El documento describe los diferentes términos utilizados en la Biblia para referirse al lugar de los muertos. Sheol se refiere al lugar subterráneo al que van todos los muertos. Hades es el equivalente griego y también se refiere originalmente al lugar de los muertos sin distinción, aunque con el tiempo llegó a implicar un lugar de sufrimiento para los impíos. Gehenna se refiere al valle de Hinnom y en el Nuevo Testamento se usa para describir el infierno como lugar de castigo eterno.
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El documento describe los diferentes términos utilizados en la Biblia para referirse al lugar de los muertos. Sheol se refiere al lugar subterráneo al que van todos los muertos. Hades es el equivalente griego y también se refiere originalmente al lugar de los muertos sin distinción, aunque con el tiempo llegó a implicar un lugar de sufrimiento para los impíos. Gehenna se refiere al valle de Hinnom y en el Nuevo Testamento se usa para describir el infierno como lugar de castigo eterno.
El documento describe los diferentes términos utilizados en la Biblia para referirse al lugar de los muertos. Sheol se refiere al lugar subterráneo al que van todos los muertos. Hades es el equivalente griego y también se refiere originalmente al lugar de los muertos sin distinción, aunque con el tiempo llegó a implicar un lugar de sufrimiento para los impíos. Gehenna se refiere al valle de Hinnom y en el Nuevo Testamento se usa para describir el infierno como lugar de castigo eterno.
El documento describe los diferentes términos utilizados en la Biblia para referirse al lugar de los muertos. Sheol se refiere al lugar subterráneo al que van todos los muertos. Hades es el equivalente griego y también se refiere originalmente al lugar de los muertos sin distinción, aunque con el tiempo llegó a implicar un lugar de sufrimiento para los impíos. Gehenna se refiere al valle de Hinnom y en el Nuevo Testamento se usa para describir el infierno como lugar de castigo eterno.
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sheôl ( 7585, ) לוְאש, «lugar de los muertos».
Sha˒al parece ser la base de un
vocablo importante en el Antiguo Testamento, sheôl. Este término, que se encuentra 65 veces en la Biblia hebraica, se refiere al bajo mundo o la caverna subterránea a la que van todos los muertos que se entierran. Aunque la KJV (en inglés) lo traduce a veces mal como «infierno», el sheôl no se consideraba un lugar de castigo, sino de destino final de descanso de toda la humanidad (Gn 37.35). Por esta razón, se tenía como «el camino» de donde no se vuelve (Job 16.22; 17.14–16). Se le consideraba como un lugar temible no solo porque significaba el fin de la vida física, sino también porque allí no podía alabarse a Dios (Sal 6.5). La liberación del sheôl se veía como una bendición (Sal 30.3). En algunos casos el vocablo llega a ser un símbolo de aflicción o plaga; a menudo se usa paralelamente con «el hoyo profundo» (Dt 32.22; Sal 86.13); otro símbolo de destrucción. Mucho de lo que se dice acerca del sheôl es negativo, por lo que no debe sorprender que el concepto de infierno se fue desarrollando del mismo en la literatura intertestamentaria y neotestamentaria. No obstante, sheôl es también un lugar de recompensa para los justos (Os 13.14). Sheôl se traduce de varias maneras en las diferentes versiones del castellano: «tumba», «abismo profundo» (NBE; cf. BPD, SB); «sepultura» (RV); «lugar de los muertos», «abismo de la muerte» (BLA, cf. LVP), o simplemente transliterado (sheôl, RVR, RVA, NRV, LBA, BJ). [Diccionario Biblico Vine] SEOL she˒ôl ( 7585, ) לוְאש, «Seol». Los 65 casos de este vocablo están distribuidos en todos los períodos