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CALEIDOSCOPIO: El prisma del lenguaje.

Cómo las palabras colorean el mundo 149


nos merece una nota explícita de agradecimiento por el
sabio manejo de la labor interpretativa y por la fluidez y
la transparencia con las que presta una nueva voz al autor
de la obra.

Guy Deutscher sabe conducir al lector por los entresijos


de un debate complejo como es el del papel del lenguaje
en tanto que umbral, difícil de trazar, entre naturaleza y
cultura para los seres humanos. Este debate se remonta
–como mínimo– al Crátilo de Platón, donde ya se dia-
loga y discute sobre el carácter natural o convencional
(cultural) del lenguaje. Este tipo de cuestión se renueva
siempre de una u otra manera, y debemos decir que en la
actualidad implica, directa o indirectamente, a una exten-
sa gama de disciplinas académicas. El libro que comenta-
mos no cierra ni pretende cerrar el debate, pero introduce
guías y criterios con los que orientarlo, evitando falacias
y denunciado discursos mal fundamentados. Como su tí-
tulo indica, las relaciones del lenguaje y la percepción
humana delimitan de alguna manera su discurso y, más
en concreto, las relaciones entre el léxico y la percepción
del color.

A las ideas acompañan siempre los actores que las defien-


den, el contexto histórico del que son hijos, sus virtudes
como pioneros o sus yerros como inductores de pistas fal-
sas. El autor, pese a las distancias que toma de alguno de
estos actores, como es el caso de Benjamin Lee Whorf, ad-
mite también que los errores o las perspectivas equivoca-
das son siempre parte implicada en el esclarecimiento de
los hechos. Así lo demuestra en general y, particularmente,
al manifestar una velada admiración por William Ewart
Gladstone, quien a mediados del siglo XIX (Gladstone,
El prisma del lenguaje. Cómo las palabras 1858) inició el debate contemporáneo sobre las relacio-
colorean el mundo, de Guy Deutscher, nes entre percepción humana y léxico del color, aunque su
traducción de Manuel Talens, criterio explicativo fuera erróneo a la luz de los conoci-
Barcelona, editorial Ariel, 2011, 334 pp. mientos actuales. A un entusiasta de los poemas homéricos
como Gladstone le llamó la atención el hecho de que la
Nos congratulamos muy especialmente con esta traduc- riqueza de imágenes que se despliega en los mismos se
ción al español del excelente estudio de Guy Deutscher. asocie, sin embargo, a una pobre visión en claroscuro. Su-
La obra cautiva al lector desde el primer momento, com- cede, por otra parte, que los escasos términos de color de
binando para ello a la perfección el rigor intelectual con los que se hace uso en estos poemas ligan fenómenos cro-
el dramatismo expositivo. El traductor, Manuel Talens, ha máticos supuestamente diferentes, como el bien conocido
sabido sintonizar con esta tensión dialéctica que recorre el del vino y el mar, o que términos que designan diferentes
conjunto de la obra y adaptarla, oportunamente, a la pers- colores se aplican a fenómenos cromáticos supuestamente
pectiva del ámbito lingüístico-cultural hispánico. Su labor idénticos. Aparte del blanco y el negro, sólo el término y la
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cualidad del rojo parecen aplicarse de manera congruente de los hechos culturales basada en algún efecto naturaliza-
a determinados objetos. dor es, de entrada, excluida o, más aún, estigmatizada. En
este contexto histórico, que sería ya el de la primera mitad
Para la búsqueda de una explicación a estos hechos Glads- del siglo XX, se abre paso y populariza la idea –cuyo an-
tone se inspiró en una teoría evolucionista que se iba tecedente más respetable y moderado en su formulación
abriendo paso en la segunda mitad del siglo XIX y que es Wilhelm von Humboldt– de que una lengua determina
manejaba todavía el supuesto lamarkiano de la transmi- nuestra visión de las cosas e incluso nuestra manera de
sión generacional de rasgos adquiridos. Este supuesto, actuar. Una lengua se ha constituido, con una suerte de ar-
ante la total ausencia de conocimientos genéticos, se hacía bitrariedad inherente, en un sistema que explicaría nuestra
incluso compatible con el modelo de selección natural de manera de pensar e interactuar con el otro. El relativismo
Darwin. Deutscher ilustra con gran viveza los pormenores acaba siendo un determinismo que el medio lingüístico –o
de este estadio del pensamiento evolucionista. Como hijo lingüístico-cultural– impone sobre el hombre, cuya natu-
