Resumen Fallos Valor Llave y Empresa

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Canicoba de Diz, Marcelina c/Gou Frade y Cía. S.R.L.

(Cámara Comercial de la Capital,


mayo 31 de 1950)

Partes:

DEMANDADOS: Socios sobrevivientes (Agustin Gou villela y Fernando Frade)

ACCIONANTES: Herederos de Diz, (José M.diz; socio muerto), representados por


Marcelino Fernandez crido

Hechos: Muere Diz, los socios no aceptan la participación en el negocio de los


herederos en representación del fallecido. De esta manera surge una disputa en el
alcance e interpretación de la cláusula 14, más especificadamente en la palabra
BONIFICACIÓN.
La cláusula dice que: 5) que en caso de fallecimiento o incapacidad de cualquiera de
los socios, la sociedad continuaría con sus herederos o representantes legales, los
que debían asignar a una sola persona para representar al desaparecido o incapaz en
sus relaciones con la sociedad, siempre que los otros socios lo desearen, pues éstos
podrían a su arbitrio proceder a la inmediata liquidación; 6) que llegado dicho caso
los socios sobrevivientes o capaces tenían que abonar a los herederos del fallecido o
representante del incapaz, el importe de su respectivo capital más una bonificación
de m$n. 10.000, además de la parte proporcional en las ganancias si las hubiere, de
acuerdo con el inventario y balance que se practicaría al día del fallecimiento o
declaración judicial de incapacidad; 9) que en tales circunstancias los sobrevivientes
o capaces se harían cargo del activo y pasivo de la sociedad, procediendo a su
liquidación.
Fallecido José M. Diz –continúa el letrado- los socios sobrevivientes Agustín Gou
Vilella y Fernando Frade, rechazaron los deseos de los herederos de aquél de
continuar en la sociedad, invocando la clausula 14.
Correspondía a Diz, por capital y utilidades, la suma de m$n. 57.096,19. Pero ni en ese documento,
ni en la pericia presentada por el contador Ricardo Scorticatti a los autos sucesorios, se registraba
valor alguno por el precio de la llave del negocio , su mandante, como administradora judicial,
remitió a la sociedad, dentro del plazo que el contrato fija para deducir observaciones al balance, el
despacho colacionado cuya copia adjunta, de la sucesión, ese valor “llave” que importa un capital
no contabilizado.
Los sucesores de Diz , alegaron que contrariamente a lo que sostienen los
demandados, la “bonificación” a que dicha cláusula se refiere no representa el valor
proporcional de la “llave” del negocio, sino que solo se trata de una compensación
que se pacta a favor de la sucesión del socio fallecido, por el lucro cesante que
implica la separación forzada y antojadiza de los herederos.
La acción es contestada por los socios; que la única vez que los socios convinieron
fijar un valor a la “llave”, lo fue con motivo de la disolución de la sociedad constituida
en 1926 y que el valor asignado entonces –m$n. 5.500 para cada socio- era
proporcional al capital, como lo es el asignado en el último contrato;
CONSIDERANDO:
1º. este pleito tiene motivo en la diversa interpretación dada por las partes litigantes
al contrato de sociedad que gobierna a la razón social Gou, Frade y Cía.
O si, en cambio –como afirma la actora- tal “bonificación” es independiente del valor
“llave” –cuy liquidación y pago reclama- puesto que con ella los contratantes sólo
han querido otorgar una indemnización o mejora a los herederos excluidos, entre
otros conceptos, por el lucro cesante. En el caso de que esta última resultara la
correcta y justa solución, nacería entonces una nueva cuestión a resolver, cuál sería la
de determinar el valor “llave”.
2º. De esas fuerzas unas constituyen el elemento “estático” (cosas corporales o
incorporales) y otras el denominado “dinámico” o “funcional”, de no menor
importancia, por ser a veces más fructífero; y de formación compleja, por constituir
un sinnúmero de circunstancias particulares y variables, como pueden serlo el
crédito, la fama, la clientela, la antigüedad, la atención del dueño, la ubicación del
local, etcétera, todo lo cual contribuye a su rendimiento. Este elemento forma por
ello, parte del capital del negocio, aún cuando no se palpe y no esté contabilizado .
En la práctica comercial tiene un valor reconocido y es distinguido vulgarmente con
el nombre de “llave”.
La palabra “bonificación” da idea de “mejorar”, cuyo expreso otorgamiento es
“voluntario”, porque pudo haberse omitido válidamente; y tiene su lógica explicación
en el apartamiento definitivo de los herederos del socio fallecido, que los priva de
futuros beneficios.
En efecto: el testigo Carlos Fragueiro Terry, que depone a fs. 122 vta. a tenor del
interrogatorio de fs. 118, fue el escribano que en su registro otorgó las escrituras
públicas correspondientes a los dos últimos contratos sociales. En el primero de ellos,
la cláusula 11ª es idéntica, salvo el monto de la “bonificación”, a la 14ª del actual.
Afirma que aquéllas no mencionaron nunca el valor “llave”; y además informa que la
“bonificación” de que hablan esas cláusulas, fue establecida únicamente “para que
los familiares del socio que falleciera pudieran afrontar los primeros gastos”.
Necesario recordar previamente que los tres contratos que sucesivamente realizó la
sociedad Gou, Frade y Cía. preveía la forma en que debía liquidarse la parte del socio
que se retirara por su voluntad, o que falleciera o incapacitara.
conceptos ambos a los cuales los demandados pretenden inútilmente asignarle valor
equivalente, puesto que ellos mismos entendieron, en la primera oportunidad que se
les ofreció, que la “llave” se adeuda siempre, como parte del capital o fondo de
comercio, aunque el contrato social nada disponga al respecto.
Debe concluirse en que la “bonificación” aludida en el artículo 14 del contrato social
vigente es independiente del valor funcional “llave”, valor este último, que debe
también pagarse, por formar parte del fondo de comercio de la razón social Gou,
Frade y Cía.
Puesto que mientras el contador Domínguez, perito de la actora, lo estima en m$n.
122.000, el contador Boracchia, propuesto por la contraria, lo justiprecia en m$n.
61.000.
En consecuencia, fijamos el valor “llave” en m$n. 90.500, que a nuestro juicio guarda
relación con el aceptado en el año 1929 por los propios socios, si consideramos el
capital de entonces y el que arroja el balance a la fecha del fallecimiento del socio
Diz; además de los 14 años transcurridos entre ambas fechas, que sirvieron para
acrecentar el mérito y la clientela.
Es de práctica establecer la “bonificación” como valor global de una compensación o
gratificación, en concordancia con la acepción gramatical del vocablo, en cuanto
significa hacer buena alguna cosa, mejorándola de condición o estado, y dentro de
este alcance la cantidad que por tal concepto se reconocen a los herederos del socio
fallecido, cuando no se aceptara por los sobrevivientes su incorporación en la
sociedad, traduciría el resarcimiento pecuniario que se agrega a la partida de capital
que tienen derecho a percibir, como consecuencia de que la actitud asumida con
respecto a los mismos, al excluirlos de la sociedad que se disuelve parcialmente con
relación a ellos, les priva de la probabilidad de participar de los beneficios futuros
que podrían derivar de la prosecución de las actividades del negocio. Conceptúo, de
acuerdo con los elementos de juicio que obran en los autos, que ese es el recto
sentido de la cláusula 14ª, entendiendo conforme al criterio que sustenta el juez de
la causa, que corresponde diferenciar en el sub júdice los conceptos de
“bonificación” y “llave”, como expresiones que caracterizan estados económicos
independientes, desde que el primero comprende una compensación indemnizatoria
convenida contractualmente y el segundo representa un valor nominal generado en
el transcurso de la explotación comercial, que hace parte del capital.
4º. – En cuanto a la 3ª cuestión, referente a la determinación del valor “llave”, estimo
aceptable el criterio adoptado por el a quo en presencia de las apreciaciones
formuladas en la pericia de folios 188.
5º. – Por lo expuesto, sus propios fundamentos y consideraciones concordantes del
dictamen del asesor de menores, considero que el fallo recurrido debe ser
confirmado en todas sus partes. Si esta opinión fuera compartida por los demás
vocales, correspondería declarar las costas de esta instancia en el orden causado,
atendiendo al resultado de las apelaciones deducidas. Voto en el sentido indicado.
Por análogas razones, los doctores Williams y Serrano adhirieron al voto anterior. Por
los fundamentos del precedente acuerdo se confirma la sentencia de folios 270 en
todo cuanto ha sido materia de las apelaciones concedidas a folios 279 y vuelta y
folios 280 vuelta, declarando las costas de esta instancia en el orden causado en
atención al resultado de dichos recursos. – Jorge M. Serrano. – Eduardo Williams. –
Vicente Rodríguez Ribas.