del hebreo bíblico. Primero, el vocablo se refiere a un estado de muerte: «Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?» (Sal 6.5; cf. 18.5). Es el lugar de descanso final de todos los seres humanos: «Pasan sus días en prosperidad, y en paz descienden al Seol» (Job 21.13). Ana confesó que es el Dios omnipotente que traduce a las personas al she˒ôl (muerte); los mata (1 S 2.6). «Sheol» se usa paralelamente con los términos hebreos «abismo» o «infierno» (Job 26.6), «corrupción» o «putrefacción» (Sal 16.10) y «destrucción» (Pr 15.11). Segundo, «Sheol» indica un lugar de existencia consciente después de la muerte. La primera vez que se usa el término Jacob dice: «¡Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol!» (Gn 37.35). Todos los seres humanos van después de la muerte a un lugar «Seol» en el que estarán conscientes (Sal 16.10). Es allí donde los malvados reciben el castigo (Nm 16.30; Dt 32.22; Sal 9.17). En el «Sheol» serán avergonzados y silenciados (Sal 31.17). Jesús menciona un pasaje en Isaías (14.13–15) que habla de she˒ôl al pronunciar juicio contra Capernaum (Mt 11.23); traduce a «Sheol» como «Hades» o «Infierno», refiriéndose al lugar de existencia consciente y de juicio. Es un lugar indeseable para los malvados (Job 24.19) y un refugio para los justos (Job 14.13). Por tanto, «Seol» es también un lugar de recompensa para los justos (Os 13.14; cf. 1 Co 15.55). La enseñanza de Jesús (Lc 16.19–31) parece reflejar exactamente el concepto veterotestamentario de she˒ôl; es un lugar en el que hay existencia consciente después de la muerte; a un lado están los muertos injustos con su sufrimiento y al otro lado de un abismo moran los muertos justos que gozan de su recompensa.
tartaroo (ταρταρόω, 5020), traducido «arrojándolos al infierno» en 2 P 2.4,
significa consignar al Tártaro, que no es ni el Seol ni el Hades, ni el infierno, sino el lugar en el que aquellos ángeles cuyo pecado especial es mencionado en aquel pasaje se hallan en cadenas, «para ser reservados al juicio»; la región es descrita como «prisiones de oscuridad» o, como bien lo vierte la VM, «abismos de tinieblas». HADES jades (ἅδης, 86), región de los espíritus de los muertos perdidos; pero incluyendo los de los muertos bienaventurados en los tiempos anteriores a la ascensión de Cristo. Algunos han afirmado que este término significaba etimológicamente lo invisible (de a, privativo, y eido, ver), pero esta derivación es dudosa. Una derivación más probable es de jado, que significa receptor de todo. Se corresponde con «Seol» en el AT. En la RV del AT y del NT, ha sido desafortunadamente traducido «infierno» (p.ej., Sal 9.17); o «sepultura» (Gn 37.35; 42.38, etc.); o «el abismo» (Nm 16.30,33). En el NT, la RVR usa siempre la traducción «Hades», excepto en 1 Co 15.55 (TR), donde se traduce injustificadamente el término jades como «sepulcro». Los mss. más comúnmente aceptados tienen thanatos, muerte, en lugar de hades, en la segunda parte del versículo. En el AT, la RVR translitera uniformemente Sheol como «Seol». Nunca denota la sepultura, ni es tampoco la región permanente de los perdidos; para los tales es el estado intermed o entre la muerte y la condenación en la Gehena (véase INFIERNO, A). Para la condición de los perdidos en el Hades, véase Lc 16.23-31. Este término se usa cuatro veces en los Evangelios, y siempre lo usa el Señor mismo (Mt 11.23; 16.18; Lc 10.15; 16.23). Se usa con referencia al alma de Cristo (Hch 2.27,31). Cristo declara que Él tiene las llaves del Hades (Ap 1.18). En Ap 6.8 el Hades es personificado, significando el destino temporal de los condenados; y que tendrá que entregar a los que están en él (20.13), y será finalmente arrojado