Hora Santa Misionera
Hora Santa Misionera
Hora Santa Misionera
Hermanos y hermanas, hemos sido convocados por la acción del Espíritu a encontrarnos con Jesús
Sacramentado en esta tarde. En un encuentro íntimo y a la vez comunitario, nos unimos en oración al Señor
Jesús, Dios de la vida. Nos presentamos ante Ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. En
esta noche estamos aquí como Iglesia Parroquial, Iglesia Diocesana, como Iglesia de América, como Iglesia
Universal, como Iglesia Misionera. Queremos adorarte, queremos permanecer en tu presencia, queremos
escucharte. Ayúdanos a ser tu Iglesia Misionera, que sabe meditar, adorando y amando tu Palabra, para
transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Señor entramos en tu presencia sacrosanta adorando tu cuerpo, tu sangre y tu divinidad. Con una actitud
amorosa de cercanía y encuentro contigo queremos permanecer junto a ti meditando tu palabra y
experimentando tu amor y tu ternura hechos presentes en la eucaristía. Y en tu nombre, padre, hijo, y espíritu
santo, viviremos esta hora santa, haciendo de cada instante un acto de adoración continuo y de agradecimiento
por tantas bendiciones recibidas.
Remedia nuestros males y aflicciones, da a tu iglesia paz y consuelo y al papa fortaleza y bendiciones y a todos
los sacerdotes del mundo entero extiende tu fe santa en este suelo para que unidos con tu amor los corazones
logremos adorarte en el cielo.
Amen.
ACTO DE PERDÓN:
Lector: En estos tiempos difíciles que vivimos, en los que debemos tener un corazón lleno de tu amor,
reconocemos públicamente nuestros pecados y te decimos, Jesús Eucaristía: Perdónanos, Señor.
Lector: Por no haber encontrado tiempo para orar. Por haberte rezado algunas veces sólo por costumbre, sólo
con la boca y no con el corazón.
T. Perdónanos, Señor.
Lector: Por darnos por satisfechos en nuestra vida espiritual con poco, sin profundizar más en nuestra fe y en
nuestra vocación misionera.
T. Perdónanos, Señor
Lector: Por no haber respondido con fidelidad al amor que esperaba de mí mi familia, mis amigos, mi apostolado.
T. Perdónanos, Señor.
Lector: Por mis omisiones y flojeras en el quehacer misionero al que todos estamos llamados desde nuestro
bautismo.
T. Perdónanos, Señor.
Lector: Por haber comprometido a la Iglesia con mis actitudes contrarias al Evangelio.
T. Perdónanos, Señor.
Lector: Por nuestra falta de fe, de ardor en las cosas pequeñas de cada día, por nuestra apatía en la conquista
de las almas, por no haber defendido los derechos de tu Reino.
T. Perdónanos, Señor.
Lector: Por nuestros pecados y los pecados de todos los adolescentes y jóvenes del mundo entero.
T. Perdónanos, Señor.
Canto Renuévame
Lector 1: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, al mensajero que trae
la buena nueva, que pregona la salvación, que dice a Sión: "Tu Dios es Rey"! Escucha: Tus centinelas alzan la
voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor, que retorna a Sión. Prorrumpan
en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén. Descubre
el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones. Verá la tierra entera la salvación que viene de nuestro
Dios. (Is 52, 7-10)
Momento de silencio
Lector 2: Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra: vayan,
pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
y enseñándoles a guardar todo lo que Yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo” (Mt 28, 18-20).
Momento de silencio
Lector 3: El sentido profundo de toda vocación viene dado por la misión. Nuestra vocación y misión como
seguidores de Jesús es testimoniar el amor, que es lo más grande que posee el corazón del ser humano, y,
esto conlleva la renuncia, tomar cada día la cruz y seguirlo. La misión hasta los confines de la tierra exige el
don de uno mismo, la entrega generosa en la vocación que nos ha sido dada por nuestro buen Dios.
