El protagonista regresa a la antigua casa de su infancia y siente la soledad y los olores del pasado. Escucha a su madre tocando el piano en una habitación cerrada con llave. Recuerda una melodía de su pasado que su madre tocaba. Forcejea con la puerta cerrada con llave para entrar y ver a su madre, rompiendo la cerradura en un ataque de desesperación.
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El protagonista regresa a la antigua casa de su infancia y siente la soledad y los olores del pasado. Escucha a su madre tocando el piano en una habitación cerrada con llave. Recuerda una melodía de su pasado que su madre tocaba. Forcejea con la puerta cerrada con llave para entrar y ver a su madre, rompiendo la cerradura en un ataque de desesperación.
Descripción original:
Segmento de ensayo para novela. Ejemplo de Novela Oscura
El protagonista regresa a la antigua casa de su infancia y siente la soledad y los olores del pasado. Escucha a su madre tocando el piano en una habitación cerrada con llave. Recuerda una melodía de su pasado que su madre tocaba. Forcejea con la puerta cerrada con llave para entrar y ver a su madre, rompiendo la cerradura en un ataque de desesperación.
El protagonista regresa a la antigua casa de su infancia y siente la soledad y los olores del pasado. Escucha a su madre tocando el piano en una habitación cerrada con llave. Recuerda una melodía de su pasado que su madre tocaba. Forcejea con la puerta cerrada con llave para entrar y ver a su madre, rompiendo la cerradura en un ataque de desesperación.
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La soledad de la antigua casa era otra vez como en el
principio, y el olor del aire quieto, así como el de las paredes
y el suelo volvió por un instante a ser el mismo que el de aquella mañana de octubre echada en un lejano lugar de la memoria hacía ya tanto tiempo, él lo sentía así. Caminó el largo pasillo que comunicaba la sala con el interior oscuro, primero lentamente y luego acelerando sus pasos como si intentase encontrar alguna señal de ella; luego, como si tratara de huirle a un monstruo que le seguía y al que no se atrevía a voltear a mirar. No entendió muy bien de dónde venía esa sensación en su vientre que le castigaba desde adentro y le quemaba las entrañas, y de repente, apareció aferrado a la cerradura de la puerta del cuarto del piano con ambas manos, con el hombro apoyado junto al marco de madera, procurando alivianar el sonido de su respiración para poder escuchar sin tener que entrar en él. Entonces le pareció sentir a Helena, su madre. Cerró sus ojos para verla mejor. Estaba allí frente al piano acariciando suavemente el teclado con sus finos dedos. Las notas producidas iban incrementando segundo a segundo su fuerza llegando finalmente a ser bien perceptibles, y su cada vez más agresiva intensidad enclavó un impulso telúrico en la cabeza de él, que continuó con el oído tan cerca como podía de la puerta, respirando en silencio y con un millón de destellos emocionales recorriéndole las venas, los que pronto comenzaron a tomar una forma y determinación perfectas e inequívocamente reconocibles. Una antigua melodía enterrada en el olvido hacía muchos años que pareció ser la llave única de un rincón de su cabeza. Una pieza que creía arrancada de su pasado, que le era difícil redescubrir paso a paso, nota a nota, y a la que había lanzado a ese oscuro lugar de sus recuerdos en donde yacían otro buen montón de dudas de su conciencia. Poco a poco comenzó a sentirse más cómodo junto a la puerta. Algo le impedía aún entrar en el cuarto, no era temor ni aflicción alguna, quizá más bien no quería volver a verla. Su mente le jugaba una extraña pasada y le tenía tambaleándose en un ir y venir de indecisión que hasta ese momento era endulzada por la exquisitez de la melodía que desde hacía unos instantes era bien clara y matizada. Apretó los párpados y se llenó de decisión, sintiendo como sus fuerzas respondían ya no al niño que se aferró a la cerradura de la puerta, sino a un cuerpo y una esencia más fuerte y madura. Su aliento cambió en un par de respiraciones por el de un hombre cuya amargura nubla con triste constancia el camino de sus acciones, y a la vez sentía cómo la melodía de la otra habitación se hacía confusa, cual si su intérprete se sintiera sorprendida por la presencia de un extraño y se apresurara a detenerse. Tenía que tomar una decisión y asumió de súbito la idea de entrar en el cuarto, con tanto sigilo como le fuera posible para evitar que Helena se sintiera intranquila al verle ahí y su dulce melodía no se perdiera ya jamás después de ese día. Mas cuando intentó abrirse paso notó que la cerradura estaba asegurada desde el otro lado y el temor invadió de nuevo su impetuoso y torpe corazón terminando por destrozar sus esperanzas de verle. Forcejeó contra la cerradura con rabia y el piano produjo un terrible lamento que puso fin a todo sonido, lo que tan sólo incrementó la desesperación que sentía y le obligó a arremeter salvajemente contra la puerta rompiendo el cerrojo y abriéndose paso de forma brutal en la habitación.