al lago de fuego (v. 14). INFIERNO geenna (γεέννα, 1067) representa el término hebreo Ge-Hinnom (el valle de Tofet) y una palabra aramea correspondiente. Se encuentra doce veces en el NT, once de ellas en los Evangelios Sinópticos, y en cada caso es mencionado por el mismo Señor. El que le diga a su hermano, fatuo (véase bajo INSENSATO), quedará expuesto «al infierno de fuego» (Mt 5.22); es mejor arrancar (descripción metafórica de una ley irrevocable) un ojo que haga caer a su poseedor, que no que «todo su cuerpo sea echado al infierno» (v. 29); similarmente con la mano (v. 30). En Mt 18.8,9 se repiten las amonestaciones, con una mención adicional al pie. Aquí, también la advertencia va dirigida a la persona misma, a la que se refiere evidentemente el término «cuerpo» en el cap. 5. En el v. 8, «el fuego eterno» es mencionado como la condenación, dándose el carácter de la región por la misma región, quedando ambos aspectos combinados en la frase «el infierno de fuego» (v. 9). El pasaje de Mc 9.43-47 es paralelo al de Mt 18. En este se añaden descripciones más extensas, como «fuego que no puede ser apagado» y «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga». El hecho de que Dios «después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno», constituye una razón para que se le tema con el temor que preserva del mal hacer (Lc 12.5); el pasaje paralelo a este en Mt 10.28 declara, no el arrojamiento adentro, sino la pérdida que sigue, esto es, la destrucción (no la pérdida del ser, sino del bienestar) del «alma y el cuerpo en el infierno». En Mt 23 el Señor denuncia a los escribas y fariseos, que, al proselitizar a alguien, lo hacían «dos veces más hijos del infierno» que ellos mismos (v. 15), siendo esta frase expresiva de carácter moral, y anuncia la imposibilidad de que escapen «de la condenación del infierno» (v. 33). En Stg 3.6 se describe el infierno como la fuente del mal hecho por el mal uso de la lengua. Aquí la palabra significa los poderes de las tinieblas, cuyas características y destino son los del infierno. Para términos descriptivos del infierno, véanse, p.ej., Mt 13.42; 25.46; Flp 3.19; 2 Ts 1.9; Heb 10.39; 2 P 2.17; Jud 13; Ap 2.11; 19.20; 20.6, 10, 14; 21.8. Hades. Término griego que se refería originalmente al dios de los lugares inferiores. A la postre vino a ser el término que se utilizaba para ese lugar, y por lo tanto se empleó en las antiguas traducciones griegas de las Escrituras hebreas para referirse al lugar de los muertos. Aunque originalmente el Hades no implicaba necesariamente un lugar de castigo, poco a poco vino a ser el lugar en que las almas están prisioneras esperando su redención, o el lugar de castigo eterno. (Diccionario Teológico Justo I. Gonzales) 1067. γέεννα géenna; de orig. heb. [1516 y 2011]; valle del (hijo de) Hinón; gehena (o Ge-hinón), valle de Jerusalén, usado (fig.) como nombre del lugar (o estado) de castigo eterno:—infierno. γέεννα infierno Mt 5:22,29,30; 10:28; 18:9; 23:15,33; Mc 9:43, 45,47; Lc 12:5; St 3:6 5020. ταρταρόω tartaróo; de Τάρταρος Tártaros, (el abismo más profundo del Hades); encarcelar en el tormento eterno:—arrojar al infierno. σαπσαπϋψ arrojar a las cavernas del infierno 2Pe 2:4 HADES = Transcripción de una palabra griega empleada en la LXX para traducir el vocablo hebreo → SEOL, morada de los muertos, buenos y malos sin distinción. Al Hades se le conceptúa como debajo de la tierra (Mt 11.23; Lc 10.15); se entra a él a través de puertas que simbolizan el poder de la muerte (Mt 16.18). Se menciona en relación con la muerte de Jesucristo (Hch 2.27, 31; cf. Sal 16.10). Como consecuencia del desarrollo doctrinal en los últimos libros del Antiguo Testamento, el