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Temas: 

Algunas discapacidades. (Primera parte):


El trabajo con el paciente de Parkinson y Alzheimer. 

Docente: Luis Del Valle 

En esta clase abordaremos por un lado la Enfermedad de Parkinson (EP) y por el


otro la enfermedad de Alzheimer, en ambos casos desde una mirada clínica teniendo
en cuenta, los métodos de tratamientos no farmacológicos y las intervenciones
correspondientes al Acompañante Terapéutico.

Enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson (EP) es un síndrome distónico hipoquinético hipertónico


de carácter crónico y degenerativo, caracterizado por perturbaciones de ciertos

 
 
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movimientos a causa de la presencia de temblores y rigidez. Fue descrita por primera


vez por James Parkinson en 1817. La causa es desconocida, aunque probablemente
deban considerarse tanto factores genéticos y ambientales (exposición a herbicidas, el
consumo de agua de pozo, la exposición a derivados del petróleo, dietas pobres en
vitamina E y C) como psicosociales.

La característica del síndrome es el temblor en las partes distales y la rigidez en las


partes proximales de los miembros. Este temblor, a diferencia del síndrome cerebeloso,
aparece en reposo, por lo que ha dado en llamarse "temblor de reposo", signo que
desaparece durante el sueño.

Los movimientos se caracterizan por ser lentos y pobres (bradicinesia y acinesia). El


paciente pierde los movimientos automáticos que acompañan a la marcha. La
hipomanía aparece como consecuencia de la hipocinesia, presentan aumento de la
apertura palpebral, mostrando como signo lo que se conoce como "cara de máscara".
Su posición al estar de pie es la de inclinado hacia delante, especialmente a la altura
de las cervicales. Cuando el paciente se pone en marcha, lo hace a partir de esta
actitud, con pasos lentos y cortos (braquibasia). Esto no le impide en otros momentos
tener una marcha ligera y aún correr. A pesar de los déficits en los movimientos que
haría suponer en estos pacientes una tendencia a estar sentados, surge lo paradojal de
la enfermedad, presentando acatsia (imposibilidad de estar sentado).

La debilidad muscular no es sólo propiedad de los músculos de la mano, que le


imposibilita escribir; también se extiende a los músculos que entran en juego para la
masticación, fonación (hipofonía) y deglución. Los signos y síntomas anteriores se
observan en una evaluación neuropsicológica en trastornos instrumentales del lenguaje
en su forma de disartria cuando la enfermedad se encuentra en etapas avanzadas, y
alteraciones de la escritura que se observan en producciones micrográficas.

 
 
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Presentan trastornos neurovegetativos como rubor facial, causado por la baja


tolerancia al calor. Los reflejos y la sensibilidad en el paciente con Parkinson son
normales, aunque con el avance de la enfermedad se presentan alteraciones de los
reflejos posturales (dificultad para mantenerse de pie en posición recta, ante el intento
de caminar hacia delante, la cabeza y el tronco se mueven desacompasados con los
pies, provocando en algunos casos caídas de tipo brusco. Ante los posibles cambios de
dirección en la marcha, deben parar y recuperar su postura inicial).

Los trastornos psíquicos que acompañan al parkinsoniano son perturbaciones instinto-


afectivas, con incontinencia emocional, reacciones viscosas, arranques coléricos,
pesadez, impulsiones que adquieren en muchos casos el carácter de conductas
autoagresivas y heteroagresivas. En etapas avanzadas se manifiestan alteraciones
sexuales del tipo de impotencia y trastornos en los ritmos sueño-vigilia con la presencia
de disomnias (insomnio) y parasomnias (pesadillas).

Se ha observado desorganización psíquica que va desde la confusión mental hasta la


psicosis delirante. Aproximadamente un 40% de los pacientes con la enfermedad
presentan depresión y ansiedad; ésta última se manifiesta en la acatisia.

En la etapa avanzada de la enfermedad entre 15 y 25% de los pacientes presentan


procesos demenciales. Amerita un diagnóstico diferencial con la Enfermedad de
Alzheimer (EA) ya que las estrategias terapéuticas son diferentes, aunque no se
descarta la comorbilidad de ambas, pues son relativamente frecuentes en los ancianos.
La demencia de la EA es cortical, y se caracteriza, como ya mencionamos en el
capítulo correspondiente, por pérdida memoria, afasia, apraxia y agnosia. El deterioro
cognitivo de la EP es subcortical y se caracteriza por una bradifrenia o enlentecimiento
de los procesos del pensamiento, síndrome disejecutivo, dificultad para cambiar la
atención mental, falta de iniciativa, apatía, depresión y menos frecuentemente un
síndrome afásico-apráxico-agnósico como en la EA.

 
 
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El tratamiento debe ser transdisciplinario: médico, psicológico, psicomotriz y en algunos


casos es necesario la intervención de terapistas ocupacionales. Los pacientes que
sufren la enfermedad no admiten las limitaciones a las que se ven expuestos. La
impotencia que sienten frente a las actividades que no pueden realizar los lleva a
ahondar más su estado depresivo. Es cierto que dependerá de la estructura de
personalidad y del beneficio primario y secundario que cada uno le otorgue a la
enfermedad.

