Mediodicho 29

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 170

Revista de Psicoanálisis N° 29

Política, enfermedad y época:


¿qué trata el psicoanálisis hoy?

1
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
Revista de Psicoanálisis N° 29 - Año 9 - Córdoba, julio de 2005

Política, enfermedad y época:


¿qué trata el psicoanálisis hoy?

Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana Sección Córdoba


Caseros 950. Tel: 0351 4221930. Córdoba, Argentina. www.eolcba.com.ar
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana


Sección Córdoba

Dirección La Escuela de la Orientación Lacaniana se


Gabriela Dargenton fundó el 3 de enero de 1992 con una Sec-
Asesor Editorial ción en la ciudad de Córdoba.
Graciela Brodsky
”En primer lugar ella se constituye en la cer-
Secretaria de Redacción
Adriana Laión tidumbre de ser un organismo de saber: saber
expuesto en las enseñanzas que allí se sosten-
Comité de Redacción gan y en la puesta a prueba constante de la
Graciela Martínez
Pilar Ordóñez formación que dispense; saber presente en la
Gisela Smania creación y desarrollo creciente de una biblio-
teca que, en nuestro medio, tendrá su sentido;
Traduce en este número
Eduardo Abello saber que circulará en sus publicaciones, pues,
Liliana Aguilar sin duda, todo girará en torno a los escritos por
Marcelo Casarín aparecer.“
Alejandro Willington
(Acta de la fundación de la EOL, enero 1992).
Director Responsable de Publicación
Hilda Vittar La Escuela de la Orientación Lacaniana,
Producción Editorial junto a otras Escuelas de América y Euro-
EdicionesDocumentA/Escénicas pa, es miembro institucional de la Asocia-
ción Mundial de Psicoanálisis (AMP).
. . . . . .

Dirección Edición Digital


Pia Liberati . . . . . . .
Comité de Edición Digital
Mariana Gomez
Teresita Ruiz El lector encontrará en estas páginas las
Jesica Asis
Lourdes Marini referencias a los títulos otorgados por las
Escuelas de la Asociación Mundial de Psi-
coanálisis, previstos por Jacques Lacan.
Política de privacidad y distribución de la edición digital de -Analista Miembro de la Escuela (AME):
Mediodicho
La revista Mediodicho en su edición digital permite el acceso a sus
mediante el cual se reconoce a un miem-
contenidos, previa suscripción vía internet. Los casos clínicos no apa- bro como “psicoanalista que ha dado sus
recerán en esta versión. pruebas” de formación suficiente.
En esta publicación se atiende el cuidado de la política editorial en dos
aspectos principalmente:
-Analista de la Escuela (AE): al que se ac-
1.-Privacidad. La posición actual es la de no publicar en formato dig- cede, por haberlo demandado de hecho,
ital ningún caso clínico que pueda ser reconocido ni por el sujeto, ni al término de un procedimiento denomi-
por allegados al mismo. La publicación adhiere a lo establecido en el
pronunciamiento de la ley nacional de Salud Mental No 26.657, artí-
nado “pase”. Esta nominación le imputa a
culo 7° y su decreto reglamentario 603/2013. un miembro estar entre “quienes pueden
2.- Derechos de autor, origen de los textos, referencias. tes- timoniar de los problemas cruciales”.
La publicación de los textos contará siempre con la autorización del
autor, y deben constar las referencias fundamentales del mismo: Si
es un texto original o no; si no es original, hay que especificar su pro-
cedencia. ISSN 1668-3897
En el caso de los textos de Lacan inéditos hay que contar con la au-
torización de J.-A. Miller. Si han sido establecidos o autorizados pre-
viamente por J.-A. Miller se publicarán poniendo las referencias del
origen de los mismos.
Índice

7 Editorial

9 La Orientación Lacaniana
Siete sustituciones para la época. Jacques-Alain Miller

45 El Padre y la Época
Del padre universal al padre singular. Fabian Naparstek
Ken Park. El desamparo más allá de la angustia de castración. Elisa
Alvarenga

63 Problemas cruciales
Políticas del trauma. Germán García
La contracción del tiempo, su plus de valor. Rosa Yurevich.
Sobre advertidos y caracoles. Las neurociencias y la evaluación del psi-
coanálisis. Eduardo Abello.

99 Perspectivas, Ideas y Problemas


Glosario: Pathos, Ethos, Póiesis. Por Daniel Vera
Medicina y sociedad en tiempos del cólera. Adrián Carbonetti
“En las Profundidades del Gusto”...Auguste Comte. Ana Waisman
Fragmentos: Baltasar Gracián, a la letra.
Violencia y ficción. Tununa Mercado
De la responsabilidad de la mirada. Leonor Arfuch
Cita: Diderot, Denis; El sobrino de Rameau.
La Memoria encarnada. Entrevista a Héctor Schmucler

139 Enfermedad y época


El síntoma, ¿problema o cuestión?. Eugenio Díaz

147 El Pase
Transiciones sobre la zona del pase. Vicente Palomera
El psicoanálisis y su eficacia. Gabriela Dargenton

159 Comentario de libros


“Actualidad del trauma”, Germán García. César Mazza
“Lacaniana 2”. Candela Méndez

167 Normas de presentación de textos


Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
Editorial

M
ediodicho se ha propuesto esta vez preguntarse ¿Qué trata el
psicoanálisis hoy? Partimos con J. A. Miller de la creencia que
el nombre del psicoanálisis no es mas el que era, que los psi-
coanalistas estamos desafiados a sostenerlo si queremos que sobreviva,
ya que se trata hoy de una transformación profunda del mismo.
Las sietes sustituciones que nos propone en esta revista Miller son
un modo de enfrentar la época, su malestar, su desorientación. Nosotros,
sí orientados por la ultima enseñanza de Lacan comenzamos a sacar con-
secuencias para nuestra practica y nuestra posición en el mundo.
Política, enfermedad y época, tres significantes que los pensamos
anudados y que nos dan una dimensión del lugar que el psicoanálisis
tiene hoy en nuestra cultura, en nuestra sociedad y en el mundo.
Entendemos la política desde la perspectiva del trauma y los efectos
que el mismo tiene para todo ser hablante. Por lo cual hemos realizado un
abordaje amplio, queriendo dar cuenta de nuestro punto de vista ético
y clínico. También decidimos abordarlo desde otras disciplinas como la
neurociencias o las TCC que hoy proponen diferentes terapéuticas a las
que nos enfrentamos palmo a palmo y de la que los psicoanalistas toma-
mos nuestra posición.
Abordamos las enfermedades de la época: anorexia, bulimia, adic-
ciones, usos del medicamento, situando la creencia en un síntoma que no
es mudo y habla de una invención particular al imposible de decir, que
anudado al deseo del analista, demuestra como el psicoanálisis es eficaz
para tratarlo y hacer mas vivible la vida.
Época, ayer, hoy, mañana, una perspectiva amplia y a la vez arti-
culada a través del aporte de psicoanalistas y de hombres y mujeres de la
cultura, cada uno con un sesgo particular nos permiten analizar un signi-
ficante que aunque repetido no deja de tener consecuencias cada vez que
es abordado, en este numero desde la memoria, la medicina, la violencia,
la responsabilidad de los medios audiovisuales.
El Pase, esta vez toma la forma de conferencias que lo sitúan como
una “zona que hay que recorrer”, que nos da la medida de la eficacia del
psicoanálisis en la época actual, que nos orienta mas allá del padre, en la
creencia en el síntoma, en el uso que cada ser hablante pudo hacer luego
de atravesar su experiencia analítica.
Sabemos como lo repiten dos trabajos de esta revista que “ el psi-
coanálisis no es una aerolito que ha caído del cielo”, es la invención de

7
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

una experiencia particular, de un largo camino, en cada época, que nece-


sita del mismo para soportar el estilo de vida de cada sujeto.
Espero que la lectura de esta Revista sea una contribución a la trans-
formación que estamos en vías de producir.

Adriana Laión

8
La Orientación Lacaniana

9
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Siete
sustituciones
para la época 1

Convergencia

L
a evocación precisa hecha
Jacques-Alain Miller por Éric Laurent sobre el
acento puesto en la última
Es psicoanalista en París, Francia. enseñanza de Lacan en la función de
Analista Miembro (AME) de la Es- la nominación, y luego el trazo ele-
cuela de la Causa Freudiana (ECF). gante, por François Leguil, del deve-
Miembro de la Asociación Mundial nir de la angustia en esta clínica que
de Psicoanálisis (AMP). se aparta hoy del psicoanálisis, esta
Director del Instituto del Campo evocación precisa y este trazo ele-
Freudiano (ICF). gante convergen. Esta convergen-
Ex - Director del Departamento de cia es para mí tanto más probatoria
Psicoanálisis de la Universidad de cuanto que ella no ha sido en lo más
París VIII. mínimo concertada, ya que ha que-
Responsable del establecimiento del dado implícita y sin duda desaperci-
texto de los Seminarios de Jacques bida -lo supongo- por su audiencia.
Lacan. Es la razón por la cual, comenzaré
por hacerla manifiesta.
Para cernir esta convergencia,
me alcanzará con servirme de un
punto de interrogación, el mismo
que, al menos según mi gusto, se
encuentra en una y en otra exposi-

1 ”Le lieu et le lien”, La orientación Laca-


niana III. Curso impartido en el marco del
Departamento de Psicoanálisis de Paris
VIII. Clases correspondientes al 21/03/01
y 28/03/01. Texto publicado con la amable
autorización de Jacques Alain Miller. Esta-
blecimiento y revisión: Gabriela Dargenton.

11
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

ción, a saber: ¿A qué responde la invención de un nombre nuevo?


Digo la invención, pero esto no se detiene allí. Es también la promo-
ción, el éxito, el éxito social de los nombres. ¿Y cómo es que un nombre
nuevo encuentra crédito? ¿Y por qué Otro es acreditado? ¿Y cuál es su
relación con lo que nombra? ¿Lo que es nombrado precede el nombre o
es el nombre quien precede lo que es nombrado? ¿Qué creencia, entonces,
merecen los nombres?
Cuando nos planteamos la cuestión, por otro lado, nos damos
cuenta del número de nombres a los cuales creemos duros como hierro.
No podríamos ciertamente sostenernos en la práctica del psicoanálisis,
quiero decir a título de agentes, si no creyéramos en una multitud2 de
nombres, comenzando por el nombre de psicoanálisis.
Al seguir las referencias de François Leguil, nos damos cuenta de
que la creencia en el nombre del psicoanálisis, en ciertos sectores, como
diría el otro, no es más lo que era.
Enumero las cuestiones y agrego otras, ya que podría continuar
por mucho tiempo multiplicándolas, porque todas tocan la relación de lo
simbólico y lo real. Pero más que multiplicar estas cuestiones, que abun-
dan, nos atengamos a los ejemplos que nos han sido propuestos, y que
yo pongo en paralelo, precisamente porque los paralelos, contrariamente
a lo que parece, convergen al agregar solo como suplemento un punto al
infinito.
Los ejemplos que nos han sido aportados, son aquellos del nombre
de depresión y del nombre de sinthome.
De nada sirve negar que el nombre de depresión es en adelante,
desde hace alrededor de un cuarto de siglo, un significante socialmente
reconocido, que tiene valor, que discurre en el lazo social, y que permite
a los sujetos, con suerte -podemos tener nuestra opinión al respecto- lo-
calizar su enfermedad. Es un significante en circulación, un significante
cotizado, y –lo percibimos– correlativo de una modificación de la clínica
en el sentido de la indiferenciación, en el sentido de un empobrecimiento
de la clínica, y que va, con los audaces, pero que pesan, que hacen núme-
ro, hasta querer hacer caduco el concepto de neurosis.
Y bien, utilicemos este encuentro que se dio aquí, por azar - ¿hay
azar? - para decir que, al mismo tiempo que el nombre de depresión ini-
ciaba su carrera triunfal, Lacan ponía, él, en circulación el nombre de sin-
thome.

2 N. De T.: Neologismo creado a partir de un juego de palabras entre foule (masa, en su


sentido freudiano) y multitudes.

12
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Es sorprendente constatar esta contemporaneidad. No podemos –


nos gustaría- pretender que este nombre de sinthome haya conseguido su
reconocimiento, aunque sea entre los psicoanalistas, e incluso los psicoa-
nalistas lacanianos, donde nada demuestra que hagan el uso radical de
la palabra sinthome que Lacan ha trazado, ha esbozado. Y por las mejores
razones. Es que los psicoanalistas lacanianos han permanecido -no cuento
con felicitarlos cálidamente- atados a la diferenciación estructural que el
Lacan clásico había hecho tanto para construir.
Sin embargo, el nombre de sinthome ha sido promovido por Lacan
-es mi lectura, mi hipótesis- como la respuesta propiamente psicoanalítica
a la época de la indiferenciación clínica, a la época de la decadencia de la
clínica. Es la nuestra, hoy, siglo veintiuno, la clínica tal como había sido
elaborada a partir del siglo diecinueve, la clínica psiquiátrica que alcan-
zó su cumbre con Kraepelin. Esta clínica, esta clínica francesa también,
tan atenta a la envoltura formal del síntoma, que Lacan ha recibido del
ejemplo clínico de Clerambault. Y luego la clínica psicoanalítica debida
al genio de Freud, engrosada con los aportes de los post-freudianos. Y
finalmente la convergencia de estas clínicas, psiquiátrica y psicoanalítica,
en la formalización clínica de Lacan.
Es un fantástico continente clínico, con sus diferenciaciones preci-
sas, exquisitas, sus finos matices, admirables, que parecen hoy, para los
que se piensan ellos mismos como estando en la avanzada del movimien-
to de la ciencia, todo este continente parece relevar de algo como lo que
Lévi-Strauss llamaba el pensamiento salvaje. Este pensamiento salvaje,
para nada rudimentario, al contrario, del cual subrayaba que era capaz de
discriminar, mucho más finamente que nuestro pensamiento, los colores,
los olores, lo propio de cada uno. Para mostrar que este pensamiento, al
calificarlo de salvaje en nada se lo rebajaba, valorizaba listas estupendas
de ítems, allí donde el civilizado no ve sino simplemente el día y la noche,
el sí y el no, el salvaje pretendía discernir infinidades de matices.
Hace falta aclarar que, en relación a lo que de operatorio la ciencia
propone en lo concerniente a lo psíquico, y que es oferta sobre un mer-
cado, sobre el Mercado, relega con todos los honores la clínica clásica al
rango de pensamiento salvaje.
Por supuesto, hay psicoanalistas, y hay incluso psicoanalistas la-
canianos, pero en este movimiento, lo que les está prometido es habitar
una suerte de reserva indígena. Está claro que, incluso si es dicho más
cortésmente, se querría tolerarlos solo como vestales manteniendo una
tradición clínica rechazada de la circulación social, progresivamente re-
chazada de la efectividad, del pequeño comercio de las sustancias cada
vez más adaptadas.

13
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Es precisamente, me parece, porque él percibía esta tendencia a lar-


go plazo, y precisamente para que el psicoanálisis escape a este destino
de relegación, que Lacan ha intentado poner en circulación el nombre de
sinthome.
Es un nombre nuevo, aunque surgido de una ortografía antigua, y
es porque inventa este nombre nuevo que Lacan se interroga, en la prime-
ra clase de su Seminario que lleva este título, sobre lo que comporta como
consecuencias la invención de un nombre.
¿Qué es este asunto de inventar un nombre? ¿Dónde acontece y qué
efectos puede tener?

El mito

Desde allí Lacan recurre al mito bíblico. Recurre al mito porque éste
nos sirve para señalar lo que se opera desde lo simbólico, precisamente
cuando lo que se opera desde lo simbólico toca a lo real de una forma que
no es fácil de formalizar.
El mito bíblico, además, tiene la ventaja de separar la creación del
mundo, la creación de los vivientes, la creación de las cosas, y luego su
nominación. Está al menos bien señalada. De un lado Dios crea, y del otro
el hombre nombra. El mito vuelve patente este clivaje.
Es al famoso Adán que es remitido, en efecto, el poder de otorgar
nombres, de tal suerte que, luego de la creación divina, viene la nomi-
nación humana, es decir que un lugar se asigna a lo que Lacan llama el
parloteo del hablanteser.
Contamos la idea de Dios, que al crear uno que habla no ha crea-
do un montón, ha creado uno con facultad de hablar. Uno. Y en tanto se
hubiera detenido allí, podríamos decir que eso habría andado muy bien.
Como sabemos, el problema comenzó de a dos, cuando él derivó del pri-
mero otro viviente, al cual además dio, no el poder de nombrar las cosas
que él había creado porque eso ya estaba hecho, sino que abrió un espacio
de cosas perjudiciales.
A uno que ha creado, le dio algo que hacer, una primera cosa para
hacer, es decir que Dios ha preparado en su creación el lugar de lo simbó-
lico. Fue para mandar al carajo su creación. Lo percibimos todos los días.
Hoy, lo que ha reemplazado la idea de que podría haber un big bang ató-
mico que suprima la existencia viviente del planeta, es la epidemia que,
en tiempos de la globalización, se encuentra extremadamente favorecida,
y que podría tener blancos muy selectivos. Después de la vaca y el car-
nero, no vemos por qué eso no podría tocar también la autodenominada
especie que habla.

14
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Nos damos cuenta todos los días que hace falta reservar la cuestión
de saber si el buen Dios era tan bueno como parece, hemos dudado en
la gnosis que la creación pueda ser atribuida a una divinidad benévola,
podemos también plantearnos la pregunta si sabía todo esto de antema-
no, que al instalar el lugar de lo simbólico en lo real, asumía riesgos muy
importantes en lo concerniente a su creación.
Lo que es formidable -gloso sobre el mito-, es que Adán haya hecho
lo que le dijeron que haga. Era disciplinado. Nombra los bichos, nombra
los cuerpos vivientes divinamente individualizados en especies naturales.
La observación central de Lacan –que ha sido recordada por Éric
Laurent- es que Adán no nombra la bacteria, no la conoce. La bacteria
no se presenta al bautismo de Adán. Ya que para nombrar la bacteria,
hay que ir a buscarla, hace falta descubrirla con el discurso científico. No
alcanza con quedarse mientras las cebras, los elefantes, las jirafas desfilan
gentilmente como en el carnaval de los animales. Hay cosas por hacer
para que éste viviente bacteria figure en el repertorio.
Se dice incluso que esa no era en absoluto la intención del Señor,
en la medida en que se pueda penetrar sus designios. En todo caso, él se
tomó el trabajo de prohibir a su criatura hablante el acceso al árbol del
conocimiento, es decir el acceso a lo que podría justamente permitir un
día dar a luz la bacteria y su nombre.
Vemos que Adán respetaba perfectamente, aunque solo, y quizás
precisamente por eso, la fórmula de la sexuación masculina. Hay un “no
toques allí”, “eso no se come”. Eso no hizo hábito, y se hubiera podido
muy bien mantener así si Dios se hubiera quedado con el hombre, el ma-
cho, si no hubiera soñado, luego, en completar su creación dotando, como
se ha dicho, al hombre de una compañía.
Finalmente, agregar eso, es ya un rebajamiento, ya que haciendo
esto él hizo del hombre una especie natural, comprometida con su repro-
ducción, en tanto que nada lo demostraba al principio. Era más bien el
uno que habla aparte, desde este punto de vista, en la soledad natural que
lo hacía el partenaire, el colaborador de la divinidad.
Entonces, Dios agrega una criatura derivada del hombre, La mujer
como lo subraya Lacan, la única, la única que amerita ser dicha La mu-
jer. El mito mismo desarrolla que es ella la que se pone a servirse de la
palabra, para nada de una forma muy reglada, ajustada, como Adán, en
la relación. Y en el fondo él puso los nombres, él ha formado su pequeña
fuerza armada animal. Ella se dedica a servirse de la palabra a mansalva,
engolosinándose demasiado con la serpiente, lo que inaugura el discur-
so de la ciencia, es decir que inaugura algo, un proceso, un movimiento
del cual van a surgir cosas que no estaban en la creación del mundo, o al

15
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

menos que no estaban en absoluto nombradas en la creación del mundo.


Si se quiere, eso es lo que no hacía falta. Si no hubiéramos querido
llegar al sinthome, no hacía falta. Como dice Lacan, y como lo ha recorda-
do Éric Laurent, es el primer paso en falso. Es el pecado original, alrede-
dor del cual se centra el argumento de Kierkegaard sobre la angustia.

La obra de Kierkegaard sobre El concepto de la angustia es una re-


flexión sobre el tipo de causalidad en juego en el pecado original. Él des-
prende el concepto de la angustia precisamente porque no corresponde al
sentido de San Pablo. No se satisface con decir: es porque hay interdicción
de la ley que se ha creado la tentación de donde proviene el pecado. Este ar-
gumento de San Pablo que Lacan ha utilizado en su Ética del psicoanálisis,
y con el cual explícitamente Kierkegaard toma distancia, al menos a través
de una versión de un teólogo de su tiempo. Pero dejemos esto de lado.
Esta falla inicial no ha ido sino empeorando. La falla no deja de
agrandarse siempre, es la falla de donde proviene lo nuevo, es decir las
nuevas cosas y los nuevos nombres, hasta la bacteria, hasta el sinthome,
hasta la depresión.
Es esto lo que el mito designa. Después de la creación divina, viene
la creación humana, que se superpone a la creación divina, que la infecta
y que la arruina.
A título de complemento –agrego- evidentemente hay que tenerlo
en cuenta, es lo que Lacan hace, como todo el mundo, como la tradición,
como Kierkegaard, que este pecado es primero femenino. Por otro lado,
Kierkegaard señala en su obra que la mujer estaría más sujeta a la angus-
tia que el hombre. Es por no estar satisfecha, suponemos, de su suerte,
que ella pivotea, si puedo decirlo así, con la serpiente, cuyo nombre ulte-
rior -dice Lacan- a partir de la operación del psicoanálisis será el falo. Es
decir, si traduzco el lacaniano que habla Lacan, que la ciencia, es la falta a
la castración, y que el movimiento necesario que empuja la falla a agran-
darse siempre, sólo se detendría si la castración cesara.
Es allí que Lacan modifica la definición de lo posible que él había
dado adjuntando una coma. Lo posible definido como: lo que cesa, de
escribirse.
En este momento, en esta lección inaugural de su Seminario del Sin-
thome, hace el agregado de una coma. Haría falta que la castración cese de
escribirse. En el fondo eso deja ver lo que Lacan entiende aquí por castra-
ción. Si la relación sexual pudiera escribirse -y lo que la castración quiere
decir, es eso-, entonces la ciencia se detendría, ya no habría ciencia.
Es la tesis que Lacan desliza en el mito, que, si existe la ciencia, es
decir si hay una segunda creación continuada, es porque la mujer es otra

16
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

que el hombre, es decir que la especie humana no es una especie natural.


Y el mito está allí para atestiguarlo. Es una falsa especie en la medida en
que la relación entre los dos polos sexuados no está escrita en lo real, al
menos en lo real de la creación divina. Tenemos ya el sainete porque el
otro lo ha agregado, en fin, solo en su cabeza.

Naturaleza // Cultura

Finalmente, estamos en la depresión, en el nombre de depresión.


Yo encuentro perfectamente adecuado que François Leguil haya tomado
con este propósito la referencia de un sociólogo, que sitúa la depresión en
su relación a la sociedad. Ya que se trata de un hecho de sociedad que la
depresión sea un significante eminente que sirve para jalonar el malestar
en la cultura, el malestar en los efectos del discurso de la ciencia.
Pude por otro lado escuchar esta semana el registro de una entrevis-
ta a Lacan, que data de 1973, donde alguien le proponía, con precaución,
la fórmula de que el psicoanálisis sería transformado en un hecho de cul-
tura. Él no mordió este anzuelo, ya que su respuesta apuntó a refutar este
término, para no avalar el de naturaleza.
Es una pareja infernal, que sirvió mucho, aquella de naturaleza-cul-
tura, que ha servido mucho para marcar la discontinuidad supuesta de
una y la otra. Pero, más profundamente, cuando uno razona en términos
de naturaleza y cultura, siempre se apunta, sea como sea, a validar la
continuidad de la cultura en relación a la naturaleza, porque siempre se
demuestra en esta vía en qué la naturaleza se presta a la cultura.
Entonces, finalmente, cuando utilizamos este binario, este Jano, de-
sarrollamos en efecto la cultura como universo de reglas, de instituciones,
y suponemos así la naturaleza perfectamente ordenada en sus especies.
Es justamente a esto que hace objeción una de las últimas tesis de Lacan,
precisamente aquella sobre la no relación de los sexos. Y es por esto que
él puede decir, en su primera clase de El Sinthome, que la naturaleza es no
toda, es decir, la recusa como universo.

Puesto que les he mencionado que escuché con mucho placer, y al


mismo tiempo con cierta emoción, esta entrevista de Lacan que no cono-
cía, puedo darles una información que podría resultarles agradable. Es
que ustedes también podrán escucharlo a Lacan. Ustedes podrán también
por otro lado escuchar esta entrevista.
Hizo falta que yo me diera cuenta que el centenario de Lacan se
acerca, será incluso exactamente el próximo 13 de abril, el centenario de
su nacimiento. Y algunos en el mundo mediático lo advirtieron, y es en

17
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

particular el caso de la cadena de radio France-Culture. Van a escuchar la


voz de Lacan.
Debo decir que no tengo el hábito de escuchar, debí pedir que me
informaran sobre la frecuencia de esta emisora, pero es necesario que yo
reconozca a la directora de esta cadena, para nombrarla, Laura Adler, el
haber tenido la idea de que era el momento de hacer escuchar la voz de
Lacan. Ella vino a buscarme para eso, y debo decir que se lo agradecí, apro-
bé, e hice todo lo que podía para ayudarla. Comenzará por lo que él mis-
mo había hecho para ORTF al momento de la salida de los Escritos, “Breve
discurso en la ORTF”, que ha sido ya publicado en Ornicar?3 Y continuará
con una buena parte de lo que conocemos como el escrito Radiofonía, que
había sido inicialmente escrito para responder a preguntas destinadas a la
radiodifusión belga. Es como escuchar a Lacan leyendo Lacan.
Pensaron además que haya pequeñas presentaciones. Serán rea-
lizadas cada una de estas cinco por personas perfectamente recomenda-
bles, que ustedes escucharán.
Escucharán además la lectura de textos de los Escritos. Es eso lo
que preparé ante la demanda, hice la selección de estos textos, y además
imaginé que insertando algunas consideraciones entre cada uno de ellos,
permitiré a un oyente cualquiera comprender de qué se trata. Entonces, es
un recorrido teórico de los Escritos. No tengo idea de qué se entenderá, lo
descubriré mientras sea difundido en su materia sonora.
Según lo que se me ha dicho, eso cambia un poco todos los días,
pero las últimas noticias son que el miércoles y el jueves de esta semana
tendremos de nuevo a Lacan durante una media hora donde irá el texto
sobre Duras, el extracto del Seminario sobre Genet, entrevistas dadas a la
radio. Y luego, la cereza sobre la torta -ven como verdaderamente arman
el paquete-, el sábado a la tarde, durante dos horas o dos horas y media
– algo fabuloso- podrán escuchar la conferencia de Lacan que se llama La
Tercera, tal como la pronunció en Roma, gracias a un colega, el señor Pa-
trick Valas, que la grabó y la remitió muy gentilmente a la radio. No está
íntegra porque hay pasajes que eran de dibujos de nudos en el pizarrón,
eso no se escucha bien en la radio, y hay pasajes que no fueron bien regis-
trados, por ende me advirtieron que no lograron volverlos suficientemen-
te audibles. Pero queda un buen pedazo, y como les ha parecido un poco
difícil para el oyente ubicarse sin que se le facilite un poco la cosa, acepté
también hacer pausas en esta conferencia y que escuchemos algunas pa-
labras, digamos sensatas, que permitan ubicarse allí. Preciso que, tanto el

3. LACAN, Jacques, Breve discurso en la ORTF, Intervenciones y textos 2.

18
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

martes a la tarde como el sábado, rechacé ofrecer mi voz4, será leído por el
comediante que ellos elijan para hacerlo.
He aquí la semana del 2 al 7 de abril, quería por lo menos anunciarlo
aquí antes que escuchen, supongo, el rumor.

Volvamos a lo que Lacan rechaza: que el psicoanálisis sea un hecho


de cultura. Ustedes lo escucharán si son oyentes de France-Culture. Recha-
za que sea un hecho de cultura, y prefiere decir que se trata de un hecho
comercial, cuyo punto esencial es que eso se compra. Agrega que no se
refiere a la práctica del psicoanálisis, sino en la época, al número de libros,
de publicaciones. Pero me parece que él preserva a su interrogadora de
entender, es evidente su rebajamiento de la cultura y de lo que ella apun-
taba diciendo “hecho de cultura”, el rebajamiento del hecho de cultura
como comercio.
Nada se opone a que constatemos y asumamos que la terapéutica y las
diferentes psicoterapias son evidentemente del orden del hecho comercial.
Nadie puede hoy ignorar el aspecto financiero, económico del tra-
tamiento, de los tratamientos terapéuticos que son el objeto de un cálculo
costo-beneficio, que son medidos en la rentabilidad de las inversiones en
la investigación biológica y los debates, que ponen en juego no sólo sumas
colosales sino continentes hoy de debate acerca del precio de la venta de
los medicamentos. Algo de máxima importancia está en curso sobre la
venta de los medicamentos anti-sida.
Entonces, nadie puede ignorar la presencia, la insistencia de la econo-
mía de la salud, y no vemos en nombre de qué rechazaríamos el acercamien-
to en efecto de una sociología de la salud, incluido el de una sociología de la
salud mental, concerniendo a las representaciones sociales del malestar, ya
que es un componente en efecto de lo que constituye, digamos, lo transindi-
vidual. Esta aproximación sociológica se apoya sobre lo que hay de transindi-
vidual en criterios como los de las evaluaciones de la salud mental.
Digamos que estos estudios sociológicos, en efecto, muestran una
cierta relatividad del síntoma en relación al ideal, al ideal de lo real, al real
idealizado, a la idea que nos hacemos de cómo eso debe andar. Es lo que
está en el corazón de la noción misma de discurso, en tanto que todo discur-
so es discurso del amo. Todo discurso, es el discurso de cómo eso marcha.

4. N. de T: “à moi donner de la voix”: darme de la voz, textualmente.

19
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Síntoma y época

Es la aproximación que lleva el nombre de discurso, esta aproxima-


ción de lo real por el funcionamiento que ha llevado a Lacan a definir el
sinthome como lo que obstruye el funcionamiento. Es una definición de la
época, de la época en que lo real es abordado por el funcionamiento.
No veo ninguna objeción a lo que se intenta cernir como lo que pue-
de ser en un momento dado el imperativo social o los imperativos so-
ciales que determinan una cierta norma del yo. Y se quiere allí implicar
al Otro social, en la medida en que ¿qué es un imperativo, el imperativo
social? Es una demanda del Otro a la cual se agrega que está prohibido in-
terpretarla. Y en efecto, el resultado es reabsorber el deseo en la demanda.
Evidentemente, esta definición se abre a todos los ardides de tomar
el Otro a la letra, son los ardides del estilo del valiente soldado Schweick5.
Eso no quiere decir que releve de la creencia en el síntoma en el
sentido de Lacan. Eso releva, aquí, de la creencia en el real idealizado,
si se quiere. La creencia en el síntoma, tal como Lacan nos introdujo la
expresión una vez –ya lo he puntuado, intenté hacer algo utilizable para
nosotros- lo que él llamaba la creencia en el síntoma, es la creencia en el
síntoma en tanto que él puede hablar, la creencia en el síntoma en tanto
ser de lenguaje.
Hay, evidentemente, todo un movimiento que lleva por lo contrario
al síntoma mudo, un movimiento llevado él mismo por el desarrollo del
discurso de la ciencia y de los objetos que de allí proceden: Un movimien-
to que va hacia el síntoma mudo, es decir hacia el síntoma que no tiene
nada que decir, y en donde solamente el portador afectado por el síntoma
viene para hacérselo extraer, suprimir, lo más rápido posible.
Hay una época que no es más una época clínica propiamente hablan-
do, ya que lo que algunos querrían ver delinearse, es lo que podríamos lla-
mar la época de los síntomas mudos, donde el sentido no parece ser más
que un epifenómeno de lo real. Puesto que es mudo, podemos hablar. De
los síntomas, hablamos a título de referencias, del objeto del que se habla.
El síntoma se encuentra en alguna medida amordazado, el síntoma no
es más locutor, no es más descifrable. Una infinidad de fenómenos que,
en lugar de ser aproximados en los matices del pensamiento salvaje, son

5. N. de E.: Hace referencia a la obra de Jarolav Hasek, quien junto a Kafka formó parte
de un circulo literario libertario en Praga. La obra hace alusión a un soldado que cumple
tan al pie de la letra las órdenes que produce un efecto cómico y grotesco, demostrando
lo absurdo de las mismas.

20
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

conducidos a ser trastornos de la serotonina. En efecto, actuando sobre la


producción de serotonina, se trafica y se obtienen modificaciones sobre
una gama bastante extendida de lo que se manifiesta como síntomas.
Vemos a los sociólogos intentar figurarnos cuál es hoy el ideal de lo
real. Eso puede ir en el sentido de lo que llamábamos en el management
hace algunos años una total quality. Vemos un real de calidad total, un real
óptimo. Y podemos decir que en efecto, en tanto podamos reducir el ideal
de lo real a uno –lo que es muy dudoso- sentimos la presión de optimizar
lo real como funcionamiento, de optimizarlo hasta ese punto, en efecto,
soñar un real entregado al cálculo y sometido al cálculo, conforme a la
ambición cartesiana.
Al mismo tiempo que la promoción de un real sometido al cálculo,
existe la promoción de la aceptación inevitable de un real imprevisible. Y
es esto lo que es machacado todos los días ahora por los economistas más
distinguidos, donde este real imprevisible es figurado especialmente bajo
la forma de las bolsas mundiales, y especialmente de la bolsa americana.
Todo el mundo está alrededor para saber cómo la bestia va a reaccionar.
¿Acarreará recesión o no? Allí se encarna lo que admitimos del carácter
imprevisible de lo real, siendo un hecho que las pequeñas cosas que pasan
allí tienen consecuencias en cascada sobre lo cotidiano, como se dice, de
un cierto número de millones o millares de personas.
En tanto arribamos a precisar esta figura ideal de lo real, en efecto,
evaluamos cuál es la imagen del yo que allí convendría. Es entonces que
el sociólogo puede intentar calificar al individuo del siglo veintiuno. Es
un individuo obtenido, en el fondo, particularizando lo transindividual,
el individuo que responde a las exigencias de lo real idealizado. El soció-
logo al cual hacía referencia François Leguil, Alain Ehrenberg, propone
como término el individuo insuficiente. La figura patológica, digamos,
del individuo exigido por este real idealizado, es, según este sociólogo
–es el nombre que él ha encontrado- el individuo insuficiente, aquel que
no está a la altura de las exigencias de lo real como funcionamiento. Y
entonces deduce que se desarrolla una clínica centrada en el sentimiento
de insuficiencia más que en los conflictos de la neurosis.
Podríamos decir que ahí hay toda una gama de obras que inten-
tan captar la mutación de la sociedad y de la representación social de la
sociedad, para decir el pasaje de una sociedad jerárquica a una sociedad
arrastrada por la dominación del mercado.
Una sociedad jerárquica de antaño, con sus rutinas, con sus regu-
ladores, con sus asignaciones de lugar, con lo que podía comportar de
seguridad, y a lo que se opone, variando los rasgos, una sociedad donde
el mercado cultiva la inseguridad, y entonces obliga al yo a estar presto a

21
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

todo, exige la apertura a la eventualidad, al acontecimiento, la mutación,


de donde la exigencia de flexibilidad, de sobrepasar sus performances, de
competición, incluso de modelo del jefe de empresa. Y en todo caso, las
descripciones variadas de un mundo donde no se sabe más lo que hay
que hacer de una vez por todas. Comienza una época, un mundo, por
consiguiente, imprevisible, incierto, eventual. Entonces, una cierta deses-
tructuración, una cierta desterritorialización, como decía Deleuze en su
tiempo, y correlativamente la patología que entraña, que abarca a aque-
llos que no pueden seguir el movimiento imprevisible de lo real.
Es, digamos, una cierta veta que nosotros habíamos antes -Éric Lau-
rent y yo- explotado bajo el nombre de El Otro que no existe.

Orden Simbólico o el ronroneo del gato

No continuaré esta veta, pero, a partir de allí, invitaré a un retorno


sobre lo que nosotros habíamos creído hasta entonces, quizás demasiado
tiempo por otro lado, que era un componente indispensable de los funda-
mentos del psicoanálisis. Desde donde nosotros estamos. Es decir incluso
el punto donde los sociólogos, los historiadores, los economistas pueden
evaluar el deslizamiento social que se opera y que para nosotros puede
ser traducido en términos de mutación de los ideales de lo real.

Desde donde nosotros estamos, podemos evaluar de otro modo, y


con diversión –en fin comprender por qué- evaluar de otro modo la pa-
sión que nos ha captado al medio del siglo último por la etnografía, que
ha hecho de la lingüística la ciencia piloto de las ciencias humanas. Fue
por la vía de Lévi-Strauss. Y es eso lo que sirvió a Lacan de palanca, en la
revolución que introdujo en el psicoanálisis.
¿Porqué se adoró, en esta época, la etnografía como ya no se lo ima-
gina? Hoy no se encuentra verdaderamente esta pasión. Encontramos
más bien, por otro lado, a menudo la desesperanza de la etnografía ante la
desaparición de su objeto de estudio, al punto que algunos han terminado
por hacer la etnografía del metro, del jardín de Luxemburgo. ¡Por decir!
Pero vemos bien que, en el momento en que nuestro presente estaba
en gestación, estuvimos apasionados por las sociedades donde todo está
en su lugar. Hay que percibir que estas descripciones formalizadas, que
pudieron ser dadas en la época, genialmente por supuesto, están en el
fundamento de la idea que hemos alimentado, y que quizás aún mante-
nemos, del orden simbólico.
Cuando decimos el orden simbólico, escuchamos la palabra orden
en el sentido de registro, pero escuchamos también orden, a saber lo que

22
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

está en orden. Escuchamos después de todo también la palabra orden con


la connotación que tiene en la expresión sociedad de orden. La escucha-
mos con la connotación de ordenamiento.
Evidentemente, en el orden simbólico, cada cosa está en su lugar,
y qué hemos querido de las cosas que estaban en su lugar, que en su lu-
gar ellas pudieran faltar. Es la demostración de Lacan, fundamental por
supuesto, para fundar el concepto de significante. Pero eso supone, en
efecto, la referencia a un universo donde todo está en su lugar.
No hay incluso necesidad de entrar muy profundamente en la so-
ciología contemporánea para darse cuenta de que la referencia a lo que
está en su lugar no tiene absolutamente la misma pregnancia hoy; y que
están pasadas de moda, incluso en el discurso de la ciencia, un cierto nú-
mero de modificaciones que no nos ofrecen más con la misma evidencia
lo que íbamos a buscar en estas sociedades donde todo estaba en su lugar.
Por otro lado, Tristes Trópicos cuenta eso: el desorden extraordinario
en que el joven Lévi-Strauss se encuentra, en París, con profesores que no
le enseñan nada, que no preparan sus cursos, el desorden del boulevard
Sébastopol. Él se reencuentra en Brasil, donde no se respetan las reglas.
Si se sabe tratar como corresponde al tipo que los ayuda a entrar, si se es
gentil -dice él- en Brasil, y bien, el otro es gentil también, y termina por
dictar él mismo a los aduaneros la carta a despachar. Describe un mundo
donde nada está en su lugar, y luego, ligeramente, aun en esos bosquejos
de sociedades y en medio de la miseria y la tristeza, se llega en fin a una
sociedad donde todo está en su lugar. Allí se respira.
Este libro ha encantado, ha fascinado, precisamente en su oposición
entre el desorden civilizado y el orden simbólico manifiesto, que hacía
falta ir a buscar allá donde ,por otro lado, un cierto número decía que no
había más indios.
Podemos decir que Lévi-Strauss, él mismo, es el orden de las len-
guas, el orden de las lenguas es Saussure, es allí donde la categoría de
sistema transindividual ha sido acreditada. Pero de hecho, si eso fue lan-
zado, y Lacan ha tomado este movimiento, fue a partir, justamente, de las
Estructuras elementales del parentesco de Lévi-Strauss.
¿Qué son estas estructuras elementales? Describen precisamente un
orden simbólico. Estudia lo que llamó el casamiento preferencial, es decir,
las reglas del casamiento que permiten diferenciar la unión a forjar, sino la
relación sexual, forjar el lazo social del casamiento, y qué regla determina
en una sociedad dada los conjuntos posibles y los conjuntos prohibidos.
Entonces, un principio de selección, un principio de elección.
Estudiando el sistema del casamiento él se da cuenta que está co-
rrelacionado al sistema de la nomenclatura social, al sistema de los privi-

23
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

legios y las interdicciones, y que todo eso forma un sistema general, don-
de, como lo explica en la página 592 de las Estructuras elementales –tengo
la edición antigua, la de los años 50- “un sistema de intercambios está
siempre en el origen de las reglas de casamiento”.6
Reservado, evidentemente, diferencia estas estructuras elementales
de las estructuras complejas donde entran otras determinaciones, econó-
micas o psicológicas.

determinación libertad de elección

estructuras elementales + -

estructuras complejas - +

Pero tenemos sin embargo una escala. Es decir entre las estructuras
elementales y las estructuras complejas, en efecto, en lo que corresponde a
la determinación, es alta, es fuerte en las estructuras elementales, es débil
e inexistente en las estructuras complejas. La libertad de elección, está res-
tringida en las estructuras elementales, es fuerte en las estructuras com-
plejas, pero hay de todas maneras, esbozada, como una continuidad entre
las dos, hay como una escala. Cito a Lévi-Strauss: “No podemos oponer
completamente las estructuras elementales y las estructuras complejas, y
es igualmente difícil encontrar la línea de demarcación que las separa.”7
El término central aquí es el de elección. ¿La elección es libre o está
determinada? Este término de elección, debemos decir que es aquel que
reencontramos en los Escritos de Lacan, en el comienzo de su revolución de
Función y campo de la palabra y del lenguaje, término constantemente presente
y, hay que aclararlo, condicionando su representación de lo simbólico.
La referencia, es la referencia a un medio social, aquel de las estruc-
turas elementales, un medio social donde toda cosa está en su lugar y
cada elemento está ubicado en un conjunto coordinado, de modo tal que
no podamos variar nada sin provocar -como dice Lévi-Strauss- “un cam-
bio en el equilibrio total del sistema”.
Esta representación de lo simbólico, es una representación de la po-

6. LEVI-STRAUSS, Claude. Cap. XXIX, Los principios del parentesco, pág. 555, Las Es-
tructuras Elementales. Editorial Planeta Argentina, S.A.I.C. 1993.
7. Ibid., Prefacio a la Primera Edición, pág. 12 .

