Catecismo Ii Confirma 2017

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CATECISMO

DE
CONFIRMACÓN
SEGUNDO AÑO

PARROQUIA

SANTA MARÍA DE
LA COLINA

LA COLINA - MAJES

1
ORACIONES

1. La señal del Cruz. cielos y está sentado a la derecha de Dios,


Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
Por la señal *- de la Santa Cruz — de nuestros juzgar a vivos y muertos.
+ enemigos — líbranos, Señor, + Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo,
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia
+- y del Espíritu Santo. Amén.
católica, la comunión de los santos, el perdón
2. Padre nuestro. de los pecados, la resurrección de la carne y la
vida eterna. Amén.
Padre Nuestro, que estás en el Cielo,
Santificado sea tú Nombre, Venga a nosotros Confesión general
Tú Reino.
Hágase Tú voluntad en la tierra como en el Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante
cielo. ustedes, hermanos, que he pecado mucho de
Danos hoy nuestro pan de cada día. pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi
Perdona nuestras ofensas, como también culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso
nosotros perdonamos a los que nos ruego a Santa María, siempre Virgen, a los
ofenden. ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
No nos dejes caer en la tentación y líbranos que intercedan por mí ante Dios, nuestro
del mal. Amén. Señor. Amén.
3. Gloria al Padre.
Acto de contrición

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Señor mío Jesucristo, Dios y hombre


Santo, verdadero, Creador, Padre y Redentor mío;
Como era en el principio, ahora y por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. porque te amo sobre todas las cosas, me pesa
1. Ave María. de todo corazón el haberte ofendido.

Ayudado de tu divina gracia, propongo


Dios te salve , María, firmemente nunca más pecar, confesarme y
llena eres de gracia. cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
El Señor es contigo. Amén
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tú vientre, Jesús. Oración al Ángel de la Guarda
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
ahora y en el hora de nuestra muerte. Amén.
desampares ni de noche ni de día. No me
dejes solo, que me perdería.
El Credo
Ángel del Señor, fiel custodio mío, a quien me
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador ha confiado la divina bondad; dígnate
del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su iluminarme, protegerme, dirigirme y
único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido gobernarme siempre. Amén.
por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de .
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer
día resucitó de entre los muertos, subió a los

2
PRESENTACIÓN

Este segundo libro está con las más esenciales nociones de catequesis, necesarias
para preparar adecuadamente y que recibas tu Confirmación.
Querido joven para ayudarte a formar tu auténtica religiosidad en este momento
crucial de tu existencia, ponemos en tus manos este texto, escrito para ti por quien te conoce
y te quiere ayudar. Queremos que con este, aprendas a conocer la mejor de las ciencias (el
conocimiento de Dios y de ti mismo) y a practicar mejor de las artes (el arte de bien vivir) y
a labrar la mejor de las obras artísticas) (desarrollar tu propia personalidad humana y
cristiana). Para formar hombres cabales en todas las dimensiones humanas y elevadas al
orden sobrenatural.
Como católico tienes la responsabilidad de estudiar a fondo tu religión; tu dignidad
personal, que la practiques, mejor dicho QUE LA VIVAS. Dios quiere que tú mismo seas el
artífice de tu existencia, y así, el RESPONSABLE de tu vida temporal y eterna. Para eso
eres inteligente y libre. En eso está tu excelsa dignidad y en eso también está tu tremendo
riesgo. Como escribió San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. La gracia.

Parroquia Nuestra Señora de Chapi Estrella de la Evangelización

EL PEDREGAL - MAJES

ÍNDICE

3
LAS ORACIONES…………………………………………………………...………………………………02
LOS SACRAMENTOS………………………………………………………..…………………………….05
BAUTISMO…………………………………………………………………………..……………………….06
CONFIRMACIOÓN………………………………………………………………………………………….09
EL ESPÍRITU SANTO Y SUS DONES……………………………………………………………………12
LA FINALIDAD DE LA CONFIRMACIÓN Y PADRINO……………………………….…………………14
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA…………………………………………………………………17
LA CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA…………………………………………...……………………18
COMPRENDER LA IMPORTANCIA DE ASISTIR A LA SANTA MISA……………….………………24
NORMAS PARA LA SANTA MISA………………………………………………………...………………29
IMPORTANCIA DE LA VISITA AL SANTISIMO SACRAMENTO…………………...…………………33
SACRAMENTO DE LA PENITENCIA…………………………………………………..…………………35
PARABOLAS DE LA MISERICORDIA……………………………………………………………………39
PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN…………………………………………….…………………41
EFECTOS Y FRUTOS DE LA PENITENCIA y ¿POR QUÉ HAY QUE CONFESARSE
CON UN SACERDOTE? …………………………………………………………………………………..45
EXAMEN DE CONCIENCIA PARA JÓVENES…………………………………………..………………47
LAS INDULGENCIAS……………………………………………………………………………………….51
UNCION DE LOS ENFERMOS……………………………………………………………………………51
EL MATRIMONIO………………………………………………………………………………………..….53
ENAMORAMIENTO………………………………………………………………………………..……….55
NOVIAZGO……………………………………………………………………………………………….….58
ORDEN SACERDOTAL……………………………………………………………………….……………60
VIDA CONSAGRADA………………………………………………………………………….……………61
VOCACIÓN: DON Y RESPONSABILIDAD…………………………………………………….…………63
MORAL CRISTIANA……………………………………………………………………………..………….64
LA LIBERTAD DEL HOMBRE………………………………………………………………..……………66
LA CONCIENCIA…………………………………………………………………………………………….67
LAS BIENAVENTURANZAS………………………………………………………….……………………69
LAS VIRTUDES…………………………………………………………………………….…….………….72
LAS OBRAS DE LA MISERICORDIA……………………………………………….….…………………74
LOS MANDAMIENTOS……………………………………………………………….…………………….78
PRIMER MANDAMIENTO……………………………………………………………………….…………80
SEGUNDO MANADAMIENTO…………………………………………………………….………………84
TERCER MANADAMIENTO……………………………………………………………….………………90
CUARTO MANADAMIENTO……………………………………………………………….………………96
QUINTO MANADAMIENTO………………………………………………………………………………101
SEXTO MANADAMIENTO………………………………………………………………….……………107
SEPTIMO MANADAMIENTO……………………………………………………………….……………116
OCTAVO MANADAMIENTO…………………………………………………………..…………………123
NOVENO MANADAMIENTO…………………………………………………………..…………………131
DÉCIMO MANADAMIENTO………………………………………………………………………………135
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA……………………………………………………………………137
COMBATE ESPIRITUAL………………………………………………………………………………… 142
EL PADRENUESTRO……………………………………………………………………………………. 143

TEMA Nº 01

LOS SACRAMENTOS

4
Concepto.- Los Sacramentos son signos
sensibles y eficaces a través de los cuales
Cristo nos da la gracia que realiza nuestra
santificación. Fueron instituidos por Cristo
y entregados a la Iglesia.

Signos sensibles: quiere decir que son


elementos (agua, pan, vino, etc.) y acciones
(imponer las manos, dar un consentimiento)
explicitados por las palabras y que pueden
ser percibidos por los sentidos.

Eficaces: No sólo representan la gracia sino


que la producen realmente y ello en virtud de
la propia acción sacramental realizada, sin depender de la santidad de quien realiza el
Sacramento o de quien lo recibe. Confiere la gracia por sí misma. Esto se debe a que en un
Sacramento es Jesús mismo quien obra a través de la persona del celebrante.

Instituidos por Cristo: El mismo Señor Jesús determinó los elementos fundamentales de cada
Sacramento. A través de la historia han variado algunos elementos accidentales pero la esencia
de cada Sacramento sigue siendo la misma.

Entregados a la Iglesia: Jesucristo los entregó a la Iglesia quien los celebra en su nombre, Los
Sacramentos tienen elementos que no cambian porque son esenciales. Por ejemplo: las palabras
de la consagración en la Eucaristía, la fórmula del Bautismo. Hay otros elementos que pueden
variar pero siempre bajo la atenta mirada de los Pastores quienes velan por los Sacramentos.

El primero, Bautismo. CLASIFICACIÓN DE LOS SACRAMENTOS


El segundo, Confirmación.
El tercero, Penitencia. S. INICIACION S. CURACIÓN S. DE SERVICIO
El cuarto, Eucaristía.
El quinto, Unción de enfermos.
El sexto, Orden sacerdotal.
El séptimo, Matrimonio.
TEMA Nº 02

BAUTISMO

El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana,


el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso
a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del
pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser

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miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión "El bautismo
es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra": Romano 2,2,5).

I. El nombre de este sacramento

Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que
se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la
"inmersión
Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt
3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar
en el Reino de Dios" (Jn 3,5).

II. El Bautismo en la Economía de la salvación

Las prefiguraciones del Bautismo en la Antigua Alianza


En la liturgia de la vigilia Pascual, cuando se bendice el agua bautismal, la Iglesia hace
solemnemente memoria de los grandes acontecimientos de la historia de la salvación que
prefiguraban ya el misterio del Bautismo:

La Iglesia ha visto en el arca de Noé una prefiguración de la salvación por el bautismo. En efecto,
por medio de ella "unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a través del agua" (1 P
3,20):

Sobre todo el paso del mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, es el
que anuncia la liberación obrada por el bautismo:

Finalmente, el Bautismo es prefigurado en el paso del Jordán, por el que el pueblo de Dios
recibe el don de la tierra prometida a la descendencia de Abraham, imagen de la vida eterna. La
promesa de esta herencia bienaventurada se cumple en la nueva Alianza.

III. La celebración del sacramento del Bautismo


La mistagogia de la celebración

El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su celebración.
Cuando se participa atentamente en los gestos y las palabras de esta celebración, los fieles se
inician en las riquezas que este sacramento significa y realiza en cada nuevo bautizado.
La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a
pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz.

El anuncio de la Palabra de Dios ilumina con la verdad revelada a los candidatos y a la asamblea y
suscita la respuesta de la fe, inseparable del Bautismo.

El agua bautismal es entonces bendecida. La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder
del Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella "nazcan
del agua y del Espíritu" (Jn 3,5).
Sigue entonces el rito esencial del sacramento: El Bautismo es realizado de la manera más
significativa mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la antigüedad puede ser
también conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato.
En la Iglesia latina, esta triple infusión va acompañada de las palabras del ministro: "N., yo te bautizo
en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo".

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La unción con el santo crisma, óleo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del
Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, "ungido" por el Espíritu
Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cf. Ritual del Bautismo de niños,
62).
La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha "revestido de Cristo" (Ga 3,27): ha resucitado
con Cristo.
El cirio que se enciende en el Cirio Pascual, significa que Cristo ha iluminado al neófito. En Cristo,
los bautizados son "la luz del mundo" (Mt 5,14; cf Flp 2,15).
El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el Hijo Único. Puede ya decir la oración de los hijos de
Dios: el Padre Nuestro.
La bendición solemne cierra la celebración del Bautismo. En el Bautismo de recién nacidos, la
bendición de la madre ocupa un lugar especial.

IV. Quién puede recibir el Bautismo


"Es capaz de recibir el Bautismo todo ser humano, aún no bautizado, y solo él" (CIC, can. 864:
CCEO, can. 679).

El Bautismo de adultos

En los orígenes de la Iglesia, cuando el anuncio del Evangelio está aún en sus primeros tiempos, el
Bautismo de adultos es la práctica más común. El catecumenado (preparación para el Bautismo)
ocupa entonces un lugar importante. Iniciación a la fe y a la vida cristiana, el catecumenado debe
disponer a recibir el don de Dios en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.

El Bautismo de niños

Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños
necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y
ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los
hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente
en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de
ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf CIC can. 867;
CCEO, can. 681; 686,1).
V. Quién puede bautizar

Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el
diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no
bautizada, puede bautizar (cf CIC can. 861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula
bautismal trinitaria.

VI. La necesidad del Bautismo

El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn 3,5). Por ello mandó a
sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones (cf Mt 28, 19-20; El Bautismo
es necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la
posibilidad de pedir este sacramento (cf Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo
para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna.
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que
quiere que todos los hombres se salven (cf 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo

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decir: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten confiar en
que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más
apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el
don del santo Bautismo.

VII. La gracia del Bautismo

Los distintos efectos del Bautismo son significados por los elementos sensibles del rito sacramental.
Los dos efectos principales, por tanto, son la purificación de los pecados y el nuevo nacimiento en el
Espíritu Santo (cf Hch 2,38; Jn 3,5).

Para la remisión de los pecados...


Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados
personales así como todas las penas del pecado. No obstante, en el bautizado permanecen ciertas
consecuencias temporales del pecado, como los sufrimientos, la enfermedad, la muerte o las
fragilidades inherentes a la vida como las debilidades de carácter, etc., así como una inclinación al
pecado que la Tradición llama concupiscencia.

“Una criatura nueva”

El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva
creatura" (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la
naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y
templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19).
La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación que :

 Le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes


teologales;
 Le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del
Espíritu Santo;
 Le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales.
Así todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo.

Incorporados a la Iglesia, Cuerpo de Cristo


El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. "Por tanto [...] somos miembros los
unos de los otros" (Ef 4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. "Porque en un solo Espíritu hemos
sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo" (1 Co 12,13).

Sello espiritual indeleble...


El Bautismo imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo. Este sello
no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación.
Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado.

PARA APRENDER DE MEMORIA

1. ¿Cuánto y cuáles son los sacramentos de la Iglesia?


Los sacramentos instituidos por nuestro Señor Jesucristo son 7: Bautismo, Confirmación,
Eucaristía, Penitencia, Unción de los Enfermos, Orden Sagrado y Matrimonio.
2. ¿Qué es el Bautismo?
El Bautismo es el sacramento por la que renacemos a una vida divina, somos hechos hijos
de Dios y miembros de la Iglesia.
3. ¿Cuál es el rito del Bautismo?
8
En el Bautismo se derrama agua sobre la cabeza del bautizando y se pronuncian las
ACTIVIDAD: CONSOLIDAMOS NUESTROS CONOCIMIENTOS

TEMA Nº 03

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los


"sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues,
explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia
bautismal. En efecto, a los bautizados "el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a
la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma quedan
obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras
y sus obras”.

I. Los signos y el rito de la Confirmación

En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e
imprime: el sello espiritual.

La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo


de abundancia (cf Dt 11,14, etc.) y de alegría (cf Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después
del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación, pues
suaviza las contusiones y las heridas (cf Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y
fuerza.
Por medio de esta unción, el confirmando recibe "la marca", el sello del Espíritu Santo. El sello es el
símbolo de la persona (cf Gn 38,18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf Gn 41,42), de su propiedad
sobre un objeto (cf. Dt 32,34).
Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf Jn 6,27). El cristiano también está
marcado con un sello: "Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos
ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones" (2 Co
1,22; cf Ef 1,13; 4,30). Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a
su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba
escatológica (cf Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6).

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La celebración de la Confirmación

Un momento importante que precede a la celebración de la Confirmación, pero que, en cierta manera
forma parte de ella, es la consagración del santo crisma. Es el obispo quien, el Jueves Santo, en el
transcurso de la misa crismal, consagra el santo crisma para toda su diócesis.
En el rito romano, el obispo extiende las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el
tiempo de los Apóstoles, es el signo del don del Espíritu. Y el obispo invoca así la efusión del
Espíritu:
Sigue el rito esencial del sacramento. En el rito latino, "el sacramento de la Confirmación es conferido
por la unción del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: "Recibe
por esta señal el don del Espíritu Santo"
El beso de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial
con el obispo y con todos los fieles

II. Los efectos de la Confirmación

De la celebración se deduce que el efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión especial


del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.
Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

 Nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" (Rm
8,15).;
 Nos une más firmemente a Cristo;
 Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;
 Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia.
 Nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la
palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el
nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz
«Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el
Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo,
y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado
y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu»

III. Quién puede recibir este sacramento

Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación (cf CIC
can. 889, 1). "los fieles tienen la obligación de recibir este sacramento en tiempo oportuno" (CIC, can.
890), porque sin la Confirmación y la Eucaristía, el sacramento del Bautismo es ciertamente válido y
eficaz, pero la iniciación cristiana queda incompleta.
La costumbre latina, desde hace siglos, indica "la edad del uso de razón", como punto de referencia
para recibir la Confirmación. Sin embargo, en peligro de muerte, se debe confirmar a los niños
incluso si no han alcanzado todavía la edad del uso de razón (cf CIC can. 891; 893,3).

La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más
íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus
llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana.

Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al


sacramento de la Penitencia para ser purificado en atención al don del Espíritu Santo. Hay que

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prepararse con una oración más intensa para recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las
gracias del Espíritu Santo (cf Hch 1,14).

Para la Confirmación, como para el Bautismo, conviene que los candidatos busquen la ayuda
espiritual de un padrino o de una madrina. Conviene que sea el mismo que para el Bautismo a fin de
subrayar la unidad entre los dos sacramentos

IV. El ministro de la Confirmación

El ministro originario de la Confirmación es el obispo. En el rito latino, el ministro ordinario de la


Conformación es el obispo (CIC can. 882). Aunque el obispo puede, en caso de necesidad, conceder
a presbíteros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmación.

Si un cristiano está en peligro de muerte, cualquier presbítero puede darle la Confirmación (CIC can.
883,3). En efecto, la Iglesia quiere que ninguno de sus hijos, incluso en la más tierna edad, salga de
este mundo sin haber sido perfeccionado por el Espíritu Santo con el don de la plenitud de Cristo.

PARA APRENDER DE MEMORIA


1. ¿Qué es la Confirmación?
La Confirmación es el sacramento que nos aumenta la gracia del Espíritu Santo para
fortalecernos en la fe y hacernos soldados y apóstoles de Jesucristo.
2. ¿Cuál es el rito de la Confirmación?
El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma sobre la frente del
confirmando, acompañada por la imposición de las manos de parte del ministro y de las
palabras: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.
3. ¿Qué significa la unción en forma de cruz que se hace sobre la frente con el Santo
Crisma?
La unción sobre la frente con el Santo Crisma significa que el confirmado tiene que estar
siempre listo para profesar abiertamente la fe y practicarla con ánimo, sin vergüenza.
4. ¿Qué disposiciones tiene que tener quien recibe la Confirmación?
Para recibir dignamente la Confirmación, es necesario:
- estar en gracia de Dios;
- conocer y profesar la fe;
- tener la intención de recibir el sacramento;
- estar preparado para asumir el papel de discípulo y testigo de Cristo, en la Iglesia y en las
ocupaciones temporales.
5. ¿Qué carácter imprime la Confirmación?
La Confirmación imprime en el alma del cristiano la señal espiritual o carácter indeleble de
soldados de Jesucristo.
6. ¿Qué debe hacer el cristiano para conservar la gracia de la Confirmación?
Para conservar la gracia de la Confirmación tiene que orar con frecuencia y testimoniar la fe
cristiana con su palabra y con sus obras.

TEMA Nº 04

EL ESPÍRITU SANTO Y SUS DONES

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El Espíritu Santo es el nombre propio de la tercera Persona del Santísima Trinidad. Él tiene la
naturaleza divina junto con el Padre y el Hijo. Es verdadero Dios y procede del Padre y del Hijo (Mt
28,19).
El Espíritu Santo descendió sobre Jesucristo en el Jordán (Mt 3,16-17) y sobre los Apóstoles el
día del Pentecostés (Hechos 2,1-4). El Espíritu Santo habita junto con el Padre y el Hijo en la
persona de los justos (= los que viven en la gracia de Dios), concediéndoles sus siete dones (cfr. 1
Cor 3,16; Gal 4,6; Jn 14,16).
El Espíritu Santo se recibe con la gracia santificante (al principio en el Bautismo) y es concedido
de modo especial en la Confirmación y en el Orden Sagrado (Hechos 8,14-17).

LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO

Los Dones del Espíritu Santo son 7 auxilios Espirituales que capacitan el alma para ejercitar las
virtudes necesarias a la perfección cristiana. Estos 7 Dones son los siguientes: Sabiduría,
Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad, Temor de Dios.

El Don de Sabiduría es el más perfecto de todos los Dones. El nos hace preferir los bienes
celestiales a los terrenales y que encontremos así nuestras delicias en las cosas de Dios, de la
Religión.

El Don de Entendimiento, nos hace comprender mejor las verdades de la Religión. Nos descubre el
significado oculto de las Sagradas Escrituras. Comprender el significado de los Sacramentos y de
las ceremonias de la Iglesia. Penetrar en los planes ocultos de la Providencia, en el gobierno del
mundo y de los hombres, etc., etc. Quien tiene este Don, no piensa como los mundanos que el
mundo está mal arreglado, sino que, por el contrario, admira en él, la Sabiduría, inteligencia y
Providencias divinas.

El Don de Consejo nos da a conocer con toda prontitud y seguridad, lo que conviene para nuestra
salvación y la del prójimo, de un modo especial en los casos más difíciles y decisivos.

Este es el Don que Nuestro Señor prometió a sus Apóstoles con estas palabras: "Cuando jueces y
gobernantes malvados, y enemigos de Dios los citarán para exigirles cuenta de su conducta y de sus
obras de celo, no piensen cómo o qué tienen que responder, porque en aquella hora el Espíritu
Santo les sugerirá lo que debes decir" (Mt.10,20).

Fue este Don el que hizo a San Pedro contestar al Sanedrín cuando éste le ordenaba no predicar a
Jesucristo: "Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech.5,29)

El Don de la Fortaleza nos da la energía que necesitamos para resistir a los obstáculos que se
oponen a nuestra santificación para resistir las tentaciones y no caer en pecado, para despreciar el
respeto humano, para perseverar durante toda la vida en el cumplimiento del deber, en la vida
cristiana.

Es este Don el que nos da la fuerza para emprender sin temor ni vacilación, obras que miran a la
mayor gloria de Dios. El acto por excelencia del Don de la Fortaleza, es el martirio, pero hay que
recordar que es comparable a él una vida empleada en el servicio de Dios y en procurar la salvación
de las almas.

El Don de la Ciencia, no por supuesto de la ciencia profana, sino de la Ciencia de Dios, nos da a
conocer el camino que debemos seguir para llegar al Cielo.

12
Este Don nos hace ver todas las cosas en Dios, como creaturas suyas, como manifestaciones de su
Poder, Sabiduría y Bondad infinitas. Por medio de este Don todas ellas vienen a ser para nosotros,
como un reflejo de Dios.

San Francisco de Asís, poseía este Don en alto grado, considerando todas las cosas creadas como
hijas de Dios, veía en todas ellas otros tantos hermanos, el hermano sol, la hermana agua, la
hermana oveja, etc., hasta la hermana muerte.

El Don de Piedad, despierta en el confirmado un afecto filial hacia Dios a quien podemos dirigirnos
con toda confianza y una tierna devoción y prontitud para cumplir con nuestros deberes religiosos.

Este Don hace que encontremos placer en las oraciones, y en las prácticas religiosas –que nos
sacrifiquemos por Dios y por su Gloria, y –que recibamos todo como venido de la Mano de Dios, y
nos abandonemos a sus manos como el niño se abandona a las de su madre.

Nos inspira también un grande amor a las personas y a las cosas que participan de Dios y de sus
perfecciones divinas, a saber, la Virgen Santísima, los Angeles, los Santos, la Sagrada Biblia, la
Iglesia y su Jefe visible, el Sumo Pontífice.

El Don de Temor de Dios, inclina nuestra voluntad a un respeto filial hacia Él; nos aleja del pecado
porque le desagrada y nos hace esperar en su poderoso auxilio.

No es el temor del subordinado que sirve al jefe porque no lo castigue, sino el temor del buen hijo
que teme disgustar al mejor de los padres.

Este Don del Espíritu Santo nos inspira un vivo sentimiento de la grandeza y bondad de Dios y por lo
tanto, sumo horror a las menores faltas; una viva contrición de éstas porque ofenden a un Dios tan
bueno, un deseo vivísimo de repararlas con muchos actos de amor y sacrificio y en fin, suma
diligencia de huir de las ocasiones de pecado.

PARA APRENDER DE MEMORIA


1. ¿Qué efectos produjo el Espíritu Santo en los Apóstoles el día del Pentecostés?
El día del Pentecostés (cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo) el Espíritu Santo
confirmó en la fe a los Apóstoles, los llenó de luz, de fortaleza, de caridad y de la abundancia de
todos sus dones.

2. ¿El Espíritu Santo ha sido enviado sólo a los Apóstoles?


El Espíritu Santo es enviado para vivificar a la Iglesia (como el alma vivifica al cuerpo) y a cada fiel
con su gracia y sus regalos. El Espíritu Santo establece el reino de la verdad y del amor, y asiste a
la Iglesia para que conduzca infaliblemente a sus hijos por el camino del cielo.

3. ¿Cuántos y cuáles son los dones del Espíritu Santo?


Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad
y temor de Dios. Los dones del Espíritu Santo sirven para fortalecernos en la Fe, la Esperanza y la
Caridad, y a estar bien dispuestos en el ejercicio de las virtudes necesarias para conseguir la
perfección de la vida cristiana.

TEMA Nº 05

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LA FINALIDAD DE LA CONFIRMACIÓN Y PADRINO

La vida cristiana hoy y siempre requiere valor, ánimo. La vida cristiana no es un refugio para
hombres inútiles, pues es plenitud de vida y amor, es generosidad en el servicio de Cristo hasta el
heroísmo.

Tres son las finalidades de la Confirmación. Recibirás la gracia y los dones del Espíritu Santo para
crecer en la vida cristiana:
- se fortalecerá tu fe,
- llegarás a ser soldado de Cristo, un combatiente fiel y dispuesto a su servicio
- y serás apóstol, para atraer a otros a Jesús.

A. FUERTES EN LA FE

El Espíritu Santo descendiendo sobre los Apóstoles, los llenó de sabiduría, de fuerza, de caridad y
de la abundancia de todos sus dones. Los Apóstoles de ignorantes se volvieron inteligentes de los
más profundos misterios y de las Sagradas Escrituras, de tímidos se pusieron a predicar la fe
(Hechos 2,1-4). También tú recibirás el Espíritu Santo de modo especial en la Confirmación.

PARA APRENDER DE MEMORIA

1. ¿Cuál es la primera finalidad de la Confirmación?


La primera finalidad de la Confirmación es de reforzar tu Fe.

2. ¿Basta solamente tener la fe para salvarse?


No, no es suficiente tener sólo la fe para salvarse. También necesitamos vivir de acuerdo a
nuestra fe para salvarnos, ya que una fe sin las obras es una fe muerta (cfr. Mt 7,21).

B. SOLDADOS DE CRISTO

Cristo no suprimió los mandamientos pero los llevó a la plenitud, y sobre todo nos donó con su
gracia la capacidad de poderlos cumplir (Mt 5,17-19).
Los mandamientos nos indican el camino hacia la felicidad eterna del Cielo, y nos dan paz y orden
en la tierra (Lc 18,18-23). Toda la Ley se resume de todo corazón en el amor a Dios y amor al
prójimo como a nosotros mismos (Mt 22,34-40). Los mandamientos son las órdenes de nuestro Rey.
Recibirás en la Confirmación una gracia especial para vivir de acuerdo con estas órdenes como buen
soldado del Rey eterno.

Para aprender de memoria


1. ¿Cuál es la segunda finalidad de la Confirmación?
La segunda finalidad del sacramento de la Confirmación es hacernos soldados de Cristo.

2. ¿Qué significa ser soldado de Cristo?


Ser soldado de Cristo significa quererlo de todo corazón, seguir con fidelidad sus enseñanzas y si
es necesario dar la vida por Él, como Él la ha dado primero por nosotros.

3. ¿Cuál es la voluntad de Jesús?


La voluntad de Jesús es que tú cumplas los mandamientos de la ley de Dios, los preceptos de la
Iglesia, su mandamiento nuevo, y que sigas fielmente sus inspiraciones.

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4. ¿Qué significa seguir fielmente las inspiraciones de Jesús?
Seguir fielmente las inspiraciones de Jesús quiere decir: siempre estar atentos a lo que nos pide y
tratar de agradecer a Jesús en todo.

C. APÓSTOLES DE CRISTO

Jesús eligió a los Apóstoles (Mc 3,13-14), que fueron “enviados” a continuar la misión del propio
Jesús (Jn 20,21; 13,20; 17,18; Mt 10,40; Lc 10,16). Los Apóstoles son ministros de Dios y
embajadores de Cristo (2 Cor 3,6; 6,4; 5,20; 1 Cor 4,1). Jesús estará con sus Apóstoles hasta al final
de los tiempos (Mt 28,20).
Para convertirse en un verdadero apóstol tienes que estar unido a Jesús (Mc 3,13; Jn 15,5). Ser
Apóstol de Jesús es el honor más grande, y fuente de gran recompensa (Mt 10,32; Flp 4,18-20; Mt
25,40; Mc 8,38).
Ser Apóstol significa hacer bien alrededor de tí, especialmente con tu conducta. Quiere decir
inspirar en los otros el deseo de ser amigos de Jesús. Tienes que tratar de ser el primero: en la vida
de estudio, en el servicio, en la vida dentro de tu familia, en la práctica de la caridad y de la pureza.

PARA APRENDER DE MEMORIA


1. ¿Qué es un apóstol?
El apóstol es aquel que ama a Jesús intensamente y que hace todo lo que puede para que los
otros lo conozcan y lo amen.

2. ¿Todos los cristianos tienen que ser apóstoles?


Sí, todos los cristianos tienen que ser apóstoles, especialmente los que han recibido el
sacramento de la Confirmación.

3. ¿Cuáles son las armas del apóstol?


Las armas del apóstol son tres: el ejemplo, la oración y la palabra.

4. ¿Qué exige Dios de los que llama de modo especial al apostolado?


Dios exige de los que llama de modo especial al apostolado que dejen todas las cosas y que vivan
totalmente consagrados a amarlo y a extender su Reino.

5. ¿Cómo se puede conocer la propia vocación?


Para conocer la propia vocación es necesario: ser puro de corazón, fiel y generoso con Dios, y
consultar a un director espiritual.

EL PADRINO

El padrino o madrina tiene que ser una persona capaz de orientarte, ayudarte, exigirte en la vida
cristiana...
Toma en serio la elección de tu padrino. Piensa, ruega a Dios para que te de la luz para ver más
claramente... y luego elige a tu padrino.
Los padrinos pueden ser uno o dos, y son testigos de la libre decisión del confirmando. A ellos
compete -más aún si son los mismos que en el bautismo- la obligación de colaborar en la
preparación de los confirmandos para recibir el sacramento, y contribuir después con su testimonio y
con su palabra a la perseverancia en la fe y vida cristiana de los ahijados. Su obligación es
importantísima. En las catequesis es muy importante dejar bien en claro esa responsabilidad, para
que hagan una buena elección de sus padrinos.

PARA APRENDER DE MEMORIA

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1. ¿Quién puede ser padrino o madrina de Confirmación?
Puede ser padrino o madrina de Confirmación la persona que posea estas cualidades: estar
confirmado, soltero o casado (a) y capaz de ayudar a otros a vivir la vida cristiana.

2. ¿Quién es capaz de ayudar a los demás a vivir la vida cristiana?


Es capaz de ayudar a los demás a vivir la vida cristiana el que quiera vivir plenamente el
Evangelio en su propia vida.

3. ¿Cuáles son los deberes del padrino o madrina de Confirmación?


Los deberes del padrino o madrina son:
* rezar por el confirmado;
* dar buen ejemplo de vida cristiana;
* aconsejar y animar al ahijado a ser testigo de Cristo y de su Evangelio.

4. ¿Cuál es el papel del padrino durante el rito de la Confirmación?


Durante el rito, el padrino le indica al Obispo el nombre del confirmando y tiene que apoyar su
mano derecha sobre el hombro del ahijado mientras se le confiere el sacramento.

TEMA Nº 06

EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del
sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación,
participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
"Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio
Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la
cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección,
sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a
Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura"

I. La Eucaristía, fuente y culmen de la vida eclesial

La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana". "Los demás sacramentos, como también
todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se
ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir,
Cristo mismo, nuestra Pascua".
"La comunión de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste,
se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucaristía. En ella se
encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto
que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre"
Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida
eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1 Co 15,28).

II. El nombre de este sacramento

La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da.
Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama:

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Eucaristía porque es acción de gracias a Dios.

Banquete del Señor (cf 1 Co 11,20) porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus
discípulos la víspera de su pasión y de la anticipación del banquete de bodas del Cordero (cf Ap
19,9) en la Jerusalén celestial.
Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando
bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6.19), sobre todo en la
última Cena (cf Mt 26,26; 1 Co 11,24).. Con él se quiere significar que todos los que comen de este
único pan, partido, que es Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en él (cf 1 Co
10,16-17).

Asamblea eucarística, porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión


visible de la Iglesia (cf 1 Co 11,17-34).

Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor.

Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la
Iglesia; o también Santo Sacrificio de la Misa, "sacrificio de alabanza" (Hch 13,15; cf Sal 116, 13.17),
sacrificio espiritual (cf 1 P 2,5), sacrificio puro (cf Ml 1,11) y santo, puesto que completa y supera
todos los sacrificios de la Antigua Alianza.

Santa y divina liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más
densa en la celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la llama también celebración de
los santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los
Sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucarísticas guardadas en el sagrario.

Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y
de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17)

Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de
los fieles a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

TEMA Nº 07

LA CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA

La Misa es el sacrificio de Cristo que se ofreció a sí mismo una vez para siempre en la


Cruz. Es el centro de nuestra vida cristiana y la acción de gracias que presentamos a Dios por su
gran amor hacia nosotros. No es otro sacrificio, no es una repetición. Es el mismo sacrificio de
Jesús que se hace presente. Es una re-presentación del Calvario, memorial, aplicación de los
méritos de Cristo.
Tiene dos partes: la liturgia de la palabra (después de estar bien preparados por la petición de
perdón de los pecados) y la liturgia de Eucaristía, que es el  ofrecimiento al Padre por parte de
Jesús y nuestra, pues también nosotros somos hijos de Dios.
Para saber aprovechar los grandes frutos espirituales que se nos dan a través de la Celebración
Eucarística, hay que conocerla, entender sus gestos y símbolos, y participar en ella con reverencia.

PRIMERA PARTE: La Liturgia de la Palabra


1. Ritos Iniciales

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a) Canto de Entrada.- Nos preparamos para comenzar la Misa con el canto de entrada. Es un canto
que nos une a todos porque a la Misa venimos personas de distintos lugares, culturas, edades
y cantamos a una voz, como un cuerpo que somos en torno a Cristo. Nos unimos para
celebrar uno de los dones más grandes que Jesús nos dejó: la Eucaristía.

b) Señal de la Cruz.- La Misa empieza propiamente con la


señal de la cruz y terminará también de la misma manera,
cuando recibimos la bendición final. Hacer la señal de la
cruz nos recuerda que le pertenecemos a Cristo. En el
lenguaje bíblico, el nombre representa a la persona misma.
Empezar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo no es sólo mencionar el nombre de Dios, sino
ponernos en su presencia.

c) Acto Penitencial.- Puestos en la presencia de Dios, la Iglesia nos invita a reconocer con humildad
que somos pecadores. Porque como dice San Pablo: “Mi
proceder no lo comprendo, pues no hago el bien que quiero,
sino el mal que no quiero” (Rm 7, 15). Algo así nos sucede a
todos… Por eso, al empezar la Eucaristía reconocemos
humildemente frente a todos nuestros hermanos, que somos
pecadores. Y para pedirle perdón a Dios, usamos las
palabras del ciego que oyó que Jesús pasaba cerca, y como
sabía que no podía curarse a sí mismo, sino necesitaba del
auxilio de Dios, se puso a gritar en medio de la
multitud: “Señor, ten piedad de mí”. Así, con confianza en
la misericordia de Dios, rezamos también el “Señor ten
piedad”.

d) Canto de Gloria.- En los domingos y solemnidades se reza este himno, que resume el sentido
máximo de la vida cristiana: darle gloria a Dios. Alabar a Dios, no sólo porque es bueno, o
porque nos ayuda, o por las cosas que nos da. Darle gloria por quién es Él, porque es
Dios. Nos ayuda a estar bien orientados, a afirmar que el sentido máximo de nuestra vida es Él.

e) Oración de Colecta.- Este no es el momento en el que se pasa


la limosna, eso viene después. Se trata de la oración colecta. Es
el momento en el que el sacerdote invita a toda la comunidad a
rezar pidiendo. Por eso al empezar la oración el sacerdote dice
a todos: “oremos”. Y extiende las manos en señal de
súplica. Es el momento de recogernos todos en silencio y
pedirle también al Señor por nuestras necesidades. Al
terminar la oración colecta todos nos unimos a lo que el
sacerdote ha pedido, diciendo juntos: ¡Amén! Se llama colecta
porque es la oración que recoge las peticiones de todos.
Porque como dice el Señor en el Evangelio: “Si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra
para pedir algo, lo conseguirán de mi Padre que está en los Cielos” (Mt 18, 19-20). Y es una
oración que nos une con toda la Iglesia, ya que en cualquier rincón del mundo donde se celebre la
Misa ese día, se pedirá por lo mismo.

Liturgia de la Palabra

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a) Lecturas.- El Señor Jesús, antes de alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre en la mesa del
sacrificio, nos alimenta primero en la mesa de la Palabra. A través de las lecturas, vamos a
escuchar directamente a Dios que nos habla a nosotros, que somos su pueblo.
 La primera lectura está tomada de alguno de los libros del Antiguo Testamento. Es importante
meditarlas, porque por estas palabras, Dios fue
preparando a su Pueblo para la venida de Cristo. Y
también nos preparan a nosotros para escuchar a
Jesús, ya que la primera lectura está directamente
relacionada con el Evangelio que se va a leer.
 Después de la primera lectura, se
lee el salmo. Los salmos siempre han sido una
oración muy importante en la historia de la
Iglesia, porque cuando rezamos con los
salmos rezamos con las mismas palabras de
Dios, palabras que Él pone en nuestra boca
para que sepamos cómo pedir, cómo
expresarnos. Con los salmos aprendamos a
rezar, aprendemos a hablar con Dios, usando
sus mismas palabras, que se convirtieron en
oración.

 La segunda lectura está tomada del Nuevo


Testamento: de las cartas de San Pablo, o las Epístolas
Católicas o del libro de los Hechos o el Apocalipsis. Es decir, son los escritos de los apóstoles,
escuchamos la predicación de los primeros hombres a los que Jesús les dijo: “Vayan y hagan
discípulos míos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.” (Mt
28, 19-20)

 El Evangelio.- En la primera lectura Dios nos habló por sus profetas, en la segunda por sus
apóstoles, ahora en el Evangelio nos habla
directamente por medio de su Hijo Jesucristo.
Es el momento más importante de la liturgia de la
Palabra, vamos a escuchar directamente a Jesús
hablando, enseñando, curando. La palabra
Evangelio significa “buena noticia” y esta buena
noticia no es sólo un mensaje, ¡es Jesús mismo!
¡La mejor noticia que ha existido! Es un momento
muy importante, por eso nos ponemos de pie,
cantamos con alegría el aleluya y el Evangelio es
proclamado por el sacerdote. Lo escuchamos de
pie, en señal de atención y de la prontitud que
queremos tener para seguirlo. Y al iniciar, nos
hacemos la señal de la cruz en la frente, la boca y
el pecho, como diciendo que recibimos la Palabra de Dios en la mente, la confesamos con la
boca y la guardamos en el corazón.

a. La Homilía.- No basta oír la Palabra de Dios, sino que también necesitamos que nos sea
explicada de manera adecuada. Homilía viene de una palabra griega que significa “diálogo”,
“conversación”. Es el momento en el que el sacerdote explica los pasajes proclamados para
poder ahondar en ellos. Si en el Evangelio Dios nos habla por su Hijo Jesucristo, en la
homilía nos habla por su Iglesia.

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b. Proclamación de la Fe.- Después de escuchar la Palabra de Dios, rezamos juntos confesando y
proclamando nuestra fe en el Credo. Allí está resumido todo lo que creemos los cristianos
católicos. Por eso también se lo llama símbolo o profesión de fe.

SEGUNDA PARTE: La Liturgia de la Eucaristía

Casi siempre, cuando alguien quiere mostrarte su


afecto y amistad, es común que te invite a su casa, y
hay dos hechos importantes que suceden: la
conversación y la comida. En la celebración de la
Santa Misa es Jesús quien nos invita a participar de
su amistad, en la que también encontramos estos dos
momentos importantes: la conversación, que es
cuando Jesús nos habla a través de su Palabra
(Liturgia de la Palabra) y nosotros le respondemos
con nuestras oraciones; y la comida, cuando Jesús
nos ofrece el banquete de la Eucaristía, nos da su
Cuerpo y su Sangre (Liturgia de la Eucaristía).
Anteriormente hablamos de la  primera parte de la Misa,
la liturgia de la Palabra, ahora vamos a ver la segunda parte, la liturgia de la Eucaristía.
La liturgia de la Eucaristía el momento más importante de la Misa. Ésta tiene tres partes: El rito de
las ofrendas, la Gran Plegaria Eucarística (que es el núcleo de toda la celebración) y el rito de
comunión.
1. El Rito de las ofrendas

El segundo momento de la Misa comienza con la preparación de la Mesa del altar para el
banquete eucarístico.
a. Presentación de los dones.- Es el momento en el cual se lleva al altar el pan y el vino, dos
alimentos muy sencillos, que el sacerdote ofrecerá a
Dios para que Cristo se haga presente en la
Eucaristía. La sencillez de estos alimentos nos
recuerda al niño que le llevó a Jesús sus ofrendas,
cinco panes y dos peces. Era todo lo que tenía, pero
esa pequeñez, puesta en las manos de Jesús, se
convirtió en abundancia y alcanzó para alimentar a una
multitud inmensa e incluso sobró. Así nuestras
sencillas ofrendas de pan y vino, puestas en las
manos del Señor, también se convertirán en
abundancia, en lo más grande, en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo para alimentar a una gran multitud que está hambrienta de Dios. En cada
Misa, ¡nosotros somos esa multitud! Junto a este pan y vino, le presentamos también a Dios, de
manera simbólica, algo de nosotros mismos. Le ofrecemos nuestros esfuerzos, sacrificios,
alegrías y dolores. Le ofrecemos nuestra fragilidad para que Él haga obras grandes con nosotros.
Para que cuando Dios convierta el pan y el vino en el Cuerpo y al Sangre, también nos convierta a
nosotros, nos haga mejores, más semejantes a Él.

b. Oración secreta.- Terminada la presentación de dones, el sacerdote se inclina ante el altar y dice
una oración secreta. Es secreta pero no en el sentido que nadie la pueda conocer, sino en que la

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dice en voz baja. Son varios los momentos en los que el sacerdote dice una oración secreta. En
esta ocasión dice: “Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste
sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”. Es un
momento importante porque manifiesta que cuando el sacerdote celebra la Misa, está
rezando, no simplemente repite gestos mecánicos, sino está dialogando con Dios.

2. La Gran Plegaria Eucarística

Es el núcleo de toda la celebración, aquí se da gracias a Dios por nuestra salvación y se hace la
ofrenda del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Prefacio.- Esta palabra viene de dos palabras en latín: “pre” y “factum”, que significa literalmente
“antes del hecho”. Y se llama así porque está justamente antes del hecho más importante de toda
la Misa: la plegaria Eucarística, que son todas las oraciones que rodean el momento de la
consagración. En el prefacio hay un diálogo con el sacerdote, que siempre dice: “Levantemos el
corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor”. Es que en el prefacio hemos dado gracias a Dios,
hemos
a. reconocido sus obras de amor y lo alabamos. Todo esto verdaderamente eleva nuestro
corazón. Ésa es la actitud interior a la que la liturgia nos conduce, elevar el corazón para
estar listos para el momento más importante: cuando Cristo se haga presente con su
Cuerpo y su Sangre. Por eso el Papa Benedicto decía: “Debemos elevar nuestro corazón al
Señor no sólo como una respuesta ritual, sino como expresión de lo que sucede en este corazón
que se eleva y arrastra hacia arriba a los demás”.

b. Proclamación del Santo.- El prefacio termina con este canto de alabanza a Dios. La letra
está tomada totalmente de las Sagradas Escrituras. La primera parte, es un canto que
hemos aprendido del coro de los ángeles, que el profeta Isaías oyó que le cantaban a Dios
junto a su trono. El tres veces santo repetido, nos
recuerda las tres personas divinas de la Santa
Trinidad. Y la segunda parte es la aclamación que
le dicen a Jesús cuando está entrando montado
en un burrito a Jerusalén el domingo de Ramos:
“¡Bendito el que viene en nombre del Señor,
hossana!” Estaban felices aclamando Jesús, el
rey esperado, que entraba a su ciudad. Nosotros
en la misa también aclamamos a Cristo que
está a las puertas de hacerse presente ante
nosotros. Por eso podemos decir que el santo,
es un canto de hombres y ángeles, que nos
unimos para alabar a Dios.

c. Epiclesis.- Es el momento en el cual se invoca al


Espíritu Santo para que santifique las ofrendas de
pan y vino que hemos presentado. Por eso en ese
momento el sacerdote extiende e impone las dos
manos sobre las ofrendas. Así como el Espíritu Santo
descendió sobre la Virgen María para que concibiera
e hiciera presente a Jesús en su seno, ahora
invocamos al Espíritu Santo para que descienda sobre
estos dones y también haga presente a Cristo entre
nosotros.

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d. Relato de la institución y consagración.- Hemos llegado al corazón de la plegaria
Eucarística, al momento más importante de la Misa. Siguiendo el mandato que Jesús le dijo a
sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, el sacerdote, actuando en la persona misma
de Cristo, pronuncia las palabras de la institución de la Eucaristía, las mismas que Jesús
pronunció el día de la Última Cena. Y esas palabras tienen el poder de transformar la
realidad. Así como cuando Dios dijo: “que se haga la tierra”, y la tierra se hizo. Cuando Jesús
le dijo al paralítico: “toma tu camilla, levántate y anda” y el paralítico que nunca había podido
caminar, se puso de pie y empezó a caminar. O cuando le dijo a su amigo Lázaro que llevaba
tres días en la tumba: “¡Lázaro sal fuera!” y Lázaro volvió a la vida y salió de la tumba. Así
como Dios, cuando pronuncia su Palabra, la Creación le obedece, en la Misa, cuando Dios
pronuncia su Palabra a través del sacerdote: “tomen y coman que esto es mi cuerpo…”,
“tomen y beban que esto es mi sangre…”, su Palabra, que es eficaz, transforma la realidad
y las ofrendas de pan y vino dejan de serlo y se convierten realmente, en el cuerpo y la
sangre del Señor Jesús. Verdaderamente Cristo, en su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

3. Rito de la Comunión

a. Padre Nuestro.- Antes de recibir la comunión, la Iglesia nos invita a rezar la oración que
Cristo nos enseñó. San Cipriano decía: “¿Qué oración podría escuchar el Padre más
gustosamente que aquella en la que escucha la voz de su Hijo único, de
Jesucristo?”. Cuando rezamos el Padre nuestro, el Padre reconoce la voz de su
Unigénito en nosotros. Y es así, porque cuando rezamos el Padre Nuestro, estamos
rezando no con nuestras palabras, sino con las palabras de Dios, con las
mismas palabras con las que Jesucristo nos enseñó a rezar. La oración
no es Padre mío, sino nuestro. Es una invitación al amor entre nosotros,
a la fraternidad, a la hermandad, a la reconciliación. El Papa Francisco lo
ha dicho muy claramente: “Esta es una oración que no se puede rezar
con enemigos en el corazón, con rencores con el otro”. Es una oración
que prepara nuestro corazón, porque nos invita a la comunión.

b. Saludo de la Paz.- Aquí imploramos la paz y la unidad para la Iglesia y


todos los hombres, y nos expresamos mutuamente la caridad con un gesto de amistad y
acercamiento.
c. Comunión.- Cuántas veces hemos dicho: ¡me muero
de hambre! Tanto así nuestro cuerpo rechaza la
experiencia de tener el estómago vacío, que nos
expresamos de esa manera. Pero tenemos un
hambre más profunda aún, el hambre de Dios.
Cristo se hace alimento, porque no quiere dejarnos
vacíos, Él ha venido a traernos vida y vida en
abundancia. Es el momento de la comunión. Es
cuando el sacerdote se acerca a distribuir el alimento
de la Eucaristía. Se le llama también comunión
porque al recibir el cuerpo de Cristo, entramos en
una íntima y profunda común – unión con Él. Cuando alguien come algo, eso que ha comido
se convierte en parte de tu cuerpo y se hace uno contigo y ya nadie lo puede
separar. Cuando recibimos el Cuerpo de Cristo, con este alimento sucede algo distinto,
no sólo se vuelve parte de nosotros, sino sobre todo nosotros nos volvemos en aquello
que comemos, nos Cristificamos, nos hacemos más como el Señor. Este es el verdadero
alimento, el alimento de vida eterna, que quien lo reciba, vivirá para siempre.