concepto del Seol se bifurcó, y el Hades llegó a referirse al lugar de oscuridad y sufrimiento reservado para los impíos (→ HINOM, INFIERNO, Lc 16.23), mientras → SENO DE ABRAHAM y → PARAÍSO indicaban el destino de los piadosos. Relacionado íntimamente con la → MUERTE, el Hades casi se personifica en Ap 1.18; 6.8; 20.13s (cf. 1 Co 15.55). INFIERNO = Término de origen latino ( infernus que significa la parte de abajo ) con que se traduce la voz hebrea Seol , y las griegas Hades , Gehenna y Tártaros ( → INMORTALIDAD ). Seol aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento sesenta y cinco veces. Se traduce en la RV por «sepulcro», «sepultura», «infierno», «profundo», «sima» y otras palabras. En la LXX se traduce por → HADES , nombre que los griegos aplicaron primeroal rey del mundo invisible y posteriormente al lugar de los espíritus. El uso de Hades en vez de una transcripción de → SEOL demuestra que las dos palabras se consideraban comosinónimos, aunque siempre había una diferencia: para los griegos, al Hades lo gobernaba un dios independiente de los dioses del cielo y de la tierra; los hebreos creían que el Seol era parte del reino de Jehová ( Sal 139.8 ; Pr 15.11 ). Los griegos pensaban que no existía salida del Hades , pero los piadosos hebreos, si bien contemplaban el Seol con cierto temor, esperaban salir de allí pues creían en la resurrección del cuerpo ( Dn 12.2 ; Hch 26.6–8 ). Sin embargo, las ideas hebreas acerca del estado futuro siempre eran vagas; Pablo afirma que fue Cristo el que «sacó a luz la vida y la inmortalidad» ( 2 Ti 1.10 ). Hades aparece once veces en el Nuevo Testamento. Cristo librará a su Iglesia del Hades ( Mt 16.18 ). La doctrina del Nuevo Testamento en cuanto a la morada después de la muerte difiere mucho de la del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento afirma repetidas veces que los espíritus de los muertos redimidos se separan del cuerpo para estar con Cristo ( Jn 14.2 , 3 ; 17.24 ; 2 Co 5.8 ; Flp 1.23 ). Para explicar esta diferencia entre los testamentos, algunos han sostenido que Cristo al bajar al Hades ( Hch 2.27 , 31 ) o a «las partes más bajas de la tierra» ( Ef 4.9 ), proclamó allí las buenas nuevas de la redención efectuada en la cruz ( 1 P 3.18–20 , → DESCENSO AL INFIERNO ). Habiendo preparado un lugar en la casa de su Padre, «llevó cautiva la cautividad» ( Ef 4.8 ), es decir, llevó al mismo cielo los santos redimidos que se hallaban en el Hades . Estos no habían ido antes al cielo porque si bien habían sido redimidos mediante el sacrificio de animales según la Ley del Antiguo Testamento, lo habían sido solo por promesa porque «la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados» ( Heb 10.4 ). No hubo salvación completa sino hasta que Cristo derramó su propia sangre en la cruz. Desde entonces no hay redimidos en el Hades , sino solamente injustos en tormento. Gehenna aparece unas doce veces en el Nuevo Testamento. Es la transcripción griega de → HINNOM , adoptada por los judíos después de la cautividad, y posteriormente por Jesús, para designar el lugar de tormento donde serán arrojados las personas reprobadas y los espíritus malignos. El Señor habla del Gehenna en términos solemnes y terribles ( Mt 5.22 , 29 , 30 ; 10.28 ; 18.9 ; 23.15 , 33 ; Mc 9.43–48 ; Lc 12.5 ; Stg 3.6 ). El Gehenna de los Evangelios y de Santiago se asemeja en mucho al Seol del Antiguo Testamento ( Job 26.6 ), y parece ser sinónimo del «horno de fuego» de Mt 13.42 ; del «lago de fuego» de Ap 19.20 ; 20.10 , 14 , 15 y de la «perdición» de Ap 17.8 , 11 . El « tártaros » que se traduce por incienso en 2 P 2.4 , era el lugar de castigo según la mitología griega. Bajo el gobierno de un Dios infinitamente santo, justo, sabio y amoroso, obligado por su propia naturaleza y por el cuidado que tiene del bienestar de su universo a expresar su aborrecimiento hacia el pecado, la existencia del infierno es una necesidad ( Ro 6.23 ; 2 Ts 1.6–11 ; Ap 20.11–15 ). Los que son castigados en el infierno son criaturas libres, responsables, pecadoras e impenitentes, que han empleado mal el tiempo de prueba que se les ha concedido y rechazado la gracia que Dios les ha ofrecido. El gran deseo divino de librar a los hombres del infierno se manifiesta en la muerte de Cristo y en las amonestaciones dirigidas a los pecadores en la Biblia. Ninguna exégesis concienzuda de la Biblia puede hacer caso omiso del infierno. Las penas del infierno consistirán en la privación de la presencia y del amor de Dios, la ausencia de toda felicidad, la perpetuidad del pecado, el remordimiento de conciencia por las culpas pasadas, la convicción íntima de ser objeto de la justa ira de Dios, y todos los demás sufrimientos del cuerpo y el alma que son los resultados naturales del pecado o los castigos estipulados en la Ley de Dios ( Mt 7.21 , 23 ; 22.13 ; 25.41 ; 2 Ts 1.9 ). Parece que el grado de los tormentos se medirá según el grado de la culpa ( Mt 10.15 ; 23.14 ; Lc 12.47 , 48 ). Este castigo será eterno, como lo será también la felicidad en el cielo. La → IRA DE DIOS nunca dejará de existir sobre las almas perdidas ( Mt 25.46 ). Nada en todo el universo debe temerse tanto como una eternidad en el infierno. (Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia - Wilton M. Nelson - Juan Mayo) $$$$$$$$$$$$$$$ ¿Cuán completamente será destruido el hombre en el infierno? "Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (S. Mateo 10: 28). Nota.Este pasaje de la Escritura prueba que el alma no es inmorral ni indestructible. El castigo -"destrucción"- eterno de los impíos es esta destrucción del alma y el cuerpo en el infierno (griego: Geenna [Gehenna]). "infierno" en el Nuevo Testamento viene de tres palabras griegas: Hades, 10 veces. S. Mareo 11: 23; 16: 18; S. Lucas 10: 15; 16: 23; Hechos 2: 27, 31; Apocalipsis 'l: 18; 6: 8; 20: 13, 14. Hades se traduce también, una vez, como "sepulcro", en 1 Corintios 15: 5... Geenna (Gehenna), 12 veces. S. Mareo 5: 22, 29~30; 10: 28; 18: 9; 23: 15, 33; S. Marcos 9: 43, 45, 47; S. Lucas 12: 5; Santiago 3: 6. Tartaroo, 1 vez, la única que aparece en la Biblia. 2 S. Pedro 2: 4. Hades (el mundo inferior, lugar de los muertos, el sepulcro) es el equivalente de she'ol (véanse las págs. 520, 521). Tartaroo, que describe la caída de los ángeles rebeldes de Satanás, es un verbo que significa "derribar al Tártaro". Esra es una notable metáfora, que alude al tártaro de la mitología griega, un abismo más profundo que el Hades, la prisión de los titanes que luchaban contra los dioses. (Las Hermosas Enseñanzas de la Biblia) %%%%%%%%%%%%%% La parábola del hombre rico y Lázaro. La historia del hombre rico y Lázaro ha sido usada para enseñar acerca de los muertos (Luc. 16:19-31). Desafortunadamente, los que la interpretan en esta forma no han reconocido que esta historia es una parábola que, si se tomara literalmente en cada detalle, sería absurda. Los muertos recibirían su recompensa como seres reales con ojos, lengua, dedos, etc. Todos los justos estarían en el seno de Abraham, y el cielo y el infierno estarían a un paso de distancia. Ambos grupos recibirían su recompensa al morir, lo contrario de las enseñanzas de Cristo, según las cuales la recibirán en el segundo advenimiento (Mat. 25:31-41; Apoc. 22:12). Este relato es una parábola, uno de los métodos de enseñanza favoritos de Cristo. Cada parábola está registrada para enseñarnos una