“MATTIEVICH, MARIA JOSE y EGIPTO SRL c/ PRESSENDA, CAROLINA s/ NULIDAD DE


MARCA”, (CAMARA FEDERAL DE ROSARIO - SALA A, 24 de octubre de 2014.)

PARTES: Pressenda carolina (registradora de marca de mala fe)


Mattievich José Maria y Egipto srl (dueños del café)

HECHOS:
1- Vienen los autos a conocimiento del Tribunal en virtud del recurso de apelación
interpuesto por la demandada contra la sentencia N° 53 del 22 de mayo de 2013
que admitió la demanda interpuesta por la Sra. María José Mattievich y la firma
Egipto SRL declarando la nulidad del signo “El Cairo” registrado a nombre de
Carolina Alejandra Pressenda y rechazó la reconvención planteada por esta
última contra los coactores relativa al cese en el uso del nombre comercial “El
Cairo”, retiro de toda publicidad, cartelería, avisos en los medios de
comunicación, internet, packaging y/o toda simbología de cualquier naturaleza
que incluya dicho nombre, imponiendo las costas a la demandada reconvieniente
(fs. 512/520).
formula una reseña de los antecedentes de la causa, relatando que la Sra.
Mattieviech y la firma Egipto SRL promovieron en su contra demanda de nulidad de
marca en relación al signo “El Cairo” alegando encontrarse legitimados por ser
titulares del inmueble sito en calle Sarmiento y Santa Fe de Rosario y del fondo de
comercio allí ubicado, basando su pretensión anulatoria en la supuesta mala fe con
que ella había obrado al momento de registrar dicha marca . Entiende la recurrente
que no se ha probado su mala fe y que existe presunción de legitimidad del mentado
registro, todo lo cual debió llevar al a-quo al rechazo de la demanda y a hacer lugar a
la reconvención.
Relata la demandada que encontrándose con proyectos de abrir un bar y utilizar el
nombre “El Cairo”, realizó de buena fe los trámites ante el INPI para el registro de
dicho nombre en mayo de 2004. Destaca que durante el año 2003 mantuvo
reuniones informales con el Sr. Fontanarrosa, con su representante y su contador y
que mientras desarrollaba su proyecto, el antiguo bar “El Cairo” se encontraba
cerrado, y con problemas de diversa índole tales como falta de habilitaciones,
deterioro estructural, etc. Habida cuenta de ello buscó otro inmueble en la zona,
realizándose sobre éste un proyecto arquitectónico, todo lo que surge de las
probanzas de la causa.
Considera que, contrariamente a lo legalmente previsto, el a-quo priorizó otros
principios tales como el respeto al interés común, la moral y las buenas costumbres,
en desmedro de la protección que debió darle a la apelante por el hecho de ser
titular de una marca registrada.
2°Cuestiona la sentencia en tanto considera que la recurrente actuó de mala fe, y
explica que ésta no se presume, sino que debe probarse, y que tal concepto debe
entenderse desde un punto de vista subjetivo lo cual requiere un conocimiento y un
comportamiento; esto es, debe existir en el registrante un absoluto conocimiento de
la preexistencia de la marca, y la volición de registrar su dominio con intención de
causar un daño efectivo al usuario de ésta, lo que no se verifica en el caso y tampoco
ha sido probado, ya que al momento de la registración nadie utilizaba la marca en
cuestión y el bar “El Cairo” estaba cerrado. refiere que la accionante no pudo haber
utilizado la marca de manera notoria sino recién a partir del alquiler del local, por lo
que tampoco pudo haber, al momento de la registración, un conocimiento
preexistente de la marca por parte de la accionada; y respecto del segundo requisito,
no se demostró comportamiento indebido alguno de su parte.
3° Cuestiona la sentencia en tanto dota a la adquisición del inmueble por parte de la
actora Mattievich de una consecuencia jurídica inexistente, puesto que –dice- nadie
transfirió a ésta el uso de hecho de la marca realizado por los antiguos titulares del
bar.
4° cuestiona la valoración fragmentada de los hechos y las pruebas que –alega-
realizó el a-quo, que lo llevaran a tener por demostrado el interés legítimo de los
actores en el uso de la denominación “El Cairo” y en la pretensión de nulidad de dicha
marca a nombre de la apelante.