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d. Bendición final y despedida.- La Misa termina como la empezamos, con la señal de la
cruz. Podemos ir en paz, porque hemos visto a Dios, nos hemos encontrado con Él y
estamos renovados para seguir en la misión que Dios nos encarga. Al terminar la Misa el
sacerdote nos da la bendición final. La palabra bendición viene de dos palabras: bien y decir,
“Decir bien de alguien”. Generalmente cuando alguien nos halaga, eso no nos hace ni
mejores ni peores personas. Pero cuando Dios dice bien de nosotros, su Palabra sí nos
hace distintos, nos da esa gracia para librar el buen combate de la fe. Así termina la Misa y
estamos listos para seguir adelante con nuestra vida cristiana.

TEMA Nº 08

COMPRENDER LA IMPORTANCIA DE ASISTIR A LA SANTA MISA

¿Para quien son estas líneas?

En la Carta Apostólica Novo millennio ineunte, Juan


Pablo II señala la Eucaristía dominical: "es preciso
insistir (..) dando un relieve particular a la Eucaristía
dominical y al domingo mismo, sentido como día
especial de la fe, día del Señor resucitado y del don del
Espíritu, verdadera Pascua de la semana" (n. 35).
Posiblemente pertenezcas a una de estas tres
categorías de personas:

a) Católico que ibas a Misa con tus padres cuando eras


pequeño y un día, durante la adolescencia, dejaste de ir. Fue porque entraste en una crisis: era
tiempo de dejar de ir sólo porque tus padres iban y no llegaste a entender por qué debías ir. Estas
líneas son para ti.

b) Católico que nunca fuiste a Misa de modo constante. Quizá ni siquiera sabías de la obligación de
asistir todos los domingos. Te parece hasta curioso o exagerado que la Iglesia pretenda esa práctica
para todos. Estas líneas también son para ti.

c) Católico que va a Misa y, siguiendo el llamado del Papa, quiere ayudar a muchos a volver a sentir
la necesidad de esta práctica tan esencial de la vida cristiana. Eres consciente que si cada católico
consiguiera por año que un católico no practicante volviera a la práctica de los Sacramentos,
conseguiríamos una verdadera revolución en la Iglesia. Estas líneas quieren aportarte algunas ideas
que te ayuden en esta tarea.
Lee por favor el siguiente texto despacio, meditándolo.

Los motivos básicos para ir a Misa

Sentando la base de que casi siempre el comenzar a faltar a Misa el domingo responde a una actitud
caprichosa, a la que es muy difícil refutar -precisamente por su falta de racionalidad- aquí tienes unas
consideraciones sobre el precepto dominical y la importancia de la Misa en tu vida. Está escrito para
personas con fe.

1. Porque Dios es tu Creador y debes dedicarle un tiempo semanal a Él.

Es la manifestación de vivir centrado en Dios y en la salvación: vivir el año centrado en la Pascua; la

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semana, en el domingo; el domingo, en la Misa. No importa cuánto te aburras, tu Creador ha
dispuesto que un día de la semana sea para Él: "Acuérdate da santificar el día sábado. Los seis días
de la semana trabajarás y harás todas tus labores. Mas el séptimo es sábado, consagrado al Señor
tu Dios" (Exodo 20,8-10). Y parece que tiene derecho a tu obediencia. Faltar sería una
desobediencia evidente y frontal (decirle a Dios "no te quiero dar mi tiempo"). Y más allá de la
obediencia... Dios se lo merece.

2. Porque como miembro de la familia de Dios, debes rendir culto a Dios de acuerdo a tu
naturaleza, junto a tus hermanos.

Esto exige que el culto a Dios no sólo sea interior (en tu corazón) sino también exterior (que los
demás vean tu fe) y comunitario (dar culto unido a tus hermanos). Es decir, que te reúnas con otros
para adorar juntos a Dios. Más allá de tus gustos personales, asistes a Misa no por ti mismo (porque
te guste) sino para mostrar tu reverencia al Omnipotente en comunión con los demás. Nuestra
relación con Dios tiene una dimensión comunitaria. No basta rezar solo, tampoco en familia, hace
falta hacerlo unidos a nuestros hermanos en la fe. En este sentido es un acto de comunión con
nuestros hermanos en la fe: compartir lo más importante que tenemos: la Eucaristía, es decir, Cristo
mismo. En este sentido, faltar a la Misa sería un desprecio a tus hermanos y una falta de unidad.

3. Porque tienes que obedecer a la Iglesia.

No es cuestión de un capricho del Papa, sino de una necesidad. En el siglo IV, la Iglesia se vio
obligada a imponer este precepto para garantizar a sus fieles el mínimo de vida eucarística que
necesitan. Tú eres consciente de la importancia que la Sagrada Escritura da a la obediencia (cfr.
Adán y Eva, diluvio, Abraham, Saúl). Desde esta perspectiva, faltar a Misa es una acto de rebeldía.

4. Porque si no fueras, cometerías un pecado mortal

Y no creo que te quieras ir al infierno por esto. Como sabes, hay un precepto que obliga a los
bautizados a asistir a Misa los domingos y fiestas de precepto. Es una obligación grave, de manera
que su incumplimiento es una falta grave. No te olvides que un día te morirás y te encontrarás a ese
Dios a quien ahora estás tentado de ignorar, para darle cuenta de tu vida.

5. Porque necesitas de la Eucaristía para vivir una vida realmente cristiana.

Es una necesidad vital, de manera que sin la Eucaristía semanal, no te darían las fuerzas espirituales
para vivir como un hijo de Dios.

6. Porque sin la Eucaristía no tendrías acceso a la vida eterna.

Jesús no dejó lugar a dudas: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá
para siempre"; "en verdad os digo, si no coméis la carne del Hijo de Dios y no bebéis su sangre no
tendréis vida en vosotros"; "el que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna" (cfr. Juan
6,30-58)

7. Porque Jesús te invita a su mesa y sacrificio.

Él lo mandó explícitamente a sus discípulos al instituir la Eucaristía: "Haced esto en memoria mía".
Asistir a Misa no es más que cumplir este mandato del Señor. Y no es sólo una memoria histórica, es
una memoria que lo hace presente. Jesús te invita y se te entrega. No responder, ser indiferente a su
llamado, sería un desprecio bastante considerable.

8. Porque viviendo en una sociedad que, en muchos aspectos no es cristiana, la Misa es la


primera manera de defender, robustecer y manifestar nuestra fe.

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Es necesaria para "proteger" tu espíritu del materialismo sofocante que nos rodea: que tu espíritu
pueda al menos una vez a la semana "respirar" un aire espiritual. Además, es el primer testimonio
cristiano: los demás necesitan tu ejemplo. ¿Te das cuenta qué testimonio de fe da a los que no
creen, quien dice creer y muestra no valorar lo que cree?

9. Porque es mucho mejor ir que no ir.

Puede parecer tonto, pero para quien aspira a lo mejor, bastaría sólo este motivo. Yo no creo que
haya un plan más santo y santificante para el domingo.

CATÓLICO NO PRACTICANTE. Y CÓMO SE LLEGA A SERLO

Un católico que vive como si no lo fuera, que permanece siendo católico sólo en el campo teórico, va
perdiendo también la fe, su adhesión a la doctrina católica. Y estos es así, en primer lugar, porque la
va olvidando. Es cada vez menos católico. Se cumple lo de San Agustín: "el que no vive como
piensa, termina pensando como vive". Su relación con Dios llegará a reducirse a compromisos
sociales (bautismos, bodas, primeras comuniones, confirmaciones, funerales...) y necesidades
(salud, dinero, trabajo) que sean tan imperiosas como para hacerle acordar que Dios existe y que
uno debe dirigirse a Él.
Un problema serio de dejar de ir a Misa, es que significa el comienzo de una religiosidad centrada en
uno mismo, en la que lo que Dios manda deja de ser la regla, para ser reemplazado por lo que yo
siento, pienso, me cae bien, etc. Una religiosidad frente al espejo.
En el camino para ser un católico no practicante, el punto central es el abandono de la Misa
dominical. Nunca encontrarás un motivo positivo para dejar de ir a Misa, que sea virtuoso, es decir
que provenga de algo valioso, que dé valor al acto de no ir, que demuestre que es mejor no ir que ir.
Lamentablemente, casi nadie ha dejado de ir a Misa por una decisión serenamente meditada,
después de haber pensado y estudiado el asunto, racionalmente decidido que era mejor no ir. Es
decir, casi nadie decide dejar de ir a Misa. Lo que pasa es que de hecho se deja de ir, sin saber bien
porqué.
El error es bastante común: se deja de ir un domingo por dejadez y pereza, o porque le daba
vergüenza confesarse; y como no se confesaba, no podía comulgar; y como no comulgaba se sentía
mal en Misa; y como se sentía mal y le daba no sé qué no comulgar, dejó de ir. Y después otro
domingo, y uno se acostumbra a no ir, casi sin darse cuenta, y al final algunos tratan de justificar el
incumplimiento de este deber básico del cristiano. El argumento final y definitivo para tapar la boca
de la madre que insiste para que vayas a Misa es "¡Déjame en paz, vieja!", lo que no parece un
argumento muy convincente. No se quiere por nada del mundo que a uno le recuerden el tema... Es
normal que muchos quieran no cumplir y olvidarse de que deberían...
Seriamente, ¿te has puesto a pensar qué es lo que Dios quiere que hagas? Si el domingo se te
apareciera un ángel y le preguntaras ¿que hago, voy a Misa o me quedo viendo una película? ¿Qué
piensas que te contestaría?
Está claro que el más interesado en que no vayas a Misa es el Demonio... De esto no cabe duda.

MOTIVOS COMÚNMENTE ADUCIDOS PARA NO IR A MISA

1. Pereza.

"Prefiero quedarme durmiendo". En realidad los motivos que siguen son sólo excusas para cubrir
este primero. No parece que sea un motivo muy racional, meritorio o valioso.

2. No tengo ganas/No lo siento.

¿Desde cuándo tus ganas son ley que hay que obedecer? ¿Es que tus ganas son más importantes

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que la voluntad de Dios? Además a Misa no vas porque a ti te guste, sino para agradar a Dios. Se va
a Misa a honrar a Dios y no a honrarte a ti. Y si te cuesta... ¿acaso Dios no merece ese sacrificio que
incluso hace más valioso y meritorio el acto?

3. Me aburro.

La acusación más frecuente contra la Misa es que es aburrida. Refleja bastante superficialidad, en
cuanto que a Misa no vamos a divertirnos. Y es un problema personal, en cuanto que no parece que
Dios sea aburrido -es la perfección absoluta-. Además si tanta gente va a Misa con gusto, algunos
incluso todos los días, será que algo le ven que a ti se te escapa. La solución será descubrir qué
tiene la Misa para que los cristianos la consideren tan importante.

4. Es siempre lo mismo.

Si se tratara de una obra de teatro o de una película, estaría absolutamente de acuerdo contigo. Pero
no es una representación teatral. Es algo vivo, que pasa ahora. No eres (al menos no deberías ser)
un espectador. Eres partícipe. Imagináte que alguien dejara de asistir a un asado porque en los
asados siempre pasa lo mismo... (perdón a la Santa Misa por la comparación).

5. Desinterés.

Las cosas de Dios no me interesan. Si Dios te da igual, tienes un grave problema. Habrá que ver
como solucionar la falta de apetencia de lo divino que te hace no apto para el cielo.

6. No tengo tiempo.

No parece que lo que te pide Dios -1 de las 168 horas de la semana- sea una pretensión excesiva.
En concreto, quien te creó, te mantiene en el ser y te da lo que te queda de vida -y sólo El sabe de
cuánto se trata- se merece el 0,59% del tiempo que Él te da. Si no tienes tiempo para Dios, ¿para
quién lo vas a tener?

7. Otros planes mejores.

No parece que a Dios le interese competir con el fútbol, hockey, cine... No te olvides que el primer
mandamiento es "amar a Dios sobre todas las cosas". Si tienes otros planes que te importan más
que Dios, quizá el problema más que en el tercer mandamiento está antes en el primero.

8. Tengo dudas de fe.

La fe es un don de Dios, con lo cual hay que pedirla. Alejarte de Dios dejando de ir a Misa, no parece
el mejor método para resolver dudas de la fe e incrementarla. La frecuencia de sacramentos -
confesión y comunión- es la más efectiva manera de aumentar la fe.

9. Estoy enfadado con Dios.

"Hubo algo que pasó en mi vida (la muerte de un ser muy querido, un fracaso muy doloroso, una
enfermedad o cualquier otra tragedia) que me hizo enfadarme con Dios: si Él me hace esto... ¿por
qué yo voy a ir a Misa? Es la manera de mostrarle a Dios mi disconformidad con la forma de
tratarme". Hay quienes dejan de ir a Misa como una manera de vengarse de Dios. Pero, en los
momentos de dolor ¿no será mejor refugiarnos en Dios y buscar su fortaleza más que reaccionar
como un chiquito caprichoso de tres años? Él sabe mas... Además, acusar de maltratarnos a quien
más nos quiere y murió por nosotros... ¿no será demasiado? ¿No seré yo el que pierdo alejándome
de Dios?

10. "Hay gente que va y después se porta mal".

"Yo no quiero ser como ellos", decís seguro de ti mismo. "Además, hay otros que no van, y son
buenos". Es evidente que ir a Misa sólo no basta. Pero, no se puede mezclar la física nuclear con el

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dulce de leche, ya que las dos cosas no tienen nada que ver. En aquellos que van y después no son
honestos, lo que es malo es ser deshonestos, no el hecho de ir a Misa, que sigue siendo algo bueno
aunque ellos después se porten mal. Además, la causa de su supuesta deshonestidad no es el ir a
Misa. Lo mismo se puede decir de los "buenos" que no van a Misa: su "bondad" no procede de su
falta de Misa y tan "buenos" no serán si les falta una dimensión tan importante de bondad como la
bondad misma, es decir Dios. Por otro lado, yo creo que nadie en el mundo se atrevería a decir que
los que no van a Misa son mejores que los que van. Finalmente, esto no es un concurso de bondad,
ni comparaciones, sino tratar de determinar cuán bueno es ir a Misa. Y claramente, el dejar la Misa
no mejora a nadie, en todo caso lo empeora.

11. No me he confesado y entonces no puedo comulgar.

No es necesario comulgar, ni hay ninguna obligación de hacerlo. No comulgar no es pecado; no ir a


Misa, sí. Además el problema se solucionaría bastante fácilmente con una breve confesión...

12. Llevarle la contraria a mis padres.

Ofender a Dios para hacer sufrir a tus padres no parece una actitud muy inteligente.

13. El sacerdote me cae mal.

Por mal que te caiga el cura, no vas a Misa para darle el gusto, ni para hacerle un favor. Él no gana
ni pierde nada con tu asistencia o ausencia. El que gana o pierde, eres tú: tu amor a Dios. Además...
estoy seguro de que la ciudad en que vives es lo suficientemente grande como para que puedas
encontrar alguno que te caiga más simpático...

¿CÓMO CONSEGUIR PASARLO BIEN EN MISA?

1. El sistema básico consiste, primero, en ir a Misa: nunca nadie ha conseguido valorar la Misa a
base de no ir.

2. El segundo punto consiste en tratar de vivir la Misa. Es decir, dejar de estar como una estatua y
comenzar a estar atento, responder, rezar, cantar, evitar las distracciones, etc. Es decir, que "gozar"
la Misa depende más de ti que de la Misa.

3. Estudiar. No se ha inventado otro sistema para aprender lo que uno no sabe. Para gozar la Misa
hay que entenderla, para entenderla hay que saber qué es. Hay muchísimos libros y folletos que los
encontrarás en cualquier librería. Y además, tienes los webs católicos como éste en Internet para
informarte sin salir de casa.

4. Leer y meditar los textos de la Liturgia. Tiene una riqueza inagotable, de manera que nadie que
medite las partes y oraciones de la Misa puede aburrirse. Es absolutamente imposible. No se
encuentra un límite, de manera que siempre se les puede sacar nuevos sentidos, matices,
dimensiones, etc.

5. Prepararse. Hay oraciones lindísimas para preparar el corazón para tan importante encuentro con
Dios.

TEMA Nº 09

NORMAS PARA LA SANTA MISA

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1.- Si vas a una fiesta viste ropa de fiesta.

Tal vez te preguntes ¿le interesa a Dios cómo visto? ¿Si Él me ama tal como soy por qué debo
preocuparme del vestido?, ¿Qué tiene de malo ir cómodos y confortables a misa?
Sabemos profundamente que vestir bien va con ocasiones importantes, pero, ¿qué tan importante es
la Casa de Dios para ti? la forma en que vestimos refleja cuanto respetamos al anfitrión y la dignidad
del evento.
Es verdad que el interior es muy importante, por eso, necesariamente lo del interior tendrá que
manifestarse en lo exterior.
Todo nuestro ser debe prepararse para la gran celebración que es la misa dominical. Todo lo visible
ayuda a elevarnos al Dios invisible. Si no vestimos la mejor ropa para la Santa Misa, ¿Para quién la
reservamos? El pudor y el respeto nos deben guiar. No vayas a Misa con short, bermudas,
chancletas, minifaldas, escotes, gorras, etc.

2.- Que tu misa sea completa, escucha misa entera.

Cuando vamos al cine ¿Qué tan frecuente es llegar pasados10 minutos desde que inicio la película;
y que tan frecuente es salirnos antes del último capítulo que marca el final?
Cuando vas a un espectáculo o concierto, ¿Te da igual llegar un buen tiempo después de que el
concierto inicio? ¿Y cuándo vas a misa? Como católicos se nos invita a “oír misa entera” es decir,
participar activa y conscientemente en la Eucaristía.
La Misa empieza cuando el sacerdote se dirige al altar y nos ponemos de pie para recibirlo. La Misa
termina cuando el sacerdote besa el altar, abandona el templo y se hace el canto final. Al terminar no
salgas precipitadamente, es de bien nacidos ser agradecidos hasta que el sacerdote entra en la
sacristía o este fuera del templo saludando a los participantes.

3.- Ninguna llamada puede ser más importante que la de Él.

La comunicación exige atención y concentración, nos molesta que mientras hablamos nos den la
espalda o no nos escuchen. Pero tal parece que eso se nos olvidó con la llegada del celular. Nos
hicieron vivir los beneficios del celular sin educarnos en el uso del mismo.
Es increíble como el móvil nos ha hecho adictos y dependientes a él. No se está en contra de esta
tecnología, sino del mal uso que le damos.
Hay persona que al menos se salen cuando suena el móvil, aunque tampoco esto es correcto,
porque distrae a otros, lo ideal es apagarlo pues la Eucaristía es el encuentro con Dios ¿Y qué
llamada puede ser más importante que la de Él?, como para literalmente decirle “Señor, espérame
tantito".
¿Tú qué haces cuando suena (o vibra) tu móvil? Sería muy interesante aprender a distinguir los
contextos, no en todos los lugares ni circunstancias deberíamos darle al celular el lugar número uno
de nuestra atención.

4.- Dejen que los niños se acerquen a mí.

Esta petición y deseo de Jesús para con los niños, no debe ser una excusa tanto para justificar el
comportamiento de los niños en la misa (hablar, correr, hacer ruidos, llantos, berrinches, etc.) como
para evitar ir a misa con estos niños llamados “traviesos".
Si no los encaminamos desde ahora evitaremos la oportunidad de hacerlos crecer y educarse.
Si tu niño llora, corre, brinca o grita en la misa, ayúdalo atendiendo en ese momento su necesidad,
cálmalo, distráelo y si es necesario salte un momento con él del templo.
Que no te de pena levantarte e ir por él. A veces distrae más lo que el niño hace que el hecho de
levantarte, ir por él y calmarlo.
No traigas reproductor de video portátil o videojuegos para distraerlos, porque también distraes a los
demás.

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5.- Se puente y no obstáculo para los demás.

Todos estamos llamados a participar activa y gozosamente en la celebración eucarística.


Para aquellos que se les hace más difícil su participación, principalmente por motivos de salud o
alguna otra causa física (la edad, u otra limitación física), como los amigos que ayudan al paralítico a
encontrarse con Jesús, ayúdanos respetando los lugares que corresponde a estos hermanos
nuestros. Esos lugares son para ellos, incluso los espacios en el estacionamiento.

6.- Cuida Su casa, que es tu casa y nuestra casa.

El templo parroquial y todo lo que en él esta, ha sido consagrado a Dios, ciertamente cada objeto
tiene su dignidad, merece respeto.
Por eso te invitamos a cuidar (si vas con menores) y no pisar los reclinatorios, al momento de usarlos
desplegarlos con cuidado. Evita pisar o rayar las bancas. Cuida Su casa, que es también la tuya, es
nuestra casa.

7.- Que tu boca sea para alabar al Señor.

“El celo de tu casa me devora” dice Jesús, “la casa de mi Padre es casa de oración". Que tu voz, que
tu boca y que tu corazón sean siempre para alabar al Señor, para hablar con Él, para bendecir, para
agradecer, para pedir, para ofrecer….no platiques durante la misa, para no distraerte y no distraer a
los demás.
Es el momento para escucharle y hablar con Él, para luego poder hablar de Él.
Evita ir a misa ya sea masticando chicle o ingiriendo algún alimento o bebida. De este modo también
les damos testimonio a los demás.

8.- Que nadie ocupe tu lugar.

Jesús llamo personalmente a sus discípulos, ciertamente uso intermediarios, pero el encuentro con
Él es personal. En el cine, en el circo, en el carnaval y en cualquier evento es válido apartar los
lugares de aquellos que aún no llegan.
En la misa no es así, el que llega a tiempo tiene derecho ocupar lugar si no ha sido ocupado por otro
personalmente. No se vale poner la bolsa, el suéter y otras pertenencias sobre las bancas para
apartar lugar. Date la oportunidad de ser amable, fraterno y educado, somos parte del cuerpo místico
de Cristo.

9.- Trátalo como se merece.

Las posturas que asumimos y el modo de comportarnos en la misa tiene mucho que ver con la
persona con la que se entra en relación y con nuestra disposición. Al entrar en el templo se
recomienda un momento de meditación, saludo, preparación para el acontecimiento más importante
que existe, primero sentado (no piernas cruzadas) escuchar al Señor en las lecturas, que nos dice,
que le dices, en el Evangelio oír a Jesús de pie, posteriormente en el momento de la consagración se
debe estar de rodillas, se está al pie de la Cruz, con la Virgen María y S. Juan; si no te es posible, es
más recomendable que permanezcas sentado y no de pie. Si vas a recibir la Sagrada Forma (Jesús)
no te distraigas en el camino es un encuentro privilegiado, procura llevar las manos juntas y nunca en
los bolsillos. Busca lo menos posible pasar por en medio del pasillo central ya iniciada la misa, o
querer un lugar de adelante, distraes a todos. Si se está llevando a cabo alguna celebración como
boda, rosario, hora santa, etc., estas esperando o ya terminó la ceremonia, puedes saludar y platicar
fuera del templo.

10.- Estar siempre preparado.

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La vida sacramental y el seguimiento a Jesús no se improvisan. Los sacramentos tienen un lugar, un
tiempo de preparación y una dignidad para celebrarlos. No existen “confesiones rapiditas” o de “un
minuto".
Cuida no llegar 5 o 10 minutos antes de la misa para pedir por alguna intención.
Es bueno prever y organizar nuestro tiempo, eso habla de la importancia que tienen las cosas según
el tiempo que se les dedica. Para darte un mejor servicio solicita tus intenciones de misa en horario
de oficina y las confesiones en su horario establecido.

5 COSAS QUE HACEMOS MAL EN MISA

La Santa Misa es la renovación incruenta del sacrificio pascual de Cristo en la cruz y la “fuente y
culmen de toda la vida cristiana“. Por tal razón, y con el fin de adentrarnos más en los sagrados
misterios, es que la Iglesia ha dispuesto que la Misa lleve un orden determinado (Nuestro Dios es
un Dios de orden). Por eso en este artículo te compartimos 5 cosas que estabas haciendo mal en
Misa y no lo sabías.

1.- “… Y líbranos del mal ¿AMÉN?”

Cuando rezamos el Padre Nuestro de manera personal o en nuestros grupos de oración


acostumbramos a concluirlo con un “Amén”. Eso está muy bien, sin embargo durante la Santa Misa
ocurre algo distinto. El Padre Nuestro es la única oración que está integrada en la liturgia como
parte de una oración más larga. Por tal razón no debe decirse “Amen” luego del “y líbranos del mal”
pues el sacerdote continúa con la oración diciendo “líbranos Señor de todos los males, y
concédenos la paz en nuestros días…”

2.- “Por Cristo con Él y en Él…”

Algunos fieles suelen cometer el error de decir partes de la Misa que solo le corresponden al
sacerdote. Esto es muy común al final de la plegaria eucarística cuando el sacerdote reza “Por
Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y
toda gloria por los siglos de los siglos”. Los fieles no deben decir esa parte, pues solo le
corresponde al sacerdote. A los fieles nos corresponde responder a eso con un “Amén”.

3.- Durante la consagración ¿Nos arrodillamos o nos quedamos de pie?

Para esto debemos remitirnos a la OGMR (Ordenación General del Misal Romano) que en su
numeral 43 dice claramente “…estarán de rodillas, a no ser por causa de salud, por la estrechez del
lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas razonables lo impidan, durante la
consagración“. La propia OGMR señala que quienes, por los motivos antes mencionados no
puedan arrodillarse, deben hacer una profunda inclinación de reverencia cuando el sacerdote se
arrodille luego de la consagración. Pero más allá de la rúbrica ¿Acaso nuestras rodillas no deberían
caer sin que lo notemos mientras ocurre el más grande milagro sobre la faz de la tierra?

4.- Rito de la paz

El llamado “rito de la paz” o “saludo de la paz” es opcional. Pero cuando se hace, el saludo debe
ser solo a las personas más cercanas a nuestros lugares y siempre guardando la debida reverencia
a la celebración. Recordemos que Jesús se acaba de hacer presente en la Santa Eucaristía y que
debe ser el centro de nuestra atención en ese momento. No es necesario, por ejemplo, caminar de
un lado al otro del templo buscando conocidos para saludarles en ese momento.

5.- El ayuno eucarístico

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Este no es precisamente un error durante la Misa, sino más bien antes de la Misa. El catecismo
enseña que “Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben
observar el ayuno prescrito por la Iglesia“. Pero ¿Cual es este ayuno? La Iglesia establece que
debemos guardar ayuno de cualquier alimento sólido al menos una hora antes de recibir la Santa
Eucaristía. Así que quedan descartadas esas galletas que comías en la puerta del templo antes de
Misa. Eso sí, queda permitido el consumo de agua y medicinas. De no cumplirse ese requisito,
puedes participar de la Santa Misa pero no puedes comulgar.

ACTIVIDADES

1. Describe brevemente según tus propias palabras: ¿Qué es la Santa Misa?


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2. Según tu propio criterio, con que ropa NO debemos ir a la Misa. ¿Por qué?
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3. ¿Es bueno conversar y distraerme durante la celebración de la Santa Misa?


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4. ¿La Misa se escucha o se participa?, ¿Por qué?


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TEMA Nº 10

IMPORTANCIA DE LA VISITA AL SANTISIMO SACRAMENTO

¿Quién no necesita de un amigo con quien


caminar a lo largo de la vida? ¿Quién no
necesita de una persona que nos escuche
y acoja con el mayor aprecio? ¿Quién no
necesita de alguien con quien compartir la
alegría fraterna de la amistad, y siempre
dispuesta para ayudarnos en los
momentos difíciles? El mejor de estos
amigos es Jesús, nuestro Reconciliador, a
quien podemos recibir en el Sacramento
de la Eucaristía, y a quien también
podemos visitar, acompañándolo ante el
Sagrario, en el silencio de una capilla o de una iglesia.
El Señor Jesús nos llama «amigos». Está siempre con nosotros y, como sabemos, eso se manifiesta
de modo visible en la Eucaristía, «sacramento del Sacrificio del Banquete y de la Presencia
permanente de Jesucristo Salvador». Siendo un sacramento admirable, a veces se nos olvida que

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podemos recurrir a él con frecuencia. No tenemos que esperar cada Domingo para encontrarnos con
Cristo presente en la Eucaristía. Podemos salir al encuentro del Señor. Ahí Jesús nos espera
siempre, anhelante de que le abramos el corazón en la intimidad de la oración.
Si bien es verdad que podemos conversar con el Señor Jesús en todo momento y en cualquier lugar,
su presencia en la Hostia consagrada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el
amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el modo como Él quiso
permanecer entre nosotros. Eso hace una gran diferencia. El Señor está realmente presente en la
Eucaristía, invitándonos a acompañarlo, ofreciéndonos su firme apoyo en nuestro peregrinar. La
Iglesia y el mundo-nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica- «tienen gran necesidad del culto
eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a
encontrarlo en la adoración».

¿Qué le decimos al Señor Jesús Sacramentado?

¡Todo aquello que anida en nuestro corazón! La adoración eucarística es un momento de intimidad,
de confianza y de amistad con Dios. En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús
Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene. Es un momento
oportuno para renovar nuestro propósito de ser santos y de responder generosamente al amor de
Dios. En la adoración a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados,
reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos, renovando nuestra
confianza en su misericordia.
Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos, por los necesitados, los
sufrientes, los enfermos. También por la iglesia, el Santo Padre y sus desvalidos, por los que
necesitan de la fe y se creen abandonados de Dios. En fin, en cada uno de nosotros anidan diversas
intenciones y necesidades que podemos presentar con fe y confianza al Señor Jesús. De hecho, la
adoración Eucarística tiene una profunda relación con la evangelización. Por un lado, rezar por los
demás ya es una privilegiada forma de apostolado; y por otro, la experiencia de encuentro con el
Seños nos renueva en el ardor para anunciarlo como quien se ha encontrado personalmente con Él.

¿Cómo visitar al Señor presente en el Santísimo Sacramento?

Para empezar necesitamos silencio interior y recogimiento para visitar al Señor Sacramentado. «El
silencio es capaz de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mismos, para hacer que
allí habite Dios, para que su Palabra permanezca en nosotros, para que el amor a Él arraigue en
nuestra mente y en nuestro corazón y anime nuestra vida». Cuando nos encontramos en presencia
de Jesús Sacramentado lo primero es hacer un acto de fe y tomar consciencia de que Dios está ahí
realmente presente.
Muchas veces visitaremos el Santísimo Sacramento de modo
espontáneo. No siempre hallamos una capilla cerca de donde
vivimos o trabajamos, pero a veces tenemos la oportunidad de
hacerlo y la aprovechamos. ¿A quién no le gusta recibir la visita
sorpresa de un amigo cercano? El Señor se alegrará también
cuando lo visitemos así. Sin embargo, si podemos hacer de la
visita al Santísimo un hábito que tendrá muchos frutos en
nuestra vida espiritual. Quizás podamos visitarlo unos minutos
al día, o dos o tres veces por semana. Podemos hacerlo solos,
en la compañía de alguien, o también en familia. Invitar a
alguien a visitar al Señor presente en el Santísimo Sacramento
es una excelente oportunidad para hacer apostolado y dar ocasión para que otras personas que
quizás estén un poco alejadas del Señor vuelvan a encontrarse con Él en la intimidad de la oración.

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«Yo estoy con ustedes todos los días»

Cuando nos acercamos a Jesús Sacramentado tengamos siempre presente su promesa: «Yo estoy
con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Es una invitación a confiar con Él, con alegría,
sabiendo que está ahí siempre, paciente, gozoso, dispuesto a ayudarnos, a escucharnos. De la
misma manera, recordemos que el Señor nos ha querido dejar una Madre que nos acompaña y nos
ayuda a acercarnos cada vez más a su Hijo. Que Ella, como lo decía el Beato Papa Juan Pablo II,
«que fue la verdadera Arca de la Nueva Alianza, Sagrario vivo del Dios Encarnado, nos enseñe a
tratar con pureza, humildad y devoción ferviente a Jesucristo, su Hijo, presente en el Tabernáculo».
Preguntas para el diálogo

¿Qué tan importante es en mi vida espiritual la adoración Eucarística?..................................................


………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué obstáculos veo en mi vida para crecer en mi devoción a Jesús sacramentado?..........................
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué medios puedo poner para que mis visitas al Santísimo sean una experiencia cada vez más
profunda de encuentro con el Señor Jesús?............................................................................................
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………

TEMA Nº 11

SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Naturaleza

Penitencia en su sentido etimológico, viene del latín


“poenitere” que significa: tener pena, arrepentirse.
Cuando hablamos teológicamente, este término se utiliza tanto
para hablar de una virtud, como de un sacramento.

Institución

Después de la Resurrección estaban reunidos los apóstoles –


con las puertas cerradas por miedo a los judíos – se les
aparece Jesús y les dice: “La paz con vosotros. Como el Padre
me envío, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y
les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonéis los
pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn. 20, 21-23)
Este es el momento exacto en que Cristo instituye este sacramento. Cristo - que nos ama
inmensamente - en su infinita misericordia le otorga a los apóstoles el poder de perdonar los
pecados. Jesús les da el mandato - a los apóstoles - de continuar la misión para la que fue enviado;
el perdonar los pecados. No pudo hacernos un mejor regalo que darnos la posibilidad de liberarnos
del mal del pecado.

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El nombre de este sacramento

Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a


la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el
pecado.

Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de


conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.

Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de


los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo
este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de
su misericordia para con el hombre pecador.

Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios
concede al penitente "el perdón [...] y la paz" (Ritual de la Penitencia, 46, 55).

Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que


reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está
pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt

El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación

El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con Él. Al mismo tiempo, atenta
contra la comunión con la Iglesia. Por eso la conversión implica a la vez el perdón de Dios y la
reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el sacramento de la
Penitencia y de la Reconciliación (cf LG 11).

Sólo Dios perdona el pecado

Sólo Dios perdona los pecados (cf Mc 2,7). Porque


Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo
del hombre tiene poder de perdonar los pecados en
la tierra" (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: "Tus
pecados están perdonados" (Mc 2,5; Lc 7,48). Más
aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere
este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que
lo ejerzan en su nombre.

Sin embargo, confió el ejercicio del poder de


absolución al ministerio apostólico, que está
encargado del "ministerio de la reconciliación" (2 Co
5,18). El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y
"es Dios mismo" quien, a través de él, exhorta y
suplica: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20).

El sacramento del perdón

Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su


Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan
perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a
éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de

34
la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio
que es la pérdida de la gracia".

QUE ES EL PECADO

El Pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la ley de Dios, que consiste en decir, hacer,
pensar o desear algo contra los mandamientos de la Ley de Dios o de la Iglesia, o faltar al
cumplimiento del propio deber y a las obligaciones particulares.
No es que el hombre haga daño a Dios. Pero a Dios le «duele» mi falta de amor.
«El pecado es un misterio, y tiene un sentido profundamente religioso. Para conocerlo necesitamos
la luz de la revelación cristiana. (...) El pecado escapa a la razón. Ni la antropología, ni la historia, ni
la psicología, ni la ética, ni las ciencias sociales pueden penetrar su profundidad.

CLASES DE PECADO

Dios es infinitamente misericordioso y de buena gana perdona al pecador arrepentido. Jesús instituyó
dos sacramentos para la remisión de los pecados: el Bautismo y la Penitencia (también llamada
“Confesión” o “Reconciliación”).
Pecado original. Todos los hombres nacen con el pecado original, o sea con aquella culpa que
Adán y Eva cometieron al inicio de la historia. Ella se borra con el santo Bautismo.
Pecado es la rebelión del hombre contra Dios y su ley.
El pecado mortal es una desobediencia a Dios y a su ley en cosa grave, hecha con plena
advertencia y deliberado consentimiento.
El pecado venial es una desobediencia a Dios y a su ley en cosa leve o también en cosa grave,
pero sin toda la advertencia y el consentimiento. El Pecado Mortal y el venial se borran con la
Confesión.
El pecado de scrilegio
¿Qué es un sacrilegio?
Se entiende generalmente como la profanación o trato injurioso de un objeto o persona sagrado
¿Cuáles son los tipos de sacrilegios?
Hay tres tipos de sacrilegios: contra las personas, lugares o cosas sagradas:
Sacrilegio contra una persona sagrada: Significa comportarse de una manera tan irreverente con
una persona sagrada que, ya sea por el daño físico infligido o por la deshonra acarreada, viola el
honor de dicha persona.

Sacrilegio local:
 Violación de un lugar sagrado: iglesia, cementerio, oratorio privado.
 Esa violación puede ser por robo, comisión de un delito dentro de un lugar sagrado, usar una
iglesia como establo o mercado, o como sala de banquetes, o como corte judicial para dirimir
en ellas cuestiones meramente seculares.

Sacrilegio real:
 El sacrilegio real es la injuria hacia cualquier objeto sagrado que no sea un lugar ni una
persona.
 Este tipo de sacrilegio puede cometerse, en primer lugar, administrando o recibiendo la
Eucaristía en estado de pecado mortal, y también cuando se hace escarnio consciente y
notorio hacia la Sagrada Eucaristía. Se considera el peor de los sacrilegios. Y en general

35
cuando se recibe un sacramento de vivos en pecado mortal (confirmación, eucaristía, orden
sacerdotal y matrimonio)
 Asimismo se considera sacrilegio real la vejación de imágenes sagradas o reliquias, el uso de
las Sagradas Escrituras y objetos litúrgicos para fines no sacramentales, y también la
apropiación indebida o el desvío para otros fines de bienes y propiedades (muebles o
inmuebles) destinados a servir a la manutención del clero o al ornamento de la iglesia.
 A veces se puede incurrir en sacrilegio al omitir algún elemento necesario para la adecuada
administración de los sacramentos o la celebración de la Eucaristía, como, por ejemplo,
diciendo la Misa sin las vestiduras sagradas.

¿Cuál es el sacrilegio más grave y frecuente que se comete hoy día?


Recibir la Sagrada Eucaristía en pecado mortal. Hay muchas personas que reciben a Jesús
Sacramentado en la Misa; pero en cambio hay muy pocas personas que se confiesan. Y no
olvidemos lo que dijo San Pablo: "El que come indignamente el Cuerpo de Jesucristo come su propia
condenación" (1 Cor 11: 29

¿Cómo se perdona?
Sólo con la confesión. El sacrilegio es un pecado muy grave.

PARA APRENDER DE MEMORIA

1. ¿Qué es el pecado?
El pecado es una falta voluntaria contra la ley de Dios.
2. ¿Qué es el pecado original?
Pecado original es aquel con que todos nacemos, heredado de nuestros primeros padres
Adán y Eva.
1. ¿Quién no tuvo pecado original?
Únicamente al Santísima Virgen María no tuvo pecado original.
2. ¿Qué es pecado mortal?
Pecado mortal es pensar, desear, decir, hacer u omitir algo contra la ley de Dios en materia
grave.
3. ¿Se merece el infierno por un solo pecado mortal?
Sí, se merece el infierno por un solo pecado mortal.
4. ¿Qué es el pecado venial?
Pecado venial es pensar, desear, decir, hacer u omitir algo contra la ley de Dios en materia
leve.
7. ¿Qué significa “creo en el perdón de los pecados”?
Este artículo del Credo nos enseña que Dios es misericordioso y perdona al pecador
arrepentido, y que Cristo resucitado les ha confiado a los Apóstoles el poder de perdonar los
pecados cuando les envió el Espíritu Santo (Jn. 20,22-23).
8. ¿Cómo perdona la Iglesia los pecados?
La Iglesia perdona los pecados por los méritos de Jesucristo, confiriendo los sacramentos por
Él instituidos con este objetivo, principalmente el Bautismo y la Penitencia.
9. ¿Quiénes son los que ejercen esta potestad de perdonar los pecados en la Iglesia?
En primer lugar el Papa, que posee la plenitud de tal potestad; luego los Obispos, y, bajo la
dependencia de los Obispos, losTEMA Nº 12
sacerdotes.

36
PARABOLAS DE LA MISERICORDIA

La Biblia es fuente de enorme sabiduría y lecciones eternas que nos


ayudan a guiar una vida más plena y feliz. Sólo necesitamos entender y
aplicar este conocimiento en la vida real.
La Parábola del Hijo Pródigo es una de las tres parábolas sobre la
misericordia que relata San Lucas Evangelista.
Las parábolas de la misericordia de Dios (Parábolas de la oveja
perdida; la moneda perdida y el hijo pródigo). Lc 15,1-32 (trabajar
con biblia)
Las parábolas tienen un significado cuando las pronuncia Jesús, otro
cuando las escriben sus apóstoles y otro tercero distinto cuando las
actualizamos y releemos ahora. En estas tres parábolas, se presentan
tres realidades, tres cosas que se pierden. Se pierde una oveja, que es
un animal; se pierde una moneda, que es un objeto (dinero) y se pierde
una persona, que es el hijo. En los tres casos, el pastor, la mujer y el
padre, se ponen en acción para encontrarla.
1.- El pastor va en busca de la oveja, que quizá se había quedado rezagada
porque estaba coja, y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros y la
presenta como un trofeo.

2.- De nuevo, Jesús tiene muy presente al auditorio femenino y emplea una
parábola que las mujeres pueden entender muy bien. Una mujer que tenía diez
monedas y se la perdió una. Si se hubiera tratado de un ricachón que tuviera
cien monedas, quizá no le diera importancia, pero en su caso es una parte
importante y se pone a buscarla por toda la casa hasta encontrarla.

3.- El Padre recupera al hijo menor que le pidió su parte de la herencia, que no
tenía obligación de dársela, y la dilapida (le deja ejercer su libertad). Cuando
vuelve, él lo acoge y celebra una fiesta porque lo ha recuperado. Convence al hijo mayor, que estaba
reticente, y quizá no era tan bueno como él se pensaba, de que se alegre por la vuelta de su
hermano, ya que él, como está con su padre, ya tiene todo.
Todos debemos reflexionar con cuál de las tres figuras nos identificamos; con el padre, con el hijo
mayor o con el hijo menor.
El hijo menor representa a los que se alejan de la Iglesia y de Dios, que no quieren sujetarse a
ninguna norma, ni obedecer. Son como ovejas descarriadas y les falta todo, les falta el pan
verdadero. Dios siempre está dispuesto a acogerlos para que vuelvan a la verdadera vida. El Padre
misericordioso representa a Dios.

ACTIVIDADES

La oveja perdida y la moneda perdida.


¿Por qué estaba tan preocupado el pastor por una oveja teniendo cien o la mujer por una
moneda de entre diez que tenía? (Lucas 15:4, 8.) Explique………………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Por qué piensan que se perdió la oveja? ………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………
.

37
¿Cómo crees que se perdió la moneda? ……………………………………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Cómo te podrías Tú, si alguien a quien conoces se pierde? ………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué hizo el pastor con la oveja perdida cuando la encontró? (Lucas 15:5.) ……………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿En qué forma su manera de actuar demostró que él sentía un gran cariño por su oveja? ¿A
quién representa el pastor? ………………………………………………………………………………...
………………………………………………………………………………………………………………………
¿A quiénes representan las ovejas? ……………………………………………………………..……….
………………………………………………………………………………………………………………….
¿Qué hizo la mujer para encontrar la moneda perdida? (Lucas 15:8.) ……………………….……
………………………………………………………………………………………………………………..…
¿Qué ha hecho Jesucristo para ayudar a los que se pierden y no guardan los mandamientos?
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Cómo podemos ayudar a los que podrían estar perdidos? ……………………………………….…
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué hicieron tanto el pastor como la mujer cuando encontraron a la oveja y a la moneda,
respectivamente? (Lucas 15:6, 9.) ? ……………………………………………………….………………
………………………………………………………………………………………..…………………………
¿Cómo se sentirían si hubieran ayudado a alguien a arrepentirse y regresar a Jesucristo?
………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………..……………
¿Por qué creen que el cielo y los ángeles sienten gozo cuando alguien se arrepiente? (Lucas
15:7, 10.) ? ………………………………………………………………………………………………..…..
……………………………………………………………………………………………………..……………

EL HIJO PRÓDIGO.

¿Qué significa el término pródigo? ……………………………………………………..………………….


………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………….………………..
¿Qué hizo el hijo pródigo con su parte de la herencia? (Lucas 15:12–13.) ? …………….……….
…………………………………………………………………………………………………………..………
¿Qué creen que quiere decir “viviendo perdidamente”? ……………………………………….…….
………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………...
¿Por qué piensan que algunas personas deciden vivir de esa manera? ………………….…………
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Cómo creen que se sentía el padre mientras el hijo estaba ausente? . ……………………………
…………………………………………………………………………………………………………..………
¿Qué hizo el hijo pródigo para obtener comida una vez que se quedó sin dinero? (Lucas
15:14–16.) ? ……………………………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué quiere decir “volviendo en sí”? (Lucas 15:17.) ¿De qué manera piensas tú que el
sufrimiento y la tristeza que sentía el joven le ayudaron a arrepentirse?…………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………
¿Por qué crees que el hijo decidió regresar a su padre? (Lucas 15:17–19.) ¿Qué clase de

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patrón era su padre? (Lucas 15:17.) ? …………………………………………………………………..….
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué sintió el padre cuando su hijo volvió a casa? (Lucas 15:20.) ¿Qué hizo el padre por su
hijo? (Lucas 15:22–24.) ? …………………………………………………………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Cómo se sintió el hermano mayor cuando se enteró que su hermano más joven había vuelto
al hogar? (Lucas 15:28–30.) ? ……………………..……………………………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Por qué es importante que continuemos amando a los miembros de nuestra familia que
desobedecen los mandamientos? …………………………………….………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………
¿Qué le prometió el padre al hermano mayor? (Lucas 15:31.) ? ………………………………………
………………………………………………………………………………………………..…………………
¿Qué ejemplo dio el padre sobre la forma en que debemos tratar a las personas que han
pecado pero que se arrepienten? (Lucas 15:32.) ? ………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………..
¿Cómo se sienten ustedes cuando ven que alguien se arrepiente y deja de hacer lo malo para
hacer lo bueno? ……………………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………….……..………….……………..
¿Cómo debemos tratar a la gente que no ha guardado los mandamientos, pero que se
arrepiente sinceramente? …………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………

TEMA Nº 13

PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN

La confesión debe ayudar al joven a entender el proceso de admitir un pecado y la necesidad de


poner orden en las cosas, de reparar los errores, de pedir perdón, de volver a establecer la amistad
con Dios y con los demás.
Sin embargo, lo esencial no está ahí, no está en una lista exhaustiva de pecados o de errores sino
más bien en insistir más sobre la contrición profunda del corazón por amor a Dios y el dolor de
haberlo ofendido en los demás, así como en el propósito de no volver a pecar.

