Compilación Bibliotecario #16
Compilación Bibliotecario #16
Compilación Bibliotecario #16
Compilación de entradas 16
Edgardo Civallero
© Edgardo Civallero, 2022.
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Ocean Island: cómo destruir una isla
A fines del siglo XIX, el aumento del uso de fertilizantes para incrementar la producción
agrícola fue exponencial. Estados Unidos tenía sus propias fuentes locales de suministro,
pero Europa occidental, que carecía de ellas, había puesto sus ojos en Marruecos, en
Túnez, y en los enormes depósitos de guano y salitre de las costas sudamericanas del
Pacífico. Buena parte de estos últimos pertenecían originalmente a Bolivia, pero la
victoria chilena en la guerra de 1881 (acaecida, entre otras cosas, por la disputa de esos
depósitos de nitratos y los impuestos y dividendos que generaban) le dio el control de
esos recursos a Chile, al tiempo que convirtió a Bolivia en un país sin salida al mar.
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La historia de esas dos islas ilustra, de forma dramática, el impacto que las demandas de
recursos del mundo industrializado tuvieron sobre las sociedades y los ecosistemas del
resto del planeta.
Ocean Island —más conocida como Banaba, hoy en el archipiélago de Kiribati, nación
independiente de Oceanía— es una isla pequeña (unos 5 km de largo por 4 de ancho),
que hasta finales del siglo XIX estaba cubierta por una frondosa vegetación tropical y
habitada por unas 2000 personas, las cuales mantenían un estilo de vida típicamente
polinesio. Nauru —hoy una república independiente— era un poco mayor, y tenía unos
1400 habitantes. El Imperio Británico se anexó Ocean Island en 1901, mientras que
Nauru fue una posesión alemana hasta 1914. Las dos islas consistían básicamente en
depósitos de fosfato sólido, quizás los más ricos del mundo. En 1900 la Pacific Islands
Company de Gran Bretaña compró el derecho de explotación de todos los minerales de
Ocean Island por 999 años, pagando 50 libras por año. Fue un "tratado" de dudosa
legalidad, celebrado con un jefe local que no tenía la potestad de comerciar con tierras
que pertenecían a otros. Para 1905 se extraían 100.000 toneladas anuales de fosfato. La
PIC llegó a un acuerdo con la administración colonial alemana para comenzar a excavar
en Nauru en 1907.
En ambas islas la compañía no contrató trabajadores locales, sino que importó mano de
obra extranjera (unos 1000 mineros, sobre todo chinos), mientras unos 80 europeos
controlaban las operaciones y un destacamento de policía traído de la vecina Fiji
mantenía el orden. El grado de explotación de recursos era tal que un corresponsal
anónimo de la revista británica The New Age realizó un reportaje en 1913 titulado
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"Modern buccaneers in the West Pacific" (Bucaneros modernos en el Pacífico
occidental).
La PIC fue comprada en 1919, y todos sus bienes y derechos pasaron a la British
Phosphate Commission (controlada conjuntamente por los gobiernos de Gran Bretaña,
Australia y Nueva Zelanda). Su propósito era suministrar fosfato a precio de costo, y por
ende, muy por debajo de los precios internacionales. A inicios de la década de 1920, las
minas producían unas 600.000 toneladas anuales.
Este subsidio a los agricultores de Australia y Nueva Zelanda (y, por ende, a los precios
de la comida en Reino Unido) era pagado por los isleños. La minería de fosfato implicaba
la eliminación de toda la vegetación existente y de los primeros 15 m de suelo, dejando
un paisaje destrozado en el que no podía crecer absolutamente nada.
Cuando estalló la guerra con Japón en 1941, chinos y europeos fueron evacuados, pero
los locales fueron abandonados, y las islas, ocupadas por los japoneses. Estos
deportaron a todos los habitantes nativos a las Carolinas, algo que habían querido hacer
los británicos antes (para poder excavar sin impedimentos) aunque sin éxito. Cuando las
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islas fueron recuperadas por los británicos al final de la contienda, los habitantes de
Banaba fueron enviados a la isla Rambi, en Fiji, y en 1947 se llevaron 1500 trabajadores
a Ocean Island para explotar los fosfatos en toda la isla. Los habitantes de Nauru estaban
en una mejor posición porque el territorio era un mandato de las Naciones Unidas, que
Australia solo administraba: tenía que permitírseles regresar a su hogar. Si bien
retornaron, fueron tratados como ciudadanos de segunda. Al igual que los 1300
trabajadores chinos, los nativos fueron excluidos de todas las instalaciones de la
compañía (tiendas y recreación) en base a su color de piel.
