La Profesion Jurídica Xii
La Profesion Jurídica Xii
La Profesion Jurídica Xii
JUSTICIA Y PODER
Introducción
En el capítulo XII presentamos los siguientes temas: la profesión jurídica, los jueces,
el sistema de justicia en el Perú; el Poder Judicial en el Estado legal de Derecho; el Poder
Judicial en el Estado legal de derecho.
La profesión jurídica
Según Silva García,1 “la profesión jurídica ha sido materia especial de inspección
teórica, tanto por la sociología de las profesiones, como por la sociología jurídica y, para
ese efecto, las dos especialidades han bebido de las fuentes de la sociología general. Aun
cuando hoy, en parte, varios sectores de la sociología de las profesiones optaron, después
de años de discusión, por abandonar la tarea de conceptualización teórica sobre qué es
una profesión, al considerarla, finalmente, un asunto estéril; a pesar de encontrarse, así
mismo, opiniones en el campo de la sociología jurídica, como la expresada por Niklas
Luhmann, que consideraba la cuestión de la profesión de abogado como un asunto ajeno
a la sociología del derecho.”
Al referirse a los abogados en Lima Metropolitana, en las hipótesis de las que partió
el estudio de Pásara2, sostiene que por una parte, la existencia de dos estratos claramente
diferenciados en la profesión legal y, por otra, las deficientes calidades del ejercicio
desarrollado por los abogados mayoritarios, llega a las siguientes conclusiones:
Conocimiento superficial del caso a su cargo, falta de solidez del razonamiento
jurídico, dificultades para redactar con claridad y precisión un escrito, poca disposición o
incapacidad para negociar como solución de un conflicto y escasa preocupación por servir
el interés del cliente
En cuanto al primer aspecto, el único instrumento que permitió afinar la hipótesis
inicial fueron las reuniones convocadas separadamente con abogados y con
magistrados para discutir el asunto. Estas reuniones confirmaron, como impresión
generalizada, las existencias de los dos estratos profesionales, aunque se introdujo
algunos matices de interés.
Se caracterizó al estrato profesional alto no sólo como mejor formado en derecho
sino como detentador de una mayor capacidad relacional que pone al servicio del cliente
que, en efecto, corresponde a los sectores socioeconómicos más altos. Pero se completó
sustantivamente la formulación de la hipótesis en el sentido de que entre ambos estratos
no existen diferencias en cuanto al uso de medios para obtener el fin
perseguido: ganar el caso. Quizá el énfasis dado a este aspecto por los propios abogados
fue mayor, pero ambos grupos concordaron en que aquello que diferencia a un estrato
profesional del otro no es el echar mano a cualquier medio útil sino el acceso que unos y
otros tienen a determinados medios contactos sociales y de otra naturaleza a diversas
instancias con capacidad de incidir sobre la decisión del caso que tienen bajo su
patrocinio. En segundo lugar, y como factor derivado de los anteriores, las diferencias se
expresarían en el nivel económico de la clientela que pueden obtener.
Al segundo aspecto, referido a las características del ejercicio del abogado litigante
mayoritario, se destinó la mayor carga de los instrumentos utilizados por este estudio. En
esa dirección se constató varios de los rasgos atribuidos por las hipótesis a este ejercicio,
no se pudo verificar algunos y se matizó otros. Según los resultados del estudio, el
abogado no desaconseja ir a juicio, pero tampoco se ha encontrado evidencias suficientes
a favor de la hipótesis de que induce a empezar o mantener procesos.69 Lo que sí ofrecen
es ganar. Además, tanto la encuesta general como, en menor proporción, las entrevistas a
condenados, sugieren que el cliente recibió información legal sobre su caso. Cuán
relevante o precisa era devino en algo que no pudo ser establecido, pero sí se determinó
que su asimilación por los clientes no era muy grande y, en todo caso, se hallaba en razón
directa del nivel socioeconómico, hasta llegar al desconcierto en los sectores más bajos,
tal como ha retratado la narrativa peruana en ellos.
Los jueces
Para Soriano,459 los jueces aparecen como los órganos natos de la eficacia jurídica,
porque constituyen poder del Estado (uno de los tres poderes del Estado), cuya misión es
la protección de las normas de derecho y su reparación, cuando son infringidas. Los jueces
interpretan las normas, antes de aplicarlas, siendo su tarea tan importante en este capítulo
que algunos no dudan en decir que los jueces son cuasi- legisladores, puesto que muchas
normas son imprecisas y ambiguas, y otras remiten al criterio judicial para su
determinación. Los jueces realizan constantemente una doble función interpretativa e
integradora de las normas, que les ponen en el lugar de directos colaboradores de los
legisladores.
