Derecho Privado

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO – FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

CARRERA DE ABOGACIA

ASIGNATURA: DERECHO PRIVADO I PARTE GENERAL

UNIDAD VI – PERSONAS JURÍDICAS

Material elaborado por Abog. Esp. Fernando Gustavo Pérez

1. Cuestiones preliminares
1.1. Introducción.

La naturaleza humana es esencialmente social. Así lo reconoce nuestra


Constitución Nacional a partir del art. 14, el cual establece que todos los
habitantes de la Nación gozan, entre otros derechos reconocidos, de la posibilidad
de asociarse con fines útiles.

De esta forma parecen uniones de individuos, entes colectivos, que conforman


una realidad “de hecho” subyacente, a la cual se le otorga forma “de derecho”
mediante el reconocimiento de su subjetividad jurídica, es decir, admitiendo que
este nuevo ente es distinto de los miembros o fundadores, de los cuales se separa
e individualiza, atribuyéndosele capacidad para intervenir directamente en la
relaciones jurídicas, en un pie de igualdad con los individuos, admitiéndola como
PERSONA.

Actualmente la personalidad jurídica es el presupuesto de la actuación de los


grupos humanos dentro de la sociedad, es decir, que no mediando la
personificación, ciertas actividades serían imposibles o muy difíciles de realizar.

Ello explica el auge de la personalidad jurídica, no solo en el Derecho Privado,


sino también en el Derecho Público.
Las sociedades anónimas que aparecieron a principios del siglo XVII, han
completado a la fecha una evolución enorme, que las ha convertido en la forma
jurídica ideal para la gran empresa capitalista, en los terrenos de la industria, el
comercio, la banca, los seguros, la informática y la investigación, lo mismo que las
comunicaciones.

Pero el fenómeno de la personalidad jurídica en la sociedad actual no se agota


con las sociedades anónimas, sino que, por el contrario, existen también las
agrupaciones sin fines de lucro, es decir, las asociaciones en las cuales los
individuos realizan todo tipo de actividades, y que actúan incluso a nivel
internacional.

Las ciencias en general, la cultura, las actividades deportivas, dependen hoy


día de gigantescas asociaciones o clubes que nuclean a miles de individuos cada
una de ellas.

El fenómeno no se limita únicamente al derecho privado, sino que cobra igual


fuerza en el Derecho Público.

Sin perjuicio de la personalidad de los Estados, adquieren actualmente


importancia los organismos internacionales, tales como La Cruz Roja, la O.N.U., la
O.E.A., etc.

También existen entidades intermedias fundamentales en el Derecho Público


interno, tales como los partidos políticos, las asociaciones gremiales, las obras
sociales, etc.

Esta apretada síntesis es suficiente para demostrarnos la importancia de las


personas jurídicas en la sociedad.

1.2. Metodología empleada por el Código Civil y Comercial de la


Nación.

Como primer aspecto a destacar, el nuevo Código Civil y Comercial de la


Nación (en adelante CCC) sistematiza la Persona Jurídica en el Título II del Libro
Primero que disciplina la “Parte General”. Dentro de este título vamos a encontrar
tres grandes capítulos, que tratan de una parte general, y de tres personas
jurídicas de Derecho Privado, las Asociaciones Civiles, las simples asociaciones, y
las Fundaciones.

Siguiendo en este primer aspecto a Roitman, Aguirre y Chiavassa, estos


autores destacan fundamentalmente la uniformidad de principios generales para
todas las personas jurídicas, ubicados en un primer capítulo de este Título II. Es
decir, ahora vamos a encontrar una serie de normas que establecen reglas y
principios aplicables para TODA persona jurídica, independientemente de si están
reguladas en el cuerpo del CCC (asociaciones, simples asociaciones,
fundaciones, consorcio de propiedad horizontal), o bien estén reguladas en leyes
especiales (sociedades comerciales, cooperativas, mutuales, etc.).

No obstante lo dicho, y aún no habiendo despertado a la vida jurídica, nuestro


CCC ya ha merecido en este primer aspecto destacado algunas críticas. Y es que
a la par de la regulación de estos principios generales que giran en torno a los
atributos, funcionamiento y liquidación de toda persona jurídica, hubiera sido
aconsejable importar de la Ley General de Sociedades un cuarto parágrafo
relativo a las acciones comunes a todos los tipos, como ser (i) procedimiento en
cualquier acción judicial contra la persona jurídica o sus administradores, (ii)
impugnación de las decisiones de órganos, (iii) desarrollar con mayor amplitud el
sistema de responsabilidad de los administradores, entre otros.

Pero aun así, creemos que es plausible este primer intento de concentrar en
un cuerpo único y en una parte general distintos aspectos que hacen a todos los
tipos de personas jurídicas.

1.3. El sistema de fuentes como puerta de ingreso al sistema de


personas jurídicas.
Si repasamos el sistema de fuentes que el CCC incorpora a partir de los
artículos 1 y 2, podremos notar que el nuevo ordenamiento incorpora la palabra
“casos” para precisar que debe haber una instrumentación práctica del
ordenamiento jurídico por medio de su principal fuente que es la ley aplicable; y
como sistema de derecho debe interpretarse e integrarse (la ley) con la
Constitución Nacional y los tratados que conforman el bloque de
constitucionalidad. De igual modo este sistema de fuentes se completa con los
usos y prácticas, porque al ser un Código Civil y Comercial, los usos y prácticas
son fuente permanente en materia mercantil, y por último la jurisprudencia. El
artículo completa este análisis con un deber de interpretar la norma a partir de un
análisis gramatical, finalista y sistemático.

