Rescatados Del Fuego Del Horno
Rescatados Del Fuego Del Horno
Rescatados Del Fuego Del Horno
DANIEL 3:1-18
Introducción
Los dos primeros capítulos del libro se han centrado en mostrarnos la fe de Daniel,
mientras que sus tres compañeros han quedado en un segundo plano,
Parece evidente que la revelación que Nabucodonosor había tenido no fue bien recibida.
Aparentemente el monarca había quedado impresionado por el Dios del cielo al que
Daniel representaba, pero no estaba dispuesto a rendirse a él.
(Dn 3:1-7) "El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos,
y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y
envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes,
oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que
viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Fueron,
pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces,
y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey
Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había
levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros,
oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del
arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la
estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y
adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al
oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de
la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se
postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado."
En principio, parece claro que fue después de lo narrado en el capítulo 2, puesto que los
tres amigos de Daniel ya ocupaban los puestos de autoridad que les habían sido otorgados
entonces
(Dn 2:49). Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia
de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Parece también que a Nabucodonosor no le había agradado lo que Dios había dicho de él
en la revelación de su sueño: "después de ti se levantará otro reino" (Dn 2:39).
No es fácil saber con exactitud a quién se refiere cada uno de estos títulos, pero podemos
estar seguros de que incluirían a las personas más importantes de todos los estamentos de
la sociedad caldea: príncipes, representantes destacados del rey, gobernadores, oficiales
militares, funcionaros de alto rango, consejeros, sabios, tesoreros y jueces.
Ellos debían ser los primeros en dar ejemplo a todos los demás de adorar a la imagen . Y por
supuesto, debían estar allí si querían seguir conservando sus puestos.
Nabucodonosor no estaba exigiendo que adoraran a un dios concreto que ellos ya conocían
en Babilonia, sino a un dios que él mismo acababa de inventar.
Debió ser impactante ver a tantos oficiales venidos de todos los "pueblos, naciones y
lenguas" jurar lealtad a Nabucodonosor delante de su imagen.
No se les obligaba a renunciar a sus otros dioses, pero para un hebreo monoteísta, esto sí
que era un gran problema, porque Jehová exigía una lealtad exclusiva.
Los únicos que no se postraron ante la imagen de Nabucodonosor y la adoraron fueron tres
jóvenes judíos que habían sido puestos sobre los negocios de la provincia de Babilonia.
Realmente no sabemos cómo entre tantas personas se hizo evidente que estos tres jóvenes
no adoraban la imagen del rey.
La forma en la que estos caldeos presentaron su denuncia, parece que estaban dando a
entender que estos jóvenes hebreos eran unos desagradecidos. Después de que el rey los
había honrado poniéndolos sobre puestos de alta responsabilidad en la provincia de
Babilonia, ellos se negaban a participar en los actos organizados por él.
Sus acusaciones contra ellos fueron dos: No respetan al rey y se niegan a adorar la imagen
que él había hecho.
(Dn 3:13-18) "Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac,
Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló
Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis
a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos
para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho?
Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego
ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego
respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre
este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego
ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus
dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado."
Cuando los tres jóvenes fueron presentados ante Nabucodonosor, todos ellos se
reafirmaron en su decisión y dejaron clara su negativa a adorar a su imagen
¡Qué difícil tuvo que ser para ellos mantenerse firmes en sus convicciones ante la ira del
rey! Lo más lógico habría sido claudicar ante sus amenazas y la evidente presión de grupo a
la que estaban siendo sometidos.
era similar a la del rey de Asiria cuando envió a sus súbditos para que invitaran a
Israel a rendirse: "¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra
de la mano del rey de Asiria?" (2 R 18:33) (2 R 19:12). Pero el orgullo de ambos
reyes resultó vano.
Los amigos de Daniel lo sabían perfectamente y así se lo declararon al rey: "No
es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien
servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos
librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco
adoraremos la estatua que has levantado".
En toda su vida Nabucodonosor no había recibido una respuesta como esta.
Lo que le dijeron es que él no se podía comparar en ninguna manera con su Dios,
y aunque estaban a su servicio en su corte, sin embargo, su lealtad primera era al
Dios del cielo. No iban a permitir que nada se interpusiera en esto.
Así que los tres mostraron su absoluta confianza en su Dios, y así se lo declararon
al rey.
En todo caso, ellos contemplaban con realismo la posibilidad de que su Dios
podia librarlos de la mano de Nabucodonosor, aunque tenían claro que de ser así,
no sería por falta de poder en su Dios.
Así que ellos se sometían a los planes soberanos de Dios sin discutirle nada, algo
Estaban dispuestos a lo que hiciera falta antes que negar su fe. Así que, aunque
Dios escogiera no librarles, ellos de igual modo seguirían siendo fieles a él. En
ningún momento le iban a exigir un milagro o le iban a imponer cómo debería
actuar.
Estaban dispuestos a aceptar cualquier decisión de su parte, aunque fuera
diferente a la que a ellos les gustara. Nada de todo eso les haría cambiar de
opinión.
En nuestro mundo moderno observamos que es muy fácil ser tolerante cuando no
se tienen convicciones arraigadas
Este no era el caso de estos jóvenes judíos. Ellos tenían fuertes convicciones
arraigadas en la Palabra de Dios y no estaban dispuestos a sonreír las locuras de
Nabucodonosor.
Por eso notamos que en su respuesta no hay ningún tipo de ambigüedad, no están
cuidando su lenguaje a fin de buscar alguna forma de librarse. No, nada de todo
eso. Lo que buscaban no era su propio bienestar, sino la honra de su Dios. Y su
Dios había hablado con claridad al respecto:
Conclusión