1- Estimo ajustada a derecho la sentencia en revisión y por tanto propongo su


confirmación.
En consecuencia, se impone precisar que son “designaciones” aquellos nombres o signos con que se define
una actividad con o sin fines de lucro, y en tanto cumplen una función distintiva, se encuentran contempladas
por el régimen legal establecido en los artículos 27 al 30 de la ley Nº 22.362.
A su vez corresponde diferenciar la marca de servicio de la designación de una actividad, y desde luego, del
nombre comercial, que es la designación de las actividades con fines de lucro.
Se impone determinar entonces si el uso público del nombre comercial “El Cairo” y la continuidad en la
prestación efectiva del servicio de bar que alegan haber realizado los actores con anterioridad a la inscripción
efectuada por la demandada, los hace sujetos de la protección conferida por la legislación marcaria, y en
particular, si pueden peticionar la nulidad del citado registro como marca de servicios.
Doctrina tiene dicho: “El uso sin registro ha sido un motivo suficiente para oponerse con éxito al registro de
una marca solicitada con posterioridad al mismo, para servir de base para anular una marca registrada,
también posterior, y también para rechazar con éxito una oposición deducida a la solicitud de su registro...”.
Y: “… que para que una marca de hecho pueda ser base de oposición a una solicitud marcaria de un tercero
se requiere, con arreglo a reiterada jurisprudencia que se apoya en los principios generales del derecho, que
el signo haya sido utilizado con intensidad en forma ostensible y pacífica, que ese empleo se prolongara por
un tiempo razonablemente extenso, y que a su amparo el industrial o comerciante hubiese formado una
legítima clientela…”.
Con relación a la actual propietaria del inmueble cabe recordar que el local cerró en el mes de diciembre de
2002 y diez meses más tarde (octubre de 2003) la actora adquirió los activos falenciales de Tzovanis y Cía.,
transfiriéndose a ésta todos los derechos inherentes al dominio y a la posesión (fs. 25/38). Ello incluía no
sólo el inmueble sino todo lo que había allí adentro, a saber: sillas, mesas, cafeteras, etc. (fs. 367vta.);
operación que resulta equiparable a una transferencia de fondo de comercio respecto de la que se ha
señalado: “… a falta de disposición en contrario acordada por las partes, se produce la transferencia de la
designación conjuntamente con el establecimiento en relación al cual se la utiliza…”
la Sra. Mattievich adquirió el inmueble en octubre de 2003 y continuó a partir de allí con el uso del nombre
en cuestión. En efecto, poco tiempo después de la compra hizo públicas sus intenciones de reabrir allí el
emblemático bar, de lo que dan cuenta las noticias periodísticas publicadas en el diario “La Capital” de esta
ciudad en fechas 31 de diciembre de 2003, 14 de abril de 2004, 04 de mayo de 2004, 12 de julio de 2004,
etc.
Durante todo ese tiempo –y aún después del incendio que allí tuviera lugar- se mantuvieron a la vista los
característicos carteles, los que recién fueron removidos una vez iniciadas las tareas de remodelación. Ello,
sumado a la mentada difusión en los medios del proyecto de reapertura del bar literario, evidencian que la
actora persistió en el uso del nombre “El Cairo”, conservando así sus derechos sobre éste.
Alega la recurrente que al momento de iniciar el trámite de inscripción de la marca de servicios, el local se
encontraba cerrado por lo que mal pudo la accionante haber utilizado ininterrumpidamente el nombre.
se entenderá renunciado un signo, cuando se haya dejado en el público la impresión de que éste se ha
abandonado, atendiendo a tal fin las conductas de su titular y no un criterio meramente temporal,
valorándose “… otros hechos positivos, adicionales a la simple falta de uso, tales como el retiro de los
carteles u otros elementos en los que consten las designaciones hasta entonces usadas o la realización de
nuevas actividades publicitarias, en las que se abandona la mención de las designaciones anteriores”.
Es del caso que el local permaneció cerrado durante 10 meses, en razón de las dificultades económicas del
entonces titular del inmueble Tzovanis y Compañía, Sociedad Comercial Colectiva, de lo que da cuenta el
proceso concursal afrontado por ésta. Seis meses luego de adquiridos por la Sra. Mattievich los activos
falenciales, el inmueble sufrió un incendio que lo devastó; circunstancias todas que evidencian la
imposibilidad de brindar allí servicio alguno, al menos durante el tiempo en que el local estuvo clausurado y
hasta su posterior restauración.
Por otra parte, si bien el bar ya no funcionaba al momento de adquirirlo la actora, ha quedado sentado que a
partir de allí (y previo al trámite de registración de la marca de servicios) subyació siempre el proyecto de
reabrirlo como bar literario, y que ésta inició acciones de desalojo contra los subinquilinos del inmueble.
identificación por parte del público consumidor del nombre “El Cairo” con el servicio allí prestado se
mantuvo incólume pese al cierre del local, circunstancia que se vio reforzada por el hecho de que –hasta el
incendio- continuó funcionando contiguo al lugar un pool al que el público identificaba como “El pool del
Cairo”.
Tales expresiones no admiten ser vistas como abandono definitivo del nombre comercial ni de la actividad
característica que pueda traer aparejado un menoscabo en los derechos de los accionantes,
- apelante cuestiona asimismo que el fallo no haya dado preeminencia al principio atributivo en materia
marcaria y que el a-quo haya considerado que su representada actuó de mala fe.
el régimen atributivo adoptado por nuestra legislación no es absoluto sino que se encuentra sujeto a diversas
restricciones de orden público, en virtud de la cuales se protegen los derechos de usuarios anteriores de una
marca sin registro.