Ahora bien, este sistema de fuentes, yendo al tema –finalmente- que nos
convoca, se completa con el art. 150, que establece que las personas jurídicas
privadas que se constituyen en la República se rigen:

a) Por las normas imperativas de la ley especial o en su defecto por este


Código;
b) Por las normas del acto constitutivo…;
c) Por las normas supletorias de leyes especiales, o en su defecto por este
Título.

Las personas jurídicas privadas que se constituyen en el extranjero se rigen


por lo dispuesto en la ley general de sociedades.

Sobre esto podemos destacar, en principio, que frente al “caso”, y sin


perjuicio de las fuentes y criterios de interpretación de los artículos 1 y 2 del CCC,
debemos recurrir para su solución a las normas imperativas, ya sea que estén
contenidas en ley especial o supletoriamente en este CCC. Las normas
imperativas son aquellas que no dejan paso a la autonomía de voluntad de los
particulares, imponiendo sin posibilidad de disposición contraria una determinada
solución. En segundo lugar, deberemos recurrir al acuerdo de voluntades
plasmado en el acto constitutivo de la persona jurídica. Y por último, y frente a la
ausencia de norma imperativa, o de manifestación expresa de los constituyentes,
deberemos recurrir a las normas supletorias de aquellas voluntades.

Al final de este artículo 150, y como otra novedad en la reforma, el CCC


establece un sistema monista en cuanto al reconocimiento y actuación de
personas jurídicas privadas constituidas en el extranjero. Este sistema por el cual
opta el legislador es el comercial (LGS). Antes sobre este aspecto existía un
sistema dualista: las sociedades con objeto civil eran regidas por el CC, en tanto
que las sociedades con objeto comercial eran regidas por la LSC. Hoy se ha
unificado el régimen remitiendo su análisis al ámbito de la ley especial mercantil.

2. Concepto de “Persona Jurídica”. Terminología empleada.

En el derecho histórico se ha presentado una gran diversidad en cuanto a la


terminología empleada sobre el sujeto de derecho bajo análisis. En el Derecho
Canónico se hablaba de personas morales, lo cual al día de hoy se utiliza en el
Derecho francés, el cual se refiere indistintamente a personas morales, civiles o
jurídicas.

Algunos autores hablan de entes “colectivos”, contraponiéndolos a las


personas “individuales”. Este término no es del todo comprensivo, ya que las
fundaciones por ejemplo carecen de miembros, y por lo tanto no serían colectivos;
dejando de lado así mismo a la sociedad anónima unipersonal, compuesta por una
sola persona, física o jurídica.

Por su parte, Velez, siguiendo a Freitas, utilizó los términos “persona de


existencia ideal” (en contraposición a la “persona de existencia visible”) y “persona
jurídica”.

Esta doble terminología ha ocasionado ríos de tinta, ya que el codificador


utiliza ambos términos en su definición negativa del artículo 32, mencionando
personas de existencia ideal y personas jurídicas. Para luego identificar a las
personas jurídicas en el art. 32. Pero no hay posteriores referencias a las
“personas de existencia ideal” en el resto del Código Civil de Velez.

Luego de estos ríos, la mayoría de los autores entiende que con personas
de existencia ideal el codificador se estaría refiriendo a las simples asociaciones,
que no surgen de la enumeración del art. 33; dejando la denominación de
“personas jurídicas” para el resto de los entes colectivos.

En el derecho universal es común la denominación de “personas jurídicas”.


En los anteriores proyectos de reforma así se utiliza. En el proyecto de 1987 se
habla de “personas de existencia visible” y “personas jurídicas”. En tanto que en el
Proyecto de 1998 se habla de “persona humana” y “persona jurídica”, terminología
que es empleada por el nuevo CCC.

El artículo 141 define positivamente a la persona jurídica. Y digo


positivamente en contraposición al sistema de conceptualización negativo que
empleaba el anterior código, el cual definía a estos entes por exclusión.

El artículo referido nos dice que “Son personas jurídicas todos los entes a
los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación”.

En primer lugar, la norma remite al propio ordenamiento jurídico para


conferirle aptitud y existencia. De esta forma es solamente el ordenamiento
jurídico el que puede atribuir capacidad, evitando así que contratos especiales,
asociativos, de colaboración, u otra especie, sean calificados, en el marco de la
autonomía de la voluntad, como personas jurídicas.

En segundo lugar, se destaca que la capacidad de la persona jurídica está


limitada por su objeto y finalidad.

3. Naturaleza jurídica.
Distintas teorías. La mayor parte de los autores clasifica a las diversas
explicaciones dadas sobre la naturaleza de las personas jurídicas en la siguiente
forma: a) teoría de la ficción; b) teorías negatorias de la personalidad; c) teorías de
la realidad. Nos atenemos al desarrollo de ese esquema, en apretada síntesis, sin
perjuicio de aludir a la concepción de Kelsen que no encuadra exactamente en el
primer grupo, no obstante sus aproximaciones conceptuales.
3.1. Teoría de la ficción. (Inocencio IV- Savigny)

En esta teoría ya insinuada por el papa Inocencio IV, fue especialmente


envuelta y sistematizada por Savigny, apunto tal que en la historia del derecho la
teoría aparece identificada con el nombre del gran jurista alemán.

Savigny parte, en su concepción, de la noción de derecho subjetivo, al que


considera como aquel atribuido a una voluntad, de donde concluye que sólo los
seres dotados de voluntad pueden ser personas. No obstante, y por razones
nuevamente de conveniencia social o interés económico, muchas veces el
ordenamiento recurre a la ficción consistente en admitir que tales entes piensan y
quieren aunque en verdad sean ineptos para ello, y se los considera personas.

