Unidad 1

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PRIMERA UNIDAD.

CAPÍTULO 1

¿ QUÉ ES LA POLÍTICA?

La noción de “ciencia política” se determina en función de dos variables:

1.- Estado de organización del saber, y

2.- El grado de diferenciación estructural de los componentes humanos.

En cuanto a lo primero, es importante toda vez que se afirma la división y especialización del
trabajo cognoscitivo. De tal manera que no tiene mucho sentido hablar de ciencia política cuando
la “ciencia” constituía una totalidad en la “filosofía”. El concepto ciencia se precisa cuando se
diferencia claramente de la filosofía.

En cuanto al segundo aspecto, es necesario señalar que la noción de política calificó todo y, por lo
tanto, nada específico, hasta que las esferas de la ética, de la economía y de lo político-social se
mantuvieron no divididas. Lo anterior equivale a decir que todo era político hasta que fue posible
distinguir estructuras políticas de estructuras éticas, económicas, etc.

De lo anterior se establece la dificultad para diferenciar lo político de lo social, dificultad que se


ahonda por el enredo de la nomenclatura de origen griego ( las palabras que derivan de polis) y la
nomenclatura de origen latino (las palabras que derivan de civis).

LA IDEA DE POLÍTICA.-

Hoy estamos (?) habituados a distinguir entre lo político y lo social, entre el Estado y la Sociedad.

( Enredo entre la nomenclatura de origen griego y la nomenclatura de origen latino). En el


pensamiento griego la politicidad incluía la socialidad, mientras que en la actualidad estamos
propensos a invertir ésta situación: incluimos lo político en lo social, la esfera de la política en la
esfera de la sociedad. Sin embargo, es conveniente aclarar que en el pensamiento griego no existía
tal aseveración. Muy lejos está nuestra idea del hombre como “animal político”, de la idea
Aristotélica del Zoon Politikón.

Aristóteles: Zoon Politikón= Animal Político Def. de Hombre

Para Aristóteles, entonces, el hombre es un Zoon Politikón, pero lo anterior no indica una
definición de la política, sino del hombre.

Solo porque el hombre vive en la Polis, y porque la Polis vive en él, el hombre se realiza
completamente como tal. ( Concepción griega de la vida ).

La concepción griega de la vida se resume en el planteamiento aristotélico, concepción que hacía


de la polis una unidad constitutiva y suprema. En el “vivir político” y en la “politicidad” los griegos
no veían un aspecto o una parte de la vida; la veían en su totalidad y en su esencia. Un ser “no
político” era un ser defectuoso, un ídion NO-POLÍTICO= ÍDION (idiota).

Lo social y lo político es un solo término para los griegos ( el animal político no se distinguía del
animal social, el vivir político era al mismo tiempo el vivir colectivo, el vivir asociado), de hecho el
término social no es griego sino latino, adjudicado por los traductores de Aristóteles; Sto. Tomás
de Aquino tradujo zoon politikón como animal político y social.

Egidio Romano, redunda al hablar del hombre como animal político y social, pues “politicum” es
una expresión derivada del griego para decir “civile”.

Griegos=polites (polis)

Romanos=civis (civitas)

Los romanos absorbieron la cultura griega cuando la ciudad había sobrepasado ampliamente la
dimensión que admitía el “vivir político”.

La Civitas, es una ciudad de politicidad diluida en dos aspectos:

1.- Civitas se configura como “civitas societas” (calificación más elástica).

2.- Civitas se organiza jurídicamente; la “civitas societas” se traduce en “iuris societas”.

Se sustituye la Politicidad por la Juridicidad. Cicerón decía que “ la civitas es el conglomerado


basado en el consenso de la ley”, y Séneca sostenía que “ el hombre no es ya un animal político
sino un animal social”.

Por tanto en el mundo antiguo, no se prefigura ninguna díada entre lo político y lo social; el animal
político no coexiste junto al animal social sino que se está hablando de dos identidades del
hombre sustituyendo una por la otra. Asimismo debe entenderse que hasta ahora no se ha
percibido nunca a la política y a la politicidad en una proyección de altura que asocie la idea de
política con la idea de poder, de mando, y en último análisis de un Estado subordinado a la
sociedad.

Lo que sucede es que la problemática vertical es extraña al discurso basado en la nomenclatura


griega (polis, polítes, politéia) en su traducción latina y en su desarrollo medieval. Por ejemplo: el
título griego de la obra “República” de Platón era “Politéia” ( República= Res Publica= cosa común,
cosa de la comunidad); es decir que tal traducción se asociaba a un discurso horizontal.