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extracciones mineras. De modo que continuaron viviendo en la franja costera —la única
porción de su tierra que no había sido devastada por las minas— aceptando que su
modo de vida tradicional había desaparecido para siempre, y que debían vivir de los
beneficios del fosfato. Esos beneficios permitieron mantener una parodia de "desarrollo
al estilo europeo": los isleños no necesitaban trabajar, y su estándar de vida era alto
comparado con el de otros países y territorios oceánicos. Había una carretera (que no
iba a ningún lado) y los isleños tenían una de las tasas de adquisición de automóviles
más altas del mundo. La población dependía de comida importada y desarrolló las
enfermedades propias de una dieta industrializada. Lamentablemente, los ingresos
fueron pobremente gestionados, y para inicios del siglo XXI Nauru estaba en bancarrota.
No encontraron mejor alternativa que llegar a un acuerdo con una compañía australiana
para reabrir la explotación de fosfato, en un intento desesperado por encontrar algún
ingreso.
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pérdidas, y los fondos del trust fund, destinados a pagar la administración de dicha
colonia. Ningún banabo fue informado de cuánto ganaban o de cómo se gastaban esos
fondos porque los europeos creían que eran básicamente ignorantes. Ocasionalmente
se les entregaban pequeñas cantidades de dinero. Cuando fueron movidos a Rambi,
nadie les consultó, a pesar de que se utilizó el dinero del trust fund para comprar la isla
al gobierno colonial de Fiji. Fueron dejados en Rambi, con un clima muy diferente al suyo
natal, y sin forma de ganarse la vida.
A la postre Gran Bretaña ofreció a los isleños medio millón de libras esterlinas como
compensación por los daños de la minería y su exilio forzado. Los banabos rechazaron
la oferta y llevaron al gobierno a juicio en la década de 1970, en el caso civil más largo
que haya existido. Y perdieron.
Para 1980, Ocean Island estaba destruida: el 90 % de la superficie de la isla había sido
removida, y los depósitos se habían acabado. Sus habitantes habían perdido sus
hogares, y no recibieron ningún tipo de compensación.
He ahí fue el precio real de los fertilizantes para Australia y Nueva Zelanda, y de las
importaciones de comida barata a Gran Bretaña.
[Esta entrada está basada en el libro de Clive Pointing A New Green History of the World:
The Environment and the Collapse of Great Civilizations (Londres: Penguin Books, 2007)].
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Los rostros en el barro
Los Diaguita fueron los habitantes prehispánicos del Norte Chico o Norte Verde de Chile:
la franja que se extiende entre el Norte Grande, árido y casi despoblado, y el fértil Valle
Central de Chile. Un territorio seco, atravesado por los valles transversales de los ríos
Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Choapa, que se convierten en verdaderos oasis.
También tuvieron una fuerte presencia al otro lado de la cordillera, en el noroeste de
Argentina, en donde dejaron una impronta imborrable.
Herederos de culturas arqueológicas como El Molle (300-700 d.C.) y Las Ánimas (800-
1000 d.C.), los Diaguita chilenos fueron un conjunto de jefaturas y grupos
independientes unidos por una cultura común, y hablantes de una serie de dialectos de
una (todavía muy debatida) lengua que el jesuita Alonso de Bárcena llamó kakán.
Sus viviendas eran de muro de piedra seca o adobe, con techo de barro y paja. Los restos
de sus poblaciones, protegidos por fortalezas, demuestran un alto grado de planificación
urbana. Su economía se basaba en una agricultura de subsistencia centrada en el cultivo
del maíz, los porotos y el zapallo, tres elementos que aún hoy constituyen la base de la
alimentación en el Norte Chico. También plantaban quinua, ají, papa y algodón.
Asimismo recolectaban la algarroba, tanto para el consumo de su harina como para la
elaboración de bebidas fermentadas, y aprovechaban otros frutos silvestres, como el
mistol, el chañar o las tunas. Por otro lado, eran ganaderos trashumantes. Criaban
camélidos andinos (llamas, alpacas) como animales de carga y para el aprovechamiento
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de la carne, los huesos (empleados para fabricar herramientas) y la lana. Esta última era
teñida con tintes vegetales naturales, como el extraído de la corteza del algarrobo.