Jesús habla de la misericordia de Dios hacia los pecadores, con las más bellas parábolas del
Evangelio:
Lc 15,20-24: Cuando todavía estaba lejos el
padre lo vio y conmovido corrió a su
encuentro, lo abrazó y lo besó.
El hijo le dijo: Padre, he pecado contra el Cielo
y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.
Pero el padre dijo a los sirvientes : Pronto,
traegan el mejor vestido y vístanlo , pónganle
un anillo al dedo y sandalias los pies.Traegan
el becerro gordo, matenlo, comamos y
hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba
muerto y ha vuelto a la vida, estuvo perdido y

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ha sido hallado.

A.- EXAMEN DE CONCIENCIA Y DOLOR DE LOS PECADOS


Consejos para hacer una buena Confesión.
Empieza tu preparación a la Confesión con una oración:
Ilumina, Señor, mi mente, para que pueda conocer el número y la gravedad
de mis pecados; dame la gracia de detestarlos, para conseguir de Ti
misericordia y perdón.

1. EXAMEN DE CONCIENCIA.- Tu examen de conciencia ocurre delante


de Cristo, que ha muerto en la Cruz por ti, que ha vertido su sangre por la
remisión de tus pecados. Luego el examen de conciencia empieza con
una oración, para que el Señor nos ilumine para conocer nuestras culpas,
que deberemos luego manifestarle al sacerdote.
Se piensa en los pecados cometidos: se ve ante todo si hay pecados
mortales y luego se buscan los veniales. Se empieza a examinar la
conciencia desde la última confesión bien hecha, volviendo a recordar los
pecados cometidos en pensamientos, palabras, obras y omisiones. Lo
puedes hacer repasando los diez mandamientos; el mandamiento del
amor a Dios y al prójimo; los pecados capitales, los deberes como hijo.

2. DOLOR (PENA) DE LOS PECADOS COMETIDOS .- Después de


haber hecho tu examen de conciencia, le pides a Dios la gracia –no tanto de sentir- pero si de tener un
vivo y profundo dolor de todos los pecados cometidos, especialmente de los pecados mortales.
Algunos pensamientos pueden ayudarte para alcanzar la contrición del corazón:
* A causa de nuestros pecados hemos ofendido Dios, el más gran bienhechor.
* Por nuestros pecados y por nuestra salvación Jesús, tu Amigo y Redentor, fue crucificado.
* Con nuestros pecados crucificamos de nuevo Jesús (cfr. Eb 6,6).
* Perdemos la herencia del Cielo y merecemos el infierno.

3. PROPÓSITO DE NO COMETERLOS MÁS.- Le pides a Dios que te conceda la fuerza de no


volver a cometer los pecados que has hecho, especialmente los mortales, e interiormente, con tu
voluntad, decides no cometerlos más, evitando- no sólo los pecados-, sino también las ocasiones
próximas que llevan a ellos.

4. CONFESIÓN SINCERA DE LOS PECADOS.- Te acercas con fe


al confesor, que representa a Nuestro Señor Jesucristo, y manifiestále con
sinceridad todos los pecados cometidos. Si temes de olvidarlos o no
sabes cómo expresarte, pide al sacerdote que te interrogue. Recuerda
que el confesor no revelará a nadie los pecados que le manifiestas.
Escucha sus consejos y esfuérzate en llevarlos a la práctica. Mientras el
sacerdote pronuncia la fórmula sacramental de la absolución, tú rezas el acto de contrición.
Ave María Purísima
De.... (tiempo de la última confesión) que no me confieso.... o la primera vez...
Mis pecados son....
Estoy realmente arrepentido de ellos...

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5. SATISFACCIÓN, CUMPLIR LA PENITENCIA.- Acabada la Confesión, trata de ejecutar cuanto
antes la penitencia sacramental, que te ha sido impuesta por el confesor. Recuerda que la penitencia
(oración, ayuno, dolores corporales, las dificultades propias de tu trabajo, estudio... ) sirve para arreglar
tus pecados. Es muy grande la liberalidad de la Misericordia Divina, que, no sólo podemos satisfacer
cerca de Dios Padre, a través de Jesucristo, nuestros pecados con penitencias de nuestra iniciativa...
sino también (y ésta es máxima prueba de amor) con el soportar pacientemente las pruebas dolorosas
infligidas a nosotros por Dios en esta vida.

Agradecimiento de la Confesión
Después de tu confesión detente un poco a rezar , para agradecer a Jesús el gran regalo que te ha
concedido, perdonando tus pecados; renueva tus propósitos de una vida mejor y puedes concluir con
la siguiente oración:

ACTIVIDAD: CONSOLIDAMOS NUESTROS CONOCIMIENTOS

1. Completa correctamente los siguientes actos del penitente:

EXAMEN DE ………………………… PROPÓSITO DE ………………………….

DOLOR DE ……………………..…… …………………………..…. AL CONFESOR

……………………..…..LA PENITENCIA
……………………

PARA APRENDER DE MEMORIA

1. ¿Qué es el propósito?
El propósito es la voluntad resuelta de no cometer pecados y de huir de las
ocasiones.

2. ¿Qué es la acusación de los pecados o confesión?


La acusación de los pecados o confesión es la manifestación de los pecados hecha al
sacerdote confesor, para recibir la absolución.

3. ¿De cuál pecados estamos obligados a confesarnos?


Estamos obligados a confesarnos de todos los pecados mortales aún no confesados o
confesados mal. Pero también es muy bueno confesar los pecados veniales.

4. ¿Qué es la satisfacción o penitencia?


La satisfacción o penitencia es la obra buena, impuesta por el confesor como
penitencia y corrección del pecador y para expiar la pena merecida al haber pecado.

Escribe el Acto de Contrición

41
…………………….………………..……………………….. Esta confesión de
TEMA Nº 14

EFECTOS Y FRUTOS DE LA PENITENCIA y ¿POR QUÉ HAY QUE CONFESARSE


CON UN SACERDOTE?

Efectos

El efecto principal de este sacramento:


Es la reconciliación con Dios. Este volver a la amistad con Él es una “resurrección espiritual”,
alcanzando, nuevamente, la dignidad de Hijos de Dios. Esto se logra porque se recupera la gracia
santificante perdida por el pecado grave.
Aumenta la gracia santificante cuando los pecados son veniales.

Reconcilia al pecador con la Iglesia. Por medio del pecado se rompe la unión entre todos los
miembros del Cuerpo Místico de Cristo y el sacramento repara o robustece la comunión entre todos.
Cada vez que se comete un pecado, la Iglesia sufre, por lo tanto, cuando alguien acude al
sacramento, se produce un efecto vivificador en la Iglesia. (Cfr. CIC nos. 1468 – 1469).

Se recuperan las virtudes y los méritos perdidos por el pecado grave.

Otorga la gracia sacramental específica, que es curativa porque le devuelve la salud al alma y
además la fortalece para combatir las tentaciones.

Frutos

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Los frutos de este sacramento son muchos:
Por este medio se perdonan todos los pecados mortales y veniales. De esta manera a los que
tenían pecados graves, se puede decir que se les abren las puertas del cielo.

Se recuperan todos los méritos adquiridos por las buenas obras, perdidos al cometer un pecado
grave o se aumentan si los pecados eran veniales.

Robustece la vida espiritual, por medio de la gracia sacramental, fortaleciendo el alma para la
lucha interior contra el pecado, así evitando el volver a caer en lo mismo. Por ello, es tan importante
la confesión frecuente.

Se obtiene la remisión parcial de las penas temporales como consecuencias del pecado. La
Reconciliación perdona la culpa, pero queda la pena. En caso de los pecados mortales esta pena se
convierte en temporal, en lugar de eterna y en el caso de los pecados veniales, según las
disposiciones que se tengan se disminuyen.

Se logra paz y serenidad de la conciencia que se encontraba inquieta por el dolor de los pecados.
Se obtiene un consuelo espiritual.

Obligaciones
Una vez confesados los pecados hay que cumplir la penitencia. Dado que hay que tener un propósito
de enmienda, se deben hacer los esfuerzos necesarios para no reincidir en los pecados.
¿POR QUÉ HAY QUE CONFESARSE
CON UN SACERDOTE QUE ES UN HOMBRE COMO CUALQUIER OTRO?

Ciertamente, el Sacerdote es un ser humano


como cualquier otro, con todas sus debilidades,
iguales o mayores que las de los demás (Pero,
¿rechazarías un tesoro porque no le gusta quien
se lo entrega? Además el confesor no es el
dueño, sino el servidor del perdón). Es cierto,
Pero resulta que tiene un poder especialísimo
que le otorga -nada menos que Dios- para
perdonar los pecados de todos los hombres que
se acerquen al Sacramento de la Confesión,
Y por qué ha de parecer esto tan extraño?
Fijémonos en el funcionamiento de las
autoridades de un país, de una ciudad, de un
municipio. ¿No tiene poder para llevarnos presos
o imponernos una multa un Policía? Es un
hombre como cualquier otro, pero tiene la potestad hasta de privarnos de nuestra libertad.
Igualmente el Sacerdote es un ser humano como cualquier otro. Pero a él Dios le dio el poder de
perdonar nuestros pecados y por supuesto de Jesucristo sabía que ellos eran hombres pecadores y
aun así les dio este poder: “A quienes les perdonen los pecados les
quedan perdonados y a quienes no se los perdonen les quedan sin
perdonar“ (Jn. 20, 19-23).
Estas palabras se las dijo Jesucristo a sus Apóstoles el mismo día de
su Resurrección. Se las estaba diciendo a los primeros Sacerdotes y
también a los que vinieran después de ellos. Les estaba diciendo que
cuando pronunciaran las palabras del perdón a cada pecador

43
arrepentido, El ratificaría ese perdón en el Cielo, porque anteriormente les había dicho también: “Lo
que aten en la tierra quedará atado en el Cielo y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el
Cielo“ (Mt. 18,18). Además Veamos ahora cómo es que en los primeros años de vida de la Iglesia
ellos entendieron este sacramento. “Muchos de los que habían creído venían a confesar todo lo que
habían hecho” (Hech. 19,18). Dice que cuando esas personas creyeron fueron a confesar sus
pecados. La Sagrada Escritura dice “venían”, habla de desplazarse de un lugar a otro. ¿A dónde
fueron? ¿Por qué tenían que ir a otro lugar y no directamente con Dios? La respuesta es muy
sencilla. Ellos iban buscando a los Apóstoles. Ahí confesaban sus faltas. Esto es lo que hacían los
cristianos verdaderos de aquel tiempo y lo que los católicos seguimos haciendo en la actualidad.

Otra cosa importante es el secreto de confesión, el cual es tanto el respeto que se le tiene, que si
uno confiesa al sacerdote que ha envenenado el vino que consagrara en la siguiente misa, el
Sacerdote no puede hacer nada para evitar consumir ese vino, así también el Sacerdote no puede
mirarte feo o quitarte alguna responsabilidad del grupo parroquial, como consecuencia de tu
confesión ya que todo se queda en secreto. Así que normalmente se cuestiona el porqué confesarse
con un hombre, no por desconfiar de él, o por querer hablar directamente con Dios, sino, más bien,
sabemos que es por pena, vergüenza o miedo de exponer nuestras fallas, pecados y debilidades y
tratamos de buscar formas de evadir esta incomodidad.
¿Por qué cuestionar la forma como Dios dispuso las cosas para nuestro bien? ¿Qué pretendemos?
Dios hubiera podido escoger muchas otras maneras para perdonarnos. Podría haber escogido
maneras más difíciles o desagradables. Pero escogió ésta: escogió dejarnos el Sacramento de la
Reconciliación llamado también Penitencia o Confesión.
Además Dios, que es infinitamente sabio y misericordioso, sabía que necesitaríamos de la catarsis
(herramienta psicológica) que significa el poder dejar por completo la culpa en el Confesionario. Al
decir los pecados al Sacerdote y oír las palabras del perdón, nuestra alma no sólo queda blanqueada
de los pecados cometidos, sino liviana por ya no tener que cargar con el peso de la culpa.

¿Para qué, entonces, buscar motivos para seguir en pecado y cargando con el peso de la culpa, en
vez de aprovechar la misericordia de Dios y sentirnos livianos, sin carga, en paz, al confesar los
pecados al Sacerdote? Aprovechemos los medios que Dios ha dispuesto Y más bien
agradezcámosle su Amor y Misericordia infinitos al prever que seres humanos, como nosotros,
escogidos por él para perdonar los pecados, estén a nuestra disposición. Acérquese a celebrar la
confesión, haciendo un buen examen de conciencia, arrepintiéndose y confesándose para disfrutar
de la misericordia de Dios.

TEMA Nº 15

EXAMEN DE CONCIENCIA PARA JÓVENES


Antes de confesarme

 ¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de arrepentimiento y de cambiar o voy


por cumplir con alguien?
 ¿He mentido deliberadamente en alguna confesión o no le he dicho algún pecado mortal al
Sacerdote por vergüenza?
 ¿Me he esforzado en corregirme de mis pecados anteriores y en tratar de no volverlos a
cometer?
 ¿Me he arrepentido y confesado cuando he cometido un pecado grave?
 ¿He recibido la Sagrada Comunión sin haber confesado antes algún pecado mortal, o sea,
alguna falta grave contra la Ley de Dios?

Primer mandamiento: Amará a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo

44
Relación con Dios

 ¿Busco amar a Dios con todo mi corazón?


 ¿Pongo a Dios primero que todo en mi vida y primero que todas las personas?
 ¿Dedico tiempo a amar a Dios hablando con Él en la oración?
 ¿Pido ayuda a Dios en los momentos de tentación?
 ¿Me he opuesto a Dios de alguna manera?
 ¿Alguna vez le he reclamado por algo que me ha sucedido a mí o a alguien?
 ¿He usado bien mi tiempo, mis fuerzas, mis capacidades, los dones que Dios me ha dado?
 ¿Pierdo el tiempo en actividades que no edifican (revistas, televisión, Internet, etc.)?
 ¿He caído en superstición o algún tipo de ocultismo (brujería, hechicería, poder mental,
metafísica, astrología, adivinación, lectura de las cartas, santería, magia, fetichismo, espiritismo
–incluyendo ouija-, satanismo) u otra práctica ajena al Cristianismo?
 ¿Confío en amuletos, pirámides, cristales, etc.?

Relación con el prójimo

 ¿Pienso primero en mí o en los demás?


 ¿Me preocupo por sus problemas o vivo nada más preocupado de mis asuntos?
 ¿Soy servicial?
 ¿Los trato como no quisiera que me trataran a mí?
 ¿Alguien ha cometido pecado por culpa mía?
 ¿Perdono cuando me siento ofendido o soy rencoroso y resentido?
 ¿Debo hacer las paces con alguien y no lo he hecho?
 ¿Cumplo mis promesas y compromisos?
 ¿He despreciado a alguien por su condición económica, social, racial, cultural o política?
 ¿Busco compartir lo que tengo con otros quetienen menos que yo?

Segundo mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano

 ¿Tengo reverencia y amor por el nombre de Dios o le ofendo con juramentos falsos, blasfemias
(palabras o acciones contra Él) o usando su nombre sin respeto?
 ¿He incumplido alguna promesa hecha a Dios?
 ¿He rechazado o abusado de algún objeto sagrado?
 ¿Le he deseado maldad a alguna persona?
 ¿He jurado hacer un mal?

Tercer mandamiento: Santificarás las fiestas

 ¿He faltado deliberadamente a Misa los Domingos?


 ¿Participo con atención y devoción en la Santa Misa o estoy distraído, tal vez hasta comiendo
chicle?
 ¿He cumplido con el precepto de confesarme y comulgar al menos una vez al año?
 ¿Me confieso con frecuencia (una vez al mes) o considero que no hace falta porque creo que no
tengo pecados?
 ¿He evitado las situaciones que podrían llevarme a pecar: ambientes, programas, personas,
Internet, revistas?
 ¿Sigo las opiniones y conceptos de los demás, aunque esos planteamientos morales estén
contra las Leyes de Dios y de la Iglesia (Por ej: practicar la masturbación, tener otro tipo de
actividad sexual, seguir el horóscopo, tomar en exceso)?
 ¿Acepto con humildad los consejos y correcciones de personas con buen criterio o tiendo a
rebelarme?
 ¿Me preparo bien para recibir al Señor en la Eucaristía o voy a comulgar por rutina y hasta en
pecado mortal?

Cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre

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 ¿Respeto y obedezco a mis padres?
 ¿Los desprecio o no les demuestro amor?
 ¿Me avergüenzo de ellos?
 ¿Los insulto o trato con palabras irrespetuosas que los hacen sufrir?
 ¿Los he ayudado en sus trabajos y necesidades?
 ¿He contribuido en medio de mi familia a la armonía y alegría de los demás con mi actitud o he
generado conflictos por mi rebeldía?

Quinto mandamiento: No matarás

 ¿He herido a alguien físicamente?


 ¿He intentado o pensado en suicidarme?
 ¿He caído en excesos que pueden dañar mi cuerpo (beber o fumar en exceso, utilizar drogas o
comer más de lo necesario)?
 ¿He caído en peleas o insultos?
 ¿Me he dejado llevar por el resentimiento, el odio, la ira, los deseos de desquite y venganza?
 ¿He dicho o hecho cosas que ofenden al prójimo?
 ¿He llevado a alguien al pecado?
 ¿He causado algún daño a la fama de otros?
 ¿He dañado las cosas de otros?
 ¿He ocasionado conflictos de separación con alguien?
 ¿He pedido perdón cuando he hecho algún daño?
 ¿He perdonado?

Sexto mandamiento: No cometerás actos impuros


Noveno mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros

 ¿He practicado la masturbación?


 ¿He tenido alguna actividad sexual con otra persona?
 ¿He incurrido en prácticas homosexuales?
 ¿Me he puesto en situaciones que me llevan a cometer tales acciones?
 ¿Me distraigo en pensamientos y deseos impuros o trato de rechazarlos?
 ¿Me he causado estos pensamientos con lecturas impuras, películas, internet o algún otro tipo
de material pornográfico?
 ¿He disfrutado oyendo o contando chistes de doble sentido; cantado o disfrutado de canciones
inmorales?
 ¿Me visto modestamente?
 ¿He incitado a otros al pecado con mi ejemplo y comportamiento, con mi falta de decencia?
 ¿Rezo inmediatamente para que se vayan los pensamientos impuros y las tentaciones?

Séptimo mandamiento: No robarás

 ¿He robado algo alguna vez?


 ¿He devuelto lo robado? Si esto no ha sido posible, he reparado el daño de alguna manera?
 ¿He regresado lo prestado?
 ¿He dañado a propósito algo que pertenezca a otra persona?
 ¿Desperdicio el tiempo en la escuela o en la casa?

Octavo mandamiento: No levantarás falsos testimonios ni mentirás

 ¿He dicho mentiras? (decir lo que no es cierto)


 ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia para ser aceptado y reconocido por mis amigos?
 ¿Miento para quedar bien?
 ¿He incurrido en chismes? (contar a otra persona lo malo que dicen de ella)
 ¿He calumniado? (inventar contra otro lo que no han hecho)
 ¿He murmurado? (decir lo malo que otra persona ha hecho y que quizás no se sabía)
 ¿He juzgado a las personas? (dedicarse a opinar y pensar en contra de los demás)

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 ¿Soy crítico, negativo o falto de caridad en mis pensamientos de los demás?
 ¿Mantengo los secretos que me han confiado?

Décimo mandamiento: No desearás los bienes ajenos

 ¿Envidio las pertenencias o posesiones de los demás?


 ¿Tengo un deseo exagerado de poseer bienes materiales?
 ¿Soy egoísta?
 ¿Confío en que Dios se ocupa de todas mis necesidades aunque no lo parezca?

Pecados Capitales y Virtudes Contrarias


1. Soberbia / Humildad

 ¿Me comparo con otros?


 ¿He tratado de llamar la atención con mis conocimientos, mi físico, etc.?
 ¿Busco aprobación, reconocimientos, honores y alabanzas?
 ¿Desprecio a otros en mi corazón?
 ¿Me he resentido por el trato recibido?
 ¿Me dejo llevar por pensamientos de orgullo, de creerme gran cosa, de ser muy importante, de
querer lucirme?
 ¿Reconozco mis errores y pido perdón?

2. Avaricia / Generosidad

 ¿Estoy apegado a las cosas y al dinero?


 ¿Sacrifico mi tiempo para ayudar a los demás?
 ¿Soy generoso o egoísta con lo que tengo?

3. Lujuria/Castidad
(ya examinado en el sexto y noveno mandamiento)
4. Ira / Paciencia

 ¿Soy intransigente e intolerante? ¿Impaciente e iracundo?


 ¿Me pongo de mal humor cuando las cosas no salen como yo quiero?
 ¿Le echo la culpa a otras personas o a otras cosas cuando pierdo el control (ej: "me sacaron de
quicio", "fue que él me hizo tal cosa")? ¿O asumo mi responsabilidad?

5. Gula / Templanza

 ¿Como más de lo necesario?


 ¿Estoy adicto al alcohol, drogas, juego?

6. Envidia / Caridad

 ¿Soy celoso de mis hermanos(as), compañeros, etc.?


 ¿Envidio los bienes o las cualidades de los demás?
 ¿Distraigo mis pensamientos en comparaciones que me llevan a la envidia?
 ¿Le reclamo a Dios en mi interior por el bienestar o cualidades de los demás?

7. Pereza / Diligencia

 ¿Cumplo con mis deberes estudiantiles y familiares?


 ¿Dejo las cosas para más tarde?
 ¿Descanso más de lo necesario?
 ¿Tengo pereza o desinterés por las cosas de Dios?

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TEMA Nº 16

LAS INDULGENCIAS

Sabemos que todo pecado lleva una culpa y una pena. Dijimos que la confesión perdona la culpa,
pero queda la pena que hay que expiarla de alguna manera, ya sea en esta vida o en la otra. Las
indulgencias son un medio para la remisión de la pena temporal debida por los pecados y que la
Iglesia otorga, siempre y cuando se cumplan unas condiciones.

Todo pecado necesita de una purificación, ya sea aquí o después de la muerte, en cuyo caso la
purificación se lleva a cabo en el Purgatorio.

Hay dos tipos de indulgencias: parcial o plenaria. La primera perdona toda la pena y la segunda solo
una parte de la pena debida por los pecados.
Para poder adquirir las indulgencias es necesario estar en estado de gracia y cumplir con ciertos
requisitos. En el caso de la plenaria, se necesita confesar y comulgar un tiempo antes o un tiempo
después de haber realizado la acción prescrita, y orar por las intenciones del Papa. Para lograr la
indulgencia parcial se necesita el estado de gracia y el arrepentimiento y el realizar la obra prescrita.
Si no se cumplen con los requisitos de la plenaria o no hay las debidas disposiciones, la indulgencia
plenaria se convierte en indulgencia parcial.

CELEBRACION PENITENCIAL se hará junto con la jornada

TEMA Nº 17

UNCION DE LOS ENFERMOS

El Sacramento de la Unción de Enfermos confiere al cristiano una


gracia especial para enfrentar las dificultades propias de una
enfermedad grave o vejez. Se le conoce también como el "sagra
viático", porque es el recurso, el "refrigerio" que lleva el cristiano
para poder sobrellevar con fortaleza y en estado de gracia un
momento de tránsito, especialmente el tránsito a la Casa del Padre
a través de la muerte.
Lo esencial del sacramento consiste en ungir la frente y las manos
del enfermo acompañada de una oración litúrgica realizada por el
sacerdote o el obispos, únicos ministros que pueden administrar
este sacramento.

La Unción de enfermos se conocía antes como "Extrema Unción",


pues sólo se administraba "in articulo mortis" (a punto de morir).
Actualmente el sacramento se puede administrar más de una vez,
siempre que sea en caso de enfermedad grave.

¿Qué es la Unción de Enfermos?

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Es el sacramento que da la Iglesia para atraer la salud de alma, espíritu y cuerpo al cristiano en
estado de enfermedad grave o vejez.

¿Cuántas veces puede recibir el sacramento un cristiano?


Las veces que sea necesaria, siempre que sea en estado grave. Puede recibirlo incluso cuando el
estado grave se produce como recaída de un estado anterior por el que ya había recibido el
sacramento.

¿Qué efectos tiene la Unción de enfermos?


La unción une al enfermo a la Pasión de Cristo para su bien y el de toda la Iglesia; obtiene consuelo,
paz y ánimo; obtiene el perdón de los pecados (si el enfermo no ha podido obtenerlo por el
sacramento de la reconciliación), restablece la salud corporal (si conviene a la salud espiritual) y
prepara para el paso a la vida eterna.

¿CUÁNDO EMPEZÓ LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?

- Cristo durante su vida siempre mostró un gran amor por aquellos que padecían algún mal, que
tenían alguna enfermedad o dolor.

Recuerda que el Evangelio nos cuenta cómo Jesús curó a paralíticos, ciegos y otros enfermos.

1. Esta preocupación del Señor por los enfermos, se la comunica a sus discípulos. Jesús, en dos
momentos del Evangelio, les dice lo que debían hacer con los enfermos:
y Ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban.¨ ( S. Marcos ,6,13 )

2. Impondrán las manos sobre los enfermos, y éstos se encontrarán bien.¨ (S. Marcos, 16,18)

- El apóstol Santiago nos cuenta en la Biblia, la costumbre que ya existía entre los primeros cristianos
con estas palabras:

¿Alguno entre ustedes está enfermo? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia, y oren sobre él,
ungiéndole con óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvara al enfermo, y el Señor le
hará levantarse, y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados. (Santiago, 5 14-15 )

¿QUÉ GANA LA PERSONA QUE RECIBE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?

1) El enfermo se une a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

2) La unción da fuerza, consuelo y ánimo al enfermo para soportar cristianamente el sufrimiento y el


dolor.

3) Cuando un hombre no tiene pecado se dice que esta ¨ en gracia ¨. Pues la unción de los enfermos,
si el enfermo esta en gracia, aumenta esa gracia.

4) Cuando un hombre tiene pecados veniales, o sea, pequeños, la unción de los enfermos quita las
pequeñas manchas que el alma pudiera tener por ellos.

5) Si el enfermo ya no esta consciente ( o sea, que no está despierto y que ya no se da cuenta de las
cosas ), este sacramento le perdona los pecados, aún cuando no haya podido confesarse, siempre
que el enfermo estuviera arrepentido antes de perder el sentido.

6) Si Dios así lo quiere, la unción de los enfermos puede producir la curación de la enfermedad. Si es
la voluntad de Dios que esa persona muera, este sacramento le da fuerza para prepararse para la
muerte.

TEMA Nº 18

49
EL MATRIMONIO

La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien al crear


al hombre lo hizo una persona que necesita abrirse a los
demás, con una necesidad de comunicarse y que necesita
compañía. “No está bien que el hombre esté solo,
hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2, 18).
“Dios creó al hombre y a la mujer a imagen de Dios,
hombre y mujer los creó, y los bendijo diciéndoles:
procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla”.
(Gen. 1, 27- 28). Desde el principio de la creación, cuando
Dios crea a la primera pareja, la unión entre ambos se
convierte en una institución natural, con un vínculo
permanente y unidad total (Mt. 19,6). Por lo que no puede
ser cambiada en sus fines y en sus características, ya que
de hacerlo se iría contra la propia naturaleza del hombre.
El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o
consecuencia de instintos naturales inconscientes.

El matrimonio es una sabia institución del Creador para


realizar su designio de amor en la humanidad. Por medio
de él, los esposos se perfeccionan y crecen mutuamente y colaboran con Dios en la procreación de
nuevas vidas.

El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de Cristo su Iglesia, lo que
lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le tiene a su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32). Sólo hay
verdadero matrimonio entre bautizados cuando se contrae el sacramento.

El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer - se unen


libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente, procrear y educar a los hijos.
Esta unión - basada en el amor – que implica un consentimiento interior y exterior, estando
bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie
puede romper este vínculo. (Cfr. CIC can. 1055).

En lo que se refiere a su esencia, los teólogos hacen distinción entre el casarse y el estar casado. El
casarse es el contrato matrimonial y el estar casado es el vínculo matrimonial indisoluble.

INSTITUCIÓN

Hemos dicho que Dios instituyó el matrimonio desde un principio. Cristo lo elevó a la dignidad de
sacramento a esta institución natural deseada por el Creador. No se conoce el momento preciso en
que lo eleva a la dignidad de sacramento, pero se refería a él en su predicación. Jesucristo explica a
sus discípulos el origen divino del matrimonio. “No habéis leído, como Él que creó al hombre al
principio, lo hizo varón y mujer? Y dijo: por ello dejará a su padre y a su madre, y los dos se harán
una sola carne”. (Mt. 19, 4-5). Cristo en el inicio de su vida pública realiza su primer milagro – a
petición de su Madre – en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2, 1-11).
PROPIEDADES DEL MATRIMONIO

La unidad: es la unión de un solo hombre con una sola mujer. En el matrimonio los cónyuges se
donan recíprocamente uno al otro, uniendo sus inteligencias, voluntades, sentimientos, teniendo los

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mismos deseos y objetivos. La fidelidad – prometida al contraer matrimonio - es requisito
indispensable para esta unión, de no existir provocaría un gran desequilibrio en el matrimonio. Por
ello la poligamia (unión de un hombre con varias mujeres) y la poliandria (unión de una mujer con
varios hombres) atentan contra esta propiedad del matrimonio. Únicamente está permitido volverse a
casar cuando el vínculo se deshace al morir uno de los esposos (Cfr. 1 Cor. 7, 39).

La indisolubilidad: significa que el vínculo matrimonial dura para toda la vida y nadie lo puede
deshacer. El matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por
causa alguna, sólo la muerte deshace el vínculo. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.
(Mt. 19, 6). Otro tipo de unión no se considera como matrimonio.
“El divorcio católico no existe. O no ha habido matrimonio –y esta es la nulidad, no ha
existido- o si ha existido éste es indisoluble”. Así lo afirmó el papa Francisco

FINES DEL MATRIMONIO

Los fines del matrimonio son el amor y la ayuda mutua, la procreación de los hijos y la
educación de estos. (Cfr. CIC no. 1055; Familiaris Consortio nos. 18; 28).

El hombre y la mujer se atraen mutuamente, buscando complementarse. Cada uno necesita del otro
para llegar al desarrollo pleno - como personas - expresando y viviendo profunda y totalmente su
necesidad de amar, de entrega total. Esta necesidad lo lleva a unirse en matrimonio, y así construir
una nueva comunidad de fecunda de amor, que implica el compromiso de ayudar al otro en su
crecimiento y a alcanzar la salvación. Esta ayuda mutua se debe hacer aportando lo que cada uno
tiene y apoyándose el uno al otro. Esto significa que no se debe de imponer el criterio o la manera de
ser al otro, que no surjan conflictos por no tener los mismos objetivos en un momento dado. Cada
uno se debe aceptar al otro como es y cumplir con las responsabilidades propias de cada quien.

El amor que lleva a un hombre y a una mujer a casarse es un reflejo del amor de Dios y debe de ser
fecundo (Cfr. Gaudium et Spes, n. 50)

Cuando hablamos del matrimonio como institución natural, nos damos cuenta que el hombre o la
mujer son seres sexuados, lo que implica una atracción a unirse en cuerpo y alma. A esta unión la
llamamos “acto conyugal”. Este acto es el que hace posible la continuación de la especie humana.
Entonces, podemos deducir que el hombre y la mujer están llamados a dar vida a nuevos seres
humanos, que deben desarrollarse en el seno de una familia que tiene su origen en el matrimonio.
Esto es algo que la pareja debe aceptar desde el momento que decidieron casarse. En el
matrimonio, cuando la pareja – libremente – elige casarse, se compromete a cumplir con todas las
obligaciones que este conlleva. No solamente se cumple teniendo hijos, sino que hay que educarlos
con responsabilidad.

El Signo: la Materia y la Forma

Podemos decir que el matrimonio es verdadero sacramento porque en él se encuentran los


elementos necesarios. Es decir, el signo sensible, que en este caso es el contrato, la gracia
santificante y sacramental, por último que fue instituido por Cristo.
La Iglesia es la única que puede juzgar y determinar sobre todo lo referente al matrimonio. Esto se
debe a que es justamente un sacramento de lo que estamos hablando. La autoridad civil sólo puede
actuar en los aspectos meramente civiles del matrimonio (Cfr. Nos. 1059 y 1672).
El signo externo de este sacramento es el contrato matrimonial, que a la vez conforman la materia y
la forma.

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La Materia remota: son los mismos contrayentes.

La Materia próxima: es la donación recíproca de los esposos, se donan toda la persona, todo su
ser.

La Forma: es el Sí que significa la aceptación recíproca de ese don personal y total.

EFECTOS

El sacramento del matrimonio origina un vínculo para toda la vida. Al dar el consentimiento –
libremente – los esposos se dan y se reciben mutuamente y esto queda sellado por Dios. (Cfr. Mc.
10, 9). Por lo tanto, al ser el mismo Dios quien establece este vínculo – el matrimonio celebrado y
consumado - no puede ser disuelto jamás. La Iglesia no puede ir en contra de la sabiduría divina.
(Cfr. Catec. nos. 1114; 1640)

Este sacramento aumenta la gracia santificante.

Se recibe la gracia sacramental propia que permite a los esposos perfeccionar su amor y fortalecer
su unidad indisoluble. Está gracia – fuente de Cristo – ayuda a vivir los fines del matrimonio, da la
capacidad para que exista un amor sobrenatural y fecundo. Después de varios años de casados, la
vida en común puede que se haga más difícil, hay que recurrir a esta gracia para recobrar fuerzas y
salir adelante (Cfr. Catec. no. 1641)

Matrimonio Civil

El matrimonio civil es el que se contrae ante la autoridad civil. Este matrimonio no es válido para los
católicos, el único matrimonio válido entre bautizados es el sacramental. En ocasiones es necesario
contraerlo –depende de las leyes del país – porque es útil en cuanto sus efectos legales. Los
católicos casados – únicamente – por lo civil, deben casarse por la Iglesia.

TEMA Nº 19

ENAMORAMIENTO

Los sentimientos son el modo más frecuente como experimentamos la vida afectiva. No existen
sentimientos neutros. Todos los sentimientos tienen dos caras contrapuestas:

 Amor - desamor.
 Alegría – tristeza.
 Felicidad – infortunio.
 Paz - ansiedad.

Se entiende por enamoramiento a un estado emocional que se caracteriza por la alegría y la


fuerte atracción de una persona hacia otra. El enamoramiento es un hecho universal y de gran
importancia:
“Pues de ahí arrancará el amor, que dará lugar nada más y nada menos que a la constitución de una
familia”.
Para enamorarse de alguien tienen que producirse una serie de condiciones previas que poseen un
enorme relieve:
 La primera es la admiración.

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 La segunda es la atracción.

La admiración puede darse por diversos hechos:

 Por la coherencia de su vida.


 Por su espíritu de trabajo.
 Por las dificultades que ha sabido superar.
 Por su capacidad de comprensión.
 Y un largo etcétera.

La atracción, que:

 En el hombre es más física.


 Y en la mujer más psicológica.

Hay dos modalidades, por tanto, de atracción, que son la belleza exterior, por un lado, y la belleza
interior.

“La primera se refiere a una cierta armonía que se refleja especialmente en la cara y en todo lo que
ella representa; todo el cuerpo depende de la cara, ella es programática, anuncia la vida que esa
persona lleva por dentro. Y luego está el cuerpo como totalidad. Ambos aspectos forman un
binomio”.

“La segunda, la belleza interior, hay que descubrirla al conocer al otro, y consiste en ir adivinando las
cualidades que tiene y que están sumergidas, escondidas en su sótano y que es menester ir
captando gradualmente: o Sinceridad, ejemplaridad, valores humanos sólidos, sentido espiritual de la
vida, etc.

Y esa atracción, que hemos mencionado, conlleva un cambio de la conducta:


“El pensar mucho en esa persona, o dicho de otro modo, tenerla en la cabeza”.
El espacio mental se ve invadido por esa figura que una y otra vez preside los pensamientos. Y
vienen a continuación dos notas que me parecen especialmente interesantes:

El tiempo psicológico se vuelve rápido, lo que significa que se goza tanto con su presencia que el
tiempo vuela, todo va demasiado deprisa: o Se está a gusto con él/ella y se saborea esa presencia.

 Y llega después la necesidad de compartir…


 Que acaba en la necesidad de emprender un proyecto de vida en común.

La secuencia puede no ser siempre lineal, aunque con los matices que se quiera; todo ello se hace
presente de un modo u otro:

 Admiración.
 Atracción física y psicológica.
 Tener hipotecada la cabeza.
 El tiempo subjetivo corre en positivo.
 Y se quiere compartir todo con dicha persona.

Pero aún no se han revelado en ese itinerario afectivo lo que llamo los síntomas esenciales del
enamoramiento, aquellos que son raíz y fundamento de todo lo que vendrá después, y que consiste
en decirle a alguien:

 No entiendo la vida sin ti.


 Mi vida no tiene sentido sin que tú estés a mi lado.
 Tú eres parte esencial de mi proyecto de vida.
 En términos más rotundos: te necesito.

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Esa persona se vuelve imprescindible. Enamorarse es la forma más sublime del amor natural.
 Es crear una “mitología” privada con alguien.
 Es descubrir que se ha encontrado a la persona adecuada con quien caminar juntos por la
vida.
 Es como una revelación súbita que ilumina toda la existencia.
 Se trata de un encuentro singular entre un hombre y una mujer que se detienen el uno frente
al otro.
 En ese pararse emerge la idea central: compartir la vida, con todo lo que eso significa.

· “El paso del enamoramiento al noviazgo y luego al matrimonio exige diferentes decisiones,
experiencias interiores. (…)”

“Es decir, el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un
camino de purificación, de mayor hondura, que es el noviazgo, de modo que todo el hombre, con
todas sus capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad, dice realmente: ‘Sí,
esta es mi vida’”.

“Las personas, hombre y mujer, deben casarse cuando estén profundamente enamorados uno de
otra. No se trata de sentirse atraído sin más o que le guste o le llame la atención. Tiene que ser
mucho más que eso”.

¿Por qué? Porque se trata de la opción fundamental. No hay otra decisión tan importante y que
marque tanto la existencia, se trata nada más y nada menos de la persona que va a recorrer el
itinerario biográfico a nuestro lado”.
Se han visto muchos fracasos en personas que se casaron sin estar enamorados de verdad, y se
casaron:

 Porque llevaban años saliendo de novios.


 Porque tocaba casarse.
 Porque muchas de las amistades más cercanas ya estaban casadas.
 Por no quedarse soltera/o.
 Porque hay ya el embarazo

Y así podríamos dar otras respuestas inadecuadas. Si ese matrimonio arranca ya con unas premisas
poco sólidas…, amores que nacen más o menos con materiales de derribo y que, antes o después,
tienen mal pronóstico.

TEMA Nº 20

NOVIAZGO

Sí deseas un matrimonio feliz, debes


comenzar por prepararte bien
durante el tiempo de noviazgo. El
noviazgo es un tiempo de
preparación y de conocimiento
mutuo. Pero, muchas veces, se
convierte en un tiempo de
desórdenes, en el que Dios está

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totalmente ausente. Y Dios es fundamental en la vida de todo hombre que quiere ser feliz y, por
supuesto, en un verdadero matrimonio.

Muchos jóvenes tienen una mentalidad pagana. Confunden amor con sexo. Hablan de amor a
primera vista y, en un tiempo récord, quieren casarse sin conocerse de verdad. No faltan quienes se
conocen por internet y, en poco tiempo, sin apenas conocerse personalmente, ya quieren formalizar
un matrimonio que debe durar para toda la vida. Es posible conocer a la esposa ideal por internet,
pero hay que estar muy seguros y conocerla muy bien, para dar este paso transcendental del que
depende la felicidad personal y de los futuros hijos.

Muchos adolescentes, desde los doce años o antes, ya desean tener una novia para poder presumir
ante sus compañeros. ¿Para qué desean tener novia a esa edad? ¿Sólo para besarla y abrazarla?
¿No será una señal de inmadurez? Los noviazgos prematuros terminan rápidamente y, con
frecuencia, después de haber tenido relaciones sexuales. Si esto se repite en varios noviazgos, ¿qué
podría decirse de la novia o del novio? ¿Es esa la mejor preparación para el matrimonio?

Lo peor es que muchos jóvenes ya no quieren casarse y sólo quieren convivir sin compromiso. Otros
prefieren tener compañeros sentimentales. De esa manera, aunque no haya amor, pueden
satisfacerse mutuamente y, después, separarse sin problema y seguir buscando otras uniones
pasajeras semejantes. Pero así nunca podrán ser felices, porque el matrimonio para ser feliz
necesita amor, y el amor verdadero viene de Dios y quiere ser eterno.

En la actualidad, son muy frecuentes estos matrimonios al paso, sin compromiso. Muchos jóvenes
modernos son incapaces de asumir un mínimo de responsabilidad matrimonial. Se divorcian con la
facilidad de quien toma un vaso de agua y se vuelven a juntar con la misma frivolidad. ¿Y los niños?
Si se quedan con la madre, crecen bajo la sombra de la tristeza materna y, a veces, con una gran
inseguridad; porque les falta la presencia paterna. ¡Cuántas madres solteras o abandonadas!
¡Cuántos matrimonios rotos, cuántos divorcios, cuánto sufrimiento!

Por eso, hay que tomar en serio el noviazgo. Dice el Catecismo de la Iglesia católica: Los novios
están llamados a vivir la castidad en la continencia... Y reservarán para el tiempo del matrimonio las
manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en
santidad (Cat 2350). Los jóvenes que desean casarse deben pensar en hacerlo para toda la vida; si
no, su unión será débil y ante cualquier dificultad se romperá, porque no pondrán de su parte y no
estarán dispuestos a hacer ningún sacrificio para superar las dificultades. Es preciso tener la idea
clara de que uno se casa para toda la vida y de ser puros antes del matrimonio. Puros hasta el altar y
fieles hasta la tumba.

Algo muy importante en el noviazgo es el decirse la verdad en cuanto a sus vidas y su pasado.
Porque si uno de los dos oculta algo grave, que el otro tiene derecho a saber, el matrimonio podría
ser nulo. Por ejemplo, ocultar que no puede tener hijos, que tiene sida o cualquier otra enfermedad
crónica grave, que tiene hijos o que ha estado unido anteriormente con otra persona; que es adicto al
juego, a las drogas, al alcohol… Hay que ser transparentes y decirse siempre la verdad. Declara san
Pablo que el amor se alegra con la verdad (1 Co 13, 6). Sin verdad no hay verdadero amor.

Querido joven, ¿ya conoces a la que será tu esposa para toda la vida? Respétala, no te permitas con
ellas acciones inmorales, no la engañes con sutilezas ni le pidas una "prueba de amor". Ten
prudencia y evita estar a solas con ella en lugares solitarios o cerrados. Tu amor a ella debe ser
siempre puro y limpio, con la ilusión de llegar los dos juntos vírgenes al matrimonio. Evita los abrazos
y besos apasionados y los tocamientos indecorosos.

Debes saber esperar hasta el momento en que sea tu esposa y puedas decirle de verdad: Ahora soy
tuyo, totalmente, y para siempre ¿Te imaginas que podrías tener un hijo no deseado? ¿Cómo se

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sentiría ese niño que no es bien recibido al venir a este mundo? ¿Pensarías en matarlo por el
aborto? Con los hijos no se juega. No se puede tener una relación matrimonial antes del matrimonio.
Prepárate para ese momento tan importante de tu vida. El amor es algo tan hermoso y tan grande
que sólo Dios lo puede dar. Porque Dios es la fuente de todo auténtico amor. Dios es amor (1 Jn 4,
8). Y hay que estar casados en el Señor (1 Co 7, 39), casados por la Iglesia.

Y tú, querida joven, ¿has encontrado ya al que será tu futuro esposo? ¿Piensas en él, rezas por él?
Pídele a Dios que te lo presente cuanto antes y que no te equivoques en tu elección. Y, desde ahora,
consérvate pura y limpia para él. Evita la compañía de hombres deshonestos, las conversaciones de
doble sentido, espectáculos pornográficos… Busca diversiones sanas y prepárate en cuerpo y alma
para el que será el padre de tus hijos.

¡Qué hermoso es encontrar chicas que sonrían con sincera alegría, que sean decentes y se vistan
con gusto! ¡Qué belleza irradian estas jóvenes de alma transparente y cuerpo puro! ¡Una chica
buena, trabajadora, responsable y maternal es un regalo que vale más que todos los tesoros del
mundo! Y ahora recen, aunque no se conozcan, esperando conocerse y amarse pronto.

Señor, quiero pensar en este momento en tu presencia por quien será mi esposo(a). Haz que mi
recuerdo lo acompañe siempre y lo defienda de toda acción baja y vulgar. Haz que nunca se deslice
entre nosotros la mentira ni el engaño. Señor, preséntamelo cuantos antes, tengo deseos de
conocerlo(a) para darle el tesoro de mi amor, que guardo con tanto cariño y pureza para él (ella).
Que su recuerdo, en vez de quitarme las ganas de estudiar, sea para mí un estímulo para salir
adelante. Quiero ser para él (ella) una persona auténtica que lo sostenga en la debilidad y le dé
fuerza y energía para superar las dificultades. Y haz que su sonrisa y su alegría ilumine el camino de
mi vida y me llene de felicidad. Pensando en él (ella) mi corazón vibra de emoción. Señor, desde
ahora, ya lo(a) amo con todo mi corazón.
Y quiero darle las rosas más bellas de mi corazón humano, Señor, quiero servirte y amarte con él
(ella) y con nuestros hijos por toda la eternidad. Haznos una familia unida en tu divino Corazón.
Amén.
TEMA Nº 21

ORDEN SACERDOTAL

Este sacramento consagra al que recibe, configurándolo de un modo particular con Jesucristo, y
capacitándolo para actuar en la misma persona que de Cristo, cabeza del cuerpo místico de la
iglesia.
El sacerdote no es. Por tanto, un delegado de la comunidad,
sino un ministro y un representante de Jesucristo, de quien
recibe un poder sagrado para apacentar a los demás fieles.
El sacramento del Orden imprime en el alma un carácter
espiritual indeleble, distinto al del Bautismo y al de la
Confirmación, en virtud del cual quien lo recibe queda marcado
para siempre.
De este modo el único sacerdocio de Jesucristo se hace
presente en al iglesia por medio del sacerdocio ministerial,
hasta el fin de los tiempos.
La iglesia sólo confiere al sacerdocio a aquellos que están
dispuestos a abrazar libremente el celibato, pues la
consagración que reciben es total y conlleva una entrega al
servicio de Dios y de los hombres.