Nuestra República, convertida en forma de Estado opuesta a la Monarquía se sitúa precisamente


en la dimensión vertical, que se encontraba ausente de la idea de politéia, res publica.

Lo anterior no significa que la idea de verticalidad estuviera ausente del pensamiento griego, sino
que este elemento se perdió de la tradición aristotélica. Además esta idea no se recogía en el
término “política”, sino que se expresaba de manera variada el términos tales como principatus,
regnum, dominium, etc.

Para los autores medievales y renacentistas el dominium politicum no era “político”en nuestro
significado, sino en el significado de Aristóteles: era la ciudad óptima, equivale a decir que la voz
politicum designaba la visión horizontal, mientras que el discurso vertical se desarrollaba mediante
las voces realeza, despotismo y principado. Si hay un término que simboliza mejor que nadie al
enfoque vertical, el discurso característicamente político, era el término príncipe ( escogido por
Maquiavelo para titular su obra ).
La política de Aristóteles era a la vez una antropología ligada indisolublemente al espacio de la
polis; caída la polis, la “politicidad” se diluye transformándose en otra. La política se juridiza en
relación al pensamiento romano y posteriormente se teologiza, primero adecuándose a la visión
cristiana del mundo y después en relación a la lucha entre el Papado y el Imperio y por último en
función de la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo.

En todos los casos el discurso de la política se constituye en un discurso ético-político ( el


problema del bien en nombre de lo que es justo, invocando la justicia y las leyes). En todos estos
sentidos la política no se configura en su especificidad y autonomía hasta Maquiavelo.

ESTRUCTURA DEL PODER POLÍTICO.-

Cuando hablamos de estructura del poder político, nos estamos refiriendo a la forma en que se
distribuye el poder en la sociedad, esto es, a la manera en que se reparte efectivamente el poder
entre los diferentes grupos sociales.

Existen tres teorías que intentan explicar esta distribución:

1.- TEORÍA ELITISTA: Tiene como principal exponente a Gaetano Mosca, y sostiene que en toda
sociedad existe un dato objetivo irrebatible: la existencia de una 23 minoría que gobierna y una
mayoría que es gobernada. La minoría se integra por los mejores elementos de la sociedad, por la
élite (“lo mejor”), aquellos con gran capacidad y conocimientos para conducir a la sociedad. Los
gobernados, por su parte, integrantes de la amplia mayoría de la sociedad, no tienen la mínima
aptitud como para dirigir a la sociedad.

Esta configuración aparece prácticamente en todas las sociedades como producto de una
tendencia aristocrática que se da en cualquier colectividad organizada. Asimismo, Mosca establece
que la élite se renueva incorporando en su seno a los miembros más destacados de la mayoría
gobernada. Otro de lo representantes de esta corriente, Wilfredo Pareto, y a diferencia de lo
señalado por Mosca, sostiene que una élite siempre es sustituida por otra, en lo que el llama
“Circulación de las Élites”. En suma, la corriente elitista establece que el poder se concentra
solamente en la minoría gobernante, en la minoría inteligente.

2.- TEORÍA PLURALISTA: Elaborada por Robert Dahl, critica severamente la teoría elitista, y
sostiene que no es cierto que exista un solo centro de poder, por el contrario, señala que existen
diversos y muy variados centros de poder en la sociedad los cuales se neutralizan unos a otros al
enfrentarse entre sí. Todo ejercicio del poder supone una reacción al mismo; la aparición de un
centro de poder engendra un contrario que lo neutraliza ( por ejemplo, ante la voracidad de los
comerciantes la aparición de las organizaciones de consumidores). La teoría pluralista de Dahl,
incluso, somete a consideración el concepto de “poliarquía”, el cual utiliza en lugar del término
democracia.

3.- TEORÍA CLASISTA. - Elaborada por Carlos Marx y Federico Engels, sostiene que en la sociedad el
poder se concentra en aquella clase social que es propietaria de los medios de producción. En este
sentido la clase que carece de tales medios, se encuentra en un estado de subordinación respecto
a los propietarios. Para remediar tal situación, elaboran toda una teoría de la revolución la cual
establece las líneas generales para derrocar el poder burgués por el poder del pueblo. Así, para los
anteriores autores, la estructura del poder deriva de la estructura económica de la sociedad.
DEMOCRACIA.

Sostiene Sartori que el concepto democracia se presta a la multivocidad y a la dispersión, ya que la


democracia es hoy el nombre de una civilización o, mejor dicho, es el producto final de la
civilización occidental. Si el comunismo y el socialismo se asocian a un solo autor en particular (
Carlos Marx), la democracia no tiene un autor único o destacado.

