, por ejemplo, la monarquía.

Previa a la idea del renacimiento, el humanismo fue quien le dio forma a la


idea de una nueva concepción del mundo y, especialmente, del hombre. Fue
el momento histórico donde se deja de relegar a la antigua cultura clásica
griega y romana para retomarla y resignificarla en un nuevo contexto.

Utilizado por primera vez por el historiador y artista GIorgio Vasari, el


Renacimiento explicaba una ruptura ente la tradición artística medieval, en su
momento de “bárbaros y ahora entendido como “gótico”. De todas formas, el
Renacimiento como concepto político no fue problematizado hasta el siglo
XIX por historiadores como Jules Michelet.

El oscurantismo que significó la medievalidad de los siglos previos fue


irrumpido por el resurgimiento de la cultura clásica, como fenómeno político
y cultural que abarcó todo el continente.

Entre sus características más destacables se encuentran:

 El “mecenazgo”: donde las altas clases comenzaron a comercializar el


arte a manera de patrocinio y considerándola como un elemento de
prestigio lo que llevó a un momento de mucha reivindicación de las
disciplinas artísticas.
 El surgimiento de una nueva relación con la naturaleza: en términos de
que ahora la matemática servía a los fines de fundamentar la
racionalidad de un ideal de belleza que se esbozaba en el arte de la
época. Se regresaba a la aspiración de acceder a una “verdad” de la
naturaleza, evitando el conocimiento de un fenómeno casual, sino más
bien de una interpelación de sus ideas.
 La vuelta a la antigüedad: que explica el retorno de las antiguas formas
del orden clásico perteneciente a la mitología griega y romana. Este
punto estaba vinculado con la idea de conocer las leyes que sustentan
al arte clásico, más que servir como una copia.
 El hombre como medida de las cosas: que refiere a la formación
científica del artista, ya no se lo entendía como un simple comerciante,
sino que ahora es un “creador” que quiere entender a la figura humana.

Como argumenta Eco (2004), la cultura renacentista supuso el retorno al


racionalismo, al estudio de la naturaleza, la investigación empírica, con
especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La estética
renacentista se basó tanto en la antigüedad clásica como en la estética
medieval, por lo que a veces resultaba algo contradictoria: la belleza oscilaba
entre una concepción realista de imitación de la naturaleza y una visión ideal
de perfección sobrenatural, siendo el mundo visible el camino para ascender
a una dimensión suprasensible.

En esta etapa surgieron las más grandes figuras del Renacimiento en el arte:
da Vinci, Michelangelo y Rafael, creadores de los hitos artísticos más grandes
de la historia.
“La última cena”(1498). Pintura mural hecha por Leonardo da Vinci.

“David” (1504). Escultura de Michelangelo Buonarroti.


“La escuela de Atenas” (1511). Pintura de Rafael Sanzio

En “Diccionario de Arte” de Ian Chilvers (2007), se establecen dos etapas


claras del Renacimiento:

1. El Quattrocento que comprende el Primer Renacimiento y que se


desarrolla en Italia durante todo el siglo XV.
2. El Cinquecento, o también Alto Renacimiento, que surge en el siglo
XVI. Es donde surgen algunas de las figuras revisadas en las imágenes
anteriores, y que finaliza a fines de ese mismo siglo por la aparición de
una reacción anticlásica llamada “manierismo”.
“El jardín de las delicias” (1505). Pintura al óleo sobre tabla por el Bosco.
Iconografía del manierismo, momento post-renacimiento donde se pierde
lo más clave del clasicismo para darle lugar a la abstracción y la
irrealidad.

Recursos
Te invito a ver la película “Miguel Ángel (El Pecado)” del 2019 dirigida por
Andréi Konchalovski que te ayudará a contextualizar este período a través de
la historia de unos de los exponentes artísticos más grandes de la época.

Énfasis
¿Para qué nos puede servir entender este marco histórico tan ligado al arte?
Podríamos argumentar que el Renacimiento no sólo definió una era artística,
sino más bien fue un quiebre en el entendimiento de las relaciones sociales
y la posición del ser político en las mismas. Además, estas figuras artísticas
significaron con el tiempo un poder abstracto de Europa en cuanto a
propiedad intelectual sobre su cultura, dinámica que, en paralelo al
Renacimiento, se traduce en el saqueo de las estructuras culturales de otros
países colonizados.

¿Qué significa el arte en la cultura?

El arte no es sólo un elemento que enmarca una sociedad, sino que la define,
habla de las prioridades vigentes dentro de los límites de un país (y por fuera
también). Es peligroso pensar que el interés posterior –sobre todo en el siglo
XIX – por definir estas eras es desinteresado o accidental, sino más bien que
es importante hacer el ejercicio de entender que estas acciones son la
respuesta de una Europa amenazada por la existencia de culturas que no
eran la propia.

La Europa del Siglo XV y XVI, a pesar de estar en una etapa de


redescubrimiento humano, no dejaba de ser una Europa hostil hacia lo ajeno,
lo que no pertenecía a los convencionalmente europeo. Ya hemos
problematizado como desde el Renacimiento se observaba al oscurantismo
de la Edad Media como barbárico. Esa misma conceptualización sirvió para
definir a lo que desconocido que se encontraba por fuera de las fronteras
conocidas por ellos, por ejemplo, el caso de América y su consecuente
invasión europea en el siglo anterior: en las lecturas de la época no había una
intención en comprender las diferencias culturales sino de someterlas a una
categorización de barbarie por no cumplir con las mismas dinámicas
europeas.

Quizás parezca una locura pensar que esas mismas lógicas se replican en la
actualidad, pero podríamos argumentar que eso no es más que la xenofobia,
el racismo y el eurocentrismo que se construyó desde ese momento de
diferencia despectiva con el “otro”. De hecho, no hay que olvidar que al día
de hoy Europa cuenta con más de 27 millones de refugiados por guerras y
conflictos de países vecinos (como Ucrania o Siria, ente otros). Esta cifra
atraviesa diariamente un desdeño de los núcleos más conservadores de la
población europea por esa falta de empatía con respecto a las causas que
conlleva la migración de un país en situación de crisis hacia otro en mejores
condiciones.
La problemática de los refugiados en Europa, que tuvo su auge en 2015 con
la llegada de un millón de inmigrantes que escapaban la persecución y
conflictos en el Medio Oriente, ha sido observado por muchos gobernantes
europeos desde un lugar euro centrista: desde la imposibilidad de mejorar las
condiciones de traslado de muchos de los migrantes que ponen sus vidas en
riesgo, hasta el tratamiento de los mismos, colocándonos en lugares
comunes sin acceso a los mismos derechos básicos garantizados por los
mismos países que forman la Unión Europea y las Naciones Unidas.

Este último análisis tiene los fines de entender la traspolación histórica que
se puede realizar entre la Europa moderna y la de hace seis siglos atrás.

Desde ese período de conquista y colonización, se desprende una


ramificación de teorías que lidian con el legado de colonización portuguesa,
española, británica y francesa, y que ocurre durante el siglo XIX: el
poscolonialismo.

El poscolonialismo toma tres formas diferentes:

1. Como medida temporal: que relata los períodos de descolonización de


África y Asia, iniciados en 1947 una vez finalizada la Segunda Guerra
Mundial, momento donde se quiebran los fundamentos geopolíticos del
orden colonialista de Europa del siglo XVI.
2. Como medida emancipatoria: en términos de la aparición de
nacionalismo del “Tercer Mundo”, países que solían ser colonias que
comienzan a construir sus identidades nacionales y que se inscribían
por fuera de la dinámica binaria de la Guerra Fría.
3. Como medida discursiva: haciendo referencia a aquellas literaturas
producidas en los terriotrios ocupados durante la etapa colonialista.

Según Silva (2016, p. 1), el poscolonialismo surgió en las universidades de


Estados Unidos, básicamente, incentivado por intelectuales indios,
palestinos, argelinos, es decir, que provenían de lugares que habían sufrido
una extensa y cruda colonización por parte de países imperialistas europeos.

El poscolonialismo viene a salvar esas diferencias que plantea el


eurocentrismo en su afán de querer explicar las vivencias de los “otros” a
través de sus ojos.

MÓDULO 2
Ahora es el turno de otra región muy importante para el estudio de las
relaciones internacionales: Estados Unidos. Estamos hablando de uno de los
países más grandes en el planeta, actualmente, que cuenta con 329,5
millones de personas habitándola y una superficie de 9.834 millones de
kilómetros cuadrados. Contando con 20.94 billones de dólares, se coloca en
el puesto número uno en el ranking de países con mayor PBI nominal (en
millones de dólares) con China y la Unión Europea que las siguen, en ese
orden.

¿Por qué analizarlo a la par del continente europeo? Podríamos argumentar


que la asociación de 50 estados bajo un distrito federal puede compararse al
comportamiento de naciones unidas bajo la tutela o dirección de la Unión
Europea, pero además no hay que perder de vista nuestro interés de entender
dos de las regiones geográficas más importantes que desde su primer aliento
se esfuerzan en establecer las dinámicas que el resto del mundo tiene que
procesar.

Al principio de este módulo encontraran otro mapa conceptual que se explaya


sobre los conceptos que problematizaremos en esta ocasión, como una
herramienta de estudio por la complejidad conceptual que manejaremos a
continuación.

La idea de este apartado reside en recorrer, en primera parte, los


antecedentes históricos más importantes del país, así como lo hicimos con
Europa. Los invitamos a ver el video explicativo correspondiente al segundo
módulo de la asignatura.
UNIDAD 1: The American Dream

Confederación Iroquesa

Comencemos por donde y cuando corresponde: los pueblos originarios. La


Confederación Iroquesa fue un conjunto de cinco (luego seis) tribus:
los oneida, onondaga, seneca, cayuga, mohawk y (desde 1722) tuscarora. Al
principio era una única tribu que emigró hacia lo que hoy conocemos como
Nueva York para establecer su capital, Onondaga.

Podríamos datar su existencia desde antes de 1570 como tal, pero tomamos
ese año en particular para hacer referencia al momento donde su fundador,
El Gran Pacificador o también conocido como Deganawida, llega a las Cinco
Naciones que se encontraban en constante conflicto entre ellas para deliberar
un mensaje que había recibido de El Creador, y que contenía principios de
paz, igualdad, respeto, amor y justicia.

El Gran Pacificador unificó a las naciones como en una “Casa Comunal" en


Onondaga donde las naciones conservaban su soberanía y participaban en
las decisiones de la Confederación y la responsabilidad de proteger la paz, el
mundo natural y las futuras generaciones.
En su versión del marco legal que los acompañe en tomar decisiones en
sociedad, existía La Gran Ley que era una mezcla de derechos electivos y
hereditarios. Contaban con un Consejo de la Confederación de 50 personas
elegidas equitativamente de cada una de las naciones, escogidos de una lista
de candidatos entre los miembros de los clanes correspondientes y cuyo
nombre era propuestos por las mujeres.

Las tribus pertenecientes a la Confederación se organizaban en un sistema


de clanes: se dividían en ohwachira (gran familia), cada una de las cuales
tenía un oyaron (espíritu protector propio) y eran de tipo matriarcal, hecho
que se reflejaba en la costumbre de que el niño recibía un nombre del clan
de la madre. Ningún hombre podía presidir un clan y ninguna mujer ser jefe
militar o sachem. A las jefas de los clanes correspondía elegir a los jefes
militares.

En este pequeño esbozo histórico ya podemos comenzar a comprender lo


que fue la más antigua forma de democracia participativa de América, y que
tuvo directa influencia en la democracia y constitucionalismo estadounidense
posteriormente.

Masana (2015, p. 4) sostiene:

“En 1736, el joven imprentero de Philadelphia Benjamín Franklin, publicó el


texto de un tratado de entendimiento entre los iroqueses y los colonos
británicos. Durante los 26 años siguientes, Franklin publicó otros trece
tratados, lo que lo interesó por el tema y lo llevó a involucrarse en los asuntos
indígenas de Pennsylvania. En 1750, Franklin representó a Pennsylvania
como comisionado de asuntos indios. Según el mencionado libro de
Johansen, los escritos de Franklin indican que se involucró profundamente
con los iroqueses, y que tomó de ellos ideas concernientes no sólo al
federalismo, sino también sobre cuestiones vinculadas con derechos
naturales, la naturaleza de la sociedad y el lugar del hombre en la misma, el
rol de la propiedad en la sociedad y otras construcciones intelectuales que
jugaron un importante rol cuando Franklin, al igual que otros revolucionarios
americanos, comenzaron a dar forma a la ideología oficial de los nuevos
Estados Unidos.”

Lectura complementaria
Para entender más sobre el aporte de los iroqueses en el sistema político de
Estados Unidos, te invito a leer el artículo de Sebastián Masana de 2015 que
se titula: “La Liga de las Seis Naciones iroquesas y el debate sobre su aporte
al sistema político estadounidense”

Mientras tanto, los iroqueses tenían una “casa comunal” que albergaba varias
familias y estaba dividida en compartimientos para facilitar el acceso. Esta
era un rasgo característico de los pueblos iroqueses, cada una constituyendo
un microcosmos de la comunidad entera y convirtiéndose en un símbolo de
su identidad. Esto fue cambiando cerca del siglo XVII cuando se comenzó a
instalar el concepto de viviendas unifamiliares, y que coincide con la llegada
de los británicos al continente americano.

En su actividad económica se destacaba principalmente la agricultura, el


cultivo de maíz, alubias y calabazas, además de diferentes clases de frutos
secos, girasol y tabaco. Además, la caza y la pesca eran actividades que
practicaban.

Su organización era matrilineal y matrilocal: es la madre quien determina el


linaje y las mujeres son dueñas de la tierra. Después de su matrimonio, el
hombre se muda con su esposa y sus hijos se convierten en miembros del
clan de la madre. Las mujeres también eligen líderes de clan.

A pesar de ser conocidos por sus habilidades de guerra, su poder fue


debilitándose con la llegada de los primeros franceses a América, de la mano
de Jacques Cartier en 1534. A pesar de que técnicamente su primera pisada
fue en las costas de la Bahía de Gaspé, en Canadá, su influencia y sistema
de aniquilación de lo preexistente se fue expandiendo por todo el territorio.

El 30 de julio de 1609, el francés Samuel de Champlain, en apoyo de hurones


y algoquinos, sus socios comerciales, disparó sobre líderes iroqueses,
matando de un solo tiro de a dos de ellos, y de esta manera marcando la
tensa relación entre franceses e iroqueses por el resto del siglo.

En 1640, en el marco de la Guerra de los Castores, los iroqueses enfrentaron


a los franceses para expandir sus territorios y monopolizar el comercio de
pieles con los europeos, pero aquí, lo que hay que destacar es la participación
de influencia que los holandeses e ingleses para poder contrarrestar el poder
económico de las colonias francesas. Desde la llegada de los europeos a
América, los pueblos originarios se convertían en medios para sus fines: la
expansión en la “Nueva Tierra”. Unas décadas después, en 1665,
comenzaron a llegar nuevas tropas francesas con soldados y oficiales que
desataron una guerra brutal contra la sociedad iroquesa para responder por
la constante tensión.
Con el horizonte de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos
que se terminó dando el 4 de julio de 1776, algunos iroqueses fueron
convertidos al catolicismo y lucharon contra los que habían mantenido la
religión “india” u originaria, es decir, sus hermanos. Durante las Guerra de
Independencia de los Estados Unidos, que comenzó en 1775 y finalizó en
1781, los iroqueses se dividieron, una parte apoyó a los ingleses y otra peleó
al lado de los rebeldes. Los norteamericanos invadieron los terrenos de los
iroqueses, los vendieron y fragmentaron su cultura enfrentándolos.

Colonias inglesas y colonias francesas

Para poder explicar cómo es que Estados Unidos llegó a ser un país
independiente, deberíamos primero observar lo que fueron las dos
ocupaciones fundamentales para que eso sucediera: las llegadas de las
colonias inglesas y francesas a lo que conocemos como Estados Unidos.

En 1524 los franceses llegaron por primera vez a Norteamérica, en una


exploración de Giovanni da Verazzano, con el objetivo de encontrar una vía
marítima hasta China. Aunque no encontraron su cometido, sus proyectos de
expansión se vieron potenciados por este “nuevo mundo” donde asentarse.
Sobre todo, cuando se hizo efectiva la llegada de Jacques Cartier nueve años
después, como detallamos anteriormente.

El Virreinato de Nueva Francia, o también conocido como Nueva Francia, se


comenzó a forjar como una entidad territorial del Imperio colonial francés que
fue creciendo de manera muy modesta y hasta con una relación de
negociación con los pueblos originarios, a pesar del destrato. Con un apogeo
a mediados del siglo XVII, en 1663 el rey Luis XIV decide impulsar una
colonización estricta para dejar atrás los fracasos del avance moderado sobre
el territorio.

Por otro lado, fue a principios del siglo XVII cuando el imperio británico
comenzó a tomar forma, siguiendo el ejemplo de colonización de imperios
Ibéricos como Portugal y España, Inglaterra comenzó a conquistar América
mediante el establecimiento de la primera colonia en Jamestown, Virginia en
1607. Este es un punto fundamental ya que se da comienzo a lo que
posteriormente se conoce como las Trece Colonias Atlánticas de América del
Norte, origen de Estados Unidos.

A pesar del crecimiento de las colonias francesas, la cercanía a las colonias


británicas, dadas las cada vez mayores extensiones de Nueva Francia, solo
podía provocar nuevos conflictos. En 1756 estalló el conflicto en Europa, la
conocida Guerra de los Siete Años y que se replicó con un frente bélico en
las colonias de América llamado Guerra Franco-india (al momento, el cuarto
enfrentamiento colonial entre las potencias) con un resultado final que le fue
favorable a Gran Bretaña al conquistar Canadá.