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¿Qué es la Orden Sacerdotal?
El Orden Sacerdotal es el sacramento por el que algunos fieles son constituidos ministros sagrados.

¿Por qué este sacramento se llama Orden?


Este sacramento se llama orden por que comprende varios grados subordinados entre sí.

¿Cuáles son los grados del sacramento del Orden?


Los grados del sacramento del Orden son:
 El Episcopado.
 El Presbiterado.
 El Diaconado.

EL Episcopado.- es le grado más alto del sacramento del Orden, correspondiente a los Obispos,
quienes reciben la plenitud del sacerdocio y son los sucesores de los apóstoles.

El Presbiterado.- es el grado del sacramento del Orden correspondientes a los sacerdotes, que son
los colaboradores de la Misa.

El Diaconado.- es el grado del sacramento del Orden correspondiente a los Diáconos, quienes
reciben la ordenación para ayudar a los obispos y a los sacerdotes en su ministerio.

¿Cuál es el oficio principal de los sacerdotes?


El oficio principal de los sacerdotes es celebrar el Santo Sacrificio de la Misa.

¿Cuáles son las otras principales funciones de los sacerdotes?


Las otras principales funciones de los sacerdotes son:
 Perdonar los pecados.
 Administrar los demás sacramentos.
 Predicar la palabra de Dios.
 Dirigir a los fieles en las cosas que se refieran a Dios.

¿Cómo se administra el sacramento del Orden?


El sacramento del Orden se administra mediante la imposición de manos del obispo junto con la
oración consagratoria.

TEM

VIDA CONSAGRADA

Todos los católicos estamos


llamados al seguimiento de Cristo.
Por el bautismo nos hacemos Hijos
de Dios, Hermanos de Jesucristo y
Templos vivos del Espíritu Santo.
Por lo tanto, la vida de los católicos,
si quieren ser fieles y coherentes
con su bautismo no puede ser la
misma que la de una persona no
bautizada. La imitación de Cristo
será la tarea fundamental en su

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vida.
Sin embargo, hay personas que por una invitación especial de Dios, bajo una moción del Espíritu
Santo, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y
procurar que toda su vida esté al servicio del Reino. Esto es lo que se llama en la Iglesia católica, la
vida consagrada.
Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados
consejos evangélicos por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la
castidad y la obediencia. Las personas consagradas a Dios pueden vivir su consagración de muy
diversas formas y así vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, desde las primeras
comunidades cristianas en el Asia Menor hasta los florecientes centros urbanos de nuestros días, la
vida consagrada asume diversidad de formas. Las hay de aquellos que se dedican a la oración y a la
contemplación en un lugar apartado de toda civilización. Hay quienes inmersos en el mundo, viven su
consagración entre las más diversas actividades de la vida diaria. Todas estas formas de
consagración las podemos agrupar en las siguientes divisiones:

Vida Eremítica
Los así llamados eremitas o anacoretas son personas que se consagran a Dios mediante los votos
de pobreza, castidad y obediencia. Su estilo de vida es muy peculiar: viven apartados completamente
del mundo, en el silencio de la soledad, dedican su vida a la oración asidua y a la penitencia de
forma que buscan ser una constante alabanza a Dios y una intercesión por la salvación del mundo.

Vírgenes Consagradas
Estas mujeres se dedican a la oración, la penitencia, el servicio a los hermanos y el trabajo
apostólico según el estado y los carismas respectivos.

Vida Religiosa
Los institutos de vida religiosa constituyen la forma más conocida dentro de la vida consagrada en la
Iglesia católica. Nacidos en Oriente en los primeros siglos del cristianismo y vividos ya en forma
como instituto canónicamente erigidos por la Iglesia, la vida religiosa se distingue de las otras formas
de vida consagrada por los siguientes aspectos:
 la profesión pública de los consejos evangélicos
 la vida fraterna llevada en común
 el aspecto cultual establecido mediante una regla o forma de vida estable y por el testimonio
dado de la unión de Cristo y de la Iglesia.

Institutos Seculares
Una rama más del gran árbol de la vida consagrada. Un esfuerzo por ayudar a la Iglesia en su misión
de ser “luz para alumbrar a todas las naciones” (cfr. Lc. 2, 32).
Los institutos seculares están formados por individuos que viven en el mundo, hacen los tres votos
de pobreza, castidad y obediencia y se dedican a las obras de apostolado indicadas por el propio
instituto.
Estas personas de los institutos seculares pueden vivir en familia, tener una profesión laical, como
puede ser la de ingeniero, maestra, secretaria y tantas otras, pero se consagran a Dios mediante los
votos de pobreza, castidad y obediencia.

Sociedades de Vida Apostólica

Las sociedades de vida apostólica forman parte de las diversas formas de vida consagrada de la
Iglesia católica. Tres son las características que definen a las sociedades de vida apostólica: el
apostolado marcado por cada una de sus constituciones, la vida fraterna en común y la aspiración de
la caridad mediante la observancia de la regla o constitución.

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De esta manera, las sociedades de vida apostólica no tienen votos públicos como los institutos de
vida consagrada. Sin embargo, algunas de las sociedades de vida apostólica permiten que sus
miembros abracen los consejos evangélicos mediante un vínculo determinado por sus propias
constituciones

Vida religiosa.

Es una forma de vida consagrada, pero no quiere decir que sea la única. Quizás es la más extendida
y la más floreciente hoy día y por ello se tiende a confundirla como la forma exclusiva dela
consagración a Dios.
Por último debemos apuntar que si bien la vida consagrada no pertenece a la estructura jerárquica
de la Iglesia, sin embargo forma parte de la vida y de la santidad de la Iglesia.

TEMA Nº 23

VOCACIÓN: DON Y RESPONSABILIDAD

La Vocación es un Misterio Trinitario. Dios Padre nos llama a la vida y a ser personas. Dios Hijo nos
llama -desde el Bautismo- a ser discípulos misioneros. Dios Espíritu Santo llama, a cada uno, a una
vocación- misión eclesial. Se ha de responder con libertad y responsabilidad. Como ayudar a los
adolescentes y a los jóvenes a elaborar un proyecto de vida y a encontrar su vocación? Cual es la
identidad, misión y espiritualidad de la vocación laical, al ministerio ordenado y a la vida consagrada?
Que elementos se han de tener en cuenta durante el despertar, el discernimiento y el
acompañamiento vocacional? El proceso vocacional exige etapas y contenidos. También, estructuras
y propuestas vocacionales. Cuando se trata de vocaciones de especial consagración, el proceso pide
que se evalúe el perfil humano- afectivo, intelectual, pastoral y espiritual de los y las
candidatas."Toda vocación es una donación a Dios y debe ser vivida con responsabilidad
.

¿QUE QUIERE DIOS DE MI?

Es difícil descubrir la voluntad de


Dios. Si tenemos un corazón atento
sabremos leer sus mensajes.
La pregunta surge en momentos
clave de la propia vida: ¿qué quiere
Dios de mí?

En ocasiones, esa pregunta encierra un


error de fondo, pues uno llega a
imaginar a Dios como un rey arbitrario
que ordena y dispone según sus
caprichos y sin interesarle el bien de
sus "súbditos".
Pero Dios no actúa así: lo que busca es
nuestro bien, aquello que nos permita
alcanzar una vida plena, sana, justa, bella.

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Si nos situamos en una correcta manera de ver a Dios, podemos empezar el camino que nos permita
descubrir lo que Dios quiere de cada uno.
El punto de partida correcto es siempre el mismo: reconocer que Dios me ama. En otras palabras, lo
primero que Dios quiere es mi propio bien, mi propia felicidad, mi propia existencia. Empezar a vivir
es ya una respuesta, la más radical y profunda, a la pregunta sobre lo que Dios desea de mí. Esa es
la primera voluntad de Dios para mí: que exista, que viva.
Desde esa primera respuesta, podemos avanzar en la búsqueda de algo más concreto: ¿hacia
dónde dirigir mis pasos para recorrer el camino que Dios ha pensado para mí?
Tengo una voluntad libre. Con ella escojo el rumbo de mi vida. La nave humana avanza según las
decisiones que cada uno toma cada día.
Aquí se hace más intensa la búsqueda: ¿qué voy a decidir hoy? ¿Cómo reconocer aquellos actos
que están de acuerdo con lo que Dios espera de mí? Para responder, contamos con muchas
señales. Dos tienen un valor especial y una visibilidad muy concreta.
La primera señal arranca de la misma historia personal, del pasado y de lo que ocurre en el presente.
La voluntad de Dios para mí se manifiesta en hechos, en encuentros, en lecturas, en consejos
buenos. Identifico así estrellas que iluminan el camino por el que debo avanzar.
Esas señales a veces son difíciles de entender. ¿Qué quiere Dios cuando empieza una enfermedad
que me incapacita de golpe o poco a poco? ¿Qué me pide si a mi lado sufre un familiar que necesita
continuamente ayuda? ¿Qué me ofrece tras una llamada telefónica que abre un interesante horizonte
profesional? ¿Qué me diría ante la propuesta deshonesta de un "amigo" que me invita a colaborar
con él en un negocio sucio?
Lo que ocurre cada día da pistas, pero no siempre son suficientes. Por eso necesitamos abrirnos a la
segunda gran señal de Dios: su Evangelio. Quien lo toma entre sus manos como un libro vivo, como
la enseñanza y el ejemplo de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, descubrirá todo un mundo de
indicaciones, exigentes y hermosas, que nos permiten avanzar, poco a poco, hacia la vida verdadera.
¿Es difícil descubrir la voluntad de Dios? Si tenemos un corazón atento sabremos leer sus mensajes.
Si los comprendemos de modo adecuado, estaremos listos para la siguiente etapa, la que rezamos
en el Padrenuestro: "hágase tu voluntad". Es decir, estaremos dispuestos a aceptar todo lo que Dios
nos pida.
En ocasiones cuesta. Pero si reconocemos que Dios es un Padre bueno, aquello que nos propone
será visto como lo que es: un camino para avanzar en el amor, una invitación a vivir un poco aquí en
la tierra como viviremos, si actuamos como auténticos discípulos e hijos, eternamente en el cielo.

(Jornada: finalidad iniciar a los candidatos en la misión evangelizadora de la Iglesia)

TEMA Nº 24

MORAL CRISTIANA

Al hablar de Moral Cristiana nos referimos a la manera


de comportarse de los seguidores de Cristo. Ser
Cristiano es seguir a Cristo, vivir su mismo estilo de vida.
Imitar a Cristo, vivir los mismos valores que Jesús nos
enseñó en los evangelios.

Características de la moral cristiana

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En primer lugar tal como dijimos antes la moral cristiana es primordialmente el seguimiento de Jesús
de Nazaret, es entregar la vida por las y los demás “no hay más amor que aquel que entrega la vida
por sus amigos” es hacer aquí y ahora lo que Jesús hizo en su tiempo, la moral tiene que responder
a los problemas de hoy que afectan la vida de la humanidad. Es por eso que la moral cristiana exige
ser persona nueva para una nueva sociedad es una exigencia de amor y entrega total al otro y a la
otra.

Esta moral tiene sus características

a) Persona nueva: para seguir a Jesús es necesario ser una persona nueva y convertida (Lc 6, 41),
es necesario escuchar su llamado y nacer de nuevo (Jn 3,3), es necesario adoptar sus valores y
actitudes, ser de corazón limpio compasivo y misericordioso, que siente el dolor de los y las
hermanas y tiene sed y hambre de justicia(Mt 5,3-10). No se puede actuar juzgando a los y las
demás, sino más bien comprendiendo sus debilidades, tal como lo hizo Jesús con la mujer pecadora
“quién este libre de pecado, lance la primera piedra”.

b) Nueva sociedad: en realidad no basta con ser una persona nueva, es necesario haces una nueva
sociedad, es necesario cambiar este sistemas que excluye a las mayorías y construir una sociedad
con relaciones sociales nuevas donde los más excluidos ocupen el primer lugar (Lc 6,20).

c) Moral de amor: Jesús nos enseña que en el amor se resume toda la ley y los profetas, Pablo
reflexiona estas palabras diciendo: “el que ama ha cumplido toda la ley” (Rm 13, 8). Jesús nos pone
de ejemplo de amor al samaritano que, se olvida de sus necesidades y compromisos, deteniéndose a
socorrer al herido para salvarlo de la muerte; con esto cuestiona aquellos que con el pretexto de que
tenían que cumplir la ley rodearon y dejaron al herido abandonado (Lc 10,25-37). No es la moral de
la condena y el rechazo, sino la moral del amor. La moral cristiana es amor, misericordia, justicia y
solidaridad. Amar es humanizar a está sociedad deshumanizada que excluye a las grandes
mayorías.

d) Moral del descernimiento: colocándonos en el contexto, a los cristianos nos toca vivir hoy en
tiempo un poco diferente al que vivió Jesús y afrontar problemas nuevos y complejos los cuales ya
existían en tiempo de Jesús, pero hoy día son mas profundo como por ejemplo: el consumismo, el
individualismo, el aborto, las enfermedades (VIH/SIDA), migración y la irresponsabilidad en las pareja
(desintegración familiar), etc. Es por eso que es necesario el discernimiento de está realidad,
reflexionar en cada situación y preguntarnos qué quiere Dios de nosotros y nosotras en este
momento. No basta aplicar la ley. La moral cristiana es una moral pensada y reflexionada, en la cual
cada persona y comunidad es responsable de sus decisiones, debiendo actuar guiados por la luz de
la palabra de Dios y del magisterio de la Iglesia, de esa manera lograremos responder a los
problemas de nuestro tiempo siempre teniendo en cuenta lo más importante de está moral, EL
AMOR.

e) Moral profética: la moral cristiana es una moral que denuncia todo pecado e injusticia que oprime
causando muerte y dolor en los seres humanos, pero por otro lado anuncia las maravillas y bondades
del Reino de Dios y construye una sociedad basada en esos valores de vida, solidaridad, justicia,
dignidad, y libertad. La moral cristiana no busca solo personas nuevas, sino también una liberación
social. Como dice Medellín: mujeres y hombres nuevos para un continente nuevo (Medellín, justicia,
3).

Estas cinco características de la moral cristiana nos pueden ayudar para responder de una mejor
manera a los problemas de nuestro tiempo y dar respuesta de acuerdo con los principios del Reino

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de Dios, construyendo una sociedad humanizada digna de llamarnos creación de Dios y sentirnos
hijas e hijos de él.
TEMA Nº 25

LA LIBERTAD DEL HOMBRE

Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y
del dominio de sus actos. “Quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si 15,14.),
de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y
feliz perfección” «El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus
actos»

I. Libertad y responsabilidad

La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o


aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de
sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la
bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.
Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertad implica la
posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar.
En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay
verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del
mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado (cf Rm 6, 17).
La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios. El
progreso en la virtud, el conocimiento del bien, y la ascesis acrecientan el dominio de la voluntad
sobre los propios actos.

II. La libertad humana en la Economía de la salvación

Libertad y pecado. La libertad del hombre es finita y falible. De hecho el hombre erró. Libremente
pecó. Al rechazar el proyecto del amor de Dios, se engañó a sí mismo y se hizo esclavo del pecado.
Esta primera alienación engendró una multitud de alienaciones. La historia de la humanidad, desde
sus orígenes, atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia de
un mal uso de la libertad.

Amenazas para la libertad. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier
cosa. Es falso concebir al hombre “sujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que busca
la satisfacción de su interés propio en el goce de los bienes terrenales”

Liberación y salvación. Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres.
Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. “Para ser libres nos libertó Cristo” (Ga
5,1). En Él participamos de “la verdad que nos hace libres” (Jn 8,32). El Espíritu Santo nos ha sido
dado, y, como enseña el apóstol, “donde está el Espíritu, allí está la libertad” (2 Co 3,17). Ya desde
ahora nos gloriamos de la “libertad de los hijos de Dios” (Rm 8,21).

Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando
ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al
contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que
somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra
seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el
trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros
colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.
TEMA Nº 26

62
LA CONCIENCIA

“Es un juicio de la razón mediante el cual la persona examina la bondad o malicia de una acción en
razón de la relación de ésta con la norma moral universal.
“Es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que se siente a solas con Dios, cuya voz
resuena en el recinto más íntimo de aquélla” (Documentos del Vaticano II, Const. Pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual, GS, n. 16).
“Es la capacidad de percibir el bien y el mal y de inclinar nuestra voluntad a hacer el bien y evitar el
mal”.
La conciencia moral puede definirse “Es un juicio de la razón por el que la persona humana
reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho”
(Catecismo de la Iglesia Católica)
La conciencia formada rectamente garantizará la realización personal. En cambio, una conciencia
deformada donde se anidan la doblez, la insinceridad y la hipocresía, se convertirá en fuente de
división interior, de tinieblas, de zozobra y de fracaso.

Funciones de la conciencia.

a. Percibir el bien y el mal como algo por hacerse o evitarse. Por ejemplo, un joven invitado a ver una
película pornográfica, si tiene una conciencia formada se dará cuenta que “no está bien hacerlo”;
pero si no la tiene formada dirá “no hay nada de malo, todo el mundo las ve”.

b. Impulsar a hacer el bien y evitar el mal (fuerza que lleva a la acción). En el primer caso sentirá la
fuerza para elegir «no voy», mientras que en el segundo dirá «voy»; y

c. Emitir juicios sobre la bondad o maldad de lo hecho; en la conciencia bien formada habrá
aprobación y paz subsecuentes al hecho de haber elegido objetivamente el bien, o sobrevendrá el
remordimiento y la desaprobación si no eligió conforme al juicio de su conciencia.

3) ¿Cómo se forma?

Como hemos podido constatar, la conciencia no es una facultad diversa de la razón y la voluntad; por
lo tanto, formaremos la conciencia. Resumiendo, diríamos:
a) Buscar que la fe y la verdad objetiva guíen la razón: verdad del ser, del pensar, del actuar.
b) Formar la voluntad en el amor al bien objetivo por encima del bien egoísta; el bien moral por
encima del bien útil o placentero de las pasiones, de los sentimientos y de los afectos desordenados.
c) Hacer de Jesucristo el criterio, centro y motor de la conciencia.
d) Atender a las inspiraciones del Espíritu Santo.

4) ¿Por qué es importante formar la conciencia?

Porque Dios la ha dado al hombre como medio para conocer y realizar su voluntad santísima,
alcanzando así su último fin. En consecuencia, alcanza una importancia vital el formarla recta,
delicada e insobornable.

5) Influencia de ciertas corrientes del pensamiento actual sobre la formación de la conciencia.

La contradicción entre lo que se cree y lo que se vive resulta cada vez más frecuente en la vida de
numerosos personas. Pero, además de esta incoherencia arrastrada por las personas a través de los

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siglos, hoy se dan fenómenos muy preocupantes, como el relativismo moral y doctrinal causadas por
el utilitarismo, el hedonismo o por determinadas corrientes de pensamiento liberal.
Penetremos un poco en el relativismo moral dada su actualidad en la vida de muchas personas, y
su presencia destructora, aún en ambientes y grupos que se denominan «católicos».

Para un buen número de personas la verdad moral es relativa. No creen en la existencia de


normas morales universales, cada uno se forma su propia opinión o se guía por el pensar de la
mayoría. Se ve la conciencia como «creadora» de la verdad y no como «servidora» de la verdad
inscrita en lo más íntimo del ser del hombre por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.
Esta ruptura entre libertad y verdad, entre el juicio moral subjetivo y la bondad o maldad objetiva de
las cosas, hace al hombre esclavo de sus pasiones, de sus opiniones y crea una sociedad caótica.
Por eso se ha llegado a justificar o a legalizar lo que es intrínsecamente malo, por ejemplo el aborto,
la eutanasia, las relaciones sexuales prematrimoniales, los matrimonios entre homosexuales, etc. “Se
hace un derecho lo que es un delito”

Qué es Hedonismo:
La palabra hedonismo es de origen griego, formado por hedone que significa“placer” y el sufijo -
ismoque expresa “doctrina”. Por lo tanto, hedonismo es una doctrina filosófica que coloca el
placer como el bien supremo de la vida humana.

Utilitarismo
Utilidad es todo aquello que produce felicidad, placer o ventajas al mayor número de
personas, por lo tanto, lo bueno es lo que produce placer y disminuye el dolor.

DIVISIONES

1. Por razón del acto

 Antecedente. Juzga el acto por realizarse. Su dictamen propio consiste en mandar o


prohibir, permitir o aconsejar.
 Consecuente. Juzga el acto ya realizado. Su dictamen propio es la aprobación (si es bueno
el acto), causando una alegría y satisfacción espiritual, o la reprobación (si es malo el acto),
produciendo un dolor o inquietud que se llama remordimiento.
 Verdadera. Aquella cuyo dictamen coincide con la ley moral.
 Errónea. Aquella cuyo dictamen no coincide con la ley moral. La conciencia errónea puede
ser:

a) venciblemente errónea: cuando el motivo por el que no se acierta lleva consigo


negligencia de parte del individuo;
b) invenciblemente errónea: cuando el motivo por el que no se acierta no lleva consigo
negligencia.

3. Por razón de la responsabilidad

 Recta. Se ajusta al dictamen de la razón


 Torcida. (o culpable) cuando no se ajusta al dictamen de la razón
4. Por razón del dictamen

 Preceptiva. Si manda realizar algo


 Consiliativa. Si lo aconseja.
 Permisiva. Si lo permite.
 Prohibitiva. Si lo prohíbe.

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5. Por razón del asentimiento

 Cierta. Cuando el juicio se produce sin la menor duda y por tanto no hay temor a errar.
 Probable. Cuando se es capaz de emitir un juicio pero no hay certeza absoluta sobre el
mismo.
 Dudosa. Cuando sólo hay duda y es imposible emitir un juicio.

6. Por razón del modo habitual.

 Escrupulosa. Si cree que hay pecado donde no lo hay.


 Delicada. Si juzga rectamente hasta de los menores detalles
 Laxa. Si se inclina a la inobservancia por fútiles motivos (relajado)
 Farisaica. Si hace grande lo pequeño y pequeño lo grande.
 Cauterizada. No le preocupa ni los mayores crímenes.

TEMA Nº 27

LAS BIENAVENTURANZAS

- Te has preguntado: ¿Qué es lo que el hombre desea y busca


siempre? Es la FELICIDAD, todos queremos ¨ser felices¨ y
pensamos que encontraremos la felicidad en el tener más cosas,
en la diversión, en el éxito, en la fama, en la comodidad ... Verás
lo que Jesús nos dice:

LAS BIENAVENTURANZAS
- Jesús se dió cuenta cuando vino al mundo, que los hombres
estamos EQUIVOCADOS, que andamos buscando la felicidad
donde no está.
Es por ello que un día subió a la montaña y habló a todas las
personas que le seguían sobre LAS BIENAVENTURANZAS,
explicándoles que la felicidad no está en el tener, el dominar, el
disfrutar... sino en algo muy diferente : EN AMAR Y SER
AMADO.
LA ÚNICA Y VERDADERA FELICIDAD
Fíjate que la única y verdadera felicidad no está en la tierra sino en EL CIELO, en llegar a estar junto
a Dios para siempre. Jesús te dice en LAS BIENAVENTURANZAS, quiénes son los que deben
sentirse bienaventurados, es decir AFORTUNADOS Y FELICES, porque van en el camino correcto
para llegar al cielo.

- Jesús habló de 9 bienaventurados, veamos quienes son :

1) BIENAVENTURADOS LOS POBRES, POR QUE DE ELLOS ES EL REINO DE DIOS.

- El ¨ pobre¨ para Jesús, no es aquél que no tiene cosas, sino más bien aquél que no tiene su
corazón puesto en las cosas.

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- Fíjate la diferencia: Puedes ser una persona que no tenga cosas materiales, pero que estás
pensando en lo que no tienes y en lo que quieres tener. Entonces no eres ¨pobre de corazón¨. En
cambio puedes ser una persona que sí tenga cosas pero que tu mente está puesta en agradar a
Dios, en trabajar por El, en ayudar a otros, en dar tu tiempo y compartir tus bienes.
- Cuando no vives ocupado de lo que tienes, cuando no eres ambicioso, envidioso, presumido,
cuando confías en Dios y no en el dinero, entonces ¡eres LIBRE, eres FELIZ!

2) BIENAVENTURADOS LOS MANSOS POR QUE ELLOS POSEERÁN LA TIERRA.

- No es fácil entender como Cristo te pide que seas MANSO, cuando el mundo es violento, cuando
para los hombres, el importante es el más fuerte, el más poderoso.
- Ser MANSO significa ser bondadoso, tranquilo, paciente y humilde.
Ser manso no es ser menso, el manso es suave por afuera pero fuerte en lo que cree por dentro.
- ¨ Poseerán la tierra¨ quiere decir que poseerán la ¨tierra prometida¨ que es el Cielo, o sea que
llegarán al cielo.

3) BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE ELLOS SERÁN CONSOLADOS.

- Hay personas que tienen muchos sufrimientos


en esta vida y todos pensamos ¡ Pobrecito ! Pues Cristo dice:
Feliz el que sufre, porque ese dolor bien llevado le ayudará a
llegar más fácilmente al cielo. Si unes tu sufrimiento a de Cristo,
ayudas a tu propia salvación y a la de otros hombres.
- Hay 3 pasos en eso de llevar el dolor :

a) Primero súfrelo con paciencia.


b) Luego trata de llevarlo ¨con gusto¨.
c) Lo mejor, sería ofrecerlo a Dios por amor.

4) BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS


SERÁN SACIADOS.

- Dios sabe que desgraciadamente en este mundo, los hombres cometen muchas injusticias con
otros hombres: meten preso al inocente, culpan al que no hizo nada, no pagan lo que el otro en
justicia merece, roban al otro lo que le pertenece, agreden y hasta matan al inocente .
¡Cuántas injusticias conocemos! Tu mismo has sufrido injusticias... Cristo no te dice: busca que se te
haga justicia, véngate, desquítate... sino que te dice: ¡ alégrate, que ya Dios será justo en premiarte
en el cielo por lo que has pasado aquí en la tierra !

5) BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARAN


MISERICORDIA.

- Ser misericordioso significa PERDONAR a los demás, sí... perdonar aunque sea ¨grande¨ lo que te
hayan hecho, aunque te haya dolido tanto, aunque tengas ganas
de odiarlos en vez de perdonarlos. Perdonar cuesta mucho, pero
es lo que Dios te pide que hagas. Dios mismo te pone el ejemplo:
siempre te perdona, aunque lo ofendas en lo mismo, aunque lo
ofendas en cosas muy serias.... siempre te recibe con los brazos
abiertos.
- Jesús te pone una condición muy seria: el que perdone será
perdonado, el que no lo haga no será perdonado.

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- Piensa ¿a quién no he perdonado? , no pienses en lo que te hizo, piensa en que amas mucho a
Dios y porque El te lo pide lo perdonarás. ¡ Dios te premiará perdonándote a ti cuando llegues a su
presencia

6) BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS.

- Tu corazón estará ¨LIMPIO¨ cuando no haya en él ningún pecado. Cuando pecas, te ¨separas¨ de
Dios por voluntad tuya. Cuida mucho la limpieza de tu corazón, que no te valga ensuciarlo, esto es
cosa muy seria, puede costarte no entrar al cielo.
- Haz la costumbre de confesarte seguido y sobretodo de pensarlo muy bien antes de hacer algo que
tú sabes que lo ensuciará.

7) BIENAVENTURADOS LOS PACÍFICOS PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE


DIOS.

- Jesús dice que debes buscar siempre la PAZ: la paz en tu trato con los demás (no andarte
peleando con todos y por todo) , la paz en tu hogar (llevándote bien con tu familia).
- Para aquellas personas que creen que con levantamientos, con armas, con sangre van a lograr
justicia,,, Este no es el camino para lograrlo Cristo repite estas palabras:
¨ Bienaventurados los pacíficos... ¨

8) BIENAVENTURADOS LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE


ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.

- Hay muchas personas presas, perseguidas por la ley. Unas culpables.... otras inocentes. Pues
Jesús les dice que si se arrepienten, El los perdonarà y podrán entrar al cielo.
- Debes rezar mucho por estas personas, para que Dios los ayude a convertirse, para que se
arrepientan del mal que han hecho, para que pidan perdón a Dios y puedan salvarse.

9) BIENAVENTURADOS SERÁN CUANDO POR CAUSA MIA, LOS INSULTEN Y DIGAN TODA
CLASE DE CALUMNIAS CONTRA USTEDES, ALÉGRENSE Y REGOCÍJENSE, PORQUE SU
RECOMPENSA SERÁ GRANDE EN LOS CIELOS.

- Si alguna vez hablan mal, se burlan de ti, te señalan porque eres bueno, porque respetas los
mandamientos de Dios, porque rezas, porque hablas de Jesús, porque defiendes lo que Jesús nos
enseñó ... ¡ Alégrate, Dios tiene preparado para ti un gran premio en el cielo ! .
TEMA Nº 28

LAS VIRTUDES

La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien.


Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo
mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y
espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y
lo elige a través de acciones concretas. «El objetivo de una vida
virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios»

I. Las virtudes humanas

Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones


estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la

67
voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la
razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El
hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.

Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de
los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el
amor divino.

Virtudes cardinales o humanas

La prudencia.- Es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro
verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr
14, 15). “Sed sensatos y sobrios para daros a la oración” (1 P 4, 7). Gracias a esta virtud aplicamos
sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que
debemos hacer y el mal que debemos evitar.

La justicia.- Es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al
prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con
los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones
humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común.
Con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lv 19, 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y
equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Col 4, 1).

La fortaleza.- Es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la


búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en
la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer
frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la
propia vida por defender una causa justa. “Mi fuerza y mi cántico es el Señor” (Sal 118, 14). “En el
mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

La templanza.- Es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en
el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los
deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos
sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar “para seguir la pasión de su corazón” (cf
Si 5,2; 37, 27-31). En el Nuevo Testamento es llamada “moderación” o “sobriedad”. Debemos “vivir
con moderación, justicia y piedad en el siglo presente” (Tt 2, 12).

II. Las virtudes teologales

Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que


adaptan las facultades del hombre a la participación de la
naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren
directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación
con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a
Dios Uno y Trino.

Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos


capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son
la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las
facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe,
la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).

La fe

La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y
que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega
entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad
de Dios. “El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6).

68
La esperanza

La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como
felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en
nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo.

La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo
hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para
ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el
corazón en la espera de la bienaventuranza eterna.

La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su
modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y
purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). “Esperando contra toda esperanza,
creyó y fue hecho padre de muchas naciones” (Rm 4, 18).

Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30)
y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de
Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mt 10, 22;

La caridad

La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a
nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Jn
13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el
amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Y también: “Este es el
mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).

1. ¿Qué es virtud?

La virtud es una cualidad del alma, por el que se tiene propensión, facilidad y prontitud a conocer y obrar
el bien.

2. ¿Cuáles son las virtudes teologales?

Las virtudes teologales que disponen los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad son tres:
la Fe, la Esperanza y la Caridad. Se llaman “teologales” porque tienen Dios por objeto inmediato y
principal, y nos son infundidas por Él.

3. ¿Qué quiere decir que las virtudes teologales tienen a Dios por objeto inmediato?

Porque con la Fe nosotros en creemos en Dios y creemos todo lo que Él ha revelado; con la Esperanza
esperamos poseer a Dios; con la Caridad amamos a Dios y en Él nos amamos a nosotros mismos y al
prójimo.

4. ¿Cuáles son las virtudes cardinales?

Las virtudes cardinales son la Prudencia, que dispone la razón práctica para discernir, en cada
circunstancia, nuestro auténtico bien y elegir los medios adecuados para hacerlo ; la Justicia que
consiste en dar a Dios y al prójimo lo que les es debido; la Fortaleza que asegura en las dificultades, la
firmeza y constancia en la búsqueda del bien; y la Templanza que modera la atracción de los placeres
sensibles y nos hace capaces de equilibrio en el uso de los bienes creados.

TEMA Nº 29

69
LAS OBRAS DE LA MISERICORDIA

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo
en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3).

1. ¿Cuál es el primero y más importante de los mandamientos?

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Hoy vamos a ver la relación entre el
amor a Dios y el amor al prójimo…

2. ¿En qué parte de la Biblia hay una especie de lista sobre cómo mostrar nuestro amor al
prójimo en algunos aspectos materiales?

En la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo.
“Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su
casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36)

3. La Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, basado en este texto bíblico, que nos
sirve de guía en nuestro amor al prójimo. ¿Lo conocen?

Son las llamadas Obras de Misericordia: Corporales y Espirituales.

4. Veamos primero qué significa misericordia ...

Miser= miseria. Cordia=corazón. Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades,
y –como consecuencia de ese compasión (sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo.
5. ¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?

En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales.

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA


1. Dar de comer al hambriento 1. Enseñar al que no sabe
2. Dar de beber al sediento 2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Dar posada al necesitado 3. Corregir al que está en error
4. Vestir al desnudo 4. Perdonar las injurias
5. Visitar al enfermo 5. Consolar al triste
6. Socorrer a los presos 6. Sufrir con paciencia los defectos
7. Enterrar a los muertos de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su
descripción del Juicio Final.

6. Y ¿de dónde sale la lista de las Espirituales?

La lista de las Obras de Misericordia Espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a
lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el
consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

7. El Amor a Dios viene antes del amor al prójimo.

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Antes de analizar cada una de las Obras de Misericordia tenemos que tener en cuenta algo muy
importante: primero hay que amar a Dios.
El amor al prójimo es el FRUTO de nuestro amor a Dios.
No podemos dejar de amar al prójimo, pero no podemos poner lo segundo de primero, ni lo primero
de segundo. Como dice el dicho: la carreta no puede ir delante de los caballos. Primero es Dios y
después el prójimo.

OBRAS CORPORALES

1. DAR DE COMER AL HAMBRIENTO Y DAR DE BEBER AL SEDIENTO

Estas dos primeras son complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en alimento o en
dinero a los necesitados.
Los bienes que poseemos, ¡si son bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos responder
a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado.
Dios nos exigirá de acuerdo a lo que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30). Por cierto, no es por casualidad, que viene contada en el
Evangelio de San Mateo, justamente antes de la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras
de Misericordia.
“A quien mucho se le da, mucho se le exigirá (Lc. 12, 48).
Esta exigencia se refiere tanto a lo espiritual, como a lo material.
Podemos dar de lo que nos sobra. Esto está bien. Pero podemos dar de lo que no nos sobra. Por
supuesto, el Señor ve lo último con mejores ojos.
Recordemos a la pobre viuda muy pobre que dio para el Templo las últimas dos moneditas que le
quedaban. No es una parábola, es un hecho real que nos relata el Evangelio. Cuando Jesús vio lo
que daban unos y otros hizo notar esto:“Todos dan a Dios de lo que les sobra. Ella, en cambio, dio
todo lo que tenía para vivir” (Lc. 21, 1-4).
Sobre dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de la Samaritana a quien el Señor
le pide de beber. (Ver Jn. 4, 1-45)

3. DAR POSADA AL NECESITADO:

En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y
arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien
en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.
Y no sabemos a quién ayudamos. Algunos han ayudado a Angeles bajo formas humanas: A
Abraham y Lot les sucedió esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: “No dejen de practicar la
hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Ángeles sin saberlo”. (Hb. 13, 2)

4. VESTIR AL DESNUDO:

Esta obra de misericordia se nos facilita con las recolecciones de ropa que se hacen en Parroquias y
otros centros de recolección. Recordar que, aunque demos ropa usada, no es dar lo que está ya
como para botar o para convertir en trapos de limpieza. En esto también podemos dar de lo que nos
sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de lo que aún es útil.

5. VISITAR AL ENFERMO:

No se trata de visitas sociales, por cumplir. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y
ancianos, tanto en cuido físico, como en compañía. Y la atención más importante en casos de vejez y
enfermedades graves es la atención espiritual.
El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al

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herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a
quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37) El visitar al enfermo incluye el auxilio a los heridos.

6. SOCORRER A LOS PRESOS:

Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual
(para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el tiempo asignado
por la justicia).
Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban
para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes. Hoy en día este mandato es
relevante con prisioneros inocentes y secuestrados ¿no?

7. ENTERRAR A LOS MUERTOS:

El más famoso muerto enterrado y en una tumba que no era propia fue el mismo Jesucristo. José de
Arimatea facilitó una tumba de su propiedad para el Señor. Pero no sólo eso, sino que tuvo que tener
valor para presentarse a Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Y también participó Nicodemo, quien
ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son
enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente.

OBRAS ESPIRITUALES

1. ENSEÑAR AL QUE NO SABE:

Consiste en enseñar al ignorante sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta
enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o
directamente. “Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas en el
firmamento”. (Dan. 12, 3b)

2. DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA:

Aquí es bueno destacar que el consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y, la mayoría de las veces es
preferible esperar que el consejo sea requerido.

Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo
así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar
bien al necesitado de guía. “Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”.
(Dan. 12, 3a).

3. CORREGIR AL QUE ESTA EN ERROR:

No se trata de estar corrigiendo cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre todo al pecado.
Otra manera de formular esta Obra de Misericordia es así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir los pasos de la corrección fraterna que Jesús nos dejó muy bien
descritos: “Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha,
has ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el
caso se decida por la palabra de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la
asamblea (o a los superiores)”. (Mt. 19, 15-17)

4. PERDONAR LAS INJURIAS:

“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, es un punto del
Padre Nuestro. Perdonar las ofensas significa que no buscamos vengarnos, ni tampoco
conservamos resentimiento al respecto. Significa tratar a quien nos ha ofendido de manera amable.

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No significa que tenemos que renovar una antigua amistad, sino llegar a un trato aceptable.
El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el
que hubieran tratado de matarlo y luego hayan decidido venderlo. “No se apenen ni les pese por
haberme vendido, porque Dios me ha enviado delante de ustedes para salvarles la vida”. (Gen. 45,
5).
Y el mayor perdón del Nuevo Testamento: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc.
23, 34).

5. CONSOLAR AL TRISTE:

El consuelo para el triste o deprimido se asemeja al cuido de un enfermo.Y es muy necesario, pues
las palabras de consuelo en la aflicción pueden ser determinantes.
Aquí pueden entrar la atención de conversación con los ancianos, que tanto nos han dado y que en
su vejez requieren que alguien les oiga, les converse, los distraiga.

6. SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS:

La tolerancia y la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia.
Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien,
no se debe ser tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.
7. ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS:

La oración por los demás, estén vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por
todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que
todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (ver 1 Tim 2, 2-3).
Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar
por éstos para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46)

(Cada uno de los jovenes debe realizar una obra de misericordia durante los próximos 15 días
y al final relatará en un papel su experiencia y entregará al catequista).

TEMA Nº 30

LOS MANDAMIENTOS

ACTIVIDADES DE
MOTIVACIÓN - REFLEXIÓN
1. ¿Quién es el personaje central de la
imagen?............................................................
..............................................................................
..........................................................................
2. ¿Qué tiene en las manos?.............................
..............................................................................
..........................................................................
3. ¿Quiénes están alrededor de él? …………
………………………………………………………..
………………………………………………………..
4. ¿Qué crees que está diciéndoles?............
..............................................................................
..........................................................................

73
INTRODUCCIÓN

Los Mandamientos de la Ley de Dios son el camino del cielo. Como Dios nos quiere tanto y desea
que todos lleguemos al cielo, nos ha enseñado muy bien el camino de sus Mandamientos.
Y lo ha hecho de tres maneras:
La primera, grabándolos en nuestro corazón. Por eso, todos los niños saben, antes de que nadie
se lo diga, que mentir es cosa mala, que robar también lo es, y, que en cambio, obedecer a los
padres, es cosa muy buena.
La segunda fue por medio de Moisés, en el monte Sinaí. Dios habló a su pueblo entre truenos y
relámpagos y le dio los Mandamientos. Después, para que nunca los olvidasen, se los dio escritos a
Moisés en dos grandes tablas de piedra.
Y la tercera por medio de Jesucristo. Un día se le acercó un joven a Jesús y le dijo: ¿Qué debo
hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le respondió: Si quieres entrar en el cielo, guarda los
Mandamientos.
LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS

1. ¿Cuáles son los mandamientos que nos indican el camino hacia la felicidad eterna del
cielo y nos dan la paz en la tierra?

El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.


El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.
El tercero, santificarás las fiestas.
El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.
El quinto, no matarás.
El sexto, no cometerás actos impuros.
El séptimo, no robarás.
EL octavo, no dirás falso testimonio ni mentiras.
El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.
El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.

Estos diez mandamientos se encierran en dos:


Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
El nuevo mandamiento de Jesús es: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado.
En esto reconocerán que sois mis discípulos” (Jn 13,34).

LOS 5 MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA

Los mandamientos de la Iglesia se sitúan en la línea de una vida moral referida a la vida litúrgica y
que se alimenta de ella. El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad
eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en
el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo. Los mandamientos más
generales de la Santa Madre Iglesia son cinco:

El primer mandamiento (participar u oír misa entera los domingos y fiestas de precepto) exige
a los fieles participar en la celebración eucarística, en la que se reúne la comunidad cristiana, el día
en que conmemora la Resurrección del Señor, y en aquellas principales fiestas litúrgicas que
conmemoran los misterios del Señor, la Virgen María y los santos.

El segundo mandamiento (confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en
peligro de muerte, y si se ha de comulgar) asegura la preparación para la Eucaristía mediante la

74
recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del
Bautismo.

El tercer mandamiento (comulgar por Pascua de Resurrección) garantiza un mínimo en la


recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor en relación con el tiempo de Pascua, origen y centro de
la liturgia cristiana.
El cuarto mandamiento (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre
Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas;
contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón.

El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) señala la obligación de ayudar,


TEMA
cada uno según su capacidad, a subvenir Nº 31 materiales de la Iglesia.
a las necesidades

PRIMER MANDAMIENTO

Este primer mandamiento es una necesidad del hombre; necesidad de creer, esperar y amar.
Veremos estos puntos:

I. ¿Qué entraña este primer mandamiento?


II. ¿Qué cosas ofenden a Dios, tu Padre, en este primer mandamiento?
III. ¿Qué cosas le agradan?

I. ¿QUÉ ENTRAÑA ESTE PRIMER MANDAMIENTO?

1. La vivencia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad

Entraña tres virtudes fundamentales que llamamos teologales: fe, esperanza y caridad.

El hombre es un ser que, así como necesita comer y dormir, también necesita creer en algo o en
alguien superior que responda a sus interrogantes.
A lo largo de la historia de la humanidad podemos constatarlo. No ha existido ninguna cultura en la
que las divinidades no se hagan presentes: Zeus, Júpiter, Osiris, Sol. El hombre es un ser religioso
por naturaleza.

El primer mandamiento no lo inventó Dios cuando le entregó las tablas a Moisés. Está escrito en el
corazón del hombre desde siempre. Dios puso esta necesidad en el hombre al crearlo a su imagen y
semejanza y sabe que Él es la única respuesta. Por eso le da un mandato al hombre: “Amarás a Dios
sobre todas las cosas”, no porque Dios necesite ser amado, sino porque el hombre necesita amar a
Dios.

Todo tu día es un ejercicio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Creer en Dios y creer a Dios, tu Creador y Señor, Providencia amorosa. Creer con una fe firme, recia,
luminosa, contagiosa, profunda y madura. Tu fe no debe ser débil, opaca, apagada, superficial e
infantil. Con el paso de los años, además de crecer en edad y sabiduría, debes crecer en tu fe.

Confiar en Dios, porque Él nunca te falla, porque es tu Padre cariñoso y solícito, y te concede lo que
necesitas para tu bien material y para tu alma. Confiar y esperar en Él a pesar de todo y contra toda
esperanza. Dios tu Padre te lleva de la mano en el camino de la vida; unas veces te hace caminar
por senderos luminosos y hermosos; otras veces, por senderos difíciles y no tan lindos
(enfermedades, pruebas, golpes de la vida, etc.), pero no temas. Él va contigo. Lánzate a sus brazos.
El timón de tu vida lo lleva Él.

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Y sobre todo, amarlo. Con un amor personal, pues tanto Él como tú es una Persona. Con un amor
real y operante, manifestado en obras. Dios te pide que le ames. No podía ser de otra manera, pues
es tu Padre y tú eres su hijo.
Es conmovedor considerar cómo la ley de Dios comienza con lo más hermoso: con el amor. Otras
religiones, tal vez inicien con el temor, el miedo. Nosotros, con el amor.
La gente por la calle se nos acerca y nos pide fuego, limosna, un empleo, una recomendación, la
hora... Dios se acerca a los hombres para mendigar amor.

¡Qué hermoso y conmovedor! Dios te pide que le ames.


¿Por qué te mendiga amor? Porque es tu Padre Dios, que quiere establecer y entablar contigo una
relación hermosa de padre a hijo. Quiere hacerte feliz, compartir su intimidad contigo. Y sólo es
posible esto desde el amor.
Te pide amor porque Él te ha amado primero. Sólo así corresponderás a su amor.

Te pide amor porque “obras son amores”. Cristo lo dijo: “Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos”. Por tanto el que ama a Dios, estará ya cumpliendo todos los demás mandamientos.
Ahora bien, no se puede amar bien lo que se conoce mal. Y hay algunos que dicen que aman a Dios,
pero no hacen el menor esfuerzo por conocerle a Él en la Biblia y conocer su voluntad, a través de
los mandamientos.
¿Qué pensarías tú de un hijo que dijera que ama a su padre y a su madre y ni siquiera se molestara
en leer las cartas que ellos le envían al hijo, en el caso de estar lejos el hijo?

Por eso para que puedas vivir el primer mandamiento primero tienes que conocerle a Dios:

 A través de la lectura asidua, amorosa, ferviente de la Biblia, especialmente del Nuevo


Testamento. Ahí te sale Dios al paso de tu vida y te ilumina, te consuela, te fortalece, te
orienta y te hace conocer su santa Voluntad. La Biblia es la carta que te ha escrito tu Padre
Dios.
 A través de la lectura del Catecismo de la Iglesia católica. Aquí encontrarás el resumen
de tu fe, explicado de manera magistral, extensa y muy positiva. No olvides que la fe es el
mayor tesoro que tienes, y vale más que la vida. El Catecismo ha sido el esfuerzo que ha
hecho tu madre Iglesia para explicarte extensamente lo que es tu fe, cómo celebrarla, cómo
vivirla y cómo rezarla.
 A través de los sacramentos, sobre todo, de la Confesión y Eucaristía. Acércate a ellos para
conocer el amor misericordioso de Dios en la Confesión al perdonarte todas tus caídas y desamor; y
para saborear el Pan de vida eterna en la Eucaristía, en cada Misa.

