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I. Los Enfoques Clásicos Sobre Estratificación y Clases Sociales. Un Primer Acercamiento Analítico A Los Sectores Medios

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

I. Los enfoques clásicos sobre


estratificación y clases sociales.
Un primer acercamiento analítico
a los sectores medios

Es en los denominados enfoques clásicos respecto a la


estratificación y la estructura de clases –es decir, en las teorías
marxiana, weberiana y funcionalista– donde es posible encontrar las
primeras referencias analíticas para una conceptualización de los
sectores medios. Por cierto, en estos enfoques no se encuentra un
abordaje acabado o sistemático en torno a dichos sectores, sino que,
más bien, dentro del marco general de una teoría de la estratificación y
las clases se pueden rastrear algunas referencias e indicaciones para su
identificación y descripción.
Precisamente, este es el motivo por el cual se ha decidido iniciar
la presente revisión analítica dando cuenta, brevemente, de las
principales ideas, nociones y conceptos elaborados por los enfoques
clásicos sobre estratificación y las clases, y cómo en ellos aparecen
referidos los sectores medios. La relevancia particular de estas
precisiones introductorias radica en establecer y clarificar, desde los
enfoques clásicos, una serie de conceptos (clase, ocupación, status,
estilo de vida, etc.) que son centrales para los diversos análisis y
debates posteriores sobre estratificación social y la definición de los
sectores medios.

11
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

De hecho, como luego se revisará, las perspectivas más recientes en torno al tema y que
mayor influencia han tenido en el ámbito de la investigación teórica y empírica contemporánea, se
caracterizan en buena medida por intentar conciliar o vincular analíticamente la diversidad de
conceptos presentes en los enfoques clásicos, para desde ahí lograr una mejor comprensión de la
estratificación social y la estructura de clases en las complejas sociedades actuales.

A. Producción, mercado y prestigio. Dimensiones analíticas de


los enfoques clásicos
Desde la óptica marxiana,4 como es sabido, la delimitación y diferenciación de grupos
(clases) sociales se vincula directamente con la forma en que se organiza el proceso de trabajo en
un determinado momento histórico (división social del trabajo), o en términos más amplios, con la
articulación de un modo de producción y su consiguiente estructuración de determinadas relaciones
sociales. En palabras más precisas, el análisis de Marx considera que el proceso de trabajo –
entendido como la transformación material del entorno mediante una acción (social) con una
finalidad particular – se organiza en torno a los siguientes componentes o factores: (a) una
actividad creadora de valor y adecuada de acuerdo a una finalidad; (b) un objeto sobre el cual la
primera actúa y se materializa; y (c) los medios de trabajo que se emplean para el cumplimiento del
proceso. Al primer factor, entonces, se le puede identificar como trabajo productivo, mientras que
el objeto y los medios de trabajo corresponderían a los denominados medios de producción.5
Será entonces en el acceso diferenciado a los medios de producción, en tanto éstos otorgan la
posibilidad de controlar y dirigir el proceso de trabajo, donde el análisis marxiano ubicará el núcleo
de la estratificación y las clases sociales. Esto implica, por tanto, considerar que los grupos sociales
se diferencian y ordenan jerárquicamente a partir de la distinción binaria elemental propiedad / no
propiedad de los medios de producción, lo cual en el marco histórico del capitalismo aparecería
representado, como es sabido, por la existencia de la burguesía y el proletariado como clases
sociales fundamentales. En suma, se trataría de que los grupos sociales son posibles de identificar y
definir a partir de los modos en que se insertan en la estructura productiva, caracterizándose dichos
modos desde las relaciones de propiedad sobre los medios de producción que posibilitan el control
del proceso de trabajo y la apropiación de sus productos.
Una consideración fundamental que se desprende de lo planteado, es que el proceso de
trabajo al organizarse sobre la base de la transferencia y extracción de plusvalía desde los no-
propietarios (fuerza de trabajo) a los dueños de los medios de producción, implica inherentemente
una relación de explotación entre los agentes (grupos) que participan del proceso, lo cual determina
que las clases estructuradas en torno a dicho ámbito porten identidades e intereses contrapuestos, y
por ende, que sus relaciones se estructuren a partir del conflicto social (latente o manifiesto). Es
esto, precisamente, lo que lleva a privilegiar dentro del análisis marxiano el concepto de clase
social para dar cuenta de los grupos producidos y diferenciados en el marco de la estratificación
social, toda vez que dicho concepto, en esta perspectiva, implica no sólo una jerarquización de
categorías sociales, sino que además la existencia de intereses antagónicos posibles de materializar
en acciones colectivas y disputas sociopolíticas.
Ahora bien, a partir de estas consideraciones generales sobre la estratificación y las clases en
la óptica marxiana, es posible mencionar algunas ideas importantes para la conceptualización y el
debate sobre la identificación de los sectores medios. En este ámbito, precisamente, ha tendido a