Reino Unido tenía 13 distintas colonias en la costa este de América del Norte:
Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Maryland, Delaware,
Nueva Jersey, Pensilvania, Nueva York, Connecticut, Rhode Island, Nuevo
Hampshire y Massachusetts. Fundadas por los “padres peregrinos”, tenían
sistemas constitucionales, de leyes y políticos muy similares entre sí.
Formaban parte de los territorios de Gran Bretaña en el Nuevo Mundo, que
también tenía colonias en la actual Canadá y el Caribe, así como en el este y
en el oeste de Florida. Las 13 colonias gozaban de mucha autonomía,
llevaban a cabo elecciones locales y, a partir de 1750, comenzaron a
colaborar entre sí con lo que cultivaron un sentido de identidad compartido:
esto sirvió de base para desencadenar años después la revolución y el
movimiento independentista.

Luego de La Guerra de los Siete Años, el conflicto entre la Corona británica


y sus colonias norteamericanas comienza a crecer. Para financiar los gastos
causados por la guerra, la Corona decidió adoptar medidas que afectaron a
los que habitaban el suelo americano: monopolio comercial sobre el té y otros
productos, estableció impuestos que limitaban la calidad de vida, prohibió el
avance de las colonias hacia las tierras conquistadas a los franceses, además
prohibió el derecho de reunión y el cierre del puerto de Boston en 1773. Poco
tiempo tomó conformar un movimiento independentista que comenzó a
reclamar la derogación de la insistencia de la Corona en los asuntos de Las
Trece Colonias que, más que nunca, se sentían hermanadas.

Lo que conocemos como Guerra de Independencia de los Estados Unidos


fue el conflicto bélico que llevaron adelante las Trece Colonias británicas
originales contra Gran Bretaña. Tuvieron inicio en 1776 con la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos que proclamaba que las Trece
Colonias se habían autodefinido como trece nuevos Estados soberanos e
independientes sin dominio británico, y su consecuente formación como los
Estados Unidos. Aunque pretendía ser un documento de liberación no hay
que olvidar que el aparato esclavista seguía como estructura infaltable en su
sistema de producción, a pesar de su afirmación sobre que “los hombres son
creados iguales”.
Luego de incansables enfrentamientos, la guerra finalizó en 1781, y dos años
después se firmó el Tratado de París que reconocía a Estados Unidos de
América como una nación independiente, entre otras cosas.

Algunas de las más claras consecuencias de la Independencia de Estados


Unidos pueden ser:

 Debilitamiento de Gran Bretaña que luego de perder sus colonias en


Norteamérica, decidió virar hacia su Imperio colonial en África, Asia y
Oceanía.
 Sanción de la constitución estadounidense en 1791, que estableció su
forma de gobierno republicana, representativa y federal, así como la
consecuente creación de tres poderes independientes entre sí: el poder
ejecutivo, el legislativo y el judicial.
 Consagración de derechos elementales como la libertad de expresión,
de prensa y de reunión, así como el problemático derecho a la posesión
de armas. Aunque ninguno de estos derechos se extendía al esclavo.
 Desencadenamiento de la Revolución Francesa debido a la grave crisis
económica provocada en Francia por el apoyo militar dado a los
colonos rebeldes.

En la creación de la constitución de 1791 se da, a la par, lo que conocemos


como la Carta de Derechos o “Bill of Rights”: las primeras diez enmiendas
que establecían principios inalienables de la forma de gobierno
estadounidense.

i. Libertad de expresión, de prensa, religiosa, asamblea pacífica y de


petición al gobierno.
ii. Derecho de las personas a tener y portar armas, así como a mantener
una milicia.
Protección contra el alojamiento de militares.
iii. Protección contra registros e incautaciones irrazonables.
iv. Debido proceso, Non Bis In Ídem, autoincriminación, propiedad
privada.
v. Juicio por jurado y otros derechos del acusado.
vi. Juicio civil por jurado.
vii. Prohibición de una fianza excesiva, al igual que de castigos crueles e
inusuales.
viii. Protección de derechos no específicamente enumerados en la Carta
de Derechos.
ix. Poderes de los estados y de las personas.
Al día de hoy, la Carta de Derechos sumó un total de 27 enmiendas, la última
habiéndose promulgado en 1992. Hacer un paréntesis y problematizar
algunas dinámicas sociales que hoy atraviesan a Estados Unidos, nos
permiten entender que muchas de las regulaciones necesarias para
solucionar algunos de sus problemas –como el de los masivos tiroteos llevado
a cabo por civiles que portan un arma gracias a su libre comercialización y
tenencia – no llegan a la instancia de reforma constitucional. Esto se explica
en la profunda raíz republicana del país que genera un apego a las normas
escritas por los padres fundadores.

Recurso
Para entender mejor sobre esta secuencia histórica, te recomiendo el podcast
“Ey Broder” de Parque Podcast que hace un revisionismo de Estados Unidos.
Específicamente los capítulos 1, 2, 3, 4, 5 y 6.

Doctrina Monroe: la Guerra contra México

Luego de haber entendido las bases de la independencia norteamericana,


podemos comenzar a analizar algunas ideas que se esbozaban dentro de la
gran nación y que comenzaron a establecer su relación con otros países del
mundo.

En 1823, John Quincy Adams elabora un principio que eleva al presidente


James Monroe, basada en la frase “América para los americanos” y
establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería visto
como un acto de agresión que requería la intervención de los Estados Unidos
de América. Poco a poco se comienza a construir esa injerencia que
Norteamérica va a ejercer por sobre otros países a futuro, una idea de que la
potestad de frenar con el accionar de un “tercero” recae en el principio de “no
intervención”.

Este principio de “no intervención” de los Estados europeos en los asuntos


americanos podría ser interpretado de una manera absoluta y, de hecho,
conducir a que se pueda pisotear el sentido de justicia en sus relaciones con
individuos extranjeros, violar la ley moral, y negarse a entender los reclamos
de los extranjeros perjudicados.

“América para los americanos” toma una forma de imperialismo y


colonialismo en el que se habían empeñado las potencias europeas de esos
años. Aunque al principio se presentó como defensa de los procesos de
independencia de los países americanos, el pronunciamiento del presidente
Monroe no pasó de ser una simple declaración enfática hecha por un Estado
sin recursos militares suficientes para sostenerla. Esa circunstancia
determinó que durante largo tiempo no fuera invocada ni calificada como
doctrina.

Aunque la Doctrina no se comprendió como tal hasta 1850, desde antes


comenzó a comprender una idea de supremacía en Estados Unidos que
comenzaba a tener un rol infaltable en el escenario de guerra del siglo XX.

Entre 1820 y 1830, miles de colonos estadounidenses se movieron a


comunidades de Texas, que en ese momento pertenecía a México. Las
pretensiones expansionistas de un Estados Unidos que ahora se entendía
con poder político generó lo que conocemos como la intervención
estadounidense en México, que duró entre 1846 y 1848 y terminó con la
cesión por parte de México de más de la mitad de su territorio a Estados
Unidos.

Estados Unidos primero intenta quedarse con la provincia mexicana de Texas


cuando México logra su independencia y envían a Joel Robert Poinsett como
representante a firmar un tratado de límites llamado “Tratado de Velasco.”
Para agregar contexto, en aquel entonces el gobierno mexicano se
encontraba en una situación económica deficitaria luego del fin de la guerra
de independencia con España que duró más de una década. Aun así, México
acogió a los colonos estadounidense, y obtuvo fondos vendiendo tierras a
estos colonos que prefirieron mudarse a estos territorios en lugar de pagar
altos precios en Luisiana y otros estados del sur. Estos colonos esperaban,
además, que Estados Unidos comprara Texas para proveer de más tierra a
sus nuevos ciudadanos. Esta ocupación “pacífica” permitió que miles de
emigrantes estadounidenses, trabajadores de la tierra, se fueron
estableciendo con o sin permiso de las autoridades mexicanas en esa región.

Las diferentes ofertas económicas y la inevitable ocupación Norteamericana


en México escaló la situación rápidamente y luego de casi dos años de batalla
los estadounidense desembarcan en Veracruz y conquistan la capital
mexicana, por lo cual los últimos se ven obligados a firmar la paz de
Guadalupe Hidalgo, o también conocido como Tratado de Paz, Amistad,
Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los
Estados Unidos de América, y por la que los Estados Unidos se anexaba
los territorios mexicanos de Alta California, Nuevo México y Texas, que hoy
día forman los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah,
Colorado y parte del hoy llamado Wyoming. Se planta la primera semilla de
expansión que Estados Unidos comenzará a cosechar de diferentes formas
a lo largo de las décadas posteriores.

Recursos
Te invito a ver la película “One Man’s Hero” de 1999 dirigida por Lance Hool
y que relata la historia de varios soldados irlandeses que desertan y se unen
al Ejército mexicano en la guerra con Estados Unidos.

La Guerra de Secesión

Desde que nació, Estados Unidos fue uno de los compradores de esclavos
más importantes para satisfacer la mano de obra faltante en los trabajos
agrícolas más pesados, particularmente en el sur del país, cuya economía
era basada en agricultura. Desde el Siglo XVII hasta el XIX se desplazó más
de veinte millones de personas de África en materia de esclavitud.

Saltamos a la década de 1860 para problematizar uno de los sucesos más


importantes para la historia de los derechos civiles en Estados Unidos.
También conocida como Guerra Civil Estadounidense, la Guerra de
Secesión fue un conflicto bélico que se comenzó a gestar por la tendencia
esclavista de Norteamérica.

El Partido Republicano, dirigido por el entonces futuro presidente Abraham


Lincoln, apoyó la prohibición de la esclavitud en todo Estados Unidos en el
marco de las elecciones presidenciales de 1860. Esto fue mal visto por los
estados del sur porque lo consideraban una violación a sus derechos
constitucionales.

Para 1861, siete estados esclavistas del sur (de los treinta y cuatro estados
en total) declararon su secesión de los Estados Unidos para formar los
Estados Confederados de América. Esta misma creció incluyendo once
estados esclavistas, pero jamás fue reconocida por el Gobierno de los
Estados Unidos.

El conflicto bélico se desata en abril de 1861 cuando las fuerzas de los


Estados Confederados atacaron Fort Sumter en Carolina del Sur, poco
después de que Lincoln asumiera su cargo como presidente electo. Aquellos
nacionalistas que juraban lealtad a la Constitución de los Estados Unidos,
alentados por el presidente, se enfrentaron a secesionistas de los Estados
Confederados, que defendían los derechos a expandir la esclavitud.

La Unión, nombre dado al gobierno de Lincoln, puso en marcha el Plan


Anaconda, un bloqueo naval y fluvial a través del Océano Atlántico, el río
Misisipi y del río Tennessee. El Sur no disponía de barcos por lo que no podía
parar el bloqueo. Se tuvo que improvisar una armada con buques mercantes
artillados y barcos de guerra capturados al Norte. El 8 de marzo de 1862, el
acorazado CSS Virginia atacó a los barcos de bloqueo en las costas de
Virginia. En un principio cayó la victoria de su lado, pero al día siguiente llegó
el nuevo barco de guerra de la Unión, el moderno acorazado USS Monitor en
la batalla de Hampton Roads.16 La batalla concluyó en un empate, lo que
supuso una victoria estratégica para la Unión, ya que se mantuvo el bloqueo.

El gobierno de Lincoln pone en marcha el Plan Anaconda, que consistía de


un bloqueo naval y fluvial a través del Océano Atlántico, el río Tennessee y
el río Misisipi. Como el Sur no disponía de barcos, no podía parar el bloqueo.
Esto llevó a severos encuentros bélicos que terminó con la victoria de la
Unión, nombre alternativo del gobierno de Lincoln, no necesariamente por el
éxito de la batalla sino por la persistencia de su bloqueo a pesar de los
enfrentamientos. Esto último supuso el último puerto sureño que acabó con
el comercio confederado.
Caricatura del Plan Anaconda de 1861.

Historiadores argumentan que había, desde el vamos, una insalvable


desventaja entre la Confederación con respecto a la Unión: poco desarrollo
tecnológico y menos población para poner a la merced de su ejército, he aquí
las razones de su fracaso.

Por ende, la Proclamación de Emancipación de 1863, llevada a cabo por el


presidente Lincoln, llevó a la guerra civil estadounidense a su fin. En esta
proclamación se cambió el estatus legal y federal de “esclavo a libre” a más
de 3.5 millones de afroamericanos esclavizados en las áreas del sur.
Establecía que cuando un esclavo escapaba del control del gobierno
confederado, huyendo o mediante los avances de las tropas federales, el
antiguo esclavo era libre. No cubrió a los esclavos en las áreas de la Unión
que fueron liberados por la acción del estado. Esta medida emitida durante la
Guerra generó el debilitamiento de la ofensiva por parte de la Confederación.
Énfasis

La guerra tuvo como consecuencia:

 La abolición de la esclavitud y la consecuente liberación de millones de


esclavos.
 Un poder federal y del presidente aún más fuertes que antes.
 Crisis económicas debido a la incapacidad de sustentar el sistema de
producción antes sostenido por los esclavos.
 Más de medio millón de muertos en lo que fue considerada como la
guerra más grande de Estados Unidos.
 Aprobación de las enmiendas número 13, 14 y 15, que ponían fin a la
esclavitud y establecían la igualdad entre ciudadanos.

Recursos
Te invito a ver la película “Glory” de 1989 dirigida por Edward Swick y te va a
ayudar a contexualizar la Guerra Civil Estadounidense.

La Masacre de Tulsa

Esta siguiente parada histórica nos permite seguir problematizando el


racismo norteamericano pero unos cincuenta años después.

Como antecedente inmediato podemos referirnos al Verano Rojo de 1919,


una serie de disturbios de ataques organizados por personas blancas hacia
afroamericanos, que ocurrieron en más de treinta ciudades de Estados
Unidos. En algunos casos, los ataques tenían respuestas por parte de las
víctimas con contraataques característicos como en Chicago, y Washington
D.C.
Específicamente en Tulsa, Oklahoma, el día 30 de mayo de 1919 un hombre
afroamericano, Dick Rowland, es denunciado ante y detenido por la policía
por “atacar a una mujer blanca”. Algo que nunca se pudo constatar
posteriormente (aunque se argumenta que fue un tropezón el que llevó a
Rowland a agarrarle el brazo a Sarah Page en el ascensor del Main Street).
Como ya era de público conocimiento, la acusación a un hombre negro podría
escalar muy rápido hacia la violencia y la justicia por mano propia, así como
lo habían hecho con Will Brown en Omaha (Nebraska) ese mismo verano.

La repercusión del caso llevó a la concentración de grupos armados blancos


y negros en torno al lugar donde Rowland estaba detenido. La prensa
inmediatamente se encargó de acusarlo de un intento de violación, y de
haberla atacado “arrancándole la ropa”, sosteniendo, además, que lo iban a
ejecutar. Esto aumentó la obligación de ambos frentes a responder: los
supremacistas blancos en busca de una violencia justificada por una fantasía,
y los negros en busca de una remota justicia igualitaria.

Artículo de “Tulsa Tribune” que desencadenó los disturbios.

Aunque no parece mucho, fue suficiente para iniciar una de las masacres
racistas más grandes de la historia de Estados Unidos. El cansancio de los
afroamericanos por tener que vivir en condiciones de desigualdad pese a la
incansable lucha de separarse de la esclavitud, y el racismo estructural que
recorría a la parte de la sociedad blanca que no soportaba seguir viendo como
los “negros” podían ser iguales a ellos, dio el pie necesario para que todo
explote la noche del 31 de mayo de 1919.
Pero antes, ¿por qué Tulsa?

La supremacía blanca, que se había tomado un descanso figurativo durante


la Primera Guerra Mundial, regresaba con fuerza al tiempo que regresaban
las tropas estadounidenses y Estados Unidos se preparaba para una década
de bonanza económica que se vería interrumpida abruptamente en 1929,
período conocido como La Gran Depresión.

El barrio de Greenwood, Tulsa, denominado también como Black Wall


Street era un lugar perfecto para el desarrollo de las vidas afroamericanas
sobre todo porque estaba repleto de trabajadores que habían levantado sus
negocios prósperos en una sociedad donde predominaba la gente blanca y
que apenas les permitía moverse y aspirar a dirigir su propio destino
comercial.

Énfasis
Tulsa significaba esa potencialidad de crecimiento afroamericano, un
horizonte posible para los negocios no-blancos, la esperanza de una igualdad
en oportunidades. Por eso es que estaban bajo la vigilancia de grupos de
ciudadanos blancos (algunos con vinculaciones directas al Ku Klux Klan).

El artículo de Tulsa Tribune ya publicado generó que un grupo de vigilantes


blancos decidieran tomar la justicia por su mano, sobre todo después de que
la policía que había detenido a Rowland prometió que no lo lincharían. El
Tulsa Tribune hizo desparecer el artículo original de sus archivos, pero
terminó saliendo a la luz. El editorial nunca ha trascendido, pero
supervivientes de la masacre todavía lo recuerdan.

Cerca de la medianoche del 31 de mayo, los primeros incendios y tiroteos


sucedían. Durante las 16 horas de asalto, más de 800 personas fueron
internadas en hospitales locales con heridas, y más de 6000 habitantes de
Greenwood fueron detenidos en diferentes instalaciones policiales. Más de
10000 afro estadounidenses fueron desalojados, y 35 manzanas compuestas
de 1256 residencias fueron destruidas por el fuego. Los números que dio el
Departamento de Estadísticas Vitales de Oklahoma fue de 39 muertos, pero
los registros dentro de la misma comunidad negra apuntan a cerca de 300
muertos.
Las investigaciones posteriores se limitaron a dar una acción compensadora
para los descendientes de las víctimas, a través de la Tulsa Reparations
Coallition (recién creada en 2001) y un parque memorial, terminado en 2010.
Desde el resto de los frentes que potencialmente presenciaron los eventos,
el objetivo fue omitirlo de la historia local y estatal. Hasta el olvido.

Recursos
Una serie que te puede ayudar a entender esto es Watchmen del 2019,
creada por Damon Lindelof, cuyo primer capítulo abarca los acontecimientos
de la Masacre de Tulsa reconstruidos a través de la narrativa negra. La serie
tiene elementos de ciencia ficción que se cruzan con la problemática.

