Espiritualidad Del Mec
Espiritualidad Del Mec
Espiritualidad Del Mec
Entre los elementos de espiritualidad que todo MECE tiene que hacer suyos
sobresale la oración. La oración tanto personal como litúrgica y de grupo, es un
deber de todo MECE. Jesucristo, evangelio del Padre, nos advierte que sin Él no
podemos hacer nada (cf. Jn 15, 5). Él mismo en los momentos decisivos de su vida,
antes de actuar, se retiraba a un lugar solitario para entregarse a la oración y la
contemplación, y pidió a los Apóstoles que hicieran lo mismo. Esta vida intensa de
oración debe adaptarse a la capacidad y condición de ministro, de modo que en las
diversas situaciones de su vida pueda ir siempre «a la fuente de su encuentro con
Jesucristo para beber el único Espíritu» (1 Co 12,13). En este sentido, la dimensión
contemplativa no es un privilegio de unos cuantos en la Iglesia; al contrario, los
MECES deben tener una espiritualidad orientada a la contemplación de las
verdades fundamentales de la fe: los misterios de la Trinidad, de la Encarnación
del Verbo, de la Redención de los hombres, y las otras grandes obras salvíficas de
Dios.
A tener una gran vocación altruista de servicio hacia quien sufre que le hace
buscar tener tiempo disponible, sin excesos en los compromisos pastorales, con una
formación adecuada y conocimiento de la vida de los enfermos.
Por ser la Eucaristía el sacramento de la presencia de Cristo que se nos da porque nos
ama, el MECE ha de ser testigo fervoroso de la presencia de Cristo en la Eucaristía.
Que la Eucaristía, presencia viva y real del amor trinitario de Dios, les inspire ideales
de solidaridad y los haga vivir en comunión con sus hermanos más necesitados.
El concilio Vaticano al respecto enseña que «Cuando la Iglesia suplica y canta
salmos, está presente Él mismo, que prometió: “Donde están dos o tres
congregados en mi nombre ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20; Cfr. SC
7)».
En resumen:
¿cuáles son los elementos indispensables para mantener la
espiritualidad del MECE?
1. La Eucaristía.
Cuidar que no falte la participación consciente y activa del Domingo y las más veces
que se pueda entre semana.
2. La Palabra de Dios.
3. El sacramento de la reconciliación.
Mantenerse en gracia.
Buscar el sacramento.
Cuidar de que los enfermos estén confesados según ellos mismos lo soliciten.
4. El amor a María.
Con todo esto, creo que no hay nada más que añadir.
P. Alfredo
* Basado en una de las reflexiones mensuales que tenía para los MECES de la
parroquia de Fátima en Cd. de México.
en marzo 28, 2020
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Etiquetas: Espiritualidad, Reflexión