Mauricio Kartun - Sacco y Vanzetti
Mauricio Kartun - Sacco y Vanzetti
Mauricio Kartun - Sacco y Vanzetti
BARTOLOMEO: (Solo. Una carta.) Norteamérica. Gennaio 1920. Signorina Luigia Vanzetti. Villafalleto, Italia. (Una luz descubre a
Fundación Somi Luigia que lo escucha cargada de nostalgia.) Querida hermana: Aquí estoy de vuelta en la ciudad. Compré por fin el carro y la
balanza para vender pescado (Evoca.) (Pesce...! (Pesce fresco...! (Frutti di mare...! Los cuchillos de filetear ya los tenía. Me ha ido
bien las primeras semanas aunque ahora con la nieve, ya no se puede trabajar a la intemperie. Tomé el toro por los cuernos y me
Obras estrenadas
coloqué de albañil en una obra, aunque tampoco en esto las cosas andan bien: el cemento escasea por la huelga ferroviaria que se
mantiene desde hace meses. Así son las cosas en América. Seguramente tengas razón, y la tenga papá...
Dramaturgia
LUIGIA: Bartolo... Con quei soldi del carretto abresti potuto prendere il biglieto di ritorno...
NUEVO:
BARTOLOMEO: ...Seguramente tengas razón, si. Quizá lo haga el año que viene si junto lo suficiente. Al fin y al cabo no será
Sobrepoco, la
mucho lo que deje aquí: amigos, eso sí, y unos cuantos baldes de sudor. De todos modos estoy, como te he contado, tanto mejor
columna de B.C.
que entonces, cuando llegué. La gente ahora se anima a pedir por lo suyo, y vieras: a algunos ya no nos tratan como animales. De
aquellos días sí ya no quiero acordarme. De dormir a la intemperie y andar revolviendo tachos para encontrar una hoja de repollo o
Sobretodo, una manzana picada. Tres meses recorriendo Nueva York sin conseguir trabajo hasta que aquel paisano piamontés me llevó con él de
Revista digital de pinche a la cocina de un club. La despensa ni tenía ventanas. El vapor del agua para lavar las cacerolas formaba en el techo unas
crítica e investigación gotas como piedras que nos caían sobre la cabeza todo el día. El calor de los hornos te ampollaba las piernas. Las piletas no tenían
teatral desagüe, el agua caía al piso y corría hasta una rejilla. Cuando se tapaba, se inundaban las plataformas de tabla y nos empezábamos
a resbalar en el barro que se hacía. Trabajábamos doce horas un día, catorce el otro. Las salidas eran de cinco horas cada dos
domingos. Comíamos lo que sobraba y dormíamos ahí mismo. (Seis dólares por semana!. Comparado con aquello lo de hoy hasta
Textos de autores parece humano. Nicola Sacco, el compañero del que te hablé, se vuelve a Italia con toda la familia. Ellos también me quieren
argentinos convencer, y quizá entre todos lo estén consiguiendo. Querida Luigina: saludos en mi nombre a todos los amigos y vecinos. Besos a
contemporáneos las tías, a Ettore, a Cencina, a Nalín y familia, y a papá. (Quedan mirándose un último instante.)
BARTOLOMEO: Mille baci e tanto affetto. Tuo. Bartolomeo Vanzetti.(Oscuro sobre él.)
Taller En busca de la
herencia... 2001 NICOLA: (En lo más alto. De cara al cielo. Rosa lo observa.) Subo a la terraza para poder ver las estrellas... Rosa, si lo contamos en
Torremaggiore se hacen cruces... ¡En Norteamérica el cielo no se ve! Desde la calle apenas si se puede ver alguna. (Un tiempo.) No
Libros y videos me acostumbro... Me duelen los ojos. )Podrá ser...? Los primeros años no me daba cuenta. Lo sentía pero no me daba cuenta. Lo
descubrí aquella mañana que cruzamos el puente a pie: A los paisanos que miraban lejos, se les aclaraba la vista. Desde aquí, Rosa...
Ahí hay demasiados cables, no tiene gracia. Antes esas cosas se enterraban: los caños, los cables... Ahora te los cuelgan sobre la
Staff cabeza (Qué manía! Van a terminar tapándose el cielo. )Se durmió Dante ya? (Rosa no contesta. Un tiempo.)
NICOLA: No importa.
ROSA: Importa.
NICOLA: Salsedo. Otro compañero. Se tiró por la ventana en la oficina de policía. Lo estaban interrogando. Tienen una lista.
Estamos preocupados. Habría que avisarle a esa gente para que esté prevenida, sacar un material de propaganda que hay.
ROSA: No vas a ir.
NICOLA: Rosa...
NICOLA: Como si fueran tiempos estos para que esté uno en la casa prendido a las faldas de la mujer...
ROSA: La gente nos mira mal. Ya por italianos nos mira mal... )Qué necesidad...? (Tenemos dos hijos!
NICOLA: )Y por quién si no?. )Hay alguna otra forma en este calvario para que algún día estén mejor...?
INCOLA: Paciencia... El consulado tiene todo listo. Como si eso cambiara las cosas. Aquí o allá...
NICOLA: (Duro.) Allá tampoco. (Pausa.) Rosa... (Un tiempo. Finalmente Rosa le concede un gesto de desconsolada aprobación. Se
ilumina un espacio en el que Bartolomeo observa sus pertenencias que son inventariadas por el teniente Stewart.) Me voy a cuidar.
ROSA: No.
BARTOLOMEO: Mío.
NICOLA: (A Stewart.) Mío también... (A Rosa.) (Juro...! (Lo hace.) No tengo tiempo ya. Dame... (Rosa resignada saca dos billetes
arrugados.)
STEWART: ...Un llavero de cadena con dos llaves, una común y una pequeña de candado...
NICOLA: La última...
ROSA: (En un arranque.) Mejor llevar otros tres, por cualquier cosa... (Le arroja tres monedas.) (Pero ni uno más...!
STEWART: ...Veintitrés dólares: dos billetes de diez y tres monedas de a uno... (Nicola se vuelve hacia él.) Un cortaplumas de acero,
enmangado en hueso...
NICOLA: (Incorporado ya a la comisaría. Aclara.) Un despuntador... Un despuntador para cigarros... Señor... )Podemos saber por
qué se nos arresta?
NICOLA: )Rutina...?
STEWART: Claro. Derechos. Conozco sus derechos, y también mis deberes, señor... (Duda. Busca en los papeles.)
NICOLA: Sacco. Sacco Nicola.
STEWART: ...Rojo y verde, de la misma orientación ácrata. (Da por terminado el inventario. Un tiempo.) Bien. Señor Vanzetti deberá
aguardar aquí, mientras yo interrogo al señor Sacco. Luego lo haré con usted. ( Stewart se instala en un espacio neutro desde el que
domina ambos interrogatorios. A Nicola.) Ahora le voy a hacer algunas preguntas. No está obligado a contestar si no quiere... (A
Bartolomeo.) pero si contesta, sus respuestas podrán ser utilizadas contra usted en el tribunal.
NICOLA: )Tribunal...?
STEWART: )Casado?
STEWART: Repita por favor el nombre y el apellido de la persona que dice que vinieron a buscar.
BARTOLOMEO: Poppy. Sé nada más que se llama Poppy. Bah... todos lo llaman así. Es un sobrenombre, como se dice.
NICOLA: El... Bartolomeo se tenía que encontrar con un amigo de él, y me dijo a ver si yo lo acompañaba a Bridgewater.
BARTOLOMEO: No sé.
BARTOLOMEO: Bastante hace. Trabajamos una vez casi dos años en Plymouth. Una fábrica de sogas que había.
STEWART: )Y lo único que sabe es que se llama Poppy? (Bartolomeo asiente. Stewart lo mira con insistencia.)
BARTOLOMEO: Grandote y gordo es, y pelo blanco... Anda siempre con una camisa azul.
BARTOLOMEO: Azul.
NICOLA: No, no. Vinimos en tren. Un viaje largo. No terminaba nunca el viaje. Después nos bajamos...
STEWART: Ajá...
NICOLA: Anduvimos caminando un rato, hasta una plaza grande que hay, pero Bartolomeo dijo que ya era muy tarde, y que ese
amigo se debía haber acostado ya. Así que nos volvimos.
BARTOLOMEO: Tenía que hablar con él para recomendarle un paisano mío que llegó recién. Pensé que podía conseguirle algún
trabajo.
STEWART: Amigos..
BARTOLOMEO: )Partido...?
BARTOLOMEO: Ninguno.
BARTOLOMEO: Qué...
STEWART: Su partido.
STEWART: )Está inscripto en algún sindicato, señor Sacco? )En alguna organización de trabajadores... gremio...?
NICOLA: No.
BARTOLOMEO: No.
BARTOLOMEO: No sé...
STEWART: Estaba detenido. Cuando vio que conocíamos toda su actividad se suicidó. )Algo que decir?
BARTOLOMEO: Nada.
STEWART: Bien... (A Bartolomeo.) Después firmará su declaración. (A Nicola.) )Hay algo que quiera modificar o agregar?
NICOLA: No señor.
La luz se los lleva. Stewart, calmo, toma su carpeta y ordena las declaraciones.
THAYER: (Golpea el martillo.) Se incorpora al cuerpo de la causa el informe del Teniente Stewart al fiscal de distrito (A Katzmann
que se va haciendo ahora visible.) Fiscal KATZMANN: )puede decirnos la fecha exacta en la que recibe el informe mencionado?
KATZMANN: Sí, sí, su señoría. En la mañana del 6 de mayo, en la Comisaría de Brockton. Veinticuatro horas después del arresto de
los acusados.
KATZMANN: Sí su señoría (Stewart se lo extiende. Desaparece Thayer. Katzmann comienza a leer velozmente.) Cinco de mayo de
1920. En base al primer interrogatorio del que adjuntamos copia... surge evidencia suficiente de que los dos ciudadanos italianos
detenidos en Bridgewater han declarado en falso. A pesar de no haberse efectuado las investigaciones de rigor por falta de tiempo,
resulta presumible que Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti... etc, etc, etc... (A Stewart. Jovial.) ¡Pero mire qué buena pieza teniente
Stewart...! Su estilo es cada vez más jurídico... Lo voy a recomendar como escribiente en el juzgado... Bueno... Tendremos un bonito
desayuno esta mañana. (Palmea a Stewart que no lo retribuye.) )Cómo sigue todo por aquí?