4
Se utilizará el adjetivo marxiano para hacer referencia a las ideas y conceptos que pueden considerarse parte de la teoría original de
Marx, mientras que, por su parte, marxista se reservará para la identificación de la serie de perspectivas y debates que se han dado al
interior de la tradición que, de una u otra manera, se desprende de dicha teoría.
5
Marx, Karl: El Capital. Crítica de la Economía Política, Tomo I, Ed. FCE, México, 2001, págs. 31-33.

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predominar la opinión de que uno de los problemas fundamentales que aqueja al enfoque marxiano
sobre las clases es su dificultad para identificar y definir de forma adecuada a las posiciones
intermedias de la estructura de clases, toda vez que ésta, como se apuntó, aparece representada
desde un esquema dicotómico a partir de las relaciones de propiedad / no propiedad.6
De acuerdo a esto, la interpretación de los sectores medios se concibe principalmente en
torno a dos consideraciones. En primer lugar, se considera que las clases medias corresponden a un
segmento social transicional en términos históricos, vale decir, a grupos sociales que representan
vestigios precapitalistas aún no superados, y que por ende serán subsumidos en las categorías
sociales fundamentales (burguesía y proletariado) a medida que avanza el proceso de
modernización capitalista. Se trata, particularmente, de la tesis de la pauperización creciente
inherente al desarrollo capitalista, que llevaría a amplios sectores sociales que representan
posiciones intermedias a deslizarse progresivamente hacia la clase obrera. Y, en segundo lugar, se
considera a los sectores medios como fracciones o subdivisiones de las clases principales,
particularmente de la burguesía, atribuyéndoles entonces la categoría de “pequeña burguesía”.
Ambas consideraciones, como se puede apreciar, se caracterizan por una insuficiencia o
dificultad notoria de identificar de forma nítida y positiva a los sectores medios, en tanto sólo se
consideran como apéndices de otros grupos sociales o resabios destinados a desaparecer con el
desarrollo histórico. Por ello no es de extrañar – sobre todo a luz de los cambios históricos que
desde fines del siglo XIX pusieron en tela de juicio estas consideraciones – que ambas fuesen
posteriormente ampliamente profundizadas, debatidas y reformuladas, incluso al interior de la
misma tradición marxista, tal como se hará referencia más adelante con mayor detalle.
También desde el enfoque weberiano es preciso destacar algunos conceptos fundamentales
para el análisis de la estratificación y las clases sociales, y desde ahí, la particularidad de los
sectores medios. La principal relevancia del análisis de Weber radica en considerar una
multiplicidad de mecanismos y fuentes que actúan en la diferenciación y estratificación de los
grupos en una sociedad, y no sólo el acceso desigual a los medios de producción y la diferenciación
de clases considerada por Marx. Precisamente, esta extensión de los mecanismos y tipos de
diferenciación social se vincula con la preocupación central del análisis weberiano, esto es, las
relaciones de poder y dominación que se establecen en el marco de una comunidad política.
Para Weber, en efecto, las relaciones sociales en una comunidad aparecen estructuradas a
partir de una distribución desigual del poder, vale decir, de las probabilidades de un individuo o un
grupo social de imponer su voluntad particular sobre otros, lo cual se liga a la existencia de tres
variados tipos de recursos que confieren, a su vez, diversas expresiones de poder, a saber: (a) los
bienes y servicios presentes en el ámbito del mercado (poder de disposición); (b) el honor social o
prestigio (poder social); y (c) el poder político. Es por esto que se ha enfatizado, comúnmente, que
mientras el análisis de Marx sobre las clases se vincula a la existencia de relaciones de explotación,
en Weber se trata más bien de relaciones de dominación, de distribuciones desiguales del poder,
todo lo cual daría origen a un esquema multidimensional de la estratificación, en el sentido que
existen diversos mecanismos que diferencian y ordenan a los grupos sociales.
De esta manera, en primer término, se puede identificar una forma de diferenciación social
que transcurre en torno a la distribución y utilización de bienes y servicios en la esfera mercantil,
que remite al poder de disposición que se tiene sobre éstos, tanto en términos de posesión como en
sus posibilidades de valorización. Es aquí, precisamente, donde Weber identifica la existencia de
las clases, señalando, por tanto, que la situación de clase corresponde a la posición ocupada en el
mercado.7 A partir de la posición en el mercado se establecen, entonces, determinadas

