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USO INTELIGENTE, ÓPTIMO Y SALUDABLE DE LAS

NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA ADOLESCENCIA: SU


RELACIÓN CON LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA Y
EL COMPORTAMIENTO PROSOCIAL

Juan Miguel Flujas Contreras


Prof. del Departamento de Psicología
Centro de Investigación en Salud CEINSA
Universidad de Almería
jfc397@ual.es
Alma Martínez de Salazar Arboledas
Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental
Hospital Universitario Torrecárdenas (Almería)
Inmaculada Gómez Becerra
Prof. del Departamento de Psicología
Centro de Investigación en Salud CEINSA
Universidad de Almería

1. INTRODUCCIÓN

Desde hace años, las tecnologías de la información y comunicación


(TIC, a partir de ahora en el texto) ocupan un lugar muy relevante
en los entornos laborales, escolares, de ocio y de consumo. Son
herramientas que han traído numerosos beneficios a la sociedad,
facilitando el trabajo, la formación, mejorando la calidad de vida de

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

algunas personas y favoreciendo la comunicación en algunos ámbi-


tos. De hecho, ya hace más de 10 años, el Banco Mundial ha definido
el acceso que los países tienen a las TIC como uno de los cuatro pi-
lares para medir su grado de avance en el marco de la economía del
conocimiento (World Bank Institute, 2008).
Sin embargo, también han modificado los usos y costumbres en
el estilo de relación de las personas entre sí, en el trabajo y en la
ocupación del tiempo libre, no siempre de una manera saludable o
positiva para el individuo. Los primeros signos de alarma de una po-
sible influencia negativa de las nuevas tecnologías (o mejor dicho, de
su uso) aparecieron en el marco de las relaciones entre los menores
de edad con sus padres, los posibles cambios en su comportamiento
y en su desarrollo socio-emocional y comenzaron a estudiarse en los
años 90 poniendo el foco en el uso de la televisión por parte de los
menores y sus familias (Fernández, 1992; Yarce, 1992), las horas que
pasaban frente a las pantallas, los efectos beneficiosos y perjudicia-
les que podrían provocar y las nuevas posibilidades que la TV podría
ofrecer para la educación y socialización de los menores. Los años
transcurridos y los estudios posteriores no han terminado de arrojar
luz a estos interrogantes, ya que los cambios en las características de
las nuevas tecnologías se producen a gran velocidad y plantean retos
en la adaptación y asimilación, no sólo a las familias, sino a la sociedad
en su conjunto.
Desde diferentes ámbitos profesionales y científicos (psicología,
educación, salud, ámbito jurídico, etc) se van detectando dificultades
que se producen en el contexto familiar y educativo en el uso de las
TIC en el día a día, tales como conflictos por el tiempo de uso, miedos
a lo desconocido en internet, dudas respecto a la influencia en la con-
ducta y personalidad de los menores…Todo ello conlleva la necesidad
de conocer, de manera más precisa, dichos fenómenos, poder descri-
birlos y caracterizarlos.

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

2. 
ESTADO DE LA CUESTIÓN SOBRE USO O ABUSO
DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y
COMUNICACIÓN (TIC)

Con apenas dos años, hay menores que ya ponen sus videos favo-
ritos en las aplicaciones del móvil de sus progenitores, pero todavía
ni siquiera han aprendido a hablar. ¿Sabemos cómo puede estar
condicionando su desarrollo y comportamiento?, ¿qué puede estar
ocurriendo con el uso de internet y de las redes sociales?.
Muchos padres y madres no son conscientes de la posible in-
fluencia negativa (además de positiva) de las TIC en el desarrollo de
sus hijos e hijas a nivel cognitivo, social y emocional; carecen de re-
ferencias para introducir algunas pautas mínimas que ayuden a los
menores a regular su uso y a protegerse ante los peligros que pueden
encontrar en la red (pornografía, acoso...). Muchos de esos padres y
madres son “analfabetos digitales”, si se nos permite respetuosamen-
te el uso de esta expresión, dado que han tenido que incorporar el
uso, parcial, de algunos elementos de las nuevas tecnologías en su
vida cotidiana de manera imprevista, en muchas ocasiones obligada,
sin instrucción y en actividades varias (pago de recibos municipales,
retirar dinero del cajero, conocer las notas de sus hijos u obtener una
cita médica). El uso del móvil como un juguete en niños de edad pre-
escolar, la tablet, el acceso a los juegos online o a videojuegos para
adolescentes que los padres compran a sus hijos a edades que no co-
rresponden, es una muestra de la desorientación de muchos adultos
y de la necesidad de introducir algunos puntos de claridad ya que, a la
vez, las TIC pueden estar suponiendo una “ayuda” para los padres en
la crianza de sus hijos: los entretiene, les facilita que estén en silencio,
que coman, que duerman, que no tengan una rabieta; en suma, las
TIC pueden ser un apoyo para los padres si su uso es el adecuado y,
para ello, los padres han de conocerlo.
Desde los diferentes ámbitos profesionales en los que trabaja-
mos con menores (educación, psicología clínica y escolar, servicios

