Habilitar La Narrativa
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narrativa
PID_00279944
Xavier Artigas
Xavier Artigas
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CC-BY-NC-ND • PID_00279944 Habitar la narrativa
Índice
1. Realidad y ficción.............................................................................. 5
1.1. La temporalidad del mito ........................................................... 5
1.2. Transmedialidad .......................................................................... 6
1.3. Ámbitos finitos de significación ................................................. 9
2. Performatividad................................................................................. 11
2.1. Realidades solapadas ................................................................... 11
2.2. La experiencia colectiva .............................................................. 12
2.3. Silencio y aislamiento ................................................................. 13
2.4. Poner el cuerpo ........................................................................... 15
Bibliografía................................................................................................. 19
CC-BY-NC-ND • PID_00279944 5 Habitar la narrativa
1. Realidad y ficción
«Se podría escribir todo un libro sobre los mitos del hombre moderno, sobre las mitolo-
gías camufladas en los espectáculos de que gusta, en los libros que lee. El cine, esa “fá-
brica de sueños”, vuelve a tomar y utilizar innumerables motivos míticos: la lucha entre
el Héroe y el Monstruo, los combates y las pruebas iniciáticas, las figuras y las imágenes
ejemplares (la “Joven”, el “Héroe”, el paisaje paradisiaco, el “Infierno”, etc.). Incluso la
lectura comporta una función mitológica: no sólo porque reemplaza el relato de mitos
en las sociedades arcaicas y la literatura oral, todavía con vida en las comunidades rurales
de Europa, sino especialmente porque la lectura procura al hombre moderno una “salida
del Tiempo” comparable a la efectuada por los mitos. Bien se “mate” el tiempo con una
novela policíaca, o bien se penetre en un universo temporal extraño, el representado por
cualquier novela, la lectura proyecta al hombre moderno fuera de su duración personal
y le integra en otros ritmos, le hace vivir en otra “historia”.»
Pero a pesar de esta observación brillante, la «salida del tiempo» que nos aporta
una lectura o el visionado de una película no es comparable a la del mito.
1.2. Transmedialidad
incluso, sería el público quien podría llegar a completar las historias y con-
vertirse entonces en colectivo�coautoral. Jenkins nos habla en este sentido
de comunidades�de�conocimiento, las cuales pondrían en práctica con los
dispositivos transmedia aquello que en el año 2000 el filósofo tunecino Pierre
Levy denominó inteligencia�colectiva. Hablaremos de ello más adelante.
«La narración transmediática se refiere a una nueva estética que ha surgido en respuesta
a la convergencia de los medios, que plantea nuevas exigencias a los consumidores y de-
pende de la participación activa de las comunidades de conocimientos. [...] Para experi-
mentar plenamente cualquier mundo de ficción, los consumidores deben asumir el papel
de cazadores y recolectores, persiguiendo fragmentos de la historia a través de los canales
mediáticos, intercambiando impresiones con los demás mediante grupos de discusión
virtual, y colaborando para garantizar que todo aquel que invierta tiempo y esfuerzo lo-
gre una experiencia de entretenimiento más rica.»
«Cualquier persona que tenga los conocimientos básicos puede tomar fotografías y mo-
dificarlas, hacer videos nuevos o editar los ya existentes y tener un canal para subirlos,
tener su propio blog, etc., así como varios modelos de producción y consumo peer-to-
peer, basados en la gratuidad y la solidaridad, que se caracterizan por la espontaneidad y
rapidez para acceder a todo tipo de archivos, como canciones, libros, películas, juegos,
aplicaciones de software, etc.
Todas estas prácticas van conformando lentamente, en ciertos sectores de la red, una
cultura construida, en gran parte, por los propios internautas, principalmente jóvenes. En
este sentido, no solamente la producción cultural actual puede pensarse desde el punto de
vista de que las industrias del entretenimiento marcan las tendencias de consumo, sino
que también es necesario tener en cuenta las prácticas de trabajo o juego o reinvención
que llevan a cabo los diversos públicos que producen materiales.
Pero hay quién reprocha a Jenkins que en los ejemplos que se mencionan
normalmente para ejemplificar el fenómeno transmedia (Matrix, Pokémon, Star
Wars), falta en realidad la narrativa que englobe el todo que configuran las
diferentes piezas diseminadas por los diferentes medios (Baarspul, 2012). Si
bien cada una de estas piezas tiende a ser una narración por sí sola, el resultado
de las diferentes partes configura solo un marco�referencial�compartido y no
una historia�de�historias.