2. El Culto

También este primer mandamiento abarca el culto, u homenaje interno o externo de respeto y amor
que tributas a Dios, a los ángeles, a la Virgen, a los santos y a los beatos, a través de la oración o la
devoción, y a través de un conjunto de ritos y celebraciones litúrgicas.

El cristiano ofrece este culto desde la oración personal o comunitaria, hasta la celebración de los
sacramentos, por ejemplo, una Misa; también rezando el Santo Rosario, o yendo de peregrinación, o
haciendo una adoración ante el Santísimo Sacramento del Altar; o rezando alguna novena a un santo
o beato.

A Dios le damos el culto de adoración, pues sólo Él es Dios, Creador y Señor de todo. A María, el
culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios y reconociendo su especial protección como
Madre tuya, pues te alcanza de Dios las gracias que más necesitas. Y a los santos 8 , el culto de
veneración, por todas las grandes cosas que Dios ha hecho en ellos y a través de ellos.

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Algo que me importa decirte aquí es lo siguiente: cuando tú pides algo a algún santo y se te concede,
por ejemplo, un milagro, una gracia especial…el santo sólo intercedió por ti ante Dios, pero es Dios
quien te ha concedido el favor. Por tanto, Dios es la fuente de todo don. Los santos son intercesores
ante Dios de todos nosotros.

3. Cumplir este mandamiento, hasta el heroísmo

Por cumplir este primer mandamiento, ¡cuántos hermanos nuestros han dado su vida por Cristo
como mártires!
Amar a Dios de palabra es fácil; pero amarle, estando dispuesto a dar la vida por Él, es verdadero
amor.

II. ¿CÓMO OFENDES A DIOS, TU PADRE?

Si Dios te mendiga amor, no hay nada que hiera este amor a Dios como:

1° El ateísmo, el no creer en Dios, ya sea el ateísmo teórico y programado, como fue el del
comunismo; ya sea el ateísmo práctico, de quien dice creer en Dios, pero no reza, no viene a Misa,
no se confiesa, y vive como si Dios no existiese.

2º El agnosticismo: es la posición que limita el conocimiento a la experiencia sensitiva o empírica


verificable. Rechaza la posibilidad de conocimiento sobrenatural y por lo tanto, la posibilidad de saber
si Dios existe. No es lo mismo que ateísmo, que negaba la existencia de Dios. El agnosticismo dice
que no se puede saber si Dios existe o no; por eso, rechaza cualquier pronunciamiento a favor o en
contra de su existencia.

3° La idolatría, es decir, el adorar a otros ídolos: dinero, confort, sexo, poder, ambición; o pequeñas
idolatrías: carro, piso, comodidades, comidas, novia, novio, estudio, trabajo...

4° Las supersticiones: muchas de ellas no pasan de simples tonterías, pero tomadas en serio
pueden suplantar a la religión, o, cuando menos, presentar una idea de Dios que poco tiene que ver
con el Dios de la revelación. La superstición es una desviación del sentimiento religioso que suele
hacer presa en las personas ignorantes o irreligiosas, desempeñando casi siempre un papel
sustitutivo de la verdadera religión.

Hoy día, en algunas obras teatrales, canciones, espectáculos musicales y especialmente en la


corriente del “heavy metal”, se utilizan símbolos y expresiones satánicas para despertar la violencia o
crear estados de euforia, ansiedad o depresión. No te conviene ni escuchar, ni ver, ni asistir a este
tipo de espectáculos, pues te dañan el equilibrio interior y pueden producirte desorientaciones o
desviaciones en tu carácter y personalidad.

¿Te interesa conocer algunas supersticiones que te harán reír, pues son ridículas?

¿Cómo no recordar aquí a quienes toman en serio el número trece y tiemblan si han de sentarse en
una mesa con trece comensales? ¿O los que se aterran ante la sal derramada? gato negro…. Etc.
Que narren los jóvenes sus creencias.

Este primer mandamiento se quiebra también:

 Con la indiferencia religiosa, viviendo como si Dios no existiera.


 · Viviendo obsesionado por las cosas materiales y temporales, olvidando a Dios.

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 Dudando voluntariamente de Dios o de dogmas de tu fe, por falta de fe verdadera y de
confianza en Él. ¿Cómo dudar de Dios, si de Él venimos y a Él vamos, si Él nos cuida y vela
sobre nosotros, y busca nuestro bien siempre?
 Abusando de la misericordia de Dios para cometer más pecados: “Total, Dios es tan bueno
que me los perdonará”.
 Callando voluntariamente pecados graves en la confesión, por vergüenza. Esto sería un
sacrilegio, pues tratas indignamente este sacramento para mentir al sacerdote. Ya sabes que
a Dios no le puedes engañar. Además te estás engañando a ti mismo.
 Comulgando conscientemente con pecados graves, mortales. A esto llamamos también
sacrilegio.

III. ¿QUÉ COSAS LE AGRADARÍAN A DIOS PADRE?

Es tan rico el primer mandamiento de la Ley de Dios que también abarca estos dos aspectos: la
oración y el sacrificio.

1. La oración

¿Tú rezas? ¿Sabes rezar? ¿Sabes por qué debes rezar?

Rezar debería ser el respirar de todo cristiano. Si no respiras, ¿qué te pasa? ¡Te mueres! Rezar es
“el impulso de corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de
amor a Dios tanto en medio de la prueba como en la alegría”. Así lo describió santa Teresita del Niño
Jesús.

La oración es, además, la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes
convenientes. ¿No necesitas cosas? ¿A quién mejor, que a Dios, para pedirle lo que tu corazón
anhela? Eso también es oración.

Orar es hablar con Dios, pero lo más importante en esa conversación es la escucha... Si quieres
unirte con Dios; escucha su Palabra, dialoga... y vuelve a escuchar.

¿Cómo has de orar? las cualidades para una buena oración son éstas: orar con atención, humildad,
confianza y perseverancia. Ponlas en práctica y verás que dan resultado.

 Reza con atención, sin distraerte tanto. Escoge el mejor momento del día, cuando estás más
sereno y despejado.
 Reza con humildad, sabiendo que al humilde Dios le da sus gracias y bendiciones. No seas
arrogante y exijas a Dios tus cosas, casi amenazándolo.
 Reza con confianza, pues es tu Padre Dios, que te quiere y te conoce.
 Reza con perseverancia, todos los días, sin desistir. Dios no está obligado a darte hoy lo que
le pides hoy. Insiste y lograrás que Dios te escuche. El mismo demonio tiene interés en que tú no
reces: CARTA DE SATANÁS compartir con los jóvenes

2. El sacrificio

Me falta hablarte ahora del sacrificio, ¿no es cierto? Es algo que también le agrada mucho a Dios, si
se lo ofreces con amor, además de la oración.

Esta palabra no es bien entendida hoy día. Es más, se quiere suprimir del vocabulario. Ante tanto
bombardeo del consumismo y hedonismo, que te invita al disfrute sin límite…la palabra sacrificio

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parecería un atentado a tu felicidad y placer.

Y sin embargo, el sacrificio es una realidad bella en sí misma. Dice el Catecismo de la Iglesia católica
que el sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa compañía y ser
verdaderamente felices.

Hay sacrificios exteriores e interiores. Te doy unos ejemplos y tú mismo discierne qué sacrificios son
exteriores y cuáles interiores o espirituales.

Por ejemplo, el sacrificio de levantarte temprano para llegar puntual a tu trabajo o a tu facultad; el
sacrificio de estudiar; el sacrificio de no quejarte cuando algo te fastidia y molesta; el sacrificio de
comer la comida que te preparó tu madre y que no te gusta; el sacrificio de visitar a alguien que te
hizo algún mal; el sacrificio de controlarte en la bebida o en el tabaco; el sacrificio de ofrecer tu
enfermedad con paciencia; el sacrificio de obedecer a tus papás, a tus maestros, a las autoridades;
el sacrificio de controlarte en el juego para no decir palabrotas y dominarte.

Te invito a tomar conciencia de este primer mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.
¡Qué hermoso poder amar a Dios, corresponder a tanto amor que Él te tiene! Y también, ¡qué
hermoso es sufrir por amor a Dios!

TEMA Nº 32

SEGUNDO MANADAMIENTO

No tomarás el Nombre de Dios en vano”

Se respeta la santidad del Nombre de Dios invocándolo, bendiciéndole, alabándole y glorificándole.


¿Quién de nosotros, oyendo hablar mal del nombre de su madre o de su padre, no sentiría
indignación y enfado?

¿Te has fijado en la alegría que sienten los padres de un niño la primera vez que el pequeño dice
“papá” y “mamá”, la primera vez que pronuncia sus nombres?

Parece que el niño naciera verdaderamente cuando empieza a hablar y que tomara posesión del
mundo cuando empieza a llamar por su nombre a las cosas, aunque lo haga tartamudeando.

¿No es verdad que, ya de grandes, cuando saludamos a alguien y le decimos nuestro nombre, es
como si al decir nuestro nombre, le entregamos nuestra amistad y nuestra persona? Detrás del
nombre está la persona, está tu persona.

Pues así en el mundo de lo religioso, Dios ha querido que hables con Él de tú a tú; ha querido que
puedas conocerle y llamarle por su nombre: Dios. Dios Padre, Dios Hijo en Jesucristo, Dios Espíritu
Santo.

Al decir ciertos nombres, ¿no es verdad que sentimos una oleada de ternura en el corazón? Al decir
“Dios” deberíamos sentir un profundo sentimiento de cariño en lo más profundo de nuestro ser. Sólo
el escuchar este dulce nombre deberías sentir una gran paz, alegría, gozo y fuerza.

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En el Padrenuestro, ¿cuál es la primera petición que hacemos a Dios? “Santificado sea tu nombre”.

El nombre de Dios es tan “Santo” que los israelitas no se atrevían ni siquiera a pronunciarlo y usaban
todo tipo de circunloquios o rodeos: Dios era “el Señor”, o “el todopoderoso” o “Aquel que nadie ha
visto” o “El que está en los cielos” o “Aquel cuyo nombre es santo”, “El que es”. Y todo, por el respeto
que sentían por Dios.

Veremos estos puntos durante mi exposición:

I. ¿Cómo es el nombre de Dios?


II. ¿Por qué nos regaló Dios este mandamiento?
III. ¿Cómo hemos de honrar el nombre de Dios?

I. ¿CÓMO ES EL NOMBRE DE DIOS, TU PADRE?

“El nombre de Dios es, en primer lugar, admirable porque obra maravillas en todas las criaturas. Por
eso el Señor dice en el Evangelio: “En mi Nombre arrojarán los demonios, hablarán nuevas lenguas,
tomarán serpientes en sus manos, y si bebieren un veneno no les hará daño” (Marcos 16, 17).

En segundo lugar, el nombre de Dios es amable. “Bajo el cielo, dice san Pedro, no se nos ha dado
otro nombre que pueda salvarnos” (Hechos 4, 12). Ahora bien, la salvación debe ser amada por
todos.

En tercer lugar, el nombre de Dios es venerable. Afirma el apóstol que “al nombre de Jesús se dobla
toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno” (Filipenses 2, 10). En el cielo, por parte de los
ángeles y los santos.

En cuarto lugar, el nombre de Dios es inefable, porque ninguna lengua es capaz de expresar toda su
riqueza. Por esta razón a veces se intenta una aproximación por medio de las creaturas.

Por todo esto, debes respetar el nombre de Dios. Pero sobre todo, debes respetarlo porque es tu
Padre inmensamente bueno y cariñoso que ha buscado, busca y buscará siempre tu bien y tu
felicidad. ¿Cómo le vas a ofender?

II. ¿POR QUÉ NOS REGALÓ DIOS ESTE MANDAMIENTO?

Un hombre incrédulo quiso hacer un chiste, y dijo: “Si hay Dios, ¿por qué no escribió su nombre en el
firmamento con letras gruesas, para que lo viera todo el mundo? Así no habría incrédulos”.

Este era el chiste. Bien malo, por cierto. Pero le faltó decir en qué lengua Dios debió haber escrito su
nombre en ese cielo que tachonan millares de estrellas. ¿En español? Entonces sólo lo entenderían
los de habla hispana. ¿Y el resto?

“Pues, ¡que lo escriba en una lengua que todos entiendan!” –podría replicar alguno. Justo. Sí, hay
una lengua que comprenden todos: la armonía maravillosa del cosmos. Los cielos pregonan el
nombre de Dios.

¿Cómo es posible que los cuerpos siderales proclamen el nombre de Dios, y haya hombres, creados
a imagen y semejanza de Dios, que lo toman en vano, lo ensucian, lo desprecian, lo pisotean?

Entre los cristianos el nombre de Dios es moneda corriente. Hablan de Él incluso quienes en Él no

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creen. Se ha vuelto en muchas cosas una muletilla, una exclamación, un chiste, una blasfemia a
veces.

“¡Dios!” - se escucha con frecuencia y de manera superficial. Y se escucha en los partidos de fútbol,
entre amigos, cuando uno se golpea un dedo, en medio de un asado entre risotadas. ¡Qué poca
seriedad!

Y esa es la razón por la que este segundo mandamiento se vuelve más importante para ti.

“Dios es celoso de su nombre”, y demasiadas veces ese nombre es usado vana y torpemente.
¿Te gustaría a ti, que usaran tu nombre o el de tu madre, en plan de chiste, de broma pesada e
incluso sin respeto? Pues si a ti no te gusta, dime qué pensará Dios al respecto.

Muchas veces lo usamos sin caer siquiera en la cuenta de que le estamos poniendo por testigo. Por
superficialidad a veces dices: “Si Dios quiere, Dios mediante, válgame Dios, Dios te ampare”. Y ni
siquiera te das cuenta de que le estás citando y poniendo por testigo. Si lo dices con respeto y con
cariño, no hay problema. Es más, demostrarías que Dios es para ti alguien siempre presente en tu
vida, en tu pensar y hablar. Pero cuídate de nombrar el nombre de Dios de manera superficial y
distraída.

¡El nombre de Dios es santo, y hay que utilizarlo santamente y en momentos santos!

Otras veces usamos el nombre de Dios frívolamente: en los titulares de cientos de películas, en los
anuncios comerciales, o en barcos; ¿te acuerdas del buque Titanic: “A éste ni Dios le hunde”? ¿Qué
necesidad tenían de haber puesto el nombre de Dios en el barco? Y, ¿qué les pasó? Conoces la
historia y la película.

No se debe usar el nombre de Dios en vano y frívolamente.

Con frecuencia es usado para proteger nuestras mentiras en falsos juramentos: “Que baje Dios y
lo vea, te lo juro por Dios; que Dios me castigue, si miento”.

O para satisfacer o apoyar nuestras venganzas: “En nombre de Dios haremos esta guerra”; o
cuando, tras una desgracia, nos lanzamos a decir “castigo de Dios”. ¿Te acuerdas de lo que pasó
con las torres gemelas en Estados Unidos? En “nombre de Dios” se provocaron esos actos
terroristas.

Hay quienes usan el nombre de Dios para blasfemar (la blasfemia es como una chispa de aquel
fuego del infierno), para reírse de los valores sagrados, para retar o escupir al cielo, como se dice
que hizo el emperador Juliano, el apóstata, al querer acabar con todos los cristianos y un buen día
que iba en su caballo, dispuesto a matarlos a todos, le cayó un rayo y su caballo se desbocó,
muriendo él desnucado. Antes de morir, cuentan, gritó al cielo diciendo con furia: “Venciste, Galileo”.
Se refería, lógicamente a Cristo, el Galileo.

A todos estos sucios y frívolos modos de usar el nombre de Dios se refiere este mandamiento. No
debes usar el nombre de Dios para estos casos.

Bastaría acercarte a la vida diaria para comprobar con cuánta facilidad se usa el nombre de Dios en
vano.

Repasa, por ejemplo, las páginas de la publicidad en los periódicos. Allí encontrarás con qué
frivolidad se usa el nombre de Dios y de los santos para dar nombres a vinos, a chocolates, a dulces,

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a tortas, etc...¡Qué falta de reverencia! Con las cosas de Dios no se debe jugar y menos
comercializar. ¡Por favor, un poco de respeto!

Habrás visto algunos anuncios en la televisión: “Vive la Semana Santa en turismo de primera clase”...
ángeles que conducen autobuses... santos haciendo trampas en la lotería para que a uno le toque...
monjas publicitando un coche último modelo. ¡No puede ser! ¡Más respeto, por favor!

Todo esto es tomar el nombre de Dios y de las cosas sagradas en vano y frívolamente.

Burlarse de Dios, de la Virgen, de los santos, de los sacerdotes, de los religiosos, monjas…es
gravísimo, si se hace consciente, deliberadamente. En el Antiguo Testamento se castigaba la
blasfemia, con el apedreamiento; eran apedreados los que blasfemaban.

No sé si bastarían las piedras del camino hoy para poder apedrear a los blasfemos: blasfeman y
maldicen todo, el sol, la lluvia, el frío, el día, Dios... Los que blasfeman, ¿qué tienen en su interior? Si
es verdad lo que dice Jesús en el Evangelio que “de la abundancia del corazón, habla la boca”,
entonces saca tú la conclusión.

¡Cuida de nunca blasfemar en tu vida!

Además de respetar el nombre de Dios, tienes que respetar también las cosas sagradas, por
ejemplo, el altar, los cálices, las patenas, los copones y otros objetos utilizados en la iglesia y en las
misas.

Tienes que respetar las personas y ministros consagrados a Dios, por ejemplo, al Papa, a los
obispos, a los sacerdotes, a los diáconos y a los religiosos y consagrados al Señor. Se han
consagrado a Dios; por tanto, son pertenencia de Dios y están para llevarte el mensaje del amor de
Dios.

Finalmente, hay que respetar los lugares que han sido dedicados a Él, por ejemplo, catedrales,
iglesias, cementerios.

Dentro de este segundo mandamiento no puedo omitir hablarte del juramento.

¿Sabes qué es el juramento?

El juramento es otra manera de honrar el nombre de Dios, ya que es poner a Dios como testigo de la
verdad de lo que se dice o de la sinceridad de lo que se promete.

A veces es necesario que quien hace una declaración sobre lo que ha hecho, visto u oído, haya de
reforzarla con un testimonio especial. En ocasiones muy importantes, sobre todo ante un tribunal, se
puede invocar a Dios como testigo de la verdad de lo que se dice o promete: eso es hacer un
juramento.

Fuera de estos casos no se debe jurar nunca, y hay que procurar que la convivencia humana se
establezca con base en la veracidad y honradez. Cristo dijo: “Sea, pues, vuestro modo de hablar sí,
sí, o no, no. Lo que exceda de esto, viene del Maligno” (Mateo 5, 37).

Hay diversos modos de jurar:

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 invocando a Dios expresamente, por ejemplo, “juro por Dios, por la Sangre de Cristo”, etc.;
 invocando el nombre de la Virgen o de algún santo;
 nombrando alguna criatura en la que resplandezcan diversas perfecciones: por ejemplo, jurar
por el Cielo, por la Iglesia, por la Cruz, etc.;
 jurando sin hablar, poniendo la mano sobre los Evangelios, el Crucifijo, el altar, etc.

El juramento bien hecho es no sólo lícito, sino honroso a Dios, porque al hacerlo declaramos
implícitamente que es infinitamente sabio, todopoderoso y justo. Para que esté bien hecho se
requiere:
 Jurar con verdad: afirmar sólo lo que es verdad y prometer sólo lo que se tiene intención de
cumplir. Siempre hay grave irreverencia en poner a Dios como testigo de una mentira.
 Jurar con justicia: afirmar o prometer sólo lo que está permitido y no es pecaminoso; es
grave ofensa utilizar el nombre de Dios al jurar algo que no es lícito, por ejemplo, la venganza
o el robo. Si el juramento tiene por objeto algo gravemente malo, el pecado es mortal.

Jurar con necesidad: sólo cuando es realmente importante que se nos crea, o cuando lo exige la
autoridad eclesiástica o civil. No se puede jurar sin prudencia, sin moderación, o por cosas de poca
importancia sin cometer un pecado venial que podría ser mortal, si hubiera escándalo o peligro de
perjurio. (Es decir, cuando haces una promesa que no tienes intención de cumplir o juras sobre una
mentira, apelando a Dios para avalarla.)

El juramento que hizo, por ejemplo, Herodes a Salomé fue vano o innecesario. Jurar por hábito ante
cualquier tontería es un vicio que se ha de procurar desterrar, aunque de ordinario no pase de
pecado venial.

Así te quedó más claro también este aspecto del segundo mandamiento.

III. ¿CÓMO HAS DE HONRAR EL NOMBRE DE DIOS, TU PADRE?

Pero este mandamiento tiene su parte positiva. Se nos pide que santifiquemos su nombre, que le
demos el honor y la gloria que merece, que lo respetemos.
Honramos el nombre de Dios con la oración, con la palabra y con la vida.

1. Con la oración

Santificas el nombre de Dios en la oración.


Volvemos de nuevo al tema hermoso de la oración en este segundo mandamiento. La oración es la
vida habitual del alma, es la respiración del alma. Por tanto, el cristiano que no reza también está
faltando al segundo mandamiento.

¡Qué hermoso cuando rezas! Ahí le llamas “Dios mío, Padre mío, Señor mío”. Y Dios te escucha y se
estremece de gozo. Tú eres su hijo, y Él nunca desoye a su hijo. En la oración Él te abraza y
mantiene contigo una relación de amistad y de amor.

Este segundo mandamiento implica, pues, la oración. Es un deber para todo hombre. Reza el
musulmán a la caída de la tarde. Reza el beduino en medio del desierto. Rezan los hindúes, al
bañarse en el río Ganges. Rezan los bonzos sintoístas en el Japón. Reza el campesino al postrarse
en Ceilán. Reza el rabino, cuando le llega la hora.

2. Debes honrar el nombre de Dios con tu palabra

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En la historia de nuestra santa Madre Iglesia suena sin cesar, como una melodía bendita, el santo
nombre de Dios y de Jesús. Lo pronunciaron los Apóstoles, los primeros cristianos, la multitud de
mártires…San Francisco de Asís, siempre que lo oía pronunciar, lo escuchaba como si oyera los
acordes de un arpa. Con este nombre en los labios murieron los mártires del cristianismo de ayer y
de hoy. Los católicos mexicanos durante la guerra cristera de 1926 a 1929 morían gritando “¡Viva
Cristo Rey!”. Otro tanto sucedió en la guerra civil española, de 1936 a 1939.

San Pablo escribe a los cristianos de Colosas: “Todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra,
hacedlo todo en nombre de nuestro Señor Jesucristo” (3, 17).

3. Debes honrar el nombre de Dios y de Jesucristo con tu vida digna

Tu vida debería exhalar el buen perfume de Cristo. Tu vida honrada, sincera, pura, humilde es una
auténtica predicación del nombre de Cristo. Convencerás más con tu vida que con tu palabra.
Acuérdate que las palabras vuelan, pero los ejemplos arrastran. Se te tiene que notar que por tu vida
ha pasado la sangre de Cristo y te ha purificado y santificado. Un mal ejemplo tuyo desdice las mil
palabras que hayas dicho de Cristo.

También honrar a Dios con tu vida implica el cumplimiento fiel de las promesas, juramentos y votos
que has hecho a Dios, pues esas promesas comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la
autoridad del mismo Dios.

No porque blasfemes, Dios va a ser menos, o más pequeño... ni tampoco porque le reces y le
bendigas Él va a ser más. Pero tú, sí. Tú serás más pequeño o más grande, si blasfemas o si rezas.
Dios no deja de ser Dios, si un hombre insensato blasfema contra Él. Como el sol no deja de
alumbrar si tú echas fango contra él. El sol sigue brillando y cae sobre ti el fango y suciedad que
contra él arrojaste.

Bueno, ya es el momento de dejarte. Dile a Jesús desde lo más hondo de tu corazón: “Señor,
bendigo tu nombre. Señor, te alabo y glorifico tu nombre”.

TEMA Nº 33

TERCER MANDAMIENTO

El domingo es un regalo especial de Dios para toda familia y para toda la humanidad. Es un día para
dedicarlo a Dios, a nuestra familia, a nuestro descanso personal y para hacer algo por los demás.

Con este mandamiento debería quedar bien claro que nuestra religión cristiana y católica no es triste
ni aburrida, sino alegre, pues la fiesta está en el centro de la vida cristiana... El mejor descanso de la
semana está en el domingo.

El domingo, para un cristiano, debería ser el gran estallido de la fiesta, el día en que el amor se
desborda. Todos, al ver nuestro gozo, deberían preguntarse por qué estamos contentos.

¿Es así? No sé si en todas las iglesias el domingo es un estallido de fiesta. Tal vez en alguna iglesia
o parroquia parezca reinar el aburrimiento. Gentes resignadas que miran repetidamente el reloj y a
quienes se les hace larguísima la hora de la misa. Personas que salen de los templos con la

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impresión de haberse quitado un peso de encima para alejarse con la sensación de que “ya han
cumplido”.

Así se dice todavía en algunas partes “ya he cumplido con la misa”. ¡Cómo que has cumplido con la
misa! Con la misa no se cumple y ya; la misa hay que disfrutarla en comunidad cristiana, con gozo y
en familia.

El domingo, pues, es el día de la alegría, el día del amor. Por eso hay que santificarlo, de manera
especial. Esto no significa que los demás días de la semana deben ser días paganos. No. Pero el
domingo se lo quiere Dios reservar para disfrutarlo con todos nosotros, sus hijos, de manera
especial, sin el agobio del trabajo, y sin las preocupaciones de la semana.

Toda la semana tienes que vivirla en presencia de Dios, y con alegría, y no sólo el domingo. El
cristiano no es sólo dominguero. El cristiano vive su fe y su alegría en Cristo todas las horas, todos
los días de la semana; y no sólo el domingo.

Pero el domingo es el día más especial de la semana para ti, para la Iglesia, para tu familia, y para
Dios. Si me sigues leyendo, sabrás por qué es el día más especial de la semana.

El resumen de lo que veremos en este mandamiento:

I. El domingo es un regalo especial de Dios.


II. ¿Por qué algunos no van a misa los domingos?
III. ¿Cómo recuperar el gusto por el domingo y por la misa?

I. ¿QUÉ CELEBRAMOS EL DOMINGO?

Repasaré la carta apostólica del Papa Juan Pablo II “Dies Domini” del 31 de mayo de 1998, sobre
el domingo, día del Señor. ¿La has leído?

Sabes que el día de culto para los musulmanes es el viernes, y para los judíos es el sábado. ¿Y para
los cristianos? Es el domingo.

¿Por qué el domingo? Porque celebramos y revivimos la resurrección de Cristo, el gran triunfo de
nuestra salvación, el gran día de la liberación de todos los creyentes.

¿Qué hacen a los presos cuando les liberan y llegan a su patria? ¡Una gran fiesta! Así también tú
cada domingo deberías gritar la alegría de tu liberación ganada para ti por Cristo Resucitado. Dios te
ha vuelto a liberar de los pecados y te ha concedido la salvación del alma.

Te resumo los motivos de tu alegría dominical, según esta carta del Papa.

1° Cada domingo estás celebrando las maravillas obradas por Dios Creador, quien después de
haber creado todo, al séptimo día descansó. En cada misa deberías experimentar aquel mismo gozo
que Dios Creador experimentó después de la creación: “Y vio que todo era muy bueno” (Génesis 1,
31). ¿Sientes cada domingo en la misa el soplo de Dios que te vuelve a crear y a poner vida sobre tu
cuerpo de barro, cansado y deteriorado por el trabajo semanal? Dios vuelve a soplar sobre ti el soplo
de su vida divina y así infundirte su aliento, su ánimo, su fuerza, su amor.

2° Cada domingo es el día del Señor Resucitado, pues conmemoramos el triunfo de Cristo sobre
la muerte y el pecado. El domingo es el día del Sol verdadero que ilumina nuestra vida. Y también el
domingo es el día del fuego, pues la luz de Cristo está íntimamente vinculada al fuego del Espíritu.
En cada domingo te revistes de esa luz y de ese fuego. Deberías salir hombre luminoso y lleno de
calor, es decir, de caridad, bondad, alegría. Resucitas junto con Cristo. El domingo, pues, es el día

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de la fe. Por eso rezas el Credo: el cristiano renueva su adhesión a Cristo y a su Evangelio, y
renueva las promesas del Bautismo. ¿No te entusiasma saber todo esto? Si sales alegre es porque
te has encontrado con Cristo resucitado en esa misa.

3° Cada domingo es, además, el día de la Iglesia. ¿Por qué? Porque nos reunimos como
comunidad y familia cristiana: con nuestro sacerdote, que preside en nombre de Cristo y con todos
los fieles, que junto a él, celebran la Eucaristía, y que son tus hermanos en la fe. El domingo es el día
de la unidad, nos une a todos, la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía; y nos damos el
abrazo y el beso de la paz. Y todos comulgamos el mismo Cuerpo de Cristo. Es sacrificio y banquete
y encuentro fraterno. Por eso todos participamos: cantos, lectores, guías, personas que llevan al altar
las ofrendas...Si faltas tú al banquete, la familia cristiana no está del todo contenta, pues faltas tú,
que eres miembro de esta familia. ¿Habías pensado esto alguna vez? Pero si vienes, estamos muy
contentos porque estamos reunidos todos en familia cristiana para este banquete eucarístico, que
nos regala Dios Padre al ofrecernos el Pan de su Palabra y el Cuerpo de su Hijo, para la salvación de
la humanidad y para el fortalecimiento de la Iglesia y para la propia santificación personal y
comunitaria.

4° El domingo es también día del hombre, pues es día de alegría, descanso y solidaridad. Es día
de paz del hombre con Dios, de paz consigo mismo y de paz con sus semejantes. Es día para
disfrutar en familia, para tomarse un descanso del trabajo, para compartir algo con los necesitados.
¿Haces esto el domingo? ¡Cuántas veces algunos se van de juerga el sábado en la noche y llegan a
su casa en la madrugada del domingo! Y, ¿qué hacen? ¿Santificar el domingo? ¡Qué va! Se echan a
dormir todo el domingo, pues vienen cansados y molidos de su noche de diversión o, tal vez, de sus
francachelas donde ha corrido alcohol y otras cosas.

¿Así se santifica el domingo? No hagas tú esto. ¡Por amor de Dios, no hagas tú esto! En este día
comparte con tu familia, juega fútbol con tus amigos, disfruta de una buena película con los tuyos,
regálate con un buen almuerzo o una buena cena. Te lo mereces, porque el domingo es el día para
que te alegres por la resurrección del Señor. Pero, sobre todo, ve a misa y disfrútala, encontrándote
con Dios Padre, con Cristo Amigo y Redentor, con tu comunidad, con tu fe.

5° El domingo es el día de los días, pues nos recuerda el domingo sin ocaso, que será el cielo.
¿Habías pensado todo esto alguna vez? Cada domingo deberías sentir la nostalgia del verdadero
domingo eterno, donde disfrutarás y gozarás de la presencia de Dios y de los amigos de Dios en el
cielo. ¿No te ilusiona esto?

II. ¿POR QUÉ ALGUNOS NO VIENEN A MISA LOS DOMINGOS?

Dice el Papa Benedicto XVI: “La participación en la misa dominical no tiene que ser experimentada
por el cristiano como una imposición o un peso, sino como una necesidad y una alegría. Reunirse
con los hermanos, escuchar la Palabra de Dios, alimentarse de Cristo, inmolado por nosotros, es una
experiencia que da sentido a la vida, que infunde paz en el corazón. Sin el domingo, nosotros, los
cristianos, no podemos vivir”.

1. “Yo no voy a misa porque es muy larga”

¿De veras? ¿Cuánto dura una misa de domingo? Una hora. Esto, ¿te parece mucho? La religión que
tiene su reunión semanal más breve es la religión católica. Las reuniones de las demás comunidades
son mucho más largas, cuando se reúnen cada semana. Los cristianos de oriente (Grecia, Rusia,
Turquía y Egipto, etc.) demoran casi tres horas en su misa del domingo, y dicen: “Con Dios no hay
que tener afanes y prisas. ¿Por qué andar con tacañería robándole tiempo al Dios que nos dio todo
el tiempo que tenemos y que nos va a dar la eternidad?”.

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Ciertos católicos que dicen que no van a misa porque dicen que es muy larga, se van en cambio a un
estadio de fútbol cuatro horas antes de que empiece un partido internacional y allí sentados sobre un
duro cemento, aguantando la inclemencia del frío o del calor, se están seis o más horas...y esto no
les parece largo. O incluso se van hasta el extranjero, hasta Japón, por ejemplo, para ver a su equipo
jugar.

Por eso un santo decía: “La que es larga no es la misa. La que es corta es tu fe”. Por tener
raquítica tu fe, por eso la misa te parece larga.

2. “Yo no voy a misa porque me queda muy lejos”

¿De veras? En una ciudad pavimentada, con abundantes colectivos, donde hay bastantes iglesias y
bastantes misas en domingo...¿te queda lejos? Los antiguos campesinos, nuestros abuelos,
caminaban cuatro y más horas para ir a misa del domingo y nosotros, sus hijos o nietos, ¿no
seremos capaces de viajar por media hora para ir a la santa misa, que nos va a obtener el perdón de
los pecados y la salvación del alma?

Es una falsa excusa puesta por el demonio, porque él sabe las gracias inmensas que te proporciona
la santa misa. El demonio es como un ladrón que nos asalta cada domingo y nos roba estas gracias.

3. “Yo no voy a misa porque no tengo tiempo”

Esta excusa es una mentira. Cada uno tiene tiempo para lo que quiere, y no tiene tiempo para lo que
no quiere. ¿Es posible que en doce horas de luz del domingo, no tengas ni una hora para Dios?
¿Tan falto de fe estás?

Si en cada misa te dieran un millón de dólares, ¿quién no iría? Pues en cada misa se gana mucho
más que un millón de dólares. Se ganan tesoros para el cielo y para tu propia santidad personal, para
tu familia, para el mundo, para toda la Iglesia. No te prives de estas gracias que te enriquecen y con
las que enriqueces a todos.

¿Todo el tiempo del domingo dedicado al cuerpo que es mortal, y no hay ni una hora para el alma
que no se va a morir nunca y que está llamada a disfrutar de Dios en el cielo? Tenemos tiempo para
dormir, tiempo para comer, tiempo para charlar, jugar y ver televisión, y bailar y reír y hasta tiempo
para pecar...y ¿no tenemos tiempo para Dios y para el alma?

La misa dura 60 minutos. El domingo tiene 1,440 minutos. ¿Cuántos minutos das a Dios y cuántos te
reservas para ti?

4. “Yo no voy a misa porque no me nace de dentro”

Las leyes no son para cuando te nace el cumplirlas. ¿Qué tal si llamáramos a los empleados del
gobierno y les dijéramos: “Nosotros que vivimos en la calle X y en el número Z ya no pagaremos
en adelante ni luz, ni teléfono, ni agua...porque no nos nace pagar”? ¿De veras nos dejarían
estos servicios? Yo creo que nos cortarían luz, agua y teléfono en ese mismo instante. ¡Y esto es
lógico y razonable! ¡Hay que pagar! Las leyes no son para cumplirlas cuando nos nace. Son para
todas las veces, para cuando nos nace y para cuando no nos nace.

Imagínate si te subieras a un colectivo y le dijeras al chofer: “Señor, hoy no le pago porque no me


nace”, ¿qué te respondería el chofer? Se enfurecería y te mandaría fuera. Si a un chofer que te va a
llevar por unos kilómetros no te atreves a decirle que no le pagas porque no te nace, y a Dios que te
quiere llevar al cielo, sí le dices que no vas a misa porque no te nace. ¿Respetas más a un chofer
que a Dios Creador?

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Si no nos nace ir a misa tendremos doble premio. Uno por la misa en sí misma y otro por el sacrificio
que hicimos al asistir a ella sin tener deseos de asistir. Jesús dijo que la primera condición para ser
discípulo es negarse a sí mismo, es decir, hacer lo que nos cuesta hacer.

Si en la vida sólo hiciéramos lo que nos agrada...¿cuántos estudiarían, cuántos trabajarían, cuántos
cumplirían sus deberes? Al cielo no se va en el colchón de la facilidad, sino por el camino angosto y
estrecho del sacrificio, ofrecido por amor a Dios.

5. “Yo no voy a misa porque el sacerdote es muy aburrido” -dicen los últimos

Es que no tienes que ir a misa por el sacerdote. Tienes que ir para encontrarte con Jesús, para
alimentarte con su Palabra y con su Cuerpo y para compartir la fe con tu comunidad parroquial, y
salir con ilusión de la misa dispuesto a transmitir lo que ahí se te ha dado: el mensaje de Cristo que
libera y hace feliz.

El tercer mandamiento de la Ley de Dios manda, pues, ir a misa y santificar las fiestas.

El ir a Misa es un bien para el hombre y le ayuda a recuperarse, a realizarse, a vivir en dignidad, a no


apartarse de Dios, a vivir de cara a Él. El día séptimo, el domingo, es un día que Dios bendijo y lo
hizo sagrado.

III. ¿CÓMO RECUPERAR EL GUSTO POR EL DOMINGO Y POR LA MISA?

Necesitas rescatar la belleza del domingo. El domingo es el día propicio para recuperar fuerzas,
serenar el espíritu, moderar las prisas, evitar que se dispare la ansiedad. El domingo es una cura o
terapia de materialismo, de egoísmo y de mal humor acumulado durante la semana. ¿Verdad que
durante la semana, queriendo o sin querer, acumulas un poco de todo eso? Ven a misa, y recupera
la paz.

El domingo abre la ventana al espíritu, propicia la relación fraterna desinteresada, ayuda a recuperar
el sentido de la vida, a cultivar el amor verdadero y la fe profunda, y a despertar la esperanza
gozosa, tan necesaria para vivir y luchar.

Perder el domingo, es renunciar a una parte importante de la vida; es decir, a la dimensión espiritual
de la persona. Pero si renuncias a esta parte de tu vida, ¿qué te queda? Un simple animal que come
y duerme y trabaja. Por eso, te invito a rescatar tu domingo que te dignifica, te ennoblece, te
espiritualiza y te humaniza.

Aún hay más. En el domingo celebramos un misterio ¡Es Pascua! ¡Es el día de la creación nueva y
siempre renovada! ¡Es luz y alegría y gozo! ¡Es resurrección! ¡Encuentro con Cristo resucitado y con
la comunidad viva!

En general no se valora la misa, por eso no se va a misa. Cuando se valora la misa y se sabe lo que
en ella se realiza, entonces nunca se dejará la misa.

En la misa se celebra un banquete. En ella se realiza una inmolación y un sacrificio. En ella se queda
una presencia viva.

Primero, en la misa se celebra un banquete. Lo primero que llama la atención cuando participas
de la santa misa es su carácter de banquete. Observa a tu alrededor.
 Vestimenta del sacerdote, según el período litúrgico.
 Manteles limpios y tendidos sobre el altar.
 Flores variadas que perfuman el recinto sagrado.
 Velas encendidas sobre el altar que invitan a la cena.
 Pan y vino compartidos, convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo.

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 Alegres y variados cantos que proclaman nuestra fe, esperanza y amor a Dios.
Saludos y abrazos de paz y fraternidad.

En segundo lugar, la misa es sacrificio e inmolación. ¿Qué significa esto?

Es el sacrificio de Cristo en la Cruz que se actualiza y se hace presente sacramentalmente sobre el


altar. El sacrificio que hizo Jesús en la Cruz, el Viernes Santo, muriendo por nosotros para darnos la
vida eterna, abrirnos el cielo, liberarnos del pecado... se vuelve a renovar en cada misa, se vuelve a
conmemorar y a revivir desde la fe. Cada misa es Viernes Santo. Es el mismo sacrificio e inmolación,
pero de modo incruento, sin sangre. El mismo sacrificio y con los mismos efectos salvíficos.

En cada misa asistimos espiritualmente al Calvario, al Gólgota... y en cada misa con la fe podemos
recordar, por una parte, los insultos, blasfemias que le lanzaron a Jesús en la Cruz... y por otra parte,
las palabras de perdón de Cristo a los hombres y de ofrecimiento voluntario y amoroso a su Padre
celestial: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen...Todo está cumplido”.

Y la misa, en tercer lugar, es presencia.

Es presencia de Cristo, en la forma de pan, que se queda en el Sagrario para ser tu amigo, tu
confidente, para que le comas, te alimentes, entres en común unión con Él. Y esa presencia se
puede guardar en los Sagrarios para que tú puedas visitarlo durante el día y saludarlo, y cuando te
enfermes, pueda el sacerdote llevarte hasta tu casa el Pan de vida, que es Cristo, y que está
reservado en ese Sagrario, donde está la Presencia viva y sacramental de Cristo.

Termino diciéndote que el domingo es necesario para todos.

Casados: necesitáis el domingo y la misa dominical, para renovar vuestras promesas matrimoniales.

Familias: necesitáis el domingo para renovar los lazos de amor y armonía.

Jóvenes: necesitáis el domingo pues es Jesús quien quiere pasar ese día con vosotros, daros su
Palabra y su Cuerpo, y así ser fuertes para dominar las pasiones y distinguir el bien y el mal, y
transformaros en Él y ser santos.

Niños: necesitáis el domingo porque os estáis preparando para la primera comunión, es decir para
comulgar a Jesús, hacerle vuestro amigo íntimo... os estáis preparando para la confirmación y así
recibir al Espíritu de Jesús.

Ricos: necesitáis el domingo para que las riquezas no os esclavicen y resucitéis a una vida nueva, y
así aprender a usar rectamente vuestras riquezas y a ser generosos con los necesitados.

Pobres: necesitáis el domingo para sentir a Cristo como verdadero riqueza en vuestra vida y superar
los sentimientos de disgusto, rencor, de venganza y de odio, tal vez, por ser pobres.

Sanos: necesitáis el domingo para agradecer la salud a Dios.

Enfermos: necesitáis el domingo para recibir consuelo... aunque sea, vivid la misa por televisión o
por radio, si no podéis acercaros a la parroquia.

Todos necesitamos el domingo y la misa.

IV. DOMINGO, DÍA DE DESCANSO Y CONVIVENCIA FAMILIAR

El domingo no es sólo para ir a misa, sino también para descansar y para la convivencia familiar.

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Domingo, día de descanso.
¿Conoces a alguien a quien no le gusten los fines de semana y los así llamados “feriados largos”?
Seguramente no. Y es que a todos, absolutamente a todos los hombres y mujeres nos gusta
descansar, divertirnos, estar con la familia y con los amigos, hacer algo de deporte, olvidarnos de las
preocupaciones y del trabajo para dedicar un tiempo a nosotros mismos y a lo que sanamente nos
gusta.

Esta necesidad de descanso Dios la conoce desde siempre, está en la naturaleza del hombre. Por
otra parte, Dios planeó al hombre dentro de una familia. Él sabe que en la familia es donde el hombre
recibe los valores, el cariño, la comprensión que necesita y que difícilmente se puede encontrar fuera
del seno familiar.

También Dios sabía desde un principio que el hombre, con una vida tan acelerada, iba a tener poco
tiempo para pensar en las cosas de Dios y Él sabe que sólo en Él puede el hombre encontrar la
felicidad.

¿Cómo puede llegar el hombre a ser feliz, cómo podrá conocer a Dios, si no tiene tiempo para ello?

Para resolver este problema, Dios, en su sabiduría, nos da este mandamiento: “Santificarás las
fiestas”, con el que asegura que el hombre dedicará por lo menos un día a la semana al descanso, a
la convivencia familiar y a ocuparse en las cosas de Dios.

El domingo es día también para el descanso. Para el descanso del espíritu y del cuerpo.

No olvides que descanso no significa estar sin hacer nada o estar tirado todo el día en la cama. La
misma naturaleza del hombre se rebela en forma de aburrimiento cuando éste no realiza ninguna
actividad.

Las actividades deportivas, recreativas, culturales y apostólicas en familia te darán más descanso
corporal y espiritual que una mañana entera de domingo tumbado en la cama viendo televisión.

La ociosidad es la madre de todos los vicios. Si no ocupas tu mente y tu tiempo en cosas buenas, el
demonio se encargará de llenarlos de cosas malas.
¿Qué te pareció?

Haz conciencia de lo que realmente tiene prioridad en tu vida. Date un buen descanso para disfrutar
de tu familia, de tus amigos y así tu cuerpo y tu alma estarán siempre fuertes para hacer el bien.

TEMA Nº 34

CUARTO MANDAMIENTO

Comenzamos ahora los mandamientos relacionados con el prójimo. Los tres primeros se referían a la
relación con Dios. Los siete restantes, al prójimo. ¡Qué desprendido es nuestro Dios que sólo quiere
para sí tres mandamientos!

Dice Dios en el libro del Éxodo 20, 12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus
días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar”.

Este, mandamiento obliga no sólo a los hijos con los padres, sino también a los padres con los hijos.
Es más, también a los alumnos con respecto a sus maestros y profesores, y a éstos respecto a sus
alumnos; al obrero y al patrono, a los súbditos y a los superiores.

Te hablaré en este mandamiento de estos puntos:

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I. La familia debe ser el rostro viviente de Dios en el mundo.
II. El valor sagrado de la autoridad.
III. ¿Cómo has de honrar a tus padres y cómo deben ellos quererte?

I. VIENES DE UNA HERMOSA FAMILIA

Quiero valorar lo que es la familia, de donde tú y yo venimos. La familia debe ser el rostro de Dios, el
rostro viviente de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La familia es una gran maravilla que Dios te
regaló. Por eso, atacar y destruir la familia es hacer añicos la imagen de Dios en la tierra. Cada
familia está llamada a reflejar el rostro de Dios.

Lo esencial de cada familia es el amor. El amor es el rostro de Dios. La familia, en la vivencia de un


profundo clima de amor, transparenta el único y verdadero rostro de Dios. En el amor familiar, te
repito, se palpa o se debería palpar el rostro de Dios.
El rostro de Dios, contemplado en una familia, motiva a que otras, que aún no viven esta hermosa
realidad, busquen imitar. Familias en las que no falta el pan ni el bienestar familiar, pero sí la
concordia, alegría y paz del corazón; familias cargadas de un sufrimiento escondido por mil razones;
familias sumergidas en la pobreza extrema de muchos campesinos, indígenas y emigrantes. ¡Que en
estas familias comience a brillar el rostro de Dios!
¿En tu familia se transparenta el rostro de Dios? Cuando tú formes tu propia familia, ¿se palpará en
ella el rostro de Dios?

II. REDESCUBRE EL VALOR DE LA AUTORIDAD

En este cuarto mandamiento, Dios quiere que honres a tus padres. El verbo honrar es un verbo
amplísimo que implica respetar, obedecer, admirar, agradecer, querer, ayudar.