Pearl Harbor, Hiroshima y Nagasaki: La contradicción del principio de


No Intervención

Ya hemos analizado como la Doctrina Monroe introdujo el concepto de la no


intervención que fue específicamente estipulado por James Monroe, y su
secretario de Estado, John Quincy Adams, en 1823, para evitar cualquier tipo
de intento europeo por restablecer su poder sobre su país, y los aliados de
Estados Unidos.

El político, diplomático e historiador, Isidro Fabela, sostenía (1957, p. 4) que


según la Doctrina Monroe, se sostienen cuatro principios fundamentales:
primero, el continente americano, como agente independiente, no puede ser
considerado susceptible a futuras colonizaciones por cualquier potencia
europea; segundo, Estados Unidos no ha intervenido, ni intervendrá, en la
colonización o independencia de cualquier país americano de potencias
europeas; tercera, las pretensiones de cualquier nación amistosa europea
sobre extender sus sistemas sobre cualquier lugar en el hemisferio americano
será considerado como peligroso para el mantenimiento de la paz y
tranquilidad de Estados Unidos, al igual que las pretensiones por oprimir o
dirigir de alguna forma los destinos de cualquier país independiente; y por
último, Estados Unidos no intervendrá en los asuntos al interior de los
territorios de ningún país europeo.

Por ende, la Doctrina no era solo una herramienta de protección estatal sino
también un dispositivo de control al frente de una América que comenzaba a
tener más potestades políticas que antes, pero que aún era vulnerable a
cualquier hegemón con intenciones colonialistas.

Aun así, existía una semilla revolucionaria en países como Argentina que
rechazaban cualquier tipo de control externo. De hecho, en 1902, el ministro
de Relaciones Exteriores argentino, Luis María Drago, en respuesta a la
renuncia de los Estados Unidos a ejecutar la Doctrina Monroe durante el
bloqueo naval de Reino Unido, Alemania e Italia dirigido a Venezuela anunció
La Doctrina Drago, que explicaba que ningún Estado extranjero puede utilizar
la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda
financiera.

La razón por la cual Estados Unidos se desentendía reside en que, como


país, no apoyaría a un estado americano que sufriese ataques bélicos como
respuesta a la negativa de pagar sus deudas, pretendiendo que la Doctrina
Monroe sólo se aplicaría cuando dicho país sufriese ataques de potencias
europeas motivadas por la intención de recuperar territorios americanos y
colonizarlos. Es decir, que la Doctrina funcionaba cuando los intereses
propios estaban siendo manoseados y no por una necesidad de cuidado real
al frente de una potencial amenaza extranjera.

Tras la protesta argentina a través de la Doctrina Drago, y después de


severas negociaciones, Estados Unidos terminó firmando acorde y
generando el retiro de los ocupantes europeos de Venezuela.

¿Qué vinculación encontramos con los eventos mencionados en el título de


este capítulo? Bueno, podríamos argumentar que a lo largo del siglo de las
guerras (Siglo XX), este principio de no intervención fue mutando según las
necesidades belicosas del país.

Comencemos por Pearl Harbor, también conocida como la ofensiva militar


llevada a cabo por la Armada Militar Japonesa contra una base naval de
Estados Unidos en Hawái, el 7 de diciembre de 1941. El contexto de Segunda
Guerra Mundial nos indica que, a este punto, el ataque era moneda corriente,
pero este evento, por sus dimensiones en cuanto a saldos, implicancias
económicas y estratégicas, es lo que le sirve a Norteamérica para poder dar
el siguiente paso: unirse a la guerra.

El ataque tenía los fines de ser una acción preventiva para evitar que la Flora
del Pacífico de los Estados Unidos intervenga en las acciones militares que
Japón quería llevar a cabo en el Sureste Asiático. Con el poder de 353
aviones, incluyendo bombarderos y cazas de combate, dañaron ocho buques
de guerra estadounidenses que se encontraban en el puerto, generando el
hundimiento de cuatro de ellos, así como la perdida de 188 aviones, 2403
estadounidenses y 1178 heridos en batalla.

Este fue uno de los ataques más impactante para el pueblo norteamericano
que inmediatamente estableció a Japón como enemigo público dándole el
margen de aprobación al gobierno estadounidense que abrió la puerta de la
Segunda Guerra Mundial, y declarando la guerra al Imperio de Japón.
Inmediatamente la postura de no intervención en el conflicto desapareció y,
a pesar de estar asistiendo por debajo de la mesa a Reino Unido, se
estableció la alianza plena y pública. Por su parte, la Alemania nazi y la Italia
fascista le declararon la guerra a Estados Unidos por su clara enemistad con
la potencia asiática.

Recursos
Para ver una de las mejores representaciones del Ataque a Pearl Harbor, te
recomiendo mirar la película “Tora! ¡Tora! ¡Tora!” de 1970, dirigida por
Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Masuda.

El ataque a Pearl Harbor significó para Estados Unidos un olvido permanente,


al menos en el periodo de guerra, de la Doctrina que tanto defendieron al
exterior porque tan solo cuatro años después serían responsables de una de
las catástrofes más grandes de la historia: los bombardeos atómicos de
Hiroshima y Nagasaki.

Los dos ataques nucleares ordenados por Truman, el 6 y 9 de agosto de


1945, fueron la respuesta directa de años de tensión política y una actitud
vengativa de un Estados Unidos que no sólo crecía como potencia
armamentista, sino que también seguía haciendo el duelo de las pérdidas que
Pearl Harbor significaron material y estratégicamente. De hecho, ya se podía
datar un enfrentamiento norteamericano-japonés desde Tratado Naval de
Washington en 1922, que limitaba el número de barcos que podían poseer
Japón para evitar otro enfrentamiento de la talla de la Primera Guerra
Mundial, además de que aseguraba la supremacía naval de las flotas
estadounidenses y británicas.

El ataque se ideó en el marco del Proyecto Manhattan, donde Albert Einstein


tuvo mucha influencia sobre la atención que debía prestarse al uranio como
nueva fuente de energía, y que planificó por más de cuatro años la
construcción de bombas nucleares, con el apoyo de Reino Unido y Canadá.

Las explosiones del 6 y el 9 de agosto de 1945 dejaron entre alrededor de


120.000 personas muertas, y 130.000 heridas. De hecho, se estima que un
año después la cifra de muertos subió a 160.000 en Hiroshima y 80.000 en
Nagasaki, dejando un total de 246.000 muertos. Muchas de las víctimas
murieron por lesiones o enfermedades consecuentes del envenenamiento
por radiación, como la leucemia y distintos cánceres atribuidos a la exposición
y a la radiación liberada por las bombas. La gran mayoría de muertes fue de
civiles.

Énfasis
Estos eventos concluyeron con la retirada de Japón de la guerra, su rendición
incondicional ante los “Aliados”, consecuentemente terminando con la guerra
del Pacífico, y por lo tanto, con la Segunda Guerra Mundial. He aquí un
Estados Unidos victorioso no sólo en términos materiales, sino más
importante, en términos simbólicos. El poder que Norteamérica había
impuesto con los dos únicos ataques nucleares de la historia era suficiente
como para configurar las relaciones internacionales de los próximos años.

9/11

En este último apartado histórico que vamos a realizar sobre Estados Unidos,
nos detenemos en el siglo XXI. El salto que hacemos desde el capítulo
anterior es muy grande, pero no está desconectado.

Venimos argumentando sobre como la imagen que construyó Estados Unidos


en los primeros cincuenta años del siglo XX le sirvió para tener bajo su mando
las dinámicas internacionales posteriores. Esto no acabaría acá, sino que
este país encontraría en su expansión ideológica la posibilidad de extender
su forma de democracia a quien ellos consideren que lo necesiten. Sobre
todo, luego de la Guerra Fría que terminó de configurar un mundo unipolar,
bajo las dinámicas universalmente capitalistas.

¿Qué es el 9/11? Los numerónimos, así como 11S, hacen referencia a los
atentados del 11 de septiembre de 2001 donde una serie de cuatro ataques
terroristas suicidas fueron llevadas a cabo por el grupo terrorista islámico, Al
Qaeda.

Para problematizar algunos de los antecedentes vamos a ir directamente a


los motivos que Osama Bin Laden, terrorista yihadista apátrida de origen
saudí y quien fundó y lideró Al Qaeda, sostuvo un año después del atentado
en una carta a Estados Unidos:

Apoyo de Estados Unidos a Israel

 Apoyo a los “ataques contra musulmanes” en Somalia


 Apoyo a Filipinas contra los musulmanes en el conflicto de Moro
 Apoyo a la “agresión” israelí contra los musulmanes en el Líbano
 Apoyo a las “atrocidades contra los musulmanes” rusas en Chechenia
 Los gobiernos pro-estadounidenses en el Medio Oriente (que "actúan
como sus agentes") están en contra de los intereses musulmanes
 Apoyo a la “opresión contra los musulmanes” de la India en Cachemira
 La presencia de tropas estadounidenses en Arabia Saudita
 Las sanciones contra Irak

Los ataques constaron en cuatro aviones secuestrados en California con 265


pasajeros. Los dos primeros estrellados en las Torres Gemelas del World
Trade Center, en la ciudad de Nueva York, el tercero estrellado contra el
Pentágono en Washington, y el cuarto en un campo abierto en Pensilvania,
con intención de estrellarse contra la Casa Blanca.
Fotografía analógica luego del impacto del avión contra la torre sur del
World Trade Center.

Sin necesidad de problematizar los detalles de los diversos atentados, nos


detenemos en el análisis de su impacto a nivel internacional para Estados
Unidos. Tras el 9/11, numerosos gobiernos aprobaron leyes antiterroristas
particularmente de cara al terrorismo islámico, esto generó que se construya
un desdén por el Medio Oriente, más allá de sus intenciones. Se creó la
Comisión Nacional sobre los ataques terroristas en los Estados Unidos, en
2002, para preparar un recuento completo de las circunstancias que rodearon
los atentados incluyendo un plan de respuesta inmediata.

Por supuesto, al mes de los atentados, Estados Unidos invade Afganistán por
fuerzas de la OTAN y la Alianza del Norte con apoyo de las Naciones Unidas,
ante la negativa del gobierno talibán de entregar a Osama Bin Laden, que se
indicaba que se encontraba refugiado. Esto constituyó el primer paso de
Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo, seguido por la invasión de
Irak en 2003, con el apoyo de Gran Bretaña, y sin autorización de las
Naciones Unidas. Este segundo paso tuvo la colaboración de España, Italia
y otros países europeos, con el pretexto de que en Irak se escondían armas
de destrucción masiva potenciales de generar un conflicto bélico irreversible.
A través de los años, esta guerra civil “no declarada” desestabilizó y destruyó
a Irak con más de 34.000 civiles muertos y 1.7 millones de iraquíes
desplazados.

El teórico Francisco Buitrago relata:

“La seguridad nacional se consolidó como categoría política durante la


Guerra Fría¸ especialmente en las zonas de influencia de Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, este país rescató el uso político que
la palabra seguridad ha tenido desde la antigüedad, para elaborar el concepto
de "Estado de seguridad nacional". Este concepto se utilizó para designar la
defensa militar y la seguridad interna¸ frente a las amenazas de revolución, la
inestabilidad del capitalismo y la capacidad destructora de los armamentos
nucleares.” (2003, p. 74)

Este extracto de su texto nos permite analizar como la Doctrina de Seguridad


Nacional, paradigma de política exterior desarrollada durante la Guerra Fría,
sirvió para definir ciertas acciones para proteger la integridad del país,
corrompida por años de terrorismo y de formas “antidemocráticas” de
gobierno. Esto permite que exista una lectura de superioridad por sobre otras
experiencias de gobierno que Estados Unidos consideraba incorrectas desde
un punto de vista de preservación nacional.

Particularmente “las amenazas a la seguridad se perfilaron como problemas


sociales de orden trasnacional y no como conflictos entre los Estados. El
narcotráfico, la corrupción, el terrorismo, la violación de los derechos
humanos y la destrucción del medio ambiente son ejemplos de estas nuevas
amenazas. Con ellas apareció la tendencia a la privatización de las guerras,
principalmente en los países inestables, lo que proporcionó argumentos a
teorías como la de los Estados inviables.” (Buitrago, 2003, p. 85)

Luego del 9/11, las prioridades internacionales tuvieron que virar porque
Estados Unidos así lo decidió. El problema era uno de democracia, de
incapacidad de gobierno a través de los métodos preferidos por occidente,
por ende, la respuesta era la exportación de la misma. Que los miedos al
terrorismo se transformen en materia internacional fue uno de los logros
claves para Norteamérica en término de poder suave o “intangible”.
Recursos
Lo invito a ver el documental “Punto de inflexión: El 11S y la guerra contra el
terrorismo” de Netflix, que narra desde una perspectiva crítica la participación
de Estados Unidos previo y posterior a los atentados del 9/11.

Actividad
En este momento, usted está en condiciones de realizar la actividad 1.

Unidad 6: The American Dream

Replicando la estructura de estudio del continente europeo en el módulo


anterior, nos volvemos a parar en la matriz social pero esta vez en Estados
Unidos.

Énfasis
¿Qué es The American Dream? También mencionado como “El Sueño
Americano” es un conjunto de ideas que se construyó alrededor (y por dentro)
de la sociedad estadounidense y que pretenden guiarla a nivel nacional.
Estos ideales, específicamente, refieren a la garantía que Estados Unidos
significa con respecto a la prosperidad y éxito de ascenso social de sus
ciudadanos. Abarca tópicos como la democracia, la libertad, la igualdad, la
oportunidad y los derechos civiles.

Esta frase tiene sus antecedentes más recientes en los escritos de James
Truslow Adams, popular historiador estadounidense, que en “Epic of
America” sostenía:
James Truslow Adams popularizó la frase "Sueño americano" en su libro de
1931 "Epic of America", donde sostenía:

Pero también ha estado el sueño americano, ese sueño de una tierra en la


que la vida debería ser mejor y más rica y plena para cada hombre, con
oportunidades para cada uno según su habilidad o logro. […] El sueño
americano, que ha atraído a decenas de millones de todas las naciones a
nuestras costas en el siglo pasado, no ha sido un sueño de abundancia
simplemente material, aunque eso sin duda ha contado mucho. Ha sido
mucho más que eso. Ha sido un sueño poder crecer al máximo desarrollo
como hombre y mujer, sin obstáculos por las barreras que se habían erigido
lentamente en las civilizaciones más antiguas, sin represalias por órdenes
sociales que se habían desarrollado para el beneficio de las clases y no para
el simple ser humano, ser de cualquier clase. (1931, p. 13)

La idea de una tierra de oportunidades que brinde acceso igualitario a la


potencialidad de crecimiento es una de las premisas fundamentales de la
imagen que Estados Unidos quiere construir (y logra hacerlo). Esto se
alineaba con la intención de exportar democracia que siempre sostuvo
Norteamérica en su política exterior y que la practicó a través de su religión,
los productos de Hollywood, los sindicatos, las oficinas en Washington, la
prensa, entre otros.

Vale aclarar que por muchos años The American Dream fue de único acceso
para los más privilegiados, no todos podían tener ese horizonte porque, a
pesar de la reivindicación de oportunidades igualitarias, la estructura social,
económica y política del país seguía dejando afuera a quien no era blanco y,
preferentemente, varón. Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, fue
una de las primeras figuras importantes en reclamar el concepto y repensarlo
en la lógica de un negro en el poder ejecutivo.

¿De dónde podemos rastrear el origen de esta corriente de ideas? Existe una
ramificación del cristianismo que data del siglo XVI y XVII, en el contexto de
la llegada de los colonos europeos a Estados Unidos. La idea de poder hacer
expansionismo a través de la religión era también una estrategia política de
la época y, para este caso, no fue la excepción.

El protestantismo y el sueño americano

El protestantismo llega a instalarse en la bahía de Massachusetts, Nueva


Holanda, la colonia de Carolina, de Virginia, Terranova y Labrador, y el Bajo
Canadá. Derivados de la Reforma Protestante de 1517, muchas de las
colonias británicas escaparon a la persecución europea religiosa hacia el otro
lado del Atlántico para comenzar desde cero una identidad comunitaria que
esté orientada al bien común basado en libertades y garantías. En un
paralelismo con el éxodo del pueblo que huye del faraón a través del desierto,
las colonias consideraban, como elemento fundamental de su identidad, la
capacidad de instaurarse como la Nueva Jerusalén en la Nueva Tierra.

La tierra prometida es un concepto análogo a lo que venimos planteando, y


refiere a lo que significó América para aquellas colonias: una nueva
posibilidad de edificar, un nuevo horizonte donde construirse como un
“ejemplo a seguir". De acá se podría desprender lo que entendemos
como excepcionalísimo estadounidense, aquella teoría que sostiene que
Estados Unidos es diferente en términos de cualidades a cualquier otra
nación por ende debe ser juzgada con otras reglas. Teoría defendida al día
de hoy sobre todo por sectores republicanos.

Esa superioridad no surgió de la nada, sino que más bien se fue construyendo
gracias a los aportes del protestantismo como la nueva religión habitada en
el territorio. El destino manifiesto como credo político estadounidense
colaboró en la autodefinición como “tierra de oportunidades”, donde contenía
la capacidad de recibir a cualquier migrante, que, en su lugar de origen no
tenga libertad de culto ni tierra.

Muchos de los inmigrantes que arribaron a Norteamérica vinieron para


escaparse de la opresión económica, de las distinciones de clase social y de
la persecución religiosa. Buscaban (y felizmente encontraron) una libertad
económica, social y religiosa que les permitió elevarse hacia altas cotas de
educación y de bienestar personal. Por consiguiente, la religión, por muy
fervorosamente que se practicara individualmente, se convirtió en un asunto
en gran medida personal, con el resultante de la generación de poco fervor
evangélico respecto de las verdades que el catolicismo quena comunicar a la
nación en su totalidad. (McCloskey III, 1995, p. 168)

La práctica de la religión individual, sin necesidad de un espacio o figura física


que los reúna, sumado a una relación que se hacía entre el acercamiento a
Dios y la prosperidad económica, sentó las bases para una forma de
pensamiento privado vinculado al desanclaje con la idea de comunidad. La
individualidad se prima como una característica inalienable del modo de
pensar político y social de la época.
Lectura complementaria
En este momento del desarrollo puede servirle leer el texto de McCloskey III
de 1995 titulado: “La evangelización en los Estados Unidos: pasado, presente
y futuro.”

