Indicadores Socioeconómicos. Que Medir... Gonzalo Ramírez

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INDICADORES

SOCIOECONOMICOS:

QUE MEDIR,

PARA QUE MEDIR,

PARA QUIEN MEDIR

Gonzalo Ramfrez

Este documento fue preparado por la Coordinación Académica de la Secretaría General

de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, como una contribución

destinada a orientar las líneas generales del "Seminario de Indicadores Socioeconómi­

cos", organizado por la FLACSO en cooperación con la UNESCO.

Tiene el carácter de introducción al problema y señalamiento de posibles perspectivas

analíticas. Por tano, tiene carácter tentativo y no pretende arrívar a conclusiones.

La estadística, su base .científica, las matemáticas y su campo de aplicación:


la ciencia, reflejan las necesidades y posibilidades de la sociedad en un momento his­
tórico determinado. Como tal expresan los intereses de la clase dominante en ese
particular momento histórico, y por ende pueden jugar un papel ideológico para
ocultar aspectos de la realidad social y disfrazar u obscurecer análisis no científicos
de esa realidad.
La estadística moderna tuvo su inicio justamente cuando el desarrollo del
capitalismo europeo y sus necesidades de acumulación exigieron el surgimiento de
los Estados nacionales centralizados! y la expansión de los Imperios mercantiles.
La intervención del Estado en el proceso económico-mercantil, expresado en la doc­
trina Mercantilista, y la utilización de la guerra como instrumento de expansión y
enriquecimiento, obligaron a desarrollar métodos que permitiesen conocer y descri­
bir cuantitativamente el patrimonio económico de la nación y las características de­
mográficas de ciudades y países.
Expresión de 'este desarrollo de la estadística socioeconómica en el siglo
XVII son los trabajos de William Petty, Gregory King, Richard Edmond Halley,
y posteriormente de Cantillon, Deparcieux, Wargentin y Godfríed AchenwaId.
Mientras la estadística social y demográfica continuó teniendo importancia polí­
tica y militar, la estadística económica perdió importancia relativa con el paso al
capitalismo industrial de libre competencia y el retiro del Estado de la esfera econó­
mica.
No es sino a partir del final del siglo XIX que la creciente concentración mo­
nopólica de la producción y la consecuente recurrencia de ciclos económicos vio­
lentos de expansión y de depresión, obligaron nuevamente a estudiar el compor­
tamiento de los agregados económicos con dos propósitos: posibilitar la gestión
rentable de los núcleos monopólicos y pronosticar los ciclos y crisis periódicos que
agotaban al sistema.
Después de la primera Guerra Mundial, se acentúa esta tendencia, al plantear­
se el complejo problema de las deudas y reparaciones de guerra y acelerarse el
proceso de monopolización.
(1) La etimología misma de la palabra "estadística" nos habla claramente de su relaciun
originaria con el desarrollo del Estado.
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La crisis de 1929, la intervención del Estado en la Economía y la consecuente
formulación de la teoría keynesiana dieron nuevo impulso a la búsqueda de técni­
cas que permitiesen disponer de la información necesaria para la gestión del apara­
to económico. Cobró importancia el estudio y cálculo de indicadores globales ta­
les como producto nacional, consumo total, inversión anual bruta y neta, ahorro,
productividad, etc.
Se organizaron los aparatos estadísticos del Estado, especializados en recopi­
lar y ordenar la información necesaria y tomó cuerpo el sistema de cuentas nacio­
nales.
Por otra parte, el triunfo de la Revolución de Octubre y la construcción del
socialismo en la URSS a partir de 1917, significó el inicio de una forma de organi­
zación del proceso económico que requería de un eficiente sistema de información
estadística y de nuevas formas de utilizar la información. En efecto, el progreso de
la planificación centralizada implicó la creación de complejos modelos de balances
de la economía y su respaldo por un gran aparato de estadística, y los objetivos
de modernización socialista de la producción y de mejoramiento de las condicio­
nes de vida del pueblo llevaron ~ la creación de nuevos indicadores socíoeconó­
micos.
Se crearon nuevos procesos de recopilación y uso de la información que
reflejaban objetivos históricos y una lógica social radicalmente distintos de los
que habían asistido al desarrollo de la estadística socioeconómica del capitalís­
mo.
Al finalizar la segunda Guerra Mundial, se reinició un acelerado proceso de
crecimiento económico tanto en los países capitalistas como en los países socia­
listas. Se desarrollaron métodos más sofisticados de medición económica y social,
en un caso, para asistir la complejidad creciente de la planificación en una econo­
mía más diversificada, en el otro, para dirigir lucrativamente los nuevos conglome­
rados monopólicos transnacionales y para programar la producción y el consu­
mo, en un intento de evitar la recurrencia de la Crisis Capitalista del 29.
La necesidad de realizar pronósticos y programaciones de grandes agrega­
dos, y el descubrimiento de un nuevo instrumental matemático y de las máqui­
nas electrónicas, conllevaron un desarrollo sin precedentes de la econometría y en
general de la aplicación de la estadística descriptiva e inductiva.
Sin embargo, como en todos los otros campos de la ciencia y la tecnología,
este desarroUo ha sido desigual y diferenciado, concentrado en los países capitalis­
tas dominantes o en los países socialistas.

