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TRABAJO SOCIAL EN LINEA

MODELOS DE INTERVENCION INSTITUCIONAL


4 créditos

Profesor Autor:
Magister. Tatiana Katiuska Moreira Chica.

Titulaciones Semestre

● Trabajo Social en Línea Sexto Nivel

Tutorías: El profesor asignado se publicará en el entorno virtual de aprendizaje


online.utm.edu.ec), y sus horarios de conferencias se indicarán en la sección CAFETERÍA
VIRTUAL.

PERÍODO OCTUBRE 2022/ FEBRERO 2023


Índice

Tabla de contenido

Resultado de aprendizaje de la asignatura 2


Unidad 1. Introduccion a las diferentes perspectivas de intervencionl. 2
Tema 1: Diferentes perspectivas de intervencion profesional 2
1.- Diferentes perspectivas de intervencion profesional 7
2. Enfoques De Intervención En Trabajo Social 10
3. Intervención Social y nuevos Contenidos 11
4.- Campos del desarrollo del Trabajo Social 13

Bibliografía 26

Nota. Este compendio fue diseñado con base al libro de “Nociones Básicas de Trabajo Social” del Autor
“Tomas Fernández García”,” Laura Ponce De León Romero”. Primea Edición. Editorial Ediciones
Académicas, S.A.,2014

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Resultado de aprendizaje de la asignatura

Analizar las diferentes perspectivas de intervención profesional.

Unidad 1. Introducción a las diferentes perspectivas de intervención.


Resultado de aprendizaje de la unidad: Analizar las diferentes perspectivas de
intervención profesional

Tema 1: Introducción a las diferentes perspectivas de intervención

1.DIFERENTES PERSPECTIVAS DE INTERVENCION PROFESIONALES

❖ Trabajo Social Y Perspectivas: Sistémica


❖ Trabajo Social Y Perspectivas: Socialismo
❖ Trabajo Social Y Perspectivas: Liberalismo

2.Enfoques De Intervención En Trabajo Social

3. Intervención Social Y Nuevos Contextos

4. Campos del desarrollo del Trabajo Social

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1. DIFERENTES PERSPECTIVAS DE INTERVENCION PROFESIONALES

La teoría del trabajo social se construye en conexión al contexto socio-político e ideológico


del momento. En este módulo se expone una síntesis conceptual de los principales
enfoques teóricos de utilidad para las ciencias sociales. Como marco para ordenar y
clasificar estas teorías se revisa el discurso de Howe, concretamente en los cuatro
paradigmas que establece: funcionalismo, interpretativismo, humanismo radical y
estructuralista radical. Cada teoría y su práctica asociada permite comprender que existen
discursos diferentes que proporcionarían explicaciones distintas de la misma situación, y
su aplicación conduciría a tipos diversos de práctica en trabajo social.

El Trabajo Social no consiste sólo en adaptar al individuo al medio, sino que implica
promocionar (recursos) a este medio para que sus individuos puedan satisfacer en él sus
necesidades al máximo. No es solo solucionar casos, sino preverlos, evitarlos y tratar de
hacer una profilaxis social (Citado por Celedón, 2003, p.)

● TRABAJO SOCIAL Y PERSPECTIVAS: SISTÉMICA

La teoría de los sistemas fue un enfoque creado en 1928 por el biólogo austríaco Ludwin
Von Bertalanfly, con la intención de analizar hechos biológicos desde un enfoque de los
organismos en lugar de uno reduccionista. Él entendía que los análisis de elementos
complejos, no podían realizarse con perspectivas lineales. De este modo, creó una visión
novedosa que incluía el punto holístico necesario para entender problemáticas complejas.

Esta teoría entiende que el mundo está formado por sistemas, es decir, elementos
relacionados. Pero la diferencia de la simple organización de la realidad, es que
Bertalanfly consideraba que la relación entre las mismas era clave para entender su
complejidad.

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Por otro lado, una de las premisas básicas de la teoría de los sistemas es que la
organización del sistema produce un todo mayor que la suma de sus partes, es decir, el
significado que implica esa unión da un valor que no podríamos ver ni analizar si no
estuviesen en ese sistema.

Esta visión encaja a la perfección en la lógica del trabajo social, dónde encontramos que
la atención a la relación entre las personas y cómo afecta eso a cada una de las partes,
son claves para la intervención – en especial, la familiar -.