El protestantismo, en contra del enriquecimiento sin limitación que se le


criticaba a las Monarquías europeas, estaba a favor de un sistema de éxito
por esfuerzo, es decir, meritocracia. El desarrollo económico está ligado
directamente con el desarrollo individual, por lo tanto, el tener éxito en el
dinero se traduce en estar favorecido por Dios. La cultura del trabajo es un
determinante religioso que se impone como ese medio para llegar a estar
más cerca de la divinidad. Bajo este concepto, Estados Unidos siempre
estuvo favorecido por Dios para convertirse en la potencia que hoy
conocemos.

La religión ha jugado un papel importante en la construcción de las potencias


que hoy conocemos y, durante los últimos siglos, se ha adaptado a diferentes
necesidades y contextos: como el evangelismo, que para los afroamericanos
significó la posibilidad de comunidad frente a un sistema esclavista.

No es inocente ni accidental la existencia del protestantismo como


antecedente a esta conceptualización de tierra prometida, sino más bien los
precedentes adrede de un europeísmo con ideas preexistentes de
imperialismo, dominación y expansión, ahora traducidos en el norte de
América.

El destino manifiesto de Estados Unidos de América

Estuvimos problematizando repetidas veces el concepto de “destino


manifiesto”, y es momento de hacer una breve pausa para poder entender
qué significa.

Para nada alejado de los conceptos de “tierra prometida”, “tierra de


oportunidades” o “the american dream”, el destino manifiesto es una
doctrina, o una idea proveniente del protestantismo, que sostiene que
Estados Unidos es una nación elegida por Dios y destinada a expandirse
desde el Pacífico hasta el Atlántico.

El colono británico y ministro puritano, John Cotton, ya afirmaba en 1630 que


"ninguna nación tiene el derecho de expulsar a otra, si no es por un designio
especial del cielo como el que tuvieron los israelitas, a menos que los nativos
obraran injustamente con ella. En este caso tendrán derecho a librar,
legalmente, una guerra con ellos y a someterlos."

Mientras que doscientos años después, la prensa de Nueva York sostenía:

“el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el


continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del
gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene
un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de
sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.” (John L.
O'Sullivan, 1845, Democratic Review)

"El progreso estadounidense" (1871) por John Gast. Representación


alegórica del destino manifiesto.

Históricamente tal doctrina penetró tanto en la forma de hacer política de


Estados Unidos que hasta llevó a una guerra contra España en 1898 en la
lucha por la adjudicación de Puerto Rico y Cuba. Además, fue empleado
como principio de la política exterior a principio del siglo XX como una "misión"
para promover y defender a la democracia. Doctrina que entra en
contradicción con su Principio de No Intervención.

El vigésimo sexto presidente estadounidense, Theodore Roosevelt,


anunciaba en su mensaje anual de 1904:

Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con
el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el
orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de
los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un
relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir
que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una
nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados
Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los
americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus
deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder
de policía internacional.

Se podría argumentar que este ideal de destino manifiesto le sirvió a Estados


Unidos para practicar el mayor intervencionismo en la historia moderna de las
relaciones internacionales. Más adelante veremos como repercutió esto en
Latinoamérica.

El principio de no intervención, que venimos estudiando, ha tenido sus


variaciones según las influencias de la Doctrina Monroe y la participación
activa de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, así como sus
misiones intervencionistas en Medio Oriente. Como principio del derecho
internacional público, establece la independencia de las naciones y el
derecho de autodeterminación de los pueblos.

¿Pero, qué es el aislacionismo?

Ahora, es necesario tener en mente este principio a la hora de hacer una


lectura sobre el Aislacionismo. Esta es una categoría de análisis de las
políticas exteriores que sostiene que los intereses de las naciones se
alcanzan de manera más optima si se mantienen a distancia de los asuntos
de otros países. Fue la política exterior que conocemos de Norteamérica en
la Primera Guerra Mundial, un país rico en recursos que se mantiene al
margen de los conflictos bélicos para proteger los intereses propios. Al día de
hoy las evidencias señalan que, por debajo de la mesa, Estados Unidos
financió a Gran Bretaña durante este período, aun así, para cuidar sus
intereses nacionales.

La contradicción que habita esta argumentación está ligada, nuevamente, a


los intereses de un país. Estados Unidos, en muchas oportunidades, viró
hacia donde podía crecer como potencia, donde su peso en el equilibrio de
poderes internacionales juegue a su favor.

El teórico, Miguel Fraga (2004, p. 2) sostiene:

“[...] Estados Unidos, como vocación, ha preferido siempre sustraerse del


contexto internacional, "aislarse", respetando la soberanía de los Estados.
Dedicados a cultivar valores como libertad, democracia y prosperidad,
edificando lo que desde su umbral ha sido una sociedad "elegida". Todo lo
cual ha hecho surgir el deber, "compromiso", de no ser pasivos ante el ataque
a esos valores, haciendo que los Estados Unidos tengan que abandonar su
posición "aislacionista" para defenderlos en cualquier parte, o tratando de
traer la expresión a nuestros tiempos: "... en cualquier oscuro rincón del
mundo..."

Los antecedentes del aislacionismo se pueden encontrar principalmente en


George Washington, a finales del siglo XVIII cuando Estados Unidos venía
evadiendo el cumplimiento del Tratado de Alianzas firmado con Francia en
1778 y que garantizaba las posesiones de ambos en Norteamérica "desde
ahora y para siempre frente a todos los demás poderes". Estados Unidos no
se sentía fuerte como nación como para cumplir ese tipo de compromisos en
asistencia, de hecho, sólo bastó la Revolución Francesa (1789) para
declararse neutral.

La contraposición a este concepto fue la exportación de democracia que,


aunque siempre presente en las bases del destino manifiesto del país, se vio
exaltada por el crecimiento de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra
Mundial. Cuando hablamos de exportar democracia, hablamos de una
política exterior destinada a transformar sustancialmente las estructuras de
poder de otro país que no necesariamente comparte los mismos valores de
gobierno que Norteamérica. Por ejemplo: la intervención de Estados Unidos
en Afganistán como respuesta directa al atentado del 9/11, con el apoyo de
dos de las potencias políticas del momento: Naciones Unidas, como ente
organizador de cooperación, y Gran Bretaña, como ente nacional.

En la exportación de democracia, el aislacionismo no existe, no conviene, es


obsoleto. Con objetivos de proteger los intereses de la Nación, es más
importante la intervención.
“The red menace is real!”: El Temor Rojo

El siguiente tema a problematizar también puede ser analizado desde la


perspectiva cultural en Estados Unidos, pero nos detenemos a estudiarlo en
la unidad de sociedad estadounidense porque está vinculado a uno de los
conceptos que primó en la dinámica social del período de Guerra Fría: El
Temor Rojo.

Comencemos por los cómics. ¿Qué son? Todos entendemos que el cómic es
un formato de publicación de historietas, y particularmente el cómic
estadounidense constituye una de las tres grandes tradiciones historietísticas
a nivel mundial, al lado de los comics japoneses y los franco-belga. La misma
lideró la producción mundial durante la primera mitad del siglo XX y luego
teniendo un nuevo resurgir con la aparición de la competencia Marvel Comics
y DC con el concepto de superhéroes.

Ignacio Fernández sostiene:

Si nos ceñimos al caso del cómic norteamericano –dotado de una evidente


fuerza germinal–, no puede negarse que, sobre todo en sus orígenes, sirvió
fielmente a ese cometido propagandístico, fomentando ciertas ideas políticas
y sometiendo a inmisericorde revisión otras. Uno de sus más encarnizados
hostigamientos tuvo por destinatario al comunismo, movimiento político que
gran parte de los norteamericanos percibió, antes incluso de la Revolución
Rusa, como un peligro tanto para las instituciones liberales forjadas desde la
Declaración de Independencia como para el modelo de economía de
mercado que los estadounidenses habían convertido en axioma. (2012, p.1)

Detrás de toda comunicación, cualquiera sea su medio, siempre hay una


intención. Los cómics, por más inocentes que parecieran, buscaban transmitir
el entendimiento de una forma de mirar el mundo, sobre todo en el periodo
de post-Segunda Guerra Mundial, que fue donde Estados Unidos miraba al
mundo desde una posición internacional superior.

Fernández (2015) además sostiene que, por lo general, el lector de un cómic


educativo o bélico puede ser perfectamente consciente del mensaje que va a
encontrar en sus páginas. Sin embargo, quien busca sumergirse en una
contienda superhéroe-supervillano, en un relato amoroso, en una exótica
aventura ambientada en la jungla, en un relato de ciencia ficción, o en una
historia del salvaje Oeste se halla en una posición de mayor vulnerabilidad.
Cuanto más subliminal resulte un mensaje, más digno es de estudio, por
cuanto la técnica de ocultación despliega una eficacia adoctrinadora
difícilmente obtenible a través de referencias directas.

Del lado del comunismo, aunque había una intención de respuesta y un uso
propagandístico de su parte, sus producciones no escapaban a esta lógica
que mencionamos que posee el cómic estadounidense de la época. Aunque
el marxismo, que recorría las líneas de pensamiento revolucionario
establecidas en la Unión Soviética, generó una reacción anti-cómic que
debilitó su capacidad de contraataque.

El mencionado “temor rojo” es un concepto utilizado para calificar a dos


oleadas de anticomunismo en Estados Unidos:

 El primer temor rojo (1917-1920): con sus orígenes en la Primera


Guerra Mundial, y luego de la revolución Bolchevique. Tuvo su seno en
las manifestaciones socialistas que tiñeron al país norteamericano, así
como la existencia de terrorismo anarquista. Este mismo período es el
que contiene el mencionado “Verano Rojo”, caracterizado por los
violentos crímenes raciales, que aumentaba el resentimiento. A través
de la propaganda de la historieta animada empezaron a popularizarse
las primeras imágenes de los comunistas, a los que se retrataba
siempre como individuos desarrapados, desaliñados, de mezquina
mirada, y tomando parte en actos manifiestamente sediciosos. “El
comunista aparecía frecuentemente agazapado (síntoma de su bajeza
y condición sibilina, taimada y cobarde), portando una bomba que
acababa pareciendo una prótesis o una extensión natural de su mano.
En otras ocasiones, su actividad subversiva no resultaba tan
manifiestamente violenta y se reducía a propagar huelgas y actividades
sindicales.” (Fernandez, 2012, p. 3) Esta ola se concentraba en la
revolución socialista obrera y el radicalismo político.
“Close the Gate” (1919) por Orr en el Chicago Tribute. Comentario sobre el
cierre de inmigraciones.

 El segundo temor rojo (1947-1957): centrada en la sospecha de


comunistas infiltrados en la sociedad o en el gobierno de Estados
Unidos. Este miedo al espionaje comunista estaba contextualizado en
la influencia soviética en Europa del Este, la Guerra Civil China, la
Guerra de Corea, y el Bloqueo de Berlín. Acá, a diferencia del primero,
el enemigo único definido es el comunismo. Esta época se caracterizó
por las figuras de declaraciones, acusaciones, denuncias,
interrogatorios y listas negras. “Commie” es el término peyorativo para
hablar de alguien con ideas de “izquierda”, más allegadas al
comunismo. Fernández sobre esto sostiene: "el temor hacia la Unión
Soviética se acrecentó a raíz de la presidencia de Iósif Stalin. La inicial
alianza germano-soviética durante las invasiones de Polonia y Francia
hizo recelar más si cabe del comunismo, al que los cómics situaron en
el mismo plano que el emergente nacionalsocialismo. Como prueba,
en febrero de 1940 la revista Look publicaría una breve historia de
Superman titulada “Cómo terminaría Superman con la guerra”, en la
que el hombre de acero cargaba con Hitler y Stalin hasta Ginebra para
ser enjuiciados por la Sociedad de las Naciones (se supone que en el
Tribunal Permanente de Justicia Internacional)” (2012, p.6)

Viñetas de "How Superman would end the war", Look (27 de febrero de
1940).

Específicamente los cómics fueron mutando de un “temor” al otro cuando en


sus publicaciones el enemigo era cada vez más claro, como mencionamos
anteriormente.

“Los propios héroes sufrieron esta mutación, siendo el ejemplo más


evidente el del Captain América (Capitán América, en lo sucesivo), que, tras
más de un lustro luchando contra el nazismo y el Imperio japonés, pasaría a
ser el azote de los comunistas. Y para que no cupieran dudas al respecto,
en la propia cabecera de sus aventuras se adjetivaba al héroe abanderado
como “Commie Smasher”: “Con la llegada de la paz –se narraba en el
primer número de esta nueva etapa del Capitán América– ¡no tuvieron [el
Capitán y Bucky] todavía descanso! El comunismo estaba extendiendo sus
desagradables y codiciosos tentáculos a través del mundo”. (Fernández,
2012, p.8)

El Capitán América... "Commie smasher". Captain América, #76 (1954), y


#78 (1954), Marvel Comics.
Lectura complementaria
En esta instancia recomiendo leer el texto de Ignacio Fernández del 2012
titulado: "Miedo rojo! Las tensiones entre el cómic estadounidense y el
comunismo".

Actividad
En este momento, estás en condiciones de realizar la actividad 2.

En esta instancia, nos toca analizarlos componentes económicos de


Estados Unidos. Aquí es crucial poder entender algunos elementos
constitutivos de su estructura para darle sentido a una de las más grandes
potencias que conocemos en términos adquisitivos. Los conceptos sociales
que pudimos analizar en la unidad anterior nos dan un entendimiento de
base sobre cuál es el objetivo individual que constituye la idea de
construcción económica en Norteamérica.

Thomas Sowell, economista afroamericano, es un gran teórico social que fue


invisibilizado por el sistema educativo estadounidense negando sus
increíbles aportes a la discusión sobre la economía desde un punto de
análisis racial, sobre todo en Norteamérica. En su escrito “La Economía de la
Esclavitud” de 1987, problematiza el impacto de la economía del sistema
esclavista y las consecuencias negativas que generó en el sur del país.

Como base, Sowell explicaba que los métodos para controlar a los esclavos,
durante los siglos XVIII y XIX (pero continuado hasta el siglo XX), no sólo
eran ineficientes, sino que muy costosos: el encadenamiento de los mismos
reducía su capacidad de trabajo en plantaciones agrícolas de arroz, tabaco
y/o algodón. Por ende, el método más económico era no educarlos:

“Mantener a los esclavos sumidos en la más absoluta ignorancia era un


método mucho más barato que las cadenas, las vallas y los guardias armados
para impedir la fuga y la resistencia. En la mayoría de las plantaciones del
Sur antes de la Guerra Civil los esclavos eran analfabetos; los propios amos
fomentaban ese estado de cosas, que era legalmente obligatorio. Incluso si
algún dueño de esclavos consideraba que el analfabetismo de los suyos era
innecesario o inconveniente respecto de los costos, la facilidad con que
podría propagarse el alfabetismo habría representado grandes costos
externos para otros dueños de esclavos y para la esclavitud como. sistema,
ya que podía llegar a generalizarse entre una población de esclavos que solía
intercambiar visitas con esclavos de otras plantaciones.” (Sowell, 1987, p. 81)

El analfabetismo de los esclavos reducía, aunque no eliminaba, la fuga de


esclavos que intentaban salir del sur una vez que escapaban los campos de
plantaciones. La falta de capacidad para escribir o leer le generaba una
barrera prácticamente definitiva que los hacía volver a sus lugares de
explotación por la imposibilidad de acceder a otras oportunidades.

Otros métodos de bajo costo para evitar las fugas y doblegar la resistencia
era, por ejemplo, la inducción de rasgos psicológicos como la resignación, la
dependencia, la sumisión y el terror reverente hacia los blancos. Aunque
existían “personas libres de color” (no sometidas a la misma esclavitud
servicia característica de la producción agrícola), estaban obligados por las
leyes a comportarse en público de forma sumisa y servicial ante los blancos,
por lo que generaba que se incremente el costo de la esclavitud.

“Los puntos de destino de las "personas libres de color" eran regiones donde
no existían tantas leyes represivas, o no se aplicaban en la práctica en forma
tan rigurosa. Sería difícil explicar esta pauta de variación del grado de
severidad de las medidas represivas sobre la base de un simple sentimiento
"racista" como bien de consumo, aunque concuerda enteramente con el
concepto de un bien de inversión, destinado a mantener el control sobre los
esclavos.” (Sowell, 1987, p.84)

Lo que la esclavitud permitió durante esa época fue la posibilidad de


existencia de un sistema de política clientelar y de dádivas, o sea “regalos”,
gubernamentales a largo plazo. La esclavitud estimulaba la inversión en el
capital humano específico de los esclavos a pesar de no generar una
inversión en su área de los conocimientos “generales”. Sowell sostiene que
la inversión que efectúa cualquier empleador común en el capital humano de
sus empleados se ve limitada por la probabilidad de perder las utilidades de
dicha inversión cuando el empleado deja el trabajo o cambia de empleo. Pero
en el caso de los esclavos, el dueño tiene muchas menos probabilidades de
perder esos beneficios de inversión en el capital humano del esclavo por la
poca posibilidad de fuga.

Los costos externos, que son aquellos que se encuentran fuera de la unidad
de toma de decisiones que se los ha creado (por ejemplo, la contaminación
del agua de una empresa que trabaja con desechos tóxicos), se podían
evidenciar en los costos de la seguridad en los sistemas esclavistas que eran
pagados por la población libre que no tiene esclavos. Durante esta época, los
gobiernos del Sur tuvieron que invertir (como costo externo) en el patrullaje
de pases de esclavos y captura de fugitivos.

