Las Flores Del Mal

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Las flores del mal

Las flores del mal


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AL LECTOR

El pecado, el error, la idiotez, la avaricia,


nuestro espíritu ocupan y el cuerpo nos desgastan,
y a los remordimientos amables engordamos
igual que a sus parásitos los pordioseros nutren.

Nuestro pecar es terco, la contrición cobarde;


cómodamente hacemos pagar la confesión,
y volvemos alegres al camino enfangado
pensando que un vil llanto lave todas las faltas.

En la almohada del mal es Satán Trismegisto1


quien largamente mece nuestro hechizado espíritu,
y el preciado metal de nuestra voluntad
este sabio alquimista2 por completo evapora.
1
Satán Trismegisto: relación de Satán con
Hermes Trismegisto, sabio egipcio, creador
de la alquimia y el hermetismo. Trismegisto
significa el tres veces grande y se considera
que posee el don de la triple sabiduría: física,
mental y espiritual.
2
alquimista: persona que se dedicaba a la
transmutación de los metales. Como el alqui-
mista Hermes Trismegisto, Satán Trismegisto
posee la sabiduría para dicha transmutación.
En este caso es «el preciado metal de nuestra
voluntad» el que se evapora.
Charles Baudelaire
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¡El Diablo3 los hilos que nos mueven sujeta!


Encontramos encantos en cosas repugnantes;
hacia el Infierno damos un paso cada día,
sin horror, a través de tinieblas que hieden4.

Igual que un libertino pobre que besa y come


el pecho torturado de una antigua ramera,
robamos al pasar un placer clandestino
que exprimimos con fuerza cual a vieja naranja.

Preso y hormigueante, como un millón de helmintos5,


un pueblo de Demonios nos bulle en el cerebro,
y cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
baja, río invisible, con apagadas quejas.

Si el estupro, el puñal, el veneno, el incendio,


no bordaron aún con sus gratos dibujos
el banal cañamazo de nuestra suerte mísera,
es que nuestra alma, ¡ay!, no es lo bastante osada.

Pero entre los chacales, las panteras, los linces,


los simios, las serpientes, los buitres y escorpiones,

3
Diablo: la presencia del Diablo como acom-
pañante del camino es una constante en el
poema y relaciona a Baudelaire con el sata-
nismo de los poetas románticos. El mal es
una realidad que conforma nuestra vida. Alu-
sión al descenso al infierno que nos recuerda
el viaje de Dante.
4
hieden: desprenden olor malo y penetrante.
5
helmintos: gusanos.
Las flores del mal
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los monstruos aulladores, gritadores, rampantes6,


en el infame zoo de nuestras corrupciones,

¡hay uno más malvado, más inmundo, más feo!,


Aunque no gesticule ni lance grandes gritos,
gustosamente haría de la tierra un desecho
y dentro de un bostezo al mundo engulliría;

¡Es el Hastío! — El ojo lleno de involuntario


llanto, sueña cadalsos, mientras fuma su pipa.
Lector, tú ya conoces a ese monstruo exquisito,
¡Mi semejante, — hipócrita lector, — hermano mío!

Aproximación a la lectura

Este poema que abre el libro es toda una declaración de inten-


ciones. Ya en el título predominaa la función apelativa. En la pri-
mera estrofa aparece laa causa del Spleen o Hastío: «El pecado, el
error, la idiotez, la avaricia…». El satanismo y el mal aparecen
como parte inherente de la vida, nos acompañan desde la cuna y
están siempre acechantes. Pero entre todos los fantasmas y mons-
truos, sin duda, nos dice el poeta que el Hastío es el peor. El Has-
tío o Spleen, llamado así por la anglomanía de la época, es el tema
que estructura el libro, como hemos visto en la introducción.

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rampantes: enumeración de animales noci-
vos, imagen de los fantasmas de nuestras
almas como diría Victor Hugo.
Spleen e ideal
Las flores del mal
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II

EL ALBATROS

Por divertirse, a veces, los marineros cogen


algún albatros, vastos pájaros de los mares7,
que siguen, indolentes compañeros de ruta,
la nave que en amargos abismos se desliza.