STEWART: (Seco.) En paz. Hasta ahora. (Con una seña hacia afuera incorpora a la escena al grupo de testigos.) El Fiscal Katzmann
los llamará por apellido. (A Katzmann.) Aquí está el expediente: Doble homicidio y robo en South Braintree.
KATZMANN: Todo por hacerse y el día se nos escapa como agua entre los dedos... A ver, STEWART: un inteligente resumen de los
hechos...
STEWART: (De mala gana.) El 15 de abril a las tres de la tarde en la calle Pearl, frente a la fábrica de zapatos Slater & Morril,
Parmenter, el cajero de la firma, y Berardelli del cuerpo de vigilancia...
KATZMANN: Stewart... Tiene una extraña noción de resumen usted. (Lee rápidamente.) Se produjo el robo... asesinaron a los dos...
huyeron con la bolsa... ¿Cuánto...?
STEWART: Iban otros tres hombres. Al menos eso dicen los testigos. Aspecto extranjero los cinco.
STEWART: La plata todavía no entró a circular. El coche lo encontramos en un parque. Pensaron que era peligroso y lo
abandonaron. Le pedimos a los informantes que nos avisaran de cualquiera que anduviera buscando de alquilar vehículo. Fue por eso
que cayeron esos dos. Un taller mecánico nos dio el informe y los levantamos. Pista falsa: no sé en qué andarán, pero con esto no
tienen nada que ver.
STEWART: Hay otro mas: Luis Pelser, pero no se ha presentado. Insiste en que no ha podido ver nada y no hubo manera de...
STEWART: Sí. Les mostré a los testigos algunas fotos de archivo. Una empleada reconoce a uno de los asaltantes: Tony Palmisano.
De la banda Morelli. (Aburrido.) No tiene nada que agradecerme, sólo cumplo con mi deber.
STEWART: Tengo la foto y la testigo. Se le hace firmar la declaración, parten todos, y vuelve a salir el sol.
KATZMANN: (Interrumpe.) Diligencia, Stewart... Diligencia... Que pasen de una vez a ver a esos italianos.
STEWART: Le digo que no tienen nada que ver con esto... Habrá que averiguar en qué andan, pero...
KATZMANN: (Interrumpe.) Stewart. (Seco.) A mí me pagan para encontrar culpables. Los inocentes no necesitan que nadie los
encuentre.
KATZMANN: Bien. Ahora haga pasar aquí a todos los testigos y traiga aquí a esos dos.
STEWART: Juntos...
KATZMANN: Juntos, si..
STEWART: Katzmann, no nos conocemos de hoy... Hay reglamentos. No puedo poner a todos juntos en...
KATZMANN: ¡Y yo no puedo perder el día en esta ruina sólo porque a usted se le ocurra...!
STEWART: (Interrumpe.) (Si esta ruina se mantiene en pie todavía, es porque yo no dejo entrar líos aquí! (Y no hablo de leyes,
Fiscal, hablo de líos! (No quiero ningún compromiso! (Tengo treinta años aquí! Y voy a llegar a mi retiro sin cicatrices. ¡Es posible que
limpio no llegue, pero no voy a llegar con cicatrices! (No me complique con sus cosas!
KATZMANN: (Entonces no me obstruya! (Pausa tensa.) Bien. Supongo que si me voy sin haber hecho los careos, alguien deberá dar
explicaciones. (Comienza a guardar sus papeles. Stewart lo observa tenso.)
STEWART: (Finalmente. De mala gana. A los testigos.) Pasen por aquí. El Fiscal Katzmann necesita interrogarlos.
Una luz cruda ahora sobre Bartolomeo y Nicola, encandilados contra un fondo blanco.
KATZMANN: Bien. Como ya sabrán fueron citados para reconocer a estos hombres detenidos por nuestra policía. Limítense a
observarlos atentamente. Después responderán a las preguntas del caso. (Sacco hace un gesto de cansancio. Katzmann se lo indica
a Stewart con un ademán.)
M. SPLAINE: (A Katzmann.) Si me permite señor, yo he visto una foto hace un momento que me mostró el teniente, y pude...
KATZMANN: (Interrumpe airado.) ¡Pero qué hace...?! (No comprende que no se puede...!
M. SPLAINE: Yo...
KATZMANN: )Quién le pidió que hable? Toda la complicada maquinaria de un procedimiento puede echarse a perder sólo porque...
KATZMANN: No piense. Nadie le pidió que lo haga. Sólo mire a estos hombres y trate de reconocer en ellos a aquel asesino. (Un
tiempo.) Bien. (Bajan las luces sobre Nicola y Bartolomeo que desaparecen. A Cesare Rossi:) Usted... Nombre, apellido, ocupación.
STEWART: Estaba en la terraza con el otro, el que no se presentó. La lavandería queda enfrente a la...
KATZMANN: (Interrumpe. A Rossi.) )Italiano? (Cesare asiente.) Piense bien lo que va a declarar. Le advierto que el falso testimonio
es un delito grave. )Reconoce a alguno de los dos...?
C. ROSSI: )Y qué voy a decir yo...? Estábamos en la terraza, colgando ropa, con Pelser. Son varios pisos. No se puede desde tan
alto...
C. ROSSI: Apenas los veíamos... Vine porque me lo han pedido, pero desde allá arriba ni Pelser ni yo pudimos...
STEWART: (A Katzmann. Aparte. Chicanea) Cuando usted ordene preparo las fotos...
STEWART: El señor Levangie es el guardabarreras del paso a nivel por el que cruzó el auto al huir.
KATZMANN: )Bien...?
KATZMANN: No es necesario mucho más por hoy. Claro que tendremos que molestarlo de nuevo.
LEVANGIE: Si es para esto... Ya era hora que empezaran a limpiar un poco... )Son italianos, no...? (No espera respuesta.) Los huelo.
Peleé con nuestras tropas allí...
STEWART: (Aparte. Insiste.) Sólo uno entre cuatro, y ninguna otra prueba. No creo que le alcance para dejarlos adentro.
KATZMANN: Se verá, teniente... Se verá. (A Mary Splaine.) ¡Pero... quién queda aquí! Esta muchacha que casi echa todo a perder...
M. SPLAINE: Lo siento... Realmente lo siento. Yo no sabía que no se podía mencionar... Es la primera vez que...
M. SPLAINE: Splaine. Mary Splaine. Soy la tenedora de libros de la fábrica... Yo estaba tildando unos comprobantes de caja.... Y
bueno, como a las tres de la tarde... Las quince horas, vendrían a ser, yo...
KATZMANN: (Interrumpe.) (Señorita... Señorita...! Sólo una cosa le pedimos, escuche bien: )Reconoce a alguno de los dos
detenidos? )El pelo... las manos... los bigotes? Algo que nos sirva de ayuda.
M. SPLAINE: Créame que quisiera ayudar a la justicia... Pero al mismo tiempo... Compréndame... Tal vez las manos de uno de ellos,
pero...
KATZMANN: (Fastidiado.) Gracias señorita Splaine. Al salir pueden retirar sus documentos. Corroboren sus datos por si hay que
volver a citarlos. (Los testigos se retiran.)
STEWART: ¿Bueno...?
KATZMANN: (Pausa. Digiere. Transición. Sonriente.) Stewart... Stewart... Tenía razón usted Stewart... Con estos elementos no se los
puede retener más aquí...
STEWART: Es su problema...
STEWART: No.
STEWART: No.
KATZMANN: Olvide lo de la foto... Está bien, estuve mal... Lo admito... A veces... Sé que no fue el de la foto, la banda Morelli,
conozco el caso... Créame... Al fin y al cabo es sólo una foto vieja...
STEWART: (Estalla.) ()Una foto?! ()Sólo lo de la foto pasó hoy aquí?! (Con la mitad de lo que he hecho esta mañana sobra para que
me arranquen esta placa y se la tiren a los perros! (Y usted me habla de la foto!
KATZMANN: Teniente...
STEWART: (Teniente un carajo! (Mostró a los dos sospechosos solos, y usted sabe que sólo se los puede mostrar mezclados con
otros! (Interrogó a los testigos en grupo, y la ley exige que se lo haga por separado! ()Era poco eso?! (Ahora me pide que retenga a
los detenidos!
KATZMANN: Lo necesito...
STEWART: (Mi puto sueldo...! ()O por amor a qué carajo se cree que sigo aquí...?! (Me importa una mierda la suerte de esos
italianos, pero los quiero hoy lejos de esta comisaría!
STEWART: (No hay un solo testimonio, ni uno solo lo suficientemente comprometedor como para...!
THAYER: (Desde su espacio. Martillo.) Se incorpora al expediente el informe policial de la sección política. (Katzmann y Stewart
detienen la pelea.)
KATZMANN: (Mientras Stewart recoge el informe y vuelve con él. Casi para sí.) )Sección política...? )Qué tienen que ver esos dos
con la sección política...?
KATZMANN: (Hojeándolo con interés creciente.) Stewart... Stewart... Hay unas cuantas cosas notables aquí... (Un tiempo.)
Teniente, traiga aquí al de los bigotes (Stewart va a salir.) Teniente... (Stewart se detiene. Katzmann agita los papeles.) Sobran
elementos ahora para una causa... (Stewart asiente. Va a salir.) Stewart... (Stewart se detiene nuevamente. Katzmann levanta la
mano en señal de paz.)
STEWART: No hay rencor, Katzmann. No hay rencor. (Va hasta Vanzetti, lo toma con firmeza y lo conduce ante Katzmann.) Frederich
Katzmann, el Fiscal de Distrito.
BARTOLOMEO: Quiero protestar por el tratamiento que nos dan aquí. No nos dejaron dormir en toda la noche, y no se nos ha
dicho qué hacemos detenidos.
KATZMANN: (Calmo.) No, no. Eso sí que no es cierto... (Katzmann y Stewart rodean a Bartolomeo. Cae sobre él un cono de luz. El
cuello desabrochado, exhausto. En algún lugar de la escena Luigia comienza como una letanía un rezo en su idioma. Medeiros en su
celda se agita en una pesadilla. Desde un fugaz pasillo de luz, Thompson observa tomando unas notas.) Italia es una república...