Desde la mitad del siglo XX se viene utilizando la intervención quirúrgica como uno de
los posibles métodos de abordaje a la enfermedad; en la actualidad, la cirugía es una
alternativa a tener en cuenta en determinados casos en que el tratamiento médico no
consigue controlar los síntomas. Esta es indicada cuando, en fases avanzadas, la L-
dopa y otros medicamentos no llegan a controlarla. Las técnicas quirúrgicas más
sofisticadas y no lesivas, como la estimulación cerebral profunda, mejora
sustancialmente gran parte de los síntomas parkinsonianos. Las tres técnicas
quirúrgicas principales hoy en día son: palidotomía, estimulación cerebral profunda y
transplante de células nigricas fetales (este último debe considerarse de carácter
totalmente experimental) (Kulisevsky Bojarski, 2001).

La EP comienza entre los cuarenta y cinco y sesenta años. La edad de comienzo es un


elemento diagnóstico diferencial importante para distinguir entre este cuadro y el
paciente encefalítico y/o arterioesclerótico. El primero comienza entre los treinta y
cuarenta y cinco y el segundo se inicia generalmente después de los cincuenta y cinco
años. La signosintomatología diferencial se observa a partir del temblor: en el
parkinsonismo encefalítico es menos frecuente en el inicio del cuadro, y en el
arterioesclerótico está ausente. Así mismo debe distinguirse el temblor parkinsoniano
del temblor propio del alcohólico, del histérico y del cerebeloso.

 
 
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Rol del Acompañante Terapéutico en la enfermedad de Parkinson

El AT debe tener en cuenta que los pacientes con EP son muy propensos a la negación
de la enfermedad en su periodo de inicio, es decir que tienden a la falta de aceptación
de la misma, más teniendo en cuenta que la medicación (L-DOPA) compensa la falta
de dopamina producida por la degeneración de la sustancia Nigra o locus Niger
disminuyendo así los síntomas motores. Por este motivo es parte de nuestro rol el
poder acompañar al paciente y facilitar la aceptación de la enfermedad, esto incluye no
solo acompañar al paciente en este proceso sino también a sus familiares.

En la aceptación de la enfermedad y desde los primeros momentos, pueden


presentarse síntomas de depresión en el 40% de los casos, como así también
ansiedad y sentimientos de intranquilidad interior, por esto es fundamental que el AT
realice un abordaje integral del paciente teniendo en cuenta sus potencialidades y
acercándolo a actividades placenteras, pudiendo así conectarlo con aquello que le
brinde satisfacciones y alejarlo del aislamiento. No debemos perder de vista que la EP
es crónica, progresiva y degenerativa, y que el paciente va a ser consciente de esto,
con lo cual para el mismo va a tener un impacto psicológico muy importante el saber
que va a ir perdiendo la posibilidad de realizar, por ejemplo, actividades de la vida
diaria con normalidad, es decir que se ira alterando su autonomía y así su vida
cotidiana, es aquí donde la figura del Acompañante Terapéutico se convierte en un
pilar fundamental desde el cual sostener al paciente desde sus aspectos anímicos y
afectivos. El AT entonces debe contar con una gran sensibilidad para poder ayudar a
afrontar el miedo y facilitar los medios para que el enfermo aprenda a convivir con su
nueva situación.

Es importante brindar al paciente espacios en los que pueda reflexionar acerca de los
nuevos cambios que debe llevar a cabo en su nueva situación de salud; por ello,
debemos facilitar que el paciente exprese sus dudas y temores para una mejor
intervención.

 
 
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Como bien es sabido, el AT trabaja con el paciente como así también lo hace con su
familia, debemos tener en cuenta que el entorno familiar del paciente muy
probablemente presente, angustias, miedos, incertidumbres etc. frente a la EP, por este
motivo el AT debe despejar dudas como así también orientar a la familia para un mejor
manejo con el paciente, no solo teniendo en cuenta las afectaciones motoras sino
también en lo referido a las relaciones interpersonales y aspectos afectivos. Podemos
por ejemplo considerar orientar y o aconsejar a la familia un apoyo psicológico como
así también la participación en grupos de auto ayuda de familiares de pacientes con
EP.

Modalidades de intervención en la enfermedad de Parkinson

Consideraciones generalas

La primera recomendación a tener en cuenta es que se debe conocer los síntomas y


saber que esperar de esta enfermedad, no solo se debe conocer los síntomas físicos
sino también los psiquiátricos como la demencia, depresión y alucinaciones. El lidiar
con los síntomas psiquiátricos es lo que más estrés causa a los cuidadores y familiares
de un paciente con mal de Parkinson.