Tus padres te han dado todo, no sólo la herencia genética o tu ADN, sino también recibiste los
cuidados maternos, la alimentación, el vestido, la educación, la fe.
También este mandamiento te pide que respetes la autoridad de tus padres y de quienes ejercen
algún mando en tu vida. Al confiar Dios a los padres la vida y la educación del hijo los ha dotado de
autoridad para tal fin.
Se plantea el problema de la autoridad.
Pero, ¿qué es tener autoridad? Si buscamos en el diccionario, encontraremos que autoridad es tener
poder sobre una persona. Pero, ¿qué tipo de poder?
Si realizas una encuesta sobre qué es autoridad, o qué tipo de poder da, la mayoría responderá que
es poder para “mandar”. Esta respuesta surgirá de la propia experiencia del hogar, del trabajo, de la
política, del gobierno, etc. Es esta misma concepción la que hace que exista, especialmente en las
generaciones jóvenes, un rechazo a la autoridad, porque ella aparece como una limitación y
amenaza para la libertad.
Sin embargo, los cristianos gozamos de un Dios que tiene poder infinito y ese poder puede utilizarlo
para ayudarnos y salvarnos. Cristo, que tiene el poder del Padre, se presenta como el Buen Pastor,
mostrando un poder para amar, dar vida y servir a los suyos.
¿Dónde está la clave? Analicemos el vocablo AUTORIDAD. Viene del latín “auctoritas”, que significa
garantía, prestigio, influencia. Deriva de “auctor”; el que da valor, el responsable, modelo, maestro;
que a su vez se relaciona con el verbo “augeo”, acrecentar, desarrollar, robustecer, dar vigor, hacer
prosperar. Entonces, autoridad viene de auctor y auctor es el que tiene poder para hacer crecer.

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Por lo tanto, los padres son verdadera autoridad para sus hijos no en la medida en que los
“mandan”, sino en la medida en que son sus autores, por haberles dado la vida y, luego, porque los
ayudan a crecer física, moral y espiritualmente. La autoridad está en ayudar a los hijos a
desarrollarse como personas, enseñándoles a hacer uso de la libertad, capacitándolos para tomar
decisiones por sí mismos y mostrándoles por cuáles valores hay que optar en la vida.
La autoridad debe estar al servicio de la libertad, para apoyarla, estimularla y protegerla a lo largo
de su proceso de maduración. Apoyar y estimular implica la madurez de los padres que descubren
que el hijo es persona, por lo tanto distinto de los padres y que, en la medida en que ejerzan su
libertad, irán tejiendo su propia realización personal. Protegerla en el proceso de maduración,
significa que el hijo aún no está capacitado para caminar solo por la vida.

Hoy, tal vez, sea una de las mayores fallas de los padres. No existe una verdadera protección de la
libertad del hijo. Cada vez se desentienden más de los pasos y opciones de los hijos. Los padres
están claudicando muy temprano en la protección de la libertad del hijo. ¿Causas? No saber cómo
hacer, el desentenderse porque es más fácil, el querer ser padres “modernos”.

No proteger la libertad del hijo es arriesgar el proceso de maduración, y tal vez, conducir a una vida
en la cual queden muy comprometidas la felicidad y la realización de aquel que se dice quererlo
mucho. ¿Se lo querrá tanto si no se protege el uso de su libertad?
Estarás conmigo al decirte que la autoridad es necesaria, ¿no crees? ¿Qué pasaría si en el mundo
no hubiese autoridad? Piensa un poco conmigo.
Sin autoridad no hay sociedad ni disciplina, ni orden... habría caos, anarquía. Y también diré
que no puede haber autoridad sin Dios. En un último término, la autoridad legítima viene de Dios.
Sobre la autoridad legítimamente constituida brilla una luz sobrenatural. ¿Cuál? La Voluntad, la Ley
de Dios. Por tanto, cuando tú obedeces a la autoridad, no obedeces a un hombre simplemente, sino
a Dios que te manda mediante ese hombre, te guste o no, te cueste más o menos.
Tú podrías obedecer por temor, por cálculo, por astucia, por afán de lucro... pero estos motivos son
indignos del hombre. Eso no sería obediencia a la autoridad, sino servilismo interesado y bajo.
La obediencia consiste en hacer lo que se manda, porque en la persona del superior (papá, mamá,
jefe, sacerdote, obispo, Papa, maestro...) se ve la autoridad de Dios y porque eso que se me manda
te realiza y te perfecciona. El hijo tiene que ver esa autoridad de Dios en sus padres, el alumno en
sus profesores, el ciudadano en el poder estatal, el dirigido en su director espiritual...
¡Qué importante es que los que tienen autoridad lo hagan movidos por el espíritu de servicio, amor y
respeto, como Dios quiere!

Creo que algunos de los medios para ejercer la autoridad educadora son éstos:

 El ejemplo: antes que nada, padres que muestren cómo se debe ser. Los hijos no son
solamente educados por consejos o lindas palabras. Todo lo que viven y ven en el hogar se
transforma en fuerza educadora. Además, cuando ellos no encuentran coherencia entre lo
que escuchan de sus padres y lo que ven en éstos, les es imposible realizar una síntesis de lo
recibido. Los ejemplos arrastran, las palabras sólo mueven.

 El diálogo: es fundamental en la creación de un clima de amor y confianza en la familia. La


actitud de diálogo con los hijos, pasa por sobre todas las cosas en saber escucharlos.
Dedicarles tiempo a sus inquietudes. Es necesario que los padres sintonicen con sus hijos, y
no decir simplemente: “está mi hijo en la edad del pavo”. Así no se arregla nada. Acércate a
tu hijo y pregúntale por sus problemas y anhelos. Hay que dialogar con el hijo y con la hija.

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 El estímulo: en todos los órdenes de la vida el ser humano necesita del estímulo, del
reconocimiento de la buena acción. Si el papá y la mamá sólo retan y ponen penitencia
cuando el hijo ha hecho algo malo, ¿qué clase de autoridad tienen? Y cuando hace algo bien,
¿le felicitan al hijo? Es verdad: el estímulo no debe ser intercambios o acuerdos comerciales,
porque estarán creando un hijo interesado: “si pasas de año, te regalamos…”. ¡No! Así
formamos interesados y egoístas.

 Insinuar y aconsejar: No todo lo deben decidir los padres. Si fuera así, el hijo buscará su
distancia por sí mismo, rompiendo la dependencia. En cambio, cuando para sus opciones
encuentra en sus progenitores un punto de referencia a través del consejo o de la insinuación,
esto le da seguridades, por lo tanto afianzará la relación de filiación.

 La corrección: Algunas veces es necesario corregir, porque existe en el hombre la tendencia


al error, al pecado. Pero si se utilizan los demás medios, seguramente que no habrá que
abusar de éste. La corrección es necesaria en la protección de la libertad, en el sentido de
ayudar a crecer. Nunca el “reto” debe surgir como desahogo del mal genio de los padres,
actitud que conduce, casi siempre, a una injusticia y a una acción negativa en el trabajo
educativo.

 Marcar ideales de vida: al hijo hay que ayudarlo a mirar alto. En la vida es necesario tratar
de alcanzar grandes ideales, para evitar el conformismo y la mediocridad. Los papás deben
transmitir a los hijos y contagiarles elevados ideales. El ideal más grande para un hijo es
Jesucristo.

Para terminar este apartado sobre la autoridad, debo decirte cuáles son las actitudes
concretas sobre las que debe descansar la autoridad.

 Respeto: los hijos no son propiedad de los padres, sino de Dios. Más aún son personas
diferentes de los propios progenitores; por lo tanto, se exige un gran respeto por ellos, por su
vida, por sus caminos.

 Desinterés: ¿Qué amor debe ser más desinteresado que el de los padres por sus hijos? Los
padres son para los hijos y no a la inversa. Por lo tanto, hay que amarlos sin esperar nada de
ellos. Además, este desinterés lleva a la madurez de los padres a la hora de la partida del
hijo, que encontrará generosidad y apoyo en los padres, y no obstáculos en aquellos, sea por
el estudio, para la formación de un noviazgo, para casarse o para la consagración y la
entrega a Dios, como sacerdotes o religiosas.

 Humildad: un servicio tan grande, como es el de los padres a los hijos, exige una gran cuota
de humildad. Esta humildad implica asumir las propias limitaciones como padres para la tarea
educativa, y fundamentalmente tener la capacidad de adaptación de los propios errores ante
los hijos. Actitud que llevará a pedir perdón a los hijos cuando las circunstancias lo motiven.
Esto les enseñará a pedir ellos perdón cuando sea necesario a los propios padres.

Ser padre no es sólo trabajar y llevar dinero a casa. La esposa necesita un marido que ame su
hogar, y los niños necesitan un padre que sienta preocupación por ellos, que los cuide, que se
interese por sus cosas. Así sería llevadera la obediencia.

¿De qué sirve un papá que compra una mejor casa, un mejor auto, si su esposa, de quien no se
preocupa, se va alejando de él?

¿De qué sirve que te vaya bien en tus negocios, padre de familia, si no sabes qué hace tu hijo, cómo
le va en la escuela, qué amigos tiene, a dónde va?

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Ser madre no es sólo cocinar, lavar, planchar... sino dar cariño, amor, ternura; es ser luz y piedad y
aliento, y solicitud y paciencia; ser calor y delicadeza, intuición y detalle. Así sería llevadera la
obediencia a mamá.

Ser padre es tener una relación de amistad con el hijo, preocuparse por el hijo, ayudar al hijo, dar
ejemplo al hijo, dar buenos consejos al hijo, atenderlos material y espiritualmente, vigilar
discretamente las compañías de su hijo, alentarlos en sus fracasos y compartir sus alegrías.
¿Qué dirías de ese papá que no asiste a ese campeonato final de su hijo... o que no asiste a su
fiesta de egresado donde su hijo recibe su premio o su diploma…porque está en sus negocios?
¿Qué mejor “negocio” que su propio hijo, verle crecer, progresar, alegrarse con sus triunfos?
¿Qué dirían de ese papá o mamá a quienes no les interesa la primera comunión de su hija, que no la
acompañan en la catequesis, ni en la participación en las misas, que no les da ejemplo confesándose
y comulgando, a quien no le interesa rezar en casa?

¡Qué difícil se hace la obediencia cuando no hay por delante un ejemplo de vida! ¿Cómo va a
respetar a su padre de la tierra, cuando su mismo padre no respeta a Dios Padre?

Los papás deberían sentir que Dios les ha encomendado la suerte terrena y eterna de sus hijos,
¡Qué responsabilidad!

III. ¿CÓMO HAS DE HONRAR A TUS PADRES Y CÓMO DEBEN AMARTE?

Sigo pensando en ti, joven amigo. Quiero que vivas a fondo este cuarto mandamiento que te dice:
Honra a tus padres.

Mediante el amor, el respeto, la obediencia y la ayuda en sus necesidades, tú cumples el cuarto


mandamiento de la Ley de Dios.

Esto te implica:
 Alegrarles con tu conducta, con tus buenas notas, con tus detalles de cariño.
 Apreciarles siempre, felicitarles.
 Sentirte contento al poderles ayudar, cuando están enfermos.
 Enseñarles con bondad, cuando sean menos instruidos.
 Dedicarles tiempo cuando sean ancianos.
 Valorar las cualidades y callar sus defectos.
 Ayudarles económicamente.
 Proporcionarles los últimos sacramentos, buscando un sacerdote cuando están muy
enfermos o son ancianos y así puedan recibir la santa unción, y la comunión como viático.
 Si han muerto, rezar por ellos, ofreciendo misas en sufragio de sus almas.

Si viviéramos a fondo este cuarto mandamiento:

 Veríamos a nuestros papás ancianos más alegres, felices.


 Habría más concordia y armonía en los hogares.
 Habría menos niños abandonados, delincuentes, drogadictos, encarcelados...
 Habría familias más unidas, felices, rebosantes de gozo y simpatía.

¡Gratitud para con nuestros papás! Sé agradecido con tus padres. Una buena manera de demostrar
agradecimiento a tus padres es aprovechando verdaderamente los esfuerzos que ellos hacen por ti.
Nada más frustrante para un padre de familia que ver que sus sacrificios por da a sus hijos una
buena educación, una buena alimentación, el vestido necesario, unas vacaciones, un club
deportivo…¡de nada sirvieron! ¿Por qué? Porque su hijo no quiere estudiar, no le gusta la comida

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que hay en casa, se enfurece porque la camisa nueva no es de la marca de moda, se aburre y se
queja en las vacaciones y no le gusta hacer deporte…¡qué frustración!

Si quisiéramos agradecer a nuestros padres todos los días que pasan en el trabajo, todos los
cuidados y solicitud que les hemos costado; si quisiéramos corresponder a nuestra madre por todas
las congojas, afanes, noches de insomnio... necesitaríamos una eternidad para pagárselo.
Yo no puedo concebir cómo a un hijo que adquirió fortuna puede sentarle bien una comida opípara,
si sabe que su madre, anciana y viuda, pasa sus días con una miserable pensión.

Yo no puedo imaginarme cómo puede una hija ponerse un rico abrigo de pieles y sus alhajas
brillantes e irse tranquilamente de turismo, si en el quinto piso de una casa de alquiler, en la estrecha
buhardilla que sólo tiene un cuarto y la cocina, van pasando los días sus ancianos padres. No, no
puedo imaginarlo.

Tú, ten corazón con tus papás, ya ancianos y enfermos. Ayúdalos, por amor de Dios.

TEMA Nº 35

QUINTO MANDAMINETO

Un gran escritor español José María Gironella, cuenta que allá en diciembre de 1936, iniciada ya la
guerra civil española, en un momento en que temían que su vida peligrara en Gerona, decidió
pasarse a Francia, y su padre lo acompañó hasta la frontera. Al pasarla, los gendarmes franceses le
registraron y, en sus bolsillos, encontraron un papel que, sin que él lo advirtiera, había introducido su
padre momentos antes de cruzar dicha frontera. Era una brevísima carta que decía: No mates a
nadie, hijo. Tu padre, Joaquín.

La carta era realmente conmovedora, sobre todo en aquel momento. Porque lo lógico hubiera sido
que en esa circunstancia un padre hubiera aconsejado a su hijo: “Ten cuidado, no te maten”. Pero
aquel padre sabía algo muy importante: que es mucho más mortal matar que morir. El que mata a
otro ser humano, queda mucho más muerto, mucho más podrido que el que es asesinado.
Por esta razón Dios, cuando los hombres nacemos, desliza en los bolsillos de nuestra conciencia
otra carta que dice: No mates a nadie, hijo. Tu Padre Dios.

El precepto moral del “no matarás” tiene un sentido negativo inmediato: indica el límite, que nunca
puede ser transgredido por nadie, dado el carácter inviolable del derecho a la vida, bien primero de
toda persona. Pero tiene también un sentido positivo implícito: expresa la actitud de verdadero
respeto a la vida, ayudando a promoverla y haciendo que progrese por el camino de aquel amor que
la acoge y debe acompañarla.

Jesucristo vino a destruir la muerte y a traer vida y a traerla en abundancia, nos dice san Juan en su
evangelio en el capítulo 10. Y la vida que nos trajo Jesús es la vida eterna. Y Él lucha y luchará para
que nadie nos arrebate esta vida eterna. Y esta vida eterna traída por Jesús abarca salvar nuestro
cuerpo y nuestra alma, es decir, nuestra persona.
¿Quién eres tú para quitar la vida a alguien que está llamado a la vida eterna con Dios?

En el siglo XX se ha matado y siguen matando a más hombres que nunca. A este siglo le
corresponden el holocausto y la bomba atómica. ¿Qué hacer? ¿Dónde ha quedado la vida y la
salvación traída por Cristo hace más de veinte siglos?
Veremos los siguientes puntos:

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I. Lo maravilloso que es el don de la vida.
II. Las diversas formas de transgredir este mandamiento.
III. Casos especiales: legítima defensa, pena de muerte, guerra.

I. ¡QUÉ MARAVILLOSO ES EL DON DE LA VIDA!

¿Dónde está el valor de la vida humana?

En que eres imagen y semejanza de Dios. Al ser creado, recibiste una chispa divina, que nadie
puede darnos sino Dios. Y por tanto, nadie puede quitarnos la vida, sino sólo Dios, que es el Dueño
de nuestra vida. Por eso, el que levanta la mano contra la vida humana ataca la propiedad de Dios.

Además nuestra vida humana y terrena es grande en vistas a nuestra vida eterna en el cielo. La vida
humana es condición de la vida eterna, a donde estás llamado por Dios para gozar de Él
eternamente. Por eso es tan valiosa a los ojos de Dios tu vida terrena, y por esto es también de un
precio inestimable para ti que eres cristiano, porque es el tiempo de atesorar méritos para la vida
eterna, que te ganó Cristo con su sangre, muerte y resurrección.

Es Dios quien da la vida. Sólo Él puede quitarla

La vida nace en el seno del amor: un hombre y una mujer que se aman colaboran con Dios para
dar a un hombre el mayor regalo: la vida, el paso de la nada al ser. ¡Qué noble ha de ser la vida
humana si Dios nos da este don, en colaboración con tus papás!

Dios te ha dado la vida para poder entrar en comunión contigo. Por eso con la vida te ha dado
una inteligencia para que le puedas conocer, y una voluntad para que le puedas elegir y amar.
¿Cómo vas a quitar la vida a un hombre, cuando está llamado a encontrarse con Dios y entablar con
Él un diálogo en la fe y en el amor, a través de la oración y los sacramentos, aquí en la tierra; y
después en la otra vida, mediante la visión cara a cara con Dios? No tienes ningún derecho a privar a
un hombre de lo más noble que hay: conocer y amar a Dios aquí en la tierra, y gozar de Él después
en la eternidad.

Te habrás dado cuenta cómo cada hombre aprecia su propia vida y la defiende al máximo; incluso
los que se quejan de su vida están defendiéndola en el fondo, pues piden mejores condiciones para
vivir, protestan porque quisieran vivir de otra manera.

Todos queremos vivir.

El problema nace a la hora de considerar la vida de los demás frente a los propios intereses. Así, por
ejemplo, se prefiere recurrir al aborto antes que a la promoción de un recto uso de la sexualidad; se
prefiere recurrir a la eutanasia antes que a un interés eficaz por los ancianos y los marginados; se
prefiere recurrir a grandes campañas contra la natalidad en el tercer mundo antes que a planes
eficaces de desarrollo y colaboración económica; se prefiere el uso de la guerra y el terrorismo al
diálogo y la confrontación democrática, y en general, la vida humana viene supeditada a otros
intereses que tienen mucho menos valor.

Ante todo esto, tú debes proclamar y defender la dignidad de la vida humana. La dignidad del
hombre es un valor absoluto, y la vida humana, un valor en sí misma que siempre ha de ser
defendida, protegida y potenciada, independientemente de lo que diga la mayoría o los medios de
comunicación o tu propia sensibilidad.

96
Por eso, no debes medir el valor del hombre desde un punto de vista industrial o comercial, como se
hace hoy día. Así la persona humana es cotizada por su eficacia, y se considera al hombre más por
el tener que por el ser. Ahí tienes la concepción materialista de la vida: vales por lo que produces y
tienes, y no por lo que eres. Nunca debes aceptar esta concepción del hombre.

Fíjate a dónde te llevaría esta postura: porque eres minusválido, no sirves….se te puede matar;
porque tuviste un accidente y quedaste hemipléjico, no sirves…se te puede matar; naciste con una
deficiencia mental o corporal, no sirves…se te puede descartar ya desde el seno de tu madre; ya
estás anciano y sufres mucho, no sirves…se te puede aplicar la eutanasia.

Debes alzar la voz fuerte contra esta injusticia y estos crímenes. El mandamiento de Dios es bien
claro: “No matarás”.

La vida humana es un don, es algo precioso que te es dado, que recibes gratuitamente de Dios a
través de tus padres. En el camino de la vida adquieres la conciencia de ser una persona y también
un sujeto individualizado e irrepetible. Desde el punto de vista cristiano, estás hecho a imagen y
semejanza de Dios; tu vida procede del Ser Supremo y, por la creación, eres verdaderamente su hijo.
Esta filiación es elevada sobrenaturalmente por el sacramento del bautismo, que te asocia a
Jesucristo con una nueva creación y un nuevo amor.

De aquí procede la sacralidad de la vida humana, de tu vida humana. Este valor persiste durante
toda tu existencia desde el inicio de la concepción en el seno de la madre, hasta su término natural
en el momento de la muerte. Dios es el señor y el dueño de la vida de cualquier hombre y mujer.

II. HAY DIVERSAS MANERAS DE MATAR

Matar es mucho más fácil de lo que piensas.

Desgraciadamente la historia de la humanidad, desde Caín, es la historia de la violencia. Desde el


principio del mundo tenemos datos históricos de más de dos mil guerras. Prácticamente no hay año
en la historia en que no estalle alguna.

Entre 1945 y 1975, sólo en treinta años, se produjeron en el mundo 119 guerras, en las que
intervinieron 19 países, y eso recién terminada la gran guerra mundial, que se presentó como la
última guerra.

En este momento, ¿cuántas guerras hay declaradas y cuántos conflictos bélicos? Y decimos estar en
paz.

Después, está la guerra del terrorismo que en muchos países es una herida permanente abierta:
palestinos e israelíes, norte y sur, católicos y protestantes...

Y está la feroz guerra del aborto, en la que hoy están muriendo más de 50 millones de no nacidos
cada año; es la guerra probablemente más sangrienta que haya inventado la humanidad. El aborto
es la manipulación de un feto en el seno materno con el propósito de destruirlo.

Generalmente, en la mayoría de los casos de aborto se procede asesinando al feto dentro del seno
de la madre, antes de extraerlo. Está comprobado ya científica y médicamente que ese feto es un ser
humano, una persona: desde el momento de la concepción tiene un código genético propio y está
llamado a realizarse como ser humano y a gozar eternamente de Dios. Además, tiene un alma
espiritual creada amorosa, individual y personalmente por Dios. ¡Es un hijo de Dios!

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Otras formas de crímenes sobre niños todavía no nacidos que se pueden incluir aquí son las muertes
de embriones humanos producidas por experimentos realizados dentro o fuera del seno materno. A
esto se le ha llamado la terrible matanza de los experimentos genéticos, de la fecundación in vitro, de
los embriones congelados, de los experimentos de la clonación, etc... donde descartan y mueren
cantidad de seres humanos.

Es la que resulta de la llamada manipulación genética humana, Las modificaciones hechas son
cambios en la línea germinal por lo que probablemente se transmitirán de generación en generación,
y por tanto, son un cambio permanente en el genoma humano.

En otro orden de cosas, dentro del problema que te estoy tratando, la moral católica enuncia juicios
muy severos acerca de las técnicas de eugenesia positiva (mejora de los genes): inseminación
artificial, homóloga o heteróloga (del marido o no), fecundación in vitro y la clonación o proceso,
mediante el cual se podría producir un gemelo genético –como una fotocopia repetible a voluntad- a
partir de un solo progenitor.

Está también la violencia nuestra de cada día. Es verdad, “no robamos, ni matamos físicamente”,
pero sí matamos cuando criticamos, cuando nos enfadamos con gran violencia. Esta violencia está
en el corazón. La agresividad se ha ido adueñando de nuestra vida cotidiana. Somos violentos en
nuestro lenguaje. Somos violentos en nuestra manera de entender la vida. Así se oye decir: “aquí o
pisas o te pisan... el que da primero da dos veces... bastos son triunfos”.

Somos violentos en nuestro estilo de humor. Aquí la sonrisa se sustituye con frecuencia por la sal
gorda, el sarcasmo, la sonrisa hiriente, el vinagre. Tenemos un arte especial para reírnos de nuestro
prójimo y olvidamos que dejar a alguien en ridículo es siempre un arma inmoral. Somos agresivos
hasta en el modo de perdonar. ¿Cuántas veces oímos decir: “Perdono, pero no olvido” que con
frecuencia no es sino un arte de alargar y prolongar la herida?

Otra de las formas más dramáticas con la que puede violarse hoy este mandamiento es
precisamente el del uso y abuso de las drogas. Ya sabes que el mal de la droga, aunque sea
“blanda” está en que produce efectos irreparables en el cerebro, además de otros problemas
psicológicos que varían según el efecto de la droga. Las drogas llegan a dominar fácilmente al
hombre adueñándose de su ser y de su querer, le arruinan completamente su vida. Se apoderan
absolutamente de la voluntad por las fuertes sensaciones de placer (cocaína), de relajación
(morfina), de fuerza y energía (heroína), de liberación mental (L.S.D.) que produce, y finalmente se
posesiona de todo el metabolismo, del sistema nervioso y de los centros vitales.

No obstante lo dicho, es lícito utilizar las drogas con fines medicinales curativos o anestésicos.

También, exponemos nuestra vida y la de los demás con el mal uso del volante, y el exceso de la
velocidad. ¡Qué locura! Hay que respetar las señales de tráfico y ser prudente en la carretera,
especialmente cuando otras vidas dependen de ti.

Como puedes ver, se puede matar de mil maneras. Se puede matar de disparos, pero también de
hambre o de soledad. Se puede declarar una guerra o declarar y tolerar un paro, una calumnia.

No olvidemos las palabras que dijo Dios a Caín: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu
hermano está clamando a mí desde la tierra. Ahora, pues serás maldito sobre la tierra que abrió su
boca para recibir, de mano tuya, la sangre de tu hermano” (Génesis 4, 10).

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Caín parece haberse extendido sobre toda la tierra. Parece que la tierra se ha convertido en un lago
de sangre y violencia.

A diario, las páginas de los periódicos, los informativos de la televisión, nos sirven nuestra ración de
muerte. Cruzan por nuestras pantallas los tanques de la destrucción. El hombre de la metralleta y los
disparos, parece haberse convertido en huésped permanente de nuestra sobremesa. Ahora no hace
falta ir a la guerra, porque es la guerra la que nos persigue a nosotros y ha entrado en nuestras
casas y en nuestros colegios.

Ya nos hemos acostumbrado. El día en que los telediarios no nos ofrecieran nuestra ración de
muertos, tendríamos la impresión de haber llegado a otro planeta.

Y hemos dejado los crímenes por atracos diarios en bancos o en farmacias.

Un nuevo paso más damos en este campo con el tema del suicidio. Es quitarse deliberadamente la
vida directamente procurada, ya sea por medio de una acción o a través de una omisión voluntaria.

La mayoría de los suicidios de época pasadas estaban motivados, más que por un odio a la vida o
deseo de la muerte, por el impulso de encontrar una “solución” rápida a un problema ético que no
había sido enfocado –por culpa propia o ajena- de una manera justa.

El suicidio suele darse especialmente en personas que sufren fuertes estados de depresión y
generalmente sin grandes ni sólidas convicciones religiosas, ya que la religión nos enseña a no
perder la esperanza y encontrar sentido hasta en las realidades más duras de aceptar.

Ninguna vida humana es inútil o poco importante. El suicidio se opone de forma clara al instinto de
conservación, es decir, a un legítimo amor propio que está en la naturaleza humana y que le mueve
a permanecer en el ser, para su bien y para el bien de los demás. Hasta tal punto es esto cierto que
la mayoría de los suicidios son achacables a condiciones patológicas, aunque también en muchos
casos, originados por una previa ausencia de sensibilidad moral, de interés real y positivo por el
trabajo y por los demás hombres.

El suicidio de personas que tienen familias (padres, maridos o mujer, hijos) es también un acto de
injusticia respecto a esos parientes.

¿Se condenará quien se haya suicidado? Dejemos en manos de Dios el desenlace de este hijo suyo,
que tal vez no supo lo que hizo.

¡Dios mío! Y hemos omitido la anticoncepción y la esterilización, los medios contraceptivos,


abortivos…donde se impide la vida o se mata la fuente de la vida o incluso la vida misma, en el caso
de los medios abortivos. El mal moral en todo esto está en que el hombre y la mujer se colocan por
encima del vínculo estructural y muy profundo existente entre el amor y la fecundidad. Aunque
también esto es materia del sexto mandamiento

La eutanasia, encubierta, abierta o legalizada, activa y pasiva?

Todavía nos aterra el caso de Estados Unidos de Terri Schiavo, esa mujer con daños cerebrales a la
que se le quitaron, por indicación de alguno de sus familiares, lo tubos que le proporcionaban
alimento y agua. Y así la mataron.

Nadie es dueño de la vida. Sólo Dios decide el momento de la muerte de la persona humana. El

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Papa Juan Pablo II dijo fuertemente en su encíclica “Evangelium vitae”: Confirmo que la eutanasia es
una grave violación de la Ley de Dios en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de
una persona humana (n. 65).

No debes confundir eutanasia, que consiste en producir la muerte de alguien quitándole los
medios ordinarios que le mantenían en vida.

La eutanasia nunca se justifica. El hombre es solamente administrador la vida dada por Dios. Hoy se
quiere justificar la eutanasia basándose en que “ya no hay vida real” en ancianos o enfermos que han
perdido las facultades mentales o la capacidad de movimiento. Pero esto es entender la vida sólo en
términos materialistas. La vida vale por sí misma, no por su rendimiento económico, intelectual,
social. Y sólo Dios decide el fin de esa vida.

Y en la consideración de los atentados contra el quinto mandamiento, hemos dejado en el tintero el


maltrato y la destrucción de animales y bosques y océanos y ríos, donde se mata toda flora y
fauna. ¡Cuántos males padecemos en la atmósfera por estas locuras de algunos! Dios perdona
siempre, los hombres algunas veces, pero la naturaleza nunca perdona. Nos cobra la factura.

Puede decirse que el quinto mandamiento es el más típico, el más representativo de nuestro tiempo.
De ti y de mí depende que hagamos una campaña de aprecio, de defensa y promoción de la vida.

Cristo vino a este mundo para darnos vida y dárnosla en abundancia. Es más, Él se definió como
Camino, Verdad y Vida. Quien sigue a Cristo, apuesta por la vida, defiende la vida, transmite la vida.

III. CASOS ESPECIALES EN ESTE QUINTO MANDAMIENTO

No puedo terminar este mandamiento sin antes hablarte de algunos casos especiales que contempla
el Catecismo de la Iglesia católica: homicidio en legítima defensa, la pena de muerte y la guerra.
Sígueme, por favor, pues son temas muy delicados.

Primero, homicidio en legítima defensa.

El deber de defender la vida o la integridad física, ya sea la propia o la de personas sobre las que se
tienen responsabilidades, puede llevar en situaciones límite a enfrentarse contra aquellos que la
ponen en peligro.

Estos casos extremos muy especiales en que no se cuenta con el auxilio de las fuerzas públicas de
policía o con otro tipo de ayudas, nos llevan a plantearnos el problema: ¿puede un hombre quitarle la
vida a otro para defenderse en caso de agresión?

La respuesta es: el hombre siempre tiene el deber de defenderse y, si en alguna ocasión la única
defensa posible es quitarle la vida al agresor, puede hacerlo. Desde luego no es un caso ideal y no
deja de ser un hecho muy lamentable y desgraciado, pero conviene considerarlo, pues de él
podemos sacar algunas enseñanzas.

Para que sea lícita, moralmente hablando, la legítima defensa, se deben cumplir las siguientes
condiciones:

 Que los medios que se usan para defenderse sean los absolutamente necesarios. Por esta
norma, no es lícito quitar la vida en defensa propia cuando se está en condiciones de
neutralizar al agresor sin necesidad de matarlo.

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 Matar en defensa propia es lícito pero no siempre obligatorio. Es decir, el agredido puede
renunciar a defenderse cuando sólo corre peligro su vida. Lo puede hacer, por ejemplo, para dar al
agresor la oportunidad de convertirse y salvarse.

Segundo, la pena de muerte.

Este tema es muy controvertido.

La postura de la Iglesia es tender a suprimirla, pero aún se le reconoce cierta justificación en casos
extremos. El fundamento de la pena de muerte es el de la autodefensa de la sociedad a través de
sus instancias legítimas en casos extremos.
Sería el último recurso aplicable como único medio para salvar la sociedad. Sin embargo, en
condiciones normales, actualmente, parece que el Estado puede disponer de otros medios para
defenderse: prisiones, mayor eficacia policial, organismos de control y defensa, etc.

Tercer lugar, la guerra.

Hay que buscar siempre la paz. Todos estamos obligados a empeñarnos en evitar las guerras.
Sin embargo, dice el Catecismo de la Iglesia católica, recogiendo la cita de la constitución del
Concilio Vaticano II “Gaudium et Spes” 79: Mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad
internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios
de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa.

TEMA Nº 36

SEXTO MANDAMIENTO

Una constatación extraña y curiosa: en la Europa de 1950 se hablaba mucho del sexto mandamiento
en los púlpitos de las Iglesias, y en cambio, apenas se hablaba o se hacía con mucho pudor en la
vida pública, en los periódicos, en los mismos cines.
Hoy parece haber girado todo: las calles, anuncios, revistas, periódicos, cines se han inundado de
sexo y, por contrapartida, apenas se oye hablar del tema en las iglesias. Falta siempre el sano
equilibrio.
Por un lado, la gente parece pensar que se trata de un mandamiento caducado y te repite que Dios
no tiene que meterse con las cosas que uno pueda hacer con su propio cuerpo. Y por otro lado, a los
creyentes nos ha entrado un verdadero pánico ante la idea de que alguien nos llame “beatos”,
ingenuos o lunáticos, si tratamos de vivir la pureza, como Dios manda. Y entonces preferimos hacer
lo que hacen todos porque si no, se burlan de nosotros y nos excluyen de sus compañías.
Antes, la sexualidad se veía como unida a lo religioso. Y hoy se ha secularizado hasta el punto que
algunos creen que nada de eso es pecado; que todo es normal. Algunos dicen: Es mi cuerpo y hago
con él lo que se me antoja.
Del sexo prohibido se ha pasado al sexo obligado, si no, estás fuera del concierto. Sexo concebido
como pura satisfacción del instinto, sin que cuente gran cosa el verdadero amor y mucho menos la
conciencia.
Hay más: hoy se van perdiendo los valores relacionados con el sexo, disminuye el valor y la estima
del matrimonio, pierden estabilidad las uniones entre parejas; nos quieren ahora imponer un tipo de
matrimonio distinto al que Dios quiso y al que Cristo bendijo allá en Caná y llenó a esa pareja de
alegría y de abundante y sabroso vino . Algunos Estados quieren legalizar el matrimonio entre
parejas del mismo sexo. Decrece espectacularmente la natalidad.

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¿Qué hacer ante todo esto: ponernos a gritar, iniciar cruzadas, escandalizados? ¿Desgarrarnos las
vestiduras? ¿Encerrarnos a llorar en nuestros rincones, dando por perdida la batalla de la dignidad y
de la pureza?
Vivimos una época de verdadera inflación sexual. Llama la atención la cantidad de libros, artículos,
revistas, emisiones radiofónicas, programas de televisión, etc.., que se dedican al tema. Es
desproporcionado. Si todo el mundo supiera sobre el resto del organismo humano lo que conoce
sobre el aparato sexual, serían por lo menos expertos en medicina.
Lo que te expondré aquí, no son “mis” ideas en el campo de la vida sexual, sino simplemente la
enseñanza de Cristo y de la Iglesia. Enseñanza que ratifico con todo mi corazón, con la firme
convicción de que es capaz de iluminarte y fortalecerte.
Y ya desde ahora te digo con toda confianza: ¡Tú puedes ser puro!
La sexualidad no es, sin duda, la dimensión más importante de tu vida, pero constituye ciertamente
un campo neurálgico, un terreno delicado en el que afluyen interrogantes importantes. Por eso,
quiero ayudarte a comprender esta materia, pues no siempre los jóvenes han sido evangelizados en
este campo.
A Jesucristo también le interesa este tema. A Él le he preguntado, al explicarte este sexto
mandamiento: Señor, ¿cómo explicarías Tú esto? ¿Qué piensas Tú de la sexualidad? ¿Qué nos
dijiste respecto al cuerpo, al trato con la mujer?
Y Cristo nos remite al momento de la Creación del hombre y la mujer por parte de Dios, pues ahí
está toda la dignidad del hombre y de la mujer, su complementariedad y su ayuda mutua.

¿Cuál no será la dignidad del cuerpo, que el mismo Hijo de Dios tomó cuerpo humano del seno de la
Virgen María? Él se hizo hombre para decirnos cómo vivir también la dimensión de nuestra
corporalidad.

En este mandamiento veré contigo estos puntos:

I. ¿Cómo ve Dios la sexualidad?


II. Sentido profundo y sagrado de la sexualidad.
III. Los atentados contra la dignidad del cuerpo y de la sexualidad.

I. ¿CÓMO PRESENTA DIOS EN LA BIBLIA LA SEXUALIDAD?

La Biblia, pues, no esconde este elemento maravilloso de la sexualidad. Más bien lo ennoblece y lo
coloca en su justa dimensión: dentro del matrimonio tiene su profunda verdad, su encauzamiento, su
finalidad y su realización. Fuera del matrimonio es un abuso y sólo es fuente de placer.

Recuerda bien: el placer no es el fin del sexo. El fin del sexo es la unión mutua y la procreación
dentro del matrimonio. El placer es consecuencia de esto, y no el fin, y lo quiere Dios para el bien y
alegría de esos esposos.

¿Quién mejor que Dios sabe lo que es nuestro cuerpo y la sexualidad? Él inventó nuestro
cuerpo. Él lo hizo con sus propias manos, de materia y de luz…Con su propio cuerpo –puesto que
vino a vivir a nuestra tierra- lo rehizo para siempre y en el amor. ¿Cómo no iba a tener sobre nuestro
cuerpo ningún derecho de autor? De autor y de salvador.

Por eso, siempre hay que preguntar a Dios cómo comportarnos con nuestro cuerpo y con nuestra
sexualidad, pues Él lo ha creado, la ha creado. ¿Y quién mejor que Él sabe lo que quiere decir amar?
¿Él, cuyo único oficio es ése, amar?

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Ver la sexualidad en la luz de Sus ojos, en Él, es verla cara a cara, tal y como es. Cualquier otra
mirada es miope. Cualquier otro enfoque deforma la realidad. “Es obsceno lo que se detiene a mitad
de camino del misterio. El erotismo es un alto en el trayecto”.

Mientras no mires la sexualidad con una óptica eterna, no podrá ser más que una práctica pasional.
Es decir, pasajera y vacía, y no mensajera de vida. Proyectar la sexualidad a plena luz es restituirla a
esa aurora donde ha nacido, pues ha nacido del corazón de Dios.

Te invito a que contemples así todo lo relacionado con la sexualidad: con los ojos de Dios, pues Él la
puso en cada uno de nosotros como un don. Ama tu cuerpo. No lo desprecies ni lo profanes. Ese tu
cuerpo te ha sido confiado como inseparable compañero de camino. Cuídalo, respétalo.

¡Qué maravilloso es nuestro cuerpo! Lo más fantástico, lo más inaudito, lo más increíble, lo más
inconcebible es que, mediante ese cuerpo, puedes hacer existir a alguien, a una persona que no ha
existido todavía, y que existirá siempre, siempre…Y además hacerlo en un acto en el que se expresa
y se entrega tu corazón, en el que tu cuerpo es el lugar de encuentro del amor y de la vida. ¿Cómo
no dar gracias a Dios por esto?

Nada hay tan hermoso, tan grande, tan conmovedor como la eclosión de una vida. Misterio que nos
fascina, nos desconcierta, no nos cabe en la cabeza, nos deja estupefactos, nos maravilla. Sólo Dios
podía inventarlo. ¿Cómo no lo vas a cuidar con respeto y usarlo para lo que Dios quiso?

Cuídalo. No lo fuerces. No lo violentes. Acéptalo tal y como se te ha confiado. El amor total es amar
con alma y cuerpo. Tu cuerpo tiene que ser, pues, vehículo de tu alma para expresar el amor, la
ternura, la entrega total.

II. PROFUNDIDAD Y SACRALIDAD DE LA SEXUALIDAD

La sexualidad sólo tiene sentido profundo, sagrado y recto dentro del matrimonio. Fuera del
matrimonio, el uso de la sexualidad es un abuso y un desorden. Tienes que tener bien claro esto. Es
el plan de Dios. Dios te dio este sexto mandamiento para ayudarte a usar correctamente el gran don
de la sexualidad.

Pero, ¿qué pasa?


El cuerpo, además de expresar el amor, puede también expresar sus miserias. Sí, el cuerpo tiene
poder de comunicación y es lugar de intercambio, pero también puede ser un factor de aislamiento y
una fuente de opacidad. Incluso en la unión sexual los dos componentes de la pareja, esposo y
esposa, pueden permanecer profundamente extraños el uno al otro. Y en vez de manifestar el amor,
se pone de manifiesto el impulso del instinto, el ímpetu anárquico, la violencia ciega, que recuerda el
salvajismo animal y disimula una amenaza de muerte.
En este sentido, nuestro cuerpo encierra una ambigüedad. Puede ser vehículo de amor o vehículo de
instinto ciego. Y cuando entra el instinto ciego, entonces hay egoísmo y satisfacción propia,
desligada de la hondura del verdadero amor.

Por eso, Dios también con este mandamiento quiere regular esta fuerte tendencia y poner cauce a
esta ambigüedad de nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo tiene que ser siempre vehículo y manifestación del amor espiritual, limpio, hermoso y
desinteresado. De lo contrario, el cuerpo devora, acapara, pudriendo y envenenando las relaciones
sexuales entre los esposos. En esas uniones íntimas, se debe entregar toda la persona, alma y
cuerpo, sentimiento y afecto, amistad, fe y religiosidad.

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En cuanto entiendas que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, entonces no te parecerá demasiado
la exigencia de este mandamiento, que encauza, orienta y regula esta tendencia fuerte que todo
hombre tiene de disfrutar de estos placeres del cuerpo sin medida y sin referencia alguna al plan de
Dios para la sexualidad.

No pienses que la Iglesia desprecia el cuerpo o la sexualidad. De ninguna manera.

Al contrario, la Iglesia presenta una concepción extraordinariamente positiva al respecto. ¿Cómo la


Iglesia va a despreciar el cuerpo? Si el mismo Dios asumió un cuerpo, tomó carne de María
Santísima. ¡Qué audacia la de la religión católica al creer en la Encarnación de Dios: hay un cuerpo
humano, el cuerpo de Jesús, que es el cuerpo de carne de una Persona divina!

Hay más. La Iglesia católica es la religión del cuerpo. En su cuerpo crucificado, Jesús Hijo de Dios
hecho hombre, ha llevado todo el peso de nuestros pecados y de nuestra muerte, ha triunfado sobre
ellos y ha inaugurado la vida imperecedera del mundo nuevo.

Y por si esto no fuera suficiente, te presento otra prueba de que la Iglesia de Cristo es religión que
no desprecia el cuerpo. El cuerpo de Jesús, después de su Ascensión, permanece accesible en la
Eucaristía que te ofrece la Iglesia, de manera sacramental, es decir, bajo las apariencias del pan y
del vino. ¡Pero son verdaderamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo! Cuando recibes la Hostia
consagrada, comes el Cuerpo glorioso de Cristo, comulgas con el Cuerpo de quien ha llevado tus
pecados sobre la cruz. Y cuando adoras el Santísimo Sacramento expuesto en la custodia sobre el
altar, adoras el Cuerpo santísimo de quien te acogerá un día en los cielos nuevos y la tierra nueva
que ha comenzado en Él el día de Pascua. ¡Es preciso tener la audacia de creer esto! Tú, ¿lo crees?

Una última prueba de que la Iglesia de Cristo no desprecia el cuerpo. La Iglesia cree que desde
tu bautismo, te has incorporado a la vida de Jesús. Por tanto, tu cuerpo es un templo en el que
habitan las tres divinas Personas. ¡Qué inmensa es la dignidad de tu cuerpo, aun en la humildad y la
ambigüedad de su condición actual!

Tu cuerpo está creado para la gloria eterna. Eres tú mismo quien está destinado a la resurrección,
siguiendo a Cristo resucitado. Dios no ha hecho tu cuerpo para la podredumbre del sepulcro, para las
cenizas de la muerte. Tampoco lo ha destinado al desolador anonimato de sucesivas
reencarnaciones, como creen las religiones orientales. No; ha hecho tu cuerpo, el tuyo, tu cuerpo
único, para la vida que no termina. ¿Crees esto?

Aunque la sexualidad es en sí buena, querida por Dios, ha quedado profundamente perturbada por el
pecado, estableciéndose dentro del hombre una especie de guerra intestina: la razón, por una parte,
señala los límites, y la pasión, por otra, ofusca la mente para que salte la barrera del orden natural,
violando las leyes del Creador. Por eso, necesitamos una virtud que regule y modere este fuerte
tironeo: la pureza.

Te he hablado de pureza. Quiero distinguir bien estas dos palabras: virginidad y castidad o
pureza.

Virginidad.- es la decisión que incluye el propósito de abstenerse total y perpetuamente de los


placeres provenientes de la actividad sexual, aun de los que son legítimos y santos en el matrimonio,
por amor a Dios, sin otro fin que consagrarse a Él de una manera especial y total. Sólo así la
virginidad se transforma en virginidad consagrada.

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La castidad.- es la virtud que regula el buen uso del sexo. No excluye, por cierto, las relaciones
sexuales dentro del matrimonio, sino solamente las faltas que pueden cometerse con ocasión de
ellas.

Mientras la virginidad no es para todos, sino para quienes sientan interiormente el llamado de
Dios a una consagración total, la pureza o castidad, por el contrario, es una virtud para todos.

Para los casados.- la pureza significa fidelidad y entrega del corazón y de todo el ser a una única
persona y a Dios en ella.

Para los solteros.- significa abstinencia temporal del uso del sexo y encauzamiento de esas
tendencias, hasta el matrimonio, donde la sexualidad tiene su sentido hondo, profundo y religioso;
sólo así se preparan para vivir en plenitud y absoluta donación el estado matrimonial.

Para los consagrados.- significa abstención total y perpetua, a fin de dedicarse por completo a Dios
en cuerpo y alma, sublimando esta tendencia por un bien supremo: Dios. A esta abstención total,
completa y perpetua, por amor a Dios, la llamamos virginidad.

Para vivir esto Dios concede a los sacerdotes, religiosos y religiosas una gracia especial para
mantenerse fieles y felices en la entrega a Él en castidad perpetua y por amor. Sólo el amor a Dios
motiva la entrega en castidad de todos los sacerdotes y religiosos. No es miedo al matrimonio. Ni
mucho menos menosprecio a la carne. La carne del hombre está permeada de espíritu y está
llamada a realizar una relación esponsal y personal. Ni Cristo despreció la carne ni la Iglesia. Ya te lo
expliqué más arriba.

La Iglesia te invita siempre a vivir la pureza, virtud hermosa de Cristo y de María.

Por eso, atrévete a vivir la pureza, como Dios quiere. Vive la pureza como una expresión de amor a
tu futuro cónyuge con el que compartirás tu vida y tus hijos, como regalos de Dios. Ya sabes los
medios que tienes para vivir esta hermosa virtud.

MEDIOS PARA VIVIR ESTE MANDAMIENTO.

Unos son medios sobrenaturales: oración diaria, confesión frecuente, comunión fervorosa,
devoción tierna a la Virgen, el sacrificio amoroso, dirección espiritual con algún amigo sacerdote.

Y otros son medios naturales: descanso mental y físico con el deporte, paseos; tener un horario
equilibrado de trabajo y de descanso; seleccionar los espectáculos a los que quieres asistir, la
televisión que quieres ver; seleccionar bien tus amistades y compañías; buscar la vida familiar,
dedicarle a ella lo mejor de tu tiempo y lo mejor de ti mismo.

