AZOGUES#2
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“Esta revista fue realizada con el apoyo del Sistema de Apoyos a la Crea-
ción y Proyectos Culturales (Fonca), a través del programa Proyectos de
Apoyo a Niños y Jóvenes, 2019”.
También agradecemos infinitamente a la Unidad de Escritores Mayas y
Zoques, A.C. (SCLC, Chiapas) y a la Casa de la Niñez Indígena “Cristóbal
Colón” (Chapultenango, Chiapas) por prestarnos sus instalaciones y po-
der llevar a cabo los talleres de lectura y creación del mismo proyecto.
Agradecemos al Consejo editorial su apoyo desinteresado; también a sus
colaboradores, pues sin ellos no habría revista. Por último, este número
de Azogues es un homenaje al poeta, periodista y escritor Javier de Jesús
Molina (†), quien nos guió en el número 1, y sigue aquí presente en el
espíritu de estás páginas.
ÍNDICE
El indígena. 5
Rusvelt Julián Nivea Castellanos
Sesenta segundos. 12
Rolando Reyes López
Cipitío. 21
Juan de Dios Maya Avila
Desvanecemos. 28
Dianna María Castañeda
Hambrientos. 29
Belén Varela
¿Y el amor? 33
Humberto Gómez Pérez
Azogues
El
indígena
5
Rusvelt
Julián Nivia
Castellanos
Azogues Azogues
s un indio panche de la Odén, se impulsa con fuerza, lo mejor que puede entre los excita. El panche, claro que
vida natural. Acaba de salteando varias rocas sobre maderos. Apenas queda equili- se siente agradecido por esta
salir de su bohío. Se alista chamizos, supera los peligros brado, agarra el remo que está frescura y porque también
para ir a pescar. De pron- agrestes. Hasta el momento, a su lado y empieza a navegar huele el perfume de la selva.
to, va hasta una arboleda no se detiene ante nada, corre con tenacidad hacia lo profun- En lo espiritual, se encuentra
amarilla. Pasa por debajo atravesando la jungla tropical. do. Sin miedo, va surcando la feliz. Perdura sereno, vibrando
de las enramadas. Con Mientras, la tarde lo man- corriente turbulenta. El poder al ritmo del mundo.
agilidad, coge por allá la ata- cha de colores mágicos. Este de intuición lo guía. Aparte, En tanto, sigue de aventura
rraya que cuelga de un palo; indio es irradiado a la vez por conoce bastante esta región. por el río. Hecha por ahí una
la desenreda y se la tercia a la el cielo eterno. La claridad lo Por eso da canalete a fuerza ojeada hacia los costados, y,
6 espalda. Vuelve de paso al refu- purifica placenteramente hasta de mano con destreza. Tanto, al instante, descubre varios 7
gio donde habita. Permanece lo místico. Su piel morena se que repara de vez en cuando bagres bajo la profundidad
en completo silencio. Así mis- mimetiza con la naturaleza. De una mirada a las gaviotas, que cristalina, unos son gigantes
mo, decide concentrarse en lo progreso, él va acercándose al planean por las nubes resplan- otros son pequeños. Por allí,
personal. Como de costumbre, río Magdalena. Atisba sus aguas decientes. bien se estaciona a ver si atrapa
hace ahora una reverencia al doradas, fluyendo con preci- Ante esta novedad, Odén algún pez. Trata de no hacer
Dios Nanuco para solicitarle pitación por el cauce oleado. suelta obviamente una son- ruido. Se alista para la cacería,
protección y sabiduría. Ruega Según como a solas peregrina, risa y comprende que los pe- toma la malla con sus manos
porque todo salga bien. A lo más descubre cada vez más grande ces están atrás del manglar, y pronto la lanza, extendién-
seguido, se levanta del pasto y aquel torrente ribereño. Para renaciendo en la cascada del dola al aire, y cae lentamente
con entusiasmo emprende su lo otro bello, Odén ve cómo las Rubí. Entonces él arrumba al fondo del agua.
viaje por un sendero de beju- montañas bordean el horizonte, para allá. Coge por la derecha Desde su posición, Odén
cos con lirios. Promueve ya su a lo lejos, en el paraíso. a punta de ilusión. Vira con aguarda algunos segundos, sin
andar con vivacidad, estando En cuanto llega a la orilla, la canoa. De a poco, se acerca distraerse ni por equivocación.
