Sistema Urinario Anatomia 1
Sistema Urinario Anatomia 1
Sistema Urinario Anatomia 1
DEFINICIÓN
Los riñones filtran la sangre y producen la orina, que varia en cantidad y composición, para
mantener el medio interno constante en composición y volumen, es decir para mantener la
homeostasis sanguínea. Concretamente, los riñones regulan el volumen de agua, la concentración
iónica y la acidez (equilibrio ácido base y pH) de la sangre y fluidos corporales, además regulan la
presión arterial, eliminan residuos hidrosolubles del cuerpo, producen hormonas y participan en el
mantenimiento de la glucemia, en los estados de ayuno.
LOS RIÑONES
Los riñones están situados en el abdomen a ambos lados de la región dorsolumbar de la columna
vertebral, aproximadamente entre la 12ª vértebra dorsal y la 3ª vértebra lumbar, situándose el
derecho en un plano inferior al izquierdo, debido a la presencia del hígado. La cara posterior de
cada riñón se apoya en la pared abdominal posterior formada por los músculos posas mayor,
cuadrado de los lomos y transverso del abdomen de cada lado, su cara anterior está recubierta por
el peritoneo, de ahí que se consideren órganos retroperitoneales. A través de la membrana
peritoneal, los riñones se relacionan con los órganos intraabdominales vecinos.
El riñón derecho se relaciona con la vena cava inferior, la segunda porción del duodeno, el hígado
y el ángulo hepático del colon, con los dos últimos a través del peritoneo.
El riñón izquierdo se relaciona con la arteria aorta abdominal, el estómago, el páncreas, el ángulo
esplénico del colon y el bazo.
El polo superior de cada riñón está cubierto por la glándula suprarrenal correspondiente, que
queda inmersa en la cápsula adiposa.
INERVACIÓN E IRRIGACIÓN
La inervación de ambos riñones corre a cargo de los nervios renales que se originan en el ganglio
celíaco, estructura nerviosa del sistema nervioso autónomo simpático situada sobre la arteria
aorta abdominal, a ambos lados del tronco arterial celíaco, justo por debajo del diafragma. Los
nervios renales forman el plexo renal que penetra en los riñones acompañando a las arterias
renales, la mayoría son vasomotores (inervan vasos sanguíneos), de manera que regulan el flujo
sanguíneo renal.
MORFOLOGIA EXTERNA
Los riñones son de color rojizo, tienen forma de habichuela, en el adulto pesan entre 130 g y 150 g
cada uno y miden unos 11cm. (de largo) x 7cm. (de ancho) x 3cm. (de espesor). En cada riñón se
distingue un polo superior y uno inferior; dos caras, la anterior y la posterior; dos bordes, el
externo o lateral convexo y el medial o interno cóncavo que presenta en su porción central el hilio
renal, éste es una ranura por donde entran y salen nervios, vasos linfáticos, vasos arteriovenosos
y la pelvis renal, estos últimos constituyen el pedículo renal que se dispone de la siguiente forma,
de delante a atrás: vena renal, arteria renal y pelvis renal.
Envolviendo íntimamente al parénquima renal se encuentra primero la cápsula fibrosa, por fuera
de ésta se encuentra la cápsula adiposa y aún más externamente se sitúa la aponeurosis renal.
En un corte frontal del riñón observamos dos elementos bien diferenciados: una cavidad llamada
seno renal, cuyo orificio es el hilio renal y el tejido llamado parénquima renal, que a su vez
presenta dos zonas de distinto aspecto y coloración: la corteza renal lisa y rojiza, en la periferia y la
médula renal de color marrón, situada entre la corteza y el seno renal.
El seno renal es la cavidad del riñón que se forma a continuación del hilio renal, contiene las
arterias y venas renales segmentarias e interlobulares, los ramos nerviosos principales del plexo
renal y las vías urinarias intrarrenales (ver vías urinarias): los cálices renales menores y mayores y
la pelvis renal, todos ellos rodeados de tejido graso que contribuye a inmovilizar dichas
estructuras.
El parénquima renal es la parte del riñón que asegura sus funciones, está constituido por las
nefronas, cada una con una porción en la corteza y otra en la medula renal.