Tratar de evitar las caídas, uno de los principales síntomas del mal de Parkinson es la
inestabilidad y las caídas, en las personas mayores pueden producir fracturas y otras
lesiones de seriedad. Algunas maneras en que puede ayudar son: motivar al paciente a
utilizar su bastón o andador, asegurarse de que el lugar donde vive esté bien
alumbrado y sin demasiados muebles, instalando barras protectoras, especialmente en
el baño y la cama, y poner una silla en la bañera

Prestar atención a las comidas y cómo come. El paciente con EP es muy propenso a
constiparse. Su dieta generalmente incluye muchos líquidos y mucha fibra. También, se

 
 
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debe prestar atención a su habilidad para tragar. A medida que progresa la


enfermedad, el paciente puede desarrollar dificultad al tragar y correr el peligro de
ahogarse. Por eso comidas blandas y líquidos sería lo más apropiado en las etapas
avanzadas de la enfermedad.

Ayudar a la memoria. La EP también afecta la memoria, así que es conveniente poner


etiquetas a cajones, alacenas y cajas.

Los AT también tienen que cuidarse a sí mismos, porque algunos pueden fácilmente
olvidar que tienen su propia vida e intereses. No solo sucede por la cantidad de tiempo
en el trabajo con paciente con EP, sino por la forma de relacionarse con ellos y por no
poner una distancia profesional necesaria, todo esto facilita “quemarse” (síndrome de
burn out del AT). Por eso es esencial el manejo de la transferencia y
contratransferencia (como hemos visto visto en la clase anterior). El AT debe tener
interacción social y tiempo para él/ella mismo/a en su agenda. Y en el caso que sea
necesario buscar ayuda psicoterapéutica para sobrellevar el rol de AT.

Ejercicios

Si bien los AT no tienen como objetivo trabajar la motricidad, estos serían objetivos, por
ejemplo, de kinesiólogos, traumatólogos, psicomotricistas, a veces estos profesionales
nos piden que continuemos sus objetivos en la vida cotidiana de los pacientes con EP.

Los ejercicios que veremos a continuación deben ser sugeridos y supervisados por
algunos de los profesionales que les enumeré. No pertenece al rol del AT trabajarlo por
su cuenta. Si el AT no está seguro de trabajar de esta forma lo conveniente es no
realizar ninguno de estos ejercicios, puesto que si no se efectúan con sumo cuidado
podrían perjudicar al paciente.

 
 
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Marcha talón y punta

Se colocan cajas de CD como obstáculos en forma de zigzag para que el paciente lo


sobrepase, apoyando primero el talón luego la punta.
Esto es para que el paciente tenga buena sustentación y no corra el agua riesgo de
caerse.

Ejercicios de desplazamiento lateral


Se le dice al paciente que imite nuestros movimientos, ir hacia la derecha e izquierda
en forma lateral.
Este ejercicio permite al paciente moverse en la casa, en lugares más estrechos o para
entrar al baño, levantarse de la cama.

Equilibrio con pelota


Llevar la pelota a diferente direcciones, arriba, abajo, derecha, izquierda, hacia al
frente, hacia abajo.
Con este ejercicio ayudamos a salir de la línea de gravedad, estimulando el apoyo,
tanto en un lado como en el otro.

Ejercicio de baile
Este ejercicio nos ayuda a trabajar el equilibrio. Le pedimos al paciente que repita los
pasos, paso hacia delante, paso hacia atrás, paso al lado izquierdo, paso al lado
derecho, muchos sugieren hacer baile como el tango.

Ejercicio para movilización de tronco y brazo


Ayuda para la ganancia de fuerza en miembros superiores. El terapista y el paciente
tienen que estar sentado frente a frente, ambos agarrando una pelota cada uno. Se le
solicita repita los movimientos que el terapista hace, pelota arriba, pelota a la izquierda,
pelota a la derecha, pelota abajo, descanso.

 
 
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Ejercicios para la rehabilitación de las manos

Oposición:
Con el brazo extendido y la palma hacia arriba (apoyando el brazo sobre una mesa)
tocar la punta del pulgar con la punta de los otros dedos

Separación de dedos:
a) de pie o con el brazo apoyado
b) con la mano abierta, separar los dedos, tanto como sea posible.

Puño sin resistencia:


a) Con el antebrazo apoyado
b) Cerrar lentamente la mano, tanto como sea posible, hasta hacer puño
Puño con resistencia:
a) Con el brazo extendido y apoyado
b) Sujetar una pelota blanda o esponja
c) Apretar y soltar lenta y suavemente, tanto como sea posible hasta hacer puño.

Abanico:
a) Con el brazo extendido y la palma hacia arriba
b) Fijar el antebrazo con la mano contraria
c) Flexionar y extender los dedos en forma consecutiva en movimiento de abanico.

Flexión de muñeca con peso:


a) Con el brazo extendido y la palma hacia arriba
b) Afirmar el antebrazo con la mano contraria
c) Flexionar la muñeca con un peso ligero
d) Volver a la posición inicial

 
 
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Manualidades

1º doblar una hoja de papel, formando un acordeón. Lo haremos de manera gruesa y


delgada.