BARTOLOMEO: Sí.
BARTOLOMEO: )A éste?
KATZMANN: Sí o no...
STEWART: Sí o no.
STEWART: Sí o no.
BARTOLOMEO: (No! Yo no dije... Quise decir que yo no... (Estalla.) (No aguanto más! (Quiere pararse. No puede.) (No entienden
que no puedo más!
STEWART: Sí o no.
BARTOLOMEO: No.
BARTOLOMEO: (No...! (Me niego porque no doy más! (Porque me caigo de sueño! (Porque ya no entiendo más nada!
KATZMANN: Bien. (Va al escritorio. Después de una pausa.) Bartolomeo Vanzetti, lo acuso formalmente de homicidio doble y robo,
cometido el 15 de abril del año en curso, en complicidad con el detenido Nicola Sacco.
KATZMANN: Doble asesinato y robo. (Comienza a guardar sus papeles en el maletín. Bartolomeo intenta infructuosamente ponerse
de pie. Medeiros lanza un aullido cortante.)
MEDEIROS: (La jeringa, hijos de puta! (Quiero jeringa! (Métanse en el culo la clemencia! (La silla eléctrica métanse...! (Traiganme
mi jeringa y una buena aguja y guárdense en el más oscuro rincón del ojete todo lo demás! (Sigue con sus aullidos. Stewart intenta
dominar a Bartolomeo.)
BARTOLOMEO: (Déjenme tranquilo! (No me toquen! (Thayer golpea el estrado con energía.) ()Yo asesino?! ()A quién podemos
matar nosotros?!
BARTOLOMEO: (Pausa tensa.) (Sí, mentí! (Sí señor, porque no quise confesar que era anarquista! (Mentí porque tuve miedo de
terminar como Salsedo! (Está bien, soy anarquista! (Eso no tiene nada que ver con ser delincuente! (No soy delincuente yo! (Nicola!
(Nicó! ()Oyó?! (Somos asesinos y ladrones!
NICOLA: (Rosa!
Aúlla Medeiros. Grita Rosa. Reza Luigia. El martillo del Juez llama violentamente a silencio. Paroxismo. Como si salieran de una
pesadilla, todo cesa de pronto con la entrada de Thompson. Bartolomeo y Nicola se miran atontados, agitados aun. Comienza a
crecer a su alrededor el espacio del juicio.
THOMPSON: Señor Vanzetti... Señor Sacco, al fin. No veía la hora de que me autorizaran. Soy Thompson, su abogado... William
Thompson. Lamentablemente esta primera visita tendrá que ser muy breve. Me imagino cómo se sienten, pero quiero que sepan
para su tranquilidad que estoy tan convencido de su inocencia como ustedes mismos. Estudié el caso meticulosamente y no tengo
ninguna duda al respecto. Así que no hay nada que temer. Gracias a Dios la incomunicación ha sido levantada y nos quedan unos
cuantos días de margen para preparar la defensa. El 31 de mayo tenemos la primera audiencia.
THAYER: (Iniciando el juicio.) Señores del jurado confiamos a su conciencia y decisión la vida de dos hombres. La corte sabe bien
que ese deber de ustedes es difícil e inquietante. Pero tenemos confianza plena en vuestro patriotismo y devoción al deber...
THOMPSON: (Mientras se integra con sus defendidos al tribunal.) Señor Bartolomeo... Señor Nicola... Hay alguna cosa, si me
permiten que siento un deber de conciencia comentarles. Habrán sabido ustedes cuántos abogados rechazaron el caso. Y supongo
que imaginan ustedes por qué. Quiero aclararles entonces por qué lo he tomado yo. Señor Sacco, Señor Vanzetti: soy abogado
porque creo obstinadamente en la justicia. En la de Dios. Y en la de este país. Me he sentido entonces en la obligación ética de
tomar este caso de ustedes, porque si por el prejuicio de un hombre de leyes se condenase a un inocente, todas esas mismas leyes
perderían sentido. Quiero aclararles también que nada me une a sus ideas políticas, pero como confío en nuestra democracia, y en
esta constitución, puedo admitir la existencia de cualquier ideología, por extravagante que fuese. Y quisiera que cuando mañana
ustedes salgan libres puedan admitir conmigo las virtudes y la vigencia de nuestras leyes.
Vuelve a primer plano la presencia de Thayer que termina su alocución a los jurados.
THAYER: ...Y ahora señores del jurado les formularé las preguntas de rigor, a las que habrán de responder con la máxima
honestidad. )Tienen ustedes algún vínculo de amistad o parentesco con los imputados o con las víctimas del hecho? )Se han formado
ya alguna opinión acerca de la culpabilidad o inocencia de los imputados? )Tienen ustedes alguna prevención o prejuicio contra los
reos? )Son sus principios contrarios a la pena de muerte? (Una pausa breve. Thayer golpea con el martillo.) La corte confía en que
los jurados sabrán desempeñar correctamente su labor. La audiencia queda abierta.
Con un golpe de luces estalla el ámbito del juzgado, su rumor, sus personajes.
THAYER: Pónganse de pie los acusados. (Bartolomeo se pone de pie. Nicola, más nervioso no entiende.)
THAYER: )Los reos tienen algo que decir antes que la acusación tome la palabra?
THAYER: El imputado sólo tiene el derecho de afirmar su inocencia o admitir su propia culpabilidad.
THAYER: El acusado debe hablar de manera que todos lo escuchen. Se dice que los italianos tienen una garganta de oro, así que
seguramente será un placer oírlo.
THAYER: Los acusados pueden tomar asiento. Que pase el primer testigo.
UNA VOZ: El 10 de junio se presenta ante el tribunal Luis Pelser. Cambia su anterior testimonio en la comisaría, se desdice y declara
ahora reconocer a Sacco como uno de los asesinos. Diez días después de la primera audiencia, el 20 de junio, declara el
guardabarreras Levangie. (Luz sobre Levangie.)
THOMPSON: )Señor Levangie usted es guardabarreras en el paso a nivel donde se produjo el asalto?
LEVANGIE: Sí señor.
THOMPSON: Según su declaración y la de los otros testigos, los asaltantes subieron a un auto y pasaron a gran velocidad delante
suyo. )Fue así?
LEVANGIE: Bueno si, como ser, las cosas fueron así, pero el auto no pasó delante mío tan rápido. Pararon para cruzar la vía y
tuvieron que ir más despacio, así que pude ver bien al que manejaba.
LEVANGIE: No. A Sacco ya le dije que no puedo reconocerlo. El sol daba contra los vidrios del auto. No voy a afirmar una cosa así si
no estoy matemáticamente seguro.
THOMPSON: Mientras que sí está "matemáticamente" seguro de que el hombre que manejaba era Vanzetti.
LEVANGIE: Eso.
LEVANGIE: Serían... no sé... la verdad no sé, pero era bastante despacio porque pude ver bien la cara del que manejaba.
THOMPSON: )Y era Vanzetti?
LEVANGIE: Oiga... Si le digo que era él. Ya van cien veces que lo digo.
THOMPSON: En esta misma sala, cinco personas han declarado bajo juramento que Vanzetti no sabe manejar.
LEVANGIE: )Y entonces?
THOMPSON: Mire bien al hombre que está acusando. (Levangie lo hace.) Vanzetti levántese por favor (Bartolomeo se para.) )Señor
Levangie, de qué color son los cabellos del acusado?
THOMPSON: Señor Levangie, antes que usted tres testigos declararon que el hombre que manejaba el auto era rubio y delgado...
M. SPLAINE: Cómo no, si. Bueno... Vi a un hombre con un arma que disparó sobre el pobre Berardelli y escapó en un coche negro,
donde lo esperaban los otros asaltantes.
M. SPLAINE: Sí señor. (Señala a Nicola.) Es aquel. El que no tiene bigotes. (Nicola se para violentamente. La acción queda
congelada. En otro espacio Rosa escucha conmovida.)
NICOLA: ¡Que sepa que yo no fui! (Rosa, no pares de decírselo! (Va a leer los diarios! ()Qué va a pensar de su padre?! (Hijo: Sacco
es un gran apellido. Un apellido antiguo y bueno! (Y Dante es un nombre hermoso! (Un gran orgullo llamarse Dante Sacco...! (Vuelve
la acción.)
NICOLA: (Dante! (Dante, no es cualquier nombre, hijo...! Alguien que se llame así debe hacer honor al idioma. No deje de practicar.
Recuerde la canción. (Cuando volvamos a Torremaggiore tiene que saber saludar a los abuelos!
UNA VOZ: Cesare Rossi. Italiano. Operario de lavandería. Declara el 2 de Julio de 1921.
C. ROSSI: En la terraza
C. ROSSI: Sí señor.
THOMPSON: Señor Rossi, )sabe que el señor Pelser ha declarado ahora reconocer en la persona del acusado Nicola Sacco al
asesino de South Braitree?
C. ROSSI: Pelser y yo estábamos tendiendo unas telas en la terraza. Estábamos charlando y de repente oímos tiros en la calle. Nos
asomamos y vimos a los ladrones que escapaban corriendo, y al guardaespaldas del cajero tirado en el suelo.
THOMPSON: )Quiere decir que lo que ha visto usted lo ha visto también Pelser?
THOMPSON: (A Katzmann.) Cambiaré la pregunta, entonces (A Cesare.) )Pudo reconocer a los asaltantes que escapaban?
C. ROSSI: Mire señor, lo que yo digo lo pueden probar ahora mismo si quieren. Pueden ir y subir allí y ver. Cualquiera que tenga dos
ojos puede hacerlo. Basta mirar desde esa terraza para darse cuenta que desde allí arriba es imposible reconocer a nadie. (Los
personajes de la escena congelan. Sólo Thayer y Katzmann permanecen en acción.)
KATZMANN: Yo...
THAYER: Mal. Está cometiendo errores imperdonables. Y el primero de todos: traer al tribunal a esos hombres sin pruebas ni
testimonios suficientes.
THAYER: Y ya podía haber terminado. Unas pocas audiencias habrían bastado si usted hubiese...
THAYER: (Seco.) Era su deber preverlo, Katzmann. (Pausa.) Véame mañana antes de la audiencia.
