2023 Eds Estudios de Derecho Penal Neur

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Estudios de Derecho penal,

neurociencias e inteligencia
artificial

Eduardo Demetrio Crespo


Dino Carlos Caro Coria
María Eugenia Escobar Bravo
(Eds.)

177
ESTUDIOS DE DERECHO PENAL, NEUROCIENCIAS
E INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La realización de esta obra colectiva se incardina en el Proyecto RTI2018-097838 B-100 fi
La realización de esta obra colectiva se incardina en el Proyecto RTI2018-097838
B-100 financiado por MCIN/ AEI /10.13039/501100011033/ y por FEDER Una manera 
de hacer Europa [https://blog.uclm.es/proyectodpch/].

ProyectoRTI2018-097838
Proyecto RTI2018-097838 B-100
B-100 financiado
financiadopor:
por:
ESTUDIOS DE DERECHO PENAL,
NEUROCIENCIAS E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Eduardo Demetrio Crespo


Dino Carlos Caro Coria
María Eugenia Escobar Bravo
(Editores)

Toledo /Münster/Lima

Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha
Cuenca, 2023
ESTUDIOS de Derecho penal, neurociencias e inteligencia artificial / Eduardo Demetrio Cres-
po, Dino Carlos Caro Coria, María Eugenia Escobar Bravo, eds.– Cuenca : Ediciones de la
Universidad de Castilla-La Mancha, 2023
93 p. ; 24 cm.– (Estudios ; 177)
ISBN 978-84-9044-562-4 (edición electrónica) ; ISSN 2697-0074 (colección Estudios)
1. Derecho penal 2. Neurociencias 3. Ciencia y Derecho I. Demetrio Crespo, Eduardo, ed. lit.
II. Caro Coria, Dino Carlos, ed. lit. III. Escobar Bravo, María Eugenia, ed. lit. IV. Universidad
de Castilla-La Mancha, ed. V. Serie
343
612.8
001:34
LBBZ // PSAN // UBJ

La publicación de este volumen ha contado con la colaboración del


Centro de Estudios de Derecho Penal Económico y de la Empresa.

© de los textos: sus autores.


© de la edición: Universidad de Castilla-La Mancha.

Edita: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Colección ESTUDIOS n.º 177

Diseño de la colección:
C.I.D.I. (Universidad de Castilla-La Mancha).

Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y co-


mercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

ISSN: 2697-0074

I.S.B.N.: 978-84-9044-562-4 (Edición electrónica)


D.O.I.: https://doi.org/10.18239/estudios_2023.177.00
ISNI: 0000000506819532

D.L.: CU 71-2023

Composición: Compobell, S.L.


Hecho en España (U.E.) – Made in Spain (E.U.)
ÍNDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Una PersPectiva desde los avances de las neUrociencias sobre la


PUnibilidad de la tentativa imPosible Por inexistencia del objeto en dere-
cho Penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Maria João Carvalho Vaz
1. La punibilidad de la tentativa imposible por inexistencia del objeto . . . . . . 19
1.1. La tentativa imposible . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
2. El comportamiento del agente y los desarrollos de la neurociencia y la
filosofía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
3. Consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

las técnicas de neUroimagen desde las PersPectivas del bioderecho, ana-


tomofisiológicas y la ética médica en casos de neUroinimPUtabilidad Por
trastorno mental en el derecho Penal ecUatoriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Katerine Carmen Cujilema Quinchuela
1. La fundamentación del anuncio y práctica de la prueba. . . . . . . . . . . . . . . . 34
1.1. Análisis de los hechos del delito de asesinato y derecho a la
defensa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
1.2. Descripción de los hechos del delito de ingreso de artículos
prohibidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
1.3 Principios del anuncio y práctica de la prueba. Perspectiva biojurídica
de las técnicas de neuroimagen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
2. Visión anatomofisiológica del encéfalo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
2.1. Perspectiva anatomofisiológica del encéfalo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
2.2. Problemática procesal en el ordenamiento jurídico ecuatoriano . . . . . . 40
3. La prueba pericial, la ética médica y cumplimiento legal . . . . . . . . . . . . . . 44
4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

7
Índice

neUrociencias, derecho Penal y dolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51


Luis Gustavo Guillermo Bringas
1. El auge del estudio del cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
2. Derecho penal y neurociencias ¿una tensa relación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
2.1. El problema mente-cuerpo. ¿Existe la mente independientemente del
cerebro? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
2.2. El problema de la libertad. ¿Qué implicancias tienen los conocimientos
neurocientíficos que niegan la libertad para el derecho penal? . . . . . . . 56
2.3. El problema de la naturalización de lo normativo ¿son libertad y
responsabilidad hechos naturales?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
3. Libertad, responsabilidad y realidades intersubjetivas . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
4. Dolo y neurociencias. ¿Algo ha cambiado? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
5. Consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

concePto jUrídico-Penal de acción a Partir de la inteligencia artificial . . . 67


Juan David Gutiérrez Palacio
1. Inteligencia artificial y perspectivas funcionalistas de la mente . . . . . . . . . 69
2. Teorías jurídico-penales de la acción penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
3. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

la inflUencia de las neUrociencias sobre la cUlPabilidad como elemento


de la teoría del delito Penal ....................................... 79
Matías Rodolfo Pacce
1. Neurociencia y derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
2. La culpabilidad como elemento del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
3. Neurociencia y culpabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

la cUlPabilidad jUrídico-Penal individUal en la emPresa: ¿realmente somos


libres dentro de Una organización emPresarial comPleja? .............. 87
Francisco Antonio Valdez Silva
1. La empresa como organización social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
2. La influencia de la moderna organización empresarial en el derecho penal 90
2.1. Tipo objetivo y principio de confianza: ¿atomización de la moderna
organización empresarial? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
2.2. Culpabilidad y disponibilidad jurídica mínima: ¿falta de adaptación
de la moderna organización empresarial a esta categoría de la teoría del
delito? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
3. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92

8
PRESENTACIÓN

Entre los días 11 al 27 de enero de 2021se celebró el Curso de Postgrado –y,


dentro de este, el Seminario Internacional Online– Derecho penal y Comportamien-
to Humano. Avances desde la Neurociencia y la Inteligencia Artificial, actividad
inscrita en el Proyecto de Investigación-Programa I+D+i orientada a los retos de
la sociedad Derecho penal y comportamiento humano (RTI2018-097838-B-I00)
concedido por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España.
En él participaron prestigiosos especialistas procedentes de diversas universida-
des e institutos científicos de Alemania, Argentina, Brasil, España, Italia, México,
Perú, Portugal y Suiza. El esfuerzo desplegado fue considerable y su realización
no hubiera sido posible sin el denodado esfuerzo de mis discípulos Mónica de la
Cuerda Martín y Faustino García de la Torre García, que llevaron a cabo una enco-
miable labor de coordinación que nunca agradeceré lo bastante.
Como ya hiciéramos en una ocasión anterior, junto con la publicación de la
obra colectiva que reúne las distintas contribuciones de los autores1, procedemos
ahora a editar en formato digital la recopilación de las comunicaciones que fueron
seleccionadas en el call for papers que fue convocado dentro de las X Jornadas
Latinoamericanas de Derecho penal (XJLDP), que tuvieron lugar el 27 de enero
de 2021 bajo la dirección de mis queridos colegas los Drs. Dino Carlos Caro Coria
(Lima) y Mª Eugenia Escobar Bravo (Münster). A ambos me une una ya larga
amistad y relación de fructífero intercambio de actividades académicas, entre las
1 DEMETRIO CRESPO, E. (Dir.) / CUERDA MARTÍN, M. DE LA y GARCÍA DE LA
TORRE garcía, F. (Coords.), Derecho penal y Comportamiento Humano. Avances desde la Neuro-
ciencia y la Inteligencia Artificial, Valencia: Tirant lo Blanch, 2022.

9
Eduardo DEMETRIO CRESPO

que sobresale esta iniciativa que, como ellos bien señalan en su prólogo, tiene por
objeto estrechar aún más los lazos formativos que unen a la UCLM con todo el
ámbito jurídico de Iberoamérica, aspirando al mismo tiempo al noble objetivo de
convertirse en semillero de futuros penalistas. Mi gratitud hacia ellos no deja
de crecer, no solo por tomarse el tiempo de dirigir las XJLDP, sino también por el
contagioso entusiasmo que desprenden.
Los artículos que ahora ven la luz son una pequeña muestra de aspectos clave
de los fundamentos del Derecho penal que es preciso analizar a propósito de su
relación con el comportamiento humano desde la óptica interdisciplinar que aportan
los avances científicos. El vertiginoso desarrollo que han experimentado las neu-
rotecnologías de la mano de la inteligencia artificial obliga a afrontar un desafío
epistémico –de dimensiones desconocidas hasta la fecha– que se proyecta sobre el
sistema penal en su conjunto, en el que las ciencias de la conducta y forenses están
llamadas a cumplir un papel decisivo. No solo se ven afectadas las bases de la
teoría del delito, sino que se propicia así un amplio debate técnico-jurídico –tanto
en el campo sustantivo como procesal– que concierne en primera línea a la posi-
ble afectación de Derechos Fundamentales y de las garantías individuales como
consecuencia de la aplicación del paradigma predictivo. A su vez, esto último ha
desembocado en el planteamiento no exento de polémica acerca de los llamados
Neuroderechos Humanos y las posibles fórmulas que se están adoptando en varios
ordenamientos para su positivización.
No me queda sino agradecer al Servicio de Publicaciones de la UCLM que haya
aceptado por segunda vez coeditar este E-Book con el Centro de Estudios de Dere-
cho Penal Económico y de la Empresa. Asimismo, al equipo de dirección de los
Cursos de Postgrado en Derecho, que alcanzarán en enero de 2023 su xxiii edición.
No en último lugar, todos y cada uno de los integrantes del prestigioso equipo de
profesores que a lo largo de estos años nos han apoyado compartiendo sus conoci-
mientos merecen un sentido agradecimiento. Por último, a todos los exalumnos y,
especialmente, a los que se animaron a participar en las Jornadas.

Eduardo Demetrio Crespo


Catedrático de Derecho penal
Universidad de Castilla-La Mancha

En Toledo, a 18 de enero de 2023

10
PRÓLOGO

Desde hace más de dos decadas la Universidad de Castilla-La Mancha se viene


perfilando como un verdadero think tank en torno al Derecho Penal Económico y
las nuevas formas de criminalidad. Reflejo de ello ha sido la xxi Edición de los
Cursos de Postgrado en Derecho Penal, esta vez dedicado al “Derecho Penal y
Comportamiento Humano: Avances desde la Neurociencia y la inteligencia arti-
ficial”, dirigido por el Prof. Dr. Eduardo Demetrio Crespo y que se llevó a cabo
del 11 al 27 de enero de 2021 en el Campus de Toledo, esta vez de manera virtual
debido a la pandemia.
Es en ese contexto que nace esta colectánea que tenemos el honor de prologar.
Se trata de la segunda edición como e-Book de las comunicaciones de las “Jornadas
Latinoamericanas de Derecho Penal” que, en los últimos años, se ha convertido en
un espacio para que los propios alumnos del Curso, generalmente de Latinoamérica,
presenten un paper y lo sometan a debate, en ocasiones como un avance o anuncio
de una futura carrera en la academia. En ese sentido, las Jornadas pretenden con-
vertirse en un semillero de futuros penalistas, por ello es que tanto la Universidad
de Castilla-La Mancha, como el Centro de Estudios de Derecho Penal Económico
y de la Empresa, y los directores del Curso y las Jornadas, estamos convencidos de
la importancia de difundir estos trabajos como un reconocimiento al esfuerzo
de los autores.
Como puede advertirse desde el propio título del Curso, los temas tratados en
las Jornadas han estado más allá del Derecho penal. Un acercamiento desde las
ciencias penales es el último paso frente a una fenomenología que demanda cono-
cimientos básicos o intermedios, según el caso, sobre el estado de las neurociencias

11
María Eugenia ESCOBAR BRAVO y Dino Carlos CARO CORIA

y la inteligencia artifical. No es posible el abordaje penal sin antes conocer, por


ejemplo, si las neurociencias son capaces de probar o negar el libre albedrío, o si es
posible manipular el pensamiento, la voluntad o la identidad mental mediante el uso
de implantes en el cerebro que pretenden la interacción con dispositivos externos,
lo que precisamente ha motivado el debate en torno a la necesidad de reconocer a
nivel constitucional, como en Chile, o solo mediante normas de soft law, como la
Carta de Derechos Digitales de España, los llamados neuroderechos, como un escu-
do frente a la creciente interacción entre la inteligencia artificial y la neurociencia,
la neurotecnología, bien sea en orden al tratamiento de enfermedades o como una
herramienta de mejoramiento o aumento de la capacidad humana, con los riesgos
subsecuentes para la privacidad mental o la igualdad de acceso a estas mejoras.
Preocupaciones similares son las que inspiran los trabajos que ahora se pre-
sentan. Maria João Carvalho Vaz nos ofrece, en particular, una perspectiva desde
los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la tentativa imposible por
inexistencia del objeto en derecho penal. Por su parte, Katerine Carmen Cujilema
Quinchuela reseña las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del biode-
recho, anatomofisiológicas y la ética médica en casos de neuroinimputabilidad por
transtorno mental, teniendo en cuenta el Derecho penal ecuatoriano. A su turno,
Luis Gustavo Guillermo Bringas analiza cómo las neurociencias pueden impactar
en la concepción de una categoría dogmática tan normativizada como el dolo,
plateando con ello el debate en torno a si cabe recuperar un sustrato fáctico u onto-
lógico en su determinación. Por su lado, la contribución de Juan David Gutiérrez
Palacio postula un concepto jurídico-penal de acción a partir de la inteligencia
artificial, introduciéndose con ello en la discusión reciente sobre si los agentes
inteligentes acaso tienen capacidad de voluntad en supuestos, como el de los coches
autónomos, en que pueden tomar decisiones propias e imprevisibles, más allá de lo
implantado en la programación. Matías Rodolfo Pacce se ocupa de la ya aceptada
influencia de las neurociencias en la culpabilidad como elemento de la teoría del
delito. Finalmente, Francisco Antonio Valdez Silva, desde una perspectiva neuro-
científica como de behavioral law/compliance, estudia cómo el entorno empresarial
crea o refuerza los sesgos cognitivos y volitivos de sus miembros, y cómo ello se
refleja en la culpabilidad individual con posibles consecuencias para la determina-
ción de la pena o de la propia culpabilidad.
Como lo hiciéramos hace dos años, nuestra máxima gratitud a la Universidad
de Castilla-La Mancha y en particular a nuestro querido colega y amigo, el pro-
fesor Eduardo Demetrio Crespo por la renovada oportunidad de dirigir las “Jorna-
das Latinoamericanas de Derecho Penal” y su apoyo a la materialización de esta
edición bajo el sello de su casa de estudios. Gratitud que hacemos extensiva a sus
dedicados colaboradores, los colegas Mónica de la Cuerda Martín y Faustino Gar-

12
Prólogo

cía de la Torre. No podemos concluir sin el reconocimiento al equipo del Centro de


Estudios de Derecho Penal Económico y de la Empresa (Lima/Perú), compuesto
por Daniela Isabel Jose Zare Velásquez, Bruno Jaime Soto Small y Susana Belén
Machaca Quispe, por el trabajo de revisión de las contribuciones de los autores.

María Eugenia Escobar Bravo


Dino Carlos Caro Coria

Münster/Alemania y Lima/Perú, enero 2023

13
UNA PERSPECTIVA DESDE LOS AVANCES DE LAS
NEUROCIENCIAS SOBRE LA PUNIBILIDAD DE LA
TENTATIVA IMPOSIBLE POR INEXISTENCIA DEL
OBJETO EN DERECHO PENAL
MARIA JOÃO CARVALHO VAZ1
Universidad de Coimbra, Portugal

RESUMEN
En el ámbito del Derecho Penal, la evolución de las neurociencias, la aparición
de las tesis neurodeterministas y el experimento de Libet plantearon reflexiones
sobre la existencia del libre albedrío y, por tanto, sobre el principio básico de cul-
pabilidad - nulla poena sine culpa. Si bien es cierto que el Derecho Penal tiene su
autonomía científica y que debe analizar críticamente el conocimiento neurocien-
tífico emergente, también es cierto que las innovaciones neurocientíficas pueden
contribuir a la comprensión de conductas delictivas en las que se producen cam-
bios en la aprehensión de la realidad, a lo largo del proceso de un compatibilismo
humanista.
Uno de los casos en los que creemos que se puede realizar este análisis multi-
disciplinario en el que se enriquecen ambas ciencias es en el caso de la tentativa
imposible por inexistencia del objeto.
Palabras clave: Neurociencias, principio de culpabilidad, punibilidad de la ten-
tativa imposible, filosofía.

1 Máster en Ciencias Jurídicas y Penales por la Facultad de Derecho de la Universidad de


Coimbra. Estudiante de doctorado en Ciencias Jurídicas y Penales en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Coimbra.

15
Maria João CARVALHO VAZ

ABSTRACT
In the scope of Criminal Law, the evolution of neurosciences, the emergence
of neurodeterminist thesis and the Libet’s experience raised questions about the
existence of free will and, therefore, the basic principle of guilt – nulla poena sine
culpa.
If it is true that Criminal Law has its scientific autonomy and that it must critica-
lly analyze the emerging neuroscientific knowledge, it is also true that neuroscien-
tific innovations can contribute to the understanding of criminal behavior in which
there are changes in the apprehension of reality, along the lines of a humanistic
compatibilism. One of the cases in which we understand that this multidisciplinary
analysis can be carried out in which both sciences are enriched is in the case of an
impossible attempt due to the inexistence of the object.
Keywords: Neuroscience, guilt principle, punishability of the impossible
attempt, philosophy.

INTRODUCCIÓN
El avance de los estudios neurocientíficos que se desarrollaron a partir de la
segunda mitad del siglo xx planteó retos para el Derecho Penal y aportó algunas
innovaciones a la ciencia criminal.
Así, a partir del experimento de Libet2, la dogmática penal se vio inmersa en
cuestionamientos filosóficos que desafiaban toda su sólida estructura, y que cues-
tionaban no solo si la acción del agente es libre o determinada, sino también uno de
sus principios básicos: el principio de culpabilidad penal (nulla poena sine culpa)
(libet y gleason, 1982, p. 322).
Algunos neurocientíficos como Prinz, Singer y Roth han llegado a la conclusión
de que las elecciones humanas están determinadas por las experiencias almacenadas
y el sistema límbico (frisch, 2012, pp. 30-31)3.
Por su lado, Hassemer (2011), sin subestimar los avances de las ciencias natura-
les, reaccionó a las teorías neurocientíficas llamándolas “canto de sirenas”, pues la
dogmática penal ya tomaba en cuenta casos en los que el agente no tiene capacidad
de culpa, entre los que se encuentra la inimputabilidad4.
2 El experimento de Benjamin Libet se basó en la suposición de una voluntad potencial para
realizar una acción: mover la mano. Con su investigación demostró lo contrario de lo que buscaba: el
potencial de disposición era muy corto, dado que se produjo antes del período de tiempo en el que la
persona creía haber tomado la decisión.
3 La acción no sería más que una mera consecuencia del funcionamiento del cerebro.
4 PIZARRO DE ALMEIDA, Carlota. (2004) Modelos de Inimputabilidade: da teoria à práti-
ca. Almedina: Coimbra. Sobre la relación entre las neurociencias y la imputabilida de: SÁNCHEZ

16
Una perspectiva desde los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la…

Cuando se cuestionó la libertad de acción del agente, aunque por un lado surgió el
incompatibilismo –entre el determinismo y el libre albedrío–, también surgió el com-
patibilismo, que se puede decir que fue aceptado por la mayor parte de la doctrina5.
Aceptar el derecho penal de la culpabilidad, no en el sentido de su origen judeo-
cristiano de desaprobación moral solamente, sino en un sentido “ético-social”6, en
la línea del derecho penal como disciplina de la razón, que presupone dos signifi-
cados: un ámbito formal de imputabilidad de un hecho ilícito típico punible para
el agente; un alcance material, centrado en el contenido que subyace a la propia
responsabilidad penal7, es decir, la vulneración de este contenido genera una des-
valorización, que puede ser de acción o resultado, en relación con un bien jurídico
con dignidad penal.
Sin embargo, la relación entre el Derecho Penal y las neurociencias evolucionó
mucho en la segunda mitad del siglo xx y, en términos jurídico-penales, indepen-
dientemente de que analicemos esta perspectiva en base a normas más materiales o

VILANOVA, María. (2017). Neuroimputabilidad? Una mirada interdisciplinar a la responsabilidad y


tratamiento jurídico-penal de los trastornos de la personalidad desde los avances de la neurociencia.
Tesis Doctoral presentada en la Univesirtad de València.
5 Lo más profundo es el compatibilismo humanista de Demetrio Crespo: DEMETRIO CRES-
PO, Eduardo. (2013) “Compatibilismo Humanista”: uma propuesta de conciliación entre neurocien-
cias y derecho penal. In Neurociencias y derecho penal: nuevas perspectivas en el ámbito de la
culpabilidad y tratamiento jurídico-penal de la peligrosidad. Madrid: Edisofer, pp. 17 – 42. Además:
DEMETRIO CRESPO, Eduardo. (2017) Fragmentos sobre Neurociencias y Derecho Penal. Monte-
video – Buenos Aires: Editorial B de F, pp. 75 y ss. En Portugal, expôs la questión el neurocientista
João Lobo Antunes, en: LOBO ANTUNES, João. (2012) As neurociências e o Direito. In Estudos
em Homenagem ao Prof. Doutor José Joaquim Gomes Canotilho. Vol. I. Coimbra Editora: Coimbra,
pp. 85-95.
6 En este sentido, en línea con la defendibilidad de un normativismo con fundamento ontoantro-
pológico, en la línea de intervención como última ratio, para proteger un bien jurídico con dignidad
criminal o mínimo ético, no por razones de eficacia, ni siquiera aunque asume que la mayoría de
dogmáticos que fundamentaron materialmente la culpa en la idea del libre albedrío están abandonando
el horizonte puramente ontológico: de faria costa, José. (2015) Noções Fundamentais de Direito
Penal (Fragmenta Iuris Poenalis). Coimbra Editora: Coimbra, 4ª Edição, p. 322 e ss. En el sentido
contrario, sobre el concepto de culpabilidad fundado en la responsabilidad y adecuación a la norma,
en consonancia con la teoría kantiana de los imperativos: KindhaUser, Urs. (2016) Culpabilidad jurí-
dico-penal en el Estado Democrático de Derecho. In Responsabilidade e Pena no Estado Democrático
de Direito. Desafios teóricos, políticas públicas e o desenvolvimento da democracia. São Paulo: FGV
Pesquisa Acadêmica livre, pp. 101 y ss.
7 No en cuanto a la imputabilidad o materialidad de la culpa, sino a considerar el derecho penal
como una ciencia de la razón práctica con una vocación ontológica que no es meramente metafísica, sino
en el sentido de limitar al hombre a “su tiempo y circunstancia”, la misma razón práctica que convoca
una ética de responsabilidad. Cfr. DE FARIA COSTA, José. (2020) Prelúdio e variações sobre o Direito
Penal. In Direito Penal e Liberdade. Lisboa: Âncora Editora, p. 112.