2º sostener con las dos manos el papel y romperlo por el medio.

3º sostener el papel y partirlo por la mitad, luego hacer el mismo procedimiento con dos
papeles juntos, y luego con tres papeles juntos.

4º con una mano arrugar una hoja de papel, luego descansa y hacer lo mismo con la
otra mano.

Sentado, espalda recta, apoyado en la parte trasera, brazos y manos apoyados sobre
la mesa, las manos a una anchura de los hombros:

Movimientos con plastilina

1º sostenemos la plastilina con las dos manos y la hacemos rodar sobre la mesa
debajo de la palma del paciente, formando una salchicha.

2º los codos sobre la mesa y las manos en alto: tomar la plastilina con la palma de las
manos y formar una salchicha.

3º codos sobre la mesa y las manos en alto: amasar la plastilina y torcerla de un lado a
otro.

4º formar bolas de diferentes tamaños y rodar entre las palmas.

 
 
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5º amasar la plastilina, formando un redondo plano.

6º aplastar una bola de plastilina entre las palmas.

7º rodar con la mano una bola de plastilina apoyando sobre la mesa, unos 20 segundos
y luego cambiar de mano y hacer el mismo procedimiento.

Enfernedad de Alzheimer

En 1907, Alois Alzheimer publicó un informe en el que describía el cuadro clínico de


una mujer que murió a los 65 años tras sufrir una enfermedad que se prolongó durante
seis años. El cuadro debutó con cambios de la personalidad y problemas de la
memoria. La función motora, la marcha, fuerza, coordinación y reflejos permanecían
normales. La enfermedad progresó inexorablemente, después de haber pasado cuatro
años y medio en una institución, presentaba una invalidez total y era incapaz de cuidar
de sí misma.

Alzheimer empleó una serie de colorantes para comprobar si existían alteraciones


patológicas en el cerebro de la enferma y, cuando utilizó una tinción de plata, observó
la presencia de numerosas lesiones que también aparecían, aunque en menor grado,
en los cerebros de los ancianos de más de 70 años.

En la década del cincuenta se aceptaba casi de forma universal que el hombre es tan
viejo como lo son sus arterias y por ello se atribuía un papel preponderante al sistema
vascular cerebral en las alteraciones del rendimiento cerebro-cognitivo característico de
la vejez. En esa época, los pacientes ancianos demenciados eran diagnosticados de
"arterioesclerosis cerebral" o "demencia arterioesclerótica".

 
 
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En los años 60-70, como consecuencia de nuevos descubrimientos sobre


modificaciones histológicas y neuroquímicas que se producen en las demencias
seniles, se revisa esta teoría. Es cierto que en el cerebro de los dementes seniles se
puede detectar una disminución del flujo sanguíneo, sin embargo, ésta es
independiente de la existencia de una arterioesclerosis.
Tomlinson clarificó definitivamente esta cuestión al demostrar que un 72% de los
dementes ancianos presentaban anomalías histológicas de origen degenerativo
característico de la enfermedad de Alzheimer y que sólo un 15% presentaba como
única anomalía varios infartos cerebrales. Posteriormente se realizan otros estudios
patológicos que confirman ese punto. Paralelamente a la realización de estos estudios
anátomo-patológicos, se efectuaron estudios epidemiológicos que evidenciaron la
magnitud del problema.

De esta manera, una enfermedad considerada anecdótica a principios de siglo, se ha


convertido en una enfermedad cuya trascendencia rebasa la esfera personal y, como
decíamos líneas arriba, supone por los gastos sociales que implica, un problema de
salud pública comparable al cáncer.

Curso clínico de la Enfermedad de Alzheimer

El conocimiento actual sobre el curso clínico de la enfermedad de Alzheimer es


bastante limitado. Inicialmente, los pacientes se quejan de olvidar nombres que antes
conocían y recordaban. Es extremadamente difícil determinar si esto representa el
primer estadio de una enfermedad progresivamente demencial o si tales síntomas
representan sólo la manifestación de "olvidos seniles" estables y benignos. La edad de
inicio se ubica alrededor de los cincuenta años, registrándose algunos casos de edad
más temprana, en la que se manifiesta una debilidad perceptiva que, junto con el
empobrecimiento de la expresión verbal y del acervo de conceptos y vocablos, da lugar
a este cuadro tan característico. La persona puede mostrar dificultad creciente para

 
 
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recordar los nombres de personas que recién le han sido presentadas (amnesia de
fijación), puede retener muy poco de un párrafo leído en un periódico. Las actividades
profesionales pueden mantenerse por un tiempo más, sin escapar a las alteraciones
mencionadas que se van intensificando paulatinamente.

Pueden descubrirse déficit de concentración, los pacientes muestran menor


conocimiento sobre eventos recientes, tanto en contexto personal como del medio que
lo rodea. La imposibilidad de incorporar con sentido lo vivenciado en cada momento lo
aleja y lo retira de un mundo compartido. Las alteraciones en la memoria de fijación y
en la de conservación van acentuando sus dificultades mnésicas.