A finales del siglo XV las comunidades Diaguita fueron anexadas al Qullasuyu (la división
más meridional del Tawantinsuyu o "Imperio Inca"), probablemente por tropas del Inca
Tupaq Yupanqui. Durante el periodo de dominio incaico se construyeron caminos,
grandes almacenes de tributos (qullqa o "colcas"), posadas (tampu o "tambos"),
fortalezas (pukara o "pucaráes") y santuarios en las cumbres de los volcanes más altos.
Parte de la cultura y de las creencias del Tawantinsuyu, y el uso del idioma quechua
como lingua franca, arraigó en muchas de las comunidades Diaguita de Chile. Otras,
sobre todo las más meridionales, mantuvieron una celosa independencia. Tras la
conquista española, todas ellas quedaron incluidas dentro del Virreinato del Perú. Los
Diaguita se levantaron contra el poder hispano en 1549, arrasando la ciudad de La
Serena; las represalias fueron terribles, y durante el gobierno de García Hurtado de
Mendoza y Manrique (1556-1561), la población resultó absolutamente diezmada. Los
supervivientes terminaron mestizándose y perdiendo la noción de sus orígenes.
En la actualidad, algunas comunidades el alto valle del río Huasco están recuperando su
identidad como descendientes Diaguita, reconociendo algunos de los rasgos culturales
prehispánicos en sus prácticas actuales. Eso incluye formas de cultivo, textiles y tintes,
cerámica, patrones musicales, costumbres y creencias. E incluso algunos vocablos,
conservados sobre todo en los topónimos de la región.
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Los Diaguita fueron diestros alfareros. Su cerámica es reconocida como una de las más
bellas de los Andes prehispánicos, y es famosa por las representaciones de rostros
humanos. Si bien aparecen solo esbozados de forma esquemática y, en cierta forma,
estereotipada, cada uno de ellos suele estar caracterizado por una pintura, un tatuaje o
un adorno distinto que les da una identidad propia y una expresividad única. Las urnas
funerarias y las escudillas Diaguita son una de las tarjetas de presentación de esa cultura.
Y uno de los rasgos que sus actuales herederos intentan recuperar.
Los siguientes ejemplos fueron tomados del catálogo de Diaguitas, pueblos del norte
verde, una exposición de artefactos arqueológicos presentada en el Museo Chileno de
Arte Precolombino en enero de 1986. La exposición incluyó piezas conservadas en el
Museo Arqueológico de La Serena y en el Museo del Limarí, que representaban 12.000
años de desarrollo cultural en el Norte Verde.
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Fotos: Alfarería Diaguita. En Diaguitas, pueblos del norte verde
[http://www.precolombino.cl/biblioteca/diaguitas-pueblos-del-norte/].
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Castelao y las cosas de la vida
Alfonso Manuel Rodríguez Castelao es considerado por muchos como el padre del
nacionalismo gallego, y una de las figuras más destacadas de la cultura gallega del siglo
XX. Nació en Rianxo, sobre la ría de Aroussa, en enero de 1886, y murió en el exilio, en
Buenos Aires, en enero de 1950. Médico de formación (aunque jamás ejerciera) e
intelectual profundamente comprometido con su tierra y su gente, fue a la vez
ensayista, dramaturgo, novelista y dibujante, además de un influyente político.
Tales textos con dibujos se convirtieron, poco después, en dibujos con texto, y fueron
titulados "Cousas da vida". Se trataba de viñetas de "humor gráfico" que Castelao
publicó desde 1924 en las portadas de Galicia - Diario de Vigo y del Faro de Vigo. Cada
imagen, muy expresiva, iba acompañada de una brevísima reflexión del autor o de un
diálogo, también breve, entre los personajes, siempre en gallego (aunque los ricos
hablasen en castellano, fiel reflejo de la realidad de la época). Los condensados
contenidos están cargados de crítica, de adhesión a un determinado ideario político y
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social, de pena por el estado de Galicia y sus habitantes, de rabia por la actitud de ciertos
estamentos (sobre todo los "caciques"...). Y recogen, a la vez, mucho del saber popular:
actitudes, expresiones, palabras, preocupaciones, opiniones...
