Final Clinica de Adultos
Final Clinica de Adultos
Final Clinica de Adultos
La entrevista clínica. Las entrevistas preliminares. Localización del síntoma. Función del diagnóstico. La
psiquiatría y el diagnóstico en la actualidad. La asociación libre y el sujeto supuesto saber. La
interpretación y sus registros. La construcción. El tiempo y el dinero.
LACAN (1975) Intervención luego de André Albert sobre El placer y la regla fundamental
Hay una relación esencial entre la regla fundamental y el principio del placer. El principio del placer es el
principio de amortiguar la estimulación. Eso comporta cierta astucia que consiste en no poner el acento
sobre la trampa. La trampa es el goce. El principio del placer es el principio de no hacer nada, de hacer
lo menos posible. El enunciado de la regla fundamental consiste en hacerle observar a una persona que
viene a pedirles una ayuda que hay que sudar un poquito para hacer algo, que la cosa no va a andar si
no se llega hasta lo que displace, sino se hace un esfuerzo.
Al mismo tiempo, el analista encuentra un aliado en el superyó; porque este es el imperativo del goce.
Por lo que hay un acceso a lo real. La regla fundamental busca la singularidad de lo que no debe ser
omitido. Lo singular es algo muy distinto de lo particular. Para Aristóteles solo hay particular. Lo
particular se define por lo universal; si no hubiera simbólico, inyección de significantes en lo real con la
cual estamos forzados a arreglárnosla, no habría síntoma. Y el síntoma es la particularidad, es lo que
nos hace a cada uno un signo diferente de la relación que tenemos, en tanto seres hablantes, con lo
real. Lo universal es siempre algo que se sustrae en el horizonte y a lo cual nosotros hacemos
referencia por la numeración.
Hay una discordancia. En el corazón de la regla está el síntoma, a lo que se apunta en el enunciado de
la regla es a la cosa de la que el sujeto esta menos dispuesto a hablar, su síntoma, su particularidad.
Pero lo que vale no es lo particular, sino lo singular. Entonces la regla quiere decir: vale la pena errar a
través de toda una serie de particulares para que algo singular no sea omitido. Vale la pena gozar de
esta posición única que solo se define de un modo de encuentro. Encuentro que es “un ve hacia donde
quieras”, tironeo del nudo que esta para cada uno perfectamente especificado.
Si algo define a lo singular, es lo que he llamado: un destino. Hay un modo de ceñir lo singular por la vía
de ese particular que hago equivaler al síntoma.
El psicoanálisis es la búsqueda de esa suerte, que no es necesariamente una buena suerte (una dicha).
Pero cuando proponemos la regla fundamental, hacemos referencia específicamente a la particularidad,
en tanto que ella desarregla el principio del placer. El principio del placer, consiste en no tener nada de
particular. Es eso a lo cual bastante gente se aferra: a la norma fálica.
El análisis nos indica que no hay más que el nudo del síntoma, y que hay que sudar bastante para llegar
a aislarlo; tanto que uno puede incluso hacerse un nombre de ese sudor. Es lo que conduce en algunos
casos a lo mejor que se puede hacer: una obra de arte. No es nuestra intención. Lo nuestro consiste en
incitarlo a pasar por el buen agujero de lo que le es ofrecido, a él, como singular.
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s (S1, S2… Sn )
La neurosis. Histeria, el padre, la otra mujer y la sustracción del cuerpo. Discurso histérico. Histeria
masculina. Obsesión, compulsión, duda, postergación. Obsesión femenina. Acto y certeza. Fobia, el
objeto y la muralla. La perversión, escena y fetiche. Cinismo y canallada.
El problema del Gran Phi no es todo en la obsesion; y tiene otro truco con el sintoma, otra manera de
solucionar esto, que no es la de hacer del falo las luchas por hacer un equivalente total con eso.
En el despliegue de su propio fantasma encuentra otra solución; como si aprendiese que la solución de
la equivalencia general del falo en la compulsión siempre hacer que lo anulado retroactivamente
retorne, entonces encuentra otra solución que es dejar caer el instrumento, domestico mi voltereta, dejo
caer el latigo y a paso a otro modo de goco que es conseguir en el Gran Otro, un Gran Otro completo,
en el que voy a estar to ampliamente reconocido y donde no haya significante fálico, otro que ya
empieza a ser el Otro de un reconocimiento de amor; pero eso si: siempre total.
