Bibliografía: Halperin Donghi, Tulio. Historia Contemporánea de América Latina. Resumen
Bibliografía: Halperin Donghi, Tulio. Historia Contemporánea de América Latina. Resumen
Bibliografía: Halperin Donghi, Tulio. Historia Contemporánea de América Latina. Resumen
El auge exportador. Guano y salitre: impacto sobre las economías de Perú y Bolivia.
La intervención española. Antecedentes de la guerra del Pacifico.
Sus consecuencias: Desequilibrio de poderes en Chile: guerra civil.
Resumen:
Poco después del descubrimiento, el gobierno peruano tomó posesión de las islas de
forma inmediata; la exportación del guano se fue consolidando a partir de 1845; hacia
1850 se produjo un fuerte aumento de la recaudación fiscal; antes de 1842, la
explotación del guano se producía mediante un sistema de licencias, primero privadas
y entre 1842 y 1847, de sociedades mixtas de capitales ingleses y franceses con el
Estado.
En 1850 el presidente Castilla entregó a las élites peruanas grandes concesiones para
extracción y comercialización del guano; lo primero que hizo el gobierno con las
ganancias procedentes del fertilizante fue saldar sus deudas de guerra por lo que en
1853 logró equilibrar el presupuesto, pero muy rápidamente empezó a endeudarse de
nuevo, garantizando los adelantos con las futuras ventas de guano.
A mediados del siglo XIX predominaba la teoría que sostenía que los ferrocarriles eran
la antesala del crecimiento económico y del status de industria del primer mundo, ya
que, además, crearían sus propios mercados; algunos intelectuales afirmaban que
Perú necesitaría más instituciones para desarrollar la experiencia local requerida para
los ferrocarriles, por lo que surgieron planes para crear una escuela nacional de
ingenieros, un “Instituto de Ciencia” y una sociedad metalúrgica.
En 1873 se produjo la crisis financiera que afectó de modo muy severo la endeudada
economía peruana; esta crisis europea perjudicó al país doblemente, por un lado,
como el gobierno había incrementado de forma exponencial los precios del guano,
muchos granjeros comenzaron a comprar otros fertilizantes de origen industrial más
baratos, lo que disminuyó la demanda, y por otra parte, con los mercados de bienes y
dinero de Londres congelados, los prestamistas dejaron de dar créditos al Perú, que
estaba, una vez más, agobiado por la deuda.
En 1875 durante su presidencia, Pardo ordenó al ejército ocupar los campos de nitrato
del sur, tratando de contrarrestar el declive del negocio del guano con los ingresos de
otra fuente de fertilizantes; en agosto de 1875 se paralizaron los trabajos del
ferrocarril, en los meses siguientes otros proyectos del gobierno fracasaron, hasta que
en enero de 1876 la deuda soberana del Perú cayó por segunda vez en un siglo.
A finales de 1878, con los bancos derrumbándose y los gastos del gobierno
duplicando sus ingresos, se emitieron enormes cantidades de moneda que llevó a la
hiperinflación; el país estaba agobiado bajo el peso de la mayor deuda con el
extranjero de América Latina; la situación económica produjo una inquietud que se
tradujo en 36 intentos de levantamientos en 4 años.
La renta del guano se esfumó, la parte obtenida por los consignatarios nacionales, por
un lado fluía al estado para valorizarse en forma de nuevos empréstitos, y por otro
lado, servía para pagar la importación de bienes de consumo suntuarios; en el período
1850-55 a 1860-66, las importaciones totales crecieron 51%; los ferrocarriles no
lograron traccionar al resto de la economía debido a la fragmentación y estrechez del
mercado interno, la baja productividad de muchos sectores y la supervivencia de
relaciones coloniales que algunos grupos privilegiados ejercían sobre una porción
relevante de la fuerza de trabajo.
La intervención española
En agosto de 1862 partió de Cádiz con dirección a América una poderosa flota naval
para secundar una expedición científica, con el proyecto de recrear las ambiciosas
expediciones políticas e ilustradas borbónicas del siglo XVIII; pero esta misión provocó
suspicacias por coincidir con la previa intervención española en México y Santo
Domingo durante el desarrollo de la guerra civil en Estados Unidos que postergó
cualquier intento diplomático de ese país en hacer cumplir la doctrina Monroe.
La expedición científica llegó a Lima en julio de 1863 sin producirse ningún acto hostil;
pero en agosto de ese año estalló un incidente en la hacienda Talambo, en la costa
norte del país, que ocasionó la muerte de un colono español y varios heridos; en
Madrid hubo una reacción de la opinión pública más belicista que impulsó la ocupación
de las islas Chinchas para fortalecer el reclamo por la solución definitiva de la “deuda
española”.
