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cualidad del rojo parecen aplicarse de manera congruente de los hechos culturales basada en algún efecto naturaliza-
a determinados objetos. dor es, de entrada, excluida o, más aún, estigmatizada. En
este contexto histórico, que sería ya el de la primera mitad
Para la búsqueda de una explicación a estos hechos Glads- del siglo XX, se abre paso y populariza la idea –cuyo an-
tone se inspiró en una teoría evolucionista que se iba tecedente más respetable y moderado en su formulación
abriendo paso en la segunda mitad del siglo XIX y que es Wilhelm von Humboldt– de que una lengua determina
manejaba todavía el supuesto lamarkiano de la transmi- nuestra visión de las cosas e incluso nuestra manera de
sión generacional de rasgos adquiridos. Este supuesto, actuar. Una lengua se ha constituido, con una suerte de ar-
ante la total ausencia de conocimientos genéticos, se hacía bitrariedad inherente, en un sistema que explicaría nuestra
incluso compatible con el modelo de selección natural de manera de pensar e interactuar con el otro. El relativismo
Darwin. Deutscher ilustra con gran viveza los pormenores acaba siendo un determinismo que el medio lingüístico –o
de este estadio del pensamiento evolucionista. Como hijo lingüístico-cultural– impone sobre el hombre, cuya natu-
de su tiempo, Gladstone se atrevió a propugnar lo siguien- raleza o bien no existe o no cuenta en absoluto como factor
te: la capacidad de discriminación cromática habría sido explicativo.
un desarrollo reciente de la humanidad que sólo alcanzaba
a insinuarse entre los griegos antiguos. Se trataría de una Deutscher se encarga de evidenciar la incongruencia y la
habilidad mejorada por el ser humano con determinado falta de fundamento para este tipo de visión extrema que
tipo de prácticas en los últimos milenios. Estas mejoras se disgregaría el pensar y el percibir humanos en una serie de
habrían ido transmitiendo generacionalmente y reflejándo- mónadas incomunicables. Nos preguntamos, por ejemplo,
se, de manera consecuente, en un léxico del color compa- cómo es posible que una mente cultivada en lengua ma-
rativamente más rico en nuestras lenguas actuales que en terna hebrea, como la de Deutscher, se exprese en inglés y
la de los griegos antiguos. Con independencia de lo insos- que yo, gracias a su traductor, dé cuenta ahora de sus ideas
tenible de esta hipótesis, que identifica generaciones con en español. Se me dirá que algún sesgo inesperado intro-
unidades de la escala evolutiva, el supuesto de Gladstone duzco. Pero sospecho que –de existir– este sesgo podrá ser
le sirve a Deutscher para ejemplificar un proceder común mayor o menor, pero no cualitativamente diferente al que
en la explicación de los hechos del lenguaje: explicar el puede también introducirse cuando comunicamos algo a
lenguaje exige naturalizarlo. El lenguaje se limita a reflejar alguien en una lengua compartida.
lo que la naturaleza le ofrece al hombre. En realidad, una
versión moderna de este tipo de orientación, aunque más Una vez visitados los dos extremos, sería un verdadero tó-
matizada, sigue vigente cuando se pretende, en un para- pico afirmar que, en el caso que nos ocupa, la verdad debe
digma dominante de la lingüística actual, situar en nuestra estar en algún lugar intermedio. Entre otras cosas porque
dotación genética determinados universales de la conducta entre naturaleza y cultura no existe un lugar identificable
verbal humana. Deutscher ha sometido a crítica en otro que pudiéramos considerar equidistante de ambas y donde
libro esta visión de las cosas (Deutscher, 2005). pudiéramos asentar nuestros pies, sino un espacio transi-
cional más parecido a las arenas movedizas. Deutscher nos
El contrapunto para la orientación explicativa “naturaliza- ofrece una visión bien fundamentada de la manera en que
dora” nos lleva en el relato de Deutscher a otro extremo, a través del lenguaje se establece una relación dialógica
sobre el que nuestro autor asumirá también una posición entre dos realidades irreductibles entre sí, pero cuyo papel
crítica. Este extremo, el del “relativismo lingüístico-cul- relativo debe ser reconocido como tal. Lo fundamental es
tural”, se encontraría representado en la obra de Edward no confundir lo natural con lo cultural, o viceversa. Este
Sapir y Benjamin Lee Whorf, aunque particularmente en tipo de identificación simplificadora supone eliminar en la
la de este último. En el surgimiento de la antropología cul- práctica uno de estos dos términos como innecesario en
tural como disciplina, tema al que Deutscher dedica pági- la explicación de lo humano. La conocida obra de Berlin
nas magníficas, la toma de distancia frente a un concepto & Kay (1969) sobre términos básicos del color le sirve