Pero lo cierto es que el mismo Jenkins no es ajeno a esta concepción más allá
de la potencial disputa léxica:
«La narración se ha ido convirtiendo en el arte de crear mundos a medida que los artis-
tas van creando entornos que enganchan y que no pueden explorarse por completo ni
agotarse en una sola obra, ni siquiera en un único media. EI mundo es más grande que
la película, más grande incluso que la franquicia, pues las especulaciones y elaboraciones
de los fans expanden asimismo el mundo en diversas direcciones. Como me contaba un
guionista experimentado, “cuando yo empecé, tenías que contar una historia porque,
sin una buena historia, no tenías película. Más tarde, cuando empezaron a tener éxito
las continuaciones, creabas un personaje, porque un buen personaje podía sostener múl-
tiples historias. Y ahora tienes que crear un mundo, porque un mundo puede sostener
múltiples personajes y múltiples historias a través de múltiples medias”».
«La literatura no es solo una reserva de historias o una manera de contarlas, sino una
manera de construir el mundo mismo en el que pueden suceder historias, encadenarse
acontecimientos, desplegarse apariencias.»
Hasta aquí hemos hecho una analogía entre la religión y las narrativas trans-
media para buscar en un fenómeno ancestral las ganas que las personas tene-
mos de explicar historias con nuestro cuerpo. Veamos cómo se lee la experien-
cia estética desde el prisma de la sociología.
Desde una perspectiva fenomenológica (es decir, desde aquello que nuestros
sentidos pueden percibir), los sociólogos Peter L. Berger y Thomas Luckmann
distinguen dos formas de realidad a las cuales cualquier miembro de una so-
ciedad puede estar expuesto.
(1)
Por un lado, tendríamos una realidad�primordial, formada por todos los ob- Aun así, esta realidad no tendría
nada que ver con aquello que hay
jetos sobre los cuales tenemos una conciencia y que nos ayudan a ubicarnos
más allá de la percepción de nues-
y a movernos con normalidad en nuestro día a día: se trata de la realidad de tros sentidos (realidad nouménica)
y que es estudiado por ciencias co-
la vida cotidiana que configura nuestro sentido�común, aquello que todo el mo la física (Berger y Luckmann,
mundo conoce, que se da por supuesto y que ya estaba antes de que nosotros 1988, pág. 40).
2. Performatividad
En el primer punto hemos construido un marco teórico que nos ayuda a en-
tender hasta qué punto nuestra percepción del mundo puede transitar por di-
ferentes niveles de realidad. Veamos ahora cómo actúan nuestros cuerpos en
estas ficciones.
A lo largo de los últimos cien años algunos adelantos tecnológicos han pro-
vocado la posibilidad de vincular algunas experiencias�estéticas con nuestra
vida cotidiana sin tener que pasar por ninguna transición o ritual de paso. Un
caso significativo fue la invención del hilo musical en 1920. Hasta entonces
la música había formado parte de acontecimientos que se vinculaban a un
espacio determinado: había que ir a algún lugar a escucharla y este traslado
comportaba una abstracción de la realidad de la vida cotidiana. La populariza-
ción de la llamada música de ascensor permitía solapar la experiencia estética,
es decir, un�ámbito�finito�de�significación, con nuestra realidad del día a día.
Del mismo modo, las artes plásticas y la fotografía se emanciparon de las gale-
rías y las salas de exposiciones para convertirse en experiencias estéticas om-
nipresentes en nuestra cotidianidad mediante la publicidad y el diseño. Las
imágenes en movimiento salieron de las salas de cine para llenar pantallas in-
tegradas en el mobiliario doméstico y urbano. A día de hoy ya hace años que
hablamos de realidades aumentadas y todo tipo de experiencias estéticas que
provienen de nuestros teléfonos móviles.