de su tiempo, Gladstone se atrevió a propugnar lo siguien- raleza o bien no existe o no cuenta en absoluto como factor
te: la capacidad de discriminación cromática habría sido explicativo.
un desarrollo reciente de la humanidad que sólo alcanzaba
a insinuarse entre los griegos antiguos. Se trataría de una Deutscher se encarga de evidenciar la incongruencia y la
habilidad mejorada por el ser humano con determinado falta de fundamento para este tipo de visión extrema que
tipo de prácticas en los últimos milenios. Estas mejoras se disgregaría el pensar y el percibir humanos en una serie de
habrían ido transmitiendo generacionalmente y reflejándo- mónadas incomunicables. Nos preguntamos, por ejemplo,
se, de manera consecuente, en un léxico del color compa- cómo es posible que una mente cultivada en lengua ma-
rativamente más rico en nuestras lenguas actuales que en terna hebrea, como la de Deutscher, se exprese en inglés y
la de los griegos antiguos. Con independencia de lo insos- que yo, gracias a su traductor, dé cuenta ahora de sus ideas
tenible de esta hipótesis, que identifica generaciones con en español. Se me dirá que algún sesgo inesperado intro-
unidades de la escala evolutiva, el supuesto de Gladstone duzco. Pero sospecho que –de existir– este sesgo podrá ser
le sirve a Deutscher para ejemplificar un proceder común mayor o menor, pero no cualitativamente diferente al que
en la explicación de los hechos del lenguaje: explicar el puede también introducirse cuando comunicamos algo a
lenguaje exige naturalizarlo. El lenguaje se limita a reflejar alguien en una lengua compartida.
lo que la naturaleza le ofrece al hombre. En realidad, una
versión moderna de este tipo de orientación, aunque más Una vez visitados los dos extremos, sería un verdadero tó-
matizada, sigue vigente cuando se pretende, en un para- pico afirmar que, en el caso que nos ocupa, la verdad debe
digma dominante de la lingüística actual, situar en nuestra estar en algún lugar intermedio. Entre otras cosas porque
dotación genética determinados universales de la conducta entre naturaleza y cultura no existe un lugar identificable
verbal humana. Deutscher ha sometido a crítica en otro que pudiéramos considerar equidistante de ambas y donde
libro esta visión de las cosas (Deutscher, 2005). pudiéramos asentar nuestros pies, sino un espacio transi-
cional más parecido a las arenas movedizas. Deutscher nos
El contrapunto para la orientación explicativa “naturaliza- ofrece una visión bien fundamentada de la manera en que
dora” nos lleva en el relato de Deutscher a otro extremo, a través del lenguaje se establece una relación dialógica
sobre el que nuestro autor asumirá también una posición entre dos realidades irreductibles entre sí, pero cuyo papel
crítica. Este extremo, el del “relativismo lingüístico-cul- relativo debe ser reconocido como tal. Lo fundamental es
tural”, se encontraría representado en la obra de Edward no confundir lo natural con lo cultural, o viceversa. Este
Sapir y Benjamin Lee Whorf, aunque particularmente en tipo de identificación simplificadora supone eliminar en la
la de este último. En el surgimiento de la antropología cul- práctica uno de estos dos términos como innecesario en
tural como disciplina, tema al que Deutscher dedica pági- la explicación de lo humano. La conocida obra de Berlin
nas magníficas, la toma de distancia frente a un concepto & Kay (1969) sobre términos básicos del color le sirve
de naturaleza, posiblemente mal entendido, define el pro- como punto de arranque para establecer, de inmediato,
ceder académico general. Toda explicación del lenguaje o una generalización de más amplio alcance que ilustra, de
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diferentes maneras, el papel del lenguaje como instancia la expresión con la que definitivamente captamos la rela-
mediadora entre hechos naturales y culturales. La obra de ciones entre cultura y naturaleza. La asociación de cultu-
Berlin & Kay está basada en el estudio empírico del léxico ra con espacio de libertad y naturaleza con ámbito de la
del color en diferentes lenguas del mundo. En ella se nos restricción nos parece en algún punto discutible. ¿Quién
propone que, aunque el léxico del color puede ser muy es el sujeto que se toma esa libertad y diferencia lenguas
variable, existirían constantes universales en el desarrollo y culturas? No parece desde luego que sea el individuo
de nuestra capacidad de denominar colores. Berlin & Kay concreto que nace y vive en determinado medio lingüís-
redescubren en realidad, como indica Deutscher, una se- tico-cultural. Tal vez quepa también pensar la naturaleza
