Carmona, Lily - Encuentros Sobre Azules
Carmona, Lily - Encuentros Sobre Azules
Carmona, Lily - Encuentros Sobre Azules
Lily Carmona
Código: 1405160873850
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Capítulo 2: Encontrarse
Capítulo 4: La Ola
Capítulo 5: El cuaderno
Los años y los huesos duelen, tantos pasos dados se hacían notar; como
los finos surcos en su piel o la flacidez en sus músculos; sus dedos, algo más
curvados, seguían la misma rutina adquirida en la niñez, enredar un mechón
de su pelo, aunque ahora su melena fuera más corta y teñida para ocultar el
blanco.
ºººººº
Capítulo 2: Encontrarse.
Cerraba sus ojos para poder visualizar las distintas notas musicales
generando conexiones neuronales en su cerebro, electricidad recorriendo
trayectos entre axones y traspasando los centros neuronales y, a una
velocidad imperceptible, integrándose e interpretando emociones. No podía
imaginar sentimientos más absolutos a los que tenía cuando lograba
concentrarse y hacer que sus pensamientos no fueran más que notas
musicales, seguía sus distintas formas, las desplazaba y recorría, se dejaba
envolver hasta que de ella no quedaba más que música, música y emociones.
No había sido el caso, estaba dando una mano de pintura a la parte alta
del caserón, una última puesta a punto para lo que se venía a partir de
mañana... el hotel rural se convertiría en un ir y venir incesante de personas
para la asistencia a los cursos que organizaban a principios de primavera y
hasta bien entrado el otoño. Los grupos eran reducidos, no más de diez
personas y los cursos no duraban más de una semana, aun así, los mismos
alumnos solían repetir, si su economía y su disponibilidad se lo permitía.
ºººººº
- Atrezo...
“El término estuco proviene del italiano stucco, siendo una forma de terminación o
decoración de paredes y techos, interiores o exteriores, basada en pinturas y diferentes tipos de
morteros que permite la obtención de diversas texturas. Dada su versatilidad, se adapta a cualquier
tipo de construcción o época. Además de la función decorativa, refuerza el muro y lo
impermeabiliza, permitiendo la transpiración natural.”
“El estuco se empleó ya en las antiguas Grecia y Roma como base para las pinturas al fresco,
algunos de cuyos restos se conservan en Roma y Pompeya.”
“El estuco blanco se utilizó mucho en los muros de las iglesias, en ocasiones para pintar
figuras de ángeles. Rafael y otros artistas de la época utilizaron frisos de estuco coloreado para
decorar palacios y pabellones. Entre los más relevantes destacan los relieves de Francesco
Primaticcio (1533–1565) para el castillo de Fontainebleau, cerca de París. “
- Ya sabes que me vuelve loco verte con ese instrumento entre tus
piernas y completamente poseída por su música, es... es... sublime, mágico...
justamente de lo que pretendo hablar, de cómo la música puede transformar
a una salvaje en pura sensibilidad.
ºººººº
¿Qué había sido eso?... ¿Había tirado aquel libro a su lado aposta? ¿Qué
tipo de provocación había sido aquella?...Seguramente una del tipo, me he
dado perfectamente cuenta de que me estabas observando y no quieres
saludarme y eso es de muy mala educación.
No asistía a las clases, sólo había ido para acompañar a Alberto, le había
parecido buena idea salir unos días de la rutina; pero en ningún momento
pensó, ni remotamente, en participar en ninguno de aquellos talleres. Cada
mañana, se sentaba en el jardín, en la misma mesa en la que compartía
desayuno con su amigo y se quedaba un buen rato allí escuchando a lo lejos
las improvisaciones vocales o con instrumentos de los integrantes del grupo,
a veces era divertido, otras relajante... pero intentaba trabajar en su libro, sin
prestar demasiada atención.
¿O tendría que decir que todo se desmoronó?... Su largo pelo suelto, las
curvas de sus brazos, la falda ondulando a compás de sus movimientos y ella
y su chelo en un baile sin igual. Lo amaba, amaba a aquel instrumento, más
que tocarlo pareciera que lo acariciara y que se perdiera en los sonidos con
los que la correspondía. Daba y recibía. Un acto de amor.
Deseó que no terminara y quedarse allí, mirándola, escuchando,
mientras la congoja y la emoción encogían nota a nota su corazón... ¿Quién
era esa mujer que poco a poco iba desarmando todas y cada una de las ideas,
prejuicios o intuiciones que pudiera tener sobre ella?
ºººººº
Los días parecían pasar a un ritmo acorde al que marcaran los drenajes
del reloj, un tic tac imperceptible, haciendo que no importaran los tiempos,
ni futuros ni pasados, sólo presentes; pasear, sentir el sol en la cara,
adentrarse en un buen libro, una conversación amiga... seguía con sus
anotaciones, sus dibujos, las palabras del día daban color al interior de su
libreta, tipo moleskine, una de sus manías...
En cambio Alberto estaba obsesionado con esa chica y por más que iba
en su busca ni se la cruzaba. Le parecía tan extraño que empezaba a
preguntarse si no se escabulliría aposta, en cuanto le veía, y no estaba muy
equivocado y no porque fuera Alberto; Raquel sólo se dejaba ver por quien
ella quería.
Se dirigió hacia el ala del restaurante, hora de comer. Al entrar, les vio
hablando. Alberto, por fin, la tenía frente a él y ella le sonreía ampliamente,
mientras miraba disimuladamente cómo Paula se acercaba, la rubia se iba
achicando y ralentizando a cada paso... hacía tiempo por Alberto y por ella
misma, no quería interrumpirles y tampoco encontrarse tan cerca de ella. No
sabría de qué hablarle, no solía ocurrirle algo así, ella era sociable y le
gustaba la conversación, siempre que no se tratara de hablar de sí misma,
podía pasar horas discutiendo y disfrutando con el debate sobre cualquier
tema.... Podía poner tanta pasión en aislarse en sus cuadernos como en
defender sus ideas y sus conocimientos ante quien fuera. Pero con Raquel
no sabría ni cómo comenzar una conversación, la altivez de la morena no
ayudaba, ni los misterios que la rodeaban, por no hablar de cómo la cohibían
sus ojos y su mirada.