Aquí van cuatro "Cousas" elegidas al azar entre los centenares producidas por Castelao,
breve muestrario de una obra tan enorme como su autor.
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- Eu son Xoan, o que votou por vostede [Soy Juan, el que votó por usted].
- Ah, sí... Caramba... Si desea algo, vuelva usted mañana.
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- Un estadista: ¡Cuando el arca esté llena, seremos ricos!
- Un labrego: ¿E quen vai ter a chave? [¿Y quién va a tener la llave?]
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- Non estudies. Faite político e podes chegar a Ministro de Instrucción Pública... [No
estudies. Hazte político y puedes llegar a Ministro de Instrucción Pública...]
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- O médico: ¿Non dixeches que sacharías de balde na miña horta se te curaba? [¿No
dijiste que labrarías mi huerta gratis si te curaba?]
- O paisano: Diría, sí señor; como tiña tanta febre... [Lo diría, sí señor; como tenía tanta
fiebre...]
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Diluvio en los Andes
Los lingüistas que han estudiado el texto notan que tras el quechua normativo colonial
se encuentran muchísimas influencias lingüísticas externas; muchos de esos expertos
han calificado al manuscrito de "intraducible", por su riqueza y la cantidad de
interpretaciones que pueden tener sus palabras. Se lo considera una verdadera joya
literaria, y una de las producciones escritas más valiosas del periodo colonial peruano.
La obra obtuvo amplia divulgación cuando fue traducida al castellano (según algunos
críticos, de forma demasiado literaria y poética) por el célebre escritor peruano José
María Arguedas y publicada en 1966 bajo el título Dioses y hombres de Huarochirí.
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A continuación comparto el texto quechua y la versión castellana de una de las
"tradiciones" recopiladas en el manuscrito: concretamente, la plasmada en el capítulo
III, que tiene que ver con la historia del diluvio. Tanto el texto quechua (para el cual no
se emplea la versión paleográfica, sino una adaptación al quechua normalizado actual)
como la traducción castellana pertenecen al libro editado por el lingüista franco-
australiano Gerald Taylor en 2008 (Ritos y tradiciones de Huarochirí. Lima: Instituto
Francés de Estudios Andinos).
Algunos libros de cuentos populares reproducen esta narración bajo el título "La llama
sabia".
Chay shimiri kaymi. Ñawpa pachash kay pacha puchukayta munarqan. Chayshi
mamaquchap pachyamunanta yachashpash huk urqu llamaqa ancha allin qiwayuqpi
chay llamayuq samachiptintaq mana mikushpa ancha llakikuqhina karqan "in in" ñishpa
waqashpa. Chayshi chay llamayuqqa ancha piñashpa sarap quruntayninwan chuqllu
mikukushqanpi chuqarqan "mikuy, allqu; chika qiwapim samachiyki" ñishpa. Chayshi
chay llamaqa runahina rimarimushpa ñishpa ñirqan: "utiq, imaktam qam yuyankiman;
kananmi pichqa punchawmanta qucha pachyamunqa; chaymi hinantin pacha
puchukanqa" ñispa rimarirqan. Chayshi chay runaqa ancha mancharishpa "imanam
kashun; mayman rishpam qishpishun" ñishpa ñiptinshi "haku Huillcacoto urquman;
chaypim qishpishun; pichqa punchawpaq mikuyniykikta apakuy" ñishpa ñirqan. Chayshi
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chaymantaqa chay urqu llamantapash winaynintapash kikin apashpa ancha utqashpa
rirqan.
[Capítulo 3. Aquí volveremos a lo que se contaba sobre los hombres muy antiguos.
He aquí este relato. Se dice que, en los tiempos antiguos, este mundo estaba por
acabarse. Entonces, una llama macho que sabía que el mar iba a desbordarse, no comía
y, aunque su dueño la hacía pastar en un lugar donde la hierba era muy buena, se
lamentaba como si sufriera mucho. Entonces el dueño, muy enojado, le arrojó la coronta
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del choclo que estaba comiendo y le dijo: "¡Come, perro! Hay tanta hierba aquí donde
te he puesto a pastar". Entonces, la llama se puso a hablar como un ser humano.
