TAREA ACEMICA 2. Derecho Procesal Administrativo
TAREA ACEMICA 2. Derecho Procesal Administrativo
TAREA ACEMICA 2. Derecho Procesal Administrativo
NACIONAL”
FACULTAD DE DERECHO
DERECHO PROCESAL
ADMINISTRATIVO
SEMANA 14
TAREA ACADÉMICA 2
INTEGRANTES:
I. INTRODUCCIÓN
Para poder adentrarse de fondo al problema planteado, debemos tener en claro la figura
del denunciante en el procedimiento administrativo sancionador y su naturaleza jurídica
conforme a lo establecido en La Ley del Procedimiento Administrativo General (LPAG),
Ley N° 27444, para lo cual analizaremos la participación y protagonismo del denunciante
en el procedimiento disciplinario y aclarar la incógnita planteada, si se vulnera o no el
derecho de defensa del denunciante.
En ese sentido, el Art. 139 de la constitución Política del Perú, en su inciso 14, reconoce
que ninguna persona será despojada del ejercicio del derecho a defenderse en ninguna
etapa del proceso. Por lo que, siguiendo esta premisa, es necesario que el denunciante de
una infracción sobre un administrado, la cual pueda afectar, siendo partícipe de un
procedimiento administrativo sancionador, pues debe tener todo el derecho de poder
ejercer su derecho a defensa si cree que las resoluciones emitidas por el órgano
administrativo no van de acorde a la magnitud del daño ocasionado.
No obstante, ante ello, hay determinados casos en los que ciertas entidades
administrativas le confieren cierto grado de participación a los denunciantes que invoquen
la condición de tercero actuando en su condición de perjudicado, amparándose en el art.
69 de la LPGA para poder brindar pruebas, no obstante, es una interpretación sosa sobre
este articulado. Siendo así, se puede invocar.
Lo que indica dicha cita es que debe ser impulsado de oficio puesto que dicho procedimiento
no sólo debe representar una garantía para los administrados, sino una regla de buena
administración de los intereses públicos, es decir en aplicación del principio de oficialidad el
órgano administrativo impulsará el procedimiento en todos sus trámites, ordenando los actos
de instrucción adecuado suponiendo así no solamente la impulsión de oficio sino también la
instrucción. Por otro lado si bien el Procedimiento Administrativo denota que es de gran de
importancia la protección de los derechos de las partes, la recopilación de información y la
toma de decisiones que tiende a dar un aumento de la legitimidad de la decisión final que
proceda, así mismo manifiesta una desigualdad que viene hacer la necesidad de recursos en
términos de tiempo, financiamiento para un procedimiento de toma de decisiones efectivo y
que son esenciales para regular el orden y las reglas de la prestación de los servicios públicos,
de igual forma para una delimitación de las competencias implicando así que la tramitación le
corresponde a la administración y que el resultado final es conducente a generar efectos
jurídicos a los administrados.
Entonces si bien sirve para dilucidar la comisión de una infracción administrativa, es importante
enfatizar también su relevancia que permiten al administrado conocer de qué manera se realiza
la determinación de los hechos imputados y la aplicación de las consecuencias jurídicas, así
como los principios y derechos que los amparan frente al ejercicio de la potestad sancionatoria
del Estado. Los derechos de los administrados no podrían salvaguardarse sin la existencia de
una debida estructuración de actos que delimite las acciones de la Administración Pública y
garantice que estas se realicen dentro del marco constitucional y legal establecido. Siendo que,
mediante una resolución de cargos al administrado, la cual debe contener la exposición clara
de los hechos imputados, la calificación de las infracciones, las posibles sanciones, la
autoridad competente y la norma que le otorga tal competencia, así como la adopción de las
medidas provisionales que la autoridad considere pertinente y una vez vencida la fecha de
presentación de descargos, el órgano instructor debe realizar las diligencias necesarias para
corroborar y denotar las consideraciones del debido procedimiento, corresponde que el
administrado tenga conocimiento al informe final de instrucción, porque a diferencia del
primero, este documento contiene las conclusiones finales del instructor por el cual se
determina la comisión de la infracción e inclusive ensaya una propuesta de infracción; esto
para poder ejercer sus descargos finales frente a la autoridad resolutiva, que es un órgano
imparcial. La resolución que disponga la imposición de una sanción o el archivo del
procedimiento debe ser notificada tanto al administrado como al órgano u entidad que formuló
la solicitud o a quién denunció la infracción, de ser el caso. El último acto del procedimiento
sancionador se produce con el objeto de identificar cuáles eran los valores fundamentales que
debían ser comúnmente respetados por el legislador al normar la potestad sancionadora y por
las entidades administrativas al momento de aplicarla concretamente sobre los administrados,
fueron aislados aquellos que consideramos estrictamente indispensables para racionalizar su
ejercicio, pero sin imposibilitar su emprendimiento, en resguardo del interés público que
titulariza la administración, considerando que son exigibles a la función legislativa del Estado