No necesitó disimular mucho más tiempo, la morena se apartó de su
amigo, sin dejar de sonreír ni de mirar hacia Paula y se marchó en dirección
contraria, entrando por la puerta que daba a la cocina. Alberto se volvió hacia
ella, parecía que Raquel le había avisado de que le estaba esperando y casi
corrió para alcanzarla.
- Y yo qué sé...
Alberto era su amigo y estaba interesado por esa chica y a ella, esa
misma chica, la ponía nerviosa, había pasado de parecerle una maleducada
a sentir admiración por ella, igual si la conociera un poco, todo cambiaría e
igual hasta podrían tener conversaciones interesantes... Respiraba tratando
de relajarse, su comportamiento le parecía absurdo, fuera de lugar...Le daría
una oportunidad a Raquel y quizás podría explicar todo aquello que le movía
por dentro y volver a colocarlo en su lugar para poder dedicarse a su libro y
no a dibujar sus brazos, sus ojos, su pelo...
ºººººº
ºººººº
Fernando conducía, junto con Paula, era el que menos había bebido.
Raquel se había encontrado en aquel pub con unos amigos y amigas de la
ciudad y había cambiado de sitio para ir a la mesa de ellos y terminar
bailando en medio del local con unos y con otras; ni siquiera les había
presentado. Fernando también les conocía, así que iba y venía, intentando
convencerles de que salieran a bailar también. Alberto la empujó,
agarrándola de una mano para que le siguiera y la colocó junto a Raquel. La
morena, provocadora, se apoyó en los hombros de Alberto, dando la espalda
a Paula; parecía dispuesta a ignorarla cuando, con movimientos sugerentes,
se giró hacia ella y la agarró por la cintura. Acercó su boca al oído de la
rubia, haciendo que una ola de calor la envolviera al sentir su proximidad.
Pero el coche llegó al hotel y Fernando la arrancó de sus brazos, tal cual.
Raquel no quería soltarse y con más fuerza la abrazaba y, aunque Paula
trataba de disimular, le encantaba que la apretara más y más fuerte, mientras
le sonreía...Había aparcado el coche en la parte de atrás de los jardines, frente
a una casa no muy grande de una planta, lo suficientemente alejada del hotel
como para que pareciera independiente del mismo, pero dentro de su mismo
terreno.
se hubiera diluido
dejándome llevar por corrientes imperceptibles, escuchando el sonido de lo más hondo; como si
se tratara de una nota musical elástica, y todo un mundo, pintado de inmensos azules,
No pudo continuar, se acercó hasta ella y la besó con fuerza, o casi con
rabia, en los labios, el orgullo masculino... y sin decir ni una palabra más,
salió de la habitación por el ventanal que daba al jardín...
ºººººº
No sabía lo que pasaba con ella, pero sí que la esquivaba; allá donde
parecía que fueran a encontrarse, desviaba su camino o deshacía sus pasos
para no coincidir ni por un breve instante, sin disimulo, dando a entender
claramente el rechazo que sentía a su presencia. Se preguntaba
continuamente cuál sería el motivo de aquel vacío tan evidente, qué habría
hecho que la molestara hasta el punto de mostrarle esa indiferencia, trataba
de encontrar el momento adecuado para intentar acercarse a ella, sin que
desapareciera e indagar; preguntarle abiertamente no sería correcto por su
parte, no se conocían lo suficiente… sería más acertado decir que apenas se
conocían. Y entonces, ¿cómo era posible que dos personas que casi se
desconocían se comportaran de aquella forma la una con la otra?
- Oh, basta ya, ¡¡maldita sea!!!- se gritó a sí misma, en medio del jardín,
en el que llevaba toda la mañana tratando de podar unos arbustos y sin dejar
de mirar hacia donde Paula solía quedarse sentada por las mañana, por si
aparecía- Ve ahora mismo a buscarla y aclara todo este enredo o te volverás
loca!! - Tiró las tijeras de podar, se quitó los guantes haciendo aspavientos
y el sombrero de paja para cubrirse del sol y comenzó su baile particular,
una especie de tic en los movimientos al caminar, unos pasos hacia adelante,
los mismos hacia atrás, que no hacían más que mostrar su gran inseguridad
en la decisión que acababa de tomar; era gracioso verla , pero sobre todo
algo sorprendente teniendo en cuenta que la impresión que se solía tener de
Raquel era de total seguridad en sí misma rayando en ocasiones la altanería
y el engreimiento. Se volvió a parar...- ¿Y qué le digo? estaba a punto de
volverse para seguir trabajando, no sabía cómo afrontar todo aquel cúmulo
de sensaciones y sentimientos confusos y de situaciones por aclarar; pero
entonces la vio a lo lejos, iba caminando sola hacia las afueras del hotel por
un sendero donde se solían hacer paseos y rutas a pie, en bicicleta y a caballo.
Llevaba unos pantalones beige y una camisa del mismo color, las zapatillas
de tela azules como la chaqueta deportiva que colgaba de la cintura y su
bolso mochila cruzado al hombro; de lo más informal dentro de la toda su
formalidad; la imaginaba cogiendo cualquier cosa que encontrase en un
armario previamente ordenado con las prendas seleccionadas de antemano
para después no tener que pensar que ponerse. No como ella que se le
pasaba el tiempo decidiendo lo que llevar puesto, menos mal que desde que
llegó al hotel estaba mucho menos pendiente de su imagen, pero en
ocasiones se encontraba hasta dudando sobre la ropa de trabajo que se
pondría al día siguiente, no tenía remedio...
Raquel miraba a Paula, tenía una sonrisa preciosa, incluso toda cubierta
de barro...y Fernando, que había llegado en el momento preciso tal como un
caballero a lomos de su caballo para poder conseguir a la dama y llevarla en
brazos de la otra dama... (algo chirrió en su cabeza)... ¿pero qué estaba
pensando ahora?¡¡¡Dios!!!