cuencia que había sido establecida cien años antes por La- humana, en otro sentido, como espacio indeterminado en
zarus Geiger. Se trataría de un orden de precedencia “uni- el que se contiene la potencialidad para la diversificación
versal” que nos lleva de una primigenia distinción entre y el cambio lingüístico-cultural. En este caso, las lenguas
blanco y negro, a la diferenciación léxica del rojo, a la del o culturas históricas serían cauces, pero al mismo tiempo
amarillo y verde (o, alternativamente, verde y amarillo) y, sistemas de resistencia o restricción de esa potencialidad.
por último, al azul. El azul, como supo ver a la perfección Dicho plásticamente, ¿es en una manera particular de ves-
Kandinsky (1996 [1912]), es color sinestésicamente rela- tirnos donde se expresa la libertad, o en la pulsión indeter-
cionado con el círculo, lo infinito y lejano, lo que explica minada que nos exige vestirnos (o, por ejemplo, tatuarnos)
–también en términos estéticos– su tardía discriminación de alguna manera? Este pequeño atisbo rousseauniano no
del espacio común del negro-gris. Por decirlo de manera pretende en ningún caso contradecir los postulados bási-
simple, las lenguas pueden disponer de un léxico cromáti- cos de Deutscher, sino tan solo dejar abierta una posible
co más o menos rico, pero en ningún caso se ha observado lectura alternativa, que tampoco pretende ser –por supues-
que se diferencie un término para designar el azul si pre- to– la última.
viamente no se ha diferenciado un término para designar el
rojo. Este orden, que podríamos considerar “natural”, defi- Nos preguntamos también, para finalizar, si no es en el
ne una constante relacional del hombre con su medio, que discurso, esto es, en los actos concretos del decir huma-
el lenguaje y la cultura interpretan de formas diferentes. no, donde más obvia se hace la relación entre el lenguaje
y la percepción y la atención humanas, como desde anti-
Las diferencias en la interpretación lingüístico-cultural, guo sabe la retórica. He abordado este tipo de cuestión,
al modular con cierto grado de libertad esa realidad feno- junto a otros colegas, en un reciente artículo sobre lin-
ménica que es la naturaleza humana, dejan posiblemen- güística clínica, dominio crítico también para el estudio
te efectos en nuestros hábitos perceptivos o atencionales, del lenguaje como interfaz entre lo natural y lo cultu-
pero dentro de los límites que impone esa constante rela- ral (Hernández-Sacristán, Rosell-Clari, & Macdonald,
cional a la que nos referimos. Deutscher dedica excelen- 2011). Entendemos que la variabilidad intralingüística
tes páginas a describir estos efectos de modulación con de los discursos o actos del decir puede explicar, en tanta
diferentes ejemplos fundamentados experimentalmente, y o mayor medida que las diferencias interlingüísticas, el
no en términos de simple especulación gratuita. El tema significado de esta interfaz. En ningún caso debemos ol-
de la percepción espacial destaca especialmente, desde vidar el carácter polisistemático con el que se nos mani-
mi punto de vista, por la profundidad y amenidad de su fiesta siempre toda lengua y toda cultura. Dicho esto, que
tratamiento. Las designaciones del género, aunque tal vez debe entenderse como simple apunte matizador, agradez-
menos novedosas, ocupan también un lugar prominente en co al autor todas sus aportaciones, su espíritu abierto y
esta discusión. También, por supuesto, el léxico del color crítico y sus dotes narratológicas, poco comunes en este
se aborda desde esta perspectiva. tipo de ensayos.

La pregunta que queremos hacernos es si “libertad con Carlos Hernández Sacristán


restricciones”, tal como nos propone el autor del libro, es Universitat de València. Estudi General
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Referencias bibliográficas HERNáNDEz-SACRiSTáN, C., RoSELL-CLARi, V.,


& MACDONALD, J.E. (2011). “Proximal and distal.
BERLiN, B. & KAY, P. (1969). Basic Color Terms: Their Rethinking linguistic form and use for clinical purpo-
Universality and Evolution. Berkeley: University of ses”. Clinical Linguistics & Phonetics, 25 (1): 37-52.
California Press. KANDINSKY, Vasili (1996). De lo Espiritual en el Arte.
DEUTSCHER, Guy (2005). The Unfolding of Language. Barcelona: Paidós (original Über das Geistige in der
Nueva York: Metropolitan. Kunst, Munich, R. Piper & Co., 1912).
GLADSTONE, W.E. (1858). Studies on Homer and the
Homeric Age. Oxford: Oxford University Press.

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