"¡Imbécil! ¿dónde está tu juicio? Dentro de cinco días el mar va a desbordarse; entonces
el mundo entero se acabará", le dijo. El hombre se asustó. "¿Qué será de nosotros? ¿A
dónde iremos para salvarnos?", dijo. La llama respondió: "Vamos al cerro de Huillcacoto;
allí nos salvaremos. Lleva suficiente comida para cinco días". Entonces, sin tardar, el
hombre se fue, cargando él mismo la llama y los alimentos.
Cuando llegó al cerro de Huillcacoto, ya todos los animales –el puma, el zorro, el
guanaco, el cóndor, todos los animales sin excepción– lo habían ocupado. Tan pronto
como llegó, el mar se desbordó. Estaban allí, apretujados unos contra otros. Cuando
todos los cerros estaban ya sumergidos, apenas la puntita del cerro de Huillcacoto no
fue cubierta por el agua. Entonces el agua mojó la punta de la cola del zorro, que se
ennegreció.
Después de cinco días las aguas empezaron a bajar e nuevo y a secarse. Así, el mar se
retiró hacia abajo después de haber exterminado a todos los hombres. Entonces el
hombre que se había salvado en Huillcacoto comenzó a multiplicarse de nuevo. Por eso
existen todavía los hombres.
Nosotros, los cristianos, consideramos que este relato se refiere al tiempo del diluvio].
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Sexo en Las Mil y una Noches
Este trabajo, laborioso como pueda parecer, ha sido para mí una obra de amor,
y una fuente inacabable de solaz y satisfacción. Durante mis largos años de
destierro oficial en los exuberantes y mortales desiertos del África occidental, y
durante las tristes y monótonas tardes de América del Sur, demostró ser un
talismán contra el aburrimiento y el desánimo.
El libro de las mil y una noches (en árabe, Kitab alf layla wa layla) es una ecléctica
colección de narraciones de toda laya (desde lo dramático a lo humorístico, pasando por
la adivinanza, el relato con moraleja y el cuento erótico) que originalmente pertenecían
a la tradición oral de Asia Central, Meridional y Occidental y del norte de África. Si bien
los investigadores académicos no han logrado aún deshacer la intrincada madeja que
representa el origen y la evolución de los relatos que componen las diferentes (y
numerosas) versiones de esta obra, todos ellos coinciden en señalar que las raíces de las
narrativas pueden rastrearse hasta los folklores de la antigua Mesopotamia, Egipto,
Persia y la India.
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Todas las versiones del texto coinciden en la estructura general: una historia base (la de
Scheherezade, derivada probablemente de una obra Pahlavi titulada Hazar Afsan o "Mil
cuentos") en la que se insertan otras historias, algunas con una extensión de una línea,
y otras con cientos de ellas. Algunas ediciones alcanzan solo unos centenares de noches,
mientras que otras llegan a las "mil y una" que establece el título y unas pocas superan
esa cifra.
Los relatos más famosos de esta colección ("Aladino y la lámpara maravillosa", "Alí Babá
y los cuarenta ladrones", "Los siete viajes de Simbad el marino"), aun siendo
tradicionales de Oriente Medio, no se encuentran en las versiones árabes del libro, sino
que fueron agregadas por los traductores europeos. En las historias se cruzan seres
mitológicos populares de varias partes de Asia con personajes históricos reales (como el
califa abásida Harun al-Rashid y su gran visir Jafar al-Barmaki), que en ocasiones vivieron
en épocas distintas pero que conviven e interactúan sobre las páginas del texto.
La primera referencia al libro escrito en árabe aparece en El Cairo hacia el siglo XII. Desde
entonces se generaron dos tradiciones de manuscritos: la siria (la tradición más antigua,
con versiones más cortas, y que conservaban el sabor tradicional de los relatos árabes
medievales) y la egipcia (versiones más largas, más ricas, más detalladas). En Europa,
por su parte, las ediciones más tempranas del texto se remontan a principios del siglo
XVIII; entre 1704 y 1717, el francés Antoine Galland produjo la primera traducción a una
lengua europea: 12 volúmenes basados en un original sirio. El trabajo de Galland incluyó
cuentos que no estaban en los originales en árabe que usó como fuentes. El texto causó
gran sensación en Europa, y los estudiosos se lanzaron entonces a la búsqueda del libro
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"original" y "primigenio". En esa búsqueda dieron con las versiones egipcias de la obra.