24
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

tencia de lo simbólico, tal como es ilustrada por Lacan en las lenguas, al


punto que él puede escribir en su Informe de Roma, página 265 de los
Escritos: “el universo de sentido de una lengua donde el universo de las
cosas vendrá a ordenarse”.8 Y la palabra importante, es ordenarse. Para
él, el orden simbólico con el cual va a renovar el concepto freudiano de
inconsciente, es aquello por lo cual las cosas y las palabras son ordenadas.
Evidentemente, es también una potencia creadora de lo simbólico,
ya que el mundo de las palabras crea el mundo de las cosas. Pero lo que
percibimos aquí, evidentemente, es que la creación humana, la creación
lenguajera, que está en el fondo burlada en el sinthome, que es reconduci-
da al pecado en el sinthome, en el último Lacan, en el primer Lacan, al con-
trario, esta creación humana lenguajera está al contrario exaltada. Es una
exaltación del hombre demiurgo que, por la vía de lo simbólico, obtiene
este ordenamiento. Y lo que está precisamente exaltado, es la potencia im-
perativa del símbolo. Lo que es mostrado y demostrado, es lo que por en-
tonces él llamaba la lógica de las combinaciones, la lógica combinatoria,
donde podemos encontrar los términos prescriptos, los términos posibles
y los imposibles también, de tal suerte que su mediación hacia el concepto
freudiano de inconsciente, es la noción de una armonía de la estructura,
expresión que se encuentra en el Informe de Roma, tal como me percaté.
Armonía de la estructura
Hay también los impasses cuando se cae sobre lo que no se puede
en el orden de la combinación. Pero vemos que lo que ha ordenado la re-
novación de los fundamentos del psicoanálisis para Lacan hace cincuenta
años, es el sueño estructuralista de una determinación absoluta por lo
simbólico. Lacan mismo, en condicional por cierto, sueña extender la de-
terminación de las estructuras elementales a las estructuras complejas. Lo
cito, página 266: “Y esto deja pensar que acaso sea tan sólo nuestra incons-
ciencia de su permanencia” –de la permanencia de las reglas – “la que nos
permite creer en la libertad de las elecciones en las estructuras llamadas
complejas de la alianza.”9
Dicho de otro modo, una ilusión de la libertad de elección. Es con
esta noción de una determinación absoluta por las reglas que Lacan ha en-

8. LACAN, Jacques, Función y campo de la palabra y el lenguaje, Escritos 1, Siglo XXI


Editores.

9. LACAN, Jacques. Escritos 1, Siglo XXI Editores, 14 Ed. Español. No sabemos si J.-A.
Miller está citando textualmente, las comillas lo sugieren, aunque él allí dice: “El univer-
so de las cosas viene a ordenarse en el universo del sentido”.

25
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

trado en Freud para decir: el inconsciente responde a una determinación


absoluta por las reglas.
Es aquí donde la promoción de la palabra ley encontró su razón
de ser, indicando que hay un saber en lo real, es decir, en el sentido de
un determinismo. Puedo decirlo ya en cortocircuito, evidentemente es ya
otro tiempo que el de la sustitución de la ley por la causa, sustituir a la
prevalencia del término ley el término causa.
Cincuenta años después podemos, a pesar de todo, dimensionar lo
que tiene de exorbitante esta referencia a un orden simbólico determi-
nista. Si dimensionamos esto, tenemos una perspectiva inédita sobre la
enseñanza de Lacan, es decir que nos percatamos que la enseñanza de
Lacan es sin duda en un comienzo la ilustración del estructuralismo en
psicoanálisis bajo la forma, hace falta decirlo, de un discurso del amo. Lo
simbólico es imperativo y determinante. Y luego, la enseñanza de Lacan
es el desmontaje metódico de este estructuralismo.
Cuando salen los Escritos, Lacan ya está más allá del estructuralis-
mo. Al momento en que se lo celebra en la moda, en la radio, se lo celebra,
se lo entrevista como estructuralista. Él no dice “para nada”, él juega con
el malentendido. Pero es evidente que él ya ha seriamente desmontado,
en el 66, el estructuralismo que le ha servido de andamiaje.
La carta robada, es la ilustración del sometimiento –es en los términos
del discurso del amo, del “sometimiento del objeto -como dice Lacan- a las
condiciones del símbolo”10, y esto celebra el triunfo de la sintaxis.
Cuando Lacan hace jugar a sus alumnos al juego de par e impar, es
un juego donde la elección es aparentemente libre en cada jugada. Y luego,
toda su argumentación apunta a desprender que hay una frase, como él se
expresa, que modula sin que se sepa y a largo plazo las elecciones del sujeto.
Podemos seguir las etapas de este desmontaje, de este determinis-
mo, hasta llegar a la corrupción última de este concepto del orden simbó-
lico. Y es esto lo que trae con el sinthome. Es que lo simbólico no está hecho
de entrada para ordenar, no está de entrada hecho para poner en su lugar.
Está hecho para servir al principio “allí donde eso habla, eso goza” y no
este ordenamiento universal en el universo de las reglas, sobre el cual, en
efecto, se apoya como punto de partida.
El bello ejemplo en esta punta –tuve que abreviar todas las etapas de
este desmontaje y muchas otras cosas que aún retomaré- la encontramos
justamente en su conferencia La tercera, cuando dice simplemente que aca-

10 LACAN, Jacques. El Seminario sobre “La Carta Robada”, pág. 13. Escritos1 Siglo XXI.
Editores.

26
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

ricia un gato, este gato ronronea, y él sueña que ese sería el goce del gato.
Me dije: eso, eso hablará al oyente. Terminaré dicho esto, simple-
mente leyéndoles la nota que he insertado en este momento de la confe-
rencia de Lacan, pidiéndole a alguien que lea “El gato que ronronea”11
Imagino en efecto los oyentes y las oyentes de France - Culture con
sus pequeños gatos sobre las rodillas.
“¿Qué viene a hacer aquí el gato con su ronroneo? Viene a ilustrar la
relación del hombre a la palabra. Hay en la palabra algo que está antes de
la distinción del significante y del significado.”
Espero haberlo explicado más arriba. El ronroneo es un sonido, un
ruido. No es justamente un significante, no es un fonema. El ronroneo
hace vibrar todo el cuerpo del animal, es el goce. Y bien, según Lacan, es
lo mismo con el hombre que habla. La lengua no está hecha de entrada
para decir, sino para gozar. Lalengua, que Lacan escribe con una sola pala-
bra, o más bien con un solo trazo, es nuestro ronroneo. Por cierto, existe el
lenguaje, y éste sí tiene una estructura. Pero la estructura del lenguaje es
segunda en relación al ronroneo. El significante no es sino una construc-
ción lingüística que supone la anulación, el vaciamiento de la sustancia
sonora, esa donde se producen asonancias y onomatopeyas, todas las ho-
mofonías con las que Lacan juega en muchas oportunidades.
Resumamos esta primer tesis: allí donde eso habla, eso goza. Lacan
agrega allí que el ser del sujeto no es algo a buscar en el pensamiento sino
en el ronroneo, en el goce: “Yo soy ahí donde eso goza. ¿Dónde está el
“yo (je)”? El yo (je) está ahí donde hay goce inconsciente del síntoma.”12
Veremos si esto producirá un efecto de comprensión.
Lo simbólico entonces es un orden. Al menos es en tanto orden que
es introducido por Lacan en 1953 y que sienta su base a la revolución teó-
rica y transferencial operada por él en el psicoanálisis.
Que lo simbólico sea un orden -dije la última vez- era un sueño, el
sueño estructuralista. ¿Qué sueño? El sueño de un universo de reglas. Es
la expresión de Lévi-Strauss que constituye un encabezamiento de capítu-
lo de sus Estructuras elementales del parentesco. Es decir, un universo donde
cada cosa está en su lugar, en un lugar asignado, prescripto por una regla.
Y por singular que esto pueda hoy parecernos, es a partir de allí que
Lacan ha renovado la noción del inconsciente freudiano. El sueño de un
universo donde cada cosa estaría en su lugar ha constituido sin duda la
pregnancia imaginaria del estructuralismo, celebrando lo simbólico como

11 LACAN, Jacques, La Tercera, pág. 15, Intervenciones y Textos 2, Ed. Manatiales.


12 Ibid., pág. 75.

27
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

un orden y como una potencia de orden, la potencia que asigna a toda


cosa y a toda imagen su ser y su lugar. No es un mundo inmóvil, compor-
ta una movilidad, pero es la movilidad de las combinaciones, donde los
términos se sustituyen unos a otros en los mismos lugares.
La combinatoria es una solución al problema de lo mismo y de lo
Otro. Con la combinatoria, resolvemos el problema, ya que, con lo mis-
mo, los mismos elementos, los mismos lugares, producimos lo Otro, bajo
las formas de otras configuraciones, otras combinaciones. Y es a partir
del Otro, que los mismos elementos se sustituyen en los mismos lugares.
Entonces, en un universo de reglas, hay movimiento bajo la forma de la
permutación. Una vez lanzado sobre esta vía, Lévi-Strauss no cesó de ve-
rificar en efecto la potencia de lo simbólico, a través de más de mil mitos.
Se dedicó a mostrar cómo permutaban según las trayectorias injertadas,
complejas, los mismos elementos en los mismos lugares, con una pasión
que ha progresivamente desalentado al público, como él mismo lo ha no-
tado sin haber por eso desistido en su esfuerzo.
En tal universo, el movimiento es traducido en términos combinato-
rios, es decir que la combinatoria sustituye a la dinámica para representar
el movimiento.
Esta concepción combinatoria de lo simbólico implica, como Lacan
lo ha deducido, que tiene su autonomía, es decir que las reglas se aplican
sin reserva, y totalmente, en un universo, y que las consecuencias de estas
reglas se imponen en tanto que tales.
Esta concepción combinatoria de lo simbólico está en la base de la
enseñanza de Lacan. Es allí que ha sentado su primera concepción del
inconsciente y que ha dado incluso su sentido a la noción de destino, un
destino prescripto por las reglas inconscientes. Él ha entonces considera-
do que, en efecto, Lévi-Strauss avanzaba en la dimensión que Freud había
abierto, para dar un paso, el paso de definir las reglas en ese lugar.
Esta concepción, que dije era la base, no es solamente inicial porque
ella es manifiesta, patente, en la construcción de lo que Lacan ha llamado
sus cuatro discursos.
Agreguemos que la autonomía de lo simbólico es correlativa de la
heteronomía de lo imaginario y de lo real. El primer movimiento de la
enseñanza de Lacan va a demostrar sistemáticamente, metódicamente,
que lo que releva de estos dos registros se ordena en el universo simbólico
de las reglas.
Lo real, lo real que es bestialmente lo que es, donde lo real es lo que
es el caso, lo que atraviesa, muy graciosamente se recorta en elementos
que van a inscribirse supuestamente en la combinatoria, a riesgo de per-
der ahí algo en esta operación de rebasamiento, de la Aufhebung.

28
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Y luego, en lo imaginario, donde se encuentran imágenes que no


están forzosamente bien recortadas, esta dimensión que está marcada por
una continuidad, donde hay irisaciones, matices, allí se introduce la ima-
gen cernida, delimitada, sublimada, que da también, como dice Lacan, su
material a lo simbólico.
Si subrayo el carácter de orden de lo simbólico, tan fundamental en
forma constante en la enseñanza de Lacan, es para valorizar, para desper-
tarnos a la ruptura marcada sobre este punto, en lo que hemos convenido
en llamar la última enseñanza de Lacan, que precisamente, lo sabemos,
restablece entre las tres dimensiones de la experiencia –lo real, lo simbó-
lico y lo imaginario- una igualdad. Pero lo que eso comporta, y que es
quizás menos percibido, aunque en esta huella pueda ser enunciado, es
que en esta perspectiva lo simbólico en tanto tal cesa de ser una potencia
de orden.

Desorden Simbólico. Sustituciones

Podemos incluso llegar a decir, siguiendo a este último Lacan -y no


solamente, escuchando a aquellos en que se inspiran, mis colegas, algu-
nos de los cuales tuve la ocasión de escuchar este último fin de semana en
las Jornadas de estudio dedicadas al síntoma-, percibimos que más bien
lo simbólico es captado de forma privilegiada como una potencia de des-
orden. Lo simbólico desarregla. Empleo un verbo que Esthela Solano hizo
resonar el fin de semana. Lo simbólico desarregla lo que se presenta como
una supuesta –esto sirve de referencia- armonía natural.
Es otro valor de lo simbólico, hace falta solo percatarse. No es lo sim-
bólico que es orden y que ordena, es lo simbólico captado como una poten-
cia de desorden, introduciendo, cuando se lo invoca, perturbaciones.
Hay allí un desplazamiento del cual hace falta medir el alcance, la
razón y las coordenadas. Es que en la última enseñanza de Lacan –al me-
nos es allí donde se manifiesta- lo simbólico está confrontado, si puedo
decirlo, al viviente, al cuerpo viviente.
No son anodinas estas expresiones, el viviente que habla. Eso con-
duce, eso centra el punto de aplicación de lo simbólico sobre el cuerpo
viviente donde lo simbólico introduce discordancias.
Y bien, ¿Por qué no hablar aquí el lenguaje de las sustituciones que
es familiar a la concepción combinatoria? Digamos que se opera en la
enseñanza de Lacan una sustitución que no es abrupta, pero que se torna
manifiesta en su última enseñanza, una sustitución de la biología a la so-
ciología, pero bajo las especies de la antropología estructural.

29
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

biología
-------------------
sociología

Lo que deviene la referencia, si puedo decirlo, es el viviente, el bios,


la vida, entonces el punto de partida de su enseñanza es más bien –es lo
que escribo para hacerlo comprensible- la sociología, es más bien lo social.

Biología Cuerpo
------------------ -------------------
sociología Social

Podríamos decir que hay un cambio fundamental de referencias


que sustituye el cuerpo a lo social. Si cambiamos esta curva, si puedo
decirlo, el valor, la naturaleza misma de lo simbólico está sujeta a trans-
formación, cuando el cuerpo individual, deviene la referencia en lugar del
cuerpo social. Y tanto más cuando se trata de sociedades caracterizadas
por una cierta inmovilidad combinatoria, las famosas sociedades frías de
Lévi-Strauss, sociedades que no se transforman y que, comparadas a las
calientes, están marcadas por una cierta mortificación que da su lugar a
las deploraciones humanistas sobre la próxima desaparición de socieda-
des que son ya evidentemente residuos.
Correlativamente, podemos decir que el efecto primordial de lo
simbólico que era el ordenamiento, es captado como traumatismo. Ese
deviene en efecto primordial de lo simbólico, y continuemos mi pequeña
serie de sustituciones. Escribo el traumatismo, el traumatismo por la len-
gua, dice Lacan, el traumatismo en lugar del orden simbólico.

Biología Cuerpo traumatismo


------------------ ------------------ ------------------
sociología Social orden

Hay combinatoria, en efecto, cada vez que se trata de lo social, del


lazo social. Y cuando Lacan nos dibuja sus cuatro discursos, conviene no
olvidar que, en efecto, ellos están fundados sobre el lazo social, o que cada
uno de estos discursos funda un tipo de lazo social. Es de alguna manera
una suerte de sociología de bolsillo, si puedo decirlo.
Por el contrario, la combinatoria se desploma cuando se trata del
cuerpo del Uno, del Un-cuerpo. Es a eso que hace falta amoldarse. Me
di cuenta que nos amoldamos muy rápido a eso, que uno se acopla muy

30
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

rápido sobre otra retórica distinta que la retórica estructuralista.


Al punto que allí donde yo estaba a la escucha, es sorprendente ver
cómo los términos, por ejemplo, de significantes son en alguna medida
empobrecidos, evacuados. Nos amoldamos muy rápido a la retórica de
esta última enseñanza, pero midamos este cambio de valor atribuido al
lenguaje mismo.
En el estructuralismo, es un orden, un orden total, y esencialmente
una articulación, donde los elementos pueden ser precisados, elementos
que son esencialmente relacionales. Valen los unos por los otros, entonces
no puede faltar ni uno solo, hasta tal punto todo está en su lugar. Incluyo
en esta perspectiva estructuralista lo que considero aquí como agrega-
dos, decoraciones. Por supuesto, este orden estructural se presta a que allí
agreguemos el lugar que queda vacío –ningún problema-, se presta a que
allí inscribamos lo que resiste al orden simbólico. Uf! Le damos su símbo-
lo, ponemos en el lugar, en este orden, también así lo que será lo negativo.
Y lo que vale para el lenguaje como orden repercute, tratándose de
la palabra, bajo la forma de la cadena. Al orden simbólico responde la
cadena de palabras, como decía Lacan antiguamente, hasta apelar a la
cadena significante.
Y bien, la última enseñanza de Lacan, hace falta decir que su acento
parece más bien anti-estructuralista, es decir que la articulación allí es
reemplazada por la desarticulación. Y lo que parece fundamental en lo
simbólico no es el orden, lo que supone, si puedo decirlo, una descompo-
sición elemental.
Es así que el acento, de Lacan, en la teoría y en la clínica, está más
bien puesto sobre el trazo que sobre el significante. Cuando decimos el
significante, hay seguidamente otro y hacen pareja, uno representa para el
otro y yo les acerco el par, vuelvo a ustedes por retroacción. El significante
hace sistema. Y al contrario, lo que se aísla en la perspectiva del último
Lacan, es el trazo, el trazo aparte, el trazo unario tomado de Freud, donde
el significante, pero el significante nombrado uno, es decir solo, y donde
el problema, eventualmente tratado en seminario, es aquel del Uno, del
Uno-solo.
Trazo unario, es decir, un trazo desarticulado. Es allí que se inscribe
-puedo aún inscribirla como una sustitución, para hacerla comprensible-
la sustitución de la referencia de la escritura al lugar donde estaba la pa-
labra, con su pequeña cadena de significantes, que se ponen en fila y que
suponen una temporalidad y una diacronía solidamente apoyadas sobre
la sincronía del lenguaje. Entonces que la escritura, cuanto más va hacia
el trazo, más puede abstenerse del orden.

31
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Biología Cuerpo traumatismo escritura


------------------ ------------------ ------------------ ------------------
sociología Social orden palabra

En el privilegio acordado al trazo en lo simbólico más que en la


articulación, es allí que se inscribe lo que yo tomo del Seminario XVII, ya
que está fácilmente disponible, la tesis según la cual el trazo conmemora
una irrupción de goce. Ah!
Digamos, en cortocircuito -y agrego una nueva sustitución-, que allí
donde había articulación se sustituye como concepto fundamental la repe-
tición del trazo, la repetición de este trazo unario conmemorando un goce.

Biología Cuerpo traumatismo escritura repetición


------------------ ------------------ ------------------ ------------------ ------------------
sociología Social orden palabra articulación

Allí, acorté para llegar a esta sustitución porque quiero pasar a las
consecuencias clínicas, a las consecuencias que se marcan en la dirección
de la cura, y precisamente tratándose del síntoma, a saber que el síntoma
-era prevalente en lo que pude escuchar, no todo- es más bien captado
como repetición que como articulación.

Es más fuerte que yo

Hace falta decir que esto está de acuerdo a lo que ha sido con Freud
una revolución de la que se ha perdido el filo cortante, la revolución en
la cual podemos aún volver a captar la frescura en Inhibición, síntoma y
angustia, cuando relaciona el síntoma a la pulsión, cuando define el sín-
toma como un sustituto de la pulsión. Sin duda un sustituto degradado,
disminuido, desplazado, inhibido, pero de la pulsión, es decir portador
de la misma exigencia de satisfacción que la pulsión, y realizando esta
satisfacción en él mismo. Es lo que Freud llama Befriedigungsanspruch, la
exigencia de satisfacción. Es el mismo término que utiliza ,por ejemplo,
en el término compuesto Triebsanspruch, la exigencia pulsional, y es este
término de puro origen freudiano el que ha inspirado el subtítulo del re-
ciente coloquio “Las exigencias del síntoma”.

32
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Este coloquio era oportuno ya que hay, en efecto, una urgencia en la


clínica que se relaciona al lazo del síntoma y la pulsión, y que privilegia
-y que sufre, comprendido el lado del analista, es palpable- al síntoma en
tanto que heredero de la pulsión. Freud llega a decir que el síntoma juega
el mismo rol que la pulsión. Podemos considerar que lo dice especial-
mente en lo que concierne a la neurosis obsesiva, pero retengamos este
recubrimiento, esta identidad del síntoma y de la pulsión.
Es muy remarcable que, para situarlo, Lacan haya debido proceder
en su enseñanza - si puedo decir en el sistema, en la combinatoria de su
enseñanza-, por la vía del neologismo, es decir del sinthome, neologismo
que legitima por una ortografía antigua. Hizo falta que traiga un término
nuevo, distinto de lo que hasta entonces llamaba síntoma. En su comen-
tario final, Éric Laurent tuvo razón al subrayar que este sinthome no era
solamente la adición del síntoma y del fantasma, ya que el concepto de
sinthome reúne también, eminentemente, el de pulsión.
Este coloquio ha sido anunciado bajo un título que no era de puro
origen freudiano ya que es una expresión tomada del lenguaje común, del
discurso más corriente: “es más fuerte que yo”.
Eso estaba hecho precisamente para inscribir el psicoanálisis en una
serie, para anudarlo a la serie de todo lo que ha sido luego propuesto
como respuesta a un sentimiento, a un sentimiento que suponemos pri-
mario, aquel “es más fuerte que yo”. No se esperó al psicoanálisis para
reconocer la instancia, la insistencia de lo que es más fuerte que yo.
Este yo que figura aquí, podemos decir que es el yo fuerte, en todo
caso es el yo definido por lo que la psicología de la escuela -no la Escuela
de la Causa freudiana, cuando decimos la escuela, es la escolástica, es la
que procede de Santo Tomás, él mismo fue ya un gran combinador y for-
malizador de conceptos traídos aún de antes-, lo que en la psicología de
la escuela se llama la voluntad.
Esto continúa, por otro lado, estando presente hasta casi nuestros
días. Es incluso la experiencia fundamental que había retenido al encanta-
dor Donald Davidson, el alumno de Quine. Digo que es encantador porque
tuve la ventaja de encontrarlo, de entrevistarlo, para la revista que se llama-
ba L`Âne, y me confirmó el rumor que había realizado un poco de análisis.
Lo que extrajo, en su esfuerzo por rendir cuenta de su experiencia de
analizante, fue que el inconsciente era esencialmente un desfallecimiento
de la voluntad -tomó el término griego-, era esencialmente la akrasia.
Era claro que había entrado en análisis porque no llegaba a hacer lo
que quería hacer, que había encontrado, en efecto, obstáculos que el aná-
lisis no lo había apartado de conceptualizarlos como un desfallecimiento
de su voluntad. Es decir que no pasó del lado del inconsciente, si puedo

33
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

decir. Quedó, quizás muy razonablemente -es lo que podría dejar enten-
der el último Lacan-, del lado de su experiencia, a saber de una experien-
cia de voluntad que no llega, y que, más que captar, nombrar, incluso
sustancializar el inconsciente, se contenta con decir: allí hay una ruptura,
allí hay un obstáculo, y calificarlo a partir de lo que él piensa conocer, a
saber su “yo quiero”.
No está de tal manera lejos de sospecha que, precisamente en su úl-
tima enseñanza, se le ocurrió a Lacan llevar sobre el término inconsciente,
en el sentido que quizás aquello de lo cual tenemos más bien la experien-
cia es de un desfallecimiento de la conciencia, donde se trata aún de saber
lo que justifica transformarlo en una entidad.
Reinscribir el psicoanálisis en la historia de los esfuerzos del pen-
samiento para situar -y deshacerse, si es posible- estos desfallecimientos,
ha sido un poco en palabras esbozadas de forma especialmente humorís-
ticas por Serge Cottet, que ha recordado el término que usaba la psicolo-
gía universitaria de la época de Freud para intentar captar la experiencia
del “es más fuerte que yo”, el término de enfermedad de la voluntad.
Finalmente, Davidson13 está en esta línea con su akrasia. Enfermedad de la
voluntad que sirve para calificar, lo cito: “los desenfrenos incontrolables,
las pasiones que el sujeto no puede impedir, los afectos a los cuales él no
da su consentimiento” -todo lo que se encuentra en mí y que es más que
yo, más fuerte que yo, contra lo que no puedo nada, y donde yo hago la
experiencia de mi impotencia- lo cito: “impulsión, obsesión, y a la inver-
sa inhibición, rasgo de carácter, idea fija”. Recurrió, de manera especial-
mente divertida, a una novela de Paul Bourget y a otras de Émile Zola,
por el lugar que ellas tuvieron, en una época donde la figura del burgués
adquiere esplendor, una consistencia particular, a lo que entonces se expe-
rimentaba como vicios incorregibles, incluso temperamentos con los que
el sujeto experimenta la coacción.
Podemos decir que es una experiencia fundamental y ancestral del
desposeimiento del yo, de su heteronomía, del hecho que no es un agente
libre sino que sufre de lo que Serge Cottet nombraba como “el carácter
inexorable de sus pasiones”.
Evidentemente, el padrón que nos era allí propuesto podría ex-
tenderse, porque la sabiduría antigua y su vástago en la dirección de la
conciencia cristiana, comenta este desposeimiento, y se esfuerza por res-

13. N. de E. Davidson (1917-2004) se interesa por una aproximación más analítica de la


filosofía. Fue influenciado por el positivismo lógico de Quine. Escribió sobre filosofía del
lenguaje y filosofía del conocimiento.

34
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

tablecer el dominio del sujeto sobre lo que escapa a una voluntad funda-
mentalmente ética.
Esta evocación pone de manifiesto en qué Freud ha dado un sentido
nuevo a estos desfallecimientos de la voluntad. Les ha dado su lugar, un lugar
nuevo, a lo que se impone como coacción a mi voluntad. Y podemos decir que,
allí donde justamente estas sabidurías o esta literatura burguesa excluyen estos
desfallecimientos de la voluntad de lo que es lo propio del yo, Freud, al contra-
rio, hace entrar esta coacción en la definición misma del sujeto.
Es lo que Lacan ha llamado, utilizando un término de Freud “la
división o la hiancia del sujeto”. Son las traducciones que Lacan pudo dar
a la Spaltung freudiana.
El psicoanálisis no trata estos fenómenos como desfallecimientos de
la voluntad, al contrario, define al sujeto por su hiancia, y hiancia quiere
decir que no se trata de un desdoblamiento ni de un desfallecimiento. En
este momento, “es más fuerte que yo” es la confesión de esta hiancia. Es
la conciencia de esta hiancia, que dice que la experiencia subjetiva no es
aquella de la unidad supuesta que se estrecha en la voluntad.
Siguiendo esta referencia tomada de la voluntad, podemos decir:
presencia de otra voluntad que se impone a aquella que toma su estatuto
de la conciencia de sí.
Y allí, en cortocircuito, digamos que esta otra voluntad es aquella
que Freud ha nombrado pulsión, y que se le ocurrió a Lacan teorizar como
una demanda, que él empujó hasta nombrarla, finalmente de una forma
más clara como voluntad de goce. Es el nombre lacaniano de la pulsión.
Es en la pulsión, es así que es designado con este término freudiano
cómo el sujeto hace la experiencia más perturbadora de lo que signifi-
ca estar sujetado a otra voluntad que la suya. Podemos decir desde esta
perspectiva, es lo que llamamos inconsciente, pero de lo que no se hace
la experiencia tan fácilmente, sólo el esbozo. Por cierto, es el sentido de la
asociación libre, esta experiencia que consiste en poner entre paréntesis
toda otra voluntad que aquella de decir, para experimentarse sujetado. De
este modo podemos decir, sin duda, que es una experiencia de la hiancia,
sin que ella presentifique con el mismo acento la voluntad como otra. Los
sueños ya esbozan este “es más fuerte que yo”.
Por cierto, habría métodos para dirigir los sueños. Hoy, está en
venta, en los Estados Unidos, una obra que brinda los pormenores y las
cuestiones conexas de una práctica que permitiría, con muchos esfuerzos,
dirigir sus sueños, lo que haría muy bien a las personas, y sobre todo por-
que las obliga a trabajar mucho sobre ellos mismos para ponerse en las
condiciones de hacer los sueños convenientes. Pero desde siempre, evi-
dentemente, el sueño se inscribe en una dimensión que escapa al dominio

35
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

de la conciencia de sí, a la dirección que él podría dar. Los lapsus, los actos
fallidos, los chistes, podemos inscribirlos en el mismo registro.
Solamente, aquí, podemos decir que en el psicoanálisis la hiancia
presente en estos fenómenos ha sido teorizada a partir de la represión, y
que una diferencia es marcada cuando la hiancia es teorizada como defen-
sa. Podríamos decir que la trayectoria de Lacan ha progresivamente des-
plazado el lugar central acordado a la represión para sustituir allí, aunque
sin decirlo, lo que había sido aislado como defensa.

Biología Cuerpo traumatismo escritura repetición defensa


------------------ ------------------ ------------------ ------------------ ----------------- ------------------
sociología Social orden palabra articulación represión

Inscribo aquí la sexta de mis sustituciones.


El mecanismo de represión da lugar al retorno de lo reprimido, y
es esto lo que autoriza la operación de la interpretación, en tanto que la
defensa es un mecanismo del que al menos Lacan niega que se preste a
la interpretación. Es por esto que se recurre, una vez a esta expresión que
yo he señalado, y que ha marcado en la exposición que pude escuchar de
Philippe La Sagna, esto que se ha llamado un giro de la cura del cual nos
ha resumido el trayecto, es la expresión perturbar la defensa.
Evidentemente, esta expresión de Lacan es menos precisa que in-
terpretar la represión o el retorno de lo reprimido. Pero sin embargo es allí
evidentemente que se centra el interés o la interrogación actual de aque-
llos que están tomados en la tarea de dirigir la cura analítica.
Y podemos decir que la última enseñanza de Lacan se confronta a
la defensa, es decir, a la relación subjetiva a la pulsión, a esta exigencia de
goce que Freud ha conceptualizado como pulsión.
Y la apuesta clínica, en efecto, se centra sobre el síntoma, ya que si se
lo toma como un efecto de represión, es interpretable. Pero si se lo inscribe
en el registro de la defensa, aparece como ininterpretable.
Es así que vemos los psicoanalistas tomados por lo no interpretable, con
algo que parece desbordar el inconsciente y la potencia de la interpretación.
¿Qué es el inconsciente? Eso permanece como el pivote del volumen
de Los Escritos de Lacan, que han resumido la lección con una sola frase: el
inconsciente releva de la lógica pura, es decir, del significante. Podemos
decir que la orientación lacaniana, si tuviéramos que exponerla antes de
la última enseñanza de Lacan, seria esencialmente que el inconsciente es
lógica, que lo que el inconsciente designa es una lógica que se impone al

36
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

sujeto. Y diríamos entonces que en psicoanálisis el sentido de “lo que es


más fuerte que yo”, es una lógica.

Determinantes

Como sea, hay que tomar el relevo de esta lógica, es decir, de una
necesidad lógicamente articulable. La necesidad estaría al nivel de la regla.
Es sin duda lo que hace de un análisis la búsqueda de una determi-
nación. ¿Y cuál es esta determinación? ¿Cuál es este factor determinante?
Lacan lo ha situado de diferentes maneras en el curso de su enseñanza.
Pudo situarlo como una imagen prevalente, ya antes de Función y campo
de la palabra y el lenguaje. Diríjanse ustedes a Intervención sobre la trans-
ferencia, donde intenta captar el corazón de lo que Freud habría traído
sin saberlo muy bien. Dice, en cierta manera: “lo determinante del sujeto
en una matriz imaginaria” -dice, la cual, por otro lado en el caso Dora-,
“una matriz imaginaria donde vienen a colarse todas las situaciones que
el sujeto ha desarrollado en su vida”.14
Y allí ve una ilustración verdadera para la teoría de los automa-
tismos de repetición. En seguida, ciertamente, situó esta determinación
como un significante, un fragmento de la cadena significante que prevale-
ce, un girón de discurso del cual el sujeto se transforma en la marioneta.
Es decir que el sujeto es captado como animado por un discurso que pro-
sigue a través de él, donde él está inscripto.
En tercer lugar, podemos decir que intentó captar esto determinante
en el fantasma. Y si esta solución le ha parecido especialmente satisfacto-
ria, es porque ella uniría precisamente lo determinante imaginario y lo
determinante simbólico.
Allí también, por otro lado, emplea el mismo término que cuando
hablaba del girón de discurso, aquel de marioneta. Y luego, podemos de-
cir que eso culmina, eso parece culminar, aislando el significante amo, del
cual él mismo en un momento debió distender la cosa diciendo que el S1
era un enjambre. Pero eso culmina en el significante amo, es decir, algo
que es más bien tomado del registro de la identificación.
Avanzo. No intento ser exhaustivo, porque en todo caso, en esta
perspectiva, parece que lo determinante prescribe una ley. Y en efecto,
podemos decir que, cuando la experiencia analítica es concebida como

14. LACAN, Jacques. “Intervención sobre la Transferencia”, pág. 210, Escritos 1, Siglo
XXI Editores.

37
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

desplegándose esencialmente en el orden simbólico, lo determinante


prescribe una ley, que se trata en la experiencia analítica de desprender.
Entonces ciertamente, hay exigencias, si captamos la experiencia
como tal. Por supuesto que tenemos que lidiar con exigencias, pero no
es la exigencia pulsional, no es la Triebsanspruch, no es la exigencia de
satisfacción. Es lo que Lacan llama, en el comienzo de su enseñanza, las
exigencias de la cadena significante. Es eso lo que quiere ilustrar por otro
lado, es eso lo que deja aún como emblema de sus Escritos en “La carta
robada”, donde puede escribir: “los ejemplos de conservación, indefinida
en su suspensión de las exigencias de la cadena simbólica”.15
Son exigencias lógicas, no son exigencias libidinales. Y podemos de-
cir que allí, en efecto, lo que es sorprendente, es que hoy cuando decimos
las exigencias del síntoma, en efecto, todo el mundo entiende, en un cierto
círculo, las exigencias libidinales del síntoma y no sus exigencias lógicas.
Podemos decir que estas exigencias lógicas traducen, traducían
para el primer Lacan la incidencia eminente de lo simbólico a través de
la imposición de una ley. Y por otro lado, cuando habla de determinación
simbólica, Lacan habla de las leyes de esta determinación.
Es así que ha expuesto durante mucho tiempo Lacan a partir del con-
cepto de la ley, la ley entendida como una regla, como una programación.
Y esta inspiración, no se detiene en los primeros años de Lacan, porque está
presente cuando él intenta recomponer el algoritmo de la transferencia que
prescribe toda la experiencia analítica, en su Proposición sobre el pase.
El algoritmo es la fórmula de una ley. Evidentemente, es también la
ley, un lazo simbólico. Hay toda una parte del primer Freud, del Freud de
la primera tópica, que el primer Lacan ha retranscripto mostrando que el
síntoma depende del lazo del sujeto a las significaciones esenciales -y no
a no se sabe qué goce. Significaciones esenciales que no son cualquiera, y
que él ha sobre todo descifrado en la neurosis obsesiva: las significaciones
de la fidelidad y de la renegación, de la fe y de la falta de fe, de la con-
fianza y del abuso de confianza, de la promesa y de la falta a la promesa,
y luego todas las significaciones de la culpabilidad hasta la condena y la
absolución. Estas significaciones van muy lejos con Lacan.
Por cierto, el desciframiento del síntoma a partir de estas significacio-
nes esenciales, es prescripto por la concepción combinatoria de lo simbólico.
¿Qué es lo que Lévi-Strauss desprende con sus Estructuras elemen-
tales? Desprende esencialmente una ley de intercambio, muestra una so-

15. LACAN, Jacques. El Seminario sobre la carta robada, pág. 46, Escritos 1, Siglo XXI
Editores.

38
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

ciedad regida por el intercambio, es decir por, hay que aclararlo, la re-
ciprocidad. Y es progresivamente que Lacan va saliendo del espejismo
de la reciprocidad, hasta decir, si lo recuerdo bien, en su Kant con Sade,
que damos demasiada importancia al momento de la reciprocidad en el
sujeto. Pero en efecto, intercambio, reciprocidad, podemos decir que es
por allí que Lacan consigue instilar Hegel en Lévi-Strauss, es decir, el re-
conocimiento. Ya lo he dicho muchas veces aquí, veo mejor la raíz. La raíz
del privilegio acordado al deseo de reconocimiento en Lacan, hace falta
encontrarlo en la concepción lévi-straussiana del orden simbólico.
Es decir: yo te doy, yo recibo como retorno, una dialéctica del don
y de la deuda. Lacan ha captado los síntomas de la neurosis obsesiva en
este contexto social. Es lo que puso en evidencia en el caso del Hombre
de las Ratas, determinado por la constelación inicial en que su padre ha
faltado contra la verdad de la palabra, y el pecado ha pasado al hijo que
se encuentra incesantemente motivado por la exigencia de redimir la infa-
mia del padre. En este contexto, significaciones como aquella de lo noble
y de lo vil tienen un valor. De tal suerte que los síntomas de esta neurosis
obsesiva pueden ser calificados por Lacan de intimación de la deuda sim-
bólica -intimación es el acto por el cual se constata que alguien no pagó
lo que debe- donde la apertura se demuestra para él imposible de colmar.
Dicho de otro modo, el síntoma es aquí conducido a la ley de in-
tercambio y a las exigencias de intercambio, y si hay falta, es una falta
en relación a las leyes de la palabra. Y las leyes de la palabra, desde esta
óptica, no son otra cosa que las leyes del intercambio social.
El síntoma es, desde esta perspectiva, interpretable en relación a
las estructuras complejas, esencialmente porque no vemos cómo habría
síntoma en las estructuras elementales, si así se puede decir. No hay sínto-
ma en las estructuras elementales porque cada uno sabe lo que tiene que
hacer y que el matrimonio preferencial está justamente allí para decir que
cada uno debe encontrar su cada una. Son las estructuras complejas las
que dan lugar al síntoma, en la medida en que, siendo complejas, están un
poco desavenidas, si así puedo decirlo. Es lo que Lacan explicaba dicien-
do: “para los efectos de ruptura producida por las discordancias simbóli-
cas características de las estructuras complejas de la civilización.” Es por
allí que el orden simbólico, en la civilización desarrollada, no presenta el
carácter enteramente regular que ponía en valor Lévi-Strauss.
Pero es porque eso queda como la referencia de Lacan. Por lo cual
él hace constantemente, en su primera enseñanza, referencia a la tragedia,
porque la tragedia testimonia precisamente de las discordancias simbóli-
cas y del sufrimiento que resulta para el sujeto que intenta dirigirse según
imperativos que se revelan contradictorios.