La funcion de aislamiento de armar un Gran Otro, es siempre un totalización que siempre fracasa en un
punto, en el del significante fálico, el sujeto la consigue con la pulsión, despegandola de Gran Phi y el
goce del sintomaaca, esta ligado a la pulsión escopica. El obsesivo encuentra un modo de goce
escopico en el aislamiento, siempre el aislamiento es el sintoma y donde lo que ha renunciado de goce
fálico y de todo goce de ralizacion en sus escenas, desarmado, se realiza en la posibilidad de otro total,
a los fines de un Otro que lo ama, que lo reconoce, que le festeja la proeza.
En el obsesivo no hay solo el fantasma en su fase compulsiva, que es donde se ponen viriles, mas
machistas, mas despóticos, si a un obsesivo uestedes lo tienen en eso, hay para rato, esta muy
encasquetado en ese equivalente general fálico. Tiene mas chance analítica el obsesivo que puede
empezar a desplegar su vida, el problema en el cual él cede el componente mismo de la compulsión, no
hay compulsión sino ese homenaje ambiguo dirigido al palco, etc. No nodo el obsesivo se explica
solamente por la cara de la problemática del significante fálico.
Desde esta cara del sintoma ¿Cómo solucionamo el resto que queda y retorna? Con la compulsión se
intentaba borrar el retorno. Vamos a solucionarlo de otra manera, regalando el instrumento fálico,
dejarlo caer y ubicarse en el Gran Otro, en este goce profundamente ligado a lo escopico.
A nivel fantasmático en la compulsión podemos detectr que hay un fantasma anal u oral, pero lo que la
hace compulsión es la lógica del Uno resuelta en un para todos aplicando sobre la pulsión. Cuando eso
ocurre la pulsión empieza a funcionar compulsivamente. Desde el momento que cede la solución de
equivalencia general de manejo del falo, cuando deja caer el recurso, ya aparece una temática de
satisfacción pulsional que empieza a desacomodarse del ejercicio fálico. Y con eso el obsesivo va a
querer gozar de la gloria; pero se ve bien en el fantasma que no se puede gozar de la gloria ejerciendo
al mismo tiempo el instrumento fálico.
La oblatividad es el termino elegido por Lacan para entender toda una problemática con relación a los
valores de goce que toma, para el obsesivo, el objeto anal, en su relacino con todo el sistema de
regalos y dones.
Retomando, la defensa sintomática del obsesivo se basa fundamentalmente en: una cara de
compulsión (tomar el instrumento fálico con un valor lógico de para todos, haciendo al Otro completo) y
una cara de el Otro Completo (busca sostener al Otro en el plano de la demanda, resuleve con su
sintoma la cuestión del deseo).
La posición oblativa del obesivo es que resuelve su deseo convirtiéndolo en un don, el pago de una
deuda, etc, que va desde la exterma generosidad que puede haber en un obsesivo a al extrema avaricia
y retención. La actitud de dedicar una vida, inclusive al don hacia el Otro y hacia la demanda del Otro,
es para Lacan una modalida que puede tomar también aspectos mas o menos ritualizados pero que es
una modalidad en la que el obsesivo encuentr un goce de vivir para pagar y cumplir lo que nos
demanda el Otro.
Si hoy el obsesivo esta un poco sacudido socialmente es porque no se sabe muy bien que pide el Otro y
por eso hay mas angustias y novedades.
Para Lacan es un invento extraordinario, el ve aca un borde con algo real y que hay efectivamente la
obtención de ese goce, y puede haber un goce en hacer una vida que esta situada sobre la base de un
crédito, y que no va pagando en cuotas toda la vida y que cuando va pagando encuentra en es un
sentido y un goce.
Lacan dice que por detrás de la temática de la muerte del obsesivo, hay siempre un problema de
castración, de no relación sexual, etc.
En los últimos seminarios va a señalar que hay un invento del obsesivo: considerar que la muerte es un
acto fallido.
Si volvemos al sintoma fundamental del aislamiento, que en todos los casos figura como diferentes
maneras de sostener un Todo, un Gran Otro sin barrar, fuese por la consistencia de la demanda del
Otro, fuese por la consistencia de un mundo Todo fálico; aquí, en la otra cara, saben que un elemento,
un dato que arruina las concepciones de un Gran Otro completo, característica impredescible, azarosa,
imposible de la muerte, y que entonces, el obsesivo se afana el también por calcular todo, y lo acosa el
que sinificante de la muerte indica siempre esa castración del Otro. Antes que aceptar que hay
accidentes que están por fuera de lo calculado, prefieren articular siempre la relación del sujeto a la
muerte del lado de un acto fallido.
