Antropología Zubiriana

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La persona en la

antropología zubiriana

Blanca CASTILLA Y CORTÁZAR

Xavier Zubiri vertebró su producción filosófica en torno a la noción de


persona. En 1959 dictó un curso Sobre la persona. Después comenzó a
redactarlo. De ese propósito nació el artículo El hombre, realidad
personal, publicado en 1963. Fue tal la importancia que dió a la persona,
que aquel curso le condujo a escribir el libro Sobre la esencia, que nació
como una nota a pie de página a un tratado de antropología.

Como señala Pintor-Ramos: "Zubiri es un filósofo profundamente preocupado


por la persona, desde los inicios de su pensamiento, hasta el punto de que
no es disparatado pensar que la peculiaridad metafísica de la persona como
esencia abierta es el gran argumento contra el sustancialismo metafísico
tradicional".

1. Algunos aspectos históricos

Zubiri comenzó recogiendo posiciones precedentes. Constata que los griegos


carecieron incluso de noción de persona. Fueron los capadocios los que
hicieron el titánico esfuerzo -dice- de distinguir entre sustancia y
subsistencia, indicando que la persona se halla a un nivel más profundo que
la sustancialidad. En su preocupación por cuestiones teológicas,
distinguieron entre naturaleza y persona, despojando "al término de
hipóstasis de su carácter de puro hypokeímenon, de su carácter de subjectum
y de sustancia, para acercarlo a lo que el sentido jurídico de los romanos
había dado al término persona, a diferencia de la pura res, de la cosa".

Este hallazgo, sin embargo, fue perdido en la definición boeciana que recae
en la terminología sustancialista: persona es individua substantia
rationalis naturae. Tomás de Aquino volvió a recuperar el plano de la
subsistencia. Entendió la persona como subsistente espiritual y, en su
opinión, la diferencia radical entre las cosas y las personas se halla en
el orden transcendental. Él supo ver y expresar mejor que ninguno la
radicación de la persona en el esse.

Sin embargo la Escolástica posterior volvió a recaer en la sustancia. Como


señala Zubiri: "al considerar la novedad de la realidad personal en cuanto
realidad subsistente, la filosofía se vio forzada a rehacer la idea de
realidad en cuanto realidad desde el punto de vista no sustancial sino
subsistencial. Cierto que en la metafísica clásica, desgraciadamente, se ha
considerado la subsistencia como modo substancial, lo cual, a mi entender,
ha desbaratado la subsistencia".

Zubiri recoge también otras aportaciones como la de Ricardo de San Víctor,


que caracterizaron la persona como relación de origen. Todo ser personal se
halla referido a alguien de quien recibió su naturaleza, y además a alguien
con quien puede compartirla. Zubiri resume su posición diciendo: "La
persona está esencial, constitutiva y formalmente referida a Dios y a los
demás hombres".

Llama la atención, sin embargo, que apenas se detenga en el concepto de


persona en los autores modernos. En su opinión, éstos, aunque rehizieron en
parte el camino perdido por la Escolástica, no llegaron a la cuestión
radical acerca de la persona. Por otra parte constata que en el siglo XX se
descubre el tema de la persona como uno de los problemas capitales del
pensamiento. Los personalistas y los pensadores dialógicos han hecho
hincapié en la importancia que en la persona tiene la relación y la
comunicación. Sin embargo no están fundamentados en una noción clara y
precisa de persona.
De la historia de la filosofía Zubiri recoge tres importantes
características respecto a la persona -"esa gran realidad", como él la
llamaba. "En la articulación entre intimidad, originación y comunicación
estriba la estructura metafísica última del ser", afirma.

2. Diferencia entre el Cosmos y la persona

La primera aportación zubiriana es su afirmación de que las cosas del


Cosmos no son propiamente sustantividades sino sólo fragmentos de un todo
que es el Cosmos mismo. Zubiri elaboró el concepto de sustantividad, que le
pareció más apropiado que el aristotélico de substancia, para designar las
cosas reales y sobre todo a las personas. Por sustantividad entiende un
sistema clausurado con suficiencia constitucional; desde el punto de vista
de la biología la sustantividad se caracteriza por tener actividad propia y
un control sobre el medio.

