Tercera Fase

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TERCERA FASE; Finalización y Contención

 Introducción
En esta última fase del tratamiento ortodóntico se realizan maniobras clínicas y mecánicas que
permiten rectificar las posiciones dentarias individuales en los tres planos del espacio y optimizar
la relación interoclusal para el logro de los objetivos funcionales.
Como hemos visto en los capítulos precedentes, en la primera y segunda fase se realizaron
movimientos dentarios tridimensionales de diferente rango y dificultad. A esta situación se debe el
hecho de que, al final de la segunda fase, los objetivos alcanzados en un caso difieran en las
alcanzados en otro.
Esta disparidad que a veces puede ser considerable, puede deberse a varios factores, entre los que
podemos señalar los siguientes:

 Magnitud de los movimientos realizados.


Esto está en relación directa con las posiciones originales de los dientes, o lo que es lo mismo,
con la severidad de la anomalía.

 Exactitud en la colocación de bandas y brackets.


Si bien en este punto no pueden soslayarse la habilidad y experiencia del profesional, deben
considerarse las dificultades que presentan las malposiciones originales de los dientes y las
variaciones de forma y tamaño de las piezas dentarias del paciente, con respecto a las
medidas promedio sobre las cuales fue diseñada y programada la aparatología de arco recto.

 Precisión en los controles y en las activaciones de la aparatología durante el tratamiento.


Esta técnica ha reducido considerablemente el tiempo de intervención “artesanal” del
ortodoncista, pero no sucede lo mismo con el tiempo destinado a un estricto y preciso control
clínico y visual que deberá realizarse en cada consulta y que tendrá como finalidad la
corrección permanente de los errores que se vayan observando desde el comienzo del
tratamiento, evitando su acumulación u otras veces su persistencia hasta estadios más
avanzados del mismo.

 Respuesta del paciente a la mecánica.


Ya nos hemos referido a las diferentes reacciones al tratamiento en relación al biotipo
facial. Por ejemplo, en los pacientes dolicofaciales cuya musculatura es más débil, se
producen durante el tratamiento movimientos parásitos en una mayor proporción que en
los braquifaciales.
Resumiendo, cuanto más depurados sean los objetivos alcanzados en las fases anteriores,
menos complejas serán las maniobras requeridas en esta. 
Por estas razones creemos que es un error asignar la tercer fase plazos determinados de 4,
5 o 6 meses, porque el periodo necesario para su finalización presentará variantes en cada
caso.
PROCEDIMIENTOS CLINICOS AUXILIARES
Cuando la observación clínica del caso nos indica que la segunda fase está llegando a su fin, deben
realizarse los siguientes procedimientos:

 Montaje en articulador
 Radiografía panorámica
 Telerradiografía y trazado cefalométrico.
Estos elementos nos permitirán estudiar diferentes aspectos del caso, como
veremos a continuación:
a. En los modelos montados en articulador
Al obtener los modelos con impresiones hechas en bocas que tienen la aparatología instalada, se
dificulta la apreciación de las caras vestibulares de los dientes, no así de las caras linguales,
oclusales y bordes incisales.
Las dos últimas constituyen una referencia muy importante para
mejorar la finalización del caso que se realiza en esta fase. 
Se deberán observar los modelos separadamente y en oclusión en
posición de RC, utilizando papel de articular de 8 micras para el registro
de los puntos de contacto.

Este análisis oclusal estudia las posiciones individuales de los dientes en


relación a la oclusión obtenida y nos indicara las maniobras clínicas a
realizar en esta tercera fase, destinadas a optimizar ambos aspectos.
1. Coordinación de los diámetros transversales
Indudablemente, en la gran mayoría de los casos, este aspecto esta o deberá estar solucionado al
llegar la etapa de arcos rectangulares, porque todos los arcos superiores e inferiores utilizados
desde el inicio del tratamiento son arcos coordinados en forma y tamaño.
En casos con leve asimetría esqueletal, para los cuales se optó por una
solución ortodóntica, se puede presentar al alcanzar esta etapa, una falta de
coordinación que podríamos calificar de “posicional” en sentido transversal.
Es decir, existe un leve desplazamiento de un arco con respecto al otro, con
la consiguiente diferencia en el overjet de los caninos y en la relación
interoclusal derecha e izquierda, que requerirá un trabajo de
torques diferenciales para lograr la mejor oclusión posible y
compensar así la asimetría esqueletal existente.
2. Posición dentaria individual en cada una de las arcadas
Al finalizar la segunda fase pueden encontrarse una serie de
situaciones que deben ser solucionadas, por ejemplo, giro versiones,
pequeños diastemas, inclinaciones insuficientes o a veces exageradas
con la consiguiente alteración del paralelismo radicular, de los espacios
interproximal, etc. Estas situaciones están relacionadas con el
posicionamiento de brackets y tubos. Figs. 4.6 A y 4.6 B
Coincidimos con los autores que sostienen que es prácticamente
imposible colocar los brackets desde el inicio con la exactitud necesaria
para lograr un posicionamiento capaz de realizar un movimiento correcto desde el principio al fin.
Y la razón fundamental para esta afirmación, es que en la mayoría de los casos, debemos adherir
los brackets a dientes que se encuentran apiñados, desnivelados, desalineados, inclinados, rotados
insuficientemente erupcionados, sobre erupcionados, y a veces con anomalías volumétricas
considerables.
Si bien estos errores se van manifestando desde el principio del tratamiento y se aconseja
corregirlos durante la primera fase, algunos menos perceptibles persistirán hasta el comienzo de la
tercera fase porque su solución durante la segunda demandaría la interrupción de una secuencia
mecánica planificada, con el consiguiente retraso en el tiempo de tratamiento. Por lo tanto el
primer paso de la tercera fase será el reposicionamiento de los brackets y tubos.

3. Nivelación de los rebordes marginales


Este aspecto está relacionado con el anterior, es decir, con el posicionamiento individual de
cada diente y, por supuesto, con la colocación de los brackets. Fig. 4.7 
Lo mencionamos separadamente con el objeto de enfatizar la necesidad de un estricto control
de caso en este punto, es decir, en la nivelación de los rebordes marginales, por las
implicaciones que tiene en el asentamiento de la oclusión.

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