39
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Es también porque, para él, la neurosis tiende espontáneamente a


la tragedia. Es así que, señalando que el Hombre de las Ratas, finalmente
una vez curado por Freud, pudo devenir un buen soldado del Imperio
Austro-Húngaro para terminar sobre el campo de batalla, Lacan lo cele-
bra diciendo él se eleva así a la belleza de la tragedia. Es decir que para él,
para este primer abordaje, el síntoma comunica con la tragedia, en tanto
que ella repercute en las discordancias simbólicas.
Vemos ahí lo que es un psicoanálisis que se orienta sobre el conflicto,
del que tuvimos la ocasión de hablar. Es cuando el síntoma es relacionado
a un conflicto simbólico que se extiende hasta los limites de la civilización,
y yo diría más allá. Pero la condición del conflicto, es la referencia a un
orden simbólico, en tanto que es la medida de las discordancias. Y es en
este caso que el síntoma puede ser dicho, como decía Lacan, y resolverse
íntegro en un análisis de lenguaje.
Evidentemente, cuando hemos captado al síntoma como el efecto
de una discordancia simbólica, como una falta en relación al don consti-
tuyente del intercambio, como el trazo de una infracción a la palabra, hay
que decir que el síntoma está precisamente disyunto en su totalidad de la
pulsión.
Podemos decir que, en la neurosis obsesiva, la posición del sujeto se
encuentra entonces definida por el trabajo como renuncia al goce, y por
-es lo que ha devenido banal- la espera de la muerte del amo y la identi-
ficación anticipada al amo muerto. Y podemos decir que el primer Lacan
se caracteriza por el desconocimiento del goce incluido en este trabajo
mortificante.
Es allí que, en su trabajo presentado sobre la neurosis obsesiva, Es-
thela Solano lo llama al orden, en nombre del último Lacan. Recuerda que
los obsesivos sufren de sus pensamientos, y es ya del todo distinto, ya que
eso recuerda que el pensamiento del obsesivo está al trabajo, al trabajo de
este desacuerdo, de cómo atrapar la apertura imposible de colmar, y que,
en este trabajo, hay goce.
Eso quiere decir que lo simbólico tiene sobre el obsesivo efectos de
pensamiento, de un pensamiento que en efecto los parasita, y que el pen-
samiento ahí no introduce un orden, sino que constituye un parasitismo.
Si se puede decir, la discordancia simbólica se traduce por un esfuerzo
de pensamiento en el cual incluso reside el goce que renueva sin cesar su
exigencia de satisfacción.
Esto recuerda que el significante no acarrea sino efectos mortifican-
tes pero que produce goce y que las exigencias del síntoma no son sola-
mente exigencias de verdad, sino así también exigencias de goce las que
él obtiene.

40
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

Evidentemente, es un síntoma, si lo captamos así, que no está de tal


manera esperando a la entrega de su verdad. Y es eso lo que escogemos
casi de modo electivo, es el síntoma en tanto que no está o que no estaría
a la espera, sino que constituye él mismo un modo de gozar.
Es por otro lado lo que ha subrayado Pierre-Gilles Gueguen en el
comienzo de este coloquio, invitando a sus colegas -fue escuchado- a con-
siderar el síntoma como el modo de gozar propio a cada sujeto.
La inversión, es aquí que el síntoma no es captado como el efecto de
una discordancia sino como constituyendo en él mismo un orden.

Biología Cuerpo traumatismo escritura


------------------ ------------------ ------------------ ------------------
sociología Social orden palabra

repetición defensa modo de gozar


------------------ ------------------ ------------------
articulación represión orden simbólico

Y en el lugar donde estaba el orden simbólico, que constituía el


armazón y la referencia del sujeto, vemos inscribirse esta expresión que
podríamos encontrar absurda de modo de gozar, es decir de un orden
sintomático, un orden donde el síntoma mismo es la regla.
Lo hemos percibido, en ciertas exposiciones que han sido presenta-
das, del esfuerzo hecho por el analista para reencontrar el síntoma. Pienso
en particular en el ejemplo que ha sido dado por Jean-Louis Gault16 de
una paciente que le había llegado después de diez años de psicoterapia,
dos años de psicodrama, y luego un tratamiento ansiolítico y antidepresi-
vo constante o casi permanente, y donde el primer movimiento del ana-
lista, el primer tiempo del análisis fue para identificar el síntoma, para
reencontrar el síntoma captado como agorafobia y que estaba en cierta
manera recubierto por todo lo que estaba depositado de elaboraciones
precedentes. Pero notemos que a partir de la fobia reencontrada, Gault
mostraba que se podía reconstituir la estructura edípica del síntoma.
Es allí que vemos la clínica, la dirección de la cura habitada por
una tensión entre el síntoma mensaje y el síntoma goce, el síntoma modo

16. N. de E. Trabajo de Jean L. Gault, publicado en Mediodicho Nro. 14

41
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

de gozar, entre interpretar la represión y perturbar la defensa. Evidente-


mente, si nos centramos sobre el modo de gozar, tenemos el sentimiento,
o comunicamos el sentimiento de una inercia de la defensa. Y, como lo ha
indicado Pierre Naveau por otro lado, somos así remitidos a la polémica
de Lacan contra el análisis de las defensas y lo que él ha podido a la vez
objetar y retomar del análisis del carácter.
El punto de partida de Lacan era el de conducir a liberar el sujeto
de la palabra, aquel que tiene relación a la verdad, al precio de descono-
cer, incluso de reprimir, de la operación analítica al sujeto del goce, aquel
que se relaciona al goce. Y para liberar al sujeto de la palabra, podemos
decir que ha preferido conectar la pulsión con el yo. Ha considerado que
el lugar propio de la pulsión era el yo, que era ese un registro objetivado
de la experiencia, y es el valor de lo que indica allí, el famoso Leonardo, el
índice de la interpretación apuntando hacia la falta.
Un término estaba para Lacan anudado al análisis de las defensas.
Eso retorna, creo, dos veces en los Escritos solamente, y yo me remití a es-
tas frases a causa de una palabra que me fue dicha fuera de este coloquio.
Una palabra, un término está anudado para Lacan al análisis de las de-
fensas, es decir a la confrontación con la inercia del modo de gozar. Es un
término que califica la posición del analista, es exactamente la morosidad.
En la página 361 él habla de “la morosidad del análisis de las defensas”. 17
Y en la página 352, él evoca “la morosa operación del analista si con-
siste solamente (...)” -es así que él ha captado el análisis de las defensas
– “(...) en obstruir la hendidura simbólica...”.18
Esta morosidad -es el nombre de un afecto- en efecto, se opone al
alegre saber del desciframiento. Es este alegre saber donde Lacan pudo
tomar... y en qué movimiento, en qué arrebato de su primera enseñan-
za. Pero que al contrario, allí donde se trata del girar en redondo en del
modo de gozar, si el analista abandona el desciframiento, si abandona
la posición de Leonardo, entonces lo que lo afecta en su operación es la
morosidad.
Es una invitación a salvar algo de lo que Lacan llama -yo terminaría
aquí- pongamos aquí todas las reservas, el pensamiento del psicoanalista.
El pensamiento del psicoanalista, dice él, sufre una succión, está como aspi-
rado por la hendidura que se abre en su ejercicio mismo. Y en la práctica,
dice él, esta hendidura toma la forma -creo que jamás he citado esta ex-

17. LACAN, Jacques, Introducción al Comentario de Jean Hipolite, Escritos 1, Siglo XXI
Editores.
18. LACAN, Jacques, De un Designio, Escritos 1, Siglo XXI Editores.

42
La Orientación Lacaniana - Siete sustituciones para la época - Jacques Alain Miller

presión, en tanto que ella está hecha para eso estando planteadas todas
sus asonancias-, toma la forma de la insistencia, dice él, de una indecente
intimidad.
No podemos decir mejor lo que sería la experiencia analítica, si el
analista se contentara con completar, con hacer pareja con lo que se pre-
senta de las exigencias libidinales del síntoma.
Cuando llegamos a la zona o en la zona donde la interpretación des-
fallece, y donde hacemos en el análisis la experiencia de la inercia, es allí
precisamente que el psicoanalista tiene tendencia a olvidar que él tiene su
parte, que tiene su parte al no indicar la falta, si puedo decir, y que desde
esta perspectiva es él quien produce la obstrucción. Y precisamente, hace
obstrucción, porque muy claramente él se identifica al síntoma, es decir,
que está fascinado, cautivo, fijado por lo que gira alrededor del síntoma.
Evidentemente, es una zona donde los mecanismos significantes
parecen inoperantes, con lo que se ha elaborado de la represión, no llegan
más a captar el fenómeno. Y es allí que Lacan ha traído su nudo borromeo
como un nuevo discurso del método psicoanalítico.

Traducción: Alejandro Willington


Versión no corregida por el autor

43
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
El Padre y la época

45
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

Del padre
Universal al
padre singular 1

V
oy a trabajar un tema
Fabián A. Naparstek propio del Comité de Ac-
Es psicoanalista en Buenos Aires, ción preparando el próx-
Argentina. imo Congreso de la Escuela Una,
Miembro de la Escuela de la Orientación cuyo título es: “Los nombres del pa-
Lacaniana (EOL). dre: prescindir, servirse de él”.
Miembro de la Asociación Mundial de Esta primera parte va a estar
Psicoanálisis (AMP). centrada en distinguir, pensando
Analista de la Escuela (AE) 2002 - en el horizonte de los nuevos jóve-
2003. nes, ya que los jóvenes son siem-
pre nuevos, pero nuevos porque
además venimos verificando, ya
hace tiempo, características dife-
rentes que nos hacen pensar como
enfrentamos la clínica de los jóve-
nes actuales. En ese sentido voy a
comparar dos tipos de fiestas y la
fiesta como un lugar central para
los jóvenes.
Toda esta primera parte va a
estar centrada en la comparación
de estos dos tipos de fiestas, com-
paración que se pone en relación
con el tipo de padre de hoy. Lo que
no cabe duda es que, mas allá que
vengamos planteando hace tiempo

1 Extracto del Seminario dictado en la


EOL- Sección Córdoba el 18 de marzo de
2005

47
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

que la autoridad paterna ha desaparecido, que el Nombre del Padre está


en decadencia, eso no indica de ninguna manera que el padre haya desa-
parecido. Efectivamente hay una caída de los emblemas paternos, lo cual
no implica que el padre no tenga un lugar central para cada caso clínico.
La cuestión es tratar de situar qué lugar tiene el padre en cada uno de esos
casos clínicos y también qué consecuencias clínicas tiene esto.
Respecto de la comparación de estas dos fiestas, la primera a la que
me voy a referir es la que Freud describe en el Malestar en la Cultura y
Tótem y Tabú. Rápidamente sitúo algunos elementos que me interesan.
Lo que Freud proponía allí es que en un tiempo mítico existía una horda
primitiva con un protopadre que tenía el goce total. Esa es la estructura
que Freud propone, lo que está resaltado allí es que el goce total estaba de
parte de ese padre. Luego lo matan, lo cual no es muy importante, en un
sentido todo está centrado fundamentalmente en el pacto, el pacto frater-
no que es lo que marca la diferencia. Que haya un macho que sea el jefe
de una manada no tiene nada de cultura, que se lo mate tampoco tiene
nada de cultura, el acto cultural es hacer el pacto, que es un acto simbóli-
co por excelencia, es la entrada en la palabra y, lo que destaca Freud con
todas las letras, es que para sostener ese pacto hace falta una repartija del
goce, es decir que estos hermanos que hacen el pacto lo fundamentan en
repartir ese goce total que tenía el protopadre. ¿De qué manera? De una
manera que no es equitativa, no es una manera tampoco para decirlo de
alguna forma “marxista”, es sobre la base de una instancia negativa, es
decir sobre la base de una renuncia, ya que les toca a todos por igual en el
siguiente sentido: Si alguien va a tener diez mujeres, una o ninguna, poco
importa, lo que se asegura es que haya una renuncia y que a todos no les
toque al menos una. Todo esto Freud lo deduce de la fiesta totémica. Es
a partir de que debe repetirse cada tanto aquel hecho original que Freud
reconstruye este mito. El hecho concreto, el hecho clínico, es que nadie
puede escapar de esa fiesta, nadie puede escapar de comerse un poquito
de ese exceso, todos tienen que probar algo. La fiesta tiene esa estructura
y en este caso se trata del exceso que describe Freud, es un exceso que va
en contra de lo singular más bien es un exceso del tumulto. En un costado
existe la fiesta, un exceso que a su vez es obligatorio y del otro lado, un
orden reglamentado por el nombre del padre. Lo que describe Freud, y
entiendo que Lacan lo saca de allí, es que lo que queda de este protopadre
anterior es un recuerdo, es un nombre, no queda otra cosa que el Nombre
del Padre. Es decir, que de un lado la fiesta, del otro lado el orden, lo que
muestra que esa fiesta es un exceso que sucede cada tanto y tiene un limi-
te de tiempo. Agrego un dato más, y este me parece un dato central: hay
un resto. Es un resto que no deja ordenarse no entra en la ley pero hay que

48
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

darle lugar cada tanto. Queda así armada una cultura con una renuncia
de un lado (represiones, inhibiciones, neurosis, religión, familia, estado,
ideales, etc.) y el exceso a un costado. Hay un resto que no se puede dige-
rir - al padre se lo intenta comer cada año y eso indica que hay un hueso
que no se termina de tragar -, ni ordenar, ni hacerlo entrar en ley, pero hay
que darle lugar cada tanto. Es una lógica que Freud utiliza especialmente
para el Super Yo. Su idea es que mientras más virtuoso es el individuo,
mas exige el super yo. La persona que cada tanto se da un gusto, está
menos exigido por el Super Yo. Se entiende que para Freud era mejor que
aquello tenga su lugar cada tanto y que la gente tenga sus pequeños exce-
sos. Es mejor eso a que la gente intente dejar totalmente afuera ese resto.
Coincide en esto con la fórmula lacaniana que aquello que es expulsado
retorna en lo real.
En la actualidad, lo que antes era limitado en tiempo y espacio aho-
ra se extiende a todo, es como si viviésemos una fiesta continua y entien-
do que eso es consecuencia de la caída de los ideales, la caída de la auto-
ridad, hay un empuje a la satisfacción total por la vía del consumo, donde
no hay límites, fundamentalmente donde no hay renuncia como dice la
publicidad “imposible is nothing”. Lo que antes estaba a un costado, acota-
do, ahora es el protagonista, me refiero a la “hipermodernidad”, término
que J. A. Miller utiliza constantemente y es tomado de Gilles Lipovetsky.
¿Cuál es la idea de Lipovetsky respecto de la hipermodernidad, por qué
le pone ese nombre?. Según él, es la modernidad llevada al extremo. La
idea de Lipovetsky es que la modernidad se pasa del derecho al gozar,
al empuje, al goce y por eso dice que no es la posmodernidad, ya que
esta implicaría un cambio y acá más que cambio hay un llevar al punto
límite lo mismo. Retomando la idea de Miller, el mundo queda dividido
en dos: un empuje al goce (lo que antes era una obligación limitada) y la
depresión como una de las patologías centrales de la época (nosotros los
argentinos lo sabemos muy bien, somos un país que probamos un poco
de todo salvajemente porque pasamos de una época de la fiesta a un mo-
mento depresivo). Podríamos decirlo también en términos de consumo y
abstinencia.
Por otro lado se ve lo que de alguna manera ya J. Lacan anticipaba -
lo cual siempre me sorprendió - en los años 1974 /1975, que habría re-bro-
tes de xenofobia. Las guerras étnicas son una resistencia a mantener algo
de cada cultura frente al empuje a globalizar un goce único, y se ve que el
mundo en algún sentido ha quedado dividido en esos términos: el mun-
do globalizado y el mundo que se resiste a la globalización, lo cual lleva
a un fundamentalismo, es decir que se sostienen ideales hasta la muerte,
el suicidio, el kamikaze actual, por un intento de mantener algo singular

49
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

frente a esta fiesta generalizada. Entonces, lo que antes era un resto a un


costado ahora se ubica en el centro, hay un culto en la actualidad por el
resto. Hay que entender que el resto al menos tiene dos facetas. Una es
pensar al resto como un desperdicio, es decir, uno come y deja desperdi-
cios, lo cual es un problema propio de la humanidad no saber qué hacer
con estos desperdicios. La segunda manera de pensar el resto es pensarlo
como un resto fecundo, como lo que causa. Esto último lo muestra muy
bien Freud con el resto diurno que es lo que causa que uno sueñe. Ahora,
en la actualidad el culto al resto que tenemos es un culto al resto como
desperdicio. Podría dar varios ejemplos, pero daré uno que es lo que al-
gunos jóvenes llaman el “juntadito”: cuando terminan la noche y la fiesta,
se mezclan todos los fondos de alcohol que quedaron en los vasos, se los
junta, se los agita y se los toman.
Es decir, cuando J-A Miller plantea en Comandatuba que hay una
promoción del objeto “a”, como brújula de la civilización, es que ese obje-
to “a” no es el objeto “a” causa de deseo, es el resto. Cuando Miller dice,
lo cito: “ la dictadura del `a’ hace estallar el matrimonio, dispersa la fami-
lia y modifica los cuerpos (las cirugías, la dieta, la anorexia etc.)”2, está
hablando de ese resto y me parece importante tener en cuenta de qué “a”
está hablando.
Eric Laurent dice que además de la sobredosis existe - y él utiliza un
neologismo - la “all overdose”3, que seria la “todo sobredosis”, si se pude
traducir de esa manera. Es interesante porque la sobredosis siempre está
en referencia a un limite, se sobrepasa el limite pero la “todo sobredosis”
es “todo”, no hay resto, es la experiencia del todo, la experiencia del todo
respecto del goce. Es lo que Miller interpreta de la indicación de Lacan,
cuando habla en Radiofonía…4 del ascenso del “a” al cenit de la civiliza-
ción. Miller escribía el “a” por sobre los ideales, la prevalencia del “a”
sobre el significante (sobre los ideales, sobre el Nombre del Padre). La
idea de Miller ya no en Comandatuba sino en su Curso5 del año anterior,
fundamentalmente cuando trabaja el Seminario de La Angustia, es que el
objeto “a” cuestiona al Nombre del Padre. Por estructura es así y por eso
Miller llamó a la última clase del Seminario de la Angustia “Del `a´ a los

2 Miller, J.A. Conferencia Comandatuba, 2004.


3 Laurent, E. La sociedad del síntoma. Revista Lacaniana de psicoanálisis. Publicación de la
EOL. Ed. Altamira. Buenos Aires, Año 2. Nro. 2, agosto 2004. Pág. 111.
4 Lacan, J. Psicoanálisis, radiofonía y televisión. Ed Anagrama. Barcelona, 1977. Págs. 25, 26.
5 Miller, J.A. Curso de Orientación Lacaniana. Clase 19, 4/2003. Inédito. Ver Lacan, Le
seminaire, livre X, L’Angoisse, Ed. Seuil, París, 2004. Pág. 375.

50
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

Nombres del Padre”. Pensadas las cosas así, se invierten las proporcio-
nes de lo que antes decíamos de la cultura descripta por Freud. Antes que-
daba a un costado de la autoridad central la fiesta con un exceso limitado
y con un resto que hacía que cada vez volvamos a querer repetir la misma
fiesta. En la actualidad de un lado central tenemos el empuje a la fiesta
donde se pretende que no haya resto, del otro lado a un costado, la auto-
ridad bajo la forma del fanatismo, del fundamentalismo. Hay que decir
que en la actualidad hay un consumo festivo y más bien tenemos el apoyo
de drogas que acompañan a esta demanda de euforia, de una fiesta per-
manente. Ernesto Sinatra lo decía así: hoy tenemos “una sexualidad bajo
influencia”. Es decir, que es una sexualidad reforzada por el consumo o
la sexualidad misma es el consumo o se consume sexualidad. Se sostiene
(y nosotros mismos lo hemos fundamentado) que la droga era una forma
para salirse de la sexualidad. El que consume heroína por ejemplo queda
por fuera del campo sexual y podríamos avanzar en esa problemática.
Hoy más bien el consumo de Viagra por los jóvenes es algo masivo, se
creía que era una droga para aquellos que llegaban a cierta edad, pero no,
de ninguna manera, es una droga de los jóvenes, es realmente impactante
y ahí se ve que es una sexualidad bajo influencia. Se ve, así mismo, cómo
se intenta desconocer el límite fálico y no sólo como límite simbólico, sino
como límite orgánico. En un sentido hay un retorno a la sexualidad y lo
voy a decir de esta manera: hay un retorno a la sexualidad, aunque de
forma maníaca.
Por otro lado este consumo masivo deja a los individuos cada vez
más solos ya que por un lado está el goce globalizado y así mismo, está la
soledad globalizada, una cosa va con la otra, ahí donde se cree que esta-
mos todos juntos más bien estamos solos. Es decir, que toda la dificultad
en la actualidad es cómo establecer lazos y Freud nos muestra en su Ma-
lestar en la cultura que la forma de establecer un lazo era a partir de una re-
nuncia, es todo lo que Freud destaca en Tótem y Tabú, que sólo se establece
un lazo siempre y cuando haya una renuncia. Es así que, la estructura
de los cuatro discursos de Lacan, están todos fundamentados sobre una
imposibilidad, sobre una renuncia, tiene que haber algo imposible. Si “im-
posible is nothing” es difícil que haya un lazo social y se ve entonces cómo
el encuentro entre dos sexos está también así alterado.
Lo que antes nombraba como una sexualidad maníaca, Miller lo
nombra como la supresión del lastre, (traducido en términos freudianos:
La supresión de la adhesividad de la libido). La idea de Freud era que
el ser humano no tiene un objeto predeterminado, pero cuando alguien
elige, se transforma en lo más fijo que hay. Es decir, que una vez que ele-
gimos tenemos la fijeza, es lo que Freud llamaba en la neurosis la condi-

51
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

ción fetichista. Para Freud todo neurótico era una especie de fetichista. El
ejemplo que utilicé en el último Paper6 es del del príncipe y la cenicienta,
pero para poner énfasis en el príncipe. Se trata del príncipe que se queda
con el zapato y ¿Qué hace? lo que hace cualquier neurótico: Va a ver si
alguna mujer encaja en ese zapato, esa es la neurosis. Es decir, que es un
hombre que busca una mujer que encaje en el molde, el amor hacía creer
que el zapato y esa mujer estaban hechos uno para el otro, y que ese za-
pato apareció por primera vez ahí. Lo que ha mostrado el psicoanálisis
es que cada hombre viene con su zapato y que eso está de antemano, que
tiene que salir a buscar con ese zapato a ver si una mujer va o no va. Lacan
decía que el hombre hace encajar a una mujer con su inconsciente7, busca
lo que se ensambla con la horma. Esta forma fija prototipicamente mascu-
lina, a mi modo de ver, también está desapareciendo.
Encuentro en la clínica jóvenes totalmente desorientados sin su za-
pato respecto a lo sexual. Así decía un analizante: “respecto de lo sexual
parto de cero”, él decía que no sabía lo que le gustaba, que tenía que salir
a probar y eso implicaba encuentros con travestis, homosexuales, hetero-
sexuales, etc. El analizante decía - por eso traigo a colación lo del zapato -
que “es como si me fuera a comprar un zapato y no supiese el número que
calzo” y él aclaraba que no es una cuestión de gustos, sino una cuestión
de horma. No es un adolescente rebelde que quiere probar cosas nuevas,
sino que parte de cero, no es que se revela contra algo fijo. Pero finalmente
¿De qué relación estamos hablando?, de la relación del sujeto con el “a”.
Hablamos del fantasma que es lo que sostiene la condición fetichista. En-
tonces, cuando Miller dice que el “a” no hace punto de capitón, debemos
decir que no hace punto de capitón singular como condición fetichista,
como condición erótica y que en todo caso hoy se trata de un fetichismo
de la mercancía generalizada. Es decir, que el “a” predomina, pero no es el
“a” del fantasma de cada quien, es un resto propuesto por la ciencia para
todos por igual. Por eso Lacan dice la tiranía del “a”, porque va en contra
de lo singular, porque se impone al sujeto un goce universal, y por eso el
psicoanálisis nunca se llevó bien con las tiranías ya que el psicoanálisis
apunta a lo singular. Pues bien, se ve que las posiciones de querer más

6 Naparstek, Fabián. La sexualidad perversa de ayer y lo inclasificable de hoy. (Lo masculino,


lo singular y el padre.) En Papers del Comité de Acción de la Escuela Una. Publicación
electrónica reservada a los miembros de la AMP. Nro. 4, Nueva serie. Marzo 2005.
7 “La mujer es un sueño del hombre… porque ellas consuenan, si me permiten la
expresión, con su inconsciente” Lacan, J. Conferencia en Ginebra. En Intervenciones y
textos II. Ed Manantial, Buenos Aires, 1998. Pág. 131.

52
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

goce de lo que Eric Laurent llama “all overdose”, muestran una fiesta ac-
tual donde nada es imposible con una tiranía por fuera de la singularidad.
A este modo de abordar la sexualidad hace poco tiempo lo llamé
la sexualidad inclasificable de los jóvenes de hoy. Tomo efectivamente el
término de inclasificable porque en psicoanálisis, así como tenemos que
hacer un diagnostico de estructura, tenemos que hacer un diagnóstico de
la sexualidad. Sabemos que no porque alguien venga vestido de hombre
o mujer tenemos que determinar que se trata de una mujer o un hombre,
hay que hacer un diagnóstico de la posición sexuada y hay que hacer un
diagnóstico de la elección sexual y entiendo a este analizante del cual les
hablaba como un inclasificable de la sexualidad. Con el agregado de que
inmediatamente, luego de decir que él tiene ese problema que es partir de
cero en lo sexual, no lo duda un instante y lo liga a la cuestión del padre,
él lo dice así: “mi padre nunca utilizó el término no”.
Frente a esto hay dos opciones bien orientadas por Miller: o se sos-
tiene que eso marcha o lo contrario eso fracasa. El psicoanálisis que piensa
que eso marcha finalmente desconoce lo irreductible, finalmente descono-
ce el trauma, finalmente desconoce lo singular. Sin embargo, hay un psi-
coanálisis de orientación lacaniana que pone en el centro lo que fracasa.
Me interesa situar cómo se puede poner en el centro que eso fracasa, que
tampoco se trata de restablecer el viejo Nombre del Padre, sino más bien
cómo puede haber una ligazón entre el padre y lo traumático.
Ahora voy a ir directamente a la cuestión. Si el objeto “a” cuestiona
al Nombre del Padre eso también lleva a la pluralización de los Nombres
del Padre. Es decir, que la pluralización del padre supone lo que en cada
sujeto funciona como tal, sin la referencia a un padre universal y con pa-
dre universal me refiero al padre ideal. En algún momento aquí en Cór-
doba en unas Jornadas del TyA, recorrimos la diferencia entre el padre
ideal y el padre de la pere-versión como Lacan lo llama en los últimos
seminarios. Doy algunas indicaciones para poder avanzar.
Padre ideal es del que veníamos hablando, es el padre muerto, Eric
Laurent dice: un padre limpio de goce “es el que no se queda con nada en
el bolsillo”8.
La otra cuestión que hay que tener presente es que ese estado ideal
tiene una contracara, la que antes veíamos en la fiesta totémica. Eric Lau-
rent también dice que esa contracara retorna siempre por la vía de los es-
cándalos. En Malinowsky se ve muy clara esta disyunción, esta a contra-

8 , E. La familia moderna. En Registros, tomo amarillo, Buenos Aires, Argentina. Págs.


28,29.

53
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

cara del padre ideal y del padre del escándalo. Es justamente la contracara
entre el padre de la ley y lo que está relacionado con el goce. Recuerdan
la discusión que tiene Lacan en el 38’ en los Complejos Familiares con
Malinowsky, quien hablaba de la estructura matriarcal para demostrar
que el Edipo no funcionaba en todas las culturas. Dicha estructura fun-
cionaba dividiendo el padre que entrega el nombre y la herencia de un
lado - quien lo encarnaba era el hermano de la madre - y del otro quien
tenía relación con la madre. Se ve que hay una distinción, una separación
entre el goce y el padre y todo el trabajo que hace Lacan a partir de un
momento con la pluralización de los Nombres del Padre, a mi gusto está
en el sentido de juntar al padre con el goce; es decir, de poner en relación
el padre con el objeto “a”. Es lo que Lacan termina llamando años más
tarde el padre de la pere-versión. El término pere-versión tiene muchas
significaciones, en donde en primer lugar se juntan padre y versión, - por-
que si hay algo que indica esto, es que la pere-versión supone una orien-
tación muy precisa, una versión del padre -. En ese sentido, el padre de
la pere-versión es el padre que orienta, que de alguna manera ha tomado
un camino y solo uno, nadie dice si es el mejor o el peor, es ese. Aunque
también es lo que en el Seminario 22, Lacan termina llamando el padre del
aperitivo, donde también hay un juego de palabras porque es “a-pere” y
ahí se ve claramente que es el “a” y el padre del aperitivo, es “a” y padre.
Entonces se puede ver ahí hacia donde se dirige Lacan cuando hace esta
variación que va del Nombre del Padre al padre de la pere-versión. El
Nombre del Padre dejaba afuera el goce y el padre de la pere-versión re-
laciona uno con otro, es decir que relaciona el plus de gozar que proviene
de la pere-versión paterna, de la versión perversa del padre, que es una
versión aperitiva del padre. Cuando digo aperitivo yo lo entiendo de esta
manera: son esos pequeños gustos que uno se da frente a la fiesta que
implica la gran comilona, el aperitivo es ese poquito, ese pequeño gusto
que además es siempre singular. Cada quien tiene su propio aperitivo y
en algunos casos un análisis podría servir para tratar de ayudar a alguien
a que encuentre su aperitivo. La oposición aquí es entre el goce mayús-
culo, el todo goce frente a ese goce mínimo del aperitivo. Ahora, en este
punto tenemos un Lacan para nada freudiano, si hay algún lugar donde
Freud ha retrocedido es ante la perversión del padre, creyendo en el padre
religioso, en el padre universal y eso marca deseos diferentes, que es lo
que Miller indica muy bien: el deseo de Freud como un deseo que no va
del lado del deseo del analista. En varias ocasiones Lacan se diferenciaba
respecto de su deseo con el de Freud, por ejemplo cuando dice que sus
sueños -contrariamente a los de Freud- “no están inspirados por el deseo

54
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

de dormir”, y más bien se sostenían en el deseo de despertar9, Lacan dice


que la excomunión es por el deseo de Freud y habría muchísimos más
argumentos para avanzar en esta cuestión.
En todo caso, esto tiene consecuencias directas en la clínica. Lo que
muestra claramente Miller es que la clínica actual es la clínica de la dis-
persión, de los inclasificables y que la clínica del Nombre del Padre está
separada en clases: neurosis, psicosis y perversión. Aquella es una clínica
ordenada, la clínica del Nombre del Padre es la clínica de la sexuación
masculina coherente con la época del Nombre del Padre, es una clínica
unimorfa. Más bien, ahora se trata de la clínica del “no todo”, más del
lado femenino, ya no con esas clasificaciones estancas, sino que es una
clínica de los síntomas, de lo real del síntoma donde hay pluralización de
los S1, donde cada uno tiene que inventarse su propio S1. En ese sentido
Miller distingue tres clínicas y yo le doy mi interpretación a esto. Hay una
primera clínica que decíamos recién era del Nombre del Padre. Esto que
voy a decir no lo dice Miller, pero - me parece que se puede rastrear - es
una clínica que no toma en cuenta prácticamente el síntoma. Recuerdan
que todo el énfasis de Lacan es la pregunta, el deseo y las identificacio-
nes, es lo que distingue esa clínica. La pregunta por la femineidad de la
histeria, del deseo insatisfecho, de la identificación al padre impotente, al
padre muerto: una crítica centrada en la identificación, en la pregunta y
en el deseo. Luego tenemos una clínica del fantasma, del acto analítico, de
la desidentificación, del más allá del fantasma: es la clínica del pase por
excelencia, esa clínica es la que tira abajo el Nombre del Padre. Y, es en
la clínica donde Lacan pensaba que se podía prescindir del padre. Final-
mente hay un retroceder de Lacan respecto de esta segunda clínica en la
clínica del síntoma. No digo que se trate de retroceder al punto uno, sino
fundamentalmente retroceder respecto de la identificación. La clínica del
pase, del acto analítico, es decir la época donde Lacan cree fuertemente
que el sujeto se puede soltar del Otro, eso le volvió como un boomerang,
le volvió en su propia Escuela, le volvió con el cinismo, por el cual Lacan
se preocupó sobremanera. El saldo cínico del análisis del cual hablaba
Lacan, era consecuencia de esa clínica, esa clínica llevaba al cinismo, al
cinismo del desenganchado.
En cambio la clínica del síntoma es la clínica sobre la cual Lacan
vuelve a la identificación, es un Lacan que acepta que a algo hay que
identificarse y a mi gusto recién ahí es cuando Lacan vuelve a decir que se

9 Lacan, J. La tercera. En Intervenciones y textos II. Ed. Manantial. Buenos Aires, 1998.
Pág. 95.

55
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

puede prescindir del padre pero a condición de servirse de él.


Es en el Seminario 24, - la primera clase, del 16/11/76 -, Lacan se
pregunta “¿A qué se identifica uno, pues, al fin del análisis?”10, a mi gusto
es un Lacan que depone las armas, como diciendo que a algo hay que
identificarse, insistió tanto en la tesis de la desidentificación que finalmen-
te propone que no se puede vivir la vida desidentificado. Esa es la tercera
clínica donde él de alguna manera piensa el fin de análisis por la vía de la
identificación. Entonces se pregunta: ¿Se identifica con el analista? no, ¿Se
identifica con el inconsciente? Tampoco. Si se identifica, es con el síntoma.
No se trata, por supuesto, de la identificación al padre universal. Más bien
hay un ir mas allá de ese padre, pero para eso hubo que introducir el pa-
dre de la pere-versión que finalmente es el padre ligado a un partenaire,
es el padre que en el Seminario 22 dice Lacan, hace de una mujer su causa
de deseo y se ve claramente que el padre así esta ligado al goce, pero no al
goce de cualquier manera sino en un lazo con el partenaire. Finalmente,
aquí viene la cuestión del lazo ya que es el padre el que permite, el que
orienta al menos un lazo posible. Es el padre que se las arregló de alguna
manera con el Otro sexo, es la versión de ese padre. Es lo que Lacan ter-
mina llamando el partenaire-síntoma, donde liga el síntoma, el padre y al
partenaire.
El padre aquí es el que permite hacer del síntoma autístico - que es
un goce que se autoabastece- un partenaire-síntoma. Les leo el párrafo del
Seminario 23 18/11/75: viene hablando de la perversión y dice: “...es pre-
ciso desde entonces suponer que el lazo borromeo, el cuarto en este caso,
es el síntoma, es también el padre en tanto que pere-versión no quiere
decir sino versión hacia el padre, y que en suma el padre es un síntoma o
un santo varón (saint homme) como ustedes quieran”11. Dice además, que
es un padre que está fuertemente ligado al cuerpo del Otro.
Con esto concluyo, Eric Laurent propone no volver al Nombre del
Padre, él dice no intentar hacer creer en el Nombre del Padre, sino que se
debería hacer pasar de la creencia en el padre a la creencia en el síntoma,
hacer creer en el síntoma. Entonces encuentro dos versiones de esto, una
que es creer en el sentido del síntoma, lo cual facilita el comienzo de aná-
lisis, es decir alguien padece un síntoma y se lo va a contar a un analista
y esto es porque supone que algún sentido tendrá. Pero da la impresión,
también, que está presente allí un creer en lo real del síntoma y la dificul-
tad actual es cómo hacer que crean en el sentido del síntoma. En algunos

10 Lacan, J. Seminario 24, clase del 16/11/1976. Inédito.


11 Lacan, J. El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2015.

56
El Padre y la época - Del padre Universal al padre singular -Fabián A. Naparstek

casos no hay alternativa, no hay manera de hacerle creer en el sentido


del síntoma. Sin embargo está la creencia en lo real, Miller no duda en
decir que Lacan creía en lo real, es un modo de creencia diferente, aunque
no está desarrollado ampliamente, es algo por lo cual yo me oriento. Es
decir, que esa creencia en el síntoma es reducir el Nombre del Padre a un
síntoma, que a su vez, es lo más singular de ese padre, y así mismo se
entiende que eso indica que para cada quien, si seguimos esta línea, va
haber un padre, tantos padres como casos clínicos. Mostrar lo singular
del padre es que se pudo extraer al menos algo de su síntoma y alguna
alternativa para poder orientarse en el lazo con el Otro.

57
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

58
El Padre y la época - Ken Park. El desamparo, más allá de la angustia de castración - Elisa Alvarenga

Ken Park 1

El desamparo, más
allá de la angustia
de castración

S
Elisa Alvarenga i no tan divertido de ver, Ken
Es psicoanalista en Belo Horizonte, Park, de Larry Clark y Ed
Brasil. Lachman, como decía un co-
Miembro de la Escuela Brasilera de mentario del 26 de marzo de 2004
Psicoanálisis (EBP). del diario Estado de Minas, es do-
Miembro de la Asociación Mundial de lorosamente didáctico. Al comentar
Psicoanálisis (AMP). el filme, junto a un crítico de cine,
Analista de la Escuela (AE) 2000 - en la Asociación Minera de Psiquia-
2003. tría, me sorprendió la divergencia
de los demás comentarios: para el
referido crítico, el filme estaba bajo
cero, era estéticamente nulo. Para
un profesor universitario que la vio
por segunda vez, junto a sus alum-
nos, era genial. Pues bien, luego de
una cierta dosis de malestar, provo-
cada la primera vez que la vi, pude
volver a verlo y comentarlo, pen-
sando que tenía que ver con el tema
de nuestras jornadas de fin de año:

1 N. de E.: película coproducida por


USA, Holanda y Francia en el año 2002,
bajo la dirección de Larry Clark y Ed
Lachman. Trata de la vida de un grupo de
adolescentes y sus padres en una pequeña
ciudad del centro de California. La historia
repasa temas tales como la violencia, el
sexo, el odio, el amor, etc.

59
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

los jóvenes y el Psicoanálisis.

La dureza narrativa, por uno de los personajes, y la crudeza de las


imágenes, muestra, como lo hace una obra de arte, y nos convoca a hablar,
invitándonos a extraer algunas lecciones para la lectura del mundo en que
vivimos. Lo que el filme muestra, de manera muy clara e impactante, es el
efecto, en el mundo contemporáneo, a través de un recorte hecho en USA
–United Symptoms, como decía un psicoanalista francés— de la declina-
ción de la función paterna y de la degradación de la función fálica. A leer
el comentario de Jacques-Alain Miller sobre el Seminario de la Angustia de
Lacan, recién establecido por él, no se puede dejar de pensar en el filme,
que muestra un falo mortificado, reducido a su función de órgano, y pone
en evidencia un cuerpo que goza, una máquina en funcionamiento, con
sus objetos y órganos, mucho más que una imagen.

Los personajes, desde los abuelos, ancianos, alienados en su amor,


hasta la jovencita que mira un video erótico mientras su madre transa con
el novio de la hija mayor, muestran la declinación de esa función que, en
palabras de Jacques Lacan, articula el deseo y la ley.21
Comencemos por el ejemplo más dramático, y cruel, de la ausencia
de esa función que vendría a compensar un exceso de amor, encarnado
en la abuela, que todo hace y permite al nieto, disculpando sus agresiones
y groserías. El muchacho, delirante, encarna un ejemplo de adolescente
invadido por el goce, sin ningún límite establecido por el Otro. El goce
del Otro, encarnado en el abuelo que trampea en el juego de palabras
cruzadas, es para él insoportable. Él tiene que matar al abuelo, porque
hizo trampas, y a la abuela porque lo cuida de una manera invasiva. Tate
encarna en el filme la figura del personaje delirante, que no dispone de
ningún instrumento que limite el goce invasivo del Otro.
Dos muchachos y una muchacha, sus amigos, protagonizan a los
adolescentes que, disponiendo de la función fálica para localizar el goce
como goce sexual, precisan además recurrir a artificios perversos para es-
capar a la desorientación de sus padres. La muchacha, presentada como
sometida a un padre religiosamente loco, perversamente enlutado por su
madre, se vuelve ella misma, en el partenerato sexual, la agente de una
escena sado-masoquista en la que hace gozar al novio, mientras el padre
conversa con la madre muerta en el cementerio. Descubierta in fraganti,

2 Cfr. Lacan, Jacques. Kant con Sade, Escritos. Río de Janeiro, 1998, pág. 802

60
El Padre y la época - Ken Park. El desamparo, más allá de la angustia de castración - Elisa Alvarenga

pues hacía todo bajo las narices del padre, ella se ve forzada a un “ca-
samiento” bizarro, en una ceremonia incestuosa montada por el padre.
Todo para continuar realizando, con los amigos, sus fantasías de un goce
sin límites. Este partenerato con su padre muestra bien que la ley arbitra-
ria de un padre fanático no es la ley que permite que el goce condescienda
al deseo.