La corteza renal es la zona del parénquima situada inmediatamente por debajo de la cápsula
fibrosa, tiene un aspecto liso, rojizo y un espesor aproximado de 1cm., se prolonga entre las
pirámides formando las columnas de Bertin. En la corteza y las columnas se disponen los
corpúsculos renales y los conductos contorneados de las nefronas (ver las nefronas), además de
los vasos sanguíneos más finos.
La médula renal es de color marrón y textura estriada, consta de 8 a 18 estructuras cónicas, las
llamadas pirámides renales o de Malpighi, cuyos vértices, dirigidos hacia el seno renal, se
denominan papilas.
En las pirámides se sitúan las asas de Henle, los conductos colectores y los conductos papilares,
todos ellos conductos microscópicos que forman parte de las nefronas.
Dentro de cada riñón, la arteria renal sufre sucesivas divisiones, dando ramas de calibre cada vez
menor. La denominación de cada subdivisión arterial es como sigue: de la arteria renal nacen, a
nivel del seno renal, las arterias segmentarias; éstas, a nivel de las columnas renales, se ramifican
en arterias interlobulares; de éstas se forman las arterias arciformes que rodean las pirámides
renales entre la corteza y la médula, a su vez, a nivel de la corteza renal, las arciformes se
ramifican en arterias interlobulillares, que emiten las arteriolas aferentes y éstas, los capilares
glomerulares o glomérulo en íntimo contacto con la cápsula de Bowman de las nefronas.
A diferencia de otros órganos, aquí los capilares glomerulares no confluyen en una vénula, sino
que dan lugar a la arteriola eferente de la cual se origina la segunda red capilar renal, los llamados
capilares peritubulares, además de algunos capilares largos en forma de asa que acompañan las
asas de Henle de las nefronas y que reciben el nombre de vasos rectos; a partir de aquí y siguiendo
un recorrido paralelo pero inverso los capilares venosos, vénulas i venas de calibre creciente
drenan la sangre a la vena renal que sale por el hilio renal.
Al observar microscópicamente el parénquima renal, se constata que cada riñón está constituido
por más de 1 millón de elementos tubulares plegados y ordenados, sustentados por tejido
conjuntivo muy vascularizado, que denominamos nefronas.
En función de la posición en el parénquima se distinguen las nefronas corticales (80% aprox.) con
el corpúsculo situado en la zona más externa de la corteza y el segmento tubular denominado asa
de Henle que penetra a penas en la zona superficial de la pirámide medular y las nefronas
yuxtamedulares (20%) que tienen el corpúsculo situado en la zona de la corteza próxima a la
médula y el asa de Henle larga que penetra profundamente en la pirámide medular.
La arteriola Aferente que precede al glomérulo y la Eferente que le sigue, se sitúan ambas al
mismo nivel y constituyen el polo vascular del corpúsculo, opuesto a éste se encuentra el polo
urinario con el inicio del túbulo renal. En el corpúsculo sucede la filtración del plasma sanguíneo y
la formación del filtrado glomerular
El túbulo renal nace a continuación de la cápsula de Bowman, presenta cuatro segmentos con
características histológicas, funcionales y topográficas distintas, rodeados por la red capilar
peritubular (ver riñón: Morfología interna: seno, parénquima renal (corteza y médula) y
vascularización), su función es la de concentrar el filtrado hasta conseguir una orina definitiva
ajustada a las necesidades homeostáticas de la sangre.
(2) El asa de Henle está constituida por dos ramas en forma de horquilla: la rama descendente
que parte a continuación del tubo contorneado proximal y se introduce en la pirámide medular a
más o menos profundidad, dependiendo de si se trata de una nefrona cortical o yuxtamedular y la
rama ascendente, a continuación, que retorna hacia la corteza renal.
(4) El túbulo o conducto colector, Es un tubo rectilíneo que se forma por confluencia de los túbulos
contorneados distales de varias nefronas, a su vez, varios túbulos colectores confluyen en un
conducto papilar que junto con otros similares drena en un cáliz menor. Estos conductos, se
prolongan desde la corteza hasta la papila renal, atravesando en altura toda la pirámide.
El colector se asemeja al distal en cuanto al tipo de epitelio que lo constituye, además de las
células principales posee muchas células intercaladas que intervienen en la homeostasis del pH
sanguíneo.