art. 24 inciso b) de la citada ley 22.362 establece la nulidad de las marcas registradas por quien, al solicitar el
registro, conocía o debía conocer que ellas pertenecían a un tercero.
máxime teniendo en cuenta que el supuesto proyecto de negocios a cuyos fines la registró era precisamente
la apertura de otro bar, inherente a la misma temática.
En otro orden, la ley exige al titular de un registro marcario un interés legítimo (art. 4º) y el uso de la marca,
so pena de su caducidad (art. 26) o nulidad en el caso de piratería, o de especulación; esto es, si conocía que
pertenecía terceros, o si la registró para su comercialización y ello constituye la actividad habitual del titular
(art. 24 inc. b y c).
Surge de las probanzas de autos que la demandada nunca explotó la marca de servicios en conflicto, ni se
dedica al rubro gastronómico o de bares (fs. 367). A su vez, se han demostrado las tratativas habidas entre
los representantes de las partes tendientes a la transferencia onerosa de la marca de servicios “El Cairo” a
favor de la actora.
A mayor abundamiento, la confesional de la demandada a fs. 367 y la testimonial de fs. 434 y vta. (si bien
impugnada) dan cuenta de negociaciones habidas entre la demandada y quienes explotan el bar “La esquina
del Negro”, a fin de vender a éstos la marca de servicios “El Bar del Negro” registrada también a nombre de
la accionada (fs. 197/199) y no utilizada por ésta.
3. Por último, con relación a la reconvención planteada por cese de uso del nombre comercial “El Cairo”, si
bien es cierto que la declaración de nulidad de la citada marca tiene por consecuencia el rechazo de la
reconvención, ello es así en razón de la evidente posibilidad de confusión entre el mentado nombre y la
marca de servicios de que se trata, que en el caso son idénticos.
Por otra parte, si la apelante no tiene derecho a la marca reputada nula, tampoco tiene derecho a su uso
exclusivo de forma tal de encontrarse habilitada para oponerse al uso por parte de terceros del nombre
comercial en trato.
El Dr. Carlos F. Carrillo dijo: Adhiero al voto de la Dra. Arribillaga.
Dr. Fernando Lorenzo Barbará dijo:
2.4.- Cabría que nos preguntáramos entonces: ¿existe alguna suerte de derecho propter rem que por la
mera adquisición de una cosa nos confiera las facultades o prerrogativas que su anterior dueño no nos
transfirió? Cuanto menos hasta donde sé no existe una institución semejante, de manera que considero que
Mattievich en momento alguno adquirió legalmente los derechos que sí había generado la sociedad
comercial que explotara el bar “El Cairo” hasta finales del año 2002.
Tanto menos pudo haber adquirido tales derechos la firma locataria del inmueble “Egipto SRL”, desde que a
ésta sólo podrían haber sido otorgados por aquélla, que, como hemos visto, nunca los habría adquirido.
Resulta de aplicación aquí el “Principio General del Derecho” conocido como nemo plus iuris, “Nadie puede
transmitir a otro sobre un objeto, un derecho mejor o más extenso que el que gozaba; y recíprocamente,
nadie puede adquirir sobre un objeto un derecho mejor o más extenso que el que tenía aquel de quien lo
adquiere”.
2.5.- En cuanto al uso que de facto hicieron los accionantes a partir de la reapertura del local en el mes de
noviembre de 2004, entiendo que no puede ser opuesto a la apelante que inició el trámite de registro en el
mes de mayo de tal año. Porque como prevé el primer párrafo del artículo 4 de la ley 22.362, “La propiedad
de una marca y la exclusividad de uso se obtienen con su registro”, mientras que el 8 del mismo cuerpo
normativo establece que “El derecho de prelación para la propiedad de una marca se acordará por el día y la
hora en que se presente la solicitud…”.
La actora argumentó en el escrito inicial (fojas 279 in fine y vta.) ser titular del fondo de comercio y “…
continuadora de los creadores del nombre comercial…” (fojas 286 sobre el final del quinto párrafo),
argumento que reitera a fojas 287 in fine, mas no atinó a explicar mediante qué instituto jurídico, legal,
tendría tal calidad (la de continuadora).
Cierto es que el artículo 7 de la ley 22.362 reza: “La cesión o venta del fondo de comercio comprende la de
la marca, salvo estipulación en contrario”.
En efecto, porque si bien el artículo 1 de la ley 11.867 (ley de transferencia de fondos de comercio)
establece:
artículo 2 dice: “Toda transmisión por venta o cualquier otro título oneroso o gratuito de un establecimiento
comercial o industrial, bien se trate de enajenación directa o privada, o en público remate, sólo podrá
efectuarse válidamente con relación a terceros previo anuncio durante cinco días en el Boletín Oficial de la…
provincia respectiva y en uno o más diarios del lugar en que funcione el establecimiento…”, y luego continúa
fijando todo el procedimiento, hoy ya centenario, que debe cumplirse para que pueda hablarse
auténticamente de transferencia de fondo de comercio y que ésta resulte oponible a terceros.
Puede afirmarse que la sentenciante no sólo pasó por alto tan trascendente dato, sino que además lo tuvo
como demostrativo de la ausencia de buena fe que le atribuyó a Pressenda y también le reprochó no haber
concretado nunca el proyecto de negocio al que habría tenido la intención de imponer el nombre en disputa,
mas sin advertir que cuando hubiera podido hacerlo con aval normativo, a partir del día 03 de octubre de
2008, ya hacía varios años que se encontraba en explotación y utilizando tal nombre de hecho, el local de la
actora.
En cuanto a lo de la supuesta “clientela” del bar “El Cairo” antes de su cierre a fines de 2002, la prueba de
autos la desmiente por completo. Basta al efecto ver la fotografía que luce en la página 104 del libro:
“Historias de ‘El Cairo’”, acompañada como documental por la accionante y el comentario al pie de su autor
acerca de la decadencia del lugar en sus largos últimos tiempos, lo cual llevó a decir a un ex parroquiano del
bar que “Faltaba poco para que las ratas abrieran la puerta”.