Sabía que la estaba mirando, sin poder ver sus ojos a esa distancia, y no
le importó; quizás la lejanía le dio la fuerza necesaria para mantener la
mirada que no veía, la valentía para meterse lentamente en el agua y nadar
para aproximarse hacia donde ella se encontraba, la entereza para no salir
huyendo al ver que Raquel también nadaba hacia ella, tendría que encontrar
la forma de no dejarse arrastrar por aquella mar enmascarada en aguas
calmas. Sintió frío, quizás algo parecido al miedo la dejó helada al ver cómo
se le acercaba, decidió adentrarse en el agua, Raquel la imitó, era tan
hermosa, azul rodeado de azules, y entonces recordó su poema, el que
escribió justo antes de verles juntos y la imagen de Alberto abrazándola la
devolvió a la cruda realidad. Sacó su cabeza del agua para respirar y
comenzó a nadar en dirección contraria a Raquel, la rabia la llevaba, aun así,
imposible que la morena no la alcanzara, incluso llegó a su meta antes que
ella y la esperaba respirando algo alterada.
- Paula, ¿estás bien?... Ni que hubieras visto una aparición...
ºººººº
La desazón se abría paso arrasando con ideas, sensaciones y creencias
anteriores; hubo un antes de ella y había un ahora, un espacio en el que no
sabía desenvolverse ni a dónde se dirigía ¿habría un después de ella?... En
cuanto se marchara de allí y volviera a su casa y a su vida ordenada, entonces
vendría el después, esa zona en la que se imaginaba así misma sin ella pero
con su vida controlada.
Todo aquello era absurdo y seguro que venía a cuenta de algo, aunque
en ese instante no era capaz de adivinarlo...el tiempo pondría las cosas y a
cada cual en su sitio; necesitaba respirar, relajarse y dejar que pasaran esos
dos días que les quedaban en ese hotel... seguramente se sentía tan atraída o
lo que fuera que sintiera por ella porque la admiraba, porque veía proyectado
en Raquel algunas de las cosas que desearía, su aparente libertad, la
capacidad de desenvolverse en distintas tareas, cierto halo de misterio, su
físico, cómo no, era una mujer con una gran carga sexual y la llevaba encima
hasta con el mono de trabajo y toda llena de barro... sin darse cuenta se
volvió a quedar embobada con solo imaginarla, recreándose en la forma en
que miraba sus labios antes de que Fernando las interrumpiera... ¿qué
hubiera podido suceder? notó como el calor subía hasta sus mejillas...
necesitaba una ducha y salir a cenar, llevaba toda la tarde encerrada en su
habitación, aprovechando que Alberto se había marchado a la ciudad con
unos compañeros del curso, quiso quedarse tranquila para tratar de poner un
poquito de orden en su cabeza, sin resultado; lo único que había hecho
durante toda la tarde era obligarse a no pensar en Raquel y tener que
doblegarse una y otra vez ante la evidencia del deseo de quedarse en ella...
En cuanto salió del baño, notó que Alberto había vuelto porque había
dejado el abrigo sobre la cama y encima una nota, la esperaba en el
restaurante para cenar; se apresuró a vestirse y frente al armario se
sorprendió a sí misma al desear ponerse algo distinto con lo que sentirse más
guapa o algo más atrayente...¿por qué no? -sonrió y se dedicó a escoger
prendas de distintas perchas, se atrevió a romper el orden establecido dentro
de su ropero, en un solo instante cambió su rutina a la hora de vestirse por
la aventura de lo diferente, algo estaba cambiando... pero ni una pregunta
más, quería salir fuera, hablar con la gente, le encantaba expresarse y
escuchar, reír, ir a las aldeas y los pueblos de alrededor para observar los
estilos de vida y las costumbres de la zona, pasear de noche bajo un cielo
lleno de estrellas, y poder verlas, era un lujo que no quería desaprovechar...
quería disfrutar y no vivir asustada y esquivando, los dos días que le
quedaban, en ese lugar...
Escogió unos vaqueros y una camiseta ceñida azul, una rebeca suelta
negra; se miró, no solía pintarse los ojos, sólo en ocasiones excepcionales,
como esa noche... un poco de color en los labios... ¡y lista!.. Abrió la puerta
de la habitación y justo antes de salir recordó su libreta... la buscó con la
mirada, directa hacia donde sabía la había dejado, sobre la mesita de noche,
salir a la calle sin ella eran impensable, volvió a recogerla y la guardó en un
bolsillo... ahora sí.
- Jajaja... ¿qué te pasa que estás tan cariñosa, rubia? - le cogió una
mano entre las suyas por encima de la mesa.
- ¿Sólo sexo?...
ºººººº
“La ola se detenía, y después volvía a retirarse arrastrándose, con un suspiro como el del
durmiente cuyo aliento va y viene en la inconsciencia”.
Raquel avanzaba de nuevo hacia ella para luego retroceder y volvía con
más fuerza, más llena de azules, imponente caía antes de poder alcanzarla...
algo le decía que la llamaba, que la esperaba en algún punto entre la calma
del que abandona y la valentía del que recobra sus fuerzas para volver a
atacar; y lo deseaba, encontrar ese lugar y quedarse allí con ella... sin
preguntas, ni respuesta, sin juicios de valor, ni proyectos... primero, estar y
ser con ella y, después...”Terminaré completamente loca a este paso, ni hay
ahora ni habrá después”, en silencio, volvió a enfadarse consigo misma por
enésima vez,“ Maldita sea Paula, contrólate”.
- Sí, como tú... ¿estás bien? - al ver como su amiga frotaba su frente
con la mano, en gesto de preocupación, Fernando se acercó para abrazarla-
Hey cariño...
- Así que u a nota que s “apoya” al lado de otra para luego “dejarse
caer” sobre ella...- Raquel interrumpió a su amigo sentándose junto a él en
la banqueta frente al piano - Uhm... suena interesante - dijo apoyándose en
Fernando pero mirando provocadora a Paula y haciendo que todos rieran su
comentario.