En este sentido, trasladamos la intervención al terapeuta Bert Hellinger, quién hablaba de


las constelaciones familiares, basándose en teoría sistémica para realizar intervenciones
terapéuticas. Él destacaba la importancia del contexto en el que se desenvuelve el
sistema y como ello afecta necesariamente a todas las partes que lo forman, creando así
una cadena de afección entre todo el sistema.

Ahora que hemos conseguido crear una idea teórica de qué significa la sistémica,
aterricemos los conceptos a la realidad.

● TRABAJO SOCIAL Y PERSPECTIVAS: SOCIALISMO

La socialdemocracia parece la base desde dónde nace nuestra disciplina, pero no tiene
nada que ver. El trabajo social es una actividad que se puede desarrollar a través de
múltiples miradas, creando a su vez diferentes acciones.

Un trabajador social desde una perspectiva socialista lucha por la intervención estatal en
la vida de las personas, es decir, una ayuda proveída por la comunidad. De este modo,
los valores fundamentales que encaminan la actitud de un trabajador social desde esta
línea serían la igualdad, la solidaridad y la lucha por la construcción de políticas
proteccionistas entorno a aquellos colectivos más vulnerables.

Es decir, la construcción de un Estado del Bienestar sería totalmente socialista, ya que a


través del aporte común se cubren las necesidades de todos los ciudadanos, tratando de
conseguir la igualdad entre los individuos. Pero no sólo la intervención estatal es la vía
que utilizaríamos a través de esta visión.
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Luchar por la colectividad y la comunidad son elementos indispensables del trabajo
social, ya que la idea es crear agencia a través de voces conjuntas que luchen por los
intereses de las comunidades, creando organizaciones, asociaciones o instituciones que
fomenten la igualdad.

Un ejemplo claro sería la construcción de una asociación de vecinos para un barrio en el


cual muchos de los vecinos considerasen que necesitan un hospital en las cercanías,
porque el más cercano está a 150km.

En este sentido, el colectivo se hace escuchar más, recolectando todas las firmas de las
personas interesadas, haciendo llegar su reclamación a una estancia mayor para que
solucionasen el problema a través de manifestaciones o incluso proponiendo iniciativas
de ley. Vemos que, a su vez, trabajamos valores como la implicación y la integración
social, partiendo del supuesto de que aquello por lo que yo mismo lucho me importa
más conjuntamente con la relación diaria que implica el activismo social con otros vecinos
que participen en la comunidad.

En definitiva, el trabajo social comunitario, así como impulsar organizaciones sociales que
den voz a los individuos, son elementos de nuestra disciplina totalmente enfocados desde
la perspectiva socialista, a través de dos ideas básicas: si somos más, conseguimos más
y hoy por ti, mañana por mí.

● TRABAJO SOCIAL Y PERSPECTIVAS: LIBERALISMO

En este caso hablaremos de la intervención del trabajo social desde la perspectiva liberal.
Socialmente parece una premisa generalizada que nuestra disciplina es casi hermana de
políticas social democráticas, como si no fuésemos capaces de entender una intervención
social más allá de las prestaciones económicas o el pensar en aquello común. Como si
no quedase espacio en el liberalismo para la ayuda al otro.

Y esta idea está totalmente equivocada. Podríamos extendernos en el debate de porqué


creemos que ciertas ideologías sólo abarcan aquellos tópicos conocidos a nivel español y

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no pueden reinventarse o mezclarse, o lo que es más, desentenderse en otros ámbitos;
pero no será este el objeto de la entrada.

La filosofía nos ayuda a profundizar en las ideas, y en este ejercicio, podemos encontrar
múltiples posibilidades, más o menos innovadoras. Para realizar esta enriquecedora
tarea, primero debemos adentrarnos en los significados. Debemos definir qué es la
perspectiva liberal para poder entender qué herramientas podemos enfatizar en esta
perspectiva.

Hablamos entonces del ensalce de la libertad por encima de todas las cosas. ¿Y no
encontramos los trabajadores sociales una vía identificatoria, desde esta perspectiva?