cuando configura las conductas sancionables, las sanciones a aplicar o la estructura formal del
procedimiento sancionador. Sólo a partir de ahí, serán exigibles a la administración para
ejercitar la voluntad sancionadora a los casos concretos y dicha exigencia se sustenta en la
necesidad de preservar la autonomía de los administrados, representada por la capacidad de
elegir y ejecutar libremente sus actividades sociales y económicas con la garantía y seguridad
de ser licitas, y no ser pasibles de sanciones inadvertidas previamente, con una tipificación
exhaustiva no solo los administrados tienen mejor posibilidad de decidir suficientemente
informados sobre la regularidad de su actuación, sino que también estarán menos expuestos a
autoridades administrativas con amplia discrecionalidad para determinar aquello que es lícito si
no por el contrario, la ausencia de tipificación o una tipificación no exhaustiva, conlleva
inseguridad jurídica para el ciudadano y mayor exposición a arbitrariedades administrativas y
así mismo debe contar, con dos etapas, una encaminada a averiguar los hechos y a dejar
constancia de la conducta presuntamente infractora; y la otra destinada a juzgar formalmente
esa conducta, aplicar la sanción correspondiente o absolver al denunciante que debe estar a
cargo de órganos distintos, por lo que no puede coincidir la actividad instructora y decisora en
manos de un mismo órgano a las fases de instrucción y de aplicación de sanción en este
procedimiento importa una traslación al ámbito administrativo de la regla procesal penal de la
separación entre las autoridades que instruyen la evidencia y quienes aplican la sanción, con lo
que se pretende especializar al primero en la indagación e investigación y al segundo en
permitir su mayor independencia para ponderar los hechos. La búsqueda de imparcialidad
exige que los órganos administrativos decidan los asuntos que se llevan a su conocimiento, sin
ningún tipo de consideraciones extrañas al interés general, siendo que la objetividad suponen
que el órgano a quien compete decidir un asunto, no tenga una posición preconcebida, que
pueda influir a decidir en una determinada forma de manera que no queda satisfecho el
referido principio cuando en la fase decisoria y se aplica en la regla de la subordinación de la
Administración sancionadora a la jurisdicción, conllevando dos efectos al procedimiento que es
declarar por sentencia firme constituye la verdad jurídica y que la imposibilidad que la
Administración pueda tener un pronunciamiento distinto sobre estos mismo hechos. Ni el
principio de verdad material, ni el de la legalidad, autorizan a actuar en sentido contrario a la
declaración judicial de certeza o verdad jurídica.
Ahora, como se puede apreciar entonces las reglas de la potestad sancionadora es para la
atribución de la competencia sancionadora a una entidad pública y para la identificación de las
sanciones aplicables a los administrados por incurrir en ilícitos administrativos, se inicia
siempre de oficio, pudiendo ser promovido por iniciativa propia y una vez decidido el inicio del
procedimiento sancionador, la autoridad competente debe emitir la resolución de imputación de
cargos, la cual debe ser válidamente notificada al administrado a fin de que este pueda
presentar los descargos que corresponda dando actos destinados a determinar la existencia de
responsabilidad administrativa, esto es, la comisión de una infracción y la consecuente
aplicación de una sanción que además denota una garantía esencial y el cauce a través del
cual los administrados, a quienes se les imputan la comisión de una infracción, hacen valer sus
derechos fundamentales frente a la Administración Pública teniendo como importancia una
doble que constituye la vía que permite ofrecer al administrado las garantías necesarias para el
respecto de sus derechos fundamentales, siendo que se materializa mediante la resolución de
imputación de cargos al administrado, la cual debe contener la exposición clara de los hechos
imputados, la calificación de las infracciones, las posibles sanciones, la autoridad competente y
la norma que le otorga tal competencia, así como la adopción de las medidas provisionales que
la autoridad considere pertinente, entonces denotamos que por precisión la notificación de
cargos debe consignar los hechos materia de imputación, la calificación de las infracciones
incurridas, las posibles sanciones a imponerse, la autoridad competente para imponerlas y la
norma que otorga la potestad sancionadora a dicho órgano administrativo, por una claridad se
debe evitar ambigüedades e informar de forma sencilla los hechos imputados y la calificación
que la autoridad administrativa efectúa a los supuestos ilícitos, permitiendo así al administrado
entender a cabalidad los ilícitos denunciados, seguidamente por la inmutabilidad debe estar los
cargos determinados en la notificación no pueden ser variados por la autoridad en virtud de la
doctrina de los actos propios y por último la suficiencia que la notificación de cargos debe
contener toda la información necesaria que sustenta los cargos que se imputan al
administrado, tales como informes o demás documentos, de manera que se le permita ejercer
su derecho de defensa respecto de toda la información involucrada.