En la anamnesis de mujeres se aprecia siempre como característica el modo


progresivo de perder las facultades de ordenar las tareas domésticas más habituales y
la realización de praxias, con fallas generalmente de tipoideomotor. Lo que al principio
era un trastorno de discernimiento superior cada vez se convierte más en una profunda
demencia general.

La vida afectiva en el primer momento de la enfermedad "parece" ajena a este proceso


e incluso se ha dicho que no está comprometida patológicamente en relación directa
con el síndrome. Si bien los pacientes mantienen interés en sus actividades y en las
relaciones familiares y sociales, se observa un tono depresivo que van inundando
paulatinamente su personalidad y que generalmente es el motivo de consulta.

En la siguiente fase, los pacientes ya no pueden sobrevivir sin asistencia en el ámbito


familiar e incluso se puede presentar la posibilidad de la internación; el paciente no
puede atender sus necesidades básicas.

La desorientación temporoespacial se instala casi con permanencia, aunque se


mantiene la posibilidad de recordar su nombre y el de los seres más cercanos por un
tiempo más, hasta que progresivamente se va también perdiendo esta posibilidad.

 
 
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Lo mismo que en la demencia senil, los estados de confusión e inquietud nocturna son
a veces factores peligrosos que deben ser motivo de hospitalización. Naturalmente no
todos los enfermos muestran la frecuente variedad "amable" de la demencia, al
aumentar la afección se tornan excitables, golpean pueril-mente y presentan períodos
de egocentrismo que lleva a los que lo rodean a una atención permanente. Se vuelven
intransigentes y pendencieros. A veces el cuadro clínico se caracteriza por una
monótona hipocondría, otros desarrollan un delirio de persecución y perjuicio. La
desorientación inherente a los trastornos aperceptivos de grado intenso, junto con la
torpeza mental y los síntomas focales de carácter afásico y apráxico, los fenómenos
reiterativos de la motricidad y de las expresiones verbales, dejan cada vez más
desvalidos a los enfermos.

En períodos posteriores pueden aparecer también trastornos de las vías


piramidales y síntomas extrapiramidales. Anatómicamente se encuentran
incrustaciones y fibrillas de Alzheimer, definiéndola como una enfermedad atrófica
cerebral difusa de circunstancias hereditarias no aclaradas. El cuadro no se
diferencia más que cualitativamente de una demencia senil de edad avanzada y de
los hallazgos clínicos patológicos del anciano normal no demente. Podemos afirmar
que la demencia se caracteriza por el Síndrome de las tres A: Agnosia - Apraxia -
Amnesia.

Fases o Etapas

Podemos considerar tres fases o etapas: Leve, Moderada y Grave.

La fase leve tiene una duración promedio de tres años, aquí puede verse afectada
principalmente la memoria episódica, olvidando, por ejemplo, eventos recientes.
Podemos también observar alteración de la memoria temporoespacial, una disminución

 
 
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en la percepción de su medio ambiente, en su concentración y la presencia de fatiga en


aumento. Es esperable también síntomas de depresión, con cambios bruscos de humor
y apatía, como así también inquietud, agitación y ansiedad.

La fase moderada, al igual que la anterior, tiene una duración promedio de tres años.
Aquí se puede ver afectada de forma progresiva todos los aspectos de la memoria.
Comienzan a aparecer síntomas de Agnosia (alteración del reconocimiento a partir de
una modalidad sensorial, por ejemplo, de un familiar), apraxia (alteración de las
funciones aprendidas, por ejemplo, el vestirse), y afasia (alteración del lenguaje
expresivo, por ejemplo, darse a entender).

Se puede observar también un descuido notorio en su higiene personal, y pueden


aparecer alucinaciones del tipo psicótico, por ejemplo, ver personas que no existen o
escuchar ruidos que nadie oye.

En la fase grave se puede ver una marcada afectación de todas las facultades
intelectuales.

Al acentuarse los síntomas cerebrales, comienzan a verse afectados el tono muscular


(presentándose rigidez y temblores), pueden aparecer episodios de epilepsias.

El paciente pude no reconocer a sus familiares y en algunos casos presenta la


imposibilidad de reconocer su propia imagen en el espejo. Se lo observa apático,
pudiendo también presentar cierta pérdida de respuesta al dolor.

 
 
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Rol del Acompañante Terapéutico en la enfermedad de Alzheimer

El AT no debe perder de vista que con la afectación del plano cognitivo es muy
probable que aparezcan síntomas de depresión, con lo cual hay que trabajar en vista
de evitar síntomas como la abulia, el aislamiento, la baja autoestima, etc.

Uno de los aspectos relevantes que debemos tener en cuenta es el trabajo orientado a
mejorar la funcionalidad del paciente en la vida cotidiana, para esto podemos abordar
tres planos fundamentales:

1) Actividades básicas de la vida diaria (ABVD), estas tienen que ver con el auto
cuidado y le posibilitan a la persona una autonomía mínima y así poder evitar la total
dependencia en otro.
Ejemplo de estas son: La alimentación, el aseo, vestirse, etc.

2) Actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), estas posibilitan una adaptación


al entorno, otorgándole al paciente autonomía.
Ejemplo de estas son: Realizar y recibir llamadas telefónicas como también recordar el
número, cocinar, manejo del dinero, tomar medicamentos, hacer las compras.
Debemos tener en cuenta que la familia, en la mayoría de los casos, limita en estas
actividades a los pacientes y esto impacta directamente en la autoestima de estos
últimos.

3) Actividades expansivas (AE), aquí tenemos en cuenta la expresión de deseos, falta


de iniciativa para realizar actividades placenteras, actividades lúdicas, sociales.

A la hora de llevar adelante nuestro rol debemos tener en cuenta las siguientes
consideraciones:

 
 
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Al realizar las diferentes actividades con el paciente con EA no buscamos instruirlo o


reeducarlo, si bien dichas actividades van a tener un sentido terapéutico, debemos por
sobre todas las cosas generar un espacio placentero para el mismo. Las actividades
además de ser placenteras, deben conectarse con los gustos del paciente, y no
representar mayor complejidad para llevarlas adelante, así podremos propiciar por un
lado su adhesión a las mismas y por otro la posible frustración que implica el no poder
realizarlas.

La evolución del cuadro hace que el paciente valla perdiendo habilidades en su vida
cotidiana, debemos motivarlo para que siga participando de la misma, alentando y
valorando cada acción que pueda llevar adelante como así también proponerle tareas
simplificadas que pueda sostener en el tiempo, por ejemplo, que ordene su cuarto, su
ropa, o que guarde la mercadería en los lugares correspondientes.

Teniendo en cuenta su vida social, en importante saber que el paciente con EA disfruta
realmente de los momentos y espacios tranquilos y a los que estaba acostumbrado
previo al inicio del cuadro. Podemos entonces retomar actividades como por ejemplo,
tomar mates, café después de las comidas, realizar salidas en grupo o en familia, o
sostener la visita regular de un ser querido.

Por otro lado, debemos considerar los espacios de descanso como un espacio
terapéutico más. Todas las tareas que proponemos en esta clase y las que se pueden
llevar adelante con los pacientes, les van a demandar energía tanto psíquica como
física, por este motivo consideramos importante aceptar los espacios de descanso en
los que no se hace nada y donde la ternura y muchas veces el silencio nos permite
conectar afectivamente.

Por último, debemos tener en cuenta que, si bien nuestro principal objetivo es siempre
mejorar la calidad de vida del paciente, no debemos perder de vista que podemos
colaborar en descomprimir las relaciones familiares, es decir mejorarlas proponiendo

 
 
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por ejemplo acercamientos placenteros, como así también entendiendo que la familia
en la mayoría de los casos se siente desbordada, por esto es importante comprender y
contener tanto al paciente como así también a su entorno familiar.

Tenemos que priorizar que los pacientes, son personas con necesidades, sentimientos
y deseos.

Modalidades de intervención en la enfermedad de Alzheimer

Técnicas para mejorar la memoria

El trabajo se orienta a ejercitar y mejorar tanto la memoria reciente, como favorecer el


mantenimiento de recuerdos más lejanos.

• Repetición de números o palabras para ejercitar la memoria inmediata.

• Juegos de memoria con tablillas de imágenes distintas.

• Juegos de memorización de palabras o frases.

• Ejercicios para recordar acontecimientos y noticias.

• Recordar hechos cotidianos como la comida o lo que se hizo el día anterior.

• Apoyarse en material visual y verbal, como una canción o frase hecha, para
evocar recuerdos remotos. Así se realizan ejercicios de memoria biográfica y
acciones relacionadas con los datos personales del paciente, como nombres
de familiares, número de teléfono o lugar en el que vive.

 
 
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Técnicas para estimular la orientación

Tanto para mejorar el conocimiento que el enfermo de Alzheimer tiene sobre el ámbito
espacio-temporal en el que se desenvuelve, como los datos sobre la propia persona.

La técnica más sencilla es la de realizar al paciente preguntas básicas para mejorar la


orientación en tres sentidos: temporal, espacial y personal.

• Orientación temporal: preguntas sobre el mes, año, día o estación en la que


nos encontramos o por festivos determinados.

• Orientación espacial: cuestiones sobre la ciudad, el barrio o incluso el


domicilio en el que se encuentra.

• Orientación personal: sobre el nombre del enfermo, su fecha de nacimiento o


incluso si está casado.

Esta técnica se refuerza mediante el uso de ayudas gráficas como calendarios, relojes
o mapas, para ayudar así también a mejorar el nivel de atención.

Técnicas para estimular el lenguaje

Para optimizar la capacidad verbal del paciente debe trabajarse tanto en el lenguaje
oral como escrito. Los ejercicios encaminados a estimular esta área son:

• Descripción de imágenes, hechos, láminas o situaciones.