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

sociales y comunitarios, justicia, pediatría), vemos los problemas que


el “mal uso” de las TIC genera en la vida familiar, en el desarrollo per-
sonal de los menores y en su manera de percibir el mundo; aunque,
también, podemos ver las ventajas, ya que el uso de ciertos juegos y
aplicaciones (App) ayuda a una mayor estimulación cognitiva y de los
sentidos o un adelanto en algunos hitos del desarrollo del lengua-
je. Desde los años 90 vivimos inmersos en un mundo que cada vez
presta más atención a los dispositivos tecnológicos que permiten el
acceso rápido a la información, la comunicación entre las personas y
la inmediatez en la gratificación.
No se encuentran estudios que hayan constatado de manera siste-
mática y rigurosa que la accesibilidad en sí a internet y redes sociales
genere efectos psicosociales negativos, sino que su efecto puede ser
negativo siempre que invada de tal manera la vida de las personas
que les ocasione problemas en su nivel de ajuste personal, social, fa-
miliar, laboral o escolar, es decir, que dejen de hacer otras actividades
importantes y necesarias en esos contextos (p.e., leer, hacer deporte,
estudiar, trabajar, relacionarse con amigos y con familia,…), siendo,
por tanto, un problema de abuso, mal uso o incluso adicción a las TIC
(Fernández-Villa, et al. 2015). De ahí que haya autores (Chóliz y Marco,
2012; Echeberúa, 2012) que han identificado algunas señales de alar-
ma que pueden estar indicando un abuso de las TIC y provocando
una posible dependencia:
1. La persona muestra la necesidad de tener que estar conecta-
do a los dispositivos (móvil, redes sociales, internet, etc) cada
vez más tiempo.
2. Cuando la conexión se interrumpe la persona siente una inco-
modidad similar a un síndrome de abstinencia.
3. Su tiempo de uso es mayor de lo previsto.
4. La persona entra en una situación “querer pero no poder
desconectarse”.

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

5. La persona pasa excesivo tiempo realizando actividades vía


internet.
6. Se dejan de lado otras actividades, que siempre han estado
entre sus intereses e incluso necesidades, con el fin de pasar
más tiempo conectado a internet.
7. La persona es consciente de lo perjudicial que está siendo su
uso abusivo y aun así necesita seguir conectado.
Dicha dependencia o interferencia por un abuso o uso inadecuado
de las TIC, puede tener efectos psicológicos negativos en el individuo
como: bajos niveles de autoestima, aumento de ansiedad y depresión,
dificultades en habilidades sociales (Bragazzi y Del Puente, 2014;
Echeburúa y Corral, 2010; Herrera, Pacheco, Palomar y Zavala, 2010),
dificultad en la toma de decisiones (D’Hondt, Billieux y Maurage, 2015)
y dificultades en la concentración (Rücker, Akre, Berchtold y Suris,
2015). Por el contrario, otras fuentes indican cómo el uso de internet
y de las redes ha supuesto una fuente de comunicación interperso-
nal y ha mejorado el estado de ánimo de los usuarios (Kraut, Kiesler,
Boneva, Cummings, Helgeson y Crawford, 2002; Rideout, 2012). De
hecho, las principales motivaciones para hacer uso de las TIC están
vincuoladas a algunos de sus aspectos positivos, de manera que se
justifican por su atractivo, su inmediatez de respuesta y acceso, su
interactividad, su infinidad de ventanas con una inmensa variedad de
actividades para el entretenimiento mental (Marín-Díaz, Vega-Gea,
Passey, 2019).
¿Hay un posible perfil de usuario que llega a un uso inadecuado
de las TIC?. Teniendo en cuenta la edad, de manera global, son procli-
ves a un mal uso de las TIC tanto los adolescentes como los adultos
(Marín-Díaz, Vega-Gea, Passey, 2019). No obstante, algunos estu-
dios (Echeburúa, 2012; Chóliz y Marco, 2012; Seabrook et al. 2016),
encuentran que el uso inadecuado o el abuso de las TIC es más fre-
cuente en adolescentes por su inexperiencia en gestionar diferentes
situaciones y dificultades vitales y otros estudios (Basteiro, Robles,
Juarros y Pedrosa, 2013; Gomes y Sendín, 2016) lo argumentan

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

por inmadurez física y psicológica. Por otro lado, existen datos que
apuntan a mayores posibilidades de adicción a las TIC en muje-
res (Hruska y Maresova, 2020), aunque otros indican que los hombres
hacen más uso de las mismas (Araujo Robles, 2016) y algunos auto-
res señalan que no existen diferencias entre sexos (Basteiro, Robles,
Juarros y Pedrosa, 2013; Fernández- Villa, et al., 2015; Valencia-Ortiz y
Castaño Garrido, 2019).

3. 
ASPECTOS CONCEPTUALES SOBRE TIC Y SOBRE
PROBLEMAS DE CONDUCTA Y EL COMPORTAMIENTO
PRO-SOCIAL

Una consideración a tener en cuenta como punto de partida en cual-


quier alusión a las TIC es la falta de un consenso generalizado en
torno al concepto de “tecnologías de la información y comunicación”,
que se evidencia por la variedad en las denominaciones encontradas
al revisar la literatura especializada: Nuevas Tecnologías, Tecnologías
de la Información y la Comunicación, Tecnologías del Aprendizaje
y el Conocimiento o Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación.
Un estudio llevado a cabo por Cobo Romaní en 2008, elaboró
un “benchmarking” (proceso de crear, recopilar, comparar y analizar
indicadores clave que permitan medir el rendimiento de los proce-
sos y las funciones más importantes dentro de una empresa), que
recopiló, analizó y clasificó lo que entienden por este concepto más
de 20 organismos públicos o privados, nacionales o internacionales,
destacados por su papel en el impulso de las TIC, la gestión del co-
nocimiento o el desarrollo en la educación del siglo XXI. Teniendo en
cuenta las diferentes definiciones incluidas en su estudio, propone
la siguiente definición de “tecnologías de la información y comunica-
ción”, que compartimos los firmantes de este artículo: “Dispositivos
tecnológicos (hardware y software) que permiten editar, producir, al-
macenar, intercambiar y transmitir datos entre diferentes sistemas de