KATZMANN: Su señoría... (Thayer lo mira.) Créame que haré lo posible... (Thayer vuelve a sus papeles.) Su señoría... (Thayer
vuelve a mirarlo. Lenta transición.) Si usted y la corte lo permiten quisiera hacerle al señor Levangie algunas preguntas
suplementarias...
KATZMANN: (A Thompson.) Gracias abogado. (A Levangie.) Tal como lo destaca mi colega, su declaración sorprende un poco.
Efectivamente, tres testigos antes que usted describieron al conductor del coche como un hombre rubio y delgado... )No se habrá
equivocado señor Levangié...?
LEVANGIE: No.
KATZMANN: Bueno, no hay que ser tan categórico. Cualquiera puede cometer un error...
KATZMANN: Señor Levangie. Siga conmigo un razonamiento, por favor: Usted vio que se cometió el asalto, y que asesinaban a dos
personas. Obviamente se impresionó. Luego vio que los asesinos subían al auto y huían en su dirección. En ese momento habrá
sentido miedo, nada más normal. (Pausa.) En ese estado de ánimo, que todos comprendemos, perfectamente pudo haberse
equivocado...
KATZMANN: Tranquilo señor Levangie... El abogado Thompson nos ha demostrado claramente que Bartolomeo Vanzetti no podía
estar al volante del auto porque no sabe manejar. Pero eso no quiere decir que Vanzetti no viajara en ese auto. Señor Levangie, si
usted insiste con tanta seguridad, y hasta ha jurado haber visto a Vanzetti al volante, sabiendo que con su testimonio puede enviar a
ese hombre a la silla eléctrica, es evidente que su declaración algo tiene que tener de cierto, )no es así? (Levangie lo mira sin
comprender.) )No es posible que a causa de su estado de nervios y de la velocidad del auto usted haya confundido el lugar que
ocupaba Vanzetti en el vehículo?
KATZMANN: Piense un momento. Trate de recordar aquella escena. )No sería posible que Vanzetti viajara en el asiento posterior,
detrás del conductor?
KATZMANN: No su señoría.
THOMPSON: (Injusto!
BARTOLOMEO: Querido padre: vuelvo a escribirle para reafirmar una vez más mi inocencia. Para decirle que dispongo de una
buena defensa, que tengo a mi lado un formidable escuadrón de personas generosas que no me abandonan ni me abandonará
jamás, y comunicarle mi buena salud y estado de ánimo. Es probable que cuando reciba ésta, el proceso haya terminado ya, y
esperemos que sea con mi absolución. Padre: es difícil imaginar la situación actual de este país que tanto admiró años atrás. Vivimos
aquí una triste época. Época de corrupción, época en que el poder es asaltado desesperadamente, y desesperadamente se defiende.
El estado hace bien el mal y mal el bien, y se apresura a meter en la jaula a un hombre honesto y encontrar culpable a un inocente.
Ya no nos sorprenden las cosas mas increíbles. Existe en esta corte una sociedad entre abogados y autoridades judiciales que es
capaz de condenar o absolver a quien quiera. (Qué canalla la gente honesta, y qué ramera la justicia! En esa justicia he perdido ya la
fe. Hablo de la que recibe ese nombre, y no por cierto a ese sentimiento que yace en el corazón del hombre y que ninguna fuerza
infernal será jamás lo bastante fuerte para aplastar. Querido papá: Saludos a todos. Un beso y un abrazo. Su hijo. Bartolomeo.
Bartolomeo levanta nuevamente la vista hacia Thompson. Vuelven a mirarse fijamente. Thompson, baja la cabeza y vuelve al juicio
entre avergonzado y rabioso.
THOMPSON: (A Mary Splaine.) Señorita Splaine, usted fue interrogada por la policía de Brockton...
M. SPLAINE: Sí señor. (Pausa.) Y declaré que no estaba segura de que él fuera el asaltante. Realmente estaba en duda. Pero
después, estudiando bien las fotografías de Sacco que salieron en los diarios, me convencí de que era él propiamente.
THOMPSON: Sin embargo cuando en esa comisaría le mostraron la foto de un prontuariado, usted afirmó categóricamente que ese
era el asesino.
M. SPLAINE: Si... Bueno, me pareció. Pero después me dijeron que ese hombre estaba preso desde hace tiempo. Debí haberme
confundido... )Todos nos equivocamos, no?
THOMPSON: (Indicando el fondo de la sala.) Señorita Splaine. )Puede ser tan amable de decirme el color de la corbata de aquel
señor, el que está parado en la puerta de la sala?
M. SPLAINE: (Nerviosa.) Bueno... A decir verdad... No, no señor, no veo bien desde acá.
M. SPLAINE: No.
THOMPSON: (Está a menos de quince metros, señorita Splaine! )Quiere explicarme entonces, por favor, cómo ha podido reconocer
a Nicola Sacco a treinta metros...?
KATZMANN: Señorita Splaine, si me permite... Estoy algo sorprendido. No entiendo por qué oculta ese detalle justamente.
KATZMANN: Por alguna razón que se me escapa, usted no está diciendo toda la verdad.
M. SPLAINE: Yo...
KATZMANN: )Cuál es el motivo, señorita, por el que se niega a admitir que en ese momento -como resulta obvio estando en una
oficina- usted se encontraba con los lentes puestos...?
THOMPSON: (Protesto su señoría! (La actitud del fiscal, sirviendo la respuesta a los testigos es francamente intolerable! (Con todo
el respeto que me merece esta corte, este proceso se está volviendo un... verdadero circo!
THAYER: (Golpea el martillo.) (Abogado Thompson! No quisiera verme obligado a incriminarlo por ofender a la corte.
THAYER: Suficiente. (Un tiempo.) No me parece que el fiscal haya sugerido la respuesta al testigo. Creo que simplemente ha tratado
de aclarar sus ideas algo imprecisas.
THOMPSON: Es esa misma imprecisión justamente, la que les quita validez.
THAYER: Eso lo debe decidir el jurado. (A Katzmann.) )Tiene algo más que preguntar a la testigo?
THAYER: Abogado Thompson... Quiero advertirle que su insolencia está pasando todo límite. No diga después que no se lo advertí:
Si continúa en esta actitud va a ser usted el que termine en el banquillo de los acusados...
THOMPSON: Con todo respeto señor Juez... El banquillo de los acusados hoy es el lugar más limpio de esta sala.
BARTOLOMEO: Luigia. Hermanita. (Época de poda! Hay que acordarse de replantar los gajos...
LUIGIA: (Recibiendo la carta.) "...)Cómo está la diamela de papá...? )Y mi camelia...? Hay que dejarle buenas yemas. Las más
gordas."
BARTOLOMEO: No dejes de avisarme cuando revienten, que imaginarlas es mi forma de verlas. Le he escrito a papá otra carta, y
sigue sin responderme. Sé que se enfurece con mis ideas, y me castiga con su silencio. )Qué puedo hacer? No sabe cómo me daña.
)Cómo está? )Cómo lleva sus años? Hermana: te pido que lo beses por mí. Así de sonso. Que alguno de los besos tuyos, aunque él
no lo sepa, sea de los míos. Así de sonso.
THOMPSON: Señor Juez, quisiera interrogar nuevamente al señor Cesare Rossi. (Thayer asiente.) Señor Rossi: Aquel día del asalto
usted trabajaba en el lavadero.
C. ROSSI: Sí señor.
C. ROSSI: Bueno, después del asalto no se habló más del asunto. A los pocos días nos llamaron a Pelser y a mí de la policía; nos
mostraron a los acusados y nos preguntaron si los reconocíamos. Nosotros dijimos que no. Una semana después nos llamó el capataz
y nos dijo que estábamos despedidos. Nosotros le dijimos por qué y nos dijo que lo había decidido la gerencia. Pedimos hablar con el
gerente pero no nos atendió. Un tiempo después pasé un día por la puerta de la lavandería y me encontré con el capataz de
casualidad. Le dije a ver si podía volver al trabajo. Al principio quiso cambiar de conversación, pero al final me dijo que podíamos
volver al lavadero si le decíamos a la policía que reconocíamos en esos dos hombres a los asesinos. Yo le dije que estaba loco, y él
me dijo que lo pensara. Fui enseguida a verlo a Pelser y le conté todo. No me dijo nada, pero a los pocos días me enteré que había
vuelto a trabajar en el lavadero. Desde entonces yo no he podido conseguir un solo trabajo en ningún lugar de la ciudad. Apenas
escuchan mi nombre ya me cierran la puerta, señor...
THAYER: Basta Katzmann... La declaración de ese hombre que despidieron nos ha echado el mundo encima.
THAYER: (Ah, no creyó necesario! )Se da cuenta en la situación que me coloca? Se puede acusar a los otros testigos de falso
testimonio...
KATZMANN: Es hábil, no lo voy a negar, pero sólo eso... Está en usted justamente neutralizar esa habilidad.
THAYER: (Furioso.) ()Ah no?! (Mire Katzmann, de ahora en adelante mi objetividad será inflexible! (Por lo menos que nadie pueda
decir cuando haya que absolver a esos italianos que la justicia no ha prevalecido!
THAYER: )Y qué pretende...? ¿Que condene a alguien sin pruebas...? Usted se olvida con quién está hablando...
KATZMANN: )Hace falta que se lo diga? No quiero resultar irrespetuoso señor, pero ni usted ni yo llegamos aquí en un repollo.
KATZMANN: Y de eso se trata. De estar unidos dentro de ella. (Thayer va a hablar.) )No ha declarado usted siempre que cada una
de nuestras acciones debe tener como fin el bien de nuestro país...? Nuestra gente está esperando esta condena. Y usted sabe a
quién me refiero cuando digo "Nuestra gente". Hay un solo magistrado en todo el país capaz de dar una lección ejemplar a la
subversión. Las elecciones están encima. La distribución de cargos en la suprema corte también. (Tiempo. Thayer calla.) No los
defraude Thayer . Puede estar tranquilo. Nuestra gente no lo va a defraudar a usted.
UNA VOZ: El seis de julio de 1921 declara ante el tribunal Nicola Sacco.
KATZMANN: Señor Sacco, recuerdo que ha dicho usted alguna vez, que amaba la libertad, y a los países libres.
NICOLA: Sí.