La respuesta es: sí. En la atención al individuo, dónde el empoderamiento, el refuerzo de


las capacidades de la persona, así como la potenciación de las mismas a través del propio
individuo son claves. En este caso, y desde esta perspectiva, lo que se ensalza es la
responsabilidad, el esfuerzo de la persona pero también su agencia y su
autodeterminación.

Desde el trabajo social, éstos son elementos clave que trabajamos a diario. Cuando
intervenimos en una situación de violencia de género, tratamos de ayudar a la persona a
que se libere, siempre dejándole la agencia a él o ella misma de modo que la libertad se
respete. Porque los usuarios son los protagonistas de sus propias historias, de sus propias
vidas. Y partiendo de esta premisa, no intervendremos a menos que ellos o ellas lo pidan.

Es decir, en este sentido se potencia también la voluntariedad de las intervenciones,


puesto que al respetar las libertades de los demás, entendemos también que quizá no
quieren nuestra ayuda e intentamos relegar el menor poder de decisión a otro que no sea
el usuario.

En definitiva, ayudamos a esa persona siempre y cuando lo necesite, para aquello que él
o ella considera que necesita ayuda.

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2.- ENFOQUES DE INTERVENCIÓN EN TRABAJO SOCIAL

Existen enfoques, que se dirigen a todos los campos de la práctica del trabajo
social: trabajo directo entre cliente-individuo o grupo-comunidad, y
el trabajo indirecto como la supervisión, administración, investigación y enseñanza entre
los diferentes enfoques tenemos:

Enfoque funcional: El trabajador social funcional trata de apoyar al cliente a liberar su


capacidad innata, conduciendo al uso constructivo de su propio yo y el de la otra persona.
El método que propone el Trabajo Social funcional no es un estudio o un diagnóstico del
sistema cliente (ya sea éste un individuo, un grupo, una familia o una comunidad), sino
hacer que el cliente «se mueva». Para ello, el Trabajo Social funcional llama a su función
«proceso de apoyo» y deja de usar ya el término de «tratamiento» empleado en el
diagnóstico social de corte psicoanalítico.

Enfoque psicosocial: El Trabajo Social psicosocial está preocupado por la mejora de las
relaciones interpersonales y de las situaciones vitales del cliente. A pesar del paso de los
años, el enfoque psicosocial ha reconocido de forma constante la importancia de los
procesos psicológicos internos, así como la importancia de los procesos sociales
externos, las condiciones físicas y la interacción entre ellas. El concepto de «persona en
situación» es la clave para el Trabajo Social psicosocial, ya que se refiere a la triple
configuración consistente en la persona, la situación y la interacción entre ellas.

Enfoque de resolución de problemas: Se basa en el axioma de que la principal fuente


de hecho referente al problema reside en el propio cliente. El cliente es el que conoce, por
dentro y por fuera, el problema. El resultado del tratamiento es apoyar a resolver la
dificultad actual y facilitar un cierto aprendizaje del problema para hacer frente a las
sucesivas dificultades que presenta toda vida humana.

El enfoque existencialista: El trabajador social no realiza un diagnóstico, ni un


pronóstico, ni una prescripción, sino que estimula al usuario para que éste busque nuevas
opciones vitales.

El enfoque marxista de Trabajo Social: el análisis que el trabajador social hace del
individuo y de las situaciones sociales ya no se basaría simplemente en el entendimiento

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de una dicotomía entre entender a la persona y/o entender la estructura social, sino de
las situaciones socioeconómicas que dan lugar a la problemática social.

Enfoque sistémico: trata de comprender el funcionamiento de la sociedad desde una


perspectiva integradora, en donde lo importante son las relaciones entre los componentes,
además no concibe la posibilidad de explicar un elemento si no es precisamente en su
relación con el todo.

3.- . INTERVENCIÓN SOCIAL Y NUEVOS CONTEXTOS

La crisis de paradigmas y los diversos replanteamientos que se han venido produciendo


a nivel de las ciencias sociales y humanas, en las últimas décadas en el contexto mundial
y en particular en el de América Latina, ha colocado como un elemento central de la
reflexión el asunto de la intervención social y sus implicaciones epistemológicas, teórico
conceptuales y metodológicas.