PETICIONES
Guía: Por intercesión de tu Santa Madre, te presentamos Jesús Pan de vida, las necesidades de nuestros
hermanos con esta suplica: Todos: Guía en nosotros el espíritu misionero.
1. Por el continente africano y todos los que realizan la misión evangelizadora, para que fortalecidos por la
gracia y sabiduría del Espíritu continúen ofreciendo la ayuda fraterna y solidaria, dando respuesta a los desafíos
de las situaciones sociales y políticas, reflejadas en la pobreza y la migración. Oremos. Todos: Guía en
nosotros el espíritu misionero.
2. Por el continente americano, para que la fe en Jesucristo dinamice la esperanza y la valentía profética para
seguir trabajando por la paz, la justicia y el respeto a la dignidad de todos. Oremos. Todos: Guía en nosotros
el espíritu misionero.
3. Por el continente europeo, para que el Espíritu del Señor haga renacer la experiencia profunda de la fe, el
sentido de trascendencia, y la sensibilidad para recobrar la memoria histórica del patrimonio espiritual con el
que cuentan. Oremos. Todos: Guía en nosotros el espíritu misionero.
4. Por el continente de Oceanía, para que en apertura y respeto a las diferentes culturas se comparta la alegría
del Evangelio, el plan salvífico de Dios para su pueblo. Oremos. Todos: Guía en nosotros el espíritu
misionero.
5. Por el continente asiático que camina hacia su propia identidad, transformándose en Iglesia evangelizadora
para sí misma y para los demás, desde la pureza de un corazón que busca a Dios a través de la meditación y
la contemplación. Y por quienes son perseguidos a causa de la fe en Cristo y su compromiso a favor de los que
sufren. Oremos. Todos: Guía en nosotros el espíritu misionero.
6. Por el fin de la pandemia, acudimos a Ti en esta situación de sufrimientos y angustias, y buscamos refugio
bajo tu protección. Consuela a los que lloran por la pérdida de sus seres queridos, sostén a aquellos que se
encuentran angustiados, infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto. Permite que esta
dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Oremos. Todos: Guía
en nosotros el espíritu misionero.
7. Por todos nosotros que hemos escuchado el llamado a la misión, para que vivamos respondiendo con
generosidad, alegría y esperanza nuestro ser discípulos y misioneros, colaborando con el proyecto del Reino
de Dios en el aquí y el ahora que nos toca vivir. Oremos. Todos: Guía en nosotros el espíritu misionero.
Guía: Jesús Eucaristía, Pan Partido para dar vida al mundo, gracias porque nos has llamado a seguirte, porque
nos invitas constantemente a escucharte, a permanecer a tu lado, a compartir la vida contigo.
1: Jesús Eucaristía, Pan Partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a la conversión,
vigorizándonos para dejarlo todo e ir tras de Ti, cambiando nuestra forma de pensar y de vivir, aceptando la
cruz de cada día, que es tu misma cruz; en la conciencia de que morir es alcanzar la vida.
2: Jesús Eucaristía, Pan Partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a conocerte, amarte y
servirte; porque nos acompañas a través de la vida sacramental fortaleciendo nuestra conversión inicial.
3: Jesús Eucaristía, Pan Partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a vivir en comunidad,
participando de la vida de la Iglesia, en el encuentro con los hermanos, en una vida fraterna y solidaria.
4: Jesús Eucaristía, Pan Partido para dar vida al mundo, gracias porque nos llamas a compartir con otros, la
alegría de ser enviados, gracias porque compartiendo tu misma misión nos haces constructores del Reino.
Cultiva en el corazón de los jóvenes el sublime ideal de entregarse al servicio de los demás.
Sostén el ánimo de aquellos que abandonándolo todo, cumplen tu mandato de ir por el mundo anunciando la
Buena Nueva.
Amén.
Bendición Eucarística
Oremos
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas
venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente
en nosotros el fruto de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.