INDICADORES Y ESTADISTICA SOCIAL EN LOS

PAISES SUBDESARROLLADOS DEPENDIENTES

Si algo debe quedamos claro del acápite anterior, es que la estadística socío­
económica y específicamente los indicadores, son en último análisis, instrumentos

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históricamente determinados cuya naturaleza y uso están definidos de acuerdo a
los intereses y necesidades de los grupos sociales que los crgan y utilizan. Este hecho
cobra una nueva dimensión con la intensa socialización contemporánea de los pro­
cesos y usos de la información, lo que da a las cifras e indicadores un valor polí­
tico cada vez más significativo.
Los países dependientes subdesarrollados lo son también en menor o mayor
grado en el campo de la ciencia y la estadística social no es una excepción.
En América Latina, el desarrollo en este campo está condicionado por dos fac­
tores: la influencia de las Ciencias Sociales estadounidenses, especialmente marca­
da en el caso de los métodos cuánticos de análisis, y la presencia al interior de la
sociedad del complejo de contradicciones socioeconómicas y dominación oligár­
quica que conforma el fenómeno del capitalismo subdesarrollado y dependiente.
La producción moderna de indicadores sociales y económicos data en nues­
tra América, al igual que en los países capitalistas centrales, del momento en que el
Estado interviene directamente en la esfera de la gestión macroeconómica y de los
"problemas sociales" (mediación obrero-patronal y creación de condiciones para
la reproducción de la fuerza de trabajo).
La gran mayoría de los indicadores económicos que producimos hoy se reñe­
ren a aquellas variables importantes para el esquema keynesiano de manejo econó­
mico: Producto e ingreso nacional y tri-sectorial, ahorro e inversión, consumo,
productividad. A estos se suman otros como coeficientes de deuda externa, varia­
ción de precios y circulación monetaria, etc. Estos datos de característica estátí­
ca y: unidimensional se "dinamizan" construyendo series de agregados consecutivos
(lo que no garantiza una visión de las transformaciones ocurridas) y se dividen en­
tre la población para obtener per-cápttas que nada dicen de la participación de las
clases sociales en la producción y el ingreso de las diferencias regionales. Menos
aún se toman en consideración las relaciones de poder entre clases y sectores socia­
les, las relaciones de producción y explotación, etc.
En el terreno de los indicadores sociales, también constatamos preferencia por
aquellos que arrojan información sobre el objetivo fundamental del Estado en este
campo: la reproducción de la fuerza de trabajo útil para el proceso de desarrollo
capitalista y el manejo adecuado de los conflictos sociales. Por tanto, encontramos
porcentajes y per-cápítas de analfabetismo, mortalidad y nacimientos, morbilidad,
vivienda y otros similares. En las décadas recientes la preocupación de las Agencias
oficiales estadounidenses por el crecimiento de la población en Latinoamérica,
impulsa el desarrollo de una amplia gama de indicadores demográficos.
En los últimos treinta años, es remarcable la gravitación de los esquemas teó­
ricos y metodológicos producidos en las Universidades e Institutos de los Estados
Unidos, sobre el desarrollo de los métodos de medición social y análisis de datos en
nuestra América. Estos esquemas se han desarrollado en gran medida atendiendo a
las necesidades de quienes patrocinan las actividades de investigación en aquella
• nación: los conglomerados monopólicos y el Estado. Por ejemplo, los avances de
vanguardia en Latinoamérica que en el campo de la medición económica se han