Continúa Soriano y afirma que, en efecto, el juez es un órgano de última instancia,
sostiene Soriano,460 que interviene cuando ya se han agotado todos los recursos para
dirimir los conflictos de derecho. Al prestigio cualitativo de las decisiones de los jueces
no acompaña la dimensión cuantitativa de su función resolutoria de conflictos. Son los
jueces órganos residuales con facultades para solucionar los conflictos de derecho. El
ciudadano acude al juez en último extremo, cuando no tiene más remedio, porque le han
fallado otros sistemas de justicia privada y no formalizada: la mediación, la adjudicación,
el arbitraje, etc.
Por otro lado, Pásara461 explica en su primer estudio publicado en el año de 1979,
que la administración de justicia, como objeto de estudio, ha empezado a ser abordada
muy recientemente. La reforma judicial ha sido la ocasión y la posibilidad de enfocar
científicamente el ámbito del aparato del Estado en el cual éste resuelve instituciona-
lizadamente los conflictos sociales. Sin embargo, una de las mayores dificultades al
trabajar sobre esta área es el problema de las fuentes a utilizar: casi ningún análisis previo,
casi ninguna información cuantitativa recogida y ordenada por los propios
administradores de justicia; en mucho, el investigador tiene que construir sus propios
datos para, luego, analizarlos.
El sistema de justicia en el Perú
El sistema de justicia peruano requiere fortalecerse democrática- mente-sostiene
Landa Arroyo,-“que por medio de los mecanismos de selección de los magistrados, pero
también mediante la reorganización funcional de su labor judicial, debido a la crisis de
legitimidad de sus resoluciones jurisdiccionales y a la desconfianza ciudadana. En parti-
cular, la legitimidad del Tribunal Constitucional se gana o se pierde en el proceso de
control constitucional de los actos de los poderes públicos y de la tutela de los derechos
fundamentales. En esta tarea, la naturaleza política del Tribunal Constitucional está
determinada porque sus decisiones tienen efectos políticos, y, porque cabe la posibilidad
de someter a control constitucional las cuestiones políticas. Pese a ello, resulta necesario
que en el Perú, el Tribunal Constitucional reconstruya legítimamente un espacio propio
de competencias como árbitro final y respetando a sus minorías. Por otro lado, el Poder
Judicial carece episódicamente de independencia frente al poder político y los grupos
económicos, así como de la legitimidad ciudadana. Entonces, se torna indispensable
contar con jueces ordinarios con vocación democrática, lo cual implica independencia e
imparcialidad en la toma de decisiones, para respetar la supremacía constitucional y
proteger los derechos fundamentales.”
Sin embargo, cada una de estas naciones europeas posee una historia diferente de la
supremacía parlamentaria. En Francia, habría que remontarla, en parte, a un rechazo
popular profundamente sentido contra el abuso del oficio judicial por los altos tribunales
de justicia bajo el Antiguo Régimen. Estos tribunales —cuyo nombre irónicamente era
“Parlamentos”— imponían su poder de revisión sobre los decretos del soberano,
rehusando
Introducción
La sentencia
La sentencia contiene temas que integran un número determinado de fundamentos
(argumentos), luego de ello, culmina con un punto denominado “Aplicación del Control
Difuso”, que es propiamente la aplicación de los fundamentos precedentes al caso
concreto sobre el que resuelve. En ese sentido, se analizarán los argumentos utilizados
por la Sala agrupados por cada tema desarrollado. Ello, en función de identificar el
empleo de una correcta motivación de la decisión judicial.
El derecho de gracia
El primer argumento que utiliza la Sala es el 1.1 que desarrolla dos supuestos: 1) El
Derecho de Gracia es una supervivencia de la antigua monarquía en la que el Rey era el
soberano de todos los poderes del Estado y 2) Actualmente se cuestiona el ejercicio de tal
facultad por ser incompatible con un Estado de Derecho.
A partir de ambos supuestos antagónicos, la Sala da una solución “equilibrada” a la
que llama “concepción equilibrada” y que consiste en que el derecho de gracia
“debidamente administrado” puede servir para la realización de la justicia material en
aquellos casos en que la estricta e inevitable aplicación del derecho, dé lugar a
resoluciones materialmente injustas o político criminalmente inadecuadas.