El gobierno de Prado tuvo que enfrentar una grave crisis económica derivada del
despilfarro y la corrupción generados por las rentas del guano y la deuda abultada con
los consignatarios europeos del producto relacionados con el adelanto de préstamos al
Estado; el gobierno apenas se estableció quiso resolver este problema promoviendo
una drástica reducción del gasto público que a mediano plazo iba a originar una gran
inestabilidad política.
Desde la organización del país, Chile reclamaba como frontera norte el desierto de
Atacama, una imprecisión que permitía diversas interpretaciones respecto al límite con
Bolivia; Chile definía su territorio hasta el paralelo 23 y Bolivia hasta el paralelo 25, lo
que daba lugar a controversias; en 1866, bajo la presidencia en Chile de José Joaquín
Pérez y del general Mariano Melgarejo en Bolivia, se intentó resolver las diferencias
por un tratado que fijó el paralelo 24, estableciendo que las ganancias provenientes
del salitre y el guano entre los paralelos 23 y 25 serían repartidas en partes iguales
entre ambas naciones.
Como Chile nunca recibió esas ganancias, se realizó una nueva ronda de gestiones
diplomáticas en 1874 cuando se anuló el acuerdo anterior, manteniéndose como límite
el paralelo 24, sin repartición de ganancias, renunciando ambos países a sus
aspiraciones territoriales más allá del paralelo establecido; se determinó también que
durante 25 años Bolivia no fijaría nuevos impuestos sobre empresas y personas
chilenas que explotaban las riquezas minerales de la región.
Esta guerra fue impulsada por parte de la élite política y empresarial chilena, que
ejerció presión sobre el gobierno influyendo asimismo sobre la prensa; también tuvo
mucho impacto la crisis económica, como así también la delimitación fronteriza
defectuosa, y el incumplimiento del tratado por parte de Bolivia, que fue derrotada,
cediendo el territorio de Atacama a Chile.
Perú también resultó derrotado; conviene señalar la importancia del bloqueo naval
chileno durante el primer año de hostilidades, resaltando la victoria de Iquique en
1879; en la campaña de Tacna y Arica, el ejército chileno alcanzó la victoria sobre la
alianza militar boliviano-peruana, controlando el sur del Perú, y provocando el retiro
de Bolivia de la guerra; en 1881, la campaña de Lima, permitió la ocupación de la
capital, finalizando con la campaña de la Sierra.
La victoria chilena se refleja en el tratado de Ancón por el que Perú cedió Tarapacá a
Chile, y se decidió la ocupación chilena de Arica y Tacna por 10 años; Bolivia firmó un
pacto de tregua indefinida con Chile en 1884, aceptando la anexión de la provincia de
Antofagasta, recién en el tratado de 1904 se fijaron las fronteras entre ambos países,
pero continúa reclamando la salida al mar; en 1929 por el Tratado de Lima, Chile
devolvió a Perú la provincia de Tacna, a partir de una mediación del gobierno de los
Estados Unidos.
Durante la guerra del Pacífico fue embajador de Chile en Argentina, y tuvo una
actuación muy importante con el fin de evitar que nuestro país hiciera causa común
con Perú y Bolivia, teniendo en cuenta que la campaña al desierto de Roca estaba en
gran medida destinada a garantizar la presencia argentina en la Patagonia desafiando
los reclamos chilenos en ese sentido, por lo que estuvo dispuesto a hacer algunas
concesiones territoriales respecto a la disputa limítrofe.
Había sectores de la política argentina que intentaban presionar al gobierno para que
aprovechara las dificultades chilenas, abriendo otro frente de hostilidades; sin
embargo, el ministro de relaciones exteriores, Montes de Oca, finalmente proclamó la
neutralidad argentina decisión que contaba con el apoyo del presidente Avellaneda, y
de los ex presidentes Mitre y Sarmiento.
En 1891 se produjo una crisis política por la negativa del Congreso de aprobar la ley
de presupuesto de ese año; Balmaceda decretó aplicar la ley de presupuesto del año
anterior; en enero de 1891 la escuadra apoyó a los congresistas en una sublevación,
se estableció una junta en el norte, en Iquique, donde contaba con los recursos
aduaneros; el fracaso de las fuerzas que apoyaban al gobierno lo llevaron a refugiarse
en la Legación argentina en Santiago, donde redactó su testamento político y al día
siguiente del término de su mandato (19 de septiembre de 1891) se suicidó.