NICOLA: Sí.
NICOLA: Sí.
KATZMANN: Ajá, la quería... ¿Y para demostrarle su amor huyó a México cuando el estado lo llamaba como soldado...?
NICOLA: Sí señor.
NICOLA: Mis ideas sono... son... están contra toda clase de violencia.
THAYER: Naturalmente.
KATZMANN: (Irónico.) )De veras...? (Sacco se pone de pie.) Permítame decirle que esto es para mí una novedad absoluta. Y
supongo que lo debe ser para todos en esta sala. ()Usted se olvida que los anarquistas asesinaron en este país al presidente
Mackinley?! (Que hicieron explotar una bomba en Wall Street que destrozó a diez compatriotas inocentes...!
KATZMANN: )Ah no...? La historia de los últimos años señor Sacco, ha demostrado que anarquía es sinónimo de subversión contra
el orden constituido, de desprecio por la propiedad privada, de incitación a la violencia...
KATZMANN: (A Thompson.) Yo mismo se lo aclaro. (Digo que el anarquismo se ha valido en toda su historia de la violencia y el
robo...!
NICOLA: (Estalla.) ()Cosa state a dire queste fesserie davanti allá gente?! )Sovversivi noi...?! (Thompson trata infructuosamente de
interrumpirlo.) E da teci il pane che ci basti per sfamarci e noi li rispeteremo... )Ribelli noi? )Che significa? Se ci trattate come gli
animali per forza che ci ribelliamo. )Ladri...? )Ladri noi che lasciamo il sangue per campá? (Termina agitadísimo.)
THOMPSON: Protesto su señoría. Las apreciaciones políticas del fiscal están alterando a mi detenido. (A Sacco.) Señor Sacco, le
ruego que se tranquilice y aclare ahora en nuestro idioma.
NICOLA: Sí señor...
THAYER: (Con una hoja en la mano.) No hace falta abogado Thompson. La traducción legal obra en poder de esta corte. (Lee.) El
señor Sacco admite entre otras cosas, según leo, que algunos anarquistas recurren a la rebeldía violenta....
THAYER: Entenderá que no hay otra manera de comprobarlo que las actas del intérprete.
KATZMANN: Según el informe de la Sección Política de la policía, Usted ha participado en varias huelgas en Staughton, Boston, )Es
cierto...?
NICOLA: Sí.
NICOLA: Sí.
NICOLA: Por desgracia para todos. También la policía son seres humanos.
KATZMANN: (Ah... "también"! )En aquella época ya había comprado el revolver que le encontraron cuando lo arrestaron...?
NICOLA: (No! ()No va a decir ahora que fui yo el que mató a esos policías...?!
KATZMANN: Yo no lo he dicho. Fue usted mismo el que acaba de sugerir esa posibilidad.
THOMPSON: Sacco tranquilícese... )Donde se encontraba usted el día, y a la hora en que ocurrió el asalto...?
NICOLA: En el Consulado Italiano de Boston.
NICOLA: El empleado de la oficina de pasaportes... Le expliqué que volvía a Italia, que tenía urgencia con los papeles... Que mi
padre me necesitaba allá... Que había habido una desgracia.
THOMPSON: (A Thayer.) Con el permiso de la corte solicito que este testimonio escrito sea reconocido como válido a los efectos
legales, (Le da a Thayer el documento.) y que le sea dado a conocer al jurado.
THAYER: (Examinando el documento.) La corte lo considera válido a los efectos de la ley. (Lee.) "Testimonio de Giuseppe Andrower,
presentado a James M. Bowcock Vicecónsul de los Estados Unidos de América en la Ciudad de Roma, Reino de Italia, Habla el señor
Andrower: El 15 de abril de 1920 llegó al Consulado Italiano de Boston el señor Nicola Sacco a presentar una fotografía para su
pasaporte..."
NICOLA:(Recuerda, en tanto, la carta de su padre.) "Nicola, hijo mío: Sé que esta noticia de la muerte de tu madre te entristecerá.
Antes de morir hubiera querido verte. No hablaba de otra cosa últimamente..."
THAYER: "...La fotografía era en realidad un retrato familiar, con su mujer y su hijo. Le expliqué que no era lo que le pedíamos y se
la llevé al secretario del Consulado para mostrársela..."
NICOLA: "... No dejes de volver. Ahora ustedes tienen un hijo también .Y podrás entender lo que significa tener un hijo lejos por
todos estos años. Quisiera verte de nuevo junto a nosotros. No veo la hora de tenerte aquí...
THAYER: "Recuerdo la fecha porque mientras hablábamos de Sacco observé un almanaque de mesa que había sobre el escritorio
del secretario."
Declinan ahí las luces lentamente. Sube una vieja canción italiana sobre las últimas líneas del testimonio.
NICOLA: (Solo.) (Dante...! (Vas a ver lo florido que es Torremaggiore en verano! Hay un remanso del río donde el agua parece de
vidrio. Te voy a enseñar a tirarte de la piedra... Al principio da miedo, pero después de la primera vez, uno no piensa en otra cosa
que en volver a romper el agua desde ahí arriba. (Crece la luz general, se esfuma toda magia.) (Dante...! (Dante...!
BARTOLOMEO: En México.
BARTOLOMEO: En 1917.
BARTOLOMEO: Sí señor.
BARTOLOMEO: No tenemos ideas subversivas. Somos anarquistas, y como anarquistas combatimos todo lo que violenta la libertad.
En cuanto a Sacco, en la época en la que lo conocí todavía no era anarquista activo.
KATZMANN: ¿Podríamos decir que fue usted quien lo inició... El que lo indujo a tomar parte activa...?
BARTOLOMEO: El ya tenía sus ideas, pero no eran claras. Pensaba que un hombre con mujer y familia no debía ocuparse de esas
cosas.
BARTOLOMEO: Sí señor.
BARTOLOMEO: El señor Sacco jamás ha hecho una cosa así. Quiere demasiado a su familia.
KATZMANN: (Toma un gorro azul y se lo alcanza a Bartolomeo.) ¿Ha visto antes este gorro?
KATZMANN: Mírelo bien... )No tiene alguna particularidad que le permita identificarlo...?
BARTOLOMEO: Este tiene un agujero, y el mío era casi nuevo. Además olía a pescado porque lo uso cuando ando vendiendo.
KATZMANN: Señores del jurado, aquí tienen la razón de ese agujero: El clavo donde el acusado colgaba el gorro. (A Bartolomeo.)
)Sabe dónde ha sido encontrado este gorro?
BARTOLOMEO: No señor.
BARTOLOMEO: No.
THAYER: Nadie quiere faltarle el respeto señor Vanzetti. Usted no puede negarse. (Bartolomeo, tenso, se coloca el gorro que le
queda evidentemente chico.)
KATZMANN: No, no... Cálcelo bien... (Bartolomeo lo intenta.) Que se lo calce bien he dicho... (Katzmann toma el gorro y forcejea.
Bartolomeo se lo quita violento. Da miedo.)
KATZMANN: (Se retira confundido.) Explíqueme por favor porqué mintió de semejante manera cuando lo interrogó la policía en
Brockton.
KATZMANN: Explíquese.
KATZMANN: Explíquese...
BARTOLOMEO: (Estalla.) (A terminar como Salcedo! (Mi... nuestro compañero...! (Yo fui a reconocerlo dos días antes...! (Su cuerpo
destrozado! (No puede seguir hablando. Se quiebra.) (Destrozado...! (Y voy a decir aquí su nombre para que todos lo sepan...!
(Truena.) (Andrea Salcedo...! (Destrozado! (En la vereda de la oficina de policía de Nueva York...!
BARTOLOMEO: (Es verdad mentí, pero eso no quiere decir que yo haya asesinado a nadie...!
KATZMANN: No, que era uno de los asesinos. Y que el auto que intentaba conseguir era para huir fuera de la ciudad con su
cómplice para poner en circulación el dinero robado.
BARTOLOMEO: (Terminante.) Por más trampas que use no va a poder demostrar nada, porque de ese delito somos inocentes.
Transición.
UNA VOZ: En la mañana del 16 de julio el abogado Thompson cierra su defensa con el alegato final. En la tarde lo hace el fiscal
Katzmann por la acusación.
THOMPSON: Señores de la corte, señores del jurado. Sé que en este momento sería mi deber hacer un balance de los testimonios
presentados en este proceso, destacar la notoria debilidad de los testigos de la acusación y la irrefutable validez de las coartadas
presentadas por esta defensa. Sé que debería invitar a la reflexión sobre la firmeza de una prueba constituida por un gorro y su
agujero, que ha podido transformarse en "prueba irrebatible" de culpabilidad. Podría inclusive insistir y demostrar una vez más, que
el día del asalto Sacco se encontraba en Boston y Vanzetti en Plymouth. Eso debería hacer tal vez. Pero si la evidente mala fe de los
testigos, y el notorio afán de la acusación por perjudicar a estos dos inocentes no los hubieran convencido en los hechos, )Cómo
habría de esperar convencerlos yo con mi palabra...? No. No voy a hablar más de este proceso. Hablaré sí del otro, del verdadero
proceso que se ha juzgado en esta sala: del proceso contra Sacco y Vanzetti por el delito de anarquismo. Esta circunstancia sobre la
que la acusación ha puesto su mayor énfasis no ha conseguido sin embargo hacer de ellos dos asesinos. Quiero recordarles: los
acusados no están aquí para ser juzgados por sus convicciones políticas. La constitución de nuestro país, una de las más iluminadas
del mundo, no deja duda al respecto: Los seres humanos deben ser juzgados independientemente de sus opiniones políticas, de su
raza y religión. Señores del jurado: El día del arresto de mis defendidos, Rosa Sacco, la esposa del acusado, apenas supo de la
detención de su marido, se dio a la deplorable tarea de quemar cada uno de los libros de política que Sacco conservaba en su casa.
Señores, cuando un ciudadano en cualquier lugar del mundo cae en la humillación de tener que quemar los libros que prefiere y
ama, es porque algo monstruoso a su alrededor está atentando contra sus ideas. Es porque algo está suprimiendo la libertad. He
terminado.
