Isla Darwin
Isla Darwin
Isla Darwin
El Arco de Darwin es un arco de piedra natural que en algún momento habría sido parte de
esa gran estructura que se encuentra a menos de un kilómetro: la isla principal de Darwin.
Es un lugar conocido por los pocos visitantes a la isla.
Isla Darwin no está abierta a las visitas por tierra. Como resultado, los únicos visitantes son
los que vienen a bucear, e incluso en este caso debido a la distancia de la isla principal sólo
un número limitado de buques de crucero viene aquí. La vida marina en Darwin es diversa,
con grandes cardúmenes de peces. Las a- guas de la isla atraen a los tiburones ballena de
junio a noviembre, y a tiburones punta negra. Además se pueden encontrar tortugas verdes,
mantarrayas y delfines.
El personaje del que toma nombre esta isla, Charles Darwin, visitó
las Islas Galápagos en 1835. Llegó a bordo del buque británico
Beagle, en calidad de joven científico. Buscó y clasificó
animales, y lo que aquí descubrió le fascinó. El material
recopilado en este viaje le condujo a conclusiones que confundieron y sorprendieron
a sus contemporáneos. Las publicó en 1859, en un libro que alcanzó
resonancia mundial: "El origen de las especies". En él revolucionó
la explicación tradicional acerca del origen del ser humano, una osadía
que al principio le valió críticas y sarcasmos. Si bien en los
comienzos abundaron contra él las caricaturas con la alusión de
que el hombre desciende del mono, en relativamente poco tiempo su tesis fue
ganan- do terrero y alcanzó un enorme protagonismo en el mundo académico,
las ciencias y la cultura en general. No obstante, siempre han existido resistidores
que han cuestionado la teoría evolucionista darwiniana y actualmente
la polémica todavía no ha cesado.
Darwin pasó el verano de 1825 como aprendiz de médico, ayudando a su padre a asistir a
las personas necesitadas de Shropshire. Con apenas 16 años ingresó en la Universidad de
Edimburgo para estudiar medi- cina, aunque paulatinamente fue dejando de lado sus
estudios médicos para dedicarse a la investigación de invertebrados marinos. Durante sus
estudios de medicina, asistió dos veces a una sala de operaciones en el hospital de
Edimburgo, y huyó de ambas quedando con una profunda impresión negativa.
Posteriormente, la Universidad de Cambridge dio alas a su pasión por las ciencias
naturales.
Durante el período que estuvo en Cambridge leyó tres obras que ejercerían una influencia
fundamental en su pensamiento naturalista: "Teología natural" de Paley, uno de
los tratados clásicos en defensa de la adaptación biológica como evidencia
del diseño divino a través de las leyes naturales (enfoque que chocaba contra
el paradigma imperante de la época, el "fijismo", doctrina que sostenía la inmutabilidad de
las especies biológicas y que por lo tanto no tomaba en cuenta la capacidad adaptativa de
los organismos vivientes, a ve- ces sorprendentemente variopinta y versátil);
"Un discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural", de John Herschel y de
reciente publicación para entonces, que describía la última meta de la filosofía natural como
la comprensión de las leyes físicas a través del razonamiento inductivo basado en
la observación; y el "Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente",
de Alexander von Humboldt.
Inspirado, pues, por un ardiente afán de contribuir, Darwin planeó visitar Tenerife con
algunos compañeros de clase tras la graduación en Cambridge para estudiar la historia
natural de los trópicos. Y mientras preparaba el viaje se inscribió en el curso de geología de
Adam Sedgwick, y posteriormente le acompañó durante el verano a trazar mapas de es-
tratos en Gales. Tras una quincena con otros amigos estudiantes en Barmouth, volvió a su
hogar, encontrándose con una carta de Henslow que le proponía un puesto como naturalista
(sin retribución dineraria) para el capitán Robert Fitzroy, más como un acompañante que
como mero recolector de materiales de interés científico o técnico, en el buque "HMS
Beagle", que zarparía en cuatro semanas para una expedición con el objetivo fundamental
de cartografiar la costa de América del Sur. Su padre se opuso en principio al viaje, que se
planeaba para dos años de duración, aduciendo que era una pérdida de tiempo; pero el
cuñado de éste, Josiah Wedgwood, lo persuadió y él aceptó finalmente la participación de
su hijo en dicho periplo.