• Ejercicios de lectura y escritura. Mediante dictados, copias o descripciones.
Centrándose en frases, palabras o sílabas.
• Asociación de palabras y complementar familias de palabras.
• Completar palabras.

 
 
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• Ejercicios de repetición de palabras, letras, frases o números. La repetición


es más importante cuanto mayor es el deterioro del paciente.
• Denominación de los objetos cotidianos, incluso de la comida que hay en la
mesa o el nombre de familiares.

Técnicas para mejorar las gnosias

Se debe ejercitar la percepción y reconocimiento tanto de formas como de


características físicas de personas y objetos, de forma visual, táctil y auditiva. Algunos
ejercicios a tener en cuenta son:

• Reconocimiento de letras y números en relieve.


• Tocar objetos cotidianos para reconocerlos.
• Reconocer e imitar sonidos. Realizar sonidos de objetos cotidianos o
animales, por ejemplo.
• Reconocimiento facial de familiares, conocidos y de personajes famosos.
• Reconocimiento de colores. Nombre de los colores, asociar los objetos con
su color tradicional.
• Reconocer imágenes gráficas, mediante asociación de imágenes y palabras,
fotografías, letras, números. Apoyarse en láminas para el reconocimiento de
objetos cotidianos.

Comunicación
Tratar de comunicarse con una persona que tiene la enfermedad de Alzheimer puede
ser un reto. Entender y ser entendido puede ser difícil.

Utilizar palabras sencillas, frases cortas y un tono de voz amable y tranquilo.

 
 
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Evitar hablarle a la persona que sufre de Alzheimer como si fuera un bebé o hablar de
él o ella como si no estuviera presente.

Reducir las distracciones y el ruido, como la televisión o la radio, para ayudar-le a la


persona a concentrarse en lo que usted le está diciendo.

Mirar a la persona a los ojos y llamarla por su nombre, asegurando que tiene su
atención antes de hablarle.

Permitirle suficiente tiempo para responder. No interrumpirle.

Si la persona con Alzheimer está luchando por encontrar una palabra o comunicar un
pensamiento, tratar amablemente de proporcionarle la palabra que está buscando.

Tratar de presentar las preguntas de una manera positiva y sencilla.

Prestar atención a las preocupaciones de la persona, aunque sea difícil entenderla.

Actividades
¿Qué hacer durante todo el día? Encontrar actividades que las personas que sufren de
Alzheimer puedan hacer y les interese, puede ser un desafío. Usar las habilidades que
la persona posee actualmente generalmente funciona mejor que tratar de enseñarle
algo nuevo.

Hay que evitar esperar demasiado de la persona, proponerse objetivos “humildes”,


progresivos. Las actividades sencillas a menudo son las mejores, sobre todo cuando se
usan las habilidades que la persona posee actualmente.

 
 
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Ayudar a la persona a empezar una actividad. Dividir la actividad en pequeños pasos y


elogiar espontáneamente a la persona por cada paso que complete.

Estar pendiente de señales de agitación o frustración en el curso de la actividad y


ayudarle amablemente a tolerar ese estado.

Incorporar en su rutina diaria las actividades que la persona parece disfrutar e intentar
hacer las actividades a una hora similar cada día.

Tratar de incluir a la persona con Alzheimer en el proceso total de la actividad. Por


ejemplo, a las horas de comida, animarla a ayudar en la preparación de la comida, a
poner la mesa, apartar las sillas o guardar los platos. Esto puede ayudar a mantener
las habilidades funcionales, realzar el sentido de control personal y aprovechar
eficazmente el tiempo disponible.

Aprovechar los centros de servicios para el cuidado de adultos (centro de jubilados,


sociedades de fomento) durante el día, los cuales proporcionan varias actividades para
la persona con la enfermedad de Alzheimer.

Ejercicios
Incorporar el ejercicio dentro de la rutina diaria proporciona beneficios tanto a la
persona que tiene Alzheimer como a quien la atiende. No solamente puede mejorar la
salud, sino que también puede convertirse en una actividad constructiva que ustedes
dos pueden compartir.

Pensar en una actividad física que pueda disfrutar con nosotros, como caminar, nadar,
jugar tenis, bailar o trabajar en el jardín. Determinar la hora del día y el lugar donde ese
tipo de actividad funcionaría mejor.

 
 
23

Ser realista con sus expectaciones. Comenzar despacio; por ejemplo, realizar un paseo
corto alrededor del patio, antes de dar una vuelta alrededor de la cuadra.

Estar pendiente de cualquier molestia o señales de esfuerzo excesivo, para no saturar


al paciente.

Permitirle a la persona tener tanta independencia como sea posible, aún si eso significa
un jardín imperfecto o un juego de tenis sin puntos marcados.

Los centros comerciales de su localidad a menudo proporcionan un lugar para caminar


cuando hace mal tiempo.

Animar a la persona a realizar actividades físicas. Pasar tiempo afuera cuando el clima
lo permita.