Uno de los muchachos, Claude, es un joven femenino, hijo de un


padre alcohólico, desempleado y violento, que alimenta por él un des-
precio que esconde, mal, igualmente, un deseo incestuoso. Calude se
refugia en las drogas para escapar de ese padre que pasa al acto, al inten-
tar aproximarse al hijo, sea por la violencia, sea por el erotismo. Claude
acaba, como su amiga, en el ménage-á-trois final, realizando la fantasía del
sexo sin límites y sin fin.
El otro muchacho es el propio narrador del filme, un joven que
abusa del hermano menor y se deja utilizar por la madre de su novia
como instrumento de goce. Shawn es el protagonista, al mismo tiempo
dócil y tramposo, pero siempre esclavo del goce. Él quiere a cualquier
precio hacer gozar al Otro y, en la falta de límites, intenta contabilizarlo:
“¿cuántas veces gozaste?” le pregunta a la madre de su novia, que lo lleva
a su cama, incólume en su belleza de silicona. Esto no le impide invitarlo
al almuerzo dominical, en el que él se sienta a la mesa entre su novia y el
padre, el marido de su amante.

Finalmente, hablemos de Ken Park, protagonista que le da nom-


bre al filme. En la escena inicial él se mata, en el medio de una pista de
skate, filmado por una máquina armada por él, que convoca así la mirada
del Otro. Esta escena es resignificada por la escena final, por la que nos
enteramos que Ken había embarazado a su novia. Al negarse a hacer un
aborto, ella le pregunta: “¿te gustaría haber sido abortado por tu madre?”
Su respuesta, en acto, es el suicidio bajo la mirada del Otro: un aborto de
él mismo en tanto padre. Frente a la falta de recursos para sustentar la
función del padre, cuando es ahí convocado, Ken decide la cuestión: “o
él o yo”.
El filme, una metonimia del suicidio de Ken Park, convoca nuestra
mirada sobre un mundo en el que la desorientación de los padres produce
hijos desamparados. En el momento del encuentro con el sexo, no hay
angustia de castración, porque no hay nadie para encarnar su amenaza.
Al contrario, lo que amenaza y exige un tratamiento es el goce en exceso,
que se presenta en las más variadas figuras. La función fálica, degradada,
aparece en el falo reducido a un órgano, sea en la masturbación frenética

61
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

de Tate, sea en la función excretoria del padre alcohólico. Es un filme en


el que el imperativo del superyó está en todo lugar, y la única manera
de tratarlo, para los jóvenes fálicamente orientados, es intentando hacer
existir la relación sexual, en una bella escena en la que hacen el amor y se
hablan con la fantasía de que la vida pudiese resumirse en una relación
sexual sin fin.

Lo que viene a tratar el desamparo de los personajes es la narrati-


va y la oferta, al Otro que somos nosotros, de la escenas que muestran la
muerte o el cuerpo como una máquina de goce. Así como para Sade fue
necesario escribir, para Shaw fue necesario contar la historia de Ken Park.
La única salida, frente a la ausencia de una ley que regule y garantice, es
que cada uno sea responsable por su goce, para que éste condescienda
al deseo y a la vida. De este modo, a diferencia del personaje del filme
Cidade de Deus, que filma a tragedia y con eso consigue quedar fuera de
ella, Shawn es al mismo tiempo narrador y protagonista, dejándonos una
cuestión: ¿qué salida encontrarán esos jóvenes que se presentan más allá
de la angustia de castración? 32
A través de Shawn, los directores del filme se dirigen a nosotros,
volviéndonos, de alguna manera, responsables por extraer consecuencias
de lo que aquí testimoniamos. Si la civilización hipermoderna, como lo
propone Jacques-Alain Miller, es aquella en que el objeto a está en el auge,
observamos en Ken Park que los jóvenes son reducidos al estatuto de ob-
jetos incestuosos para sus padres, asolados por el imperativo de gozar: el
tema del incesto se repite en serie para Claude, Shawn y su amiga, todos
objetos de un deseo incestuoso de una figura paterna o materna desregu-
lada. ¿Sería este el peligro que los jóvenes enfrentan en el mundo de hoy?
¿Volverse cuerpos-máquinas, cuerpos-objetos de goce para el Otro?

¿En qué estaría el Psicoanálisis aquí concernido? Se presenta como


una posibilidad, para los jóvenes, de encontrar una especie otra de deseo,
el deseo del analista, y una especie otra de amor, el amor de transferencia.

Traducción: Marcelo Casarín


Versión no corregida por el autor

3 Término utilizado por J. A. Miller como título del IV capítulo del Seminario La angustia.

62
Problemas cruciales

63
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

64
Problemas cruciales - Políticas del Trauma - Germán García

Políticas del
Trauma 1

El trauma como
sorpresa y la idea
de elaboración

V
Germán García
(1944-2018) oy a comenzar por poner
Psicoanalista en Buenos Aires, Argen- en cuestión un lugar co-
tina. mún, que consiste en creer
Analista Miembro (AME) de la Escuela que lo que escuchamos, cuando
de la Orientación Lacaniana (EOL). alguien habla, es un lenguaje que
Miembro de la Asociación Mundial de podríamos descifrar mediante un
Psicoanálisis (AMP) código. Esto produce un abuso me-
Fundador de la Fundación Descartes talingüístico de aquellos que creen
Escritor de numerosas novelas y ensa- que tienen una teoría que puede
yos. descifrar de manera univoca, inde-
En 2003 recibió la beca Guggenheim. pendientemente de las contingen-
En 2007 fue declarado Personalidad cias de una historia, el sentido de lo
Destacada de la Cultura por la Legisla- que alguien esta diciendo. El retor-
tura de la Ciudad de Buenos Aires. no masivo del concepto de trauma
En 2014 se le otorga título de Doctor es un efecto de ese abuso.
Honoris Causa por Universidad Nacio- Para empezar voy a tratar de
nal de Córdoba (UNC) mostrarles que la oposición fanta-
En 2017 se le otorga títulos de Doctor sía/ trauma es falsa. No se trata de
Honoris Causa por Universidad Nacio- que si tengo una fantasía, entonces
nal de San Martín (USAM) no hubo ningún acontecimiento del
mundo, o a la inversa. La cuestión

1 El presente articulo es extracto del libro:


Actualidad del trauma; Ed Grama, Bs.As 2005.
Texto de referencia para los interesados
en los desarrollos de los problemas de
actualidad aquí planteados. Publicado con la
amable autorización del autor.

65
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

esta ligada a la contingencia de un encuentro. Se trata, por lo tanto, de


despejar un equivoco: para el psicoanálisis el acontecimiento no tiene que
ser necesariamente terrible para ser traumático, el trauma psicoanalítico,
a diferencia del medico, no se refiere a la violencia del acontecimiento.
El factor que Sigmund Freud subraya es la sorpresa. Quiere decir que
lo traumático del acontecimiento esta ligado a la sorpresa de que eso ocurra.
El otro termino que vamos a subrayar es la extrañeza, las personas
en general, no tienen una explicación. Saben que Lacan amplio esta cues-
tión a los fenómenos enigmáticos, no solamente en la psicosis, sino tam-
bién en la neurosis. Cuando alguien consulta, en general tiene una de-
manda de sentido, tanto es así que si uno pone cara de estar perplejo ese
que consulta se angustia de la perplejidad en juego. En consecuencia, si es
tan fácil colocarse en una posición metalingüística y decir: “lo que le pasa
a Ud. es esto y aquello...”, es porque casi siempre esta en juego ese pedido,
surgiendo entonces la tentación de colocarse en el lugar de quien tiene esa
explicación, mas aun cuando el otro la pide sin importarle mucho.
Sigmund Freud hacia referencia a que alguien, por mas que hablara
de una psiconeurosis, mostrando todo su desarrollo, siempre iba a encon-
trar un elemento irreducible - lo que años después, conducirá a Jacques
Lacan a su teoría de la identificación al síntoma-. Entonces, decir: “el gra-
no de arena en el centro de la perla psiconeurótica”, es definir el trauma
como un cuerpo extraño, un elemento extraterritorial dentro del propio
territorio - lo que Jacques Lacan llamara extimidad.
Sigmund Freud culmina en el concepto de “lo siniestro”, donde lo
inquietante no es lo que tiene de extraño, sino lo que tiene de familiar.
Dicho así, el trauma no es algo extraño que se enquista, sino algo familiar
que se ha vuelto extraño en el encuentro con un acontecimiento exterior.
Ahí empieza la confusión que produce ligar el trauma con lo exterior y
separarlo de la fantasía. Ya no es posible pensar el trauma como un hecho
exterior, en el cual alguien no estaría implicado.

La articulación entre el trauma como sorpresa y la idea de elabora-


ción, aclara cual es la posición de Freud cuando se refiere al trauma. En
este sentido uno puede observar, tanto en la fantasía como en el síntoma,
modos de elaboración de lo traumático, elaboraciones fallidas, espontá-
neas, similares, por ejemplo, a la creación literaria. Lo que sucede es que
una serie de problemas en la actual organización familiar y social, ha lle-
vado a una generalización de la noción de trauma, y de las experiencias
traumáticas, que ya no son ni la guerra ni la catástrofe, sino la cotidianei-
dad misma. Siguiendo este mismo esquema del trauma y su elaboración
es posible pensar la angustia, como ese momento en que alguien queda

66
Problemas cruciales - Políticas del Trauma - Germán García

sin respuesta frente a una situación y a la inversa, el ingenio como la po-


sibilidad de inventar una respuesta.

Memorias y trauma

“En las profundidades del gusto”, el articulo escrito por Jacques


Alain Miller, que elegí para comentarles, sitúa muy bien lo que estamos
tratando en estas clases. Les leo un párrafo de la página 7: “El psicoanáli-
sis no es una aerolito que habría venido a caer sobre el discurso universal,
y lo habría estrellado. Fue necesario que caminara mucho tiempo `en las
profundidades del gusto´, una ética nueva, `para que la vía de Freud
sea practicable (Escritos,“Kant con Sade”, pagina 744). Lacan veía, por
ejemplo, en la idea romántica del niño, padre del hombre, un presagio
del descubrimiento de Freud. La idea de Auguste Comte, de los muertos
amos de los vivos, es también una anunciación”.
“ `Los vivos están gobernados por los muertos, decía (Lacan), ne-
cesariamente siempre lo estarán, y cada vez más. Todo el romanticismo
esta ahí : el poder de la tradición, el culto de la memoria, la acción sobre
nosotros de las cosas ausentes, su inquietante extrañeza avasallante, vam-
pirizando el presente, la continuidad orgánica de la historia”. De esta
enumeración uno podría sacar todo el psicoanálisis. La memoria, el pasa-
do, el poder de la tradición.
“¿Qué es la ilustración?”2 En el mismo, Kant afirma que somos cul-
pables de nuestra minoría de edad. Pero a mi siempre me llamó la aten-
ción que Kant utilizara la expresión “culpable”, podría decir :”Menores de
edad”, o “Inmaduros”, como comúnmente se dice, sin embargo hace men-
ción a una “culpable incapacidad”, lo cual implica una responsabilidad.
Kant dice que somos culpables porque nos manejamos con tutores,
y no pensamos por nosotros mismos; cuando dice esto, efectivamente,
apunta a la racionalidad. El problema que J. Lacan sitúa muy bien, es que
es muy difícil pensar por uno mismo, razón por la cual separará pensar
de saber. Kantianamente hablando, somos menores de edad, pero vamos
a ir progresando y, progresivamente, seremos cada vez mas racionales.
“El positivismo es un mixto extraño, como es el psicoanálisis. Comte
sabía que la era de la ciencia no era sin religión, él la quería sin lo sobrena-

2 Texto breve de Kant, publicado en Filosofía de la historia, primera edición es español:


1941, luego hay sucesivas ediciones, entre éstas, la publicada por el Fondo de Cultura
Económica, México, 1978.

67
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

tural, demostrada y no mas revelada, sociológica y filantrópica, dirigida a


la sustancia verdadera de toda divinidad imaginaria, la Humanidad, ver-
dadero gran Ser, verdadero Dios. Demostraba esto como sacerdote de la
mujer de su corazón, del cual hizo La mujer. El sacerdote, la mujer, `santa
coalición socilal´, decía. Se sabía de esto en Italia”. Me parece que habría
que leer este artículo detenidamente, donde J. A. Miller sitúa muy bien
un hecho: el psicoanálisis no cayó del cielo, y por lo tanto, no permanece
idéntico a si mismo.

Este es el único texto de los que estuve revisando, donde Miller,


entre las puntuaciones, coloca el trauma. Me refiero a “Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis”3.
Están los que creen que el trauma es un acontecimiento exterior,
y ubican como causa a la sociedad posmoderna, el estrés y una seria de
antiguallas que salen de los cofres de los abuelos. ¿Qué más da que sea es-
trés o neurosis? ¿o trauma? Uno está enfermo de lenguaje, esta es la teoría
de J. Lacan. Cualquier palabra que movilice el malestar sirve, puede ser,
estrés, depresión o ataque de pánico, descrito y explicado por Sigmund
Freud hace muchos años.
Ahora bien, están aquellos que creen que el trauma es un aconte-
cimiento exterior, y los que dicen que es un producto del fantasma. Pero
ocurre que vasta poner ese esquema, adentro / afuera sobre una banda
de Moebius para observar que no hay fantasmas sin trauma, sin aconteci-
miento que lo despierte o, como diría J. Lacan, sin encuentro.
Continuando con el recorrido, quiero resaltar que lo que encontré en
Lacan, sobre el tema del trauma, son varias cosas. A la altura del Seminario
La Transferencia4, 1960-61, el trauma es descripto como un acontecimiento
que no ha podido ser articulado en un mito. Es importante tener en cuen-
ta que cuando Lacan dice mito se refiere a la novela familiar freudiana, en
la versión estructuralista de Claude Lèvi-Strauss.
Un año después en el Seminario sobre la Identificación, J. Lacan dice lo
mas importante sobre el tema: “El trauma es sin motivación”. Estamos demasia-
dos acostumbrados a una cultura psicológica tendiente a encontrar motivación
en todos lados. Lacan subraya en esas clases, que no hay motivación sino repetición,
lo enigmático dice refiriéndose a eso imposible de saber, por mas que se lo piense
en términos de alguna motivación, es por qué el elemento “A” retorna.

3 Lacan, Jacques, El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Paidós, Bs. As. 1992.
4 Lacan, Jacques, El Seminario, Libro 8, La Transferencia, Paidós, Bs. As., 2003.

68
Problemas cruciales - Políticas del Trauma - Germán García

Estamos en el año 1962, Jacques Lacan plantea que el trauma está


recubierto por identificaciones, no obstante, según destaca, es difícil saber
cuando las repeticiones de un sujeto pertenecen al campo de la identifi-
cación, si son de orden significante, simbólico, o si pertenecen al campo
de lo real. Así como Sigmund Freud, Lacan coloca la idea de trauma en
relación a lo real; está pensando la definición en términos de la tópica
económica, ese real que viene al lugar de una energética, y que mediante
un forzamiento simbólico puede ser incluido en un sentido imaginario.
Tenemos entonces el trauma real y un forzamiento simbólico que J. Lacan
ubica como responsabilidad en la dirección de la cura.
Efectivamente subraya, lo que hace real el trauma es lalengua, a la
que cada uno se aferra.
Es una cuestión de lenguaje, como dicen los españoles lo que para
unos es una bandera, para otros es una trauma, cada uno lo mira desde
su discurso.
En otra palabras, es lo que subraya J. A. Miller cuando dice lo real
como trauma. No se trata de lo real del trauma, ni del trauma como real, sino
de la identificación del trauma con una instancia de la estructura del sujeto.
Esto que J. Lacan dice, que en Melanie Klein, la vida es sueño, alude
a que lo real no está en juego, la realidad está construida como un mito a
partir de la reparación.
J. Lacan tenia la idea newtoniana de fundar el psicoanálisis en algo
que no fuera una evidencia del sentido común. Quizás ere una maquina
de producir locura, pero una locura un poco mas interesante que esa de-
bilidad mental patética de Melanie Klein, que es una máquina terrible.
Voy a poner un ejemplo que me interesó, a propósito del tema del
lenguaje. Freud dice que los niños y los locos se divierten con el lenguaje,
y yo creo que es verdad. Melanie Klein, cuando habla del desarrollo del
símbolo, dice que como el niño se angustia, pasa, por desplazamiento,
de un signo a otro. Las palabras, para Melanie Klein, angustian, y, para
Sigmund Freud, divierten. Quizás mentía Freud, quizás Melanie Klein, o
ambos, y los niños, en verdad, son indiferentes al lenguaje.
La realidad está en souffrance, está ahí sosteniendo, como puede, la
relación con lo real.
Digamos por ahora, simplemente que percepción y representación
no se diferencian, es a esto a lo que J. Lacan llama real. No tiene nada que
ver con la realidad, lograr esa identidad de percepción, dice Lacan, eso es lo real.
Ahora bien, ese real traumático ¿cómo aparece en la vida de al-
guien? Por ejemplo, como fenómeno elemental; bajo la forma de las fa-
mosas epifanías, Joyce descubre en el mundo correspondencias extrañas.
Para Freud, el origen de esta identidad de percepción es la satis-

69
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

facción; ahí aparece, en términos de J. Lacan, el goce. Subrayemos que


las equivalencias, entre el lenguaje de Freud y el de Lacan, son difíciles,
porque no son exactas.
Esta es una de las discusiones con el cognitivismo, el aparato que
Lacan y Freud proponen. Si hago un pequeño nudo y digo que, entre per-
cepción y conciencia no hay un camino directo, sino un camino que pasa
por el inconsciente, es porque tengo el aparato del lenguaje.

Lo real no se adormece con una charla

Habíamos planteado entonces en relación al trauma, las tres tópicas


freudianas. La primera está relacionada con el lenguaje y el significante.
La segunda, es un problema de imágenes, de identificación, ideal del yo, yo
ideal. Ahora bien, en Freud hay una tercera tópica, la económica, en la cual
ya no se trata de imágenes sino de cargas, fuerzas, flujos que Lacan va a
tomar en su teoría para introducir algo de la dimensión de lo real. A partir
del dicho de Freud: “Una energía no medible”, Lacan se pregunta: “¿Cuál
es la energética de esa energía no medible?, ¿qué es esa cantidad no cuan-
titativa? Es un oxímoron, una contradicción de los términos. En ese punto,
Lacan empieza a operar con la idea de lo real como imposible. Imposible, en
términos lógicos, quiere decir que una cosa no puede, a la vez, ser y no
ser, es una contradicción. Imposible no quiere decir “algo terriblemente
difícil”, se trata de otra cosa.
Lo real como imposible nos conduce, entonces, a una cuestión co-
nocida por todos como “Hacer hablar”, o, si así lo prefieren, “metaboli-
zar el trauma”. Sin embargo, cuando Lacan plantea el trauma como real,
como agujero traumático, jugando en francés con traumatismo y trou, no
se le puede proponer a alguien que metabolice esa dimensión. Lo real
no se deja adormecer por una charla. Ese agujero, o núcleo traumático,
hace hablar, ordena el discurso. Por esta razón, una de las definiciones de
fin de análisis que proponía Lacan, no consistía en encontrar la palabra
verdadera, sino en pasar por el buen agujero, aprender qué tipo de silen-
cio correspondía a lo que uno podía decir. Analizarse, afirmaba Lacan, es
aprender algo del bien decir que, por supuesto, no significa hablar bien,
en un sentido social.
Eric Laurent, en su artículo publicado en Cuadernos de Psicoa-
nálisis número 25, “Hijos del trauma”5, comienza describiendo de qué

5 También publicado en La urgencia generalizada: la práctica en el Hospital, compilación


de Guillermo Belaga, Grama, Bs. As., 2004.

70
Problemas cruciales - Políticas del Trauma - Germán García

manera, al extenderse la noción de síndrome post traumático, en el DSM


IV, la palabra trauma se dirá cada vez más, en todas las lenguas: estrés.
La tesis de Laurent es que el trauma se ha generalizado. Esto es coherente
con el enfoque del DSM IV, en tanto trata el trauma como disturbio. Si uno
no quiere entrar en la problemática de la causa, generaliza la noción de
trauma y opera con esta como si sólo le preocupara el efecto.
Estamos ante un fenómeno –dice Laurent- que busca una nueva
descripción en el plano científico, especialmente en la psiquiatría, que se
“encuentra en la interfaz entre la descripción científica del mundo y lo
que lo excede”. Tenemos entonces una programación, y lo que escapa a
dicha programación, el trauma. Es esto, efectivamente, lo que va a pro-
piciar una ideología del perjuicio y su correlato, la asistencia. La figura
moderna, describe Laurent, el ciudadano paradójico, no es el sujeto libre,
feliz y consumista sino el perjudicado. Podemos incluso hacer sociedades
y crear figuras genéricas del segregado o del perjudicado, de aquellos que
tienen de qué quejarse, sin que nunca se llegue a saber, en forma explícita,
de qué manera están implicados en esa queja.

Paul-Laurent Assoun, autor franco alemán, escribe y publica mu-


chos libros en un estilo que tiene el valor de ser monográfico. El perjuicio
y el ideal, cuyo subtítulo es Hacia una clínica social del trauma, tiene la
desdicha de ser un libro que no se ha citado. ¿Qué dice Assoun?. Funda-
mentalmente que la noción de trauma no deja de ser correlativa al deber
de la salud, entonces tenemos a alguien que ha sido perjudicado. Un trau-
ma es eso, y como decía Freud, su elaboración es difícil. Según Assoun las
tres formas del trauma social moderno, enumeradas en su libro, son la ex-
clusión, la preceriedad y el deterioro. Tres formas del famoso desamparo
primario, descripto por Sigmund Freud, que sólo pueden cobrar sentido,
dice Assoun: “sobre la base de que hay la salud para todos, el aparato
social hace del bienestar físico, mental y social un deber” Uno siempre
puede demandar al Estado diciendo que le ha quitado tal o cual cosa. En
este sentido no hay que olvidar que el derecho a ser feliz está escrito en la
Constitución... norteamericana, razón que no es secundaria a la hora de
analizar cómo ha avanzado la noción de trauma en Estados Unidos.
El Estado se convierte en un regulador, en otras palabras, como de-
cía Jacques Lacan, después de la Revolución Francesa el goce pasó a ser
un problema de política, dejó de ser un problema personal . Por esa razón
el Marqués de Sade tiene esa extraña resonancia, entre un discurso polí-

71
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

tico, panfletario y un discurso sexual exorbitante. Sade capta el momento


en que el goce no es más un problema personal.
La revolución social del goce es un tema que Sigmund Freud aborda
en “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” (1908) y “Tótem
y Tabú” (1913)). La cuestión de lo social en la lógica freudiana de lo colec-
tivo, señala Assoun, se anuncia en la economía del perjuicio, y esto vuelve
al neurótico testigo del síntoma social, síntoma vivo.

Continúo con el comentario de Eric Laurent. “Nuestro cuerpo –co-


menta- no está hecho para ser sexuado”. En otras palabras, hay un trauma
ligado al hecho de que nuestros cuerpos sean sexuados; ese trauma perte-
nece a una dimensión real, difícil de metabolizar, pues se traduce en miles
de perjuicios simbólicos e imaginarios. Y ¿quiénes han sido perjudicados
por naturaleza? Aquellos que han caído bajo la descripción de la castración.
Dice Laurent que “es paradójico pedir a un psicoanalista que ha-
ble de las consecuencias del trauma, dado que el psicoanálisis freudiano
está fundado precisamente sobre el abandono de la teoría del trauma”.
Freud ubica primero el trauma, después pasa al fantasma, pero luego dirá
que el fantasma es traumático. Ahora bien, si el fantasma es traumático,
la descripción del trauma como interactivo no nos sirve, tendríamos que
introducir la idea de un sujeto dividido.
Si definimos el trauma como algo que, desde el exterior, por ejem-
plo, perjudica a alguien ¿podemos decir que una fantasía u ocurrencia
puede ser traumática? La noción de trauma generalizado coincide con la
idea de individuo, pero si tengo que pensar que es posible que a alguien
se le ocurran cosas que lo dividen, entonces tengo que usar la noción de
sujeto. Ahora bien, si defino al trauma en relación al sujeto, es porque lo
estoy ligando a su historicidad, a ese agujero no asimilable, entonces no
puedo prejuzgar si es hic et nunc, aquí y ahora.

Lacan ha leído en Freud este esfuerzo del pensamiento del siglo


XX que se ha podido llamar el siglo del giro lingüístico y ha demostrado
que la tesis de Freud es que nosotros venimos al mundo con un parásito,
con algo que vive con el viviente y que es el muro del lenguaje.
Nos dice Eric Laurent que al lado de este sistema de lenguaje, hay
un cierto número de fenómenos clínicos que denominamos con la cate-
goría de lo real. El lenguaje se organiza, simbólica e imaginariamente, en
torno a un agujero fundamental. En Freud siempre encontramos el resto
de un elemento no asimilable, que el lenguaje puede rodear o situar, pero
no absorber. Lacan lo traduce como lo imposible de reconocer. El trauma,
la alucinación, la experiencia de goce perverso, son fenómenos que tocan

72
Problemas cruciales - Políticas del Trauma - Germán García

lo real. El neurótico también pasa a través de momentos de angustia que


le dan la idea de esos fenómenos. La extensión de la clínica del trauma
en las clasificaciones psiquiátricas es la consecuencia de la extensión de
la descripción lingüística del mundo, ya sea en modelos científicos o pa-
racientíficos. En otras palabras, hay un punto irreductible al lenguaje: la
noción de real.
Nosotros ¿qué proponemos? “No ceder al atractivo falsamente
explícito de los modelos cuantitativos, sino considerar que es una cues-
tión de sujeto, de su inconciente. Proponemos no inscribir a los sujetos
traumatizados en grandes categorías anónimas, sino intentar encontrar
con ellos su particularidad, y no para aislarlos de los otros, no para enfer-
marlos en una particularidad, sino porque no se puede volver a aprender
al Otro sino encontrándose como sujeto.” Tras el trauma –afirma Laurent-
hay que reinventar al Otro”. Es evidente que, si tomamos como referencia
ese agujero, habrá que anudar el trauma en la dirección de lo que Lacan
llamaba el Otro del lenguaje, la dimensión significante / significado del
signo, del deseo.
He aquí lo que quiere un “psicoanalista-ciudadano, aquel que en
conjunto tendrá que hacer frente a las nuevas responsabilidades que deja-
rá la privatización del sector de las psicoterapias por el Estado moderno.
Esta extensión de la clínica del trauma es la ocasión de confluir con los
actores del drama social, psiquiatras, responsables políticos, practicantes
de otras formas de terapia, para reflexionar juntos”.

Recuerdo que cuando en la Argentina tuvimos la crisis económica


del 2001, el asunto del corralito y compañía, me dediqué durante un mes
a escribir los sueños de analizantes. Era extraordinario, porque en todos
se cumplía la regla freudiana del resto diurno. Por ejemplo, ningún sueño
tomaba como traumática la situación social de la gente afectada por eso.
Por ejemplo, una mujer que había quedado afectada por el problema, soñó
que alguien entraba a su casa y la atacaba sexualmente, transformando el
resto diurno en cualquier otra cosa relacionada con la fantasmática de su
vida. Simultáneamente en aquel momento, recuerdo que la psiquiatría
se había entusiasmado estableciendo todo tipo de diagnósticos: pánico,
trauma, estrés. Los modelos cuantitativos conllevan el atractivo de la ge-
neralización y la estadística. Con respecto a la cuantificación del trauma,
así como se dice que no habría policías sin ladrones, podemos afirmar
que no habría ciertos traumas sin la gente que se ofrece para atenderlos.
Me refiero que existe una responsabilidad. La fábrica de clientes es muy
interesante, y existe.

73
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

74
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

La contracción
del tiempo, su
plus de valor

Rosa Yurevich Situación política actual

N
Es Psicoanalista en Córdoba, Argentina.
Analista Miembro (AME) de la Escuela o sin angustia los psicoa-
de la Orientación Lacaniana (EOL). nalistas nos estamos re-
Miembro de la Asociación Mundial de planteando problemas vie-
Psicoanálisis (AMP). jos y renovados. Se ha producido
de esta manera una nueva pareja: la
brevedad con la eficacia, pareja que
no deja de ser complicada desde el
inicio.
Es en el 2003/04 que J. A. Mi-
ller, en un seminario inédito aún,
plantea lo que será un aforismo de
aquí en más: “No hay clínica psicoa-
nalítica sin clínica de la civilización”.
La palabra “civilización” es
la que utilizó Freud en su momento
para indicar dónde se encontraba el
malestar. Tanto este malestar como
el sinthome en la cultura, como lo lla-
mó Lacan, será establecido por J. A.
Miller en una pequeña fórmula: a >
I, es decir, es la época donde el a do-
mina al Ideal. El cenit del objeto a.
Decir que ésta no es la época
de Freud, que no es la época de La-
can, es claro para todos, no estamos
diciendo nada nuevo, pero decir
que nosotros mismos, aquellos que
pertenecemos a una civilización an-

75
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

terior, nos encontramos frente a la coyuntura de inventar, producir una


mutación, transformar nuestra práctica, es dar otro paso.
Una pregunta se perfiló en el horizonte frente a la propuesta de este
año: ¿Cómo trabajar dentro del psicoanálisis en sus formas aplicadas, sin
faltar a los principios que orientan nuestra práctica?
El psicoanálisis, ¿está en crisis? “Está en transformación” (1).
Las problemáticas actuales parecen haber espesado el tiempo presente.
Las anorexias, las bulimias, los problemas escolares, la violencia ya
no sólo familiar, las adicciones, los estados de pánico, las urgencias sub-
jetivas que parecen no tener fin, el tan famoso “stress”, término utilizado
hoy aún para los niños, las nuevas formas de las psicosomáticas, las nue-
vas angustias, los nuevos síntomas.
El psicoanálisis puede acoger estas demandas, estas nuevas angus-
tias o me parece mejor, coincidiendo con Eric Laurent, estas renovadas
angustias.
Los sujetos que nos llegan ya no se preguntan por la causa, se pre-
guntan por el “¿qué hacer?”, “¿cómo salgo de esto?”. Tampoco los sor-
prendemos si les decimos al estilo del Hombre de las ratas con Freud: “el
problema es con su padre”. Por el contrario, llegan explicando cuáles han
sido las relaciones con sus padres, se preguntan por la incidencia de ello
en sus vidas.

Dos significantes: brevedad y eficacia

Significantes que hacemos corresponder con el amplio espectro que


se abre frente a lo contemporáneo, donde nos encontramos con un mer-
cado cuyo apetito voraz produce la búsqueda de una mejora de la acción.
¿Qué respuesta nos sería posible desde el psicoanálisis aplicado? Para
nosotros hay una diferencia entre el psicoanálisis puro y sus formas aplicadas.
Estamos en el tiempo, en el “aquí y ahora” de las formas aplica-
das pero bajo la base de aquellos que llevan adelante su práctica, los que
han sido formados dentro del psicoanálisis que llamamos puro, aquél que
conduce hasta el final, aquel que se vincula al pase y al deseo del analista.
El psicoanálisis nació en la época que consideramos la del “hombre
sin cualidades”, para indicar que lo que se impone es la cuantificación. Es
la cuantificación lo que posibilita los estudios epidemiológicos de donde
se trasladan sus cifras a la salud mental, es la cuantificación la que pro-
mueve el universal, el que establece la curva de Gauss.
El psicoanálisis es lo contrario, es lo que promueve una clínica que
es la del uno por uno, donde lo que cuenta no es la cifra sino la singulari-

76
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

dad de cada sujeto, lo incomparable de cada uno. Remarco este significan-


te “incomparable”, en tanto el sentido de la imposibilidad de comparar.
Freud nos hablaba de ubicarse con respecto al paciente en la expe-
riencia analítica en la calidad extranjera de lo único.
Aún podríamos hacernos otras preguntas: por qué consideramos
que es el psicoanálisis, el nuestro, en sus formas aplicadas, quien daría
una respuesta breve, aún así eficaz y aún así diferente, a la diversidad de
psicoterapias alternativas que ofrece el mercado actualmente.
Tal vez comenzar por considerar qué entendemos por las psicotera-
pias o cuál es la llave de las técnicas conductistas-comportamentales, las
TCC. Consideremos a ambas como diferentes al psicoanálisis y aun más
diferentes entre sí.
“La llave de estas técnicas es la afirmación de sí mismo”. “Volver-
nos amos de nosotros mismos”. Se promete el poder ilimitado sobre no-
sotros mismos. (2)

Es una promesa que va lejos. Aparecen los manuales de cómo vivir


la vida. Los consejos que aplicados uno por uno harían desaparecer los
síntomas, en definitiva “es un esfuerzo sensacional por borrar el abismo
que hay entre el $ y el S1.”(3)

Desde el año 1955, Lacan en un antiguo texto, “Variantes de la cu-


ra-tipo”, señalaba con insistencia: “el psicoanálisis es una psicoterapia
que no es como las otras.”
Lacan mismo utiliza el significante “psicoterapia” de la misma ma-
nera que Freud utilizaba “efectos terapéuticos”, pero para agregar no sin
intención “diferente a las otras”.

En algún momento se esperó que la ciencia diera respuestas efecti-


vas, que la medicación avanzara sobre estas diferentes cuestiones, desde
el Prozac como posibilidad antidepresiva hasta la medicación que en for-
ma masiva y generalizada se está utilizando en los niños para encarar los
problemas de hiperkinesia, de déficit atencional, etc.
El fracaso, por suerte, ha sido exitoso.

Cada uno está en esta época más librado a sí mismo. En un momen-


to en que las identificaciones son más amplias, en que habitamos la época
de la pos moralidad, del posdeber, como nos dice Lipovetzky (4), el suje-
to, confrontado a la posibilidad de inventar su vida, debe asumir que es
él mismo quien es responsable de sus propios actos; esa responsabilidad
paradojalmente ha producido más depresivos aún.

77
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Algunas otras salidas se plantean además de estas terapias alterna-


tivas. La religión es una de ellas; sobre todo en su versión más fundamen-
talista, se busca una reorganización en comunidades religiosas. Se busca
que todos puedan compartir el peso de esa caída de las identificaciones.
Se ofrece un dios que sabe lo que hay que hacer en la vida.
Es un mundo donde es más difícil tener una certeza; eso conduce a
las nuevas vías de la angustia.
El psicoanálisis aporta diversidad y diversificación en sus campos
de aplicación. En el mismo escrito que señalaba antes de Lacan, él decía
que había una “cura tipo”, hoy hablamos de la diversificación de la apli-
cación del psicoanálisis a todo tipo de patologías.
Parecería que estamos en los tiempos de inventar las formas de
responder a estas transformaciones que exige la época. Dar respuesta al
embotellamiento en el psicoanálisis, como una manera de abordar los
callejones sin salida de la civilización, se nos torna un desafío.
Sabemos que lo real es difícil de soportar y tal vez sea por ello que
se asiste a la promoción de la salud mental.
La salud mental es no-solo el ideal, es la respuesta ideal de un sujeto
para quien lo real dejaría de ser insoportable.
La salud mental sería la respuesta de que sí es posible eliminar el
malestar, la insoportable disfuncionalidad del ser.
Podríamos decir que las psicoterapias han ido incorporando un len-
guaje psicoanalítico a su práctica, de tal manera que al absorberlo pare-
cería que hubiesen conseguido hacer desaparecer lo que las diferenciaba.
“Una especie de doble de donde es difícil distinguir el original”. El psi-
coanálisis y sus hijas las psicoterapias. (5)
En cierta forma, es su doble, y se confunde con él.
Lacan lo tenía claro, su doble era su anverso, era el discurso del
amo, aquél que opera por la sugestión y el refuerzo de la identificación a
los ideales de la época. El proceso del psicoanálisis consistía precisamente
en provocar un efecto de desidentificación.
Hoy, en este mundo de la posmodernidad, nos encontramos fuera
de la época de Lacan, el problema es la época misma que nos coloca frente
a un hecho de la realidad efectiva: no hay ideales que se sostengan, las
identificaciones son lábiles y masivas, ¿en qué anverso se coloca actual-
mente el psicoanálisis?
¿Cómo sostenemos estas transformaciones articuladas a una ética?,
¿cómo nos autorizamos para sostener que nuestro proceder se articula a
una ética del tiempo?

78
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

El analista, si existen efectos de formación, podrá desestimar utili-


zar los poderes de la identificación. A ese lugar advendrá la solidez cuya
efectividad se podrá confirmar en la desaparición de la angustia. El ana-
lista podrá desestimar ser el amo, advertido ya, de que algo del orden de
lo inasimilable se pierde y por qué no pensarlo así, consintiendo en su
modificación subjetiva.
De los psicoterapeutas no esperamos ninguna formación, menos
aún una transformación de su propia subjetividad. La vía del sentido es
la vía regia que ellos sostienen.
El analista es ese dios Jano que o bien cerrará la puerta en el circui-
to del amo o bien conducirá a otro circuito donde se ubicará como Otro
inconsistente: Un “Yo no sé y por eso debes hablar”.
Es el deseo del analista, un deseo que es la otra cara de la pasión de
la ignorancia. Partimos del supuesto de que el analista no prejuzgaría en
el sentido de que no sabe lo que el otro necesita. Esperamos que el sujeto
hable, esperamos que el analista escuche .
Somos un producto cuyos usos son variados, todo dependerá de la
formación de los analistas que lleven a cabo este proceso.
Para ello es necesario también “amar los caminos nuevos de la civi-
lización”. (6)
Es reconciliarse con las nuevas formas, con un trabajo que es colec-
tivo y con un desciframiento de lo que nos resulta enigmático.

Nos encontramos dando pasos diferentes a los del psicoanalista de


antaño, encerrado, escondido en la “comodidad” de su consultorio, tal
vez “dormido”. Asistimos a un despertar. Seguimos sin prometer la felici-
dad, pero sí podemos decir que tratamos de hacer la vida más vivible. Un
análisis finito en las formas aplicadas del psicoanálisis.
Lacan utilizó tiempo atrás esta expresión que pone de manifiesto
lo que ahora estamos llevando a la práctica: el psicoanálisis se termina
cuando el sujeto está contento, cuando está satisfecho.
La última enseñanza de Lacan ahonda aún más si es posible la dife-
rencia entre psicoanálisis y psicoterapia. Conduce en hacer del síntoma su
referencia clínica por excelencia. Ese sinthome compuesto de dos palabras:
síntoma y fantasma y algo más: el goce.
“Esta es la oportunidad del psicoanálisis para demostrar que no
tiene nada que ver con una psicoterapia. No supone ninguna psiquis sino
los cuerpos y su goce, así como las invenciones sintomáticas que consi-
guen producir de su encuentro contingente con el parásito del lenguaje y
la subversión del partenaire que implica.”(7)

79
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

La brevedad en el psicoanálisis aplicado y las psicoterapias breves

Partimos del hecho comprobado de que existe un debate asimétrico


entre una y otra. Nosotros estamos tratando de demostrar siempre que no
somos una psicoterapia.
“Una de las variaciones del psicoanálisis es pensar que el largo pla-
zo puede no ser para todo el mundo.” (8 )
El principio básico que sostiene toda psicoterapia es el de la inciden-
cia de la palabra del Otro. Es la incidencia de Otro que sí sabe qué hacer
frente al sujeto que sufre de sus ideas, de sus pensamientos, de su cuerpo.
Son terapias que se basan siempre en la imagen de sí, en el estadio
del espejo; se le restituye a partir de allí sus funciones de dominio y de
síntesis al yo. Esto puede llevarse a cabo en un tiempo breve. Se nombran
a sí mismas como “psicoterapias breves”.
Es la ecuación problema/solución. “Dan” la solución.
Brevedad que se vincula directamente con el mercado de la salud. A
problema /solución colocamos el otro binario costo/beneficio.
No hay allí un sujeto supuesto al saber. Hay un psicoterapeuta que
cabalga entre dos discursos: el del amo y el universitario.
La propuesta de efectos terapéuticos rápidos ha puesto a todo el
Campo Freudiano en el camino de la exploración.

La pregunta que nos hacemos es clave: ¿Cómo establecer la bre-


vedad en el psicoanálisis aplicado y su diferencia con las psicoterapias
breves?
No existe una confusión de identidad entre una y otra. Tal vez si
pensamos en los círculos de Euler podríamos encontrar alguna intersec-
ción entre ambas, pero es a partir de la última enseñanza de Lacan que las
diferencias se ahondan.

