Articolo 38644 3 10 20200724
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CONFLUENZE Vol. XII, No. 1, 2020, pp. 568-570, ISSN 2036-0967, DOI: https://doi.org/10.6092/issn.2036-
0967/11404, Dipartimento di Lingue e Letterature Straniere Moderne, Università di Bologna.
CONFLUENZE Vol. XII, No. 1
contra la cultura y las artes” un valioso desarrollo de esta temática. Basta con notar
el utilizo de la forma plural “censuras” para percibir la complejidad del fenómeno
considerado y la acción no unificada del orden autoritario, hecho que dificulta
tanto un trabajo al respecto como una comprensión de una época todavía no
esclarecida por completo.
Por una parte, Donoso Fritz describe todas aquellas tendencias que
buscaron silenciar la expresión entendida como de oposición: la represión, el
acoso, el exilio, la detención y, peculiarmente en relación con los aspectos
examinados, la censura. Esta se desenvolvió a través de distintos medios como,
por ejemplo, el miedo capaz de generar la autocensura del sujeto o, desde un punto
de vista más institucional, la Dirección Nacional de Comunicación Social
(DINACOS). No obstante, lo que se desprende de la investigación es que no hubo
una conducción uniformada del régimen, debido a los distintos actores
involucrados en el proceso de censura e, inclusive, al desplazamiento de diversas
formas de la misma: para citar un caso, las obras teatrales se “censuraban” con la
imposición de un impuesto.
En el ámbito del campo de la producción cultural, la autora profundiza
también el significado y la historia de una expresión utilizada con frecuencia en lo
que concierne la realidad de la cultura chilena durante la dictadura, o sea, la de
“apagón cultural”. En la obra, se explica tanto el debate surgido en torno a dicho
tema en ese entonces, como las actividades, desarrolladas por el régimen, para
descalificar el concepto y representar un país culturalmente dinámico.
Uno de los fundamentos que hay que considerar para evaluar el panorama
cultural construido por el régimen autoritario reside en la importancia entregada
a la patria y al rol de los militares. Este aspecto se indaga en el segundo capítulo
titulado “Patria, tradición y Fuerzas Armadas. La cultura dictatorial”, en el cual la
investigadora destaca todo los símbolos amplificados y distorsionados por la
dictadura, la cual actuó en distintos niveles (la educación, la toponimia, el folklor,
entre otros) con la intención de conformar unas precisas referencias culturales.
Quizás esté de más mencionar que este nacionalismo se basó significativamente
sobre el anticomunismo y, en general, la despolitización de los ciudadanos.
Las partes del libro donde, con gran perspicacia, se despliega el eje del
trabajo, vale decir, el rol del régimen militar relativamente a las medidas
culturales, son el tercero y el cuarto capítulo: “El Estado y la cultura: la reforma
que no fue” y “La aplicación de las políticas culturales: el entramado
institucional”. En ellos la autora explica e ilustra los rasgos culturales de la
dictadura chilena que no se conformaron alrededor de un objetivo común o de una
política focalizada (como es el caso de otras experiencias dictatoriales), sino que
demostraron una ambigüedad relativamente a sus propuestas, aunque en realidad
sus actitudes autoritarias no se debilitaron nunca. Las figuras más comprometidas