SE RESUELVE:
1- Confirmar la sentencia Nª 53 del 22 de mayo de 2013 (fs. 512/520). 2- Imponer las costas de la Alzada a
la demandada (art. 68 del CPCCN). 3- Regular los honorarios profesionales en el 25% de lo que se fije en
primera instancia.

"Recurso de hecho deducido por Gabriel Lipovetzky, Jacobo Lipovetzky y


Sergio Lipovetzky en la causa Palomeque, Aldo René c/ Benemeth S.A. y
otro", para decidir sobre su procedencia. 3 de abril de 2003.
Considerando:
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin
efecto la sentencia apelada

Partes:
ACTOR: no estaba correctamente registrado
DEMANDADO: son accionistas de la condenada principal e incluso miembros de su directorio

CSJN:
-I-
La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (Sala X)), denegó el recurso federal de los co-demandados
contra la sentencia del tribunal que modificó la de primera instancia y les extendió solidariamente la
condena. Para así decidir, se basó en que: a) no se trata de ninguno de los supuestos del artículo 14 de la ley
n° 48; y, b) se reduce a discrepar con el criterio de la Sala en temas de hecho, prueba, derecho común y
procesal
-II-
. Se fundó para ello en que: a) la práctica de no registrar ni documentar una parte del salario convenido y
pagado, constituye un fraude laboral y previsional; b) la falta de registro de parte del salario de un
trabajador constituye un recurso para violar la ley
c) los co-demandados son accionistas de la condenada principal e incluso miembros de su
directorio; y, d) el actor, según conclusión del fallo de grado, no estuvo correctamente registrado,
por lo que cabe aplicar la teoría de la desestimación de la personalidad jurídica y condenar
directamente a los socios de la sociedad anónima
-III-
la quejosa aduce arbitrariedad, basado en que el fallo: i) funda la existencia de "pagos en negro" en los
dichos de un solo testigo, olvidando que la apreciación relativa a supuestos pagos irregulares debe ser
restrictiva y ellos no hallan respaldo en la restante prueba testimonial; ii) omite que el actor cursó todos sus
reclamos a "Benemeth S.A." y nunca adujo ni acreditó haber laborado para los otros demandados; iii) basa
la condena en una construcción jurisprudencial errónea desconociendo que, para considerar responsables a
los socios de una persona ideal, estos deben haberla utilizado en forma abusiva, iv) soslaya que los dichos
aislados de un testigo no bastan para probar que la sociedad fue utilizada como vehículo para burlar la ley.
IV-
Según emerge de fs. 438/452, la juez de grado consideró probado -en lo que nos ocupa- que el actor percibía
una suma fija y un porcentaje en concepto de comisiones por ventas y que su ingreso a la firma accionada
resultó anterior al registrado por la empleadora. Dicho fallo, siempre en lo que nos atañe, fue apelado por
Benemeth S.A. -que se agravió de la admisión del rubro comisiones- (v. fs. 454/456) y por la actora -
disconforme con la liberación de responsabilidad de los socios-directores de la firma- (fs. 461/463), dando
lugar a las réplicas
Examinados ahora los agravios traídos a la instancia extraordinaria por los Sres. Lipovetsky, resulta en primer
término que: a) se encuentra firme que el actor fue registrado por la empleadora en fecha posterior a la real
y en una categoría que no era la propia; y, b) la existencia de pagos no registrados resulta no sólo de los
dichos de una testigo sino, como enumera el tribunal a quo, de otros testimonios y de la situación en que
quedaron incursos los demandados a fs. 157 (cfse. fs. 476 vta.), extremos a los que cabe añadir -entre otros-
la falta de exhibición del libro de viajantes de comercio y el juramento prestado por el reclamante
En el caso, estimo que la sentencia no cumple dichos recaudos, en tanto que no ha quedado acreditado que
estemos en presencia de una sociedad ficticia o fraudulenta, constituida en abuso del derecho y con el
propósito de violar la ley (v. fs. 45), que, prevaliéndose de dicha personalidad, afecta el orden público laboral
o evade normas legales, extremo al que se añade que tampoco se advierte
jueces han prescindido de considerar que la personalidad diferenciada de la sociedad y sus socios y
administradores constituye el eje sobre el que se asienta la normativa sobre sociedades anónimas y que ésta
configura un régimen especial porque aquéllas constituyen una herramienta que el orden jurídico provee al
comercio como uno de los relevantes motores de la economía. Desde esta perspectiva, no alcanzo a advertir
que, el contexto probatorio del caso, posea virtualidad suficiente como para generar la aplicación de una
causal de responsabilidad en materia societaria de orden excepcional, sin la suficiente y concreta
justificación; ni que los motivos expresados provean del debido sustento a la inteligencia conferida al
precepto en examen.-
V-
Por los fundamentos expuestos, opino que corresponde hacer lugar a la queja, declarar procedente el
recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia y restituir los autos al tribunal de origen para que por
quien proceda, se dicte un nuevo fallo con arreglo a lo indicado.-

TRIBUNAL: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala III (CNTrab)(SalaIII)


FECHA: 1998/02/19
PARTES: Duquelsy, Silvia c. Fuar S. A. y otro.
2ª Instancia. -- Buenos Aires, febrero 19 de 1998.

Partes: DEMANDADA: Directora diligente de FUAR S.A

La doctora Porta dijo:


Se queja la recurrente pues, sostiene que correspondía extender la condena en forma solidaria a la
presidente del directorio de la codemandada Fuar S. A., en virtud de la responsabilidad que le cabe a ésta
emergente del art. 59 de la ley 19.550.
Llega firma a esta alzada, ya que no existió agravios al respecto, que la relación laboral habida entre la actora
y Fuar S. A. no fue debidamente registrada. Tal como sostuviera este tribunal dicha conducta constituye un
típico fraude laboral y previsional, ya que tiene normalmente por objeto y efecto disminuir en forma
ilegítima la incidencia del salario normal en las prestaciones complementarias o indemnizatorias y en los
aportes al sistema de seguridad social. El pago en negro perjudica al trabajador, que se ve privado de aquella
incidencia; al sector pasivo, que es víctima de la evasión, y a la comunidad comercial en cuanto, al disminuir
los costos laborales, pone al autor de la maniobra en mejor condición, para competir en el mercado, que la
reservada a otros empleadores respetuosos de la ley.
El art. 54 de la ley 19.550, en el último párrafo agregado por la ley 22.903, dispone "La actuación de la
sociedad que encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituye un mero recurso para violar la ley,
el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o
a los controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios
causados".
No podría decirse que el pago en negro encubre en este caso la consecución de fines extrasocietarios ,
puesto que el principal fin de una sociedad comercial es el lucro ; pero sí que constituye un recurso para violar
la ley, el orden público (el orden público laboral expresado en los arts. 7°, 12, 13 y 14, ley de contrato de
trabajo), la buena fe (que obliga al empresario a ajustar su conducta a lo que es propio de un buen
empleador, art. 63, ley de contrato de trabajo) y para frustrar derechos de terceros (a saber, el trabajador, el
sistema previsional, los integrantes del sector pasivo y la comunidad empresarial, según ya se ha indicado).
Ahora bien, no se ha probado en autos que la codemandada Silvia Cao fuera socia de Fuar S. S. A., por lo que
no le resulta aplicable al art. 54 de la ley 19.550. Sin embargo, en su carácter de presidente del directorio de
dicha sociedad y en virtud de lo dispuesto por el art. 274 de dicho cuerpo legal responde ilimitada y
solidariamente ante los terceros --entre quienes se encuentra la actora--, por la violación a la ley --supuesto
que se encuentra configurado en el caso, en virtud de lo señalado precedentemente-- ya que no ha probado
que se opusiera a dicho actuar societario, ni mucho menos que dejara asentada su protesta y diera noticia al
síndico de la misma, único medio de eximirse de tal responsabilidad (conf. últ. párrafo, art. 274 citado). En
consecuencia, propiciaré que se haga lugar a la queja de la accionante.
Por ello, propicio: I. Modificar la sentencia apelada, en el sentido de hacer extensiva la condena, en forma
solidaria, a la codemandada Silvia N. Cao; II. Imponer las costas de alzada a dicha codemandada; III. Regular
los honorarios del firmante de fs. 181/183 en ... % de lo que corresponda percibir por su actuación en
primera instancia.

Tribunal: Cámara Apelaciones Civil y Comercial de Concepción del


Uruguay(CCivyComConcepciondelUruguay) MARROGH

Partes: DEMANDADOS: herederos del Marrogh padre, fundador de la


sociedad y aportante del 520% del patrimonio. Siendo sus socios de SA, el
causante, esposa e hijas con exclusión de sus maridos y el actor. Estrella
S.A
ACTORES: herederos de marrogh hijo (