Dicha solución, que es una consecuencia de “equilibrar” ambos supuestos, no
resulta coherente, pues desde que se afirma que el derecho de gracia es una
“supervivencia” de un sistema que no sólo no existe en la actualidad, sino que es
reconocido como un sistema negativo (en tanto su característica de concentración de
poder es contraria directamente con el principio elemental del Estado de Derecho de la
separación de poderes), se está determinando implícitamente que la razón de ser de este
derecho ya no es útil a la luz del nuevo modelo de organización democrática.
Entonces, el primer supuesto no resulta un apoyo útil para el argumento de la
solución equilibrada, sino todo lo contrario, es una premisa que apunta a la ausencia de
justificación de mantener una institución como el derecho de gracia.
Igualmente, cuando se hace referencia a que el derecho de gracia “debidamente
administrado” puede servir para la realización de la justicia material en determinados
casos, lo que se hace es utilizar un argumento ciertamente débil 19, ya que se plantea una
justificación “posible”, que no se encuentra comprobada, no al menos en algún punto de
la sentencia (como hubiera podido suceder en el supuesto de que la Sala hubiera citado
algunos casos concretos donde ello sucedió).
De otro lado, los argumentos 1.2 y 1.3 son el soporte del argumento 1.4. Así, el
argumento 1.2 se refiere a la norma constitucional que reconoce la atribución del
La separación de poderes
El primer argumento pese a tener reconocimiento positivo, contiene un principio
que trasciende al plano regulativo, por ser propiamente uno de los fundamentos del
modelo de Estado Democrático: 1- — J ]
Así, el argumento 2.1 se refiere a la regulación constitucional del principio de
separación de poderes. A dicho argumento la Sala adiciona uno: “en el principio de
corrección funcional reside esta disposición, donde cada poder realizar sus fines sin
interferir en los otros”.
Dicho argumento adicional resulta pertinente para efectos del análisis del caso, por
cuanto la separación de poderes entendida en su sentido literal no guardaría
correspondencia con el vigente modelo de Estado de Derecho, en tanto los fines
constitucionales de los Poderes del Estado hace que en algunas ocasiones realicen
funciones que clásicamente no le corresponderían (como por ejemplo que el Ejecutivo
pueda legislar). Bajo esa perspectiva si es pertinente establecer ciertos límites a dichas
nuevas facultades porque es evidente que en una organización funcional puede haber
conflicto entre los Poderes y también entre los diferentes órganos del Estado, y
precisamente para ello cobra sentido la aplicación del principio de corrección funcional
que se refiere a que el cumplimiento de los fines institucionales encuentra su límite en la
interferencia de otros fines legítimos.
No obstante, ambos principios se complementan480 y no es que la separación de
poderes está dentro de la corrección funcional, más aún cuando es harto conocido que el
primero es un principio históricamente aceptado, que como tal es un fin del modelo de
Estado, mientras el segundo es un principio de interpretación constitucional, que
precisamente adecúa al primero a las nuevas exigencias constitucionales del Estado
Democrático de Derecho.
De otro lado, el argumento 2.2 es un apoyo del argumento 2.1, en el sentido que
contiene el fundamento filosófico del principio de separación de poderes.
En consecuencia, en este punto se puede afirmar que el argumento central es el
reconocimiento constitucional del principio de separación de poderes (2.1), cuyos
argumentos de apoyo son su fundamento filosófico (2.2) y su complementación con el
principio de corrección funcional (argumento adicional).
El derecho a la verdad
Principio de Igualdad
El control difuso
Terminando el análisis temático la Sala desarrolla el tema del Control Difuso. En ese
sentido, el primer argumento es el 7.1, que se refiere a la regulación constitucional sobre
la materia, que es una norma de carácter imperativo en el sentido que la preferencia
establecida no es una facultad de los jueces sino un deber, lo que guarda coherencia con
el principio de supremacía constitucional que se encuentra presente en el modelo de
Estado democrático de Derecho.
Dicho argumento contiene además dos argumentos adicionales que fortalecen la idea
central descrita: Es un deber del juez preferir la Constitución ante un conflicto con una
norma de rango legal. Los argumentos adicionales son: 1) La Ley Orgánica del Poder
Judicial señala que dicho control procede incluso respecto de normas de menor jerarquía
y 2) El control difuso ha sido ratificado por el artículo VI del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional. Ambos argumentos únicamente refuerzan la idea central, pues
se refieren a la regulación legal que “ratifica” o “confirma” lo que la Constitución ya ha
establecido, y que por tanto, se aplica directamente21.