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

información que cuentan con protocolos comunes. Estas aplicacio-


nes, que integran medios de informática, telecomunicaciones y redes,
posibilitan tanto la comunicación y colaboración interpersonal (per-
sona a persona) como la multidireccional (uno a muchos o muchos
a muchos). Estas herramientas desempeñan un papel sustantivo en
la generación, intercambio, difusión, gestión y acceso al conocimien-
to. La acelerada innovación e hibridación de estos dispositivos ha
incidido en diversos escenarios. Entre ellos destacan: las relaciones
sociales, las estructuras organizacionales, los métodos de enseñanza
aprendizaje, las formas de expresión cultural, los modelos de nego-
cios, las políticas públicas nacionales e internacionales, la producción
científica (I+D), entre otros. En el contexto de las sociedades del co-
nocimiento, estos medios pueden contribuir al desarrollo educativo,
laboral, político, económico, al bienestar social, entre otros ámbitos
de la vida diaria” (Cobo, 2009, p.18).
Uno de los factores que influye en las diferencias en la conceptuali-
zación de las TIC está relacionado con los múltiples y rápidos cambios
que se han dado en su desarrollo en las últimas tres décadas, en las
que los dispositivos han ido aumentando en prestaciones, rapidez,
manejabilidad y accesibilidad a diferentes grupos de población, tanto
en la vida cotidiana como en los diferentes ámbitos profesionales. Sin
embargo, las características que diferentes autores especifican como
representativas de las TIC, recogidas por Cabero (1998), son:
• Inmaterialidad. En líneas generales podemos decir que las TIC
realizan la creación (aunque en algunos casos sin referentes
reales, como pueden ser las simulaciones), el proceso y la
comunicación de la información. Esta información es básica-
mente inmaterial y puede ser llevada de forma transparente e
instantánea a lugares lejanos.
• Interactividad. Consiste en el intercambio de información entre
el usuario y el ordenador, lo que permite adaptar los recursos
utilizados a las necesidades y características de los sujetos.

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

• Interconexión. Hace referencia a la creación de nuevas po-


sibilidades tecnológicas a partir de la conexión entre dos
tecnologías.
• Instantánea. Las TIC permiten la comunicación y transmisión
de la información, entre lugares alejados físicamente, de una
forma rápida.
• Elevados parámetros de calidad de imagen y sonido.
• Digitalización. Su objetivo es que la información de distinto
tipo (sonidos, texto, imágenes, animaciones, etc.) pueda ser
transmitida por los mismos medios al estar representada en
un formato único universal.
• Mayor influencia sobre los procesos que sobre los productos.
Es posible que el uso de diferentes aplicaciones de la TIC pre-
sente una influencia sobre los procesos mentales que realizan
los usuarios para la adquisición de conocimientos, más que
sobre los propios conocimientos adquiridos.
• Penetración en todos los sectores (culturales, económicos,
educativos, industriales…). El impacto de las TIC no se refleja
únicamente en un individuo, grupo, sector o país, sino que se
extiende al conjunto de las sociedades del planeta.
• Innovación. Las TIC están produciendo una innovación y cam-
bio constante en todos los ámbitos sociales que no siempre
supone un rechazo a las tecnologías o medios anteriores, sino
que en algunos casos se produce una especie de simbiosis
con otros medios.
• Tendencia hacia la automatización. La propia complejidad em-
puja a la aparición de diferentes posibilidades y herramientas
que permiten un manejo automático de la información en di-
versas actividades personales, profesionales y sociales.

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

• Diversidad. La utilidad de las tecnologías puede ser muy di-


versa, desde la mera comunicación entre personas, hasta el
proceso de la información para crear informaciones nuevas.
¿Qué tipos de TIC existen? Siguiendo la información que aparece en la web
de Biblioteca Médica Nacional (http://www.bmns.sld.cu/que-son-las-tic),
se puede hacer una clasificación general de las tecnologías de la infor-
mación y comunicación en: redes, terminales y servicios que ofrecen:
1. Redes: son las vías por las que se transmite la información o
se realiza la comunicación; la telefonía fija, la banda ancha, la
telefonía móvil, la fibra, las redes de televisión o las redes en el
hogar son algunas de las redes de TIC.
2. Terminales: son los dispositivos de uso, tales como el orde-
nador, el navegador de Internet, los sistemas operativos para
ordenadores, los teléfonos móviles, los televisores, las tabletas,
los reproductores portátiles de audio y video o las consolas de
juego.
3. Servicios que ofrecen las TIC: el correo electrónico, la bús-
queda de información, la banca on-line, el audio y música, la
televisión y el cine, el comercio electrónico, e-administración
y e-gobierno, la e-sanidad, la educación, los videojuegos y los
servicios móviles, los blogs, las comunidades virtuales o las lla-
madas “redes entre pares” (P2P).
En los últimos años se han publicado numerosos artículos (cientí-
ficos y no científicos) sobre la relación entre las nuevas tecnologías y
los menores, centrándose, muchos de ellos, en ensalzar o estigmati-
zar las TIC desde una visión simple que las considera buenas o malas
y la cuestión no es tan sencilla. El conocimiento que se requiere sobre
la relación entre las TIC y los menores ha de estar orientado a cono-
cer cómo las nuevas tecnologías contribuyen al desarrollo sano de los
menores, qué tipo de TIC o qué patrón de uso puede estar más rela-
cionado con la aparición de dificultades en las relaciones familiares,