Alucinaciones y delirios

A medida que la enfermedad avanza, las personas pueden sufrir alucinaciones y/o
delirios. Las alucinaciones ocurren cuando una persona ve, oye, huele, saborea o
percibe algo que no existe. Los delirios son creencias falsas que la persona piensa que
son ciertas.

A veces, las alucinaciones y los delirios son señales de una enfermedad física. Tomar
nota de lo que la persona está experimentando, informar al equipo terapéutico (en
especial al psicólogo).

Evitar discutir con la persona sobre lo que ella ve u oye. Tratar de responder a los
sentimientos que la persona está manifestando. Tranquilizarla si la persona tiene
miedo.

 
 
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En los momentos de brote (o crisis alucinatoria y/o delirante) intentar que el paciente
desenfoque esa situación y que focalice en otra actividad, tema o situación que el
paciente pueda tolerar. A veces, cambiar de ambiente, por ejemplo, ir a otro cuarto o
salir a caminar puede ayudar.

Cerciorarse que la persona está segura y fuera de peligro y que no tiene acceso a
ningún objeto que podría usar para hacerse o hacerle daño a alguien.

Seguridad en el hogar
Los AT que trabajan con pacientes que sufren de la enfermedad de Alzheimer
frecuentemente tienen que evaluar sus casas de diferente forma para identificar y
corregir riesgos de seguridad. Crear un ambiente seguro puede prevenir muchas
situaciones peligrosas y estresantes.

Se pude proponer instalar cerraduras de seguridad en todas las ventanas y puertas


exteriores, sobre todo si la persona tiene tendencia a deambular. Quitar las cerraduras
de las puertas del baño para impedir que la persona se encierre accidentalmente.

Usar picaportes con seguro, como los usados para la protección de los niños, en los
gabinetes de la cocina y en cualquier otra parte donde se guarden productos de
limpieza u otros productos químicos.

Poner etiquetas a los medicamentos y guardarlos con llave. También poner los
cuchillos, encendedores, fósforos y otros objetos de “riesgo” en un lugar seguro y fuera
de alcance.

Mantener la casa ordenada. Quitar las alfombras de piso sueltas y cualquier otra cosa
que pueda contribuir a una caída.

 
 
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Asegurar que la iluminación sea buena tanto dentro como fuera de la casa.

Estar pendiente de cuestiones relacionadas a la seguridad en la cocina y prevenir


cualquier cosa que represente un peligro, por ejemplo, que a la persona con Alzheimer
se le olvide apagar la hornalla después de cocinar. Es decir, prevenir quemaduras o
incendios.

Verificar que se guarde cualquier cosa que pueda representar un peligro, tanto dentro
como fuera de la casa.

Visitas a una persona que sufre de Alzheimer

La socialización es fundamental para cualquier ser humano. Las visitas son importantes
para las personas que padecen de la enfermedad de Alzheimer. Ellos no siempre
pueden recordar quiénes son las personas que los visitan, pero el contacto humano es
valioso.

Aquí hay algunas ideas para compartir con alguien que esté planeando visitar a una
persona que sufre de esta enfermedad:

Planeare que reciba visitas para la hora del día en la que la persona que sufre de
Alzheimer se sienta mejor.

Que las personas que lo visiten traigan consigo algo que sirva para realizar algún tipo
de actividad, como algo conocido para leer o álbumes de fotografías que puedan ver,
pero esté listo para descartar la actividad si es necesario.

Manténgase calmado y sosegado. Evite usar un tono fuerte de voz o hablarle a la


persona como si fuera un niño.

 
 
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Respetar el espacio personal del paciente.

Procurar establecer contacto visual y llamar a la persona por su nombre para conseguir
su atención.

Recordarle delicadamente a la persona quién lo está visitando, si parece que no lo


reconoce.

No discutir si la persona está confundida. Responder a los sentimientos que le están


siendo comunicados.

Que las visitas no se ofendan si la persona con Alzheimer no los reconoce, se porta
bruscamente o le responda de manera enojada. La persona está reaccionando así
porque está confundida.

En esta clase hemos realizado un acercamiento al cuadro de Parkinson y Alzheimer


teniendo en cuenta los aspectos más relevantes en el quehacer y formación del
Acompañante Terapéutico en Discapacidad, de esta forma se ha hecho un recorte
teniendo en cuenta los contenidos pertinentes.
Debido a la complejidad de los temas tratados, los invito a despejar cualquier tipo de
duda en el foro de la clase del campus.

 
 
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Bibliografía

 Alberca, R. (1998) Heterogeneidad de la enfermedad de Alzheimer. En la


enfermedad de Alzheimer y otras demencias. R Alberca y S. Lopez-Pouza (eds)
Editorial Panamericana. Madrid 1998.

 Hoehn, M M. Yahr MD (1976). Parkinsonism: on set, progresión and mortality.


Neurology. 17: 427-422.

 Risueño, A.E. (2000) Neuropsicología. Cerebro, Psiquismo, Cognición. Buenos


Aires: Erre Eme.

 
 

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