pendiente a la acechanza de encuentra su canoa encallada a la caída del manantial que Está a la expectativa de lo que
fieras, voraces entre la espesura. en la arena. Despaciosamente la santifica al paraíso. Un rocío acontezca. Con ánimo, ansía
Por estas tierras hay algunas empuja hacia el pesado oleaje. bailante en el ambiente le va varias presas para su comida
panteras, muchos tigrillos. Así Tras un salto, se monta en el salpicando la cara. Humedece apetitosa, se mece despacio
que este aborigen, llamado asiento. Procura acomodarse su piel mansamente. Esto lo sobre el casquete de madera.
Azogues Azogues
Vida
do. Así que lo hace. Tira para el curos. Los caza con facilidad.
centro suyo, usando la cuerda La mayoría cae sobre la popa
de amarre. Sus brazos se en- de la embarcación. Una vez
durecen. Según como recoge deduce que ya tiene suficien-
lo posiblemente pescado, pre-
sencia una sombra de cerca a
tes alimentos, cesa el lance de
atarraya. Aurora Mendoza
Borunda
la superficie. Lentamente apa- Deviene, mientras tanto,
recen unas algas musgosas. Y el ocaso. Asoma en medio de
8 para su sorpresa, Odén se da neblinas azuladas. Odén vuelve 9
cuenta de que acaba de atrapar normalmente a su aldea por el
un delfín sapote. Ciertamente mismo camino. Cuando llega
él se asusta. Nunca antes había a su bohío se relaja. Bajo las Rayas con sangre pintadas heridas
visto este animal. Le parece estrellas prende una fogata a primer tatuaje de guerra
extraño. En medio del revuelo las afueras, entre los arbustos. bien ganado
toca su dorso, lo examina en Ahí, calienta un pescado, lo asa bien sentido dolido
su cuerpo; este se estremece, y dichosamente se lo come.
después de un segundo ya perdido
provoca varias embestidas y al En cuanto termina prepara su
final se libera. De seguido, se esterilla y se echa a dormir. [ ¡cómo duele lo que se acaba! ] ^ [ todo se acaba ] => todo duele
escapa nadando por la ribera, Al otro día, Odén, al desper-
salta por los aires hasta que, tar, lo primero que hace es ir lucidez sabe a muerte
de repente, se transforma en hasta un muro de piedra. En la otra palabra que no soporto pronunciar
un tucán. este sitio elabora una pintura me enfermé de vida
El panche, por su parte, rupestre, inspira a la madre
vida una idea como cualquier otra
comprende la grandeza de tierra y traza su leyenda.
no hay vivo que la sobreviva
este vaticinio. Así que sigue
de pescador. Hace otros lan- cuentas los días hacia atrás
zamientos de redada por el muchos los soles que vienen y se van
Azogues Azogues
Muerte
10 Sólo por haber nacido 11
muero
yo que ni siquiera sabía que existía la vida
como el último
y como cualquier día
me voy
eat me eat me come and kill me
muero todas las muertes
mudando de pieles
no hay abrigo para tanto frío
y
si al meterse el sol
sale la Muerte
te besa y acaba tu suerte
un beso y Adiós…
Azogues Azogues
Sesenta
faltaría agregarle la música ancestral
hecha carne en el amor mismo
y conocer su idioma
cuando el sueño de justicia abra sus compuertas.
12
segundos El tiempo se detuvo,
levanta la vista, vuelve a la selva
y decreta la vigilia sobre sus puentes;
esa mixtura es entidad creadora 13
enigma que reúne los secretos lejanos
con la única intención de amar hasta el fondo todo.
posibilidad
y suceda el milagro.
14 15
Esa verdad protegerá con cenizas el tiempo de ahora,
no se quitará la armadura,
resonará en la gota y callará
para extenderse más allá de la frontera.
Libérate del apego a las cosas que no existen Desde que volví del extranjero, hace ya años, prometí llevar
en realidad, sino solo en la percepción. a cabo lo que dictaran las costumbres, y ahora, realizo lo que
Khyentse Rinpoche mi pareja determina, aunque pocas veces hemos convenido.