Pues bien, en palabras suyas: "Hablamos en plural de muchas


sustantividades, cuando la verdad es que en realidad (prescindiendo del
hombre en algún aspecto de su realidad) ninguna cosa tiene plenitud de
sustantividad: todas son momentos más o menos abstractos y extractos de una
única sustantividad que compete al todo".

Por lo tanto, propiamente hablando, sólo el Cosmos es sustantividad y, por


tanto, sólo él tiene verdadera esencia. Sin embargo cada persona constituye
una sustantividad. La primera diferencia entre el Cosmos y la persona es
que la esencia del aquel es cerrada frente a la esencia abierta de cada una
de las personas. La persona está abierta a los demás y a su propio carácter
de realidad.

3. La persona como autopropiedad

Zubiri afirma que lo que formalmente constituye a la persona es que tiene


su "realidad en propiedad". "Cada persona encierra en sí el carácter de un
mí. Ser persona es ser efectivamente mío. Ser una realidad sustantiva que
es propiedad de sí misma. El ser realidad en propiedad, he aquí el primer
modo de respuesta a la cuestión de en qué consiste ser persona. La
diferencia radical que separa a la realidad humana de cualquiera otra forma
de realidad es justamente el carácter de propiedad. Un carácter de
propiedad que no es simplemente un carácter moral. Es decir, no se trata
únicamente de que yo tenga dominio, que sea dueño de mis actos en el
sentido de tener derecho, libertad y plenitud moral para hacer de mí o de
mis actos lo que quiera dentro de las posibilidades que poseo. Se trata de
una propiedad en sentido constitutivo. Yo soy mi propia realidad, sea o no
dueño de ella. Y precisamente por serlo, y en la medida en que lo soy,
tengo capacidad de decidir. La recíproca, sin embargo, es falsa. El hecho
de que una realidad pueda decidir libremente entre sus actos no le confiere
el carácter de persona, si esa voluntad no le perteneciera en propiedad. El
'mío' en el sentido de la propiedad, es un mío en el orden de la realidad,
no en el orden moral o en el orden jurídico".

La realidad humana es no sólo un simple sistema de notas que 'de suyo' la


constituyen, sino que es, ante todo y sobre todo, la realidad que le es
propia en cuanto realidad.

4. La persona como apertura

Pero la persona no sólo es autopropiedad; lo que los clasicos llamaban


incomunicablidad. La persona es también apertura, comunicación, relación de
origen. ¿Cómo se articula esta apertura con la incomunicabilidad? ¿Forma
parte de la constitución misma de la persona?

La persona es apertura por su inteligencia, por su libertad, por su


capacidad de amar, apertura que es comunicación. Pues bien, para Zubiri
esta apertura modifica a la persona estructuralmente.

Zubiri analiza qué quiere decir que la persona es "ser-con" o


"realidad-con". La vida de la persona se realiza con las cosas y las
personas. El "con" es una estructura de la vida personal.

Pero el hombre no sólo hace su vida 'con' las cosas, con los demás y
con-sigo mismo, además: "Cada hombre tiene en sí mismo, en su propio 'sí
mismo', y por razón de sí mismo, algo que concierne a los demás hombres. Y
este 'algo' es un momento estructural de mí mismo. Aquí los demás no
funcionan como algo con que hago mi vida, sino como algo que en alguna
medida soy yo mismo. Y sólo porque esto es así a radice, sólo por esto
puede el hombre después hacer su vida 'con' los demás hombres. El mí mismo
'desde' el cual hago mi vida es estructural y formalmente un mí mismo
respecto de los demás.

No se trata sólo del modo de realizar la vida, sino de la estructura misma


de la sustantividad humana contemplada antes de su actividad. Se trata de
que ese sí mismo, está internamente modificado por su versión a los demás.
Por tanto, introduce la apertura a los demás en el nivel constitutivo de la
persona. Los demás son en mí algo que en alguna medida soy yo mismo. Y esto
tiene sus repercusiones transcendentales. Según Zubiri es la realidad
humana, en tanto que realidad, la que es afectada por los demás.