En esa dimensión, distintas disciplinas y profesiones y en particular el Trabajo Social, se


vienen ocupando de la exploración de las más diversas perspectivas sobre el tema de la
intervención social, tratando de dar respuestas a muchos de los desafíos, que tienen que
ver, de un lado, con la formación académica y del otro, con la intervención profesional, en
los nuevos contextos complejos en que se expresan las nuevas realidades sociales.

Es por lo tanto necesario tomar en cuenta que la intervención social y la intervención en


lo social, aparecen hoy como un problema clave de discusión en las disciplinas y en las
profesiones, pero también y, ante todo, como un desafío de naturaleza interdisciplinaria y
transdisciplinaria. La intervención social se devela hoy como un campo, es decir, como un
espacio social de análisis y al mismo tiempo tomado como referente operativo de la acción
social, como un campo social en construcción.

En la era de la globalización y de la llamada crisis de la modernidad, la intervención en lo


social se viene hoy reformulando por parte de las diferentes profesiones y disciplinas,
sobre la base de la existencia de nuevos contextos, nuevos escenarios, nuevos problemas
sociales, nuevos y complejas problemáticas sociales. Se encuentran en crisis no sólo las

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instituciones sociales, los servicios sociales que se ofrecen, sino también las prácticas
sociales responsables de la intervención en lo social.

A la pregunta sobre ¿Cuáles son los nuevos contextos y escenarios de intervención en lo


social? Carballeda, 2002:36-37, sostiene que: los nuevos escenarios de intervención en
lo social se encuentran atravesados por una serie de rasgos que es necesario analizar.
Se caracterizan por ubicarse en una dimensión espacio-temporal relacionado con la
denominada “crisis de la modernidad”, lo que implica una serie de fisuras y continuidades
en conflicto. Por otra parte, esta nueva situación, que estaría desarrollándose desde hace
aproximadamente treinta años, requiere una nueva agenda para la intervención en lo
social que abarca una serie de temas relevantes:

La aparición de nuevos interrogantes, el surgimiento de nuevos aspectos institucionales,


la emergencia de nuevas problemáticas sociales, y la consecuente aparición de nuevas
formas de comprender y explicar lo social que se transforma en otras y diferentes
perspectivas de las ciencias sociales.

A su vez, todos estos cambios impactan en forma relevante en la intervención, ya que la


demanda de nuevas modalidades, formas, instrumentos y métodos traen como
consecuencia nuevos aspectos teóricos…La aparición de nuevas formas de análisis de la
cuestión social abre panoramas hasta hace poco tiempo impensados e inexplorados…

A su vez, algunos autores han presentado el contexto actual en términos de la aparición


de la “nueva cuestión social”, donde sobresalen especialmente la ruptura de lazos
sociales, la fragmentación social y, en definitiva, nuevas formas del malestar que se
expresan, entre otros campos en la comunidad en tanto espacio de construcción de
cotidianidad, certezas e identidades. Desde el origen y sentido que se le imprime a la
institucionalización de la intervención en lo social, las diversas prácticas sociales trataron
de darle un contenido y un sentido a la intervención profesional.

Es claro que la intervención social no se puede tomar como un campo propio y exclusivo
del trabajo social, no lo ha sido y tampoco lo será en el futuro; sin embargo, en la coyuntura
actual el trabajo social como profesión-disciplina en construcción, tiene que tomar en
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cuenta las reales amenazas presentes en el contexto y los desafíos que se derivan de la
necesidad de generar un conocimiento social, que permita fundamentar la intervención
profesional en lo social, por las profundas implicaciones que tiene para el desarrollo de la
profesión a mediano y largo plazo.

Esta práctica social al priorizar la acción social –allí radica una de las mayores
potencialidades del Trabajo Social– ha ido acumulando un saber, un saber-hacer y un
deber ser, del que carecen fundamentalmente las disciplinas sociales que priorizan y
continúan priorizando la construcción de un objeto de conocimiento. Sin embargo, hay
que tener en cuenta que son múltiples las profesiones y las disciplinas, que tratan hoy de
transitar articulando la construcción de un conocimiento de lo social, con la búsqueda y
construcción de sentido de un horizonte de intervención en lo social.

A mediano y largo plazo, si no se asumen estos desafíos muchas de las disciplinas y


profesiones, estarán irremediablemente sometidas a perder vigencia o incluso a
desaparecer, dadas las necesidades y las demandas sociales existentes, desde los
sujetos, las poblaciones, las instituciones sociales, las agendas de políticas públicas y los
nuevos contextos sociales, culturales, políticos, etc.