Lo hago por respeto a las tradiciones. A decir verdad, vengo
de una familia idéntica a las demás, la mujer habla poco, no
lee ni escribe, con una madre desdichada y un esposo con el
ero qué otra cosa puedo decir a mi favor. ¡Eso… que follo una vez a la semana y siempre en la posición del
eso que suponen, jamás ocurrió! Los hechos han misionero. A pesar de ello, enfrento la vida con alegría, en
sido narrados infinidad de veces y en ningún mo- honesta rebeldía contra el orden moral que me ha acompa-
mento he caído en contradicciones. Reitero, al señor ñado durante cuarenta años. Pero en el absurdo vértigo de
16 Qasem Soleimani no lo conozco, es más, nunca lo este momento, hasta una amazona podría desmoronarse. 17
había visto antes. Nuestro encuentro fue parte de
la fatalidad que ahora me agobia. Horrorizada estoy de caminar por los parques y observar
los gestos de la gente que me mira de manera desdeñosa,
Sí, lo admito, del rostro apiñonado del señor además de soportar los trámites vejatorios con las autoridades.
Soleimani se enmarcan dos admirables ojos color No tengo en quién asirme, quizá por eso, para permanecer
canela muy expresivos y febriles, agresivos los pó- a flote rezo, ya que mi corazón angustiado, navega sobre
mulos, brillantes los labios gruesos; las canas daban corrientes oscuras.
al cabello ondulado y oscuro un aire intelectual,
pero nada…. En el largo tiempo que estuvimos Tras terminar con la plegaría, alzó los ojos y bajo el pálido cielo
atrapados en el teleférico existió un respeto mutuo. pasaban con rapidez un par de aeroplanos iridiscentes delineando
Así que espero usted comprenda. el firmamento. Aunque no se sorprendió pues era común los vuelos
militares en la zona, el sonido de los pistones era tan regular que se
El oficial de la moralidad no contestó nada, es más, fue confundía con el ruido retumbante e ininterrumpido del tráfico de
antipático en su interrogatorio y su única respuesta fue la la tarde.
mirada turbia, furiosa. De seguro no le había creído, pero
en lo respectivo a su padre, ella no podía dar crédito que Ahora, denigrada por la sociedad, la vida no tiene sentido.
fuese él el principal instigador en su contra. No hay escape, pero, ¿habrá que dejarse vencer? El propio
acto de haberme quedado sola con un desconocido durante
Azogues Azogues
El último
horas ha hecho inconcebible la idea de que no había ocurrido
nada indecente. Sí, es ridículo. Hubo un día en el que
ante mi banquete
Rey de
Alejada de todo, a su alrededor, en el vasto campo, reinaba el se sentaron señores y
silencio y caía una luz leve que por momentos se apagaba. Ella miró princesas,
con asombro la imponencia de un ciprés, se despojó de sus mantos pero hoy no me conceden
ni sus sobras.
Tollán
y dispuesta trepó con soltura como lo solía hacer de niña, y, encon-
trándose en la copa del árbol, llegó un rumor sordo de las sirenas
antiaéreas. Con la mirada fija en la lenta navegación de las nubes, Hubo pájaros que me
observó desconcertada la trayectoria de unos artefactos, tras alcanzar ofrecieron su plumaje
18 la central nuclear, una brusca y fuerte detonación cimbró la tierra. para decorar mi tocado, 19
Fue en ese momento cuando soltó la nota de despedida redactada a su pero hoy ni las serpientes
esposo, quien debió informarse, preguntar y defender su honra, pero
alguien como él, sin entender los vientos del cambio y sin cuestionar
Ángel me prestan su piel muerta
para cubrir mi desnudez.
el entorno, jamás lo entendería.
Fuentes Tuve en mis manos la
Entonces, con el alma aún más adolorida. Perdida, me lanza del sol
arrojé desde lo alto al abismo. ¡El esfuerzo de atreverse vale
aquel de morirse!
Balam y el caracol refulgente
para llamar a mis aliados;
nadie viene esta tarde a mi
Hubo un día en el que templo en llamas.
todos me amaron,
pero ya no puedo recor- Conocí los secretos
darlo. del humo: ya no podré
revelarlos.