17
Maria João CARVALHO VAZ

más funcionales (materiales o sistémicas), la evolución neurocientífica no ha dejado


de cuestionar los conceptos de culpabilidad que se habían definido con la Ilustra-
ción y ha hecho que se replanteen a la luz de las innovaciones8. En las palabras de
Feijoo Sánchez, la relación entre neurociencias y el Derecho penal es una “relación
tormentosa” (feijoo, 2012, p. 71).
A partir de este punto, han surgido distintas tesis, algunas con fundamento
puramente científico y otras con fundamento puramente jurídico9. Para considerar
este tema de una manera más amplia, sin descuidar la relación dialéctica entre
estas diferentes perspectivas, podemos encontrar lo mejor de ambos mundos en el
compatibilismo humanista.
Así, aunque el derecho tiene su autonomía científica como ciencia social, y la
neurociencia, como ciencia empírica, y aunque entendemos que no debemos aceptar
acríticamente todas las innovaciones y tecnologías neurocientíficas en términos de
evaluación de la culpa, también entendemos que podemos utilizar el aporte de los
desarrollos neurocientíficos para poder analizar y comprender mejor al ser humano
y su comportamiento y, quién sabe, revisar algunos institutos, sin dejar de men-
cionar que “el problema de la libertad es demasiado amplio como para que ni el
derecho penal ni la neurociencia pretendan agotarlo (demetrio, 2017, p. 94)”.
Es dentro de este panorama, y sin descuidar los avances neurocientíficos, que
nos proponemos a analizar el comportamiento del agente cuando practica un intento
imposible por la inexistencia del objeto.

8 Cfr. DEMETRIO CRESPO, Eduardo. (2014) Libertad de voluntad, investigación sobre el


cerebro y responsabilidad penal. Aproximación a los fundamentos del moderno debate sobre neu-
rociencias y Derecho penal. En Revista Penal México, n.º 6, Marzo agosto, pp. 113 – 138. Sobre el
punto de situación entre la evolución de las neurociencias y la culpabilidad: LUZÓN PEÑA, Diego
– Manuel. (2013) Libertad, culpabilidad y neurociencias. In Neurociencias y derecho penal: nuevas
perspetivas em el ámbito de la culpabilidad y tratamiento jurídico-penal de la peligrosidad. Madrid:
Edisofer, 2013, pp. 341 – 402.
9 Sobre todo, la vieja cuestión entre la existencia del libre albedrío y el determinismo, así como
si son compatibles o no. En términos jurídicos, también se destaca la defensa de tesis que abogan por
la insuficiencia del neurodeterminismo para la investigación de la culpabilidad. TADEU BUONICO-
RE, Bruno. (2018) Direito Penal e Possibilidade: o neurodeterminismo e seu déficit de normatividade
para a fundamentação da culpabilidade. In Revista Brasileira de Ciências Criminais, n.º 141, pp. 15
– 60. En el sentido de la defensa de que los experimentos neurocientíficos tienden a evaluar el com-
portamiento humano de forma reduccionista y que, por tanto, merece una reflexión crítica: PÉREZ
MANZANO, Mercedes. (2013) El Tiempo de la consciência y la libertad de decisión: bases para
una reflexión sobre neurociencia y responsabilidad penal. In Neurociencias y derecho penal: nuevas
perspectivas em el ámbito de la culpabilidad y tratamiento jurídico-penal de la peligrosidad. Madrid:
Edisofer, pp. 105 – 136.

18
Una perspectiva desde los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la…

1. LA PUNIBILIDAD DE LA TENTATIVA IMPOSIBLE POR INEXISTEN-


CIA DEL OBJETO
1.1. La tentativa imposible
La tentativa se traduce en una acción desvaliosa, sin producir resultado, que
atenta contra un bien jurídico con dignidad penal o contra el imperativo en el
que se fundamenta la norma, según la perspectiva normativa que se utilice en
el análisis.
Las tentativas pueden ser posibles o imposibles, reales o irreales (cuando solo
existen en el subjetivismo del agente), terminadas o inconclusas. Dentro de las
tentativas imposibles, podemos distinguir aquellas en las que existe idoneidad para
la producción del resultado y aquellas en las que no existe idoneidad alguna para la
producción de un resultado jurídico-penalmente desvalioso10.
En concreto, las neurociencias pueden contribuir a la comprensión de las ten-
tativas imposibles, no solo en el sentido de saber si el agente está condicionado o
tiende, por padrones neurológicos, a actuar o reaccionar de determinada manera,
sin que esto lo etiquete como una persona peligrosa de nacimiento (CARVALHO,
2018, p. 81-123)11.
Estos desarrollos están impregnando la dogmática penal, incluso en la moderación
de teorías más subjetivistas, en la medida en que el castigo de la mera intención de
dolo no puede prescindir de cierta objetividad: la materialización en una acción con-
creta con delito, bajo pena de punición de la mera cogitatio (JAKOBS, 2020).

1.2. La evolución de la punibilidad de la tentativa imposible


La punibilidad de la tentativa (posible) se remonta a épocas antiguas de la his-
toria, cuando estaba imbricado en motivos morales, religiosos y socioculturales
(gilissen, 1995, p. 72).

10 Las tentativas imposibles más conocidos son: a) aquellas en las que el entorno es inadecuado,
por ejemplo, cuando el agente A intenta matar a B con un arma de juguete; b) aquellas en los que el
tema es inadecuado, por ejemplo, un jardinero de una escuela privada no puede cometer un delito que
está específicamente previsto para los funcionarios públicos; c) o aquellas en los que la inelegibilidad
se debe a la ausencia o no existencia del objeto, por ejemplo, cuando A intenta matar a B, que ya
está sin vida (inexistencia) o cuando A intenta robarle a B un reloj que habitualmente lleva siempre
en el bolsillo del abrigo, en un día en que A no lo llevó al trabajo (ausencia). Por todos: SERRANO-
PIEDECASAS FERNÁNDEZ, José Ramón. (1999) Fundamento de la punición de la tentativa. In
El nuevo Código Penal: presupuestos y fundamentos. Libro de homenaje al Prof. Doctor Don Ángel
Torío Lopez. Granada: Comares, pp. 521-550.
11 Sobre la cuestión de fondo – la teoria del labeling approach: DE FIGUEIREDO DIAS, Jorge;
DA COSTA ANDRADE, Manuel. (2011) Criminologia: o homem delinquente e a sociedade criminó-
gena. Coimbra: Coimbra Editora, 3ª reimpressão, pp. 343 e ss.

19
Maria João CARVALHO VAZ

En términos legales, fue el derecho romano el que, al definir el iter criminis, sepa-
ró el flagitum perfectum del flagitum imperfectum (de faria costa, 1987, p. 7)12. Así,
con el objetivismo de la Escuela Clásica, hubo más rigor en su definición; sin embar-
go, la tentativa imposible no era punible (JESCHECK y WEIGEND, 2002, p. 551)13.
Sin embargo, los excesos objetivistas de la época se centraron únicamente en
la importancia del desvalorización del resultado, lo que hizo que la dogmática y la
jurisprudencia alemanas de la primera mitad del siglo xx comenzaran a atribuir igual
importancia al desvalor de la acción, aunque sólo fuera en el aspecto de desvalori-
zación de la intención que se materializa en cualquier acción externa e independien-
temente de que esta acción sea apta para materializar la intención que la motivara14.
La teoría del error al revés –entre la tentativa imposible y el error sobre las cir-
cunstancias del hecho– terminó siendo considerada una forma de analogía in mala
partem y, tras la caída del nacionalsocialismo (mUñoz, 2003, p. 33), la dogmática
creó nuevas teorías mitigadas para justificar la punibilidad de la tentativa, incluso
si no era adecuada para la producción del resultado, es decir, la teoría de la impre-
sión. Así, el castigo derivaría de la decisión interna del agente de cometer el hecho,
materializada en un acto exteriorizador de esa intención con consecuencias para la
sociedad, derivando de un cruce entre la teoría finalista de la acción con la teoría
de la acción social (figUeiredo, 2012, p. 691).
Hay otras teorías en las que el objetivismo se mitiga con el subjetivismo, pero en
las que prepondera el objetivismo. En estos últimos casos, la punibilidad de la ten-
tativa resulta no de la teoría de la impresión, sino de la violación de un vorfeld pro-
tector, que constituye el núcleo duro del propio bien legal protegido por la norma
incriminatoria, creando no una devaluación de la acción, sino una devaluación del
resultado del peligro que pone en tela de juicio la relación onto-antropológica de

12 Aunque sin separación entre lo que se tentó y los actos preparatorios.


13 Ni por el Código francés de 1810, ni por el Código prusiano de 1851.
14 En consonancia con la defendibilidad de la desvalorización de la intención, Zielinsky. Cfr.
MAURACH, Reinhart; ZIPF, Heins. (1994) Derecho penal. Parte General. Vol. I. Buenos Aires:
Editorial Astrea, pp. 273 e ss. Para comprender los problemas centrales de la tentativa en derecho
penal: PALMA, Maria Fernanda. (2006) Da tentativa possível em Direito penal. Almedina: Coimbra.
A este hecho se sumó el agravante de la teoría del dolo al revés, que se basaba en una lógica de
lugares inversos respecto al error sobre las circunstancias del hecho: si en el primer caso se excluye
el dolo porque el intelectual y el los elementos volitivos fracasan, entonces en la tentativa imposible
debe ser castigado porque el sujeto prevé y quiere producir el resultado, aunque su producción no sea
naturalísticamente posible. Cfr. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio. (1999) Los actos preparatorios del
delito, tentativa y frustración. Estudio de Dogmática penal y Derecho comparado. Santiago: Editorial
Jurídica de Chile, pp. 114 e ss. En el sentido de vislumbrar el intento como una desviación o error
sobre el vínculo causal: FAYET, Fábio Agne. (2008) Da tentativa impossível e do erro sobre o nexo
causal. In Revista Brasileira de Ciências Criminais, n.º 72, pp. 87 – 122.

20
Una perspectiva desde los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la…

cuidado-peligro en la que se basa la vida en sociedad, que contaminaría la conducta


del agente (de faria costa, 1999, p. 410) o bien, en los casos en que la inexis-
tencia del objeto coincida con la inexistencia de un interés legal, la sanción de la
tentativa imposible carecería de fundamento material (carvalho, 2014).
Las teorías mitigadas valoraron la intención o el subjetivismo, aunque se funda-
mentaran en un acto objetivo –no en un sentido autónomo de desvalorizar una mera
intención inofensiva, sino en el sentido de que esta intención ha sido la guía de una
acción indudable que la ha exteriorizado (jaKobs, 2020). En este caso, principal-
mente por razones normativo-funcionales, la tentativa inidónea es punible porque
esa acción exteriorizada por el agente viola el imperativo constante de la norma
incriminatoria. Los defensores de esta última teoría, como Jakobs, argumentan que
“el cuestionamiento interno solo está permitido para la interpretación de fenóme-
nos externos que ya son, y en todo caso, perturbadores” (1997, 302).
Para Roxin, la evaluación de toda tentativa peligrosa debe partir de una eva-
luación ex-ante y debe superar el riesgo permitido por la norma, lo que da lugar a
una imputación objetiva. De esta forma, Roxin (2008) establece que solo se deben
castigar los intentos peligrosos y de mala reputación, quitando así los excesos sub-
jetivistas de las tentativas irreales y las supersticiosas.
Así, para estos autores, la desvalorización de la acción que constituye el núcleo
de la antijuridicidad de las tentativas imposibles en las que existe peligro real debe
ser sancionada y la vulneración de la vigencia de la norma fundamenta la necesidad
de la sanción, ya que se fundamenta en el supuesto de que el agente podría haber
actuado de manera diferente15.

2. EL COMPORTAMIENTO DEL AGENTE Y LOS DESARROLLOS DE


LA NEUROCIENCIA Y LA FILOSOFÍA
Los avances neurocientíficos, a saber, el uso de técnicas de resonancia magnética
funcional (fmRI), análisis de neuroimagen, mapeamiento de la memoria, cruces de la
genética con las ciencias del comportamiento (especialmente la genómica del com-
portamiento) (Posa, 2016, pp. 1-7), contribuyen ahora a una mejor comprensión del
subjetivismo y comportamiento del agente, de la misma manera que contribuyen a
una reflexión sobre si este realmente tiene libertad de acción o si está condicionado
neurobiológicamente (searl, 2007). Así, muchas veces, cuando nos enfrentamos a
una tentativa imposible, nos encontramos ante una irrealidad o una ilusión del agente,
aunque, en apariencia y solo desde su perspectiva, el delito pueda parecer posible.
En este sentido, lo que ocurre a menudo en estos casos es que la forma de apre-
hensión de la realidad del agente puede estar viciada por su propia subjetividad.
15 Lo que abre la posibilidad de que la tentativa inidónea también sea castigada a título de dolo
eventual.

21
Maria João CARVALHO VAZ

Esta realidad viciada, en la que hay un fallo en el proceso de aprehensión del ver-
dadero objetivo, puede ser circunstancial y no válida en todo momento. Aquí recu-
rrimos no solo a la filosofía de la mente16, sino también a la filosofía del lenguaje
(ramos, 2013, pp. 137-160) (que explica la relación del lenguaje con la realidad),
para intentar comprender el comportamiento del agente17.
Wittgenstein afirma que “what is thinkable is also possible” (1922, p. 30) lo cual
es lógico, pero solo para aceptarlo en los términos unívocos de un mundo cerrado
en intenciones, que es la mente del agente. En otras palabras: para el agente que
dispara a alguien que ya no está vivo imaginando que la persona está viva, matar
a esa persona, en su mente, es algo posible, aunque no lo sea en términos reales.
Sobre el problema mente-cuerpo existen varias discusiones sobre dualismo,
behaviorismo, funcionalismo o fisicalismo, siempre difíciles de corroborar empíri-
camente (midgley, 2019). Por otro lado, la neurociencia más radical centrada en la
raíz causal de la ‘neurofisiología’, defendió la inexistencia del dualismo, en la línea
de que todo deriva de la actividad cerebral18.
Los filósofos de la mente, como Searl, señalan la inconsistencia del dualismo,
pero fomentan la idea de que los fisicalistas también caerán en el error si no anali-
zan la causa de la intencionalidade (searl, 1999, p. 326) – componente originaria
de toda la acción (searl, 2018, p. 77).
En este punto de análisis, la subjetividad del agente puede contener la clave de la
motivación para la comisión del delito, ya sea de origen racional, emocional o algo
puramente circunstancial, dentro de sus circunstancias mentales o de su conciencia
subjetiva, en la medida en que ésta pueda proporcionar un “comando ilusório ou
a falta de comando para uma ação em que seja dissonante a realidade da ficção”
(Palma, 2016, p. 27)

16 Sobre la cuestión de la influencia de la filosofía de la mente y el subjetivismo en relación


con los desarrollos neurocientíficos: demetrio cresPo, Eduardo. (2013) Identidad y Responsabilidad
Penal. In Anuario de la facultad de derecho de la Universidad de Madrid, n.º 17, pp. 237-282.
17 Cabe señalar que hablamos de un delito tipificado en muchos países, como Portugal o Alema-
nia, pero que, sin embargo, no es sancionado en otros, como en Brasil, donde asume la denominación
de “delito imposible”.
18 Sobre las fronteras de la discursividad, los problemas del dualismo o la cuestión de saber si
el cerebro produce la mente: FERREIRA, Ana Elisabete. (2020) Neuroética e neurodireito: pensar a
responsabilidade a partir das neurociências. Coimbra: Petrony, pp. 61 e ss. No sentido de la incompa-
tibilidad entre lo dualismo e lo fisicalismo: PRATA, Tárik Athayde. (2014) Naturalismo e subjetividade
na filosofia da mente de John Searl. In Perspetiva Filosófica, vol. 41, n.º 2, pp. 85-101. En el sentido
de demonstrar los límites del fisicalismo: BENZÁQUEN DE HEVIA, Esther. (2019) Consciencia y
naturaleza: los límites del fisicalismo. In Síso Saúde: Boletín de la Asociasón Galega de Saúde Mental,
vol. 64 e 65, pp. 71-90. Conjugando estas questiones com los pelerigos del reducionismo naturalista en
el derecho penal: PÉREZ MANZANO, Mercedes. El tiempo (...), op. cit., pp. 105 e ss.

22
Una perspectiva desde los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la…

Y si, desde el punto de vista de la filosofía de la mente, estamos más informados en


cuanto a los estados mentales, así como de qué manera las limitaciones mentales
en relación con la realidad nos condicionan, los neurocientíficos también explican
que las personas con daño en el córtex prefrontal pueden presentar incapacidad para
arrepentirse (castro, 2019, pp. 27-35), cambios en el juicio, la capacidad
para tomar decisiones o debilidad de las habilidades intelectuales (baird, 2009, p. 81),
no teniendo la misma libertad de acción que las personas que no sufren estos daños.
Por otro lado, sabemos que, incluso si la persona no tiene daño permanente en el
córtex, las situaciones de alto estrés pueden derivar en cambios en el eje HPA (hipo-
thalamic-pituitary-adrenal), que regula la relación entre el hipotálamo y la amígdala,
que se relaciona con el miedo, la impulsividad y la agresividad y que puede distorsio-
nar momentáneamente la aprehensión de la realidad, aunque no sean empíricamente
demostrables mediante técnicas de neuroimagen (baird, 2009, p. 89).
Lo que ocurre es que, a menudo, el castigo de la tentativa imposible se vuelve
hacia la intención imposible del sujeto o hacia su carácter peligroso y no el peligro
del hecho, solo per se19, aunque el primero se exterioriza en una acción, muchas
veces derivada de una alteración neurobiológica innata o meramente circunstancial.
Sin embargo, hay ciencia que nos muestra que el neurodeterminismo biológico
se puede cambiar, ya sea aumentando la autoconciencia o desarrollando nuevos
comportamientos, en línea con la psicología conductual, o activando la neuro-
plasticidad de las células cerebrales20 –quids– que constituyen argumentos para el
rechazo del neurodeterminismo más radical21.
Por otro lado, también surgieron los neuroderechos (llamas, 2021, pp. 83-111),
entre las que destacan la libertad cognitiva, la intimidad e integridad mental o la
continuidad psicológica, que da más garantías a la persona humana en una época
caracterizada por el boom tecnológico y la humanización de las máquinas.

19 Algo que ya aconteció en el pasado. Cfr. DEMETRIO CRESPO, Eduardo. Fragmentos (...)
Op. Cit., p. 96. Sobre la importancia político-criminal del hecho que comprueba la peligrosidad cri-
minal: ANTUNES, Maria João. (2002) Medida de Segurança e Internamento e Facto de Inimputável
em razão de anomalia psíquica. Coimbra: Coimbra Editora, pp. 473 e ss.
20 Sobre la possibilidad de ampliación de la consciencia: DAMÁSIO, António. (2015) O mistério
da consciência: do corpo e das emoções ao conhecimento de si, 2ª edição. São Paulo: Companhia das
Letras, pp. 187 e ss. Sobre los ciclos de pensamiento que eran comportamientos semejantes ya hablaba
William James en el fin del siéculo XIX. Sobre lo brain lock e su alteración debido à la neuroplastici-
dad: SCHWARTZ, M. D. Jeffrey; BEGLEY, Sharon. (2003) The mind and the brain: neuroplasticity
and the power of mental force. New York: Harper Perennial Books.
21 En sentido crítico al neurodeterminismo: BUSATO, Paulo César. (2018) Liberdade de ação
versus neurociências no direito penal da culpabilidade. In Revista Brasileira de Ciências Criminais,
n.º 145, pp. 487 – 529. No sentido del compatibilismo: FILHO, Wagner Marteleto. (2015) O Quarto
de Locke e a Culpa Penal: breves reflexões sobre liberdade, determinismo e responsabilidade. In
Anatomy of Crime, n.º 1, jan.-jun., p. 184.

23
Maria João CARVALHO VAZ

También encontramos, por ejemplo, en los casos en que existe una tentativa
imposible debido a la inexistencia del objeto, lo que a menudo ocurre es un auto
engaño del agente, que puede culminar en una tentativa poco realista22.
En situaciones donde el objeto no existe cuando no hay bien jurídico, lo que
ocurre en el normativismo material es la invalidez material de la pena, ya que, al no
existir bien jurídico, no hay base material subyacente a la norma incriminatoria23.
Por tanto, la imputación de una sanción puede no respetar la proporcionalidad y el
principio de prohibición del exceso, especialmente en los ordenamientos jurídicos
penales en los que el fundamento y finalidades de las sanciones y medidas de segu-
ridad se centran en la protección de bienes jurídicos y la reinserción del agente en
sociedad, así como en el principio de que la medida de la pena no puede exceder
la medida de la culpa24.

3. CONSIDERACIONES FINALES
Reconocemos que los desarrollos neurocientíficos tienen mucho que aportar a la
comprensión del comportamiento humano y los fenómenos criminales.
Aceptar su aportación no es sinónimo de no cuestionarlos desde el punto de
vista de la filosofía y otras áreas del conocimiento. El derecho penal tiene su
autonomía científica y, si en algunos puntos las neurociencias no son lo sufi-
cientemente estables o claras en cuanto a los resultados –por ejemplo, el uso de
técnicas de neuroimagen o mapeo de la memoria en procesos penales (silvestri,
2021) 25– en algunos puntos, las neurociencias pueden hacer un aporte importan-
te a las ciencias criminales en términos etiológico-explicativos, siempre que no
nos limitemos a causas individuales, ya que la historia de la criminología nos ha

22 Esta es una afirmación controvertida. Para una gran parte de la dogmática alemana y de los
países europeos, la tentativa irreal es solo una de las formas en que se puede concretar la tentativa
imposible. Por todos, aunque en el sentido de alejar los excesos subjetivistas de intentos irreales y
supersticiosos: ROXIN, Claus. Acerca de la punibilidade (...), op. cit., pp. 289-307. La dogmática de
algunos países lo llama un crimen imposible. Por todos: SEMER, Marcelo. (2002) Crime Impossível
e a proteção aos bens jurídicos. São Paulo: Malheiro Editores. En términos generales para compren-
der el fenómeno específico de las tentativas irreales: MORENO-TORRES HERRERA, María Rosa.
(1999) Tentativa de delito y delito irreal. Valencia: Tirant Lo Blanch.
23 Sobre la teoría del bien jurídico, que también fue más consensual entre los penalistas: FEIJOO
SÁNCHEZ, Bernardo. (2013) El actual debate alrededor de la teoría del bien jurídico. In Revista
Brasileira de Ciências Criminais, n.º 100, pp. 89-139.
24 Vide o art. 40.º do Código Penal Português. No que respeta a la culpabilidad como límite
de la punición del autor, por todos: MIRANDA RODRIGUES, Anabela. (2014) A determinação da
medida da pena privativa da liberdade: os critérios da culpa e da prevenção. Reimpressão. Coimbra:
Coimbra Editora, pp. 389 e ss.
25 Que no se pueda utilizar acríticamente y sin respetar los derechos, libertades y garantías de los
autores.

24
Una perspectiva desde los avances de las neurociencias sobre la punibilidad de la…

enseñado que además de que el delito tiene causas individuales, existen también
causas sociales y, en la mayoría de los casos, plurifactoriales e inconscientes
(mlodinow, 2014).
De ahí se concluye que, en su mayor parte, las tentativas imposibles por inexis-
tencia del objeto traducen conductas en las que la mente del agente –ya sea en
términos prolongados o circunstanciales– altera la claridad sobre la realidad que lo
rodea y los efectos de sus acciones.
No concluimos, sin embargo, que todas estas conductas de agentes de tentativa
imposible se basen en un neurodeterminismo biológico irreversible, pero tampoco
podemos decir que el agente actúa de acuerdo con una buena comprensión de la
realidad. Aunque, a diferencia de la tentativa posible (en el que un error sobre
el nexo causal impide la producción del resultado de una intención materializa-
da en una acción concreta y ofensiva a un bien jurídico con dignidad penal), en
este caso, la acción en la que dicha intención materializa suele ser inofensiva y
se genera por un estado subjetivo viciado de aprehensión de la realidad objetiva.
Por otro lado, aunque se sancione el hecho, el peligro muchas veces no se
encuentra en la acción sino en el sujeto que la practica, aunque sea circunstancial,
lo que requiere un análisis cuidadoso, bajo pena de generar nuevos peligrosos natos
o entrar en un proceso lineal de caminos del naturalismo reduccionista que quitan
la libertad de la persona humana en un sentido negativo: la capacidad racional de
no actuar sobre la base de una tendencia o padrón conductual actual, o incluso
de actuar con la capacidad mental para contrarrestar aquella tendencia.
La aceptación de un compatibilismo humanista (en línea con los derechos, liber-
tades y garantías consagrados constitucionalmente y teniendo en cuenta los neuro-
derechos emergentes) daría lugar a una respuesta proporcional a la culpabilidad del
autor del hecho. Así, si el hecho es peligroso y se comprueba la disminución de la
capacidad de culpabilidad del agente, quizás los avances neurocientíficos puedan
contribuir a valorar una posible aplicación de un régimen de semi-imputabilidad.