Algunas consecuencias de adscribir a esta posición serían: 1) las personas


jurídicas requieren autorización del estado. 2) se extinguen por decisión estatal
(gran poder público en la vida de las personas jurídicas). 3) capacidad limitada al
objeto. 4) actúan por representantes. 5) no responden por los actos ilícitos.

Algunas críticas que ha merecido esta teoría: 1) hay que distinguir


titularidad, de ejercicio del derecho. 2) da lugar a una excesiva intervención
estatal. 3) no admite la responsabilidad por actos ilícitos.

3.2. Teorías de la realidad:

Ante las explicaciones precedentes, un grupo de autores ha tratado de


captar en la realidad social los elementos en virtud de los cuales se impone el
reconocimiento de las personas jurídicas como sujeto de derecho. Tenemos
distintas teorías dentro de este grupo.

Organicistas: la corporación es un órgano social dotado, igual que los


hombres. El estado comprueba y reconoce su existencia.

Voluntad incorporal: (Harriou) idea de obra que se desprende de su


fundador y adquiere vida propia independiente de sus miembros y de terceros.
Idea compartida por un grupo.

Interés colectivo:(Ihering) forma técnica por la cual los miembros


manifiestan relaciones jurídicas al exterior. La persona jurídica es un sujeto
aparente que oculta a los verdaderos miembros.

3.3. Teorías negatorias:

La única realidad es el hombre, las personas jurídicas son procedimientos


del espíritu. En este marco se han elaborado distintas teorías negatorias de la
persona jurídica como un ente distinto a la persona física o humana.

Patrimonio de afectación: se trata de un patrimonio afectado a un fin. Se


trata de la mera garantía de la existencia de algunos bienes afectados a un fin
determinado.

Propiedad colectiva: (Planiol). Se trata de una situación similar al


condominio, salvo que aquí los titulares del dominio son considerados como una
sola persona sin contar con una cuota parte del común.

Negatorias del derecho subjetivo: (Duguit) niega la existencia de derechos


subjetivos y por ende de sujetos de derechos. Los actos que se realicen si están
ajustados al principio de la solidaridad social deben ser reconocidos por el derecho
con independencia de quien los realice (hombres o personas jurídicas)

Jurídicas: Hans Kelsen: se aproximan a la negatorias en cuanto niega que


sea un sujeto de derecho. La persona es un centro de imputación de normas que
le otorgan derechos y obligaciones. Desde este punto de vista tanto es persona el
hombre como la corporación. El estado puede o no otorgar la autorización.

Francesco Ferrara: asociación o institución formada para la consecución de


un fin y reconocida por el ordenamiento jurídico como sujeto de derecho. Es una
vestimenta con que los grupos de humanos se presentan al mundo jurídico. Tiene
un substrato real: grupo humano que se propone un fin socialmente estimado. En
este marco de ideas, el estado reconoce la personalidad y otorga el elemento
formal de la personalidad jurídica.

3.4. Estado actual de la cuestión.

Siguiendo en este punto a Daniel Crovi y Julio Cesar Rivera, podemos


decir que la persona humana, el hombre, es una realidad con la que ha de contar
el derecho como algo inmediato y de insoslayable consideración. La persona
jurídica, por el contrario, ni se la ve ni se la toca; se nos presenta con los signos de
una entelequia jurídica.

Como hemos señalado brevemente, las posturas doctrinarias en torno a la


naturaleza jurídica han sido muy variadas, pero la polémica ha perdido una gran
dosis de vigencia y carece de utilidad práctica. Por ello, basta decir que en la
actualidad hay generalizado consenso acerca del carácter eminentemente técnico
del concepto de persona jurídica y sería tal aquella a la cual el ordenamiento
jurídica le reconoce aptitud para ser titular de relaciones jurídicas.

4. Presupuestos de la personalidad jurídica

Del concepto analizado se pueden desprender aquellos presupuestos


necesarios para que el ordenamiento jurídico reconozca a este sujeto de derecho,
dotándolo de personalidad jurídica y capacidad de derecho para la consecución de
su objeto y fines de su creación, a saber:

1) Grupo humano organizado (substrato)

2) Fin de concretar un objetivo de bien común.


3) Patrimonio propio: el tráfico jurídico requiere bienes.

4) Órganos de conducción y decisión que, previstos estatutariamente,


permitan establecer relaciones jurídicas.

5) Excepcionalmente y para los casos que la ley prevea, requiere de


autorización estatal para funcionar: previo cumplimiento de los requisitos
precedentes.

5. Comienzo de la existencia de la persona jurídica.

Existen tres grandes sistemas de constitución de la persona jurídica. El


sistema de la libre constitución (libre constitución por los particulares cuando así lo
prevé la ley), el sistema de registros (verificación del cumplimiento de
determinados recaudos legales), y el sistema de autorización estatal (acto expreso
de autorización estatal). El artículo 142 establece, como pauta general, el sistema
de la libre constitución. Así establece que “La existencia de la persona jurídica
privada comienza desde su constitución. No necesita autorización legal para
funcionar, excepto disposición legal en contrario. En los casos en que se requiere
autorización estatal, la persona jurídica no puede funcionar antes de obtenerla”.

Es decir, el ordenamiento jurídico le da virtualidad suficiente a la voluntad


humana para crear una persona jurídica, y esta EXISTE desde ese acto
constitutivo. Esto resulta palmario, por ejemplo, en las sociedades irregulares, en
las cuales los socios pueden invocarse entre ellos las cláusulas del contrato, e
inclusive serles opuestas a terceros si se prueba que las conocieron al tiempo de
su contratación.