Hechos:
la no concurrencia del supuesto objeto ilícito atribuido a la constitución de la sociedad anónima que se ataca
por nulidad -art. 953, Cód. Civil-. En la alzada, el actor no funda concretamente esa ilicitud, por el contrario
afirma que "no está claro si el propósito del causante fue sólo cuidar la unidad del patrimonio familiar o si
también tuvo la intención de privar a mi mandante de su legítima"
e) el aporte del causante fue la integridad de los bienes comprendido en su establecimiento "La Estrella" de
un valor muy superior al de las acciones por él suscriptas;
h) ese patrimonio, está de hecho administrado por los miembros de la familia del actor, sin que éste
individualmente pueda acceder al mismo en forma alguna; i) las acciones que el accionante recibiría no
representan los verdaderos valores transmitidos; j) la S. A. es un artificio técnico que impide, o se invoca para
impedir, que el actor obtenga la real integración de su legítima que es institución de orden público ; k)
corresponde por ello penetrar en la personalidad de la S. A. co-demandada a los fines de la computabilidad
de sus bienes para determinar la legítima del actor.
los demandados argumentan en síntesis: 1) el causante no persiguió privar al actor de su herencia; 2) la S. A.
tuvo por objeto asegurar la explotación agropecuaria y cabaña por sus hijos; 3) el actor no quiso integrar la
S. A., y se ha alejado del núcleo familiar; 4) la S. A. es real, ni ficticia, su desenvolvimiento es legal y
totalmente normal; 5) todos los herederos del causante deben recibir su parte en igualdad de condiciones;
su pretensión implica desigualar a los herederos, en su beneficio y en perjuicio de los demás; 6) el causante
quiso que sus herederos recibieran acciones; 7) el actor ha aceptado la herencia; no puede desconocer la S.
A., ni la integración de la sucesión con las acciones que el causante tenía en ella; 8) la S . A. no puede
reputarse válida por los terceros y los accionistas y no para el actor; éste ha aprovechado, bienes materiales
instalaciones etc. de la S. A. en su provecho; 9) la condición de accionista minoritario es consecuencia de la
propia actitud del accionante; 10) la legítima ha de establecerse sobre bases idénticas para todos los
herederos; ella son las acciones dejadas por el causante, siendo inadmisible, y contraria a la igualdad y
equidad, computar acciones para algunos herederos y bienes para otro; 11) el actor no demostró el perjuicio
a su legítima; 12) la división de bienes societarios como reclama el accionante importará un
desmembramiento con grave perjuicio a la sociedad anónima.
a-cabe reiterar que en la constitución de la S. A. no medió, en absoluto el ilícito propósito del causante de
excluir al actor de su herencia. B) en el caso estamos, sin duda, frente a la llamada sociedad anónima
cerrada "de familia". C) , puede afirmarse que el valor real aproximado de aquéllos representó en su
momento un monto superior en un 520 % al valor nominal de las acciones suscriptas por el "de cujus . D)
cualquiera fuese la eventual posibilidad de venta de sus acciones por el actor, no es dudoso que tratándose
de sociedad anónima cerrada de familia" quede descartada la obtención de un valor razonablemente
asimilable al que representa el patrimonio cuantioso de la S. A. y en orden a su participación hereditaria.
"La Estrella", que además de representar el 95 % del capital accionario constituyó sin duda la transferencia
de valores reales muy superiores al de las acciones suscriptas
S. A., tanto por su integración como por los caracteres de su capital originario, no ha respondido
propiamente a la estructura de una verdadera empresa impersonal y de capital sino que de hecho ha
agrupado al núcleo familiar alrededor del cuantioso patrimonio productor del causante. En vida de éste, ese
patrimonio, aunque bajo la titularidad formal de la S. A., era administrado sin duda por aquél en virtud de su
absoluto y casi total predominio accionario; a su muerte, la administración pasó a su familia.
No puede desconocerse que detrás de una aparente sociedad de capital, teóricamente un tercero como
sujeto de derecho, nos encontramos con elementos de absoluto predominio de los individuos físicos que
integran aquél, por un lado un patrimonio aportado en forma casi total por una de las personas fundadoras,
por otro lado, una administración con poder de decisión, el llamado "poder político"
Se percibe con facilidad un patrimonio individual, que pese al ente societario, se sigue gobernando y
administrando individualmente en vida del causante
Dice Borda "Sucesiones", t. II, p. 86 "Legítima es la parte del patrimonio del causante de la cual ciertos
parientes próximos no pueden ser privados sin justa causa de desheredación por actos a título gratuito".
Constituye, sin duda, una limitación a la libertad de testar y de donar; asegura a ciertos herederos una
porción del patrimonio del causante, una porción de la herencia; debe ser satisfecha en especie.
Se acepta hoy pacíficamente que la legítima es un instituto que no hace tan sólo a intereses particulares,
sino que en ella se encuentra comprometido el orden público.
La protección de la ley -y se diría además del orden jurisdiccional- no sería completa y adecuada si no se
admitiera que tanto respecto del uso y goce de la legítima como de su integridad, se tomara en cuenta las
realidades económicas y subjetivas que muchas veces aparecen ocultas tras el ropaje de estructuras
societarias.
A modo de síntesis podría afirmarse por un lado que: la constitución de la S. A. codemandada fue lícita,
legal, que el causante dejó al morir acciones de aquéllas, como patrimonio transmitido a sus herederos; que
formalmente la partición hereditaria estaría cumplida mediante la correspondiente adjudicación de esas
acciones en las proporciones de ley.
Por otro lado, no son menos ciertas, las siguientes reflexiones: la S. A, pese a respetar las normas que la
regían al momento de su constitución, no ha sido en el caso una verdadera y auténtica unión de capitales de
diversos sujetos destinados a posibilitar una producción determinada; la S.A. prácticamente cobijó el
patrimonio de una sola persona: el causante, ya que los aportes en dinero de los demás socios, por ser
ínfimos no merecen consideración económica alguna.
el ente societario fue un arbitrio legal al que su promotor recurrió con el deliberado designio -así lo admiten
los demandados- de conservar ese patrimonio constituido por su establecimiento agropecuario "La Estrella"
en poder de sus familiares, propósito que tenía una innegable proyección más allá de la muerte de aquel,
pues aun cuando este evento al constituirse la S. A., no aparecía de probable acaecimiento más o menos
inmediato, no escapó sin duda a la protectora previsión del causante.
La diferencia entre el valor nominal de las acciones suscriptas por el causante y el valor real de su aporte en