En su primera escala, en Santiago de Cabo Verde, Darwin descubrió que uno de los estratos
blanquecinos elevados en la roca volcánica contenía restos de conchas. Como Fitzroy le
había prestado poco antes la obra "Principios de Geología" de Charles Lyell, que establecía
los fundamentos uniformistas según los cuales el relieve se formaba mediante surgimientos
o hundimientos de capas de terreno a lo largo de inmensos períodos de tiempo, Darwin
comprendió ese fenómeno desde el punto de vista de Lyell e incluso se planteó escribir en
el futuro una obra sobre geología. Sin embargo, la noción de largos periodos de tiempo
geológico propuesta por Lyell da la impresión de que Darwin supo aprovecharla
para poder justificar sus ideas relativas a la aparición progresiva de nuevos especímenes
vivientes a partir de otros más primitivos.
En Punta Alta y en los barrancos de la costa de Monte Hermoso, cerca de Bahía Blanca,
Argentina, realizó un hallazgo de primer orden al localizar en una colina fósiles de
enormes mamíferos extintos junto a restos modernos de bivalvos, extintos más
recientemente de manera natural. Identificó, por un diente, al poco conocido megaterio –
que en principio asoció con el caparazón de una versión gigante (gliptodonte) de la
armadura de los armadillos locales–. Estos hallazgos, ocurridos el 24 de septiembre de
1832, constituyeron para él la primera evidencia fósil sobre la mutabilidad de las especies y
marcaron el inicio de la posterior elaboración de su famosa teoría.
En Ciudad de El Cabo, una de las últimas escalas de su vuelta al mundo, Darwin y Fitzroy
conocieron a John Herschel, quien había escrito recientemente a Lyell alabando su teoría
uniformista por plantear una especulación sobre "ese misterio
TEORÍA DE DARWIN
Siguiendo básicamente las explicaciones proporcionadas por la Wikipedia, tal y como
hemos hecho hasta ahora en la presente monografía y continuaremos haciéndolo a lo largo
de ella, la palabra "teoría" deriva de un vocablo griego que significa "contemplar" y suele
referirse a un pensamiento especulativo. Al igual que la palabra "especular", tiene relación
con "mirar" o "ver". Proviene de "theoros" (representante), forma- da por la fusión de
"thea" (vista) y "horo" (ver). De acuerdo con algunas fuentes, "theorein" era frecuente-
mente utilizado en el contexto de observar una escena teatral, lo que quizá explica por qué
algunas veces la palabra "teoría" es utilizada para representar algo provisional o no
completamente real. El término pronto adquirió un sentido intelectual y se aplicó a la
capacidad de entendimiento, de "ver" más allá de la experiencia sensible, mediante la
comprensión de las cosas y de las experiencias, abarcándolas bajo un concepto ex- presado
en el lenguaje mediante las palabras. Esta forma de valorar el conocimiento intelectual
corresponde a los griegos, al vislumbrar que las cosas suceden conforme a leyes o
regularidades, esto es, por necesidad real (no ficticia). Las cosas son y suceden así porque
son y tienen que ser así, independientemente de si la mente humana lo acepta o no. Por
consiguiente, la "teoría" así concebida supera la visión eminentemente subjetiva de las
tradiciones culturales o de las explicaciones míticas, mágicas y religiosas en general.
El término "teórico" o "en teoría" es utilizado para señalar la diferencia entre los datos
obtenidos (objeto de estudio) y el modelo respecto a los fenómenos observables en la
experiencia o experimento de la realidad. Frecuentemente, indica que un resultado
particular ha sido predicho por la teoría pero no ha sido aún observado. Por ejemplo, hasta
hace poco, los agujeros negros fueron considerados objetos teóricos. Igualmente, Percival
Lowell conjeturó la existencia de Plutón en 1906, aunque no fue observado e identificado
como nuevo planeta hasta 1930 por Clyde Tombaugh.