En contraposición a los ideales de la razón planteados por la modernidad de universalizar,


de homogenizar las sociedades, los nuevos contextos y escenarios sociales, se
caracterizan por la existencia de una marcada pobreza, exclusión social, desigualdad,
desintegración, heterogeneidad de lo social, fragmentación social, diferenciación, crisis de
identidades y pérdida de los vínculos y de los lazos sociales; la vida en sociedad se ha
complejizado y frente a la certezas y verdades absolutas, acabadas y construidas, incluso
por las mismas ciencias sociales y humanas, nos encontramos hoy en el mundo de la
incertidumbre y de alguna manera en la era de la heterodoxia; éste hecho se puede
considerar como algo muy positivo, para avanzar en la construcción de un conocimiento
de lo social, que permita abordar de manera distinta los problemas y problemáticas
sociales, en los nuevos escenarios y contextos complejos de intervención profesional.

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De otro lado, como lo plantea Carballeda, 2002:53-54 “La relación entre la denominada
globalización y la vida cotidiana trae como consecuencia una serie de nuevos problemas
que se transforman en interrogantes para la intervención.

Pero en definitiva la globalización vuelve homogéneo al sector del capital y cada vez más
heterogénea y extraña a la sociedad, la que se expresa en más y nuevas fragmentaciones.
Por último, el surgimiento de nuevas formas de disciplinamiento dentro de la sociedad,
vinculadas especialmente a la lógica del mercado, hace que muchos dispositivos clásicos
de la intervención dejen de ser funcional a la sociedad actual.

Muchos autores entre ellos Gilles Deleuze, plantean que se está operando un pasaje de
la sociedad disciplinada a las sociedades de control, donde el Marketing se presenta como
nuevo instrumento de control social, ya no sería necesaria la aplicación de la disciplina
desde “afuera” sino que este nuevo modelo de sociedad implica esencialmente,
“autodisciplina”.

En estas circunstancias, resulta pertinente hacer un poco de historia, que permita


comprender las claves importantes sobre cómo se asumió, en trabajo social, la reflexión
en relación con el tema del método y la metodología de intervención, durante la
reconceptualización y la llamada post-reconceptualización, que se inicia más o menos a
partir de la década de los ochenta en el siglo pasado.
.
El movimiento de reconceptualización como crítica de la formación y la intervención
profesional La Reconceptualización que lideró la llamada “Generación 65” a nivel del
trabajo social, se constituyó en el más importante movimiento académico de crítica y de
autocrítica sistemática a las características de la formación y de la intervención
profesional, al que se haya visto sometida una profesión; de ello no existe punto de
semejanza o de comparación alguna, con ninguna otra profesión o disciplina de las
ciencias sociales y humanas en el contexto de América Latina; aunque paradójicamente,
compartiera con ellas en su ejercicio concreto, un contexto estructural común, que
evidenciaba una profunda crisis: política, económica, social, cultural, institucional,
ideológica, etc

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La Reconceptualización como movimiento crítico tuvo importantes potencialidades, pero
también hay que admitirlo, condujo a una serie de errores y desviaciones con
consecuencias sociales y académicas, tanto en términos de la formación como de la
intervención profesional. De una manera rápida y a groso modo, se podría plantear que
este movimiento cuestionó cuatro aspectos importantes:

• Una práctica profesional con un marcado acento empirista: se refleja en una


limitada formación epistemológica, teórico-conceptual, metodológica e incluso técnica. Se
identifica en la formación una práctica empirista de bajo o de ningún nivel teórico, que
reduce la investigación a la mera acumulación de datos y, de los cuales se parte para
formular generalizaciones empíricas, convirtiendo de esta manera el dato en el reflejo
inmediato de la realidad. El dato en sí mismo no es conocimiento, si no se le piensa a la
luz de conceptos y categorías de análisis, es decir, para poder trascender la inmediatez
del dato es necesario pensarlo y abstraerlo a partir de referentes teóricos.