Ponce (2017), nos menciona que, en la doctrina clásica, la situación jurídica que
tiene un denunciante en el procedimiento administrativo, nos expresa que este
denunciante será expulsado de la titularidad de derechos que obtiene al no
otorgarle esa calidad de parte, por lo que no tiene legitimación para realizar las
actuaciones dentro de un procedimiento administrativo dejando de lado la
posibilidad de que el denunciante se pronuncie ante el trámite de dicho
procedimiento. (Pg. 03)
En consecuencia vendría a ser un tema cuestionable con respecto al derecho de defensa que
vendría a ser vulnerado cuando este denunciante se encuentre inconforme con las actuaciones
de trámite de la entidad facultado a iniciar un procedimiento, porque este denunciante busca el
restablecimiento propio cuando exista algún infractor que realice actos que no le benefician y
más bien incomodan a esta tercera persona, debido a eso es que el denunciante toma un
papel como perjudicado ante dichas actuaciones que se realizan por culpa del infractor y ante
ello podrá realizar su denuncia como persona perjudicada frente a la entidad que tiene
competencia. También, consideramos que es necesario comparar con la legislación o la
regulación legislativa de Chile frente a la situación jurídica de los denunciantes ante un
procedimiento administrativo. Por un lado, esto se regula en su artículo 29° de la Ley Nº
19.880, por lo que el procedimiento es similar a nuestra legislación, es decir se toma el mismo
concepto con respecto a la situación jurídica del denunciante en un procedimiento
administrativo, por esta razón cuando se interpone una denuncia ante una autoridad
competente, se va a iniciar actividades de fiscalización previas antes de poder iniciar dicho
procedimiento por lo que si esa corroboración es acertada se inicia un procedimiento o de lo
contrario el archivamiento de la denuncia que se le notificará a la denunciante sobre ello con la
debida motivación.
Por otro lado, Gómez (2020) nos menciona que existen objetivos diferentes con
respecto a los terceros interesados y una denuncia, por lo que la primera nos
menciona que se trata de quien se encarga de informar a la administración
pública y hacer cumplir la legislación mediante una denuncia que realiza
evidenciando las omisiones u comisiones realizadas por este posible infractor en
la que no desarrolla ninguna otra pretensión, es decir, solo se encarga de
informar los hechos que puedan ser ilícitos o no. Así mismo, la denuncia es
cuando una persona se encuentra alerta a una entidad competente sobre las
infracciones cometidas o cuando esta persona es afectada por aquellas acciones
infractoras, debido a eso se realizan actividades de fiscalización ante dicha
presunción de la infracción para luego iniciar un procedimiento. (Pg. 06)
Entonces, existe una clara similitud de la legislación chilena con el Perú ya que el proceso es
bastante parecido, puesto que el denunciante presenta información sobre un hecho de
infracción frente a la administración pública con competencia atribuida por ley, por lo que no le
considera como calidad de parte cuando haya un inicio del procedimiento, entonces este no
podrá intervenir en dicho procedimiento que se realizó ante su denuncia efectuada. Por ende,
para ambos legisladores el denunciante no debe intervenir ante un procedimiento, sin
embargo, se deja en el olvido de que este denunciante posiblemente afectado por la infracción
quiera presentar un recurso de impugnación cuando en un supuesto donde este procedimiento
haya sido archivado y por lo mismo se estaría vulnerando el derecho de defensa cuando exista
un cierto grado de afectación.
