Reflexión Sobre Siete Vagones de Algodón
Reflexión Sobre Siete Vagones de Algodón
Reflexión Sobre Siete Vagones de Algodón
Después de leer esta obra corta de Tennessee Williams me ha quedado muy en que no hace
falta tener una obra de 150 páginas para contar una historia consistente con un mensaje
potente. Lo primero que siento luego de leer esta obra es que Williams me ha llevado en un
viaje de 27 páginas que parecían 100. Y es que no me ha faltado nada, ninguna explicación,
ningún hueco argumental. Es una obra con un mensaje puntual, construida para que la
entiendas. La obra está dividida en 3 escenas puntuales. Cada una representa el comienzo,
nudo y desenlace de la misma.
Durante el comienzo, Williams muestra maestría y plantea desde las acotaciones una intriga.
¿Ha sido Jake quien ha quemado las máquinas de algodón? La respuesta obvia es que sí. La
actitud del personaje durante la escena lo deja claro; sin embargo, el personaje nunca lo
admite. Parece tonto, pero creo que este tipo de detalles son los que diferencian la
dramaturgia de un maestro con un amateur. Pues, en primer lugar, es el público quien saca las
conclusiones a partir del comportamiento del personaje. Esto hace que sintamos una
sensación satisfactoria, pues lo primero que pensé es, estoy entendiendo la obra. Él
dramaturgo no me esta tratando como un idiota. Y, por otro lado, al no tener nada explicito,
pues de las palabras del personaje nunca sale un, yo lo hice, siempre te queda la intriga de ¿Y
si él no fue, y hay algo más que aún no sé? Lo me mantiene en la historia. Quiero resaltar esto,
pues creo que para escribir una obra tan corta hay que tener las cosas muy claras. Parece un
poco tonto, pero en tan pocas páginas tienes que lograr que entienda el mensaje de lo que me
quieres contar, la historia, la relación de los personajes y mantenerme conectado en todo
momento. Y por eso no creo que ese detalle sea fortuito.
Avanzando mas en la escena, Williams plantea la relación de los personajes de forma muy
cruda y visceral. Y es que realmente me costo leer la primera escena, pues mi imaginación no
dejaba de mostrarme imágenes de lo que Jake hace con Flora. Los gritos de dolor de la esposa
se sienten cercanos y contemporáneos. Asimismo, estoy seguro que a muchos se les ha venido
algún caso conocido de maltrato doméstico. La relación inicial, me recuerda a casa de
muñecas. Flora, que curiosamente rima con Norah, es una mujer con un carácter infantil. Si le
hiciésemos un análisis psicológico, puede que su personalidad nazca de su necesidad a sentirse
protegida. Tal como lo resalta el señor Vicarro en la segunda escena. Flora se apega a su
cartera para sentirse protegida. Y no solo eso, la curiosa diferencia de años en la pareja resalta
aún más el seudo complejo de Electra que tiene el personaje. Además, al dejarse llamar nena,
permitir que Jake la trate de forma infantil y la castigue, solo resalta la figura paterna que, para
ella, él representa. Otra cosa interesante es como Williams dibuja muy bien la figura
campechana sureña de alguna época cercana a la guerra civil. Esto suma mucho a la obra, ya
que se siente mucho mas fuerte ver como Jake maltrata a Flora en una época en la cual era
normalizado.
Por último, la escena final es una comedia fantástica. Jake ha sufrido la justicia poética a partir
del termino que él mismo expuso y no se ha dado cuenta. Williams nos hace participes de la
obra y nos vuelve cómplices de Flora. Todos sabemos lo que paso menos Jake y eso es
divertido. Nos hace sentir satisfechos ver como él personaje tan grotesco de Jake recibe su
castigo. Y ese conocimiento nos hace entender el subtexto de Flora.
Otra cosa que me parece fantástica, es que el dramaturgo ha manejado de tal manera el texto
y los sucesos de la obra que yo como público me siento mal. Me siento mal de reírme de la
escena anterior, me siento mal de ver a Flora semi desnuda. Flora ha madurado, ha dejado de
usar sus vestidos de niña, para vestir de adulta. Sin embargo, no puedo dejar de sentir que he
sido cómplice del abuso a una mujer. Para mi esta escena representa el portazo final de Norah.
El empoderamiento de una mujer, pero a costo de su inocencia.