La investigación se asume desde una lógica neo-positivista, que no trasciende la


inmediatez, lo fenoménico, lo sensible y, que presupone por parte del profesional una
ignorancia absoluta sobre el objeto de acción que aborda, lo que le impide además
trascender y transformar el objeto de intervención en objeto de construcción de
conocimiento,

El trabajo social entonces se caracteriza por carecer de una lógica de investigación,


problema que se acentúa en la intervención profesional por el marcado énfasis que se da
a la práctica en términos del sentido común, mediante el propósito de comprensión y
ayuda.

En este sentido, Faleiros, 1972, señalaba para esa época que la práctica del (trabajo
social) era totalmente empirista, ya que se repite siempre en función de un resultado
inmediato y pragmático sin criticarse:

• Una formación ideológico-humanista: la cual plantea la “neutralidad”, la “apoliticidad”


y la asepsia metodológica de la práctica profesional, basada en principios generales de
libertad, dignidad y autodeterminación de la persona humana, presentando la profesión
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de trabajo social como algo “puro” e “indeterminado”, que tiene como objetivo abstracto
el bienestar social de individuos, grupos, comunidades; suprimiendo así el carácter
ideológico y político de la intervención profesional, negando y velando, las contradicciones
y conflictos existentes en la estructura social.

*Una visión limitada sobre los métodos y las metodologías de intervención


profesional: basados en supuestos lógicos del positivismo y del funcionalismo estructural
y configurada en una teoría de la acción social, que concibe la sociedad como funcional y
natural, cuya finalidad es adaptar y lograr la integración de los actores (individuos, grupos,
comunidades), al medio social, mediante la aplicación de los llamados métodos
tradicionales o clásicos, tratando de alcanzar la satisfacción de ciertas necesidades que
permita la homeostasis o equilibrio del sistema social.

La Reconceptualización crítica el “individualismo metodológico” dominante en el trabajo


social, que asume al individuo como la fuente principal de trastorno y desadaptación
totalmente desconectado y aislado de la estructura social; también cuestiona y critica la
“asepsia metodológica” que, revestida con el manto de la neutralidad, niega el carácter
político implícito en toda acción social. Como lo plantea (Ander-Egg, 1986), la
Reconceptualización tuvo el mérito de haber descubierto y develado la dimensión política
e ideológica implícita en toda acción social realizada desde la profesión:

• Una formación profesional débil y heterogénea: se refleja en el bajo nivel de


preparación epistemológica, teórico-conceptual y metodológica.

Es notoria la ausencia de una formación que se fundará en el conocimiento sistemático


de las principales teorías sociales y en la ausencia de una formación investigativa
rigurosa, que permitiera el conocimiento de los métodos y de los diferentes tipos de
investigación social.

La ausencia de una formación que se fundara en el conocimiento de la relación teoría y


método para abordar el estudio de las realidades sociales, pesaría mucho en la
intervención del trabajo social, lo que naturalmente le impide generar un conocimiento
sobre las especificidades sociales en las que interviene, repensar y teorizar la
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intervención, criticarse a sí misma y cuestionar creativamente las teorías tomadas de las
ciencias sociales y humanas. (Estrada, y Mejía, 1979)

La ausencia de una formación que se funde en el conocimiento de la relación entre teoría


y método para abordar el estudio de las realidades sociales pesaría mucho en la
intervención del trabajo social, lo que naturalmente le impide generar un conocimiento
sobre las especificidades sociales en las que interviene, repensar y teorizar la
intervención, criticarse a sí misma y cuestionar creativamente las teorías tomadas de las
ciencias sociales y humanas (Estrada y Mejía, 1979).

La cuestión sobre el método y la metodología de intervención profesional Uno de los


resultados importantes de la Reconceptualización a partir de la década de los ochenta –
período en el que se inicia la denominada post-reconceptualización fue el mejoramiento
ostensible de la formación profesional, desde el punto vista ontológico, epistemológico,
teórico conceptual, metodológico e investigativo, lo cual se va a reflejar positivamente en
una mayor eficacia social6 de la intervención profesional, éste es sin duda uno de los
grandes aciertos. Sin embargo, éste movimiento también incurrió en una serie de
desviaciones que han pesado en la historia del desarrollo de la profesión en América
Latina, al sobredimensionar y sobre ideologizar la intervención del trabajo social, como
una práctica política macro societal, cuya finalidad era la transformación radical de las
estructuras sociales y el compromiso con un proyecto de emancipación humana de
liberación de los oprimidos, del cual se apropia unilateralmente y se responsabiliza de
llevarlo a feliz término.