- Así es graciosilla y tú lo sabes muy bien...- después acarició las
teclas del piano mientras comenzaba a cantar “Someone like you” de Adele,
un tema lleno de apoyaturas que le serviría como demostración; empezó en
tono bajo, con una voz muy dulce, que hizo que pensaran que no podría
llegar a los agudos que la canción requería para quedarse asombrados
cuando su voz alzó el vuelo y se quedó en lo más alto; después miró a
Raquel, como esperándola y le guiñó un ojo, la morena comenzó a cantar,
acompañándolo, un tono por encima de él... Paula no podía creer lo que
estaba viendo y escuchando, pero cómo era posible “¿también cantaba?”.
Tenía que salir de allí lo antes posible o caería irremediablemente haciendo
que su corazón se golpeara y se rompiera en tantos trozos como sensaciones
le transmitía, todas y cada una de ellas, por sí mismas, eran únicas, pero
unidas le daban un latido y otro más, bombeando todo ese mar por dentro de
su cuerpo...en ese momento solo sentía, escuchaba y sentía, sin poder dejar
de mirarles, sobre todo a ella...no fue la única que se emocionó, era cierta la
teoría de las apoyaturas a fin de cuentas, te sentías tan bien... pero sí que fue
la única que no aplaudió cuando la canción terminó.
ºººººº
ºººººº
No sabía el tiempo que llevaba allí parada mirando el lugar por donde
había desaparecido la morena, veía su casa a lo lejos, las luces encendidas;
sintió que no sólo los pensamientos la tenían paralizada, también el frío le
había calado hasta los huesos; se imaginó con una enorme taza de leche
caliente en sus manos y sentada frente a la chimenea, que por el humo, veía
que Raquel acababa de encender y... con ella a su lado... no quiso continuar
imaginando, comenzó a caminar en dirección a su casa.
ºººººº
Pero no lo hizo. Aún tenía cierto autocontrol sobre sus instintos y algo
le decía que, si rozaba la boca de Paula, podría perderlo. Quería jugar y jugar
a retarla de todas las formas que surgieran hasta verla rendida, que acercarse
a su boca fuera tan necesario para la rubia como estaba comenzando a serlo
para ella; el plan era no dejarla marchar esa noche, que las paredes de aquella
casa no fueran más que el cobijo previo a lo que encontraría entre sus brazos;
encerrada entre muros de piedra y madera, amarrada a sus labios y a su piel.
Y verla quitándose el jersey, tan de andar por casa, con una camiseta
gris clara de manga corta ceñida y sin atreverse a mantenerle la mirada, le
parecía el mejor de los comienzos...Y empezó por perseguir con la mirada
las líneas curvas y ramificadas que formaban sus venas y que su piel tan
blanca le permitía ver, desde sus manos hasta esconderse tras la camiseta
para continuar asomando cerca de su cuello; detuvo el recorrido, absorta en
lo ajustado de la camiseta sobre sus pechos y la combinación con su piel y
sus lunares; de lo sensual pasó a lo hipnótico de sus labios. En ese momento
Paula volvió su cabeza para mirarla y la ola rozó la orilla acariciándola, en
calma; aunque la presión, la fuerza y el eco en sus entrañas rugieran y
bramaran por hacerla crecer y arrasar todo cuando encontrara.
Dolía, contener tanta mar se le hacía cada vez más difícil de conseguir,
sentía que comenzaba a resquebrajarse y por más que intentara poner
remiendos a las grietas, el agua salía a chorros; absurdo enmascarar el deseo
frente a quien lo provoca. Paula lo vio, tan claro, tan avasallador, tan
fascinante que le era imposible no dejarse atraer; anularse, dejar de ser... para
ser de ella. Tan poderoso que detenía el tiempo, apagaba las dudas y
esfumaba el miedo.
ºººººº
Siguió pasando hoja tras hoja, primero una vista rápida para después
detenerse en lo que más llamaba su atención; esbozos que iban formando el
dibujo definitivo, las manos curtidas de un hombre de campo, la rueda de un
viejo molino, casas de pueblo con sus tejados, la biblioteca y sus líneas
minimalistas, todo parecía estar plasmado en aquellos pequeños folios
blancos...hasta ella y su violonchelo...se reconoció a la primera, imposible
no hacerlo, sus brazos, sus ojos; cuánta emoción contenida en aquellos
trazos, pareciera estar aguardándola para desbordarse y que ella la
absorbiera; se estaba viendo a través de sus ojos, pensar que le había estado
observando para poder dibujar las líneas de sus brazos o el iris de sus ojos...
tantas sensaciones le oprimían el pecho, necesitaba respirar.
Miró el reloj, las 00:30, era pronto y seguro que la fiesta continuaba en
el salón del hotel, quería salir de su habitación y de aquella libreta embrujada
que le hacía pensar aún más en su autora; no podría dormir a menos que
agotara su cuerpo a base de brazadas en la piscina; se puso un bañador y
ropa deportiva, trataría de no cruzarse con nadie, no tenía ganas de aguantar
a gente con alguna copa de más, ni siquiera a Fernando. Cruzó el parque
mirando hacia la ventana de la habitación donde sabía estaba la cama en la
que Paula dormiría, la luz estaba encendida y por un breve instante le pareció
que alguien le observaba desde allí, estaba segura, estaría encerrad en su
torre tratando de protegerse de la bruja malvada que pretendía llevarle a
lugares oscuros para despojarle de ropas y hasta de su piel. Y cuánta razón
tenía, si no hubiera salido corriendo de su casa se hubiera pasado la noche
intentando apoderarse da cada parte de su cuerpo...
Era más fácil verla a media luz, la habitación apenas iluminada por una
pequeña lámpara en la mesita de noche, no era cuestión de ver con nitidez,
sino de poner a prueba cada uno de los sentidos, de sentir con claridad... la
penumbra ayudaba a mitigar la timidez y su olor le embriagaba, la química
del dolor y el placer navegando por su cuerpo e impulsada por la ola que se
le venía encima...la mar la envolvía y la llevaba...¿para qué luchar contra lo
inevitable?.
