ANECDOTAS

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ANECDOTAS

HUELLAS DIVINAS

SABIDURIA

Solo una fruta para tres hambrientos

Cuenta una historia que en cierta ocasión tres jóvenes se perdieron en la montaña. Estaban a
punto de morir de hambre cuando encontraron una fruta en un árbol. El problema era que solo
una fruta no parecía ser suficiente para alimentarse los tres. Entonces decidieron orar a Dios para
que les ayudara a solucionar el problema.

Dios al oir aquella súplica, quizo probar la sabiduría de ellos, les habló y le preguntó a cada uno
qué querían que hicera para solucionar el problema.

El primero respondió: «Haz que aparezca más comida en el bosque». Dios le contestó que esa era
una respuesta sin sabiduría, pues no debía esperar que la solución a los problemas apareciera
mágicamente.

Entonces dijo el segundo: «haz que esta fruta crezca para que sea suficiente para todos». Dios le
dijo, no es sabio pedir que las cosas se multipliquen de la nada, pues el hombre no se conforma y
siempre quiere más, sin hacer ningún esfuerzo.

El tercer joven dijo: «Mi Señor, quita nuestro orgullo y haznos pequeños para que esta fruta
alcance para todos». El Señor respondió: «Has pedido bien, pues cuando el hombre se humilla y se
empequeñece delante de mi, verá la prosperidad»

EL ULTIMO HOMBRE QUE LO SABIA TODO

Albert Einstein, considerado por algunos el más grande genio de todos los tiempos, era un
admirador de Thomas Young. Este fue un niño prodigio. A los dos años aprendió a leer y a los
cuatro había leído la Biblia dos veces. A los catorce años sabía griego y latín, pero además estaba
familiarizado con el francés, el italiano, el hebreo, el caldeo, el siríaco, el samaritano, el árabe, el
persa, el turco y el árabe. Fue el primero en resolver parcialmente los jeroglíficos egipcios.
(especialmente la Piedrade Rosetta). En 1802 propuso la teoría ondulatoria de la luz.

Por si fuera poco; también hizo contribuciones científicas importantes en diversos campos como la
visión, la mecánica de sólidos, la energía; la fisiología, el lenguaje, la armonía musical y la
egiptología. Hacia el final de su vida; Young había escrito 63 artículos en la Encyclopaedía
Britannica, entre ellos «Languages», en que compara la gramática y el vocabulario de cuatrocientos
idiomas. No es extraño que se lo haya considerado como «la última persona que lo sabía todo».

Si alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos
generosamente sin menospreciar a nadie (Santiago 1: 5)

¿Quiere decir el versículo anterior que si le pedimos a Dios, nos hará tan inteligentes como Thomas
Young? Podría, pero quiere damos algo diferente que es aún mejor, por más que te cueste creerlo.
Nos quiere dar sabiduría.
La sabiduría y la inteligencia son cosas distintas. Salomón era tanto inteligente (como los eruditos)
como sabio. La sabiduría que Salomón pidió es descrita en 1 Reyes 3: 9 como la capacidad «para
distinguir entre el bien y el mal». En pocas palabras, la capacidad para tomar buenas decisiones
(puedes comparar con Sant. 3: 13-16). Es lo más valioso que Dios nos puede dar. Porque esta
capacidad es fundamental Para que seamos felices en esta tierra y para que vayamos al cielo.

LA HISTORIA DE UN TURISTA

Es la historia de un turista que estaba de paso por la ciudad de Varsovia, Polonia. Entonces
aprovechó para concertar una cita con un rabino famoso por su sabiduría.

Cuando llegó al hogar del rabino, el turista quedó asombrado al notar la sencillez de la casa y el
poco mobiliario: una sola habitación con una mesa, una silla, una pequeña cama y muchos libros.
No pudiendo ocultar su asombro, preguntó:

—Rabino, ¿dónde están sus muebles?

—¿Dónde están los suyos? —respondió el rabino.

—¿Los míos? —respondió sorprendido el turista—. Solo estoy de paso.