Esta tendencia al priorizar una práctica política a nivel macroestructural, niega


tajantemente las posibilidades de intervención microestructural, en cuanto no comprende
ésta dialéctica y conflictiva relación; por lo tanto, se puede afirmar que ésta tendencia
como expresión del ala más radical de la reconceptualización, dejó en un segundo el
asunto de la reflexión sobre la intervención profesional, el método y la metodología de
intervención, situación que se manifiesta de manera clara en todo el continente
Latinoamericano.

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Algunos autores han denominado este período como la politización de la intervención
profesional, por ejemplo, Alwin citado por AnderEgg, 1986:374, reconoce la existencia de
una fuerte politización que tuvo repercusiones en la formación desde el punto de vista
académico y teórico, concluyendo que el trabajo social en América Latina ha alcanzado
con este proyecto, pese a todas sus limitaciones, un nuevo nivel de desarrollo y ya no
podrá volver a ser lo que era antes de la reconceptualización.

En esa misma dimensión pero con un acento diferente al destacar la prelación por la
perspectiva macroestructural Netto, (citado por Ander-Egg, 1986:374), señala que la
incidencia del proceso de reconceptualización fue positiva: se comenzó a producir un
cuadro profesional mínimamente alfabetizado, versado en el acervo de la ciencia social,
capaz de recorrer las nuevas teorías sociopolíticas y económicas, apto para comprender
los fenómenos de microescala a partir del encuadramiento sociohistórico macroscópico.

La Reconceptualización, como se anotó anteriormente, se centró en cuestionar y criticar


la llamada metodología “tradicional” o “clásica”. Esto significa, que en un primer momento
se cuestiona los llamados métodos tradicionales de trabajo social, sobre todo en cuanto
se señala que estos métodos respondían a una visión fragmentada y parcializada de la
realidad, en ese sentido se entra a colocar en tela de juicio su estructura lógica, las fases
o momentos del método: estudio, diagnóstico y tratamiento. Se cuestiona la concepción
que reduce lo social a la existencia de simples patologías sociales, la cual subyace como
concepción y le sirve de fundamento a la intervención profesional; esta concepción es
retomada por el trabajo social desde la medicina clínica, de la sociología funcionalista
estructural, de la psicología y del psicoanálisis plano,

4.- Campos del desarrollo del Trabajo Social

El Trabajador Social, es un ente de cambio que busca la transformación de las


comunidades, y puede intervenir en diversos campos, como lo son:

Salud: La intervención del Trabajo Social en Salud tiene un carácter clínico e implica el
diagnóstico del enfermo y el tratamiento psicosocial en relación con el proceso de salud-
enfermedad, por un lado, y por otro, conlleva la orientación, tanto al resto del equipo
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sanitario, como a la paciencia y su entorno, sobre los recursos sanitarios y sociales
adecuados a los objetivos de salud

Educación: Se articula un sistema educativo complejo que persigue la garantía del


derecho que tienen todos los alumnos a recibir una educación que asegure el pleno
desarrollo de su personalidad, para lo que se considera necesario la promoción de la
igualdad de oportunidades sin discriminación y el establecimiento de medidas
compensatorias, así como, la realización de políticas educativas de integración y
educación especial.

Derechos Humanos: El Trabajo Social se desarrolla principalmente en torno a la


promoción de los derechos fundamentales, con el fin de garantizar el bien común.

Desarrollo Social: Tomando en cuenta la re conceptualización del Trabajo Social y


dejando de lado el asistencialismo, el Trabajo Social busca que se logre un progreso y
cambio en la sociedad.

Sistema Judicial: El Trabajo Social en el sistema judicial actúa como una disciplina
auxiliar de la administración de justicia facilitando información exhaustiva y sistemática
para la toma de decisiones en el ámbito judicial, por un lado, y por otro, como un disciplina
que formando parte que los equipos multidisciplinares existentes en el ámbito judicial se
preocupa por hacer efectivos los procesos de integración y reinserción social.

Bibliografía
Fernandez Garcia, T., & Ponce De Leon Romero, L. (2014). Nociones Basicas de Trabajo Social. Ediciones
Academicas, S.A.
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