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LAS TÉCNICAS DE NEUROIMAGEN DESDE
LAS PERSPECTIVAS DEL BIODERECHO,
ANATOMOFISIOLÓGICAS Y LA ÉTICA MÉDICA
EN CASOS DE NEUROINIMPUTABILIDAD POR
TRASTORNO MENTAL EN EL DERECHO PENAL
ECUATORIANO
KATERINE CARMEN CUJILEMA QUINCHUELA1
Pontificia Universidad Católica del Ecuador

RESUMEN
La relación entre el Derecho Penal y la Neurociencia es indisoluble e impres-
cindible debido al notable adelanto científico de la medicina basada en evidencias.
Desde la arista ética constituye una obligación médica efectuar pruebas comple-
mentarias en los pacientes para establecer un diagnóstico definitivo. En este contex-
to, el artículo versará sobre la posibilidad de incorporar las técnicas de neuroimagen
como parte del informe pericial médico en el Derecho penal ecuatoriano desde la
óptica del bioderecho, la relación perenne con la dignidad humana y el Principio de
Objetividad. Asimismo, instituye el incentivo primordial el estudio multidisciplinar,

1 Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Máster en Cumplimiento Nor-
mativo en Derecho Penal por la Universidad de Castilla-La Mancha, España. Curso de Postgrado
en Medicina Legal, Contenidos Básicos en la Práctica Forense por la Universidad Nacional de La
Plata, Argentina. Metodología de la Comparación Jurídica por el Alma Mater Studiorum Università
di Bologna, Italia. Metodología de la Comparación Jurídica por el Alma Mater Studiorum Univer-
sità di Bologna, Italia. Especialista en Derecho Penal y comportamiento humano: avances desde la
neurociencia y la inteligencia artificial por la Universidad de Castilla-La Mancha, Toledo, España.

31
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

el cual coadyuvará a la exploración cerebral mediante su aplicación sistematizada


y brindará directrices factibles para los juzgadores al declarar la inimputabilidad
de personas con trastornos mentales. De este modo, se esclarecerán los cuadros
clínicos y la situación jurídica por el respaldo científico a partir de dos casos con
diversos criterios psiquiátricos de una misma persona.
Palabras claves: técnicas de neuroimagen, trastorno mental, bioderecho, ética
médica, neurociencia, neuroanatomía y fisiología.

ABSTRACT
The indissoluble relationship between criminal law and neuroscience is essen-
tial, due to the remarkable scientific advancement of medical evidence. From an
ethical point of view, to carry out complementary tests in patients to establish a
definitive diagnosis is medically compulsory. In this context, this article will deal
with the feasibility of incorporating neuroimaging techniques in medical expert
reports in the Ecuadorian system of criminal law. All this considering, the optics
of biolaw; the continuous relationship with human dignity; and the principle of
objectivity. Likewise, the multidisciplinary study will become the primordial
incentive in order to aid in the brain exploration by means of a systematized
application. These will constitute themselves as feasible guidelines for judgers to
declare not criminally liable to people with mental disorders. In this fashion, the
clinical picture and the juridical status with scientific backup will become clear,
starting with two cases with different psychiatric criteria from the same person.
Key words: neuroimaging techniques, mental dissorders, biolaw, medical ethics,
neuroscience, neuroanatomy and physiology.

INTRODUCCIÓN
El propósito de esta investigación es analizar medularmente la posibilidad de
incorporar las técnicas de neuroimagen como exámenes médicos complementarios
pertinentes, insertos en la fundamentación científica de los informes médico-peri-
ciales. La incorporación de la neuroimagen cimenta los preceptos del bioderecho, la
visión anatomofisiológica y la ética médica, mediante la exploración cerebral y el
diagnóstico clínico en los trastornos mentales. Por ende, el estudio multidisciplina-
rio precisa el sustento de las ciencias forenses auxiliares con vastos conocimientos
de la salud mental.
En este contexto, es incontrovertible que las “Neurociencias y el Derecho penal
deben situar en el centro de sus reflexiones al ser humano para estar a la altura de
los tiempos” (demetrio cresPo, 2021, p. 38). Efectivamente, a partir de la óptica

32
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

indicada se desarrolla esta investigación, que pretende dilucidar la importancia de


la inserción de las técnicas de neuroimagen, las cuales constituyen una herramienta
sustancial para detectar enfermedades mediante el diagnóstico médico como ele-
mento angular.
El diagnóstico clínico es un conjunto de habilidades del médico para identificar
las enfermedades. Por consiguiente, empieza con la anamnesis registrada en la
historia clínica mediante información relevante. A continuación, el galeno explora
físicamente al paciente con base en los síntomas y signos que le conducen hacia un
diagnóstico de presunción. Posteriormente se solicitan los exámenes complemen-
tarios para establecer un diagnóstico definitivo. Cabe destacar que los trastornos
mentales son de comprobación complicada, no obstante, las técnicas de neuroima-
gen, estructurales y funcionales, son instrumentos que en ciertos casos evalúan la
capacidad cognitiva y emocional.
En este sentido, es primordial clasificar las técnicas de neuroimagen, en el
campo estructural y funcional, de acuerdo con sus contribuciones informativas.
Estas se diferencian a partir de sus resultados: “la neuroimagen estructural pro-
porciona una imagen estática del cerebro y permite localizar lesiones o efectos de
enfermedades, la funcional aporta información sobre el funcionamiento cerebral”
(sánchez, 2019, p. 338). Verbigracia, la Tomografía Axial Computarizada (TAC)
de cráneo es de carácter estructural y el Electroencefalograma (EEG) es funcional.
Desde la perspectiva biojurídica, el bioderecho está determinado para “resolver
conflictos relativos a la licitud jurídica respecto de las diversas consecuencias, deri-
vadas, precisamente, del avance tecnocientífico” (mendoza, 2020, p. 41). Entonces,
conlleva a considerar la trascendencia vital de la dignidad intrínseca en el ámbito
jurídico de acuerdo con el continuo progreso científico de la aplicación de las técnicas
de neuroimagen, la cual será un elemento complementario del diagnóstico clínico.
Además, es importante el énfasis en los instrumentos internacionales de derechos
humanos.
Desde la perspectiva jurídica, en la primera sección se revisará minuciosamente
los principios y la finalidad de la prueba en la audiencia de juicio acerca de dos
casos puntuales, con criterios psiquiátricos disímiles de una misma persona. En
esencia, aplicar exámenes complementarios forma parte del proceso médico para
establecer un diagnóstico definitivo, con el objeto de esclarecer la situación jurídica
y la condición clínica. En el decurso de este estudio, en la segunda sección se rea-
lizará una visión anatomofisiológica del encéfalo. También se describirá la proble-
mática procesal ecuatoriana. En la última sección se analizarán la prueba pericial,
las reglas y el contenido del informe pericial. Asimismo, este estudio conduce por la
vía inexorable del cumplimiento médico-legal y constituye un incentivo del estudio
multidisciplinario.

33
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

1. LA FUNDAMENTACIÓN DEL ANUNCIO Y PRÁCTICA DE LA PRUEBA


1.1. Análisis de los hechos del delito de asesinato y derecho a la defensa
El 26 de abril de 2016, el Tribunal de Garantías Penales del Azuay, con sede en
el cantón Cuenca,2 declaró la culpabilidad del procesado en calidad de autor directo
por el delito de asesinato de un ciudadano. Con base en la atenuación trascendental,
se le impusieron siete años y cuatro meses de pena privativa de libertad y multa de
ochocientos salarios básicos unificados del trabajador.
En 2013, un estudio electroencefalográfico señaló “una anormalidad encefalo-
gráfica por la presencia de ondas patológicas en la región frontotemporal derecha,
lo cual confiere una base orgánica a la alteración de su comportamiento” (tribUnal
de garantías Penales del azUay, 2016, p. 10). Concretamente es razonable infe-
rir que, debido al compromiso orgánico y el daño genético, el tratamiento farmaco-
lógico es impostergable y permanente. Con base a lo indicado, en la adolescencia,
la persona procesada consumió sustancias estupefacientes. De ello se desprende que
vida se desarrolló en el ámbito de la calle.
En efecto, la neuroimagen constituye una herramienta de investigación científi-
ca cuyo objeto es la exploración estructural o funcional del cerebro. Además, con
base en la práctica clínica del galeno se establecerá un diagnóstico médico. En este
punto, el estudio precisa que la base orgánica se encuentra en su propia genética.
Asimismo, la persona procesada tiene un trastorno del comportamiento con una
base orgánica, el cual empeora su condición por el consumo excesivo de alcohol,
conjuntamente con sustancias estupefacientes.
Del texto de la sentencia, se dispuso la práctica de pruebas conforme los prin-
cipios del anuncio y práctica en la audiencia de juicio. El Tribunal inadmitió el
testimonio del psiquiatra y los informes médicos porque no fueron anunciados de
acuerdo al Principio de Oportunidad descrito en el numeral 1 del artículo 454 del
Código Orgánico Integral Penal, COIP.3 Además, la defensa tampoco alegó la prác-
tica de la prueba no solicitada oportunamente prevista en el artículo 617 del COIP.4
2 Proceso N° 01283-2015-01485. Tribunal de Garantías Penales del Azuay con sede en el cantón
Cuenca. La capital de la provincia de Azuay es Cuenca, la tercera ciudad más grande de Ecuador.
3 Los principios del anuncio y práctica de la prueba. El Principio de Oportunidad indica que los
elementos de convicción deben ser presentados y anunciados en la etapa de evaluación y preparatoria
de juicio y serán practicados en la audiencia de juicio. Por tal razón, “alcanzarán el valor de prueba
una vez que sean presentadas, incorporadas y valoradas en la audiencia oral de juicio” (COIP, 2014,
p. 186).
4 Art. 617.- Prueba no solicitada oportunamente.- A petición de las partes, la o el presidente
del tribunal podrá ordenar la recepción de pruebas que no se han ofrecido oportunamente, siempre
y cuando se cumpla con los siguientes requisitos: 1. Que quien solicite, justifique no conocer su
existencia sino hasta ese momento. 2. Que la prueba solicitada sea relevante para el proceso (COIP,
2014, p. 252).

34
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

En lo concerniente a los hechos, la Corte Constitucional del Ecuador (2021), en


el Caso N°2195-19-EP,5 estableció la garantía del derecho a la defensa de conformi-
dad con el marco constitucional, el cual exige que los servicios profesionales de los
abogados precautelen una defensa técnica de calidad, para evitar una vulneración
por la carencia o la deficiencia de su actuación. Sin embargo, cuando precede un
comportamiento negligente, el juez o el tribunal debe imposibiltar inmediatamente
la violación al derecho a la defensa.

1.2. Descripción de los hechos del delito de ingreso de artículos prohibidos


El 22 de mayo de 2016, la Unidad Judicial Penal del cantón Cuenca6 declaró a
la misma persona sentenciada del caso anterior como autor del delito de ingreso de
artículos prohibidos, por encontrarse un teléfono celular con el cargador adherido al
cuerpo en el Centro de Rehabilitación Social Turi. La capacidad para comprender
la ilicitud estuvo disminuida conforme con el art. 357 y el inciso 2 del art. 36 del
COIP.8 Por lo tanto, se le impuso una pena privativa de libertad de cuatro meses y
una multa de uno punto tres (1.3) salarios básicos y se declaró la interdicción de la
persona sentenciada.
Cabe sintetizar que la experiencia profesional médica-psiquiátrica fue preponde-
rante para el diagnóstico, el cual abarca un compendio de conocimientos teóricos y
prácticos. En este sentido, el médico-abogado especialista en Psiquiatría y Medicina
Legal, profesional que únicamente realizó una sesión psiquiátrica, aseveró en el
testimonio no ser Perito acreditado. Referente al abordaje clínico, el especialista
efectúo una entrevista con una duración de una hora y media. Por tal razón, utilizó
el método de recolección de datos, investigó y revisó bibliografía, con base en los
antecedentes mentales y físicos. Además, recurrió a exámenes complementarios,
entre ellos, técnicas de neuroimagen.

5 Sentencia N° 2195-19-EP/21. Caso Garantía de la defensa técnica y actividad de los juzgado-


res y juzgadoras. Quito, 17 de noviembre de 2021.
6 Proceso 01283-2016-01527. Unidad Judicial Penal del cantón Cuenca.
7 Art. 35.- Causas de inculpabilidad.- No existe responsabilidad penal en los casos de error de
prohibición invencible y trastorno mental, debidamente comprobados (COIP, 2014, p. 26).
8 Art. 36.- Trastorno mental.- La persona que al momento de cometer la infracción no tiene
la capacidad de comprender la ilicitud de su conducta o de determinarse de conformidad con esta
comprensión, en razón del padecimiento de un trastorno mental, no será penalmente responsable. En
estos casos, la o el juzgador dictará una medida de seguridad. La persona que al momento de cometer
la infracción se encuentra disminuida en su capacidad de comprender la ilicitud de su conducta, o
de determinarse de conformidad con esta comprensión, tendrá responsabilidad penal atenuada en un
tercio de la pena mínima prevista para el tipo penal (COIP, 2014, p. 26).

35
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

La Tomografía Axial Computarizada (TAC) de cráneo, que se utiliza para la


“detección de lesiones intracraneales. Es segura y proporciona información precisa”
(lawrence, 2019, p. 1318). Esta técnica de neuroimagen identificó una asimetría
en el lóbulo temporal derecho del cerebro. Además, cabe hacer hincapié, anatómica
y fisiológicamente presenta “una lesión en el lóbulo temporal derecho cerca de la
amígdala, en ella, están los centros emocionales que cuando una persona está bien,
la amígdala actúa adecuadamente, empero cuando se altera, el sistema emocional se
desequilibra” (Unidad jUdicial Penal del cantón cUenca, 2016, p. 5).
El Electroencefalograma (EEG) como técnica de neuroimagen “es el registro
de la actividad eléctrica cerebral mediante electrodos colocados sobre la piel del
cráneo” (valls solé, et al., 2016, p. 1305). Se evidenciaron ondas patológicas
debido a las manifestaciones de delirio y el profesional en medicina psiquiátrica
confirmó un trastorno orgánico. Cabe indicar que, “en general, los trastornos orgá-
nicos que producen delirio agudo alteran el EEG en forma de enlentecimiento difuso
de la actividad de fondo” (zarranz, 2016, p. 1301). El especialista manifestó que
la persona tiene una disminución de la capacidad mental y recomendó que no debe
permanecer interno.
Posteriormente, la defensa del sentenciado interpuso el recurso de apelación, el 8
de julio de 2016, a la Sala Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y
Tránsito de la Corte Provincial de Justicia de Azuay;9 confirmó la sentencia venida
en grado. No obstante, ordenó como medida de reparación integral que se publique
la sentencia en el ingreso del pabellón donde se encuentra cumpliendo la pena en
el Centro de Rehabilitación.

1.3. Principios del anuncio y práctica de la prueba. Perspectiva biojurídica de


las técnicas de neuroimagen
Los medios de prueba son el documento, el testimonio y la pericia previstos en
el art. 498 del COIP. Procesalmente existe una diferenciación entre la prueba y los
medios de prueba porque estos alcanzan el valor de prueba una vez desarrollados
e incorporados en la audiencia oral de juicio; es decir, los elementos de convicción
deben ser anunciados y presentados en la Etapa de Evaluación y Preparatoria de
Juicio. Ciertamente, la finalidad de la prueba10 es conducir al convencimiento
de los juzgadores sobre los hechos de un caso y determinar la responsabilidad
penal.
9 Proceso 01283-2016-01527. Sala Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y
Tránsito de la Corte Provincial de Azuay.
10 Art. 453.- Finalidad.- La prueba tiene por finalidad llevar a la o al juzgador al convencimiento
de los hechos y circunstancias materia de la infracción y la responsabilidad de la persona procesada
(COIP, 2014, p. 186).

36
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

Respecto a los principios de anuncio y práctica de la prueba se encuentra el Prin-


cipio de Oportunidad (COIP, 2014), el cual consiste en anunciar oportunamente la
prueba en la Etapa de Evaluación y Preparatoria de Juicio, con el fin de practicarla
en la audiencia de juicio. Por ello, varios elementos de convicción fueron inadmi-
tidos en el primer caso de estudio con base en la fundamentación del anuncio y
práctica de la prueba.
El Principio de Inmediación (COIP, 2014) indica en su parte elemental la obli-
gatoriedad que los administradores de justicia y los sujetos procesales presencien
la práctica de la prueba. El Principio de Contradicción (COIP, 2014) permitió con-
trovertir las pruebas presentadas en el juicio. El Principio de Libertad probatoria
(COIP, 2014) admite toda prueba apegada a la Constitución e instrumentos inter-
nacionales de derechos humanos. Por consiguiente, los juzgadores garantizaron el
cumplimiento de los principios descritos. El Principio de Pertinencia (COIP, 2014)
se desenvuelve con la relación concreta de los hechos, la infracción descrita y el
grado de responsabilidad de la persona procesada.
El Principio de Exclusión (COIP, 2014) prescinde de los medios de convicción
o pruebas que atenten contra los derechos en la Carta Fundamental e instrumentos
internacionales de derechos humanos. El Principio de Igualdad de oportunidades para
la prueba (COIP, 2014) ratifica la igualdad material y formal como garantía proce-
sal. De lo anotado, y de acuerdo con el caso, los juzgadores actuaron con base en el
cumplimiento legal de los principios de forma incólume para los sujetos procesales.
En este abordaje de ideas, desde la dogmática penal la imputabilidad de una
persona es la capacidad, que incide para comprender la ilicitud, con el objeto
de atribuirle un reproche penal por el cometimiento de un delito. Sin embargo,
cuando existen casos de inimputabilidad penal por trastorno mental, no deben ser
penalmente responsables. Para su objeto, “los conocimientos médicos han sido
históricamente y siguen siendo herramienta fundamental para resolver numerosas
cuestiones que se plantean ante los tribunales de cualquiera de las jurisdicciones”
(villamarín, 2014, p. 79).
Con visión irrebatible, las Neurociencias, asentadas en el incesante progreso
científico, “han sufrido un avance espectacular en los últimos años y nos han abier-
to la ilusionante posibilidad de conocer mejor lo que denominamos ‘naturaleza
humanaʼ. De tal manera que algún autor no ha tenido reparos en hablar de una
“revolución neurocientífica” (feijoo, 2018, p. 19). Por ende, el estudio multidisci-
plinario es indeclinable de acuerdo con la evolución constante de las Neurociencias,
mediante el estudio ininterrumpido. De este modo, las bases científicas de la neu-
roimagen coadyuvarán al conocimiento del funcionamiento cerebral con enfoque
desencadenante en otros campos investigativos.
Por lo expuesto, gravita el significativo adelanto científico y veraz sobre una
determinada área especializada, a través de los fundamentos de la medicina legal

37
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

y las otras ciencias forenses auxiliares en las pericias médico-legales. Medicina y


derecho están compaginados para consolidar la resolución de los problemas jurídi-
cos. Este vínculo sostiene coadyuvarse y enriquicerse con los aportes de ambos. Por
ende, es primordial que la prueba pericial sea considerada de acuerdo con la Carta
Fundamental y los instrumentos internacionales de los derechos humanos, confor-
me a los avances de la Neurociencia con la óptica axial del bioderecho.
En este sentido, el estudio de las técnicas de neuroimagen prevé el resultado
de un conjunto de imágenes acerca de la estructura y funcionamiento cerebral.
Por ejemplo, la tomografía axial computarizada identificó la anomalía en el lóbulo
temporal derecho del cerebro y el estudio electroencefalográfico mostró ondas pato-
lógicas del compromiso orgánico de la persona sentenciada.
Por otro lado, el bioderecho es “un conjunto de principios de aplicación a las
ciencias de la vida; todo esto teniendo como marco de referencia los derechos
humanos” (mendoza, 2020, p. 42). Sobre la base de estos antecedentes, es menes-
ter de esta investigación salvaguardar inminentemente los derechos fundamentales
y mantener una actualización por la evolución dinámico-científica y el criterio
multidisciplinario.
La aplicabilidad de las técnicas de neuroimagen abarca la óptica biojurídica, la
cual evita un posible daño de acuerdo con el Principio de No Maleficencia, al ser
solicitadas de forma pertinente mediante el consentimiento informado. El Principio
de Beneficencia salvaguarda el bienestar y predispone al profesional a la dedicación
clínica permanente para establecer un diagnóstico clínico y el tratamiento eficaz. El
Principio de Autonomía consiste en la libertad informada para efectuar las técnicas,
a partir de las cuales el paciente tomará una decisión libre con información clínica
y jurídica. El Principio de Justicia protegerá los derechos y convicciones fortale-
ciendo la empatía humana.