En la otra cara, en la que la funcion del objeto se presenta especialmente en el plano escopico, en el
plano de la mirada y que es la cara de este amor erotomaniaco, alude a la tipificación de ese amor en
el obsesivo. Hay un goce vinculado a la funcion escopica, donde el órgano goza sobre una manera que
se llama: el llanto. Hay un rasgo de tipicidad en el amor en la obsesion, amor seguro a nivel de la
imagen y de ser mirado y reconocido, el rasgo típico es que es un amor “erotomaniaco”, la diferencia
con la erotomanía psicótica es que el obsesivo no pone demasiado empeño en llevar hasta el final esta
forma de amor, y siempre al final le queda en fantasia. Es erotomanía al decirnos que aca el amor
empieza a buscar la certeza de ser amado a nivel del absoluto Gran Otro, de Dios, y que justamente el
amor se dirige a eso y es por eso que empieza el tema de renuncial al objeto de amor para realizar el
que el Otro nos ama, y vemos en estas fantasias un cierto empuje en esa dirección. En la idealización
tan grande de amor de los obsesivos hay algo claramente defensivo. El sintoma anuda de cierta manera
defensiva el tema de otro goce no fálico. En el obsesivo no se observan fenómenos de represión
histérica, el obsesivo se permite satisfacciones pulsiones, el problema es que tienen una increíble
ambivalencia entre el amor y el odio y todo el peso pasa en esa dirección.
Freud dice que en estas fantasias en el fondo esta todo destinado a camuflar un profundo deseo de
venganza. De la femenidad no se puede saber nada; es un goce que no tiene articulación simbolica,
estamos en pleno imaginario-real. En la fantasia, si termina bien, hay Otro que hace reconocer el
extremo al que llega el amor, cuando se sigue amando, bajo el precio de la renuncia del objeto. En esa
renuncia por amor, invade en el cuerpo un goce que no lo podemos localizar como zonas erógenas, un
goce que no es ni fálico ni estrictamente pulsional, y del que no tenemos modelo. Es un amor que ha
trascendido el objeto y que solo tiene de correlato la certeza del deseo del Otro, de haber sido causa del
deseo del Otro; causa abolida, causa no reconocida.
Lacan dice que hay dos estrategias en el amor y que la estrategia que siempre termina mal, la que no
sale de la ambivalencia de amor-odio es la que el formula como “te amo aunque no lo quieras”. Ese
amor que tiende a la completud con ese objeto, Lacan dice que fracasa siempre. Pero hay otro que es
irresistible. Es un deseo de Lacan decir que una cosa esta articulado, pero nunca podremos hacer de
eso algo articulable, porque no tiene palabras. Esa formula es “te deseo aunque no lo sepa”, “haces a
mi causa” (me causas deseo) “me deje en tu casa los anteojos”. A veces ocurre que puede sentir algo,
que es la certeza de ser algo en el deseo del Otro; pero no se puede ir a pmrobar, no es articulable; ahí
lo van a arruinar, “no, yo siempre me olvido los anteojos”, etc. Se produce un efecto en esa certeza que
es un goce. Es una certeza imposible de probar, es la certeza de que no se paso en vano por la vida, se
ha sido causa articulada en el deseo del Otro, y lo que da esa certeza es un deleite, una experiencia de
un cierto goce, porque no le puede dar un significante, porque si ustedes buscan el reconocimiento en
un significante, se vuelve a la estrategia inicial que es catastrófica.
En las mejores historias de la raelizacion de ese Otro Goce, que hay que fantasearlo porque no
sabemos que es, van a encontrar la temática de la renuncia al objeto y como en el amor que se creía
que iba en dirección a un objeto, el objeto es un medio, porque el amor pone en conexión con otra cosa,
con ese Otro barrado, los fantasmas de los obsesivos toman un sesgo erotomaniaco.
El sintoma obsesivo ha articulado una cierta busquead de solución sobre el plano de lo femenino como
tal. El amor es un modo posible de acceso al Otro goce y eso explica la prevalencia que tiene en las
mujeres esa temática.
Lacan dira que el sintoma anuda 3 registros en sus combinatorias, no solamente anuda el goce que es
conexión de lo simbolico y lo real, el goce fálico, sino que anuda también una conexión imaginario-real,
que Lacan llamo goce del otr.