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

conductas adictivas o en la aparición de problemas psicológicos en


los menores.
Respecto a los problemas de conducta y del comportamiento
prosocial, cabe indicar que, también como en la definición de las TIC,
existe diversidad en su conceptualización. Es frecuente escuchar a
padres, profesores, educadores y otros adultos que los/as niños/as
y/o adolescentes cada vez obedecen menos, su conducta es más de-
safiante, se niegan a cumplir con sus demandas socio-educativas, son
impulsivos, no atienden, no controlan sus emociones, incluso que ni-
ños y adolescentes se han vuelto más “agresivos y antisociales”. En los
últimos años, además, todos estos problemas psico-sociales tienden
a definirse con términos clínicos, acudiendo a los sistemas formales
y oficiales de clasificación de los trastornos psicológicos o enferme-
dades mentales (DSM-V o CIE10), como son: Trastorno Negativista/
Desafiante (TND), Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad
(TDAH) y Trastorno Disocial (TD) (APA, 2014; OMS, 1992).
De hecho, la preocupación de padres/madres y profesores por el
aparente crecimiento de estos problemas, tiene su confirmación en
el ámbito científico (a través de estudios epidemiológicos y ensayos
clínicos) donde se ha comprobado que, efectivamente, la prevalen-
cia de estos tres tipos de desórdenes psicológicos va en aumento y
su incidencia es cada vez más temprana (Casera, Fullana y Torrubia,
2002; Castro, 2005; Gómez, Hernández, Martín, y Gutiérrez, 2005;
Matud Aznar, García Rodríguez y Matud Aznar, 2006). Son claros
signos de alerta de un posible Trastorno del Comportamiento que,
desde edades tempranas, aparezcan los problemas de conducta, que
se tornen resistentes al cambio cuando se aplican de manera correc-
ta y sistemática las medidas educativas habituales, que persistan y
se cronifiquen en el tiempo y que muestren consistencia y extensión
a través de diferentes contextos (esto es, el adolescente presenta
problemas conductuales en el contexto familiar, escolar, interperso-
nal con sus amistades, en la comunidad...), aunque no en todos los

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

ámbitos tenga la misma intensidad (Angulo Domínguez, et al., 2008;


Moreno y Revuelta, 2002).
En suma, siguiendo a Moreno (2008), las características y señales
de alarma que podrían conformar, si no existe una intervención ópti-
ma, un perfil de adolescente con Trastorno de Conducta, serían:
• Presentar un patrón de conducta anómalo, persistente y
reiterado.
• Mostrar tales alteraciones conductuales en distintos ambien-
tes: hogar, escuela, calle. Es decir, no son específicas de ningún
contexto o situación.
• Mayor prevalencia en varones.
• Deterioro significativo del nivel académico, además de más
alta conflictividad familiar y social.
• Presencia de sintomatología clínica subyacente: baja autoesti-
ma, escasa tolerancia a la frustración, inestabilidad y labilidad
emocional.
• Comorbilidad con otros trastornos: de ansiedad, de aprendi-
zaje, del estado de ánimo.
En cualquier caso, a nuestro juicio, los esfuerzos más que dirigidos a
delimitar las características clínicas o los síntomas que definen al TDAH,
al TND y al TD, puesto que muchos de ellos se solapan, sería más en-
riquecedor dedicarlos a detectar las funciones que cumplen estos
comportamientos problemáticos; esto es, las condiciones motivaciona-
les y contextuales en las que se generan y desarrollan y las condiciones
que los mantienen (p.e., atención por parte de otras personas, cier-
tos privilegios materiales o socio-afectivos, evitar o escapar de cosas y
actividades que le disgustan, etc). Siguiendo con una perspectiva fun-
cional, se considera que los TD y TND son un tipo de comportamientos
fuera de la regulación social, fruto de un escaso control de las emo-
ciones desde edades tempranas y del fomento (directo o indirecto)
de un repertorio contrario al seguimiento de normas o reglas sociales

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adolescencia frente a la violencia

(Hernández, Gómez, Martín García, y González, 2008). En este sentido,


en el desarrollo psicológico de un niño, podría producirse un rango
de desvíos de los repertorios de socialización (seguimiento de nor-
mas), que iría desde las desobediencias iniciales y persistentes (como
factores de riesgo), los patrones de impulsividad y falta de control de
las emociones y reacciones, hasta comportamientos extremadamen-
te perturbadores e incluso agresivos. De esta forma, tales factores de
riesgo leve (como los primeros repertorios negativistas/desafiantes y
los patrones de hiperactividad y desatención siempre con impulsivi-
dad y escasa autorregulación), pueden ir creciendo en frecuencia, en
formas (tipografías) y en funciones; de la misma manera, podrían ir
extendiéndose a diferentes contextos (p.e., desde la casa al colegio o
viceversa). Pero todos ellos, desde los comportamientos más leves a
los más graves, tendrían un efecto común y es que “molestan a otros y
alteran el orden social establecido”, estando en el extremo más grave
aquel repertorio agresivo generalizado o, al menos, relacionado con
patrones de agresividad o falta de regulación social en el contexto fa-
miliar, escolar y/o comunitario (Hernández, y Gómez, 2008).
Por otro lado, son nulas las fuentes bibliográficas y las investiga-
ciones que señalarían la existencia de hipótesis aisladas o modelos
simples que expliquen las causas del origen y mantenimiento de es-
tos comportamientos disociales y perturbadores; al contrario, hoy día
se abordan no sus causas sino los factores de riesgo hacia los mis-
mos, que generan y amplían la vulnerabilidad psicológica.
Finalmente, respecto a la intervención en los citados Trastornos de
Conducta cabe indicar que es muy amplia, diversa y a su vez sujeta al
análisis de cada caso; aunque sí que en este capítulo señalamos en el
siguiente Cuadro unos puntos de inflexión que debe guiar la filosofía
de la intervención (Véase Cuadro 1).

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

Cuadro 1. Filosofía de Intervención Integral: cinco pilares y puntos de


inflexión.

• POLÍTICAS Y ACTUACIONES A NIVELES JUDICIALES (leyes del menor, medidas disciplinarias y judiciales, ayudas
sociales, apoyos de la comunidad…). LEY RHODES.

• Actuaciones en los contextos educativos e institucionales (centros acogida, reforma, pisos tutelados…).

• Actuaciones en la comunidad (asociaciones/fundaciones de educador de calle, acompañamiento…). RESILIENCIA.

• Intervención en la familia: Novedades, no sólo es darles pautas de modificación conducta, sino creencias, actitudes
y filosofía e incluir aspectos de terapias de nueva generación. BARRERAS PSICOLÓGICAS.

• Intervención directa en los menores: ¿tratamiento farmacológico? Nuevos tratamientos cognitivos: sentimientos,
creencias, actitudes, valores, tolerancia al malestar, aceptación, regulación de las emociones, control de la ira y la
impulsividad. INTELIGENCIA EMOCIONAL.