ºººººº
Al tenerle entre los brazos recordó que le había engañado, había pasado
la noche con la mujer que le traía loco desde que llegaron a ese hotel y ni tan
siquiera le había podido confesar que a ella también le atraía... le cogió de la
mano, no sin antes darle un beso en los labios, le quería con locura y había
llegado el momento de sincerarse con él, contarle lo sucedido y atenerse a
las consecuencias, primero era su amigo...aunque la noche anterior, mientras
Raquel la abrazaba, ni lo recordara...otro de los motivos por los que tenía
tanto miedo a lo que la morena le hacía sentir...todo parecía dejar de existir
cuando estaba con ella... ¿ pero cómo contarle algo que ni ella misma
entendía?.
Sólo un par de horas después abrió los ojos, se sentía descansada, estiró
todo su cuerpo, de nuevo su aroma...tenía que hacer algo, las cosas no podían
quedar así... cogió el teléfono, llamaría a su habitación, esperó un tono, dos...
nadie contestaba. El día pasaba y lo único que quería era estar con ella... de
pronto, recordó que el grupo se iba por la tarde a la ciudad, última tarde de
compras o de relax antes del regreso a sus casas, a la mañana siguiente se
marcharían y en pocos días un nuevo grupo llegaría... se encogió sobre sí
misma, abrazando la almohada... ¿Y Paula?
Entonces lo advirtió, alguien la observaba desde el jardín, agazapado
tras el ventanal de su dormitorio, se quedó paralizada de miedo durante unos
segundos, sin saber cómo reaccionar; su instinto de supervivencia le dijo que
siguiera comportándose de una forma natural, así que controló su impulso
de salir corriendo y se levantó tranquilamente de la cama para dirigirse hacia
el cuarto de baño y salir del ángulo de visión del intruso, una vez cerrada la
puerta, se dio cuenta que si abría la ventana del baño podría ver de quién se
trataba y, con suerte si no hacía ruido, ni lo notaría... muy lentamente giró la
manivela y entornó la ventana un poco, lo suficiente para ver... no se lo podía
creer...
- Estúpida y engreída....jajajaja
ºººººº
Ahora Paula dibujaba sus ojos... toda esa orilla de arena acariciando la
ola, ¿o es el mar el que descansa en la orilla de su incesante ir y venir?... en
todo caso abría grietas en su pecho... ¿o sería Cupido lanzando sus invisibles
flechas? A este paso le haría morir... porque no podía quedarse en esa mirada
sin que todo su cuerpo reaccionara y ya no quería disimular ni esconder lo
que estaba sintiendo, dejaría que Paula lo reconociera...no tenía nada que
perder... y mucho que ganar.
Primero, las sonrisas algo cohibidas, para dar paso a un breve instante
de calma y tanteos; después ese dolor que te encoje el alma cuando sabes
que estás ante algo muy grande, tanto que necesitas acallarlo, quitarle
relevancia en cierta forma porque da miedo... toda esa mar en su ojos y el
agua tan transparente, se veía todo y apetecía adentrarse en el abismo de sus
profundidades... se lo estaba diciendo, no había dibujo ni pintura que
sustituyera los momentos por compartir...la ola acariciaba los ojos de Paula
empapándolos; soltó el lápiz y el cuaderno y fue a buscarla, envolviéndola
en sus brazos; se colocó sobre ella, sólo dejaría de mirarla para perderse en
su boca...esperó un poco más para besarla, sabía que al hacerlo se entregaría
como nunca antes y que daría color y vida a cada trazo de su dibujo... no
supo por qué, pero eso beso fue muy distinto a los anteriores; no era
momento de preguntas, ya vendrían después...
- Paula, espera…
ºººººº
Se daba cuenta, a cada paso que daba más difícil sería volver a ella y a
esas horas que les quedaban; la indignación y el enfado la alejaban de aquella
casa, pero en alguna parte, ahora silenciada de su cabeza, una voz pujaba por
hacerse oír y pedía que desande lo andado y regresara a aquella casa... en
algún momento tendría que escuchar...de pronto, se dio cuenta - ¡Mierda!-
La dichosa libreta seguía en poder de Raquel; se giró para volver, pero solo
dio dos pasos para detenerse... el puñal en la espalda se abría paso hacia el
pecho...la rabia y el orgullo mantenían a raya el dolor, ¿quién se había creído
que era la engreída esa?. Haciendo lo que le daba la gana, apoderándose de
algo que no le pertenecía para adentrarse en su mundo, lo que plasmaba en
aquellos folios era íntimo y personal, sólo había dejado que traspasaran las
tapas un par de personas; Alberto, ante quien cedió tras su curiosidad casi
morbosa y su compañero Ces, de quien buscaba consejo profesional para
ciertos detalles de investigación histórica, le apasionaban sus cuadernos y
sus dibujos, siempre le animaba a hacer algún tipo de exposición con ellos.
Nadie, nunca, había sido capaz de arrebatarle algo tan suyo de la manera en
que lo había hecho Raquel, sin su permiso y aún a sabiendas de lo que hacía.
- Vaya... ¿ y lo dices tú?...- esta sí que era buena Pues ya ves... tanto
interés para llevarme a la cama... ya lo has conseguido - más que decirlo, lo
escupió- y por cierto, quiero mi libreta ¿ la puedes dejar en recepción metida
en un sobre? No quisiera que nadie más sintiera el impulso de conocerme
mejor de esa manera... - aguardó, esperaba el contraataque de la morena,
pero no llegó, en vez de eso, distancia y aparente indiferencia.
- ¿Vulgar?...
ºººººº
¿Había sido aquella una despedida por parte de Raquel? Sus ojos, aún
fijos en la puerta cerrada, se humedecieron; es lo que tiene la mar que te cala
hasta el último hueso. Ahora sólo deseaba dejarse mecer y llevar por sus
aguas, cuando hasta hace un momento pretendía contenerlas para no dejarse
arrastrar del todo...la contradicción de un sentimiento que ni tan siquiera es
uno, son tantos...y centrados en una única persona...
- ¿Qué ha sido eso? - Alberto le cogió la mano y cuando vio sus ojos
se acercó para acunarla entre sus brazos.- ¿Ya os habéis despedido?