Existen 3 modos de goce a considerar: el fálico, el propiamente pulsional sublimatorio, el otro goce.
Angustia, señal de lo real. Acting out y pasaje al acto. Certeza y Acto. La angustia en el lazo social
contemporáneo: Discurso universitario, Discurso capitalista. Intervenciones, deseo del analista y
contratransferencia. Lo real y el sentido. La angustia postraumática. Duelo, Depresión y crisis vitales.
El orden simbólico en el siglo XXI. Clínica de la desinserción. La psicosis ordinaria. Ansiedad, Pánico,
TOC. El cuerpo del sujeto. Anorexia y Bulimia. Toxicomanía y alcoholismo.
La no relación sexual. Las posiciones sexuales. Las fórmulas de la sexuación. Clínica del lazo amoroso:
El partenaire, síntoma y estrago. Teoría de los goces.
LACAN (1973) Dios y el goce de La mujer [La barrada] (Seminario 20, Aun).
Mi punto de partida es lo que llamé otra satisfacción. Es la otra satisfacción de la palabra. Es la
satisfacción que responde al goce que justo hacia falta, justo para que eso suceda entre el hombre y la
mujer. La satisfacción que responde al goce fálico. Ese justo es algo logrado por poco, justito, lo que da
lo contrario de la falla: el todo se logra el justo.
Voy a llevar mas lejos la articulación de la consecuencia del hecho que enter los sexos, en el ser
hablante, no se da la relación, ya que solo a partir de allí puede enunciarse lo que suple esa relación.
Hace tiempo escandi con cierto Hay Uno lo que constituye el primer paso en esta averiguación. Este
Hay Uno no es sencillo. En el discurso de Freud ello se anuncia con el Eros definido como fusión del
dos vuelto uno, del Eros que, poco a poco, tendera a no hacer mas que uno de una inmensa multitud.
Si el inconciente esta estructurado como un lenguaje, donde tenemos que interrogar a este Uno es a
nivel de la lengua. Hay que partir de que ese Hay uno ha de tomarse por el acento puesto sobre el Uno
solito. Allí se capta el amor. El amor no nos la vemos mas que con esto y es por esa via que se opera.
Via singular por ser la única que permitió despejar lo que sustenta la transfererncia, en cuanto no
distinguible del amor, mediante la formula del SSS. A aquel quien le supongo el saber, lo amo.
El amor cortes es una manera refinada de suplir la ausencia de relación sexual fingiendo que somos
nosotros los que la obstaculizamos. La persona es siempre discurso del amo. El amor cortes es para el
hombre cuya dama era su súbdita. La única manera de salir aireoso de la ausencia de relación sexual.
El pensamiento es goce. Lo que aporta el discurso analítico es que hay goce del ser. El ser es el de la
significancia. Hay que reconocer la razón del ser de la significancia en el goce del cuerpo. Si no hay
relación sexual habría que ver para que puede servir ese goce del cuerpo.
Tomemos las cosas del lado en que se coloca el hombre. Colocarse allí es electivo, las mujeres pueden
hacerlo si les place. Hay mujeres fálicas, y la funcion fálica no impide a los hombres ser homosexuales.
Para el hombre, a menos que haya castración, algo que dice no a la funcion fálica, no exista ninguna
posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, de que haga el amor.
El hombre es quien aborda a la mujer, o quien cree abordarla. Sin embargo solo aborda la causa de su
deseo, el objeto a. El acto de amor es eso. Hacer el amor es poesía. Pero hay un abismo entre poesía y
acto. El acto de amor es la perversión polimorfa del macho, ello en el ser que habla.
Cuando cualquier ser que habla cierra filas con las mujeres se funda por ello como no-todo, al ubicarse
en la funcion fálica. Esto define justamente a la mujer, pero no debemos olvidar que La mujer solo
puede escribirse tachando el La. No hay La Mujer, universal, porque ella por esencia no es toda.
Este La es un significante al que le es propio ser el único que no puede significar nada, y solo funda el
estatuto de la mujer en aquello de que no toda es. Lo que no nos permite hablar de La mujer.
Solo hay mujer excluida de la naturaleza de las cosas que es la de las palabras, y hay que decirlo: si de
algo se quejan hoy las mujeres es justamente de eso, solo que no saber lo que dicen.