Desde hace años, las tecnologías de la información y comunicación (TIC,


a partir de ahora en el texto) ocupan un lugar muy relevante en los en-
tornos laborales, escolares, de ocio y de consumo. acceso que los A su
vez, en la siguiente Figura se ilustra la necesidad de que, en los trastor-
nos de conducta en adolescentes, la intervención sea coordinada entre
todas las entidades y profesionales implicados de diversas áreas como la
educación, la salud, lo socio-comunitario, lo judicial, etc. (Véase Figura 1).

Figura 1. Esquema de una intervención coordinada en el sistema social,


educativo, familiar y judicial.
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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

Este capítulo presenta un análisis secundario y selectivo de una inves-


tigación que tiene como objetivo general, evaluar la incidencia y las
posibles consecuencias psicológicas de un uso inadecuado de las tec-
nologías en población infanto-juvenil en Andalucía, así como analizar
los factores de riesgo de adicción a las mismas y las influencias a nivel
familiar. En este capítulo se ha seleccionado analizar la adicción a las
tecnologías y su relación con los problemas de conducta y el compor-
tamiento pro-social en adolescentes. De forma específica. el capítulo
se organizará en los siguientes apartados de análisis y conclusiones:
1. Qué tecnologías son las más empleadas por los adolescentes,
frecuencia de su uso y tiempo dedicado a ellas.
2. Análisis de la adicción a las tecnologías y su relación con los
problemas de conducta y el comportamiento prosocial.

4. ESTUDIO DE LAS RELACIONES ENTRE USO DE LAS TICS Y


LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA Y COMPORTAMIENTO
PROSOCIAL EN ADOLESCENTES

4.1 Contextualizando la investigación

Las conclusiones de este capítulo están en el marco del proyec-


to de investigación promovido desde la Consejería de Igualdad,
Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, a través
de la Dirección General de Infancia, sobre “La conciliación familiar
y la educación parental en la adicción a las nuevas tecnologías de
las personas menores de edad”, en esta investigación participaron
cerca de 50.000 familias andaluzas. Como hemos mencionado ante-
riormente, en este capítulo se va a presentar un análisis secundario
o parcial del estudio más amplio.

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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

4.2 Participantes

La población de referencia o diana han sido los menores entre 6 y


16 años residentes en Andalucía, en periodo de escolaridad obliga-
toria, incluidos en los censos escolares del curso escolar 2019-2020,
que eran un total de 559.209 (Ministerio de Educación y Formación
Profesional, 2020). Siendo así, los participantes han sido los proge-
nitores y los propios adolescentes entre 12 y 16 años, la muestra
final está compuesta por 23936 participantes. La media de edad
de los hijos de las familias que han respondido la encuesta es de
13.3 años (DT=1.57), con un porcentaje ligeramente superior de va-
rones (51.3%) frente al 48.7% de mujeres. Las familias se componen
principalmente por 2 hijos (59,5%), seguido de 1 hijo (24.1%) y 3 hi-
jos (13.5%). Respecto a las variables valoradas por los progenitores,
ha sido respondida mayoritariamente por las madres (84%), aunque
también han participado padres (16%). La lengua materna más re-
presentativa ha sido el castellano (97%).

4.3 Variables del estudio e instrumentos

Se elaboró un cuestionario para datos sociodemográficos de los


progenitores y de los adolescentes (edad, sexo, relación familiar, …).
Asimismo, se tomaron medidas de frecuencia de uso de las tecno-
logías que incluyó: frecuencia de uso, tiempo de uso y tipo de uso.
El estado psicológico general de los menores se ha evaluado
a través de la versión española del Cuestionario de Capacidades y
Dificultades (SDQ; Goodman, 1997) de Rodríguez-Hernández, et al.
(2012). Se trata de un cuestionario de medida dimensional de la
salud mental y de screening (cribado) de problemas emocionales y
comportamentales. Es un instrumento utilizado con frecuencia en
los procesos de evaluación de la población infanto-juvenil mediante
terceros, compuesto de 25 ítem en una escala Likert de 3 puntos
divididos en 5 escalas: síntomas emocionales, problemas de com-
portamiento, hiperactividad, problemas de relaciones con iguales y

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Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

conducta pro-social. Cuenta con óptimas propiedades psicométri-


cas, con una consistencia interna (α =.79); los puntos de corte se
establecen en el percentil 90; así, una puntuación igual o por enci-
ma del percentil 90 (por debajo o en el percentil 10 para la escala
de conducta pro-social), identificará puntuaciones anómalas en los
niños. Para este estudio se ha empleado la versión informada de pa-
dres y se han analizado sólo las variables de problemas de conducta
y conducta pro-social.
Por otro lado, para valorar el nivel de adicción a las tecnologías los
adolescentes respondieron al Cuestionario MULTICAGE-TIC (Pedrero-
Pérez et al. 2018); este instrumento consta de 20 ítem estructurados
en 5 escalas, con preguntas sobre el uso problemático de Internet,
de videojuegos, de teléfonos móviles, de mensajería instantánea y
redes sociales; cuenta con unas óptimas propiedades psicométri-
cas, con una consistencia interna en todas las escalas desde 0.80 a
0.93 (excepto para uso de teléfonos móviles con α =.70).