Hubo un día en el que mis Partí en una barca hacia la
ojos florecieron, altamar sola.
pero en mis párpados sólo En la playa, me espera un
vive la noche. dios ahogado.
Azogues Azogues
CIPITÍO
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Juan de Dios
Maya Avila
Azogues Azogues
n Tepotzotlán se cuen- Con ellos iba Cipitío, quien tortillas requemadas y a los pueblo. Es que olió el tufi-
ta que hay un duende es hijo de una infamia. Su frutos fermentados. Y le reen- llo del cochino duende. Y
apelao Cipitío. Barri- madre, La Luna, engañó al canta el aguamiel, pero más así, en torno del fogón, y
gón, bigotudo, pulque- Sol y se hizo de amores con el pulque. El tiernito y dulce antes de devorar su pájaro,
ro de a maíz y travieso el Lucero de la Mañana, re- de la mañana es su preferido. nos regaló una visión del
con las chilindrinas. sultando embarazada. A la Quienes requieran sus favo- Cipitío:
Este Cipitío presume postre dio a luz al Cipitío. res le hallarán temprano en
el don de la ubicuidad, las mecaleras o de plano en — Usté ¿nuá visto nunca
pues igual se aparece en Aunque Cipitío parece un el tinajal. En su advocación al Cipitiyo, Culapio?
22 una nación que en otra, por niño mostachudo, es en ver- divina, le buscan los adúlteros — ¡En jamás, don Sala- 23
mucho trecho que las sepa- dá un duende, o chaneque. y quienes han vivido amores rrué!...
re. El Cipitío es nahua y na- Y aunque de fijo es divino, ilícitos. — Yo lei visto una tan
hual. Azteca, pues. Y consa- su apariencia le hace pasar sola, en Jalponga, comién-
bido es que a los aztecas les por un huérfano barrigón y Entre los brujos que han dose a hora diánimas los
cuadraba caminar. Andaban desastrado. Además tiene los escrito sobre Cipitío, se elotes diuna milpa. Veya
y andaban y andaban hasta pies chuecos, razón por la cuenta al gran salvadore- usté: lleva un sombrerón
gastar los cacles. De tanto cual, despista a quienes lo ño Salarrué, quien fue mi deste calibre; un calzón
peregrinar, dejaron atrás siguen. Y él, a su vez, persigue maestro esotérico cuando blanquiyo, shuco, shuco, y
México y llegaron a Guate- a las muchachas bonitas y las anduvo de visitas en Tepot- amarrado poraquí con un
mala, El Salvador, Hondu- acosa hasta los ríos, donde zotlán, difundiendo el cul- mecateplátano. Su estatura
ras y Nicaragüa, donde aún las secuestra y las lleva a es- to secreto del Cristo Negro. es menor quel diun chum-
persisten pípiles y nicaraos. condrijos secretos. En lugar Cuando lo llevamos a cazar pe y va jumándose un puro-
Los nahuas llevaron consigo de bañarse en el agua, Cipitío coquitas al monte, el brujo te. El caidizo del sombrero
a sus dioses, y de refilón a se restriega en la ceniza y Salarrué luego luego supo le tapa toda la carita, me-
sus nahuales, chaneques y de la ceniza hace también que Cipitío andaba entre nos la jetía puntuda y con
hasta sus perros pelones. su alimento. Le tupe a las los huizachales de nuestro sus tres pelos como el nan-
Azogues Azogues
Gómez
Porque antes de los polvos de cemento
se desvanecen
no habían muros que opacaban el mañana.
y el faro nocturno es solo
Desvanecemos
Dianna María
Castañeda Hambrientos
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Profunda es la carne que duele
como un l a m e n t o t o r r e n c i a l
oculta
rostros
semillas
contornos
y ante un reflejo de
cadejo
decimos nada duele nada falta
todo va bien y todo pasa,
pero en un suspiro intransigente
Belén Varela
d e s v a n e c e m o s
los cuchillos de la noche
en la abstinencia del sueño
y esa trémula abstinencia es
la que golpea el espejo
y todo duele todo falta nada va bien ni nada pasa;
mas los años pasan:
cual cometas transparentes
en un cielo despejado.