En el siglo XX, y como problematizábamos en la Unidad 5, aquellas partes


del Sur particularmente perturbadas por los linchamientos, la actividad del
KuKlux-Klan y otras tumultuosas y violentas luchas políticas formaban el
llamado "cinturón negro" del Sur profundo, donde la población blanca tenía
desde hacía mucho tiempo la tasa promedio de ingresos más baja de todo el
país. A la inversa, las regiones sureñas más progresistas, con ingresos más
altos y mejor nivel educativo eran aquéllas donde se había dado la
concentración más baja de esclavos en el período de preguerra y donde regía
en menor medida el sistema de esclavitud pura o clásica en las plantaciones.
Las principales universidades sureñas se concentraban también en estas
regiones. Es decir que la esclavitud y sus métodos especiales de seguridad
representaron necesariamente costos externos duraderos para los
pobladores blancos del Sur, la mayoría de los cuales no tenía esclavos.
(Sowell, 1987, p.86-87)

En el desarrollo del sistema esclavista, la respuesta al problema de


separación de poder y conocimiento (pertenecientes a los dueños y esclavos,
respectivamente, pero concentrados por los primeros, específicamente)
estaba en la creación de incentivos económicos vinculados a poder elegir
trabajos que podrían controlarse con costos menores, y en donde las
variaciones individuales entre los esclavos no tienen relevancia. Las tareas
relacionadas a la producción en masa eran el escenario perfecto para esta
lógica: el cultivo y la cosecha de algodón, como principal actividad del Sur de
preguerra, tenía alrededor del 60% de toda la mano de obra esclava dedicada
a ella. Los esclavos trabajaban como peones de campo bajo la supervisión
de los capataces y sobrestantes que los manejaban a latigazos.

Después que el precio de los esclavos aumentó considerablemente a


comienzos del siglo XIX "eran demasiado valiosos para utilizarlos en tareas
que no fueran absolutamente seguras". El factor económico obligó a tener
con los esclavos un grado de consideración que el humanitarismo no había
tenido nunca. La necesidad de preservar el valioso capital representado por
los esclavos les aseguró también un nivel de alimentación y de vivienda
comparable al de la población trabajadora blanca en el Sur, y esto dio por
resultado Lina expectativa de vida mayor que la de los blancos de la clase
trabajadora de ese tiempo en los Estados Unidos y en Europa. (Sowell, 1987,
p.91)
¿Qué tipo de rentabilidad significaba la esclavitud para Estados Unidos? El
economista Adam Smith, en su libro “La Riqueza de las Naciones” de 1937,
ya planteaba que la esclavitud no era rentable porque no poseía incentivos
adecuados, es decir, si bien la riqueza consumida por un esclavo puede ser
menor que la de un trabajador libre. Además, sostenía que la persistencia de
la esclavitud se debía por el sistema de ideas de dominación del dueño del
esclavo, “para quien dominar y someter era un motivo de orgullo”. Se negaba
a justificar la esclavitud por las mismas razones de “inferioridad racial” que
sostenían los blancos estadounidenses sino más bien sostenía la
superioridad de los africanos esclavizados en Estados Unidos en cuanto a
sus dueños.

Los economistas que respaldaban lo que Adam Smith planteaba terminaban


concluyendo que más allá del medio de producción, los eslavos trabajaban
más horas al día y más años que el trabajador libre, por ende, el sistema
esclavista alcanzaba tasas de producción más altas que otros sistemas
económicos.

En cuanto a la pregunta que disparamos, otros autores sostenían que la


esclavitud podía haber sido perfectamente rentable para los dueños de
esclavos y generar, no obstante, tantos costos externos que podía ejercer un
impacto económico negativo sobre la población blanca en general, pero
desde una perspectiva más general, es evidente que la tasa de ingreso de la
población blanca norteamericana era la más baja de todo el país en las
regiones donde existía la esclavitud.

Dentro del Sur, en las zonas con mayor concentración de esclavos


(Mississippi, Alabama y otros estados del Sur profundo) los sureños blancos
tenían desde hacía largo tiempo el nivel más bajo de ingresos. Esto no prueba
la existencia de una relación de causa y efecto, pero plantea el desafío de
encontrar una explicación alternativa de esta sorprendente pauta geográfica
de variación del nivel de ingresos de los blancos, y debilita la creencia de que
los blancos que no poseían esclavos se beneficiaban económicamente con
la esclavitud. (Sowell, 1987, p. 102)

Lectura complementaria
En esta instancia recomiendo la lectura complementaria de “La economía de
la esclavitud” de Thomas Sowell (1987).
La Gran Depresión de 1929

En el recuento de elementos importantes para entender la economía


estadounidense hay que detenerse en el entendimiento de una de las crisis
económicas más grandes que atravesó el país: La Gran Depresión.

La gran crisis de 1929 fue una crisis que se prolongó por una década en
Estados Unidos y que afectó a la mayoría de los países del mundo,
convirtiéndose en el período de recesión económica más severa del siglo XX,
en un contexto de una economía en crecimiento producto de una Revolución
Industrial que replicaba modelos de producción a nivel internacional.

Muchos americanos están convencidos que la Gran Depresión reflejó el


fracaso de un viejo orden económico basado en mercados libres de trabas,
competencia desenfrenada, especulación, derechos de propiedad, y el afán
de lucro. Según ellos, la Gran Depresión demostró la necesidad inevitable de
un nuevo orden construido sobre la base de la intervención gubernamental,
el control burocrático y político, los derechos humanos y la política
gubernamental de bienestar social. Estas personas, bajo la influencia de
Keynes, culparon a los empresarios por precipitar la depresión debido a su
negativa egoísta a gastar el dinero suficiente para mantener o mejorar el
poder adquisitivo de la gente. Esta es la razón por la cual sostienen que los
grandes desembolsos gubernamentales y gastos deficitarios dan como
resultado una etapa de inflación y expansión crediticia. (Senholz, 2003, p. 1)

Énfasis
Entre las causas directas se puede argumentar que Estados Unidos venía de
un gran desarrollo económico en la década de 1920, donde las industrias se
modernizaron y comenzaron a producir a un mayor ritmo y en menos tiempo
con bajos costos. La cadena de oferta y demanda se flexibilizó gracias a un
sistema de producción nuevo. Aunque en 1924, con una declinación abrupta
de la economía, los Bancos de la Reserva crearon USD 500 millones en
crédito nuevo, lo que llevó a una expansión bancaria del crédito. Esta nueva
y repentina expansión del dinero y el crédito nacional, que parecía beneficioso
al principio, tuvo un final desastroso: la inflación y la expansión del crédito
siempre precipitan los desajustes económicos y las malas inversiones, las
que más adelante deberán ser liquidadas.
La expansión reduce artificialmente y, de este modo adultera, las tasas de
interés, y por ello los empresarios se encuentran desinformados al momento
de decidir sobre sus inversiones. En el entendimiento de que las tasas en
baja indican un aumento de las ofertas de capital, emprenden nuevos
proyectos de producción. La creación de dinero favorece al auge económico.
Esto ocasiona el aumento de los precios, especialmente los precios de los
bienes de capital utilizados para la expansión económica. Pero estos precios
constituyen costos económicos. Ellos crecen hasta que el negocio deja de ser
lucrativo, y en ese momento comienza la baja. Para prolongar el auge, las
autoridades monetarias pueden continuar inyectando dinero nuevo hasta que
finalmente se alarman ante la perspectiva de una inflación incontrolable. El
auge construido sobre las arenas movedizas de la inflación llega luego a un
final repentino. (Senholz, 2003, p. 3)

Por otro lado, la producción agrícola estancada a finales de los años veinte
provocó un descenso en el consumo, mientras que las empresas industriales
que estaban favorecidas por este sistema de créditos comenzaron a producir
más de lo que el mercado podía consumir. La disminución de esas ventas
produjo una ola de despidos den las industrias y la tasa de desempleo en
Estados Unidos llegó al 30% generando aún más una baja en el consumo.
Una especie de bola de nieve que no se detenía.

Ante los rumores de muchas empresas cerrando debido a la crisis inminente,


empresas cuyas acciones habían alcanzado valores altos en años anteriores,
los inversionistas intentaron deshacerse de ellas y su precio cayó
estrepitosamente.

La media poblacional comenzó a retirar los ahorros de los bancos que no


contaban con la liquidez suficiente como para devolver la masa de depósitos
al mismo tiempo, por ende, los bancos pequeños comenzaron a quebrar
arrastrando a los más grandes junto a sus filiales internacionales.

A nivel gubernamental, el presidente Hoover y su administración se negó a


cualquier tipo de reajuste para salvar la economía nacional. En ese sentido,
Senholz sostiene que bajo la influencia de “la nueva economía” de
planificación del gobierno, el presidente no instó a los empresarios a rebajar
los precios y reducir los salarios, sino más bien a aumentar las inversiones
en bienes de capital, salarios, y otros gastos para mantener el poder
adquisitivo. El gobierno se aventuró a un desembolso deficitario y convocó a
los municipios a aumentar sus solicitudes de préstamo para acrecentar las
obras públicas. (2003, p. 5)
En un intento de protección de los agricultores estadounidenses de la
competencia extranjera en el medio de la crisis (1930), se promulgó la Ley de
Aranceles Smoot-Hawley que amentaba aranceles a la importación de ciertos
productos extranjeros. A nivel internacional esto impactó de tal manera en
que el resto de los países buscaba aumentar sus aranceles y levantar otro
tipo de barreras comerciales, por ende, el proteccionismo tomó un rumbo
desenfrenado: los mercados dejaron de funcionar, se estrecharon las líneas
comerciales y creció la tasa de desempleo en industrias de exportación de
todo el mundo.

“El año 1931 fue trágico. La nación entera, de hecho, el mundo entero, cayó
en el cataclismo de la desesperanza y la depresión. El desempleo americano
saltó a más de 8 millones de desocupados y continuó subiendo. La
Administración Hoover, rechazó la idea de haber causado el desastre, y se
esforzó en forma esmerada para culpar a los empresarios y especuladores
americanos. El presidente Hoover reunió a los líderes industriales de la
nación y los comprometió a adoptar su programa a fin de mantener las tasas
salariales y expandir la construcción” (Senholz, 2003, p. 8)

En este momento, el gobierno federal tomó una decisión final para recuperare
de la sombría crisis: se promulga la Ley de Ingresos Públicos (1932) donde
se duplica el impuesto a las ganancias, el aumento más riguroso a la carga
impositiva federal de la historia norteamericana. Se eliminó el crédito a los
ingresos personales, se elevaron los impuestos sobre la herencia, las tasas
de impuesto normales se aumentaron, la nafta fue agravada con un impuesto
del 10%, así como el telégrafo y las tarifas telefónicas, un impuesto al cheque
del 20% y otros destinados al consumo. Cuando los gobiernos locales y
estatales comenzaron a sentir una disminución del ingreso público es cuando
se unieron al gobierno federal en la aplicación de estas medidas.

Según Senholz (2003), mediante el reajuste de precios y costos, la eficiencia


administrativa y la productividad laboral, nuevos ahorros e inversiones, la
economía de mercado tiende a recobrar su equilibrio y recuperar su servicio
a los consumidores. Y cuando se produjo el cambio de gestión gubernamental
y asume el presidente Roosevelt en 1933, toma una serie de medidas para
recuperarse de la crisis que se había construido en los últimos diez años.

Con aproximadamente un tercio de los trabajadores de la industria


desempleados, el presidente Roosevelt emprendió una profunda
reorganización industrial. Persuadió al Congreso para que apruebe la Ley de
Recuperación Industrial Nacional [National Industrial Recovery Act (NIRA)],
la que establecía la Administración de Recuperación Nacional [National
Recovery Administration (NRA)], Su propósito era la autorregulación de la
economía, ignorando la legislación antimonopólica y desarrollando códigos
de precios justos, salarios, horas de trabajo y condiciones laborales. El
Acuerdo Presidencial de Re-empleo exigía un salario mínimo de $0,40 la hora
($12 a $15 la semana en comunidades más pequeñas), una semana de 35
horas de trabajo para los trabajadores de la industria y 40 horas para los
empleados administrativos, como también la prohibición a todo trabajo de
menores. (Senholz, 2003, p. 9)

Otra ley que Roosevelt impulsó para la recuperación económica fue la Ley de
Asistencia a la Agricultura e Inflación cuyo objetivo se centraba en elevar los
ingresos agrícolas reduciendo los acres plantados o destruyendo los granos
en el campo, pagando a los agricultores para que no planten nada, así como
también organizando acuerdos de comercialización para mejorar la
distribución.

La Ley Wagner, o Ley Nacional de Relaciones Laborales, fue aprobada como


reacción a la nulidad de la NRA y sus códigos laborales, por parte de la Corte
Suprema. Esta Ley proponía aplastar la resistencia del empleador a los
sindicatos laborales. Cualquier cosa que un empleador pudiera hacer en
defensa propia resultaba una “práctica laboral injusta” punible por el Consejo.
La ley no sólo obligaba a los empleadores a negociar con los sindicatos
designados como representantes de los empleados; más tarde las decisiones
del Consejo también establecieron la ilegalidad de la resistencia a las
demandas de los líderes de los sindicatos laborales. Por lo que esta ley
significó una ampliación de los derechos laborales que antes no estaba
prevista en el sistema de producción. Aunque esto no tardó en burocratizarse
y ser una herramienta para algunos sindicatos laborales que utilizaban las
amenazas, boicoteos y huelgas para reclamar aún mejores condiciones por
lo que la productividad laboral declinó, los salarios fueron forzados a subirse,
y entre las violentas protestas, la actividad económica comenzó a declinar y
el desempleo nuevamente superó la marca de 10 millones de desocupados.

En estos diez años posteriores al primer destello de crisis en 1929, los


esfuerzos a veces conducían a periodos de estabilidad, pero, por otros
momentos, volvía a desatar una serie de déficits económicos en una especie
de caída de dominó. Como consecuencias directas podríamos mencionar:

 Indicadores económicos negativos por más de cuatro años posteriores


a la caída de la bolsa de inversionistas de Nueva York en 1929.
 Reducción del consumo de bienes industrializados que llevó al cierre
de muchas empresas.
 A nivel internacional, países europeos dejaron de percibir créditos de
Estados Unidos y aquellos que proveían materia prima a las industrias
norteamericanas, se quedaron sin ingresos por las limitaciones a la
exportación e importación.
 Una suba en la tasa de desempleo y pobreza a nivel mundial.

Pero la consecuencia más grande, a niveles estructurales, fue la necesidad


de revisión del capitalismo que se venía construyendo por una necesidad
inminente de la intervención del Estado en los asuntos económicos y la
imposibilidad del mercado a autorregularse.

Lectura básica
En esta instancia la lectura del “La Gran Depresión” (2003) por Hans F.
Senholz ayudará a entrar en los detalles más importantes de este suceso.

En el marco del entendimiento de los procesos económicos estadounidenses


debemos pararnos a procesar uno de los períodos de consolidación más
importantes para la vida económica norteamericana.

Siguiendo en la línea de lo que venimos analizando, luego de La Gran


Depresión en 1929, y la consecuente crisis de diez años que se recuperó con
la política intervencionista de Roosevelt, llegó la Segunda Guerra Mundial en
1939, que significó la oportunidad de Estados Unidos de posicionarse a nivel
internacional después de una pérdida de credibilidad crediticia en muchos
países. De hecho, el éxito del país norteamericano en la guerra fue lo que la
propulsó a mejores niveles de vida posteriores tanto en el ámbito exterior
como en el interior.

La fiabilidad que ahora Estados Unidos sostenía le sirvió a la media social


para respetar el crecimiento de la autoridad de gobierno y aceptar las líneas
generales del rudimentario estado benefactor.

Después de la Gran Guerra

La Prosperidad de Posguerra es tan sólo otro término para describir lo que


fue la edad de oro del capitalismo, o los “Treinta Años Gloriosos”, aquel
período histórico transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial en
1945 hasta la siguiente Recesión que sufrió el país en 1973 por la crisis del
petróleo.
¿Qué es la prosperidad de posguerra? Cuando comprendemos el nuevo
posicionamiento de un Estados Unidos como líder en la arena mundial,
también debemos comprender que fue uno de los pocos países que sufrió el
menor nivel de daños en infraestructura urbana e industrial por los conflictos
de la guerra, lo que le permitió el potenciamiento de sectores primarios de
producción como la industria y la agricultura. Además, a pesar de haber
finalizado la guerra, la producción de armamento bélico fue una de las
matrices productivas más efectivas potenciadas por la Guerra Fría y la Guerra
de Corea.

La guerra había significado una pérdida importante de recursos para la


mayoría de los países europeos, así como para el norte de África y Asia
Oriental. No solo la industria se vio afectada en rubros como el carbón, acero
y la energía, sino que también la agricultura fue muy difícil por la falta de mano
de obra, pérdida de ganados y carencia de fertilizantes. Esta fue una
oportunidad crucial para Estados Unidos para invertir en la mayoría de los
recursos posibles y abastecer a aquellas naciones que no podían por su
cuenta.

De hecho, de esa última lógica nace lo que conocemos como el Plan


Marshall, impulsado por Estados Unidos en 1948 por cuatro años para servir
de asistencia económica a Europa Occidental que estaba habitando su peor
momento del Siglo XX. El objetivo del plan era reconstruir zonas destruidas
por la guerra, eliminar barreras al comercio, modernizar la industria europea
y generar prosperidad para el conteniente. De 1948 a 1952, Europa vivió el
período de máximo crecimiento económico de su historia con una producción
industrial incrementada al 35% y la agrícola sobrepasando los niveles de
preguerra. Indicadores como la pobreza y el hambre dejaron de preocupar
como en años anteriores.