KATZMANN: Su señoría, Señores del Jurado. Antes de iniciar mi alegato deseo felicitar a la defensa por el brillante trabajo que ha
desarrollado. Y esto no es una fórmula de cortesía. Pocas veces en mi carrera he tenido por adversario un colega tan hábil en su
propia tarea... y en la de ayudar a la acusación. Sí señores, porque son las mismas palabras de la defensa las que me permitirán
demostrar la culpabilidad de los acusados. Examinemos rápidamente un argumento al que mi colega de la defensa ha adjudicado
vital importancia: Las coartadas de los imputados. Según esos testimonios, en el momento del asalto, Sacco se habría encontrado en
el Consulado Italiano en Boston, y Vanzetti en Plymouth. )Pero quiénes aseguran esto?: Italianos. Todos esos testigos son italianos.
Algunos son compañeros de partido de Sacco y de Vanzetti, otros son simpatizantes. Señores del jurado: Yo no tengo ningún
prejuicio contra los italianos, pero por un acto elemental de objetividad no puedo callar un tema como este. Los italianos emigrantes
ni aquí ni en ningún otro país han tratado jamás de fusionarse con los otros ciudadanos, sino que al contrario, se aíslan formando
grupos separados del resto de la comunidad, y mantienen entre sí lazos del más inflamado nacionalismo. Un italiano que vive en
América, no se transforma jamás en un americano; sigue siendo siempre un italiano que vive en América. Hay en ellos una especie
de tácito desprecio por este país que los cobija, que les da de comer y les ofrece condiciones de vida que en su país de origen no
han tenido jamás. Y es sabido que tras todo italiano rige férrea e inobjetada esa ley tremenda, heredada de las sociedades secretas
medievales: esa ley de bandidos que se conoce como "Omertá". Omertá por la que se protege a un compatriota no importa quién
sea. Omertá que prohíbe denunciar a alguien de la propia raza aunque haya cometido el peor crimen. Omertá, que significa mentira y
silencio. Y ahora escuchen bien: hablo de una ley a la que obedecen ciegamente los partidos políticos de extrema izquierda, los
subversivos, los partidos enemigos de América. Reflexionemos ahora. )Estamos seguros de que las coartadas de Sacco y Vanzetti no
proceden justamente de esa complicidad, de un siniestro encubrimiento nacido de esas leyes de la logia? )Podemos pensar que este
caso sea excepción? No señores. La defensa ha dicho que la constitución de nuestro país en su iluminado liberalismo prescribe que
un hombre sea juzgado independientemente de sus ideas políticas, religiosas o de su raza. Pero cuando esas ideas políticas se
transforman en actos criminales, no se puede invocar a la constitución para defenderlas, sencillamente porque se contraviene el
código penal. Esos partidos se valen, es sabido, de medios criminales: atentados, raptos, robos, encubrimiento y corrupción. Nuestro
país está viviendo una de las etapas más tristes y vergonzosas de su historia. Por esto, señores del jurado tengo el deber de
recordarles que toda América los observa. Delante de ustedes están hombres que además de representar una amenaza para nuestro
amado país, son dos criminales. La parte sana de América pretende de ustedes un veredicto que demuestre que es falso que la
corrupción lo haya infectado todo, y a todos.
América los observa, Señores del Jurado, y espera oír la límpida, resonante, voz de la incorruptibilidad, del coraje, y de la justicia.
THAYER: Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco: el jurado los reconoce culpables de homicidio en primer grado. )Tienen algo que decir
antes que se pronuncie la sentencia?.
NICOLA: (Se pone de pie.) Yo no sé hablar señor, no soy orador. Mi amigo, mi compañero Vanzetti, va a hablar mejor que yo
seguramente. Pero lo que sí puedo decir es que jamás supe, ni oí, ni leí, que haya existido nunca en la historia algo tan cruel como
este tribunal. Usted, señor juez, conoce mi vida, sabe por qué estoy aquí y ahora me condenará. Podría contarle toda mi vida, día por
día, )pero de qué serviría? Las cosas necesarias se las dirá mi amigo Bartolomeo. El es tan inocente como yo y usted lo sabe
perfectamente. Jamás, ni ayer ni hoy, he sido culpable de nada. (Se sienta.)
BARTOLOMEO: (Se pone de pie.) Lo que tengo que decir es que soy inocente. No sólo soy inocente de los asesinatos de los que se
me acusa, sino que en toda mi vida jamás he robado, ni matado, ni derramado una gota de sangre humana. Quiero que quede bien
claro que siempre he luchado por terminar con el crimen en la tierra, no sólo el crimen que la ley y la moral oficial condenan, sino
también ese otro crimen que admiten y protegen: la explotación del hombre por el hombre y el atropello contra la dignidad humana.
Y si hay alguna razón por la que aquí se me juzga, si hay alguna razón por la que van a condenarme, es por esa y por ninguna otra.
Usted, Juez Thayer, ha estado en contra nuestra desde antes de conocernos. Le bastó con que éramos anarquistas para convertirnos
en asesinos. Permítame decirle lo que creo: No son nuestros pecados los que se han juzgado aquí. Son nuestros sueños. Nuestras
esperanzas. Eso es lo que han condenado. Lo que creen que podrán matar. Y quieren hacerlo tan solo porque estos sueños nuestros
les amenazan la realidad. Soñamos cambiar el odio por amor, y aquí es el odio el que tiene poder. Soñamos un hombre solidario, y
esta realidad solo se mantiene con la competencia salvaje. Creemos en la verdad y la libertad y aquí solo valen la opresión y la
mentira. Descubrimos que los derechos y privilegios, aquí se adquieren y se mantienen solo por la fuerza. Comprendimos que en
nombre de Dios, de la ley, de la patria, se cometen los delitos mas feroces; que los pueblos se encuentran corrompidos en el
corazón, los sentimientos y la mente por obra del ejemplo y la voluntad de los gobernantes. Pero también entendimos que la
igualdad es la única base moral sobre la que puede regir el contrato social humano. Y que si nosotros, y la generación que nuestras
mujeres llevan en sus vientres no somos capaces de modificarlo habremos fracasado todos, y la humanidad seguirá siendo cada vez
mas mísera y mas infeliz. Quiero decirles una cosa señores del Jurado y créanme que lo digo con todo el corazón: Estaría feliz si me
condenaran a muerte, sólo por poder gritarle a la gente: Pónganse en guardia. Todo lo que te dijeron, todo lo que te prometieron era
una mentira, era un fraude, era un delito, era una ilusión, era un engaño. Nos prometieron libertad... )Dónde está la libertad...? Nos
prometieron prosperidad... )Dónde está la prosperidad...? )Dónde está el progreso espiritual que nos prometieron? )Dónde está el
respeto por la vida humana?. Nunca como ahora, señores del Jurado ha habido tantos crímenes, tanta corrupción como hoy. Esto es
lo que quiero decir: No le desearía ni a un perro sarnoso, ni a una serpiente, ni a la criatura más miserable de la tierra, lo que yo he
tenido que sufrir por delitos que no cometí. Pero hay algo que me consuela y es que también he sufrido por crímenes de los que sí
soy culpable. He sufrido y sufro por ser italiano, y es cierto, lo soy. Estoy sufriendo por ser anarquista, y también lo soy. Pero estoy
tan seguro de mis ideas, tan convencido de estar en lo justo, que si ustedes pudieran matarme dos veces y yo pudiera renacer otras
dos, volvería a hacer exactamente lo que hice hasta ahora. (Pausa.) He hablado mucho de mí y ni siquiera he mencionado a Sacco,
mi amigo. Mi compañero. (Ah, sí...! Tal vez yo hable mejor que él, pero créanme que muchas veces tuve que contener mi emoción
frente a ese hombre al que ustedes llaman ladrón, al que llaman asesino y van a condenar. Lo harán, lo sé, van a condenarlo. Pero
escúchenme bien lo que voy a decirles: Ustedes podrán hacer con él lo que su crueldad les permita. Ustedes pueden matarlo, pero si
lo hacen, escúchenme bien... su nombre, Nicola Sacco, seguirá viviendo en el corazón de la gente cuando sus huesos señor
Katzmann, y los suyos señor juez, ya estén hechos polvo por el tiempo, y sus nombres y sus leyes y sus tristes instituciones no sean
más que un oscuro recuerdo. Un oscuro recuerdo de ese pasado, de este pasado, en el que el hombre era el lobo del hombre. (Una
larga pausa.) Terminé. Gracias por haberme escuchado. (Se sienta. Silencio.)
THAYER: (Se para. Lee.) Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco, en el día del señor de 19 de julio de 1921, esta corte los condena a la
pena de muerte transmitiendo el paso de una corriente eléctrica a través de sus cuerpos. (Medeiros comienza a aullar.) Esta es la
sentencia de la ley.
UNA VOZ: Entre 1921 y 1927 la defensa pide en sucesivas oportunidades la revisión de la causa. Cada pedido es rechazado uno tras
otro por el Juez Thayer y la suprema corte de Dedham. La defensa apela al gobernador de Massachusetts, quién nombra una
comisión investigadora. La comisión ratifica la culpabilidad de Sacco y Vanzetti.
UNA VOZ: Durante seis años la justicia rechaza una apelación tras otra. La ejecución se posterga una y otra vez. Crecen en el
mundo las protestas por el caso.
Crece ahora una luz sobre Nicola, en un camastro de la celda, de espaldas a Bartolomeo, que aguarda con un plato de comida en la
mano.
NICOLA: No.
NICOLA: No.
NICOLA: (Lo mira.) Me convence. Si habla me convence. )Vino para eso, no?
BARTOLOMEO: Sí.
BARTOLOMEO: A un hospital, con un tubo por la boca. )No es más humillante?. Allora mangia... (Nicola le da la espalda.) Hace seis
años que estamos aquí... )Se va a rendir ahora...?
NICOLA: (Hace seis años que vivimos de esperanzas...! )Cuántas veces creímos, ya...? Seis años que juegan con nosotros... Nos
acercan a la silla y nos alejan de ella. (Basta...! (Quiero la libertad de morirme en paz!
NICOLA: )Usted escuchó sus gritos? Día y noche desde hace meses. Ese hombre está loco, destruido por la morfina, y tiene
condena en fijo también para la silla... )Quién va a creerle?
BARTOLOMEO: Ya no se trata de Thayer, Nicó... La corte de Justicia es la que decide ahora. Sobran pruebas esta vez.