Más aún, esta idea se refuerza por la última parte del artículo 142. A
nuestro modo de ver, no es caprichoso ni casual que el legislador haya utilizado
las palabras “constitución” y “funcionamiento”. Nótese que, para el caso de
personas jurídicas que requieren de autorización estatal para funcionar, no van a
poder funcionar antes de obtenerla, pero ya existen como tal. Por ejemplo, hasta
la obtención de la autorización estatal las asociaciones civiles son tratadas como
simple asociación, que ahora claramente son consideradas estas últimas como
personas jurídicas (en el Código de Velez eran sujetos de derecho como categoría
que no llegaba a persona jurídica). Es decir, antes de la autorización al menos ya
existen como simple asociación, con las consecuencias que ello implica para sus
administradores (responsabilidad agravada).

Se ha discutido el carácter de la autorización e inscripción, si es declarativa


o constitutiva de la persona jurídica. A mi modo de ver, al contrario de lo que opina
el propio Lorenzetti, es declarativo, toda vez que la persona jurídica ha nacido del
acto constitutivo, comenzando a producir efectos plenos desde su inscripción, pero
atribuyéndosele efectos a ese tiempo intermedio, e inclusive a veces el carácter de
una persona jurídica distinta (caso de la asociación civil, que hasta obtener su
autorización se la considera una persona distinta, simple asociación). La
excepción al sistema de autorización declarativa estaría dado, como veremos más
adelante, en materia de fundaciones.

6. Personalidad diferenciada (art. 143). Inoponibilidad de la personalidad


jurídica (art. 144).

Siguiendo con el análisis de las disposiciones generales que plantea el


CCC, corresponde ahora analizar los artículos 143 y 144 del ordenamiento
unificado. Sobre el primer punto, poco se agrega, aunque sí de forma más precisa,
sobre la separación de la personalidad entre el ente colectivo y sus integrantes, ya
contemplada en el art. 39 del Código de Vélez.

Si reviste importancia destacar la incorporación de la teoría de la


penetración o inoponibilidad de la personalidad jurídica, no en cuanto a novedad
jurídica, que ya estaba incorporada en el derecho positivo en el art. 54 de la Ley
19.550, sino en cuanto a la ubicación de su tratamiento dentro del sistema de
personas jurídicas. Ahora es tratado en esta parte general, consecuencia de
unificar en un cuerpo único los derechos civil y comercial, en este esquema
monista del que veníamos hablando.
Este principio se destaca como una excepción a la personalidad diferencia,
eje central de las personas jurídicas. De esta forma el Código consagra la
relatividad de la persona jurídica cuando es usada para fines contrarios a la ley, al
orden público, a la buena fe, o es utilizada para frustar derechos de terceros y ha
sentado que, en estos supuestos, los jueces pueden imputar ese accionar
desviado, de manera solidaria, a quienes actuaron como socios, asociados,
miembros o controlantes directos o indirectos. En definitiva, plantea la norma en
cuestión que cuando la persona jurídica es usada con un fin distinto al otorgado
por el legislador, con la intención de violar la ley, el orden público o defraudar a
terceros, es lícito desestimar su personalidad para imputar su accionar a sus
miembros o administradores por los perjuicios causados.

7. Clasificación.

El CCC mantiene la clásica distinción entre personas jurídicas públicas y


privadas. Dentro de las primeras no hay modificaciones con la anterior redacción.

Entre las primeras encontramos al Estado nacional, las Provincias, ciudad


Autónoma de Buenos Aires, municipios, entidades autárquicas, Estados
extranjeros y organizaciones constituidas en el extranjero de carácter público, y la
Iglesia Católica. Y en las personas jurídicas privadas hay algunas incorporaciones.
Se mencionan a las sociedades, asociaciones civiles, simples asociaciones,
fundaciones, demás iglesias o entidades religiosas, y se agregan las mutuales
(regidas por el Régimen de Asociaciones Mutuales), las cooperativas (regidas por
la Ley 20.337) y el consorcio de propiedad horizontal, el cual lo abordaremos
conjuntamente con el análisis del derecho real de propiedad horizontal,
habiéndose derogado expresamente la Ley 13.512 de Propiedad Horizontal. Esta
enumeración es enunciativa y no taxativa, en virtud del inciso i) de la norma en
cuestión.

El proyecto originario preveía la mención de las comunidades indígenas, lo


cual fue excluido de la redacción definitiva. Es de larga data la lucha que vienen
sosteniendo los pueblos originarios por su reconocimiento como sujeto de
derecho. El tema está en que los mismos pretenden su reconocimiento, pero como
sujeto de derecho público no estatal. La norma preveía su reconocimiento, pero
como sujeto de derecho privado. A más que el término que empleaba
(Comunidades indígenas) es resistido por esta comunidades, que prefieren ser
llamadas comunidades aborígenes, o simplemente pueblos originarios.

Solamente ha quedado un artículo, el 18, que reconoce el derecho de


posesión y propiedad que tienen las comunidades indígenas sobre las tierras que
tradicionalmente ocupan, en los términos del art. 75 inc. 17 de la Constitución
Nacional.

8. Atributos de las personas jurídicas.

Siguiendo con la idea central de establecer reglas y principios que rijan para
todas las personas jurídicas, el CCC trata los atributos de la persona jurídica.
Mucho se ha discutido sobre la terminología empleada, en cuanto a si la palabra
atributos de la personalidad se debe reservar para la persona humana, en tanto
que para la persona jurídica se debe hablar de mecanismos legales de
funcionamiento para llevar adelante el objeto y fines de su creación, lo cual resulta
muy largo de recordar, discusión a la cual no nos vamos a hacer eco, habiendo
unificado el legislador el mismo término para ambos sujetos de derecho.