de naturaleza, posiblemente mal entendido, define el pro- como punto de arranque para establecer, de inmediato,
ceder académico general. Toda explicación del lenguaje o una generalización de más amplio alcance que ilustra, de
CALEIDOSCOPIO: El prisma del lenguaje. Cómo las palabras colorean el mundo 151
diferentes maneras, el papel del lenguaje como instancia la expresión con la que definitivamente captamos la rela-
mediadora entre hechos naturales y culturales. La obra de ciones entre cultura y naturaleza. La asociación de cultu-
Berlin & Kay está basada en el estudio empírico del léxico ra con espacio de libertad y naturaleza con ámbito de la
del color en diferentes lenguas del mundo. En ella se nos restricción nos parece en algún punto discutible. ¿Quién
propone que, aunque el léxico del color puede ser muy es el sujeto que se toma esa libertad y diferencia lenguas
variable, existirían constantes universales en el desarrollo y culturas? No parece desde luego que sea el individuo
de nuestra capacidad de denominar colores. Berlin & Kay concreto que nace y vive en determinado medio lingüís-
redescubren en realidad, como indica Deutscher, una se- tico-cultural. Tal vez quepa también pensar la naturaleza
cuencia que había sido establecida cien años antes por La- humana, en otro sentido, como espacio indeterminado en
zarus Geiger. Se trataría de un orden de precedencia “uni- el que se contiene la potencialidad para la diversificación
versal” que nos lleva de una primigenia distinción entre y el cambio lingüístico-cultural. En este caso, las lenguas
blanco y negro, a la diferenciación léxica del rojo, a la del o culturas históricas serían cauces, pero al mismo tiempo
amarillo y verde (o, alternativamente, verde y amarillo) y, sistemas de resistencia o restricción de esa potencialidad.
por último, al azul. El azul, como supo ver a la perfección Dicho plásticamente, ¿es en una manera particular de ves-
Kandinsky (1996 [1912]), es color sinestésicamente rela- tirnos donde se expresa la libertad, o en la pulsión indeter-
cionado con el círculo, lo infinito y lejano, lo que explica minada que nos exige vestirnos (o, por ejemplo, tatuarnos)
–también en términos estéticos– su tardía discriminación de alguna manera? Este pequeño atisbo rousseauniano no
del espacio común del negro-gris. Por decirlo de manera pretende en ningún caso contradecir los postulados bási-
simple, las lenguas pueden disponer de un léxico cromáti- cos de Deutscher, sino tan solo dejar abierta una posible
co más o menos rico, pero en ningún caso se ha observado lectura alternativa, que tampoco pretende ser –por supues-
que se diferencie un término para designar el azul si pre- to– la última.
viamente no se ha diferenciado un término para designar el
rojo. Este orden, que podríamos considerar “natural”, defi- Nos preguntamos también, para finalizar, si no es en el
ne una constante relacional del hombre con su medio, que discurso, esto es, en los actos concretos del decir huma-
el lenguaje y la cultura interpretan de formas diferentes. no, donde más obvia se hace la relación entre el lenguaje
y la percepción y la atención humanas, como desde anti-
Las diferencias en la interpretación lingüístico-cultural, guo sabe la retórica. He abordado este tipo de cuestión,
al modular con cierto grado de libertad esa realidad feno- junto a otros colegas, en un reciente artículo sobre lin-
ménica que es la naturaleza humana, dejan posiblemen- güística clínica, dominio crítico también para el estudio
te efectos en nuestros hábitos perceptivos o atencionales, del lenguaje como interfaz entre lo natural y lo cultu-
pero dentro de los límites que impone esa constante rela- ral (Hernández-Sacristán, Rosell-Clari, & Macdonald,
cional a la que nos referimos. Deutscher dedica excelen- 2011). Entendemos que la variabilidad intralingüística
tes páginas a describir estos efectos de modulación con de los discursos o actos del decir puede explicar, en tanta
diferentes ejemplos fundamentados experimentalmente, y o mayor medida que las diferencias interlingüísticas, el
no en términos de simple especulación gratuita. El tema significado de esta interfaz. En ningún caso debemos ol-
de la percepción espacial destaca especialmente, desde vidar el carácter polisistemático con el que se nos mani-
mi punto de vista, por la profundidad y amenidad de su fiesta siempre toda lengua y toda cultura. Dicho esto, que
tratamiento. Las designaciones del género, aunque tal vez debe entenderse como simple apunte matizador, agradez-
menos novedosas, ocupan también un lugar prominente en co al autor todas sus aportaciones, su espíritu abierto y
esta discusión. También, por supuesto, el léxico del color crítico y sus dotes narratológicas, poco comunes en este
se aborda desde esta perspectiva. tipo de ensayos.