La diferencia se radicaliza alrededor de las TCC, Técnicas conduc-


tistas-comportamentales.
Definámoslas de entrada: son prácticas de reeducación y condicio-
namientos.
Con un esquema que sigue siendo válido para todas las TCC, el
esquema estímulo- respuesta, cuyo fundamento es la adecuación del in-
dividuo al entorno.
Desde este punto de vista se consideran sólo los disfuncionamien-
tos, las respuestas inadecuadas que se suponen pueden ser restablecidas.
Dos ejemplos: uno, que conocemos desde hace mucho tiempo, un
libro y luego película que en su momento impactó grandemente, “La na-

80
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

ranja mecánica”. Aún nos produce horror recordar el momento en que se


trata de reeducar al individuo.
El otro ejemplo fue ofrecido, por los medios televisivos. Efectos te-
rapéuticos rápidos en los soldados que vuelven bajo el efecto de lo que
con Freud conocimos como las neurosis traumáticas de guerra. Les colo-
can anteojos donde pasan virtualmente las mismas escenas que pudieron
haber producido dicho trauma hasta que estos dejan de resultarles trau-
máticos y pueden retornar a la guerra.
En estas TCC, el tiempo está previsto que se reduzca cada vez más
el encuentro entre paciente-médico.
La brevedad en el tiempo y la eficacia vinculada a él son medibles
en reducción a los costos-beneficios que produce la atención de un pacien-
te. La filosofía que lo sostiene es la del utilitarismo. Si de lo que se trata es
de reducción de costos, la brevedad y la eficacia se miden a partir de allí.
Representan una modalidad en silenciar el malestar, imponer, tal
como lo dice Eric Laurent, un chaleco de fuerza a la “utilidad social de la
escucha”.
Aún así está lejos de demostrarse que estas terapias sean eficaces.
Han encontrado un nuevo objeto: el cerebro, pero no sólo esto, sino que se
afirma ahora la increencia en el pensamiento inconsciente y en el pensa-
miento transcripto como cognición y proceso cognitivo.
El sujeto no es un efecto del significante y su goce concomitante sino
que es el efecto de un entorno.
La intención es la de cognitivizar el psicoanálisis lo cual es una ma-
nera de desacreditarlo. (9)
No estamos en la época de la forclusión del psicoanálisis sino de la
recepción del psicoanálisis, pero para retranscribirlo a términos neuro-
cientificistas o cognitivo-comportamentalistas.

Técnica que comienza con Watson en 1924-25, quien se proponía la


evacuación del psiquismo y, posteriormente, quien levanta sus banderas
es Pavlov, con la invención del reflejo condicionado. El comportamenta-
lismo nació del perro, el cognitivismo aportó la computadora. “Es el pe-
rro ruso aliado a la computadora americana”. Esta boda se produce en la
década de los 80. (10)
Si observamos la fecha de nacimiento ya podemos establecer que
el comportamentalismo es una reacción al psicoanálisis, a lo real del psi-
coanálisis. Si consideramos el no hay relación sexual, el estímulo siempre
será como respuesta la inadecuación.
Pretender la reducción del psiquismo, normativizarlo, es hacerlo
desaparecer, suprimirlo.

81
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Para estas técnicas, el tiempo es considerado cronológicamente reduci-


ble, sólo soportan una modalidad de relación con el tiempo: el tiempo breve.
La eficacia es medible en términos de la desaparición de lo que el
individuo padecía. ¿Cómo se evalúa? Por la modificación del comporta-
miento de un sujeto.
Rapidez y eficacia quedan así anudadas, evaluadas y responden de
esta manera al tiempo acelerado y angustiante de nuestra época.
Para las TCC la rapidez es el signo del progreso, es el tiempo, la
duración en términos cuantitativos. Es el reloj. No hay otra alternativa
para ellos.
Si sucediese que el síntoma retorna podría deberse a dos conside-
raciones: o bien el manual no funcionó o bien de lo que se trata es de que
ha habido un efecto, un efecto de “co-morbilidad” (11), entendiendo por
tal que a la desaparición de un síntoma, si otro surge es debido no a la
sustitución sino a que el síntoma tratado está conformado de varias per-
turbaciones que se expresan sucesivamente.
La formación del agente es sustituida por un manual de tal manera
que cualquiera puede convertirse en el agente que lleva adelante la práctica.
Una frase que pintaría de cuerpo entero a las TCC: para ellas nada
es imposible. La naturaleza de su tiempo es el cuantitativo opuesto total-
mente al tiempo erótico.
Agnés Aflalo, en un trabajo muy cuidadoso, dice esta frase: “para
las TCC el síntoma no es una verdad sino un error, no es un singular sino
algo parecido en todos, luego la misma respuesta extraída de un manual
es posible”.(12)
Si el síntoma es un error, es necesario hacer aparecer los postulados
erróneos del sujeto y luego modificarlos. A este hombre del cual estamos
hablando se le rehúsa toda subjetividad, se le rehúsa la singularidad que
el psicoanálisis ha convertido en la estrella privilegiada y se le rehúsa el
fantasma como la clave a través de la cual el sujeto interpreta al mundo.

El uso del tiempo, una contracción peculiar

Hay una aceleración del tiempo. Una aceleración que es casi palpable.
Hemos iniciado un debate cuyo eje principal, su coordenada, no es
ya sólo la variación del tiempo de las sesiones sino una coordenada inau-
gural, la duración de los tratamientos, de los análisis. Y digo inaugural no
porque nunca hayamos hablado de duración antes, de hecho es algo que
dentro de nuestra práctica recibimos siempre como crítica, sino porque

82
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

ahora, al introducirla como variable dentro de nuestra experiencia, ha co-


brado una dimensión diferente.
Lacan, en el año 1949, escribía: “El tiempo lógico y el aserto de
certidumbre anticipada”, un apólogo no sin relación con el panorama
mundial pos Segunda Guerra, no sin relación con las desviaciones que
se estaban produciendo dentro del psicoanálisis, particularmente la con-
tratransferencia, técnica que abría las puertas a la vinculación inconscien-
te-inconsciente, a la negación del tiempo y su lógica, abría sus puertas al
metalenguaje.
Lacan comenzaba en 1953 una polémica, denunciando en “Función y
Campo ...” el enojoso uso del tiempo comandado por el tiempo cronológico
de la sesiones, proponiendo por el contrario las sesiones de tiempo lógico.
Función y Campo es la función del tiempo en el campo de la técnica.
En el Discurso de Roma, Lacan vincula la suspensión de la sesión
experimentada por el sujeto como una puntuación en su progreso.
Cincuenta y dos años más tarde lo que nos encontramos debatien-
do, investigando, explorando es la duración o, si se quiere, la brevedad de
las formas aplicadas del análisis.
Si el tiempo de las sesiones es el tiempo lógico -instante de ver, tiem-
po de comprender y momento de concluir-, mutatis mutandi, es pensable
en relación con la duración misma de un análisis.
Es lo que encontramos cuando transitamos la experiencia de reali-
zar un psicoanálisis puro.

Pero, ¿qué sucede con el tiempo en tanto la duración de un análisis


en sus formas aplicadas?, ¿qué sucede con la brevedad en el psicoanálisis
aplicado?, ¿de qué tiempo estamos hablando, del cronológico, del lógico
o del topológico?, ¿es posible, en las formas aplicadas, establecer una du-
ración breve que produzca efectos conclusivos?

Si consideramos que lo que es verdaderamente eficaz son los signi-


ficantes amos de un sujeto, significantes amos que en la dimensión diacró-
nica se han constituido en la dimensión sincrónica de un sujeto, el tiempo
tiene la misma estructura significante, es decir que una estructura signifi-
cante determina una posición subjetiva.
“Efecto de lenguaje por nacer de esa rajadura primordial, el sujeto
traduce una sincronía significante en esa primordial pulsación temporal
que es el fading constituyente de su identificación.” Primer movimiento.
(13)

Segundo movimiento, “toda vez que el deseo hace su lecho del cor-

83
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

te significante en el que se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada


“historia”) que se ha inscrito en el fading retorna a la especie de fijeza que
Freud discierne en el inconsciente...” (14)

En estos dos párrafos quedan fuertemente entrelazados el tiempo y


la eficacia en la constitución de los significantes amos y también ese resto
inasimilable, irreductible.
El desafío es cómo operar sobre estos significantes y el goce correla-
tivo que se ha conformado en esta topología.

En Los usos del lapso, Miller nos plantea “¿Cómo podríamos descri-
bir la práctica del análisis?”. “Es preciso ir a un lugar determinado donde
alguien te espera, hay una puerta de acceso, la exclusa hacia eso que lla-
mamos el inconsciente y sólo en ese lugar, en presencia de quien te espera,
entrás en contacto con el inconsciente, copulás con lo inconsciente, pagás
y sales y después vuelves a empezar.” (15)
Lacan define el inconsciente a partir de la transferencia, de modo
que establece una relación esencial con el tiempo de su desciframiento.
Contando con el consentimiento del sujeto que acepta ponerse al trabajo,
que nos coloca en la posición de sujeto supuesto saber, ¿cuánto tiempo
lleva ese desciframiento?, ¿cuál su duración?
Topológicamente ¿podríamos hablar de “pequeños recorridos tem-
porales”? (16)
El tiempo es del orden de lo real, considerado imaginario pero sim-
bólicamente medible.

J. A. Miller, en el seminario de la Sección clínica en España, habría


hecho referencia a que era posible pensar los análisis como realizados en
ciclos.
Me preguntaba si estos “pequeños recorridos” no podrían encon-
trarse vinculados análogamente a los ciclos que propuso J. A. Miller.

Seguimos planteando cómo operamos dentro del psicoanálisis,


orientados por lo real en relación con la brevedad.
No estamos en los tiempos en que era posible dedicarle al psicoaná-
lisis tres o cuatro sesiones semanales. Ni tampoco en los tiempos de una
cantidad de sesiones semanales de un tiempo cronológico determinado
para cada una.
Y por cierto que nada nos indicaría que así habría un acceso “verda-
dero” al inconsciente.
El encuentro con un analista tampoco es el encuentro con un “fun-

84
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

cionario del dispositivo” (17), sino que la formación nos conduce a hacer
de agentes cuyas intervenciones se vuelvan inolvidables.

En el caso del Hombre de los lobos, el analista produce una contrac-


ción del tiempo, hace intervenir el tiempo cronológico, la respuesta: una
psicosis bajo transferencia y un sujeto que continuará en análisis hasta el
final de sus días. Tiempo cronológico y una infinitización de la duración.

Tiempo y duración son diferentes.

¿Cómo operar con el tiempo lógico y producir como efecto una du-
ración del tratamiento posible que nos permita trabajar y que permita al
sujeto una manera de saber hacer con ese malestar?
¿Cómo operar desde el psicoanálisis para circunscribir un real, ese
que “taladra a un sujeto” (18) por hacerlo surgir de la palabra y que el
sujeto pueda llegar a adquirir los medios de saber hacer con ese dolor
producido por lo insoportable de su falta en ser?
En el año 1964, el inconsciente que surge es el de la pulsación tem-
poral, el inconsciente por-venir. El inconsciente que surge vinculado al
Sujeto supuesto Saber. “El inconsciente por lo que del ser viene al decir...
lo que del tiempo le hace estofa no es artificio imaginario.” (19)
La duración es imaginaria, no es sino la imagen del tiempo, del
tiempo en tanto simbólico del cual el sujeto de la falta en ser hace la prue-
ba real.(20)
Es la aceleración del tiempo lo que produce la disolución de lo his-
tórico, donde se instaura la instantaneidad del momento, con la rapidez
de los acontecimientos. El inconsciente lacaniano supone esa radical ins-
tantaneidad, acorde a nuestro tiempo global.
Un uso del tiempo “en un mundo que reduce el tiempo a su sínco-
pa, la historia a la actualidad”. (21)
La duración es tal vez ese lapso que les permitiría a los sujetos no
trabajar el tiempo como su enemigo sino establecer un tiempo que les
permita encontrar el sentido de sus identificaciones.
Es el tiempo de la “corta duración”. Allí es donde el psicoanálisis
jugaría su partida, una experiencia de la palabra que permita, a pesar de
la brevedad, por el Acto del analista, tocar, morder ese resto inasimilable,
corazón de goce de toda repetición sintomática.
Un uso del tiempo que fuese pragmático y eficaz.
El significante se adueñó del tiempo, estructuró lo real del tiempo y,
por esa vía, estructuró el mundo. Esa operación entre tiempo y duración
no es sin resto.

85
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

En Los usos del lapso, J. A. Miller considera que algo hacemos con
el tiempo que hacemos: sesiones, cuyo tiempo, al menos en las sesiones
lacanianas, es de tiempo lógico.
La contracción del tiempo ¿no sería el nombre de la operación que
indicaría una sustracción? ¿el tiempo menos la duración, la cual haría
emerger la cuestión del objeto en el sujeto?
¿A qué le llamamos contracción?:
En economía, es el paso de la prosperidad a la depresión.
Si lo pensamos desde el punto de vista de la economía libidinal, nos
encontraríamos con hacer de la proliferación imaginaria / simbólica de
los significantes el pasaje a una reducción que opere sobre la repetición de
goce, sobre lo real.

Desde la gramática: es una figura de dicción que consiste en hacer


una palabra de dos.
Si lo pensamos desde la gramática lacaniana sería la posibilidad de,
por un lado, la condensación convertida en metáfora y, por otro, la posibi-
lidad de decir en una sola frase la fórmula que dice de un sujeto: ejemplo
clásico el “Famillionario” que tan extensamente trabaja Lacan en el Semi-
nario 5 de Las Formaciones del inconsciente.

El caso más breve de la historia psicoanalítica

Estudios sobre histeria, el de Catalina.


Freud comienza así: “En las vacaciones de 189... emprendí una ex-
cursión por la montaña con el propósito de olvidar por algún tiempo el
estudio de la medicina y especialmente las neurosis, propósito que casi ha-
bía conseguido un día, que dejé el camino real y comencé a subir una cima
famosa por el panorama como por la hostería en ella enclavada. ...sumido en
la contemplación de la lejanía escuché una pregunta: “El señor es médico
¿verdad?,”que al principio no creí dirigido a mí: tan olvidado de mí mismo
estaba. Mi interlocutora era una muchacha de 17 o 18 años, la misma que
antes me había servido el almuerzo con un gesto de malhumor y a la que
llamaban Catalina. Por su vestimenta había deducido que o bien era la hija
o bien una pariente de los dueños.
-Sí, contesté soy médico, ¿cómo lo sabe Ud.?
-Lo he visto en el registro y he pensado que podría Ud. dedicarme unos
momentos. Estoy enferma de los nervios. Y el médico de L. me recetó cosas
que no han dado sus efectos.
Convocado al lugar del Sujeto supuesto Saber, ingresaba nueva-

86
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

mente al campo de las neurosis, interesado en que las neurosis también


pudiesen producirse a 2000 metros de altura. Encontramos el siguiente
diálogo que Freud reproduce con el estilo que lo caracterizó en la presen-
tación de cada caso clínico que nos ha legado: frescura, espontaneidad y
seriedad.

-Bien, dígame Ud. lo que siente.


-Me cuesta trabajo respirar, no siempre, pero a veces me parece que me voy
a ahogar.

Tal parecía ser desde el punto de vista de freudiano un ataque de


angustia, de la cual, la joven podía recortar el carácter del ahogo.

-Siéntese aquí y cuénteme cuándo le dan esos ataques.

Catalina continúa.

-Me pasa de repente. Primero siento un peso en los ojos y en la frente. Me


zumba la cabeza y me dan unos mareos que parece que me voy a caer. Luego
se me aprieta el pecho de manera que no puedo respirar.
-¿Y no siente Ud. nada en la garganta?
-Siento que se me aprieta como si me fuera a ahogar.
-Y en la cabeza ¿siente algo más de lo que me ha dicho?
-Sí, me late como si fuera a saltarme
-Bien y ¿no siente Ud. miedo al mismo tiempo?
-Creo siempre que voy a morir. Y eso que de ordinario soy valiente. No
me gusta bajar sola a la cueva que está debajo de la casa, ni subir sola a la
montaña. Pero cuando me da eso no me da gusto estar en ningún lado y
se me ocurre que detrás de mí hay alguien que me va a agarrar de repente.

Para Freud la conclusión diagnóstica ya está allí: ataques de angus-


tia que se iniciaban con los signos del aura histérica o ataques de histeria
con la angustia como contenido. Pero ¿no contendrían algo más?

Catalina le dice o se dice a sí misma: “a un médico se le puede decir todo”.

Señalo esta frase, no sólo porque va acompañada de lo que es el


diagnóstico freudiano de una histeria sino porque señala la posición del
Sujeto supuesto Saber, no hacia una persona determinada sino hacia la
función que cumple, y el Sujeto supuesto Saber es de fundamental im-
portancia para sostener la cuestión de la contracción del tiempo. Encon-

87
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

tramos claramente la posición de Freud respecto del inconsciente, una hi-


pótesis, una suposición y que repercute en Lacan en la expresión “Sujeto
supuesto Saber”.

“El análisis, que tiene sus efectos princeps en el neurótico, consiste


en transformar la repetición, la necesidad de repetición, en la contingen-
cia de la interpretación, transformar el inconsciente-repetición en Sujeto
supuesto Saber y por esa misma vía, introduce la función tiempo en el
inconsciente.” (22)
Freud va explicando los efectos terapéuticos que se van producien-
do en este sujeto de la siguiente forma:

“Durante su relato ha ido experimentando una curiosa transformación. En


su rostro antes entristecido y doliente, se pinta ahora una expresión llena
de vida. Sus ojos han recobrado el brillo juvenil y se muestra animada y
alegre. Entre tanto he llegado yo a la comprensión de su caso. Los sucesos
que últimamente me ha relatado como de confusión aparente aclaran por
completo su conducta en la escena del descubrimiento.”

Para agregar más adelante: “se ha llegado al nódulo real de la cuestión”.


Freud no vuelve a saber más nada de Catalina, “espíritu herido”
prontamente en su sensibilidad sexual , esta conversación hubo de hacer-
le algún bien.
Para Freud, hubo una traducción de los síntomas. El inconsciente
freudiano, aquél que no conoce el tiempo, consigue demostrar su convic-
ción en la acción sin porqué. Para él, el análisis restablece el vínculo con
el trauma inicial y el analista hace admitir la intención inconsciente que
preside la acción, el motivo que constituye el motor de la acción.
Es el inconsciente freudiano el que puede llegar a producir efectos
fuera del conocimiento del sujeto. Causa eficaz que se deja conocer por
sus efectos tal como lo plantea en la Conferencia XVII.
Para Lacan, el inconsciente tiene una afinidad esencial con el tiem-
po, se inscribe como acontecimiento en la trama del tiempo. El incons-
ciente ingresa en la dimensión de la discontinuidad, se pone a la hora del
acontecimiento en “el mar en el que nos sumergimos y navegamos” (23).
Los tres tiempos lógicos están presentes en este caso. La duración
...el paseo.
La duración de un tratamiento, duración que cobra un valor de uso.
Si elevamos la duración de un tratamiento a la dimensión de la tempora-
lidad cronológica, no importa cuál tiempo cronológico sea, nos quedamos
en el tiempo que establece el discurso del amo que se caracteriza por su

88
Problemas cruciales - La contracción del tiempo, su plus de valor - Rosa Yurevich

irreversibilidad. Dimensión imaginaria


Lacan nos propone en “Posición del inconsciente”, por el contrario,
el nudo de un tiempo reversible, el après-coup o el nachträglich, muestra
una estructura temporal de un orden más elevado.
J. A. Miller, en ”La erótica del tiempo”, propone el Tn como posible
de aquello que haya pasado, y luego el Tn +1 como lo que resignifica el Tn.
No existe un solo tiempo lineal, cronológico, sino al menos una
doble dimensión del tiempo. El tiempo 1 es un tiempo que pasa, que va
hacia el futuro, pero el cual está continuamente duplicado por el tiempo
2, que se dirige al pasado y que es constitutivo de la significación, de la
ilusión del sujeto supuesto saber. Con lo cual vinculamos la transferencia
y el manejo del tiempo. Dimensión simbólica.
Lo que existe es un “delicado arte”, expresión de Paul Válery , de-
licado arte del manejo del tiempo, que se articula a la posición subjetiva.
Delicado arte que, en tanto analistas, buscamos para que la conclu-
sión a la cual llega un analizante sea estable, válida de una vez por todas,
que efectivamente se “franquee una puerta”, tal como lo expresara Lacan,
y este franqueamiento es un espacio a atravesar y en tanto que espacio a
atravesar dura “un poco más que un instante”. (25)
Si el paciente no sale corriendo antes, la duración es un poco más
que un instante, por lo cual la evaluación de la duración es subjetiva y
ambigua.
En “Topología y tiempo”, Lacan plantea que la articulación entre
topología y tiempo se soporta en una dialéctica de la palabra del suje-
to hablante en tanto que habitado por un ritmo temporal, “ritmo de tres
tiempos como el vals” que implicaría, que exigiría que el sujeto tenga
que contar hasta tres para decir una palabra. Ese ritmo de tres tiempos
está representado cada uno sincrónicamente en la estructura y diacróni-
camente en una etapa de franqueamiento para que advenga la palabra
y así ese significante de “alto valor psíquico sería pues despojado de su
eficacia.”(26)
¿Cómo haríamos para despojar la eficacia de ese significante de
alto valor psíquico y que dicha conclusión fuese definitiva? Cierto enca-
denamiento al Otro, concluye, cierto movimiento del otro no reviste ya
importancia. La duración es la que permite entonces esta operatoria: la
detención y volver a marchar. (27)
Pequeños recorridos ¿temporales,? ¿ciclos?, no, una “situación de
instantaneidad o de una conclusión instantánea – ni para los otros ni para
sí mismo- algo que permite volver a partir”. (28)
Trabajar por la vía del desciframiento, ya que el “arca permanece”,
“quitar a la cadena significante todas sus pretensiones” no es una opera-

89
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

ción sin resto (29). No es posible llevarla adelante sin el deseo del analista,
deseo de sostener una ficción necesaria para que el inconsciente se mani-
fieste de la buena manera. Sin el consentimiento de conservar un pacto
con el sujeto. Sin la ética más importante: la del inconsciente, el deseo del
inconsciente de ser.
Hablamos de la duración en tanto el tiempo de comprender: “Es el
tiempo de comprender que es como una pompa de tiempo... que resulta
perforada por la urgencia de concluir en el buen momento”. (30)

Bibliografía
1- Laurent, Eric, Revista Ñ, Suplemento del Diario Clarín, Buenos Aires, Diciembre 2004.
2- Miller, Jacques- Alain, Curso inédito. Año 2003/04.
3- Ibíd.
4- Lipovetzky, Gilles, El crepúsculo del deber. Editorial colección Anagrama.
5- Miller, Jacques- Alain, Revista Freudiana Nº 36. Revista psicoanalítica publicada en Barcelona.
6- Laurent, Eric, Entrevista mencionada.
7- Laurent, Eric, Psicoanálisis y Salud Mental. Editorial Tres Haches.
8- Ibíd.
9- Laurent, Eric, Jornadas Nacionales de Bs. As. “Nuevos síntomas, nuevas angustias”. Diciembre, 2004.
10- Miller, Jacques- Alain, Curso inédito. 2003/04.
11- Ibíd.
12- Agnés Aflalo, Curso inédito de J. A. Miller. Año 2003/04.
13- Lacan, Jacques, “Posición del inconsciente”. Escritos II. Editorial siglo XXI.
14- Ibíd.
15- Miller, Jacques- Alain, Los usos del lapso. Capítulo I. Editorial Paidós, Bs. As. 2004
16- Lacan, Jacques, Topología y tiempo. Seminario inédito.
17- Laurent, Eric, Jornadas Nacionales de Bs. As. “Nuevos síntomas, nuevas angustias”. Op. Cit.
18- Leguil, François, La Carta de la escuela en movimiento. Agosto 2003
19- Lacan, Jacques, Radiofonía. Editorial Anagrama.
20- Ibíd.
21- Leguil, François, La Carta de escuela en movimiento, Op. Cit.
22- Miller, Jacques- Alain, Los usos del lapso. Capítulo XI. Editorial Piadós, Bs. As. 2004
23- Ibíd
24- Miller, Jacques- Alain, La erótica del tiempo. Editorial Tres Haches.
25- Miller, Jacques- Alain, Los usos del lapso. Capítulo XVI. Editorial Piadós, Bs. As. 2004
26- Lacan, Jacques, Topología y tiempo. Seminario inédito.
27- Miller, Jacques- Alain, Los usos del lapso. Capítulo XVI, Op. Cit.
28- Ibíd.
29- Leguil, François, La Carta de la escuela en movimiento, Op. Cit.
30- Miller, Jacques- Alain, Los usos del lapso. Capítulo XVI, Op. Cit.

90
Problemas cruciales - Sobre advertidos y caracoles - Eduardo Abello

Sobre advertidos
y caracoles
Las neurociencias
y la evaluación del
psicoanálisis

“Aviso a los ingenuos:


Eduardo Abello ¡No hay casualidades!”–
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina. Ernesto Sábato,
Miembro de la Escuela de la Orientación Sobre héroes y tumbas

E
Lacaniana (EOL).
Miembro de la Asociación Mundial de n su Curso de La Orientación
Psicoanálisis (AMP). Lacaniana, Jacques-Alain Mi-
ller ha hablado en diversas
ocasiones del principio de utilidad
directa que rige en la sociedad oc-
cidental contemporánea. Lograr
ser útil, o que las cosas sean útiles,
esconde hoy desde esa perspectiva,
un deseo de dominio de tipo buro-
crático, que es el de una estandari-
zación masiva1, de una educación
estandarizada válida para todos2
que rechaza sistemáticamente el
“uno por uno”. Este rechazo de lo
particular se sostiene, en el fondo,

1 LAURENT, Dominique, “Du desir


d’standarisation massive”, en el Curso de
J.-A. Miller, La Orientación Lacaniana, clase
del 24/3/2004, inédito.
2 AFLALÒ, Agnes, “Questionnaires et
scientisme”, Ornicar? Digital, Nº 250.

91
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

en el hecho de que lo que no es susceptible de programación pasa a con-


vertirse en trauma3. Y efectivamente, el siglo XXI muestra desde su inicio
que la vigilancia y la prevención, a todo nivel, son sus significantes amo4.
En el campo psi, esta burocratización con fines preventivos tiene como
tendencia clara ir hacia la medicalización autoritaria y al neo-higienismo.
Jacques-Alain Miller nos ha contado recientemente5 su angustia de
fines de octubre de 2003, cuando advierte que, escondido en la sombra, se
gestaba precisamente desde algunos lugares de poder y desde hacía tiem-
po, “la asfixia y la desaparición” del psicoanálisis. Horas después escribiría
su primera reacción, el escrito “De la utilidad social de la escucha”, apareci-
do en tapa de Le Monde, que marca el inicio de una defensa advertida.

La ciencia actual, que progresa día a día en la vía de la objetivación
-desde la genética, pasando por la biología, hasta el ambiente- provoca
inmediatamente la tendencia a creer que todo es o debe ser objetivable. El
riesgo que subyace a esta tendencia es convertir todo en objetivo, suscep-
tible de apreciarse desde el exterior y mensurable, y hacerlo aún cuando
los postulados científicos no puedan aplicarse estrictamente, disfrazándo-
los como tales. Tomando en cuenta los errores constatados en la aplicación
de dichos postulados, a mediados de los ochenta, un grupo de médicos
canadienses creó el concepto de Medicina Basada en la Evidencia (MBE).
Surge entonces a partir de que sólo una minoría de las intervenciones mé-
dicas estaban basadas en estudios científicos fiables6. La clave de la MBE
es la “evaluación” de las pruebas o estudios disponibles, para descartar
deficiencias metodológicas y de publicación. Su difusión en las esferas
médicas derivó en la aparición de la Psiquiatría y la Psicofarmacología
“basadas en la evidencia”. El empuje a la medicalización del campo psi
arrastró a su arbitrio a esa “evidencia” hasta hacerla consistir fundamen-
talmente en pruebas de naturaleza consensual. La epidemiología de los
DSM, ese “híbrido universitario”, “cruza de psicología y psiquiatría”, se
impuso aún cuando “no es una clínica surgida de la neurobiología”7 sino
que se basa en cuestionarios que permiten agrupar y clasificar síndromes.

3 LAURENT, Eric, “Le trauma a l’envers”, Ornicar? Digital Nº 204.


4 MILLER, Jacques-Alain, La Orientación Lacaniana III, 6; clase del 14/1/2004.
5 MILLER, Jacques-Alain , en Agence Lacannienne de Presse, Nouvelle sèrie, Nº 16, 15/2/2005.
6 MOIZESZOWICZ, Julio, “Psicofarmacología psicodinámica IV”, Actualizaciones 2002,
Buenos Aires, 2002, pág. 73.
7 LAURENT, Eric, “La evaluación como síntoma y como estrago”, Mediodicho 27, EOL-
Secc. Córdoba, Córdoba, junio de 2004, pág. 103.

92
Problemas cruciales - Sobre advertidos y caracoles - Eduardo Abello

Podemos constatar sencillamente que no son ni la biología ni la genéti-


ca la base de las escalas de criterios y de evaluación, sino simplemente
el consenso pactado en las esferas del bio-poder. Recientemente incluso,
psiquiatras de prestigio han cuestionado la validez de las clasificaciones
contemporáneas, señalando la falla, el hueco de la nueva nosología res-
pecto de las consideraciones etiológicas de la mayoría de los síndromes,
y destacando el hecho de que se confunde a menudo la utilidad con la
validez. Advierten que la insistencia de algunas organizaciones en el uso
de las definiciones “oficiales”, que aún no han demostrado criterios de
validez, tomada ésta en su acepción de bien fundado y aplicable, sugiere
que “consideraciones políticas” se introducen en lo que debería ser una
“decisión científica pura”, y como “la utilidad varía a menudo según el
contexto”, éste debería siempre tenerse en cuenta, “incluido quién está
usando el diagnóstico, en qué circunstancias, y con qué propósitos”8.
Hace pocos días, Luc Miller ha señalado claramente el pasaje del
informe del INSERM francés sobre la eficacia de las psicoterapias -que
bajo el disfraz científico del meta-análisis de un centenar de artículos pu-
blicados en diversas revistas médico-psicológicas pretende demostrar la
superioridad de las terapias cognitivo-comportamentales (TCC) y otras
prácticas sobre el psicoanálisis- donde la validez es sostenida aún para la
cuantificación de la subjetividad: “Aún para las características subjetivas,
se puede recurrir a un sistema numérico que permita cuantificar una me-
joría clínica (a partir de cuestionario o de escalas)...”9 ¡Así nomás! De lo
que se trata, es de imponer praxis de tipo único, estandarizadas, protoco-
lizadas y pseudo-objetivadas al máximo posible.
La imposibilidad de definir una norma de salud a nivel mental ex-
plica que la epidemiología en salud mental sea ni más ni menos que una
mera creación destinada a poder estudiar la frecuencia y los factores de
riesgo de las enfermedades mentales10, donde los protocolos de investiga-
ción y evaluación “científicos” son sólo cuestionarios establecidos por el
experimentador.
En ese campo donde el “desprecio por la subjetividad, junto a su
empecinamiento en pretender elevar a la categoría de ciencia lo que no es
otra cosa que su debilidad epistemológica puesta al servicio de la causa

8 KENDELL, Robert y otro, “Distinguishing between the validity and Utility of Psichiatic
diagnoses”, American Journal of Psychiatry, January 2003, pag. 4 a 12.
9 MILLER, Luc, “Pour en finir avec l’Utopie évaluatrice”, en Agence Lacannienne de Presse,
Nouvelle sèrie, nº 37, 14/3/2005.
10 AFLALÒ, Agnes, “Questionnaires et scientisme”, Ornicar? Digital, Nº 250.

93
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

del mercado”11 se aprecian, es cierto, la ignorancia feroz que lo habita,


pero también la imposición autoritaria que lo moviliza.

El psicoanálisis ha contribuido a iluminar nuestra época denuncian-


do el juego que lleva hacia las pseudo o falsas ciencias que “inventan” un
saber en lo real, no que lo verifican. Hoy somos, los psicoanalistas, parti-
cularmente sensibles a esto en lo que concierne al ámbito de la evaluación
(más eficaz, menos eficaz) o de la medición (más grave, menos grave). Ellas,
en esta era del cálculo que es la nuestra, son propuestas para dominar todo
el campo de la salud mental. Y si bien escuchamos su insistencia desde
la psiquiatría contemporánea con sus correlatos: los manuales diagnósti-
co-estadísticos y los cuestionarios evaluativos (llamados éstos en conjunto
“métodos psicológicos” por la pretendida “neuro”-ciencia, puestos desde
el vamos al mismo nivel de validez que los biológicos), y desde sus baluar-
tes en el ámbito de la psicología (entre ellos el cognitivismo), escuchamos
aún desde posiciones que se pretenden defensivas y “salvadoras” del psi-
coanálisis el llamado a la estandarización y la evaluación.
En los últimos años, se insiste desde ciertas corrientes del psicoa-
nálisis, con importante presencia en la I.P.A., en que el psicoanálisis debe
aggiornarse al progreso de las neurociencias. Sostienen que, como no es ni
riguroso ni autocrítico como para cumplir con los postulados científicos,
debería sumarse a una propuesta de “psicoterapia informada neurobio-
lógicamente”12, acercarse al cognitivismo y adoptar un nuevo paradigma
del que no podría excluirse en tanto práctica psicoterapéutica dentro de
una órbita científica, a los fines de ser cabalmente reconocida en nuestro
tiempo. El problema es, dicen, que las sesiones son privadas, y que la
evidencia subjetiva no es aceptada en el contexto científico. Señalan que
el psicoanálisis debe testear y evaluar sus ideas, y que los descubrimientos
biológicos le permitirán una especie de refundación de sí mismo, sobre
una base más satisfactoria que la metapsicología freudiana. Se apoyan
en los recientes descubrimientos –iniciados con estudios sobre la expre-
sión genética de una especie de caracol marino (Aplysia)- que muestran
los cambios en las sinapsis mediados por la regulación de la expresión
genética, a partir de la modificación en los factores ambientales, o por el
aprendizaje – como resultado de él, el número de sinapsis se duplica o se
triplica en este caracol-, y que llevan a postular qué cambios sinápticos

11 VENTURA, Oscar, “Editorial”, en Ornicar? Digital Nº 250.


12 GABBARD, Glen, Psiquiatría Psicodinámica en la práctica clínica, 3ra. ed., Ed. Méd.
Panamericana, Bs. As., Bogotá, Caracas, Madrid, México, Sao Paulo, 2002, pág. 17.

94
Problemas cruciales - Sobre advertidos y caracoles - Eduardo Abello

pueden acaecer con los distintos tipos de crianza, los diversos aconteci-
mientos vitales que marcan la historia del sujeto, o las diferentes formas
y alcances de una psicoterapia. El nuevo paradigma propuesto se basa en
algunos principios básicos, como que la alteración de la expresión genéti-
ca, incluso por factores del desarrollo, sociales o por el aprendizaje, puede
inducir anormalidades comportamentales, y se postula que el futuro del
psicoanálisis debería ser su acercamiento a las neurociencias cognitivas,
“a la psicología empírica, ayudado por técnicas de imágenes, métodos
neuro-anatómicos y la genética humana”13. Lo que subyace a esta postura
es que habría una clara diferenciación entre un comportamiento normal
y uno que no lo es, la idea de un cerebro que funciona “normalmente”
y uno que no, y una subordinación de los efectos de un psicoanálisis a
su correlato neuro-anatómico en el que se lee la desconfianza en el suje-
to. Estas posiciones –aún cuando pretenden respetar la subjetividad del
sujeto en análisis- se muestran firmes seguidoras de los criterios de los
manuales diagnóstico-estadísticos que son de tipo descriptivo y recha-
zan la causalidad o los criterios evolutivos, llevando a desconocer que los
autores mismos de la nomenclatura clasificatoria aseguran que no existe
una clara distinción o límite entre un trastorno y otro, o incluso la ausen-
cia del mismo. A pesar de ello, y de las advertencias de que el solo hecho
de realizar una nomenclatura oficial alienta a sostener entidades clínicas
incuestionables, esta distinción entre lo normal y lo patológico, que es
sólo de tipo gradual, es tomada hoy autoritaria y mayoritariamente como
válida. La figura de Robert Spitzer, una de las cabezas promotoras de la
clasificación de los DSM y quién incentivó el consenso para remover la
homosexualidad de la misma en 1973, es presentada en Internet como la
del “hombre que definió más enfermedades mentales que ningún otro ser
viviente en la faz de la tierra” (http://www.npr.org/templates/story/
story.php?storyId=1400925). ¿Cuál será su próxima definición? Estemos
atentos, porque siguiendo la lógica de las anteriores, y si hay consenso,
la portación de un deseo decidido equiparada a una idea insistente y de
riesgo para un sujeto podría ser considerada insana... Es que la secuencia
misma de la creación de una nueva enfermedad es simple: se describe un
patrón de comportamiento, se establece una grilla de criterios, se hace
–por supuesto- uno o varios test diagnósticos (que suponen además una
objetividad “científica” en quien marca las cruces), se comprueba según
dicho test estadísticamente su incidencia, y se postula una medicación

13 KANDEL, Eric, “A New Intellectual Framework for Psychiatry”, American Journal of


Psychiatry -April 1998, 155:4.

95
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

psicofarmacológica para curarla –generalmente un antidepresivo-.Volca-


dos a esta perspectiva de cientifización del psicoanálisis, algunos psicoa-
nalistas postulan incluso una causalidad psíquica de sesgo pavloviano y
no ceden en proponer su modelo para las investigaciones psicoanalíticas.
Se muestran dispuestos a evaluar la eficacia del psicoanálisis con dichos
métodos14. Es la puesta en acto de un enroque Freud-Pavlov.
Desde esa postura, la evaluación, si al menos no parte de los cues-
tionarios, más caros al cognitivismo, vendrá de las neuroimágenes: sus
esperanzas se fundan en que ya se han encontrado imágenes de “recap-
tación normal de serotonina” al final de un año de terapia analítica. Ve-
mos los riesgos de esta posición: el futuro es que el patrón sea la imagen
“normal” de serotonina en el SPECT, y por lo tanto, el riesgo que conlleva
toda exo-evaluación. Preparen a los pacientes para el SPECT de control...

Jacques-Alain Miller no ha dejado de señalar esa posición más su-


til que no intenta “forcluir” al psicoanálisis sino degradarlo en términos
neurocientíficos o comportamentalistas15. Esta propuesta pretendidamen-
te llena de augurios para el psicoanálisis, que lo quiere basado biológica-
mente, es la propuesta de cavarse una fosa a sí mismo. El certificado de
defunción ya se ha propuesto, es el pedido de redacción de un nuevo “in-
forme Flexner”. Abraham Flexner redactó en 1910 el informe titulado “La
educación médica en las Estados Unidos y en Canadá”, con el que se impulsó
desde los inicios del siglo XX una medicina que debía ser universitaria y
científica, basada en los estudios de laboratorio y de campo. Los profe-
sores debían dedicar todo su tiempo a la enseñanza y a la investigación.
La rigidez de su postura llevó a cerrar escuelas de medicina que no se
constituyesen en institutos de investigación científica. Algunas escuelas
que tenían una buena reputación en cuanto a la enseñanza clínica, debie-
ron cambiar de modelo, o cerrar16. Esta vez, en la mira está el psicoaná-
lisis, no la medicina. Por más bien intencionada que sea para el análisis
la propuesta, las consecuencias de una subordinación de la evaluación
a lo biológico serían nefastas. El psicoanálisis no es la medicina. Allí ra-
dica el error de esta postura. Si a la medicina pudo resultarle útil -hay que
reconocerle sus méritos- y, como señala Jacques-Alain Miller, está “lejos de

14 LAURENT, Eric, “Cómo se informa al ciudadano”, en Agence Lacannienne de Presse,


Nouvelle sèrie, Nº 36, 14/3/2005.
15 MILLER, Jacques-Alain, La Orientación Lacaniana III, 6; clase del 4/2/2004.
16 FREEDMAN, A., “La psiquiatría norteamericana y la especificidad del abordaje
clínico”, en El abordaje clínico en psiquiatría, nº 3, Ed. Polemos, 1995, Bs. As., pág. 181/183.

96
Problemas cruciales - Sobre advertidos y caracoles - Eduardo Abello

nosotros la idea de contestar la cientifización de la medicina, que es algo bue-


no”, es indispensable decir que esos “métodos que han hecho maravillas en
cancerología y epidemiología encuentran obstáculos de estructura en el psi-
coanálisis”17. Ocurre hoy que la nueva especie de informe Flexner, tomado
como código, como manual, como corsé, ya tiene nombres: son la enmienda
Accoyer, el informe Clèry-Melin, y recientemente el informe INSERM –en
Francia-, pero no es difícil distinguirlos en otras partes de mundo.
A fines del año pasado, en oportunidad de las Jornadas Anuales
de la EOL en Buenos Aires nos preguntábamos: “En otras palabras, ¿hay
posibilidades concretas de “evaluar” y “medir”, objetiva y fiablemente
el sufrimiento psíquico?”18. Pues bien, hace poco, el Ministro de Salud
francés lo ha respondido categóricamente: el sufrimiento psíquico no es ni
evaluable ni medible19, ni objetivable –agregamos-, y aún así hay efectos
terapéuticos.
El síntoma analítico no es susceptible de ser exo-evaluado: “la eva-
luación misma de la curación es también tributaria del testimonio del pa-
ciente”20. La experiencia analítica sirve a rescatar la particularidad de la
lengua privada del sujeto, inevaluable, inmedible en sí misma –aunque sí
evidenciable-. Como decía Graciela Brodsky en Comandatuba, el pase es
la evaluación lacaniana de los efectos de un análisis21.