Sin dudas que esta intervención económica, en el contexto de la Guerra Fría,


le servía a Estados Unidos para poder controlar el poder de influencia que el
comunismo tenía en Europa. De hecho, se argumenta que el Plan Marshall
ayudó a la integración europea en cierta forma, funcionando como una
herramienta de guía y antecedente inmediato a la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero, que sentó las bases para lo que conocemos como la
Unión Europea, como vimos en el módulo anterior. El Plan sirvió para sentar
las bases del libre comercio en países que quizás no lo estaban
contemplando como una posibilidad de política económica. Era tan grande la
recuperación económica estadounidense que hasta se pudo permitir, sin
ningún tipo de accidentalidad, en ayudar a Europa en su proceso de
recuperación económica.
Propaganda que pretendía promover el Plan Marshall en Europa y que lee:
“cualquiera que sea el clima, sólo alcanzamos la prosperidad juntos.”

En este período, Estados Unidos también expandió su economía a través de


empresas transnacionales que ahora habitan todos los rincones del mundo
(como Coca-Cola o McDonald’s) ya que comenzaron a operar en distintos
países para promover el consumo y el empleo, de acuerdo a los intereses de
corporaciones norteamericanas.

Énfasis
El concepto de Estado de Bienestar es otro que se problematiza esta época,
y no se aleja de lo que venimos argumentando, esta serie de políticas y
estrategias de parte del Estado para intervenir en la creciente economía
capitalista significó un nuevo paradigma en el modelo económico capitalista
que primaba. Este modelo de política económica fue replicado por muchos
países lo que atrajo una prosperidad económica después de tantas crisis.

Como problematizamos en la unidad 3, la Conferencia de Bretton Woods,


celebrada en 1944, fue el hecho que disparó la creación del Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (parte del actual Banco Mundial)
y el Fondo Monetario Internacional (FMI en adelante). Mientras que el
primero proporciona financiamiento, asesoramiento en materia de políticas y
asistencia técnica a los gobiernos y se centra en el fortalecimiento del sector
privado de los países en desarrollo, el FMI hace el seguimiento de la
economía mundial y se ocupa de estabilizar el sistema monetario
internacional, actuando como una autoridad de supervisión.

En la visión de Samuel Lichtensztejn (2012, p.15) existen dos


fundamentaciones conceptuales permanentes cuando hablamos de estas
instituciones:

 La visión fundamentalista del mercado: El fundamentalismo del


mercado ha sido un principio básico según el cual ambas instituciones
depositan su confianza en la existencia de mercados que operan en
libre y perfecta competencia. Como contrapartida a este supuesto
teórico, se asigna al Estado un papel que se reduce a la mínima
intervención de modo que no interfiera en los equilibrios óptimos de los
diferentes mercados.
 La concepción del comercio internacional y los desequilibrios externos:
En cuanto a la concepción del comercio exterior, ésta se apoya en una
defensa de las ventajas comparativas que surgen de los diferenciales
de costo y productividad, que se vinculan a la relativa abundancia o
escasez de los recursos utilizados (incluida la tecnología)

Mientras que el FMI se dedicó a una filosofía liberal de apertura externa o


liberalización en el funcionamiento de los mercados, impulsando a la
privatización y desregulación del Estado, el Banco Mundial se centró al
objetivo del crecimiento económico integrando las necesidades sociales
básicas y un enfoque de crecimiento económico hacia afuera con reformas
estructurales.

Particularmente, la creación del FMI (en el seno ideológico de White y


Keynes) tuvo como objetivo principal el otorgamiento de créditos a los
Estados en necesidad a cambio de la implementación de sus
recomendaciones económicas, luego de la desaparición del sistema de
cambio fijo en 1976. Las premisas fundamentales del FMI tenían un objetivo
de vigilancia y estructuración económica mundial:

 Cada Estado debe definir su moneda en relación con el oro o con el


dólar estadounidense.
 El valor de la moneda debe fluctuar en un margen de 1% con relación
a su paridad oficial.
 Cada Estado debe estar encargado de defender esa paridad
protegiendo el equilibrio de la balanza de pagos.

Además, estableció la obligatoriedad de la misma organización a asistir a


aquellos países miembros del acuerdo a acceder al 25% de su cuota si
experimenta dificultades en su balanza de pagos. De ser necesarios más
fondos se debe crear un plan de estabilización, como el acordado con
Argentina en 2018 que significó un préstamo de US$50.000 millones y una
deuda histórica irreversible.

Las herramientas de asistencia internacional pueden ser un arma de doble


filo cuando sirve a los intereses ajenos, y el FMI probó ser ideal para aquellos
países que quería, de alguna manera, establecer una influencia que sea más
pasiva, y que esté relacionado con la incapacidad de un país de crecer más
allá de sus posibilidades.

“Para el caso del FMI, existen además otros mecanismos de control por parte
de Estados Unidos. Concretamente, el director ejecutivo estadounidense
cuenta con un gran equipo asesor que le permite influir sobre las decisiones
del FMI. Cabe señalar que el papel de director Gerente del FMI tiene menor
gravitación y autonomía en su capacidad de decisión que el presidente del
Banco Mundial lo que permite que los mecanismos informales que influyen
sobre el Fondo sean quizá más decisivos que otras formas de poder” (Samuel
Lichtensztejn, 2012, p.15)

Lectura básica
En esta instancia recomiendo la lectura del artículo “El Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial. Sus relaciones con el poder financiero” por
Samuel Lichtensztejn (2012)

Otro de los procesos más importantes de Norteamérica para el


entendimiento de su estructura económica es el del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN en adelante). Esta zona de libre
comercio entre Canadá, Estados Unidos y México fue inicialmente firmada
en 1988 para la formalización de la relación comercial de los primeros dos
países, aunque fue recién en 1990 se firma su versión final con la inclusión
de México al tratado.

Entre los objetivos del tratado se encuentran:

 Eliminar y superar obstáculos al comercio y facilitar la circulación


trilateral de bienes y de servicios entre los territorios de las partes.
 Promover condiciones de competencia leal en la zona de libre
comercio.
 Aumentar sustancialmente las actividades de inversión en los territorios
de las partes.
 Proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los derechos
de propiedad intelectual en territorio de cada una de las partes.

¿Por qué es importante su entendimiento? Desde su implementación en


1994, el TLCAN ha traído una serie de debates sobre su eficiencia y
representatividad con respecto a los países de América del Norte. México, al
no ser un país anglosajón, siempre convivió en un detrimento de
equivalencias económicas frente a Estados Unidos y Canadá. Algunos
críticos sostienen que afectó sectores claves de la industria mexicana, como
la agricultura, ya que el tratado facilitó el ingreso de productos más baratos
desde Estados Unidos, debilitando la rentabilidad de la producción nacional.
Así como la pérdida masiva de puestos de trabajo generada por el sector
industrial de Estados Unidos que viró hacia México en busca de mano de
obra barata por la cercanía geográfica. Mientras que el nivel de pobreza de
México aumentó de un 16% a un 28% a partir de la implementación del
acuerdo, paralelamente aumentaba el nivel de migración de campesinos a
Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades generando roces políticos
entre ambos gobiernos.

Brid, Valdivia y Nápoles (2005, p.7-9) plantean que anterior al Tratado,


México sostenía las exportaciones en el rubro del petróleo. Posteriormente,
con la liberalización económica, las exportaciones ya no fueron
expresamente de petróleo, sino también de productos manufacturados como:
partes para automóvil, computadoras, equipos eléctricos, entre otros. No
obstante, el problema fue que el desarrollo no abarcó a todas las actividades
productivas de México. Sí hubo sectores con mayor presencia en los
mercados internacionales, pero otros se retrajeron. Se suponía que, mediante
la apertura a la inversión extranjera directa y la expansión de las
exportaciones, en México se generaría un dinamismo económico tal, que
haría posible reducir la diferencia entre el PIB per cápita mexicano y el
estadounidense. Sin embargo, ocurrió lo contrario.
De hecho, en su intención expansionista, Estados Unidos impulsa junto a
todos los países del continente americano (con excepción de Cuba) el Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA en adelante) en 1994, un
acuerdo multilateral de libre comercio. Esta movida de integración al mercado
latinoamericano le significaba a Estados Unidos una población de 800
millones de personas con un PBI combinado de 21.000 millones de dólares
anuales. Los antecedentes del ALCA se podrían decir que están ubicadas en
las ventajas que Estados Unidos sacó del TLCAN, y en un viejo proyecto
estadounidense de armonización de políticas económicas.

Aunque el ALCA no duró mucho ya que lo que debía comenzar en la IV


Cumbre de las Américas en 2005, terminó siendo una crisis irreparable
debido a las contraposiciones por parte de países claves para el movimiento
latinoamericano como Argentina y Venezuela, que estaban decididas a
construir una integración de la “patria grande” que derivó en el Mercosur.

Lectura complementaria
Recomiendo leer el texto de Brid, Valvidia y Nápoles del 2005 titulado “La
economía mexicana después del TLCAN” para poder agregar otra
perspectiva al tema recién tratado.

La crisis inmobiliaria de 2008

Hemos llegado al final de la unidad, donde estuvimos problematizando


diversos aspectos esenciales para el entendimiento de la estructura
económica estadounidense. Ahora nos toca explicar una de las crisis más
grandes que atravesó Estados Unidos en el Siglo XXI: la crisis financiera
del 2008. Pero como el texto de Luis Pineda Salido, lectura básica de la
unidad, es clave para entender el proceso, nos limitaremos a realizar un
resumen en clave de causas y consecuencias que nos ayuden a comprender
el problema estructural.

En los antecedentes podríamos problematizar varias conceptualizaciones


que se hicieron en temas anteriores, como la Gran Depresión del 29. En este
caso, el presidente de La Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios
(AUSBANC), Luis Pineda Salido identifica que “se puede afirmar que las
recesiones del siglo XIX registradas en Estados Unidos tienen su origen, en
un altísimo porcentaje, en la explosión de burbujas especulativas de la cual
fue emblemática la crisis financiera de 1907. El Pánico de 1907 fue una crisis
financiera que se produjo en el Estados Unidos cuando la Bolsa de Nueva
York cayó casi 50% desde su máximo del año anterior. Muchos bancos y
empresas entraron en quiebra, siendo una de las causas principales la
retracción de la liquidez del mercado y la pérdida de confianza de los
depositantes.” (Pineda Salido, 2011)

En las causas más directas podemos evidenciar un contexto de 2008 donde


existía una gran inestabilidad macroeconómica que era poco sustentable, con
balanza de pagos de varios países, incluyendo a Estados Unidos y España,
con enormes desequilibrios. Pineda Salido señala que las causas se
encuentran en que las autoridades financieras cometieron una serie de
errores de política macroeconómica y de regulación, que propiciaron
comportamientos inadecuados tanto en el mercado inmobiliario como en el
mercado financiero. El hecho de que los bancos centrales consideraran a la
expansión del crédito, los agregados monetarios, la evolución de los precios
de los activos o el déficit externo como simple información adicional y no
como objetivo a controlar fue otro de los factores determinantes para que
suceda la crisis.

Una de las herramientas que incentivó a la aceleración de la crisis fueron


los créditos subprime, que pudimos estudiar en el módulo anterior cuando
relatamos la crisis del euro. Estos créditos era principalmente una modalidad
crediticia del mercado financiero estadounidense que se caracterizaba por
tener un nivel de riesgo de pago superior a otros tipos de créditos. Estos
podían ser otorgados por entidades bancarias a otras empresas a cambio de
obtener el pago de un interés menor, y así garantizar (de parte del banco) el
cobro del crédito de manera rápida. El problema de estas hipotecas de alto
riesgo, utilizados principalmente en la adquisición de viviendas destinada a
clientes con poca solvencia económica, es que el nivel de impago era muy
alto y ponía en riesgo las inversiones de las entidades bancarias.
Gráfico que explica el comportamiento de las hipotecas subprime en
Estados Unidos en el período 1996 a 2008. El mismo lee: “En 2006, se
originaron $600 mil millones en préstamos de alto riesgo, la mayoría de los
cuales fueron titulizados. Ese año, los préstamos de alto riesgo
representaron el 23,5% de todas las creaciones de hipotecas.” Antecedente
directo a la crisis del 2008.

La crisis financiera comenzó a anunciarse a fines de 2007 y con un punto de


estallido en 208 cuando:

 Los precios de las viviendas suben y luego comienzan a bajar muy


rápido.
 Las tasas de interés para los compradores suben.
 El crédito se seca, es decir, se acaba.
 Muchas casas recién construidas no se podían vender.
Aquellas personas que pudieron comprar sus viviendas dejaron de pagar sus
hipotecas por lo que creaban dificultades para los dueños de instrumentos
financieros que estaban respaldados por pagos hipotecarios. Por ende, las
instituciones financieras que había comprado los títulos entraron en crisis,
como Lehman Brothers que terminó quebrando.

La conocida “burbuja inmobiliaria” hace referencia a esa situación donde


los precios de los bienes inmobiliarios están por encima, excesivamente, del
resto de los bienes y servicios. Esto fue exacerbado por la razón
anteriormente explicada, de créditos hipotecarios con poca factibilidad de
pago.

En general, la situación para las instituciones financieras era oscura y debía


ser salvada por el gobierno de Estados Unidos u otros gobiernos
internacionales. Todo esto significó inmediatamente una desconfianza entre
las instituciones financieras, entendiendo que la confianza es un activo
fundamental para el mercado financiero. Los bancos dejaron de prestarse
unos a otros y a otras instituciones financieras y no-financieras. Las empresas
tuvieron dificultades para obtener préstamos para sus inversiones, así como
las empresas pequeñas se vieron particularmente golpeadas. Esa
intervención del gobierno estadounidense significó “préstamos” de millones
de dólares a entidades privadas y semipúblicas, así como la nacionalización
de algunas de las instituciones, como Fanny Mae, asumiendo en el proceso
trillones de dólares en pasivos “brutos”.

Mientras que el desempleo alcanzaba niveles no antes vistos en el siglo XXI,


el crédito a las exportaciones se vio afectado y tanto las exportaciones como
las importaciones declinaron de manera agresiva por primera vez en muchos
años. En este punto, la economía financiera se convirtió en una crisis de la
economía real, y a través de su efecto sobre el comercio y la inversión, se
convirtió en una crisis global provocando el temor de que pudiera convertirse
en otra Gran Depresión.

La crisis financiera y la crisis de la economía real comenzaron a tener un gran


efecto sobre las finanzas públicas de los países y sobre los balances de los
bancos centrales. Los ingresos por impuestos bajaron y parte del gasto
público, como por ejemplo la indemnización por desempleo, subió. Aún antes
de que intervinieran los gobiernos, con paquetes de estímulo, los déficits
fiscales y las deudas públicas, como porcentajes del PBI, comenzaron a subir
a un ritmo rápido. No ayudó que la mayoría de los países entraran a la crisis
con cuentas fiscales que ya estaban en malas condiciones, con altas deudas
públicas y significativos déficits fiscales.
“Una de las medidas más importantes tomadas como consecuencia de la
crisis financiera es la llamada Volcker Rule que se refiere a la separación de
las actividades de las Instituciones financieras y singularmente bancarias y a
las limitaciones en el tamaño de estas entidades. […] El 21 de enero de 2010,
el presidente Obama apoyaba públicamente la llamada “Regla de Volcker”
cuyo objetivo es limitar que las entidades puedan utilizar la protección que
tienen por el hecho de ser entidades de depósito para incrementar el nivel de
riesgo en el que incurren con objeto de obtener mayor rentabilidad para sus
gestores y accionistas. Para evitar estas prácticas, se establece que las
entidades bancarias no puedan realizar operaciones por cuenta propia
(propietary trading) ni apadrinar hedge funds o fondos de capital
riesgo.” (Pineda Salido, 2011, p. 213)

Otra vez fue la intervención del gobierno a través de medidas fiscales y


monetarias que la crisis financiera fue detenida, dejando atrás un sinnúmero
de bancos en la quiebra que tuvieron que ser absorbidos por otros bancos.

Lectura básica
Es importante, en este momento, la lectura de “La crisis financiera de los
Estados Unidos y la respuesta regulatoria internacional”, texto de Luis Pineda
Salido del 2011.

Actividad
En este momento, está en condiciones de realizar la actividad 3.

Unidad 8: There's no other way than the American way

En esta última etapa de análisis de Estados Unidos en sus diferentes


verticales, esta vez, nos toca pararnos en su dimensión cultural. Bien
entendemos, luego de haber argumentado sobre algunas variables
culturales europeas en el módulo anterior, que la cultura de un país deviene
de un sistema de ideas construidos por la misma sociedad que está, a su
vez, vinculada con las estructuras económicas que ella sostiene.

El capitalismo, como pudimos analizar en la unidad anterior, está atravesado


por la variable más importante que existe en la economía: el consumo. Este
sistema de acumulación de riquezas, que significó el salto de Estados Unidos
a convertirse en potencia mundial, venía vinculado y acompañado por la
matriz consumista. Durante la prosperidad de posguerra, el país
norteamericano se pudo posicionar internacionalmente creando ofertas para
el consumo que antes no estaban satisfechas de otra manera, como el
concepto de cadenas de comidas rápidas (como McDonald’s). Es así que
esta forma de crear demanda fue replicada por muchos países, teniendo a
Estados Unidos como referencia, y generando aún más una cadena de
consumo que daba movimiento a esta maquinaria de producción económica.

Énfasis
El término cultura popular, o cultura pop (en adelante), explica ese conjunto
de patrones culturales y manifestaciones artísticas que se construye en
contraposición lo que en su momento –fines de siglo XIX– se conocía como
la cultura de elite, históricamente destinada a académicos, así como altos
sectores de la sociedad. La cultura pop se edifica sobre la necesidad de las
clases populares de construir herramientas de comunicación que les permita
generar un lazo de comunidad. Más allá de lo que conocemos como pop per
se, que refiere al género musical, la cultura pop engloba más dinámicas
vinculadas a estrategias de supervivencia social, la necesidad de crear
vínculos a través de motores como la música, el arte, el cine, entre otros.

La cultura pop también está estrechamente ligada al concepto de identidad,


algo que no es extraño a cualquier definición de cultura, pero en este caso se
problematiza esa vinculación a través del entendimiento de estos lazos de
comunidad que venimos planteando.