BARTOLOMEO: )Miedo...?
NICOLA: (Sí miedo, miedo! ¿Qué...? Miedo a tener esperanzas de nuevo. A volver a empezar. A creer otra vez que hay un poco de
justicia para nosotros. )Cuántas veces creímos? )Cuántas veces nos agarramos de la vida? )Para qué? Para que una y mil veces le
vuelvan a decir a uno "lo engañamos, prepárese a morir" (Basta...! Lo mejor que Dios le dio al hombre, es morirse una sola vez. Y
que nadie le avise nunca el momento de la muerte. )Cuántas veces hemos muerto ya...? )Las contó? )Diez? )Treinta? )Cien? (No
puede evitar el llanto.)
BARTOLOMEO: Nicó... (Quedan mirándose largamente. Se unen en un abrazo seco y breve.) Questa volta sara quella buona... (Le
alarga una cucharada con comida Una per Dante... (Un tiempo. Nicola comienza a comer.) Una per Agnese... Una per Rosa...
UNA VOZ: En París, veinticinco mil personas frente a la Embajada de Estados Unidos piden la gracia para Sacco y Vanzetti
La luz los deja y crece sobre Thayer, de camisa y sombrero rancho. Una jarra y dos copas. Toma una copa y sirve en ella. A su lado,
molesto, Thompson aguarda de pie.
THAYER: Refresco de limón, abogado Thompson, el gusto de las viejas cosas... Pero qué hace de pie, siéntese aquí... Esta galería es
mi refugio contra el verano. A mi edad, los calores comienzan a volverse peligrosos... (Ríe. Acota.) A esta edad, en realidad, casi todo
es peligroso... Decía mi abuelo, con todas las erres de su bendito irlandés: "Después de los sesenta, si un día te levantas sin dolorrr,
prrreocúpate porrrque estás muerrrto.." (Ríe. Thompson se sienta y toma un trago.) Recién exprimido. Ese es el secreto de la
limonada de la señora Thayer... No me canso de recomendar sus virtudes. Un minuto antes de que usted llegara, me preguntaba ella
justamente si ya había estado antes usted aquí en casa...
THAYER: Eso descubrí. Es extraño, tantos años... Martha, le dije: tantos años y el abogado Thompson no ha probado aún tu
limonada... (Ríe.)
THAYER: Siete... Claro, todavía mi nieto jugaba a los vaqueros en ese césped, y hoy es un futuro colega. (Acota.) Bienvenido a la
profesión. Nunca serán pocas las manos de la ley.
THAYER: )Sabe qué, Thompson...? Siempre soñé con un país ordenado, del que la justicia tuviera que ser sólo el guardián. Pero...
No tuve la suerte de llegar a verlo. Tuvimos que ser soldados, Thompson... Y de la vanguardia. (Pausa.) Eso pensaba anteayer
justamente, meditando sobre el resultado de su apelación. (Thompson se inquieta.) No se impaciente. Sé que vino por la respuesta.
Déjeme llegar a ella. (Pausa.) Mire a su alrededor, Thompson... )Qué me dice?
THAYER: Un vergel. Todo calma. Un refugio en medio de la tormenta. A unos kilómetros de aquí, en la ciudad, apenas se puede
caminar entre la basura. )Sabe una cosa, Thompson? Hace unos años apenas -Usted llegó a conocerlo, sin duda- también esa ciudad
era un paraíso. Donde antes hubo paz y entendimiento, ahora hay sólo luchas y odio.
THAYER: Déjeme terminar. Todos los días al amanecer miro a mi alrededor, a esta Old New England con sus casas arboladas y sus
jardines verdes, y sus niños de ojos azules, y me estremezco de solo pensar que todo esto que consiguieron mis padres, y mis
abuelos, y los suyos claro, puede ser destruido por la espada y por el fuego. Algo ha ocurrido abogado Thompson en esta tierra
nuestra: ha venido gente extraña, de pieles también extrañas. Gente que no lo mira a uno a los ojos. Que hablan solo en su propio
idioma y viven en sucuchos y sólo parecen felices inquietando, sembrando el descontento, azuzando a un hermano contra el otro y
susurrando por todos lados: "Más dinero..." "El patrón es un explotador.." "Es un demonio..." ")Por qué no nos repartimos sus
riquezas...?" Pero usted y yo, a pesar de todo hemos seguido administrando justicia con equidad, y no hemos hecho diferencias... Y
hemos tratado de olvidar que ellos odian desde el nombre de este bendito país, hasta la tradición de nuestros antepasados. Si,
abogado THOMPSON: La Corte rechazó su apelación por esos anarquistas. (Thompson se para.) (Pero piense como americano, y sé
que les dará también la razón...! )Si fueran ellos los que dirigieran los tribunales, qué clase de justicia habría para gente como usted
o como yo...? (Con que sólo vieran un par de ojos azules, ya bailarían la danza de la muerte!
THOMPSON: (Por Dios, Juez Thayer...! (Es una... Esos hombres son inocentes!
THAYER: (Pero no comprende abogado que aquí no se trata ya de culpables o inocentes...! (Que aquí sólo importa quién gana, si
ellos o nosotros! (Y nosotros no podemos ser vencidos...! (Esa sí sería una injusticia! (Una injusticia para sus hijos... Una injusticia
para mis nietos!
THOMPSON: (Parándose para irse.) Apelaré al gobernador... Al presidente si es necesario. (Pediré clemencia!
THAYER: )Por qué abogado? ¿Qué tiene que ver usted con ellos...? (Sólo contésteme por qué!
THOMPSON: (Porque no me desayuno con sangre, Thayer! (Porque tengo cuarentaisiete años señor, y llegué a esta profesión a los
veintitrés sólo porque sentí que la justicia hacía mejores a los hombres! (Y así lo creí siempre, hasta este caso! (Pero ya ni eso me
queda! Desde hace meses, Juez Thayer, llevo conmigo mi matrícula, día y noche (La saca.) Y la saco, y la sobo, y la leo y la releo,
sólo para saber quién demonios soy. Sólo para que siga gritándome mis obligaciones. (Sacco y Vanzetti van a morir, Thayer...! Y la
justicia se enchastrará irremediablemente. (Ah, sí...! Mi nombre saldrá en los periódicos... Y me crecerá una módica aureola de
idealismo... (Y mañana mis clientes serán justamente los que alentaron este linchamiento! No, Juez Thayer. Pienso hacer lo imposible
por salvarlos, pero si esos hombres son asesinados; si la justicia es esto que hacen ustedes... Escúcheme bien: (Prefiero tirarle este
papel a los cerdos!
Thayer comienza a rezar en voz baja. Crece una luz sobre Bartolomeo que observa la escena. Thompson se aleja furioso.
UNA VOZ: En Londres, Berlín, Hamburgo, Moscú, Calcuta, Bruselas, miles de personas salen a las calles a pedir la gracia para Sacco
y Vanzetti.
THOMPSON: (Se incorpora al espacio de Bartolomeo.) Está bien. Otra vez la razón es suya. Pero nos queda el gobernador. Si lo
presentamos a tiempo aún...
THOMPSON: Escuche...
THOMPSON: No. La clemencia no. El gobernador no puede negarla. Ya he preparado el oficio. (Saca unos papeles.) Se aceptan los
cargos y se pide ...
BARTOLOMEO: (Interrumpe.) Justicia. (Thompson lo mira.) Si algo se pidió y se seguirá pidiendo es justicia. Y si no la dan es
porque no la tienen. Justicia. Hace años que no me habla de otra cosa: Su justicia. )Qué pasa ahora Thompson, dejó de creer en ella
y pasó a creer en el perdón...?
BARTOLOMEO: (Interrumpe. Calmo.) Usted es un gran abogado. (Thompson lo mira sorprendido.) Quería decírselo. Y lo que ha
hecho por nosotros se lo voy a agradecer hasta el último segundo. (Pausa.) Tanto tiempo hablando de leyes, de recursos, nunca
había podido decírselo. Hoy se lo digo: gran abogado. Le agradezco todo lo que hizo por mi vida. Ahora lo que queda déjemelo a mí.
BARTOLOMEO: ¿Abandonar...? Si nunca estuve más cerca de una meta. (Pausa.) Thompson, usted sabe con cuánta obstinación
defendí mi inocencia. Soy inocente. La gente lo sabe. Los que son como yo lo saben, lo creen. Yo ya no tengo nada que pedir. Son
ellos los que nos deben justicia a nosotros, y quisiera que la den porque eso mostraría el fracaso de sus mentiras y la fuerza de
nuestra verdad. Pero si no la dan, si no conmutan la pena: nada va a gritar con más fuerza que esta muerte, que esa justicia está
podrida. Están encerrados en su propio chiquero, Thompson. No seré yo quien les abra una puerta. En el fondo, abogado, esto es
nuestra victoria.
THOMPSON: Pero yo soy abogado, Vanzetti. Y para mí no hay victoria sino salvándoles la vida Y sus vidas dependen ahora de su
firma en este maldito papel. Y en esa maldita decisión del gobernador del Estado. (No pienso quedarme sentado esperando un
milagro! (Firme aquí y déjeme hacer!
BARTOLOMEO: Es inútil que me lo vuelva a pedir. No lo intente tampoco con Nicola. Lo hemos decidido.
THOMPSON: Y yo qué...? ()Qué cree que va a ser de mí...?! (Soy su abogado...! ()Es algo, no?!
THOMPSON: (Desbordado.) ()Quiere que le diga lo que creo...? (No, no lo es! (Un sueño no es algo! (Un sueño no es nada!
(Muéstreme un lugar, un solo maldito lugar sobre la tierra donde ese sueño haya mostrado su virtud! (Una sola prueba visible y
comprobable de que el mundo puede ser mejor con sus quiméricas ideas!
BARTOLOMEO: Pruebas. Claro, los abogados juzgan pruebas. )Y si fuese verdad que es un sueño...? Como si de los propios sueños
no fuéramos también responsables los mortales. Abogado Thompson, usted no podría entender: Una cosa es soñar y otra es estar
dormido. A nosotros, soñando, no nos hace falta despertar para ver este mundo suyo. Ustedes en cambio si no despiertan a tiempo,
no lo verán nunca. (Tiempo.) No insista con la clemencia. Déjenos a nosotros con el sueño. Y que sigan los otros durmiendo sobre
sus leyes.