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dado con el desarrollo de modelos econométricos "criollos", son en muchos casos
el resultado de transplantes cuya concepción teórica de base, aplicación y utiliza­
ción están fuertemente marcados por esquemas producidos en los EE.UU. Es inte­
resante constatar que estos modelos, en boga ya desde hace unos 15 años en nues­
tro medio, basan el cuerpo central de su sistema de ecuaciones en la perspectiva
teórica neo-keynesiana, y más recientemente en las teorías monetaristas. En conse­
cuencia, se trata con agregados como producto real y potencial, propensión margi­
nal al consumo, productividad marginal del capital, etc.
Normalmente no hay referencias sistemáticas a factores profundos o estruc­
turales (distribución y uso de los recursos y el ingreso, persistencia de formas re­
tardadas de producción, dependencia de un sector externo estancado estructural­
mente, estructura fiscal anacrónica, etc.) que· justamente son los que determi­
nan las características del crecimiento, consumo, inversión y productividad en
Latinoamérica. Aún más, la aplicación de estos modelos descansa sobre-una debi­
lísima base de datos estadísticos, obstáculo común en casi todos los países de la re­
gión. Los resultados de la aplicación de esos modelos constituyen un tipo de infor­
mación sesgada pero útil a corto plazo para la élite que tienen en sus manos la ges­
tión del aparato empresarial y el Estado, por demás irrelevante, para los sectores
populares y la solución de los problemas profundos del desarrollo.
En años recientes, especialmente apartir de los años 70, se han dado en la
región considerables esfuerzos por crear un aparato instrumental de medición, diag­
nóstico y análisis respaldado en marcos conceptuales más adecuados a las necesida­
des reales de desarrollo de las sociedades y las naciones latinoamericanas. Estos
esfuerzos se han dado tanto en lo que respecta a la planificación, el análisis y la ges­
tión de la economía global de ciertos países, como a los diagnósticos de proble­
mas puntuales de universos regionales o locales y a la gestión de la puesta en
práctica de proyectos específicos. Los esfuerzos de la primera categoría señalada
se han dado ante todo en países e instituciones donde existe el nivel de desarrol1o
técnico-científico necesario para desarrol1ar estas tareas, notablemente en Chile
y México, a nivel de organismos internacionales especializados e instituciones de
investigación superior, y naturalmente en Cuba. Los esfuerzos de la segunda cate­
goría han tenido lugar en numerosos países de la región, en la medida que el trabajo
a este nivel es menos exigente en cuanto a condiciones de desarrol1o institucional
y científico previo y en cuanto a disponibilidad de decisión política de alto nivel
en la dirección adecuada.

EL PROBLEMA A RESOLVER

Si partimos de que los indicadores socioeconómicos son instrumentos que


sirven a fuerzas sociales concretas para conocer (u ocultar...) aquellos aspectos de
la realidad que les interesa y para la sociedad en la dirección de sus intereses histó- .
ricos, se nos plantea el problema de que todo proyecto alternativo de desarrollo

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y transformación social debe asumir tarde o temprano la construcción de su propio
sistema de información, y de nuevos indicadores, partiendo por supuesto de los
avances logrados anteriormente en ese campo.
Asimismo, si en términos muy generales nos planteásemos como aspiración
la construcción en Centroamérica de una sociedad democrática que-sea capaz de
llenar las necesidades y aspiraciones de desarrollo de los sectores populares y de ga­
rantizar la recuperación y fortalecimiento de la soberanía nacional, hemos de con­
c1uir que los indicadores disponibles no son sufientes para conducir ese proceso, y
algunos de ellos son totalmente irrelevantes.
Plantear la construcción de nuevos indicadores y su utilización por los secto­
res populares para llevar adelante sus propios proyectos históricos, implica dirigir
la atención de los indicadores hacia aquellos aspectos que son medulares en la pro­
blemática que enfrentan esos sectores, e implica también construir indicadores
que den cuenta no de situaciones estáticas sino de procesos de cambio.
Comprendemos que esto no es tarea fácil ni puede aspirarse a avances rápi­
dos en un terreno donde habría que desarrollar una tarea compleja y exigente de
creatividad que deberá partir de las propias bases epistemológicas del sistema de
tratamiento de la información.
Sin embargo, creemos que es posible y necesario iniciar una discusión que
apunte en esa dirección, y sistematice los avances ya logrados en este sentido. Nos
atrevemos a proponer los siguientes campos temáticos, a los que creemos que debe
dirigirse la atención al tratar el problema que nos ocupa desde la perspectiva pro­
puesta:

10) La concepción de realidad social subyacente a los indicadores socio­


económicos y su uso.
Los indicadores son usados actualmente partiendo de un concepto de
realidad básicamente estático y fragmentario. El indicador arroja un
dato sobre la situación en un momento dado, y el proceso de cambio
se intenta registrar construyendo series de valores sucesivos. Sin eme
bargo, los procesos de cambio social no son simplemente variaciones
lineares de variables que actúan independientemente unas de otras:
acumulación y cambio no es la misma cosa, lo dinámico y lo sucesivo
no son sinónimos.
Una realidad tan variable y fluida como la de Centroamérica necesita
ser leída tomando en cuenta el desarrollo múltiple y estrechamente
interrelacionado de todas las contradicciones que marcan nuestras
formaciones sociales. No basta determinar velocidades y ritmos de cre­
cimiento de un número limitado de variables que se mueven mecánica­
mente y sin ningunal interacción. .
20 ) La construcción y utilización social de los indicadores. Actualmente,
los indicadores son mayormente construidos por una élite de técni­
cos y funcionarios, para medir y diagnosticar aspectos de la realidad que