La teoría contemporánea señala que al hablar de identidades es importante


no perder de vista que éstas se construyen de diversas maneras, por medio
de discursos, prácticas y puntos de vista que, en muchas ocasiones,
antagonizan entre ellos. Las identidades parecen anclarse en un pasado del
cual provienen; sin embargo, lo que realmente las conforma es el resultado
del uso de los recursos que provienen de la historia, la lengua y la cultura en
el proceso de devenir y no en el de ser. (Martinez-Zalce, 2006, p-182)

Que la comunidad afroamericana haya construido las bases del jazz que hoy
conocemos, proviene de una necesidad de reivindicación que data de
principios del siglo XIX en las áreas del Sur de Estados Unidos. Mientras que
los estamentos eclesiásticos intentaban controlar a la música de los esclavos
obligándolos a que compongan coros de iglesia que repitan los patrones
musicales más europeos, los afroamericanos se reunían en la Plaza del
Congo en Nueva Orleans a organizar festivales con música de tambores y
danzas africanas, de ahí esa necesidad de construir una identidad desde la
cultura pop.

“Los negros habían africanizado los salmos a tal nivel que muchos
observadores describieron los himnos de los negros como misteriosa música
africana. En vez de actuar de forma individual, fusionaban las distintas voces,
obteniendo increíbles armonías, en las que cada cantante hacía variaciones
de la misma melodía. El resultado fue una música potente y original como el
jazz, pero profundamente melancólica, ya que la cantaba gente muy
presionada.” (Ted Gioia, “La Historia del Jazz”, 1997, p. 6-47)

Entonces, ¿qué sucede con aquellos productos de consumo que exacerbó el


capitalismo pero que se originaron en el seno de una comunidad en busca de
una identidad a compartir? Así como dice la cantante pop Lizzo, “todos los
rumores son ciertos, la gente negra inventó el rock n’ roll”. Esta
argumentación a través de una canción (“Rumors”) pretende dar claridad a
algo que vamos a problematizar a continuación: la música es negra pero la
supremacía es blanca.

A lo largo de la explosión del capitalismo internacional en el periodo de


posguerra, y anteriormente también, hubo una intención constante en borrar
todo aquel registro de afroamericanos siendo pioneros en consumos
generales. Es por eso, que cuando nos nombran el jazz pensamos en Frank
Sinatra primero y luego en Ella Fitzgerald o Louis Armstrong, o cuando
hablamos del rock n’ roll el primer nombre que surge es el de Elvis Presley.

Para el análisis correspondiente nos acompaña las argumentaciones que


hace Alfredo Pimentel en su texto “La contracultura beat: un puente entre la
música negra y el rock”, también comprendiendo que el rock aquí es un
elemento que facilita la explicación de esa apropiación cultural, pero que
podemos poner en su lugar numerosos géneros musicales u otras
herramientas culturales.
Con la cultura africana que llegaba a América en el siglo XVI, llegó también
una población negra americana que dio hasta la vida para el progreso de un
continente extraño, al que fue traída contra su voluntad y bajo condiciones
inhumanas. Sin embargo, su enorme potencial cultural estuvo oculto durante
siglos, hasta que la religión y la música le permitieron mostrarse en América.
Parecería que la mejor forma de escapar a la opresión fue su supuesta
adhesión al cristianismo, ya que gracias al adoctrinamiento religioso
recibieron cualquier cantidad de ritos que les permitieron conservar
secretamente sus religiones ancestrales y expresarlas mediante rituales
simbólicos que poco a poco se fueron transformando en cultura musical.
(Pimentel, 2019, p. 17)

Claro está que los blues existían mucho antes que el jazz: al menos desde
mediados del siglo pasado [el diecinueve]. Ya entonces se cantaba el blues
en los distritos rurales del sur de los Estados Unidos [...] Algunos intérpretes
de blues iban de pueblo en pueblo, de plantación en plantación con su banjo
o su guitarra y sus pobres pertenencias y cantaban sus sencillos blues-
folksongs con sonidos alargados y “mal” entonados, que se designan hoy
como “blues rurales o arcaicos” (Berendt 1994, p. 31-32).

Así como el blues surge en el contexto de las plantaciones de algodón en el


sur, el jazz, como vimos, se origina en Nueva Orleans, una ciudad
culturalmente heterogénea con una posición estratégica para el comercio
exterior. Pero como en el escenario de la Primera Guerra Mundial este lugar
se transformó en una gran base naval, los bluseros y jazzistas negros
iniciaron la gran migración musical a Chicago, Illinois. Un paralelismo con la
migración de negros de sur a norte en un contexto de postguerra de Secesión.
Ahí, tan exitosa fue la aparición del jazz y el blues, con figuras emergentes
como Billie Holiday, Louis Armstrong y Ella Fitzgerald, que los músicos
blancos se comenzaron a interesar en replicar esos sonidos, y atender a una
demanda desatendida: la necesidad de los blancos de escuchar esta música
sin “los negros en el medio”.

La generación beat

Años más tarde, en la década de los cincuenta, nacía un movimiento social


de escritores que se autodenominaban como la Generación Beat, que
constituyeron una de las más grandes críticas culturales a Estados Unidos
problematizando: el uso libre de drogas, la libertad sexual y el estudio de la
filosofía oriental. Estas son las primeras bases de lo que conocemos
posteriormente como “movimiento hippie”.
“El término beat alude al compás musical, pero también significa cansado o
abatido, síntomas indudables dentro de un grupo de escritores que
influenciarían al movimiento hippie. Un grupo de depresivos desencantados
del American dream, quizá alineados con la izquierda, consumidores de
alcohol y drogas, simpatizantes del misticismo oriental, pioneros en la
defensa de la diversidad sexual y tan audaces como los vanguardistas de
inicios del siglo veinte.” (Pimentel, 2019, p. 23)

La reacción de los sectores conservadores fue asociarlos directamente con


grupos comunistas y antiestadounidenses, hasta establecerlos como una de
las tres amenazas de los Estados Unidos, junto al comunismo y los
intelectuales. Todos estos componentes de rebeldía son los que alimentan la
matriz del rock n’ roll, ahora contextualizado en un período de revolución
social. Esta “contracultura” fue alejándose de sus creadores, la comunidad
afroamericana, a medida que se reclamaba por más sectores blancos. Eso
no significó la eliminación de los referentes negros en el rock, pero si una
invisibilización histórica de sus orígenes.

Pimentel argumenta que a pesar de que el rock and roll estaba en franco
proceso de formulación, la fulgurante aparición de Elvis en 1956 puede
considerarse como el punto de inflexión del proceso de transformación de la
música popular. De no haber sido por Elvis, posiblemente el rock and roll no
habría llegado tan lejos en el tiempo. Es claro que hubo otros talentosos
rocanroleros en los inicios de esta maravillosa expresión cultural-musical,
como Fats Domino, los mencionados Berry y Richard, Bill Haley, Jerry Lee
Lewis y Buddy Holly, principalmente. La realidad es que la comunidad
afroamericana no tenía el impulso ni la aprobación social suficiente para
construir figuras tan de exportación como los nombres mencionados.

Mientras en Estados Unidos no había un lugar de cooperación entre blancos


y negros, porque no había, en ese entonces, un horizonte común de igualdad
“[…] en Gran Bretaña se producía algo inusual en los Estados Unidos, una
coincidencia cultural entre los afroamericanos y la clase obrera británica. La
interesantísima semejanza entre el exesclavo negro y el proletario británico
se entiende claramente en la canción “Working Class Hero” de John Lennon.
La inconformidad del trabajador británico es comparable a la de un exesclavo
incorporado a la fuerza de trabajo del sistema capitalista.” (Pimentel, 2019, p.
28)

Se podría decir que estos procesos que mencionamos son los antecedentes
para una era de negación de los orígenes negros de la música que recién hoy
se están problematizando, y que la experiencia de segregación en Estados
Unidos no era algo que se replicaba en todos los países del mundo, porque
como vimos en unidades anteriores, la superioridad “racial” o la supremacía
blanca, es un concepto tan cultural como de orden ideológico y social.

La música y la cultura africanas tenían que surgir de alguna manera, las


expresiones simbólicas habían estado reprimidas durante siglos y buscaban
alguna ventana de escape para mostrarse. La generación beat había
asumido algunas facetas de la cultura afroamericana: el jazz y algunas de sus
costumbres subterráneas. El “mal comportamiento” en las vidas y en los
textos de los poetas y escritores beat se plasmó en las letras de las canciones
del naciente rock and roll, tal como se pudo evidenciar en el análisis textual.
Los sentimientos típicos de los beat de extravío y pérdida, de deseo no
concretado, de aspiración a un cambio de la sociedad, de separación de las
personas amadas, de profundo dolor y nostalgia y de inspiración, natural y
provocada, se transfirieron a la “poética” contenida en las lyrics de las
canciones del rock and roll. (Pimentel, 2019, p. 35)

Recursos
Te invito a realizar una lectura del artículo en inglés de Sarah Osei, titulado
"How black people created all your favorite music". Disponible
en: https://www.highsnobiety.com/p/black-music-genres/

Cultura pop, identidad y espacio

Retomando la noción de identidad en la cultura pop, podemos argumentar un


par de cuestiones más: según Graciela Martinez-Zalce (2006, p. 183) “si la
identidad implica el hecho de que algo o alguien sea el mismo o lo mismo que
se supone o se busca, si identificarse implica llegar a tener características
similares a las del otro –mientras que las fronteras se refieren a los confines
y lo fronterizo es aquello que se encuentra enfrente de otra cosa, lo limítrofe,
lo colindante–, es obvio que definir una identidad implica enumerar rasgos
que caracterizan y simultáneamente diferencian, lo que implica, por lo tanto,
dibujar una frontera”.

La identidad afroamericana, en ese sentido, se caracterizó por definir rasgos


que los represente, pero al mismo tiempo los diferencie de los blancos y su
opresión sistemática. Aunque cuando damos vuelta la situación nos cuesta
comprender el concepto de una “cultura de los blancos”, porque a pesar de
diferenciarse de los negros, sus puntos de identidad comunitaria estaban
vinculados con cuestiones políticas como “el odio” a los comunistas, por
ejemplo. Esto no argumenta la inexistencia de una cultura de las personas
blancas, sino que más bien incita a pensar que la cultura pop es un medio
que se significa en los espacios que habita.

Cuando la música pop aparece en la década de los cincuenta, y retoma


elementos del rock n’ roll, que a su vez utiliza recursos del jazz y blues, que
inventaron los negros, rápidamente se transforma en un consumo
hegemónico que responde a las necesidades de la supremacía blanca. De
hecho, no tuvimos popstars negras hasta finales del siglo XX. Entonces la
música pop no es simplemente producto de una cultura blanca que la
“populariza”, valga la redundancia, sino más bien es el resultado de procesos
de espacios de apropiación. Por ende, es que la variante musical del hip-hop
nace unos veinte años después respondiendo a una necesidad de identidad
circunscrita en un espacio: el de representación afroamericana en la música.

Si tenemos que alejarnos de la música e irnos al cine, este es un proceso que


se vio también en el cine de Hollywood. Hasta los años 50, las películas
hechas por y para afroamericanos estaban relegadas a una especie de guetto
cinematográfico que tenía el nombre de race movies , y aunque había cierta
inclusión en la industria mainstream (como la estelaridad de Sidney Poitier, el
primer actor afroamericano en ganar el Oscar a mejor papel por su
interpretación en “Los Lírios del Valle” en 1963) no era suficiente como para
que dejen de existir contraculturas como la recién nombrada.

La década dorada del cine afroamericano fue el proceso que tuvo lugar
gracias a ese movimiento de nicho, en 1970 comienza el boom
del blaxploitation o filmes de explotación negra: que le permite a la
comunidad afroamericana no sólo explorar la creación de películas para un
mayor público sino también la creación de bandas sonoras con su propia
música. Tan fuerte fue la exposición que esto se podría entender como los
antecedentes de movimientos sociales como

 Black Power: eslogan político que refiere al “poder negro” y a la


reivindicación del mismo en contextos de injusticia, enfatizando el
orgullo racial y creando instituciones culturales y políticas para
defender y promover los intereses colectivos de los ciudadanos
afroamericanos.
 Black Panther Party: una organización política socialista que apareció
en 1966 y tuvo su mayor fuerza en la década de los 70.
Recursos
Para sumar más entendimiento a esta unidad, recomiendo mirar el
documental Black Panthers de 1968, dirigida por Agnès Varda. La misma
relata las actividades del Partido Pantera Negra mientras sus miembros
luchaban por la libertad del cofundador encarcelado Huey P. Newton.

La vida de los negros importa

En la línea de estos espacios necesarios para construir identidad es que se


dan otros movimientos sociales muy importantes y vigentes en el siglo XXI.

El primero de ellos es el conocido Black Lives Matter, (BLM en adelante)


aquel movimiento descentralizado que se originó en el seno de la comunidad
afroamericana en 2003 luego de la absolución de George Zimmerman por el
asesinato del adolescente afroamericano Trayvon Martin a causa de un
disparo de balas, escalando a través de los tiempos por las diferentes
muertes afroamericanas en manos de acción policial, incluyendo a George
Floyd, uno de los casos más emblemáticos de brutalidad policial.
Protesta del movimiento Black Lives Matter de 2015 en la línea verde del
metro frente al Departamento de Policía de St. Paul, por brutalidad policial
en Minnesota.

La característica fundamental de este movimiento es que no tiene un líder


común ni un principio que lo rige, sino más bien es una herramienta que
cataliza las protestas descentralizadas de años de opresión sistemática. Es
un movimiento que nace a través de un hashtag en Twitter y rápidamente, en
un par de años, se transforma en una herramienta de accountability para las
personas blancas, y las mismas de la comunidad afroamericana.

“El propio movimiento BLM ha situado las reparaciones por la esclavitud y las
condiciones de desigualdad estructurales como un punto central de sus
demandas, e intelectuales del movimiento como Ta-Nehisi Coates han vuelto
a poner la historia afroamericana en el centro del debate público con el
objetivo de discutir, tal y como hicieran hace más de cien años Frederick
Douglass o W.E.B. du Bois, los orígenes de las condiciones de explotación y
marginalidad de la población afroamericana, tanto en el periodo esclavista
como en la historia estadunidense posterior a la abolición. Al mismo tiempo,
la visibilización de movimientos culturales, políticos y sociales afroamericanos
se ha convertido en una herramienta desde la cual se pueda presentar esa
otra historia que fue borrada durante décadas por la historia oficial
estadunidense, donde el afroamericano en la pantalla era folklorizado y
estereotipado.” (Iborra Mallent, 2018, p. 284)

En la era de la comunicación el movimiento BLM fue rápidamente traducido


al formato consumo de entretenimiento, se podría argumentar que esto es
adrede, como otra forma de reclamo, o que es otra víctima de las lógicas de
consumo. Pero la realidad es que cometeríamos un error al pensar que los
medios de comunicación no sirven para hacer política, si no hubiera sido por
Twitter, por ejemplo, movimientos como el BLM o #MeToo –del cual
hablaremos a continuación- no hubieran tenido el mismo impacto
internacional. El autor Iborra Mallent (2018, p. 286-287) plantea en este
sentido que: “series como Black-ish (2x16), Atlanta, Queen
Sugar, Scandal (4x14) han abordado entre sus contenidos la violencia policial
contra la población afroamericana en coincidencia con tiempos difíciles como
los disturbios de Ferguson, o Charlotte (Carolina del Norte). La proliferación
de protestas y disturbios por asesinatos de personas afroamericanas,
generalmente desarmadas, ha venido acompañada de una denuncia en
series como las mencionadas de la brutalidad policial y la impunidad frente a
este tipo de sucesos.”

Lectura complementaria
En esta instancia recomiendo la lectura de “Black Lives Matter a través de las
series de televisión estadunidenses” texto de Juan Vicente Iborra Mallent del
2018.

Yo también

Otro movimiento importante para lo que es la cultura estadounidense fue


el Me Too Movement (#MeToo en adelante) que inicia a través de un hashtag
en diversas redes sociales en octubre de 2017 para denunciar el acoso y
agresión sexual que sufren las mujeres en diferentes espacios de la vida
social, y disparado por las acusaciones de abuso sexual contra el productor
de cine Harvey Weinstein. El slogan fue popularizado por Alyssa Milano,
quien fue una de las primeras actrices en compartir su experiencia con el
productor, aunque hay antecedentes desde 2006 en redes sociales como
MySpace.
“El movimiento #MeToo también ha arrojado luz sobre las luchas de la clase
trabajadora en favor de los derechos de mujeres, que la prensa
estadounidense había pasado por alto. Los intentos de Clarence Thomas por
avergonzar y posiblemente coaccionar a Anita Hill y el acoso sexual
ampliamente difundido por las mujeres en Hollywood pusieron de relieve la
situación de las mujeres de la clase trabajadora que durante muchos años
habían estado tratando de resistir agresiones semejantes a nivel nacional e
internacional.” (Kaplan, 2020, p. 345)

El movimiento #MeToo, a pesar de estar fundamentalmente concentrado en


las experiencias de las actrices en la industria misógina, permitió observar y
problematizar otro tipo de inequidades vinculadas a todos los espacios que
ocupan las mujeres en el día a día. De hecho, tal fue el involucramiento
internacional que cada país comenzó a desglosar el slógan a lo que más
resuena con su cultura, por ejemplo, Argentina en 2018 lanza una campaña
que se titula #MiraComoNosPonemos y que está enmarcada en la lucha
feminista que tiene un auge en el país desde el 2015.