Como hemos podido observar al largo del presente trabajo consideramos que la parte
denunciante debe ser considerado como sujeto en el procedimiento, ya que al omitir su
participación estaríamos hablando de que no podría ser escuchado en la audiencia para
poder presentar los alegatos o pruebas suficientes para que el juez pueda sancionar a la
parte infractora. Es por eso que tocamos el principio de igualdad procesal, ya que la parte
denunciada podrá defender y alegar su postura, mientras que la parte que resulta
afectada, aunque este representará por la entidad pública, no podrá declarar sus razones
que le afectaron directamente. Es por esa razón que presentamos la siguiente resolución
de N° 001606-2019-SERVIR/TSC-Primera Sala de expediente 3042-2019-SERVIR/TSC
donde la parte afectada de nombre Melinda Juana Salazar Pujay interpone una denuncia
contra la señora de iniciales M.E.F.S. la cual había incurrido en abuso de autoridad,
usurpación de funciones, actos de presión, amenaza y hostilidad. Este caso llegó a esta
sala por la falta de legitimidad para impugnar por parte de Melinda, donde no fue
considerada como parte en el proceso que llevaba la señora de iniciales M.E.F.S, el cual
no instauró el procedimiento administrativo disciplinario y se dispuso su archivamiento.
Bajo este supuesto es que partimos una disyuntiva ya que a pesar de ser la persona
afectada quien interpuso esta acusación, está no formará parte del proceso ni está dentro
de los supuestos para poder solicitar la apelación en caso salga favorecido el acusado, del
cual estamos en contra ya que consideramos que la parte agraviada por ser una afectada
directa debe tomar parte en el proceso para poder indicar sus alegatos, así como las
pruebas correspondientes.
Si bien es cierto por un tema procesal la impugnante no forma parte del proceso, y
tampoco cumple los requisitos para la procedencia de la impugnación, consideramos que
las solemnidades de estos requisitos no están orientados directamente al derecho, a la
justicia, ya que el Tribunal del Servicio Civil solo evalúa eso, si se cumple con los
requisitos para su procedencia o no, y la Administración en calidad de oficio no inicia una
investigación, es por ello que la impugnante trata de agotar las vías que se le puedan ser
posibles para que se investigue la denuncia que realizó, ahora bien, por otro lado nuestra
crítica se basa en supuestos que seguramente pasan hasta el dia de hoy, como la
pregunta que nos hicimos desde el día de escoger dicha controversia como trabajo de
investigación, ¿Y si estos denunciantes tuvieran pruebas fehacientes de las denuncias que
realizan? Dicho cuestionamiento en el caso planteado nos ha dejado con una
incertidumbre jurídica de que es más importante si la legitimidad que se alega que debe
tener el impugnante, o corroborar si una persona denunciada realmente es responsable de
los actos que se le imputan. Si bien sabemos que es un tema delicado debido a que
estamos omitiendo que se cumpla lo procesal, también consideramos que todo ello se
resumiría en, simplemente aceptar la calidad del denunciante dentro del proceso y así
demostrar lo que alega, ya que si evidentemente tuvieran pruebas de las denuncias que
realizan, consideramos que sería derecho y justo sancionar dichos actos, donde se tiene
que priorizar si se cumple los requisitos de admisibilidad de la denuncia o no.
Respecto a la legitimidad tenemos posturas como Hunter (2019) quien nos habla sobre
una distinción entre denunciante e interesado, donde afirma que:
De esta forma podemos afirmar que se instaura una separación entre el administrado que
denuncia y el que puede impugnar dicha resolución, pudiendo no coincidir en ambas la
misma persona para tener facultad de accionar una impugnación, aun cuando en la
resolución no se manifieste la administración sobre el fondo de la denuncia.
Del presente caso hemos analizado, y apoyándome en la postura que describe Hunter
(2019) quien nos habla sobre la distinción de denunciante o interesado en los
procedimientos administrativos (ambientales), considero que nuestro TUO de la Ley 27444
debería contemplar ciertos criterios que mencionare.
Por último, consideramos y reiteramos que el bien común es más importante que
demostrar si existe o no un interés legítimo en un procedimiento, siempre y cuando existan
medios probatorios fehacientes respecto a la persona que se le imputan estos actos
ilícitos.