VÍAS URINARIAS
Son el conjunto de canales excretores que conducen la orina definitiva desde su salida del
parénquima renal hasta el exterior del riñón: los cálices menores y mayores, la pelvis renal.
Los cálices menores son unas estructuras visibles macroscópicamente, en forma de copa, situados
en el seno renal. Recogen la orina procedente de los conductos papilares que desembocan en la
papila renal (vértice agujereado de cada pirámide medular). En cada riñón hay tantos cálices
menores como pirámides, es decir entre 8 y 18 aprox.
Los cálices mayores, en número de 2 a 3 por riñón, conducen la orina de los cálices menores a la
pelvis renal.
La pelvis renal se forma por la reunión de los cálices mayores, es un reservorio con capacidad para
4-8 cm3 de orina, tiene actividad contráctil que contribuye al avance de la orina hacia el exterior.
La pelvis renal tiene una porción intrarrenal, situada en el seno renal y una porción extrarrenal, a
partir del hilio, que se hace progresivamente más estrecha hasta continuarse con el uréter.
EXTRARRENALES: URÉTERES, VEJIGA Y URETRA
Son los uréteres, la vejiga urinaria, la uretra: La pelvis renal de cada riñón se continua con el uréter
correspondiente éstos son dos finos conductos músculomembranosos (entre 4 y 7 mm de
diámetro), retroperitoneales, que terminan en la base de la vejiga urinaria, dibujando un trayecto
de entre 25 a 30 cm., con una porción abdominal y una pelviana.
La pared de los uréteres consta de tres capas: la mucosa, que recubre la luz del tubo, la muscular
intermedia, compuesta por células musculares lisas con actividad contráctil y la serosa externa
constituida a base de fibras conjuntivas
Cuando está vacía, la vejiga adopta una forma triangular de base ancha situada hacia atrás y hacia
abajo, el fundus, el cuerpo vesical se estrecha hacia delante coincidiendo en su borde anterior con
el borde superior de la sínfisis púbica. La cara superior (sobre la cual se apoya el útero en la mujer)
es ligeramente cóncava, a no ser que contenga un gran volumen de orina (700cl aprox.), en cuyo
caso, la cara superior forma una cúpula que sobrepasa la sínfisis púbica.
En el fundus vesical hay tres orificios, los dos ureterales, separados por unos 4-5 cm. y el orificio
uretral, punto de partida de la uretra, los tres delimitan un espacio triangular denominado trígono
vesical.
La capa muscular de la pared vesical está constituida por una potente red de fibras musculares
lisas, músculo detrusor, que permiten una contracción uniforme de este órgano. La capa muscular
está revestida interiormente por la mucosa y submucosa.
El orificio uretral y el inicio de la uretra están rodeados por dos esfínteres: uno de control
involuntario formado por haces del músculo pubovesical y otro de control voluntario formado por
fibras del músculo transverso profundo del periné que forma parte del diafragma urogenital.
La uretra masculina tiene una longitud de entre 20-25 cm repartidos en varios segmentos:
(1) uretra prostática, segmento de unos 3-4cm de longitud y 1cm de diámetro que atraviesa la
próstata.
(2) uretra membranosa de 1cm aprox. de longitud, que atraviesa el músculo transverso profundo
del periné, el esfínter voluntario del conducto.
(3) uretra esponjosa, que se dispone a todo lo largo del cuerpo esponjoso del pene, hasta el meato
uretral.
FORMACIÓN DE LA ORINA
La mayor parte de substancias excretadas, es decir las que se encuentran en la orina definitiva,
pasan por las dos primeras.
LA FILTRACIÓN GLOMERULAR
Los elementos formes de la sangre (hematíes leucocitos y plaquetas) así como las proteínas
plasmáticas no pueden atravesar la membrana de filtración, de ahí que el filtrado, orina primitiva u
orina inicial que se recoge en el espacio de Bowman tenga una composición similar a la del
plasma, excepto en lo que concierne a las proteínas.
Para que haya filtración glomerular debe haber suficiente presión sanguínea en los capilares
glomerulares, esto se consigue si la presión arterial sistémica (PAS) es igual o superior a 60 mmHg,
ya que cifras menores no producen una presión capaz que forzar el paso del agua y solutos del
plasma hacia el espacio capsular de Bowman.