bienes, constituye por parte de aquél un desprendimiento patrimonial sin contraprestación, sin retribución,
que lo ubicaría entre los actos a título gratuito; aunque la transmisión de esos bienes fue a la S. A., ello no
excluye el beneficio de los demás socios a que antes aludí. Va de suyo que ello, por sí solo, implicaría una
desigualdad sucesoria entre los herederos forzosos demandados y el actor, que también reviste ese carácter.
Si se admitiera como patrimonio transmitido por el causante sus acciones en la S. A., le tocaría al actor
obviamente un número minoritario de ellas.
"Parecería, pues que el sucesor legitimario del causante que no se hallase conforme con la marcha de la
sociedad o con los manejos del grupo mayoritario tendría siempre la facultad de desprenderse de sus
acciones. Teóricamente es, en efecto, así. Pero en la práctica, ¿quién le compraría esas acciones que no se
cotizan en Bolsa, cuando el grueso del paquete accionario se halla exclusivamente en manos del grupo
familiar? Sólo sus hermanos se hallarían en condiciones de comprárselas, pero sería preciso que estuvieran
dispuestos a hacerlo, y ¿por qué valor? Por el que ellos mismos decidieran. ¿A qué ha quedado reducida la
legítima de este hijo cuyo padre en la opulencia no le ha transmitido sino papeles que nada valen? Se dirá
que no hay aquí jurídicamente nada de irregular, que la sociedad anónima tiene una personalidad distinta de
sus accionistas, y que es ella la propietaria de los bienes que componen su activo. Que el causante sólo
poseía acciones y todas ellas las transmite a sus hijos. Es ésta una explicación que podía satisfacer al espíritu
estrictamente lógico de algunos juristas, pero que está reñida con la realidad que se esconde bajo la caja de
una máquina jurídica construida con un objetivo distinto.
La idea central de esta doctrina puede resumirse así: una persona jurídica es una creación o recurso de
técnica jurídica mediante el cual pueden alcanzarse determinados fines que el ordenamiento jurídico
autoriza, apoya o no desaprueba. Esos fines u objetivos fijan los límites dentro de los cuales cabe admitir la
personalidad propia e independiente de la persona colectiva; si deliberadamente, o no, esa personalidad se
aduce para procurar otros fines u objetivos que el orden jurídico o la equidad, buenas costumbres, moral etc.
reprueban, cabe reconocer a los jueces la facultad de prescindir de la personalidad del ente societario, para
relacionar directamente a los individuos que forman parte de aquél, o tomar en consideración los bienes o
valores poseídos por la persona colectiva como si fueran individuales de sus componentes.
La nueva concepción de la personalidad ubica a ésta no como una ficción legal, ni tampoco como una
realidad sustancial, sino como una realidad jurídica; es un recurso de "técnica jurídica", para que el hombre
logre ciertos objetivos lícitos difíciles o imposibles de alcanzar en forma individual.
Sostiene, en síntesis, que la sociedad se constituye en un sujeto interpuesto para un fin fraudulento: violar las
disposiciones legales sobre la legítima hereditaria.
en el sub júdice, un eventual óbice en el hecho de que hemos dado por demostrado que el causante no se
propuso deliberadamente excluir al actor de su herencia, ni perjudicarlo en su legítima, sin embargo aunque
no querido ni buscado, este efecto se ha producido.
La utilización por el actor de instalaciones y bienes de la S. A. como circunstancias absolutamente de hecho,
es obvio que no constituye óbice legal a la acción de inoponibilidad; aquellas no trascienden el ámbito
jurídico, máxime que no se demostró que el accionante asumiera en forma alguna el ejercicio de su
condición de socio, y aun cuando así hubiere sido, la aludida acción opera con prescindencia de la
integración societaria, con fundamentos y al amparo de preceptivas legales ajenas a la regulación societaria.
Dice Jorge Fornieles -nota en diario E. D., 27/4/70- "Interesa sí, destacar que en miras al resguardo de la
igualdad hereditaria, no hace falta suponer intención violatoria a la ley; en el sentido de que el causante se
propuso contener a uno de los herederos en el uso y goce de la legítima, sometiéndolo al control de los
demás.
Es de observar que pese a la intención de no afectar la legítima, los hechos demuestran que en más de un
caso ello ocurre, ya que el heredero desavenido con sus hermanos recibe títulos mobiliarios, que si bien
teóricamente representan una parte del patrimonio , por su falta de circulación en el mercado carecen de
valor realizable".
Es que la inoponibilidad en el sub júdice, es consecuencia lisa y llana de la afectación de la legítima -hecho
absolutamente objetivo en el que se vinculan una realidad patrimonial y las normas del derecho sucesorio-,
con absoluta prescindencia, de la intencionalidad del causante al constituir la S.A.
La disolución de las sociedades anónimas de familia a la muerte del padre -o de los padres- fundadores, no
es un hecho inevitable o fatal; dependerá de la actitud de los hijos componentes; lo que sí es innegable que
no siendo esas sociedades auténticas sociedades de capital, ni anónimas sino patrimonios personales del
causante transmitido bajo forma societaria familiar cerrada, no pueden oponerse como escudos legales para
impedir o evitar que los hijos que así lo deseen, reciban la porción de los bienes del causante que
legítimamente la ley sucesoria les acuerda.
no dudo en propiciar la admisión de la acción de inoponibilidad, y en consecuencia voto por la negativa.
2ª cuestión.- El doctor Caffa dijo:
La inoponibilidad deducida por el actor, tiene por objeto, según éste así lo determina, la entrega en especie
de los bienes que le corresponden en la sucesión de su padre, para la cual, deberá ampliarse el inventario
respectivo, incluyéndose los bienes que componen el patrimonio de la S.A. codemandada.
El conjunto de esos bienes con valores actualizados, deberá incorporarse a la sucesión del mencionado
causante, en la que se determinará la partición correspondiente, adecuándola al estado de aquéllos, su valor
y conveniencia y/ó acuerdo de las partes. la que deberá reducir su capital, si los socios actuales no optan por
su disolución definitiva.
El actor ejercitó dos acciones: una de nulidad de la sociedad anónima Juan F. Morrogh Bernard; la otra la
inoponibilidad de ésta para determinar su parte como heredero forzoso de su padre.
Es perdidoso en la primera, sin justificación alguna, toda vez que los antecedentes del caso que se han
evidenciado al tratar la primera cuestión, persuaden con certeza, de que no ha podido "ab-initio" creerse
con derecho a deducir la acción de nulidad.
Respecto de la de inoponibilidad, que progresa, resultan vencidos los codemandados que la controvirtieron
en ambas instancias.

