Primeras Edificaciones de La Ciudad de Mérida

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Primeras edificaciones de la ciudad de Mérida

Primer Plano conocido sobre la ciudad de Mérida de 1776, se conserva en el Archivo


General de Indias en Sevilla; en él se detallan los ríos que circunscriben la ciudad y algunos
puntos notorios de los alrededores tales como San Jacinto, Santa Mónica, Santa Catalina,
Santa Juana y el camino real.

Las primeras edificaciones de la ciudad fueron de precaria construcción, todas cubiertas de


palma. Las casas de tapia y teja comienzan a construirse, casi una década después de la
fundación de la ciudad, en la medida que fueron llegando maestro albañiles y se
establecieron los primeros hornos de alfarería para la elaboración de tejas; uno de ellos fue
el del maestro de albañilería don Juan de Milla. En 1577 se estaba construyendo una nueva
sede para el convento dominico de San Vicente de Ferrer, fundado en 1567; esta fue una de
las primeras edificaciones cubiertas de teja de la ciudad. En 1590 los agustinos hacían los
preparativos para construir el Convento de San Juan Evangelista de Mérida; la iglesia de
ese convento fue construida en 1595 por Juan de Milla. Se trataba de una construcción
modesta pero sólida; la segunda en importancia en la ciudad, después de la Iglesia Matriz.
Las capillas de El humilladero (situada en la hoy llamada Cruz Verde de Milla) y la capilla
de La Soledad, en construcción en 1595, completaban las construcciones religiosas de la
ciudad (1). La casa del Cabildo se comenzó a construir en 1600 y no llegó a concluirse hasta
después de 1613.
Para 1620, todavía existían muchas casas con techos de paja, por lo que el visitador Alonso
Vázquez de Cisneros ordenó que de cada nuevo pueblo de indios, se trasladaran a la ciudad
cuarenta indios, una vez al mes para trabajar en los tejares y servicios domésticos, así como
llevar agua y leña a las casas. El pago a cada indio, equivalente a 24 días de trabajo, fue
señalado en un peso y seis reales de plata, comida y suficiente maíz y carne (2). Para el
siglo XVIII la mayoría de las edificaciones eran de tapia y teja, como lo podemos observar
en el primer plano conocido de la ciudad del año 1776 y en la descripción que se hiciera de
la ciudad de San José de Mérida en 1782, por orden del Comandante Francisco de
Alburquerque a petición del Intendente del Ejército y Real Hacienda D. José de Ávalos:

[La ciudad] “es en mucha parte de caserío de paredes dobles y teja, no echándose menos el
calicanto, por ser las paredes tan durables que admiten dos o tres veces cubierta. Las
fábricas son de mediana construcción, algunas casas de alto y las más de bajo. Las
facilidades de madera, teja y caña permiten a muchos pobres la construcción de sus casillas
de teja; su extensión inclusive arrabales es de barranca a barranca: su latitud de diez y seis a
veinte cuadras. Las principales calles se hallan empedradas para evitar el lodo que con las
lluvias de que es muy visitada se cría. Las cuadras están bien formadas, muy rectas, y cada
una tiene cien varas en cuadro con proporcionada anchura, con que se hacen todas muy
hermosas, y facilitan el tráfico y curso de la gente sin molestia ni tropiezo; tiene en la plaza
su iglesia parroquial de regular construcción; y repartidos en distintas calles los conventos
de Santo Domingo, San Agustín, Monjas de Santa Clara y el suprimido de San Francisco
[…]. Asimismo tiene un mediano hospital y cuatro capillas, ayuda de parroquia en las
entradas de esta ciudad, cuales son, la de Mucujún, la de Milla [la de El Humilladero], la de
El Llano [construida para defender de la intemperie la primera Cruz enarbolada en la
ciudad] y la de El Espejo, todas de teja. A continuación de esta ciudad, mirando al Sur, se
halla un hermoso llano de paja, como de tres cuartos de legua, que sirve de ejidos, y en el
que se mantienen muchos ganados, y bestias de todos estos vecinos. El resto, hasta rematar
esta mesa en una punta aguda, está bien poblado de ingenios de trapiche, en que son
abundantes las cañas dulces y platanales” (3).
La fisonomía de la ciudad con casas de anchos aleros y calles empedradas permaneció casi
inalterable hasta las primeras décadas del siglo XX, al igual que su extensión, que abarcaba
desde la Cruz Verde de Milla hasta la Iglesia de El Llano.

Notas:
1.- Eduardo Osorio. Historia de Mérida: conformación de la sociedad colonial merideña 1558-1602. Mérida.
Universidad de Los Andes. Consejo de Publicaciones, 2005. pp. 229-231.
2.- José Gregorio Araujo Díaz. “Política, sociedad y economía en la evolución política administrativa” En:
Tabay: poblado, gente y costumbres desde sus historia. Mérida: Alcaldía del Municipio Santos Marquina.
Archivo General del Estado Mérida, 2012. p. 106.
3.- “Plan que manifiesta la situación, poblado y terreno de esta ciudad de San José de Mérida ...”. En: Carlos
César Rodríguez. Testimonios merideños. Mérida: Ediciones Solar. Universidad de Los Andes,
Vicerrectorado Académico, 1996. pp. 104-107.

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