En esta coyuntura, no podemos menos que pensar en Robert Musil,


al que Miller cita para marcar la entrada del hombre en la era del cálculo,
y la pérdida de sus cualidades. Debemos estar advertidos, para no caer en
la pasión de ignorancia de sus protagonistas: “¿Qué es el porvenir si los
intelectuales de El hombre sin atributos no tienen la más insignificante sos-
pecha de la guerra que mañana va a barrer sus vidas?”, nos recordaba Mi-
lan Kundera22. La respuesta a por qué se combate al psicoanálisis, es que
él se ha hecho cargo, se ha hecho baluarte de sostener “el arte del uno por

17 MILLER, Jacques-Alain, “De la utilidad social de la escucha”, en Le Monde, 30 Octubre


de 2003.
18 ABELLO, Eduardo, Ciencia, pseudociencia y psicoanálisis, presentado en las XIII Jornadas
Anuales de la EOL – Buenos Aires, 27 y 28 de noviembre de 2004.
19 Philippe Douste-Blazy, febrero de 2005.
20 MILLER, Jacques-Alain, “De la utilidad social de la escucha”, en Le Monde, 30 Octubre
de 2003.
21 G. BRODSKY, “La Carta de la Escuela”, Escuela de la Orientación Lacaniana, Buenos
Aires, septiembre de 2004, pág. 8.
22 KUNDERA, Milan, El arte de la novela, Tusquets Ed., Barcelona, 1986, pág. 22.

97
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

uno”, de defender el reino de lo singular, lo particular, lo incomparable.


A diferencia del hombre sin subjetividad23 de los DSM, el psicoanálisis
rescata al hombre que la actualidad dejó sin atributos.
Lacan no dudó en afirmar en su momento que desde sus inicios el
psicoanálisis expresó la “recreación del sentido humano en los tiempos
áridos del cientificismo”24. Recreación de sentido que llega a ser en oca-
siones paradojal, puesto que el análisis apunta aún a despejar en LOM (el
hombre contemporáneo, el de fin de siglo, el de comienzos del milenio, en
siglas con reminiscencias de tecnocracia, y fonética con el objeto voz que
se indica al romper la lengua) también aquel goce opaco que excluye el
sentido25. Sin embargo, ésa es precisamente la dimensión ética y humana,
civilizada y dependiente de la democracia, del psicoanálisis, que no ex-
cluye la anticipación y la virtú ordinata de Maquiavelo26.

...En todo caso, lo que es cierto para mí es que vamos hacia una de-
flagración de gran envergadura. Los temas de la evaluación, de peritaje
colectivo, de l’evidence-based medicine, provienen de Norteamérica. No-
sotros los estamos combatiendo en Francia y mañana los combatiremos
en Europa. Se puede prever que en un primer tiempo, nuestros contradic-
tores se amurallarán con referencias angloamericanas, luego solicitarán la
intervención directa de sus mentores en el debate. La OMS está concerni-
da, y tendrá algo que decir. Todo eso hará ¡Bum!. Ética, política, historia,
espíritu de las leyes, todo estará en juego. Nos vamos a tirar los trastos a
la cabeza como tartas de crema.  Y bien, con toda la inconsciencia francesa
que me caracteriza, les digo: « Bring it on ! ». Y recomiendo a mis amigos
que afilen sus plumas... 27.

Que la dispersión y multiplicación de la evaluación encuentre a los


psicoanalistas de la orientación lacaniana y a los que deseen estarlo, ad-
vertidos. Y con las plumas y la mente afiladas.

23 LAURENT, Dominique, “Du desir d’standarisation massive”, en el Seminario de J.-A.


Miller, La Orientación Lacaniana, clase del 24/3/2004, inédito.
24 LACAN, Jacques, “Discurso de Roma”, en Escritos I, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985, pág.
277.
25 LACAN, Jacques, “Joyce le symptome”, en Autres écrits, Seuil, París, 2001, pág. 565/570.
26 MILLER, Jacques-Alain, “Apertura del Forum”, en Agence Lacannienne de Presse,
Nouvelle sèrie, Nº 46, 19/3/2005.
27 MILLER, Jacques-Alain, en Agence Lacannienne de Presse, Nouvelle sèrie, Nº 27, 4/3/2005.

98
Perspectivas, Ideas y Problemas

99
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Esta Sección toma su nombre de la publicación que se hiciera


en 1941 de unas notas halladas entre los papeles póstumos de S.
Freud. El carácter inconcluso de las anotaciones freudianas y su
variedad temática inspiraron esta primer formulación de la Sec-
ción que aspira a transmitir ese aire de Work in progress, aplicado a
la resonancia de otros discursos.

100
Perspectivas, Ideas y Problemas - Glosario - Daniel Vera

Glosario*

PHATOS

Sin embargo se cierra La pasión ilumina


La vida con la muerte Su sombrío camino.
O con el amor. Suerte Cree hacer su destino.
-¿Quien sabe?- no tan perra. No va pero camina.

ETHOS

Errar por la costumbre porque hay un solo vicio:


Y por costumbre errar. La soberbia impaciencia.
En hábito habitar Lo demás, sino ciencia,
de no juntar herrumbre, arte ha de ser. No oficio.

POIESIS

Hacer algo de algo. Quizás sea zozobra


Hacer algo de nada. el pequeño concierto
Hacer nada de nada. para voz y desierto
Hacer nada de algo. que algunos llaman obra.

* DANIEL VERA, poeta y filósofo cordobés. Prof. Titular de la Cátedra de Filosofía del
Lenguaje I y II en la Universidad Nacional de Córdoba.
Es autor de los libros Perífrasis Griegas (1981), Fundamento Hsin (1987), Investigaciones
Estéticas (1991), Corona para los mares y maría (1992, Las leyes Libertad (1993), Machia-
velli (1998) y Formas de la Oración (2003)
Estos poemas forman parte de su libro Glosario de Metafísica (2004).

101
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

102
Perspectivas, Ideas y Problemas - Medicina y sociedad en tiempos del cólera - Adrián Carbonetti

Medicina y
sociedad en
tiempos del cólera.
El caso de la
epidemia de 1867-
68 en la ciudad de
Córdoba

Adrian Carbonetti Introducción

E
Es Doctor en Demografía por la Univer-
sidad Nacional de Córdoba (UNC). l siglo XIX es considerado el
Profesor del Centro de Estudios Avanza- siglo de las recurrentes pan-
dos (UNC). demias de cólera, momen-
Investigador del CONICET to en el que, saliendo de su nicho
Se desempeñó como Director de la Es- ecológico en la India, se extiende
cuela de Historia. Facultad de Filosofía por Asia, Europa y América. A tal
y Humanidades de la Universidad punto que Evans la considerará
Nacional de Córdoba (UNC). como la epidemia clásica del siglo
XIX sobre todo en la Europa de la
industrialización1.
A pesar de que América sufrió
la primer gran pandemia en 1817,
sus efectos no llegarán a la Argenti-
na hasta 1867-68 cuando ingresó por
varios puntos al territorio y afectó es-
pecialmente el territorio pampeano.

1 Evans Richard. “Epidemies et


revolutions. Le cholera dans l’Europe
du XIX siecle”. En Peurs et terreurs face la
contagion, Chólera, tuberculose, syfilis XIX-
XX siecles. Fayard, Paris, 1987.

103
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Este trabajo se propone analizar la acciones preventivas y curativas


de los médicos que actuaron durante la primer epidemia de cólera que
afectó a la Argentina, tomando como caso la ciudad de Córdoba. El mo-
mento histórico se transforma en un interesante ejemplo de la acción de
médicos frente a una enfermedad epidémica y de consecuencias especta-
culares como el cólera, especialmente porque aún no se había desarrolla-
do la teoría bacteriana de la transmisión de la enfermedad y dos creen-
cias, basadas en la observación empírica, dominaban la mirada médica: la
teoría contagionista y la miasmática2.
También el espacio de la ciudad permite observar con mayor deten-
ción las acciones que emprendieron los actores de la época, basados en
las teorías antes mencionadas: en ese sentido las providencias tomadas
no se salieron de los cánones de la época --que se repetían desde la Edad
Media— y fueron expuestas por Foucault en su historia de la medicali-
zación, y donde observa que el modelo médico del siglo XVII, que pre-
tendía combatir la peste, al contrario del tratamiento que se hacía con los
leprosos, “no excluía ni expulsaba al enfermo a una región tétrica y llena
de confusión”3.
Partimos de la hipótesis de que el proceso de medicalización no tuvo
la contundencia que pudo haber tenido en Europa por las acciones médicas
y la acción de la iglesia; y, por otro lado, de que el enfermo era expulsado
hacia esos lugares tétricos y lúgubres: los lazaretos. Por lo tanto trataremos
de describir y analizar las medidas médicas a fin de entender la relación en-
tre creencias y acción social, ya que eran los médicos los que disponían las
medidas a ser tomadas, a través del Médico de Estado a nivel provincial4 y
luego el Tribunal de Sanidad. Por otra parte, observaremos que la medicina
no poseía el poder como para medicalizar a la sociedad.

El cólera de 1867-68 en la Córdoba de mediados del siglos XIX

El 15 de diciembre de 1867 se declaró el primer caso de cólera en

2 González Leandri, Ricardo. “La higiene antes de los médicos higienistas. Buenos Aires
1850-1870. Las epidemias”. En Desmemoria Re-vista de historia. Año 5 Nº 18 mayo agosto
1998. Buenos Aires. Argentina.
3 Foucault Michel. “Historia de la medicalización”. En La vida de los hombres infames.
Ediciones La Piqueta. Madrid. 1990. pg. 138
4 El Médico de Estado había reemplazado a una institución colonial denominada
Protomedicato. Era aquel que disponía las medidas frente a una epidemia y evaluaba los
títulos de los médicos que pretendían actuar en el territorio cordobés.

104
Perspectivas, Ideas y Problemas - Medicina y sociedad en tiempos del cólera - Adrián Carbonetti

la ciudad de Córdoba. La enfermedad había llegado desde la ciudad de


Rosario, pasando por Villa Nueva, logrando superar todas las barreras
sanitarias que había impuesto el gobierno provincial desde que la ciudad
de Rosario había comenzado a sufrirla (marzo de 1867), y duró hasta el 22
de Enero de 1868. El saldo fue la muerte de 2173 personas, aproximada-
mente el 8% de la población.
¿Cuáles fueron las medidas que tomaron el Estado provincial y mu-
nicipal frente a la epidemia de cólera antes de que esta se declarara y en
momentos en que ingresó en la ciudad?

Las medidas médicas

El 30 de marzo de 1867, cuando el cólera hacía estragos en la ciudad


de Rosario, el Gobernador de Córdoba pedía al Médico Dr. Warcalde una
serie de medidas preventivas a fin de que la enfermedad no ingresara
en la ciudad y la provincia5. Este pedido fue satisfecho por el facultativo
hacia mediados de abril. El 14 de abril el Eco de Córdoba publicaba las me-
didas que se habían adoptado y que ponían el acento en las visiones que
tenían los médicos acerca del cólera y que iban desde la “vigilancia en luga-
res públicos y establecimiento que pueden ser foco de infecciones”como “corrales
de abasto, mataderos públicos, mercados, paseos, hospitales, cañadas, colegios,
cárceles, curtiembres, panaderías, margen del río, y recomendar el mayor aseo en
casas de huéspedes e imponer un lugar en las afueras de la ciudad a fin de
arrojar la basura. Además, agregaba, se debían “evitar las reuniones nume-
rosas en localidades que no tengan suficiente espacio y que no se hallen en buenas
condiciones de ventilación y aseo. Establecer en la estación del Fraile-Muerto un
medico de policía que vigile y practique visitas de sanidad a los pasajeros, fumi-
gando la correspondencia y tomando otras medidas de sanidad6.
Estas medidas ponían el acento en las dos teorías que hasta el mo-
mento monopolizaban la mirada médica. En este sentido es importante
observar que los médicos, justamente por la incertidumbre que generaba
una enfermedad nueva, imponían una serie de medidas que si bien trata-
ban de cubrir las posibles formas de ingreso del cólera, también desperdi-
gaban esfuerzos del Estado en medidas, muchas veces, de escasa utilidad.
Estas medidas eran retomadas por la Municipalidad de la ciudad
que mediante un acuerdo se ponía a disposición del Médico de Estado.

5 El Eco de Córdoba 30/3/1867


6 El Eco de Córdoba 14/4/1867

105
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

En este caso la municipalidad daba una serie de recomendaciones que


apuntaban al aseo y el cuidado individual y del hogar: “el abrigo en pies
y vientres, ejercicio moderado al aire libre; la habitación en piezas espaciosas,
bien ventiladas y secas; la alimentación frugal a horas regulares; y tranquilidad
del espíritu, cuanto que las pasiones deprimentes y la aprensión de enfermarse,
predisponen la epidemia. Es indudable que esas medidas eran recomenda-
das por médicos que actuaban en el ámbito del municipio y dan la idea
de los escasos conocimientos acerca de la enfermedad que se tenía en el
ámbito médico: se parecían más a las recomendaciones que podía dar un
curandero que a aquellas tomadas por un médico imbuido de lo que fue
luego la teoría microbiana. Esto, de alguna manera, permite falsear las
hipótesis de un desarrollo lineal de la medicina a lo largo del tiempo que
fuera sostenido por la historiografía médica tradicional.

La epidemia de cólera y la acción médico social

El cólera no apareció en la ciudad en ese momento. La incertidum-


bre continuó hasta que el 12 de diciembre de 1867 el Dr. Cuesta detectó el
primer caso en la ciudad. Las medidas que se tomaron eran acordes a las
visiones acerca de la enfermedad de la época. Se estableció un tribunal de
medicina integrado por el Médico de Estado, un médico de la ciudad y
el Presidente de la Municipalidad. Al igual que lo sucedido en Rosario,
se dividió a la ciudad en secciones a cargo de médicos y al mismo tiempo
estas fueron dividas en manzanas que se encontraban a cargo un vecino,
encargado de denunciar los casos de cólera; también se establecieron la-
zaretos en diversos lugares de la ciudad: uno a cargo del Estado y otros
instalados en edificios pertenecientes a la iglesia, y se prohibieron las reu-
niones masivas a fin de prevenir el contagio.
Sin embargo, este proceso no se llevó a cabo sin conflictos. En térmi-
nos generales hubo médicos que no quisieron atender pacientes coléricos:
en una nota que enviaba el subintendente de la policía el 16 de diciembre
de 1867 éste le comunicaba al Presidente de la Municipalidad: “Acabo de
tener aviso del Comisario de la 2da sección que según le han dicho los Comisarios
de la Municipalidad Tufato y López, los médicos que se han visto para que aten-
dieran a los coléricos se han negado a asistir a excepción de D. León”. En el mis-
mo sentido, en una carta firmada por un Dr. León, el día 16 de diciembre
de 1867 dirigida al presidente de la Municipalidad de Córdoba se negaba
a atender un lazareto ubicado en el Molino, cercano al cementerio de la
ciudad:

106
Perspectivas, Ideas y Problemas - Medicina y sociedad en tiempos del cólera - Adrián Carbonetti

Sr. Presidente de la Municipalidad de Córdoba. Habiendo revisado el local


adonde está colocado actualmente el lazareto de los coléricos tengo el honor
de informar a Ud. que aquel lugar no es apto par el fin que ha sido desti-
nado, tanto por el estado de la casa como por los caminos que son pésimos,
como por la distancia, de modo que yo no puedo comprometer de ninguna
manera a asistir a los afectados allá7

Garzón Maceda da cuenta de la deserción de un médico de la ciu-


dad que había descubierto el primer caso de cólera, el Dr. Cuesta: el fue
quien dio cuenta del primer caso de cólera en esta ciudad y fue el primero que a
pesar de ser médico, huyó8
De esta forma podemos apreciar que los médicos, en estos momen-
tos de gran confusión y de crisis, no actuaron homogéneamente primando
el temor a la enfermedad; por lo tanto, las acciones llevadas a cabo por le
Estado tuvieron grandes dificultades, tanto para la atención de los enfer-
mos, como para su traslado y atención en los lazaretos. En muchos casos
la acción médica debió ser suplida por la de las órdenes religiosas; en ese
sentido la iglesia se conformó como la institución social con fuerte presen-
cia en cohesión, esto por varias razones: no obedeció las recomendaciones
médicas, y convocó a realizar misas y procesiones. El Eco de Córdoba, fue el
único diario que publicó una noticia sobre una procesión con gran afluen-
cia de gente, el 5 de Enero de 18689, cuando la epidemia provocaba más
defunciones; por otra parte, dos jesuitas recorrían la ciudad a caballo a fin
de dar consuelo y atender a los enfermos10 y fueron las órdenes religiosas
las que establecieron lazaretos. Una carta del comendador de convento
de los mercedarios, Joaquín Fernando al Presidente de la Municipalidad,
Apolinario Rivas, da la pauta de que los lazaretos se emplazaban en los
inmuebles de las órdenes religiosas, se auto-administraban atendiendo a
los enfermos sin médicos y, en la mayoría de los casos, no recibían ayuda
de los poderes públicos:
En dicha carta el comendador escribía las siguientes palabras: Por
resolución de esa corporación he establecido un lazareto en este convento

7 Archivo Histórico de la Municipalidad de Córdoba. Libro A.2.6 f 512. 16/12/67


8 Garzón Maceda. La Medicina en Córdoba. Editorial Talleres Gráficos Rodríguez Giles. Bs.
As. 1917. pg. 678
9 El Eco de Córdoba, 5 de Enero de 1867
10 Diario de la residencia de Córdoba de la Compañía de Jesús – Tomo 1 (1859-1868) Años: 1867-
1868 Folios 176 v – 178 r

107
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

en el cual se encuentra un número de pacientes atacados de la epidemia


al cual no puede atenderse convenientemente por carecer de camas, mé-
dicos, medicinas y demás11

A esos lazaretos eran enviados la mayoría de los enfermos. Se tra-


taba de aislar a los dolientes para que no infectaran el cuerpo social: era
un lugar de fuerte confusión, donde la muerte asomaba por doquier sin
medicina ni médicos que pudieran atender a los coléricos.

A modo de conclusión

Tal como pretendimos demostrar a lo largo de este recorrido, en


la Córdoba de aquella época, la medicina no tenía la fuerza corporativa
suficiente como para realizar el proceso que describe Foucault para Euro-
pa. Con escasos conocimientos sobre el tema muchos médicos desertaron
frente a la enfermedad. Fue entonces la iglesia la que tomó el lugar que
dejaban vacantes los galenos: diversas acciones, aun por fuera de las reco-
mendaciones médicas, --como la constitución de lazaretos, lugares donde
eran arrojados los enfermos a fin de sanar el cuerpo social— dan cuenta
de las falencias del estado y de las limitaciones de la ciencia en aquella
época.

11 Archivo Histórico de la Municipalidad de Córdoba. Libro 2.A.6 F580 27/12/1867

108
Perspectivas, Ideas y Problemas - “En las Profundidades del Gusto”…Auguste Comte - Ana Waisman

“En las
Profundidades
del Gusto”…
Auguste Comte

El psicoanálisis y el discurso
universal.

E
Ana Waisman l Psicoanálisis no es un ae-
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina. rolito que hubiera venido a
Analista Miembro (AME) de la Escuela caer azarosamente sobre el
de la Orientación Lacaniana (EOL). discurso universal, y lo hubiera
Miembro de la Asociación Mundial de estrellado. Al contrario, para que
Psicoanálisis (AMP). la vía de Freud sea practicable en
nuestra civilización, para ello, fue
necesario un largo camino. Un lar-
go camino “En las Profundidades del
gusto”(1). Este titulo, elegido por
J. A. Miller para un texto publica-
do en la revista Elucidación, sabe a
Kant, su ética, también su estética
trascendental, pero igualmente a
el cogito, el sujeto de la ciencia, su
discurso, la razón occidental pura,
practica, instrumental, su deve-
nir…
Aquí la obra de Sade - estoy ci-
tando el escrito Kant con Sade de J.
Lacan y, digo yo, también la obra
de A. Comte- se adelanta a Freud…
Consideramos -continua Lacan- que
el tocador sadiano –y agrego, la edad
de la ciencia, la religión de la huma-

109
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

nidad de Comte- se igualan a aquellas Escuelas de Filosofía antigua... en ellas se


prepara la ciencia -su advenimiento- rectificando la posición de la Ética.
Se opera así un despejamiento que debe caminar cien años, en las
profundidades del gusto, para que la vía de Freud sea practicable.
Para Lacan el destino de la verdad es su olvido. Antes, para Freud,
el destino de lo reprimido es su retorno. Para Comte, los muertos son
amos de los vivos. De esta manera se hace presente, en este pequeño texto
fulgurante, pleno de indicios enigmáticos, la primera de las siete referen-
cias que , J. A. Miller, hace a Comte.

Lacan y Comte

Año 1953. “Función y campo de la palabra y el lenguaje” en su pagi-


na 81, la única referencia, en todos los Escritos, al creador de la Filosofía y
la ciencia positiva. En cambio, ninguna mención a Comte en Freud.
Lacan habla del Inconsciente, memoria censurada, se refiere a la
búsqueda de acontecimientos particulares en la historia del sujeto.
Dice: es exactamente lo que separa la investigación histórica autentica
de las pretendidas leyes de la historia, de las que puede decirse que cada época
encuentra su filósofo para divulgarlas, al capricho de los valores que prevalecen
en ellas -de las profundidades del gusto- No quiere esto decir - continúa- que
no haya nada que conservar de los diferentes sentidos descubiertos en la marcha
general de la historia, a lo largo de esa vía que va de Bousset a Toynbee y que bien
puntúan los edificios de A. Comte y Karl Marx”. (2)

El edificio de Comte: la ciencia, la religión y una misión reformadora


del espíritu de la época

Comte, por un lado un filósofo positivo que intenta hacer una en-
ciclopedia del saber científico según el modelo de las ciencias naturales y
acorde al espíritu de las Luces. El edificio de Comte consiste en construir
así una nueva ciencia del hecho social. Nueva ciencia que nombra: política
positiva o física social. Por otro lado, el pontífice de una nueva religión, la
religión de la humanidad, religión cuyos preceptos son: el amor por princi-
pio, el orden por base, el progreso por fin.
Dice J. A. Miller: Comte sabía que la ciencia no era sin religión. Él
la quería sin lo sobrenatural, demostrada y no más revelada, positiva y
filantrópica, dirigida a la sustancia verdadera de toda divinidad imagina-
ria: la humanidad, verdadero gran ser, verdadero Dios.

110
Perspectivas, Ideas y Problemas - “En las Profundidades del Gusto”…Auguste Comte - Ana Waisman

Respecto de la ciencia positiva, en 1822 Comte realiza el hallazgo


de la pieza clave de su filosofía, llamada por él la ley de los tres estados:
teológico, metafísico y positivo. Con esta ley leerá el devenir de la historia
de la humanidad, en obediencia al Ideal del Progreso. Dice, el progresivo
movimiento del espíritu.
El ideal del progreso, significante Amo de la Filosofía positiva, más,
del siglo XIX en todo el dominio de las Ciencias. Ahora bien, lo sabemos,
Freud no era progresista. Es cuestión de darse cuenta -cito a J. A. Miller en
“Un esfuerzo de poesía”- que si bien la teoría freudiana se sitúa en la perspec-
tiva del cientificismo y prosiguió bajo una de sus modalidades, la faz “Hombre de
las Luces” de Freud, al mismo tiempo el Psicoanálisis nació él mismo como una
objeción a la idea de progreso.” (3)
Podemos decir que Freud erigió frente a ese significante amo tan
poderoso de su época un contra – significante, aquel de la repetición: ella
no evoca el progreso sino la herencia canónica, la petrificación del signi-
ficante, el retorno, los muertos amos de los vivos…
Vuelvo así a Comte, su delirio hecho religión, es decir tramado en
el lazo social. Unir a los científicos y filósofos y promover así un nuevo
poder espiritual donde ellos serán los únicos sacerdotes de la humanidad.
Volveré sobre ello a propósito de la hoy llamada Medicalización del orden
social, que encuentra en el ideario positivista una de sus raíces, una de sus
condiciones de posibilidad.

La locura de Comte. La mujer y el duelo

Los muertos amos de los vivos, Comte decía esto como sacerdote de la
Mujer de su corazón, de la cual hizo La mujer. La mujer Clotilde de Vaux,
y la psicosis de Comte son referidas por J. A. Miller: El sacerdote, la mujer,
santa coalición social .
Comte y Carolina Massin se casan en 1825. En el mismo año su
primer “episodio cerebral” cuando se encuentra, abocado, agotado, a la
preparación de su hoy histórico curso de Filosofía Positiva. El episodio es
nombrado como “manía delirante”.
Se siente convocado a una misión, reformar el espíritu de la socie-
dad por la vía de la ciencia positiva. Su médico fue Esquirol, discípulo
privilegiado de Pinel. La manía, forma prototípica de la locura es definida
como alteración global del conjunto de las facultades. Comte queda inter-
nado y se prescribe su tratamiento, el de su tiempo: duchas frías, sangrías
y dos baños por día. Ello en combinación con tratamiento moral y la far-
macología de la época. (4)

111
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

En Octubre de 1844, separado definitivamente de Carolina conoce


a Clotilde. Le llamará a ese año el año sin igual. Comte hará de su nueva
aventura amorosa y su duelo posterior, por la prematura muerte de Clo-
tilde, un ejemplo del pasaje y borramiento, a contrario del ideal moderno
de separación, de la distinción entre vida privada e historia publica. Así,
su enamoramiento y su duelo son asuntos que conciernen a la humani-
dad. Pero, igualmente, Comte y La mujer. La reorganización espiritual de
la sociedad no podrá hacerse sin la influencia social de las mujeres. Los
cambios sociales -dice- van a necesitar cada vez menos del poder material y cada
vez mas de las influencias morales a las que son afines las mujeres. La mujer,
Clotilde, ha ocupado cada vez más un lugar idealizado. Y no solo la tierna
esposa, sino también la hija, la hermana, la amiga y la madre, toda mujer.
Para el autor de la filosofía positiva, su obra será el monumento
vivo que asociará en una inmortalidad común, al fundador y a la inspira-
dora de esta nueva era espiritual.
A posteriori, la muerte de Clotilde y el duelo, con él, el viraje doc-
trinal que transforma la propuesta cientificista del positivismo en una
religión, particularmente, aquella de la promoción del culto a la mujer
que erige como santa. Cito su correspondencia: El culto a la Mujer debía
constituir uno de los principales resultados sociales de la nueva filosofía. Clotilde
muerta es la Religión, es decir la solución subjetiva a la locura de Comte.

Comte: actualidad de una herencia para… el mercado de la salud

R. Capurro (4) introduce su capitulo final con un muy interesante


panorama de la influencia del ideario positivista en el pensamiento mo-
derno y particularmente su incidencia a fines del siglo XIX, en el Río de
la Plata.
Ella recuerda cómo después de la Escolástica, sistema de pensa-
miento único en la época colonial, fue el positivismo el que trajo nuevas
respuestas, nuevos aires a las urgencias históricas de fines de siglo.
Las influencias del positivismo propiciaron la inmixión de la Causa
Final en la Causa Formal, trasmutando el saber de las ciencias en Religión.
Las influencias de Comte, Stuart Mill y sus discípulos irrumpieron con
toda firmeza en la política, la economía, la medicina, la educación (tene-
mos un ejemplo de ello en Sarmiento). La dimensión pragmática de este
pensamiento dio a las burguesías nacionales una ideología que sustentara
la construcción de la modernización social. Orden y progreso, fue el lema
evolucionista, naturalista y moral, que se torna consigna de una época de
transformación profunda, la re-organización nacional, del orden social.

112
Perspectivas, Ideas y Problemas - “En las Profundidades del Gusto”…Auguste Comte - Ana Waisman

Dice un intelectual de la época que la nueva ciencia no separará los


estudios psicológicos y morales de los estudios de las ciencias naturales,
y no seguirá la huella equivocada de los antiguos filósofos que hacían de
la filosofía un reino aparte del mundo natural.
Ahora bien, digo Comte… y el mercado de la salud. ¿Por qué? Por-
que con esta ideología se inicia, a partir del auge de las Ciencias Biológi-
cas, imbuidas de Darwinismo, la llamada medicalización de la sociedad,
medicalización que se hace bajo la bandera del progreso y con la fe posi-
tivista.
Así surgen, en las ciencias médicas las propuestas higienistas (no
doctrina biológica, ni ciencia medica, sino, es lo sorprendente: teoría mo-
ral sobre el orden social), junto a una idea de sacerdocio laico del médico.
El médico “pastor social” es una función absolutamente comtiana.
Pastores sociales, el médico, también el psiquíatra, el educador, ins-
trumentos, funcionarios “funcionales” de un orden social establecido. Me
refiero por supuesto, a Vigilar y Castigar. M. Foucault y el gran tema de la
medicalización como figura privilegiada del control social. El poder pas-
toral como forma de acción política, una antigua técnica de poder nacida
de las instituciones cristianas.
Acorde con los trabajos de este autor, la cuestión no se refiere tanto a
la medicina como ciencia, menos a sus formidables avances tecnológicos,
sino más bien a la práctica discursiva que hace de la salud una cuestión
social generadora de normas y de nuevos ordenamientos que responden
a políticas estatales de control social. Hoy, nos encontramos con la triun-
fante racionalidad técnica y calculante: la de la Evaluación. La alianza
mortal hoy, estoy evocando a Leo Strauss, “la nueva barbarie”, es el cien-
tificismo y la ideología de los managers, la falsa ciencia de la Evaluación.
Por ello M. Foucault señala, y me parece que con gran poder ex-
plicativo, el desplazamiento que se opera mediante este discurso de una
sociedad articulada por la ley, anónima, basada en el “oscuro principio de
autoridad”, el Rey, el Emperador, el Nombre del Padre; a una articulada
por la norma, el consenso, las corporaciones, el mercado.
Es decir una sociedad que requiere a la medicina como practica dis-
cursiva que debe discriminar entre normal y patológico. En ella, en esa
sociedad, las figuras del “malvivir” encuentran su respuesta: las discipli-
nas psi.
Desde esta perspectiva todos los actos humanos (amorosos, delicti-
vos, criminales, educativos etc.), pasan a ser medidos con esta vara: nor-
mal, normativo, patológico. Esta vara y su secuela “natural”: la segrega-
ción.
Para terminar, como se lee en la excelente presentación de nuestras

113
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

jornadas de 2004: El mercado de la salud nos permite hacer un análisis sobre


el neoliberalismo y el surgimiento del mercado y a partir de allí, el pasaje de la
salud como derecho, a la salud como mercancía, y sus consecuencias tanto en los
pacientes que pasan a ser usuarios cuanto en las patologías y terapéuticas que
pasan a ser objeto de consumo.
Ahora bien para que este pasaje fuera posible, de la ley a la norma,
del derecho a la salud, a la salud como mercancía, del paciente al usuario,
fue necesario que antes, antes, y no por un movimiento natural, se pro-
dujera el desarrollo del discurso de la ciencia y su incidencia positivista,
para que el mercado encuentre una doctrina y una ética que permitan, a
ese pasaje, realizarse. Para ello cada época encuentra su filosofo: Comte.

Bibliografía

(1) Miller, J. Alain. “En las profundidades del gusto”. Elucidación. Ed. Atuel. Bs.As. 2003.
Compilador: Germán García.
(2) Lacan Jacques. “Función y Campo de la palabra y el lenguaje” Pág. 81 Año 1953. Escritos.
Bs. As. Editorial Paidós.
(3) Miller, J. Alain. “Un esfuerzo de poesía” Seminario inédito. Año 2002-2003 / clase III
(4) Capurro, Raquel. A. Comte. Actualidad de una herencia. Edelp. Montevideo, 1999.

114
Perspectivas, Ideas y Problemas - Violencia y ficción - Tununa Mercado

Fragmentos*
(...) -¿Y qué es la causa de tal alboroto?- le preguntaron- ¿Hay alguna
novedad?
-Y bien grande. ¿Eso ignoráis ahora?¡Qué tarde llegan a vosotros los
cosas! ¿No sabéis que la Verdad va de parto estos días?
-¿Cómo de parto?
-Sí, aun con la barriga en la boca, reventando por reventar.
-Pues ¿qué importa que para?- replicó Critilo- ¿Por eso se inquieta el
mundo? Haced que para en buena hora, y el cielo que la alumbre.
-¿Cómo que qué importa?- levantó la voz el cortesano- ¡Que linda
flema la vuestra! Si agora con una verdad sola no hay quien viva, ni hay
hombre que la pueda tolerar, ¿qué será si da en parir otras verdades, y
éstas otras, y todas paren? Llenarse ha el mundo de verdades y después
buscaran quien las habite: dígoos que se vendrá a despoblar.
-¿Por qué?
-Porque no habrá quien viva ni el caballero, ni el oficial, ni el mercader,
ni el amo ni el criado: en diciendo verdad, nadie podrá vivir…

En probándola decían todos “¡Qué cosa tan amarga!”, y respondían


otros “Es la Verdad” Pasaron por tanto a los Sabios “Estos sí, decían,
que toda su vida hacen en averiguarla”. Mas ellos tan presto como la
comieron, la arrimaron, diciendo que harto tenían con la teórica, que
no querían la plática. “ora vamos a los varones ancianos y muchachos,
que suelen hacer pasto de ella”. Engañáronse, porque en sintiéndola
cerraron los labios y apretaron los dientes diciendo: “Por mi boca,
no; por la de otro, a la de mi vecino”. Convidaron a los oficiales.
Menos, antes dijeron que morirían de hambre cuatro días si en la boca
la tomasen. Los mercaderes, ni verla, que por eso tienen las tiendas
a oscuras y aborrecen sus cajones la luz.; los cortesanos, ni oírla.
No se halló ni una mujer que la quisiese probar, y decía una “¡Anda
allá!, que una mujer sin enredo, bolsa sin dinero! Desta suerte fueron
pasando por todos los estados y empleos, y no se halló quien quisiese
arrostrar la verdad. Viendo esto, se resolvieron probar con los niños,
para que tan temprano la mamasen y se hiciesen con ella: y fue menester
buscarlos muy pequeñuelos, porque los grandecillos ya la conocían, y la
aborrecían a imitación de sus padres…

GRACIÁN, Baltasar. Parte tercera. Crisi tercera: “La Verdad de parto” en El criticón.
Buenos Aires. Ed. Hyspamérica,1992. pp. 374 y 379.

115
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba
Violencia y ficción 1

C
omo cualquier pasión que
Tununa Mercado busca una vía de salida para
Nació en Córdoba en 1939 y vivió, en descargar las emociones que
sucesivos exilios, en Francia y México. suscita la realidad, la violencia se
Actualmente vive en Buenos Aires. deposita también en la literatura.
En esos lugares ejerció el periodismo y Suele o solía hacerlo en un encua-
realizó traducciones. Narradora y ensa- dre realista, dentro de las normas
yista, es autora de los libros Celebrar a la que el realismo tiene preparadas
mujer como una pascua (1967), Canon para asimilar precisamente los exa-
de alcoba (1988), En estado de memoria bruptos de lo real, los que profie-
(1990), La letra de lo mínimo (1994), re una sociedad en estado crítico,
La madriguera (1996), Narrar después o los que padecen sus individuos.
(2003). En 1998 obtuvo la beca Guggen- Esa sería la condición del realismo:
heim en Narrativa. una expresión lo más elocuente po-
sible de la violencia social y de sus
repercusiones en la subjetividad
de los personajes, o como quiera
llamarse a los actores de esa extra-
ña combinación de elementos que
constituye el acto literario. La vio-
lencia se impone en la novela y el
cuento latinoamericanos con rasgos
explícitos: la denuncia de la injus-
ticia, la impugnación del poder, re-
quisitos que instituyen una manera
de contar, una forma reconocible de
reflejar, representar, y responderle
a esa realidad. Con dos siglos de
arraigo, ese sistema realista acu-
muló los distintos modos en que la

1 Texto leído en la VI Bienal de Literatura


"Mariano Picón Salas", Mérida, Venezuela,
del 8 al 12 de marzo 2005.
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

literatura podía hacerse cargo de una responsabilidad social que la his-


toria propiamente historia le confería como una prolongación necesaria:
que se dijera en el plano simbólico la violencia que funda las relaciones
humanas individuales y las que se juegan en el interior de la sociedad. Y
que así asimilados esos enfrentamientos, la literatura pudiera componer
la totalidad de un tiempo, hacer surgir los matices y las tonalidades que lo
fáctico puro enmascara por carencia o limitación de lenguaje y de forma, e
instaurar la moral de la denuncia y su vehículo, el mensaje.

La literatura asimila la voluntad de denuncia y responde a su man-


dato, poseída por una misión, casi se diría un afán de servidumbre: al
servicio de las masas desposeídas, de los pueblos oprimidos, de los ex-
plotados en lucha. Sin juzgar su incidencia ni su eficacia, esos designios
humanitarios y, en el mejor de los casos humanistas, se configuran dentro
de ciertos moldes formales en los que predomina la complacencia en la
fidelidad. Fiel a un precepto que se quiere regido por la idea de compro-
miso, el ejecutante desnuda una verdad y en ese acto de transposición se
legitima como sujeto y como artista y refuerza el modelo ideológico que
le susurra sus leyes, o que se las dicta.

Puede suceder que en la revelación de la inocultable verdad la vio-


lencia se desencadene en el texto y rompa el equilibrio entre el bien y
el mal, lo justo y lo injusto, que por forzar la tensión de esa pedagogía
de la denuncia, se produzca un deslizamiento hacia la humillación del
débil. Escalofrío: la reiteración de la violencia depositada en la escena de
la tortura, en la dominación sexual del otro, en el poder del psicópata,
pueden tener un efecto boomerang y ser un recurso inútil y hasta dañino
para la “causa” que se quiere ponderar. Lastimar más no necesariamente
crea conciencia, si esto fuera lo que subyace en el esquema realista liso y
llano. Cuando se llega al punto en el que bien y mal son indiscernibles,
el pretendido mensaje humanista, ya sin perfil claro, suele obligar a una
racionalización exculpatoria: dar vuelta el argumento y presuponer que el
exceso forma precisamente parte de la “denuncia”, que sobre la demasía
del terror puede instalarse también una moral y que se saldrá incólume
de la apuesta.

Me ha pasado: no he podido soportar la escena del violador y su víc-


tima con despliegue regocijado de distintas penetraciones, ni el más sen-
cillo acto de descarga desconsiderada sobre un cuerpo de mujer, y desde
luego tampoco de niños, cualquiera sea su edad, representados por per-
sonajes a los que se les concede la atenuante de ser personajes de ficción;
y tampoco me he dejado convencer por esos modos de uso del poder de
la palabra y de la imaginación, aunque se declame la finalidad de ilustrar.
No sería fácil, sin embargo, cerrar los ojos ante el horror de documentos
“de verdad”, libres de la pátina literaria, y si así fuera, por el solo hecho de
dar vuelta la página para no ver un acto verídico de violencia extrema, ya
se estaría produciendo en la conciencia de quien mira una mutación ética.

¿Una estética de la violencia es posible? ¿En qué línea habría que


detenerse para no cruzar el límite? ¿Hay que proteger al lector y proteger-
se por lo tanto de esa peligrosa, por inconfesada, inclinación a reproducir
lo vil, y por eso mismo envilecerse? Resulta evidente por estas anotaciones
que mis relaciones con la violencia han sido conflictivas. Que el modo en
que el tópico cobra forma literaria en su especie realista no me ha dejado
abandonarme a la fluencia del texto, tal vez porque no la había o porque
su elemento era una materia más fáctica que escrituraria. Como si ese mo-
delo me llevara a correlacionar de manera muy directa los referentes con
el orden social, creándome por decirlo de alguna manera, una percepción
sesgada de lo literario propiamente dicho, y un impulso interpretativo
que desplaza aquello, lo literario, hacia una intencionalidad en una sola
dirección, sin dar cuenta de otros flujos de la narración.

Muchos escritores, sin inscripción y sin escuela, estaban cobijados


por una idea en cierta medida libertaria ligada a la experiencia de los años
sesenta, que había destrabado las imposiciones de filiación sobre lo que se
escribía: se comenzaba a validar una categoría, el texto, y su noble, por así
decirlo, pulsión originaria: la escritura. Sin molestarse, los géneros litera-
rios estrictos coexistían con estos otros “híbridos” que, sin asustar a nadie
ni merecer menosprecio, acompañaron una corriente que se expresaba en
otros órdenes culturales, desde la filosofía a los comportamientos humanos
individuales. Esa idea fue el salvoconducto para el ingreso de una materia
insumisa y acaso errante, pero no por eso irrelevante, a la literatura.