—Pues yo también estoy de paso —replicó el rabino.

«De paso». Esta es una manera muy apropiada de describir nuestro lugar en este planeta.

Claro está que no es este el mensaje que trasmiten los comerciales de la televisión. La idea que se
nos quiere vender es que necesitamos consumir más, cada vez más. «Cuanto tienes, tantos vales»,
es el mensaje que nos bombardea a diario.

¿Qué enseñó nuestro Señor al respecto? Exactamente lo contrario: «Cuídense ustedes de toda
avaricia —dijo— porque la vida no depende del poseer muchas cosas» (Luc. 12:15).

LA PERSONA MÁS FELIZ DEL MUNDO

Se cuenta que Solón, considerado uno de los siete sabios de la antigua Grecia, visitó un día al rey
Creso, que lo llevó a conocer los tesoros de Sardis. Al terminar la visita, Creso preguntó al gran
sabio:

-Dime, Solón, ¿quién crees que es la persona más feliz del mundo?

El rey, que se sentía muy orgulloso de sus riquezas, se acomodó en su sillón con una sonrisa en los
labios, para oír la respuesta. Estaba seguro de que Solón lo nombraría a él como el hombre más
feliz del mundo.

-Tellus de Atenas fue la persona más feliz del mundo -respondió Solón, para sorpresa del rey
Creso-. Tellus tuvo una muerte gloriosa en el campo de batalla, y por eso creo que no ha existido
nadie más feliz que él.

-Muy bien -concordó el rey-. Pero Tellus está muerto. Después de él, ¿quién es la persona más feliz
del mundo?
-Dos hermanos que conozco, que cuidaron con mucho cariño a su mamá cuando estaba muy
enferma.

Un poco decepcionado porque no lo mencionara a él, el rey Creso preguntó:

-¿Y yo? ¿No te parece que yo soy la persona más feliz del mundo?

-Majestad, nunca diga que una persona es la más feliz del mundo si todavía es joven y no lo ha
vivido todo. Hasta que termine su vida, o esté cerca de terminarla, no se puede saber qué pasará.
Usted cree que es del todo feliz porque tiene oro y plata, pero existen cosas más importantes que
el oro y la plata.

¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? —San Marcos 8:36

Creso quedó intrigado con la respuesta de Solón hasta que, un día, Sardis fue tomada por los
persas, quienes capturaron al rey, lo ataron y lo encadenaron a una estaca. Cuando iban a matarlo
quemándolo en la hoguera, cayó un aguacero que apagó las llamas. “Aunque ahora no tengo nada,
soy feliz, porque estoy vivo”, reconoció Creso en ese momento. Entendió que las cosas no dan la
felicidad.

Lo que nos hace felices es vivir agradecidos a Dios por lo que nos da, y usar nuestra salud para
hacer cosas que lo honren.

SABER ENVEJECER

Una mujer de 92 años era trasladada a una residencia de ancianos, tras un largo tiempo de espera
para ser aceptada en aquel lugar. A pesar de estar totalmente ciega, aquella anciana inspiraba
aliento a todos lo que trataban con ella.

Una joven se le acercó, la tomó del brazo y le pidió que la acompañara. Mientras subían en el
elevador, la anciana pidió a su acompañante que le explicara cómo era su nueva habitación.

Cuando la joven terminó de darle todos los detalles, la ancianita exclamó: «¡Me encanta!». La
joven se extrañó, porque sabía que la señora no podía ver, así que le preguntó: «¿Cómo puede
estar segura de que le encanta, si no la ha visto?».

La mujer respondió: «Si me gusta o no, no depende de cómo estén arreglados los muebles, sino de
cómo esté arreglada mi mente. Ya he decidido que me gusta, porque esa es una decisión que tomo
cada mañana cuando me levanto. Puedo pasar el día pensando en las dificultades que tengo o
sentirme agradecida por facilidades que me han dado».