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no coinciden necesariamente con los problemas que realmente enfren­
tan los sectores populares. Los indicadores se construyen a partir de
una racionalidad ("modelo de desarroIlo") que usualmente no toma en
cuenta prioritariamente los objetivos y aspiraciones de esos sectores.
Asimismo, el acceso y uso de la información contenida en los indíca­
dores está restringuida a una élite (intelectuales, políticos, funciona­
rios, empresarios), pese a que esa información proviene de toda la socíe­
dad y le concierne a todos los sectores sociales.
Esto nos plantea explorar la posibilidad de que los indicadores se
diseñen tomañdo en cuenta las necesidades e intereses de los sectores
más amplios de la sociedad, que se construyan indicadores útiles y uti­
lizables por esos sectores en el logro de sus objetivos y aspiraciones.
Esto implica en gran medida diseñar indicadores para se aplicados a
nivel regional y comunal por los propios usuarios.

Lo señalado en los dos puntos anteriores (el problema del concepto de reali­
dad y cambio subyacente a los indicadores usuales, y el problema de para quién se
construyen y aplican estos indicadores), nos Ileva a plantear la creación y uso de
más indicadores dirigidos a diagnosticar los problemas profundos que enfrentan
nuestras sociedades y a facilitar la planificación de su solución.
Proponemos entonces plantearse la creación de los siguientes tipos de indi­
cador.

10) La construcción de indicadores que den cuenta de la evolución de las


contradicciones propias de nuestras formaciones sociales.

Estos implica alejarse de los indicadores que "homogenizan" artificialmente


la sociedad, y atender a la existencia de los siguientes elementos:

a) Clases sociales diferenciadas y ubicadas en posiciones específicas


dentro de la sociedad, con diferente acceso a los medios de pro­
ducción, con diferencias notables en los niveles de ingreso, de
vida, de participación y acceso a la cultura y a los procesos de
decisión política, con diferentes formas de organización y dife­
rentes objetivos de largo plazo.
b) Grupos étnicos diferenciados y a veces mayoritarios, cuyos valo­
res, aspiraciones y objetivos de desarrollo no coinciden con los
de los Organismos Financieros internacionales o con los teóricos y
técnicos en desarrollo de los países capitalistas metropolitanos.
c) Regiones y sectores sociales y económicos de menor desarrollo
relativo, donde subsistan formas precapitalistas de producción
y organización, con una lógica social y un conjunto de proble­

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mas difícilmente incorporables en la construcción de indicadores
nacionales disei'lados para sociedades capitalistas desarrolladas
y homogéneas.

20 ) La elaboración de indicadores que permitan diagnosticar más eflcíen­


temente la evolución del complejo de contradicción que caracterizan
las relaciones económicas exteriores de la región.
Si bien hay consenso en señalar la dependencia como un factor funda­
mental aunque no exclusivo del subdesarrollo, no hay un conjunto de
indicadores que permitan precisar la evolución de una situación de
dependencia. Aparte del coeficiente de términos de intercambio, es
difícil tener otros datos de este género como podría ser los referidos
a la relación inversión extranjera/salida neta de capital, remuneración
al trabajo nacional/remuneración al capital extranjero, evolución del
valor producido localmente/valor producido en los países centrales.
Podría pensarse también en la evolución de la producción de tecno­
logía nacional, etc.
Los cuatro puntos propuestos anteriormente sólo constituyen un seña­
lamiento tentativo de las posibles áreas a explorar en este campo del
uso y diseño de indicadores socioeconómicos. La Facultad Latínoa­
mericana de Ciencias Sociales y la UNESCO al convocar a un Semina­
rio de expertos sobre el tema, pretendían provocar una discusión que
pusiese en alto relieve las insuficiencias que se perciben en ese campo.
Asimismo, se persiguió plantear con mayor claridad las posibilidades
de avance en ese campo, aunque sólo fuese identificando las lagunas
a llenar y relevando los resultados parciales positivos que se han ido
dando. Pensamos que este tema es importante, y los retos de desarro­
llo que enfrenta Centroamérica le dan al tema un carácter de necesi­
dad que realmente merece atención.

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