4.4 Resultados

4.4.1 
¿Qué tecnologías son las más empleadas por los
adolescentes?
En un análisis de la “frecuencia de uso” de las tecnologías (Figura
2) se encontró que las TIC que utilizan en mayor medida los ado-
lescentes son el teléfono móvil (60,2%), los videojuegos (58,4%) y la
televisión (57,4%).
Respecto al “tiempo de uso”, tal como se ilustra en la Figura 3, el
teléfono móvil es la tecnología con la que más tiempo diario pasan
los adolescentes (más de 4 horas diarias) (24.9%), seguido del orde-
nador (17.1%), la televisión (15,3%) y lo videojuegos (11.4%). Por otro
lado, las tecnologías menos usadas (sin uso) son los libros electró-
nicos (90%), las tecnologías vestibles como los relojes inteligentes
(84.9%) y los dispositivos de música (57,2%).
Además, el análisis del “tipo de uso” que se realiza de las tecnolo-
gías (informado por los padres) se encuentra que, principalmente, se
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Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

emplean para uso académico (33.8% siempre y 44.5% muchas veces


para consultas), aunque también se encuentran altos porcentajes
de uso para tiempo libre (12.2% siempre y 41.7% muchas veces),
ocio y entretenimiento (8,3% siempre y 38,5% muchas veces) y para
relacionarse con amigos (16.6% siempre y 30.3% muchas veces).

Figura 2. Frecuencia de uso de las tecnologías en adolescentes.

235
Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

Figura 3. Frecuencia de tiempo de uso de las tecnologías en adolescentes.

4.4.2 Análisis de la adicción a las tecnologías y su relación con


los problemas de conducta y conducta prosocial
En este apartado se realizará un análisis respecto a las puntuaciones
obtenidas en las variables de adicción a las tecnologías y el nivel de
problemas de conducta y el comportamiento y/o las actitudes proso-
ciales de los adolescentes. En primer lugar, en las puntuaciones medias
de problemas de conducta y conducta prosocial del Cuestionario de
Fortalezas y Dificultades (SDQ), encontramos que todas las puntua-
ciones medias se encuentran en un rango normal. No obstante, en
un análisis de las puntuaciones de esta escala según su rango clínico,
encontramos en la escala de problemas de conducta, un porcentaje
importante de adolescentes con puntuación límite (32%) y con pun-
tuación clínica (11%). Asimismo, en la conducta prosocial se encuentra
un 28% con puntuación límite y un 13% con puntuación clínica. En
un análisis comparativo entre sexos, encontramos que los hombres
muestran una puntuación media estadísticamente significativa más
alta en problemas de conducta (t(49615)=12.79, p<.001). Respecto al

236
Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

uso de las tecnologías, para la muestra total, se encuentra que las


puntuaciones más altas en adicción son para el uso de internet y de
teléfonos móviles y la menor, el uso de redes sociales. No obstante,
todas las puntuaciones se encuentran por encima de la media nor-
mativa del instrumento, excepto para las aplicaciones de mensajería
instantánea. En un análisis en función del sexo de los adolescentes,
encontramos que los hombres tienen un mayor puntuación en el
uso de internet (t(21484)=2,55, p<.05) y los videojuegos (t(21484)=45,68,
p<.001) y las mujeres obtienen una puntuación mayor en el uso
de teléfonos móviles (t(21484)=23,88, p<.001), mensajería instantánea
(t(21484)=32,54, p<.001) y redes sociales (t(21484)=35,295, p<.001).

237
Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

Tabla 1. Puntuaciones medias y desviación típica de la muestra total y por


sexos en las variables.

Muestra total Hombres Mujeres

M DT M DT M DT

Problemas de conducta 1.54 1.53 1.62 1.57 1.44 1.48

Conducta prosocial 7.66 1.81 7.52 1.85 7.82 1.74

Internet 2.07 1.33 2.09 1.31 2.04 1.35

Teléfono móvil 1.57 1.27 1.38 1.23 1.78 1.28

Videojuegos 1.34 1.34 1.73 1.32 0.93 1.23

Mensajería insta 0.93 1.28 0.66 1.12 1.21 1.36

Redes sociales 0.79 1.24 0.51 1.03 1.09 1.37

Por otro lado, se realizó un análisis de correlación a fin de conocer la


relación entre las variables. Para los problemas de conducta se en-
contraron relaciones positivas y estadísticamente significativas para
todas las variables de adicción a las tecnologías. Asimismo, en la
conducta prosocial la relación fue negativa y estadísticamente signifi-
cativa. No obstante, la correlación es débil.

Tabla 2. Análisis correlacional de Pearson entre adicción a las tecnologías y


ajuste en la conducta de los adolescentes.

Problemas de conducta Conducta prosocial

Internet 0.342*** -0.179***

Teléfono móvil 0.277*** -0.116***

Videojuegos 0.261*** -0.162***

Mensajería insta 0.253*** -0.072***

Redes sociales 0.249*** -0.100***

Nota: ***: p<.001

238
Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

En el análisis de adicción a las tecnologías según el nivel de problemas de


conducta (es decir, si la puntuación fue normal, límite o clínica) se encuen-
tra una relación estadísticamente significativa entre estas dos variables
con un tamaño de efecto moderado (F=242.74; p<.001; n2=.05). Estas di-
ferencias son significativas para las puntuaciones de adicción a internet
(F=964.69; p<.001; n2=.077), el teléfono móvil (F=633.18; p<.001; n2=.052),
los videojuegos (F=582.919; p<.001; n2=.048), el uso de mensajería
(F=578.84; p<.001; n2=.048) y redes sociales (F=550.06; p<.001; n2=.045)
en función del nivel de problemas de conducta. Las puntuaciones
muestran un tamaño de efecto moderado para la adicción a inter-
net, mientras que para el resto el tamaño de efecto es pequeño. No
obstante, encontramos que para todas las variables analizadas las
puntuaciones de adicción son mayores si el adolescente se encuentra
en un rango clínico de problemas de conducta (Tabla 3).
Por otro lado, en relación con el comportamiento
prosocial, se encuentra una relación estadísticamente significa-
tiva entre estas dos variables con un tamaño de efecto pequeño
(F=82,80; p<.001; n2=.018). Estas diferencias son significativas para
las puntuaciones de adicción a internet (F=332.66; p<.001;
n2=.028), el teléfono móvil (F=147.55; p<.001; n2=.013), los vi-
deojuegos (F=285.60; p<.001; n2=.024), el uso de aplicaciones
de mensajería (F=64.154; p<.001; n2=.005) y redes sociales
(F=99.64; p<.001; n2=.009) en función del comportamiento prosocial
de los adolescentes. Las puntuaciones de los adolescentes que se
encontraban en un rango clínico fueron mayores que los que estaban
en un nivel normal. Sin embargo, el tamaño de efecto es pequeño
para todas las variables (Tabla 3).