Corona de honra es la vejez que se encuentra en el camino de la justicia. —Proverbios 16:31

UN NUEVO LETRERO PARA EL JOVEN CIEGO

Un jovencito ciego acostumbraba pedir limosnas a la entrada de un centro comercial. Todos los
días se le podía ver ahí, con un pequeño sombreo que le servía para recibir las monedas, y un
cartel que decía: «Soy ciego. Por favor, regálame una limosna». Así pasaban los días, hasta que
ocurrió un hecho interesante.
Resulta que un hombre se le acercó y, después de echarle unas monedas, agarró el letrero y
escribió unas palabras en la parte de atrás. Luego lo colocó de modo que la gente leyera el nuevo
mensaje. Al poco rato el sombrero comenzó a llenarse de monedas con rapidez inusual.

Al final de la tarde el hombre que había escrito el nuevo mensaje regresó para ver qué tal iban las
cosas. Entonces el joven ciego aprovechó para preguntarle.

—¿Qué hizo usted para que la gente me diera más dinero?

—Solamente cambié el letrero que usas para pedir ayuda.

—¿Y qué escribió?

—Escribí: «Este es un hermoso día, pero yo no puedo verlo».

Ambos letreros pedían ayuda, pero el segundo tenía una pequeña y a la vez gran diferencia. Le
recordaba a todos que tenían la bendición de poder ver y que debían sentirse agradecidos por ello.

Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle
gracias, alaben su nombre. —Salmo 100:4, NVI

Muchas veces nos levantamos y nos acostamos sin siquiera detenernos un segundo para agradecer
las miles de bendiciones que caen del cielo sobre nosostros. Poder escuchar la risa de nuestros
niños, poder sentir el olor de nuestra comida, contemplar el verdor de los árboles y el azul del
cielo.

Y es que a veces damos tanta atención a nuestros problemas o necesidades que no nos queda
espacio para disfrutar las bondades que recibimos.

Haz una pausa hoy, y todos los días, para contemplar las cosas buenas que tienes a tu alrededor y
dale gracias a Dios por cada una de ellas, puedes hacerlo con una oración, con un canto, un
poema, etc. Te darás cuenta que tenemos miles de razones por las cuáles estar felices y
agradecidos.

HISTORIA: EL NIÑO QUE QUISO COMPRAR UN PERRITO

Una historia muy conmovedora cuenta sobre un niño que pasaba frente a una tienda de mascotas.

Entre todos los animales había una manada de cachorros de perro. El niño se detuvo a preguntar
cuánto valían. El vendedor le respondió que cada uno costaba 75 dólares.

El niño a penas contaba con cinco dólares en su bolsillo, así que pidió al vendedor que le
permitiera al menos acariciarlos un rato. El señor le dijo que sí podía hacerlo.

Mientras jugaba con ellos se dio cuenta que uno de los cachorros cojeaba y no podía correr detrás
de los otros. Curioso le preguntó al hombre sobre la situación.

—Nació con un problema en la cadera, —le contó— y no podrá caminar normal en toda su vida.
El niño, con ojos entusiasmados le dijo —¿Me lo puedes vender por cuotas?, te daré los cinco
dólares que tengo y vendré cada mes a abonar unos diez dólares hasta completar los 75.

El hombre sonrió al ver su ternura y le dijo. Este cachorrito no está en venta, nadie querría pagar
algo por él. Si tú lo quieres y prometes cuidarlo, te lo puedes llevar gratis.

El niño puso cara de enojo y respondió: No lo quiero gratis, tampoco quiero que me lo vendas más
barato. Este perrito vale tanto como los demás.

El hombre muy sorprendido le advirtió que el perro necesitará cuidados especiales y que no sería
fácil para él.

El niño inmediatamente levantó su pantalón, dejando al descubierto su pierna artificial, y le contó


que usaba una prótesis ya que había perdido su pierna debido a una enfermedad. Este perrito
necesitará alguien que lo pueda entender y eso no le hace valer menos que los otros.

El vendedor no pudo contener las lágrimas y le dijo: Llévalo, luego me pagas el resto. Espero que
todos estos cachorros puedan tener un dueño como tú.