(2)
Históricamente, se aplica este modelo a casi todas las artes escénicas, entre las Esta manera unidireccional de
entender las artes escénicas se im-
cuales hay también aquellas formas de teatro anteriores al llamado teatro bur-
puso en el seno de la nueva clase
gués del siglo XIX.2 También en el ámbito del periodismo nos topamos con la social emergente como contraste
con el ocio de las clases populares:
figura del pregonero o nuncio como precedente oral de los medios de comu- a diferencia de otras formas teatra-
les como el vodevil, el público del
nicación. Aunque el pregonero era en cierta manera el portador de una verdad teatro burgués tenía que estar con-
y no de un cuento, el público lo percibía a menudo como un relato más y no centrado y en silencio para conec-
tar lo máximo posible con el men-
tenía ningún problema en replicarle o, incluso, insultarlo cuando no estaba saje que el dramaturgo le quería
de acuerdo con él (Bejarano, 2010). transmitir.
«La realidad de la vida cotidiana se organiza en el entorno del aquí de mi cuerpo y del (3)
Del latín, aquí y ahora.
ahora de mi presente. Este hic et nunc3es el centro de la atención que pongo en la reali-
dad de la vida de cada día. Aquello que se me presenta hic et nunc en la vida cotidiana
(4)
es el realissimum4de mi consciencia. [...] Por otro lado, la realidad de la vida cotidiana El nos realissimum es un concep-
se me presenta como un mundo intersubjetivo, es decir, un mundo que comparto con to filosófico que se asocia a la reali-
otras personas. Esta intersubjetividad diferencia radicalmente la vida cotidiana de otras dad última (en el caso de Imma-
realidades de les cuales soy consciente igualmente.» nuel Kant sería el equivalente de la
razón pura, la moral o Dios).
Berger y Luckmann, 1988, pág. 41-42.
La promesa de crear una sociedad más culta y más informada también com-
portaba personas más aisladas y más expuestas a mensajes unidireccionales.
A pesar de la democratización de los medios, la configuración de sentido se
convertía en un ejercicio silencioso y solitario.
(5)
Un conocido estudio sociológico sobre los hábitos cotidianos de la sociedad Se trata de los llamados Middel-
5 town studies, coordinados por He-
estadounidense publicado en 1937 demostraba por primera vez que había una len Merrell Lynd y Robert Staugh-
relación directa entre la proliferación de los aparatos de radio en los hogares ton Lynd, elaborados en la ciudad
de Muncie, Indiana, a lo largo de
de los Estados Unidos y la decaída de la vinculación de la población con acti- casi una década.
vidades comunitarias.
CC-BY-NC-ND • PID_00279944 14 Habitar la narrativa
(6)
A pesar de que el cine recuperaría el hecho colectivo en la sala de proyección, Pese a la gran variedad de for-
matos cinematográficos que sur-
cada miembro del público se convertía también en la oscuridad un individuo
gen durante las primeras tres déca-
invisible, un voyeur, igual que lo es el lector o lectora de una novela o de un das que siguen a la invención del
cine (como, por ejemplo, la proli-
6
diario. feración de los nickelodeons, pare-
cidos a los pequeños teatros de va-
riedades), con la llegada del cine
Posteriormente, la expansión de la televisión a partir de los años cincuenta sonoro se impone un patrón na-
rrativo inspirado directamente en
alejó todavía más a los espectadores y espectadoras de la experiencia colectiva: las representaciones del teatro bur-
a partir de aquel momento, el aislamiento no era solo simbólico sino físico. gués del siglo XIX (Burch, 1995).
(7)
El libro Bowling alone, publicado
Parece que se dibuja una relación según la cual cuanta más gente puede en 2000 por Robert D. Putnam, in-
tenta demostrar una correlación
ser expuesta a un relato, más se pierde la dimensión comunitaria.7 empírica entre el uso de determi-
nados medios de entretenimiento
y la pérdida de capital social en los
Estados Unidos (Putnam, 2000).
La desaparición progresiva del hecho colectivo del aquí y el ahora puede ser
que marque la decadencia de la intersubjetividad sincrónica, pero no es en
ningún caso el fin de la intersubjetividad.
«Una película no se acaba con la palabra fin [...] Tras el final, en el momento en que se
apaga la pantalla y se encienden las luces, el espectador empieza su propio viaje a través
de las imágenes y escenas que recuerda de la película, con las emociones que puede haber
sentido durante la proyección y que, tal vez, perdurarán durante un tiempo en su cuerpo
adquiriendo nuevas formas y significados. A partir de este momento, pues, el espectador
“re-ve” la película gracias a sus recuerdos y acaba componiendo su propia película. [...]