Gracias a distintos mecanismos reguladores en los que, entre otras, intervienen hormonas
producidas por el propio riñón (en el aparato yuxtaglomerular), se consigue que la filtración
glomerular se mantenga constante entre 80 y 180 mmHg de PAS.
La Presión neta de filtración (PNF) que hace posible la filtración glomerular, es el resultado de las
siguientes fuerzas contrapuestas: 1) la presión hidrostática de la sangre en el glomérulo (PHSG)
que depende de la PAS y favorece la filtración, 2) la presión hidrostática del filtrado en la cápsula
de Bowman (PHC) y 3) la presión coloidosmòtica (oncótica) de la sangre glomerular (PC), ambas
opuestas a la filtración.
Substituyendo los valores medios reales de estas tres fuerzas obtenemos el valor de la PNF que es
de aprox. 10 mmHg.
La tasa de filtración glomerular (TFG) es otro de los parámetros a saber de la fisiología renal, es el
volumen de filtrado que se produce por unidad de tiempo, es de unos 120mL/min. aprox., que en
24 horas supone la elevada cifra de 180 L. Este enorme volumen de filtrado se debe a la gran
cantidad de sangre que reciben ambos riñones por unidad de tiempo, unos 1200 mL/min., que
representa del 20 al 25% del gasto cardíaco en reposo (5000 mL/min.). Se comprende la necesidad
de la reabsorción tubular para alcanzar el volumen definitivo de orina, que en general, en el adulto
es de unos 2 L/día.
Se puede estudiar la TFG midiendo, en orina, la concentración de substancias que como la inulina
o la creatinina, cumplen los siguientes requisitos: se filtran en forma de molécula libre, no ligada a
proteínas, no se reabsorben ni se secretan a nivel tubular, no se producen ni destruyen por el
riñón, ni modifican el funcionamiento del mismo.
LA REABSORCIÓN TUBULAR
La reabsorción tubular es el retorno de gran parte del filtrado al torrente sanguíneo: las sustancias
imprescindibles para el cuerpo como el agua, la glucosa, los aminoácidos, vitaminas, parte de la
urea, los iones Na+, K+, Ca2+, Cl-, HCO3- (bicarbonato), HPO42- (fosfato) abandonan los túbulos
de las nefronas e ingresan en los capilares peritubulares, atravesando las paredes de ambas
estructuras.
El motor de la reabsorción tubular de gran parte del filtrado es el continuo funcionamiento de las
bombas de Sodio/potasio (ATPasa de Na+/K+) ubicadas en la cara basal de las células tubulares.
Estos dispositivos moleculares consumen energía en forma de ATP para poder transportar ambos
iones en contra de su gradiente de concentración (transporte activo). Las bombas de Na+/K+ crean
un flujo de sodio desde el filtrado hacia los capilares que directa o indirectamente propicia la
reabsorción de todo lo demás.
La reabsorción del 99% del filtrado sucede a todo lo largo del túbulo renal especialmente en el
segmento contorneado proximal (un 80% aprox.) mientras que el ajuste preciso del volumen y
composición de orina definitiva se efectúa en el túbulo contorneado distal y colector.
SECRECIÓN TUBULAR
En el túbulo contorneado proximal (TCP) se reabsorbe el 75% del Na+ por trasporte activo a través
de las Bombas de Sodio/Potasio o ATPasa de Na+/K+, una proporción similar de iones Cloro le
sigue por la diferencia de cargas eléctricas que se crea (gradiente eléctrico) y el agua acompaña a
ambos siguiendo un gradiente osmótico. Al final de este segmento, el volumen de filtrado se ha
reducido mucho pero se mantiene isotónico con respecto al plasma sanguíneo, es decir ambos
fluidos presentan una similar concentración de sal.
En la porción descendente del asa de Henle, siguiente segmento tubular de la nefrona, apenas
sucede transporte activo de Na+ y consecuentemente tampoco de Cl-, en cambio, sus paredes son
muy permeables al agua. La porción ascendente del Asa de Henle presenta características
contrapuestas a la anterior, es decir, una activa reabsorción de NaCl y gran impermeabilidad al
agua.