2. VISIÓN ANATOMOFISIOLÓGICA DEL ENCÉFALO


2.1. Perspectiva anatomofisiológica del encéfalo
En este punto, el estudio precisa que el paradigma multidisciplinario enri-
quecerá el discernimiento mediante la adopción de nuevos conocimientos que
proporcionan las ciencias médicas para el ámbito jurídico, en la misma medida
para los administradores de justicia, los profesionales de medicina y derecho. Por
tal reflexión, el aspecto cardinal es lograr la concatenación investigativa para la
formación permanente.
Precisamente, es indiscutible que, en sentido estricto, la neurología es una espe-
cialidad de la medicina que versa sobre “el amplio campo del estudio clínico del
sistema nervioso” (roPPer y samUels, 2011, p. 14). El sistema nervioso central se

38
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

divide en dos partes principales: “El sistema nervioso central, que consta de encé-
falo y médula espinal, y el sistema nervioso periférico que consta de los nervios
craneales y raquídeos y sus ganglios asociados” (snell, 2014, p. 26).
Considerando aquello, y de lo expuesto, efectivamente Snell (2014) describe
anatómicamente —en síntesis— las partes principales del encéfalo son el cerebro,
el cerebelo y el tronco cerebral. La corteza cerebral está compuesta por circunvolu-
ciones separadas por surcos, los cuales subdividen cada hemisferio en lóbulos. Cabe
indicar que los lóbulos tienen la denominación de cada hueso del cráneo en el cual
reposan, es decir, frontal, parietal, temporal y occipital.
Por consiguiente, el diagnóstico clínico representa un desafío en la práctica
médica, debido a su alta complejidad. Este proceso se inicia con la anamnesis
que se encuentra registrada en la historia clínica, para lo cual se requieren las
habilidades del médico en recoger la información proporcionada por el paciente.
Además, un aspecto considerable es identificar las manifestaciones clínicas, por
tal consideración, la semiología es la “ciencia que estudia la sintomatología de
las enfermedades. La sintomatología está compuesta por síntomas y por signos”
(gUarderas et al, 1995, p. 2).
Desde la perspectiva médica, los autores distinguen la diferenciación, los sín-
tomas son expresiones subjetivas, los cuales surgen de la información exclusiva
entre el médico y el paciente. Verbigracia, el dolor. De este modo, los signos son
expresiones reales y palpables, concretamente medibles por su criterio objetivo.
Por ejemplo, el color azulado de la piel en la cianosis. A continuación, se explora
físicamente al paciente con base en su cuadro clínico para establecer un diagnóstico
de presunción. Posteriormente se solicitan exámenes complementarios. De modo
general, las partes de una historia clínica son la anamnesis, examen físico y exáme-
nes complementarios.
En función de aquello, de conformidad con la sentencia del segundo caso obje-
to de estudio sobre el delito de ingreso de artículos prohibidos (celular), se despren-
dió que la persona sentenciada presenta una lesión en el lóbulo temporal derecho,
responsable de generar la memoria y las emociones. Al respecto, el lugar donde
se origina el procesamiento de las emociones, por ejemplo, el miedo, el dolor, la
ira y la agresividad, entre otras, anatómicamente “se localiza en la parte medial
del lóbulo temporal y la amígdala” (roPPer y samUels, 2011, p. 501). Adicio-
nalmente, la amígdala tiene una forma de almendra y está vinculada directamente
con las emociones, desde el punto de vista “anatómico y funcionalmente está
involucrada con el procesamiento emocional y las respuestas somáticas periféricas,
gracias, entre otras razones, a que el principal neurotransmisor en esta región es el
(GABA)” (gómez y gUtiérrez, 2017, p. 91). Ácido Gamma Amino Butírico, por

39
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

sus siglas. Los niveles disminuidos se relacionan con la ansiedad y la depresión,


como se evidencia en las ténicas de neuroimagen.
Por lo tanto, las aportaciones de la neuroimagen laboriosamente exploran la
estructura y funcionalidad cerebral y determinan la parte afectada, lo cual incenti-
va el estudio multidisciplinario. De este modo, la óptica neuroanatomofisiológica
contribuye a la fundamentación científica pericial. En este contexto, un aspecto
fundamental es la función del Perito, quien “aparece en el proceso como una per-
sona que aporta conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos, a fin de
que el juez pueda apreciar con ellos los hechos objeto de debate que han quedado
demostrados por otros medios probatorios” (Pérez-crUz, 2016, p. 271). Por tal
razón, el perito evidencia conocimientos sólidos sobre una determinada área, con
el objeto de esclarecer situaciones técnicas ante los jueces.
En este sentido, el desarrollo científico mejora incansablemente las condiciones
clínicas, así “los avances de las técnicas en la neuroimagen en los últimos 20 años
han permitido conocer los mecanismos cerebrales que subyacen a procesos cogniti-
vos, afectivos y comportamentales. Estas técnicas develan las estructuras cerebrales
que guían el comportamiento social” (gómez y gUtiérrez, 2017, p. 86). Es impor-
tante puntualizar que el desarrollo de la medicina está infatigablemente consolidado
por el progreso tecnológico para cuidar la salud. Entonces, los cimientos científicos
serán fructíferos a través de la inversión y la adquisición de nuevos equipos de
neuroimagen, quirófanos inteligentes, la telemedicina, historias clínicas y recetas
electrónicas, la fabricación de nuevas vacunas y la aplicación de la inteligencia
artificial en los tratamientos de diagnóstico médico.

2.2. Problemática procesal en el ordenamiento jurídico ecuatoriano


El Estado garantiza el cumplimiento de los derechos de las personas con base
en la Constitución de la República y los instrumentos internacionales de derechos
humanos. De forma similar, se argumenta que en los casos estudiados es impres-
cindible la solicitud de la realización de los informes “psiquátrico, psicológico y
social”, de acuerdo con el art. 76 del COIP,11 con el objeto de solicitar en audiencia
la declaración de inimputabilidad y el internamiento en un hospital psiquiátrico
como única medida de seguridad aplicable.
Indudablemente, el inciso segundo del art. 36 del COIP establece que cuando la
capacidad de una persona para comprender la ilicitud de su conducta se encuentre
disminuida, la responsabilidad penal será atenuada en un tercio de la mínima seña-
11 Art. 76.- Internamiento en un hospital psiquiátrico.- El internamiento en un hospital psiquiá-
trico se aplica a la persona inimputable por trastorno mental. Su finalidad es lograr la superación de
su perturbación y la inclusión social. Se impone por las o los juzgadores, previo informe psiquiátrico,
psicológico y social, que acredite su necesidad y duración (COIP, 2014, p. 44).

40
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

lada para el tipo penal. Por lo expuesto, “parecería que es una precondición para
la aplicación de esta atenuante el que la persona sufra de un trastorno que no le
prive totalmente de su capacidad de comprender y determinarse” (albán, 2017, p.
210). Cabe indicar que, de acuerdo con el autor, continúa siendo difícil verificar un
trastorno mental disminuido continúa siendo de difícil comprobación y basándose
en la doctrina, se discute sobre los grados de la inimputabilidad, pero afirma que
una persona es o no imputable.
En lo concerniente al criterio de la Corte Nacional de Justicia (2019), con base
en una absolución de consulta, criterio no vinculante12, precisó sobre la interrogan-
te, en caso de que se determine a un procesado como inimputable en la Etapa de
Evaluación y Preparatoria de Juicio, el juez debe emitir el auto de sobreseimiento o
de llamamiento. La consulta surge debido a que el art. 605 del COIP no establece
la inimputabilidad como tampoco la aplicación de una medida de seguridad.
Conforme el análisis de la consulta, cuando una persona procesada alegue el que
padece un trastorno mental, el fiscal ordenará el reconocimiento para designar al
Perito Médico Psiquiatra, quien determinará, a través de su informe, la capacidad de
comprender la ilicitud de la persona al momento de perpetrar el delito o determinar
la comprensión debido a un trastorno mental. En este caso, el fiscal se abstendrá de
emitir un dictamen acusatorio y el juez dictará el sobreseimiento y la medida
de seguridad de acuerdo con el contexto. Además, en caso de alegar un trastorno
mental en la audiencia de evaluación y preparatoria de juicio, se suspenderá la
audiencia y el fiscal ordenará el informe médico psiquiátrico y con los resultados
abstenerse de acusar.
En conclusión de la consulta, en caso de confirmarse un trastorno mental, se
suspenderá la continuidad del proceso penal, de forma independiente del estado
en el que se encuentre porque la persona procesada es inimputable. El fiscal se
abstendrá de acusar y el juez emitirá el respectivo sobreseimiento. Cabe sintentizar
que en los casos objeto de estudio se alegó el padecimiento de un trastorno mental
del procesado debido a sus antecedentes físicos y mentales. Entonces, de acuerdo
con la absolución de consulta de la CNJ con criterio no vinculante, lo recomendable
sería suspender la audiencia, y el fiscal tiene la obligación de ordenar el reconoci-
meinto y la realización del peritaje médico-psiquiátrico y el tiempo para presentar
el informe pericial psiquiátrico y, desde la óptica de este estudio, se adjuntarán los
exámenes complementarios pertinentes. Verbigacia, las técnicas de neuroimagen y
los exámenes de laboratorio clínico, etc.

12 Absolución de consultas. Criterio no vinculante remitente del Presidente de la Corte Provincial


de Justicia de Pichincha. Oficio N°919-P-CNJ-2019 con fecha de contestación 4 de diciembre de 2019.

41
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

En efecto, cuando una persona investigada o procesada presenta sintomatología


psiquiátrica, conforme el art. 588 del COIP,13 el fiscal ordenará el reconocimiento
y designará a un perito médico psiquiatra, quien elaborará un informe pericial en
un plazo establecido. En tal sentido, se iniciará la Instrucción, la continuidad o la
medida de seguridad impuesta de acuerdo a cada caso.
De lo anotado, la titularidad de la acción penal pública recae en la Fiscalía y
conforme al Principio de Objetividad14 en todos los casos su actuación consiste en
el cimiento de la investigación, no únicamente a partir de las circunstancias que
agraven la situación jurídica, sino de aquellas que absuelvan, atenúen o extingan la
responsabilidad bajo el respeto de los derechos de las personas. Por ende, en la soli-
citud de la pericia podrían incorporarse las técnicas de neuroimagen en el informe
médico psiquiátrico, como parte de la fundamentación científica. En este contexto,
la neuroimagen constituye una herramienta investigativa “dentro del campo de las
neurociencias en la ardua tarea de explorar el complejo y enigmático funcionamiento
del cerebro humano, y de intentar conocer las alteraciones neuronales presentes en los
distintos estados psicopatológicos” (rodrígUez et al., 2006, p. 530).
Desde la perspectiva procesal, conforme la Guía para el conocimiento de delitos
cometidos por las personas con trastornos mentales emitida por el Consejo de la
Judicatura (2016), cuando se presenta un delito flagrante con indicios del padeci-
miento de un trastorno mental, después del cometimiento tendrá lugar la audiencia
de calificación de flagrancia. Posteriormente, a partir de la recepción del informe
psiquiátrico, el fiscal solicitará en la audiencia la declaración de inimputabilidad y
el juez ordenará la medida de seguridad correspondiente. En efecto, declarada la
inimputabilidad, el juez remitirá a la Subsecretaría de Provisión de Servicios del
Ministerio de Salud Pública, con el propósito de que “se determine en 48 horas”
(2016, p. 5) el hospital psiquiátrico donde la persona cumplirá la medida de segu-
ridad oportuna. De igual forma, es importante señalar la descripción del lugar, la
duración y la respectiva revisión de la medida de seguridad.
Sin embargo, de acuerdo con la norma para la atención integral a las personas
declaradas inimputables por trastorno mental emitida por el Ministerio de Salud
Pública de Ecuador, en el art. 3 señala que en “el plazo de cuarenta y ocho (48)

13 Art. 588.- Persona con síntomas de trastorno mental.- Si la persona investigada o procesada
muestra síntomas de trastorno mental, la o el fiscal ordenará su inmediato reconocimiento, para cuyo
fin designará a un perito médico psiquiatra, quien presentará su informe en un plazo determinado.
De este informe dependerá el inicio de la instrucción, la continuación del proceso o la adopción de
medidas de seguridad, según el caso (COIP, 2014, p. 243).
14 Art. 5.- Principios procesales.- 21. Objetividad: En el ejercicio de su función, la o el fiscal ade-
cuará sus actos a un criterio objetivo, a la correcta aplicación de la ley y al respeto a los derechos de
las personas. Investigará no solo los hechos y circunstancias que funden o agraven la responsabilidad
de la persona procesada, sino también los que la eximan, atenúen o extingan (COIP, 2014, p. 10).

42
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

horas, contadas a partir de la recepción del oficio del juez, conformen la Brigada
Móvil de Salud Mental” (2007, p. 26) integrada por profesionales quienes elabo-
rarán un informe psiquiátrico, psicológico y social, con el objeto de establecer un
diagnóstico médico para acreditar la necesidad del internamiento. Por consiguien-
te, la Brigada estará conformada por servidores públicos, es decir, no precisamente
están acreditados ante el Consejo de la Judicatura como peritos. En relación con
los plazos para entregar el informe, la norma para la atención integral a las perso-
nas declaradas inimputables por trastorno mental describe que este será presentado
en el plazo de quince a veinte días, mientras que la Guía para el conocimiento de
delitos cometidos por las personas con trastornos mentales señala un plazo no
mayor de quince días.
Por otro lado, la neuroinimputabilidad por trastorno mental comprende el
estudio exploratorio cerebral, con base en criterio objetivo médico psiquiátrico,
psicológico y social. La fundamentación científica es sustentada con técnicas de neu-
roimagen, estructural y funcional, con el fin de proporcionar los diagnósticos clínicos
en los casos de inimputabilidad de acuerdo con el marco legal, la óptica del biode-
recho, la visión anatomofisiológica, los principios de la bioética y la ética médica.
De acuerdo con la literatura médica psiquiátrica, un trastorno mental se define
como “un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del
estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo,
que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarro-
llo que subyacen en su función mental” (asociación americana de PsiqUiatría,
2014, p. 5).
Asimismo, es necesario hacer hincapié, los avances en la medicina basada en
evidencia acrecientan los estudios permanentes. Sin embargo, existen limitaciones
en las técnicas de neuroimagen; así, no es posible “afirmar de forma concluyente
que exista alguna alteración cerebral que pueda ser reconocida como un marcador
biológico específico de cualquiera de las enfermedades mentales” (Rodríguez et al.,
2006, p. 530). En este contexto, este estudio plantea la relevancia de los aportes de
las técnicas de neuroimagen, en vista de la dificultad del diagnóstico de un trastor-
no mental. Además, en la actualidad, los peritos médico-psiquiátricos abarcan un
estudio multidisciplinario al unificar criterios médico-legales. Por consiguiente, las
técnicas de neuroimagen coadyuvarán a reducir el tiempo empleado y valorar la
posibilidad de superar el abordaje de la entrevista verbal.
De la definición clínica de psiquiatría, cabe el análisis de la dificultad del diagnós-
tico que atraviesa un perito especialista en medicina psiquiátrica, requiere del estudio
multidisplinario para establecer un diagnóstico definitivo. Con el objeto de mejorar
la calidad de vida de las personas que padecen un trastorno mental, no es asumible
que únicamente las técnicas de neuroimagen evidencien una enfermedad mental. En

43
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

consecuencia, forman parte del diagnóstico médico, como criterio científico relevan-
te, mediante el proceso clínico, el cual está formado por la anamnesis registrada en
la historia clínica, la exploración física y los exámenes complementarios pertinentes.

3. LA PRUEBA PERICIAL, LA ÉTICA MÉDICA Y CUMPLIMIENTO


LEGAL
La pericia médica constituye una fuente de información sobre una especialidad
determinada en el área de la salud junto con las ciencias forenses auxiliares, las
cuales guiarán a los juzgadores en aras de resolver los casos. Como punto insus-
tituible, serán incorporadas en los informes médico-psiquiátricos, como exámenes
complementarios. Desde el punto de vista anatomofisiológico, aportarán resultados
científicos de valoración médica.
Los peritos insertan aportes relevantes sobre un área específica; así, “en un
proceso judicial hay ocasiones en que el juez necesita ser un experto en una mate-
ria concreta, según el caso que se esté juzgando. Ahí es donde el dictamen de los
peritos cobra verdadera importancia” (Pérez-crUz, 2016, p. 271). Por ende, el
criterio científico del perito determina de forma óptima los resultados de la pericia
para esclarecer un hecho debatible, debido a su criterio científico con una sólida
formación y experiencia.
El art. 511 del COIP establece las reglas generales para los peritos, las cuales
abarcan la profesionalidad, experticia y especialidad en determinada materia, acre-
ditados ante el Consejo de la Judicatura. Además, los peritos deben cumplir con la
función de manera obligatoria, respetando los plazos para presentar sus informes
periciales. También comparecerán a la audiencia de juicio para sostener el objeto
de la pericia.
El contenido del informe pericial está constituido por “el lugar y fecha de rea-
lización del peritaje, identificación del perito, descripción y estado de la persona
u objeto peritado, la técnica utilizada, la fundamentación científica, ilustraciones
gráficas, cuando corresponda, las conclusiones y la firma” (COIP, art. 511, num. 6).
No obstante, con base en lo previsto por el inciso inserto a continuación del nume-
ral 8 del art. 511 del COIP,15 en el caso de imposibilidad de contar con un perito
especializado en determinada área, se requerirá de una persona capaz de elaborar y
desarrollar el peritaje indicado.
De los casos estudiados, se desprende la importancia de la pericia médico-
psiquiátrica desarrollada por el perito en Medicina Psiquiátrica para identificar tras-
15 Art. 511.- De no existir persona acreditada como perito en determinadas áreas, se deberá contar
con quien tenga conocimiento, especialidad, experticia o título que acredite su capacidad para desarrollar
el peritaje. Para los casos de mala práctica profesional la o el fiscal solicitará una terna de profesionales
con la especialidad correspondiente al organismo rector de la materia (COIP, 2014, p. 214).

44
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

tornos mentales, que definirán la inimputabilidad. Por consiguiente, las técnicas de


neuroimagen pueden ser introducidas en la fundamentación científica del informe
pericial. Del mismo modo, en el primer caso, a través de la autopsia médico-legal
se logró identificar las conclusiones, la causa y la manera de su muerte desde la
perspectiva médico-legal.
En este hilo de ideas, la autopsia virtual “engloba la radiología, ecografía, tomo-
grafía axial computarizada y resonancia magnética nuclear, todas ellas utilizadas
como medios de diagnóstico. A lo que denominamos el bisturí no invasivo de la
medicina forense” (calle, 2020, p. 12). De acuerdo con el autor, la virtopsia tiene
como objeto suplir a la autopsia clásica, estudia sin necesidad de cortar e impide la
exposición de los sanitarios a enfermedades inminentes. Sin embargo, entre las des-
ventajas prácticas, impide la observación y palpación directa desde la perspectiva
anatómica de los órganos. Además, conlleva tiempo y el impacto económico por la
complejidad para acceder a la misma.
La práctica médica está regida sustancialmente por el juramento hipocrático,
precepto supremo del ejercicio profesional de los galenos, plasmado como la actua-
lización en la Declaración de Ginebra por la Asociación Médica Mundial adoptada
en 1948, la cual ha sido enmendada en 2017. Los miembros de la profesión médica
prometen: “Ejercer mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena
práctica médica”, y promulgan su vida por la ayuda humanitaria, el respeto férreo
de la vida y la dignidad humana.
Otro cimiento ético con base en los avances científicos se encuentra en la Decla-
ración sobre edición del Genoma Humano. Según una de las recomendaciones, los
médicos deben “seguir todas las normas éticas de la investigación aprobadas en
estas áreas, incluido el consentimiento informado apropiado” (asociación médica
mUndial, 2020). También, la Declaración de Helsinki – Principios éticos para las
investigaciones médicas en seres humanos vigila mantener como parte central el
bienestar de las personas que integran la investigación médica. Entonces, “el deber
del médico es promover y velar por la salud, bienestar y derechos de los pacientes,
incluidos los que participan en investigación médica. Los conocimientos y la con-
ciencia del médico han de subordinarse al cumplimiento de ese deber” (asociación
médica mUndial, 1964).
El padre de la medicina, Hipócrates, reiteró que la práctica médica de acuerdo
a su criterio, “impide conocer el diagnóstico de una persona sana o enferma sin
observar con ‘ojo clínico’ las características del individuo, su examen físico, pero
inevitablemente presidido por un interrogatorio que en nuestros tiempos seguimos
llamando historia clínica” (tanUr, 2008, p. 53). En lo que respecta a evitar el daño
al paciente, inicia con el proceso clínico en la adquisición de conocimientos médi-
cos permanentes.

45
Katerine Carmen CUJILEMA QUINCHUELA

Por ende, de acuerdo con el autor, desde el humanismo de Hipócrates, los conoci-
mientos médicos se acrecentarán para efectuar la historia clínica completa. Además,
la observación física identificará la condición del paciente de acuerdo a la amplia
literatura médica. De este modo, se evitará el daño al paciente, debido a los conoci-
mientos teóricos y prácticos enfocandos al bienestar humano por la concienciación
profesional. Como concordancia, la medicina se basa en la investigación y el estudio
ininterrumpido. En consencuencia, las investigaciones están centradas en identificar
los factores que afectan a la perspectiva biopsicosocial. De este modo, este estudio
afirma que las técnicas de neuroimagen se unifican para establecer el diagnóstico
médico de enfermedades mentales como fundamento científico.
Concretamente, con efoque ético, el art. 14 del Código de Ética Médica de Ecua-
dor señala: “El número de visitas, la realización de exámenes complementarios,
la aplicación de los tratamientos médico-quirúrgicos, así como la oportunidad de
estos, deberán ser los estrictamente necesarios para seguir el curso de la enferme-
dad” (ministerio de salUd Pública, 1992, p. 3). Por consiguiente, sintetiza que los
exámenes complementarios serán solicitados por el médico con estricta necesidad;
verbigracia, las técnicas de neuroimagen, las cuales permitirán el progreso multidis-
ciplinario para lograr un diagnóstico definitivo y resolver la situación jurídica.
En definitiva, este estudio ratifica que, con base en la proyección científica, la
investigación médica fortalecerá sus avances, los cuales serán considerados con
respeto a la Constitución de la República y los instrumentos internacionales de
derechos humanos. En relación con el procedimiento, la valoración de las técnicas
de neuroimagen desde la arista médico-legal se enfocará en el bioderecho y el
cumplimiento legal.

4. CONCLUSIONES
La Neurociencia y el Derecho penal mantienen un vínculo perceptible por
la conexión del progreso científico en las técnicas de neuroimagen mediante la
óptica axial del bioderecho, los principios de la bioética y la ética médica. Por tal
razón, de acuerdo con los casos objeto de estudio, es obligatorio desde la arista
médico-legal efectuar exámenes complementarios para establecer un diagnóstico
definitivo, el cual abarca un conjunto de habilidades médicas que forman parte del
proceso clínico, con base en la arista anatomofisiológica del encéfalo para resolver
la situación jurídica.
Concretamente, de conformidad con el Principio de Objetividad, el titular de la
acción penal pública solicitará efectuar los informes médicos psiquiátricos, en los
cuales adjuntarán los exámenes complementarios. Verbigracia, las técnicas de neu-
roimagen, estructurales y funcionales, como fundamentación científica de los infor-

46
Las técnicas de neuroimagen desde las perspectivas del bioderecho, anatomofisiológicas…

mes periciales. De manera especial, se proporcionará una visión multidisciplinaria


para el discernimiento de los administradores de justicia, esclareciendo los casos
de inimputabilidad por trastorno mental, de acuerdo con los aspectos psiquiátricos,
psicológicos y sociales.
En síntesis, este estudio proporciona el incentivo para la investigación y forma-
ción multidisciplinaria de los administradores de justicia, los médicos y abogados.
Además, es irremisible toda actuación que atente contra el derecho a la defensa
técnica de calidad. Precisamente, la incorporación de las técnicas de neuroimagen
reviste carácter esencial para impulsar la perspectiva médico-legal. Asimismo,
la formación interdisciplinaria fortalecerá la práctica procesal del Derecho Penal
ecuatoriano. Empero, el debate acerca de las técnicas de neuroimagen y la neuroi-
nimputabilidad continúa bajo la discusión jurídico-penal y los continuos estudios
de completitud neurocientíficos.

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49
NEUROCIENCIAS, DERECHO PENAL Y DOLO
LUIS GUSTAVO GUILLERMO BRINGAS1
Universidad Nacional de Trujillo, Perú

RESUMEN
El auge de las neurociencias ha ocasionado el repensar de conceptos básicos del
derecho penal, como libertad y responsabilidad; asimismo, ha conducido a analizar
en qué medida ello afecta a algunas categorías dogmáticas. En el presente trabajo,
intento analizar dicha relación y determinar si, particularmente respecto del
dolo, tiene alguna implicancia. Mi conclusión es que las neurociencias no han
afectado, en lo esencial, los fundamentos del derecho penal, así como tampoco han
tenido un efecto directo sobre la comprensión del dolo.
Palabras clave: neurociencias, derecho penal, dolo, libertad, responsabilidad.

ABSTRACT
The rise of neurosciences has caused the rethinking of basic concepts of cri-
minal law, such as freedom and responsibility; it has also led to analyze to what
extent this affects some dogmatic categories. In this paper, I attempt to analyze this
relationship and determine whether, particularly with respect to malice, it has any
implication. My conclusion is that neurosciences have not affected, in essence, the

1 Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de Trujillo (Perú). Maes-
tro en Derecho Penal y Ciencias Criminológicas por la misma universidad. Especialista en Derecho
Penal y Comportamiento Humano por la Universidad de Castilla-La Mancha (España). Profesor en la
Maestría en Derecho Penal de la Universidad Nacional de Trujillo. Fiscal Provincial Especializado en
Delitos de Corrupción de Funcionarios de La Libertad.