Entre ellos podemos mencionar el nombre, el domicilio y sede social, el


patrimonio y el objeto.

8.1. El nombre de las personas jurídicas.

El nombre es un atributo de las personas jurídicas. Se destaca en primer


lugar, a partir de la redacción del artículo 151, la obligatoriedad del nombre (“La
persona jurídica debe tener un nombre que la identifique como tal,…). Este
nombre debe satisfacer los requisitos de veracidad, novedad y aptitud distintiva,
debiendo diferenciarse de otros nombres de fantasía u otras referencias a bienes
o servicios. Además, la designación no puede contener expresiones contrarias a la
ley, o inducir a error sobre la clase u objeto de la persona jurídica. Y si se adopta
un nombre de persona humana se debe contar con la conformidad de esta última,
la cual se presume si forma parte de sus miembros. No obstante, los herederos
pueden oponerse al uso del nombre del causante si acreditan perjuicios materiales
o morales.

A diferencia del nombre de la persona humana, el nombre de las personas


jurídicas debe ser –en principio- de libre elección y además exclusivo, a diferencia
de los seres humanos donde los nombres de pila se repiten [Rivera].

8.2. El domicilio y sede social.

El domicilio es otro de los atributos de las personas jurídicas. En estas, el


domicilio es el lugar donde desarrollan sus actividades.

A diferencia del anterior artículo 90 del Código Civil de Velez, el nuevo


artículo 74 no incorpora dentro de los supuestos de domicilio legal al de las
personas jurídicas. De allí que el domicilio de las personas jurídicas será el
establecido en sus estatutos, en sus contratos sociales o puede constar en la
autorización estatal para funcionar.

El CCC distingue entre domicilio y sede social. El primero se refiere a la


ubicación territorial (por ej., la ciudad de Río Cuarto) y surge de sus estatutos o
autorización estatal. La sede social hace a la residencia registrada de la
administración, indicada con calle, número, piso, departamento; es el lugar donde
funciona efectivamente la administración de la entidad. El cambio de domicilio
requiere la modificación del estatuto, no así el cambio de sede que puede ser
resuelto por el órgano de administración, salvo que forme parte del estatuto. De
allí que se sugiere que la inscripción de la sede social sea mediante petición por
separado suscripta por el órgano de administración.

En igual sentido, la ley 19.550 prevé actualmente que el contrato social


puede sólo mencionar el domicilio. En ese caso, como decimos, la sede deberá
inscribirse mediante petición por separado suscripta por el órgano de
administración.
8.3. El patrimonio.

El artículo 154 prevé que toda persona debe tener un patrimonio. Y fíjense que
al ubicar este artículo dentro de una parte general de personas jurídicas, este es
ahora un requisito general para todas las personas jurídicas (y no solamente un
requisito específico de las asociaciones civiles, como establecía el régimen del
código derogado).

No solamente vemos al patrimonio de la persona jurídica como garantía común


por el cumplimiento de sus obligaciones frente a todos sus acreedores, sino
además como el elemento material necesario para la consecución de su objeto y
fines de su creación.

8.4. Capacidad.

En cuanto a este atributo, no cabe hablar de capacidad de hecho, sólo la


tiene de derecho, y encuentra sus límites en:

A) su propia naturaleza: no habrá derechos de familia.

B) la doctrina de la especialidad (art.141: para los fines de su creación).

Del juego de los art. 141 a 144 se concluye que la persona jurídica lo podrá
todo menos aquello que este expresamente prohibido por la ley y siempre que
actúe en el ámbito de su objeto y fines.

9. Funcionamiento y Responsabilidad. Disolución de la persona jurídica.


destino final de los bienes.

Muchas de las cuestiones que son tratadas por el CCC a partir del artículo
157 (Funcionamiento), se encuentran tratadas en la LSC, motivo por el cual
solamente nos vamos a detener en aquellas que importen alguna novedad o
modificación al régimen que se verá en la asignatura respectiva.
a. La primera novedad, insistimos, es que lleva todas estas normas a una
parte general de personas jurídicas, por lo cual serán de aplicación no solamente
para las sociedades comerciales, sino para todo tipo de persona jurídica
PRIVADA.

b. En lo que hace al gobierno, administración y fiscalización, se introduce la


posibilidad, a partir de la redacción del art. 158, de llevar adelante reuniones no
presenciales y autoconvocadas. Respecto a las primeras, central de toda reunión
de personas es su participación, que puede ser física o virtual, esta última a través
de distintos medios de comunicación (video conferencia, teleconferencia, chat,
etc). Lo que exige la ley es que esa participación sea intersubjetiva y simultánea,
de modo tal que todos puedan interactuar, y que esa interacción sea simultánea,
es decir, que todos se puedan escuchar sin lapso de tiempo en el medio, de modo
tal que el mensaje de uno sea emitido y recibido por todos los partícipes. Además
exige la ley que el acta de la reunión sea suscripta por el presidente y otro
administrador, indicándose la modalidad empleada y guardándose las
constancias, conforme al medio utilizado para comunicarse.

Lo segundo que permite la ley, introducción plausible, es la posibilidad que


tienen los miembros de una asamblea, o del consejo de administración, es de auto
convocarse sin necesidad de citación previa, en la medida en que actúen por
unanimidad.

c. En cuanto a Responsabilidad, el código distingue la responsabilidad de


la persona jurídica, de la responsabilidad de los administradores. Traslada el art.
43 (que trataba la responsabilidad de la persona jurídica) del código derogado al
art. 1763, dentro del capítulo de responsabilidad civil del Libro III. El artículo 1763
en cuestión establece que “La persona jurídica responde por los daños que
causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o en ocasión de sus
funciones”.