5. La persona en su dimensión transcendental

El orden transcendental entiende Zubiri la consideración de la realidad en


tanto que realidad. Introduce en él algunas innovaciones con respecto a la
tradición. Quizá lo más original es la función transcendental que articula
el ámbito talitativo y transcendental haciendo depender el segundo del
primero. Dependiendo de las talidades así es la realidad en cuanto
realidad.

En este sentido Zubiri admite que en el plano de la realidad se dan grados.


La realidad no tiene las mismas características si se trata de una esencia
cerrada que de una esencia abierta. Y la diferencia mayor entre las cosas y
las personas se encuentra en el orden transcendental.

La realidad humana, diversa de la del Cosmos, hace que la dimensión


transcendental de la persona adquiera unas características muy peculiares.
En efecto, algunas notas de la persona, en concreto su inteligencia
(también la realidad-con, la libertad, el amor), tienen una función
transcendental propia y característica sólo de ellas. De ahí cabría deducir
que la esencia abierta, transcendentalmente, tenga unos rasgos exclusivos
de ese tipo de realidad.

Estos transcendentales antropológicos, todos ellos, están caracterizados


por la apertura comunicativa diversa de la comunicación propia de las
cosas. La inteligencia hace referencia a lo conocido y a aquel a quien se
comunica lo que se dice. La libertad hace referencia a la acción libre y,
sobre todo, a aquel para el que se actúa. El amor es siempre un amor a
alguien.

En opinión de Zubiri, en el Cosmos una cosa sería mundanal aunque hubiera


una sóla. La persona, sin embargo, siempre dice referencia al menos a otra
persona. La realidad humana, por sus características peculiares, pide
pluralidad de realidades personales. Esto supone fundamentar la socialidad
humana en la persona no en la naturaleza.

6. Aportaciones zubirianas

A mi modo de ver en el camino hacia la consideración radical de la persona,


la metafísica de Zubiri da un paso más allá que la de los filósofos de la
subsistencia. En efecto, el plano de la subsistencia es un nivel más
profundo que la división de la realidad en categorías, y más profundo que
la composición hilemórfica. Tomás de Aquino afirmaba que la diferencia
entre las cosas y las personas se halla no sólo en su esencia sino en el
plano de la subsistencia, y reconoce que la subsistencia de las personas es
de más categoría que la de las cosas. Sin embargo no precisaba en qué
consistía esa diferencia. Aunque Zubiri en su filosofía madura no habla de
subsistencia sino simplemente de realidad, se ocupa de precisar cuál es esa
diferencia. Una es esencia cerrada, las otras esencias abiertas. La persona
tiene su realidad en propiedad. Esto es dar un paso más de lo dicho hasta
ahora en la consideración filosófica de la persona.

Por otra parte Zubiri introduce la dimensión relacional a nivel


constitutivo. En mi opinión esta fundamentación de la socialidad en la
persona, supone un paso con respecto a lo dicho hasta ahora. En efecto,
desde Aristóteles se ha venido sosteniendo que el hombre es social por
naturaleza. Era la naturaleza, en cuanto común, lo que fundaba la sociedad
humana, mientras que la persona, en razón de su incomunicabilidad parecía
tender sobre todo a la individualidad. Plantear la apertura social desde la
persona supone una nueva y más profunda fundamentación de la relación de
cada persona con los demás.

Aquí podría acabar el estudio de la persona en Zubiri. Sin embargo queda


una cuestión que él no se planteó. En su concreción más inmediata las
personas humanas son siempre varones o mujeres. Por ello es difícil hablar
de persona sin incluir esa característica. Como es sabido desde hace un
tiempo Julián Marías habla de persona masculina como diferente a persona
femenina. ¿Sería posible hablar metafísicamente de una apertura ontológica
en la persona que fuera la raiz de la distinción varón-mujer? Este asunto
que he estudiado en otros lugares, queda aquí fuera de nuestra
consideración.

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