Atrévete a ser puro, y verás qué paz tendrá tu corazón. Es verdad que la pureza no es la primera de
las virtudes que debes conseguir. Antes están la fe y la caridad. Pero la pureza constituye algo así
como el clima necesario para que esas dos virtudes, y con ella todas las demás, se desarrollen
convenientemente. Y sobre todo, la pureza es camino a la unión con Dios.

III. ¿SABES CUÁLES SON LOS ATENTADOS CONTRA ESTE MANDAMIENTO?

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Salvaguardar el amor, proteger la libertad, promover la vida, valorar el cuerpo, en ocasiones significa
gritar: “¡Atención! ¡Terreno minado! ¡A vuestra cuenta y riesgo!”. Por eso, la Iglesia siempre te avisará
de los atentados contra este mandamiento.

Frente al mal, neutralidad es sinónimo de complicidad. La Iglesia prefiere pasar hoy por retrógrada,
por reaccionaria, antes de ser acusada mañana de complicidad con los culpables del autogenocidio
contemporáneo; ante la esclavitud de la mujer en el imperio romano, la Iglesia se alzó fieramente. Y
hoy, se alza nuevamente contra todos aquellos que banalizan la sexualidad, la explotan y se ríen de
ella.

¿Comprendes ahora por qué la Iglesia puede parecer tajante a veces en su toma de posición, sin
compromisos? Cada vez más no creyentes son atraídos hacia la Iglesia católica, simplemente por
sus certidumbres absolutas, incondicionales, al hablar de cuerpo, amor y vida, y de los atentados
contra todo esto.

Sí, existen atentados contra este mandamiento de Dios. Mucho más hoy, por todos los incentivos del
ambiente, en muchas partes, pagano.

¿Cuáles son esos atentados? Apunta bien. Te los explico para que te queden más claros.

1. Impureza de pensamiento, palabras, miradas y acciones.- Todo esto se da en ti, lo quieres tú,
lo provocas tú, lo buscas tú, lo cultivas tú…Pero si tuvieras el corazón limpio, no harías caso a toda
esta basura que no te ayuda para nada; al contrario, te ensucia. Ten pensamientos nobles y limpios.
Respira aire puro. Mira las alturas de las montañas nevadas y hermosas. Mira los hermosos
amaneceres o atardeceres, los ríos y mares, los bosques y jardines.

2. Pornografía en libros, revistas, cine, espectáculos, internet y diversiones deshonestas.-


También está en ti el detener esta avalancha de suciedad. Eres tú quien toma esa revista y la hojea;
eres tú quien va a ese cine y se sienta en la butaca para ver esa película indigna; eres tú quien abre
la Internet; eres tú quien enciende la televisión; eres tú quien va a esa diversión deshonesta. Sé
valiente y no permitas esa tentación. En la pornografía, el cuerpo humano es exhibido como simple
objeto de concupiscencia con vistas a satisfacciones egoístas e inmediatas que son lo contrario del
amor. Se excluye el espíritu. Comprar o leer este género de publicaciones, ver este género de
películas, aunque no fuera más que ocasionalmente, sería hacerse cómplice de una empresa
satánica de degradación de la sexualidad.

3. Falta de decoro y pudor.- En la forma de vestir y comportarse, para provocar los instintos y
tendencias sensuales y sexuales en quienes te ven. De nuevo, está en ti el no consentir en todo esto.
No te hace bien. Sé digno. Compórtate como caballero o como dama. ¿Qué haría Cristo en tu lugar?
¿Qué haría la Virgen en tu lugar?

4. Permitir ocasiones próximas de pecado.- ¿Por qué te metes en la boca del lobo? ¿No sabes
que te va a morder? ¿Tan necio eres?

Si bien es verdad que frecuentemente se dice que hay muchas formas de vivir y ejercer la
sexualidad, conforme a la diversidad de las culturas y se las presenta como indiferentes desde el
punto de vista moral, es preciso afirmar que todo uso mentiroso y falseado del lenguaje sexual es
moralmente desordenado.

Hay formas regresivas y degeneradoras de vivir y ejercer la sexualidad que por falsear su verdad,
han de ser calificadas como inmorales, precisamente porque niegan y rechazan valores y bienes

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fundamentales de la sexualidad integrada en toda la persona, e impiden, consiguientemente, llevar a
plenitud lo humano del mismo hombre.

No puedes reducir el amor a la satisfacción individual, ni puedes considerar el placer como un valor
por sí mismo. Tan alto es el significado esponsal de la sexualidad que toda actuación de la facultad
genital fuera del matrimonio constituye un desorden moral. No te dignifica como persona. Al
contrario, te degrada, te rebaja. Te ofendes a ti mismo, además de ofender a Dios.

¿Qué otros comportamientos concretos son inmorales?

1. El autoerotismo o masturbación.- que consiste en darse a sí mismo, solitariamente, el placer


sexual por la excitación voluntaria de las partes genitales. No es un gesto de comunicación y de
entrega al otro. Es un acto egoísta y cerrado en sí mismo. Por su misma naturaleza, la masturbación
contradice el sentido cristiano de la sexualidad vivida como alianza de amor. No se encuentra en ella
nada de la alianza recíproca y fecunda de Cristo y de la Iglesia.

La masturbación, comportamiento privado de la verdad del amor, deja a menudo insatisfecho a quien
se entrega a ella. Conduce al vacío y al disgusto. Es un gesto egoísta, que empaña el alma y turba el
corazón. En sí, objetivamente, la masturbación es un desorden serio que contradice el sentido
humano y cristiano de la sexualidad y del amor. Pero la inmadurez psicológica, el desasosiego
interior, el peso de los hábitos, pueden entonces disminuir la responsabilidad personal.

No es ciertamente el pecado más grave que puedes cometer. Pero eso no impide que te haga
esclavo, te habitúe a una sexualidad egoísta e inmediata y asfixie en ti la vida espiritual.

¿Cómo salir de ella? Si la masturbación es un replegarse sobre sí mismo, entonces la superarás


abriéndote a Dios, al mundo, a los demás, a tus tareas. Todo lo que estimula el sentido del trabajo,
del compromiso y de la relación, te ayudará mucho. Justo descanso y deporte, te vendrá bien. Y la
oración y los sacramentos. Te ayudará mucho el consejo de un director espiritual. Ah, y no te olvides
de pedirle ayuda a la Virgen Santísima, pues Ella sí sabe de pureza.

2. La homosexualidad ejercitada, que cierra el acto sexual al don de la vida. La homosexualidad


consiste en la conducta sexual resultante de una atracción erótica preferencial, y a veces exclusiva,
en relación con personas del mismo sexo.

Objetivamente, el comportamiento homosexual contradice la estructura del amor humano y cristiano:


niega la diversidad interior del amor, la diferencia de sexos; y niega por ello la fecundidad. Sobre el
plano humano y psicológico es notorio que la homosexualidad corresponde a una fijación o a una
regresión del instinto sexual a un estadio incompleto de desarrollo.

El homosexual ama a otra persona, pero esta persona no es resueltamente otro, puesto que es del
mismo sexo y la relación establecida no puede conducir a un tercero, que es el hijo. ¿Qué debe
hacer un homosexual que tiene esa tendencia, si quiere permanecer fiel a Jesús y a su alianza de
amor? No sería sensato aconsejar el matrimonio a un homosexual verdadero. La única solución
auténticamente cristiana a este problema es la castidad integral.

3. Las relaciones extraconyugales y la fornicación.- En lugar de ser la expresión de la entrega de


una persona a otra se convierte sólo en el simple desahogo del sentimiento amoroso o de la
búsqueda erótica del placer. La sexualidad está en este caso disociada de la verdad cristiana del
amor y de las exigencias que brotan de él. Tomas del otro la ocasión que te da el disfrutar
momentáneamente de él y de ti, pero no te das a él, en cuerpo y alma, en un compromiso radical de
tu libertad.

107
Aquí entraría el convivir sin la intención de contraer matrimonio y el matrimonio a prueba.

En la cohabitación, sin intención de matrimonio, cada uno encuentra en el otro un desaguadero a su


necesidad de amar y de ser amado, un remedio a la soledad y una fuente de placer. Pero, ¿hay una
verdadera donación mutua de las personas? ¿No está acaso minada ésta, desde el principio, por la
reserva implícita o explícita, que acompaña a toda unión “suelta”: “si no nos entendemos, nos
separamos o permaneceremos juntos mientras dure nuestro amor”?

Y el matrimonio a prueba contradice aún más claramente el respeto debido a la persona. Se puede
probar una máquina, no un ser humano.

4. Las relaciones prematrimoniales.- un caso particular de relaciones extraconyugales es el de las


relaciones sexuales entre la pareja que tiene la intención de casarse o entre prometidos que, por
definición, se preparan al matrimonio.

Aquí hay un problema muy diferente del que plantean las simples relaciones de encuentro ocasional
o el matrimonio a prueba. En este caso se encuentra una voluntad firme de casarse. La situación es,
pues, bastante más compleja.

De nuevo, se debe decir aquí que dichas relaciones prematrimoniales están falseadas, pues hay
exclusión sistemática de los hijos. Esto revela claramente que aquí la sexualidad es vivida en un
contexto que, por principio, le priva de uno de sus componentes esenciales: la fecundidad. (Que
vuelvan a leer el tema de noviazgo)

5. La prostitución.- Que transforma el mismo cuerpo de la mujer –o del hombre- y no solamente su


imagen, en objeto de transacción financiera y de disfrute carnal. Implica una negación práctica de la
dignidad espiritual de la persona. Hay disociación sistemática de lo carnal y de lo espiritual, de la
genitalidad y del amor.

6. Las violaciones o el estupro.- Que consiste en forzar a una persona a la relación sexual con la
violencia, intimidación, engaño. ¡Qué falta de respeto y dignidad!

7. Los profilácticos, píldoras o preservativos.- Burlan la verdadera relación sexual y cierran la


relación sexual a la procreación. Es verdad que los padres deben transmitir la vida y determinar el
número de hijos que acogerán teniendo en cuenta, a la vez, el bien de la pareja, la felicidad de los
hijos, la situación económica y social del hogar, pero también de las exigencias morales de la
apertura a la vida como don de Dios.

La Iglesia invita ciertamente a una fecundidad generosa y responsable, es decir, atenta a los diversos
factores en juego. Pero es verdad que al insistir sobre la esencial apertura del amor a la fecundidad,
la Iglesia, en nuestros días, pone en tela de juicio los ideales de la sociedad de consumo, que
coloca en primer lugar el orgasmo o placer a voluntad, la cuenta bancaria, la dotación de
electrodomésticos y el confort doméstico y, EN LA COLA, EL HIJO (uno o dos como máximo).

La anticoncepción o contracepción.- Los esposos realizan un acto sexual al que voluntariamente


eliminan su capacidad procreativa, alterando y deformando de ese modo el acto sexual, y por lo
mismo no respetando el significado humano profundo de su sexualidad.

Los esposos se colocan por encima del vínculo estructural y muy profundo existente entre el amor y
la fecundidad.

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Poniéndose en el lugar del Creador, esos esposos se afirman a sí mismos como los señores que
quieren dominar a su gusto, disociando voluntariamente las dos significaciones de la sexualidad. Y al
mismo tiempo que manipulan la sexualidad humana y se colocan como árbitros y señores del
designio divino, los esposos cesan, por la contracepción, de aceptarse y donarse mutuamente uno al
otro según la verdad de su ser físico y espiritual. La esposa acoge en ella al marido, pero con el
rechazo a su fecundidad; el esposo recibe a la esposa, pero con la activa negación de su ritmo
fisiológico y psicológico propio. Conjuntamente, los cónyuges se acogen uno al otro en la exclusión
de una apertura, simplemente posible, a la vida del hijo.

Los métodos naturales.- Lo que se hace es no realizar el acto sexual cuando hay fertilidad. Por
tanto, no se hace un acto alterando y deformando su significado. Simplemente no se pone el acto. No
hay ninguna obligación a realizar el acto sexual en ningún momento.

Es distinta la actitud. Los esposos buscan evitar un nacimiento, pero lo hacen por un procedimiento
cuyo alcance moral es totalmente diverso. Eligen, por razones serias y de peso, unirse cuando,
independientemente de su voluntad, el vínculo entre el amor y la fecundidad está como en suspenso
y es inoperante, por voluntad de Dios.

Aquí los esposos no son señores, sino servidores o ministros diligentes, como custodios
responsables del vínculo, inscrito en el ser y querido por Dios, entre el don mutuo de las personas y
su apertura a la vida.

Además, en los métodos naturales, el esposo y la esposa se acogen recíprocamente y se entregan el


uno al otro en el respeto de su ser íntegro, a la vez espiritual y carnal. La esposa recibe al esposo en
la acogida de su sexualidad concreta; el esposo recibe a la esposa en la aceptación de su ritmo
específico y de los tiempos que le son propios, puestos por el mismo Dios en ella. Y siempre en los
métodos naturales se está abierto a la vida, en el caso de que viniera un nuevo hijo.

8. El adulterio o infidelidad conyugal.- Cuando un hombre o una mujer, de los cuales al menos uno
está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Y el adulterio
es una injusticia, lesiona el vínculo matrimonial sagrado, quebranta las promesas formuladas por la
pareja ante Dios y los hombres, compromete el bien de los hijos, que necesitan la unión estable de
los padres.

Hay que luchar por la fidelidad en el matrimonio. Te cuento este testimonio que se atribuye al pianista
y compositor Isaac Albéniz. Nos muestra cómo se ha de guardar el corazón para impedir la
infidelidad, cueste lo que cueste.
Se encontraba en París cuando envió a su mujer, que se hallaba en España, el siguiente telegrama:
“Ven pronto, estoy gravísimo”.
Cuando la esposa llegó a toda prisa a la capital de Francia, encontró al marido en la estación
esperándola, y parecía a primera vista rebosar salud por todos los poros. Un tanto indignada,
preguntó;
- Pero,…¿no estabas enfermo?
- Sí -contestó el músico-, gravísimo. Estaba empezando a enamorarme.
¡Hermoso ejemplo!

9. La poligamia.- es decir, el tener muchas esposas, es una ofensa gravísima contra este
mandamiento y contra la unidad del Matrimonio. La poligamia no se ajusta a la ley moral, pues
contradice radicalmente la comunión conyugal. La poligamia niega directamente el designio de Dios,
tal como es revelado desde los orígenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del hombre
y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo único y exclusivo.

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En caso de las mujeres que pueden estar al mismo tiempo con varios hombres en matrimonio se
llama poliandria.

10. La clonación.- La clonación humana significa –nos dice el Compendio de Doctrina Social de la
Iglesia en el número 236 que reproduzco al pie de la letra- “reproducción de una entidad biológica
genéticamente idéntica a la originante. La clonación propiamente dicha es contraria a la dignidad de
la procreación humana porque se realiza en ausencia total del acto de amor personal entre los
esposos, tratándose de una reproducción agámica y asexual.

TEMA Nº 37

SÉPTIMO MANDAMIENTO

¿Te parece bien si hago un breve resumen de los mandamientos anteriores?

En el quinto mandamiento el Señor defiende la vida del hombre; en el sexto, la misma fuente de la
vida. Pero, ¡qué solicito es nuestro buen Padre Dios con nosotros, sus hijos! En los mandamientos
restantes da un paso más y defiende las condiciones que se requieren para una vida digna de ser
llamada humana, para una vida social en orden: defiende la seguridad de los bienes y el honor de la
palabra humana.

El séptimo dice: “No hurtarás”. Incluso los que no honran a Dios, ni santifican el domingo, que nada
quieren oír de pureza moral…aún éstos reciben con satisfacción el quinto y el séptimo mandamiento,
porque les gusta ver aseguradas la propia vida y la propia fortuna. ¿No es así?

Déjame hacerte unas preguntas: ¿Tienes el corazón apegado a algo? ¿Hay alguna cosa material
que te aleja de Dios? ¿Cuáles son ahora tus máximas preocupaciones? ¿Te preocupas realmente de
la gente necesitada y pobre? ¿Dios está en el centro de tu vida o vives tan metido en las
preocupaciones materiales que no te acuerdas de Él? ¿Haces buen uso de las cosas que tienes?
¿Por qué crees que algunos roban a los demás? ¿Por qué está mal robar? Si eres gerente de una
empresa, ¿debes o no debes dar los salarios justos a tus trabajadores?

No debes extrañarte de que se den robos. Entre los doce que Jesús escogió, uno salió ladrón. Fue
Judas. Un ladrón que hasta pensó que podría hacer negocios traicionando a su Maestro. “¿Qué me
daréis si os lo entrego?”-preguntó Judas a los sumos sacerdotes. Y por treinta monedas y un beso
vendió a Jesús. ¿Tan poco valía Jesús?

El fundamento de este mandamiento, unido al décimo, es simple: la dignidad que nos identifica a
todos los hombres como hijos de Dios, creados a su imagen. En manos de sus hijos, Dios puso toda
la creación “Creced y multiplicaos, llenad la tierra y dominadla” , Génesis 1, 28) para administrarla,
sin que nadie tenga mayor derecho para ese dominio y uso sobre el resto de los hijos.

¿Qué te parece si enfocamos bien este mandamiento?

Este séptimo mandamiento te prohíbe el acto exterior de apropiarte de la propiedad ajena, y al


mismo tiempo, este mandamiento encauza el principio de la propiedad privada. Y prescribe el
respeto y la promoción de la dignidad de la persona humana en materia de bienes materiales y
económicos. Además este mandamiento exige estas virtudes: la justicia, la caridad, la
templanza.

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Por tanto, detrás de este mandamiento se esconden estos problemas y algunos más, querido joven:

 ¿Son malos esos bienes que tú tienes y que has adquirido rectamente?
 ¿Los bienes son de unos pocos o de todos? ¿Por qué unos tienen más que otros?
 ¿Cómo hay que tratar los bienes, los propios y los ajenos?
 ¿Se contraponen la propiedad común y la propiedad privada? ¿Es lícita la propiedad privada?
¿A qué obliga la propiedad privada? ¿Qué peligro tiene la propiedad privada?
 ¿El trabajo es un deber?
 ¿Es legítima la huelga?
 ¿Qué es la justicia conmutativa, legal y distributiva?
 ¿Qué es el salario justo?
 ¿Hay que restituir lo robado? ¿Se puede robar alguna vez?
 ¿Qué es el fraude, la retención injusta?
 ¿Obliga en conciencia el pagar los impuestos económicos que impone el Estado?
 ¿Hay obligación moral de cumplir las promesas y contratos?
 ¿Qué medios emplear contra los ricos injustos? ¿Puedes tomarte la justicia por tu propia
mano?
 ¿Qué hacer para ayudar a los pobres? ¿Cómo promoverles humanamente?

Como ves, hay muchos problemas que debe resolver y aclarar este séptimo mandamiento de
la Ley de Dios. Así que sigue leyendo, que es muy interesante. Estos son los apartados que
te propongo:

I. Unos principios claros.


II. Los atropellos contra este mandamiento.
III. Tres formas de cumplir este mandamiento: austeridad, justicia, generosidad.

I. TE DEJO UNOS PRINCIPIOS BIEN CLAROS

1° Dios puso al hombre como administrador de los bienes de la tierra; y le dejó todo para que el
hombre viviera tranquilo, digno, y llegara a Él.

Le confió la tierra y sus recursos para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo
y se beneficiara de sus frutos. Por tanto, el trabajo es un deber, honra los dones del Creador y los
talentos recibidos, puede ser redentor, pues soportando el peso del trabajo, en unión con Jesús, el
carpintero de Nazaret y el crucificado del Calvario, el hombre colabora en cierta manera con el hijo
de Dios en su obra redentora.

Del trabajo, el hombre saca los medios para sustentar su vida y la de su familia y presta un servicio a
la comunidad humana. El acceso al trabajo debe estar abierto a todos sin discriminación injusta, a
hombres y mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos e inmigrados.

La misma sociedad debe ayudar a los ciudadanos a procurarse un trabajo y un empleo. Y el salario
justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia. Para
determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las
contribuciones de cada uno.

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2º Estos bienes de la creación están destinados a todo el género humano. Sin embargo, la tierra está
repartida entre los hombres para dar seguridad a su vida, expuesta a la penuria y amenazada por la
violencia.

La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para
ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a
su cargo.

3º Pero por culpa del pecado, el hombre se hizo avariento y envidioso, y nació en él una fuerte
tendencia a tener más que los demás, apareciendo así como el más poderoso. Cuando el hombre se
deja llevar por esta tendencia, entonces es más fácil que comiencen los robos, las injusticias, los
abusos, el reparto injusto de las riquezas, las injusticias de los ricos hacia los pobres, las estructuras
injustas.

4º El camino para solucionar estas injusticias y atropellos no es la lucha armada, ni la revolución, ni


el comunismo, ni el mercantilismo, ni el liberalismo radical, ni el sindicalismo autogestionario, ni el
capitalismo salvaje. La solución a todo eso no viene de las estructuras, sino del corazón de cada
hombre, de sus relaciones con Dios y con los demás. Si tu corazón es generoso y desprendido,
nunca te permitirás los abusos contra este séptimo mandamiento.

5º Los bienes de la tierra, las riquezas son medios, no son el fin en la vida. Tu fin en la vida, ya sabes
quién es: Dios, conocerle cada día más aquí en la tierra, amarle, servirle, y después llegar a Él en la
eternidad. ¡Qué noble fin tienes! ¿No es cierto? Las demás cosas y las riquezas son medios para
vivir con dignidad tu vida y la de tus futuros hijos; medios también para ayudar a los necesitados.
Cuando los bienes materiales se convierten en fin, entonces viene el descontrol, el apego.

Tenemos el ejemplo elocuente del joven rico en el Evangelio, a quién Jesús le proponía dejar todo y
darlo a los pobres, y así seguir a Cristo y ser su amigo íntimo dentro de su misma compañía. Y él
prefirió los bienes y riquezas, y rechazó al autor de los bienes, despreciando la voluntad de Dios que
le proponía: Dejar todo, ser generoso, y seguirle. ¿Cómo terminó el encuentro de este joven con
Jesús? Se marchó triste el joven rico porque no supo desprenderse de las cosas materiales para
seguir a Cristo con corazón libre.

6º Dios no desprecia el dinero ni el trabajo humano. Al revés, ambos son medios para que el hombre
se realice, sea santo y desempeñe su misión en este mundo, en el trabajo, en la actividad
económica. Dios quiere que uses todos los bienes para tu propia dignidad, para sacar adelante tu
carrera, para tu familia y para hacer el bien a los necesitados.

7º Aunque los bienes están al servicio del hombre y hay un destino universal de los bienes, también
es verdad que la propiedad privada es un derecho natural y fundamental del ser humano, de las
personas, para que tú atiendas a tus necesidades propias y a las de tu familia.

Esta propiedad privada refleja dos cosas: la primacía del hombre sobre las cosas, y la capacidad del
hombre, gracias a su inteligencia y libertad para administrarlos rectamente. Por ser un derecho
natural, la propiedad privada no se puede considerar como una concesión del Estado ni un medio
para alcanzar mayor eficacia económica. Y debe ser respetada por todos al igual que se respeta la
libertad ajena.

8º Ahora bien, la propiedad privada, de todos modos no es un derecho absoluto; está al servicio de la
libertad y de la seguridad personal, pero también debe estar ordenada al bien de la comunidad y, por

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eso, la autoridad política tiene el derecho de regular el ejercicio legítimo del derecho de propiedad en
función del bien común.

De estos principios deducimos que no se puede quitar al otro lo que es suyo. ¡Perfecto! Pero
tampoco, acumular fortuna perjudicando a otros, o no ayudando a otros necesitados. Sería una
injusticia y puro egoísmo.

Para expresar la voluntad de Dios en este tema, Jesús expuso un día la parábola del rico Epulón,
desentendido injustamente y contra la caridad del pobre Lázaro (cf. Lucas 16, 19-31).

II. ATROPELLOS CONTRA ESTE MANDAMIENTO

Creo que este mandamiento de la Ley de Dios es, a veces, un tanto descuidado por nosotros;
pensamos que no es tan importante, pues “hay otros pecados más gordos”, y sin embargo, es quizá
uno de los que en el día a día pisoteamos sin grandes remordimientos.

Por eso, quiero hacerte luz para que veas de cuántas maneras se puede quebrantar el séptimo
mandamiento.

Este mandamiento prohíbe quitar, retener, estropear o destrozar lo ajeno contra la voluntad
razonable de su dueño. Por ejemplo: le quitas a un compañero su reloj de pulsera y lo vendes a
otro; o no quieres devolverlo a quien te lo ha prestado; o en un momento de enfado le das al reloj un
fuerte martillazo para vengarte de tu amigo. ¿Ves? Todo esto es pisotear el séptimo mandamiento.

Este mandamiento prohíbe también el fraude: robar con apariencias legales, con astucia,
falsificaciones, mentiras, hipocresías, pesos falsos, ficciones de marcas y procedencias, etcétera.
Todo esto en algunas partes es “pan cotidiano” que algunos amasan y se comen tranquilamente, y
como si nada. Tú, ¡atento, de ahora en adelante!

Algunos modos modernos de robar son la emisión de cheques sin fondo, o la firma de letras
de cambio que no podrán nunca ser pagadas. Tan ladrón es el atracador con metralleta, como el
que roba con guante blanco aprovechándose de la necesidad para sacar el dinero abusivamente.
¿Te ha tocado ver, sufrir algo de esto…o hacer? ¿Sabías que todo esto es atentado contra este
mandamiento de la ley de Dios? ¡Afina bien tu conciencia! La conciencia es el santuario donde Dios
habla. Si la corrompes, corres peligro de que ya no puedas escuchar la voz de Dios que siempre te
dirá: “Haz el bien; evita el mal”.

Pueden ser pecado grave los precios injustos que se ponen en ciertas circunstancias en
tiendas de comidas, ropa o en comercios.

Ladrones con guante blanco son también aquellos que exigen dinero por un servicio al que
por su cargo estaban obligados. Es distinto recibir un regalo hecho libremente por quien está
agradecido a tu servicio.

Roban igualmente los que cobran sueldo por un puesto, cargo, destino, servicio, etc., y no lo
desempeñan o lo desempeñan mal. Como me contaron en un cierto colegio: cada mes venía a
recoger su cheque un profesor que nunca daba clases, pues mandaba un sustituto, a quien también
daban su respectivo cheque. ¡Puros amaños con la administración del colegio! ¡Qué descaro! ¿No
crees? Eso no es honestidad ni transparencia.

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Puede haber robos que la justicia humana no pueda castigar, pero que no dejará Dios sin castigo.
Por ejemplo, el que se niega a pagar una deuda cierta porque al acreedor se le ha extraviado el
documento y no tiene testigos.

Otras clases de robo son la usura, las trampas jugando dinero y en las compraventas, etc. Para la
justicia en las compraventas hay que tener en cuenta que ninguno de los contratantes quiere hacer
un regalo al otro; sino que ambos aspiran a un servicio recíproco, cambiando objetos de igual valor,
pero de distinta utilidad para cada uno. En todo intercambio de bienes, cada una de las partes ha de
recibir la justa y correspondiente contrapartida.

Cuando el robo ha sido con violencia personal, el pecado es más grave, y por lo tanto debe
manifestarse esta circunstancia en la confesión. Lo mismo cuando se trata de un robo sacrílego: por
ejemplo, robar un cáliz consagrado, o robar de las alcancías de una iglesia.

También se falta a la justicia, y a veces gravemente, cuando por negligencia se retrasan los
salarios o pagos, pudiendo hacerlo a tiempo. Mientras se pueda, convendría pagar al contado, sobre
todo a los que lo necesitan, y al día siguiente de terminar el mes.

Las cosas perdidas tienen dueño, por lo tanto, no pueden guardarse sin más. Hay que procurar
averiguar quién es el dueño y devolverlas, pudiendo deducir los gastos que se hayan hecho
(anuncios, etc.), para encontrar al dueño. Y tanta más diligencia habrá que poner en buscar al dueño,
cuanto mayor sea el valor de la cosa encontrada. Solamente puedes quedarte con lo encontrado,
cuando, después de una diligencia proporcionada al valor de la cosa, no has podido saber quién es
su dueño.

Cuidar bien las cosas que usamos (autobuses, ferrocarriles, jardines, etc.) es señal de buena
educación y cultura. Maltratarlas es propio de gamberros. Y además queda la obligación de reparar.

Ahora te resumo un poco los atropellos:

a) Robo:
El robo es apoderarse de algo ajeno sin conocimiento o libre asentimiento de su legítimo propietario.

El robo puede cometerse de diferentes maneras:


 Simple hurto: es el robo cometido ocultamente, y por ello se produce sin inferir violencia al
dueño.
 Rapiña: es el robo cometido violentamente, ante el dueño que se opone, por ejemplo,
amenazándolo con una pistola. Además del pecado de robo, se lesiona también la caridad
con el prójimo.
 Fraude: es obtener ilícitamente un bien ajeno a través de engaños o maquinaciones. Se
puede cometer de muchas maneras: ejecutando mal un trabajo, vendiendo mercancía mala
como si fuera buena, aprovechando la ignorancia del comprador, vendiendo a un precio
excesivo, engañando en los contratos, no cumpliendo las especificaciones en una obra de
construcción, engañando en el peso de la balanza, falsificando documentos, etc. El pecado
de fraude es uno de los más frecuentes en la actualidad, y desgraciadamente son muchos los
que lo pasan por alto con ligereza.
 Usura: es exigir por un préstamo un interés excesivo, aprovechando la gran necesidad del
deudor.
 Extorsión: amenaza de pública difamación o daño semejante que se hace contra alguien a
fin de obtener de él dinero u otro provecho.
 Despojo: es el robo de bienes inmuebles: casas, terrenos, etc.
 Plagio: es el robo de derechos o bienes intangibles; por ejemplo, señalar como propias obras
literarias ajenas.
El robo atenta gravemente contra la justicia y la caridad.

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b) La retención injusta:
Consiste en conservar o retener, sin un motivo legítimo, lo que es de otro. Es una forma de atentar
contra el derecho a la propiedad privada.
¿Quieres unos ejemplos? Ya antes habían salido, pero ahora los enuncio simplemente y añado
algunos más:
 El patrón que retrasa el pago del salario a los obreros, sin causa justa.
 El que se niega a pagar sus deudas pudiendo hacerlo.
 Los que no devuelven las cosas prestadas o las devuelven en mal estado.
 Los que engañan en la administración de bienes ajenos.
 Los que falsifican dinero.
 Estafar a quien le confió la administración de sus bienes.
 Los que guardan la cosa perdida sin buscar al dueño.
 El que con gastos excesivos se imposibilita para pagar sus deudas.
 Los comerciantes que provocan quiebras ficticias para declararse insolventes.
 El que sabiendo que en el supermercado se ha equivocado la cajera y le ha dado dinero de
más, y no hace nada por devolverlo.
Es una forma de robo más o menos encubierto que puede presentar grandes agravantes según la
dimensión del daño causado con este delito.

c) El daño injusto:
Hay un daño injusto siempre que, por malicia o por culpable negligencia, se provoca un daño al
prójimo en su persona o en sus bienes. Cometen, por tanto, daño injusto:
 los que causan grave perjuicio al prójimo en sus bienes, destruyéndolos o deteriorándolos;
 los que por habladurías hacen que la persona pierda el empleo, o el crédito, etc.;
 los que descuidan las obligaciones de la justicia anexas a su cargo, por ejemplo, los
abogados que por descuido dejan perder un pleito, los médicos que por ineptos comprometen
la vida o la salud de los pacientes, etc.

¿Restituir lo robado?
Hemos hablado de robos y más robos. La pregunta que salta ahora es ésta: ¿hay que restituir todo lo
que robamos?
Restituir es la reparación de la injusticia causada, y puede comprender tanto la devolución de la cosa
injustamente robada como la reparación o compensación del daño injustamente causado.
Jesús bendijo a Zaqueo por su resolución: “Si en algo defraudé a alguien, le devolveré‚ el cuádruplo"
(Lc. 19, 8).
Los que, de manera directa o indirecta, se han apoderado de un bien ajeno, están obligados a
restituir o devolver el equivalente en naturaleza o en especie, si la cosa ha desaparecido, así como
los frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido legítimamente de ese bien.
Sobre la restitución conviene tener presente las circunstancias:

Quién: en general, está obligado a restituir el que injustamente posee el bien de otro o le ha causado
un daño. Si el daño ha sido causado por varias personas de común acuerdo y todas contribuyeron
por igual, todas están por igual obligadas a restituir, y cada una tiene obligación de restituir su parte
del daño. Se debe tener en cuenta lo siguiente:
- Si uno no puede restituir todo lo que debe, tiene que restituir, al menos, lo que pueda; y procurar
llegar cuanto antes a la restitución total. Quien no puede restituir actualmente debe tener la intención
de hacerlo cuanto antes, y procurar ponerse en la posibilidad de restituir, trabajando y evitando todo
gasto inútil.
- El que no puede restituir enseguida, debe tener el propósito firme de restituir cuando le sea posible.
- El que no pueda hacer la restitución personalmente, o prefiere hacerla por medio de otro, puede
consultar con el confesor.
- El que pudiendo no quiere restituir, o no quiere reparar los daños causados injustamente al prójimo,
no obtiene el perdón de Dios: no puede ser absuelto.

A quién: Debe, pues, restituirse a las personas que han sido injustamente perjudicadas. Si éstas han
muerto, a sus herederos. Y si no hay herederos, a los pobres o a obras piadosas. Pero nadie puede
beneficiarse de lo que robó.

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Cuándo: lo más pronto posible, sobre todo si retrasando se sigue causando daño al prójimo. Si no
puedes restituir de momento, debes evitar gastos inútiles y superfluos para poder restituir todo
cuanto antes. Quien se halle en absoluta imposibilidad de restituir, que procure hacer el bien al
damnificado y orar por él.
Cómo: no es necesario que la restitución se haga públicamente o por sí mismo, o a sabiendas del
dueño verdadero; se puede hacer por otra persona a título que sea. El modo de restituir ha de ser tal
que repare de manera equivalente la justicia quebrantada; es decir, con la debida igualdad.
Nos dice el Catecismo de la Iglesia católica que están igualmente obligados a restituir, “en proporción
a su responsabilidad y al beneficio obtenido, todos los que han participado de alguna manera en el
robo, o que se han aprovechado de él a sabiendas; por ejemplo, quienes lo hayan ordenado o
ayudado o encubierto” (Catecismo, n. 2412).

III. FORMAS DE CUMPLIR ESTE SÉPTIMO MANDAMIENTO

Son tres: la austeridad, la justicia y la generosidad.

1. La austeridad

La austeridad consiste en adquirir y poseer aquellos bienes que son necesarios para cumplir con
eficacia la misión encomendada por Dios, de acuerdo con el estado y condición de vida de cada
persona.
Un carro, por ejemplo, puede ser una necesidad real para alguien que necesita moverse de un lugar
a otro, pero puede ser un lujo innecesario para alguien que tiene cinco carros más estacionados en el
garaje de su casa y que compra otro “sólo porque lo vio y le gustó”.

2. La justicia

Es el saber dar a cada persona lo que se merece. La virtud de la justicia te ayudará a saber
administrar correctamente tus bienes materiales, usándolos para tu propio bien y el de los demás. La
justicia te ayudará a conocer cuáles son tus necesidades reales y cuáles han sido creadas por las
trampas de la publicidad, haciéndote creer que necesitas algo que realmente no necesitas.
La justicia te ayudará a saber pagar lo justo por los servicios que los demás te presten, sin querer
estafarlos o engañarlos.

3. La generosidad

Es la virtud que te ayudará a desprenderte de los bienes que posees a favor de los otros. Te lleva a
compartir más allá de la justicia, sacrificando tal vez alguna necesidad real, pero no indispensable,
para ayudar a alguien que no tenga siquiera lo necesario para sobrevivir.

TEMA Nº 38

OCTAVO MANDAMIENTO

No mentirás, ni levantarás falsos testimonios

Desarrollar en nosotros la virtud de la veracidad, la cual nos inclina a hablar bien siempre con
la verdad.

Dice la Biblia en el libro del Eclesiástico 20,26: La mentira es una tacha infame en el hombre.

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Este mandamiento sigue vigente, aunque hoy se diga: “Hoy día ya no es posible vivir sin mentira, ya
no es posible hacer política y llevar negocios sin mentir”
Si tomáramos en serio el octavo mandamiento, casi no habría manera de charlar en los cafés, en
reuniones de amigos; los diarios saldrían con las páginas en blanco, ¿no crees?

Este mandamiento salvaguarda nuestro honor y nuestra fama.


La Sagrada Escritura está llena de advertencias sobre este mandamiento. Se llega incluso a
identificar a Dios con la verdad y al demonio con la mentira. Cristo vino a dar testimonio de la verdad.
Es más, Él se autodefinió como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo puedes consultar en el evangelio
de san Juan, capítulo 14, versículo 6.
Suele decirse que el pecado es como un puñal que puede tener muy distintos tipos de hoja, pero en
el que el mango casi siempre es el mismo: la mentira. Y es cierto: mentimos cuando decimos que
amamos a Dios y sólo nos amamos a nosotros mismos. Mentimos cuando nos engañamos a
nosotros para encontrar razones para olvidarnos de la misa dominical.
Mentimos cuando justificamos nuestros pequeños o grandes robos.
Al mentiroso hoy se le quiere llamar como aquel que “tiene chispa”, tiene “aptitud para la vida” o tiene
“sentido comercial” o “viveza”. Pero en realidad eso no cambia la realidad: el mentiroso se daña a sí
mismo, daña a los demás, daña a la sociedad y, sobre todo, desfigura la imagen de Dios en su alma.
Cuida tu lengua, amigo. Es la parte más valiosa que tienes, pero también la más peligrosa. Con ella
puedes alabar a Dios, consolar al triste, aconsejar a un amigo…pero también puedes herirte, herir el
honor y la fama del prójimo.
¿Por qué es tan grave esto? Porque se está pisoteando también la caridad.
Un proverbio alemán dice: “El burro se delata por sus orejas; el tonto, por sus palabras”. El corazón
humano es una cámara de tesoros, que tiene por puerta el habla; hay quien saca bondad, amor,
verdad, sabiduría; el otro saca insensatez, maldad, veneno, mentira.
Tienes que agradecer a Dios que te haya dado este octavo mandamiento.
Vale para todos este mandamiento, pero están especialmente obligados a vivirlo a fondo quienes
están al servicio de los medios de comunicación social, o trabajan en el campo político, o son
oradores o gobernantes o candidatos que se postulan para ser presidentes de una nación. ¡No hay
que mentir!
¡Cuántas veces escuchamos discursos de presidentes que después han sido puras mentiras!
¡Cuántos nos manipulan desde la radio y la televisión!
“¡No mentirás!” –nos dice Dios. Si somos de Cristo, y Cristo es la Verdad… andemos en la verdad.

Te propongo los siguientes puntos:

I. La veracidad y verdad. Diversas clases de verdad.


II. Exigencias y obstáculos para la verdad.
III. La malicia de la mentira y los atropellos contra este mandamiento.

I. HABLEMOS DE LA VERACIDAD Y DE LA VERDAD

Para cumplir este mandamiento de Dios es necesario desarrollar en nosotros la virtud de la


veracidad, la cual nos inclina a hablar bien siempre con la verdad y a comportarnos de acuerdo con
lo que pensamos.

La veracidad es una forma de justicia, pues los demás se merecen la verdad y no el engaño.

Hablar de la verdad hoy, resulta no sé si difícil, pero al menos atrevido y, en cierto sentido,
sarcástico.

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Vivimos en un mundo donde nos venden la mentira en platillos de oro; asistimos a pactos
incumplidos entre las naciones, donde sólo pusieron su firma, pero después se hizo lo contrario. Hay
manipulación en las noticias en algunos medios de comunicación; desde las pantallas de televisión
no siempre nos presentan la verdad del amor, de la familia, de la sexualidad; desde algunas cátedras
universitarias se cercena la verdad del mundo, de las cosas, de la existencia; se niega a veces la
existencia de un Principio y una Causa Primera que dé razón última a las cosas.

Jóvenes que entraron creyentes a la universidad y salieron agnósticos y resentidos contra la religión,
por causa de algunos profesores que sembraron en sus mentes la duda y el rechazo de Dios.

En fin, que la verdad no tiene hoy carta de ciudadanía en todas partes del planeta, no la han dejado
entrar y salir libremente, la tienen maniatada, vendada, amordazada. ¿Por qué? No se quiere
encontrar hoy con la verdad, pues “la verdad, aunque no peca, incomoda”.

Parece que hoy algunos no consideran la verdad como un valor. Por lo menos en la práctica. Te doy
estos ejemplos.

Se prefiere tener éxito en los negocios, aunque sea a costa de la verdad. No creo que sea tu caso.

Se tiende fácilmente a dar opiniones distorsionadas o a manipular los datos según distintos intereses.
¿No te has tentado alguna vez con esto?

Algunos partidos políticos anuncian a veces programas electorales que después no se cumplen y ni
siquiera se quieren cumplir. Pon atención cuando alguien se postula para presidente de una nación:
¿Qué dice? ¿Cómo lo dice? ¿Cumple lo que prometió? ¿Cómo ha sido su trayectoria política, moral
y familiar?

Se venden productos anunciándolos como lo mejor, presentándolos como capaces de conseguir por
sí solos la felicidad de su comprador. ¡Cuidado!

Por otro lado, el hombre, hoy más que nunca, busca la verdad; busca el sentido de las cosas, sus
leyes, y aplicarlas; busca conocer al hombre en profundidad, su psicología, su funcionamiento
biológico. Parece como si un fuerte instinto le moviera a buscar la verdad en todo.

El hombre vive inmerso en un mundo donde importa más tener o aparentar que ser, donde cuenta
más la imagen que el fondo y donde no es difícil encontrar gente que renuncia a sus convicciones
por quedar bien o por conseguir un buen puesto.

Por todo esto vivimos en un clima de desconfianza general, pues se hace bastante difícil distinguir
entre quién te engaña y quién no.

De este clima de desconfianza nace el deseo sincero de encontrar a alguien que haga de su vida, de
sus pensamientos y de sus obras una auténtica unidad donde no haya “poses” ni apariencias ni
cuidado excesivo de su imagen. En este sentido se puede decir que el gran éxito del Papa Juan
Pablo II ante la opinión pública mundial se debió a esta autenticidad de vida, que se reflejó en la
absoluta coherencia que existía entre sus discursos, su palabra, su obra y su vida.

La veracidad es una virtud muy necesaria para el mundo de hoy, pero además es la virtud de
la estabilidad psicológica. El hombre es el único ser en la tierra capaz de conocer la verdad y
de transmitirla y, al mismo tiempo, es el único capaz de mentir. Esto se debe a su inteligencia
y a su capacidad para comunicar pensamientos y afectos.

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El término verdad se le suele colocar al lado de otros términos sinónimos: autenticidad, coherencia,
honestidad, sinceridad, integridad, transparencia, hombre o mujer de una sola pieza.

Y contrapuesto a verdad, tenemos: mentira, hipocresía, fariseísmo, doblez, engaño, duplicidad de


vida, fachada, ocultamiento, ambivalencia, inescrupulosidad, incoherencia.

Te defino la verdad en sus tipos

1. Verdad del ser.- ser aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando tú te
comportas como persona inteligente, libre y responsable.

2. Verdad del pensar: tu mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Cuando tu mente
coincide que la verdad de las cosas, vives en la verdad del pensar. Tu mente tiene que respetar la
verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, de la sexualidad, del matrimonio, del estudio,
de la carrera... ¡Cuánta formación necesitas para descubrir la verdad de las cosas, y pensar así con
veracidad de ellas! Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente o
inconsciente, voluntario o involuntario.

3. Verdad del hablar: decir lo que tu mente sabe que es verdad, y que lo ha descubierto así,
después del estudio y la formación. Tus palabras deben ser vehículo leal de lo que piensas. Por
medio de tu palabra, haces partícipe a los demás de lo que llevas dentro.

4. Verdad del obrar: es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia
de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vives esta verdad, serás sincero y
cumplidor a tu palabra dada, serás leal y fiel a tus compromisos asumidos, serás equitativo y justo
con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el fariseísmo, la hipocresía.

II. EXIGENCIAS Y OBSTÁCULOS DE LA VERDAD

1. Primero, las exigencias.

Tener una conciencia recta y bien formada es la exigencia para vivir en la verdad, decir la verdad,
hacer la verdad en la vida.

La conciencia moral es aquella capacidad que todo ser humano tiene de percibir el bien y el mal, y de
inclinar la propia voluntad a hacer el bien y a evitar el mal.

La conciencia es esa voz interior que te dice (o te debería decir, si es recta): “Haz el bien, evita el
mal”. Ahí está la conciencia. Si tú no cumples con tus deberes de estado y profesionales, si
descuidas las tareas encomendadas, si pierdes el tiempo en tu trabajo o te robas algo...la conciencia
te debería decir: “Oye, eso no es tuyo...estás perdiendo tiempo...llegaste tarde...no dijiste toda la
verdad”.

Si eres una persona honesta y sincera...podrás leer en tu corazón estas normas de ley natural, con
las que todos nacemos:

- Di siempre la verdad.
- No hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan.
- No mates.
- Respeta a tus padres.
- Respeta las cosas ajenas, etc.

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No necesitas ser cristiano o católico para escuchar esto en tu conciencia. Simplemente si hay
hombre honesto, sincero, leal... escucharás, nítida, la voz de tu conciencia.

Pero hay peligros de deformar la conciencia. Y cuando esto pasa, es muy difícil escuchar esos
imperativos de ley natural, y es muy difícil vivir en la verdad y decir la verdad. Puedes ponerte
máscaras en la conciencia, caretas: eres una cosa y aparentas otra; en la vida social eres así, y en la
vida personal eres de otra manera, y con tu familia de otra.

Hay diversas máscaras o caretas:

a) La conciencia indelicada: cuando admites a sabiendas pequeñas transgresiones a tus deberes


profesionales, familiares y personales. “Total, no es nada. Total, a nadie hago el mal. Total, es poca
cosa”.

b) La conciencia adormecida: bajo la anestesia de la juerga, la superficialidad, el alcohol, el vicio,


las mujeres...tu conciencia no reacciona, no escuchas su voz. Esta dormida, narcotizada,
anestesiada.

c) La conciencia domesticada. Una conciencia para andar por casa. Es conciencia mansa, que ya
no produce remordimientos, angustias, desazones interiores ante el mal hecho. La has domesticado:
ya no salta, ya no ruge, ya no se lanza...la tienes bien tranquila, con el látigo de la excusa y de las
justificaciones.

d) La conciencia deformada: juzga bueno lo que es malo y viceversa.

e) La conciencia farisaica: afán de aparentar exteriormente rectitud moral, estando lleno por dentro
de mentiras e hipocresía.

Urge, pues, formar la conciencia, para poder discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la
mentira, pues sólo la conciencia debe ser el faro único que guíe tus pasos en la oscuridad.

Formar la conciencia. ¿Cómo, con qué medios?