Sin embargo, si la naturaleza de las cosas las excluye, por eso justamente que la hace no toda, la mujer
tiene un goce adicional, suplementario (no complementario) respecto a lo que se designa como goce
fálico.
Las mujeres se atienen al goce de que se trata y ninguna aguanta ser no toda. Son ellas, de todas
formas, las que joden a los hombres.
La mujer tiene distintos modos de abordar el falo, allí reside todo el asunto. El ser no-toda en la funcion
fálica no quiere decir que no lo este del todo. No es verdad que no este del todo. Esta de lleno ahí. Pero
hay algo mas. Hay un goce del cuerpo mas alla del falo. Hay un goce de ella, de esa ell que no existe y
nada significa. Hay un goce suyo del cual quizás nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso si lo
sabe. Lo sabe cuando ocurre y no le ocurre a todas.
Ser macho no obliga colocarse del lado de la funcion fálica. Uno puede colocarse también del lado del
no-todo. Hay allí hombres que están tan bien como las mujeres. Y no por ello deja de irles bien.
Vislumbran la idea de que debe haber un goce mas alla. Esto es un mistico. El testimonio de un mistico
es decir que lo sienten (ese goce mas alla), pero que no saben nada.
Ese goce que se siente y del que nada se sabe ¿no es acaso lo que nos encamina hacia exsistencia?
¿Y por que no interpretar una faz del Otro como lo que tiene de soporte al goce femenino?
Final y finalidad de la cura. El atravesamiento fantasmático, el saber hacer con el síntoma. La ética del
psicoanálisis. Análisis personal y el control de la práctica. Los códigos de ética.
LACAN (1960) Las metas morales del psicoanálisis (Seminario7, La ética del psicoanálisis)
La demanda de felicidad y la promesa analítica.
El analista debe pagar algo para sostener su funcion, ya sea con palabras, con su persona, puede
decirse que toda la evolución del análisis es el desconocimiento del cual él es desposeído por la
transferencia. Es necesario que él pase por ahí. Es necesario que pague con un juicio concerniente a su
acción. El análisis es un juicio. Lo que el hace es exigible para todos en todas partes.
El fin del análisis ¿es lo que se nos demanda? Se nos demanda la felicidad. De esto se trata. Una sola
cosa hace alusion a una posibilidad feliz de satisfacción de la ternura: la noción de sublimación. Es la
satisfacción de la tendencia en el cambio de su objeto, eso sin represión. Esto significa que la tendencia
esta ligada a algo que ya pone en ella misma el conejo que se trata de sacar del sombrero. No es un
nuevo objeto, es el cambio de objeto en si mismo. Es porque la tendencia esta marcada por la
articulación significante que contiene en si misma, que permite el cambio de objeto. Esa relación
metonímica de un significante al otro que llamamos el deseo, es justamente, no el nuevo objeto, ni el
objeto de antes, es el cambio de objeto en si mismo, por lo cual la satisfacción consiste en que es aquí
donde hay pasaje del no-saber al saber, bajo la forma del reconocimiento de que el deseo no es otra
cosa que la metonimia de ese discurso de la demanda, que el deseo es ese cambio como tal.
Realizar su deseo se plantea siempre necesariamente en una perspectiva de condición absoluta. Es en
la medida en que la demanda, a la vez mas alla y mas aca de ella misma, por el hecho que se articula
con el significante, demanda siempre otra cosa y en toda satisfacción de la necesidad existe otra cosa,
que la satisfacción formulada se extiende, se cuadra en esta hiancia, en ese agujero que el deseo se
forma con lo que soporta como tal, esta metonimia: que quiere decir la demanda mas alla de lo que ella
formula.
Es en la medida en que se articula a una cadena significante que él puede palpar que el puede faltar en
la cadena de lo que el es. Es por la virtud del significante que puede acceder a su propia relación con la
muerte.
Freud nos dice que la aspiración del paciente en ultimo termino va a estrellarse en una nostalgia
irreductible, sobre el hecho que, de ningún modo, él podrá ser ese falo y por no serlo él no podrá tenerlo
mas que a condición de penis-neid en la mujer y castración en el hombre.
Eso es lo que conviene recordar al analista que se encuentra en posición de responder a quien le
demanda felicidad. Haber llevado a su termino un análisis es haber reencontrado, chocado rudamente
con ese limite que es donde se plantea toda problemática del deso. Es extrayendo en todo instante su
querer los falsos vienes, despojando la vanidad de sus demandas y agotanddo la vanidad de sus dones.