A cambio de ti entregaré hombres; ¡a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres
ante mis ojos precioso y digno de honra. —Isaías 43:4

¿Te sientes abatido, menospreciado? ¿Crees que eres menos importante que otras personas?
Quizás porque ves que hay otros con mejores habilidades, con más conocimiento que tú. Tal vez tu
apariencia te preocupa, o alguna discapacidad física te hace sentir diferente al resto.

No importa la razón que sea, si ahora mismo te sentías desanimado, no dudo que la historia
anterior ya te ha hecho reflexionar.

Dios te ha creado con sus propias manos y sabe muy bien el valor que tienes. No importa si has
caído tantas veces, si creías que el Señor ya se dio por vencido contigo, déjame decirte que no.

Si Dios envió a su único Hijo a sufrir y morir de forma cruel en este mundo, es porque sabe que tú
lo vales y quiso hacer todo lo necesario para rescatarte, y está dispuesto a pulirte y hacerte brillar
hasta que todo el mundo vea tu verdadero valor.

Solo debes creer y aferrarte a su mano poderosa. No vales más, ni vales menos que nadie. Acepta
que eres una piedra preciosa y deja que Dios complete en ti una obra majestuosa que pueda ser
testimonio para todos, del amor incondicional de Dios.

También recuerda que debemos ser humildes y empáticos con todas las personas. Aprendamos a
tratar a todos por igual con amor y comprensión. Seamos nosotros las manos de Dios en la tierra
para abrazar y llevar esperanza a aquellos que están sufriendo, así como nosotros una vez fuimos
rescatados.

DE UN TRONCO IMPERFECTO A UNA OBRA DE ARTE


Después de una fuerte tormenta, un árbol frondoso y centenario cedió y cayó quedando con las
raíces de fuera, casi al instante un leñador que andaba cerca en el bosque llegó y comenzó a cortar
la madera. Era tan grande el árbol que aquel leñador necesitó de la ayuda de sus compañeros.

Al final se logró obtener la mejor madera del árbol, solo la parte del tronco con las raíces quedo
sobrando, el leñador decidió llevarlo a su casa, aunque le pareció que no serviría de mucho.
Pasaron los días y aquel tronco estaba tirado, soportando el sol y la lluvia en las afueras de la casa.
Un día pasó un hombre y vio aquel tronco, se acercó y le pregunto al leñador si podía vendérselo.
El leñador le contestó: este tronco no me sirve para nada, se lo regalo, puede llevárselo.

En el momento aquel hombre pidió que le llevaran ese tronco a su casa y agradeció al leñador por
el gentil regalo. El hombre era un importante escultor. Al tener aquel rústico tronco en su casa,
comenzó a tallarlo y esculpirlo, tardó días y logró hacer una hermosa obra de arte que llegó a
venderse a un precio impensable.

Él escultor vio más allá de lo que todos podían ver en aquel pedazo de madera, vio lo que podía
llegar a ser después de transformarlo: una obra perfecta.

estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta
el día de Jesucristo; Filipenses 1:6

En más de alguna ocasión hemos visto como los gobiernos o empresas comienzan a clasificar a las
personas según su nivel económico, educativo y social y quizás nos hemos sentido excluidos o que
no aplicamos a un nivel importante.

Promesas Bíblicas: Jeremías 31:9

Personajes Bíblicos: Jacob

La factura llega tarde o temprano

Personajes Bíblicos: Raquel

¿Qué escogerías: una mansión o un sepulcro?

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Tenemos que recordar que Dios ha visto en nosotros algo que nadie ha podido ver. Al enviar su hijo
a dar su vida por nosotros nos mostró el verdadero valor que tenemos. Valemos la sangre del Hijo
de Dios, él pagó en aquella cruz todo por nosotros y con su gracia nos sigue perfeccionando
diariamente hasta hacer su mayor obra de arte en nuestras vidas.

Si quizás has vivido pensando que no vales nada y todos te han excluido, no olvides que Dios ha
dado todo por ti y para él tú vales mucho. Él será fiel en perfeccionar su propósito en tu vida.

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