239
Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

Tabla 3. Estadísticos descriptivos en variables de adicción a las tecnologías


según el rango de ajuste psicológico en los problemas de conducta y el
comportamiento prosocial.

Problemas de conducta Conducta prosocial

Nivel en variable de ajuste Media DT Media DT

Normal 1.87 1.31 1.88 1.32

Límite 2.61 1.20 2.15 1.30


Adicción a internet
Clínico 2.92 1.15 2.41 1.31

Total 2.06 1.33 2.06 1.33

Normal 1.41 1.23 1.45 1.25

Límite 1.99 1.28 1.63 1.26


Adicción al teléfono móvil
Clínico 2.24 1.28 1.78 1.30

Total 1.56 1.27 1.56 1.27

Normal 1.19 1.28 1.18 1.29

Límite 1.77 1.38 1.43 1.35


Adicción a videojuegos
Clínico 2.03 1.39 1.67 1.38

Total 1.34 1.34 1.34 1.34

Normal .7877 1.18 .85 1.23

Límite 1.27 1.40 .95 1.27


Adicción a mensajería
Clínico 1.62 1.50 1.08 1.36

Total .92 1.27 .92 1.27

Normal .65 1.13 .69 1.17

Límite 1.10 1.40 .80 1.24


Adicción a RRSS
Clínico 1.44 1.51 .97 1.35

Total 0.78 1.23 .78 1.23

Finalmente, con el objetivo de conocer de qué forma la adicción a


las tecnologías podría explicar parte de la varianza en el ajuste

240
Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

psicológico de los adolescentes, se realizaron dos análisis de regre-


sión lineal múltiple por pasos. En un primer análisis, respecto a los
problemas de conducta, se encontró que el 14.3% (R Ajust.=.143) de
la varianza de la puntuación es explicada por la adicción a internet,
redes sociales, videojuegos, mensajería y teléfonos móviles. Este mo-
delo es estadísticamente significativo (F (5, 23199) = 773,389; p <.000).
Para estas variables se encontró una relación positiva. Por otro
lado, respecto al comportamiento prosocial, se encontró un mo-
delo en el que la varianza de esta variable era explicada solo en un
3,9% (R Ajust.=.039) por las variables de adicción a internet, video-
juegos, redes sociales y mensajería. Este modelo es estadísticamente
significativo (F (5, 23200) = 237,919; p <.000). En este modelo el uso
de aplicaciones de mensajería se asocia con menores problemas de
conducta prosocial.

CONCLUSIONES

En este capítulo se han abordado los resultados secundarios de


un estudio sobre el uso de las tecnologías en la adolescencia.
Concretamente, se ha explorado la frecuencia y tipo de uso que
hacen los adolescentes de las tecnologías y la relación que ésta
puede tener con el desarrollo de problemas de conducta y el com-
portamiento prosocial. El objetivo final de este análisis es identificar
algunas implicaciones prácticas para orientar el comportamiento de
los adolescentes sobre el uso de las tecnologías de manera que no
tenga una influencia negativa en su ajuste psicológico.
En primer lugar, los adolescentes usan con mayor frecuencia los
teléfonos móviles, la videoconsola y la televisión. De hecho, el 25%
de los encuestados señalan que pasan más de 4 horas diarias con
el teléfono móvil. Las otras tecnologías en las que se invierte más
de cuatro horas diarias en la adolescencia son los ordenadores,
la televisión y las videoconsolas. Sin embargo, los usos que se ha-
cen de las tecnologías en la adolescencia son variados y se dedican

241
Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

principalmente, en el momento de realización del estudio que fue al


inicio de la epidemia por COVID 19 en España, para uso académico.
Otros usos comunes en los adolescentes son, por orden, el tiempo
libre, el entretenimiento y la relación con amigos. Estos datos, van en
la misma línea que las investigaciones que se iniciaron en los años 90
del siglo XX en torno al uso de la televisión por parte de los menores
y sus familias (Fernández, 1992; Yarce, 1992), que centraban su aten-
ción en las horas que los menores pasaban frente a las pantallas, los
efectos beneficiosos y perjudiciales que podrían provocar y las nue-
vas posibilidades que podría ofrecer para la educación y socialización
de los menores.
Por otro lado, el segundo interés de este capítulo es analizar de
qué forma el uso excesivo de las tecnologías pueden explicar el de-
sarrollo de los problemas de conducta y la conducta prosocial de los
y las adolescentes. Cuando nos referimos a problemas de conduc-
ta se están evaluando repertorios conductuales como mal genio o
ira, desobediencia, conflictos con iguales y robo. Por otra parte, el
comportamiento prosocial se evalúa como empatía (tener en cuen-
ta a otros), compartir, ofrecer ayuda, buen trato con iguales, ofrecer
ayuda a adultos, etc. En nuestra muestra, el análisis por sexos de las
variables de estudio muestra que los chicos presentan puntuaciones
medias mayores en problemas de conducta de forma estadística-
mente significativa, lo que va en la linea de estudios mencionados
como los de (Bragazzi y Del Puente, 2014; Echeburúa y Corral, 2010;
Herrera, Pacheco, Palomar y Zavala, 2010) que señalan bajos nive-
les de autoestima, aumento de ansiedad y depresión, dificultades
en habilidades sociales, dificultad en la toma de decisiones (D’Hondt,
Billieux y Maurage, 2015) y dificultades en la concentración (Rücker,
Akre, Berchtold y Suris, 2015). Asimismo, respecto al uso de las tecno-
logías, los chicos presentan puntuaciones mayores y estadísticamente
significativas en el uso de internet y videojuegos, mientras que las
chicas obtienen puntuaciones mayores en los teléfonos móviles, apli-
caciones de mensajería instantánea y redes sociales, uso que podría
estar más relacionado con conductas de tipo prosocial que favorecen