6
Véase Ossowski, Stanislaw: Estructura de clases y conciencia social, Ed. Diez, Buenos Aires, 1972.
7
Weber, Max: Economía y Sociedad, Ed. FCE, México, 1962, pág. 684.

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

oportunidades de vida compartidas por los individuos que son miembros de una determinada
situación de clase, lo que implica que poseen un componente causal común en su posibilidad de
obtener ingresos o beneficios a partir de los bienes y/o servicios que se pueden ofrecer en el
mercado.8
Sin embargo, Weber va a razonar que una situación de clase no debe considerarse como una
entidad absolutamente homogénea en su composición, sino que se presenta siempre una diversidad
interna que remite a los distintos tipos de bienes ofertables (cantidad y cualidad) y al sentido con
que éstos se utilizan (por ejemplo: la distinción entre clases propietarias, principalmente rentistas,
y clases lucrativas como los empresarios). De esta manera, las posiciones de clase posibles de
reconocer son múltiples y diversas, pues remiten al modo en que se utilizan los diferentes bienes
que se poseen y valorizan en la esfera mercantil, lo que plantea una dificultad importante al
momento de intentar identificar empíricamente grupos sociales definidos y limitados en una
determinada sociedad.
El análisis weberiano pareciese considerar plenamente esta dificultad, y por ello introduce el
concepto específico de clase social para señalar a la totalidad de aquellas situaciones de clase entre
las cuales un intercambio personal y en la sucesión de generaciones es fácil y suele ocurrir de modo
típico.9 Con ello, entonces, se introduce una preocupación analítica que, como se verá, es central
para el análisis de la estratificación y la particular identificación de las capas medias, como es el
fenómeno de la movilidad social, entendida a grandes rasgos como el grado de apertura o cierre
presente en la estructuración de los grupos y clases en una sociedad.
Dentro de este marco general, Weber va a proceder a identificar a los sectores medios, valga
la redundancia, como posiciones intermedias tanto en relación a las clases propietarias como a las
lucrativas. En el primer caso, se trataría de todas aquellas capas que situándose entre las clases
propietarias se vinculan principalmente a propiedades o cualidades de educación como medio de
obtención de ingresos. Mientras que, como posición intermedia entre las clases lucrativas, se
encuentran también sectores identificables como “clases medias”, donde destacan los artesanos y
campesinos que trabajan de forma independiente, los funcionarios de carácter público y privado,
los profesionales liberales y otros trabajadores con cualidades monopólicas (cualificaciones).
Cabe destacar que en ambos casos se consideran aspectos que ocuparán un lugar importante
en la posterior discusión sobre los sectores medios, como es la existencia de cualificaciones
educativas, el trabajo independiente, el empleo en labores de funcionariado, etc. Esto, no obstante,
no salva que la conceptualización weberiana de las capas medias no es del todo precisa en términos
de su identificación y comprensión.
Sin embargo, como ya se mencionaba, Weber también considera otro mecanismo de
diferenciación social que se relaciona con la distribución del prestigio u honor en una comunidad,
lo que daría origen a los grupos estamentales, entendidos como agrupaciones que se configuran en
torno a un determinado estilo o modo de vida reconocido como particular o propio, y que por ende
les permite cierta identificación y reconocimiento simbólico. Los grupos estamentales, entonces, se
caracterizan por el monopolio sobre determinados bienes (materiales y simbólicos) que les
permiten adquirir un modo de vida específico, al cual sólo se puede acceder cumpliendo con ciertas
“convenciones” o “acreditaciones”. Además, cabe destacar el hecho de que en el análisis weberiano
los grupos estamentales se conciben como opuestos a la libre evolución del mercado, dado que ello
pondría en riesgo sus monopolios, por lo cual tenderían a predominar en situaciones
socioeconómicas de estabilidad, a diferencia de las clases – que al basarse en la mera posición