A fines de los años cuarenta, del presente siglo, se afirmó con autoridad que por primera ocasión
en la historia no se postulaban doctrinas como antidemocráticas. ¿Quién puede señalar (en un
rasgo de honestidad intelectual) que sus postulados son antidemocráticos? Nadie, en su cabal
juicio, podría defender tal postulado. Incluso en el terreno político, la peor ofensa para el contrario
es tacharlo de antidemocrático.

Pero ¿ qué se entiende por democracia?, ¿acaso se puede tener como válida universalmente una
definición de democracia? Veamos.

Democracia en su sentido etimológico significa “poder del pueblo”, que el poder pertenece al
pueblo ( demos= pueblo, cratos=poder). Nada más claro que el sentido literal del término. Si así
fuera no habría necesidad de discutir acerca de la democracia, toda vez que hablaríamos de que
un régimen democrático es aquél en donde el pueblo manda. Pero ¿quien es el pueblo? ¿Porqué
el pueblo tiene el poder?

Por lo anterior debemos preguntarnos y responder quien es el pueblo. Demos en el siglo V antes
de nuestra era, significó la comunidad ateniense reunida en la Ekklesía, en la asamblea popular.
Sin embargo demos tenía múltiples interpretaciones. Para Aristóteles el demos expresaba a los
pobres y se utilizaba de modo variado para hacer referencia al plethos ( el cuerpo entero de los
ciudadanos), los hoi polloi (los muchos), los hoi pleiones (los más), los ochlos (la masa). Se llega a
complicar la situación cuando el demos griego es sustituido por el populus latino, y los romanos
hacen de populus en parte un concepto jurídico y en parte una entidad orgánica.

Por otra parte ¿el pueblo es singular o plural? Porque el popolo italiano, el peuple francés, el volk
alemán están en singular, Decimos: “el pueblo es”. Pero el inglés people significa “personas” y está
en plural (decimos: “el pueblo son”). De lo anterior se establece que, en el primer caso, pueblo se
entiende como una totalidad orgánica, como una entidad indisoluble y, en el segundo caso, se
entiende como una multiplicidad, una agregado de cada uno.

Ante tal situación de multiplicidad, hoy podemos señalar que estamos ante seis posibles
interpretaciones del término:

a) Pueblo, que significa literalmente todo el mundo.

b) Pueblo como un gran número.

c) Pueblo como clase baja.

d) Pueblo como una totalidad orgánica.

e) Pueblo entendido como la mayor parte, expresada por un principio de mayoría absoluta.

f) Pueblo entendido como la mayor parte, expresada mediante un principio de mayoría limitada.
La primera interpretación parece ser la más obvia: el pueblo somos todos. Sin embargo no es así
ya que, entre los griegos, quedaban excluidos del demos los esclavos, las mujeres, los menores de
21 años y quienes no estaban inscritos en del demos. En la actualidad se excluye todavía a los
menores de 18 años, los incapacitados, los criminales, etc.

Hay que señalar que pueblo es un gran número, nos pone en el dilema de estar constantemente
considerando cuantos y respecto a que total. Un gran número es una vaguedad cuantitativa que
no resuelve el problema. En cuanto a la tercera interpretación, considerar al pueblo como la clase
baja, se presenta el problema de la exclusión definitiva de un considerado número de ciudadanos.
Todo aquél que no pertenezca a la clase baja estará condenado por siempre a no ser pueblo. Para
Sartori lo anterior debe ser considerado inaceptable.

La cuarta interpretación permite encontrarnos con una noción que legitima más a un gobierno
tiránico que a una democracia. Por principio de cuentas debemos señalar que, partiendo de la idea
de pueblo como un todo orgánico, puede fácilmente inferirse que cada individuo no cuenta para
nada; en nombre de la totalidad se realiza todo aquello que interesa al tirano, incluso aplastar a
todos y cada uno. Tras la fórmula “todos como uno solo”, se percibe la justificación de las
autocracias totalitarias, y una democracia no puede funcionar a menos que se deshaga de tal
fórmula.

Resta pues considerar la noción de pueblo en términos de normas contables, es decir, traducida o
en el principio de mayoría absoluta (e) o en el de mayoría limitada (f). La mayoría absoluta
significa, en pocas palabras, que sólo cuenta la mayoría: el mayor número de una población
determinada representa a todos y posee un derecho ilimitado ( absoluto) para decidir por todos.
Por el contrario, el principio de mayoría limitada mantiene que ningún derecho de mayoría puede
ser absoluto (ilimitado).