 Hacer balance de tus acciones, para ver si concuerdan a tus principios rectos y sanos.
 El consejo de un amigo formado.
 Tener un guía espiritual.
 Si eres cristiano, tienes el gran medio de la confesión sacramental.

2. Segundo, los obstáculos en la búsqueda de la verdad.

El escepticismo radical moderno . Afirma que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es
incapaz de conocerla. Si el escepticismo fuese verdadero, se negaría a sí mismo. En el campo moral,
no sólo no se está de acuerdo sobre lo bueno y lo malo, sino incluso se pone en duda sobre la
validez de esa distinción.

Relativismo: se refiere tanto al conocimiento como a la moral. Es la tesis que niega la existencia de
verdades absolutas, universales y necesarias: todas las verdades dependen de diversas condiciones
y circunstancias que las hacen particulares y cambiantes. El relativismo niega la posibilidad de
establecer verdades objetivas. Ya en el campo moral, el relativismo afirma que no hay nada de lo que
podamos decir que sea bueno o malo absolutamente.

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El utilitarismo o pragmatismo: dice que es verdad “sólo lo que te sirva y te es práctico”. Hace de la
utilidad el valor principal. Esta doctrina la promovieron J. Bentham y Stuart Mill en la Inglaterra de
finales del siglo XVIII. Para Bentham, utilidad significa placer, bien, felicidad. Mill destacó el carácter
cualitativo del placer y proclamó la superioridad de los placeres intelectuales y de los sentimientos
morales.

Permisivismo: con su filosofía de “todo está permitido”, al final es una bomba a la verdad de las
cosas, a la verdad de la naturaleza. ¿El aborto, la unión de homosexuales es una verdad, porque
está permitido por la ley civil?

Manipulación social: en parlamentos, gobiernos y organismos internacionales o nacionales. Aquí


se trata de ver todo en clave económica y financiera, dejando o soslayando el campo educacional y
el campo de valores éticos y religiosos. La colonización ideológica.

El subjetivismo: Dice que la verdad no es objetiva, sino subjetiva, y que cada persona puede
determinar por sí misma lo que es verdadero o no. Suele ser el defecto de los hombres prácticos,
como Pilatos, que consideran como una especulación inútil la búsqueda de la verdad objetiva.

El encerramiento: hay personas que se encierran en sus ideas, en sus posiciones y creen que sólo
ellos tienen toda la razón y toda la verdad. Pero es una postura errada, porque nunca están
dispuestos a abrirse a la verdad completa y objetiva.

El hábito de la mentira: es el mayor obstáculo en la búsqueda de la verdad. Ese decir lo contrario


de lo que se piensa con intención de engañar. La mentira hace mal sobre todo a quien la dice. Con la
mentira se bloquea el desarrollo de la personalidad.

La vanidad: pone en jaque la verdad de ti mismo, porque te hace mostrarte como en realidad no
eres. Te lleva a ser exaltado por encima de tu estatura humana y moral.

III. LA MENTIRA Y LOS ATROPELLOS CONTRA ESTE MANDAMIENTO

La mentira no es rentable. Tu vida, es un hecho, está rodeada de mentiras.

Les decimos a los pequeños: “Niño, no se dicen mentiras”. Y los mayores las dicen con las falsas
sonrisas, con los dobles juegos, con las medias verdades. Será bueno, por ello, que nos miremos
siempre en este espejo de la verdad que pone delante de nuestros ojos este octavo mandamiento.

¿Qué es la mentira? La mentira es decir o hacer lo contrario de lo que se piensa, con intención de
engañar. Sólo se miente cuando hay intención real de engañar. Por tanto, va contra la caridad, pues
busca confundir y engañar al otro.

Caretas de la mentira

La mentira puede presentar varias caretas:

 La hipocresía: mentir con la vida. Lee el evangelio de San Mateo capítulo 23.
 La calumnia: echar al prójimo una falta que sabes que no ha cometido.
 La simulación: mentir con hechos. Por ejemplo, delante de tus papás, del maestro, de tu
jefe, del sacerdote... eres correcto, pero se van y comienzas a portarte mal. ¿Qué pasó,
pues?

121
 Adulación: adular, para conseguir algo. (Es una manifestación bastante usual que
usamos las personas y que consiste en alabar exageradamente a alguien porque se
cree que con ello se obtendrá un beneficio, una ventaja y por supuesto su favor.)

Atropellos contra este octavo mandamiento

Hay también pecados contra la fama o el honor del prójimo, unos son de pensamiento, otros de
palabra. Todos atropellan la virtud más importante que tenemos los cristianos: la caridad.

 Sospecha temeraria: es dudar voluntaria e internamente de las buenas intenciones de los


demás sin tener fundamento sólido para ello. Se da por prejuicios, envidias y por un espíritu
mezquino que considera a los demás incapaces de hacer el bien. Debes siempre pensar bien
del prójimo.
 Juicio temerario de la conducta del otro: Es pensar mal del otro, sin tener fundamentos. Se
da dentro del pensamiento de uno, pero ya llevado a juicio interno: “Lo hizo por maldad…o
para ser visto”. ¿Quién eres tú para juzgar el interior del otro? Te dice Cristo: “No juzguéis y
no seréis juzgados…con la misma medida con que midiereis seréis medidos vosotros” (Mateo
7, 1-2).
 La murmuración o difamación: es cuando tú comentas en público sin necesidad, defectos o
pecados de los demás, que son ciertos, pero no es de tu competencia hacer esto. ¡Es falta de
caridad !
 Falso testimonio: consiste en afirmar o negar como testigo algún hecho con la intención de
distorsionar la verdad para perjudicar o defender injustamente a alguien. El fondo de este
pecado es la mentira, pero incluye además el perjurio contra la fama del prójimo pues se
comete la tremenda injusticia de declarar oficialmente con mentira contra él.
 Injuria: tú atacas al otro en su presencia.
 Burla: por algún defecto que tenga la otra persona. Son esas bromas de mal gusto, esas
risotadas por deficiencias del prójimo: por sus pecas, por sus orejas, por su nariz aguileña,
por sus labios grandotes, por sus ojos saltones, etc.
 Maldición: pedir un mal contra el prójimo.
 Locuacidad: es el hablar sin pensar. Cuando alguien habla mucho, es fácil que caiga en
mentiras, exageraciones, o simplemente palabras ociosas que no aprovechan a nadie.
 La susurración: es el sembrar cizaña entre los demás. El típico “¿Sabes lo que fulanito dijo
de ti? El susurrador suscita el odio y la venganza. Causa graves daños en las relaciones
personales y familiares y puede llegar a ocasionar guerras, divorcios o peleas.

Déjame hablarte un poco sobre algunos de estos pecados:

La calumnia

El pecado de calumnia es de mucha gravedad, ya que combina tres pecados: uno contra la
veracidad (mentir), otro contra la justicia (herir el buen nombre ajeno), y el tercero contra la caridad
(fallar en el amor debido al prójimo).

La calumnia hiere al prójimo en lo más delicado: su reputación. Si a un hombre le robamos su reloj,


puede enojarse o entristecerse, pero normalmente al cabo del tiempo quizá compre otro. Pero si lo
perdido es su buen nombre, lo privamos de algo que no podrá comprar con dinero. ¿Qué hay en la
tierra, entre los bienes humanos, más grande, más valioso, que el honor, que el buen nombre?

Difamación

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Contra este mandamiento se peca también a través de la difamación. Consiste en dañar la fama
ajena manifestando sin causa justa pecados y defectos que son verdad. Por ejemplo, cuando
comunico a los amigos los pleitos que tiene el matrimonio vecino al llegar borracho el marido a casa.
Puede que haya ocasiones en que, con el fin de prevenir males mayores, deba revelar los pecados
ajenos. Pero no a cualquiera, sino a quien puede solucionar esos males.

Contumelia

Un pecado parecido de grado menor es esa crítica despreciativa, ese encontrar faltas en todo, que
para algunas personas -por ejemplo, para la esposa con su marido; para el marido con su suegra-
parece constituir una arraigada costumbre.

Revelar secretos

Otro posible modo de ir contra el octavo mandamiento es revelar secretos que nos han sido
confiados.

La obligación de guardar un secreto puede surgir de una promesa hecha, de la misma profesión
(políticos, médicos, investigadores, etcétera), o, simplemente, porque la caridad me lleva a no
divulgar lo que pueda dañar o herir al prójimo. Se incluyen en este tipo de pecados leer la
correspondencia ajena sin permiso, o escuchar conversaciones privadas atrás de la puerta o por la
extensión telefónica, o meterse en la casilla de correo electrónico del otro para leer los mails que le
mandan.

Medios de comunicación social y de algunos periodistas. Son el cuarto poder, después del
legislativo, ejecutivo y judicial. Si tú decides ser periodista, lo primero que se te pide es que digas
siempre la verdad objetiva de los hechos, y con respeto, sin meterte en la vida privada de las
personas. Estás llamado a observar la verdad, que es el fundamento de toda ética. En los medios de
comunicación social se juega algo fundamental: la relación de la comunicación de la palabra y la
imagen con la verdad. Ojalá que la pasión, fuerza y capacidades comunicativas de todos los
periodistas estén siempre puestas al servicio de la verdad y el bien común para construir una
sociedad más justa y fraterna.

Los medios de comunicación social son algo bueno. El problema está no en lo que son, sino en la
forma en que se usan. Los medios de comunicación son una respuesta maravillosa a las
necesidades del hombre de comunicarse y ser informado y han ido adquiriendo cada vez más
importancia en todas las sociedades, gracias a la influencia que ejercen sobre la opinión pública.

Sin embargo, vemos que la realidad es distinta y algunos medios nos presentan, a veces, una verdad
deformada por los prejuicios, simpatías o antipatías de los informantes, quienes en vez de ser
objetivos en la información, expresan sus opiniones y sus ideologías propias, influyendo de una
manera nociva a toda la comunidad.

La malicia de la verdad ¿Por qué la mentira es mala?

No puedes responder así: “No vale la pena mentir, porque de todos modos viene a saberse la
verdad”. De hecho, hay mentiras que nunca llegan a descubrirse en esta vida.

¿Dónde está el mal de la mentira?

Tú eres imagen y semejanza de Dios, ¿no es cierto? Pues Dios es la Verdad eterna. Por tanto, más
te asemejarás a Dios en la medida en que seas veraz y digas siempre la verdad. En cambio, el que

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miente se hace semejante al diablo. El Señor echa en cara de los fariseos mentirosos: “Vosotros sois
hijos del diablo, y así queréis satisfacer los deseos de vuestro padre…; es de suyo mentiroso y padre
de la mentira” (Juan 8, 44). Por tanto, toda mentira es mala porque borra del alma esta semejanza
con Dios. Y aunque no dañáramos a alguien, nos estamos dañando a nosotros mismos.

Hay otra razón fuerte de por qué la mentira es mala. La mentira es un abuso del orden natural, pues
Dios nos ha dado el lenguaje para expresar nuestros pensamientos. Te dañas a ti mismo con la
mentira, a tu misma naturaleza, a tu pensamiento, a tu psicología.

Un tercer motivo de por qué la mentira es mala: porque haría imposible una vida digna del hombre.
¿Qué pasaría si la mentira fuera la moneda corriente de nuestra sociedad? ¿Qué enfermo creería al
médico? ¿Qué alumno creería al maestro? ¿Qué hijo creería a su padre? ¿Qué padre creería a su
hijo? ¿Qué obrero creería en su jefe? ¿Qué jefe creería a su obrero? ¿Qué esposo creería a su
esposa y viceversa? Todo sería un caos, ¿no crees?

TEMA Nº 39

NOVENO MANDAMIENTO

No consentirás pensamientos ni deseos impuros

El noveno mandamiento nos invita a vivir la pureza interior del corazón, de donde salen todas las
cosas buenas o malas, nos dirá Cristo: “De dentro del corazón salen las intenciones malas,
asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios e injurias: Esto es lo que hace impuro
al hombre” (Mateo 15,19).

Este mandamiento nos ayuda a liberar el corazón de esos deseos impuros, que tanto manchan el
alma. Trata de salvaguardar la virtud de la castidad en su propia raíz, en el corazón de la persona
humana. ¿Qué sería la virtud de la castidad puramente externa o superficial si no incluyese su
espíritu, es decir, la opción moral por ella, los deseos y actitudes íntimas tuyas?

La pureza comienza primero en tu corazón. Si tu corazón es limpio, todo tu cuerpo será limpio y tu
mente y tu imaginación y tu fantasía. Todo se define en tu conciencia, en tu corazón. Y es esto lo que
Dios escruta con ojos penetrantes, sí, pero también comprensivos y paternales. Dice en el
Apocalipsis: “Yo soy el que sondea los riñones y los corazones, y el que os dará a cada uno según
vuestras obras” (Ap 2, 23).

Este noveno mandamiento contempla la pureza de corazón en relación a la virtud de la castidad,


previniéndote acerca de pensamientos, delectaciones y deseos impuros conscientes, deliberados y
consentidos con la voluntad.

No debes asustarte cuando te vengan los malos pensamientos. El peligro está en el consentimiento.
Una cosa es la concupiscencia o la inclinación al mal deseo y otra cosa es el pecado, o
consentimiento de ese deseo con la voluntad. En esos momentos, piensa en otras cosas nobles y
bellas, y esos malos pensamientos se irán poco a poco. A veces son molestos, es verdad, como los
mosquitos. Pero, ten paciencia. No los consientas. Lucha. Invoca a la Virgen María. Reza un
avemaría con fervor.

Si dejas meter el pensamiento impuro, tarde o temprano derrumbará tu pureza. Te cuento una
anécdota.

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He aquí la historia del árbol caído: era corpulento, gigantesco, y se levantaba en la pradera, al borde
del paseo, apuntando al cielo con sus ramas, fuertes y lozanas. ¡Cuántos descansaban a su sombra,
fatigados del camino, y se recreaban con la frescura de su follaje!

Un día apareció derribado. ¿Lo derribó el hacha del leñador? No, lo mató un gusano. ¡Grande tuvo
que ser! No, era un pequeño gusano que lo fue carcomiendo por dentro poco a poco.

¡Cuidado con el pensamiento impuro! ¡Es gusano destructor de tu pureza!

Veremos en este mandamiento los siguientes apartados:

I. Sentido y alcance del noveno mandamiento.


II. Pureza del corazón.
III. El sentido del pudor.

I. SENTIDO Y ALCANCE DEL NOVENO MANDAMIENTO

Con la concupiscencia de la carne, el hombre se “animaliza”, pierde el equilibrio planeado por Dios y
la visión sobrenatural de su vida. El hombre olvida que es un ser llamado a la felicidad eterna, al mar,
y empieza a buscar la felicidad en los placeres y sensaciones del cuerpo, quedando atrapado en
ellas, convertido en charco maloliente.

Con el noveno mandamiento, Dios nos pone en guardia contra los peligros del camino que nos
pueden atraer y dejarnos convertidos en charcos.

Dios sabía desde el principio, el gran poder que ejercen las sensaciones sobre el hombre y por eso
nos da este mandamiento, no porque las sensaciones sean malas, sino porque si no ponemos en
ellas nuestra inteligencia, es posible echar a perder los grandes planes que Él tiene para cada uno de
nosotros.

Dios te está invitando a la pureza en el amor y en el deseo. El mismo Cristo insistió siempre en esto.
Por eso nos puso como ejemplo a los niños, por su inocencia y pureza. Él mismo vivió esta pureza,
pues de su corazón sólo brotaban los milagros, la bondad, la comprensión, la compasión y la
misericordia. “De la abundancia del corazón habla la boca” –nos dijo Jesús. Era el reflejo de lo que Él
vivía.

Todo esto para decirte que tus deseos no tienen que ir orientados a la satisfacción de los placeres
corporales, sino a alimentarse de lo noble que te ayude a ser más hombre, y sobre todo, a que
llegues a ser mar, imagen de Dios y no charco, como la gotita de agua.

Esto es lo que te deseo. Sé puro en tus pensamientos, en tus deseos y en tu corazón. Sólo así
vivirás esta hermosa virtud: la pureza de corazón.

II. LA PUREZA DE CORAZÓN Y DE INTENCIÓN

Para vivir este noveno mandamiento hay que purificar el corazón y la intención, ese mundo interior
en el que tú vives a solas y Dios te ve.

Purifica el corazón. Este nuestro mundo, por muchas partes, está saturado de erotismo. Si no te
cuidas, te mancharás. ¡Purifica el corazón! Sólo así vivirás la verdadera libertad, la alegría sincera, la
serenidad interior, el amor en su dimensión de entrega. ¡Purifica el corazón del egoísmo y deseos
impuros, que tanto te esclavizan y te hacen perder la paz! ¡Purifica el corazón para ser dueño de ti

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mismo, y puedas amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como Dios lo ama! Y sobre todo,
¡purifica tu corazón para que puedas ver a Dios en la eternidad!

Purifica tu intención. Revisa cuál es tu intención al ponerte esa blusa ajustada o esa “minifalda”
para ir a bailar con tu novio. Revisa cuál es tu intención cuando invitas a la fiesta a esa niña “fácil”,
cuando llevas a tu novia al rincón más oscuro de la discoteca, cuando citas a tu novio en tu casa
sabiendo que van a estar completamente solos, cuando pides una bebida que tal vez te va a
emborrachar, cuando te compras ese bikini diminuto, cuando te acercas a los puestos de periódicos
y recorres con la mirada todas las revistas que se exhiben, cuando vas al cine, cuando ves la
televisión, cuando navegas por Internet…

¿Qué es la pureza de corazón?

Más que definir conceptos, quiero decirte quién es una persona pura. Es aquella que ve la vida y
todo lo relacionado con la vida y la sexualidad con los ojos y con el corazón de Dios. Una persona
pura es capaz de vivir la sexualidad, mediante la virtud de la castidad, en el esplendor de la verdad.

La pureza es el lenguaje del amor. La pureza y la castidad sin amor son como un discurso vacío de
significado. La persona pura es la que es capaz de amar como sabe amar un hombre y una mujer. Si
la sexualidad es para el amor, la condición para saber amar es la castidad. La pureza o castidad
impregna de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana ordenándolos a su
fin. Esto implica la armonía entre sentidos e inteligencia, entre voluntad y corazón, equilibrio de la
personalidad unificada, fruto del dominio de sí.

Para ti, ¿qué es la pureza? ¿Reduces la pureza a sólo no ver, no tocar, no fantasear? ¡Qué pobre es
tu concepción de la pureza! La pureza es la condición para amar a Dios como Él se merece y a
los demás, como Dios los ama. Por eso, pureza y amor van juntos. Y ambas virtudes provocan
la alegría profunda. No conozco a una persona que trata y lucha por ser pura y no sea alegre y feliz.
La pureza produce alegría y contagia alegría. El hombre puro, la mujer pura irradian alegría.

Yo también diría que la pureza agranda la capacidad de amar del corazón humano. Dime cómo es tu
pureza interior y te diré cuán grande tienes tu corazón.

La impureza, por el contrario, provoca insensibilidad en el corazón, egoísmo y, con frecuencia,


violencia y crueldad.

La pureza comienza siempre en el corazón; no lo olvides. Si tienes el corazón limpio, es fácil que
seas puro en tu cuerpo. Este noveno mandamiento te pide la pureza del corazón, que es condición
indispensable para cumplir el sexto mandamiento, que te exige la pureza exterior de tu cuerpo, como
ya te expliqué. Por eso, lo que veas en tu corazón que desagrada a Dios, quítalo. ¿Quieres ver a
Dios? Ya sabes: sólo los puros de corazón verán a Dios, dijo Jesucristo. Dios se deja contemplar por
los que tienen el corazón purificado.

III. EL SENTIDO DEL PUDOR

No sé si aquí es el momento de hablarte del pudor. Podía haberte hablado de él también en el sexto
mandamiento. Pero como ambos mandamientos están tan unidos. Pues tu falta de pudor provocará
en quien te ve malos deseos y malos pensamientos. Por eso quiero tratarlo aquí en el noveno
mandamiento que te manda “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”.

¿Qué es el pudor?

El pudor consiste en defender la dignidad de nuestro cuerpo, evitando que aparezca como un simple

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objeto de deseo sexual de los demás.

La educación del pudor viene a ser el contrapeso de una actitud puramente naturalista frente al
hecho de la sexualidad.

Frente al exhibicionismo sexual, que tan intencionadamente se propaga y con tanta insistencia lo
practica y lo acepta la gente, es útil recordar que son tan necesarios hoy como siempre el pudor y la
modestia.

El pudor podría también definirse como la cualidad exclusivamente propia del hombre que actúa en
defensa de la dignidad de la persona humana y del auténtico amor. El pudor sirve para frenar
comportamientos y actitudes que oscurecerían la dignidad del ser. Es un medio necesario y eficaz a
la hora de demostrar el señorío sobre los instintos y vale para integrar la vida afectivo-sexual en el
marco armonioso de la persona.

No debes olvidar que el pudor es un instinto natural, que protege espontáneamente la propia
intimidad.

Gracias al pudor, aprenderás a respetar tu propio cuerpo como don de Dios, miembro de Cristo y
templo del Espíritu Santo; aprenderás a resistir el mal que te rodea, a tener una mirada y una
imaginación limpias y a vivir en el encuentro afectivo con los demás un amor verdaderamente
humano, sin excluir los elementos espirituales.
TEMA Nº 40

DÉCIMO MANDAMIENTO

No codiciarás los bienes ajenos

Dios te invita al desprendimiento para que tu corazón sea feliz y no sea un esclavo de los bienes
materiales y económicos.
Este mandamiento apunta al deseo de toda persona a ser feliz. ¿Dónde reside la felicidad? ¿En el
dinero, en el tener cosas? Dios con este mandamiento quiere que busquemos la felicidad donde sí la
podemos encontrar y no quiere que perdamos lo más valioso que tenemos por buscar tener más y
más bienes materiales, que siempre son perecederos y efímeros.

Este mandamiento no prohíbe un ordenado deseo de riquezas, como sería una aspiración a un
mayor bienestar legítimamente conseguido; manda conformarnos con los bienes que Dios nos ha
dado y con los que honradamente podamos adquirir. Pero sí sería pecado murmurar con rabia contra
Dios porque no te da más; y tener envidia de los bienes ajenos. No sacrifiques tu felicidad por nada.

¿Qué te parece, si vemos estos puntos en la explicación del décimo mandamiento?

I. ¿Qué dice el Antiguo Testamento sobre el uso de las riquezas?


II. ¿Cuál es la novedad y la postura de Cristo ante las riquezas materiales?
III. Atropellos contra este décimo mandamiento.

I. LOS BIENES MATERIALES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

No sé si has leído el Antiguo Testamento. Sé que no es fácil leerlo. Pero algo quiere enseñarte Dios

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en relación a los bienes materiales, para que te sirvan para tu propia felicidad y no para tu
destrucción.

En la época más antigua de la historia de Israel, en la época del nomadismo, la propiedad de los
bienes era comunitaria o, más exactamente, tribal. La riqueza era exaltada como bendición de Dios y
signo de su predilección, relacionada con la fidelidad a la Alianza. Y la pobreza, como maldición
divina.

Más tarde, se fue cambiando esta concepción. Surgieron los latifundios, los abusos de los
propietarios, los impuestos excesivos, la corrupción de la justicia, y se fue planteando cada vez más
la urgencia de la opción entre el rico y el pobre.

II. LA NOVEDAD DEL MENSAJE DE CRISTO FRENTE A LOS BIENES

En el Nuevo Testamento, quedan claros estos principios:

 Los bienes materiales son buenos en cuanto creados por Dios para el uso del hombre. Úsalos
bien y para lo que Dios quiere: tu propia dignidad y para ayudar a los necesitados. Así vivirás
feliz.
 Las riquezas, no obstante, no dejan de tener carácter ilusorio y peligroso, pues crean un
sentido de falsa seguridad y pueden apartar el corazón de Dios. Así se explican estos textos:
Mateo 6,24: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Mateo 13,22: La seducción del dinero asfixia
el mensaje (la semilla de Dios) y queda sin fruto. Lucas 12, 15-21: La parábola del rico:
“¿Para quién va a ser todo lo que has acaparado?”. El apego a la riqueza pone en jaque tu
felicidad.
 Jesús deja bien claro además la necesaria conversión del corazón, para poder poner en su
lugar la riqueza. El deseo inmoderado de riqueza genera la envidia que puede conducir al
hombre a cometer los mayores crímenes, como le pasó a David. Y la envidia es destructora
de la felicidad interior.

III. ¿CUÁLES SON LOS PECADOS CONTRA ESTE DÉCIMO MANDAMIENTO?

1. Avaricia o codicia

a) Definición: Es el amor desordenado a los bienes terrenales (nuestro dinero, casa, hijos, cosas).
Avaricia es el acaparamiento desordenado de bienes materiales. El desorden puede estar:

 En la intención: desear las riquezas por ellas mismas, como un fin y no como un medio para
poder vestir y alimentar a la propia familia y para ayudar a la Iglesia y a los más necesitados.
 En la manera de conseguir esa riqueza; por ejemplo con ansiedad, por todos los medios
posibles (a veces ilícitos y malos), dañando al prójimo, la propia salud, la de nuestros
empleados, si somos jefes, haciéndoles trabajar más horas de las debidas.
 En la manera de usarla, sólo para ti, todo para ti, en vez de usarla para los más necesitados,
en obras de caridad, de sanidad.

b) Malicia de la avaricia: La avaricia en ocasiones puede ser grave porque es una señal de falta de
confianza en la providencia de Dios (si damos para los demás no nos quedamos con nada); es,
además, una falta contra la caridad; hay excesiva confianza en ti mismo.
Todo esto es muy grave porque se llega a convertir al dinero en ídolo. Nadie puede servir a Dios y al
dinero (Mateo 6, 24).

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c) Consecuencias:

 Una gran desazón interior, intranquilidad.


 Te impide volar hacia la santidad, te ata aquí abajo.
 Te impide hacer apostolado, que es misión del bautizado.
 Tu corazón queda aprisionado.

d) Remedios:

 reflexionar en que las riquezas no son fin sino medios que Dios te da para remediar tus
necesidades y las de los demás.
 reflexionar que eres administrador y no dueño de tu riqueza y que has de dar cuenta de lo
usado o abusado, como así también de las cualidades que debes poner al servicio de Dios. El
apostolado pone a prueba esas cualidades.
 reflexionar que el dinero es pasajero, efímero, que hoy lo tienes y mañana lo puedes perder.
 reflexionar que el dinero no lo llevarás a la otra vida y en cambio llevarás las obras buenas
que has hecho. Si fueras prudente atesorarías para el cielo y no para la tierra (Mateo 6, 19-
20). Pon todo en manos de Dios. Las manos de Dios son más seguras que un banco o mil
acciones de bolsa y que cualquier empresa que puede quebrar.
 cultivo de la pureza del corazón y del desprendimiento interior. Cuanto más puro, más
desprendido serás.

2. La envidia, hermana de la codicia

a) Definición: Es una pasión desordenada que nos lleva a sentir tristeza al ver y constatar el bien
ajeno, las cualidades del otro, el coche del otro, la novia del otro, el pantalón del otro, la casa del
otro, etc. Es muy sutil. Lo peor de todo es que se desea que ese bien desaparezca, se desea el mal
al otro, por eso es un pecado capital. Pensamos que ese bien nos disminuye. Es más, el envidioso
se alegra cuando le va mal al otro, que tenía tantas cualidades.

b) Distingue estos términos

 celos: se defiende el propio bien de uno con amor excesivo y temor de ser superado por los
otros.
 emulación: es un sentimiento laudable, bueno, que nos mueve a imitar, igualar y si es
posible, por amor a Dios, superar los talentos buenos de los demás, por medios legítimos.
Para que sea buena la emulación tiene que ser:
 c) Origen: La envidia tiene su origen en la soberbia que es, junto a la sensualidad, madre de
los demás pecados.

d) Malicia de la envidia: en sí es un pecado muy grave porque se opone a la virtud de la caridad


que es la principal virtud de un cristiano, que te manda alegrarte del bien del prójimo. Cuanto más
envidias mayor es el pecado. Santo Tomás decía que la envidia de los bienes espirituales del otro es
pecado gravísimo. Suscita odio, calumnia, murmuraciones, deseos malos, siembra divisiones,
impulsa a la búsqueda inmoderada de riquezas.

e) Remedios contra la envidia

 alegrarte de los triunfos de compañeros.


 fomentar la emulación (imitar) buena entre tus amigos.
Pedir la gracia de Dios para que te conceda un corazón grande, magnánimo, generoso.

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No olvides que la avaricia y la envidia acaban teniendo efectos destructivos en el propio hombre, le
alienan y, sobre todo, le cierran a la Palabra de Dios y a los valores novedosos de su Reino. Le
roban la felicidad interior.

TEMA Nº 41

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Desgraciadamente la Doctrina Social de la Iglesia es hoy una gran desconocida en la propia Iglesia
y, en especial, por parte de los seglares que son los llamados en primer lugar a ponerla en práctica.
Quizás esto explique la incapacidad, en muchas ocasiones de los católicos, para cristianizar el
mundo.

¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia?

La Doctrina Social de la Iglesia “es el conjunto de enseñanzas que el Magisterio de la Iglesia Católica
ha expuesto y urgido en la época contemporánea sobre la cuestión social”.
La Doctrina Social de la Iglesia nace, por tanto, del deber que tiene la Iglesia de predicar el
Evangelio. Asimismo, es un derecho de la Iglesia ya que como institución tiene derecho a
preocuparse por la promoción integral del hombre y proponerle un camino de vida acorde a su
vocación y dignidad.
El fin de la Doctrina Social de la Iglesia es que los hombres seamos capaces de interpretar las
realidades en que vivimos y encontrar caminos adecuados para la acción. El adjetivo social no hace
referencia sólo a las realidades económicas sino a todos los ámbitos de la convivencia humana: el
derecho, la política, la economía, la familia, los medios de comunicación, la cultura,…

Hay siete principios, siete criterios que son muy claros y yo quisiera recordarlos hoy, como de un
golpe. Son ellos los ejes claves de esta doctrina y son los ejes también para poder ayudar a todo ser
humano a crecer, desarrollarse y progresar, como debe ser. Esos siete principios son los siguientes:

1. El principio del bien común.


2. El destino universal de los bienes.
3. El principio de subsidiaridad.
4. El principio de participación.
5. El principio de solidaridad.
6. El principio de los valores, fundamentalmente estos cuatro: la verdad, la libertad, la justicia, el
amor.
7. Finalmente, este último, el amor, es el valor principal, porque ha de ser el que dé UNIDAD a los
demás valores.

1. El bien común: El principio o el criterio del bien común es un principio fundamental en lo que es la
vida humana y en lo que son las relaciones de los seres humanos. Para la doctrina social de la
Iglesia el principio del bien común es el primero de todos los principios: todos los bienes que existen
son bienes para todos los seres humanos.
La concepción es clara: Dios creó todo lo que existe para todos los seres humanos, no para una sola
persona. De ahí que el principio del bien común quiere mirar no solamente a un individuo sino a
todos los individuos, no a una persona sino a todas las personas.
Por eso, este principio del bien común es una tarea que nos compete a todos, y de ahí que los

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bienes que existen sobre la tierra han de llegar a todos los seres humanos.

2. El destino universal de los bienes: El principio del bien común que guía la doctrina social de la
Iglesia va muy unido al principio del destino universal de los bienes. Este principio nos recuerda a
nosotros que todo cuanto existe tiene una dimensión universal. Nosotros hablamos del derecho de
propiedad.
El derecho de propiedad privada también tiene su sentido. La propiedad privada ayuda a que las
personas puedan tener un mínimo de espacio para vivir, para que se respete su libertad; sin
embargo, cuando la propiedad privada se excede y viola el principio universal de los bienes,
entonces, la propiedad privada ha de estar sujeta a lo que es este principio universal de los bienes.
3. La subsidiaridad: En la búsqueda del progreso y el desarrollo de toda persona humana, de todo
ser humano, de su dignidad, hay un principio que no se tiene muchas veces en cuenta y que hay que
recordarlo también con frecuencia y volver el pensamiento y la mirada hacia él. Es el principio de la
subsidiaridad, palabra que no es fácil de pronunciar, pero que es sumamente importante. Nosotros
los seres humanos debemos producir lo que nosotros debemos producir. Cada ser humano tiene una
responsabilidad, ante sí mismo y ante los demás, como cada grupo, como cada sociedad, pero hay
limitaciones que nosotros tenemos, y es ahí donde se necesita el apoyo subsidiario.
Ese principio de subsidiaridad ayuda a que los pueblos puedan progresar y los grupos puedan
avanzar. Y esto hay que decirlo no solamente a nivel nacional, hay que decirlo, también, a nivel
universal.

4. La participación: Otro principio claro en la doctrina social de la Iglesia es el principio de la


participación. Es un tema sobre el que nosotros volvemos una y otra vez. La participación, como algo
inherente al ser humano, hace parte de nuestra existencia.
Nosotros queremos participar y esa participación nos hace mostrar a nosotros un deber, el deber que
tenemos todos los seres humanos de participar en la vida, en el desarrollo, en el progreso de los
pueblos.
Por eso, una persona que no participa en los gastos de un pueblo, con sus impuestos, es una
persona que no está cumpliendo con su deber. Una persona que no participa en las elecciones, por
ejemplo, es una persona que se siente limitada en lo que es su derecho de participar en la elección
de aquellos que lo dirigen. Esta dimensión de la participación muestra un derecho, pero también
muestra un deber.
Volvamos una y otra vez la mente sobre la participación, sobre nuestro deber de participar en la vida
familiar, en la vida social, en la vida del barrio, en la vida nacional, en la vida internacional. Pensemos
en la participación, como un derecho y un deber.

5. La solidaridad: La solidaridad es uno de los grandes principios, o si se quiere, uno de los grandes
valores que más se trata en el mundo de hoy. Hemos venido muchas veces sobre esta temática y
hay que volver continuamente sobre ella. La solidaridad nos esta mostrando a nosotros como la
humanidad es una y cómo tiene que apoyarse mutuamente. La solidaridad que nos mueve a
nosotros a vernos como sólidos en uno nos indica que los pueblos no pueden existir si no son
solidarios entre sí y que la humanidad también es así, y esto se ve de una manera muy clara en las
crisis y en los problemas. Somos solidarios, hemos de ser solidarios, queramos o no queramos, pero
hemos de hacerlo de manera consciente.

6. Valores fundamentales: El tema de los valores está sobre el tapete. Es un tema sobre el que
hemos de volver una y otra vez, y podemos preguntarnos sobre los muchos valores que hay, y
podemos enumerar decenas de valores: ¿cuáles son los fundamentales?, ¿cuáles son los más
importantes, aquellos necesarios para que funcione una sociedad y que son clave también para el
progreso de los pueblos?
Los cuatro grandes valores son estos: La verdad, la libertad, la justicia y el amor.

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7. La vía del amor: Podemos hablar y tocar temáticas como esta: el bien común, el destino universal
de los bienes, la participación, la solidaridad, los valores de la verdad, la justicia y la libertad. Pero
tenemos que decir que el vínculo que une todo esto es el amor. Sin amor, nosotros no podremos
llegar a eso que deseamos: a una mayor distribución de las riquezas, a un mundo donde impere la
verdad, la justicia, la libertad; donde los bienes realmente sean comunes, donde se busque el bien
común.
No podemos pedirles a los políticos que se preocupen de buscar los intereses del pueblo peruano y
no sus propios intereses, si ellos no tienen amor. Se lo podemos pedir en nombre de la justicia, en
nombre del respeto a los demás; el amor es necesario para todo ello. Podemos pedirle a un juez que
haga la justicia, pero si ese juez no respeta a la persona humana, si ese juez no ama al ser humano,
será injusto. Los valores que nosotros necesitamos poner en práctica, y son necesarios todos,
necesitan un fundamento, un guía, que es el amor. Por eso, el progreso de los pueblos, el bienestar
de los pueblos, la mejor distribución de las riquezas, todo aquello que nosotros deseamos no se dará
en efecto y en verdad, si los seres humanos son egoístas. De ahí que el camino del amor, la vía del
amor, es y seguirá siendo el camino del desarrollo de los pueblos, del respeto a las personas y de los
derechos humanos.

1. LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

Para la doctrina social de la Iglesia católica, el trabajo significa "todo tipo de acción realizada por el
hombre independientemente de sus características o circunstancias; significa toda actividad humana
que se puede o se debe reconocer como trabajo entre las múltiples actividades de las que el hombre
es capaz y a las que está predispuesto por la naturaleza misma en virtud de su humanidad. Hecho a
imagen y semejanza de Dios en el mundo visible y puesto en él para que dominase la Tierra, el
hombre está por ello, desde el principio, llamado al trabajo.
El trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas, cuya
actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida, no puede llamarse trabajo; solamente el
hombre es capaz de trabajar, llenando con el trabajo su existencia sobre la Tierra. De este modo el
trabajo lleva en sí un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la persona activa en
medio de una comunidad de personas; este signo determina su característica interior y constituye en
cierto sentido su misma naturaleza"[]

2. PARTICIPACION DE LOS CATOLICOS EN LA VIDA POLITICA

Los católicos debemos participar en la política como ciudadanos responsables, por el bien de
todos. La solución a la corrupción no es abandonar la política sino participar en ella con principios
cristianos. Jesús nos dijo que somos sal y luz del mundo. Esto debe aplicar primero a nuestra vida
pero, si esta es auténtica, se manifiesta también en la política. La sal preserva de la corrupción, la luz
permite que se vea la verdad.

Es necesario formarse en la fe y la doctrina social de la Iglesia para discernir sin dejarse seducir
por las pasiones y las mentiras que se presentan en las campañas electorales. (Cf. Gaudium es
Spes, 43). Es sorprendente como la propaganda de los medios engaña a la gente, como creemos las
cosas solo porque se repiten. Debemos examinar objetivamente como los candidatos han actuado en
el pasado.
Hay una jerarquía de valores. El valor principal es el respeto a la vida humana. Si un candidato
favorece el aborto o la eutanasia, no respeta al ser humano y no se debe votar por él aunque en
otros aspectos parezca bueno. Los derechos humanos forman parte de la ley natural, la cual es
accesible a la razón cuando se busca con sincero corazón. Ver: Benedicto XVI. Toda autoridad
legítima procede de Dios y debe someterse totalmente a Dios. Cuidado que no sea solo de palabra
sino que en efecto demuestre coherencia con la moral.

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Ningún gobierno, partido o político se puede confundir con el Reino de Dios. Cuidado con los
mesianismos políticos, que se presentan como salvadores de la humanidad. "Ningún partido
representa a la Iglesia y los católicos pueden militar o dar su voto libremente al partido o al
candidato que mejor responda a sus convicciones personales, con tal de que sean
compatibles con la ley moral natural y que sirvan sinceramente al bien común de la sociedad.
Nuestra misión, en cambio, ha de ser la de orientar con los principios éticos de la doctrina
social cristiana sobre los derechos y deberes políticos de los fieles laicos, ayudando a formar
una conciencia social."

3. CRISTIANISMO Y ECOLOGÍA

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia titula su capítulo X “salvaguardar el medio ambiente”


, y en él considera a la Naturaleza como “un don de Dios , el lugar y el proyecto que El confía a la
guía responsable y al trabajo del hombre” y que “la relación del hombre con el mundo es un elemento
constitutivo de la identidad humana. Se trata de una relación que nace como fruto de la unión,
todavía más profunda, del hombre con Dios”.

¿Cómo ha entendido la Iglesia, al menos en los últimos 50 años la preocupación ecológica y el tema
del medio ambiente? ¿Cuál es el mensaje del Magisterio sobre un tema que se ha ido imponiendo
cada vez más y que ahora se convierte, a través de la Encíclica de Papa Francisco, en un capítulo
importante de la Doctrina Social de la Iglesia?

La explotación irracional de la naturaleza, no sólo daña gravemente el medio ambiente, sino que
plantea también un grave problema social y humano. El mensaje esencial de Pablo VI, pasó
desapercibido por los líderes económicos y políticos durante décadas, hoy en día necesita incluso
ser reiterado y resaltado.

Juan Pablo II estableció los parámetros de la reflexión de la Iglesia con respecto a este preocupante
desafío entonces relativamente nuevo. Destruir la armonía del medio ambiente es una pena, ya que
aleja a los seres humanos de sí mismos y de la tierra. Cardinal es la «relación» entre la humanidad y
el resto de la creación, que debe ser alimentada con amor y sabiduría. La crisis ambiental no es sólo
científica y tecnológica; es fundamentalmente moral.

Benedicto XVI reiteró que la cuestión ecológica concierne a los cristianos justamente por ser gente
de fe, y la Iglesia como tal: "La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe
hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de
la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí
mismo."

El papa Francisco en la encíclica Laudato si dice Esta hermana (La tierra) clama por el daño que le
provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La
violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los
síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.
Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra,
que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn
2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el
aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Compartimos algunos consejos concretos con los que el Santo Padre nos alienta a colaborar para
proteger y construir nuestra casa común, pequeñas acciones que derraman un bien en la sociedad

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“más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que
siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente”.

 Calefacción: nos aconsejó abrigarse más y evitar prenderla.


 Evitar el uso de material plástico y de papel.
 Reducir el consumo de agua.
 Separar los residuos.
 Cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer.
 Tratar con cuidado a los demás seres vivos.
 Utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas.
 Plantar árboles.
 Apagar las luces innecesarias.
 Dar gracias a Dios antes y después de las comidas.

TEMA Nº 42

COMBATE ESPIRITUAL

El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el vencedor no sufrirá daño de la
muerte segunda. -Apocalipsis 2,11

En este mundo libramos un combate espiritual que decidirá nuestro destino eterno. ¡Que pocos lo
entienden! Una de las tácticas del enemigo es mantenernos dormidos, distraidos con mil cosas para
así vencernos. Aquí les comparto algunos elementos esenciales para vencer.

Es hora de despertar del sueño.

Debemos saber cual es la meta de nuestra vida: No es aumentar placeres, ni hacernos ricos ni
famosos. Es mas bien vivir para siempre como hijos amorosos y fieles de Dios. Desearlo con todo el
corazón es la mas alta y gloriosa empresa. En esto consiste la perfección cristiana y la verdadera
vida espiritual. No se trata de hacer algunas buenas obras para sentirnos buenos. No confundamos
los medios, que son las prácticas de nuestra fe con el fin que es el reino de Jesús sobre nuestros
corazones.

¿CUAL ES LA BASE, PARA OBTENER LA PERFECCIÓN?

La base de la perfección y santidad consiste en cinco cosas.

1a En conocer y meditar la grandeza y la bondad infinitas de Dios, y nuestra debilidad, e inclinación


tan fuerte hacia el mal. Es la gracia que durante noches enteras pedía San Francisco de Asís en su
oración, hasta que logró conseguirla: "SEÑOR. CONÓZCATE A TI; CONÓZCAME A MI".

2a Aceptar ser humillados y sujetar nuestra voluntad no solo a la Divina Majestad, sino a personas
que Dios ha puesto para que nos dirijan, aconsejen y gobiernen.

3a En hacerlo y sufrirlo todo, únicamente por amor a Dios y por salvación de las almas; por conseguir
la gloria de Dios y lograr agradarle siempre a El. Así cumplimos el primer mandamiento que
dice:"AMARAS AL SEÑOR TU DIOS, CON TODO EL CORAZÓN, CON TODA EL ALMA Y SOBRE
TODAS LAS COSAS".

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4a Cumplir lo que exige Jesús: "NEGARSE A SI MISMO", ACEPTAR LA CRUZ DE SUFRIMIENTOS
QUE DIOS PERMITE QUE NOS LLEGUEN, SEGUIR A JESÚS IMITANDO SUS EJEMPLOS;
ACEPTAR SU YUGO QUE ES SUAVE Y LIGERO, APRENDER DE EL QUE ES MANSO Y
HUMILDE DE CORAZÓN". (Mat. 11.22)

5a Obedecer lo que aconseja San Pablo: "Imitar el ejemplo de Jesús que no aprovechó su dignidad
de Dios, sino que se humilló y se hizo obediente, hasta la muerte y muerte de cruz". (Fil 2 )

El ayuno es renuncia, es despojarse de aquello que no nos sea totalmente esencial. El ayuno es
mortificar las apetencias. Cuando yo renuncio a lo que me gusta me estoy preparando para la lucha
contra la tentación de las cosas del mundo que no hacen bien a mi espíritu y que me distrae, me
saca fuera de lo verdaderamente importante para mi salvación y la salvación de otros. Por eso,
ayunar implica vaciarse de uno mismo, y a través del ayuno refuerzo mi voluntad a la renuncia. El
Señor ayunó los cuarenta días para enseñarnos que ese es un camino espiritual privilegiado y una
poderosa arma contra Satanás. Satanás ofrece tentando, seduciendo y la voluntad debe estar
fortalecida para rechazarlo. Aprender a ayunar es aprender a privarse de lo superfluo y efímero.

El ayuno solo no basta. Junto al ayuno está la oración. Oración y ayuno van juntos y son
complementarios. Cuando ayunamos nuestra oración es más profunda, más concentrada. Cuando
oramos nuestro ayuno es más llevadero. Si con el ayuno nos sobreponemos a las apetencias de la
carne y del mundo, con la oración provocamos y alimentamos el hambre y la sed de Dios. Por medio
de la oración nos saciamos de Dios.

La obra de caridad cierra el triángulo porque sin amor que se exprese en obras todo es inútil. No
olvidemos nunca que la mayor obra de amor es dar de sí para que otros se salven, es la obra de
salvación y esa es totalmente obra de amor.

TEMA Nº 43

EL PADRENUESTRO

Uno de sus discípulos le pidió a Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración
del Padrenuestro. Es así como Jesús nos regaló esta oración siendo la oración cristiana
fundamental, la que todos nos sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio,
en la Misa. A esta oración también se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en
esta oración pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Dios sabe que es lo mejor para
nosotros. A través del Padrenuestro vamos a hablar con nuestro Padre Dios. Se trata de vivir las
palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos diciendo. El
Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.

Saludo

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN E L CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia
de Dios para adorarle, amarle y bendecirle.

¡PADRE! : Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el
compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque
es nuestro Padre.

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PADRE “NUESTRO”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios
hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama
muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los
corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no
está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.

Las siete peticiones

Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete
bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su
Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia.

1. SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada
nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea
santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los
otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que todos
los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.

Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunciado por todos los hombres de una
manera santa, para bendecirlo y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el
nombre de Dios con nuestra propia vida.

2. VENGA A NOSOTROS TU REINO: Al hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente
en nuestra vida de todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer
crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final
del Reino de Dios.
Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin
del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la
Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres.
Se trata de ayudar en la Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para
que todos los hombres lo conozcan, lo amen.
Pedimos el crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final su
Reino.

3. HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO: La voluntad de Dios, lo que


quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.
Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los
hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y
que florezcan las virtudes.

4. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro
Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre.
Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras ncesidades
materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay
hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

5. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE


NOS OFENDEN.

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PERDONA NUESTRAS OFENSAS: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso
necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos
un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN: Este perdón debe
nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el
amor es más fuerte que el pecado.

6. NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN: El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir


sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el
camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la
tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y LÍBRANOS DEL MAL: El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde
de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en
paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te
va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de Dios.

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