Azogues Azogues
¿Y el amor?
Ta jun but’ulal malk’ak’al, li Xpil xchi’uk sbankil te chotolik ta
ti’ k’ok’, li Xpile tey xnopnun ji k’om skoj jun pelíkula ti ja’ to la Una tarde nublada, sentados al lado del fogón, a Xpil le dejó con
sk’elike, mu xch’ay ta sjol. dudas una película de amor que acababan de ver, no podía quitársela
Tey la sjak’be li sbankile. de la cabeza. Entonces, le preguntó a su hermano mayor.
—Antún, ¿xa na’e?, li chka’i jo’one ma’ li jtotike mu’uyuk sk’anojutik. — Antún, ¿sabes?, siento que papá no nos quiere.
—¿k’ucha’al jech cha val? — ¿Porque dices eso?
— Mu’yukme ta xi smeyutik li jtotik cha vile, mu’yuk k’usi lek k’upil — Es que papá nunca nos abraza, no nos dice nada bonito y siempre
chi jyalbutik ja’ no’ox naka utel chi jyak’butik. nos regaña.
— Jech, melel. Xi la stak’ li jAntúne. — Sí, verdad, afirmó Antún.
34 Lek tsots li ye,li Xpile laj yal — ¿Me aviloj k’usba ta smey sts’utsbaik Con un tono casi inquebrantable, Xpil le comentó — ¿Has visto como 35
xchi’uk li chak’besbaik li amor te ta pelíkulaetike? se abrazan y se demuestran amor en las películas?
— ¡Jech, kiloj ma’ taje! Pe li’i mu’uyuk buch’u jech ta spas. Te xchi- — ¡Sí, sí lo he visto! Pero aquí nadie hace eso, contestó Antún, con
met la stak’ li jAntúne. cierta incertidumbre.
Tey ch’analik jlikel, ja’ to ti tey la scha’ tak’ —Xa na’e, Xpil, jo’on ta Después de unos minutos de silencio respondió — Sabes, Xpil, yo
xka’ie ti sk’anojutik ma’ li jtotike xchi’uk k’uxutik ta xi jya’iutik. digo que papá sí nos quiere y se preocupa mucho por nosotros.
—¿K’u cha’al toj ech’om chi jyutotik cha’a?, jech la stak’ li Xpile, ti — Pero, ¿por qué nos regaña mucho entonces?, respondió Xpil, con
mu xch’un ya’eluk. algo de duda.
—¿Mi ja va’ioj li sk’op ya’yej k’aluk chi jbat ta ch’ulnae? Tey li jotike — ¿Te has puesto a escuchar sus rezos cuando vamos a la iglesia?
ta sk’anbe ti kajvaltik ti ak’o mu k’usi jnuptantik, ti ak’o lek oyutik, Ahí papá le pide a Dios por nosotros, siempre pide que no nos pase
ti lekuk jbetike, ti ak’o mu’uyuk buch’u k’usi spasbutik, ti lekuk nada, que nuestro camino esté bien, que nadie nos haga daño, que
xi jlok’ ta jchanuntik xchi’uk oyuk lekilal ta jtakopaltik. Ti jechuk salgamos bien en nuestros estudios y que no nos falte salud. Creo
mu’yuk sk’anojutike mu’yuk jech ta xk’opoj jechuke, jech lek tuk’ que si no nos quisiera no diría eso cada vez que reza, respondió
la stak’ li Antúne. Antún sin ningún titubeo.
—Jech, jech ja vauk, la stak’ li Xpile xchi’ul la to sts’ak batel —tey, — sí, tienes razón, contesto Xpil y agregó — también, aparte pone
xchi’uk partetik chak’ jkantelatik jujunutik. nuestra propia vela, una para cada uno.
—Ja' jech Xpil, ja' me jech ta xak' ta ilel ti sk'anojutike, manchuk ti —Así es Xpil, esa es su manera de demostrarnos cariño, aunque
muyuk chal “Jk’anojot” o mi chal jun “te amo” k’usba ch-ech’anan nunca nos diga un “te quiero” o un “te amo” como lo hacen en las
te ta pelíkulaetike. películas.
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