THOMPSON: (Destruido.) Quién habla de leyes ahora, Vanzetti...? Pero si es verdad que la justicia no existe, que haya por lo menos
piedad.
Con un gesto calmo Vanzetti apoya su mano en el hombro de Thompson. Thompson acepta. Un tiempo. Thompson guarda entre sus
papeles el pedido de clemencia.
La luz recorta ahora a Medeiros que juega con una pelota. Hace frío. Se sopla las manos. Unos pasos más allá, Sacco lo observa.
UNA VOZ: Huelgas en Colombia, Venezuela, Chile, Brasil, Argentina. En Sudáfrica, cincuentamil obreros abandonan el trabajo y se
encolumnan en las calles.
NICOLA: Medeiros... (Medeiros no le contesta. Sólo lo mira y sigue con la pelota.) Soy Sacco.
MEDEIROS: )Y...?
MEDEIROS: ¿Vas a seguir hablando mucho tiempo...?! (Grita.) (Guardia...! (Alcahuete...! (El gringo aquí busca pelea...!
NICOLA: No, pelea por qué...? Sólo quería decirle quién soy. Soy uno de los condenados que...
MEDEIROS: (Interrumpe.) ¿Qué, soy estúpido yo...? )No te conozco...? Un millón de personas gritan tu nombre allá afuera todos los
días. )Soy sordo...? Ya está bien. (Grita.) (Guardia...! (Me sigue jodiendo! (Soy un hombre peligroso...! (Ríe.) (Voy a reventar a este
italiano y tendrán que electrocutarme dos veces!.
NICOLA: La confesión.
NICOLA: (Interrumpe. Habla calmo. Medeiros lo escucha contenido.) Me pregunto todos los días si de verdad era el asesino, o sólo
confesó porque ya estaba condenado. Porque no tenía nada que perder.
MEDEIROS: ¿Qué mierda te pasa, gringo...? Confesé porque quiero... Porque tengo hígado... Porque puedo mostrarle a cualquiera
qué cojones tiene Celestino Medeiros... Todas las noches una multitud grita ahí afuera por ustedes... Quieren salvarlos... ¿Y qué han
conseguido con sus gritos...? No es con gritos como se consiguen las cosas. Por mí, en cambio no hay ni un perro sarnoso ahí afuera.
Y si lo hubiera solo ladraría: "(Medeiros hijo de puta...! (Asesino... Basura...!" Y sin embargo esta basura hizo por ustedes más que
toda esa mierda de abogados. Más que todos esos imbéciles que gritan ahí afuera. ¿Por qué...? (Porque tengo las bolas que hacen
falta...! ¿Te dijeron alguna vez cuántas veces robé? Treinta y dos. (Cinco muertes sobre mi cabeza! Yo estaba ese día en el asalto de
South Braintree. O no... )Qué importa eso? Yo conozco los ojos de los muertos. Los dientes reventados contra una vereda. El pegote
de la sangre cuando se te seca entre los dedos. Yo sé que son inocentes. Te lo veo en esos ojos de oveja tonta.Y siendo una mierda
como soy, yo te salvo la vida, y de esos afuera no hay uno solo que tenga las bolas para hacerlo. Me van a electrocutar...
Cincuentamil voltios... ¿Alguien se puede imaginar lo que es eso...? Y cuando este cuerpo quede como un pedazo de carbón sobre
esa silla, en los aguantaderos, en los tugurios, en los barrios de putas la gente mía dirá con el sombrero en la mano: ¡Salud a las
pelotas de Celestino Medeiros!
NICOLA: Y también dirán: era un hombre bueno; entendió que en el mundo uno no está solo.
MEDEIROS: (Conteniendo la emoción a duras penas.) ¿Qué pasa...? No es domingo para que venga el cura.
NICOLA: No hablo del cielo, Medeiros. Hablo de la tierra. Entendió que la vida, que las cosas que se hacen, que hasta la muerte de
uno, le pertenecen a los otros. (Hay un largo silencio.)
MEDEIROS: ¡Guardia, quiero volver a la celda! (Hace frío aquí...! (Intentando vanamente el humor.) ()Si me matan de pulmonía,
qué mierda van a hacer con esa silla...?! (Intenta reír. No puede. La luz se va.)
Surge un espacio en el que Luigia y Bartolomeo se miran largamente. Más allá, aparte, Rosa espera a Nicola que va hasta ella y
quedan también en silencio.
UNA VOZ: La Iglesia Católica, Anglicana, Evangelista, Ortodoxa, La Comunidad Musulmana, los Rabinos, piden al presidente de los
Estados Unidos que se conceda la gracia.
LUIGIA: ...de carpir en cuanto vuelva... Y pida bosta al cochero. Se acordaba del cochero todavía...
LUIGIA: E brutta questa terra, papá... Cuando el barco se acercaba la vi tan... tan... (Daba miedo! (Imponente! (Ya a Bartolomeo.)
Es fea... )Qué tiene que hacer aquí un italiano? Fea y triste la América.
LUIGIA: Cuando todo termine. (Al padre.) Le dije que usted no quería que lo dejara allí. (A Bartolo.) Si todo sale bien te llevo
conmigo. Si no me llevaré las cenizas a casa. (Al padre.) No dijo nada. Tiene que llegar el perdón le dije. Tiene que llegar. Por la
gracia de Dios.
BARTOLOMEO: Es mi fe.
Comienzan a preparar a Bartolomeo para la ejecución. En la otra celda hacen lo propio con Nicola. Rosa está a su lado.
ROSA: (A Nicola. Crispada.) (Hay que hablar con ese chico, Nicola! (A mí no me hace caso!
NICOLA: (Calmo.) Que sepa que no dejé de nombrarlo. Ni en el último segundo. Que se entere.
ROSA: (Niega conteniendo las lágrimas.) Si no es la que viene será en dos semanas, que ya tiene las vacaciones de la escuela.
LUIGIA: Mi fe. Mi fe, dijo. (A Bartolomeo.) No. Tu fe es la fe en la que naciste. Es la de papá y mamá. Es la mía. Bartolomeo, por
última vez: recibirás al cura.
LUIGIA: La verdad: Soy inocente... (Pero qué les ha hecho esta tierra! Tampoco Nicola ha querido confesarse, y hasta ese asesino,
el que grita sin parar, ha rechazado la confesión.
BARTOLOMEO: Medeiros.
ROSA: Volveremos Nicola. En tercera. Como vinimos. Vas a salir de aquí y volveremos. Cuando lleguemos a Torremaggiore pienso
subirme a la colina, mirar hacia aquí y gritarle a la América hasta quedarme ronca: (Yo te maldigo!
ROSA: Que te acuerdes la canción, Dante. Que en ella están todas las palabras que un hombre debe saber.
ROSA: (Comienza, ahogada, a recorrer la canción.) Addio Lugano bella... O dolce terra pia... Banditi sensa terra... gli anarchici vai
via...
BARTOLOMEO: ...Las cosas son las cosas, y la única oración que tienen las cosas son los actos de cada uno. )En qué idioma sino
hablaría Dios...? Su única lengua, hermana, la única que entiende es la de estos actos...
LUIGIA: ¿He actuado mal yo?, me preguntó. )He actuado poco?. Cuando esta noche camine por ese pasillo hacia la cámara, cada
paso nuestro será una palabra de esa oración que estás pidiendo...
BARTOLOMEO: ...Cada paso Luigia... Después entraré allí, daré mi último grito, y si es cierto que allá arriba hay alguien oyendo,
escuchará...
LUIGIA: Amen...
BARTOLOMEO: Amen...
NICOLA: Dante... Usted ha crecido y hay que hablarle como a un hombre. Las tiene que consolar y proteger. Le dejo a las dos.
ROSA: Recuerde siempre, dijo: ayude a los débiles, a los perseguidos y a las víctimas.
NICOLA: Dante, la alegría de los juegos hay que compartirla con los otros. Compañero es el que comparte el pan...
ROSA: ...Así es la idea nuestra, dijo. El fin de la vida no es el fin de la esperanza: un hombre espera también en sus hijos. Y en los
hijos de sus hijos.
NICOLA: Nuestra idea llegará, Dante. En unos años o en un siglo. Con otro nombre. Con otra forma a lo mejor, pero va a llegar. Va a
llegar.
LUIGIA: Te matan como a Cristo, y estás renegando de Él. (Transición.) Si esto fuera lo que Él sembró, me dijo, me avergonzaría de
ser cristiano.
BARTOLOMEO: Nosotros no somos mártires, Luigia. Ni profetas. Apenas de esos que nacen para vivir como hormigas. Hormigas
solamente que un día descubrimos que nuestros deberes nos daban también derechos, y levantamos la voz: "Hágannos vivir
mejor..." Entonces el engranaje se puso en movimiento. Primero nos atrapó. Ahora nos tritura...
BARTOLOMEO: ...Cómo podrías entender, Luigia... Si no hubiera sido por esto, qué hubiera sido de nosotros...? )Hablar por las
calles a hombres indiferentes...? )Morir desconocidos...? Nunca había imaginado hacer tanto en favor de los hombres. En el fondo,
hermana, esta agonía es nuestro triunfo.
LUIGIA: Entonces me lo pidió. Me puso la mano así, en la cara... "Te pido que a papá lo beses por mí..."
NICOLA: Querido hijo, no lo olvide nunca: No es el cuerpo de su padre el que quieren electrocutar. Son sus ideas.
UNA VOZ: 23 de agosto de 1927. El gobernador y el presidente rechazan el perdón a Sacco y Vanzetti. Luego de la ejecución de
Medeiros, ambos morirán en la silla eléctrica.
Los personajes son convocados a la ejecución. En un último gesto Thompson, frente a Thayer, rompe penosamente su matrícula, y la
arroja a los pies del juez.
NICOLA: Buona sera, signori. Addio Rosa. Addio figli miei. Addio agli amici. (Viva l'anarchia!
BARTOLOMEO: Solo me queda decir que nunca he cometido ningún crimen, sólo algunos pecados. Perdono a los que me han
hecho mal. Gracie a tutti che mi hanno aiutato. Sonno innocente. Buona sera, signori. (Viva l'anarchia!