242
Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

la comunicación entre iguales, en consonancia con lo que apuntan


estudios como los de Kraut et al. (2002) y Rideout (2012).
En esta misma línea, se analizó el nivel de adicción a las tecnolo-
gías según el nivel de ajuste clínico en los problemas de conducta y la
conducta prosocial. Respecto al primero, se encontraron diferencias,
aunque con un tamaño de efecto moderado para la adicción a inter-
net, mientras que para el teléfono móvil, los videojuegos, el uso de
mensajería y redes sociales el tamaño de efecto es pequeño. En este
sentido encontramos que, aunque sí parece ser un factor de riesgo
para los problemas de conducta, especialmente la adicción a internet,
no tiene un efecto lo suficientemente grande como para ser conside-
rado el único factor de riesgo. Resultados similares se encuentran en
el comportamiento prosocial, para los que se encontraron diferencias
significativas en las puntuaciones de adicción a internet, el teléfono
móvil, los videojuegos, el uso de aplicaciones de mensajería y redes
sociales, aunque con un tamaño de efecto pequeño. Por lo que no pa-
rece existir influencia en el desarrollo de comportamiento prosocial.
Estos datos apoyarían la idea de que no se encuentran estudios
que hayan constatado de manera sistemática y rigurosa que la acce-
sibilidad en sí a internet y redes sociales genere efectos psicosociales
negativos, sino que su efecto puede ser negativo cuando existe un
“mal uso o abuso” de las mísmas (Fernández-Villa, et al. 2015), que
genera un deterioro en el comportamiento del individuo y le ocasiona
problemas en su nivel de ajuste personal, social, familiar, laboral o
escolar, al dejar de hacer otras actividades importantes y necesarias
en esos contextos.
Con el objetivo de profundizar aún más en el análisis de predicción
de las adicciones a las tecnologías en los problemas de ajuste psico-
lógico se llevó a cabo un análisis de regresión. Este análisis mostró
que las adicciones a las tecnologías pueden explicar casi el 15% de las
puntuaciones de problemas de conducta, concretamente la adicción
a internet, redes sociales, videojuegos, mensajería y teléfonos móviles
fueron variables explicativas de estos. Por otro lado, el comportamiento

243
Estudios sobre la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la
adolescencia frente a la violencia

prosocial se explica casi en un 4% por la adicción a internet, videojue-


gos, redes sociales de forma negativa, es decir, estas variables darían
lugar a una peor conducta prosocial. No obstante, en este modelo ex-
plicativo también se incluye el uso de aplicaciones de mensajería como
variable predictiva, aunque con una relación positiva, esto es, el uso de
este tipo de tecnología ayudaba a una mayor conducta prosocial.
Como implicaciones prácticas de los resultados de este estudio
podríamos destacar los siguientes puntos:
1. Las relaciones mostradas permiten establecer la siguiente
relación de Consejos Prácticos para fomentar en los adoles-
centes un uso adecuado y saludable de las TIC.

Consejos prácticos para un uso adecuado de las tic en


adolescentes
• No dar contraseñas, no quedar con nadie a través de internet sin tener otros referentes reales,
consultar con los padres en caso de duda.

• Tapar el objetivo de la cámara del ordenador, tablet o teléfono móvil.

• No dar crédito a todo lo que vean en internet, hacer caso sólo a la información que proceda de
fuente fiables.

• Utilizar cuentas de correo gratuitas, desconfiar cuando les ofrezcan un premio.

• No contestar mensajes o emails en los que les amenacen o les hagan sentir mal.

• Pensar bien lo que publican, no hablar ni dar información personal a desconocidos, no permitir a
nadie en internet lo que no permiten a sus amigos y si hay problemas hablar con los padres o algún
adulto de confianza.

• Cuidar las solicitudes de desconocidos, activar las redes con su familia, si queda con alguien hacerlo en
sitios públicos.

• Denunciar cualquier abuso que sufren y no publicar su localización ni dónde viven.

2. De suyo, la investigación global de la que se han extraído los


resultados para este capítulo derivó en una Guía de Buenas
Prácticas para el uso inteligente, óptimo, y saludable de las
nuevas tecnologías en la familia, que se ilustra y se enlaza a
continuación.

244
Uso inteligente, óptimo y saludable de las nuevas tecnologías en la adolescencia:
su relación con los problemas de conducta y el comportamiento prosocial

3. Por último, además de las pautas indicadas en la tabla anterior


a la luz de los resultados de la investigación realizada y en la
guía Concilia-TIC, a continuación se muestra una selección de
guías de acceso libre con consejos prácticos y directrices para
un uso adecuado de las TIC:

• La ciberviolencia hacia las adolescentes en las redes sociales. Junta de Andalucía. https://drive.google.
com/drive/folders/1QJ96JybECvy8w3QDz8xaoVRQcJrYVmPN

• Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Cuadernos FARO. https:// drive.google.com/drive/


folders/1zH-E9hxZqW0-yJ0R57G2gOcClTGVT1GY

• Muévete Seguro por las redes sociales. INCIBE. https://drive.google.com/drive/ folders/1QJ96JybECvy8


w3QDz8xaoVRQcJrYVmPN

• Uso positivo de las TIC. Creciendo en Salud. Junta de Andalucía. https:// drive.google.com/drive/folder
s/1QJ96JybECvy8w3QDz8xaoVRQcJrYVmPN

• Uso positivo de las TIC. Forma Joven en el ámbito educativo. Junta de Andalucía. https://drive.google.
com/drive/folders/1QJ96JybECvy8w3QDz8xaoVRQcJrYVmPN

• Instituto Nacional de Ciberseguridad de España. https://www.incibe.es

• Pantallas amigas. https://www.pantallasamigas.net

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