El primer caso nos conduce a una democracia definida como un sistema de gobierno de mayoría
pura y simple; el segundo, a un sistema democrático de gobierno de mayoría limitado por los
derechos de la minoría. A simple vista parecería que la solución de traducir “pueblo” por el
derecho de la mayoría a un gobierno absoluto constituye lo más sencillo. Pero no es así. Establecer
el derecho absoluto de la mayoría para imponer su voluntad sobre la minoría, o minorías, equivale
a adoptar una norma que funciona, a la larga, en contra del mismo principio que se sostiene.

Si el primer ganador de una contienda democrática adquiere un poder sin trabas, es decir,
absoluto, entonces puede autoerigirse en ganador permanente. En tal caso una democracia carece
de futuro democrático y deja de ser desde un principio una democracia, ya que el futuro
democrático de toda democracia depende de la convertibilidad de mayorías en minorías y, a la
inversa, de minorías en mayorías. En tal razón, el principio de mayoría relativa (limitada) resulta
ser el principio de la democracia que funciona democráticamente.

En suma, las democracias modernas giran en torno a tres elementos:

1.- El Principio de Mayoría Relativa (limitada);

2.- Los Procedimientos Electorales, y

3.- La transmisión del poder que supone la Representación.


Pero para realizar la democracia es menester que la titularidad del poder y su ejercicio real no
permanezcan en las mismas manos. La definición “poder del pueblo” es solo eso, una definición,
que no tiene nada que ver con la realidad. Simplemente describe el inicio de un proceso, ya que el
poder se ejerce sobre alguien y todo gobierno supone la existencia de los gobernados. Surge la
pregunta ¿poder del pueblo sobre quién? Dice Sartori que la democracia es el poder del pueblo
sobre el pueblo. Poder en doble dirección: de abajo hacia arriba y viceversa. Si a lo largo de esta
doble dirección el pueblo pierde el control, se corre el grave peligro de que el gobierno sobre el
pueblo no tenga nada que ver con el gobierno del pueblo. Entonces el problema radica en como
mantener y asegurar el vínculo entre la atribución nominal y el ejercicio del poder.

EL PRINCIPIO DE LA MAYORÍA LIMITADA.-

La democracia no es pura y simplemente poder del pueblo, como tampoco es el gobierno de la


mayoría. Como sabemos, en la actualidad las mayorías han perseguido a las minorías hasta el
punto de su exterminio. Y esto ha sucedido, aunque no lo crea, en nombre del gobierno de la
mayoría y, por implicación, en nombre de la democracia.

Sin embargo, debemos estar de acuerdo en que cuando hablamos de gobierno de la mayoría,
hacemos alusión a un gobierno de mayoría limitada, esto es, a un gobierno que no es
incondicional y absoluto. Ya algunos autores hacían referencia a esto cuando señalaban que una
característica de la democracia es la concesión del derecho de expresión política a las minorías.
Otras expresiones similares las vierten autores como G. Ferraro y Lord Acton; el primero sostiene
que en toda democracia la oposición es un órgano de la soberanía popular tan importante como el
gobierno, mientras que el segundo señalaba que la muestra más palpable de la libertad de un país
es la seguridad de que gozan las minorías.

¿Cuál es la razón para señalar lo anterior? ¿Por qué los anteriores autores le dan tanta importancia
a las “minorías”? La solución se encuentra en la misma definición de pueblo. Como ya lo
establecimos, pueblo no puede ser todo el mundo ni tampoco puede reducirse a la mayor parte de
la ciudadanía. La traducción de pueblo mediante un criterio mayoritario es solo una definición
operativa, que equivale a decir que pueblo es la mayoría más la minoría. Si el criterio de la mayoría
se transforma en la norma de la mayoría absoluta, esto implica que una parte del pueblo se
convierte en un no-pueblo, en una parte excluida. Así, cuando la democracia se asimila a la regla
de la mayoría pura y simple, tal asimilación convierte un sector del demos en un no-demos.

A la inversa, si consideramos a la democracia como el gobierno mayoritario limitado por los


derecho de las minorías, todo el pueblo (es decir, todos los que tienen derecho al voto) estará
siempre incluido en el demos. Lo que se trata es que una mayoría no se convierta en una mayoría
permanente; se busca que la mayoría pueda convertirse en minoría y que las minorías puedan
tener la posibilidad real de transformarse en mayoría. El principio de mayoría requiere, y exige, de
mayorías cambiantes, el que la diversidad de partes componentes del cuerpo político puedan ser
alternativas de poder. En resumen, los derechos de la minoría son la condición necesaria del
proceso democrático mismo. Si estamos comprometidos con la marcha de éste proceso, también
lo estamos con un gobierno de mayoría refrenado y limitado por los derechos de la minoría.

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