51
Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

foundations of criminal law, nor have they had a direct effect on the understanding
of malice.
Keywords: neurosciences, criminal law, malice, freedom, responsibility.

INTRODUCCIÓN
Desde hace un tiempo, pero especialmente a partir del año 2000, como si se
tratara de un nuevo determinismo, han aparecido voces que intentan persuadir a los
teóricos sociales y a quienes trabajan con conductas humanas, como es el caso del
derecho penal, sobre el error que cometen al seguir basando sus edificaciones con-
ceptuales en entidades cuya existencia ha sido negada por la moderna neurociencia.
Según estas voces2, seguir hablando de la mente –entendida como entidad autónoma
respecto del cerebro–, libre albedrío y dominio de la conciencia, son conceptos que
no encajan con los actuales descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro. Se
dice que gracias a algunos descubrimientos basados en técnicas que permitan medir
la actividad y la función cerebral, la mente no existe, el yo no existe, y solo se trata
de interacciones neuronales que ocurren en diversas zonas del cerebro. Tampoco
existiría el libre albedrío –entiéndase como se entienda–, pues finalmente nuestros
actos estarían determinados por impulsos eléctricos provenientes de la zona media
y profunda del cerebro, de tal manera que no hacemos lo que queremos, sino que
queremos lo que hacemos. Esto último hace referencia no solo a la libertad, sino
también a la inexistencia de la conciencia como ente que determina nuestros deseos,
pues, nuestro cerebro nos engañaría y la conciencia sería solo una ilusión3. Luego,
si no existen los actos libres, en tanto venimos determinados por un algoritmo
bioquímico, y es el inconsciente el que explica nuestras conductas, ¿puede seguir
sosteniéndose un sistema de atribución de responsabilidad como el derecho penal?
En atención a lo mencionado, en este trabajo pretendo explicar, muy breve-
mente, cómo los aportes de las neurociencias han llevado a cuestionar conceptos
básicos del derecho penal como la libertad y la responsabilidad; asimismo, partien-
do de un particular entendimiento del dolo, analizaré en qué medida los aportes
de las neurociencias han implicado o no algún cambio en su concepción. De otro
lado, dejo establecido que aquí no analizaré el tema de la culpabilidad, pues ello
desbordaría los límites de este trabajo.
2 Respecto a las referidas voces y para una panorámica explicación sobre los principales aportes
de Gerhard Roth, Wolfgang Prinz, Wolf Singer y Francisco Rubia, consultar demetrio cresPo (2021,
pp. 22-24).
3 En esta línea, afirma rUbia (2011) que “por eso se considera que el yo es una ilusión generada
por el cerebro”.

52
Neurociencias, Derecho Penal y dolo

1. EL AUGE DEL ESTUDIO DEL CEREBRO


Es lugar común afirmar que fue en el año 1888 cuando Santiago Ramón y Cajal
descubrió que el cerebro es una red de células (las neuronas) y a partir de dicho
descubrimiento se sugiere el nacimiento de la neurociencia moderna. No obstante, es
recién en las últimas décadas cuando las investigaciones sobre el cerebro han crecido
a un ritmo vertiginoso, y ello no solo como esfuerzo de investigadores o institucio-
nes privadas, sino que especialmente como programas de los propios Estados. Así,
cabe recordar que el 17 de julio de 1990 el presidente de los Estados Unidos, George
Bush, declaraba el inicio de la década del cerebro4. En Europa y otras partes del
mundo también se iniciaron programas similares. Sin embargo, estas declaraciones
con sus correspondientes programas era solo el inicio. En el año 2013 se anunció la
iniciativa The Human Brain Project en la Unión Europea5 y, al año siguiente, Barack
Obama anunció también la multibillonaria iniciativa BRAIN (Brain Research through
Advancing Innovate Neurotechnologies), cuya finalidad es mapear la actividad de las
neuronas del cerebro humano6 –labor, por lo demás, bastante compleja si se tiene en
cuenta que un cerebro medio contiene alrededor de 85 mil millones de neuronas y
puede establecer 100 billones de sinapsis y conexiones–. Similares iniciativas se han
dado en países como Australia, China, Japón y Canadá, Corea e Israel.
En los años que siguen debemos esperar nuevos descubrimientos sobre el fun-
cionamiento del cerebro. Sin embargo, ya ahora se pueden contar algunos avances.
Hoy sabemos que las neuronas son las células funcionales del cerebro y que tienen
un cuerpo celular desde el cual se extienden dendritas y un axón, que se prolongan
hasta el centro del cerebro. Se sabe también que las neuronas son eléctricamente

4 Esto se realizó mediante la proclamación presidencial 6158 y se basó en cuatro puntos funda-
mentales: 1) el incremento de la incidencia de enfermedades cerebrales y mentales de tipo degenera-
tivo, traumático y congénitas; 2) los avances tecnológicos en microscopía y neuroimagen; 3) avances
conceptuales para la comprensión de algunos procesos patológicos, así como en el desarrollo de otras
ciencias básicas, y 4) avances en disciplinas intermedias como la biología molecular o la genética
molecular. Para una explicación más amplia sobre las finalidades, avances e impacto producido duran-
te esta década, me remito al trabajo elaborado por martín-rodrígUez (2004, p. 131-170).
5 Este proyecto se concretó a iniciativa de la Comisión Europea y tiene como una de sus fina-
lidades reproducir tecnológicamente características del cerebro humano. Se trata de un ambicioso
proyecto al que se destinarán 1.100 millones de euros e involucra a 112 socios de 24 países.
6 El proyecto BRAIN tiene un plan de trabajo de 15 años, con un presupuesto total de aproxima-
damente seis mil millones de dólares. La idea es empezar mapeando la actividad cerebral de animales
simples, tal como ocurrió con el Proyecto Genoma Humano, hasta ir paulatinamente avanzando hasta
el conocimiento de zonas completas del cerebro humano. Por ejemplo, en 5 años se proyecta cono-
cer el funcionamiento de unas 50 mil neuronas, con el estudio de los cerebros de algunos insectos;
en 10 años llegar al estudio de 1 millón de neuronas, a través del estudio de la corteza cerebral de pequeños
mamíferos, como la musaraña etrusca, cuyo cerebro posee 1 millón de neuronas en cada hemisferio; y en
15 años se proyecta poder mapear el comportamiento de zonas completas del cerebro humano.

53
Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

activas y que se comunican entre sí mediante las conexiones que establecen las den-
dritas y los axones; asimismo, que cada neurona mantiene conexiones con cientos o
miles de otras neuronas. Antes se pensaba que el cerebro no podía autorrepararse,
que era fijo anatómicamente y que, por tanto, la pérdida de una función era irrepa-
rable. Hoy se sabe que estábamos equivocados, pues el cerebro presenta una cuali-
dad grandiosa: la plasticidad neuronal, que permite aprender nuevas habilidades o
incluso compensar un daño.
En resumen, se puede afirmar que la ciencia ha avanzado bastante sobre el cono-
cimiento del funcionamiento cerebral y se esperan avances significativos en el diag-
nóstico y tratamiento de enfermedades, utilizando, por ejemplo, la optogenética7, la
interfaz cerebro-computadora8 y la implantación de electrodos para pacientes con
párkinson o depresión. Pero, ¿qué implicancia tiene para el derecho penal el avance
de las neurociencias?

2. DERECHO PENAL Y NEUROCIENCIAS ¿UNA TENSA RELACIÓN?


Para ingresar directamente a la problemática, formulo las siguientes preguntas:
¿qué relación existe entre los aportes de las neurociencias y la normatividad propio
de subsistemas como el derecho? y ¿qué retos supone para el derecho penal los
conocimientos aportados por la neurociencia?9. Estas interrogantes, a mi juicio,
pueden ser reconducidas a la idea de si las neurociencias han llegado al punto de
poder demostrar o cuestionar seriamente lo siguiente: a) que los estados mentales
no tienen existencia propia, sino que son simples procesos cerebrales; b) que dichos
procesos cerebrales, fundamentalmente inconscientes, son los que determinan
nuestro actuar, de tal manera que la libertad no existe y solo es una ilusión; y c)
si las dos premisas anteriores fueran ciertas, y, por tanto, la persona no es libre en
su comportamiento, entonces el derecho penal debería reformular su tratamiento,
sobre la base de los aportes provenientes de esa rama del conocimiento. Veamos la
problemática enunciada.

7 La optogenética es una técnica que se sirve de la luz para estudiar actividad neuronal del
cerebro en acción. Se prevé su utilización para el tratamiento de enfermedades como la ceguera, la
sordera y la adicción a las drogas.
8 Es la tecnología que recibe señales generadas por el cerebro y las convierte en comandos capa-
ces de controlar computadoras, prótesis corporales, sintetizadores de voz y dispositivos de asistencia.
9 En opinión del profesor de Filosofía del Derecho, gonzález lagier, Daniel, “Tres retos de
la neurociencia para el Derecho penal”, AFD, 2018, XXXIV, p. 47, un mapa de las relaciones entre
neurociencia y derecho penal debería abordar tres temas: 1) La cuestión del libre albedrío, 2) la cues-
tión ontológica acerca de qué son los estados mentales, y 3) la cuestión de la autonomía de las normas
penales (en realidad, de las normas en general) frente a las leyes de la naturaleza.

54
Neurociencias, Derecho Penal y dolo

2.1. El problema mente-cuerpo. ¿Existe la mente independientemente del


cerebro?
Respecto al problema mente-cuerpo o dualismo cartesiano, la moderna neuro-
ciencia cree haber logrado demostrar que no existe tal dualismo, que no es cierto
que la mente, como sustancia inmaterial y pensante, sea algo distinto del cuerpo,
como sustancia material y sin capacidad de pensar, y que tampoco es cierto que
solo el cuerpo siga leyes mecánicas, las cuales no aplicarían para la mente. Por el
contrario, se afirma que “las actividades de nuestro cerebro son propiedades emer-
gentes de la materia que es el propio cerebro, y, por tanto, que esas propiedades
tendrían que estar asimismo sometidas a las leyes naturales” (rUbia, 2011, p. 7).
En esta misma línea, criticando la tesis según la cual la mente escaparía a las leyes
naturales, dice el profesor Delgado que “ninguna de las fuerzas que existen en la
naturaleza (gravitatoria, nuclear fuerte, nuclear débil y electromagnética) explica
cómo un ente inmaterial podría actuar sobre la materia” (delgado, 2021, p. 11),
esto es, disponer la realización de movimientos, permitirnos hablar, cantar, bailar,
escribir, etc. Ahora bien, la otra explicación sería que existe una fuerza de la natu-
raleza aún no descubierta y que esta rige solo para la conexión mente-cerebro.
Así las cosas, parece que el único camino sería aceptar que la mente (la cons-
ciencia, el yo) no tiene existencia propia ni está regida por leyes distintas a las
universales, y que solo es el producto de la actividad bioquímica y eléctrica que
ocurre en nuestro cerebro. Siendo así, podría afirmarse que somos nuestro cerebro
y nada más que nuestro cerebro, que no existe la mente como algo distinto y que si
bien, todos tenemos la idea de la autoconsciencia y experimentamos la sensación de
tener deseos, creencia, voluntad, esto no sería más que una ilusión de la cual pode-
mos seguir hablando dentro de una psicología popular, pero sabiendo que hacemos
referencia a un ente inexistente.
O quizá no sea el único camino, pues cabe la posibilidad de explicar la relación
entre mente y cerebro desde otra perspectiva. En tal sentido, una de las alternativas que
se plantea y que viene tomando fuerza para explicar la existencia de la mente,
que si bien parte del presupuesto fisiológico del cerebro, pero no se reduce a él,
es el emergentismo. Esta posición es asumida, en el ámbito de la filosofía, por el
profesor de la Universidad de Alicante, Daniel González Lagier. Afirma el mencio-
nado profesor que “El emergentismo es una postura materialista que identifica los
estados mentales con propiedades emergentes o sistémicas, es decir, propiedades
que surgen a partir de cierto grado de complejidad de un sistema. Son
propiedades del conjunto del sistema, pero no de cada una de sus partes” (gonzá-
lez, 2018, p. 59). Esta propiedad, que poseen los sistemas físicos en general, es
propia también, entonces, del cerebro, más aún cuando este es una entidad extraor-

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Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

dinariamente compleja. A partir de allí se puede concluir que los estados mentales
se identifican con propiedades emergentes del cerebro, que surgen a partir de la
actividad neuronal, pero que no se reducen a ella.

2.2. El problema de la libertad. ¿Qué implicancias tienen los conocimientos


neurocientíficos que niegan la libertad para el derecho penal?
Ahora bien, una vez superado el dualismo y bajo el entendimiento que la mente
es, desde una perspectiva biológica, un producto de la actividad neuronal en tanto
propiedad emergente de un sistema complejo, los neurocientíficos han dirigido
sus armas en contra del concepto de libertad. Si, tal como se menciona con base
en los resultados de algunos estudios neurocientíficos (lombardi, 2017, p. 140)
aplicados a dilemas morales, al parecer nuestro cerebro ya sabe qué hacer y solo
posteriormente se realiza una expresión de justificación del acto ya determinado
de manera automática. Y si, finalmente, no existe un ente inmaterial que gobierne
nuestros actos, pues todo se podría reconducir en última instancia a interacciones
neuronales, ¿tiene sentido seguir hablando de libertad? De hecho, a partir de cómo
las neurociencias abordan la libertad, llegando incluso a negarla (rUbia, 2021, pp.
15 y 16), cabe preguntarnos si el concepto que manejan tiene como referencia el
que se maneja en filosofía, sociología o derecho. En otras palabras: ¿tenemos acaso
un mismo objeto de referencia? ¿la libertad es entendida por los neurocientíficos
al igual que lo entiende la filosofía, la religión o el derecho?. Ciertamente, ya de
entrada hay que comulgar con quienes afirman que la libertad es un concepto dema-
siado amplio como para pretender ser resuelto por una sola rama del conocimiento
(demetrio, 2021, p. 32). Pero, en todo caso, ¿debemos prestar atención a sus avan-
ces pues algunas implicancias pueden tener para el derecho penal?
Uno de los autores que se ha pronunciado de forma tajante en contra de la pre-
tensión de las neurociencias de abordar temas que tendrían un contenido solo social,
como la libertad, es Hassemer, quien los acusa de cometer un error categorial. Afirma
el profesor alemán: “Este error categorial consiste en la suposición de que las ciencias
de método empírico podrían enjuiciar científicamente si otras ciencias están autori-
zadas a desarrollar un concepto de libertad o no, es decir: si “existe” la libertad o no.
Tal suposición tiene como presupuesto necesario afirmar la existencia de hegemonía
entre las ciencias, y esta hegemonía no existe. Tampoco existe un concepto general
de la libertad que flote encima de todas las ciencias (…)” (hassermer, 2011, p. 8).
Más allá de este rechazo, lo cierto es que a la hora de buscar el origen común
de esta disputa, acentuada en los últimos años, todos vuelven la mirada hacia los
experimentos de Benjamín Libet. Pues bien, motivado por el resultado de las inves-
tigaciones realizadas por los alemanes Kornhuber y Deecke, Libet realizó su famoso

56
Neurociencias, Derecho Penal y dolo

experimento en 1983 con la finalidad de medir los procesos eléctricos en el cerebro


que anteceden a la toma de conciencia de actos que solemos calificar como libres;
él quería hallar evidencia experimental del momento en el que aparece la concien-
cia de la voluntad con respecto al comienzo del potencial de preparación y el acto
voluntario libre. Para lo que interesa en este trabajo, el resultado de los experimentos
fue el siguiente (lombardi, 2017, p. 136): Libet registró actividad cerebral (poten-
cial de preparación) unos 550 milisegundos antes de que los sujetos movieran sus
manos, mientras que la conciencia del deseo o impulso de realizar el movimiento se
registraba 200 milisegundos antes de la activación del músculo. Entonces, el cerebro
presentaba actividad no consciente unos 300 milisegundos antes de que el sujeto
fuera consciente de haber tomado la decisión de mover su mano.
Sobre esta base, conforme resalta la profesora Pérez Manzano (Pérez manzano,
2021, p. 111), algunos neurocientíficos extraen como conclusión que el cerebro
inconsciente dirige y controla nuestras acciones y no nuestra mente o nuestro yo
consciente. Formulado en otros términos: la libertad, entendida como acto volun-
tario de la conciencia, no existe, es una ilusión creada por nuestra mente. Si ello
es realmente así, todos los sistemas que fundan el reproche al ser humano en su
libertad (la religión, la moral, el derecho), deberían dejar de existir o, por lo menos,
admitir que están asentados sobre una ficción, quizá necesaria, pero ficción, a fin
de cuentas.

2.3. EL PROBLEMA DE LA NATURALIZACIÓN DE LO NORMATIVO


¿SON LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD HECHOS NATURALES?
Sobre la base de los hallazgos de Libet y posteriores estudios con técnicas
modernas como la resonancia magnética funcional, la resonancia por emisión de
positrones o el escaneo cerebral, algunos neurocientíficos incendiaron la pradera con
afirmaciones provocadoras que han llevado a una actitud reaccionaria de parte de
algunos penalistas (hassemer, 2011, p. 2). Para tener un panorama básico de la
problemática es importante mencionar que casi todos los trabajos desde la orilla del
derecho penal terminan refiriéndose a las afirmaciones de Gerhard Roth, Wolfgang
Prinz y Wolf Singer10. Se dice, por citar solo unas pocas frases, que la libertad de
voluntad es un artificio del todo inexistente; que el yo consciente no es más que
una ilusión; que no hacemos lo que queremos, sino que queremos lo que hacemos.
Todas estas afirmaciones parten de dos premisas: que la mente no es más que acti-
vidad cerebral, y que esta actividad cerebral, gobernada por el inconsciente, es la
que determina nuestros actos.

10 Con más detalle sobre las principales aportaciones de estos neurocientíficos alemanes me
remito a la cita bibliográfica indicada en la nota al pie número 1.

57
Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

A partir de allí, se podría postular no solo una explicación estrictamente fisio-


lógica del comportamiento humano –en la medida que el cerebro actuaría en base
a un algoritmo bioquímico predeterminado–, sino también trasladar esta naturali-
zación de la conducta humana al campo de los sistemas normativos, pretendiendo
que el derecho no haga más que atender y regular las conductas humanas partiendo
de los aportes por ellos brindados. De admitirse esto, pronto deberíamos aceptar
que el derecho penal no cumple función motivadora alguna, pues ¿cómo podría
existir un sistema normativo donde las normas de conducta no tengan ningún efecto
respecto de sus destinatarios, quienes ya saben (su cerebro) cómo reaccionarán?,
¿cómo podrían ser parámetros de desvalor del comportamiento, en un caso concre-
to, en un mundo de comportamientos determinados anticipadamente? Ya no habría
razón para diferenciar el mundo del ser del mundo del deber ser. Si todo esto fuera
así, habría que cambiar el sistema de un derecho penal de responsabilidad penal
por un catálogo de medidas que contengan o conjuren las fuentes de peligro que
terminaríamos siendo, a manera de medidas preventivas predelictivas de carácter
asegurativo y ya no mediante la aplicación de penas con carácter comunicativo.
Como tal panorama parece exagerado, pues no tiene en cuenta la dimensión
social del ser humano y la influencia del entorno en la modelación incluso del propio
cerebro, no le falta razón a Feijoo Sánchez cuando afirma que las grandes aportacio-
nes en el campo del funcionamiento del cerebro se convierten en teorías ingenuas
cuando intentan intervenir en el ámbito de las ciencias sociales. Y es que, continúa
afirmando este autor, “la libertad de la que hablamos los juristas… no es la mera
posibilidad fáctica de actuar de otra manera en un momento concreto, sino una crea-
ción social con la que resulta imposible trabajar en un laboratorio”(feijoo sánchez,
2011, p. 13). Entonces, como la libertad es el presupuesto ineludible para la respon-
sabilidad, los neurocientíficos no habrían tenido suficientemente en cuenta que la
responsabilidad no es un hecho natural, sino un fenómeno social (p. 21). Dicho en
otras palabras: responsabilidad e imputación no descansan en conocimientos de la
biología humana, sino en razones sociales (hassemer, 2011, p. 10).
Sin duda, las neurociencias pueden explicar mejor que otras ramas del cono-
cimiento la estructura y funcionamiento de nuestro cerebro, cómo se conectan las
neuronas entre ellas para transmitir información, cuáles son los neurotransmisores
conocidos y qué efectos producen en el ser humano, etc., pero lo que no pueden
hacer, a partir de constataciones en un laboratorio, es tratar de definir la existencia
de conceptos y categorías que obedecen a otra lógica y a otro sistema. Y, precisa-
mente, uno de los conceptos básicos para poder construir un sistema de responsa-
bilidad, es el concepto de libertad.
En tal sentido, mi posición es que no existe un concepto natural de libertad,
que la libertad no es un ente empírico que debemos buscar a través de una maraña

58
Neurociencias, Derecho Penal y dolo

intrincada de 85 mil millones de neuronas, que la libertad no es una cualidad bio-


lógica de ningún ser vivo, y no tendría por qué serlo en el caso del ser humano.
La libertad no existe como concepto en el mundo de la naturaleza, como tampoco
existen los derechos si nos vemos solo como seres biológicos. Los seres vivos evo-
lucionan, se adaptan, sobreviven, se diversifican, pero por más evolución que los
humanos hayamos alcanzado, de la misma no surge nada que se parezca a derechos,
igualdades y libertades. Y resalto, para evitar malos entendidos, que no digo que
categorías como la libertad, los derechos y la responsabilidad no sean importantes,
por el contrario, son fundamentales para la convivencia social; lo que afirmo es que
ellos no surgen de la simple evolución biológica.