Y deja sí el tratamiento de la responsabilidad de los administradores en esta


parte general de personas jurídicas. Establece el art. 160 del CCC que “Los
administradores responden en forma ilimitada y solidaria frente a la persona
jurídica, sus miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el
ejercicio o con ocasión de sus funciones, por acción u omisión”. Fija así las
distintas posibilidades de reclamo (acción social de responsabilidad –cuando el
daño es causado a la persona jurídica-, acción individual de responsabilidad –
cuando el daño es causado a alguno de los miembros-, o acción de
responsabilidad civil por daño –cuando el daño es causado a un tercero).

El expresado art. 160 sigue la norma del artículo 274 de la LSC, con
variantes que cabe señalar: (i) el artículo 160, al estar en la Parte General del
CCC se aplica a todas las personas jurídicas, salvo disposición legal en contrario
(caso del 274 que solo se aplica a las sociedades anónimas y en comandita por
acciones); (ii) se elimina la graduación de la culpa, al no exigir que ésta sea grave;
(iii) se elimina el estándar jurídico del buen hombre de negocios.

Para concluir, el art. 1724 del CCC brinda una nueva perspectiva en este
punto, al expresar que el dolo se configura no solo por la producción de un daño
de manera intencional, sino “o con manifiesta indiferencia por los intereses
ajenos”. Esto último es importante, ya que facilita determinar el dolo como factor
de atribución, sin necesidad de desentrañar la intencionalidad de dañar, bastando
que el integrante del órgano que causó un daño, por acción u omisión, lo hizo con
plena conciencia de que su conducta violaba los deberes a su cargo.

d. Otra introducción novedosa es la solución a obstáculos que impidan


tomar decisiones. Esta solución está planteada en el art. 161 del CCC. Ante una
oposición u omisión constante y sistemática que impida el normal funcionamiento
del órgano de administración, la norma faculta a tomar medidas conservatorias al
presidente o a los coadministradores, poniendo ello en conocimiento de la
asamblea, la que también puede conferir facultades al presidente o a la minoría
para realizar los actos urgentes. La asamblea también puede remover al
administrador.
Una disposición similar contenía el Proyecto de 1998. Con el agregado de
que si en la asamblea convocada a estos fines tampoco se lograba arribar a una
decisión válida, la persona jurídica quedaba incursa en causal de disolución. Esto
último fue eliminado de la actual redacción.

e. Aplicación de las normas de la simple asociación a la asociación civil en


formación. El art. 169 del CCC establece que, hasta la inscripción, se aplican las
normas de la simple asociación, donde la responsabilidad, en especial la de los
integrantes del órgano directivo, tal como analizaremos más adelante, es más
severa.

f. Disolución de la persona jurídica. Destino final de los bienes. El art.


163 del CCC prevé las causales que pueden determinar la disolución de una
persona jurídica, entre las cuales podemos mencionar:

- Decisión de sus miembros. Así como la voluntad de los miembros


determinan el acto constitutivo de la persona jurídica, la misma voluntad
por unanimidad puede determinar su disolución.

- El cumplimiento de la condición resolutoria a la cual se subordinó el acto


constitutivo de la persona jurídica.

- La consecución del objeto para el cual la persona jurídica se formó.

- El vencimiento del plazo al cual se sujetó la duración de la persona


jurídica. En principio establece el art. 155 del mismo plexo legal que la
duración de la persona jurídica es ilimitada en el tiempo, salvo que la ley
o sus miembros le hayan estipulado un plazo.

- La declaración de quiebra.

- La fusión o escisión, respecto de las personas jurídicas afectadas por


estas medidas.

- La reducción a uno del número de miembros. Ello lo debemos


compatibilizar con el art. 1 de la Ley General de Sociedades, que a partir
de su nueva redacción admite la sociedad anónima unipersonal. Lo que
establece este art. 163 es la disolución de aquellas personas jurídicas
que habían comenzado con más de un miembro, y luego se reduce a
uno solo, distinto del caso de aquella persona jurídica que desde su
comienzo siempre tuvo un solo socio.

- La denegatoria o revocación de la autorización estatal para funcionar, en


los casos de personas jurídicas que la requieran.

- El agotamiento de sus bienes.

- Cualquier otra causa prevista en el estatuto o en ley especial.

En cuanto al destino final de los bienes, en líneas generales establece el


artículo 167 del CCC que, una vez satisfechas las obligaciones pendientes, el
remanente, si lo hay, se entrega a sus miembros o a terceros, según lo establezca
el estatuto o la ley. Esta norma resulta de aplicación para aquellas personas
jurídicas que tengan fin de lucro.

Por el contrario, para las personas jurídicas privadas que no tengan fin de
lucro, como las asociaciones civiles y las fundaciones, el código prevé otras dos
normas de aplicación específica.

Por su parte, el art. 185 establece, en el caso de las asociaciones civiles,


que en primer lugar deberá estarse al destino de los bienes conforme su estatuto,
y si no surgiera previsto se deberá destinar a otra asociación de objeto igual o
similar.

Finalmente, en el caso especial de las fundaciones, dispone el artículo 217


que, en caso de disolución, el remanente de los bienes debe destinarse a una
entidad de carácter público o a una persona jurídica de carácter privado cuyo
objeto sea de utilidad pública o de bien común, que no tenga fin de lucro y que
esté domiciliada en la República.
10. ASOCIACIONES CIVILES

10. 1. Introducción.