RESUELVA: Por los fundamentos del acuerdo que antecede se revoca parcialmente la sentencia de fs. 527
/535 vta., admitiéndose la acción de inoponibilidad

AUTOS: "Astesiano, Monica I. y otra c. Gianina, S.C.A s/ nulidad de


Sociedad"

Partes: Demandado: contestan demanda Francisco Luis Astesiano y Juana Cazzulo de


Astesiano
Actores: José julio (hijo de Fidel astesiano) tras su muerte sus hijas

HECHOS:
I
Jose Fidel Antonio Astesiano, conocido agricultor y comerciante del partido de Chivilcoy, tres años
antes de su fallecimiento constituyo con su esposa y tres de sus hijos la sociedad demandada con
una duración de 99 años; a ella incorporo una fracción de campo e inmuebles de su propiedad.
Señalan las actoras la avanzada edad del causante cuando constituye sociedad, la desproporción de las
prestaciones, el largo plazo fijado al ente colectivo, la adulteración del domicilio real de los abuelos, el
precio vil de las casas y campo aportados, la falta de motivo o razón de la sociedad, el lugar de
constitución de la misma, la acumulación de la administración en algunos herederos, la inexistencia
de la sociedad y la falta de "affectio societatis".
Los demandados pidiendo el rechazo de la misma y sosteniendo la realidad de la sociedad.
Responden a los argumentos de la actora y piden la intervención del asesor de menores por existir
una hermana menor de edad de las actoras.
La sentencia dictada a fs. 522/7 por el juez Dr. doctor Carlos Viale, rechaza la demanda en todas
sus partes. El juez finaliza sus considerandos, diciendo que "de lo reseñado precedentemente
resulta plenamente acreditado que fue deseo de Jose Fidel A. Astesiano excluir en la medida de lo
posible a sus nietos... de su herencia". Dice ademas el juzgador, que la legítima no ha sido violada y
que no se ha invocado el abuso del derecho al demandar. Señala que el juez no ha entendido su
planteo, aunque registra en su sentencia conclusiones favorables para la actora, excepto
finalmente al fallar.
que los hijos de Jose Julio Astesiano no podrán disponer de bienes sino solamente de títulos
accionarios por 99 años y en minoría ya que no administraran nunca la sociedad
También se agravia el apelante en cuanto entiende que en su demanda si planteo el abuso de
derecho por parte del testador, aunque no lo haya hecho invocando con esas palabras la figura
prevista

II-
Es cierto que su pedido principal es la nulidad de la sociedad, pero es de advertir que
también propone soluciones similares; adonde apunta su busqueda?: a obtener que la
herencia sea recibida en plenitud, es decir que se corrija la virtual desheredación de las
nietas del causante.
Coincido con el juez de primera instancia -pese a los notables esfuerzos de la defensa de la
demandada para interpretar lo contrario- que puede considerarse probada la voluntad del
causante en el sentido de evitar que sus nietas -e indirectamente su nuera nunca aceptada-
disfrutaran de los bienes que deja.
El causante tuvo una clara voluntad; excluir a sus nietas del manejo y del disfrute directo de
la mayoria de sus bienes; y esa es la razón de la demanda actora.

III.-
La justificación del mantenimiento del sujeto colectivo sociedad, se da plenamente si
se advierten las implicancias sociales y económicas que la creación de una sociedad
mercantil puede llegar a tener
Cuanto mas grande y compleja sea la empresa económica, mas repercusión causara
en la sociedad todo su actuar, su dinámica y, lógicamente, su nulidad o disolución.
Frente a esto, las actoras plantean en el sub lite la subversion de valores
indiscutidos de la organizacion social argentina: la violación del sistema de
transmision hereditaria de bienes.
La familia del causante es así, la depositaria legal de sus bienes; en ese principio se basa la sucesión
legitima, que prevalece sobre la testamentaria, cuyo soporte se encuentra en la voluntad del difunto.
Lo cierto es que la ley, de manera imperativa y aun contra la voluntad del titular de los
bienes, garantiza a ciertos herederos el derecho que enunciamos. Esa limitacion legal
no puede sufrir cortapisas del testador y de advertirse alguna disposici6n en ese
sentido "se tendra por no escrita" (art 3598 del Codigo Civil).
Los tribunales han aplicado en numerosas oportunidades el principio expuesto en el art. 3598 (v.
gr., el ejemplo de Borda: si una clausula del testamento dispone que el albacea u otra persona
administren los bienes comprendidos en la legitima, se ha decidido la nulidad de la disposici6n; en
rigor seria un caso de inoponibilidad). De todos modos, en general hay consenso en la doctrina
civilista en aceptar el caracter de normas imperativas a las que forman la instituci6n de la legitima
Antes de seguir, entiendo, a diferencia de los demandados, que la petici6n de la actora se dirige no
solamente a atacar la disponibilidad excesiva de los bienes por parte del causante, sino también la
imposibilidad material de los herederos por representación, de recibir realmente los bienes según
el régimen de la herencia. Ademas, otra consideraci6n: la sociedad formada por los demandados
es una sociedad de familia; lo digo en el sentido que no responde su estructura a una verdadera
empresa industrial o comercial;
Es preciso entonces entender que la personalidad societaria no es una realidad sustancial, sino de
orden y dicho orden consagra una unidad, no sustancial sino accidental
Asi, la personalidad societaria en cuanto a centro de imputaci6n normativa, es ineficaz
para servir de sosten a una exclusion de herederos legitimarios como se ha planteado
en el sub lite.
La solucion del caso entonces, será la de hacer cumplir total e irrestrictamente con el regimen
hereditario y en consecuencia se habra de admitir el pedido de entrega material de los bienes que
correspondan de acuerdo a las reglas de la legftima instrumentadas en nuestro ordenamiento civil
y el juez debera disponer lo antedicho teniendo en cuenta las reglas de este ultimo
c6digo, para aquella instituci6n.
Desde el punto de vista mercantil debera reducirse el capital de la sociedad si los socios no optan por
disolverla,

El basamento civil de esta soluci6n, se halla indudablemente en el art. 3598 del


C6digo de la materia, que prohíbe condicionar la legitima, que en este caso es de
aplicaci6n toda vez que al formar sociedad con tres de sus hijos y casi el total de sus
bienes, por 99 anos y renovable lo que de hecho serfa prolongable sine die, atenta la
mayoria que ostentan los tres hijos restantes), es de hecho impedir que los bienes
lleguen materialmente a manos de sus legftimos herederos por representaci6n de su
padre pre-muerto.
Bien es cierto que aqui no se debe tener la sociedad como nula, utilizandose en
cambio, la formula "como no escrita" de la ley, para disponer la ineficacia-rectius:
inoponibilidad del ente societario ante la situacion de subversion de la vocacion
legitimaria; asi, tal solucion se complementa con el regimen que establece el art. 2 de
la ley 19.550 y su doctrina interpretativa.
El resultado de este pleito -una vez firme y en vista a la viabilidad de la solucion que propicio- debe
ser incorporado procesalmente a la sucesion del causante, ya que sera el juez del sucesorio el que
determinara la particion correspondiente adecuandola al estado de los bienes, valor de los mismos
y conveniencia de las partes.
IV.- En base a lo expuesto, voto por la modificacion del fallo apelado, admitiendose la demanda en
cuanto solicita reduccion del aporte efectuado por el causante.
Por los fundamentos del precedente acuerdo se resuelve revocar la sentencia apelada
de fs. 522/527, haciendose lugar a la demanda con el alcance que surge de los
considerandos que anteceden. Con costas en ambas instancias a cargo de la
demandada, que se regularan oportunamente.- En esta resolucion solo intervienen los
suscriptos por encontrarse vacante el restante cargo de juez de esta sala (art.
109, Reglamento para la justicia nacional). FERNANDO N. BARRANCOS Y VEDIA -
RAUL A. ETCHEVERRY. Ante mf: Silvia I. Rey.

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