“De hecho, incluso antes de que las actrices captaran la atención del público,
las camareras de hotel en lo que los Estados Unidos se llama «la industria de
la hospitalidad» habían estado luchando contra los ataques sexuales de
hombres que se alojaban en las habitaciones que limpiaban; las mujeres de
la hostelería se habían enfrentado a daños físicos infligidos por chefs y
supervisores famosos que las violaron en lugar de enseñarles el oficio; y las
mujeres de todo el mundo se habían organizado a nivel local para recuperar
el control de sus propios cuerpos. Debido al movimiento #MeToo comenzaron
por fin a conseguir un hueco en la atención pública que durante mucho tiempo
les había sido negada. Y se hizo posible, cada vez más, enfrentarse a
aquellos que usaban la violencia y la humillación para silenciar a decenas de
mujeres y hombres homosexuales que tan solo intentaban ganarse la
vida.” (Kaplan, 2020, p. 345)

Las implicancias del movimiento #MeToo significaron la revisión de la


igualdad en las artes escénicas, la eliminación de azafatas de promoción en
el mundo del automovilismo, así como legislaciones para no subvencionar
medios de comunicación que incluyan publicidad con contenido para adultos.

En palabras de Kaplan: “lo que hace que el movimiento #MeToo sea diferente
de las luchas pasadas por los derechos políticos y sociales es que, más que
otras campañas en los Estados Unidos, se ha basado en los esfuerzos de las
mujeres de todas las razas y clases para controlar sus propios cuerpos y
definir sus derechos individual y colectivamente a través de la acción colectiva
directa.” (2020, p. 347)
En los últimos dos módulos que estudiamos pudimos separar –y al mismo
tiempo relacionar en algunos aspectos– a dos regiones sumamente
importantes para las Relaciones Internacionales. Dos regiones cuyas
estructuras sociales, económicas y culturales son componentes explicativos
para muchos otros fenómenos mundiales, y a la vez, sirven para comprender
su dinámica doméstica.

Los invitamos a ver el video explicativo correspondiente al módulo tres de la


asignatura.

En esta instancia, tendremos el siguiente mapa conceptual de referencia


para contextualizar los contenidos. Se recomienda volver siempre que sea
necesario sobre este recurso ya que servirá como herramienta de estudio.

Recursos
Primer Mapa Conceptual (Europa Occidental)
En este módulo haremos algunas lecturas claves en base a la convergencia
de estas dos regiones geográficas para comprender como es que la
coexistencia de dos distintas formas de imperio da explicación a muchos otros
sucesos en la arena internacional, y que responden a un concepto crucial en
esta materia: el occidente.

UNIDAD 9: ¿Que decimos cuando decimos occidente? El vehículo


constitutivo de la identidad

Aunque hemos problematizado el concepto de occidente durante nuestro


desarrollo en el módulo uno, aquí podríamos detenernos a hacer una
separación fundamental entre occidente como hemisferio, es decir como
representación de una separación geográfica, y occidente como estructura
internacional, es decir una amalgama de ideas, doctrinas, políticas sociales,
económicas y culturales, que atraviesan a muchos países más allá de su
ubicación geográfica.

Además, pudimos analizar cómo se evidencia la necesidad de exportación de


un imperialismo, en Europa por su vicio colonial que reinó por más de tres
siglos, y en Estados Unidos como una herramienta repensada y que es más
pasiva o “sutil”. Esta misma exportación se puede decantar en un concepto,
que más que sencillo, es sucinto: La Revolución Atlántica.

La Revolución Atlántica, o también conocida en su nombre plural, es el


concepto que explica el ciclo revolucionario que se da a finales del siglo XVIII
hasta principios del siglo XIX en toda la región atlántica y abarcando hasta
los mínimos procesos como pequeños levantamientos nacionales. La idea de
este concepto es buscar elementos unificadores para darle sentido a casi dos
siglos de reestructuración de ideas nacionales e internacionales. Esta misma
revolución atravesó a América y Europa, incluyó a Estados Unidos (1775-
1783), Francia (1789-1814), Haití (1791-1804), Hispanoamérica (1810-1825)
e Irlanda (1798).

“[…] Una de las principales características de la nueva historia atlántica es la


consideración del Atlántico como “vigorosa construcción interdependiente”
que invita a estudiar a los individuos y las sociedades en torno al océano en
términos de conexiones y convergencias. Ya no se trata, como hacía la
primera historia atlántica, de escribir la historia del Océano Atlántico, de
analizar el tráfico comercial entre una metrópoli y sus colonias, de estudiar
las influencias políticas y culturales entre Europa y sus colonias o de
comparar las revoluciones francesa y norteamericana. Se trata más bien de
integrar las migraciones, los intercambios económicos, las redes comerciales,
las instituciones, las prácticas religiosas y culturales en un único contexto de
análisis que permita examinar la colonización y las independencias de las
Américas de una forma comparada, integrada y transnacional.” (Morelli, 2011,
p. 29)

El desarrollo conceptual está ligado a la idea de una extensión a los


continentes atlánticos de los ideales del republicanismo, el derrocamiento de
las aristocracias, los reyes y las Iglesias establecidas, así como ideales
universales provenientes de la Ilustración (como igualdad entre los hombres,
igualdad bajo la ley por tribunales desinteresados, etc.), y por, sobre todo,
una noción moderna de revolución que tiene viabilidad como alternativa de
gobierno político.

Los historiadores de fines del siglo XIX y principios del XX, ya habían
comenzado a hacer paralelismos entre la revolución estadounidense y la
francesa, comparando sus orígenes e influencias recíprocas. Fue en el
contexto de Guerra Fría, con la aparición de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) en 1949, que el concepto de revolución atlántica se
comenzó a utilizar para unificar historias en Europa y América del Norte. La
idea de una “civilización del Atlántico”, basada en experiencias
revolucionarias de 1770 a 1800, quería defender una superioridad basada en
nuevos valores democráticos en común. Aun así, este enfoque fue muy
criticado por la motivación ideológica que significaba, además de la omisión
de desarrollos económicos y políticos, así como la complejidad e
individualidad de cada una de las revoluciones.

Autores como Marcello Carmagnani argumentan que la inclusión de América


Latina en estos procesos mencionados está ligada al efecto de la revolución
comercial de fines del siglo XVII y principios de XIX, tal revolución comercial,
que solo ahora comienza a ser valorada como fundamento de la revolución
industrial, no fue solamente un cambio material sino también inmaterial, pues
transformó la cultura tanto en las Américas como en Europa, dando vida a la
cultura económica liberal y a nuevas percepciones, gustos y hábitos del
comportamiento colectivo productivo y del consumo. (2010, p. 31-32)

La nueva cultura económica que había surgido en América Latina en esa


época seguía un sendero similar al español y al de otras áreas europeas:
libertad de comercio y de consumo, y conexión entre la libertad económica y
la libertad política. Esta concepción fue particularmente fuerte en las figuras
emblemáticas de Belgrano, Moreno y Vieytes, entre otros.
“En efecto, no se pueden comprender las independencias
hispanoamericanas mirando sólo a los acontecimientos de la monarquía
española, fuera de un contexto más amplio, caracterizado por un movimiento
revolucionario de larga duración que va de la Revolución Norteamericana, a
la francesa, a las guerras internacionales provocadas por ella y a sus
consecuencias caribeñas.” (Morelli, 2011, p. 30)

Entonces cuando hablamos de occidente, si nos paramos en este concepto,


estamos hablando de un sistema de ideas propagado entre el “viejo” y
“nuevo” mundo en el período de revoluciones atlánticas. Y este sentido de
identidad es el que le sirve al mismo concepto de “occidental” a constituirse
como expansiva, es decir, a que sea referencial por cualquier lógica o forma
de comunicación. Cuando decimos occidente, si no estamos pensando en su
forma más geográfica -que también es factor importante-, pensamos en todas
estas dinámicas que se configuraron en los últimos siglos.

“Salir de la dimensión nacional e imperial de las revoluciones


hispanoamericanas nos permite entonces adoptar una perspectiva
comparatista e insertar los procesos y dinámicas que caracterizan estos
acontecimientos en un contexto más amplio evidenciando unas conexiones y
similitudes a menudo escondidas por las fronteras y los límites de la
investigación histórica.” (Morelli, 2011, p. 33)

Lectura básica
En esta instancia recomiendo la lectura de “La historia atlántica y las
revoluciones hispanoamericanas: otras perspectivas de análisis” de Federica
Morelli del 2011.

Unidad 10: Exportación del imperialismo

Como venimos argumentando, esta identidad que se genera a través de la


asimilación de las matrices ideológicas de los países que componen
geográficamente el occidente y, que, a su vez, fueron interpeladas por algún
proceso revolucionario, es efectiva por su condición de transnacional, es
decir, que se exporta a otros países.
Una de materializaciones más violentas y reales de la exportación del
imperialismo de Estados Unidos y Europa es el Plan Cóndor.

El plan u operación Cóndor fue una campaña respaldada por Estados Unidos
con objetivos de represión política y terrorismo de Estado con operaciones de
inteligencia y asesinatos de opositores en Latinoamérica. Oficialmente
implementada en 1975 por las cúpulas de regímenes dictatoriales del Cono
Sur: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Perú, Colombia,
Ecuador y Venezuela. Según sostiene McShery, el aparato clandestino de
inteligencia llevó a cabo desapariciones transfronterizas, tortura y “entregas”
extrajudiciales de exiliados entre los Estados que participaban. Además, las
victimas no sólo eran insurgentes armados, sino que también expresidentes,
legisladores, oficiales del ejército, dirigentes de partidos políticos, militantes
de organizaciones populares y políticas que se oponían a las dictaduras
militares.

“El prototipo de Cóndor se unificó en el interior del sistema interamericano


después del golpe militar en Uruguay (junio de 1973) y del golpe militar en
Chile (septiembre de 1973). Para escapar de la severa represión, decenas de
miles de personas de estos países y de otros escaparon hacia la Argentina,
el último bastión de la democracia en la región (durante la presidencia de
Juan Domingo Perón). Los gobiernos militares de América Latina organizaron
la Operación Cóndor para llevar a cabo asesinatos y las llamadas
“operaciones de cacería y muerte” que tenían como propósito silenciar a los
oponentes políticos que habían escapado de sus países de
origen.” (McShery, 2012, p. 33-34)

Con antecedentes en las relaciones y programas del hemisferio occidental


forjadas en la Escuela de las Américas, el plan Cóndor fue producto de la
doctrina y estrategias de seguridad nacional interamericanas que había sido
diseminadas en el interior del sistema militar occidental. Los oficiales de
Estados Unidos y América Latina eran educados para el combate de “la
subversión”, de hecho, los oficiales estadounidenses trasladaron técnicas de
guerra contrainsurgente y operaciones encubiertas que fueron puestas a
punto en Vietnam y otras partes, esparciéndolas luego en toda la región.
También los oficiales de Brasil y Argentina compartieron sus “técnicas” de
contra subversión.

Siguiendo el análisis de McShery (2012, p. 34), algunas de las características


del Plan Cóndor son:

 operativos transfronterizos e internacionales contra enemigos políticos


radicados en otros países;
 carácter multinacional; es decir, equipos con miembros de diferentes
países trabajaban en conjunto para secuestrar, torturar e interrogar a
las personas;
 definición precisa y selectiva de los disidentes que serían blanco de
ataque, con el objetivo de desmantelar a las organizaciones populares
(no necesariamente guerrilleras);
 estructuras paraestatales, es decir, fuerzas paramilitares y
parapoliciales, que utilizaban infraestructura secreta, como aviones y
autos no registrados, centros clandestinos de detención, etc.
 tecnología de avanzada, por ejemplo, computadoras y otra tecnología
de comunicaciones, gran parte de la cual fue proporcionada por la CIA;
y
 utilización de sindicatos del crimen y organizaciones y redes de
extremistas, como los escuadrones de la muerte Triple A y Milicia en
Argentina y Patria y Libertad en Chile.

Durante este período, las políticas neoliberales se habían hecho moneda


corriente entre los gobiernos dictatoriales: el nivel de endeudamiento
contraído ilegalmente por las dictaduras militares alcanzó aumento
considerablemente respecto a los gobiernos anteriores. Estados Unidos junto
con el FMI llevó a cabo una táctica para implantar el modelo económico y
político neoliberal en los países de Latinoamérica, porque estos cuentan con
numerosos recursos y bienes nacionales que significaban mucho valor para
las empresas privadas y que pondrían a funcionar en todo un continente el
modelo neoliberal. Por ejemplo, en Chile el Gobierno Constitucional de
Salvador Allende era un gran peligro y atentado hacia las políticas públicas
neoliberales que tenía en manos el Gobierno Estadounidense, ya que Chile
planeaba nacionalizar los bienes del territorio, cosa que la corriente neoliberal
y defensores negaban y rechazaban, el Estado debía tener poco o ningún
control económico.

Algunas de las dictaduras más visibles durante el Plan Cóndor en orden


cronológico fueron:

 Paraguay: El general Stroessner llega al poder en 1954 tras un golpe


de Estado.
 Brasil: los militares derrocan en 1964 al gobierno democrático y popular
de João Goulart.
 Bolivia: el general Hugo Bánzer llega al poder en 1971, después de una
serie de golpes de Estado.
 Uruguay: se instala una dictadura cívico-militar en 1973, coincidiendo
con el plan general diseñado para el Cono Sur, donde crecen
movimientos populares de envergadura.
 En Chile: el general Augusto Pinochet toma el poder en 1973 tras su
golpe de Estado contra el presidente socialista Salvador Allende.
 En Argentina: la junta militar presidida por el general Jorge Rafael
Videla toma el poder en 1976 tras un golpe de Estado.

En el contexto de Guerra Fria, según McShery cuando habla de los


antecedentes del Plan Cóndor, ante la movilización social en la región, los
estrategas estadounidenses de la seguridad nacional (que temían “otra
Cuba”) y sus contrapartes latinoamericanas empezaron a percibir a grandes
sectores de estas sociedades como subversivos reales o potenciales.
Washington respondió a la revolución cubana con el fortalecimiento de las
fuerzas militares y de seguridad de América Latina, creando el sistema
interamericano militar que se convirtió en una vasta alianza anticomunista y
antiprogresista. (2012, p. 35)

“En América Latina, los comandantes militares, de inteligencia y de policía,


con la asesoría de sus contrapartes estadounidenses, construyeron
estructuras paralelas y se desempeñaron en ellas, es decir, hicieron funcionar
estructuras paraestatales, para realizar en las sombras campañas
contraterroristas que quedaban ocultas a los ojos del país e
internacionalmente.” (McShery, 2012, p. 35)

Lectura básica
En esta instancia recomiendo la lectura de “La maquinaria de muerte: la
Operación Cóndor” de J. Patrice McShery del 2012.

En el estudio de exportación de imperialismo que estamos realizando en esta


unidad se suman tres países claves que tienen un vínculo estrecho con
Estados Unidos y que nos permitirían argumentar que hasta son una
extensión del país, como aquellas colonias europeas del siglo XVII.

En el continente de Oceanía, localizado al suroeste del océano Pacífico,


tenemos por un lado a Australia: un país soberano con monarquía
constitucional federal parlamentaria y más de 25 millones de habitantes; y,
por otro lado, tenemos a Nueva Zelanda: una monarquía parlamentaria con
más de 5 millones de habitantes. ¿Qué significan estos dos países para
Estados Unidos?
Podríamos establecer como referencia de antecedente primordial a aquel
acuerdo firmado en 1950, el ANZUS (acrónimo derivado de Australia, Nueva
Zelanda y Estados Unidos), que fue una alianza que respondía a una
dinámica de bipolaridad en la que el país norteamericano quería garantizar
una zona de influencia más allá del territorio que quería influir y que le
garantizaba una cercanía a la Unión Soviética, actuando como disuasivo de
un posible ataque nuclear. Ese acuerdo fue el que garantizó un sello de
independencia pasiva para con Estados Unidos porque ese nivel de
interconexión transnacional generaba ciertos lazos con oportunidades para el
desarrollo de cada país, y una protección de la hegemonía.

Tanto Australia como Nueva Zelanda son dos excolonias británicas que
conformaron sus propios gobiernos colonos propios a finales del siglo XIX
buscando mejores condiciones económicas de desarrollo y que a mediados
de siglo XX descubrieron en Estados Unidos un aliado, o nuevo colono, con
quien negociar y desarrollarse.

Logo del Acuerdo de ANZUS (1951)


En el caso de Canadá, vecino al norte de Estados Unidos, su relación con los
países estudiados en la materia es diferente por diversas razones. Se podría
argumentar que Canadá convivió con los mismos procesos de colonización
que Estados Unidos en el siglo XVIII, ocupados por colonos franceses y
británicos, pero con una primacía de los primeros que terminaron de
configurar al país como franco hablante, en coexistencia con el idioma inglés.

Canadá es un país que en ambas Guerras Mundiales se dedicó a defender y


mantener apoyo a Reino Unido, lo que le generó una importante crisis política
sobre el servicio militar obligatorio, con los francoparlantes, principalmente de
Quebec. Pero que luego pudo posicionarse a favor de Estados Unidos
durante la Segunda Guerra Mundial en su declaración de guerra a la
Alemania nazi en 1939, una semana después del Reino Unido, para
demostrar simbólicamente su independencia, restaurándole un éxito al
gobierno canadiense que se sostuvo por los consecuentes años.

Es innegable que, a pesar de las crisis, Canadá es uno de los socios


comerciales más importantes por compartir la frontera más larga del mundo
y tener una interoperabilidad significativa dentro de la esfera de la defensa.
Aunque las dificultades recientes han incluido repetidas disputas comerciales,
preocupaciones medioambientales, preocupación canadiense por el futuro de
las exportaciones de petróleo, y cuestiones de inmigración ilegal y la
amenaza de terrorismo, el comercio ha continuado expandiéndose,
especialmente después del tratado de libera comercio de 1988 y el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que fusionó aún
más las dos economías.

Énfasis
La lectura de estos países, como casos ejemplificados de la relación de
Europa y Estados Unidos con el resto del mundo, nos permiten observar
cómo es que las relaciones con estas dos regiones geográficas van más allá
de la necesidad de relacionarse, sino que es resultado de un proceso
histórico: de dominación, de acercamiento ideológico o de conveniencia
económica. Y estos procesos son los que defienden la postura de la
existencia de una estructura occidental que parte de la base imperial de
Europa y las intenciones expansionistas de Estados Unidos.

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