Lo que conquista el sujeto en el análisis es su propia ley. Aceptación de algo que ha comenzado a
articularse antes que el en las generaciones.
Lo que el analista tiene para dar, contrariamente al parteneire del amor, es eso que el tiene. Su deseo
advertido, el deseo del analista. Es imposible en el psicoanalista, si su deseo esta advertido que
consienta en detenerse en el señuelo.
Las metas morales del psicoanálisis.
Siempre esta velado las metas morales del análisis. Promover la normalización psicológica incluye la
moralización racionalizante. Freud en El malestar en la cultura, formula que la forma bajo la cual se
inscribe la instancia moral en el hombre es todo menos racional, es el superyó, que tiene una economía
por la cual cuanto mas sacrificio se la hace mas exigente deviene. No podemos olvidar este desgaro,
esta amenaza del ser moral en el hombre.
Hacerse el garante de que el sujeto puede encontrar su bien en el análisis es una suerte de estafa.
No hay razón para ser los garantes del sueño burgues.
La funcion del deseo debe permanecer en una relación fundamental con la muerte. Freud, hablando de
la angustia, designio como el fondo sobre el que se produce su señal, el desamparo en el que el
hombre en esta relación consigo mismo que es su propia muerte, no puede esperar ayuda de nadie.
Al termino del análisis el sujeto debe alcanzar y conocer el campo y el nivel de la experiencia del
desasosiego absoluto a nivel del cual la angustia ya es una protección.
Edipo no tuvo complejo de Edipo, se castiga por una falta que no cometio. Huye de aquellos a quienes
cree sus padres y quieriendo evitar el crimern, lo encuentra. Tampoco sabe que se acuesta con su
madre. El tratamiento que se inflinge es de renuncia a aquellos mismo que lo cautivo. Fue engañado por
su acceso a la felicidad. Edipo no muere de la muerte de todos, una muerte accidental, sino de la
verdadera muerte, en la que el mismo tacha su ser. Se sustrae el mismo al orden del mundo. Edipo nos
muesrta donde se detiene la zona limite de la relación con el deseo. En toda experiencia humana, esta
zona es siempre arrojada mas alla de la muerte, porque el ser humano común regla su conducta sobre
lo que hay que hacer para no arriesgar la otra muerte. Primum vivere.
Lo que el análisis articula es que, en el fondo, es mas comodo padecer la interdicción que exponerse a
la castración. Que el superyó nazca en el momento en que decline el Edipo quiere decir que el sujeto
incorpora su instancia. Si incorporamos al padre para ser tan malvados con nosotros mismos es quizás
porque tenemos muchos reproches que hacerle a ese padre.
La castración, la privación y la frustración son cosas diferentes. La frustración es el asunto propio de la
madre simbolica, el responsable de la castración es el padre real y a nivel de la privación es el padre
imaginario. Veamos la funcion de estas piezas en el declinar del Edipo y la formación del superyó.
Por un lado el padre como castrador y por otro el padre como origen del superyó. Esta distinción es
esencial en Freud. El padre ral es castrador porque su presencia es la del personaje ante el cual el niño
esta en rivalidad con el por la madre. Es el gran jodedor. Es alrededor de la experiencia de la privación
que realiza el niño pequeño, que se fomenta y forja el duelo del padre imaginario. Ese padre imaginario
es el fundamento de la imagen providencial de Dios. La funcion del superyó es odio de Dios, reproche a
Dios por haber hecho tan mal las cosas. Tal es la verdadera estructura del complejo de Edipo.
La castración que esta en el horizonte y no se produce en ningún lado. Lo que se efectua esta
relacionado con el hecho de que ese órgano, de ese significante, el hombrecito es un soporte pobre y
que aparece mas bien privado de él. Aquí entrevemos la comunidad de suerte con lo que experimenta
la niña, quien se inscribe de modo mas claro en esta perspectiva.
Se trata de ese vuelco en que el sujeto se percata de que su padre es un idiota o un ladron, un simple
tipo. La funcion del padre es ser un mito, únicamente NdP, nada mas que el padre muerto.
El hombre hace siempre la experiencia de su deseo por algún franqueamiento del limite. El deseo de
Edipo es saber la clave del deseo. El deseo en el hombre es el deseo del Otro, el deseo de desear.