Esta configuración del Asa de Henle, típica de las nefronas yuxtamedulares, produce una
progresiva concentración de la orina primitiva a medida que desciende por el asa y su posterior
dilución a medida que recorre el tramo ascendente, de manera que la orina que llega al túbulo
contorneado distal (TCD) contiene menos NaCl que el plasma sanguíneo, es orina diluida o
hipotónica con respecto al plasma.
Si a esta curiosa configuración del Asa le añadimos la pobre vascularización de las pirámides
medulares, por donde éstas hacen su recorrido de ida y vuelta hacia la corteza, tenemos las
condiciones necesarias para que se produzca una gran concentración de sal (mayor cuanto más
nos acercamos a la papila) en el intersticio de esta región.
La elevada salinidad de la medula renal va a permitir que se pueda concentrar la orina, cuando el
cuerpo precise agua, esto sucederá en el último segmento tubular de las nefronas, el conducto
colector y siempre que haya hormona antidiurética o ADH (segregada por la hipófisis posterior) en
sangre.
El déficit de agua en el organismo, sin embargo, estimula la secreción de la ADH ésta hace que el
último tramo de la nefrona sea permeable al agua y el agua difunde de la luz tubular hacia los
capilares sanguíneos de la médula renal gracias al gradiente de salinidad generado por el asa de
Henle, el resultado es poco volumen de orina concentrada, (ver equilibrio osmótico).
En la porción terminal del TCD y la porción inicial del CC, la reabsorción de Na+ sólo se produce de
forma significativa en presencia de la Aldosterona. En caso de disminución del volumen
plasmático o descenso de la presión arterial se estimula la secreción de Aldosterona y la
reabsorción de sodio (ver equilibrio osmótico).
El potasio juega un papel crucial en la excitabilidad neuromuscular, de ahí que, cambios por exceso
o por defecto de sus valores sanguíneos, ([K+] = 4,5-5 mmol/L) pueden originar trastornos graves
de la conductibilidad y contractibilidad cardiacas.
Tras ser filtrado, el potasio es totalmente reabsorbido en el TCP y sólo aparece en la orina cuando
por efecto de la Aldosterona y en respuesta a un exceso de potasio o un déficit de sodio en sangre
(hiperkaliemia) se secreta y elimina en el segmento terminal.
(1) La renina es una sustancia segregada por el aparato yuxtaglomerular renal que participa en el
sistema Renina-Angiotensina-Aldosterona que contribuye al equilibrio osmótico del organismo
(ver equilibrio hidroelectrolítico del organismo).
(2) La eritropoyetina es segregada por las células medulares del riñón y actúa sobre la médula ósea
estimulando la maduración y proliferación de los glóbulos rojos.
(3) El riñón produce la forma activa de la vitamina D o 1,25 Dihidroxicolecalciferol que estimula la
absorción activa de calcio a nivel intestinal y favorece la actividad hipercalcemiante de la
paratohormona a nivel renal y óseo.
LA MICCIÓN
Cuando el volumen de orina en la vejiga es menor de 350 mL aprox., los esfínteres uretrales
interno y externo están contraídos y el orificio uretral está cerrado.
Un mayor volumen de orina desencadena el llamado reflejo de la micción, en este arco reflejo, la
distensión de las paredes vesicales estimula sus presorreceptores que captan y propagan la señal
de estiramiento a través de fibras nerviosas que alcanzan el centro medular de la micción situado
entre S2 y S3 de la médula espinal lumbosacra, a partir de aquí, fibras parasimpáticas conducen la
respuesta motora hasta la vejiga provocando la contracción del músculo detrusor y la relajación
del esfínter.
Al mismo tiempo, el centro de la micción inhibe las motoneuronas somáticas, con centro en la
corteza cerebral, que inervan el esfínter uretral externo, así, solo se produce la micción cuando el
músculo vesical se contrae y los esfínteres interno y externo se relajan.
El control voluntario de la micción, por lo tanto, se efectúa gracias al esfínter uretral externo,
constituido por fibras del gran músculo estriado llamado diafragma pélvico. La correcta
hidratación del cuerpo depende tanto del volumen preciso de agua corporal como de la
proporción adecuada de sustancias iónicas (electrolitos) disueltas en ella.
Diversos mecanismos homeostáticos nerviosos y hormonales actúan continuamente para
mantener constante la proporción de estas sustancias, a base de regular ganancias y pérdidas de
las mismas.
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