Socrates
Socrates
Socrates
Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates. Fue hijo de una
comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo.
En su juventud siguió el oficio de su padre y recibió una buena instrucción; es posible que
fuese discípulo de Anaxágoras, y también que conociera las doctrinas de los filósofos
eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y de la escuela de Pitágoras.
1.1. Biografía
Nació en Atenas, donde vivió durante los dos últimos tercios del siglo V a.
C.,123 la época más espléndida en la historia de su ciudad natal, y de toda la
antigua Grecia. Fue hijo de Sofronisco, de profesión cantero, motivo por el que en
su juventud lo llamaban Σωκράτης Σωφρονίσκου (Sōkrátēs Sōfronískou, ‘Sócrates
hijo de Sofronisco’), y de Fenáreta, comadrona, emparentados con Arístides el
Justo.
1.1.2. Educación
1.1.3. Matrimonio
Se casó con Xantipa (o Jantipa), que era de familia noble. Según una
tradición antigua, trataba muy mal al filósofo, aunque en realidad Platón muestra,
al narrar la muerte de Sócrates en el Fedón, una relación normal e incluso buena
entre los dos.
Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como hoplita con
gran valor en las batallas de Potidea en el 432 a. C.-430 a. C., Delio en el 424 a.
C., y Anfípolis en el 422 a. C.
Fue obediente con las leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que
podría servir mejor a su país dedicándose a la filosofía.
1.1.5. Aspecto
Era de pequeña estatura, vientre prominente, ojos saltones y nariz
exageradamente respingona. Su figura era motivo de chanza. Alcibíades lo
comparó con los silenos, los seguidores ebrios y lascivos de Dioniso.
Platón consideraba digno de ser rememorado el día en que le lavó los pies
y le puso sandalias, y Antifón, el sofista, decía que ningún esclavo querría ser
tratado como él se trataba a sí mismo. Llevaba siempre la misma capa, y era
tremendamente austero en cuanto a comida y bebida.
Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza
de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la
que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a
quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a
menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza.
1.1.6. Legado
1.1.7. Dialéctica
1.1.8. Mayéutica
1.1.9. Política
En cualquier caso, es claro que Sócrates pensó que las leyes de los Treinta
Tiranos era también objetables; cuando se le llamó para ayudar en la detención de
un compañero ateniense, Sócrates se negó y escapó por poco de la muerte antes
de que los tiranos fueran derrocados. Sin embargo, cumplió su deber de servir
como Prytanis cuando se juzgó a un grupo de generales que presidieron una
desastrosa campaña naval; incluso entonces, mantuvo una actitud intransigente,
siendo uno de los que se negaron a proceder de una manera no respaldada por
las leyes, a pesar de la intensa presión. A juzgar por sus acciones, consideró las
leyes de los Treinta Tiranos menos legítimas que el Senado Democrático que lo
condenó a muerte.
El aparente respeto de Sócrates por la democracia es uno de los temas
enfatizados en la obra de 2008, Sócrates on Trial de Andrew David Irvine. Irvine
sostiene que fue debido a su lealtad a la democracia ateniense por lo que
Sócrates estuvo dispuesto a aceptar el veredicto de sus conciudadanos.18 Como
dice Irvine: "Durante un tiempo de guerra y gran revuelo social e intelectual,
Sócrates se sintió obligado a expresar sus puntos de vista abiertamente, sin
importarle las consecuencias, por lo que hoy se le recuerda no sólo por su ingenio
agudo y su alto nivel ético sino también por su lealtad al punto de vista de que en
una democracia la mejor manera de que un hombre se sirva a sí mismo, a sus
amigos y a su ciudad -incluso durante tiempos de guerra- es ser leal y hablar
públicamente de la verdad ".
1.1.10. Obras
Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que «cada uno debía
desarrollar sus propias ideas». Conocemos en parte sus ideas desde los
testimonios de sus discípulos: Platón, Jenofonte, Aristipo y Antístenes, sobre todo.
Tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con
certeza sobre sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus
propias ideas a su maestro, y describió a Sócrates escondiéndose detrás de una
irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y
agudeza mental.
Cuadro Nº 1
Obras de Sócrates
La Definición y la Dialéctica
Intelectualismo Moral
La Definición y la Dialéctica
Intelectualismo Moral
Aportes
Definición y Dialéctica
3. Reducción al absurdo. Con ella se refutan las tesis contrarias Si nuestra tesis
es p, llegamos a una contradicción con (p (tesis contraria) y deducimos p.
Formalización:
El Intelectualismo Moral
Según Echegoyen (2009), un hombre bueno es el que obra bien, pero para
ello ha de conocer qué es el bien. Sócrates sostiene que el bien es la máxima
felicidad, por ello, el que conoce el bien no obra mal, pues siente que puede
perder esa felicidad. Para llegar al Intelectualismo Moral es necesario y obligatorio
definir que es el bien y los demás términos morales.
Cuadro Nº 4
Concepto de Sabiduría.
La sabiduría apunta nuestra voluntad hacia el bien, por lo tanto, se tiene que
recordar:
En esta moral no existe lugar para el sentimiento de culpa, el que obra mal
es, simplemente, ignorante y más que un castigo, precisa educación.
1.1.12. El juicio
«¿Cómo podría yo introducir nuevos dioses por decir que una voz divina se
me manifiesta para indicarme lo que hay que hacer? Por otro lado, que la divinidad
sabe de antemano lo que va a suceder y que lo anuncia con señales a quien
quiere, tal como yo lo digo, lo dicen también todos y lo creen. Pero mientras estos
llaman, augurios, voces, coincidencias y adivinos a los que les anuncian las
señales, yo lo llamo genio divino y pienso que, al llamarlo así, me expreso de
manera más veraz y piadosa que los que atribuyen a las aves el poder de los
dioses».
1.1.13. Muerte
El envenenamiento por cicuta era un método empleado habitualmente por
los griegos para ejecutar las sentencias de pena de muerte. Sócrates fue juzgado
y, declarado culpable, cumplió esta pena en el año 399 a. C.