De pronto apareció en el horizonte un concepto de ficción. La fic-


ción. “Es sólo ficción”. No se fuera a incurrir en el error de creer que lo
que se narraba podía ser “cierto”, como cuando al terminar una película
se declara, tal vez para neutralizar cualquier acción judicial, que cualquier
similitud con personas y situaciones reales es un efecto involuntario pues-
to que lo que acabamos de ver es pura ficción. La ficción no con su sentido
antiguo aprendido en las clases de Castellano, para invocar el orden de
lo que se inventaba, sino como una normativa que reinstalaba lo que la
textualidad había desterrado. Ciertos procedimientos narrativos que te-
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

nían interés por ser difusos y desorientar al lector, un yo de la narración


huidizo, unos tiempos del relato borrosos o unos espacios descentrados
podían tener dificultades en presentar certificado de ficción, puesto que
tenían una génesis fuera del acontecimiento. Y, por el contrario y por pa-
radoja, textos rigurosamente documentados podían acceder a esa “salve-
dad” que los cubría dentro de la ficción, y hasta en un plus de ficción, la
doble ficción de la “no ficción” o ficción real, galimatías que exagera el
remanido modelo de las cajitas chinas con muñecas rusas, citado varias
veces en esta Bienal.

En esos nuevos realismos ¿cómo se procesa la violencia? Supongo


que como cualquier otra instancia narrativa, mediante un trasvasamiento
que vierte verosimilitud en la reproducción, y que, para merecer esa con-
junción de real ficción, mezcla la apariencia de lo real con lo testimonial
directo. El “como si” con “el tal cual”. No discuto la eficacia de la cons-
trucción, sólo me distancio de los presupuestos que crea y de las molestas
explicaciones a las que conduce. ¿Es autobiográfica su novela? Respuesta:
“Bueno, en realidad, es ficción, aunque, desde luego, siempre se escribe
desde un yo con biografía y con historia…” La molestia comienza a apa-
recer y puede terminar en una disculpa, como si se hubiera cometido una
falta, hasta llegar a la tranquilizadora conclusión: “la historia sucedió tal
cual”. Y su contraparte: “es totalmente inventada”. Un yo de la narración
que no tenía por qué revelar su identidad, ni defenderse de la atribución
autobiográfica, de pronto se ve forzado a descubrirse: le han apuntado
con un arma diciéndole “arriba las manos”. Y él ha dicho quién era.

La violencia en los últimos años del siglo XX fue interpretante de los


conflictos sociales que vivieron nuestros países. Se decía que la violencia
del sistema, entendida en todos los niveles de las relaciones de poder, ge-
neraba violencia, y ese razonamiento, demasiado general estancaba cual-
quier progresión del análisis; el sentido común que encerraba servía para
racionalizar y diluir la naturaleza de los conflictos. Tal vez esa fuera una
manera de apartar, como a un espantajo, la lucha de clases, paradigma
que había regido en la modernidad, con no pocas guerras y revoluciones
en su desarrollo. No bastaba con acoplar la palabra sistema a la violencia.
En un seminario que dictó el sociólogo Juan Carlos Marín en el exilio en
México en los años de la dictadura militar, la audiencia se sorprendió de
la rigurosa distribución que mostraban los hechos llamados de violencia
durante los años de plomo, hasta llegar al concepto de “hechos armados”,
que ilustraba mejor el carácter insurreccional de los movimientos popula-
res en ese momento y su carácter de clase.
No se vivía, entonces, una violencia reactiva sino activa, una violen-
cia del Eros, y el matiz tiene importancia porque en la literatura posterior,
cuando se amplia y profundiza el conocimiento del terror de esos años, si
algo se advierte es la voluntad de resistir. Llamo resistencia a una acción
que se desencadena en la cárcel, el campo de concentración, la clandesti-
nidad, el exilio, para violentar la prohibición de la palabra y el enajena-
miento del cuerpo que se vive día a día: escribir, dejar un testimonio, una
carta, un texto y en ese acto mismo de escribir, empecinado y consciente,
una violencia legítima y vital que legitima haber sobrevivido, sea cual
fuera el tiempo que se sobrevivió. El modelo que está detrás es toda la
literatura de los campos, de manera sobresaliente Primo Levi y los más
actuales Sebald y Kertész, que trasfunden experiencia y escritura en li-
bros inclasificables, a los que cualquier canon literario les queda chico, y
a los que les valdría madres ser obras de ficción, realistas, verosímiles o
inverosímiles porque el sacudimiento que producen no aguanta ningún
continente. Y si hubiera que definirlos por un rasgo, dejando otros para
un tratamiento más crítico, el que aparecería común a todos es la ausencia
de narcisismo: ni una sola línea para reforzar un yo sufriente, enaltecido
por el dolor, ningún sujeto que aproveche la catástrofe para contar melo-
dramas.

Y finalmente, otra violencia, la de una nueva escritura, de superficie


desgarrada, de intersticios violentamente fecundos, con obras como la de
Diamela Eltit en Chile, Liliana Heer en Argentina, o la obra fundadora en
ese sentido de Osvaldo Lamborghini, entre otros, grandes descuartizado-
res de lo real, trituradores de las formas, desmembradores de la sintaxis,
y, sobre todo, pertinaces en su destrucción de la comodidad del lenguaje.
Y, en el extremo más remoto y más desconocido, el humanismo destructi-
vo y autodestructivo de Jorge Bonino, artista de la no palabra. Rescatado
recientemente en Bonino, actor de mi propia obra, una breve novela biográfi-
ca del escritor Marcelo Casarín, en los años sesenta Bonino fue un artífice
de una lengua que había inventado para monologar en público y sus tex-
tos llegaron a decir más que cualquier violenta obra realista. Su exilio du-
rante la dictadura militar, su reclusión en un manicomio de la provincia
de Córdoba y su largo ostracismo terminaron en suicidio. “La aporía del
lenguaje – dice Germán García desde la contratapa del libro– se resuelve
para Bonino en la encarnación de un oxímoron: la propia obra incluye la
muerte del actor.”
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

122
Perspectivas, Ideas y Problemas - De la responsabilidad de la mirada - Leonor Arfuch

De la
responsabilidad
de la mirada

Leonor Arfuch ¿Por qué la fascinación? Ver


Es Doctora en Letras de la Universidad supone la distancia, la decisión que se-
de Buenos Aires, Profesora Titular e para, el poder de no estar en contacto
Investigadora de la misma Universidad. y de evitar la confusión en el contac-
Trabaja en temas de subjetividad, identi- to. Ver significa, sin embargo, que esa
dad, memoria y narrativa y en el análisis separación se convirtió en encuentro.
de géneros discursivos y mediáticos. Pero ¿qué ocurre cuando lo que se ve,
Ha publicado La interioridad pública aunque sea a distancia, parece tocarnos
(1992), La entrevista, una invención por un contacto asombroso, cuando la
dialógica (1995), Crímenes y pecados. manera de ver es una especie de toque,
De los jóvenes en la crónica policial cuando ver es un contacto a distancia,
(1997), El espacio biográfico. Dilemas de cuando lo que es visto se impone a la
la subjetividad contemporánea (2002). mirada, como si la mirada estuviese to-
Identidades, sujetos y subjetividades mada, tocada, puesta en contacto con la
(Comp. 2002) y numerosos artículos en apariencia?
libros y revistas especializadas, nacio-
nales y extranjeras. Ha sido profesora Maurice Blanchot
invitada de la UNAM (México), la
Universidad de Essex (Inglaterra) y la

E
Academia Británica.
s habitual hablar, en el mar-
co de la globalización, de
nuevas identidades, cam-
biantes subjetividades, experien-
cias inquietantes respecto de la
temporalidad, la localización y la
(des)territorialidad, gran apertura
de horizontes y accesibilidad co-
municativa -información, tenden-
cias, contactos, consumos cultura-
les, viajes, tránsitos- en definitiva,
una especie de “ciudadanía uni-
versal” que supone nuevas formas

123
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

de estar en el mundo. Esta transformación, paulatina y súbita al mismo


tiempo –lentitud de los tiempos psíquicos, afectivos, memoriales y ace-
leración de los tecnológicos-, quizá sólo descriptible como un paisaje de
época en la teoría –su “realidad” es altamente contrastiva, multifacética,
poco ecuánime y a menudo infortunada- también nos pone ante el um-
bral de otras formas de ver y conocer.

La proximidad, la inmediatez, la ubicuidad, el “directo” absoluto


parecen ser los rasgos predominantes de estas formas. Casi inadverti-
damente nos fuimos acostumbrando a tener en la pantalla una sintonía
global, a ser espectadores “en tiempo real”, no sólo de los acontecimien-
tos programados –bodas reales, asunciones, mundiales de fútbol, con-
memoraciones, entierros ilustres- sino también de aquellos inesperados,
temidos, trágicos, cuyo impacto quizá nadie quiso ni pudo imaginar:
catástrofes, accidentes, guerras, atentados, enfrentamientos, desastres
naturales, violencia, represión… La escena cotidiana, ese momento que
quizá compartimos en la mesa familiar, se transformó, subrepticiamen-
te, en una “vidriera” donde circulan, sin solución de continuidad, todos
los conflictos y miserias del mundo.

Y aquí hay una pregunta reiterada: ¿es nuestra época particular-


mente catastrófica o es justamente esa cercanía de la globalización, que
pone todo bajo los ojos? Casi cederíamos a la tentación de decir: las dos
cosas, y quizá no esté del todo mal, pero ante la imposibilidad manifies-
ta de demostración de lo primero, podemos intentar argumentar respec-
to de lo segundo.

Habría, según creo, dos aspectos íntimamente relacionados: uno,


la revolución tecnológica, que ha hecho realidad lo que hasta hace poco
era ciencia-ficción, llevando la comunicación a un rango orbital, casi ili-
mitado: podría decirse que el “ojo de Dios” está en todas partes, desde
la muy londinense Oxford Street, donde invisibles cámaras callejeras
vigilan la infatigable muchedumbre, a la mirada remota, satelital, que
dibuja nuestros mapas meteorológicos, también satelitales. Esa presen-
cia –que parece desdecir la imposibilidad de la presencia que Derrida
teorizara enfáticamente- hace a la visibilidad de un mundo diferente:
miramos y somos mirados con un énfasis que resulta por lo menos inquie-
tante. En esa lógica especular parecería que nada escapa a algún nivel,
aún elemental, de registro: las cámaras personales, que captan por el
más puro azar tanto el embate a las torres gemelas como el desencade-
namiento del tsunami –transformándose de inmediato en imagen global-

124
Perspectivas, Ideas y Problemas - De la responsabilidad de la mirada - Leonor Arfuch

dan cuenta, aun a escala mínima, de esa dispersión.

El segundo aspecto es retórico, estilístico, tiene que ver con los dis-
positivos cambiantes de los géneros discursivos, sus hibridaciones, las
nuevas formas de decir y mostrar. Aquí juegan tanto las tecnologías, que
hacen posibles cosas impensadas –las cámaras digitales a bordo de los
tanques en la guerra de Irak, por ejemplo, postulando una equivalencia
semiótica entre invadir y filmar-, como los “tonos” de la época, donde la
sensibilidad hacia todo lo que sea voz, testimonio, autenticidad, “vida
real” le otorga a estas modalidades, tanto en los medios como en la lite-
ratura, el cine y hasta en las artes visuales, un enorme suplemento de va-
lor –otra vez la presencia. Así, no sólo hay siempre guerras, aun “no con-
vencionales”– mirando apenas hacia atrás, ahí están las todavía ruinas
de la ex–Yugoeslavia, Kosovo, Afganistán…- sino también, de nuevo,
corresponsales de guerra, una figura mitológica hasta hace poco, que ha
vuelto –junto con los cuerpos de la guerra de Irak- justamente para “estar
allí” –entre antropólogo y novelista- y desplegar, con otros instrumentos
y otros acentos, una narrativa épica que parecía olvidada y que resalta
en el fárrago impersonal de la “información”. Y, junto con esa narrativa,
las imágenes, las cruentas imágenes de guerra.

Del mismo modo, frente a otros escenarios menos espectaculares,


violencias y tragedias locales, accidentes, infortunios, sucesos cotidia-
nos que exponen igualmente la fragilidad del vivir, el delgado umbral
que nos separa de la desdicha, la imagen se impone como una disrup-
ción del discurrir, no sólo en pretendida simultaneidad con los hechos
sino, sobre todo, como garantía de su repetición: los infinitos replays que
volverán a hacer vivir –y morir- bajo los ojos. Aquí también el reportero
correrá con el micrófono en la persecución del llanto y de la angustia. La
fotografía, por otra parte, estará siempre allí, en la página gráfica o vir-
tual, con su propio mandato de repetición –y fascinación-, con la tensión
pragmática, compartida por supuesto con la pantalla, entre lo que da a
ver y lo que pide de nuestra mirada.

Son justamente esas formas –esas políticas- de visualización, que


no son otra cosa que las formas de construcción del mundo en que vi-
vimos, las que hacen a una habitualidad aterradora. Una atracción fatal
sobre la imagen que nos toca en cada vida singular, en una cadena de
identificaciones. Y aquí, contrariamente a algunas ideas sobre la “satu-
ración” o el adormecimiento visual que produciría el flujo continuo en
la “era de la imagen”, no creo que, como uno de sus “efectos”, dejemos
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

de ver o de sentir –difícil indiferencia ante la atrocidad, la miseria, la


muerte innatural- sino más bien que cada nueva imagen alimenta un
estado de indefensión, de impotencia, una especie de “inseguridad glo-
bal” cercana al fatalismo, algo así como “lo que (me) tenga que suce-
der, sucederá…”. Estado que también podría verse como correlato de la
“guerra perpetua” o como una vuelta de tuerca sobre el miedo, uno de
los dispositivos de control social.

En su libro Ante el dolor de los demás, y superando su propia pos-


tura anterior sobre el efecto anestésico de la repetición, Susan Sontag
rescataba el valor de la fotografía para dar cuenta de los efectos devas-
tadores de la guerra –entre otros horrores- y despertar genuinamente la
potencialidad moral de un significante a veces desdeñado, la compasión.
Básicamente en acuerdo con esta idea, que conlleva la posibilidad
de la revelación, siempre sorprendente y estremecedora, de las atrocida-
des humanas, y una indignación activa contra ellas, hay sin embargo,
respecto de las formas de esa revelación –y en particular en los medios
audiovisuales-, un dilema: qué mostrar, cómo, cuándo y, muy especial-
mente, cuánto.

Esta detención sobre las formas no es caprichosa. Como en todo


relato, la puesta en forma es puesta en sentido y la imagen –su selección,
su temporización, su sintaxis- teje una trama, es esencialmente narra-
tiva. Lo que le falte estará dado justamente por la contextualización, la
explicación, la argumentación, lo que le sobre –en cuanto a su impacto
traumático- requerirá precisamente de la contención. Es allí donde la es-
cena global –y local- de la información, de la noticia, de la “construcción
del acontecimiento” pierde todo cauce, se desboca, es presa de una iner-
cia maquínica, más allá de la manipulación –en su acepción ideológica
o semiótica- y de las manos que efectivamente pulsan los teclados elec-
trónicos de quinta generación. El “ritornello” deleuziano parece operar
entonces en la repetición maníaca que torna al Origen, al momento ini-
ciático de la primera vez: así los aviones sobre las torres hasta la exaspe-
ración, las gentes arrojándose en el aire en giros imposibles, los chicos
asfixiándose sobre la vereda de Cromañón una y otra vez ante nuestros
ojos despavoridos –y los de sus padres-, la imagen desgarradora de Da-
río Santillán agonizante ante sus verdugos, de nuevo, hoy, cuando se
abre el juicio oral.

Hace poco, en la cadena de noticias española, una delegada de los


familiares de las víctimas del 11 de marzo se presentaba ante una comi-

126
Perspectivas, Ideas y Problemas - De la responsabilidad de la mirada - Leonor Arfuch

sión legislativa para pedir por favor, en nombre de los suyos, que los
medios dejaran de utilizar una y otra vez esas imágenes atroces –fuera
de toda imaginación-, con fines políticos, de rating, de amarillismo y
aún, con las mejores intenciones, como ejercicio de memoria. Que tu-
vieran, justamente, mesura y respeto, que cada repetición reabría las
heridas y veían morir a sus deudos una y otra vez.

No es cuestión por cierto de darle a este punto sensible la forma


hamletiana del “ver o no ver” ni de postular mecanismos de censura
previa. Se trata justamente de hacer- ver –en el caso de los piqueteros
asesinados por la espalda la imagen fue una prueba única, irrefutable- y
también de su contrario, no hacer-ver. Límite impreciso de la visibilidad,
de la aparición, que es tanto retórico como ético y político y que, como to-
dos los límites, depende de la decisión, nunca está trazado de antemano
ni vale para toda circunstancia.

Quizá, esa demanda de mesura y respeto señale también, sin pro-


ponérselo, la distancia insalvable de la representación, el carácter eva-
sivo del acontecimiento, por definición irrepetible. Y aún, la diferencia
entre el querer ver –el gesto voluntario por el cual siempre se puede re-
tornar a la fotografía, el film, la palabra- y la imposición mediática, cuyo
manejo es unilateral –nunca podremos, como en el “derecho de mirada”
que proponía Derrida, ir a pedir que nos muestren lo que no mostraron y
quizá deberían haberlo hecho, el revés de la trama, lo encubierto, lo que
quedó fuera de la aparición, la des-aparición.

Esta problemática también atañe a la cuestión de la memoria. Por-


que, pasado el momento de la “efectuación”, la imagen guarda su vigen-
cia como archivo, registro, prueba, testigo, documento. También allí se
juega la duplicidad que conlleva la visualización, su impacto doloroso
de remoción –quizá sobre el vacío de lo trágico que nada podrá colmar-
y su potencia virtual de actualizar súbitamente un tiempo, alentar la
rememoración –y quizá también la discusión, que es una de las formas
más firmes del no-olvido.

En la escena sensible de nuestra actualidad, en la dinámica per-


versa que asume muchas veces la mostración de nuestras reiteradas ca-
tástrofes locales, escena poblada además de otras imágenes que no dan
descanso, de un ayer todavía hoy –álbum de familia de padres, hijos,
nietos, para siempre incompleto-, y de muertes más recientes sin razón
y sin justicia, vale la pena detenerse a pensar estas cuestiones, también
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

desde el lado de la recepción. Preguntarse si el ver, puede tener alguna


relación con el saber y el hacer, no solamente como indignación o com-
pasión sino también como responsabilidad, como respuesta ética a lo que
quizá nos “pidan” esas imágenes, aún en el exceso traumático de su
repetición.

128
Perspectivas, Ideas y Problemas - Cita

Cita*

“ Él- La pera estaba ya madura...Pero usted no me escucha...¿En qué está pen-


sando?

Yo- Escucho la desigualdad del tono de su voz, ya alto, ya bajo.

Él-¿Acaso el tono de un hombre vicioso puede ser uno solo? Pues bien: llega una
noche a casa de su amigo, con aspecto confundido, voz entrecortada, pálido como
la muerte y temblando en todos sus miembros. “-¿Qué tiene? –Estamos perdidos.
-¿Perdidos? ¿Porqué? –Le digo que sin remedio. –Explíquese... –Un momento,
que se me pase el susto. –Vamos, cálmese”, le dijo el judío, en vez de decirle: “Sos
un pillo rematado; sé lo que vas a contarme. Un pillo que está representando la
comedia del terror.”

Yo- ¿Por qué debía decir eso?

Él- Porque era un falso y se había excedido en la medida. Esto, para mi, es claro;
pero no me interrumpa. “-¡Estamos perdidos, perdidos sin remedio!” ¿No advier-
te lo artificioso de ese “perdidos” que él repite? “-Un traidor nos ha denunciado a
la Santa Inquisición, a usted como judío y a mi como renegado, infame renegado.”
Vea como el traidor no enrojeció por emplear las expresiones más odiosas. Hace
falta más valor del que se piensa para llamarse por su propio nombre. Usted no
sabe lo que cuesta llegar a eso.”

* DIDEROT, Denis: “El sobrino de Rameau” Buenos Aires, Ed Centri Editor de América Latina
, 1982. pp. 76

129
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

130
Perspectivas, Ideas y Problemas - La Memoria encarnada. Entrevista a Héctor Schmucler - Pilar Ordoñez

La Memoria encarnada
Entrevista a Héctor Schmucler

Héctor Schmucler (1931-2018) Profesor Emérito de la Universidad Nacional de


Córdoba. Se desempeñó como Director del Programa de la Memoria en el Centro de
Estudios Avanzados (UNC).

Por Pilar Ordóñez

Comenzamos este encuentro con la mención a una carta suya que está
próxima a publicarse, donde alude a la última dictadura militar en la
Argentina ¿Existe una relación entre el trabajo de la Memoria colectiva
y el traumatismo?

Buena parte de la historia de la modernidad ha transcurrido a través


de las cartas, ya casi no se escriben cartas, inclusive la máquina desalienta
al género, la misma máquina condiciona el uso de códigos, abreviaturas
en la escritura y da la ilusión de una respuesta inmediata.
La Memoria, pensada como Memoria colectiva, no necesariamente
está ligada al trauma. Los estudios sobre la memoria se remontan a los de-
sarrollos de Hallbwachs, quien fuera discípulo de Durkheim. Encuentran
su auge después de la Segunda guerra, veinte años después. A veces se tras-
ladan, para el análisis de la situación nacional, elaboraciones que vienen
de Europa. En realidad el gran cataclismo en Europa es la Primera guerra
mundial, porque ahí se desbarranca la expectativa del progreso que se la-
braba desde el Siglo XIX, esa especie de euforia por el porvenir. Le sigue ese
período de entre guerras, ese largo período de incertidumbre, pesimismo,
de pregunta, casi de espanto y el pensamiento de la época lo refleja. Pero,
curiosamente, todavía no se hablaba de lo traumático en sentido social; es
después de la Segunda guerra que se habla del trauma, el trauma es una
categoría que pertenece a la memoria de la Segunda guerra

131
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

El trauma, si es que pudiera comparárselo, está en relación al pecado


y eso se recoge de los relatos míticos; por ejemplo la expulsión del hom-
bre del paraíso, caer en pecado es el trauma. La Shoá se puede entender
como una irrupción del mal absoluto, sin precedentes. De hecho tuvo que
esperar la modernidad para hacerse imaginable; con el asesinato sistemá-
ticamente planificado e industrialmente ejecutado, no se castiga a nadie
y el mal se vuelve un asunto técnico La eficacia para la administración de
la muerte empaña para siempre esta palabra que se ha transformado en
el emblema de la sociedad contemporánea. Que esto trauma al pueblo
judío, al mundo, eso es más controvertido, ya que podría tomarse por
caso el Estado Alemán. En mi opinión el Estado alemán se ha inventado
un trauma y por eso en la actualidad dedica tanto esfuerzo en demostrar
que no es antisemita y que es antinazi.

Pero volviendo a la Shoá, es mi hipótesis que no sólo no tiene ante-


cedentes, sino que no tiene solución, es decir no hay recuperación, es una
marca. Una cicatriz ya no duele, pero está para ahí para hacernos saber
que algo ocurrió.
De eso también hablo en la carta, de las cicatrices, creo que uno
aprende a vivir con las cicatrices. Una cicatriz es una memoria, sin dolor y
sin jactancias. Digo esto por un cierto uso que se hace “Miren, miren tengo
muertos, además tengo heridas acá, soy un héroe” No, la marca es invo-
luntaria, es un vivir, uno no se puede jactar de vivir. Uno no es más que
un aprovechador de la vida que se le ha dado. En este sentido se puede
pensar que la cirugía estética, quizás, sea una forma del olvido. La cirugía
estética borra la marca no sólo del tiempo, sino también la marca de esa
borradura, no queda cicatriz.
El paradigma del trauma en la Argentina es, así es tomado por mu-
chos estudios sobre el tema, la última dictadura militar. Quizás sea así, yo
no estoy tan seguro. Estamos tomando la perspectiva de la memoria co-
lectiva, entonces no creo que todos quedaran marcados; y siempre está la
cuestión del trauma original ¿dónde se podría ubicar el corte que marcara
el inicio? Considero que hace falta una reflexión que no banalice tanto.

¿ “No todos marcados” es una hipótesis que Usted opone a la hipótesis


traumática?

Para muchos estudios sobre la Argentina el acto de la dictadura mi-


litar aparece como la situación traumática que condiciona la Memoria y
permanece como una situación irresuelta, ésta es una mirada. Yo creo que

132
Perspectivas, Ideas y Problemas - La Memoria encarnada. Entrevista a Héctor Schmucler - Pilar Ordoñez

a eso hay que hacerle algunas acotaciones, sino se produce una generali-
zación en la que se incluye al conjunto de los habitantes, lo que se llama
la sociedad argentina. Hay hechos violentos que afectan de manera des-
igual, diferenciadamente, y esto habría que demostrarlo ya que no es tan
evidente. Salvo que uno, a partir de la hipótesis traumática, lea todos los
fenómenos que ocurren para justificarla, mecanismo frecuente de la ope-
ración ideológica, es decir naturalizante de los fenómenos, o de quienes
toman una posición explicativa, donde se hacen calzar todos los elemen-
tos. Desde otra perspectiva es discutible.
Habría que demostrarlo pero pienso en lo siguiente; ¿cómo recibió
la sociedad argentina el golpe militar? ¿cómo algo no querido y que se
le impone, ajeno a su propia expectativa? Porque ahí me pregunto si lo
traumático no requiere de un elemento no esperado, de la sorpresa. La
violencia traumática no se produce sobre algo deseado, consentido. Des-
de un planteo histórico político, el 23 de marzo de 1976, la sociedad no
sólo sabía sino que esperaba el golpe militar. Esto está en los documentos,
nadie se opuso, diríamos que no obtuvo un apoyo generalizado en sen-
tido explícito, pero sí un beneplácito generalizado. Había una sociedad
envuelta en un desorden, no comprometida en ningún proyecto político
claro del estado, el proyecto revolucionario tampoco estaba definido y la
sociedad consiente frente a lo terrible de la vida cotidiana. Por el lado de
las fuerzas involucradas en la violencia, como voluntad de lucha por un
proyecto revolucionario, tampoco estaban en contra del golpe. Remítase
a los documentos, están las revistas de las fuerzas guerrilleras, lo encon-
trará más explícitamente en Montoneros que en el E.R.P.1 Se esperaba el
golpe para aclarar quién era el enemigo, todo estaba confundido, Isabel2
todavía era Perón. El golpe, se creyó iba a poner en claro todo, el pueblo,
por una especie de magia, podría visualizar al enemigo y ahí sí, el enfren-
tamiento se haría claro y definitivo. Para seguir con la figura, el 23 de mar-
zo nadie se oponía al golpe, tampoco se sabía cómo iba a ser la represión
y por eso el 24 el país respiró tranquilo.
Lo traumático no tiene que ver con los análisis sesudos de los ana-
listas políticos, ni con los que quieren defender una concepción de la his-

1 “Montoneros” y el Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P) fueron dos


organizaciones armadas de izquierda que tuvieron protagonismo en la década del ’70
en la Argentina. Montoneros tenía una filiación al movimiento peronista, el E.R.P. era el
brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (P.R.T.).
2 Se refiere a Isabel Martínez de Perón, presidente de la Argentina desde la muerte de
Juan Domingo Perón (el 1-07-1974) hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976.

133
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

toria y del mundo, lo traumático se produce en una vivencia encarnada,


no en la idea.
Creo que hubo un hecho traumático, no autónomo pero tampoco
necesario y es la represión, la forma de la represión. Si se hubieran enjui-
ciado a los guerrilleros les hubiera resultado muy difícil matar a miles.
Por eso optan por el método de la clandestinidad. El nazismo y el comu-
nismo soviético son excepciones, efectivamente asumen como un proyec-
to de estado, tampoco lo hacen público, matar a miles, millones.
Los muertos en Argentina, en acciones bélicas, son aceptados como
parte de la guerra
Hay otra figura, la del desaparecido, figura de lo siniestro de lo no
esperado y lo monstruoso. Esta figura de la desaparición, lo clandesti-
no, marca la magnitud de lo criminal. Era una categoría teóricamente no
necesaria. El aparato represor la plantea como necesaria y la va confir-
mando, aberrantemente, en la medida que el método se vuelve exitoso,
efectivo. Estamos en medio del espanto de lo que estoy diciendo, en 1978
estaba liquidada prácticamente, eficazmente, toda la fuerza guerrillera.
Con la misma perversidad de pensamiento razonaron los norteamerica-
nos cuando tiran la bomba en Hiroshima: en veinte segundos matamos
cien mil, pero ahorramos dos años de guerra!.
Hay un dato traumático que se centra en los desaparecidos. ¿Para
quién? Hay círculos, el primero es el de los familiares, están los militantes
y también los que se conduelen, pero no es para todos igual, ni tendría
porqué serlo.
Estamos frente a un crimen ontológico, así lo llama Steiner, no un
crimen de estado. La desaparición es la negación del ser, negándole la
muerte. Steiner hablando de Antígona dice: el estado tenía razón pero a
Antígona no le importaba, quería enterrar a su muerto.
Morir o matar en batalla es injusto en un sentido absoluto, uno pue-
de decir qué injusta y aberrante es la guerra. Sin embargo, los muertos
en combate pueden ser exaltados, celebrados como héroes, en cambio la
negación de la muerte tiene otro estatuto.

En su Carta menciona que encontró “verdades más intensas que las cla-
sificaciones estereotipadas, esas que nos permiten juzgar sin riesgo y
reposar como víctimas en las páginas de la historia” Parece dejar del
lado de la historia el orden de los héroes, las victimas, los traidores; y
del lado de la Memoria las responsabilidades.¿Qué relación hay entre
la Memoria y la Historia?

134
Perspectivas, Ideas y Problemas - La Memoria encarnada. Entrevista a Héctor Schmucler - Pilar Ordoñez

La Historia busca la verdad, la Memoria no. Pero voy a tomar un


desvío para contestar.
Hay una consigna frecuentísima, “Hay que recordar, no permita-
mos el olvido”. Pero ¿el olvido de qué, si hay distintas memorias? Esta
consigna supone que todos van a recordar de la misma manera y siempre
son memorias parciales las que recorren la sociedad, se presupone que lo
que se recuerda, lo que se piensa es la más absoluta verdad, demostrable e
indiscutible. Se vuelve entonces una memoria instrumental. La memoria
¿para qué?. Muchos movimientos de Derechos Humanos dicen recordar
para hacer justicia, piensa que se va a condenar lo mismo que condenan
en su memoria, eso no es tan seguro. La memoria también es usada para
que no se vuelva a repetir. El slogan más universal es “Nunca más”, que
recorre desde el juicio de Nuremberg hasta el juicio a la Junta en Argenti-
na. Ignorando dos cosas, una que la historia nunca se repite igual, y que
todas las cosas se repiten. Esto es un tema, si no es para que no se repita,
entonces la Memoria ¿para qué? Si tuviera que responder diría para ser,
tener una identidad un reconocimiento de sí mismo.

Es decir que la memoria no es rememoración, es una forma de cons-


truir identidades y modos de vida. ¿Qué relación hay entre memoria y
tradición?

Así es, la rememoración es sin consecuencias. La grabación de esta


entrevista es una memoria no encarnada, podría decirse una rememora-
ción, pero no tiene más valor que ese. La memoria tiene que poder marcar
el cuerpo.
Considero que el pueblo judío es el pueblo de la memoria, esto se
ve en sus celebraciones, hay una dedicada a recordar que fueron esclavos
y que Dios los liberó de la esclavitud. Están después las interpretaciones
más hacia la derecha o a la izquierda: Fuimos esclavos, él nos libero y por
eso estamos ahora celebrando; también porque fuimos esclavos y es lo
que no vamos a permitir que suceda otra vez.
La memoria es la tradición y la tradición no es sin la transmisión.
Hay una pequeña historia que se sitúa en el 70, con la ruptura del se-
gundo templo. Un rabín muy sabio solicita un permiso para construir en
Palestina un edificio, la Jabeh. Este edificio tiene como finalidad conservar
los escritos, la Torá, los rollos, pero no como una palabra muerta, sino
como un espacio de discusión. Eso también caracteriza al pueblo judío,
las discusiones sobre los textos, la interpretación, un texto como una pre-
gunta de la que extraen otra pregunta.

135
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Hay muchos chistes sobre esta cuestión que señalan cómo un judío
siempre responde a una pregunta con otra pregunta. Freud toma la idea
de la Jabeh en una conferencia, que no la dicta porque ya está enfermo.
Allí él menciona que la transmisión del psicoanálisis debe tomar la forma
de la Jabeh.
Hay un mandato bíblico que dice “¡Recuerda!”. Otro mandato dice
“¡Vive!”, en el sentido más primordial de la subsistencia, primero, antes
que nada “¡Vive!”. En ese sentido puede pensarse el “no matarás” que
provoca la escritura de la carta. Lo que no se debe olvidar es algo del
orden de la promesa, la esperanza, que no es otra cosa que vivir en un
mundo donde el otro pueda existir en su otredad. Esta es una perspectiva
ética que se anuda a la memoria.

Frente a los ataques terroristas y las catástrofes hay una idea, que suele
ponerse en práctica a través de organismos del estado, y llama a los
psicólogos y psicoanalistas a la “trinchera”, para desarmar o minimizar
el recuerdo traumático. Incluso hay medicamentos que intentan borrar
estos recuerdos ¿cómo entiende estas cuestiones de la época?

En total consonancia con lo que hablamos al principio, en relación al


uso de las cartas, la memoria siempre exigió la duración, la persistencia,
la idea de velocidad le es ajena, la forma de comunicación actual remite
a lo efímero, lo instantáneo y pasajero. Un amigo me manda un mail y
después me llama y me dice ¿no lo recibiste?. Sí, lo recibí, pero me tomo
mi tiempo para contestarlo. Para que la memoria se adapte a la noción de
comunicación sin tiempo, tuvo que excluirse de los cuerpos y alojarse en
la abstracción de las señales electrónicas. La llamada inteligencia artifi-
cial, volcada a reproducir y perfeccionar la inteligencia humana continúa,
proviene, de un antiguo recorrido que identifica al hombre con la máqui-
na. La memoria así se vuelve un repertorio idiota de datos. Bill Gates, el
hombre más optimista y a la vez el más rico del planeta, es un ejemplo pa-
ródico del porvenir; una comunicación sin materialidad y una memoria
desencarnada al servicio de un ideal, el mercado. La memoria, entendida
así, desecha el espesor del pasado y la comunicación pierde el sentido de
comunión, que exige la amorosa presencia del otro.

Usted dice “No puedo leer nada sino a través de mi vida”; en el prólo-
go a su libro “Memorias de la comunicación” menciona que es desde
la experiencia personal que percibe la historia. Al comienzo de su car-

136
Perspectivas, Ideas y Problemas - La Memoria encarnada. Entrevista a Héctor Schmucler - Pilar Ordoñez

ta, también sostiene que las biografías importan como documentos del
pensamiento. ¿cómo se anuda la biografía y la memoria colectiva?

La memoria colectiva no existe como una entelequia, se encarna en


biografías. La memoria colectiva curiosamente es individual, no hay co-
lectivo, como no hay sociedad, son sustantivos metafísicos. La memoria
no es una nube que se posa en un grupo, cada individuo de ese grupo
constituye a esa memoria, y la memoria hace al grupo, en tanto que encar-
nada. Pasa por las biografías.

Por último, este número de la revista está orientado por tres significan-
tes, enfermedad, política y época. En su carta menciona el problema
político como reducido a una cuestión numérica, quizás quiera agregar
algo. Por otro lado, a lo largo de esta entrevista mencionó varias veces,
al margen, que usted no era experto. ¿Cómo piensa la cuestión del no
experto?

Política y época, habría que pensarlas no en abstracto, sino la políti-


ca en esta época. Nuestra época es la de la creciente mercantilización, en
un sentido más fuerte se puede decir de cosificación y la política es una
manifestación más de lo que es la sociedad en su conjunto. Vivimos en un
tiempo en que el hacer política parece requerir de especialistas similares,
sino idénticos, a los que operan en el mercado. La política se ha transfor-
mado en un artificio calculado, este tema me apasiona, pero requeriría de
otros desarrollos.
A uno no le va bien por no ser experto, no es algo de lo que me
enorgullezca. Hoy todos son expertos, no es que sepan. No ser experto es
salirse del mundo actual. ¿Qué es un experto?, alguien que resuelve pro-
blemas, no tiene que ver con el saber. El mundo actual plantea problemas
y busca no ya el saber sino, una técnica, un experto que permita consoli-
dar un modelo de sociedad tal como está.
El experto no piensa en la totalidad, sino en el pedacito que le com-
pete, lo cual presupone que ese pedacito es parte de algo mayor, pero
eso no entra en el análisis del experto, a quien no le interesa saber de la
totalidad que legitima. El experto usa instrumentos y él mismo es un ins-
trumento de un saber que le es ajeno. Este es el proceso de cosificación,
de alienación, es decir la enajenación, largamente estudiado por el pensa-
miento filosófico

137
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

138
Enfermedad y época

139
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

140
Enfermedad y época - El síntoma, ¿problema o cuestión? - Eugenio Díaz

El síntoma,
¿problema
o cuestión?1

L
Eugenio Díaz as distintas elaboraciones,
Es psicoanalista en Barcelona, España. usos y reformulaciones que
Miembro de la Escuela Lacaniana de sobre el síntoma encontra-
Psicoanálisis (ELP). mos en Freud y en Lacan, no hacen
Miembro de la Asociación Mundial de sino reafirmar el lugar central que
Psicoanálisis (AMP). éste ocupa para el psicoanálisis.
Lo vemos en Freud, en la
época del optimismo terapéutico
donde hacer hablar al síntoma le
sirvió como punto de capitón para
el descubrimiento del inconsciente.
Se aprecia también en la incidencia
que tuvo en la definición de neu-
rosis de transferencia, o en su ver-
tiente de obstáculo, que conllevó el
develamiento de una nueva psico-
patología de la vida cotidiana. Y no
menos, como satisfacción sustituti-
va de la pulsión.
En Lacan también es central:
como una verdad a reconocer con
una estructura similar a la del len-
guaje; como una modalidad de goce
del fantasma; con el sínthome con el
que inicia una nueva perspectiva
clínica; como real, única referencia
clínica en su última enseñanza; o en

1 Trabajo presentado en las Jornadas ELP


– SLP “Políticas del síntoma, en la clínica
psicoanalítica, en la ciencia y en el arte”,
Bilbao, Diciembre de 2004

141
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

su destino de identificación al final del análisis.


Así, podemos decir que lo que no varía del síntoma para el psicoa-
nálisis es la confianza que tiene en él.1 Confianza, que es trascendental
en su política (la del psicoanálisis) y que puede ser precisada en cuatro
puntos:
En relación al sujeto. El síntoma es lo que no va cómo deben ser las
cosas, es lo que hace que los sujetos no lleguen a estar totalmente acomo-
dados a las disposiciones uniformizantes del discurso del amo. Así, como
barrera a la homogeneización propuesta el sujeto depende de él para su
existencia.
En la terapéutica. Es fundamental considerar que el síntoma ade-
más de lo que no va, es un modo de domesticación del goce, un tratamien-
to de lo real2 y que por tanto, incluye una ética.
En cuanto a lo real. Lo real, dice Lacan, no es el discurso del amo.3
Es lo que hace que las cosas no anden bien, lo que vuelve siempre al mis-
mo lugar. En este sentido el síntoma en tanto repetición, viene de lo real y
hace que la existencia de uno y otro estén vinculadas.
En el porvenir del psicoanálisis. Si el psicoanálisis se olvida de la
orientación por el síntoma como verdad del sujeto que se muestra en lo
real del goce, se alinea con la negación de la ciencia ante la imposible
realización del programa de la felicidad, con efectos de desaparición en el
magma de las psicoterapias.