Ahora bien, el argumento 7.2 es un argumento de apoyo, pues contiene
jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que es el órgano por excelencia de
21 AI respecto, debe recordarse que en el Estado Constitucional de Derecho una de las características
esenciales es que las normas constitucionales se convierten en normas directamente aplicables.
Siendo ello así, debe dejarse sentado que independientemente de que los argumentos adicionales
existan.
interpretación constitucional, por lo que a diferencia, de los argumentos adicionales
descritos en el párrafo anterior, sí constituye un argumento de refuerzo importante.
El argumento 7.3 es un argumento sostenido por el Tribunal Constitucional, pero
que no se refiere al tema de la confirmación de la norma constitucional o al contenido y
consecuencias del control difuso, sino que tiene que ver con la aplicación complicada de
esta institución por colisionar con el principio de constitucionalidad de las leyes. Sin
embargo, como toda regla, también tiene excepciones, y una de ellas es precisamente la
aplicación del control difuso, porque este tipo de control no se aplica en abstracto, sino
que pasa por un análisis (debidamente motivado) del caso concreto. Asimismo, es una
excepción, pues como se recuerda, la aplicación del control difuso no implica la
derogación de la norma, por no tener efectos generales.
Así, el argumento 7.3 es un argumento de apoyo del 7.1, pues determina los alcances
de la aplicación del control difuso.
No obstante, la coherencia de los argumentos anteriores, al final de esta parte la
Sala incluye el argumento 7.4: el control difuso constituye una facultad de
interpretación que tienen los jueces como inherente a su potestad de inaplicación de
normas. No es firmar como idea central (7.1) que es un deber de los jueces
"Constitución cuando haya conflicto con una norma con "negó señalar que el control
difuso es una potestad del 'te, ello es una contradicción, lo cual se grava con me emplea
la Sala en los siguientes argumentos fia de la potestad de inaplicar normas e 2) 'judicial,
argumentos que no contribuyen en mcia constitucional es una facultad y no además,
significaría la relativización fional, lo cual, como hemos visto, de Estado de Derecho
vigente.
La aplicación del control difuso
22 Principios adoptados por el grupo de Bruselas por la Justicia Internacional en el año 2002, donde se
señala que las medidas de amnistía, de gracia y las demás medidas de perdón, no pueden perjudicar
a las obligaciones impuestas a los Estados por el Derecho Internacional de Investigar los crímenes
graves, de llevar a los presuntos autores ante la justicia y de conceder reparación a las víctimas.
Este principio, señala, no es ningún obstáculo para medidas
Ambos apoyos resultan coherentes porque, al igual que la conclusión anterior
(argumento 7), se reconoce la necesidad de respetar el principio de separación de poderes
y el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, los cuales son útiles para apoyar la idea
central: la interferencia (injustificada) del derecho de gracia en el proceso del señor Jalilie.
El argumento 11 es en realidad un apoyo al argumento de la importancia del respeto
a la tutela jurisdiccional efectiva, por cuanto hace referencia a que el Perú es signatario
de convenciones internacionales contra la corrupción.
Del mismo modo, el argumento 12 también refuerza la idea de la aplicación de la
tutela jurisdiccional efectiva, en tanto señala que la tutela jurisdiccional se concreta con
la sanción efectiva de las personas involucradas en actos de corrupción que hayan sido
declaradas responsables luego de un proceso penal, llevado a cabo con todas las garantías
propias de un Estado de Derecho. Es importante que se haya incluido la condición en la
que también debe llevarse a cabo i r . • • i i i ./ i i ...lili.-!
proceso, que además es el que sostiene a la exigencia de la motivación de las resoluciones.
Es decir, se ha identificado el límite de la aplicación de la sanción por actos de corrupción:
el respeto por el debido proceso.
Asimismo, se ha consignado un argumento de apoyo que constituye la razón de que
se sancionen los delitos de corrupción: Los delitos de corrupción afectan gravemente el
erario nacional, pues afectan la transparencia e igualdad de los ciudadanos en sus
relaciones con el Estado y disminuyen la capacidad competitiva del Estado en el mercado
internacional. Este es un argumento útil, ya que apunta a las graves consecuencias que
acarrea no sancionar los actos de corrupción, cuyos alcances implican la vulneración de
principios constitucionales como el de la igualdad y la seguridad jurídica (disminución
de la capacidad competitiva del Estado en el mercado internacional).