Para el hombre común, en la medida en que el duelo del Edipo esta en el origen del superyó, el doble
limite, de la muerte real arriesgada a la muerte preferida, asumida, al ser-para-la-muerte, solo se le
presenta bajo un velo (Jones dice que es el odio).
El limite exterior que es el que retiene al hombre en el servicio del bien es el temor. Entre ambos yace
para el hombre el ejercicio de su culpa, reflejo de su odio por el creador que lo hizo tan débil e
insuficiente.
La interiorización de la ley nada tiene que ver con la ley. Es posible que el superyó sirva de apoyo a la
conciencia moral, pero todos saber que nada tiene que ver con ella en lo que concierne a sus
exigencias mas obligatorias.
Las paradojas de la ética.
La ética consiste en un juicio sobre nuestra acción. Solo tiene alcance en la medida en que la acción
implicada en ella tambien entrañe un juicio, incluso implícito.
El análisis aporta algo que se plantea como medida de nuestra acción. El psicoanálisis procede por un
retorno a la acción. La hipótesis freudiana del inconciente supone que la acción del hombre tiene un
sentido oculto al que se puede llegar. Se concibe de entrada la noción de una catarsis que es
purificación, aislamiento de plano.
La ética del psicoanálisis no es especulación que recae sobre la ordenanza, sobre la disposición de lo
que se llama el servicio de los bienes. Implica la dimensión que se expresa en lo que se llama la
experiencia trágica de la vida. En la dimensión trágica se inscriben las acciones y se requiere que nos
ubiquemos en lo tocante a los valores. Tambien se inscribe además en la dimensión clínica.
La relación de la acción con el deseo que la habita en la dimensión trágica se ejerce en el sentido de un
triunfor de la muerte. La dimensión comica esta creada por la presencia en su centro de un significante
oculto, el falo.
El falo no es sino ung significante, el de la huida, del escape, del deslizamiento de la vida a todas las
barreras que se le oponen, que están constituidas por la instancia del significante. Lo patético de esta
dimensión es la contrapartida de lo trágico. Aquí yace la experiencia de la acción humana y una revisión
ética es posible, un juicio ético es posible, que representa esta pregunta con su valor de juicio final: ¿ha
actuado en conformidad con el deseo que lo habita? Esta es una pregunta que no es fácil de sostener.
A ese polo del deseo se opone la ética tradicional de los bienes. Degradación del deseo, modestia,
temperamento, se trata de saber de donde toma ella su medida. Su medida esta marcada siempre de
ambigüedad. El orden de las cosas sobre la que pretende fundarse es el orden de un poder humano.
La moral tradicional se instala en lo que deba hacer en la medida de lo posible (es en lo imposible
donde reconocemos la topología de nuestro deseo).
La inversión que entraña nuestra experiencia pone en su lugar en el centro una medida
inconmensurable, infinita, que se llama deseo. En la medida en que el sujeto se situa y se constituye en
relación al significante se produce en el esa ruptura, esa división, ambivalencia, a nivel de la cual se
ubica la tensión del deseo.
De la única cosa que se puede ser culpable en la experiencia analítica es de haber cedido en su deseo.
Lo que Lacan llama ceder en su deseo se acompaña siempre en el destino del sujeto de alguna traición.
O el sujeto traiciona su via, se traiciona a si mismo, y el lo aprecia de ese modo. O tolera que alguien
con quien se consagro mas o menos a algo haya traicionado su expectativa, no haya hecho respecto a
el lo que entrañaba el pacto.
Algo se juega alrededor de la traición cuando se tolera, cuando, impulsado por la idea del bien, se cede
al punto de reducir sus propias pretensiones y perspectivas. Ahí se encuentra la estructura que se llama
cede en su deseo.
La definición del héroe es aquel que puede ser impunemente traicionado. Esto no esta al alcance de
todo el mundo. Para el hombre común la traición tiene como efecto el arrojo al servicio de los bienes,
pero con la condición de que nunca volverá a encontrar lo que lo orienta verdaderamente en ese
servicio.
No hay otro bien que el que puede servir para pagar el precio del acceso al deseo.
El arroyuelo donde se situa el deseo no es solo la modulación de la cadena significante, sino lo que
corre por debajo de ella, que es lo que somos y lo que no somos, nuestro ser y nuestro no ser, lo que en
el acto de significado, pasa de un significante a otro en la cadena, bajo todas las significaciones.
Para que la sublimación sea posible, hay que pagar con el goce. Este es el objeto que se paga por la
satisfacción del deseo.