Tuvo que dejar de tocar su chelo, durante meses la música sólo sonó en
su cabeza....y ahora su corazón bombeaba sangre agitado, como si estuviera
a punto de dar el concierto de su vida no ante cientos de personas...sólo una
la estaba mirando y la escucharía... ¿sabría hacerle llegar el contenido de esa
partitura y que sintiera lo mismo que ella experimentaba al tocarla?
Y allí estaba... entró algo cohibida, sin saber qué hacer con sus manos
y ruborizándose al ver cómo la miraba; intentaba no ser tan transparente pero
era evidente que no lo estaba consiguiendo y que Paula hacía un esfuerzo
enorme por mantener su mirada mientras se acercaba a la mesa.
- Dios mío... ¡qué día!..- Paula se tapaba la cara con ambas manos,
intentando ocultar la sonrisa de alelada que tenía y, a la vez, tratando de dar
sosiego a sus párpados, notaba cómo Raquel no dejaba de mirarla y le daba
tanto miedo tirarse de cabeza en ese mar... - Me tienes completamente
agotada- dejó asomar sus ojos para encararla-. ¡Y muerta de hambre!
Paula fue tras ella. Intentaba aparentar normalidad, pero la sombra que
antes le impedía ver su cara parecía haber dejado cierto toque de misterio a
su gesto y a su mirada fría, allí había algo más que no dejaba salir. Deseó
abrazarla, pedirle que le contara...no era el momento.
- Raquel...
ºººººº
- ¿Te has dejado llevar por el día tan maravilloso que hemos pasado
juntas?- ahora ya no sonreía, estaba tranquila y hablaba segura- ... No pasa
nada...- se acercó un poco más a ella - y respira por favor...vamos...te
enseñaré mi lugar preferido...- la agarró de su brazo y se dejó llevar, seguía
preocupada por lo que había dicho y por sentirse tan descontrolada junto a
la morena. Había sentido su corazón latir tan aprisa que ahora parecía
dormido.
A cada paso que dada pensaba si no sería más fácil dejarse caer por el
acantilado con su maleta de cuero desgastada, tan trillada como ella misma,
rozada, desgastada, sin cuidar; qué importaba que fuera piel de calidad, qué
más daba que un día ella misma hubiera sido bella, la negrura lo apagaba;
salía de sus ojos para solapar y ensombrecer toda la luz; ¿era negro el color
de la maleta o era ella la que la veía así? ¿Volvería a distinguir algún día los
colores?
Como el azul…
ºººººº
ººººº
Ahí estaba ella. Ni un ciego tiene tal ausencia de color, si tuviera que
elegir un color que la definiera sería el gris tornándose oscuro y todas sus
tonalidades intermedias y extremas; en un lado blanco al otro negro; hasta
su pelo se había oscurecido un poco y estaba más delgada...le producía una
gran ternura verla, con ese halo reflexivo y lunático, mirándose los pies al
caminar, como si de esa forma pudiera no sentirse tan perdida en ese camino
que parecía hacer cada día.
Le vio levantarse y supo que se marchaba para que pudiera hablar con
Fernando; Ces se retiraba, ella tendría que hacer frente a sus demonios como
un ángel vengador; alzar su espada y cortar las cabezas de todas esas
serpientes que rodeaban su cuerpo y la inmovilizaban... de todas esas
excusas que la paralizaban. No movió ni un músculo para evitar que se
marchara o por ir tras él, la necesidad de afrontar lo inesperado le superaba.
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Se notaba que esa planta del hotel era para uso personal, no pudo
observar mucho más, en ese momento los detalles de la decoración y
distribución del lugar donde se encontraba era lo que menos llamaba su
atención; el pasillo que estaban recorriendo se le hacía interminable.
Fernando había cogido con la otra mano el lienzo y Sophie les seguía; Paula
sólo quería diluirse y convertirse en una mancha húmeda en el suelo para
pasar desapercibida, con sólo intuir su presencia, saber que estaba cerca, se
anularon todos sus propósitos de serenidad y capacidad de
autocontrol...repasaba recuerdos rápidamente para aferrarse a alguno que le
devolviera la calma, ojalá pudiera convertirse en piedra o simplemente tener
la posibilidad de odiarla o, mejor aún, que el estar frente a ella le fuera
indiferente...
- Fernando... - una empleada del hotel con traje de falda y chaqueta
les sonreía con cordialidad, mientras les indicaba con una mano que podían
pasar a otra habitación- Pasen... les está esperando- Paula se dio cuenta de
que habían entrado a una especie de sala oficina circular con la mesa de la
que parecía la secretaría en el centro y que albergaba, al menos, cuatro
puertas más. Fernando se dirigió hacia una de ellas y la abrió sin
contemplaciones antes de que le diera tiempo a inhalar un poco del aire que
le faltaba a sus pulmones, empujándola hacia adentro y soltando su mano.
A quien tenía frente a ella era a su padre, había heredado su mar. Raquel
tenía el físico de su madre pero el color de ojos de su padre, ese azul que
rasgaba cada pensamiento que le acompañara impidiéndole pensar con
coherencia.
- Tus deseos son órdenes para mí, hija...- Gerard la siguió y la rodeó
con el brazo para darle un sonoro beso. De hecho, me parece tan bueno que
he pensado en proponerle algo a Paula...
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- Sé lo que me vas a decir Alberto, que si aún siento algo por Raquel
no tendría que mentir a Ces y nunca lo he hecho, él conoce lo que hubo entre
nosotras y sabe que de alguna forma aún sigue en mí...- agachó la cabeza- lo
que no he podido decirle es cómo me sentí el otro día al verla y que no puedo
dejar de pensar en la oferta de su padre de hacerle un retrato porque así
podría volver a pasar tiempo con ella...
Paula se cubrió la cara con las manos, era demasiado para su cabeza,
estaba completamente desbordada por la situación y, sin poder contener el
llanto apareció para enturbiar aún más su visión.
