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Universidad la Gran Colombia

Lic. Filosofía e Historia


Platón Aristóteles escuelas filosóficas helenísticas
Rogelio Acebedo
Dennis Santa Bran
1020778663

Filosofía como acto vital

Quien no ha estado en contacto con la filosofía con seguridad y necesidad interna, y no


solo superficialmente por el azar, la considera como la tierra de nadie, una selva virgen
imposible de conquistar; sin embargo, su continua reflexión permite poseer la
convicción de que la sabiduría es vida.

Platón decía que la filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo mismo en torno
al ser, esta, ha ido nutriendo el mundo y a los individuos quienes poseen la facultad de
la razón. Si intentamos definir qué preguntas son filosóficas y cuáles no, podemos intuir
que son los filósofos quienes contemplan a profundidad los problemas del mundo y le
dan sentido a estos.

Más que como cualquier otra ocupación intelectual, podemos percibir la filosofía como
un saber acerca de las formas que nos rodean, como una relación con el mundo y el
ser, por último podemos percibir como una forma para dar cuenta de la vida, y por
tanto, como algo que sucede.

El gran valor literario en la obra de Platón radica en el uso fascinante de la palabra para
expresar las formas de su pensamiento, encuentra expresiones y metáforas acertadas
para así representar su razonamiento, que, además de aportar gran lenguaje a la
filosofía, ha trascendido a su propio tiempo.
Influencia Socrática

Al escoger el diálogo como género literario Platón permite entrever la relación profunda
con la doctrina dialéctica socrática como método filosófico en la que se supera
gradualmente la ignorancia y se libera el alma.

La epistemología es un problema fundamental en el contexto de la polis griega, los


esfuerzos por entender al hombre y al mundo se desplazan de la ϕισις al αντροπος y se
plantea de forma urgente el pensar sobre cómo adquirimos conocimientos.

En ese momento el espíritu democrático ateniense promueve la participación de todo el


pueblo en el progreso así que Sócrates no parecía para platón ser un corruptor de la
sociedad, era por el contrario, como se hace ver en los diálogos, un actor político
preocupado por la formación de sus conciudadanos.

En su defensa, Sócrates, con ironía apenas perceptible por sus interlocutores


construye subversivamente su discurso definitivo sobre la sabiduría humana esencial.
Y aunque se niegue, se encuentra presente en él una estética del discurso, una
retórica, que respecto a los sofistas es despreciada por aparentar un cierto
conocimiento último.

Con la filosofía del no saber, Sócrates parece comprobar que los hombres, y el mismo,
solo aparentan conocer la verdad, que los conocimientos reales y verdaderos no nos
pertenecen, a esto surge la pregunta ¿Sí la sabiduría de Sócrates se sustenta en su
aparente ignorancia se puede hablar de Sócrates como un filósofo de sabiduría
intelectual?

Es así como ganando enemistades, Sócrates fue finalmente condenado a morir.


Galileo, que defendía una verdad científica importante, desdijo de ella con la mayor
facilidad del mundo cuando su vida se puso en peligro. En cierto sentido ¿vale la pena
morir por la verdad? La muerte es el final ineludible, definitivo, ¿Podemos acaso mirar
a la muerte como un bien, siendo esta el escape a todos los males de la vida?

El ser de las cosas

En este punto platón se halla permeado de socratismo y parte hacia un mundo


inteligible para encontrarse con el mismo problema de Parménides y Heráclito, el ser y
el no ser.

Explicar el mundo de una manera dual constituye el centro de la filosofía platónica, a


partir de la cual se separa la cosa de la esencia o de la “idea”, como la denomina
Platón. Las cosas no son, se representan múltiples, variables, precarias, mortales;
mientras que las ideas son únicas, inmóviles, eternas, inmortales.

Lo sensible es susceptible, permeable, como no podemos conocer lo que es real debo


remitirme siempre a lo que es distinto de las cosas concretas. Mientras las cosas
siempre tienden a buscar lo verdadero, lo permanente, la idea por más ejemplos que
empleemos para traerla al mundo sensible, no se agota pues su carácter universal
determina en sí, la esencia

La identidad es uno de los ejes fundamentales para entender la idea, para poder
conocer las cosas en sí se puede hacer uso de la dialéctica, es decir tratar de encontrar
el concepto dentro de la definición, sin embargo, parece ser que todo es una
aproximación, una copia que no muestra la verdad de ser.

La metáfora que plantea Platón sobre la caverna simboliza, a partir de la relación del
hombre con el pensamiento, que el ser verdadero no se encuentra en las cosas del
mundo sensible, pues estas son las sombras del mundo real. El ser verdadero no es
accesible por conocimiento directo, es decir, a través de los sentidos, sin embargo se
conocen de algún modo, habitan en el pensamiento como una forma de reminiscencia.
El problema de las ideas es que al habitar en un mundo inteligible adquieren un sentido
mitológico y una muestra de esto es la fundamentación de la religión cristiana. A pesar
de esto Platón establece como precepto filosófico la diferenciación de la vida común
de la vida filosófica.

El ciudadano y la polis

El pensamiento de Platón, determinado desde su nacimiento, le llamaba por vocación


personal hacia la política, al mismo tiempo que, gracias a la atracción que generaba
Sócrates, se condujo hacia la filosofía; sólo fué hasta la muerte de Sócrates donde
imperaría un interés por la política, en donde basado en la filosofía propone su teoría
del estado para alcanzar un ideal de estado Platónico.

Al ser de origen aristocrático, Platón comprendió que era inherente al filósofo un lugar
en la política y el gobierno de la polis. La polis debía responder a un orden ideal que
planteado racionalmente por el filósofo gobernante, tenía como fin la armonía por
medio de los actos justos.

La justicia como idea platónica fundamenta a las demás virtudes al mismo tiempo que
esta se fundamenta en la idea de bien y en la sabiduría que se tiene de esta, tomando
al bien como la armonía del mundo, el que sabe obra bien y si obra bien es un ser
justo.

Si tomamos en consideración el hecho de que las cosas justas son las que causan y
conservan la felicidad, entonces podemos deducir que la justicia es la virtud perfecta o
la suma de todas las virtudes que dirige a las cosas y a los ciudadanos hacia un bien
común.

La justicia como principio verdadero del mundo sensible es el conjunto de todos los
actos justos, es hacer lo que le es propio al ser, es lo que debería por ley natural una
coordinación entre el hombre y el mundo; actúa por medio de las leyes sobre el estado
quienes de manera axiomática condicionan la libertad de los que son llamados
ciudadanos.

La injusticia es lo que induce al hombre hacia el desequilibrio, a la ambición del propio


enriquecimiento, si el gobierno estuviera en manos de los corruptos, piensa Platón, la
sociedad sería deficiente e injusta, es por esto que los gobernantes deben ser los
austeros filósofos.

Temis, diosa de la justicia, con los ojos vendados como símbolo de imparcialidad
sostiene en una mano la balanza en función del acto de juzgar y establecer la
equivalencia, y en la otra la espada como acompañamiento de la fuerza y la promesa
del castigo. Puesto que la justicia se basa en el equilibrio como principio un intento de
transgresión de esta será castigado severamente, es así como cada cual cumple su
función para con el estado: Justo es que el gobernante gobierne, que el trabajador
trabaje y que el esclavo obedezca.

Referencias:

Platón, Apología de Sócrates


Platón, La república, libro VII

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