8
Por cierto, debe considerarse no sólo el mercado de bienes, sino también el mercado de trabajo y, por ende, la posibilidad de ofrecer
y valorizar la fuerza de trabajo.
9
Weber, M.: Op. Cit., pág. 242.

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ocupada en el mercado – se acrecentarían con el desarrollo del mercado y las transformaciones


técnicas-económicas.
Finalmente, es preciso considerar algunas ideas vinculadas a la perspectiva funcionalista que,
como es sabido, ha sido comúnmente considerada como el tercer enfoque clásico sobre la
estratificación social, y que ha ejercido una importante influencia en la investigación empírica
ligada al tema, particularmente en el marco de la sociología americana.
Para el enfoque funcionalista la estratificación social debe considerarse como “la ordenación
(ranking) diferencial de los individuos humanos que componen un sistema social dado y el orden
de superioridad o inferioridad que guardan sobre ciertos respectos socialmente importantes”.10 En
este contexto, de acuerdo a Parsons, debe considerarse a la evaluación moral como el criterio
central que rige a la estratificación, de modo tal que ésta corresponde a un sistema de ubicaciones
(escala) ordenado de acuerdo a la valoración (prestigio o desaprobación, como casos extremos) que
se realiza en torno a la posición y el actuar de los individuos respecto a aspectos considerados
socialmente significativos.
En este sentido, los individuos son ubicados en una escala de estratificación de acuerdo a
determinadas pautas valorativas compartidas socialmente y que, por lo mismo, poseen la capacidad
de orientar normativamente la motivación individual y las finalidades del actor. Es por esto,
precisamente, que desde el enfoque funcionalista la estratificación social se destaca como un
mecanismo esencial para la estabilidad e integración de las sociedades, en la medida en que
posibilita que las relaciones sociales se ordenen en referencia a valoraciones compartidas que se
anclan en las motivaciones y que a su vez se expresan normativamente en las instituciones.11
Los aspectos en torno a los cuales transcurre la valoración que da origen a las posiciones de
la estratificación son variados y múltiples, pero en el contexto de la sociedad occidental moderna
ocuparía un lugar central el trabajo y la estructura de roles ocupacionales que éste contempla. La
división del trabajo – crecientemente compleja en la sociedad moderna - acarrea la existencia de
una diversidad de ocupaciones que son valoradas, en mayor o menor grado, de acuerdo a su
importancia funcional para la supervivencia de la sociedad.
De este modo, entonces, las posiciones (roles ocupacionales) que revisten mayor importancia
para la sociedad, y también aquellas que representan un talento escaso o requieren de mayor
adiestramiento para su desempeño, son revestidas con superiores recompensas y niveles de
prestigio, dando forma al ordenamiento estratificador de los individuos de acuerdo a la valoración
social de su ocupación. De esta manera, mediante la estratificación social la sociedad se asegura de
motivar a los individuos a ocupar ciertas posiciones relevantes funcionalmente, y una vez en ellas,
a cumplir de buena manera las tareas respectivas, de modo tal que la desigualdad de prestigio se
concibe como un elemento fundamental en la estabilidad y el funcionamiento integral de la
sociedad.12
Además, ligado estrechamente a la estructura ocupacional, Parsons va a considerar otros dos
elementos que son objeto de valoración social, y por ende, factores de estratificación: el sistema de
intercambio y el sistema de propiedad. Son estos tres elementos estructurales – ocupación,
intercambio y propiedad – los que representan el “complejo instrumental” que debe considerarse
10
Parsons, Talcott: Un enfoque analítico de la teoría de la estratificación social, en Ensayos de teoría sociológica, Ed. Paidós, Bs.
Aires, 1967, pág. 62.
11
Cabe recordar, que para el funcionalismo la integración institucional representa el fundamento a partir del cual se produce y estabiliza
el orden social, toda vez que posibilita la complementariedad de expectativas entre los actores sociales mediante la comunión de valores
que se encarnan en las instituciones. Véase Parsons, T.: El Sistema Social , Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1976.
12
“La desigualdad social es, de ese modo un expediente inconsciente a través del cual las sociedades se aseguran que las posiciones
más importantes estén ocupadas responsablemente por las personas más calificadas. Cada sociedad (...) debe por lo tanto,
diferenciar a las personas en términos de prestigio o estima”. Véase Davis, Kingsley y Moore, Wilbert: Algunos principios de la
teoría de la estratificación, en Bendix, R. y Lipset, S.: Clases, Status y Poder., Ed. Euramérica, Madrid, 1972.