Por su lado, pensamos que el argumento 13 si bien no apoya el sentido de la decisión
final, sí constituye una aclaración pertinente: la sala no se pronuncia sobre la culpabilidad
o inocencia del procesado Jalilie Awapara, toda vez que la ampara el principio de
presunción de inocencia. Para ello, se precisa que únicamente se está cuestionando que
una decisión insuficientemente motivada afecta derechos como el de acceso a la verdad
y a la tutela jurisdiccional efectiva.
El argumento 14 desarrolla propiamente la afectación en el caso concreto del
principio de igualdad. Así, se refiere que la Resolución Suprema afecta el principio de
igualdad ante la ley, puesto que puede legítimamente aducirse que otros procesados se
encuentren en igual o mejor situación jurídica para obtener la gracia presidencial, pero
respecto a los cuales no se ejerce dicha prerrogativa presidencial. Este argumento ya se
encuentra implícito en el tercer apoyo del argumento 7, sin embargo, consideramos que
es adecuado traerlo a colación porque es propiamente en esta parte donde debe estar
ubicado. Cuando se refiere que existen otros procesados en igual o mejor situación
jurídica para obtener la gracia presidencial, en realidad se está planteando una riiPQtinn
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de una gracia presidencial como la que es materia de análisis: un caso que es ciertamente
público (con gran repercusión en la prensa e incluso con procesos y sentencias por parte
de organismos jurisdiccionales internacionales de protección de derechos humanos) y
cuyo resultado en el proceso judicial que resuelve esta sentencia, se encuentra a la
expectativa de toda una población. Ello, lejos de constituir una presión para los
magistrados de la Sala, hace relucir que la Jurisdicción no sólo tiene valoraciones
jurídicas, sino también morales, como es el sentido de la justicia respecto de una situación
de equiparar dos situaciones: la discrecionalidad de la gracia presidencial, que además es
constitucional, y el hecho de que cientos procesados por afectación a bienes jurídicos de
menor intensidad (no delitos de corrupción o derechos humanos) pueden reclamar con
legítimo derecho el otorgamiento de la gracia presidencial.
Por ello, creemos que es correcto haber afirmado como argumento de apoyo que la
discrecionalidad en el ejercicio del derecho de gracia no puede ser interpretada como una
autorización ilimitada siendo que el límite se encuentra en la exigencia de motivación de
la Resolución Suprema. Este límite permitirá resguardar el principio de igualdad, en tanto
los procesados administrados que quieran peticionar la concesión de una gracia podrán
determinar si están en similar situación jurídica que la de un agraciado anterior. Esto en
buena cuenta, es un argumento con contenido moral: la justicia que respalda la vigencia
del principio de igualdad.
Finalmente, la Sala, a partir de todo lo expuesto concluye que la Resolución Suprema es
incompatible con la Constitución y los Tratados Internacionales que amparan el derecho
a la verdad, a la igualdad ante la Ley, el derecho a la observancia del debido proceso y a
la Tutela Jurisdiccional y a la motivación de las resoluciones. Ello, como es lógico es una
conclusión coherente con todo lo anteriormente expuesto, y que responde a la
identificación de cada una de las condiciones en que debe de gracia, que como se ha visto,
implica una decisión jurisdiccional perfectamente legítima amparada en principios
constitucionales.
Por lo expuesto, se puede concluir que la resolución materia de análisis ha
justificado apropiadamente (mediante doctrina, jurisprudencia, legislación nacional e
internacional y un razonamiento coherente de acuerdo a los hechos del caso) cada uno de
los fundamentos que sustentan su decisión, habiendo aplicado un conjunto de normas y
principios jurídicos pertinentes de forma integral, lo que conlleva a determinar la
legitimidad de la resolución. Asimismo, ha tenido en cuenta valores sociales, como la
efectuada al momento de aplicar los principios de igualdad y de justicia, donde equiparó
al caso la situación de miles de presos que probablemente tengan mejor derecho que el
señor Jalilie. En todo caso, más allá de algunas contradicciones que no inciden en el
fundamento central (que se apoya como hemos visto en otras razones plenamente
justificadas), la sentencia ha respetado las reglas mínimas de la lógica deductiva,
cumpliendo además con la función pedagógica de la motivación, en el entendido que esta
decisión marca un precedente en el Perú de una decisión judicial en materia de límites a
una prerrogativa que históricamente se consideraba absoluta, como es el derecho de gracia
(donde no se exigía la motivación).
Conclusiones: