Didactica de Lo Humano en Viaje Al Porvenir y El N
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Elena Guichot-Muñoz1
RESUMEN
Este trabajo reflexiona sobre dos de los cuentos menos estudiados del autor peruano César Vallejo: Viaje al porvenir, y
El niño del Carrizo. Entre 1935 y 1936, años en los que el poeta discurría por estéticas vanguardistas, aparecen estos dos
relatos breves que muestran la esencia del ser humano a través de distintas estrategias textuales. En el primer cuento,
Vallejo juega con el lenguaje del absurdo, con la comicidad y el acercamiento al cine satírico de Chaplin, en una crítica
directa al capitalismo alienante. Mientras, en El niño del carrizo su prosa se estiliza, y la fauna y la flora vernácula se
confunden con el dibujo del protagonista, en una bella restitución de un indigenismo que se acerca a una filosofía pan-
teísta. El artículo revisa, por tanto, un concepto fundamental en la época: la alienación del individuo, y su contrario, la
integración de lo humano en lo natural.
ABSTRACT
This article examines two of the least studied tales of Peruvian author César Vallejo: Journey to the future, and The
child of the reed. Between 1935 and 1936, years in which the poet ran through avant-garde aesthetic, these two short 125
stories that show the essence of the human being through various textual strategies were published. In the first story,
Vallejo plays with the language of the absurd, with comedy and a satirical approach to the films of Chaplin, to criticize
directly the so-called alienating capitalism. In The child of the reed, his prose is stylized and vernacular fauna and flora
confused with the drawing of the protagonist. Everything comes together in a beautiful restoration of an Indigenism
that resembles a pantheistic philosophy. This article reviews a fundamental concept at the time: the alienation of the
individual, and its opposite, the integration of humans in nature.
1. Docente del Departamento de Didáctica de la lengua y de la literatura y Filologías integradas, Universidad de Sevilla, España. Correo: eguichot1@us.es
E l interés del análisis crítico de estos cuentos en una “dialéctica múltiple y cambiante, de ca-
reside en el carácter literario peculiar que racterísticas y personalidades propias, dentro de
poseen ambas narraciones. El estilo y la temática las circunstancias históricas de un proceso muy
de estos cuentos rompen con el trabajo poético concreto” (Vallejo, 2007, p.43). Antonio Merino,
anterior, dándonos muestra del manejo literario prologuista del libro citado previamente, descri-
tan diverso de César Vallejo. Estos cuentos que be de esa forma el leitmotiv de Vallejo: el sufri-
datan de 1935 y 1936 se alejan de la prosa intros- miento de la masa obrera que lucha para acabar
pectiva de Escalas melografiadas, de su vocabu- con la sociedad capitalista, que jerarquiza y co-
lario intrincado y sus estructuras alambicadas, sifica al individuo. Aun así, ya David Sobrevilla
su trama sorpresiva, esotérica. Quedan atrás ya (1994) aclaraba que estos cuentos, a pesar de sos-
los trágicos sucesos que rodearon esa época; la tener una crítica férrea al sistema social y cultu-
muerte de su madre y el episodio carcelario en la ral, se alejan del “arte bolchevique” -siguiendo
vida de Vallejo motivan una crisis de conciencia la división “arte bolchevique”/“arte socialista”
que se verá reflejada en la estilística y la temática de González Vigil en el prólogo de la obra de
de su obra. César Vallejo El arte y la revolución (1992)-, que
caracterizaba por ejemplo la narrativa de Paco
Sin embargo, en las fechas en que escribe estos Yunque. Este realismo socialista pasa a un segun-
cuentos el autor cambia de rumbo. Se sumerge en do plano en estos cuentos, que se apartan del esti-
las ideas del marxismo y en la investigación del lo sencillo, del esquematismo, y de la concepción
modelo soviético que inicia la Revolución Rusa, ideológica de su narrativa anterior (González-
realiza tres viajes a Rusia entre 1928 y 1931, y Montes, 2002), quizás por el distanciamiento del
se afilia al Partido Comunista de España. Estas estalinismo que se dio en la penúltima etapa de
actividades, entre otras, se verán reflejadas en su su vida (Sobrevilla, 1994).
narrativa; desde la publicación de Tungsteno en
126 1931 hasta los Cuentos Cortos que trataremos a A pesar del tratamiento tan diverso de estos dos
continuación, percibimos un viraje absoluto ha- cuentos, el resultado de ambas lecturas es la ex-
cia las preocupaciones sociales y políticas de su presión de una conciencia que reivindica lo hu-
tiempo. Le interesa la situación del hombre en mano por encima de todo, que incide sobre la
su contemporaneidad, apuesta por un arte colec- falta de sentido de la vida en una sociedad en la
tivo que despierte las conciencias de los pueblos, que las relaciones sociales pierden sus valores
por ello aboga por las ideas marxistas que repre- primitivos, frente a la injusticia a la que se en-
sentan para él una praxis social capaz de modifi- frentan día y noche. Quizás la exageración de sus
car al hombre alienado, producto de la sociedad formas: el estilo esperpéntico del primer cuento
capitalista. que analizamos, o la mística del personaje prin-
cipal del segundo; sean intentos de aproximación
No obstante, su prosa no se limitará a represen- hacia un problema que le preocupa desde sus
tar un realismo social con fin didáctico y adoc- inicios hasta el final de sus días: la conciencia
trinador que emane de una ideología política, al natural de la humanidad frente a la inercia alie-
contrario, el “arte socialista” al que se inscribe nante del individuo por el artificio. Analizaremos
Vallejo responde un deseo universal de unión, críticamente entonces la materia y el fondo de
que se manifiesta en su poema Masa; un com- estos cuentos, con el fin de resolver el modo de
pendio de intereses, emociones e ideas comunes aproximación de Cesar Vallejo a esta temática a
que sustenta a la humanidad. Los personajes y través de los cuentos. Cotejaremos asimismo con
algunos poemas de la misma época para contras- para subir de categoría en la hacienda en la que
tar diversas maneras genéricas de enfrentarse a trabaja. La racionalización numérica va a apare-
esta cuestión. cer durante toda la escena: desde la puntualiza-
ción de las horas que marca el reloj (advirtiendo
que el administrador se tiene que levantar a las
DISCUSIÓN tres y media), hasta la minuciosa descripción de
la subida de salario y de las “deferencias” que
La quimera del hijo hombre: análisis crítico de
el patrón tuvo con él desde el casamiento; “tenía
Viaje al porvenir2
para él una sonrisa , por lo menos, a la semana”,
“una vez al mes, les estaba acordado a su mu-
“Con el tiempo la Revolución creará una sociedad
jer y a él, ir de visita a la casa-hacienda y comer
universal, sin fronteras, en que todos los hombres
en la mesa de los parientes pobres del patrón”
estén unidos por amor y trabajarán juntos como
(Vallejo, 2007, p. 353). La descripción carece de
hermanos (…) Entonces el hombre superará el
adjetivos valorativos o digresiones morales para
absurdo, dominará la naturaleza y controlará su
mostrarnos la normalidad con la que estos per-
destino” (Higgins, 1988, p. 238).
sonajes conciben estos hechos cotidianos. Este
cuadro es una presentación de los personajes y
Esta cita es un compendio de los deseos que
del conflicto: el patrón “hombre duro, vanidoso
Vallejo pretendía ver reflejados en la sociedad.
y avaro” había prometido “la dádiva mayor” que
Lucha contra la mentalidad individualista, enaje-
esperaban impacientes los protagonistas del re-
nante del sistema capitalista, para poder instalar
lato. Vallejo nos ofrece un dibujo de una socie-
una sociedad de colaboración colectiva, donde la
dad oligárquica que nos recuerda al tiempo de la
solidaridad con los conciudadanos sea un valor
República Aristocrática que se dio en Perú du-
inherente al individuo. Este cuento trata la his-
rante los años 1899-1919, pues bien sabemos que
toria de un matrimonio de conveniencia que se
el mundo campesino estaba condicionado por el
somete a los caprichos de un hacendado frío y
sistema de gamonalismo que existía sobre todo
tiránico, para conseguir escalar en la sociedad.
en la Sierra Central y en la Sierra Sur. Este Estado
Propondremos una división de este cuento en tres 127
Oligárquico se definía por la propiedad de tierras
cuadros que explicaremos más adelante, y anali-
indudablemente (en este caso una hacienda), pero
zaremos la técnica de la que se sirve Vallejo para
también por el apellido, por lazos de parentesco,
darnos un humorístico y a la vez trágico ejemplo
es decir, “a lo que sería criterios estrictos de cla-
del comportamiento enajenado de los individuos
se se añadían otros de tipo estamental, como re-
que componían la sociedad de su tiempo.
zago y herencia de la colonia” (Burga & Flores,
1979, p. 88)3. El núcleo central de esta trama es
Cuadro primero una familia que se forma en torno a un interés:
el ascenso social. En esta sociedad “las alianzas
Esta escena comienza con el sobresalto del admi- matrimoniales eran un mecanismo que asegura-
nistrador en mitad de la noche. Nos presenta una ba la pertenencia a una clase social” (Burga &
noche de insomnio que sufre el matrimonio en Flores, 1979, p. 98). Así, la familia pierde su ca-
medio de un absoluto silencio en el que sólo se rácter sacramental, su inmanencia para reducirse
escuchan los pensamientos de ambos. El narrador a un simple contrato beneficioso. Aquí comienza
nos introduce a esta pareja: un matrimonio que se pues el absurdo, que se incrementará al existir la
define como “un buen negocio”; el administrador
se casa con una pariente lejana de su patrón, Eva, 3. En este texto se hace referencia al estado oligárquico de la República
Aristocrática. Aunque no se haga referencia al espacio temporal del
cuento podríamos decir que las características de la sociedad que des-
2. Tomamos como referencia la obra citada: Narrativa completa de criben estos autores coinciden con las del cuento, y además son con-
César Vallejo, edición de Antonio Merino, Akal, Madrid, 2007 temporáneas al autor.
posibilidad de recibir dinero del patrón si logran cosa: “no sólo comprometían sus escasos bienes
tener un hijo varón. Estamos pues ante un acto (…) sino también sus seres más queridos, sus
biológico, natural, que se ve cosificado al tratar- hijos y sus esposas, empeñando en las apuestas
se como un elemento económico ganancial, tal y hasta su propia vida, sin saber jamás que esa vida
como mencionan en el texto, el nacimiento se de- hacía mucho tiempo que había dejado de perte-
fine como “la empresa de diez mil soles”. Merino necerles” (Vallejo, 2007, p. 41). No es casual que
advierte al respecto de que: haga referencia a este grupo, ya que la vida de
los protagonistas también ha dejado de pertene-
Estamos en el ámbito de la necesidad alie- cerles. Se igualan así en el escalafón más bajo
nante, donde los sentimientos se enajenan los coolíes, los indígenas de la Sierra del Perú y
en “cosas” que se compran o se venden el mismo administrador de la hacienda. Todo se
(…) Su vida no está pues, sujeta a los de- somete a los designios del patrón que mueve los
signios del destino, del azar, sino a las con- hilos de sus vidas. La figura del patrón, sin em-
diciones sociales, políticas y económicas bargo, se despoja de todo signo de autoridad com-
que alimentan esa “enajenación” (Vallejo, petente, su lenguaje es absurdo ya que su padre
1976, p. 42)4. fue un italiano advenedizo (veamos la paradoja
de que es también un inmigrante como los coo-
Cuadro Segundo líes), y su entorno no tiene ese tipo de idioma. No
obstante, la intención de Vallejo es la de dibujar
Este cuadro comienza con una escena en el co- un personaje sin sentido ni lógica, con caracterís-
medor del patrón, acompañado de su mujer, el ticas físicas como “sus largas piernas gigantes”,
día que nace la hija del administrador. El diálogo tal y como si saliera de una película de Chaplin
desencadena el desarrollo posterior del nudo de o del propio esperpento de Valle Inclán. La refe-
la trama: el patrón, al enterarse de que “la cria- rencia a Chaplin no es baladí, ya que además de
tura es una mujercita” se mofa de la incapacidad las semejanzas evidentes con las imágenes y las
de Eva para “no hacé un muchacho hombre” escenas del cuento, sabemos que Vallejo escribió
128 (Vallejo, 2007, p. 354). desde 1927 reseñas a obras cinematográficas, en-
tre las que se destaca la anotación a La quimera
Es relevante destacar la caricaturización del des- de oro5. Para Vallejo es “una sublime llamarada
pótico patrón. Vallejo le atribuye un lenguaje ri- de inquietud política, una gran queja económica
dículo, un español chinesco que reproduce cons- de la vida”, “una obra maravillosa de la revolu-
tantemente a causa de la relación de servidumbre ción” (Oviedo, 2003, p. 55). Gómez (2012) res-
que mantuvo desde su niñez con este grupo de cata la presencia de la estética de Chaplin en sus
inmigrantes, y que extiende al resto de obreros Poemas humanos y atiende a un aspecto que nos
que le sirven, ya que todos son “económicamen- interesa por las semejanzas con este cuento: el
te inferiores”, aunque ahora sean indígenas de la uso del cuerpo en el “hombre-fábrica” (hombre
sierra. Los coolíes fueron llevados al Perú en el en la acepción de ser humano): “Al igual que la
siglo XIX como mano de obra barata, y eran con- máquina, el cuerpo se convierte en un artificio en
siderados como el más bajo escalón de la socie- el que los miembros realizan funciones de rendi-
dad. Realizaban las tareas más duras a cambio de miento económico y sólo son así valorados den-
un salario miserable que les llevaba a endeudarse tro del sistema de producción” (Gómez, 2012).
de unos y de otros hasta llegar a vender cualquier La crítica ejemplifica este lenguaje con el poema
titulado “Los desgraciados”:
4. Esta cita hace referencia al cuento “Cera” que pertenece a Escalas.
Consideramos que la situación de despojamiento de la vida de Chale, que
sobrevive pendiente de su suerte, puede asemejarse a la enajenación de
esta pareja que vive pendiente del acontecimiento azaroso de dar a luz un 5. The Gold Rush se estrena en 1925, traducida por Vallejo como En pos
hombre para ganar la dádiva prometida. del oro. «La pasión de Charles Chaplin» en Crónicas, Tomo II, pág. 231.
Ya va a venir el día; da cuerda a tu brazo, pensando que la dádiva prometida por el futuro
búscate debajo del colchón, vuelve a parar- hijo “era una cosa completamente desinteresada
te en tu cabeza, para andar derecho. Ya va a y generosa” (Vallejo, 2007, p. 356).
venir el día, ponte el saco (Vallejo, 2012b,
p. 589). Como vemos, en este mundo absurdo, las pala-
bras se disfrazan, se ocultan, pierden su significa-
Este poema habla sobre la esperanza revolucio- do. Viven en “un nivel superficial sin percibir el
naria, como señala González Vigil, pero en 1937, absurdo de la existencia y creyendo que su vida
fecha de escritura del poema, Vallejo asume que tiene un sentido” (Higgins, 1988, p. 227). La ac-
el lenguaje cotidiano del ser humano está conta- ción maliciosa e injusta del administrador se ve
giado de la mecánica del “progreso” (“da cuerda como un hecho natural justificado por los inte-
a tu brazo”). Es necesario atender a las palabras reses del matrimonio. Su meta es conseguir aca-
del propio poeta en un artículo que escribió en bar con los apuros económicos y aparentar una
1931, donde hace alusión al aspecto del lenguaje posición más elevada que otras familias: “¿Por
en su sociedad contemporánea: qué solamente los Herrera y los Ulecardo tenían
derecho a pasear a Lima todos los años?”.
Estamos mudos en medio de nuestra verbo-
rrea incomprensible (…). La palabra- for- En esta sociedad “los linderos de la hacienda
ma de relación social la más humana entre eran también los límites del poder” (Burga &
todas- ha perdido así toda su esencia y sus Flores, 1979, p.89), del Estado Oligárquico. Los
atributos colectivos (…). Nadie comprende patrones ejercían un papel paternalista sobre sus
a nadie. El interés del uno hasta un lengua- trabajadores que “terminaba generando esa en-
je que el interés del otro ignora y no entien- gañosa sensación de que dueños y trabajadores
de ¿Cómo van a entenderse nunca el patrón formaban parte de una misma familia” (Burga &
y el asalariado? (Vallejo, 1987, p. 434). Flores, 1979, p.98). Este proceso también lo ve-
mos en el fragmento en que la mujer del adminis-
La capacidad que nos hace humanos va per- trador recibe la maravillosa noticia de la cesión 129
diendo su función original, en pos de un interés de la dádiva a cambio de hacer un hijo hombre:
económico-social. Este lenguaje vacío, pre-fa- “Formulada la promesa del patrón, se apresuró
bricado, diríamos casi antisocial, se manifiesta a a comunicarla directamente a su mujer, la cual,
lo largo del cuento constantemente. Al principio en su gran inconsciencia, vecina de un impudor
observábamos un silencio que continúa hasta el casi cínico, recibió la noticia con saltos de alegría
final, cerrando en estructura circular el cuento. y entusiasmo”. Coincidimos por tanto en la afir-
Este mutismo contrasta con los pensamientos mación al respecto que reseña Rodríguez Peralta:
abundantes que circulan por la mente de ambos “Aunque el concepto de raza está implícito en la
protagonistas. Incluso los mensajes que repro- estructura social, la atención de Vallejo se dirige
ducen carecen de intencionalidad semántica. Se al rígido sistema de clases usado en la hacienda”
refleja perfectamente en la siguiente escena: El (Rodríguez-Peralta, 1984, p.442).
administrador le confiesa a su esposa que expo-
lia las pagas de los obreros para incrementar las Cuadro tercero
ganancias del patrón, con la intención de caerle
en gracia y recibir sus valiosas deferencias. La Una estructura circular cierra la trama que vuelve
mujer, extrañada por el hecho de que los obreros a la noche de insomnio del matrimonio. Ahora se
no cobraran su trabajo exclama: “¡Pobrecitos!”. resuelven las causas de esa falta de sueño, pues
No obstante, este diálogo cae en el vacío ya que sabemos que ambos elucubran sobre la necesidad
no se cuestiona la injusticia de la acción, y acaba imperiosa de procrear un hijo hombre. Describe
en una digresión temporal las “noches ardidas de La paradoja final es el desenlace desafortunado
esfuerzo y ansiedad” en las que intentaron con- para el matrimonio ya que “la empresa abortó
seguir su objetivo. Nos presenta una humorística (…), Eva daba a luz a una mujercita”. Así, el via-
escena que podría insertarse como una auténtica je se realiza alrededor del porvenir porque nunca
pieza de cine mudo. Se desnaturaliza absoluta- llegaron a alcanzarlo tal y como esperaban. Sus
mente el acto sexual, la animalidad de los ins- sueños de noche y día se fraguan con la resolu-
tintos se sustituye por “un espasmo heroico y ción de este misterio. El administrador y su espo-
calculado, como un teorema de una raíz cúbica”. sa, Eva, con un nombre parlante que no necesita
Conocemos por la poesía de Vallejo que para él gran explicación, llevan a cabo su misión, pero la
el acto sexual podía alcanzar la superación del naturaleza les muestra la faz indomable del aza-
absurdo, ya que “macho y hembra ascienden a roso destino. Este cuento es una demostración de
una realidad trascendental en donde se fusionan la habilidad de César Vallejo para presentarnos
en una nueva unidad” (Vallejo, 2007, p. 170). una historia donde lo ridículo, lo risible y lo serio
Pero, muy al contrario, en estas escenas se ve se entremezclan, dando lugar a una escena absur-
el distanciamiento absoluto de los protagonis- da superficialmente, que en su significado últi-
tas, que realizan la jocosa labor de adivinar si mo trasciende hacia las ideas del marxismo, que
lograron la gestación de un hijo hombre. Así la lucha contra el despojamiento del lado humano
enajenación del hombre es absoluta, pues incluso del individuo en la sociedad capitalista. Por ello
en un ámbito tan íntimo, donde lo humano roza dibuja estas marionetas que actúan fuera de todo
con lo animal, el deseo se ve transformado en una sentido común. Merino nos avisa de que:
necesidad económica. Tal y como dice Antonio
Merino sobre el tema de la enajenación: cuando el amor no es una exteriorización
objetiva y, al mismo tiempo, la expresión
La “enajenación” del hombre habría que subjetiva (liberada de las presiones mora-
buscarla en el trabajo (que es su propia les) del ser total, entonces se transforma en
esencia), cuando lejos de afirmarlo lo co- un amor “enajenado”, en un fetiche, idea-
130
sifica y deshumaniza, y más si la situación lización de esa individualidad encerrada en
es límite. Ésta se expresa en el plano de su soledad (Vallejo, 2007, p. 34).
las relaciones sociales mediante un desdo-
blamiento (escisión) entre lo público y lo El repliegue de los sentimientos a una quime-
privado. La “enajenación” del individuo ra económica deshumaniza al hombre. César
será mayor en la medida en que lo público Vallejo creía en el amor como única fuente de
absorba a los privado, lo anule” (Vallejo, salvación de la sociedad alienada. Por ello reali-
2007, p. 19). za este mundo al revés que representa la falta de
valores en los tiempos modernos que le rodean.
El absurdo llega hasta el punto en que se des- Estos tiempos modernos también comienzan
encadena la cólera de Arturo, el administrador, a adquirir los tintes de la sociedad del espectá-
por la incapacidad para tener un hijo hombre. Un culo de Debord, y de ahí nuestra propuesta de
“bufido” y un movimiento brusco darán la señal a dividir este análisis en cuadros, respondiendo a
su mujer para saber en qué está pensando su ma- la estética teatral que se puede percibir en este
rido. Así, reinician otro ardido esfuerzo para “no cuento. La dinámica de los personajes, el empleo
abandonar la empresa de diez mil soles”, toman- del flashback cinematográfico, la caricaturiza-
do el administrador a su mujer “a su turno”, be- ción de los personajes en sus estados de ánimo y
sándose por supuesto “sin pronunciar palabra”. en la comicidad de sus acciones, la presencia del
diálogo, provocan una visualización de las esce- Se realiza una expedición hacia el interior de la
nas como si el autor tuviera una intención de su naturaleza para conseguir un tipo especial de ma-
representabilidad. La influencia del cine también dera y carrizo con el fin de preparar las andas de
se puede observar en la caracterización de los la procesión de la Semana Santa. El narrador de
personajes: una influencia claramente chaplines- la historia acompaña junto con su amigo Miguel
ca, la quimera del oro versión peruana: a los dos hombres que encabezan la excursión.
Hay lugar para que algunos puedan pregun- Tras la presentación, la acción se detiene para
tarse con todo el candor del mundo: Un se- deleitarnos con una descripción detallada del ex-
ñor, vestido de azul y calzado de marrón dos cepcional tipo de carrizo, que es considerado una
veces, se abotona cincuenta botones del tra- verdadera reliquia en Semana Santa por su carac-
je, toma quince vehículos diversos, se quita terístico y penetrante aroma de “mística unción”
y se pone el abrigo diez veces, que paga y
(Vallejo, 2007, p. 347). La religión se funde con
espera veinte veces la vuelta, que lee tres pe-
la naturaleza, las sensaciones que emana este ca-
riódicos y dos revistas ilustradas… ¿podrá
rrizo poseen una fuerza telúrica capaz de provo-
tener tiempo para vivir siquiera un ligero
car en la fauna “un éxtasis subconsciente” y que
instante espiritual, desinteresado, universal,
en las madrigueras chirríen “rabiosas oraciones”.
puro en ese pícaro horario de New York o
París? […] (Vallejo, 1984, p. 10) El léxico religioso no es gratuito en estas descrip-
ciones. Ya conocemos desde Heraldos negros el
uso de vocabulario religioso, mayoritariamente
La metamorfosis incaica: análisis crítico cristiano, que Vallejo escoge para mostrar su es-
de El niño del carrizo piritualidad intrínseca. También observamos en
otros poemas la esencia de la filosofía del pitago-
Decía Alberto Flores Galindo (2008), que la pa- rismo en su obsesión con los números (Yanuzzi,
radoja de la utopía andina es que “han sido (…) 2009). Sin embargo, también constatamos en
sectores intermedios ni indios ni españoles, quie- este cuento su tendencia a resemantizar este lé-
nes repetidas veces han querido reconocerse en xico con tintes que van más allá de la doctrina
131
un supuesto rostro nacional” (p. 16). La utopía
católica, o de la herencia filosófica: se contrapo-
andina se erige como una forma de luchar contra-
ne el uso decorativo y reemplazable cada año del
corriente en un intento de reconstrucción de una
carrizo en las festividades de la religión católi-
identidad fragmentada. Una de las figuras litera-
ca, con la exaltación de la flora y la fauna ante
rias principales de este concepto es José María
Arguedas, que consolida los valores sublimes de el mero contacto de esta caña especial. Vallejo
la población originaria del Perú, y universaliza el nos va introduciendo en un panteísmo que se
mundo andino a través del conocimiento de los naturaliza en la descripción de la escena. Si el
elementos sensibles que lo componen: el río, las carrizo adquiere un carácter sagrado, lo humano
piedras, las cosas del mundo natural. Dentro de también trascenderá hacia otra dimensión. Uno
la genealogía previa que funda el Inca Garcilaso de los niños llamado Miguel, acompañado de sus
o Guamán Poma de Ayala se encuentra César perros, va a sufrir una integración absoluta con el
Vallejo. Este cuento breve es un canto primoro- medio. Su transformación se ve motivada por un
so al vínculo entre la naturaleza y el hombre que “soplo de autonomía montaraz” (Vallejo, 2007,
despierta reverberaciones del mundo andino. Las p. 344). En ese medio se siente como un hombre
descripciones que inundan el relato dan cabida a libre, descubre su fondo auténticamente animal
un minucioso y delicado estudio sobre la flora y hasta el punto de “alcanzar la sulfúrica traza de
la fauna vernácula en la que se inscribe el texto. un cachorro”. Lucha con los perros realizando
las mismas acciones que llevaría a cabo uno de carácter barroco de la prosa eliminan una visión
ellos de modo que los animales “parecían desco- bárbara de esta anécdota. Aquello que mantiene
nocerle”. El papel de amo se aparta en este medio su carácter virginal y primitivo, bello en todas
que comparten para confundirse ambos en seres sus formas, resulta ser deformado, desnaturaliza-
animales con instintos primitivos (tal y como co- do a los ojos del hombre civilizado. Sin embargo,
ger frutos desconocidos, atrapar otros animales, mientras el resto de los excursionistas civilizados
correr por los barrancos, morderse, saltar): “Al se dirigen a arrancar de su lugar de nacimiento el
entrar en los puros dominios de la naturaleza, carrizo sagrado para crear una fiesta litúrgica re-
parecía moverse en un retozo exclusivamente ligiosa alejada de estos entornos, Miguel ha vuel-
zoológico” (Vallejo, 2007, p. 344). Es destaca- to al orden natural donde la humanidad convivía
ble decir que las imágenes asociativas no sólo se con el resto de los animales y se integraba en el
producen en la dicotomía hombre-animal, sino medio que le rodeaba. Su actitud, empero, se ca-
que se extienden a la flora en la que se insertan. lifica a los ojos del narrador como “enajenada”,
Siguiendo un estudio crítico sobre este cuento, “impulsado por un vértigo de locura”, “figura
las síntesis asociativas se dan en más de un cam- monstruosa” (Vallejo, 2007, p. 345).
po de significación: hombre-animal, hombre-ve-
getal, hombre-tierra-animal (Neale-Silva, 1987). Esta estampa acaba con un dibujo que según va-
La prosa adquiere además una velocidad plagada rios autores recuerda a la figura del “molle”: “ár-
de verbos de movimiento, y una aglomeración de bol sagrado que atrapa con sus ramas en Janan
imágenes pictóricas y léxico autóctono que traza pacha o mundo estelar, con su tallo el Kay pacha
este “vértigo de locura” que provoca la inserción y con sus raíces el mundo latente de sus semillas
en la naturaleza: “el poeta se identifica con la tie- y los muertos que no han muerto pero que des-
rra y su poesía se impregna de la fuerza telúrica cansan en el Uku pacha” (Villanes, 1988, p. 757).
del ambiente” (Driskell, 1978, p. 9). Este detalle conecta con la intencionalidad de
Vallejo de conectar el mundo indígena incaico:
La fraternidad entre Miguel y la jauría de canes
132
culmina con una estampa que colma la fusión de El valle primordial donde nació y transcu-
estas tres fuerzas que provienen de la naturaleza: rrió la niñez el poeta está a tres mil metros
Miguel en posición arqueada bebe de “un chorro de altura sobre el nivel del mar (…) Allí
recóndito y azul, entre los matorrales”, junto con la vida florece sin grandes calores ni frío
los otros perros. La preciosa descripción une los rigurosos (…). La civilización inca, andina
campos léxicos del ojo del hombre y del animal por excelencia, nació y alcanzó su esplen-
junto con el movimiento de la onda del agua y de dor en un medio natural similar (Villanes,
la “baba viscosa” del animal: “extraña anatomía 1988, p. 757).
la de Miguel, bebiendo en cuatro pies, el agua de
la herbosa montaña” (Vallejo, 2007, p. 345). Debemos recordar que en esta época Vallejo tam-
bién escribió El reino de los Sciris, que es una
El narrador entonces describe esta figura que bella narración sobre el imperio Inca, y sus cos-
aparentemente podría parecer “monstruosa”, tumbres locales, su cultura andina panteísta que
pero sólo responde a “el signo de todo lo que sale “gira alrededor de la madre tierra (pacha-mama),
de la tierra por las plantas para tornar a ellas por de la Naturaleza y sus dioses”, en palabras de
las manos…” (Vallejo, 2007, p. 345). Aquí ob- Merino (Vallejo, 2007, p. 63). La carga simbólica
servamos la dicotomía entre civilización y barba- reside en el hecho de que esta comunidad emi-
rie que en numerosas ocasiones el autor vincula nentemente agraria respetaba y temía este orden
con el “mito del indio”: la nobleza del indio, y el natural. En los tiempos en los que escribe este
cuento, la naturaleza está subordinada a los avan- sujeto (…) Su superación vendrá en años pos-
ces tecnológicos que se necesiten para que la ci- teriores (1927-1938) por una nueva conciencia”
vilización progrese. Sin embargo, para Vallejo, el (Vallejo, 2007, p. 10).
máximo desarrollo posible es el de la conviven-
cia del ser humano con las fuerzas telúricas que Por lo tanto, el indigenismo de Vallejo no se con-
lo crearon. El deseo se manifiesta claramente en cibe como un acercamiento a lo regional, sino
su prosa cuando justifica la “figura monstruosa” más bien como un intento de unir a todos los
de Miguel con el “espíritu terráqueo”, e identifica humanos en un estado primitivo en el que todos
dos bellas metáforas que marcan el simbolismo éramos iguales ante la poderosa fuerza de la na-
de Vallejo: el agua como “lágrimas rientes de turaleza. En palabras de José Carlos Mariátegui:
la naturaleza”, y la postura de Miguel “doblaba
los pedestales ilíacos y extendía los brazos hacia Hay en Vallejo un americanismo genuino y
delante”, como la “línea victoriosa de los arcos” esencial; no un americanismo descriptivo y
(parecida por otro lado a una asana del hatha localista. Vallejo no recurre al folklore. La
yoga). Afirmaba Mariátegui que “el indio, por palabra quechua, el giro vernáculo, no se
animista y bucólico, tienda a expresarse en sím- incluyen artificiosamente en su lenguaje,
bolos e imágenes antropomórficas y campesinas” son el producto espontáneo, célula propia,
(Mariátegui,1975, p.330-331). En cierto modo, elemento orgánico (Mariátegui, 1975,
esta ambición del poeta se engancha con otras p.248).
cuestiones tratadas ya por parte de otros autores
a lo largo de los siglos: “Los coqueteos de Hugo Es destacable la maravillosa plasticidad del len-
con el ocultismo y la Cábala, los cuentos sobre guaje, que nos describe las escenas como si fue-
la mandrágora y el golem de Achim von Arnim ran esculturas en movimiento, como una de las
traducidos por Gautier en 1856 como Contes bi- metamorfosis de Ovidio, Miguel se arquea cual
zarres que presentaban ya un mundo en donde el estatua:
sueño y lo real se yuxtaponían hasta confundir-
se” (Alazraki, 1972, p.33). Estos ejercicios que Miguel doblaba los pedestales ilíacos y ex- 133
confluyen en el romanticismo y posteriormente tendía los brazos hacia delante, hasta dar
en las vanguardias, confluyen en este cuento de las manos en la tierra (…) Violentándose a
Vallejo como un deseo de infinito, de transmu- tal ademán, las manos en un rol de nuevos
tación del ser humano en parte de la naturaleza. pies, asentado en la tierra por medio de dos
Pasamos de la simbología católica de la Semana órdenes de columnas, Miguel modelaba la
Santa con la que comienza el cuento: la proce- línea victoriosa de los arcos (Vallejo, 2007,
sión, la “inmemorial liturgia”; hasta el signo del p. 345).
infinito: “Miguel hacía así el signo de todo lo que
sale de la tierra por las plantas, para tornar a ella Recordamos la figura victoriosa de Dafne trans-
por las manos…”. Además, tipográficamente cie- formada en laurel para no perder su virginidad
rra el cuento con unos puntos suspensivos que a manos del dios Apolo. Llama a su amado pa-
reafirman esta interpretación. Antonio Merino, dre que le transforma en esta hoja de la victoria.
en el prólogo a la obra de Vallejo, resume de la Quizás Miguel quiera quedarse convertido en un
siguiente forma la esencia que se transpira: “Ese “molle” para sacralizar ese pasado donde la natu-
cuadrúpedo intensivo de las cuatro conciencias raleza y el ser humano se integraban en un mis-
señala lo animal, lo orgánico y lo material del mo orden natural (Neale-Silva, p. 313)6.
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