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

como núcleo de la diferenciación y estratificación social13. Por último, también se deben considerar
otros factores que contribuyen a la ubicación diferencial de los individuos en términos de valor, a
saber: (a) la participación como miembro en una unidad de parentesco; (b) cualidades personales;
(c) logros; (d) posesiones; (e) autoridad; y (f) poder.
La posición de un individuo en el sistema de estratificación social es resultado, en suma, de
las valoraciones que se realizan en torno a estos elementos o categorías estructurantes, y por ello
ésta debe concebirse en términos de status, es decir, como ubicaciones en una escala de prestigio
social. Mientras que, por otra parte, la categoría de clase social aparece vinculada a la existencia de
un conjunto de personas que comparten unidades de parentesco (kinship unit) que son valoradas de
modo aproximadamente similar.
Precisamente, el factor estratificador representado por las unidades de parentesco posee una
relevancia especial dentro del análisis funcionalista para la identificación de las clases medias. En
términos generales, los grupos o unidades de parentesco son concebidos como las entidades básicas
de solidaridad del sistema social, toda vez que en su seno no se da una competencia por status
ocupacionales, sino que se comparte entre sus miembros una determinada posición de prestigio -
vale decir, un status-, y por ello están en la base de la conformación de una categoría colectiva
como la implicada en la idea de clase social.
Ahora bien, la relación entre las unidades de parentesco y la estructura ocupacional
determina que se produzcan y diferencien “tipos de familia”, principalmente caracterizados por la
presencia de rasgos culturales particulares (actitudes, ideología, definición de situaciones, etc.).
Precisamente, como advierte Parsons, la distinción entre clase media y baja, además de remitir a
ocupaciones diversamente valoradas, también transcurre en torno al tipo de familia presente, en
donde es posible constatar que en las clases bajas predominan valores y actitudes que tienden a
reproducir la posición de subordinación, lo cual no se presentaría en el caso de los sectores
medios.14
En suma, el enfoque funcionalista permite una aproximación analítica a los sectores medios
vinculada, por un lado, al prestigio que revisten sus posiciones (roles) en la estructura ocupacional,
es decir, su status, y por otro, pero vinculado a aquello, al tipo de familia y rasgos culturales que
configuran sus unidades de parentesco. Ambas líneas, como veremos, serán posteriormente
desarrolladas y profundizadas en las investigaciones tanto teóricas como empíricas sobre los
sectores medios.

B. El legado de los enfoques clásicos. Conclusiones y debates


Como se ha pretendido reseñar en este apartado, la diversidad de enfoques clásicos sobre la
estratificación social comparten el rasgo esencial de introducir conceptos y nociones claves para el
análisis de los procesos de diferenciación y jerarquización de los grupos sociales, como son - por
mencionar algunos – los términos de clase social, status, posición de mercado, estructura
ocupacional, etc. Es decir, se trata - tal como se señalaba al comienzo – de enfoques analíticos que
pretenden desarrollar un marco o teoría general para la comprensión de la estratificación social, y
dentro de ese contexto, es posible rastrear algunas indicaciones o referencias para la identificación
y caracterización de los sectores medios. Precisamente, son éstas las que serán profundizadas y
debatidas en las aproximaciones posteriores que la investigación sociológica llevará a cabo

13
Parsons, T.: Clases sociales y conflictos entre clases a la luz de la reciente teoría sociológica, en Ensayos..., Op. Cit., pág. 281.
14
Ídem, pág. 285. En todo caso, es necesario precisar que la referencia parsoniana apunta, como se encarga de advertir, al caso
particular de la sociedad norteamericana.

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buscando conceptualizar de mejor manera las posiciones y comportamientos propios de los sectores
o capas intermedias de la estructura social.
Ahora bien, para concluir este apartado es preciso destacar algunas líneas de análisis y
debate que se desprenden de los enfoques clásicos revisados.
En primer lugar, es posible apreciar que se trata de aproximaciones teóricas a la estructura
social que intentan dar cuenta de ésta mediante la vinculación analítica de categorías clasificatorias
generadas desde la estratificación social con categorías propias de la estructura de clases, lo que
permite abordar el problema de la identificación y comprensión de unidad o actores sociales reales,
y no sólo de categorías sociales estadísticas.
En efecto, la noción de clase social implica que los grupos se estructuran y actúan en torno a
intereses que trascienden los móviles puramente subjetivos, fundándose en posiciones compartidas
por sus miembros en la estructura social, pudiendo identificarse diversas matrices – desde los
enfoques clásicos – para la generación de dichos intereses de clase, destacándose la propiedad, el
mercado y las unidades de parentesco. A estos intereses debe agregarse el proceso de reproducción
de las clases (transferencia entre generaciones de sus propiedades esenciales) y las formas de
organización colectiva que asumen para expresarse como actores colectivos, todo lo cual configura
los componentes básicos que supone la identificación de las clases desde el análisis sociológico.15
Esta vinculación entre categorías clasificatorias y componentes de clase, es uno de los principales
legados de los enfoques clásicos a los análisis contemporáneos de la estratificación social.
Ligado a lo anterior, si bien es claro que los enfoques clásicos se vinculan con diversas
perspectivas de análisis en el esclarecimiento de los factores o elementos centrales que participan en
la generación de la estratificación, todos pareciesen compartir la idea de la centralidad del trabajo en
los procesos de constitución y diferenciación social. Ello implica, por una parte, que se destaque la
relevancia del empleo como mecanismo configurador de identidades sociales, y por otra, que la
estructura social y la estratificación se analicen sobre la base de la estructura ocupacional.
De esta manera, como se apreció, para el análisis marxiano las clases sociales se identifican en
torno al proceso productivo; en el caso de Weber la situación de clase se vincula a la posición en el
mercado, particularmente el mercado de trabajo; y finalmente para el funcionalismo los roles
ocupacionales son el elemento central – y el menos variable - del “complejo instrumental” que actúa
como núcleo de la estratificación. Se trata, en suma, de perspectivas que se insertan, de una u otra
manera, dentro de un paradigma productivista sobre la estratificación y la diferenciación social.
Por lo mismo, y como última línea de análisis a destacar, se trata de enfoques que al
centrarse en la posición o ubicación de los agentes en la producción o sus roles ocupacionales,
tienden a representar una imagen de la estratificación social con ciertos rasgos estáticos, o al
menos, una visión donde las acciones y relaciones entre grupos sociales encuentran un lugar poco
preciso. Ello explica, además, que no se encuentre una acabada exploración de un tema que se
revelará como central en el debate posterior para dar cuenta de la estratificación y las relaciones
entre grupos sociales, como es el del fenómeno de la movilidad social.
Los análisis contemporáneos sobre estratificación y clases recogerán buena parte del legado
de los enfoques clásicos, intentando además – como se verá más adelante – superar sus dificultades
o limitaciones analíticas, sobre todo mediante la identificación de otros mecanismos
diferenciadores y constitutivos de las identidades sociales (además del trabajo), y atribuyendo un
rol más importante a las acciones y relaciones en la estructuración de los grupos sociales.

15
Atria, Raúl: Estructura ocupacional, estructura social y clases sociales, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N° 96, 2004, págs. 13-
14.

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