De acuerdo con Stephen Hawking en su obra "Una breve historia del tiempo", "una teoría
es buena si satisface dos requerimientos: debe describir con precisión una extensa clase de
observaciones sobre la base de un modelo que contenga sólo unos cuantos elementos
arbitrarios, y debe realizar predicciones concretas acerca de los resultados de futuras
observaciones". Procede luego a afirmar: "Cualquier teoría física es siempre provisional, en
el sentido que es sólo una hipótesis; nunca puede ser probada. No importa cuántas veces los
resultados de los experimentos concuerden con alguna teoría, nunca se puede
estar seguro de que la próxima vez el resultado no la contradirá. Por otro lado, se puede
refutar una teoría con encontrar sólo una observación que esté en desacuerdo con las
predicciones de la misma".
Hay dos categorías de ideas que pueden desembocar en teorías: si una suposición no es
respaldada por observaciones se conoce como una "conjetura"; en cambio, si es respaldada,
se dice que es una "hipótesis". Una hipótesis puede resultar ser falsa. Cuando esto ocurre, la
hipótesis debe ser modificada para adaptarse a la observación, o ser descartada.
Las teorías pueden llegar a ser aceptadas si son capaces de realizar predicciones correctas
(confirmadas por la observación). Las teorías simples y elegantes matemáticamente tienden
a ser aceptadas preferentemente sobre aquéllas que son más complejas. El proceso de
aceptar teorías, o de extender teorías existentes, es parte del "método científico".
Los seres humanos construyen teorías para así explicar, predecir y dominar diferentes
fenómenos (cosas inanimadas, eventos, o el comportamiento de los animales, etc.). En
muchas circunstancias, la teoría es vista como un modelo de la realidad. Una teoría hace
generalizaciones acerca de observaciones y consiste en un conjunto coherente e
interrelacionado de ideas.
Una teoría tiene que ser de alguna manera verificable o "falsable" (es decir, tiene que venir
enunciada de tal manera que pueda ser juzgada como falsa o verdadera sin ambigüedades);
por ejemplo, uno puede teorizar que una manzana caerá cuando se le suelta, y entonces
soltar la manzana para ver qué pasa. Muchos científicos argumentan que las creencias
religiosas no son verificables y, por lo tanto, no son teorías; son, más bien, materia de fe.
Darwin propuso la "teoría" de la evolución de los seres vivos, la cual, según él, consiste en
una "selección natural" que favorece los cambios más sutiles para la supervivencia y
facilita la adaptación al medio. La selección natural es, para Darwin, un proceso no
aleatorio, determinista, capaz de engendrar orden a partir de estadios menos ordenados: las
características adquiridas por los organismos a través de la evolución no son puramente
fortuitas sino que están determinadas por su utilidad funcional. Todos los seres proceden,
por fuerza, de organismos más sencillos que fueron aumentando progresivamente en
complejidad, incluido el hombre.
Darwin desarrolló su teoría teniendo en cuenta las ideas de Malthus y de Lyell. Para
Malthus (1766- 1834), el crecimiento de la población humana es proporcionalmente
superior al aumento de la producción de alimentos; esta situación obliga a los individuos a
luchar entre sí para conseguir los alimentos, es decir, a la lucha por la existencia. Según
Charles Lyell (1797-1875), los procesos geológicos del pasado debían ser parecidos a los
que acontecen en la actualidad. Serían procesos muy lentos, sin grandes catástrofes y sin
gran- des extinciones. Tales ideas se conocen como "teoría del actualismo".
Según la teoría darwinista, el largo cuello de la jirafa se originó gracias a que, por alguna
causa entonces desconocida, algunos individuos nacían con el cuello más largo que otros.
Durante las épocas en las que escaseaban los recursos alimenticios, sólo sobrevivían las
jirafas que con su largo cuello llegaban a alcanzar las hojas más elevadas. Al reproducirse
transmitían el carácter del cuello más alargado a los descendientes. Este proceso se ha
mantenido generación tras generación, hasta la actualidad.
DARWINISMO
Hemos centrado la atención en Darwin (1809-1882) por- que actualmente, y de manera
mayoritaria, se le considera el padre indiscutible del paradigma más creíble acerca de cómo
ha llegado a existir en nuestro planeta la gran biodiversidad que se observa. Su teoría, el
"darwinismo" o "evolución darwiniana", además, pretende explicar la aparición del hombre
en la Tierra (antropogénesis), sostenida como un caso particular de la "evolución biológica"
en el reino animal. Sin embargo, en el interés de la imparcialidad, tenemos que decir que en
la historia de la ciencia ha habido suficientes episodios de aceptación general de teorías que
luego resultaron parcial o totalmente erróneas. Por consiguiente, no podemos asentir alegre
e incondicionalmente ante los argumentos darwinianos sin siquiera ponerlos a prueba; por
eso, entre otras cosas, no sólo presenta- remos una visión de qué es lo que se entiende por
"darwinismo" (abundando en lo que ya se ha dicho) sino también elaborare- mos un cuadro
más o menos amplio de las dificultades y paradojas que la teoría darwiniana ha cosechado a
lo largo de su historia y cuáles son las alternativas para salir de las mismas.