[U]na segunda excrecencia del cine sería la conversación, la discusión, el diálogo que
uno/a mantiene con otra persona antes, durante y sobre todo después de ver una película
que ambos han visto. […] La “co-visión” señala entonces no solo la posibilidad de com-
partir el propio punto de vista sobre tal película, sino la tarea, el deber de compartirla.
Porque las palabras que se intercambian con otros espectadores también crean nuevos
significados de las películas que uno/a quizá no ha percibido y que, mediante el contraste
de puntos de vista sobre una u otra escena o aspecto de la película, acaban comparecien-
do y enriqueciendo la película.»
(8)
Henry Jenkins lleva este fenómeno al ámbito de la cultura popular y lo iden- A pesar de que la traducción al
español sería ‘aguafiestas’, en los
tifica con las llamadas comunidades de fans (fandom). Para explicárnoslo, Jen-
últimos años se ha popularizado
kins recurre al ejemplo de los spoilers8, es decir, grupos que se organizan para mucho el anglicismo spoiler.
Llegados a este punto, nos hacemos la pregunta siguiente: ¿cómo sería la re-
petición del mito en un sentido explícitamente performativo en la actualidad?
Probablemente uno de los mejores ejemplos que encontraríamos entre las ex-
centricidades de las comunidades de fans es el de los desfiles de zombis (zom-
bie walks). Cómo sabréis, un zombie walk es un encuentro masivo de personas
que se disfrazan de muertos vivientes para recorrer las calles de alguna ciudad.
Este acontecimiento iniciado en los Estados Unidos en 2000 se celebra hoy de
manera descentralizada en todo el mundo.
Al principio hemos dicho que la lógica transmedia pasa por diseminar una
narrativa o dar puertas de acceso a un storyworld por diferentes medios. Pero
¿un zombie walk puede ser considerado un medio? No hay ninguna duda que
un grupo numeroso de personas que llevan a cabo algún tipo de acción poco
habitual en el espacio público comunica algo. Aunque el mensaje sea críptico
o irrelevante, todo medio implica siempre un mensaje (McLuhan, 2007, pág.
21). En el caso de los zombies walks, el mensaje universal para todo el mundo
—incluso para las personas que no conocen el género cinematográfico de zom-
bies— sería el hecho de que un grupo de personas irrumpen con códigos extra-
ños en el espacio público para interrumpir la escenificación de la normalidad.
«Llamamos gramática cultural al sistema de reglas que estructura las relaciones e inter-
acciones sociales. Abarca la totalidad de los códigos estéticos y de las reglas de compor-
tamiento que determinan la representación de los objetos y el transcurso normal de si-
tuaciones en un sentido que se percibe como socialmente conveniente. La gramática
cultural ordena los múltiples rituales que se repiten diariamente a todos los niveles de
una sociedad. Comprende también las divisiones sociales del espacio y del tiempo, que
determinan las formas de movimiento y las posibilidades de comunicación».
Entonces se abre para el resto de los transeúntes una rendija que les permite
pensar el espacio y el tiempo más allá de su cotidianidad: se abre un ámbito
finito de significación.
Bibliografía
Baarspul, M. P. (2012). Where transmedia storytelling goes wrong: a preliminary exploration of
the issues with transmedia storytelling [en línea]. Tesis de máster. Facultad de Humanidades de la
Universidad de Utrech. http://dspace.library.uu.nl/handle/1874/253186 (Fecha de consulta:
13/09/2020)
Burch, N. (1995). El tragaluz del infinito. Madrid: Cátedra singo e imágen.
McLuhan, M. (2007). Comprender los medios de comunicacion: las extensiones del ser humano.
Barcelona: Paidós.
Putnam, R. D. (2000). Bowling alone: the collapse and revival of American community. Nueva
York: Simon & Schuster.
Ryan, M. L.; Thon, J. N. (2014). Storyworlds across media. Lincoln: University of Nebraska
Press.
Schaufler, M. L.; Andrés, G. (2011). «Del lector al prosumidor: un pasaje por las rupturas
en los estudios de recepción mediàtica». En: Valdettaro, S. (coord.). El dispositivo McLuhan.
Recuperaciones y derivaciones. Rosario: UNR Editora.