La primera traducción de tales versiones tipo fue publicada por Edward Lane (1840-
1859) pero, debido a sus explícitos y gráficos contenidos sexuales, fue tremendamente
recortada. Años después se editaron traducciones sin recortes ni censuras: fueron
realizadas por John Payne (1882, 9 volúmenes) y por Richard Burton (1885, 10
volúmenes más 6 tomos accesorios).
Dado que para las leyes de la Inglaterra imperial victoriana las alusiones sexuales del
libro eran pura y simple pornografía y, por ende, estaban prohibidas, las tiradas de las
obras de Payne y Burton se realizaron a pedido, por suscripción. El libro que tengo ante
mi lleva, en efecto, un sello en la portada: Privately printed by the Burton Club
("Impresión privada del Club Burton").
El capitán Sir Richard Francis Burton (Reino Unido, 1821-1890) fue explorador, geógrafo,
traductor, escritor, soldado, orientalista, cartógrafo, etnólogo, espía, lingüista, poeta,
esgrimista y diplomático. Fue famoso en su época por su extraordinario conocimiento
de lenguas y culturas (se dice que manejaba con soltura una treintena de idiomas
europeos, asiáticos y africanos); por sus viajes y exploraciones a través de Asia, África y
América; por haber publicado el Kama Sutra en inglés; por haber viajado a La Meca
disfrazado de árabe (toda una "hazaña" que le hubiera valido la muerte de ser
descubierto); por haber viajado con J. H. Speke buscando las fuentes del Nilo, y haber
sido el primer europeo en ver el Lago Tanganika; y por haber traducido al inglés "El libro
de las mil y una noches" sin evitar los más que notorios contenidos sexuales de muchos
de los cuentos.
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Ocurre que Burton era una persona con un enorme interés por lo erótico; sobre todo,
por los hábitos, creencias y costumbres que al respecto ponían en práctica las distintas
sociedades que visitaba en sus expediciones. Llegó a medir y a anotar en sus diarios las
dimensiones de los genitales de los hombres que encontraba en sus viajes, y a consignar
prácticas sexuales en las que, evidentemente, participó de forma directa (violando, en
el proceso, una buena media docena de tabúes británicos, incluyendo algunos tabúes
raciales muy poderosos).
Tan bien conocía la materia que no sólo no abrevió o recortó la carga erótica de "El libro
de las mil y una noches", sino que la amplió y complementó con numerosas anotaciones
personales. Y es que una de las características de la prolífica producción literaria y
académica de Burton son sus abundantes notas al pie y sus apéndices, que incluyen todo
tipo información, en ocasiones adquirida de primera mano.
Su edición de "El libro de las mil y unas noches" le granjeó no pocas críticas y
enemistades. Algunos lo acusaron de haber plagiado directamente ediciones anteriores
(concretamente, la de Payne); otros, de haber editado un panfleto pornográfico que sólo
respondía a su "enfermiza obsesión" con el sexo; otros lo criticaron por el lenguaje
arcaico que usó en el libro, muy difícil de leer; y otros, por la exagerada cantidad de
notas (y los 6 volúmenes de apéndices), que solo servían para hacer gala de sus
conocimientos y vanagloriarse, y en ocasiones, en lugar de ilustrar al lector, lo
confundían (algo no demasiado lejos de la verdad).
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Burton hizo caso omiso de los comentarios. Era un individuo apasionado por su trabajo.
Esa pasión lo llevó a denunciar en sus escritos la hipocresía de la sociedad en la que vivía
o los desmanes del sistema colonial británico, aún en desmedro de su propia carrera.
...el lucero del alba colgando, solitario, del aire puro del horizonte occidental
...las tiendas de lana, bajas y negras, de los verdaderos Beduinos, meros puntos
en un páramo ilimitado de arcillas pardas como los leones y de gravas marrones
como las gacelas. Endulzada por la distancia, se escuchan las salvajes y extrañas
canciones de muchachos y muchachas, conduciendo sus ovejas y cabras a través
del crepúsculo...