La asociación civil es una figura de honda raigambre y presencia, no solo


en la cultura jurídica, sino en el uso cotidiano de nuestro país. Su enorme
trascendencia y su utilización cobran día a día mayor relevancia dado que parte
del pueblo argentino vive, come, se educa, protege su salud y seguridad, a través
de asociaciones civiles, sin olvidar que por medio de su figura se canalizan
emprendimientos que benefician a la economía nacional.

El hombre es esencialmente un ser social. Es libre por naturaleza, pero


necesito unirse a otros semejantes para lograr fines que por sí mismo y por su
sola fuerza o voluntad no hubiera podido lograr. Pero más aún, al unirse a otros
individuos se dio cuenta que podía dotar a esa unión de cierta forma instrumental,
transformándola en algo distinto a sus miembros, limitando su responsabilidad
hacia terceros, y simplificando las relaciones jurídicas.

Este derecho, como hemos señalado, fue receptado por el texto


constitucional, en el artículo 14 de la carta magna. Y así lo expreso también la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en su artículo 20, al
decir que “Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación
pacíficas”.

Si bien el Código de Velez solamente le dedicó cinco artículos a su


regulación (45, 47 a 50), es evidente que su regulación fue perfecta, lo que se
evidencia en la frecuencia de la utilización de la figura jurídica, y la poca
litigiosidad en la materia.

10.2. Objeto.

Prescribe el art. 168 que “La asociación civil debe tener un objeto que no
sea contrario al interés general o al bien común. El interés general se interpreta
dentro del respeto a las diversas identidades, creencias y tradiciones, sean
culturales, religiosas, artísticas, literarias, sociales, políticas o étnicas que no
vulneren los valores constitucionales. No puede perseguir el lucro como fin
principal, ni puede tener por fin el lucro para sus miembros o terceros”.

Del artículo se desprenden algunos requisitos y caracteres en torno al


objeto de la asociación civil:

a. El requisito del bien común.

Originariamente el proyecto solo hacía referencia al interés general, el cual


no está definido por la norma, por lo que a contrario sensu se puede interpretar
que el objeto de la asociación no solamente debe ser lícito y acorde a los valores
constitucionales, sino que además debe propender a un bien general.
Afortunadamente se incluyó en el texto al bien común, el cual tiene por apoyo una
rica doctrina y jurisprudencia.

b. No vulnerar los valores constitucionales.

El objeto no debe vulnerar valores constitucionales, respetando la


diversidad. Posiblemente este agregado haya sido innecesario, el cual aclaramos
es meramente enunciativo, bastando la prohibición de no contrariar el bien común,
y por lo tanto la licitud del objeto.

c. Ausencia de lucro.

Se entiende por lucro toda ganancia o provecho que se obtiene de una cosa
o actividad. Esta ausencia de lucro es una de las notas distintivas de las
asociaciones, que no pueden tener por fin principal la obtención de lucro.

Ahora bien, no es lo mismo tener por fin principal la obtención de lucro, que
realizar actividades lucrativas que posibiliten la consecución de los fines. Esto
último sí está permitido.

10.3. Acto constitutivo.


A partir de la nueva redacción, la asociación civil nace del acto constitutivo,
que debe instrumentarse en escritura pública, e inscribirse una vez obtenida la
autorización estatal.

En su anterior redacción, el art. 45 establecía que las asociaciones nacían


desde el día de la obtención de la autorización estatal, no antes. E incluso admitía
su instrumentación en instrumento público, o instrumento privado con certificación
de firmas por escribano público.

De la unión de los artículos 142 y 168 se desprende la interpretación que


realizamos, a lo que debemos sumar el artículo 169 que establece que hasta su
autorización se aplican las normas de la simple asociación, que como veremos e
insisto, esta última es persona jurídica en toda su magnitud.

a. Importancia de la inscripción.

La importancia de la registración está dada en que, a partir de ella se


generan los efectos jurídicos propios de la asociación civil, ya que con
anterioridad a ello, es decir, el período comprendido entre el acto
constitutivo y la registración, se le aplican las normas de la simple
asociación, donde la responsabilidad es diferente.

Se produce un cambio aquí con la legislación vigente, ya que el art. 47


del Código de Velez establecía que obtenida la autorización estatal,
tiene efectos retroactivos al día de su fundación, efecto retroactivo que
ha desaparecido de la actual normativa.

10.4. Órganos de la asociación

Los órganos que componen la asociación, al igual que en su regulación


anterior, son la Asamblea, como órgano de gobierno, compuesta por todos los
asociados; la Comisión Directiva, compuesta por asociados, integrada por un
presidente, secretario, tesorero y demás vocales; y la Comisión Revisora de
Cuentas, que puede estar integrada por terceros no asociados, y que es
obligatoria en caso de asociaciones con más de cien miembros.
10.5. Responsabilidades de los asociados.

El art. 181 expresa que “Los asociados no responden en forma directa ni


subsidiaria por las deudas de la asociación civil. Su responsabilidad se limita al
cumplimiento de los aportes comprometidos al constituirla o posteriormente y al de
las cuotas y contribuciones a que estén obligados”.

Este artículo, en consonancia con el art. 143, refuerza la idea de la


personalidad diferenciada entre persona jurídica y los miembros que la componen,
a lo que se suma el principio de patrimonios separados y responsabilidad por
deudas.

10.6. Responsabilidad de los administradores.

Ya nos hemos referido en este punto al analizar el art. 160, en comparación


al art. 274 de la LGS, a cuyo análisis nos remitimos en honor a la brevedad.