- Cariño, lo siento... sé que soy muy brusco a veces... pero creo que
si no afrontas lo que sientes ahora y la posibilidad de entender lo que pasó
entre vosotras, siempre te quedará esa duda, ese dolor y ese amor
frustrado...- Alberto le limpió la lágrimas con sus manos -¿Crees que Raquel
aún siente algo por ti?
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Aceptó. Cómo no... quedaron para la noche siguiente, a eso de las siete,
en su hotel.
Durante los pocos segundos que tuvieron que compartir el cubículo del
ascensor Raquel parecía muy inquieta y nerviosa, se frotaba las manos en la
falda y evitaba mirar a la rubia. Paula vio el largo pasillo que recorrió hacía
dos días para entregar el cuadro, pero la morena se dirigió hacia la derecha
por otro pasillo, la siguió sin poder evitar mirar sus piernas y su forma de
andar. Entraron en un pequeño ático, la distribución parecida a la de su casa
en Santander, no había muros, sólo los que delimitaban el baño y la amplia
terraza. Había una mesa redonda, que seguramente habría preparado el
servicio del hotel, con velas encendidas y una cubitera con una botella de
vino en uno de los laterales. La morena bajó un poco la intensidad de la luz
y después se dirigió al equipo de música, los acordes de un piano y una suave
voz, acústico, no reconoció a la cantante...
- ¿Te importa si me doy una ducha rápida y me cambio, mientras
traen la cena?...- se había colocado a su lado en un abrir y cerrar de ojos.-
¿Tú quieres ducharte? Nos hemos puesto perdidas con el pan...- sonreía y
Paula se derretía- Te puedo dejar ropa...
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- ¿Quieres saber cuáles son las otras formas...?- a punto estuvo Paula
de dar el sí como respuesta, pero no se atrevió a seguir con aquel juego en
el que la morena parecía divertirse mucho.
¿Cómo dirigir lo que no sabes hacia dónde va? Raquel se volvió con
cierta brusquedad, había vuelto a rellenar su copa de licor y su mirada la
dejaba aún más atada al sofá.
- Si...- qué mirada tan tierna tenía Paula, la hacía querer acurrucarla
y protegerla, incluso de sí misma...
- ¿Cuándo?...-Raquel sonreía abiertamente.
- Vale...
- ¿Por qué crees que es?- Raquel se sentó en el suelo doblando sus
piernas y apoyando sus manos sobre las rodillas de la rubia; pero Paula se
dejó caer del sofá para acabar sentada frente a ella y casi a punto de volver
a abrazarla, se frenó, pero cogió una de sus manos, no quería soltar del todo
su contacto.
- Pero me sigues...
- ¿Mis post-it?
- Pero…
Tuvieron la genial idea de no decir en voz alta las ideas que le surgían,
irían colocando las notitas de colores, con cada una de ellas, en sus propios
cuerpos, para que la otra pudiera leerlas, como si los deseos se hicieran
hueco a través de los poros de la piel y se materializaran para cubrir sus
cuerpos de colores. El color tan presente en sus vidas...y la música…
“Todo este trozo de cielo es mío, todo lo que mis ojos alcanzan a ver...
con sus nubes multiformas y sus aves de paso; la estela de algún avión, sus
distintos tonos de azul... lo pienso mientras el sol me calienta la piel y la
arena me acuna entre sus granos, me siento parte de toda esta inmensidad,
estoy fuera y soy dentro... su voz se cuela en mi encantamiento o es por su
culpa que ando en las nubes todo el tiempo... me incorporo y la veo
empapada de ese otro infinito azul, queriendo que acuda a su lado, desde que
llegamos hace unos días no me ha dejado un instante, a veces se mantiene a
distancia pero no deja de observarme y me reclama, es como si me
necesitase...”
“Esa mirada me lleva a los mil y un escondites tras los que se esconde
su alma, es tan vulnerable como poderosa, sólo que el desconocimiento se
empeña en echar el telón a cada instante y ya se sabe que en la oscuridad
nada se ve ni tan siquiera tu sombra.”
El negro de los ojos de su madre avanza como una bruma sobre su azul.
Me cuesta tanto explicar este miedo a volver a perderla, es como si todo lo
que conozco sobre Raquel desapareciera tras ese velo y apareciera esa otra,
poderosa, tras cada recoveco.
Esa mujer viene hacia mí, me pide que la encuentre mientras avanza,
paso a paso hasta tocarme. Su piel fría me sobresalta. Me despierto con sus
ojos negros clavados en cada pensamiento, no entiendo qué pasa, cómo se
me ha colado en el día y en el sueño. Quizás mi amor no resuelto o no del
todo correspondido me obsesione y absorba e intente buscar las respuestas
que no me da la hija en la madre.
Si fuera tan sencillo como decir lo que siento… pero ya lo hice y el azul
se hizo ausencia. Siento que he de callar y esperar a desvelar el misterio que
encierra su alma. Pero esperar me está encogiendo y arrugando como una
pasa, sin jugo, lista para masticar o pisotear dejando apenas una mancha, un
pequeño rastro tras la pista de un diminuto grano de arena arrastrado por un
infinito mar.
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Y ahí estaban sus labios, donde siempre deseó, como tenía que ser; si
había un antes o un después no importaba, el ahora se hacía más eterno que
nunca, vivir era aquello, seguro que muchas sensaciones más, pero sin duda,
esos labios en los suyos ya habían aventurado ese momento.
Sentía dolor físico por el deseo tanto tiempo contenido y el ansia por el
otro cuerpo se hacía, a cada segundo, de ese beso eterno, más desenfrenada.
Llegaron otros muchos besos, parecían volver a mantener una lucha, como
aquella en el gimnasio, se agarraban, se mordían, forcejeaban por tener el
poder; los suspiros comenzaron a tornarse quejidos que por momentos
parecían rozar la desesperación.
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- ¿Cómo?...
Le rompe los ojos en miles de lágrimas; quiere bañar toda esa negrura,
limpiarse para ella; que la vea feliz y abrazarla entre sus brazos.