lección, y lo que Cristo enseñaba no tiene nada que ver con el estado de los muertos. La moraleja de esta parábola es la importancia de vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Jesús mostró que el hombre rico se preocupaba de las cosas materiales y rechazaba el cuidado de los pobres. El destino eterno se decide en la vida presente y no hay una segunda oportunidad. La Escritura es la guía para el arrepentimiento y la salvación, y si no atendemos las advertencias de la Palabra de Dios, nada nos podrá alcanzar. Así, Cristo terminó la parábola con las palabras: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Luc. 16:31). Cristo simplemente empleaba elementos de algún relato común de los judíos en el cual los muertos sostenían una conversación (el concepto de hades y el seno de Abraham de la parábola era muy similar a la tradición judía. Ver “Discourse to the Greeks Concerning Hades” [Discurso dirigido a los griegos con relación al sepulcro], Josephus’ Complete Works [Obras completas de Josefo], traducido por William Whiston [Grand Rapids: Kregel, 1960], p. 637). Algunas parábolas similares se encuentran en la Biblia, en las cuales los árboles hablan (Jue. 9:7-15; compárese con 2 Rey. 14:9). Ninguno usaría esta parábola para comprobar que los árboles pueden hablar. Por esto, deberíamos evitar concederles a las parábolas de Cristo un significado que contradiga la abundante evidencia bíblica y las enseñanzas de Cristo acerca de que la muerte es un sueño. El destino de los malvados. Según las Escrituras, Dios promete vida eterna a los justos. La paga del pecado es muerte, no una vida eterna en el infierno (Rom. 6:23). Las Escrituras enseñan que los malos serán “destruidos” (Sal. 37:9, 34); que perecerán (Sal. 37:20; 68:2). No vivirán en un estado de conciencia para siempre, sino serán quemados (Mal. 4:1; Mat. 13:30, 40; 2 Ped. 3:10). Serán destruidos (Sal. 145:20; 2 Tes. 1:9; Heb. 2:14), consumidos (Sal. 104:35). Castigo eterno. Hablando del castigo de los malos, el Nuevo Testamento usa los términos “para siempre" y “eterno”. Estos términos son traducciones de la palabra griega aionios, y se aplican tanto a Dios como a los hombres. Para evitar malentendidos, debemos recordar que aionios es un término relativo; su significado es determinado por el objeto que lo modifica. De modo que cuando la Escritura usa aionios (“para siempre”, “et no”) refiriéndose a Dios, quiere decir que él posee existencia infinita, porque Dios es inmortal. Pero cuando se usa esta palabra para referirse a seres humanos mortales o cosas perecederas, significa mientras la persona viva o exista. Judas 7, por ejemplo, dice que Sodoma y Gomorra sufrieron “la venganza del fuego eterno”. Sin embargo, esas ciudades ya no están ardiendo hoy. Pedro dijo que el fuego convirtió esas ciudades en cenizas, condenándolas a la destrucción (2 Ped. 2:6). El fuego “eterno” ardió hasta que no había nada más para quemar, y luego se apagó (ver también Jer. 17:27; 2 Crón. 36:19). De igual forma, cuando Cristo asigna a los malos “el fuego eterno” (Mat. 25:41), ese fuego que destruirá a los malos será “fuego que nunca se apagará” (Mat. 3:12). Se apagará sólo cuando ya no quede nada por quemarse.15 Cuando Cristo habló del “castigo eterno” (Mat. 25:46) no quiso decir castigo sin fin. Quiso decir que, así como la “vida eterna” [que los justos disfrutarán] continuará a través de los siglos sin fin de la eternidad; el castigo [que los malos sufrirán] también será eterno: no de duración perpetua de sufrimiento consciente, sino el castigo que es completo y final. El fin de los que así sufren es la segunda muerte. Esta muerte será eterna, de la cual no habrá ni podrá haber resurrección”.16