11. SIMPLES ASOCIACIONES

11.1. Personalidad jurídica y acto constitutivo.

A partir de la nueva regulación que aporta el nuevo CCC, podemos afirmar


que las Simples Asociaciones, o Asociaciones Simples, SON persona jurídica, y
no un simple centro jurídico de imputación o persona ideal. Con ello están
superadas viejas discusiones doctrinarias, que en la práctica eran de utilidad
relativa, lo que está demostrado por el infrecuente uso de dicha forma asociativa.

La simple asociación, o asociación simple, se nos presenta como una


persona jurídica, provista por el concurso de voluntades de sus miembros que la
constituyen, carentes de finalidad lucrativa.

La simple asociación comienza su existencia a partir del acto constitutivo,


formalizado en instrumento público o en instrumento privado con certificación de
firmas, no siendo necesario, a diferencia de su hermana mayor, autorización
estatal ni inscripción posterior.

11.2. Normas aplicables.

En ausencia de regulación específica, la simple asociación se regula por las


normas de la Asociación Civil, en especial en lo que hace a su gobierno,
administración, socios, fiscalización y funcionamiento.

11.3. Responsabilidad de los administradores.

El artículo 191 dispone que “En caso de insuficiencia de los bienes de la


asociación simple, el administrador y todo miembro que administra de hecho los
asuntos de la asociación es solidariamente responsable de las obligaciones de la
simple asociación que resultan de decisiones que han suscripto durante su
administración.

Los bienes personales de cada una de esas personas no pueden ser


afectados al pago de las deudas de la asociación, sino después de haber
satisfecho a sus acreedores individuales”.

Aquí se advierte la importante diferencia entre la simple asociación y la


asociación civil. En principio, toda deuda en ambos casos se cancela con el
patrimonio de la persona jurídica. El problema esta en la insuficiencia de bienes
para hacerle frente. En el caso de la simple asociación, frente a ese hecho
responden sus administradores en forma solidaria con su patrimonio personal.

La segunda parte del artículo crea un privilegio a favor de los acreedores


particulares del administrador. Si el patrimonio de la simple asociación es
insuficiente para hacer frente a las deudas, responden los administradores
efectivos o de hecho con su propio patrimonio. En este último caso, si estos
tuvieran acreedores particulares, cobran estos primero y luego los acreedores de
la simple asociación.

11.4. Responsabilidad de los asociados y fundadores.


El artículo 192 prevé similar solución que el art. 181, es decir, los asociados
que no han intervenido en la administración (y que no encuadran en el art. 191)
responden hasta el límite del aporte comprometido.

Pero a su vez soluciona otro problema controvertido. Coloca al fundador de


la simple asociación a la par del resto de los asociados posteriores, eliminando su
responsabilidad solidaria que preveía el art. 46 del Código de Velez.

12. FUNDACIONES

12.1. Introducción. Normativa aplicable.

Las fundaciones son personas jurídicas privadas que nacen de un acto


jurídico unilateral o de última voluntad otorgado por el fundador que la dota de un
patrimonio inicial destinado a la consecución de una finalidad de bien común.

En el año 1972 se dicta la ley 19.836 que regula el régimen legal de las
fundaciones, en concordancia con el artículo 33 del Código de Velez.

El Proyecto de 1998 respeta el texto de la ley 19.836, introduciéndolo


dentro del texto del propio Proyecto.

El CCC utiliza el mismo método en este punto, derogando la Ley de


Fundaciones, e incorporando su texto en el propio código único civil y comercial, a
partir del artículo 193. Ello, al decir de los autores, indica que “para el Código todo
es nuevo pero no es novedad para el sistema jurídico argentino”.

De allí que, en honor a la brevedad, resaltaremos aquellos cambios o


introducciones significativas, pero insistiendo en que poco o nada ha cambiado en
esta institución de larga raigambre en nuestro derecho positivo, sin que ello
implique una crítica, sino muy por el contrario, es prueba que la regulación de la
ley de 1972 aún tiene plena vigencia y efectividad en la solución de conflictos.

12.2. Acto constitutivo.


Al igual que la Asociación Civil, las fundaciones requieren que su acto
constitutivo sea mediante instrumento público, y su posterior autorización estatal
para funcionar.

Pero a diferencia de las primeras, en donde hasta obtener su autorización


pueden funcionar como Simple Asociación, esta posibilidad no existe para las
Fundaciones. De allí que estas últimas van a existir y funcionar desde el momento
en que obtengan su autorización, y no antes. Al decir del Dr. Lorenzetti, la
autorización estatal en las fundaciones tiene carácter constitutivo de la persona
jurídica.

Más aún, a partir de la aplicación del art. 200 (similar al art. 191), los
fundadores y administradores de la fundación son solidariamente responsables
frente a terceros por las obligaciones contraídas hasta el momento en que se
obtiene la autorización para funcionar. Y se crea el mismo privilegio a favor de los
acreedores particulares de los administradores y fundadores, igual que en la
simple asociación. Esta norma, a mi modo de ver refuerza la posición de que la
fundación nace desde su autorización, respondiendo la persona individual por las
deudas contraídas.

Bibliografía
Borda, Guillermo A. Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General – Tomo I. Duodécima
edición ampliada y actualizada. Ed. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 2003.

Llambías, Jorge J. Tratado de Derecho Civil. Parte General - Tomo II. Vigésima edición
actualizada. Ed. Lexis Nexis – Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 2003

Lorenzetti, Ricardo Luis, Código Civil y Comercial de la Nación – Comentado, Tomo I, Ed.
Rubinzal-Culzoni, año 2014.

Rivera, Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte General, tomo 1 y 2, Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1998.

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