También, el uso del término "darwinismo" varió con el transcurso de los años, conforme las
diversas teorías y subteorías que contenían los postulados esenciales de éste fueron siendo
aceptados unánimemente, para después ser matizados, corregidos y completados hasta la
formulación, en la década de 1940 a 1950, de la "síntesis evolutiva moderna". Desde
entonces puede decirse que el paradigma darwinista se resiste a claudicar frente a diversos
ataques y el reduccionismo, manteniendo vigente su formulación básica y la perspectiva de
no sólo poder durar sino incluso medrar: actualmente se piensa mayoritariamente que la
evolución es el resultado de la variación genética y de su ordenamiento mediante la
eliminación y la selección.
En el darwinismo hay tres ejes teóricos que pretenden explicar distintos aspectos de la
realidad biológica, a saber:
La teoría propuesta por Darwin de la evolución de las especies, por medio de la selección
natural de las variaciones genéticas, lleva implícita una visión de los seres vivos que se
puede clasificar como "materia- lista" (doctrinamiento según el cual la única realidad es la
materia, en tanto que lo sobrenatural es ficticio o subjetivo). Por tanto, desde ese prisma, el
ser humano no ocupa ningún lugar privilegiado dentro del mundo viviente. Las causas
finales (es decir, la creencia en un diseño y propósito para los seres vivos) no encuentran
acomodo en el mecanicismo darwiniano. No hay lugar en la teoría evolutiva para la
emergencia de una "mente" en el sentido dualista (por ejemplo, la mente en calidad
de alma independiente del cuerpo, aunque transitoriamente ligada a éste, como
sostenía Platón), pues la generación y supuesta evolución de los sistemas nerviosos son
procesos estrictamente biológicos y, por ende, físicos.
Las formulaciones que Darwin hace de sus teorías fueron influidas en un alto grado por
un lenguaje a- prendido de sociólogos o publicistas (politólogos), como Thomas Malthus y
Herbert Spencer. Como el propio Alfred Russel Wallace reconoció, la lectura de Malthus
fue decisiva para la formulación de la teoría de la selección natural. Las ideas malthusianas
se conocían y discutían en los ambientes intelectuales de la época. Conceptos
como competencia, lucha por la vida y sobrepoblación, que aparecen en el "Ensayo sobre el
principio de la población", de Thomas Malthus, sirvieron tanto a Alfred Russel Wallace
como a Darwin para dar forma a sus teorías.
En pleno auge de la teoría de la selección natural propuesta por Charles Darwin, y tras las
controversias iniciales, el concepto de la selección natural y las relaciones interespecíficas
fueron trasladadas a las relaciones sociales como era de esperar, puesto que al ser
considerado el hombre dentro del conjunto de la fauna evolucionaria también era obligado
aplicarle la parte que supuestamente le corresponde en el proceso de la lucha sin cuartel por
preponderar en la biosfera. Sin embargo, no existe un método unánime para los teóricos en
cuanto a aplicar la teoría darwiniana a la vida colectiva; y así, bajo el término peyorativo de
"darwinismo social", se han calificado ideologías, muchas veces contrapuestas, que lo
mismo podían defender el "laissez faire" que el socialismo de estado, el imperialismo o la
eugenesia a escala local. Numerosas tendencias de este tipo tienen poco que ver con las
ideas morales de Darwin, quien, por su parte, defendió la eugenesia voluntaria en su libro
"La herencia del hombre y la selección en relación con el sexo", pues no estaba de acuerdo
con la eugenesia por imposición.
El libro de Darwin introdujo la teoría científica de que las poblaciones de seres vivos
evolucionan durante el transcurso de sus generaciones mediante un proceso conocido como
"selección natural". Presentó