3. LIBERTAD, RESPONSABILIDAD Y REALIDADES INTERSUBJETIVAS


La libertad es un constructo necesario para hacer viable las relaciones interper-
sonales y poder, sobre dicha base, construir el concepto de responsabilidad. Sin
libertad no hay responsabilidad (jaKobs y cancio meliá, 2000, p. 99), y sin res-
ponsabilidad no hay derecho penal. Pero ¿en qué ámbito se construyen conceptos
como libertad o responsabilidad? Pues bien, existe la idea generalizada de que solo
existen dos tipos de realidades: objetivas y subjetivas. No concebimos que exista
algo distinto, y cualquier otro planteamiento que no parta de ubicarse en alguno de
estos casilleros, pasa por impreciso.
No obstante, lo que planteo es que existe un tercer nivel de realidad: la reali-
dad intersubjetiva, y es precisamente en este nivel donde operan por antonomasia
sistemas normativos como el derecho. Hay que tener claro, por cierto, que estas
realidades intersubjetivas no se construyen a partir de la nada, sino que se alimentan
necesariamente de elementos tanto objetivos como subjetivos, que se van entrete-
jiendo de forma dinámica y flexible, y cuya existencia ya no depende de la voluntad
de una sola persona (harari, 2019, p. 165). Por regla, son entidades muy densas
que tienden a permanecer en el tiempo, aunque se van adaptando y mutando, y
excepcionalmente se desvanecen. Para ejemplificar: el dinero, los Estados, las coa-
liciones internacionales, las personas jurídicas, el lenguaje, la religión, las formas
de gobierno, y, por supuesto, el derecho, son algunas de estas entidades.
En este contexto, el derecho penal pertenece a esta realidad intersubjetiva, en la
cual, para poder atribuir responsabilidad se parte de una determina idea de libertad,
que, como ya precisé, no es en absoluto biológica. Por el contrario, como afirma
Feijoo, la libertad de la que hablamos los juristas es una realidad social, que tiene
su origen en la interacción humana, por lo que no viene pre configurada por la
naturaleza (feijoo, 2021, pp. 292-293).
Entonces, si la libertad es el presupuesto necesario para la responsabilidad,
¿con qué concepto de libertad trabaja el derecho penal? La libertad que interesa al

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Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

derecho en general, y al derecho penal en particular, no es la “sensación subjetiva


de libertad” (hirsch, 2021, p. 51) de la que hablan algunos autores, pues sobre ella
nada puedo decir en cuanto es una vivencia interna e íntima cuya validez no podría
poner en entredicho; por el contrario, al derecho le interesa una libertad en tanto
reconocimiento intersubjetivo entre iguales (feijoo, 2021, pp. 42-43), que a partir
de la atribución de una personalidad jurídica permita el surgimiento de la responsa-
bilidad; sin ello, no podríamos hablar de sujetos responsables respecto de los cuales
fijar expectativas de comportamiento, sino solo de fuentes de peligro que habría que
conjurar casi de cualquier forma.
Para hacer posible el funcionamiento de un sistema que apunte a preservar
la cohesión social necesitamos de varios elementos, de los cuales no me puedo
ocupar aquí en amplitud; pero, sin duda, debemos partir del reconocimiento de
condiciones mínimas de quienes interactúan en el sistema, aceptar que sus com-
portamientos tienen un significado social relevante, que tales conductas no son
solo el devenir de una fuerza de la naturaleza ni el resultado de una combinación
de elementos bioquímicos, sino que más allá de la innegable existencia de ciertos
condicionantes, tenemos la capacidad relativa de configurar el mundo, partiendo
de nuestra autodeterminación y proyectando consecuencias hacia lo externo. Solo
así se puede seguir insistiendo en la existencia de sistemas de responsabilidad
como el derecho penal.
Debemos tener presente que la responsabilidad está construida sobre la capa-
cidad de autodeterminación, pero entendida como reconocimiento social o inter-
subjetivo, y que, a su vez, la autodeterminación implica necesariamente libertad
de organización (feijoo, 2021, p. 271-272). Claro que cuando hablo de
libertad de organización no me refiero a una libertad absoluta e incondicionada,
sino a la posibilidad de que nuestros actos puedan ser entendidos socialmente como
propios, a pesar de que existan factores que nos condicionen o nos influyan. Sobre
esta base, se puede afirmar que la libertad de organización que he mencionado no
debe entenderse como “libre albedrío”, sino como la concreta capacidad reconoci-
da socialmente de configurar nuestros actos e influir a través de ellos en el mundo
social.
Establecido esto, recién se puede proceder a construir el edificio conceptual para
la atribución de responsabilidad. Y, en dicho proceso de construcción de un sistema
de responsabilidad que, como el derecho penal, pretenda atribuir consecuencias
por los actos realizados, no podemos olvidar que tales conductas deben ser evalua-
das bajo la perspectiva del observador externo, no desde la perspectiva del propio
sujeto interactuante, de tal modo que lo importante no sea la autorresponsabilidad,
sino la heterorresponsabilidad, aquella determinada por un tercero atendiendo a los
elementos, instituciones y estructuras fijadas socialmente.

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Neurociencias, Derecho Penal y dolo

4. DOLO Y NEUROCIENCIAS. ¿ALGO HA CAMBIADO?


Todo lo dicho hasta aquí, en el sentido de que los hallazgos de la moderna
neurociencia no tocan de manera directa al sistema de imputación construido
socialmente, ¿debería conducirnos acaso a ignorar sus conocimientos? De ninguna
manera. Que el derecho penal sea una construcción social no significa que no daba
tener en cuenta los aportes de la neurociencia; por el contrario, se trata de darles su
justo peso y ubicación. En tal sentido, considero que los conocimientos producidos
por las neurociencias encuentran tierra fértil en las causales de ausencia de acción y
en las causas de inimputabilidad, pues si alguien comete frecuentes delitos sexuales
debido a un tumor en el cerebro y dicha correlación puede ser explicada científica-
mente, entonces al derecho penal le corresponde prestar atención, ya sea para decla-
rarlo inimputable o para imponerle la sanción o medida que resulte más adecuada.
Ahora bien, tratando de correlacionar los aportes de las neurociencias con el
derecho penal, debo advertir que actualmente no veo un cambio significativo en
nuestra comprensión del dolo debido a los aportes de las neurociencias. Como
punto de partida, habrá que recordar qué nos dicen los científicos empíricos sobre
el cerebro, en lo relacionado con las representaciones (conocimientos) y las emo-
ciones o afectos (elementos volitivos). En tal sentido, hoy sabemos que el cerebro
gestiona la vida a través de la elaboración permanente de mapas y que la informa-
ción contenida en los mismos puede ser utilizada incluso de manera no-consciente
(damasio, 2010, p. 109). Conocemos también que esta elaboración y reelaboración
de mapas no acaba nunca, ya que el cerebro es un órgano sensible al entorno y al
interactuar con él va adquiriendo nuevos conocimientos. Se sabe, asimismo, que el
cerebro funciona por estados (consciente, dormido, soñando) y dentro del estado
consciente por muchísimos subestados (delgado garcía, 2021, p. 9).
De otro lado, se afirma que la neurociencia demuestra que las intenciones o
motivos no pueden ser encontrados en el cerebro, y que la cognición y la afectivi-
dad son procesos interactivos integrados. Por ello, se llega a afirmar que la escisión
entre racionalidad y emoción es tan falsa como la división cartesiana entre mente y
cerebro, pues las decisiones están teñidas por las emociones (feijoo, 2011, p. 15).
Tampoco podemos olvidar que las emociones dependen de los valores que reinan
en una determinada sociedad.
Ahora, ¿que esto sea así, determina algún cambio en la concepción del dolo
en derecho penal? Considero que no existe suficiente conocimiento científico que
conlleve a modificar las bases del entendimiento social de la conducta sobre las
que reposa la construcción del sistema de responsabilidad penal. A lo sumo, hay
avances que permiten desentrañar mejor el funcionamiento de nuestra mente, los
mismos que pueden ser utilizados tanto a favor de una u otra posición dogmática, a
modo de sesgo de confirmación, pero nada más. Así, la profesora Pérez manzano

61
Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

(2021), siguiendo en este punto a Damasio, afirma que las emociones son marcado-
res que vienen a cumplir una función de codificación o de catalogación de las infor-
maciones y de las experiencias, de manera que las emociones cumplen una función
en el momento del conocimiento; por lo tanto, concluye la profesora, las emociones
afectarían al dolo. Por otro lado, deja entrever la citada autora que los conceptos
dogmáticos no encajan bien con los conocimientos de las neurociencias, pero la
pregunta es ¿deben las valoraciones del derecho penal corresponderse en identidad
con los estados mentales de cada persona? Quienes creen que sí seguramente lo
hacen bajo la premisa que toda responsabilidad penal requiere de una imputación
subjetiva. No obstante, que ello sea así, no significa que para imponer una sanción
penal deba acreditarse un determinado estado volitivo. Afirmando una determinada
representación (conocimiento), la imputación ya sería subjetiva.
Por su parte, criticando la exigencia de un elemento volitivo, afirma sánchez
vilanova (2021) que la neurociencia cognitiva ha demostrado que los mecanismos
de la afectividad y la cognición están entrelazados. La voluntad sería –continúa
afirmando– un constructo acientífico que desconoce totalmente el funcionamiento
neuronal, de allí que no se puede justificar el castigo en base a una categoría que
la ciencia niega.
Más allá de estas precisiones introducidas a la luz de los avances de las neuro-
ciencias, desde la dogmática se afirma que el dolo es solo conocimiento (ragUés,
1999), pues, por un lado, las regulaciones sobre el error de tipo solo hacen referen-
cia a este elemento y, por otro, que el elemento volitivo no es pasible de probanza.
Sin embargo, considero que tanto el argumento cientificista como el dogmático
–este último afincado en la imposibilidad de probanza de la voluntad–, son impre-
cisos, cuando no equívocos.
El mayor conocimiento acerca del funcionamiento del cerebro, en cuanto a la
representación de objetos a través de la elaboración de mapas conceptuales, así
como el conocimiento sobre la forma en que se producen los estados afectivos
(emociones, sentimientos, motivos), tiene implicancias en el campo de la neuro-
biología y la psicología –al permitir entender de mejor manera, por ejemplo, cómo
se produce el conocimiento, qué zonas intervienen para ello y cómo se fijan las
emociones–, pero no necesariamente despliegan un efecto directo sobre el derecho
penal. Y es que no se puede perder de vista que el derecho penal es un sistema
social de atribución de responsabilidad y, por ende, es éste quien decide en base a
qué elementos realizará tal atribución. No existe obligación de tener en cuenta todo
lo que ocurre en nuestro cerebro, sino solo aquellas exteriorizaciones que tengan un
sentido comunicativo relevante, en tanto vulneren las normas sociales establecidas.
Por otro lado, tampoco es argumento suficiente para afirmar que el dolo es solo
conocimiento, el decir que la voluntad no se puede probar en el proceso penal. Cier-

62
Neurociencias, Derecho Penal y dolo

to es que no existe aún ningún instrumento científico que pueda probar la existencia
de un estado mental determinado al momento que la persona comete un delito, pero
así existiese, la razón no descansa en la prueba de dicho estado, pues el dolo es
una construcción normativa, una asignación de significado que parte del tipo penal.
Además, tampoco el conocimiento (no solo la voluntad) como estado mental, se
puede probar. Sin embargo, a partir de la acción realizada y teniendo en cuentas
algunos elementos como las experiencias previas, el contexto y el significado social
de tal acción, se atribuye dicha cualidad. El dolo es una atribución normativa, un
constructo necesario para establecer responsabilidad penal, que parte de una racio-
nalidad mínima sin la cual sería imposible cualquier imputación. En este contexto
se puede entender la frase de Pérez Barberá (2011, p. 43) cuando afirma que dolo
ni es ni voluntad ni conocimiento.
Finalmente, si más allá del dolo, se discute la imputación subjetiva en general
e insistimos en buscar una correspondencia entre los conceptos dogmáticos y los
estados mentales, a cuyo entendimiento viene aportando la neurociencia, ¿alguien
podría decirme cuál es el estado mental que se corresponde con la imprudencia? La
búsqueda de tal estado es un imposible en la culpa sin representación y todos esta-
mos de acuerdo en que esta modalidad de imputación es normativa, no psicológica.
¿Por qué entonces un trato diferenciado cuando indagamos sobre el dolo?

5. CONSIDERACIONES FINALES
En este trabajo he querido analizar, primero, los posibles puntos de encuentro
–o desencuentro– entre los aportes de las neurociencias y el derecho penal; y luego
ver en qué medida ello afecta o no a la teoría del dolo. Mi postura es que, si bien
la neurociencia ha permitido conocer y desentrañar el funcionamiento del cerebro
y del sistema neuronal, ello no ha incidido de forma fuerte en los postulados fun-
damentales del derecho penal. Nuestro sistema de imputación de responsabilidad
goza aún de buena salud y si hay cambios que realizar, ellos han de venir desde la
discusión de la propia ciencia penal. El derecho penal trabaja con un concepto de
libertad, como presupuesto de la responsabilidad, que no necesariamente se condice
con el utilizado por los neurocientíficos. Ahí tenemos un problema de entendimien-
to conceptual. La mente se generaría por emergencia, en tanto cualidad propia de
sistemas complejos, la que a su vez genera la conciencia y permiten las relaciones
intersubjetivas. El dolo es una estructura de imputación que debe ser definido nor-
mativamente, y no un estado mental determinado. De lo que se trata, es de estab-
lecer bajo qué condiciones se considera que ciertos comportamientos resultan más
lesivos y merecen un reproche mayor. La neurociencia nos informa que las emo-
ciones y los sentimientos actúan como marcadores que influyen en nuestras repre-

63
Luis Gustavo GUILLERMO BRINGAS

sentaciones, pero de allí nada concreto se deriva para la teoría del dolo. Ello no
significa que las emociones no existan, pero tampoco que sean éstas las que deben
ser consideradas como elementos principales a la hora de construir un sistema de
atribución de responsabilidad. Como dije en su momento, no se trata de entender
que el dolo tiene en cuenta fundamentalmente el conocimiento porque la voluntad
no se puede probar, porque en realidad tampoco el conocimiento se puede probar.
Y aun cuando la voluntad se pudiera probar, ello tampoco define lo que social-
mente nos podemos exigir como expectativa de comportamiento. El dolo seguirá
siendo una atribución normativa que si bien parte de una determinada estructura
empírica –un ser humano en estado de conciencia y con capacidades mentales no
deterioradas de forma significativa–, no se agota en ella, sino que debe tomar en
cuenta lo que socialmente estamos dispuestos a permitir. Que la culpa inconsciente
sea una forma de responsabilidad penal en la que todos estamos de acuerdo, pese a
que no existe representación del riesgo creado, da cuenta de que la sola referencia
a los estados mentales como procesos biológicos resulta insuficiente. Y que la igno-
rancia deliberada en sentido estricto –descartando los casos en los que en realidad
existe dolo eventual–, sea resistida por la dogmática, ilustra sobre aquello que aún no
estamos dispuestos a aceptar. Uno y otro caso no desconocen la existencia de esta-
dos mentales, sino que ello no resulta ser lo más importante a la hora de delimitar
el ámbito de lo exigido socialmente. Para que esto deje de ser así, la neurociencia
tendría que aportar conocimientos nuevos y con una capacidad de explicación muy
potente, de tal forma que todos quedemos convencidos de que no somos más que
una causalidad ciega iniciada por una combinación bioquímica ocurrida en zona
profunda de nuestro cerebro. Mientras ello no suceda podemos seguir discutiendo
nuestros estándares intersubjetivos, tratando siempre de mejorar nuestro imperfec-
to sistema de imputación penal.

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CONCEPTO JURÍDICO-PENAL DE ACCIÓN A PARTIR
DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
JUAN DAVID GUTIÉRREZ PALACIO1
Universidad de Caldas, Colombia

RESUMEN
A partir de la cuarta revolución industrial, el uso no solo de la tecnología sino
también de la inteligencia artificial es cada vez mayor. En la actualidad, la imple-
mentación de la ciencia ha llegado al punto de afirmar que las máquinas han cobra-
do vida. Conforme a ello, se hace necesario estudiar si un actuar desplegado por
la inteligencia artificial de forma independiente, puede revestirse como conductas
jurídico-penalmente relevantes.
Palabras clave: Inteligencia artificial, neurociencias, acción penal, filosofía de
la mente

ABSTRACT
Since the fourth industrial revolution, the use not only of technology but also
of artificial intelligence is increasing. Nowadays science has reached a point where
machines have come to life. Accordingly, it is necessary to study whether an act
independently deployed by artificial intelligence should be seen as criminal conduct.
Keywords: Artificial intelligence, neurosicence, penal conduct, mind philosophy

1 Abogado de la Universidad de Caldas (Colombia), especialista en derecho penal y compor-


tamiento humano de la Universidad de Castilla-La Mancha de Toledo. Vicepresidente del Instituto
Colombiano de Derecho Procesal Capítulo Caldas. Miembro del Consejo Editorial Diálogos Punitivos.

67
Juan David GUTIÉRREZ PALACIO

INTRODUCCIÓN
La idea de que, a las máquinas que operen con inteligencia artificial (en adelan-
te IA), en un futuro, les pueda ser atribuible responsabilidad, ha sido tratada en el
derecho penal desde hace ya algunos años2. Al principio, estos escenarios parecían
lejanos o carentes de justificación, pero, ahora, a partir del avance de la tecnología
y con base en la Ley de Moore (moore, 2005, p. 1), podemos comprender que, en
un futuro cercano, hablar de responsabilidad penal de inteligencia artificial, será
una realidad.
Es por ello, que en la actualidad numerosos ordenamientos jurídicos han estu-
diado la posibilidad de atribución de responsabilidad a objetos no humanos y espe-
cíficamente, a la inteligencia artificial3. ¿Qué pasa cuando un automóvil que opera
de manera autónoma y sin conductor ocasiona un accidente? Este tipo de preguntas
ya han sido debatidas por el derecho (coca vila, 2017, pp. 235-275). Sin embargo,
el espectro de esta discusión ha sido ampliado de sobremanera (miro l, 2018, pp.
87-130). En la actualidad las máquinas han cobrado vida y por ello, debe preguntar-
se qué pasaría si una máquina que funcione con inteligencia artificial fuerte4 comete
un delito? De esta forma, previo al estudio de su adecuación conforme a las catego-
rías del delito, debe determinarse si la conducta desplegada por la IA es considerada
penalmente significativa y por ello, potencialmente susceptible de reproche.
En este sentido, en esta columna se analizará el concepto de inteligencia artifi-
cial y algunos de sus avances. Posteriormente, se estudiará la perspectiva funcio-
nalista de la mente para establecer si existen semejanzas en cómo funciona nuestra
mente y cómo funcionan las máquinas. Luego, se analizarán las posturas históricas
esbozadas que definieron la acción penal y con base en ello, se confrontarán sus
postulados las actuaciones desplegadas por las máquinas. Todo lo anterior, con el
fin de responder la siguiente incógnita: ¿es posible catalogar como acción a un
actuar desplegada por la inteligencia artificial que actúe de forma voluntaria?

2 Con detalle: QUINTERO O., Gonzalo. (2017) La Robótica ante el Derecho penal: El vacío
de respuesta jurídica a las desviaciones incontroladas. Revista electrónica de Estudios Penales y de
la Seguridad. ISSN-e 2531-1565, Nº. 1 <https://www.ejcreeps.com/Gonzalo%20Quintero%20La%20
robotica%20ante%20el%20Derecho%20penal%20REEPS.pdf> [Consulta: 22 abril de 2021]
3 Una muestra de legislación acerca de la atribución de responsabilidad a objetos no humanos:
ESTADOS UNIDOS. senado (2019). Algorithmic Accountabilitiy Act of 2019 de 16/04/19; EUROPA
Parlamento eUroPeo (2016). Proyecto de la Comisión sobre normas de Derecho civil sobre robótica
del 31/05/16
4 Con detalle, ut infra

68
Concepto jurídico-penal de acción a partir de la inteligencia artificial

1. INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y PERSPECTIVAS FUNCIONALISTAS


DE LA MENTE
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alan Turing desarrolló un juego de
imitación llamado el “Test de Turing” y con ello desencadenó la formulación de la
siguiente pregunta: ¿Las máquinas pueden pensar? (bringsjord y govindarajUlU,
2018, p. 2). Para desarrollar este ejercicio se necesitan tres sujetos quienes a su
vez están encerrados en habitaciones distintas. Dos de ellos son personas y, el otro
es una máquina. Uno de estos cumple la función de interrogador mientras que los
otros participantes responden las preguntas realizadas. El objetivo de esta prueba es
que la persona que realiza las preguntas, con base en las respuestas obtenidas, no
pueda reconocer quién es la otra persona y quién es la máquina. Conforme a ello,
Turing argumentó que, si las personas fueran engañadas por el robot, habría que
concluir que las máquinas obran con inteligencia.
Ahora bien, por su parte, el término inteligencia artificial ha sido desarrollado
desde su nacimiento en 19565 y ha tenido tantas definiciones que no es posible
esbozarlas en estas páginas. Sin embargo, analizaremos una respuesta ofrecida por
Marvin Misnky, quien argumenta que la inteligencia artificial, es: “la ciencia de
hacer que las máquinas hagan cosas que requerían de inteligencia si fueran hechas
por los hombres (1968, p. 6).
De acuerdo con las bondades de la tecnología, los científicos han procurado la
invención de máquinas capaces de realizar ciertas funciones que, tradicionalmente,
se consideraban privativas de los seres humanos. Por ello, desde el test de Turing,
al a fecha, han sido creados todo tipo de proyectos y experimentos cuyo objetivo
es que las máquinas se parezcan a los hombres o, incluso, en algunos casos, puedan
ser mejores que él en ciertos aspectos específicos. Una muestra de ello es AlphaGo
Zero6, un algoritmo que demuestra que la inteligencia artificial puede aprender,
descubrir nuevos conocimientos y también ser su propio maestro (silver, 2017,
pp. 550, 354-359). Este, es capaz de jugar un juego de origen chino llamado “go”,
similar al ajedrez, pero mucho más complejo. Lo novedoso de esta propuesta es que
funciona con machine learning y a partir de ensayo y error aprendió rápidamente
por sí mismo, las jugadas que podía realizar, para posteriormente, vencer a diferen-
tes campeones del mundo.
En este punto cabe resaltar que existen dos divisiones de la IA (lóPez de mán-
taras, 2019, P. 162). En primer lugar, está la inteligencia artificial débil en la que

5 Específicamente, el término “inteligenia artificial” nace en el año 1956 bajo el marco de la


conferencia Darmouth College, New Shampire
6 Alpha Go Zero es un software de inteligencia artificial creado para el juego chino “go”. Ver
más en: DeepMind. AlphaGo. <https://deepmind.com/research/case-studies/alphago-the-story-so-far>
[Consulta: 15 de mayo de 2021]

69
Juan David GUTIÉRREZ PALACIO

se enmarcan las máquinas capaces de realizar actividades específicas, incluso mejor


que las personas, pero, carentes de estados mentales. Por otro lado, está la IA fuerte,
postura que argumenta que las máquinas no simularían la mente, sino que operarían
igual que la mente humana y por ello, podrían tener estados mentales, al igual que
los seres humanos. Debe precisarse que la postura relevante para este estudio es la
IA fuerte, ya que, si se comete un delito mediante la IA débil, estaríamos la figura
de la instrumentalización de software.
Comprendiendo lo anterior, no es utópico afirmar que, en un futuro, las máqui-
nas podrían operar y pensar de la misma forma en que lo hacen los seres humanos.
Frente a ello, el Derecho no ha sido ajeno y una parte de la academia se ha plan-
teado la posibilidad de atribuirle responsabilidad penal a la IA.
Sin embargo, gran parte de la doctrina ha dejado a un lado un concepto que debe
desarrollarse antes de establecer si hay o no responsabilidad penal7. Lo anterior
en razón a que históricamente, la doctrina mayoritaria ha partido de la premisa, a
partir de la cual, los delitos únicamente pueden ser realizados por seres humanos.
Durante siglos, el derecho penal ha sido fiel creyente de que las acciones penales
solo son humanas y, por ende, solo se estudian esta clase de conductas en esta área
del derecho. No obstante, recientemente a partir del desarrollo de las teorías neu-
rocientíficas aplicadas al derecho, existe un sinfín de conceptos que pareciera que
deberían replantearse los conceptos tradicionales.
Un ejemplo de ello es traído a colación por Demetrio quien argumenta que, a
partir de lo postulado por Roth, la concepción de acción voluntaria, una conducta
dirigida por un “yo consciente”, es ahora una ilusión. Lo referido en razón a que,
conforme a la concatenación de la amígdala, el hipocampo y el nudo ventral y dor-
sal, la memoria emocional de la experiencia de las personas tiene la última palabra
sobre nuestras actuaciones. Bajo este entendido, nuestras decisiones conductuales
no son más que ideas que ya fueron ejecutadas segundos antes por nuestro sistema
límbico (demetrio, 2013, p. 240).
De esta forma, existen teorías en la dogmática penal que argumentan que la
voluntad de nuestras acciones no es nuestra. Por ello, conviene precisar que ha
sido entendido por la neurociencia que la afirmación sobre la acción “humana”;
si es posible que las máquinas actúen igual que las personas y para esto, debemos
comprender cómo funcionamos nosotros.
Existen diversas corrientes neurocientíficas que buscan comprender la relación
mente-cerebro. Empero, se abordará únicamente la teoría propuesta por el fun-
cionalismo, perspectiva que, aunque no es mayoritaria para la ciencia, es útil para

7 V.gr.: hernández G., M. (2019) Inteligencia Artificial y Derecho penal. Actualidad jurídica
Iberoamericana ISSN 2386-4567, Nº. Extra 10, 2

70
Concepto jurídico-penal de acción a partir de la inteligencia artificial

demostrar algunas semejanzas existentes entre cómo operamos los seres humanos y
las máquinas. Esta postura, argumenta que los estados mentales son un conjunto de
disposiciones que se relacionan entre sí, mediante entradas sensoriales (inputs) y sali-
das conductuales (outputs) de naturaleza intra o extracorpórea (KaKU, 2014, p. 55).
Conforme a lo anterior, Block manifiesta que: “los estados mentales pueden
ser totalmente caracterizados en términos que involucren sólo un lenguaje lógi-
co-matemático, términos para señales de input y términos para outputs conduc-
tuales” (blocK, 2015, p. 120). Con base en ello, autores como Putnam y Fodor
han promovido la teoría empírica y computacional de la mente (blocK, 1978, p.
119). Esto llevó a que ciertos autores manifiesten la semejanza existente entre
el modelo funcionalista bajo el desarrollo de conductas desplegadas, tanto por
máquinas como por humanos. Conforme a ello, a partir de la misma aplicación de
entradas y salidas, se constituye que el software dispone de las funciones a ejecu-
tar por medio del hardware de un ordenador (PUtnam, 1960), p. 31). A tal punto
de manifestar, que “la mente no es como una máquina, sino que es una máquina”
(smolensKy, 1994, p. 8).
Lo mencionado nos lleva a formular la siguiente idea: si una máquina que fun-
cione y opere de la misma forma en que funciona la mente humana, igual de inte-
ligente a las personas y, por tanto, capaz de tener pensamientos autónomos, comete
un delito, ¿podemos catalogar la conducta como penal? Por ejemplo, si un robot
programado para servir como compañía humana, que funcione de forma autónoma,
asesina a alguien, ¿puede adecuarse esta conducta a una acción penal?