El síntoma para la ciencia y las clínicas contemporáneas

De otro orden es lo que ocurre en la ciencia, en las clínicas derivadas


de ella y que se proponen para el tratamiento de los nuevos síntomas, y en
las prácticas que las justifican -como las toxicomanías. Aquí lo invariable
es la desconfianza en el síntoma.
En la aspiración científica –que no es otra cosa que las máquinas
sean las que rijan el mundo-, lo que cuenta es la contabilización de res-
puestas y la promoción de un Otro del sentido común cuya oferta, realiza-
da en nombre del bien, es la reducción del síntoma. Imperativo que tiene
como consecuencia lógica, la prescripción del psicotrópico adecuado que
haga callar al sujeto. Un uso del medicamento que es segregador y de
“enseñanzas clínicas decepcionantes”.4
El síntoma es considerado en las clínicas que así se orientan, como
una disfunción del organismo, algo molesto, un problema al que dar so-
lución.
Solución que pasa por situar al sujeto como amo en lugar de como

142
Enfermedad y época - El síntoma, ¿problema o cuestión? - Eugenio Díaz

sujeto dividido y que se sustenta en la máxima actual, “si quieres todo es


posible”,”tienes derecho a gozar y a decirlo todo”. Un “todo es posible”
en apariencia liberador, pero que no es más que otro intento de sutura de
la falta en ser, con efectos en los sujetos de angustia, violencia y malvivir.
Es esta misma orientación la que siguen las modernas prácticas de
goce. Ellas se presentan como un síntoma salvaje. Un síntoma que no se
dialectiza, y que es incorporado por el sujeto como su carácter y por tanto,
situado como un “no pienso luego soy”, es decir del lado alienación.
Así lo escuchamos en las palabras de un joven toxicómano, que des-
pués de un pasaje al acto dice querer vivir con el placer paradójico del
tóxico, puesto que, “soy así” dirá. Y añade: “sea lo que sea elijo siempre lo
mejor para mí”. Palabras que evocan el “yo gosoy” de Lacan en La Terce-
ra,5 o esas otras sobre la felicidad del sujeto.
Sin embargo, esta falta de dialéctica no es lo novedoso de los sínto-
mas modernos, puesto que “el síntoma no ha pedido nunca interpreta-
ción”.6
Freud ya lo señaló al distinguir neurosis actuales y psiconeurosis.
Los síntomas de las primeras parecen no poder descomponerse analíti-
camente,7 escapan a toda simbolización, se sufren pasivamente y además
tienen una gran semejanza con los estados patológicos generados por la
influencia de materias tóxicas.8
Lo verdaderamente novedoso en esta radical conexión al goce es
que produce la ilusión insistente, de que hay un objeto capaz de acabar
con lo imposible de la relación sexual, de que no es necesario pasar por el
Otro. Razón por la cual estas prácticas dificultan la experiencia analítica,9
que lejos de pretender suturar la falta busca hacerla fecunda.
Entonces, ¿por qué llamar síntomas a prácticas que pretenden bo-
rrar los efectos de verdad y creación que conlleva el síntoma?
Encontramos en la última enseñanza de Lacan una definición de
síntoma que nos orienta.
Al situar como axioma fundamental la falta de proporción sexual,
Lacan propone definir el síntoma como una suplencia de esta falta y por
tanto generalizarlo a cualquier cosa, por ejemplo a los gadgtes que propor-
ciona la ciencia, entre otros los tóxicos. Añadiendo que es importante que
los gadgets sigan siendo síntomas, puesto que estos no consiguen eliminar
la falta.10
Propongo escribir entonces, la operación que impulsa la ciencia, sus
clínicas y las prácticas mencionadas, con el matema: S (A). Que indica que
lo que intentan es evitar la división del sujeto y del Otro, convirtiendo a
éste en un producto de objetivación. Y definitivamente acabar con el sín-
toma y así con la posibilidad de vínculo social.

143
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

El síntoma, una cuestión clínica

El psicoanálisis sin embargo no trata el síntoma como un problema,


sino como una cuestión. Cuestión clínica que consiste en cómo promover
la sustitución del goce autístico en él incluido, por un efecto de significa-
ción en el que la división tenga cabida.
Una doble operación se requiere en este abordaje del síntoma.
Primero, un tiempo preliminar donde en el lugar del síntoma salva-
je se incluya un Otro, imprescindible para que el síntoma deje de bastarse.
Ahora bien, esta modalidad de inclusión no puede hacerse por la vía del
sentido, ha de hacerse por la del equívoco, pues sino se corre el riesgo de
un nuevo cierre con reiterados acting-out y pasajes al acto.
Se trata de la inclusión de un Otro dispuesto a aludir que en la re-
petición hay la presencia de algo a entender. O como dice J.-A. Miller “se
trata de hacerse agente de una mutación de sentido que pueda incidir en
lo real que el sujeto ignora”, para lo que hace falta la experiencia de la
enunciación, “del tono, la voz, el gesto o la mirada”.11
Esta orientación clínica, que desea ser aplicada al síntoma, se aleja
del “hablando todo se cura”, ya que la palabra en análisis no está del lado
de la comunicación, ni de la completud, sino de la falta en ser. El análisis
es una experiencia de la falta en ser.
Así, recorriendo los desfiladeros abiertos con nuevos sentidos, se
tratará en un segundo tiempo, de ir hacia el sin-sentido del síntoma, va-
ciando el lugar del Otro, que castrado y desubjetivado produce una pér-
dida de consistencia que, como nos recuerda Vilma Coccoz, tiene efectos
de creación.12
Entendida de esta manera, la política del psicoanálisis se orienta en
promover un sujeto responsable de sus elecciones, que quiera saber sobre
las condiciones de su propio goce yendo hasta el fondo para hacer fecun-
do lo incurable del síntoma.
El psicoanálisis lejos de pretender eliminar el síntoma, trata de des-
velarlo, de hacerlo practicable,13 pues es con él, con el que el sujeto hace
su vida y su destino.

Notas:

1. G. Brodsky, “El psicoanálisis como síntoma”, en El síntoma charlatán, textos reunidos por
la Fundación del Campo Freudiano, Paidós CF, Barcelona, 1998, p.17.
2. J. Lacan, “La tercera”, Intervenciones y Textos 2, Manantial, Bs. As., 1988, p.81.
3. E. Laurent, “Uso y goce del síntoma”, Diversidad del síntoma, publicación de la EOL, Bs.

144
Enfermedad y época - El síntoma, ¿problema o cuestión? - Eugenio Díaz

As., 1996, p. 139.


4. E. Laurent, “¿Cómo tragarse la píldora?”, en Ciudades analíticas, Tres Haches, Bs. As.,
2004.
5. E. Laurent, “Uso y goce del síntoma”, op. cit.
6. M. Bassols, texto aparecido en la página Web de las III Jornadas de la ELP y la SLP, “Po-
líticas del síntoma”, 2004.
7. S. Freud, “Contribuciones a un debate sobre el onanismo”, O.C., Vol. XII, Amorrortu, Bs.
As., 1989, p. 253-54.
8. S. Freud, “XXIV Conferencia de introducción al psicoanálisis”, O.C., Vol. XVI, Amorror-
tu Ed., Bs. As., 1989, pp.351-356.
9. E. Díaz, H. Dobry y otros. “Suposición de saber en la clínica de las adicciones”, Cuader-
nos de Psicoanálisis 25, “Síntoma y lazo social”, revista del ICF en España, Bilbao, 2001, p.83.
10. J. Lacan, Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, Barcelona, 1977.
11. J.-A. Miller, La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2003, p.135-
136.
12. V. Cocoz, “Acerca de la política”, texto publicado en la página Web de las III Jornadas
de la ELP y la SLP, “Políticas del síntoma”.
13. X. Esqué, “El síntoma al final del análisis se hace practicable”, en Freudiana 39, Paidós,
Barcelona, 2004.

145
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

146
El Pase

147
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

“Una pregunta siempre vigente será: ¿por qué la experiencia de


un psicoanálisis, que es una experiencia íntima, de lo que se puede
decir a uno solo, puede pasar a ser transmitida a todos?, ¿cuáles
son los resortes de ese pasaje? Es la invención de J. Lacan del dis-
positivo del pase, lo que la Escuela oferta a todo aquel que quie-
ra transmitir, poniendo a disposición de ella, el modo en que su
transformación subjetiva lo llevó, del sufrimiento inicial a volverse
psicoanalista. Cuando esto ocurre, y es verificado por la Escuela a
través del dispositivo que lo prueba, la Escuela otorga el título de
Analista de la Escuela (A.E.). Lo hace a aquel que ha dado las prue-
bas necesarias y suficientes de que aquella transformación pudo
demostrarse a partir de los resultados de una experiencia psicoa-
nalítica. Otro tiempo se abre, a partir de allí, para quien alcanzó
ese título. Es el tiempo de ofrecer a la comunidad el testimonio de
cómo esos resultados, esos efectos de saber y de deseo, que extrajo
de su análisis personal, trabajan en el analista mismo, en el interior
mismo de su posición de sujeto. El texto que entonces se escribe a
partir de allí, demuestra cada vez aquélla transformación.” Gabrie-
la Dargenton, Prólogo del libro La experiencia del psicoanálisis, Serie
Testimonios y Conferencias, Colección Orientación Lacaniana

148
El pase - Transiciones sobre la zona del pase - Vicente Palomera

Transiciones
sobre la zona
del pase1

E
Vicente Palomera n los testimonios que escu-
Es psicoanalista en Barcelona, España. chamos en los carteles del
Analista Miembro (AME) de la Escuela pase, vemos cómo invaria-
Lacaniana de Psicoanálisis (ELP). blemente, se confrontan dos requi-
Miembro de la Asociación Mundial de sitos que se encuentran siempre en
Psicoanálisis (AMP). tensión. Por un lado, la certeza, el
Analista de la Escuela (AE) 1999-2002. de un final que libra una certeza,
que no se confunde con su enuncia-
ción; y, de otro lado, el no malen-
tender las formas de lo imposible.
Esto último, lo encontramos muy
pronto en Lacan, cuando escribe
que “el psicoanálisis puede acompañar
al paciente hasta el límite extático del
“Tú eres esto”, donde se le revela la
cifra de su destino mortal…” (1).
Esta bella expresión que ha-
bla de conducir al sujeto hasta el
límite ex –tático del “tú eres…”, in-
dica el ser de goce que no tiene sig-
nificante y dice también aquello en
lo que Lacan siempre insistirá: que
la certeza obtenida al final no es la
certeza de una fijación a un “esto”,
fijación a un “Tú eres esto”.
De un modo parecido, esto es
lo que volvemos a encontrar al final
de “Función y campo de la palabra y

1 Debo a M. Fernández Blanco la


observación de J.-A. Miller según la cual el
pase es una zona que hay que recorrer .

149
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

del lenguaje en psicoanálisis” (1953), cuando Lacan nos remite al curioso


diálogo donde Prajapati, dios del trueno, responde con tres “Da”. Recor-
démoslo:
-“Da, dijo Prajapâti, el dios del trueno. ¿Me habeis entendido? Y
los Devas contestaron: “Nos ha dicho: Damyata, domaos” –con lo cual el
texto sagrado quiere decir que los poderes de arriba se someten a la ley
de la palabra.
-“Da, dijo Prajapâti, el dios del trueno. ¿Me habeis entendido? Y los
hombres respondieron: “Nos has dicho: Datta, dad” –con ello el texto sa-
grado quiere decir que los hombres se reconocen por el don de la palabra.
-“Da, dijo Prajapâti, el dios del trueno. ¿Me habeis entendido? Y los
Asuras respondieron: “Nos has dicho: Dayadhvam, haced merced” –el
texto sagrado quiere decir que los poderes de abajo resuenan en la invo-
cación de la palabra.
Esto es lo que la voz divina hace oir en el trueno: sumisión, don,
merced”.
Pero ¿qué significa todo este diálogo? Significa justamente que Pra-
japâti al final deja un interrogante por acabar, una significación por com-
pletar.
Señalo esto, porque la certeza del final del análisis, es correlativa al
aislamiento de los diversos “da” que permanecerán enigmáticos (2). Estos
significantes-amo seguirán siendo semblantes preci(o)sos para el sujeto.
Así pues, atravesado el fantasma, alcanzamos esa zona en la que
esas significaciones que ya no quedan fijadas por el fantasma pueden ser
remitidas al estatuto de enigma que tiene todo significante primordial
separado de la cadena fantasmática.
Entonces, más que a un Tú eres x, se trata de acompañar al suje-
to “hasta el límite extático de ese tú eres eso, es decir, hasta la pregunta
¿por qué esos significantes en particular? Conducirlo a la opacidad de
los significante que remiten al goce del sujeto, es –como dice Lacan en la
continuación de la cita anterior- “conducirlo hasta ese momento en que
empieza el verdadero viaje” (3).
Más que a la certeza de un “Tú eres x” lo que surge al final es ¿por
qué siempre te encuentras con las mismas significaciones que gobiernan
tu vida? Podríamos decir que ese seguirá siendo el gran misterio, tu mor-
tal coil, al que seguirás pegado para siempre.
Hablar pues del pase como una “zona que hay que recorrer” –zona
en su sentido etimológico originario y también topológico, de “banda”,
“cinta”, “cinturón” - significa que ponemos esa banda (de significantes)
en un plano proyectivo. Esa banda –banda de Moebius-que esta pegada a
un disco, nos recuerda que el fantasma es una solución que el sujeto pro-

150
El pase - Transiciones sobre la zona del pase - Vicente Palomera

dujo, para atar a su cuerpo los órganos “fuera-de-cuerpo” (entre los que
se encuentra el falo, tal como testimonia el pequeño Hans).
Esa banda, fabricada con los materiales depositados en lalengua, con
los significantes que resultaron de una criba, van a soldarse a un objeto.
Es lo que Lacan señala en su Conferencia en Ginebra sobre el síntoma (1975),
que “el hecho de que un niño diga quizá, todavía no,… antes de que sea
capaz de construir verdaderamente una frase, prueba que hay algo en él,
una criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje llega a
dejar algo tras su paso, algunos detritos con los que jugará, con los que le
será muy necesario arreglárselas. Es eso lo que le deja toda esa actividad
no reflexiva –los añicos a los cuales, más tarde, pues es un prematuro, se
le agregarán los problemas de lo que le espantará. Gracias a esto hará la
coalescencia, por así decirlo, de esa realidad sexual y del lenguaje” (4). La
idea de Lacan es que esta “coalescencia”, esta soldadura que se produce
entre la realidad sexual y el lenguaje responde al encuentro inevitable del
sujeto con el agujero en el saber concerniente al goce, es decir, al encuen-
tro traumático -en el sentido de trou-matisme - que le es revelado de algún
modo en el momento mismo del surgimiento del goce.
De un modo parecido al “objeto transicional” de Winnicott, se po-
dría decir que esos restos, letras depositadas en lalengua y resultantes de
la criba no caen bajo el olvido, una vez extraídas de la maraña del fantas-
ma. El recorrido por la zona del pase, es correlativo a la caída del interés
por las significaciones fijas del fantasma y por tal motivo el sujeto está
abierto al reconocimiento del carácter enigmático de esas significaciones.
Recorrer la zona del pase consiste pues, en poner esta serie de signi-
ficantes del fantasma fundamental en una cadena y prepararse para en-
contrarlos de manera, que un nuevo amor pueda resultar de esos encuen-
tros, más que las viejas significaciones del fantasma (esto fue nombrado
como un “amor por lo real” por Virginio Baïo) (5).
Entonces, el trayecto recorrido en la zona del pase, corresponde al
“retorno” del trayecto que va del sentido “Sinn” al objeto “Bedeutung”
“y… retorno” (parafraseando a J.A. Miller). Este es también un trayecto
orientado, que comporta, inscribe y requiere del factor tiempo. Ese tiem-
po no es el tiempo del duelo. Es un tiempo correlativo a la pérdida de inte-
rés por el fantasma en el que el sujeto se apoyaba. Ocurre algo parecido al
objeto transicional de Winnicott que: “no se lo olvida, ni se lo llora, pierde
significación” (6).
Un ejemplo paradigmático nos lo da un AE, Xavier Esqué (7) al ha-
blar del momento de reconocer “el resto retenido de goce que en su mo-
mento había escapado a la acción mortificadora del significante y con el
que yo hacía pareja en mi fantasma, para gozar. Me ví reducido a un ob-

151
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

jeto, un moco, primer nombre que encontré para designar el plus-de-goce.


Había hecho pareja con este objeto toda mi vida. Una rinitis crónica y una
sinusitis, es decir, incontinencia y retención, habían logrado que pasara
gran parte de mi vida pegado a un pañuelo”.
De modo muy pertinente, Eric Laurent (8) recordó cómo Xavier Es-
qué había mostrado c’omo el objeto del fantasma se distribuye entre las
dos caras del objeto (a): el objeto transicional (el pañuelo) y el objeto anal
(moco). Dos registros que no se excluyen, pero “que trabajan para recu-
brirse el uno sobre el otro”.
Hay aquí un riesgo y Xavier Esqué nos ha explicado c’omo esto ocu-
rrió para él, hasta alcanzar el “agujero practicable” (9) El sujeto puede
detenerse y montar un todo fabricado con lo simbólico (que precisamente
es “no-todo”). Sabemos que lo que no puede ser dicho en lo simbólico -el
agujero en el Otro- el sujeto puede querer taponarlo con algo de lo imagi-
nario, con algo del plus-de-goce, del síntoma, pero esto sería más que una
suplencia, porque la inconsistencia lógica del Otro no puede ser reducida
en el Otro.
Esto es lo que nos enseña, que en esa zona del pase, no se trata de
fijar al sujeto a una palabra que sería “la última”, una palabra final que
supliría la falta estructural de una palabra sobre el verdadero fin.
Lo que ocurre en el momento del pase es que el objeto deja de ser
semblante para convertirse en real para el sujeto, es ahí donde el conjunto
de lo simbólico se convierte en semblante, digamos que por razón de su
inconsistencia.
El pase nos enseña pues que no hay otro acceso a lo real, que a partir
del tratamiento de las formas de lo imposible. La cuestión es pues, cómo
un sujeto puede concluir en el punto de lo imposible. Como nos enseñan
los testimonios de los AE, todo lo que cae del lado de lo imposible debe
ser bienvenido, ya que es propicio para levantar las incertidumbres del
“Yo pienso”. En ese punto, lo imposible se encuentra con la certeza que,
más que un enunciado, se trata de un acto.

Notas

(1)Lacan, J., El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos
revela en la experiencia psicoanalítica”, Escritos, p. 93.
(2) J.-A. Miller desarrolló esto en las últimas clases de su Curso de 1996, sobre La fuga del
sentido (ver: Laurent, E., “Rethinking kleinian interpretation”, The Klein-Lacan Dialo-
gues, Rebus Press, London, 1997. p. 198).

152
El pase - Transiciones sobre la zona del pase - Vicente Palomera

(3) Lacan, J., op. cit..


(4) Lacan, J., “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en: Intervenciones y textos, 2,
Manantial, p.129.
(5) Baïo, V., “Contra-stare”, en: La passe et le réel, Le Paon, Agalma Edit.,1998, pp. 31-35.
(6) Winnicott, D.W., “Objetos y fenómenos transicionales”, en: Realidad y Juego, Granica
editor, 1972, p. 22.
(7) Esqué, X., “Lo éxtimo empuja”, en: El Psicoanálisis, nº 8, Revista de la ELP, Barcelona,
2005, p.110.
(8) Laurent, E., “Langage publique, langage privée”, en: La Cause freudienne, 58, Navarin
edit., p. 117.
(9) Esqué, X., “Reinventar el psicoanálisis aplicado”, en. EL Psicoanálisis, 6, p. 14.

153
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

154
El pase - El Psicoanálisis y su eficacia - Gabriela Dargenton

El Psicoanálisis
y su eficacia*

S
Gabriela Dargenton ituar la pregunta sobre la
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina. eficacia y su localización –es
Analista Miembro (AME) de la Escuela decir, ¿dónde ubicamos la efi-
de la Orientación Lacaniana (EOL). cacia?, ¿cómo la medimos?, ¿cómo
Miembro de la Asociación Mundial de van a anudarse eficacia y psicoaná-
Psicoanálisis (AMP). lisis?- implica localizar una cues-
Analista de la Escuela (AE) 1999-2002. tión que concierne a la época actual
en la que al psicoanálisis le toca ju-
gar una partida que es otra que la
que tuvo que jugar Freud, otra que
la que tuvo que jugar Lacan.
La eficacia es hoy una palabra
acuñada por el avance del mercado
y la falsa ciencia, esa que pretende
ligarse a una contabilidad fría de
una higiene falaz, en la cual la regu-
lación de los cuerpos sea pasible de
un número, de un dato estadístico
que forma parte de una lista estan-
darizada del dolor de existir.
Por eso es muy importante
que nos ocupemos de la eficacia,
sin rechazarla, sino dándole todo
su peso y su lugar en el psicoaná-
lisis, en el discurso que él instaura
y, porqué no pensarlo, también en
las instituciones formadoras de psi-
coanalistas.

*Trabajo presentado en la Mesa Redonda


“La eficacia desde la perspectiva del pase”
del 7 de abril de 2005, en la EOL-Sección
Córdoba.

155
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Hace poco tiempo, quienes somos responsables del psicoanálisis en


las Escuelas del mundo, nos reunimos en Brasil y pudimos allí escuchar
el documento elaborado por la Delegada General de la AMP, que tomó el
modo de declaración de principios de nuestra práctica. Lo evoco porque
interpreto que allí se encuentran algunas vías para comenzar a responder-
nos dónde ubicaríamos la medida de la eficacia del psicoanálisis respecto
de la época actual. La sitúo en tres puntos: la extensión del psicoanálisis y
su práctica, la formación de los analistas ( tanto en instituciones formado-
ras, como en el análisis) y la evaluación de sus resultados.
Tomado desde esta perspectiva, la evaluación de la eficacia
en psicoanálisis es una respuesta compleja que no está solamente ligada
al efecto terapéutico conseguido o alcanzado; por lo menos no se agota
allí, sino que implica una apreciación detallada, singular y meticulosa del
modo en que cada analizante usa lo que pudo extraer de su experiencia
analítica. En esto-con las diferencias que siempre es preciso resaltar del
uno por uno de cada caso- no hay diferencias. En otras palabras, la cues-
tión del final del análisis es siempre un asunto de ética en la conducción
de que un psicoanálisis. Una ética que implica, para el analista una deci-
sión, “un juicio íntimo”. Y esto tanto si se trata de un análisis “aplicado” a
la variedad clínica de las demandas, cuanto si fuera puro, es decir, el aná-
lisis de aquel que quiso llevar su cura hasta la consecuencia institucional
que llamamos pase.
Con esto señalo también , que para poder “evaluar cualitativamen-
te” la eficacia de la experiencia analítica, sería necesario distinguir entre
la eficacia en el interior de la cura misma, la eficacia en la transmisión de
lo alcanzado en la cura, y luego –el gran debate evaluativo- el pasaje de la
experiencia privada, íntima a la pública, o mejor dicho, cernir esa eficacia
de la transmisión de los resultados al campo del lenguaje público.
El tema es complejo y amplio. Yo voy a dirigirme a la eficacia del
psicoanálisis en la experiencia analítica.
Para Lacan, la cuestión de la eficacia del psicoanálisis tuvo, a lo lar-
go de su enseñanza, distintos tildes, de los que señalaré dos: el primero
corresponde al Discurso de Clausura de las Jornadas sobre psicosis en
el niño. Allí señala “No soy yo, Jaques Lacan, quien sólo se fía de la opración
sobre el sujeto en tanto que pasión del lenguaje, sino precisamente aquellos que lo
absuelven por el hecho de que obtienen de él la emisión de bellas palabras (...) El
valor que tiene el psicoanálisis es el de operar sobre el fantasma. El grado de su
éxito ha demostrado que ése es el lugar donde se juega la forma que sujeta como
neurosis, perversión o psicosis.”
Esta doctrina de la eficacia es solidaria con la propuesta que Lacan
hace a los psicoanalistas de su Escuela en el año 67´, la Proposición de 9

156
El pase - El Psicoanálisis y su eficacia - Gabriela Dargenton

de octubre, que recién es votada y aceptada –tal como JAM lo ha mostra-


do en su curso del año 2000- dos años mas tarde. Tenemos allí una teoría
sólida, que fue muy útil y verificada de la eficacia de la experiencia ana-
lítica. Pienso que las escuelas de la AMP hemos trabajado y verificado en
los testimonios de los AE esta dimensión de travesía de fantasma durante
muchos años, y quizás podamos poner esto a discusión, si esto alcanza, si
tiene posibilidades hoy de resistir los embates de nuestro malestar actual.
Porque, de hecho, no fue sólo esto, lo único que dijo Lacan en su vida.
Tomado entonces en su relación a la Proposición del 9 de octubre, esta
dimensión de éxito -de eficacia- de la operación analítica vía el fantasma,
ubica al psicoanálisis como una experiencia de saber, ligada al saber, por
la vía de un operador que fue exitoso hasta hace algún tiempo, en que
las transformaciones de la clínica, nos van dando cuenta que ya no es tan
héroe: la vía del Sujeto Supuesto Saber.
Es, como lo ha señalado JAM, una solución, un tipo de solución, al
problema del deseo por la vía del saber.
Desde esta perspectiva, en el fin , el sujeto que atravesó la experien-
cia, el analista que así advino, alcanza un saber -que por años había re-
chazado y esto por la represión- sobre lo que él es como ser de deseo y de
goce. Si el Sujeto Supuesto Saber no es real (es una formación imaginaria)
centrar la experiencia sobre el S.s.S es, así mismo, despegar lo que el in-
consciente pueda tener de Real. Desde esta perspectiva hay un problema:
el del deseo, y hay una solución: saber.
La segunda referencia es de 1976, su Seminario 24, en la clase del
14/12. Dice así: “El psicoanálisis particularmente no es un progreso. Es un
sesgo práctico para sentirse mejor. Este sentirse mejor no excluye al embruteci-
miento, todo lo indica –con el índice de sospecha que yo hago pesar sobre el todo.”
Vemos aquí, cómo la dimensión enorme de relato de epopeya situa-
da en la primera referencia, nos queda mucho mas reducida, mas pragmá-
tica también, además de separar la idea de progreso de la cura. Lacan ha
trabajado sobre Joyce, en este momento, y nos ofrece esta dimensión de
la eficacia, ligada a un hacer que ha nombrado en la clase anterior, como
saber-hacer allí con, ¿a partir de qué? a partir de identificarse con otra cosa
que el inconsciente; a partir de identificarse con el síntoma, saber mani-
pularlo, desembrollarlo.
Recuerdo un artículo de Eric Laurent, donde él señala algo que va
de la experiencia analítica concebida como relato, a la experiencia analí-
tica concebida como instalación, es decir una estética minimalista donde
una estructura funciona por relación a elementos no necesariamente rela-
cionados entre sí, aunque articulados, puntifomes. La gran epopeya del
ser y su travesía, deja lugar a un sesgo por el que “sentirse mejor”.

157
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

¿No puede ser este un nombre de la eficacia del psicoanálisis en sus


variedades clínicas, en la época de Otro que no existe?.

Referencias:

1- Lacan Jacques, Discurso de clausura de las Jornadas de psicosis en el niño. En El Ana-


liticón nº 3
2- Miller, J-.A (2000), “El lugar y el lazo”, Paidós, Buenos Aires: 2013
3- Lacan Jacques, Seminario XXIV, inédito. Clase del 14 de diciembre de 1976

158
Comentario de Libros

159
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

160
Comentario de Libros - La actualidad del trauma - César Mazza

El ingenio o la agudeza
como posibilidad de
inventar una respuesta:
comentario de “La
actualidad del trauma”
(Gramma Editorial, Buenos Aires 2005)
de Germán García.

Césa Mazza
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana
(EOL) Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)

E
ste texto llega a la forma de libro por un trabajo de establecimiento
(transcripción, escritura) del Curso dictado por el autor en enero
del 2004 en el Centro Descartes. Se podrá inferir entonces que el
texto se sitúa a medio camino entre lo escrito y el habla. Y esta perspecti-
va nos permitirá apreciar la apuesta fuerte a presentar un programa de
investigación, un estilo de trabajo a un público más vasto que el de los
asistentes a ese Curso. Ahora bien, ¿qué dice? y ¿cómo está dicho? Serán
los interrogantes que guiará este comentario.
La actualidad del trauma tiene 4 subtítulos que ofician de puntuacio-
nes: Las descripciones de Freud, Las posiciones de Lacan, Sugerencias de Eric
Laurent y Las variantes en juego.
Germán García señala en las primeras páginas que hay un retorno
“masivo” del concepto del trauma como efecto de un “abuso metalingüís-
tico”, una posición que sostienen aquellos “que creen que tienen una teoría
que puede descifrar de manera univoca, independientemente de las contingencias
de una historia”. Esta posición descripta se podrá observar en las páginas
de psicología que editan algunos diarios: el uso de términos que no tienen
ningún valor explicativo. Es decir que se tratará de una posición pre-con-
ceptual sometida a la banalización del sentido común.

161
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Esta descripción le sirve al autor de antesala para el planteo de la si-


guiente fórmula: “la oposición fantasía/trauma es falsa”. Lo que seguirá es un
intenso trabajo del concepto donde se formulará el trauma (comenzando
por la posición de Freud) en razón de la contingencia y no de la violencia
de un acontecimiento. La “sorpresa” y la “extrañeza” constituyen las pri-
meras claves para ir deslizando la diferencia del psicoanálisis respecto a
la psiquiatría y a la psicología: el trauma no es un acontecimiento exterior
ni tampoco es un producto del fantasma. Se tratará de una topología que
desplaza la idea del espacio psicológico de adentro/afuera, empleando la
banda de Moebius, se afirmará que “no hay fantasma sin trauma, sin acon-
tecimiento que lo despierte (...) sin encuentro”. A su vez, la diferenciación de
Freud entre psiconeurosis (histeria) // neurosis actual es puesta a la luz
de la categoría de lo real lacaniano. Vale decir, siempre se va a encontrar
un elemento irreductible: “El grano de arena en el centro de la perla psico-
neurótica” es la frase de Freud que el autor hace funcionar para la tesis de
trauma como un cuerpo extraño.
La posición de Lacan es recorrida en particular en un comentario
del capítulo Tyche y automaton del Seminario 11. La relación del trauma
con lo real puede ser una premisa que atraviesa este punto y que encuen-
tra su acmé conceptual cuando se precisan dos referencias de Lacan: una,
situando al verdadero núcleo traumático en lalengua y no en lo que el
sujeto “imagina”: las fantasías de seducción, la escena primaria y la cas-
tración. Otra, en el Seminario L’ Insu... (1977)” cuando se plantea que el
“forzamiento se refiere a cómo algo cambia de signo para alguien. El trauma no
es un hecho físico, doloroso (...)sino un hecho real articulado en un lenguaje.
Solamente puede cambiar si se fuerza ese lenguaje de manera tal que su sentido
imaginario cambie”.
Pasemos revista a Las sugerencias de Eric Laurent. El trauma como
real, como agujero traumático: la estrategia del análisis se orientará por
cómo pasar por el buen agujero puesto que “lo real no se deja adormecer por
una charla”, la “generalización de la noción de trauma”, el trauma como
aquello que escapa a la programación de la ciencia y su consecuente: la
promoción de una “ideología del perjuicio y su correlato de asistencia”, la es-
trategia de reinventar al Otro tras el trauma, el lugar del analista ciudada-
no como aquel que debe inventar respuestas junto a otros actores sociales.
Pero cuando Germán García cita y comenta a los autores menciona-
dos no se trata de meras paráfrasis o citas de autoridad para no decir nada
sino que sus variantes en juego dan cuenta de los rasgos de ingenio de lo que
se llama un estilo. Estas “agudezas” del autor conforman la posibilidad de
inventarle una respuesta al corazón real de lo actual, anotemos algunas de
ellas.

162
Comentario de Libros - Lacaniana Nº 2 - Candela Méndez

Revista Lacaniana
de Psicoanálisis
Las prácticas de la escucha
y sus argumentos
Publicación de la Escuela de la Orientación Laca-
niana. Buenos Aires . Año 2- Nº 2- Agosto de 2004

Candela Méndez
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana
(EOL) Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)

E
l nuevo número de la Revista Lacaniana, aparecido en agosto de
2004, se consagra al estudio de las prácticas de la escucha.
El contexto, tal como se explicita desde el editorial, es lo que
se ha denominado la enmienda Accoyer, que trata la regulación estatal
de las prácticas psicoterapéuticas en Francia. Nos aclaran, además, que la
expresión prácticas de la escucha es un galicismo discreto que enriquece
nuestra forma de pensar.
En 1974, se le preguntó a Lacan si el psicoanálisis triunfaría, a lo que
respondió: “El psicoanálisis no triunfará; sobrevivirá o no”.
En 2003, en su sátira, Jacques Alain Miller profiere: “...Ahora pienso
que la prudencia es la audacia”. Audacia que inspira, a mi entender, la
consigna del Consejo de Edición: Hay que discutir y escuchar.
“Entonces en este número de Lacaniana, y para el ámbito de nuestro
alcance, se trata de la recolección y reordenamiento de algunos recursos
iniciales, disponibles, para incidir en esa cuestión abierta. Y especialmen-
te para los practicantes de la escucha, porque para ellos está en juego sos-
tener o perder su dignidad real”.
En el primer apartado, Orientación Lacaniana, encontraremos el
texto de Jacques Alain Miller: “Improvisación sobre Rerum Novarum”.
En el apartado Estudios se podrán leer cuatro trabajos. El prime-

163
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

ro propone escuchar los argumentos de las psicoterapias cognitiva y sis-


témica para abrir un debate sobre la eficacia terapéutica y el lugar del
psicoanalista en la época, en tanto éste sostiene una ética orientada por
lo real y no por la demanda. El segundo examina en profundidad la no-
ción de contratransferencia, que surge como objeción a la concepción de
neutralidad analítica y se liga al futuro del psicoanálisis. Plantea además,
cómo la función deseo del analista se opone a las identificaciones que
son el fundamento de esta noción. Función, la del deseo del analista, que
posibilitará que no se evapore lo real. El tercer trabajo, también sobre la
contratransferencia, presenta cómo la confusión producida por la inespe-
cificidad teórica de este término hizo que se lo reintrodujera a Lacan en el
seno de la APA para restablecer la neutralidad analítica perdida. El último
trabajo considera la eficacia de la escucha en la presentación de enfermos.
En el apartado El Pase se explica cómo en éste, que es también una
práctica de la escucha, se encuentran las paradojas del análisis, destacan-
do al éxtimo como una función analítica. Se encontrará también aquí un
detallado trabajo que plantea que este dispositivo interpreta tanto al gru-
po analítico como a la comunidad, porque lo que se nomina, la forma de
vida que es el AE, es lo real mismo, es decir el sinthome en tanto singula-
ridad.
En Clínica, se seleccionaron ocho trabajos presentados en las Jor-
nadas de la EOL, a propósito del más allá de la neutralidad analítica, que
elucidan lo que G. Brodsky expusiera: que este más allá es un tomar par-
tido con respecto a la interpretación, al corte de sesión y a las cuestiones
de la ciudad.
En Repercusiones, Eric Laurent deducirá la ética del psicoanálisis
como la “sociedad del síntoma”, a partir de lo que él llama “la trayectoria
del objeto ‘a’ en nuestra civilización”; ello lo conducirá a despejar dos
aspectos de la experiencia de goce, la sobredosis y la alloverdose, donde
podemos localizar al síntoma mismo. En consecuencia, la acción analítica,
lo que el analista puede ofrecer al sujeto contemporáneo, es hacer creer
en el síntoma, es decir, que lo insoportable de éste puede ser un punto
de apoyo para que el sujeto reinvente su lugar en el Otro. Por otro lado,
François Regnault se pregunta si es posible plantear qué es una ciencia
que incluya al psicoanálisis, si tal como parece, en la actualidad, ésta lo
excluye. A partir de allí somete a un riguroso debate epistemológico lo
que se podría llamar prueba en psicoanálisis, siendo sus interlocutores: Po-
pper, Wittgenstein, Feyerabend, Lakatos, Kuhn, entre otros.
En Polémicas, sostener un debate con la psiquiatría biológica
y con el cognitivismo permite comprender la lógica de los tiempos mo-
dernos: el intento de deducir de la ciencia que los tratamientos eficaces

164
Comentario de Libros - Lacaniana Nº 2 - Candela Méndez

tomen la forma de nuevas píldoras y pensar la mente con la metáfora de


la computadora; en suma, se intenta abolir la dimensión de goce que hay
en el lenguaje; olvidar lo real. Jacques Alain Miller aporta aquí la figura
del “hombre sin atributos” en la que el hombre es reducido a un cálculo
estadístico reduciendo a la nada todo principio ético.
Por último, la sección Documentos nos pone al tanto de un trabajo
sobre las diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia que se discutieran
en el seno de la IPA en 1969.
En fin, si en estos tiempos le toca al psicoanálisis realizar el llamado
a lo real, Lacaniana muestra cómo los psicoanalistas juegan su partida.

165
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

166
Normas de presentación

Normas de
presentación

F O R M AT O
Tipografía: En la primera línea, título del artículo, en letra Times New
Roman, tamaño 14, en negrita.
Segunda línea: colocar nombre y apellido del autor; en letra Times New
Roman tamaño 14, sin negritas ni cursivas.
Para el cuerpo del trabajo, se utiliza letra Times New Roman tamaño 12.
Subtítulos: Letra Times New Roman, tamaño 12, en negrita. Separación: 2
líneas con el texto precedente; una línea en blanco antes del texto siguien-
te. Extensión: 8000 caracteres.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Referencia bibliográfica directa: Se coloca entre paréntesis, inmediata-
mente después de la cita.
- Si hay un solo libro en la bibliografía del autor citado, se coloca entre
paréntesis apellido del autor y número de página. Ejemplo: “No hay mis-
terio en la entropía: es un símbolo, una cosa que se escribe en la pizarra
(...) La entropía es una E mayúscula...” (Lacan, 129)
Se entiende que lo citado remite al libro de Lacan incorporado, con sus
datos completos, en la bibliografía.
- Si en la bibliografía hay dos obras o más del mismo autor, se escribe el
título del libro (o la primera parte seguida de puntos suspensivos) y el
número de página. Ejemplo: “A nuestro juicio, no hay sino un solo camino
que pueda llevarnos a la comprensión de la singularísima vida sentimen-
tal y sexual de Leonardo…” (Freud, Psicoanálisis del arte 15)
“Sabemos que la lengua es un corpus de prescripciones y hábitos común
a todos los escritores de una época.” (Barthes, El grado…17)
- Si en el texto se menciona al autor, no se coloca su nombre en la referen-

167
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

cia. Ejemplo: Al respecto, Roland Barthes afirma: “Sabemos que la lengua


es un corpus de prescripciones y hábitos común a todos los escritores de
una época.” (El grado…17)
- Si tanto el autor como la obra han sido mencionadas en el texto, solo se
coloca el número de página entre paréntesis, al final de la cita. Ejemplo:
Con respecto a este tema, Roland Barthes, en El grado cero de la escritura,
afirma: “Sabemos que la lengua es un corpus de prescripciones y hábitos
común a todos los escritores de una época.” (17)
Referencias bibliográficas virtuales directas: Se coloca inmediatamente
después de la cita y entre paréntesis el autor y el sitio web; en el caso de
que el autor haya sido citado en el texto, sólo el sitio web.

L I S TA D O B I B L I O G R Á F I C O
Se coloca al final del artículo. El orden de los datos es:
Apellido del autor [coma] nombre del autor [punto] Título del capítulo o
artículo (cuando solo se cita parte del libro o publicación) entre comillas,
sin cursivas [punto] Apellido y nombre del autor del libro (si no coinci-
de con el autor del artículo citado) [punto] Título del libro o publicación
en cursiva, sin comillas [punto] Lugar de edición [dos puntos] editorial
[coma] año de edición [coma] edición o reimpresión (si no es la primera;
por ejemplo: 3ª edición). Si es un artículo o capítulo, agregar el rango de
páginas.
Ejemplos: Lacan, Jacques. “VII. El circuito”. El Seminario. Libro 2. Bs. As.:
Ediciones Paidós, 1995, 6ª reimpresión, p. 123-142.
Wittgenstein, Ludwig. Sobre la certeza. Barcelona: Gedisa, 2000, 2ª reim-
presión.

B I B L I O G R A F Í A V I RT U A L
Se coloca al final del artículo en el siguiente orden:
Apellido, Nombre. (punto) “Título del artículo”. (punto) Nombre de la
página Web. Nombre de la Institución a cargo (en el caso de que exista).
(punto) Día mes año de publicación (si existe). (punto) Medio de publi-
cación (web). (punto) Fecha en que se visitó la página <dirección de la
página>
Ejemplo: Schopf, Federico. “La Bandera de Chile, de Elvira Hernández”.
Letras s5. Proyecto Patrimonio. Web. 17 dic. 2008 <http://www.letras.
s5.com/hernandez190802.htm>

168
Normas de presentación

Los datos de las fuentes consultadas deben consignarse con exactitud.


Si se ha manejado una obra en otro idioma, los datos se colocan en ese
idioma, tal cual figuran en el libro que se ha utilizado. Si se considera útil
o necesario, puede incorporarse el dato de alguna/s versión/es en caste-
llano, con los datos bibliográficos completos de dicha traducción.

AUTOR
Noticia: Se solicita agregar nombre completo, ciudad de residencia, título,
cargo o actividad principal y algún otro dato pertinente (puede consignar
alguna publicación).

ABSTRACT
Agregar un abstract de 200 palabras y 4 o 5 palabras claves sugeridas, y la
traducción al inglés de los mismos.
El Comité se reserva el derecho a modificarlos.

169
Mediodicho N° 29 - Año 9 - Julio de 2005 - Escuela de la Orientación Lacaniana - Sección Córdoba

Revista de Psicoanálisis

Jacques-Alain Miller
Fabián Naparstek
Elisa Alvarenga
Germán García
Rosa Yurevich
Eduardo Abello
Daniel Vera
Adrián Carbonetti
Ana Waisman
Tununa Mercado
Leonor Arfuch
Héctor Schmucler
Eugenio Díaz
Vicente Palomera
Gabriela Dargenton
César Mazza
Candela Méndez

Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana Sección Córdoba


Caseros 950. Tel: 0351 4221930. Córdoba, Argentina. www.eolcba.com.ar

170

También podría gustarte