Como grupo consideramos que como propuestas de solución se debe adicionar el artículo
15 del reglamento Tribunal, esto toda vez que las resoluciones objeto de impugnación no
se hallen debidamente argumentadas, ni pronunciadas en su totalidad por todos los
extremos que impulsaron el proceso administrativo.
En tercer lugar, el denunciante debe tener la capacidad de impugnar dicha resolución que
vaya en contra del bien común y el orden público. Por ello, es necesario modificar la Ley
del Procedimiento Administrativo General N° 27444 con la finalidad de tutelar y
salvaguardar los derechos de todos los administrados, ya que se ha podido evidenciar que
debería considerar al denunciante en el proceso administrativo y no excluirlo de tal
proceso ya que según el principio del debido procedimiento, todos los administrados
deben gozar de todos los derechos y las garantías sin ser limitados eso quiere decir a
exponer argumentos, a ofrecer y producir pruebas y sobre todo fundamentalmente a
obtener una decisión fundamentada en derecho.
Para efectos de pronunciamiento en la decisión que resuelva el proceso, siendo así que su
participación o atribución sea invocada para dilucidar algunos sucesos del caso, o para
contar con este en el hecho en el que se presente una audiencia extraordinaria. Como
bien se sabe este procedimiento administrativo se lleva a cabo de oficio sin la intervención
del denunciante o denunciado para emitir pronunciamiento final al respecto, sin embargo,
como ya lo hemos mencionado esto puede acarrear a una vulneración del derecho de
defensa con el que cuentan las personas, aunque esto se justifique en atención a los
principios de celeridad, eficacia y simplicidad, la intervención con la que cuenten el
denunciante/denunciado tal vez no sea necesario, pese a ello no significa que esta no sea
provechosa para la obtención de un adecuado resultado.
Así mismo, generar doctrina referente al caso en el que se busque otorgar una
participación especial al denunciante, como una de las tantas fuentes del derecho,
utilizada comúnmente para argumentar las decisiones en las resoluciones, la doctrina se
transforma en un medio por el que podemos basar nuestras decisiones, y con mayor
grado en el ámbito judicial procesal crear jurisprudencia vinculante para algunos casos. De
alguna u otra forma ésta podría ser usada para invocar al denunciante al formar parte del
procedimiento administrativo sancionador y así garantizar o ejecutar el derecho a la
defensa con el que cuentan los administrados.
III. CONCLUSIÓN:
Como conclusión podemos decir que en cualquier proceso administrativo debe respetarse
el debido procedimiento, la igualdad procesal, en base a ello es que decimos que el
denunciante si debe ser considerado como un sujeto procesal y este debe tener acción
durante el proceso, ya que esto sería beneficioso en la facilitación de medios probatorios
dentro del proceso, ya que tenemos entendido que las entidades administrativas realizan
una investigación muy remota, de esta manera el denunciante podrá ofrecer pruebas, con
el fin de que se logre obtener una resolución debidamente motivada en el ejercicio pleno
del derecho. De igual forma resaltamos que es importante mencionar que la
administración está en la obligación de pronunciarse sobre si procede o no el
procedimiento administrativo, pero cuando la comunicación de la presunta falta es a través
de una denuncia, el rechazo a iniciar un proceso administrativo disciplinario debe ser
motivado y notificado al que puso en conocimiento la presunta falta o si estuviese
individualizado, es decir constituye un avance importante en la limitación de la
discrecionalidad de la administración. Por ende, sintetizado las ideas, si bien es cierto, el
denunciante no tiene calidad de parte, por lo que esto está establecido no solo por nuestro
legislador, sino, por diferentes legislaciones que acrediten la misma postura. Sin embargo,
reiteramos que, cuando haya un inicio de un procedimiento excluyendo al denunciante
para no considerarlo como parte del procedimiento se estaría vulnerando su derecho de
defensa cuando este quiera ser parte del mismo, es decir, el querer presentar posibles
pruebas o cuando haya una audiencia oral extraordinaria por el cual se está procediendo
ante la presentación de su denuncia, o, simplemente, a ser informado por cada
procedimiento que se realiza, porque, posiblemente, este denunciante sea el principal
afectado de manera directa o indirecta ante las conductas u omisiones que realizan los
infractores.
REFERENCIAS:
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penal peruano”. Lima. Revista Tachirense de Derecho, (22). Pg. 93-112. Obtenido
de: http://bdigital.ula.ve/storage/pdf/retade/n22/articulo5.pdf