2. TEORÍAS JURÍDICO-PENALES DE LA ACCIÓN PENAL


Para analizar si existe algún concepto de conducta penal que ampare las accio-
nes realizadas por la IA prima facie debemos comprender las posturas que se han
presentado a lo largo de los años sobre la acción con el fin de comprender el estado
del arte del problema.
Tal como lo argumenta Mir Puig, la idea de que los delitos, únicamente pueden
ser considerados como comportamientos producto del hombre, ha venido acompa-
ñado a la doctrina penal con el paso de los años (2017, 187). Históricamente –por
lo general–, se enmarcan, la postura causalista, la finalista y la teoría social, todas
ellas posturas diferentes que estudian la acción penal.
En un principio, surgió la corriente casualista de la acción. Entre sus partida-
rios, se encuentran autores como Beling (2002, p. 42), para quien la acción no
es otra cosa que un comportamiento corporal producido por el dominio sobre el
cuerpo. Por su parte, Von Liszt, define la acción como un movimiento corporal
voluntario que produce cambios en el mundo exterior (radbrUch, 2010, p. 4).

71
Juan David GUTIÉRREZ PALACIO

Luego, está Mezger (1958, p. 88), autor que argumenta que la acción humana es
toda conducta humana concreta que pueda y deba constituir el punto de partida de
consideraciones jurídico-penales.
Lo anterior, permite inferir que para esta escuela causalista, existe una res-
tricción humana por cuanto es evidente que una conducta llevada a cabo por una
máquina que opere con IA no podría encuadrarse en lo esgrimido por este concepto.
Lo anterior, en razón a que por más que se pueda parecer un robot a los seres huma-
nos, es imposibles que contengan elementos corpóreos humanos completamente.
Posteriormente, con la escuela finalista, Welzel adelantó el concepto de acción
final como un actuar dirigido conscientemente desde el objetivo. Luego, propuso la
teoría de la norma prohibitiva en donde, de acuerdo con una exigencia de realiza-
ción de acción, se impedía un resultado indeseado socialmente. De esta forma, este
autor extrae el concepto de acción del plano puramente ontológico para adicionarle
una connotación social (reyes, 2019, p. 736). Adicionalmente, este autor establece
que el carácter social que debe contener la conducta se basa en la noción de estruc-
turas lógico-objetivas, un concepto a partir del cual, de forma objetiva, las personas
que habitan en una determinada social admiten ciertos valores sobre los cuales, las
normas posteriormente se rigen (welzel, 1956, p. 1).
En este orden de ideas, Welzel (1956, p. 736), plantea que la trascendencia
social de la conducta se infiere de la intencionalidad del autor al momento de tener
la facultad de decidir sobre la relevancia social de su conducta. Ante ello, autores
como Maihofer, argumentan estar de acuerdo con la teoría de Welzel, pero, con una
breve modificación, en razón a que tal y como lo definió, la importancia de la con-
ducta quedaría en un plano subjetivo. Por esto, Maihofer fundamenta que la acción
es un fenómeno social, pero debe enfocarse en una valoración conforme a un punto
de vista social, aceptado por la comunidad (reyes, 2019, p. 738 y 739). Esto es
una valoración interna del ser humano, pero, a partir de la percepción de las demás
personas. De esta forma, se le da el carácter objetivo a la valoración.
Ahora, aunque el carácter de valoración social podría acarrear una aceptación
social de las conductas desplegadas por la IA, la connotación social de la conducta se
realiza a partir de una persona y, por tanto, a partir de la teoría finalista social de la
acción, seguiría habiendo una exigencia humana en la conducta penal. Tal y como lo
estableció el finalismo, las personas serían las únicas capaces de realizar este juicio.
Por su parte, Roxin (1997, p. 252) desarrolló la teoría de la acción como mani-
festación de la personalidad, argumentando que la acción es todo lo que se puede
atribuir a un ser humano. Como lo indica Porciúncula (2014, p. 155) para Roxin,
este concepto cumple tres funciones en la acción. En primer lugar, servir como
elemento básico del delito. Adicionalmente, ser una figura idónea de enlace de las
categorías del hecho punible y, por último, funcionar como criterio que delimita la

72
Concepto jurídico-penal de acción a partir de la inteligencia artificial

acción, excluyendo todo lo que no tenga relevancia jurídico-penal (1997, p. 258).


Conforme a ello, la acción penal es únicamente aquello que puede ser atribuible al
ser humano. Por tanto, darle la relevancia penal a una acción que cometa algo que
no sea humano, no es posible.
Por último, se estudia la teoría de la “acción comunicativa”. Esta corriente argu-
menta que el Derecho penal debe centrarse únicamente en el análisis de las acciones
que puedan ser interpretadas como ataques a los bienes jurídicos (reyes, 2019, p.
741). En palabras de Vives Antón:

Me propongo, en consecuencia, concebir las acciones como interpretaciones que,


según los distintos tipos de reglas sociales, pueden darse al comportamiento huma-
no. Definiré, pues, la acción, no como sustrato conductual susceptible de recibir un
sentido, sino como sentido que, conforme a un sistema de normas, puede atribuirse
a determinados comportamientos humanos. (2011, p. 221)

Para esta postura, la función del lenguaje cumple un rol esencial. Por ello, Haber-
mas (1987, p. 391), su máximo representante, afirma que para la acción comunicativa
deben ser tenidos en cuenta los actos de habla en los que el hablante vincule presu-
puestos de validez susceptibles de crítica. Validez, comprendida en el sentido de que,
para que una norma rija en el mundo social, la misma, deberá estar obligada a que
las pretensiones de validez sean reconocidas por todos, mediante la adjudicación de
un reconocimiento intersubjetivo que le brinda validez social a la norma (p. 128).
Por su parte, Parsons (1968) manifiesta que el sistema de acción está construido
sobre un concepto de interiorización de normas compartido, al expresar lo siguien-
te: “la condición básica para que pueda estabilizarse un sistema de interacción es
que los intereses de los actores tiendan a la conformidad con un sistema comparti-
do de criterios de orientación de valor” (pp. 126-127). Postura que fue compartida
por Habermas (1987, p. 119), quien posteriormente, argumentó que las personas
que componen la sociedad debían coincidir en algunos valores y normas que han
sido aceptados por todas las personas que constituyen la sociedad. En sus palabras:

Un mundo social consta de un contexto normativo que fija qué interacciones


pertenecen a la totalidad de relaciones interpersonales legítimas. Y todos los actores
para quienes rigen las correspondientes normas (por quienes éstas son aceptadas
como válidas) pertenecen al mismo mundo social (p. 128)

Siguiendo este orden de ideas, el concepto de acción comunicativa define la


acción penal como interpretaciones que, según los distintos tipos de reglas sociales,
pueden darse al comportamiento humano. En un principio, a partir de las interpreta-
ciones –en este caso a partir de normas penales– se contemplan como delito ciertas

73
Juan David GUTIÉRREZ PALACIO

conductas, independientemente de qué o quién –en nuestro caso específico, una


máquina– cometa la acción, podría considerarse como acción penal.
Aunque la anterior definición se acerca a la respuesta del supuesto planteado en
esa columna, siguen existiendo requisitos humanos en la definición de la conducta
que impedirían que se aplique el concepto a conductas desplegadas por la IA.
Sin embargo, luego de un análisis de la acción comunicativa, Reyes Alvarado
reinterpreta el concepto de acción y sustrae el concepto humano de la acción penal
al señalar que, la relevancia de una acción penal depende de si es socialmente ade-
cuada o no (2019, p. 739). De esta forma, al entenderse el derecho penal como ius
puniendi y, ejercer su función de última ratio, las conductas que tienen que estu-
diarse y analizarse deben ser aquellas que tengan relevancia para la sociedad. En
palabras de Reyes: “(…) sus acciones son susceptibles de tener relevancia penal,
solo en la medida en que puedan afectar a los demás coasociados”. Lo anterior,
significa que, no es necesaria una nueva teoría de la acción penal sino un replantea-
miento de la teoría de la acción comunicativa con base en estos supuestos.
Asimismo, Tavares (2004) expone que el sujeto en la acción comunicativa
de Habermas podría definirse como aquel, capaz de orientar conscientemente su
conducta en función de los objetos de referencia propuestos dentro de una prác-
tica social (p. 916). En razón a ello, podemos argumentar que, comprendiendo
las similitudes existentes a partir de la teoría funcionalista de la mente y de cómo
funcionan las máquinas que operan con IA, en un futuro, estas podrían cumplir con
lo comentado por este autor, ya que serían sujetos conscientes de su conducta bajo
objetos de referencia social.
Siguiendo este orden de ideas, conforme a lo expuesto por Reyes Alvarado y Tavares,
a partir de los presupuestos de la acción comunicativa, no es necesario crear una nueva
teoría de la acción penal, sino un redireccionamiento que abarque este tipo de actuacio-
nes. Este enfoque permite considerar que las acciones penales no son solo conductas
desplegadas por humanos sino también por personas jurídicas y en el caso objeto de este
escrito, máquinas que operen con IA y piensen de forma voluntaria.

3. CONCLUSIONES
A partir de lo expuesto, se establece que la respuesta a la incógnita sobre si
las máquinas pueden ser susceptibles de cometer conductas relevantes para el
derecho penal, es afirmativa. Para ello, no son necesarias nuevas teoría conduc-
tuales que cobijen los supuestos planteados. Al contrario, a partir de la teoría de la
acción comunicativa, es posible replantear o redireccionar el alcance del concepto
de conducta penal. Ello, fundamenta la potencialidad de catalogar como las con-
ductas desplegadas por la IA de forma voluntaria. Cuando se refiere a direccionar,

74
Concepto jurídico-penal de acción a partir de la inteligencia artificial

se habla de interpretar el significado de la acción significativa con el enfoque aquí


planteado. Esto es, entendido el concepto de conducta penal como acciones sus-
ceptibles de relevancia penal, desplegadas por sujetos que son capaces de dirigir
conscientemente su conducta en razón de objetos referentes propuestos dentro de
una práctica social.
Sustraído el concepto humano de la conducta penal, surgen nuevas incógnitas
tales como la posibilidad de estudiar otros sujetos de la acción penal, a figuras
no humanas. Recordemos que, para una gran mayoría de la doctrina, en casos de
responsabilidad penal de personas jurídicas, la acción se fundamenta en la relación
existente entre la conducta ejecutada por la empresa en cabeza o por medio de una
persona y con ello, amplían el margen de aplicación del concepto de acción humana
(mir PUig, 2017, p. 209).
La conducta penal se podría dividir en dos clases a saber. En primer lugar, la
expuesta por la doctrina tradicional sobre la definición de acción penal humana. Allí
se encuadrarían todas y cada una de las teorías que hasta la actualidad se han desa-
rrollado. Por otra parte, nos encontramos con el concepto de agencia no humana,
que comprendería en principio la IA y las personas jurídicas.
Comprendido lo anterior, la postura mayoritaria de la figura correspondiente a
la conducta penal se desliga del componente humano y se abre la puerta a nuevos
paradigmas. Lo que antes parecía lejano y carente de sustento, es hoy una realidad
futura. Lo expuesto, no es más que un abrebocas de una postura que no es mayo-
ritaria pero sí novedosa. Ello, fundamentaría la corriente de pensamiento acerca la
potencialidad de atribución de responsabilidad penal a las máquinas que piensen
por si mismas. Comenzando con la acción, los demás elementos y categorías que
acompañan y revisten al delito deberán analizarse antes de hablar de responsabi-
lidad como tal. Todo ello, estará acompañado de sus propios retos y metas por
superar. La IA y su debate en el derecho penal hacen parte del próximo devenir y
enfoque de la doctrina contemporánea.

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LA INFLUENCIA DE LAS NEUROCIENCIAS SOBRE LA
CULPABILIDAD COMO ELEMENTO DE LA TEORÍA
DEL DELITO PENAL
MATÍAS RODOLFO PACCE1
Universidad Católica de Santa Fe, Argentina

RESUMEN
En el presente trabajo se analizan los nuevos debates producidos entre el dere-
cho penal y las ciencias empíricas a partir de los recientes estudios que provienen
de la neurociencia. Asimismo se cuestiona la forma en la cual el individuo decide
realizar una conducta externa típica y antijurídica que podría llegar a ser conside-
rada un delito penal.
Palabras clave: neurociencias, culpabilidad, libre albedrío, delito, derecho
penal.

ABSTRACT
In this paper, the new debates produced between criminal law and empirical
sciences based on recent studies that come from neuroscience are analyzed. Likewi-
se, the way in which the individual decides to carry out a typical and unlawful
external conduct that could be considered a criminal offense is also questioned.
Keywords: neurosciences, guilt, free will, crime, criminal law.

1 Abogado y Notario por la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), Argentina. Magíster en


Derecho Penal por la Universidad Austral, Buenos Aires, Argentina. Especialista en Derecho Penal y
Comportamiento Humano: Avances desde la Neurociencia y la Inteligencia Artificial por la Universi-
dad de Castilla-La Mancha, España.

79
Matías RODOLFO PACCE

INTRODUCCIÓN
Los avances científicos producidos desde la neurociencia han generado nuevos
interrogantes para el derecho penal, lo que ha llevado a cuestionarnos sobre la
existencia de una de las categorías esenciales dentro la estructura delictiva: la cul-
pabilidad. En efecto, los nuevos aportes que llegan desde las neurociencias obligan
a repensar el fundamento y la razón de ser de esta categoría que forma parte de la
estructura del hecho delictivo.
El presente trabajo tiene como objetivo conocer cómo los avances neurocientí-
ficos afectan a la culpabilidad como categoría dentro de la teoría del delito penal.
Para lograrlo comenzamos estudiando lo que es la neurociencia, posteriormente
abordamos el análisis de la culpabilidad como elemento del delito penal, y luego
hacemos énfasis en la relación que existe entre culpabilidad y neurociencias. Final-
mente presentamos las conclusiones de nuestro trabajo.

1. NEUROCIENCIA Y DERECHO
La neurociencia se define como “el estudio de cómo se desarrolla el sistema
nervioso, su estructura y lo que hace. Los neurocientíficos se centran en el cerebro
y su impacto en el comportamiento y las funciones cognitivas (del pensamiento)”
(romero, 2020, p. 4).
Los neurocientíficos no discuten si los sujetos actúan dolosa o imprudentemente,
ya que entienden que las decisiones no son en última instancia libres sino determi-
nadas por condiciones que no son controladas de modo consciente. Sitúan el debate
entorno al determinismo de la acción, dado que para ellos el obrar del cerebro es
el mismo que el de la mente que lleva al hombre a actuar de determinada manera.
Amoedo Souto (2018, p. 85) señala que la neurociencia considera que “nuestras
respuestas conductuales, tanto en las patologías mentales (adicciones, trastornos de
la personalidad, neurosis, psicosis, etc.) como en el funcionamiento “normal” del
cerebro, están ampliamente regladas por procesos cerebrales automáticos”.
De esta manera, los estudios derivados de la neurociencia socaban la idea de
derecho penal de corte retributivo y los fundamentos de la teoría de culpabilidad
que parten de la posibilidad de reprocharle al sujeto su conducta antijurídica. Al
mismo tiempo que consideran que el delito es fruto de determinantes individuales
neurológicas dependientes de la estructura cerebral de cada sujeto.
Pérez Manzano (2011, p. 2) menciona que “las neurociencias habrían refutado la
tesis de que el ser humano actúa de forma libre y voluntaria”. Para la neurociencia
no es posible atribuirle culpabilidad a un sujeto que no ha obrado conforme a dere-
cho; y en consecuencia el sistema penal debería sustituir las penas por las medidas
de seguridad. En efecto, “entre los neurocientíficos se observa una cierta tendencia

80
La influencia de las neurociencias sobre la culpabilidad como elemento de la teoría…

a argumentar en favor de la prevención especial como fundamento y contenido de


la pena. Esta preferencia puede parecer obligada a partir de sus postulados neuro-
deterministas: si el ser humano está determinado en su actuación y la conducta es
consecuencia del funcionamiento cerebral, el control de los delitos por el Derecho
penal se realizará incidiendo en el funcionamiento del cerebro del delincuente a
través del “tratamiento neurológico” adecuado” (p. 5).
En consecuencia, para los neurocientíficos la pena no debe ser considerada
como una retribución por el mal causado como sostienen las teorías absolutas de la
pena sino como una medida necesaria para evitar que ese mal vuelva a ocurrir en
el futuro como plantean las teorías de la prevención especial de la pena.
En cuanto a las repercusiones de la neurociencia sobre el derecho penal en el
ámbito práctico, algunos países como: Estados Unidos, Polonia, Rusia, Estonia y
Corea del Sur ya han incorporado en sus códigos penales medidas como la cas-
tración química con el objeto de promover la resocialización del individuo que ha
cometido delitos de violación por entender que dichas conductas delictivas tienen
que ver con factores neurológicos, y no pueden ser atribuibles al sujeto a partir de
un juicio de reproche basado en el libre albedrío.

2. LA CULPABILIDAD COMO ELEMENTO DEL DELITO


La teoría del delito nos ayuda a resolver los problemas vinculados a la aplica-
ción de la ley penal. Para que una pena sea aplicable es necesario que un sujeto
haya cometido un acto delictivo que le sea imputable, es decir que se le pueda
reprochar su actuar contrario al ordenamiento jurídico penal. Para saber si una
persona ha cometido un delito, es necesario conocer las distintas categorías o ele-
mentos que hacen a la existencia de la figura delictiva. Siguiendo la postura de
Zaffaroni (2007, p. 296) se puede decir que estas son: acción, tipicidad, antijuridi-
cidad y culpabilidad.
El elemento que interesa para el desarrollo de este trabajo es la culpabilidad. La
misma fue definida por Feijoo Sánchez como “el conjunto de criterios normativos
que permiten justificar la imposición de una pena concreta por parte de un órgano
de justicia una persona a la que se le ha imputado previamente un injusto de rele-
vancia jurídico-penal”. (2011, p. 17)
Desde la dogmática del derecho penal fueron formuladas diversas teorías para
abordar la cuestión de la culpabilidad. En primer lugar, la teoría sicológica definió a
la culpabilidad como “un vínculo de causación psíquica (nexo causal interno) entre
el autor y el hecho” (demetrio, 2021). Con el paso del tiempo el concepto fue evo-
lucionando y emergió una nueva teoría denominada normativa, la cual entendió a
la culpabilidad como el “juicio de reproche que se le formula al sujeto por el hecho

81
Matías RODOLFO PACCE

antijurídico –ergo, no es una conexión psíquica, sino una atribución– cuando éste
pudo y debió motivarse conforme a la norma”. (demetrio, 2021)
Para la teoría de la normatividad la culpabilidad es un juicio de reproche, por el
cual se puede atribuir la conducta típica y antijurídica al sujeto, y no refiere exclu-
sivamente a un proceso psicológico como sostenía la teoría de la psicología donde
predominaba el elemento subjetivo dentro del concepto.
En cuanto a la composición de la culpabilidad, Rodríguez Fernández menciona
tres elementos: “la imputabilidad, o capacidad de culpabilidad, el conocimiento de
la significación antijurídica de la conducta y la exigibilidad”. (2017, p. 118)
En cuanto a las causales que excluyen la culpabilidad, el Código penal argen-
tino establece como supuestos de no punibilidad: la insuficiencia de facultades, la
alternación morbosa de facultades, y el estado de inconsciencia no imputable. En
efecto el artículo 34. Inc. 1 del Código penal argentino dispone: “No son punibles:
Inc. 1. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de
sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de incons-
ciencia, error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones”.
Debemos mencionar aquí que lo referido a la insuficiencia en las facultades
alude a las situaciones vinculadas a la falta de madurez mental del individuo invo-
lucrado en el ilícito, y concuerda con lo establecido en la Ley 22.278 del Régimen
Penal de Minoridad que dispone: “No es punible el menor que no haya cumplido
dieciséis (16) años de edad. Tampoco lo es el que no haya cumplido dieciocho (18)
años, respecto de delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la
libertad que no exceda 2 años, con multa o con inhabilitación”.
Considerando lo dispuesto en el Código penal argentino vemos que dicho sis-
tema penal se basa en la idea de que el sujeto es culpable y que por tanto debe
imponérsele una pena. Por tanto, para determinar si se ha cometido un delito es
necesario que se haya cometido la conducta antijurídica y también que no existan
causas de exclusión de culpabilidad.