Intenta disimular, pero cree que ya todos lo notan, todos pueden ver sus
cambios de humor, sus pasiones llevadas al extremo y sus caídas al infierno;
de momento, no son tan evidentes, cíclicas, había dicho el psiquiatra que le
había recomendado el médico de la familia; puede llevar una vida hasta
cierto punto normalizada, siempre y cuando no se disparen los
episodios…de momento, estaba consiguiendo engañarles, así que podría
controlar, no sería necesario que la ingresaran, separarse de su hija, de su
marido, de su hogar…era un deber, pero llegaba a sentir hastío, le molestaba
su hija y despreciaba a su marido. Oía su voz llamándola y quería correr;
sabía que la amaba con toda su alma y aún más culpable se sentía. No quería
estar ahí, pero lo controlaría, todos esos pensamientos obsesivos, la frase que
se repetía una y otra vez en la cabeza…”Lo puedo hacer, lo puedo hacer, lo
puedo hacer…”. Intentaba enmascarar al resto, someter sus deseos de
marcharse, abandonar a todos, o de terminar con su vida…
¿Era huir?...Correr hasta sangrar los pies, l día que se marchó así lo
hizo, con la bata de casa y gritando; no veía ningún monstruo, ni fuera de
ella ni dentro, era ella quién se sentía sucia y esa frase que se repetía se había
revuelto contra ella, cada letra parecía gritarle, cambiar de posición para
formar otras palabras terroríficas “Huye, huye, huye…”
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La residencia de Dolores era una clínica de descanso para mujeres de
clase alta que estaban allí voluntariamente, hospedadas para vivir el tiempo
que fuera necesario o quisieran; alejadas de sus vidas cotidianas y familiares.
Dolores era psiquiatra, toda su vida había pasado consulta privada y en
instituciones públicas, pero quiso retirarse y seguir apoyando de alguna
forma a esas mujeres que viven de forma tan ajena sus vidas, además
escribía, las historias de sus clientas le apasionaban; las recogía de forma
anónima y, por supuesto, hasta cierto punto novelada; hacía ficción con la
realidad, según le gustaba decir.
Quiso retirarse pronto para escribir y disfrutar de sus largos paseos por
el campo y el mar, aquel lugar que escogió para hacer su residencia-clínica
le pareció el ideal para pasar el resto de sus días, acompañada de todas esas
vidas de mujeres que iban y venían, porque muchas de ellas sólo pasaban
temporadas y después volvían a sus vidas, cuando tenían recaídas o querían
pasar un tiempo en aquel enclave, rodeadas de prados verdes, acantilados y
mar y disfrutando de la compañía de otras mujeres con las que podían hablar
sin tapujos de lo que sentían, sin temor a no ser comprendidas y rechazadas;
las terapias de grupo eran debates o simples reuniones para hacer algún tipo
de tarea o manualidad, cocina, jardinería, pintar, coser, leer, incluso una
especie de taller de escritura, donde ellas mismas escribían sus historias en
tercera persona, noveladas; era uno de los grupos preferidos de Dolores, la
escritura o soltar lo que sentías dentro intentando alejarte de ello, como si
fueras un personaje de un cuento o relato le parecía una de las mejores
terapias.
“La función u origen de las lágrimas todavía está siendo investigada. En la medicina
hipocrática y medieval, las lágrimas fueron asociadas con los humores del cuerpo, y se veía el
llanto como una purga de humores excesos del cerebro. Hace más de un siglo Darwin dijo que el
llanto fue usado para atraer atención, en particular fue usado por los niños. Dijo que las lágrimas
actúan como una bandera roja para señalar el estrés. Psicólogos y bioquímicos dicen que se trata
de una reacción fisiológica para liberar estrés…entre otras cosas…
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- ¿Te gustaría ser madre?- Raquel la miraba a los ojos, tan seria…no
esperaba esa pregunta, nunca sintió que fuera el momento para serlo.
- No sé, la verdad…no es algo que me haya planteado y eso que
tengo ya mis añitos. ¿Y tú?
- Mañana llegaremos…
- Lo sé…
- No sé si mi padre se lo ha dicho.
- Todo irá bien…- cogió su mano para sacarla del agua, era hora de
descansar.
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Aquel sendero que un día hacía ya treinta años hiciera la madre, hoy lo
hacía la hija; caminaba sola y con cierta inseguridad hacia la puerta, Dolores
la reconoció en seguida; de tal madre… tal hija. Su corazón se disparó a mil,
había deseado tanto que aquel momento llegara, sentía que quería a esa
chica, tantas fotografías y cartas enviadas por Eduard para que siguiera la
vida de su hija, aunque, la mayoría, no fueran contestadas; incluso, en una
ocasión, convenció a su amiga para ir a escucharla a uno de sus conciertos,
era en Roma, fueron a pasar el fin de semana, de la residencia se ocuparían
sus otras empleadas. Se negó a ir a ver a su hija tras el concierto, solo se
atrevió a observarla mientras salía por la puerta trasera del teatro, reservada
a empleados y concertistas. ¿Qué podría decirle?
Después de aquello no volvió a intentarlo y tuvo una especie de recaída
hacia sí misma; se encerró en su cuarto durante días.
En esta ocasión, era Raquel la que entraba en escena; era ella la que iba
a verla. ¿Cómo reaccionaría su amiga?
- Sí…busco a…
ºººººº
Ahora sabía cuál era su papel en esta otra historia… pintar el lienzo de
aquel encuentro; el fondo sería un remolino de nubes y azules de cielo y mar
y, la imagen principal, la del abrazo entre dos mujeres; apenas se verían sus
rostros, difuminados por sus melenas fundidas por el viento, el gesto
principal, el abrazo, los secundarios, dando emoción a la escena, la posición
de las manos sobre los hombros y espaldas, las posturas de ambas, rendidas
a la emoción y, a la vez, inmensamente fuertes.
La magnífica historia de dos mujeres, Laura y Raquel, contenida tras
aquel abrazo…aunque nadie vería a esas otras personas que conformaban la
historia, los amigos, Eduard, Dolores, ella misma… todo un mundo, tantas
vidas tras una imagen.
Ese sería su título…el hilo que entretejía sus vidas desde el principio.
FIN.