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Barreras
"La guerra y los prejuicios pueden dividir a la gente, pero la gente es la misma; y sus
vidas, similares en ambos lados de la línea divisoria. Y, sin embargo, el corte sigue
profundizándose y las paredes siguen subiendo, y globalizándose en una era que
prometía borrarlas. Siete heridas abiertas. Siete líneas sobre el planeta donde la tensión
política, económica, nacionalista o religiosa hace tiempo que ha dado forma a divisiones
infranqueables. Algunas constituyen hitos naturales que los seres humanos se han
apropiado como divisores; otras son totalmente artificiales. Algunas coinciden con
fronteras estatales mal definidas; por lo general, líneas de cesación del fuego. Todas
ellas tienen sus cimientos en problemas sin resolver y reclamaciones implacables.
Buscan fluidez, incertidumbre, muerte. Y sin embargo, alrededor de ellas abunda el
deseo de una vida normal..."
El párrafo anterior está tomado del catálogo de "Cut – 7 dividing lines", una instalación
fotográfica de la artista griega Danae Stratou (2007), que muestra siete barreras
artificiales (muros fronterizos, vallas, alambradas) levantadas por el hombre en Chipre,
en Kosovo, en Irlanda del Norte, entre Etiopía y Eritrea, en Palestina, en Cachemira, y
entre México y los EE.UU. No son las únicas. La siguiente es una lista resumida de las
actuales barreras que dividen y separan país de país, pueblo de pueblo, persona de
persona.
Portas do Cerco
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China/Macau (China). 1849. 0,340 km. Barrera interna / Anti-inmigración.
Verja de Gibraltar
Reino Unido (Gibraltar). 1908. 1,2 km. Barrera interna / Anti-inmigración.
China-Hong Kong
China/Hong Kong (China). 1960s. 32 km. Barrera interna / Anti-inmigración.
Peace Lines
Belfast, Reino Unido (Irlanda del Norte). 1970s. 0,500 km. Pacificación civil.
Muro marroquí
Sahara Occidental/Marruecos. 1987. 2700 km. Zona de conflicto (territorio en disputa).
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Valla Kuwait-Iraq
Kuwait/Iraq. 1991. 193 km. Zona de conflicto.
Valla de Melilla
España/Marruecos. 1998. 11 km. Anti-inmigración.
Valla Uzbekistán-Kirguistán
Uzbekistán/Kirguistán. 1999. 870 km. Zona de conflicto.
Valla de Ceuta
España/Marruecos. 2001. 8 km. Anti-inmigración.
Valla Uzbekistán-Afganistán
Uzbekistán/Afganistán. 2001. 209 km. Anti-inmigración.
Valla Uzbekistán-Turkmenistán
Uzbekistán/Turkmenistán. 2001. 1700 km. Anti-inmigración.
Barrera Botswana-Zimbabwe
Botswana/Zimbabwe. 2003. 500 km. Anti-inmigración.
Barrera indo-cachemira
India/Pakistán. 2004. 550 km. Anti-terrorismo. Zona de conflicto (territorio en disputa).
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Barrera saudí-yemení
Arabia Saudita/Yemen. 2004. 75 km. Anti-inmigración.
Barrera Kazajistán-Uzbekistán
Kazajistán/Uzbekistán. 2006. 45 km. Contrabando antidrogas.
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Egipto/Franja de Gaza. En construcción. 7 km. Anti-terrorismo.
Barrera indo-birmana
India. En construcción. 1624 km. Contrabando antidrogas. Anti-terrorismo.
Barrera indo-bangladeshí
India/Bangladesh. En construcción. 3268 km. Anti-inmigración.
Muro de Bagdad
Iraq. En construcción. 5 km. Pacificación civil.
Barrera Irán-Pakistán
Irán/Pakistán. En construcción. 700 km. Contrabando antidrogas.
Barrera Pakistán-Afganistán
Pakistán/Afganistán. Propuesta. 2400 km. Anti-terrorismo.
Valla Rusia-Chechenia
Rusia. Proyecto. 700 km. Anti-terrorismo. Zona de conflicto (territorio en disputa).
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Barrera Malasia-Tailandia
Tailandia/Malasia. Proyecto. 650 km. Anti-terrorismo.
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Más que mil palabras…
En sus dibujos, casi surrealistas, Kuczynski se ocupa de criticar el sistema social moderno:
desde el hambre y las desigualdades hasta las paradojas de la globalización, las
características más nauseabundas de la política y el capitalismo y las nuevas tendencias
en la vida del ser humano.
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