3. NEUROCIENCIA Y CULPABILIDAD
La culpabilidad es el elemento más cuestionado en la teoría del delito a partir de
los aportes científicos brindados por la neurociencia. Se indaga desde esta ciencia
empírica los fundamentos sobre los cuales se define a la culpabilidad al suponer
que no existe la libertad de voluntad y que el hombre al actuar no es capaz de dis-
tinguir entre una manera de obrar correcta y otra incorrecta. En efecto, Wolfgang
Prinz (2004, pp. 198-206), uno de los principales exponentes de la neurociencia
señala que “hablar de libertad de voluntad desde el punto de vista de la psicología

82
La influencia de las neurociencias sobre la culpabilidad como elemento de la teoría…

es como hablar del unicornio desde el punto de vista de la zoología, es decir algo
que no existe en la ontología de la disciplina” (como se citó en Demetrio, 2021).
La neurociencia cuestiona la existencia de la libertad y parte de una posición
determinista (entendiendo que existe una explicación causal para todos los sucesos
que ocurren en este mundo) por lo que entiende que no debería reprochársele al
sujeto directamente su accionar ya los seres humanos se encuentran determinados
en el plano neurológico.
Ahora bien, existen diversas teorías que serán analizadas a continuación que
intentan inmunizar a la culpabilidad ante la polémica derivada del debate entre el
determinismo y el indeterminismo entorno a la existencia del libre albedrío y que,
en consecuencia, podrían servir para superar las críticas de la neurociencia hacia el
concepto de culpabilidad.
Entre estas teorías podemos mencionar en primer lugar a la tesis sostenida por
Roxin (1997) quien define a la culpabilidad como “la asequibilidad o abordabili-
dad normativa, significa que el sujeto estaba disponible en el momento del hecho
para la llamada de la norma según su estado mental y anímico” (como se citó en
Demetrio, 2021). Para este autor el individuo debió haberse comportado conforme
al llamado dado por la norma pero no lo hizo por lo cual es culpable, pero su cul-
pabilidad no tiene que ver con su libre albedrio.
En segundo lugar, la teoría de la motivación vinculada a la prevención general
define a la culpabilidad sin hacer referencia a la libertad. Esta teoría considera que
el sujeto es culpable cuando es normalmente motivable por las normas, es decir
cuando tiene inalteradas de forma suficiente sus capacidades de ser influido por la
norma penal y conocerla para que su obrar sea conforme a derecho.
Por último, tenemos la tesis sostenida por Jakobs (1995) quien fundamenta la
culpabilidad en el sistema funcional del derecho penal y entiende a la misma como
“una imputación funcional es decir una deslealtad al orden jurídico” (como se citó
en Demetrio, 2021). Para este autor es culpable el sujeto que ha obrado de manera
contraria al orden establecido por el sistema jurídico.
Todas estas definiciones de culpabilidad sirven para proteger al derecho penal
de los ataques derivados del debate entre el indeterminismo y el determinismo en
relación a la existencia o no del libre albedrio y son útiles para superar las críticas
que llegan de la neurociencia y se encuentran vinculadas a la negación que hace
esta ciencia empírica de la posibilidad de reprocharle al sujeto su accionar contra-
rio a derecho por considerar que el mismo no tiene libertad de voluntad, y que se
encuentra predeterminado en su accionar humano.
Finalmente, debemos decir que pese a todos los avances de la neurociencia, la
culpabilidad sigue formando parte de los procesos sociales. Como señala Feijoo
Sánchez “los neurocientíficos no han tenido suficientemente en cuenta que la cul-

83
Matías RODOLFO PACCE

pabilidad no es un hecho natural, sino un fenómeno social” (2011, p. 21). En este


sentido no es posible excluir de cualquier manera la reprochabilidad del sujeto, al
negarle su libertad de voluntad, dado que de esa manera se estaría eliminando la
base del sistema jurídico penal.
Asimismo, consideramos que la neurociencia no ha formulado argumentos sufi-
cientes para negar la existencia de la libertad la cual es reconocida como un derecho
humano fundamental en la mayor parte de los tratados internacionales sobre dere-
chos humanos y en las constituciones nacionales.

4. CONCLUSIONES
La neurociencia ha planteado interrogantes para la teoría del derecho penal.
Particularmente cuestionando una categoría esencial dentro de la estructura del
delito: la culpabilidad planteando la no existencia de la libertad de voluntad y en
consecuencia la no posibilidad de reprochar a un sujeto su manera de obrar dentro
de la sociedad.
Los neurocientíficos consideran que la mente es puro producto del cerebro;
rechazan la existencia de una mente separada de un cerebro. Para estos estudiosos,
el hombre no actúa movido por la libertad y la voluntad sino por el determinismo.
Para una posición extrema de la neurociencia, el derecho penal no puede aplicar
penas, sino que debe emplear medidas de seguridad para sancionar a las personas
que han cometido hechos delictivos, dado que estos no son responsables por sus
actos por no contar con libre albedrío.
Los neurocientíficos defienden la aplicación de tratamientos neurológicos para
tratar el delito y la aplicación de medidas de seguridad. De esta manera legitiman la
aplicación de la pena en las teorías de prevención especial, antes que en cualquier
otra propuesta teórica que parta de un punto de vista retributivo (teorías absolutas
de la pena). En efecto, consideran que es mejor un derecho penal basado en medi-
das orientadas a la prevención especial antes que en penas criminales dado que
entienden que el sujeto no es un agente moral, si no que actúa ya predeterminado
por sus estructuras neuronales.
En cuanto a la culpabilidad, vimos que desde el derecho penal algunos autores
han intentado definir a la misma omitiendo hacer referencia a la libertad de volun-
tad para eludir los cuestionamientos planteados desde la neurociencia. A modo de
ejemplo podemos mencionar la definición normativa hecha por Roxin, las ideas de
la teoría de la motivación desde la cual se sostiene que es culpable quien puede per-
cibir y comprender las normas penales y actúa de manera contraria a derecho. Por
último, los aportes de Jakobs quien define a la culpabilidad a partir de la función
que la misma cumple dentro del ordenamiento jurídico.

84
La influencia de las neurociencias sobre la culpabilidad como elemento de la teoría…

En conclusión, podemos decir que el hombre está ciertamente determinado por


factores internos y externos, pero tiene la oportunidad de elegir conforme la capa-
cidad de conciencia y determinación. En otras palabras, no podemos negar la exis-
tencia de la libertad de acción. Los avances de la neurociencia ayudan a humanizar
los castigos que derivan del derecho penal y suponen la aplicación de medidas de
seguridad en los casos en los cuales se considera que existen déficits cerebrales o
lesiones cerebrales que han llevado a un sujeto a obrar de manera contraria a dere-
cho, pero no brindan argumentos suficientes para negar la existencia de la libertad
que es un derecho humano fundamental reconocido a nivel internacional.

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86
LA CULPABILIDAD JURÍDICO-PENAL INDIVIDUAL EN
LA EMPRESA: ¿REALMENTE SOMOS LIBRES DENTRO
DE UNA ORGANIZACIÓN EMPRESARIAL COMPLEJA?
FRANCISCO ANTONIO VALDEZ SILVA1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos-Perú

RESUMEN
El presente trabajo se refiere a presentar problemas acerca de si podemos utilizar
los mismos razonamientos propios para atribuir la culpabilidad jurídico-penal indi-
vidual para las personas físicas individuales ajenas a cualquier escenario colectivo a
otras cuando cometen en el injusto-penal en contextos diferentes como lo es dentro
de la empresa. En estas breves reflexiones, opinamos que los criterios no pueden
ser idénticos, porque el ser humano no es el mismo cuando interactúa en contextos
con dos o más personas, como cuando lo hace en el marco de dinámicas colecti-
vas como son las que ocurren dentro de la empresa. Somos de la opinión que los
“sesgos” como la neutralización, imitación, oportunidad aparecen no como conse-
cuencia de la decisión libre y voluntaria del ser humanos, sino como expresión del
actuar irreflexivo del sujeto físico en contextos con dinámicas como las que pre-
sentan las empresas. Esto último debe ser tomado en cuenta por los jueces a nivel

1 Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Doctorando en Derecho por
la Universidad de Castilla-La Mancha, Magíster en Derecho Penal por la Universidad Autónoma de
Madrid, en Derecho Penal Económico por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en Cumpli-
miento Normativo en Derecho Penal por la Universidad de Catilla-La Mancha y en Prevención del
Delito de Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo, Fraude Fiscal y Responsabilidad Penal
de la Persona Jurídica por la Universidad de Santiago de Compostela.

87
Francisco Antonio VALDEZ SILVA

de la determinación de la propia culpabilidad, más no como elementos exclusivos


para la determinación judicial de la pena (de un culpable).
Palabras claves: culpable, empresas, sesgos, neutralización, imitación

ABSTRACT
This paper is contracted to problematize about whether we can use the same
reasonaning to attribute individual legal-criminal guilt for individual natural per-
sons outside any collective scenario to other when they commit “injusto-penal”
in different contexts as it is whithin of the company. In these brief reflections, we
believe that the criteria can not be identical, because human beings are not the same
when interacting in contexts with two or more people, as when they do so within
the framework of collective dynamics such as those occur within the companys.
We are of the opinión that “sesgos” such as neutralization, imitation, opportunity
appear not as a consequence of the free and voluntary decisión of the human being,
but as an expression of the thouhlesss act of the physical subject in contexts with
dynamics such as presented by companies The latter must be taken into account by
the judges at the leves of the determination whether any is guilty or not, but no as
exclusive elements for the judicial determination of the penalty.
Keywords: guilty, companies, sesgos, neutralization, imitation

INTRODUCCIÓN
De un tiempo a esta parte he venido preguntándome si las personas físicas man-
tenemos uniformes aquellos aspectos conductuales que nos definen, al momento
de iniciar o culminar el vínculo con alguna organización, por ejemplo: la empresa,
la universidad o una asociación en la que desarrollamos una actividad específica.
¿Somos la misma persona que se levantó muy temprano por la mañana y toma el
coche para llegar a la oficina a trabajar como empresario a por la tarde al tomar
el metro rumbo al hospital para ejercer como médico? ¿Somos diferentes personas
en la mañana al encontrarnos trabajando en una empresa a por la noche al encon-
trarnos en la universidad?, en verdad, la respuesta no es tan fácil porque la persona
humana es mucho más compleja de lo que nos podríamos imaginar. Así, en el pre-
sente nos vamos a decantar por afirmar que este es mucho más que una suma de
procesos sinápticos que explican sus comportamientos.
Es importante advertir que el ser humano es además y principalmente un ser cul-
tural (Pérez, 2013, p. 127), lo cual conduce a que aquél se relacione indistintamente
con valores al ejercitar sus comportamientos en distintos sectores de la sociedad.
Son los valores los que también van modelando nuestras conductas de alguna u

88
La culpabilidad jurídico-penal individual en la empresa: ¿realmente somos libres dentro…?

otra manera. Por ejemplo, el ser humano es más “honesto” en una situación que en
otra, esto en razón de la relación con los valores con los que ha venido interaccio-
nando durante toda su vida, lo que nos permite arribar a la conclusión de que el ser
humano no está determinado únicamente por un “algorítmico químico” que gatilla
un potencial de disposición inconsciente2, sino además de un entramado axiológico
que lo rodea y que influye en la toma de sus decisiones.
Por otra parte, también es importante advertir que las organizaciones (empresa,
hospital, universidad, asociaciones, ejército, etc.) son estructuras emergentes de la
sociedad, las cuales se caracterizan por generar su propia realidad social, y con ello, sus
propios valores histórico-sociales (mayntz, 1996, p. 11), entendiéndose de esto que la
organización empresarial y su realidad como tal, han sufrido cambios históricos que
se revelan en la jerarquización u ordenación de sus valores propiamente dichos.

1. LA EMPRESA COMO ORGANIZACIÓN SOCIAL


Así, el Taylorismo (garmendia, 1993, p. 35), explicaba que la organización
empresarial está estructurada por valores como la desconfianza y la obediencia,
pues quienes ocupaban las partes más altas de la empresa debían vigilar de forma
estricta el trabajo de quienes se encontraban debajo de ellos, siendo que el deber de
estos últimos era únicamente el cumplir con lo ordenado por aquellos. Posterior-
mente, Fordismo (p. 37), argumentaba que la organización empresarial está orde-
nada por valores como la desconfianza y la eficacia, pues los sujetos que ocupaban
la parte más alta de la empresa, a consecuencia de esa desconfianza primigenia en
los trabajadores y a las primeras formas de organización interna de estos para com-
batir los abusos del taylorismo, comenzaron a prescindir de estos, introduciendo
las máquinas para la elaboración veloz y en serie, lo que les permitía de forma más
rápida alcanzar sus objetivos.
Actualmente, la organización empresarial no es ni lo uno ni lo otro, es algo
mucho más complejo. Efectivamente, la empresa moderna o postfordista no solo está
organizada a partir de una mera relación entre empleador-trabajador (Taylorismo) o
empleador-máquina-trabajador (Fordismo), en la que ambas partes solo se encuen-
tran pensando en los réditos que le puede generar el formar parte de la organización
sino más bien desde la relación empresa-riesgo de la actividad, lo que conduce a
que asuma formas de organización mucho más complejas o sofisticadas como la
descentralización, departamentalización, disfuncionalización, etc. (mayntz, 1996,
p. 105), emergiendo valores opuestos a las anteriores formas de organización, tales
como la confianza y la eficiencia, pues las personas que ocupan la parte más alta de
la empresa deben confiar que los que ocupan la parte baja cumplirán con sus fun-
2 Haciendo mención al término que LIBET le asignó al momento inconsciente y anterior de la
generación de la decisión. Ampliamente, vid. Ibídem, p. 109 y ss.

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Francisco Antonio VALDEZ SILVA

ciones, siendo que, de otra manera no se podría dar marcha a la actividad y además,
esperar que se desarrolle con el menor coste de lesión a otros posible.
Como se puede apreciar, las organizaciones empresariales han desarrollado
distintos y propios valores a lo largo de la historia, lo cual el Derecho Penal no ha
dejado de apreciar a efectos de decodificarlo en su lenguaje y ubicarlo en el lugar
de la Teoría del Delito que corresponda.

2. LA INFLUENCIA DE LA MODERNA ORGANIZACIÓN EMPRESA-


RIAL EN EL DERECHO PENAL
2.1. Tipo objetivo y principio de confianza: ¿Atomización de la moderna orga-
nización empresarial?
Al respecto, la doctrina y la jurisprudencia en más de una oportunidad han reco-
nocido el “principio de confianza” (maraver, 2020, 179) como límite objetivo del
tipo en los delitos cometidos por la actividad de la empresa. Esto último, como hemos
manifestado arriba, las empresas modernas tienen formas de organización que arrojan
determinados valores; entre ellos, la confianza, por lo que el Derecho Penal se ha
visto obligado a desarrollar criterios de imputación de conformidad a esa realidad
social con el objetivo de evitar impunidades irreflexivas (“yo no soy responsable
porque confiaba en el otro”) o puniciones desmedidas (“yo soy responsable porque
no desconfiaba del otro”). En otras palabras, el Derecho Penal ha filtrado la responsa-
bilidad en la empresa vinculando la realidad social de esta con el concepto de acción
jurídico-penal (creación de riesgo jurídico-penalmente relevante).

2.2. Culpabilidad y disponibilidad jurídica mínima: ¿Falta de adaptación de la


moderna organización empresarial a esta categoría de la teoría del delito?
Ahora bien, aún cuando el Derecho penal ha logrado tamizar la responsabilidad
penal empresarial desde la tipicidad objetiva utilizando el principio de confianza,
considero que el mismo no ha cubierto toda la problemática que la forma de orga-
nización empresarial puede presentar para la Teoría del Delito, entendiendo que las
realidades organizacionales de la empresa no solo podrían impactar en la tipicidad,
sino también en la culpabilidad.
Al día de hoy, se ha escrito mucho acerca de la legitimidad de la función del
Derecho penal, la cual va vinculada mucho a la definición de libertad, concluyén-
dose que la discusión entre deterministas e indeterministas, resulta algo bizantina
en la actualidad, o en todo caso, que los descubrimientos de neurocientíficos
como Roth, Singer y Prinz, y las conclusiones a las que arriban (que los seres
humanos somos sujetos determinados por procesos causales que ocurren en el
cerebro, y por lo tanto, que no existe el libre albedrio (feijoo, 2011, p. 1), llegan

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La culpabilidad jurídico-penal individual en la empresa: ¿realmente somos libres dentro…?

demasiado tarde porque la libertad no puede ser definida como un mero proceso
mecánico de impulso neuronal ni como una alma indeterminada sin control que
va por el mundo, siendo que, aquella para interés de la función del Derecho penal,
es conceptualizada por el contrario como un producto cultural, pues se funda en
un proceso intersubjetivo de reconocimiento como iguales para garantizar la paz
social entre los mismos, sobre el cual podemos finalmente construir el concep-
to de responsabilidad: “Eres libre en tanto en cuanto nos reconozcamos como
iguales” (feijoo, 2013, p. 269).
En ese orden de ideas, la culpabilidad para el Derecho penal moderno no está
sustentada en un poder actuar de otra manera sino en la disponibilidad jurídica
mínima para asegurar los valores fundamentales de la sociedad, esto es una persona
física no será culpable porque pudo actuar de otra manera sino porque gozaba de
una disposición mínima de salvaguardar los valores del orden social (respeto hacia
un igual, por ejemplo) (feijoo, 2013, p. 287).
Ahora bien, esa disposición jurídica mínima ha sido construida a la luz de los
avances de las neurociencias y disciplinas afines (psicosis, ebriedad absoluta, etc.);
empero, aun cuando el fundamento de la culpabilidad es adecuado para soslayar
críticas como la de los neurocientíficos más radicales, no es menos cierto que las
causas de exculpación están restringidas para situaciones propias de un Derecho
penal del homicidio o delitos mal llamados “violentos o de sangre”.
Con esto último quiero decir que el Derecho penal, a nivel de la culpabilidad,
está definiendo a un “no igual” solo desde lo que le ocurre individualmente (grave
alteración psíquica o por intoxicación plena, por ejemplo), pero no desde lo que le
ocurre en sociedad, pese a que su fundamentación reciente va en esta dirección para
superar tesis como la vuelta al programa de Marburgo.
Efectivamente, últimamente el Derecho penal solo está realizando diferencias
entre unos y otros seres humanos a partir de los avances que las ciencias y dis-
ciplinas (neurociencias, psicología clínica, etc.) puedan mostrarnos de la relación
entre ellos de forma individual y la realidad; y desde ahí, el Derecho penal está
decidiendo qué sujetos son capaces de gozar de una disposición jurídica míni-
ma de salvaguarda de los valores de la sociedad (respeto a otro como igual, por
ejemplo). Así, el Derecho penal está decidiendo la imputabilidad entre los sujetos
que interactúan en los procesos intersubjetivos desde una simple relación entre
ellos mismos y su capacidad para conocer la realidad desde exclusivamente sus
procesos fisiológicos y químicos. Es cierto que el Derecho penal está decidiendo
al final de cuentas cuál es la mejor disposición jurídica para la defensa de sus
valores desde los avances de estas ciencias (un ataque psicótico no es causa de
exculpación, sino uno que no goce de la capacidad para salvaguardar los valores
de un Estado Democrático de Derecho); empero no es menos cierto que se asienta

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Francisco Antonio VALDEZ SILVA

solo sobre una relación individual (sujeto-cerebro), pero no desde su relación en


grupos (sujeto-cerebro-organización).
Atendiendo a lo anterior, la definición de un “no igual” puede ampliarse hasta lo
que podría ocurrir en esta segunda relación, pues como explica la psicología social,
el ser humano cuando entra a organizaciones complejas, desarrolla comportamien-
tos que no pueden definirse como deliberados racionalmente, sino que se encuentran
mediados por los contextos en los que se encuentra. Por ello, conforme a lo men-
cionado anteriormente, las formas de organización empresarial modernas permiten
generar determinados valores como lo es en este caso la confianza, la cual conduce
a que sus paredes generen determinadas y particulares realidades criminógenas
(cigüella, 2009, p. 1). En efecto, el valor de la “confianza” promueve que alguien
cometa un delito; por ejemplo, por imitación, porque otro trabajador acaba de
ser ascendido en su puesto de trabajo y asegurar la confianza del superior a partir
de una carrera delictiva; en otros casos por neutralización, las personas cometen
un delito solo por encontrarse normalizada lo anterior dentro de la organización; o
finalmente por identificación, las personas cometen un delito por sentirse identifi-
cada con la organización a mérito de lo anterior.
Entonces, la culpabilidad jurídico-penal individual en la empresa vinculada al
concepto de libertad en la empresa, debe ser abordada a la luz también de lo que
puedan explicarnos los avances de las neurociencias, la psicología social y disci-
plinas afines; y así luego, el Derecho penal determinar la capacidad de disposición
jurídica mínima de salvaguarda de los valores de un Estado Democrático de Dere-
cho (respeto a un igual, por ejemplo).

3. CONCLUSIÓN
Así, la culpabilidad jurídico-penal del individuo ha tomado en serio los avances
de las neurociencias y disciplinas afines, pero las asienta exclusivamente sobre la
relación entre el ser humano y su cerebro, mas no lo anterior mediado en contex-
tos organizacionales que también pueden jugar un papel importante para afirmar o
negar la libertad, no la determinada o indeterminada, sino la de interés del Derecho
penal. Es cierto que nos resulta menos difícil abrazar los resultados de alquien que
no pudo ser libre “jurídico-penalmente” por encontrarse atravesando un ataque
psicótico que no le permite comprender su conducta y actuar conforme a la misma,
que de aquel sujeto neutralizado por la asunción “inconsciente” de valores emergi-
dos de unas paredes como lo son las de las empresas. Las conductas no deberían
considerarse inimputables solo porque las razones vienen de una relación sujeto-
cerebro (endógenas), sino también de aquella mediada en un contexto organizacio-
nal (exógenas), lo cual el Derecho penal decidirá al final de cuentas si goza o no de

92
La culpabilidad jurídico-penal individual en la empresa: ¿realmente somos libres dentro…?

la disponibilidad jurídica para salvaguardar los valores del Estado Democrático de


Derecho (respeto a un igual, por ejemplo).
En conclusión, en este primer acercamiento a este problema, me decantaría a afir-
mar que podrían existir sujetos que no sean libres “jurídico-penalmente” en la empre-
sa, por lo que el Derecho penal debería eximirlos de responsabilidad porque no gozan
de la capacidad mínima de respeto hacia los valores democrático y actuar conforme a
ellos (la culpabilidad como fundamento), o en todo caso, de atenuársela porque dispo-
nen de la misma pero no de forma total (la culpabilidad como forma de determinación
judicial de la pena). En definitiva, esto invita a una relectura de nuestras eximentes y
atenuantes en nuestros códigos penales, lo cual opino que resulta importante, porque
la actividad empresarial es cada vez mayor en todas las latitudes del mundo, y ayu-
daría a evitar que las responsabilidades penales recaigan en chivos expiatorios sobre
quienes se desliza o traslada el riesgo, quienes muchas veces son los “neutralizados”,
“imitadores”, “identificados”, “oportunistas”, de quienes son los verdaderos y “libres”
responsables de los delitos que se cometen por la actividad de la empresa.

BIBLIOGRAFÍA
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de la sociología de las organizaciones al análisis de la criminalidad corporativa
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tosa?” en Indret, n° 2.
feijoo sánchez, B. (2013). “Culpabilidad Jurídico-Penal y Neurociencias” en Neu-
rociencias y Derecho Penal. Nuevas perspectivas en el ámbito de la culpabili-
dad y tratamiento jurídico-penal de la peligrosidad, demetrio cresPo, Eduardo
(Dir.), Madrid: Edisofer.
garmendia martínez, J. (1993). “Organización y división del trabajo” en Socio-
logía Industrial y de los Recursos Humanos, garmendia martínez y otro
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Pérez manzano, M. (2013). “El tiempo de la conciencia y la libertad de decisión:
Bases para una reflexión sobre neurociencia y responsabilidad penal” en Neuro-
ciencias y Derecho Penal. Nuevas perspectivas en el ámbito de la culpabilidad
y tratamiento jurídico-penal de la peligrosidad, demetrio cresPo, Eduardo
(Dir.), Edisofer, Madrid.

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177 Este E-Book reúne una serie de contribuciones breves sobre
aspectos particulares vinculados a un tema apasionante cual
es el del comportamiento humano y el Derecho penal desde
los nuevos enfoques que provienen de las neurociencias
y la inteligencia artificial. El lector encontrará en él análisis
vanguardistas sobre temas clásicos de la teoría del delito
tales como la acción, el dolo, la tentativa, la imputabilidad,
o la culpabilidad jurídico-penal individual en contextos
organizativos complejos de carácter empresarial. Qué duda
cabe de que estamos ante un desafío epistémico –que desde
la universidad estamos llamados a afrontar– en el que la
perspectiva interdisciplinar y el pensamiento complejo, en
diálogo con las llamadas life sciences, cobran cada vez mayor
importancia.

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