Apenas los colocan en cubierta, esos reyes


del azul, desdichados y avergonzados, dejan
sus grandes alas blancas, desconsoladamente,
arrastrar como remos colgando del costado.

¡Aquel viajero alado qué torpe es y cobarde!


¡Él, tan bello hace poco, qué risible y qué feo!
¡Uno con una pipa le golpea en el pico,
cojo el otro, al tullido que antes volaba, imita!

Se parece el Poeta al señor de las nubes


que ríe del arquero y habita en la tormenta;
exiliado en el suelo, en medio de abucheos,
caminar no le dejan sus alas de gigante.
7
albatros, vastos pájaros de los mares: los
albatros son aves marinas de una gran enver-
gadura, de plumaje blanco y alas muy largas
y estrechas.
Charles Baudelaire
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Aproximación a la lectura

Retoma el mito romántico del poeta como ser superior, in-


comprendido en su tiempo y por sus contemporáneos. En este
poema, el albatros, majestuoso en su hábitat pero humillado y
caricaturizado fuera de él, se convierte en símbolo del poeta. La
identificación aparece en la última estrofa «El poeta se parece al
príncipe de las nubes».
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III

ELEVACIÓN

Por sobre los estanques, por sobre las montañas,


los valles y los bosques, las nubes y los mares,
y más allá del sol, del éter, más allá
de los confines de las esferas de estrellas,

ágilmente te mueves, oh, tú, espíritu mío,


y cual buen nadador extasiado en las ondas,
alegremente surcas la inmensidad profunda
con voluptuosidad inefable y viril.

Vuela lejos, muy lejos, de estos miasmas infectos;


vete a purificar en el aire más alto,
y bebe, como un puro y divino licor,
ese fuego que colma los límpidos espacios.

Detrás de los hastíos y los vastos pesares


que cargan con su peso la brumosa existencia,
feliz aquel que puede con vigorosas alas
lanzarse hacia los campos luminosos, serenos;

y cuyos pensamientos, tal las alondras, hacia


los matinales cielos un vuelo libre emprenden.
—¡Que sobre el ser se cierne, y entiende sin esfuerzo
la lengua de las flores y de las cosas mudas!
Charles Baudelaire
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Aproximación a la lectura

Este poema es un vuelo purificador del espíritu que desea libe-


rarse del plano terrenal. El espíritu libre, sin trabas se eleva y vue-
la «Lejos, muy lejos» por encima de la mediocridad de este mundo.
Constituye la versión positiva de EL Albatros y supone una tran-
sición entre este y Correspondencias. El último verso resume el
tema del poema siguiente.
Las flores del mal
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IV

CORRESPONDENCIAS

La Creación es un templo de pilares vivientes


que a veces salir dejan sus palabras confusas;
el hombre la atraviesa entre bosques de símbolos
que le contemplan con miradas familiares.

Como los largos ecos que de lejos se mezclan


en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la luz, como la noche vasta,
se responden sonidos, colores y perfumes.

Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,


dulces tal los oboes, verdes tal las praderas
—y hay otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

que tienen la expansión de cosas infinitas,


como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes de sentidos y espíritu.

Aproximación a la lectura

Se considera uno de los poemas más representativos del libro


y en general del simbolismo y la estética de Baudelaire. El autor
Charles Baudelaire
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piensa que el mundo visible refleja lo invisible, sin embargo, so-


lamente el artista es capaz de ver estas conexiones. El hombre re-
corre la naturaleza como si se tratara de un bosque de símbolos.
En los tercetos, las sinestesias ponen en juego todos nuestros sen-
tidos para de nuevo insistir en esa dualidad que nos lleva por un
lado hacia la inocencia, la pureza, el ideal y, por otro, hacia el vi-
cio y la destrucción.

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